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OBRAS COMPLETES
TOMO II VOL. I PERIODISMO
EDICIONES DEL CONGRESS DE LA REPUBLICAN
CARACAS/VENEZUELA/1973
ANDRES ELOY BLANCO
OBRAS COMPLETES
TOMO II VOL. I PERIODISMO
EDICIONES DEL CONGRESS DE LA REPUBLICAN
CARACAS / VENEZUELA/ 1973
PR6LOGO: PEDRO SOTILLO
FONDO CULTURAL ANDRES ELOY BLANCO
TALLEES GRAFICOS DEL CONGRESS DE LA REPdB CA
CARACAS / VEEZUELA / 1973
PORTICO
Es muy possible que, muchacho o joven, Andris Eloy Blanco
se iniciara como periodista en algunas de esas perdidas publicacio-
nes estudiantiles, cuando todavia no se habia coronado la altura
del Bachilerato. Aun cuando tambiin es cierto que, para tales
fechas, sacar un papel impreso, por donde pudieran asomar inevi-
tables brotes de rebeldia juvenile, era empresa bastante dificil y,
aparte de las que lamaban las autoridades, era much la gente
que miraba, con sobrada raz6n y marcado recelo, hacia tan inexpli-
cable aspiracidn. Con la candela lo mejor era no jugarse y entonces
brotaba, de un foco distinto al de esa especie de piromania del
desquite que se ha apoderado de los venezolanos, urbanos y rura-
les, que con el acumulamiento de los veranos est4 acabando con
lo que adn nos queda de naturaleza.
Para los aios quince y los que siguieron, no sdlo el periodis-
mo sino muchas expresiones y angustias incontenibles tenian que
irse por las veredas de la poesia, para encontrar alguna salida y
poder asomarse a la vida. Fue exactamente pot tales comienzos
dificiles por donde asom6 a la poesia Andris Eloy Blanco, y la
situacidn y el cuento continuaron y adn permanecian cuando regre-
s6 a Caracas, despuis de haber pasado double temporada en La
Rotunda, que, asi fuera por horas, empezaba a desentraiar de
verdad lo que era estar en el otro mundo; en el Castillo Libertador,
donde, entire otras cosas, enset6 a leer a aquel inolvidable Parrita,
que era Bachiller graduado en Colombia y quidn sabe si te6logo
sabidor, al apelar al recurso de ser analfabeto, para escurrirle el
bulto a responsabilidades mJs graves, cuando lo incrustaron en su
primer calabozo.
Los profundos critics de nuestra literature, especialmente los
de los tiempos mas cercanos al present, pasan un tanto a la ligera
por esa especie de guarimba infantil que era la poesia para el perio-
dismo que se le enconaba entire el pecho y la espalda a la gente
joven de Venezuela. Lo que no se podia decir en prosa llana o
tonante, tenia que buscar su transformacidn y su acomodo para
asilarse detrAs de la double reja de la rima y del ritmo, que hoy
parece que le produce escalofrios a exigentes lectores que, sin
embargo, no se sienten agobiados por los sinsabores, cuando siguen
cultivando su prosa cltsica, que tiene una retdrica no s6lo similar
sino correspondiente a la que en los versos condenan y rehdyen,
con temor casi religioso. Alguien dijo una vez, cuando designaron
a un Acadimico que aspiraba a demostrar que no quiso serlo, para
poner en entredicho a otro que logr6 Sill6n de Ndmero, que "las
Academias son terribles. Y habria que aiadir que las Modas son
todavia mas terrible, asi sirvan para los triunfos celebrados y
enaltecedores.
Con relaci6n a la poesia, a buena parte de la literature del
tiempo al que nos referimos, hay que hacer cierta salvedad que
muchos de los que estaban obligados se callan, quin sabe si por
temor o quien sabe si por comodidad y acompasarse a esa lamen-
table actitud adulatoria para con la agresividad juvenile de nuevo
cuno. Es el mismo bien parecer, que en otros aspects conociamos:
fingir la nota de no quedarse atris en el tiempo y asi aparecer
dando raz6n a quienes se convierten en jueces y ejecutores. Aque-
llos poetas, sobremanera los de la que dicen Generaci6n del Die-
ciocho, en su mayoria, si alguna virtud poseian era la bastante difi-
cil del desinterts y su protest tenia que resguardarse o se iba a
caer de cabeza en un calabozo o en el destierro. La actitud reserva-
da no esquivaba la pobreza dura, aun cuando tambidn estaban
bien abiertas las veredas para conseguir una prebenda, con fre-
cuencia semidisfrazada, o ganar el lauro de un cargo diplomatico
o consular, que ban sido, por regla general, el pago que aqui se
VIII
ha recibido por la aquiescencia, por el entusiasmo por la Causa o el
Partido o por el incondicionalismo de todos los tiempos, que tiene
su raiz luminosa en la institucidn guzmanera de la Adoraci6n
Perpetua.
Tambiin hay que advertir que el poeta no bacia dejaci6n del
tono y la intenci6n elevados, ni andaba afanoso del aplauso fdcil.
Muchas veces la emoci6n mejor de la gente se volvia hacia ellos,
justamente porque penetraba confusamente el noble sentido y
encontraba un respiradero para su propio ahogo. Eso de afirmar
que fue sdlo despuis cuando se pens6 en el pueblo o cuando se le
prestd oido al comprs doloroso de su coraz6n, es una de tantas
mentiras convencionales, que tienen su raz6n, su honra y su entre-
sijo, que no es un misterio para el que abra ojos de honradez al
asomarse a las ventanas debidas. Puede apreciarse que en esa larga
jornada si aparecieron empenfos intelectuales, dentro de tremendas
dificultades y bajo una ojeriza permanent y que nunca ofrecieron
ni el autobombo ni el mutuo bombo, signos que en el ayer y en el
hoy son ftciles de apreciar.
Andres Eloy Blanco era en ocasiones un poeta en voz alta,
como alguien se lo enrostr6; pero un poeta fiel a su intimo decoro,
a su decor de hombre y de venezolano. Fue un poeta en perma-
nente responsabilidad a su expresidn y al reclamo que le acongo-
jaba, y en su periodismo puede ello apreciarse en toda su magnitude
y con un ahadido: un lirico que iba a la otra tarea exigente con
la honda, la poderosa, la dolida experiencia de su faena esencial.
Blanco llev6 al periodismo invalorables aspects del poeta,
porque asi como le reclaman el pleito de fin de semana en la pul-
peria o el botiquin y el asalto delincuente, los imponen tambin,
en su peculiar reportaje, otros pleitos y otros asaltos que se des-
arrollan, en la interioridad.
Andres Eloy Blanco viene a ser lo que diriamos, periodista
formal en el confinamiento que, para resguardo de lo que le que-
daba de salud, se le concedi6 como maxima merced en una ciudad
andina, en la trujillana y primaveral Valera, donde se recobr6, en
medio de frescos y nobles afectos, y comenz6 a escribir editoriales
y notas, en los que no se debla presumir su presencia, sobre temas
siempre de interns national, dentro del limitado decir al que enton-
ces se podia aspirar. "La Voz de Valera" extreme su valentia,
porque era correr duro riesgo, acoger las cuartillas de un confinado
y sus directors extremaron su atencidn hasta asegurar la modest
retribuci6n, que apretadamente podian ofrecer, y entendemos pro-
porciond al cumanis los moderados cigarrillos que el doctor le
permitia, con los que acompanaba el mensaje de los "solos" que
buscaba sacar e interpreter, con el mazo de manoseadas barajas
espaiolas.
Cuando los actuales dueios de la colecci6n de la revista vale-
rana, la gente misma que a pulso y temeridad la mantuvo por
tantos agos, la puso en nuestras manos, sentimos en verdad una
poderosa emoci6n y creemos que lo mismo ocurri6 a los editors
encargados por el Congreso, que a los desconocidos escritos les
encontraron cabida, para que abrieran los volsmenes dedicados a
la obra de periodista de Andres Eloy Blanco. De la poesia de
Andrds Eloy ban dicho muchas cosas encaminadas, por lo general,
a disminuirla, cuando no abiertamente a negarla. Algunos ingenios
por demostrar, ban afirmado que se trata mas bien de oratoria, de
discursos unas veces rimados y otras como si lo fueran, y tambien,
como a ciertos pensadores, se le ha colgado el mote, con inten-
ci6n degradante, de periodista, y todo ello en la firme presuncidn
de aparecer los calificadores como autinticos maestros, aun en la
faena del diarismo. Se trata de veleidades que no es raro que mds
de una vez prosperen, sobre todo cuando se busca trepar y madru-
gar en la alta burocracia, entire los intelectuales, y mis si a eso
aiaden la condici6n de politicos, entonces en funciones muchas
veces de heroicidad, para dicha y edificaci6n de venezolanos.
Asi como quisieran los oficiantes de las Modas que apareciera
periodismo en la produccidn lirica de poetas de la estirpe de Andrds
Eloy Blanco, tambidn anda por sus vericuetos turbios la otra turba
que se reconcome de molestias porque bay calidad y emotividad
de rango en el periodismo de Andres Eloy Blanco, se trate de
exaltar una personalidad, de reforzar o alumbrar un propdsito de
altura o de volcar la gracia y el donaire del humorismo, a veces
mojado en curare de buena ley, con la facilidad de una versificacidn
que ostenta el hierro permanent de la propiedad legitima, que
tambien por ahb dicen personalidad, o el rasgo franco del humor
viril, que no hace competencia en aerial de doncellas, asi estas
fueran de f/brica reciente o frecuente, como por lo general ocurre.
Para los dias de la muerte del General Gdmez, nuestro Andres
Eloy andaba con los libros poeticos que era un sueio poder impri-
mir y cuando sond la que, con justicia, decimos bora de la liber-
tad, dej6 de lado tales sueios o prop6sitos, se fue de leno a res-
ponder al fervido reclamo de su pueblo y tomd la entonces amplia
y abierta ria del periodismo para cumplir con la obligacidn pri-
mordial. Habia que orientar, tanto al gobierno como al pueblo, y
para eso la prosa y la publicacidn, acaso de poco brillo, no podian
ser dejadas de lado. Y de ahbi la insistente faena en "Orve" y en
otros papeles semiocasionales, que hablaban al oldo de la gente
de la calle y que reclamaban el puesto al decir poemitico o la
congoja sutil, que ya tendrian nuevamente su renacer y su florecer
generosos.
Blanco, por encima de naturales reacciones, que igualmente
tienen su oportunidad y de la travesura siempre fecunda, cuando
la maneja gente de fondo valiente y honest, siempre buscd ser
lo que se llama un periodista constructive. 0 sea, decir algo que
es convenient se diga y hacerlo con el lenguaje y la limpieza de
intencidn que le va a dar calidad de buena racidn para el lector
necesitado. Porque Andris Eloy nunca dej6 de tener fe en su
pueblo y de alli la manera natural con la que buena parte de sus
poesias, entire la que menosprecian los que nadan en afanes de
achicarlo, encuentra cabida y hace vergel de ventura en tanto
pecho de venezolano humilde y de la vieja madera, que jams ha
faltado en la pira de los autinticos sacrificios. A nosotros, en oca-
sidn no lejana, nos tocd presenciar en un pueblo andino, la inau-
guracidn del monument a La Loca Luz CarabaUo y lo que mis hon-
do nos llegd fue la devocidn de la humilde gente campesina, ninos,
mujeres y hombres envueltos en sus traces venidos de los abuelos,
los graves ojos llenos de comprensidn y de respeto, que hablaban
del poeta muerto con una naturalidad y una delicadeza que dificil-
mente se podia esperar en aquel ambiente a la par de ternura y
desolaci6n.
Para que el cuadro complete del periodismo de Andrds Eloy
Blanco no adolezca de matiz professional, estamos en buena realidad
para recorder que por alli anduvo tambiin, con sus maneras impe-
riosas, el reclamo elemental de ganarse decorosamente la vida.
Andres Eloy no fue un tipo divertido, que encontraba manera de
Ilenar unas cuartillas para acrecer fama, que ya bastante le sobra-
ba y con razones igualmente sobranceras, sino que precisaba rendir
la pelea diaria, para el reclamo asi mismo cuotidiano, y eUo habia
que cumplirlo con decencia y entereza, que es lo que previene el
que sabe acomodarse a un vivir de modestia sin afectaci6n, pero
sin claudicacidn. Lo de ganar alta fama y hasta muchas veces
Ilegar a sumas impresionantes, se vuelve arduo y hasta duro, en
medios como el nuestro, por lo mismo de que el dinero fc&i tiene
demasiados avistadores. Es como esos vigias de los trenes pesque-
ros, que aseguran la casi totalidad, mientras el pescador orillero
sigue en su funci6n de siglos, de aparejar el bote para la bazafa
sin excusa, de la que poco o nada se sabe, fuera de las cuatro
paredes de bahareque del rancho costero.
Hemos querido sdlo preparar al lector con un ligero bosquejo
de la trayectoria periodistica de Andris Eloy Blanco. A media
que el devoto se adentre en el mundo de estas cuartillas, la mayoria
de ellas surgidas en la premura indeclinable de los acontecimientos
o de la simple obligaci6n, ird haciendo por su cuenta descubri-
mientos que despuis no le sorprenderin. Muchas de las plginas
esthn ligadas a sucesos de gran significacidn, otras a an&idotas
quizds no recordadas y algunas son gestos de afecto, de generosi-
dad o de simple simpatia. Todo eso entra por necesidad en el
bagaje y en el quehacer del periodista, que trata de dar lo mejor de
si y empefarse en atinar con satisfacci6n lo mejor de los demos o
la forma en que los demos pudieran ser mejores. Con el natural
XII
riesgo de equivocarse, cuando se pone buena fe en el trabajo. Afir-
marse en servir a los suyos en la faena cuotidiana y sacrificar aun
la oportunidad favorable, cuando ello se reclama, es funcidn y
prenda que muy contadas veces se le reconoce al periodista. En
ese sentido, Andris Eloy Blanco fue uno mis, uno mrs que enten-
did y cumplio como debia esa obligaci6n que il mismo se habia
impuesto. Bien merece la gratitud y el respeto de los que adn
creemos en esos sueuos y apechamos por mantenernos en la misma
linea.
PEDRO SOTILLO
Caracas, mayo, 1973
ANDRES ELOY BLANCO
VOCES DE LA VOZ
SEMANARIO LA "VOZ DE VALERA"
AlOS 1932 1933
HAMIA UN NACIONALISMO INTEGRAL
Setiembre y calendas. Signo de Libra. A6n caliente el hilito
de la Virgen, que Ilega en agosto y se va en el orto de setiembre,
dejando el Sol en el fiel de la balanza. En este afio abri6 plaza
setiembre en el circo azul, con la revolera y la veronica, con la
navarra y el farol de la falda danzante en el baile de las virgenes
criollas. Se va en el hilo de la aguja apuntada al cenit. Libra. Un
signo asi da un buen dia para bautizar un program; un dfa cual-
quiera, cogido el exfoliador, en trance cordial, sin gravedad con-
memorativa, pero no por eso menos penetrado de la noble alusi6n
zodiacal de la balanza seialadora del hito solar: "Mis all", con
los labios metidos en el sol de la risa -tal debe ser la actitud del
novisimo luchador-. Asi, en un dia cualquiera de setiembre, res-
pondimos, no con respuesta formal o aparatosa, sino con perentoria
aceptaci6n de la responsabilidad de no set tristes al gesto de nues-
tras mujeres. Les ofrecimos a ellas y nos ofrecimos a nosotros
mismos cooperar en el designio que las arrastr6 a un grito oloroso
a tierra venezolana. Y hoy nos damos lealmente a la aurora de ese
grito nuevo, primer heno cortado en la floor de sus bocas.
Pero ha de entenderse que nos damos, no a degas, alucinados
por lo hermoso de la voz y lo esplendoroso del mirar, sino en ple-
nitud de examen, con los ojos abiertos. Traemos la confluencia
de nuestra voz al caudal de voces venezolanas que reparte hoy
a los cuatro vientos de la opresi6n el preg6n de un naconalismo
econ6mico; pero damos nuestra voz, no en impetuoso estallido
coral, sino en gozosa serenidad, exaltadora de lo que creemos bueno
y 6til, precise y armonizador en el tono y en el contorno de la
Venezuela future. Es por eso que venimos a una series de con-
versaciones cordiales que nos acerquen al publico y redondeen cla-
ramente nuestro concept, a la vez que franqueen esa zona vaga y
a veces poblada de espejismo o de incomprensi6n que generalmente
flota entire el periodista y el lector. Products de la observaci6n,
como enemigos que somos del m6todo deductivo, y adictos a la
inducci6n y al logro experimental-, no levan estas conversaciones
pretensi6n dogmAtica; son aportes, ensayos, fraterno deseo de ser
uno con todos en la hora de confrontar experiencias y soludones.
Aceptamos jubilosos cualquier rectificaci6n. Pero sentamos, como
epigrafe indeclinable, un postulado comprensivo y urgente: Cono-
cernos a nosotros mismos, primer paso esencial en el camino hacia
el nacionalismo integral que reclaman nuestras j6venes repdblicas
americanas para su seguridad y prosperidad. Y asi, entramos en
material. Y de paso inscribamos en el p6rtico, de una vez para
todas, que el sentido eficaz del vocablo nacionalismo no se roza en
ninguna form con el egoismo; abraza lo que trasciende a comu-
ni6n con lo nuestro, perfecci6n de lo nuestro, preferencia en el
consume de lo nuestro, amor y devoci6n a la obra national pe-
quefia, a la cotidiana labor de caricter national que se equipare
a nuestro traditional amor por la obra national grande, por la pre-
t&rita e ingente creac6n de perfil epopdyico; acendrada ternura
por lo que signifique mejoramiento venezolano; just aspirac6n
de que todas las necesidades del venezolano sean satisfechas con
products venezolanos. Pero con mis honda, con mis grave acep-
ci6n; sin matar en el venezolano su caracteristico amor por sus
grandes glorias heredadas, su fervor por la gesta y por las figures
angulares de los forjadores de Venezuela, que tal sentimiento
es siempre un estimulo animador; fomentando en 61 el sentido de
su propia cooperaci6n a esa obra, menos pasado y mis present,
cancelaci6n en paz y gloria de la gesta lograda, y respuesta eficiente
a las solicitudes que piden, mis que la actitud devuelta de la es-
posa biblica, adorante del ayer inmutable, el gesto dinamico del
que bace su trabajo con la cara hacia el dia que viene, comple-
mentario del pasado si le logra igualar en fruto, no si logra em-
polvarlo de incienso.
Sentado, pues, que el nacionalismo saludable no es el anti-
extranjerismo aldeano, ya que el complement de nuestra formula
racial nos vendri en la sangre extranjera que nuestro hombre
actual, tipo primo, va a recibir en sus venas para su promoci6n
al supremo tipo adimatado; sentado esto, estamos en el verda-
dero punto de vista de la cuesti6n; no se pretenders suplir con el
product venezolano de mala calidad el extranjero de buena ca-
lidad: se pretenders mejorar el product venezolano; nunca prefe-
rir el mal libro de autor venezolano al buen libro de autor ex-
tranjero, sino pedir al autor venezolano su mayor rendimiento
de emoci6n y de caricter national y tambidn su mayor capacidad
para universalizar el emocionario de fisonomia vernicula y ayu-
darle y alertarle para que, cotizindole, sea cotizado en la bolsa
international del pensamiento, el papel escrito venezolano; nunca
preferir lo native por el solo prurito de amarrarle la cara al foras-
tero. Nada de eso ha entrado en el grito fresco de las mujeres.
Mejorar la producci6n, estimular al productor, consumer sus pro-
ductos, levar fuera de la Patria el margen de producci6n para que
entire en limpia competencia con la producci6n extranjera; bas-
tarnos a nosotros mismos, en digna colaboraci6n con los demis
pueblos; en ese program cabe, con sabrosa amplitud, el gesto
que sofiamos de una comprensi6n del nacionalismo integral en sus
dos aspects: el defensive y el constructive. El defensive, como
necesidad vital de estas naciones, que deben hacer habiles sus
manos, que deben valerse a sf mismas, que deben, con saludable
prevenci6n, estar siempre a cubierto de today dependencia econ6-
mica, cercanos como estan a paises de ciega fuerza expansive, que
si hoy no nos ofrecen fruncimiento agresivo, no sabemos si lo hi-
cieren mafiana: el constructive, como engranaje natural de la mar-
cha adelante, apoyo y bot6n de arranque de los pueblos auto-
didactos.
Es asf, pues, como nos damos a la tarea, serenamente. Y mo-
vemos el pie derecho -rezago de gitanerfa- hacia el camino de
un nacionalismo comprensivo, mientras hacemos ondear el santo
y sefia de la primer etapa: Conocernos a nosotros mismos. Y en
nuestra pr6xima conversacidn, ya que en sta precisaba anticipar
postulados previous, podremos hacer a nuestros hombres y a nues-
tras mujeres, la presentaci6n del primer cartel criollista, en el que
pregonaremos los dos primeros y mas venezolanos de los products
criollos: la MUJER y el HOMBRE VENEZOLANOS. jDebemos
preferir esos dos products a sus similares extranjeros? eQu6 tipo
de cotizaci6n deberin merecernos? Y trataremos de ver, concien-
zudamente, si en el mercado fronterizo entire lo ideal y lo practice,
deberemos los venezolanos y venezolanas preferir al hombre y a la
mujer ex6ticos o mis bien acogeros al zumo de la fruta goteada
de la mata vecina a nuestra tapia.
24 de edemwe de 1932
II
Ariadna busca un hombre. No tiene la linterna de Di6genes,
pero tiene su hilo; un hilo de ternura, un hilo de gracia native
pintado de cultural ansiosa de crecer, un hilo de coser almas en-
sartado a la aguja del intimo deseo: Maternidad. Ariadna llega a
nosotros, salvada por su hilo del laberinto de tentaciones y nos
interroga: IHa visto usted un hombre? Porque yo he visto dos.
Uno es moreno y habla en mi lengua; otro es rubio y habla una
lengua extrafia. Quiere usted hablarme de ellos?
Asi responded Ariadna a nuestro editorial anterior, en el que
ofrecamos pregonar nuestro primer artfculo national: el hombre
venezolano, la mujer venezolana. Empezaremos por el hombre,
es decir, empezaremos por nosotros mismos, para despuds salir
de nosotros, en viaje hacia ese otro puesto de feria en que flame
nuestro mis acabado product: la mujer. Si queremos ver clara-
mente el fin real de este anhelo de nacionalismo, hemos de en-
frentarnos con un problema esencial: eEs este product national
preferible a su similar extranjero para el consume interno? Y es-
tudiemos, en consecuencia, el product anunciado: HOMBRE.
Las condiciones primordiales que un articulo debe Ilenar para
su efectiva bondad general son las siguientes: primera, condicio-
nes intrinsecas que lo hagan apto para el fin deseado; segunda,
presentaci6n atractiva; tercera, producci6n suficiente; cuarta,
precio razonable; quinta, que no se pique o deteriore con el uso;
sexta, resistencia y adaptaci6n a las modalidades de cada regi6n.
En la sexta condici6n un acipite aclarari, pars el caso concrete, el
sentido de todas las demis: adaptaci6n es conciencia; adaptaci6n
es aclimataci6n a todo cima national; adaptaci6n es, pues, vene-
zolanismo; no lanerismo ni caraquefismo, ni trujillismo, ni gua-
yanismo; adaptaci6n es patria. Y como el artfculo consumido esta
destinado a dejar un margen para la exportaci6n, adaptaci6n es,
finalmente, superpatria: America universe, condencia humana.
Tomemos el articulo en nuestras manos y examin&noslo:
Primera, condiciones intrinsecas que lo hagan apto para el
fin deseado. El venezolano domina parcialmente esa cliusula. Es
buen amante. Waldo Frank confiesa genialmente que el americano
del norte es mal amante. Y buen amante es buen marido. Hay
aquf malos maridos, como en todas parties; pero predomina el buen
marido; el amante hecho marido. En Venezuela, todo marido se
ha parecido, antes de serlo, a un amante. No es que bays sido
amante de su mujer antes de casarse con ella, sino que en nuestro
novio apunta un poco el amante: violenda mezlada con ternura,
don de castigo -en sentido espafiol, que alude a ese don de saber
hacer de ella un ser todo interesado en aquel amor: mortificad6n,
ansia, altibajos de desvfo y pasi6n que hacen que ella estd siempre
en espera de algo-. En resume, el venezolano es el hombre mis
apto para el amor que se pueda encontrar. Ahora veremos si su
aptitud es durable. Por lo pronto dmnosle boleta de excelencia,
pero fisicamente. Ahora bien, intelectualmente, el venezolano es
inteligente, pero moralmente, desesperadamente holgazin; buen
auditor, mal lector. Hay en 61, pues, poca cultural, pero no menos
que en el extranjero. El venezolano sabe mil veces mis geograffa
que el europeo, y lease esto bien porque entramos a un aspect
capital de la cuesti6n: el venezolano se interest por saber geografia,
es decir, tiene el instinto, el presentimiento de un destino mis
universal que el bombre europeo. Pero esto sera objeto de un
studio especial. Sigamos. Moralmente, el venezolano es mejor que
cualquier hombre: es bueno; el tipo medio de la poblaci6n vene-
zolana es inepto para el asesinato es inepto para el robo; s6lo es
inmensamente capaz del anhelo de dominion, oscuro instinto segre-
gado de la adolescencia de los pueblos, que Ileva a caminos insos-
pechados. Abreviando: es bueno. Pero todavia el venezolano esta
muy fuera de la casa. Eso tiene sus ventajas. La mujer ama a ese
hombre de dia, arriesgado de noche en un filo de tragedia, de lle-
gada al hogar como en trance de salvamento. Ella le acoge como
si le recobrara arduamente. Entendimonos. El venezolano esti
muy fuera de la casa; pero el norteamericano esta muy fuera de la
mujer. El nuestro es mis uno con ella; pero allf esti su mis grave
defect: es uno con ella, pero prescindiendo de ella. Todavfa el
tirmino medio general de los venezolanos usa a la mujer como si
usara un mueble. No piensa en que ella es lo que es 6l. No la ha
descubierto; no se ha dado cuenta de la inmensa capacidad de ac-
c6n y colaboraci6n que ella tiene. Le falta cultural para verla.
La desnuda demasiado y nunca la ha desnudado completamente
en su desnudez spiritual que se la mostraria tal como ella es: la
gran compafiera. Y aquf como en el norte, aquf por una depen-
dencia estipida de la mujer con respect del hombre, alli por una
independencia desoladora y sin finalidad, la mayoria de las mu-
jeres son desgraciadas POR FALTA DE HOMBRE. Porque alla
falta intimidad, sobrando igualdad, y aquf falta igualdad, sobrando
intimidad. La mujer nuestra cuenta demasiado con un amante de
came y ansfa adn con doloroso y tenaz anhelo la llegada de un
hombre de coraz6n, que la eleve hasta el... o que suba hasta ella.
1: de octubre de 1932
III
SIGAMOS CONSIDERANDO EL ARTICULO
"HOMBRE VENEZOLANO"
Segunda, presentacidn atractiva. En general, estamos mal
presentados. Es feo el suramericano, como dice Fernando Gon-
zalez? Siempre hemos credo que Fernando Gonzalez no pasa de
ser un te6sofo escapado a la historic por una necesidad econ6-
mica. Si no fuera eso, Femando Gonzalez no vera la fealdad pe-
rentoria del suramericano; verfa la belleza del crecimiento; los trece
afios del nifio son feos; las lines se van formando y flaquean; la
voz se diluye entire dos voces; el prop6sito no acaba de marchar.
Pero lo mis feo en 61 es el minute de hablar. Lo hermoso en &l
es la fuga hacia el hombre, es el trinsito, es el desarrollo visible,
el cambio fison6mico. Su presentaci6n -acto estdtico- es fea;
su paso fugaz, es hermoso. Por lo pronto, esta mal presentado.
Entra menos por los ojos de la mujer, que el extranjero, logrado,
crecido, definido. Todos los venezolanos se parecen, como todos
los nifios... o como todos los viejos. Pero aquf, son nifios. Los
chinos, son viejos. Resumiendo: el venezolano debe cuidar algo
mds su presentaci6n, como el jovencito de trece afios debe ser
mas presumido. El andar, el sombrero, delatan su pereza. Un ve-
nezolano estd siempre buscando un poste para recostarse. Habla-
mos del hombre del pueblo, que es el que nos interest. El otro
esta peor presentado, porque es una imitaci6n de imitaciones.
Araquistain glosa al "pitiyanqui" portorriquefio. Se olvida del
"pitifrancds" del "pitiingl6s" y del "pitiruso". Los hallamos en
todas parties. Un empleado de banco caraquefio quiere fumar y
vestir lo mismo que Mr. Petts, el gerente. Se va ienando de hu-
mo egipcio y se va vaciando de alma venezolana. Por eso la mujer
le ama y no le ama. Se casa con el y lo pone en una mesita para
que lo vean las amigas; y ella se echa a sofiar con lo que no pudo
tener. Ya veremos c6mo esto de la buena presentaci6n del vene-
zolano le toca much a la venezolana.
Tercera, producci6n suficiente. No repitamos lo que es sa-
bido, que somos pocos; que hay mas mujeres que hombres; eso
pasa en todas parties. Lo grave es que de la suma disponible de
hombres son pocos los que busquen a la mujer. A la mujer, entidn-
dase; a las mujeres las buscan todos los hombres para una hora de
placer; pero a la mujer, con fines sociales, con fines de camara-
derfa, con deseo de compartir algo, siquiera una hora de ideas, no
la busca en general nuestro hombre. Bien sabemos que hay pue-
blos en Venezuela en que las mujeres andan solas con el forastero
que acierta a pasar; tienen que bailar mujeres con mujeres; todo
porque, except cuatro muchachos algo cultos, todos los hombres
se van a los gallos o a los botiquines, dejando, con lo que ellas
creen desddn, a las mujeres, en la pequefiez agobiante del pueblo.
Y no es desden; es timidez, "montunismo". El hombre es mon-
tuno en Venezuela, aunque lo disimule con cierta gracia retrechera
y agresiva que no resisted a los ojos de una mujer complete. A ella,
pues, se le va su hombre y la deja entire la iglesia y el forastero.
La iglesia gana generalmente.
Cuarto, precio razonable. El hombre nuestro se da, no se
vende. La dote le es desconocida. Salvo excepciones, el venezo-
lano -y es un extreme tan dafiino como el otro- aspira a pagar
su mujer. Pero despuds que se le ha dado, el venezolano no valo-
riza a su mujer; permanece siempre por encima de ella, cuidado
por ella y jams se le ha ocurrido acercirsele pars preguntarle:
eNo te parece que estoy durmiendo demis?
Quinta, que no se pique o deteriore con el uso. El venezo-
lano se pica. Pierde, en general, la presunci6n. He allf la ven-
taja supreme del alemin. Siempre igual, siempre el marido sin
tacha. Y he alli, en nuestro concept, la culpa de la mujer. Eso de
cambiante y fugitive del caricter venezolano, podrfa ella educarlo
para que el le presentara siempre un aspect divers. Porque el
aleman inalterable hace del amor una balsa de aceite. Allf no pasa
nada; es la muerte. Salvo el alemdn select, que es el hombre sis-
tema: Goethe, es decr, el egofsmo genial.
Sexta, adaptacidn. "Venezolanidad". Conciencia y solidaridad.
Un valerano debe ser buen valerano, pero inicamente como con-
dici6n para presentarse dignamente a una comunidad trujillana, y
esto como base esencial para format una comunidad venezolana.
Regionalismos anticuados; rivalidades de parroquia o de regi6n,
todo da el mismo resultado: Negacidn del nacionlismo compren-
sivo. Siempre hay en Venezuela una dudad que rivaliza con otra,
pero no con fraternal emulaci6n, sino con vaga prevenci6n rinco-
nera; ya lo hemos visto: son vicios de adolescencia; yo tengo mis
fuerza que ti; Valencia y Caracas. La Guaira y Puerto Cabello;
en todas parties hay un grupo --afortunadamente cada dfa mis
restringido por las comunicacones crecientes- que defiende con
ridicule celo la impermeabilidad del caserfo. El venezolano debe
sentir a toda Venezuela, defenderla toda, criticarla toda; cuando
dice: El valerano es perezoso, debe decir: El venezolano es perezo-
so. Eso se entiende a la impermeabilidad del sentimiento national,
tan initial como 6sta. Y por eso ha enfermado al venezolano de una
etiqueta contradictoria que explicamos asf: El venezolano sufre
un extrafio complejo de superioridad e inferioridad con respect
al extranjero. Dice: No hay nadie mis guapo que nosotros. iLos
venezolanos somos unas dguilas! Y eso es mentira a medias. Y a
la vez, cuando un extranjero dice algo, nos le quedamos mirando
boquiabiertos y decimos: iEsta gente si que entiende las cosas!
iEsa gente si sabe!, como si nos sintiesemos incapaces de decir
aquello mismo. Y esto sucede porque tememos, al expresaros,
expresarnos solos, porque no sabemos que hay tres millones de
venezolanos en el mismo caso. Pensemos en que al hablar, expre-
samos la voz de tres millones de bocas y habremos redondeado
para siempre el articulo hombre venezolano, uno en today Vene-
zuela, que mira a la venezolana con un ojo que la integra en
Venezuela. Entonces comprenderi c6mo es certo que antes de
iniciar una corriente fuerte de inmigraci6n extranjera, simulti-
neamente con ella, porque la inmigrad6n es necesaria para su
mejoramiento, debe el venezolano que se preocupe por la inte-
gridad nacionalista, alentar intermigradones que crucen y hagan
comprensivas las masas dispersas de venezolanos tapiados por pre-
juicios regionalistas. Y esa es tambidn labor de la mujer. Ya vere-
mos que ella es mis apta que 61 para esa labor y que ella seri la
iinica que pueda lograr que mafiana, cuando una espesa masa de
hombres extranjeros venga a colaborar con nosotros en el rendi-
miento de la tierra, se alce Ariadna, roto el hilo por la emoci6n
y tremole a los cuatro vientos de la Patria este lindo y extrafio
grito reconcliador:
-iCompafieras! Consumamos hombres venezolanos...
8 de octubre de 1932
"MISS VENEZUELA"
Hoy es Ariadna misma quien se pone frente al objetivo. Esta
sentada sobre nuestra mesa, y mientras se mira al espejo de bolsillo
y se unta "rouge" en el hociquito fruncido, nos interroga: Y
yo, product criollo, qu le parezco a usted?
Y le hemos contestado, atropellados. Dijimos tantas cosas,
que necesitarfamos veinte editoriales para resumirlas todas. De lo
que le falta o le sobra a la mujer de Venezuela, a la mujer de
America, no se puede hablar en una hora. Y aquf, en esta breve
conversaci6n, apenas consignaremos en un indice lo que podrfa
decirse de ella en media hora. Y lo que haremos seri entire gre-
gueria y nota marginal, apuntes veloces, sin ilaci6n, dentro del
espeso comentario que sugiere lo que fue, lo que es, lo que debe
ser la mujer venezolana en el problema previo de Venezuela una,
y en el problema posterior, pero plenario de America una. Por-
que -y anotemoslo para siempre- el nacionalismo verdadero de
Venezuela, no puede ser mis que esto: Preparaci6n, elaboraci6n
y logro feliz de una Venezuela consciente e integrada, como con-
dici6n esencial para su armoniosa incorporaci6n a la sinfonia ame-
ricana. Labor que a la vez han de hacer los demis pueblos de
America, no mis adelantados que nosotros en ese process, como
lo demuestran las lamentables pruebas de retrogradaci6n que hoy
quieren dar algunos paises americanos, ensayando herofsmos fron-
terizos. Y opfnese como se opine, nadie le negari a Venezuela un
gesto que ha tenido siempre de pals nuevo, de pafs hacia el por-
venir, al no querer levar nunca a las bravas sus asuntos de limits,
mostrando siempre absolute respeto a los pactos y prefiriendo con-
servar la amistad de un pueblo hermano a unas leguas de estero.
Y nadie, por eso, ha llegado a pensar que Venezuela sea fruta ficil
de picar.
Volvamos a Ariadna. Y ante todo, quitnmosle la edad; dejd-
mosle s61o la "edad de alma" que corresponde a todo pueblo, se-
gun la estupenda intuici6n de Keyserling. Es nifia, es caos. Esti
por hacer, en su instintiva delicia de barro fresco. Comenzamos a
verla frente a Guaicaipuro. Es egoista frente al cacique magnifico
-flor del indio superado-. No sabe ver al hombre que esta ca-
minando mis arriba del suelo. Quiere el amor del hombre; y lo
pierde y pierde su raza. Pero luego lora sobre el cadaver de
las tribus unificadas en la muerte. Este es un moment para Es-
quilo. Ahora resurge en Araguayuna, superior a su hombre, la
supermujer venezolana...
Ahora es Luisa Ciceres o Eulalia Buroz. Pudor y lealtad, le-
altad y pudor. Eulalia es Venezuela de la guerra a muerte. Liberta
su vientre de la semilla espafiola. Quiere concebir en venezolano.
Luisa es Venezuela concebida en libertador; parto nacionalista. Lo
admirable de su parto es haber parido en el calabozo. Es el triun-
fo de la vida venezolana en su noche de Getsemani. Pero ahora,
ya Luisa no es mis que cautiverio. Quisi&ramos haberla visto
prolongarse en una funci6n mis silenciosa y mis eficaz. Aquel hijo
que tuvo en el calabozo, quisi6ramos que Luisa lo hubiera hecho
mis para la paz, mas para el pais, algo mas para el destino que
ella encauzaba. Pero Luisa fue matada por la apologia. No la en-
tendieron, ni ella misma podia entenderse, porque su gesto era
vida, instinto, pureza de creaci6n, no deliberado calculo. La lite-
ratura detonante y de oropel se rob6 a Luisa, la visti6 con alamares
de epopeya y se la entreg6 a la hazafia. Vinieron los campeonatos
6picos. Ella misma estaba entire la nube. El hijo fue una derivaci6n
de la hazafia, un hombre de hazafia. El hijo eres td, soy yo, somos
todos, s6lo hijos de la heroica aventura, sin comprender nuestra
misi6n paternal. En Luisa Caceres la historic concibi6 a la esposa;
pero no aprendi6 nada de la madre. El mis hermoso gesto que
podria hacer una gran mujer habria sido: "Que maten a Arismendi
o que me maten a mf". Y ella lo hizo. El otro, el gesto silencioso,
el lento gesto de arafia, sobre las orejas del hijo: "Has de ser mfo
y de tu pueblo, de ambos; has de ser el mas util de los hombres;
has de amar; has de entender c6mo te salve; has de entender c6mo
te salv6 tu padre, entire olas de fuego; la paz ser4 tu don. Vene-
zuela es el mis hermoso camino hacia America... ". Ese gesto le
falt6 a la madre; porque nuestras madres saben muy bien hacer
sus hijos, pero todavia no han sabido hacer hermanos para los
bijos de los otros. Y no se nos diga que hay excepciones. Muchas,
muchas excepciones; pero en un sentido general, los hijos de Luisa
-y aquf Luisa no es mas que un simbolo y su hijo una ficci6n-
se le fueron a la madre de las manos hacia una hazafia que ella
misma, sin pensarlo, les habfa puesto en las manos, entire un miedo
y una an&cdota.
Ahora volvamos los ojos baci una hermana de Bolivar. Des-
defia ciertos prejuicios; ama o desprecia de modo total. SABE
QUIEN ES BOLIVAR. HACE A BOLIVAR SIN HABERLO PA-
RIDO. Luisa es la esposa que no fue hermana de su hijo. Aquf
estA la hermana que fue madre de su hermano. Se lo leva al co-
raz6n y lo duerme en su tarde del afio 14. Y cuando lo tiene mis
suyo, por mis grande, se lo arranca del alma y lo da todo a la obra,
con gesto multimillonario de amor: -Vuelve libertador o muerto.
Hagamos una pausa; piense Ariadna un poco, medite en todo lo
de UNIDAD con Bolivar que hay en aquella mujer, piense en todo
lo de INTEGRACION con el pensamiento libertador que hay en
esa frase; piense tambidn en todo lo de egofsmo, de rencor por
las rechiflas populacheras de los antibolivianos de la Caracas de
entonces; mezcle todo eso de bueno y malo, de human y de su-
blime, y abra su conciencia a lo que vamos a decirle.
Pardntesis, Ariadna nos ofrece un pitillo. --Quiere? Es
egipcio. iOh, egipdo! Es que el cigarrillo national es muy fuerte.
-No, Ariadna. Es que Ud. no sabe fumar y quiere que la
vean fumando.
15 de octbre de 1932
V
"MISS VENEZUELA"
Para enfocar a la Ariadna de boy, para anunciar a la de ma-
fiana, hagamos caar furtiva. Examindmosla sin escr6pulos ni rece-
los; exctsenos ella la crudeza del diagn6stico en gracia a la bondad
de la intenci6n. La balanza de la mujer vacila entire dos extremes:
Derechos y deberes. Hasta hoy, todo ha sido DEBERES DE LA
MUJER. eDERECHOS? Hoy lucha denodadamente por ellos. Es-
tdpida, babosa, ridicule inquietud, esa del hombre que mira con
desconfianza la aspiraci6n igualitaria de la mujer. Ridicula, porque
nada hay mis triste que un var6n con miedo. Ya el hombre en-
say6 anchamente, y no siempre con airosa secuencia, lo que &l
sabia hacer de su albedrfo. Dejemos que ella ensaye: acaso lo haga
mejor. Apartemos obstAculos de su camino; que ella, aut6noma, se
haga cada dia mas ella y sera cada dia mas nuestra. Porque su
funci6n es AMOR y nunca la ejercerd sino en bien del hijo, del es-
poso, del hermano, del padre, es decir, del HOMBRE. La mujer
encarna mejor a la tierra. Se deja sembrar y se deja cosechar.
Pues bien, que la americana pueda ser, como la tierra de Amdrica,
cada dia mas America, con lo bueno, lo malo, lo salvaje, lo ma-
ternal y lo nuevo de America; y asf sera el horno en que se haga
el pan human netamente americano. Observemos respetuosos
su ensayo; no juzguemos anticipadamente. Personalmente, nosotros
auguramos a ese ensayo un &rito esplendoroso de humanidad, y
acaso humillante para nosotros; porque el triunfo de la mujer, ya
que ella no es fisicamente apta para combatir, acarrearia la de-
rrota de la guerra, de la matanza. Y acaso esta es una de las cau-
sas de que el gordo ganaguerras de todos los "Wall Street" y de
todos los "Times Square" no vea con afecto el advenimiento de
esa gran masa deliberativa. La mujer es la mayoria: es mis estu-
diosa, cuando sabe que su studio sera aprovechado, empleado;
vencera al hombre en los comicios. Pero le vencerd para salvarlo.
iDeberes! Todo es deber para ella; hasta el deber de no exigir
al hombre que cumpla su deber. Pero, repitamos lo que Blasco
y tAntos otros han dicho: El peor enemigo de la mujer es la mu-
jer. Ante todo, pedimos a la venezolana que se integre. La vene-
zolana de San Crist6bal que se casa con el venezolano de Caracas,
se hace caraquefia al moment; en el fondo, es menos regionalista
que el hombre. Pues que ensaye esa virtud antes de casarse, que
se sienta venezolana, que se una a la venezolana, que aproveche
la virtud supreme de nuestra mujer, hoy disperse: Virtud coope-
rativa y virtud corporativa.
Con respect al hombre, nuestra mujer es abnegada en de-
masfa. Debe presumir mis ante 61, y debe hacer que l6 presuma
ante ella: la mujer hace al hombre y el hombre hace a la mujer;
nada de exclusivismos. Le ofrecemos a Ariadna este resume de
una vida hermosa.
No diga Ud. que el venezolano es inferior al extranjero. Haga
Ud. mejor al venezolano, con el poder que Ud. tiene sobre el;
estimijlelo, invitelo a colaborar, repr6chele frente a frente su vio-
lencia o su debilidad; higalo socio, sin pensar en enamorarlo; asI
se enamorari l de Ud. Recuerde Ud. esta list de cotizaciones que
hizo una linda venezolana: "Mis ilusiones: ante todo, el inglis; es
el griego de hoy; luego, el yanqui, que es casi inglis; tercero, el
aleman, que es el gran marido bueno; cuarto, el ciudadano de pai-
ses hispanoamericanos; quinto, el italiano; sexto, el venezolano;
siptimo, el espafiol; y por iltimo, el francs que tiene mala fama,
y el turco. Nota: El chino no se cotiza". Esa es la linea descen-
dente de las preferencias de aquella linda muchacha que s61o an-
siaba casarse, por miedo a la vejez. No piense Ud. en eso; culti-
vese; fijese Ud. en que cada vez que una mujer brilla por algo, EL
HOMBRE LA BUSCA.
Tampoco vaya Ud. nunca a Paris a decir que su Patria es cur-
si. A su Patria la hara Ud. Su Patria esta en su vientre; enva-
n&zcase Ud. con el orgullo de pensar siempre que mientras la eu-
ropea es la hija ya escualida de patrias superproducidas, Ud. es la
madre de una estupenda primog6ntica. Toda mujer americana de-
be pensar que ella tiene el derecho y el deber de hacer a Ame-
rica, y para eso, todas deben tener la ilusi6n, no de casarse sim-
plemente para "cumplir su destiny, que es barrerle el cuarto a un
hombre", sino que, desde nifia, Ud. debe proponerse tener un hijo
que sea el hombre mis perfect de Amrica, a quien Ud. hard sin
miedo y sin rencores, apto para el trabajo itil, nuevo, de Ud. y de
Venezuela y de Amdrica, culto, generoso, ansioso de mejorarse y
de mejorar a los otros. Asf estari Ud. siempre esperando un gran
suceso, madre, novia, hija, esposa, hermana, Ud. hard al hombre
y l la hara a Ud. Usted hard la BUENA PRESENTACION del
venezolano. Forme Ud. dubes, haga deportees, pero con el fin de
hacerse hermosa y fuerte para que el hijo que toda mujer tiene des-
de niia en el alma, salga fuerte tambi6n. Cuando vaya a hacer
algo y crea que las demas mujeres la van a critical, invitelas a ba-
cerlo juntas y no la criticardn. Que su paso por la calle sea, no una
deslizada timida, sino una lecci6n de optimism y de audacia. En-
horabuena, prefiera Ud. al extranjero, si lo prefiere, pero apro-
veche a su extranjero en bien de su raza. De la semilla impor-
tada d& Ud. un irbol americano. Y entire tanto, haga grupo y
tienda la mano a las venezolanas y a los venezolanos de todas
parties. Asf evitari Ud. el enclaustramiento y la celosfa y sera la
bandera de todas las plazas. Sobre todo, tenga usted conciencia
de que usted es Ariadna y que su compaierismo serd el hilo que
siga el venezolano.
Ahora, hablando a los hombres, centificamente, podemos ase-
gurar que asf como conviene al pals el cruce de venezolanas con
extranjeros, a l, al venezolano, le conviene consumer mujeres na-
cionales, y si es possible que un venezolano sea capaz de poner en
prkctica una teoria cientifica, le diriamos: Hermanos de Los An-
des, toma tu bagaje, vete a Oriente o al Centro y cdsate aUl, con
mujer de aquella tierra; hermano de Oriente, ven a casarte a Los
Andes; costefo, casate en el Llano. Asf, en el amor de familiar,
cuajara el AMOR GRANDE DE LA FAMILIAR VENEZOLANA,
que ofrecera al almicigo de la future FAMILIA AMERICANA,
la semilla mestiza del hijo de Guayana y el Tichira, del hijo de
Caracas y el Apure, sano, valiente, sin rencores, el mis hermoso
fruto de exportaci6n que le pueda dar una tierra al hombre del
universe.
22 de octubre de 1932
LIBROS POR LIBRAS
Mientras nos indinamos sobre este hermoso prado de papel,
ansioso de ararlo y de sembrarlo, va cayendo por la ventana, abier-
ta a todas las calls, un claro chorro de voz que viene a expla-
yarse en nuestra mesa pidiendo beligerancia:
-iSefiores! iCompren libros venezolanos! iLean libros vene-
zolanos!...
La voz nos llega a los oldos y en ellos arriase y ancla con
suave bordada. Llega a nuestra oreja, segura del buen puerto.
Porque somos rada mansa y fondeadero jubiloso para esa voz. La
acogemos con today nuestra adhesi6n, con toda nuestra hospitali-
dad augural. La pluma cobra son y habla al rayar el blanco tabl6n
de la cuartilla, con resuelta voz de labrador confiado; nos suma-
mos todos al premioso grito del pensamiento venezolano que pide
anchas y comprensivas orejas para el fecundo aterrizaje de las mas
altas voces nacionales. Urgenos la adhesi6n, reciente espina recor-
datoria: Ram6n Hurtado muri6 sin lectores; Emiliano Hernandez
anduvo, despuds de muerto, buscando una tumba para acabarse de
morir en ella; Marmol fue publicado por sus amigos. He aquf la
odisea editorial del escritor venezolano: Paga a un editor por la
publicaci6n de mil ejemplares de su obra, una suma que constitute
una fuerte ganancia para el editor que nunca ha sido en Venezuela
mis que un comerciante que no lee. Terminada la edid6n, el
escritor debe repartir graciosamente entire sus amigos, los mil ejem-
plares. Si olvida algin amigo, puede contar con un detractor.
Hasta hay amigo que le dice en la calle:
--Oye, puedes enviarme tu librito.
Cuando mns, el pobre hombre, para resarcirse un poco de lo
que le ha costado verse editado, solicita la colocaci6n de algunos
voldmenes en las oficinas pdblicas. En tanto, el libro extranjero
se lee mas y se paga.
Ya estamos dando al grito que cae de la ventana, todo nues-
tro diapas6n solidario; pero a punto ya de cesar en la entusiasta
arenga, nos sobrecoge el saludable sentido de reflexionar, de dar me-
dida y condici6n a nuestra solidaridad. Entonces, nos hemos le-
vantado; hemos cerrado la ventana; lejos qued6 el grito entrafiable
que de modo tan fraterno nos llama y nos sacude. Pero antes,
hemos de cavilar; cuando hayamos puesto a nuestro entusiasmo
todas las condiciones de admisibilidad, volveremos a abrir la ven-
tana, y la voz que golpea alli como en tajamar meditative en-
trari para siempre.
Hemos ido a sentamos frente al escritor venezolano. Esti
aqui, triste, pobre, sabio. Le interrogamos eCuantas obras ha
escrito Ud.? Responde: Setenta y tres. Bien. Lope escri-
bi6 mil quinientas. dSobre que ha escrito Ud.? Sobre to-
do. cY ha puesto Ud. en todas sus obras un sentido de espe-
cifica utilidad para el americano sacando sus inspiraciones de he-
chos y probabilidades americanas? Se ha levantado y nos mira
como si con esto cortara toda investigaci6n posterior: iCaballe-
ro, yo soy poeta! Me he sumado al movimiento simbolista del 98.
Vaya, pues. El senior es franco-espafiol. Los que se sumaron al
movimiento simbolista, muy anterior al 98, y que fue "rube-
nianista" en Amrica, fueron, con contadisimas excepciones, poe-
tas coloniales franceses. Menos mal que G6ngora les valia.
Hemos dejado solo al poeta. Pensamos en el novelist, en el
ensayista, en el soc6logo, en el medico...
Y conduimos: eNO SE PUEDE PRETENDER QUE SE
PREFIERA EL LIBRO VENEZOLANO AL EXTRANJERO?
A MENOS QUE TRATE DE ASUNTO ESPECIFICAMENTE
INTERESANTE PARA VENEZUELA Y EN ESTE CASO, SEA
SUPERIOR AL EXTRANJERO QUE TRATE IGUAL ASUN-
TO. O mis ampliamente: en libros, no hay nacionalismo en cuan-
to al mercado. Todo libro bueno es igualmente merecedor ante
todos los piblicos. El problema es que EL VENEZOLANO LEA
MAS, Y LEA BUENOS LIBROS VENEZOLANOS O EXTRAN-
JEROS. Corresponde much mas de la culpa o responsabilidad del
problema, al mismo escritor venezolano, porque, lo repetimos,
hay que pedir al autor venezolano su mayor rendimiento de emo-
c6n y de caracter national y su mayor capacidad para universa-
lizar el emocionario de fisonomfa verncula. CARACTER NA-
CIONAL, porque lo Ilaman CRIOLLISMO algunos escritores de
Caracas, es CARAQUERISMO, ya que s61o da de Caracas retrud-
canos, chistes y vocablos sin sentido para Los Andes o Guayana,
mientras que CRIOLLISMO debe ser algo mis hondo: studio
o especulaci6n irica, teatral, etc., de alguin vicio, de alguna virtud,
de algin problema criollo, siendo el lenguaje guarnici6n simple-
mente pintoresca. LO PINTORESCO NO HACE EL CARAC-
TER NACIONAL. Universalizar el emocionario de fisonomia ver-
nicula, es decir, hacer en sentido mas alto lo que el argentino
hace con su tango: SITUARLO en la fisonomfa universal, con
character de aporte redondeador del tipo human. Novela venezo-
lana es Dofia Barbara, no por la palabreria llaneraza de Pajarote,
sino por el tono y armonia venezolanos de toda la obra y por la en-
trafia de palpitante y sangrante "venezolanismo".
Prefiramos en hora buena el libro venezolano, uitil al venezo-
lano. Pero ante el libro venezolano initil, prefiramos el libro litil
extranjero. Hagamos leer al venezolano. Y quitdmosle de las ma-
nos la historic de Seignobos o la del frances Marius Andre, que
pone a los libertadores a pelear con revdlveres, y pongamosle en
ellas la de Gil Fortoul, que le decia que Pedro Gual valia mis que
Santiago Marifio. Pero arranquemosle tambien al hombre que he-
mos de hacer, la mala obra del mal escritor national que solivian-
ta su codicia o su rijo, y dejemosle alli, sobre la mano dura, hon-
rada y virgen como las tierras sin labriegos, un sencillo gajo de
papel del yanqui Emerson, del cubano Marti o del argentino Sar-
miento, libros que se abren bajo la tierra, como las semillas.
2 de noiembte de 1932
LA GUAYANA FRANCESA
Y LA GUAYANA VENEZOLANA
Los libros, publicaciones accidentales, revistas sociales y lite-
rarias, diaries, son artfculos de primer necesidad. Estin a la venta
en un lindo quiosco, frente al Capitolio. Hay de todo, en caste-
llano, en ingles, en frances... Y en venezolano. Nos detenemos.
Miramos con amor las bellas portadas. Quisidramos reducirlas a
un esperanto sibito que nos las hiciera franqueables todas, las
alemanas, las inglesas, las italianas... Pero quisidramos, tambidn
como venezolanos, encontrar en cada una de ellas algo, un alimen-
to, un poco de cal y cement mezclados, que nos construyera algo
aquf, adentro, en este anhelo de SER con que nos sentimos a la
vez VENEZUELA Y AMERICA. Compramos muchas, muchas re-
vistas y muchos libros venezolanos. Ya en nuestro cuarto, frente
a nuestra mesa, extendemos todo aquel papel nuevo y oloroso;
cubrimos toda la mesa de libros y revistas abiertas y empezamos
a devorar. Al moment nos ocurre un extrafio fen6meno. Todo
aquello toma contornos de mapa. S61o vemos un mapa, y en dl,
dos zonas perfectamente sedaladas, irreconciliables: una zona crio-
Ila y una zona francesa. Manchas inglesas, salpicaduras yanquis,
aquf y alia. Quisidramos la expresi6n terciada, mestiza, caracteris-
tica. S61o encontramos esto. De un lado, un campo ex6tico, donde
un grupo de hombres disfrazan el aire con humo de tabacos ex-
trafios; esos hombres escriben desde un mundo remote. Vienen de
Francia, casi todos; y algunos de ellos no ban pasado el mar. Un
gran viejo hace gestos coldricos; su mano baja como una guillo-
tina. Es Juan Vicente Gonzdlez. Estd en un escafio de la Gironda
y observe a Vergniaud; luego baja a las barricades del afio 30;
se cuela en los tumultos del 48; ha escuchado a Lamartine; re-
gresa: ya tiene vifieta para encuadrar la cabeza de Coto Padl; ya
tiene salsa para untar la lengua de Mufioz Tdbar; ya tiene aureola
para el primer discurso de Bolivar. No se da cuenta de que all,
frente a sus ojos, al alcance de su mano, hay unos hombres que
estin hablando una lengua nueva, un castellano de Amrica, ilus-
tre de esperanzas y dolores americanos. No les oye. Y sin embar-
go, Fermin Toro, Pedro Gual y Valentfn Espinal, dijeron cosas
much mis hondas, much mis bellas y, a la vez much mis nues-
tras que Isnard.
Al lado de este gran viejo, un grupo de hombres traduce a
Chenier, otros gritan imitando la voz de Byron... Otros quieren,
en cambio, hacer su Grecia americana. Y hay un hombre que va
solo; es Venezuela; es Amdrica en esa hora en que America an-
daba metida en cuatro hombres vivos y cuatro muertos. La sere-
nidad de aquella frente, la virtud perforadora de aquellos ojos,
no las ban vuelto a tener otra frente ni otros ojos. Es Cecilio
Acosta. Vio el camino constructive de los pueblos de America; lo
sefial6; lo quiso andar, y qued6 con un gesto de estatua tumbal,
sefialando un ultra de realizaciones. De entonces acd, vemos mover-
se claras cabezas hacia la luz que viene del pensamiento frances:
El poeta es nieto de Hugo, hijo de Verlaine. La rebeli6n contra
el Romanticismo se hace en nombre del Simbolismo; la rebeli6n
contra Dario se hace en nombre de Guillermo Apollinaire. Nadie
ha pensado en que Am&rica es un estado de alma y es precise
explicarlo. Los nuevos de Ruben a Jorge Luis Borges, de Lautrea-
mont a Herrera, hablan la lengua de los espiritus europeos, an-
siosos de superrealizadones; y olvidan que Amrica es una super-
realidad apenas vista, pero ya ardientemente presentida. Esta zona
es ollmpica. Para ella, la patria es cursi; novelists, se van a hacer
Grecias vaciadas en Grecias ajenas; escritores sociales, se quedan
en lo fatal, diagnostican irreparables estados radonales y preconi-
zan un sibaritismo oportuno; historiadores, se hacen soldados de
Marat6n y corren a anunciar victorias... Es un "laissez-faire" en
el continent done todo esta por hacer. Las revistas o magazines
huelen a francs mezclado de colmos norteamericanos. En ese cos-
mopolitismo falta algo para el acabado de Cosm6polis y ese algo,
es precisamente America. Es la zona francesa, por la mayor in-
fluencia de Francia. En arte, la Guayana francesa es el pals ms
poblado de Am&rics.
La otra zona es la de los criollistas rabiosos, los regionalistas
tercos, los "caraquefiistas", "zulianistas", "llaneristas", etc. Ense-
fian menos que los otros y escriben peor. All falta Cosm6polis
y falta tambidn Venezuela. Es la Guayana venezolana, geogrAfica-
mente hablando, circunscrita a tdrminos prehist6ricos. Pero la otra
Guayana, la que quiere decir: ORO, ed6nde esta? Esa Guayana
que es el pensamiento venezolano de todas parties, manufactu-
rable en preciosas cosas de exportaci6n y de consume, en bellas
obras, que como los zarcillos, puedan y deban ir a las orejas de
la humanidad, esa Guayana venezolana, es la que debemos reco-
mendar para su consume preferente. No se vea en estas palabras
una desolada afirmaci6n, o mejor dicho, una negaci6n. Esos hom-
bres, esas mujeres que expresan a Venezuela y la acercan al mun-
do, esos hombres que abren a Venezuela ante los ojos del vene-
zolano y lo levan a mostrarla a todos los pueblos, esos hom-
bres no estin por nacer. Hay muchos ya muertos, que per-
duran en sus obras; algunos vivos; podfamos citar nombres;
preferimos citar sus caracteristicas; por ellas los conocemos y
los amamos. Queremos el historiador civil, que no export mis
guerras, que no enfrente en irreconcilable parang6n a los grande
hombres de Am6rica, tesoro comiin del alma americana; queremos
al poeta que exprese y marque el destino nuevo de la estitica
americana, pero con armonioso regalo al anhelo de toda la tierra;
queremos el soci6logo que ensefie caminos; queremos el mdlico a
lo Marafi6n, a lo Razetti. Y para sumarnos al grito que pide consu-
mir libros venezolanos, pedimos pregonar el amor a los libros que
nos unan al mundo; el libro national en march. Todo libro que
nos separe de Venezuela, nos separa de America y viceversa. Pe-
ro, "venezolanamente", el libro nuestro no debe separarse de su
magno destino hereditario. Sim6n Bolivar es el hombre-libro, el
hombre ultra-fronterizo, dio pie a los faros. El faro del pensa-
miento debe andar.
12 de noiembre de 1932
VIII
INTERMEDIO CORDIAL
Una pausa. Una pausa efusiva. Para descargo de nuestro
resentimiento. No se vea en esta pausa despecho ni intenci6n de
iniciar pol6micas. Ni actitud rabiosa, ni much menos rencorosa.
En nuestro pr6ximo editorial, continuaremos, como si nada hubie-
ra ocurrido, la modest, pero bien intencionada labor que justifica
el titulo. Por hoy, sea este intermedio un alto momentaneo para
charlar con un amigo grato. Mas nada.
Fantoches, el popular semanario caraqueio, en su n? 483,
en la secci6n "Leo y Comento", y bajo el titulo de "Voracidad
criollista", nos dedica siete parrafitos a prop6sito de estos edi-
toriales. Ante todo, vaya una salvedad: En ninguno de esos prra-
fos hay mala intenci6n, ni designio denigrante. Es un "comento"
amable, chispeante, Ileno de sano deseo de reir, pero sin la mis
minima voluntad de zaheriros. Pero... esos siete parrafitos
no correspondent al titulo de la Secci6n: Leo y Comento. Es
decir, el "comento" se divorci6 alli del "leo". Y esa notita,
humoristica e inofensiva, nos here un poco, es decir, nos resiente.
Porque nosotros quisidramos, y esta es labor de nacionalismo inte-
gral, una mayor solidaridad entire los periodistas. Nosotros, cuando
hemos lefdo Fantoches, lo hemos hecho situandonos dentro del
ambiente regocijado que &1 require. Si un peri6dico venezolano,
en un esfuerzo oscuro pero laudable, se entrega a una labor seria
y honrada, seria de desear que se les leyese dentro de ese mismo
"clima de seriedad" que 61 trata de imprimir en sus letras. En dfas
pasados declamos: "El p6blico venezolano es mal lector". Y como
ratificaci6n de aquello, podriamos agregar ahora: iY qu6 se puede
esperar del puiblico, si nuestros mismos compafieros los periodistas,
no leen bien lo que leen? Apunte a la carrera, cufia para llenar
media column, urgencia de editor, lo que sea, lo cierto es que al
cronista de Leo y Comento venimos a decirle de modo fraternal:
Lea y Comente.
Veamos la notita de Fantoches... "No se reduce el criterio
del colega a elogiar los products vernaculos..." No hemos elo-
giado los products vernculos. Al contrario, tratamos de oponer-
nos a ese criterio del "nacionalismo incondicional", que todo lo
criollo lo ve superior e insinuar el otro nacionalismo, el que reco-
mienda los buenos products criollos, aconsejando preferir a los
malos products nacionales, los "buenos products extranjeros",
hasta que la emulaci6n haga que el criollo produzca mejor aquel
articulo. Y contrayindonos a algo mas trascendental, y dejando
para despuds las concusiones que nos sugiere la observaci6n, he-
mos estudiado el primer product criollo: El hombre venezolano.
Y por cierto que no le hemos encontrado mayores ventajas y
hemos concluido nuestro editorial acerca de 6l, asf, mas o menos:
"L6grese el venezolano a si mismo, y entonces lograri que mafiana,
nuestra mujer grite a sus compafieras mirando a los grupos de
hombres de todas las razas congregados sobre el surco venezolano:
"iCompatferas, consumamos hombres venezolanos!...". Frase aca-
so que levaba algin designio sefialador, dentro de su transitoria
tentative de humorismo. Pero muy distinta a lo que ha interpre-
tado el cronista de Fantoches: Este, tras un comento basado en la
lecture de esa frase final -que es lo 6nico que ley6 de nosotros-
termina ofreci6ndose como hombre a la mujer que supone &l habla
en estos editoriales. Y si en humor hemos de contestarle, le dire-
mos que de Fantoches, lo mas important es Leo y, ya lo saben
todos, Leo es feis.mo, orgullosamente feo, y la presunta mujer
de nuestro editorial lo pensarfa bastante antes de decidirse. Pero
si lo hemos de tomar en serio, diremos que nos resiente esa notita,
porque Fantoches es una publicaci6n dirigida por Leo y Leo es
Leoncio Martinez. Y honradamente hablando, de Fantoches, nos-
otros no tenemos quejas, pero de Leo si, y de Leoncio Mar-
tinez much mAs. Nosotros tenemos que esperar, es decir, tene-
mos el derecho de esperar much mas de Leoncio Martinez,
de Fantoches y de Leo, que de Quintin el "Amargao". Por-
que el Leo y el Leoncio de "Mis otros Fantoches" es un escri-
tor a quien queremos y admiramos y hasta nos permitimos
ir a su lado en su intense labor, muy venezolana, por cierto. En
cambio, de Fantoches no nos interest la labor. Vale much menos
que su director. Pero como e6 es el director, debe imprimir a todo
lo que de su mano sale, ese calor comprensivo que deja en su obra
grande. Debe ordenar a su tocayo Leo y Comento, que no comente
sin leer. En fin, nos creemos con tanto derecho como un gran rota-
tivo a pedir al director de Fantoches una acogida alentadora que
nos entusiasme, porque nosotros la necesitamos mas que 6l. Y
Venezuela la necesita mas que nosotros. Quisidramos tener un
peri6dico de diecisis piginas, como Fantoches, para lienarlo de
honradas cosas sin belleza formal, pero olorosas a jab6n que limpia,
a incentive de venezolanidad, a palabra higienizada e higienizante.
Pero no tenemos mis que esta hojita zancona y provinciana. Pero
ella ha tenido las manos limpias de interns; y peri6dicos de traje
largo la ban saludado con generoso estimulo. De Fantoches, el de
Leo y de Leo el de "Los Otros Fantoches" reclamamos ese esti-
mulo con fastidiosa camaraderfa. Y el ser pequefios y pobres de
material, nos hace mas propicios a la atenci6n del buen compafiero
que es Leo. Y cerramos este intermedio cordial con un saludo al
humorist, que por esta vez, quisidramos que nos leyera, aunque
no nos comentara.
19 de nowiembte de 1932
IX
DOMINGO EN LUNES
Ya nos vamos acercando a la definici6n resumidora de nuestro
vocablo nacionalismo y de nuestro vocablo integral. Porque no
queremos que se confundan con viejas concepciones encubridoras
de partidos difuntos ni much menos con nuevos y conocidos dis-
fraces de agrupaciones italogermanas. Nuestro sentido es mis
rudimentario; es decir, mAs americano: es el nosce te ipsum hecho
credo de promoci6n de estas naciones adolescents; es curso prepa-
ratorio para optar al grado de bachilleres en "continentalidad", a
que estin destinadas estas repiiblicas que hablan castellano y por-
tuguds. Logrado el total y armonioso concept de naci6n, cada
uno de estos pueblos se enfrentara victoriosamente a todo prejui-
do regional para entrar a gozar una hermosa conciencia de supe-
racidn, es decr: AMERIGA. Y esta Am&ica, castellana y portu-
guesa, sera promovida luego a Am&rica INTEGRAL, es decir:
Norte y Sur Amrica, inglesa, castellana y portuguesa en la expre-
sidn, pero AMERICA en especfico y nuevo tipo de vida humana.
Asi pues, los grades por que ha de pasar cada grupo social son
estos: primero, provincialismo integral (el trujillano, total); se-
gundo, nacionalismo integral (el venezolano total); tercero, "con-
tinentalismo" integral (el americano total). Detris de eso esti la
redondez spiritual de la tierra, es decir: El hombre human. Para
ese logro, es precise que cada region pueda aportar personalidad
propia, y de alli que cada una aspire a producirse en lo mejor y
a producer lo mejor. Esta es la justificaci6n del nacionalismo eco-
n6mico. No vemos otra. La supervivencia de cada grupo depend
de su productividad. Y el consume de sus products depend de
su calidad. Producir siempre mejor y preferirlo a lo inferior y a
lo igual extranjero, es la recta prictica de ese nacionalismo. Su
primer efecto, antes que el aparente y muy ventajoso del mejora-
miento econ6mico del pals, es este, de mas honda significaci6n
porvenirista: la Naci6n. La Naci6n hecha de regions, se articulary
por el intercambio suplementario de products y de estimulos:
trigo de los Andes, cacao de Barlovento, care de los Llanos, no
se desplazan ni compiten, pero se pujan, pues la intensidad en la
producci6n de trigo traeri nuevos brazos con nuevas necesidades,
que requeriran mis impulse a la cria de ganado. Apure necesita
alambre, y si Caracas o Valencia no lo produce o lo produce infe-
rior al extranjero, Apure le comprari alambre al extranjero. Pero
cuando Carabobo o Caracas le ofrezca alambre igual al extranjero,
Apure cercard sus hatos con alambre national.
Pero antes de entrar en esos detalles, apuntamos la primera
lecci6n que ha de darse al hombre de toda Venezuela para su
march por ese camino: Cuando el venezolano ponga un negocio,
que piense enhorabuena en los proventos que le darg; que piense
en las comodidades que traera a su familiar; pero que piense al
mismo tiempo en la utilidad que su negocio debe traerle a Vene-
zuela, dentro de la mayor o menor importancia del negocio. Es
precise que el piense con mis frecuencia en Venezuela. Que piense
en ella como si a cada balance de su negocio se fuera a encontrar
con la cara de un extranjero que le mira sarcisticamente como si
no creyera en 61. Que si su negocio represent s61o mil bolivares,
trate de presentar lo mejor que se puede presentar por mil bolf-
vares; y le ponga encima a sus mil bolivares una actividad digna
de un mill6n de bolivares. Que en la limpieza de sus negociaciones,
en la bondad de sus products haya algo de su obra de venezo-
lano. Amamos con todo nuestro coraz6n al campesino que al ver
florecer en su tierra una lechuga de dos verdes primorosos, piensa,
echando una mirada que abarca el horizonte: he adornado la tierra.
Ese amor a su tierra, multiplicado en todos los campesinos, ador-
nard a toda la tierra venezolana de lindas cosas verdes.
Siempre nos ha causado tristeza ver esas casas donde la fami-
lia come en plates de peltre y con cubiertos de aluminio, no por-
que no haya en el chinero plates de loza y cubiertos de plata, sino
por ahorrar; de manera que cuando hay un invitado, sacan los
plates de porcelana y los cubiertos de Chistophle. Es de ver la timi-
dez, el miedo religioso con que los nifios de la familiar contemplan
aquella vajilla de extras. Simultaneamente sienten todos que ese
dia es domingo aunque sea lunes. Y apenas comen, por miedo de
romper un plato. Algo de eso sucede en el asunto de estos comen-
tarios: los mejores products, los mejor presentados y preparados
los dejan la mayor parte de los productores para el extranjero, para
el invitado, y nosotros seguimos con las alpargatas y la fruta picada.
Ante todo, para levantar el propio concept, la propia estimaci6n
national, es precise que el venezolano se consider siempre "co-
mensal de plato fino", se respete a si mismo y no experiment esa
impresi6n de pasmo con que los chicos criollos ven a los turistas,
y esa sensaci6n de domingo que sentimos los nifios ante las mesas
bien puestas. No produzcamos cosas buenas para la sola expor-
taci6n. Consumamos lo mejor y lo que sobre de lo mejor, expor-
tdmoslo. Hay products medicinales en Alemania que, por su escasa
producci6n, se consume integramente en el territorio aleman,
hasta el punto de estar prohibida su exportaci6n. Porque para el
aleman es precise que el hombre mis cuidado y mAs saludable,
sea el alemin. Apartemos de los ojos aquel cuadro de la nodriza
que le daba a su nifio, amarillo y pretuberculoso, biberones de gua-
rapo sucio, mientras ofrecia al nifio gordo y sano de la sefiora
Caimana un pecho grande y repleto de vida.
26 de noviemlb de 1932
EL COMPLEJO DE EDIPO
Pensar en Venezuela, sentirse Venezuela en cada acto que
pueda trascender y definirnos, es el paso primordial, el paso defini-
tivo y sinttico de toda la pedagogia venezolanista. Logrado esto
por un venezolano, todo lo demis le sera ficil. Y esto nos hace
entrar de lHeno en un curioso fen6meno hist6rico que arropa todo
el sentido del americanismo desde el siglo pasado hasta hoy. Este
fen6meno que comentamos hoy, aparece en casi todos los histo-
riadores, poetas, cronistas y comentadores de todo g&nero, en
cuanto abordan el prop6sito de excitar con cualquier designio las
fibras simpatizantes del hombre americano. Fen6meno que en el
historiador indica olvido sectario de su verdadera misi6n, y en
el artist, pasmo de remote origen hipopsiquico; fen6meno que
crea estas muchedumbres de fantistico deambular, estos criollos
vagamente medievales en torno al cuento heroico, a la an&cdota
sorpresiva, al episodio riesgoso y a la contemplaci6n "pasadista".
Ese fen6meno tiene en su fondo el eros sublimado, que amarra
con quimnrica adhesion un hombre vivo a una maravillosa his-
toria muerta; de alli que tal actitud frente a la historic, en vez
de aprovechar a la masa -en lo que tiene de estimulante y ejem-
plarizante el modelo hist6rico- la desvfa de si misma, dejindola
en la agotadora adoraci6n de gestos imposibles, sobrehumanos y
sin fruto; de alli que el suramericano se envanezca de las hazafias
de sus heroes y deje a un lado, con retrechera jovialidad, lo que
hay de serio en el ejemplo de esos hombres. Ese fen6meno es hijo
de los Baralt, de los Larrazabal y de todo firrago de literature
homerizante que les puso talones de piedra a todos los Aquiles
criollos. De ellos y de la leyenda popular nacieron unos liberta-
dores demasiado inasibles, demasiado inimitables para las pobres
fuerzas del que vive por ellos. De alli naci6 tambidn el fanatismo
religioso por esos heroes. Y toda la historic se llen6 de hombres.
Tan espesa caballeria cubri6 las finalidades sencillas y 16gicas del
movimiento emancipador, que los hombres simples de hoy ape-
nas pueden ver otra tierra en el pasado que la que sube en
el polvo que sacuden los cascos heroicos. Todos hemos visto de
cerca al Piez que nuestros apologists entregaron al pueblo. El
mismo Gonzalez le dice al Ilanero en su decinaci6n: "Miserable,
has destruido la leyenda que te forj6 mi carifio". En esa confesi6n
hay el reflejo de un hermoso delito. Se adivina allf toda una men-
tira apologdtica. Muy bien para el anecdotario, la frase de Gonzi-
lez le recusa para siempre de la fe popular. iPiez no era, pues, el
suyo! Entonces el sencillo llanero que ley6 su Piez en Gonzalez,
se revuelve colrico y tira lejos la efigie del abuelo magno, o nie-
ga, con rencoroso amor, al escritor que ataca su fdolo. De todo
ese monument homdrico surge Bolivar, un Bolivar acentuado en
su costado guerrero, el Bolivar guapo, que luch6 con Piez a caba-
1o y lo venci6, el Bolivar temerario y ganador de peleas. El otro,
el escritor de la Carta de Jamaica, el perfil del hombre inclinado
sobre la mesa de trabajo en lucha con las dificultades de la expre-
si6n, como un hombre cualquiera, el vencedor de dificultades, el
tipo voluntad, fuerza es decirlo, aparece para los intelectuales;
pero no ha llegado a6n al hombre de nuestros pueblos. Y escritores,
mujeres, Ilaneros, campesinos, tienen un Bolivar de himalayica
elevaci6n, a quien, por la grandeza misma, nos creemos incapaces
de imitar. Y lo amamos de un modo que nos hace olvidar algo
que estA detras de 6l, por encima de e, bajo su pie sangrado, so-
bre su cabeza terca, frente a sus ojos de pobre hombre desterrado
en Jamaica: la tierra de Am&rica. Lo mas grande en Bolivar es
haber pensado mAs en Am&rica que en 6l. Y eso puede ser perfec-
tamente imitado. El Bolivar inasible, olimpico e inimitable no es
el que conviene a sus pueblos americanos. El poema hizo que lo
amaran con un amor que en infinidad de casos se hace nugatorio.
Y casi cae bajo la jurisdicci6n de ese fen6meno que hoy definen
los psicoanalistas con el nombre de COMPLEJO DE EDIPO. El
oraculo dice al h&roe que matara a su padre y se casari con su
madre. Sin saberlo, despu&s, mata a Layo y se casa con Yocasta.
El caso clinico se le asemeja. Es el niiio que por demasiado amor
a uno de sus padres cobra aversi6n al otro. El caso de que habla-
mos no es tan exagerado. Pero es cierto que muchos escritores, y
por ende muchos de los que se nutren con ellos, por demasiado
amor a los padres no odian, ni desdefian, pero olvidan a Yocasta.
Verdaderamente, el apologista incondicional de Bolivar, de San
Martin, de todo heroe, se preocupa mis de saber a d6nde va l6
que a d6nde va la tierra que l6 Ileva entire sus manos. Diremos que
en nuestro caso, Bolivar es Venezuela y Amdrica y que amar a
Bolivar es amarlas a ellas. Pero Sim6n Bolivar ha muerto corpo-
ralmente y s61o revive en las tierras que le dieron la vida. Y es
en ellas donde hay que buscarlo, mis que en la hazafia remota
que hace a los hombres devolverse y detenerse.
Constatamos con satisfacci6n que ya hay escritores que se han
dedicado a ofrecer a los pueblos su Bolivar possible y 6itil. Lo que
quiso ser Bolivar. Asf, humanizado, metido entire las manos de
todos ustedes por su creaci6n el creador sera el primero y mis
acabado artfculo de consume y exportaci6n del venezolano. Seri
digerible y estimulante. El Bolivar de la "Historia Constitucional"
es un Bolivar a pie que va hacia los hombres y se deja preguntar
cosas. Y l mismo, Sim6n Bolivar, no pide amor a 61 en su figure
recortada contra las nubes; pide amor a 61 en las tierras suyas, la-
bradas por su esfuerzo de hombre que no le pidi6 nada a Jupiter.
Sim6n Bolivar es grande. Pero America y Venezuela son mis
grandes que 6l.
3 de diciemre de 1932
CUBA O LA DIABETES
A veces el panorama econ6mico de Cuba nos atrae de modo
tan entrafiable, que por muchos dias no nos es dado dedicarnos a
otro pensamiento serio. Cuba debe ser un tema familiar de Vene-
zuela. Toda America le debe a Cuba una reparaci6n spiritual. Ya
tenfan estos pueblos setenta afios de independencia y todavia Cuba
estaba frente a su espafiol del Morro. Deshecho el suefio cubano
de Sim6n Bolivar, ni una sola naci6n castellana de America lo
rehizo con fraternal eficacia. Renaci6 el suefio en la iamada de
Jos6 Marti -la mis hermosa voz americana- y, cosa extrafia,
no fue la Am&rica espafiola sino la Amrica inglesa la que fue a
colaborar con los vencidos de Yara. Y es claro, aquella alianza
estuvo lejos de ser lo que habria sido una colaboraci6n de con-
ciencia. Detris del aporte saj6n estaba la oscura esperanza n6rdica
de la fruta madura. Y al correr de los afios sucedi6 el mis extrafio
fen6meno: fue el bloque inmigrante espafiol el solo apoyo del cuba-
no native contra la penetraci6n septicemica del aliado circuns-
tancial. En todo eso, la Am&rica de Sim6n Bolivar estuvo sin pala-
bra. Por eso, se impone la necesidad efectiva del rinc6n cubano
en el alma evasiva del americano. Es precise reparar el olvido,
ocupindose de Cuba, tomando entire las manos su gran problema
econ6mico y auscultarlo hombro a hombro con los grandes cuba-
nos de hoy. Estas lineas que consagramos al pueblo de Marti son
apenas un esbozo ripido de su enfermedad. Y al mismo tiempo
que enfocamos la perspective cubana, yuxtaponemos a ella un
rapido miraje de dos regions venezolanas que, plet6ricas de des-
tino fabuloso, no deberfan perder nunca de vista su accidental
paralelismo con la gran isla antillana.
La mayor fortune de una regi6n serfa encontrarse de pronto
lena de oro: Guayana; lUena de petr6leo: Zulia; lena de azicar:
Cuba. Pero esa fortune podria, en un moment dado, transfor-
marse en su mayor peligro; mis ain, en su camino de pobreza,
si arrastrados por el v tigo fortunoso, los hombres de esas tie-
rras se hacen todos mineros, todos azucareros; la agriculture se
anula, la selva recobra las pequefias zonas sembradas; el ganado
se hace cimarr6n; el hombre se creerfa estipido si se conformara
con esperar la lenta y parca peseta del banano o la yuca, cuando
all estin el pozo y el fil6n. En lo ffsico, el trabajador se hace
perezoso; en lo moral, nace el minero advenedizo, el gambusino,
jugador y codicioso. El final es la intoxicaci6n, por superproduc-
ci6n; el mal de alquimia, el carbundo, la glucosuria cubana.
Recordemos la buena 6poca. El az6car por las nubes. Este
period se llam6 en Cuba la danza de los milones. Fue un delirio.
Los limpiabotas de La Habana llevaban oro en los bolsillos. Los
pequefios funds agropecuarios desaparedan para sumarse a las
brigades de tablones verdes. Los grandes acaparadores se exten-
dian y concentraban today la tierra laborable. La "Cuban Cane"
y similares, los mercados de abastos, las entidades privilegiadas
se hinchaban de oro duke. La crisis lleg6, como los terremotos,
sin un anuncio. En una mafiana quebraron diez bancos; las gentes
iban en el pinico de una derrota campal. Millonarios de la vispera
se suicidaban ante sus hijos. Todavia no se ha levantado Cuba
del letargo. Llueven las soluciones, Ilueven los planes y Chad-
bourne, lueven las componendas. Todo initial. El mal de Cuba es
la DIABETES. Sobre el tel6n de fondo se proyecta la evocad6n
de aquellos riberefios icti6fagos de oriented. El alza del azdcar que-
brant6 el metabolismo national; en la crisis, el afin de producer
azucar barata, trae los salaries infimos; viene el haitiano de rudi-
mentarias necesidades; suplanta al cubano, que cobra mas y que
por eso 6ste huye a la ciudad a former entire los menesterosos.
La cafia se ha quedado con las tierras. El colono se va. En 27.000
caballerfas de tierra de los "trusts" hay s6lo 102 colonos. En un
central cubano, el "Toledo", con 1.100 caballerfas, hay 500 colo-
nos. Las compafias extranjeras tienen dos millones y medio de
hectAreas cubanas sembradas de cafia. El vasallaje no se paga. Y
dice Enrique Jose Varona, el primer cubano de hoy: Entre las
mazas de nuestros ingenios se estd triturando el porvenir de Cuba.
Cuando un pais depend de un solo product, estA entire las
manos de los acaparadores de ese product. La isla de Cuba es
la Insula del oso hormiguero. Afortunadamente, cuenta hoy Cuba
con hombres que ven claro y que actuaran -es de esperarlo-. Es
precise que Cuba salga de esa productividad monoddrica; amparan-
do el pequefio cultivo agropecuario; imponiendo al bracero cubano;
eliminando los privilegios de funds y de ventas; fundando institu-
ciones de cr6dito y suministros al pequefio agricultor; dedi-
cando a esos cultivos grandes zonas fronteras a grandes vias de
transport; abriendo uno o various puertos por donde los implementos
y materials primas para ellos sean de libre importaci6n. Y luego,
y por sobre todo: aislando al acaparador. Es la Insulina, en un tri-
vial y cubanisimo retrucano, aplicada a la diabetes.
Todavia Guayana y el Zulia estan lejos del caso, muy lejos.
Las selvas rumorosas de aserraderos; los sarrapiales espesos; la
goma, el maiz, el plAtano, y sobre todo, el gran Orinoco y el gran
Lago, responded por el future de esas tierras maravillosas. Pero
nunca sera intitil mostrar con el dedo lleno de angustia alerta-
dora, la ilcera que el valiente amigo cubano lava en su mar Caribe.
Nunca sera extemporaneo decir al pequefio agricultor: Sigue tu
siembra; ella es segura y tuya.
Cada Estado de Venezuela es capaz de vivir simultAneamente
de cinco products distintos; no es ahora ocasi6n de entrar en
detalles. Pero tambidn cada provincia de Cuba podria haberlo
hecho antes de la gran invasion cafiera. Y su enfermedad vino
lentamente. Abrir los ojos a tiempo es salvarse. Un pafs con una
sola producci6n vital tiene un solo sentido de salvaci6n. Y es pre-
ciso que los pueblos, como los hombres, tengan por lo menos cinco
maneras de recibir la vida y cinco maneras de darla. Sin contar
con el sexto sentido que el indio leg6 a estas multitudes para
orientarse en el atisbo de su gran derrotero.
10 de didembe e 1932
CIENTO DOS AROS
Se nos hace impossible regresar a la hora meridiana de un
dia de mil ochocientos treinta. No podemos lograr la aptitud para
el regreso. Por eso, en la mafiana del pasado 17 de diciembre, nos
propusimos vivir ese dia en olor de "bolivianidad". Pero recha-
zamos el traslado del alma al pasado contemplative y agotador.
Somos actuales y preconizamos la conmemoraci6n actual, que hace
del tremendo suceso una estampa desprendida de la cronologia.
Trasladamos el hecho a nosotros, porque tenemos todo el deber
de la vida; es por eso que no pensamos en la agonfa de Bolivar
el 17 de diciembre de 1830; sino en trance de mortajas, y, deshe-
chos del pretrito, vemos agonizar a El Libertador ese mismo dia
de 1932 en refundici6n ejemplarizadora. Sim6n Bolivar agoniza
en Santa Marta. Son la una y siete minutes de la tarde. El cielo,
al fin, se ha despejado y centellean los costados de las olas. Nos
perfora los ofdos el taconazo del general Silva que responded a la
palabra del doctor: "Muerto". Ese golpe de tac6n nos da la im-
presi6n de que estuvieran tocando a la puerta de la tierra para
avisarle:
-Abre, que va a entrar Sim6n Bolivar.
Acaba de morir. Sabemos el dia. El afio es circulante y salta
en el hilo de los tiempos, quitandose y poni&ndose n6meros, como
un equilibrista. Todos los afios, para el diecisiete de dicembre,
muere de nuevo; todos los afios nos plantea el mismo problema,
nos da la misma lecci6n y nos present la misma oportunidad de
rectificar. Sim6n Bolivar, el de la proclama del Diez de Diciem-
bre, dej6 su agonfa suspense en una vigencia ansiosa, que depend
de una condici6n resolutoria: "iCOLOMBIANOS! SI MI MUER-
TE CONTRIBUTE A QUE CESEN LOS PARTIDOS Y SE
CONSOLIDE LA UNION, YO BAJARE TRANQUILO AL SE-
PULCRO". Condici6n de espantosa incertidumbre que le daba
una muerte incomplete y le dejaba flotando entire un medio morir
y un vago esperar extraviviente. "Si mi muerte contribuye...
yo bajare tranquil al sepulcro". Demos el frente a ese vivo incor-
porado que espera en el fondo de ese muerto conditional. "si mi
muerte no contribuye... no bajari tranquil ad sepulcro". Asi
pues, Sim6n Bolivar, el batallador, el marchador, el trasnochador,
el tuberculoso de angustioso respirar, no ha podido ganar ain
el descanso definitive, porque si fuera cierto que el alma perdura
iqu6 espantosa vigilia mantendr" vertical el alma de Bolivar en
espera de una respuesta de America! iY con cuanta raz6n podrd
el creyente en la pervivencia spiritual decirnos que Bolivar no
agoniz6 hace ciento dos afios, sino que esth agonizando sin descan-
so sobre la arena calcnante de la incomprensi6n americana!
Ahora, cae la noche. Estamos frente a la quinta, bajo el gan
tamarindo. Traemos una jaula abierta para colgarla de una rama.
Queremos cazar pdjaros. Hemos pensado en cuintas voces de Boli-
var habrin volado de su lecho. Y es natural que hayan venido a
habitar este arbol. Aquf habrin anidado aquellas palabras del dfa
diez: "eQud habdis venido a buscar en este pafs...?". Y aque-
llos pensamientos que se levaban el pulm6n enfermo a lenarse
del aire de los montes azules de Jamaica. iY cuantos suefios y
cuantos dialogos con su conciencia! Aquf estamos, bajo el tama-
rindo; y aspiramos a cazar algunos de esos pdjaros in6ditos que
volaron de 6l.
Ya, con la noche, se oye mis el mar. Y tal vez las voices del
oleaje hayan espantado todas las hermosas voces del krbol. Invo-
camos la gracia de una calma costanera que nos haga asequibles
al arribo de los veleros del drbol, esas pequeias aves de la madru-
gada. Y al fin, ya orillado el albor, nos sacude el flamear de dos
voces cautivas. Una metAlica, silbadora en la brisa matinal, mati-
zada de diana sobre el campamento de las olas dormidas. Otra,
como una pisada en las nubes, cuidadosa de despertar sin brus-
quedad al mundo. Dice la primera voz:
Ciento dos afios y no acabar de morir. Ciento dos afios de
ojos abiertos hacia la dulce mano fraternal que ha de cerrarlos;
y la mano pasa y vuelve a pasar frente a los ojos, crispada y ar-
mada, en funci6n de garra. Ciento dos afios de voz en desvelo
esperando la mansa voz que made callar con silencio de descanso;
y la voz rebota en arenga sobre el perfil brillante de sudor. Ciento
dos afios reclamando de Am&ica una palabra para bien morir; el
alma en la lengua va, vestida de viaje, s61o espera la calma propi-
cia a la zarpada. Y todo ruge en torno. He libertado y he dado
nombre a las tierras. Pero veo largas zonas desbautizadas; se incor-
poran fronteras incandescentes. Bolivia, que yo hice, baja a las
llanuras mortales y las riega con sangre; Paraguay dispara contra
el ancho coraz6n de los Andes; Peri desemboca un livido afluente
de bayonetas a un costado del padre de las aguas; Colombia acude
con aquella gran voz de mi delirio y la ancha mano de Varona
rebosante de espada; Ecuador vela, con el alma al brazo impa-
ciente; el Sur combat. Centro America combat; las manos de
Amdrica arden como brasero de pasiones. iNo se puede morir...!
Y la otra voz arropa a la primera, como si la tomara en bra-
zos para dormirla. Es la voz mAs triste que pueda ser escuchada:
-Yo te digo que esperes. Tui has libertado naciones de na-
ciones. Y apenas levas ciento dos afios de esperar. Yo me liberty
de mi y quise libertar a Dios de los hombres y a los hombres de
ellos mismos. Mientras cada cual no se vaya librando de si mismo,
es precise esperar. Yo he de velar aiin, todo clavado en la vela
interminable. Todavia en tus tierras el ansia de matar te invoca;
eNo escuchas c6mo todos, mientras se hieren, gritan: "iViva El
Libertador!"? Ese "iviva!" es algo que no te deja morir. Pero
apenas son ciento dos afios. Yo tengo ya muriendo mil novecientos
treinta y dos afios y todos los diciembres en todas las vanguardias
de todos los ejdcitos, en todos los vivaques fronterizos, sobre
todos los campos de batalla, yo, que ansio morir, me veo na-
cer de nuevo. Y es un gozo cruel de estar conmigo el que po-
nen los hombres en sus bocas, cuando en visperas de matar gritan:
"jCristo ha resucitado!". iNo se puede morir...!
24 de didembre de 1932
ESTAMPA DEL A1SO NUEVO
Son muchos los que, arribados a esta orilla del afo, gustan
de hacer balance de los trescientos sesenta y cinco dfas pasados.
Mal sistema. Se corre el peligro de equivocarse siempre, porque
la historic no se puede tomar en taquigraffa. Los fen6menos ocu-
rridos en este afio que pas6, no podran ser desentrafiados sino en
los pr6ximos cinco afios. S61o el soci6logo es capaz de sacar instan-
taneas, y eso, inicamente, para agregarla a su curva grifica, por-
que el soci6logo capta su mejor acervo en la observaci6n simulti-
nea y sincronizada de analogfas sociales y le va bien la actitud
sorpresiva frente a los episodios mis insignificantes de la vida so-
cial. Pero el historiador, si ha de derivar lecciones eficaces, es pre-
ciso que se site a distancia, de acuerdo con la certera frase de
Bolivar: "Mirar muy de cerca y juzgar muy de lejos". Es asf como
el historiador sabri ser util, con la utilidad sefialadora que Bena-
vente encerr6 en estas palabras Ilenas de honradez: "La historic
no sirve para saber lo que se ha hecho sino lo que se debe hacer".
Preferimos mirar hacia adelante y dibujar sobre la pantalla en
blanco el perfil de 1933, con los colors que 1932 amonton6 a
los pies de diciembre, liquidador, del viejo mes de alforia y barbas
de nieve. El mito de Noel cobra significado human cuando que-
remos ver en a1 al viejo aio que mete en los zapatos del afio reci&n
nacido los retazos de su ajuar, sus sedas y harapos, sus glorias y
verguenzas, lo que le sobr6 de estopa y lo que le sobr6 de algod6n,
para que el nifio que va a andar encuentre algo en su avio. Con
esto empezar &1 a debatirse; y seg6n sea mayor la raci6n, buena
o mala, asf servir 6e los dfas de su trnsito.
Buenas espaldas ha de tener el nuevo afio para el bagaje que
este viejo inquieto y puntilloso le ha dejado. Por eso le esbozare-
mos fresco, juvenile, deportivo, porque somos optimists y este
diciembre valerano, bien soleado, pero fresco, no se presta al agua-
fuerte taciturno. Comenzamos la estampa por ~1, afio de hermosas
olimpiadas. Lleva la frente salpicada de un sudor matinal saludable.
Va cantando, mientras brega duramente. Tiene que aplacar las
tierras encabritadas, pero no va como antes, torvo de pensamiento,
sino que acomete la labor bien armado de jovialidad. Es la silueta
cinemitica de un mundo joven que va a decidirse a no estar triste.
A su izquierda hay un incendio; a su derecha, otro; a su frente,
dos lamaradas avanzan en el horizonte hasta que se abrochan y
lo cierran todo en resplandor. Sus pies crepitan sobre los terrones
incandescentes; sus orejas estin lenas de remotos alaridos: le
Ilega el rumor de mil luchas irreparables. Pero li es joven y canta
y va, seguro, hacia los claros pozos de su esperanza. Sabe que su
limpia voluntad de florecer se elevari a los cielos y enrarecerl las
nubes y las nubes lloverin apagando el incendio. Se detiene un
instant: Hacia el sur del coraz6n americano ve elevarse el humo
de los pastos rendidos del Chaco; en el nudo del Ecuador contem-
pla la agitaci6n de los batallones urgidos por la lucha; consider
el 6xodo del chino que va salpicando sus campos de arroz y ama-
rilleando en las anchas franjas del bermell6n puesto a secar; mira
al indostands de negrisima mirada y terco esperar frente a la hi-
guera mancillada; y al irlandes impaciente por zafar la isla verde
de Erin del gran navlo almirante; y al alemn at6nito frente a la
audacia que pretend meterle otra vez el pesado casco en la cua-
drada cabeza pensadora; y al chinaco nicaragiiense, ampollada la
mano sobre el viejo fusil en la vela de su alta Covadonga; y sigue
a la cola del desfile harapiento que afronta la indiferencia de los
Broadways plet6ricos; y un moment perfora la alcoba en que la
madre del aguilucho asesinado huele en los pafiales del muerto
el iltimo perfume de la inocencia del mundo.
Pero canta y camina. Su afilada voz es un augurio y detiene
a los hombres como una flecha lanzada por la espalda. Tiende un
alegre saludo al grupo, cada vez mis compact, de hombres que,
inclinados sobre sus mesas de trabajo, escriben hondas palabras
de fe y de fraternidad, o reunidos bajo una vieja cuipula g6tica
flanqueada de vitrales que les arropan con todos los colors de
todas las banderas de la Tierra, redondean cada dia mis el grito
de paz y de justicia. El sabe que no ha de apagar todos los incen-
dios, que no ha de saciar todas las hambres; pero esta content
de hacer Uover un poco las nubes, de dejar algunas tierras limpias
para las yerbas. El va a dejar en las manos de 1934 el Chaco estre-
nando verde y al Illimani estrenando blanco; l6 va a dejar cica-
trizado el pie de Colombia y limpia la mano del Peri; &l va a
peinar de un pensamiento alegre la caliente cabeza del fifiigo y
va a lenar de labradores las brefias de Nueva Segovia y va a rega-
lar una noche de suefio sin terrores al honrado menestral de
Chicago y va a ribetear de bienvenidas la playa de Liguria.
El harn algo, y esta content de su ancha mano que encierra
el gesto nivelador. Mira a China y su gran ojo de sol rebota y
estalla en augurios sobre la gran pagoda pensativa; mira al norte
y su luz voltejea en el pararrayos del rascacielos; mira al sur y el
certero disparo de su mirada mueve la girindula de iris prendida
al compete de los Andes. Van a ser las doce de un dia de afio nuevo;
el minutero y el horario se desprenden de pronto y salen dispa-
radas hacia el odre de la gran nube, que se empieza a vadar. Llue-
ve. Las altas llamas se doblan como los pinos de la tarde frente
a la brisa del mar.
31 de dicimbxe de 1932
PASCUAS DE AMERICA
Noche de reyes en el tr6pico. El cielo confunde a los busca-
dores de la estrella. Es el cielo de America un brasero. Cual
seri la estrella de los magos, en ese enjambre de astros? Hemos
querido pescar una metafora de vast alusi6n americana en el mo-
tivo cAndido de la Natividad. Jesus, amable, nos cede esta noche
y huye del pesebre. En su lugar nace una nifia; huele a cedro de
Tierra Santa, pero tiene tambi6n perfume griego, que le viene
del mar. Es Jesus y Venus: nace del misterio y de las olas; y su
destino es double: amor y belleza, porque ha de ser la que ofrezca
a los hombres una nueva vida hecha de armonfa. Frente a la an-
gustia del universe, nace Amriica, la nifia destinada. Esta es su
noches de reyes y en el vdrtice de su esperanza nos hemos puesto
a atisbar el alto camino por donde ellos han de venir. Ella ha
puesto a la ventana de las costas floridas sus zapatos calientes de
marchas, porque ya ha marchado ardientemente antes de nacer y
ya ha sangrado y se ha visto en cruz. Pero ha nacido otra vez.
Es la hija y la madre y el espiritu. Refracta en un ancho iris la
nueva Trinidad. Trinidad de tres dioses en guerra, que ella reine
milagrosamente: Es Jesus, es Mauari y Napa y el Gran Manit6;
y es el terrible Dios cannibal de la selva africana. Esos tres dioses
se han fundido en ella. Y para los tres dioses vienen tres reyes
magos.
Melchor trae incienso: es el Rey Bianco del Dios Blanco; su
incienso es la plegaria a Jesus, desatada del coraz6n cristiano de
Amrica; viene en una carabela soplada de fervor castellano, talla-
da en la madera de los trascoros g6ticos y los reclinatorios del
Escorial. Baltasar es el Rey Negro del Dios Negro; trae la profunda
mirra de la selva ecuatorial; vino en la cala de un barco negrero
y es el carb6n de todas las fiebres irredentas. Gaspar es el Rey
Indio que trae el oro de los Huaca, de los Dorados y de los Klon-
dikes; es el que viene de mis cerca porque s61o tuvo que incorpo-
rarse de su hojarasca jirajara, de su pirdmide azteca, de su calzada
incaica.
Melchor trae la cultural, Baltasar la resistencia, Gaspar la
suspicaca. Y los tres harAn la mezcla de sus ofrendas en la sangre
de la recidn nacida; de la fusi6n surgira una nueva cultural, una
nueva resistencia aclimatada, una nueva suspicacia perforadora de
destinos. Porque Melchor busca la estrella, Baltasar la ve y Gas-
par la huele. Uno es la investigaci6n, otro la vista avezada en la
selva, otro el olfato. Melchor trae su Jesis, no para meterlo entire
pafiales suntuosos bajo cristalerfas bizantinas, sino para ofrecerlo
desnudo a la verde democracia de los campos abiertos; Baltasar
trae su ritmo rec6ndito y torturado para romper las bridas en la
libre canci6n de los bosques sin vallas y a la noche segunda de
su despertar, vera avanzar 4gilmente al Dios negro que Eugenio
O'Neil eleva sobre la sed de justicia de los pastos verdes. Y Gaspar
gozari su canto ligero, prendido al penacho del quetzal que vuela
a la definitive orientaci6n.
Blanco, indio, negro. Nunca un pueblo de la Tierra encarn6
en su destino de modo tan perfect la metdfora de los reyes cola-
boradores de Dios. Que Amrica crezca de pronto en la convic-
ci6n de lo que ella es: tierra poblada de esperanzas; came hecha
de todas las canes sin paz; voz formada de todas las voces cla-
mantes de justicia. Que ella vea por fin en su pie el pie del indio
fugitive, de cultural pasmada, y en su mano, la mano del negro bra-
cero y desheredado, y en su voz, el grito del europeo inconforme
e irradiado por el derrumbamiento de la concencia europea de la
Edad Media. Que ella se percate de que su vientre es una conver-
gencia de almas Avidas de renacer. Y nazca, asf, reparadora de todas
las injusticias del antiguo mundo.
En el brasero de la noche, el ojo de Gaspar supo encontrar
la estrella. Y detris de &l avanzan los dos reyes lejanos: Europa
y Asia desbordadas en la barba de Melchor; Africa retorcida en
la cabeza de Baltasar. Por las vastas ilanuras que rodean el pese-
bre, se acercan rebafios innumerables atados al canto largo de Ila-
neros, de pamperos, de vaqueros. Jesus conffa, junto al calor del
viejo sol de los incas y goza en la Trinidad c6smica que America
realize en su primer hora de pensar.
America es la desembocadura de todos los dolores del viejo
mundo. Y ha de ser el delta de las reparaciones. De las tres ofren-
das de su pascua de reyes debe ella amasar en su mano predesti-
nada su present sintetizador: la conciencia. Su conciencia ameri-
cana no serd mis que la mitad del mundo ofrecida a la otra mitad
para realizar la conciencia redondeada de la humanidad. Y esto
lo encontrari ella, mis que en ninguna parte, en sus zapatos pues-
tos a la ventana de sus costas. Porque en ellos esti el sudor de
sus largas caminatas; en ellos esta la sangre de sus arduas ascen-
siones; en ellos esta el barro de hacer hombres Asperamente ca-
minados.
Si en un moment convenido, America toda pensara de una
vez, si un mensaje Ilevado simultineamente a los cuatro vientos del
Continente, la invitara a considerar, en un minute comuin, todo
lo que la Tierra tiene que reclamarle, es muy possible que Amdrica
comprendiera; y entonces vera c6mo sus luchas fronterizas, sus
celos hist6ricos, sus desconfianzas raciales, sus codicias desborda-
das, no son mas que fen6menos de la inhibici6n de su conciencia.
Son la nifiez del pueblo elegido, mojada todavia de licor amni6tico.
Nazca ella a su verdadero nacer, poniendo la mano audazmente
en el lindero de su adolescencia; cruce esta, surcada de esperan-
zas convulsivas, y contemplese al borde de su pensadora juventud.
Entonces tendri el valor de desdefiar pueriles gestos de combat
piada. Caracas, en los remotos dias del "San Bernardino" y en los
pretenden incorporarse.
7 de eneo de 1933
LA REINA DEL DEPORTED
Una revista de Caracas ha iniciado un certamen national para
elegir a la reina del deported venezolano. Hermosa idea .que ha
sido acogida con uninime aplauso. No queremos faltar con nuestro
voto, pero nos cabe hacer ciertas observaciones, en general, sobre
el fomento del deported y, en particular, sobre el actual certamen.
N6tase en estos dias un gran resurgimiento del entusiasmo
por las grandes justas de cultural fisica. Y no digamos resurgi-
miento, porque no es exacto; mis claro es decir: despertar. Pues
en ninguna 6poca hubo en Venezuela verdadero culto a la olim-
piada. Caracas, en los remotos dias del "San Bernardino" y en los
mAs recientes de "Los Samanes", tuvo brotes de fervor deportivo;
y con Caracas, La Guaira y Valencia. Pero verdadera afici6n, co-
mo la que ha conservado el Centro de la Repfblica por los toros,
nunca la hubo de manera constant por el deported. Y en el resto
de Venezuela, ni por los toros. El inico misculo que se ha cui-
dado en el interior del pais es el del gallo. Recordamos con cari-
fiosa tristeza la mano del gallery guariquefio, c6mo resaltaba de
amarilla cuando sostenia el muslo del marafi6n, rojo como un pi-
miento. Vefamos saltar bajo la piel del gallo, los misculos azo-
gados, pidiendo beligerancia, mientras la mano del hombre se escu-
rrfa en livideces bajo el sol lanero en aquella mariana de domingo.
Hoy nos complace oir las voces exaltadoras que de todos los pue-
blos de la Repdblica caldean el moment arduo y vehemente en
la just sana, en torno a los diamantes cruzados de ansiedad. La
onda de devoci6n deportiva cunde hasta arrastrar al viejo gallerito
amarillo, que ahora va a verse la mano roja bajo el sol. Un gallo
suyo, su gallo, el que todos tenemos adentro, le va a llevar a los
infieldss" y le va a aguzar los ojos en mgil peripecia, para la pesca de
ovaciones y el suefio de claros campeonatos. Y sin que l lo sienta,
la salud volveri a 61 en una sangre trepidante como los muslos del
marafi6n olvidado.
Se ha discutido much acerca de la finalidad del deported.
Nuestra opinion no es la menos favorecida. El deported, como fina-
lidad, es un error; el cultivo exclusive del m6sculo, embrutece.
Pero el deported de afici6n, como medio de conservar y adquirir
agilidad fisica y mental, nunca serd bastante preconizado. Nuestras
tierras requieren pueblos de ojo despierto y pie ligero. La salud
de estos hombres tiene dos enemigos mortales: el vicio y el chin-
chorro. El deported hace hombres andando; el descanso del no pro-
fesional deportivo, tras un bafio alegre, es la mejor siembra y a la
vez el mejor refrescante de estos cerebros poco abonados. Asi como
somos acdrrimos enemigos del deported professional, del pufietazo
a tanto la libra, asimismo somos decididos partidarios de la gran
gimnasia griega, en los amplios estadios, donde los pueblos van a
aprender armonfa y ligereza.
Acerca del certamen national en cuesti6n, nos apresuramos
a hacer p6blica nuestra adhesi6n total. Pero observamos que es
de lamentar que la ilustrada revista que lo inici6, no dejara en sus
condiciones un margen mis liberal que hidera possible la aplicaci6n
a ese certamen del genuine calificativo de NACIONAL. Porque
al encontramos con un concurso en que sea necesario para la vali-
dez del voto el requisite de un cup6n firmado, y por ended, la
compra de la publicaci6n iniciadora, -y conste que no nos refe-
rimos s61o al caso present, sino a todos los de su gdnero- caemos
en pensar con menos entusiasmo en la hermosa idea, porque la
vemos declinar un poco hacia el sentido administrative que la
concibi6. No es possible que todo el que quiera votar por la reina
del deported national, pueda comprar la revista en cuesti6n para
adquirir el derecho de postular a su candidate. Y es muy possible
que personas pudientes adquieran cada una den y mis nimeros
de dicha revista para apoyar fuertemente a la suya. De modo que
el certamen acaba por merecer mis bien el mote de concurso para
elegir la reina del deported de la revista tal o mis bien "La reina
del deported de los aficionados pudientes". Desde que se emplea
la palabra national, deberia dejarse absolute libertad para los me-
dios de expresi6n del voto. Today la prensa national pudo, conser-
vando siempre la revista iniciadora su simpitica prelaci6n, publi-
car diariamente el cup6n que deberd Ilenarse. Y si un venezolano
del Arauca, en la imposibilidad de hacerse por el moment de al-
g6n ejemplar de los tales cupones, quiere consignar su opini6n
por carta o telegrama, no es just la tacha de su voto; o no es
just la significaci6n de national que ostenta el certamen.
Pero ya esta hecho asf, y nosotros, echando adelante, en des-
cargo de nuestra convicci6n esas dos observaciones, venimos a
adheriros a los cuatro vientos deportivos de estas tierras, al voto
de verdadera rafz national que consagra a TRINA OMAIRA SA-
LERNO ENCINOZO, como soberana del deported venezolano.
Ella es la gracia injerta en el valor. Hemos leido la historic de su
abuelo, que pereci6 en el Apure. Muy mal contada, por cierto, por
un peri6dico de Caracas. Nosotros conocemos esa historic y vamos
a ofrecerla a nuestros lectores, invitindolos -si tienen con qud
comprar la revista- a estampar el nombre de la heroina en el
cup6n fatal. Hace afios, durante un paseo a Puerto Miranda, que
esta frente a San Fernando de Apure rio por medio, algunos alegres
concurrentes se metieron gozosamente en la lancha gasolinera "Ro-
ma" y emprendieron un paseo por el rio. Al pasar frente a la
plant el&ctrica, zozobr6 la barquilla. Entre los muchos muertos
notables, estaban Josd Salerno, abuelo de TRINA OMAIRA, y dos
de sus hijas. Salerno habia sido un nadador insigne, un jinete
asombroso; sus dos hijas, bellas muchachas, buenas de agua, como
dicen all. Y en ese mismo punto tragico, donde su abuelo, trit6n
y centauro, y sus tias, no pudieron sostenerse contra el terrible
Apure, en ese mismo sitio, toda llena de risa, se ech6 TRINA
OMAIRA SALERNO a esguazar el viejo caiman Ilanero.
Si esta no es la reina del deported national, que lo diga Ata-
lanta, la de los pies de brisa.
14 de enro de 1933
EL MAESTRO Y LA ECONOMIC NATIONAL
Valera, Betijoque y otras poblaciones del Estado
Trujillo se aprestan a consagrar un homenaje glori-
ficador a la insigne maestra de juventudes dofia
Carmen Sinchez de Jelambi. Ese homenaje honrari
tanto a los trujillanos como a doia Carmen. Es de
desear que todos los pueblos y todos los hombres
de los Andes y en general de Venezuela, se adhie-
ran a esta altisima ocasi6n de justicia. Nosotros
ponemos nuestro coraz6n en el v&tice del entu-
siasmo por semejante idea. Y desde hoy nos aso-
ciamos activamente al homenaje, dedicando estos
editoriales sobre el maestro de escuela, a la ilus-
tre institutora, que es de una vez ejemplo e fndioe
de maestros nuevos, ya que, a su edad, mantiene ju-
venil su gran espiritu, captador incansable de reno-
vaciones.
El maestro de escuela puede y debe iniciar e ir cumpliendo
en parte, en gran parte, la adaptaci6n del trabajador national a las
exigencias vigentes de nuestra evoluci6n econ6mica.
No se nos escapa que esto es hablar con vaguedad, bajo apa-
riencias de precisi6n. La expresi6n "exigencias de nuestra evoluci6n
econ6mica" es algo abstract e inaccesible para la mente de muchos
de los pobres maestros que conocemos, furibundos admiradores de
Vargas Vila, y que dan sus lecciones teniendo ante la vista un texto
de preguntas y respuestas de Manuel M. Echeandfa o el senior Gra-
nados. Y hasta 61 quieren llegar estas palabras en moments en que
va a honrarse a una verdadera maestra que, siendo vieja, march
con cada dia que Ilega y vibra con todas las trepidaciones de la hora.
Hasta 61 queremos legar, porque el es, bajo su casa ciudadana
o bajo su destartalada casa de aldea, frente a una docena de bancos
toscos, de madera, a pesar de sus viejas maneras y sus viejas campa-
nas, el senior absolute de los destinos de los pueblos. Acentdase por
eso nuestro esfuerzo en poner ante sus ojos desorientados, mas que
una teorizaci6n sin asideros de verdad, un camino facil e inmediato,
que le Ileva a alguna parte y pruebe con esto, y s61o asf, su eficacia.
Desde un punto de vista econ6mico, la escuela debe ver en
el nifio, primero, al future productor; segundo, al future consu-
midor; al hombre de la oferta y al hombre de la demand. De
modo que ya en el terreno de la practice pedag6gica, la cuesti6n
se reduce a saber qud condiciones es precise que llenen nuestros
products y nuestro consumidor de mafiana. 0, planteindola en
comparaci6n con la realidad del moment: qud es lo que falta y
que es lo que sobra al tipo venezolano medio para su just adap-
taci6n a las ingentes necesidades de la economia de nuestro pals?
Venezuela es una naci6n de economfa agricola predominante.
Nuestra economic esta y seguiri por much tiempo, en una fase
puramente preparatoria del period industrial. Somos los tenedo-
res de una vasta y rica porci6n de la Tierra que la civilizaci6n nece-
sita poner al servicio de sus fines. Nuestro suelo contiene petr61eo,
maderas, energy el&ctrica, materials primas en abundancia, y el
mundo -pueblos que echaron a andar antes que nosotros- nece-
sita premiosamente de esto. Ei deber, y mas que el deber, la impo-
sid6n inmediata de nuestra biologla social se resume en la nece-
sidad de prepararnos para la conquista econ6mica de nuestra tierra,
de hacernos colonizadores para colonizaros a nosotros mismos,
de dar a nuestros brazos y a nuestro espiritu la musculatura que
supone la lucha abierta contra el desierto. Tal misi6n exige de
nuestro productor un complejo acondicionamiento, en el que entra
en parte el ya logrado por otros pueblos de mas avanzada estruc-
turaci6n industrial, pero que tiene tambien sectors especiales a
nuestro caso, aspects de significaci6n especificamente national.
Vamos a esbozar la part que en ese acondicionamiento conside-
ramos de mas acusada importancia para el pedagogo, pero sin career
agotar asi una material tan complicada. S61o avistamos el lado eco-
n6mico de las cosas, y aun dentro de este quedan grandes lineas
e infinidad de pormenores que seria impossible atalayar.
Empecemos por la preparaci6n del venezolano productor.
Sinteticemos en los cuatro nimeros que siguen las directrices del
trabajo escolar para ella:
1-Racionalizaci6n de la oferta del trabajo.
2--Creaci6n del espfritu de iniciativa.
3--Desarrollo del sentido de cooperaci6n.
4--Preparaci6n tcnica.
La racionalizaci6n de la oferta del trabajo puede irla adelan-
tando el maestro tomando en cuenta: A: La vocaci6n natural de
cada alumno; B: Las necesidades progresivas del desarrollo del
pais.
21 de eneo de 1933
II
La clasificaci6n anterior se comprende mejor, enfocando la
realidad national del moment dado. Aqui la dedicaci6n del traba-
jador national a su trabajo (y trabajador no quiere decir solamente
trabajador manual) no se hace ni por la apreciaci6n de la vocaci6n
natural del individuo ni teniendo en cuenta lo que el pais nece-
sita. Cada hombre tiene por naturaleza disposiciones especiales pa-
ra cierto trabajo o para cierto orden de trabajo y es dentro de e1
done darfa a la sociedad su maximum de rendimiento. Puede
decirse que una sociedad es econ6micamente tanto mis perfect
cuanto mejor aprovecha, acercandose en lo possible a este maxi-
mum, las capacidades productivas de quienes la forman. Pero nos-
otros no hacemos nada para investigar, respect a cada individuo,
cuil es la linea de actividad en que puede ser socialmente mis
dtil. Todo el conocimiento que el maestro -consciente observa-
dor durante largos afios-, los padres o el md&ico podrian poner
para esto al servicio del grupo, se pierde, porque el grupo, que
no tiene eso organizado en la educaci6n del nifio, lo abandon
todo a la rutina o al capricho. El que nace de jornalero o entire
stos vive, jornalero se hace casi siempre, aun cuando pose una
privilegiada capacidad para el esfuerzo intellectual; el que naci6
de padre acadimico, va a la universidad, aun cuando para esto
sus facultades no excedan a las de un simple pe6n de acarreo. El
todo esta en que la familiar pudiente tenga el deseo de adornar con
un nuevo grado su pergamino geneal6gico, o que el muchacho en-
cuentre al alcance de su mano los recursos que ha menester para
finalizar la carrera que se propuso con fcil camino de triunfo,
por la sugesti6n que ejerci6 sobre ~ un professional admirado o
por simple capricho inconsciente, o por el arribismo frenitico
que padecen muchos como una enfermedad del crecimiento. Pero
las cosas no se detienen aquf, hay algo mas esencial que tambi&n
se olvida: el aspect propiamente social, o mejor, national, de la
cuesti6n. Venezuela necesita agr6nomos, criadores bien preparados,
obreros especializados, ge6logos, mecinicos, ingenieros, y la escuela
le da bachilleres, medicos sin especializad6n y muchos abogados.
Faltan cIulas vivas y creadoras. Esta allf, en ese desorden y des-
cuido, una de las causes primordiales del parasitismo caracteris-
tico en la vida de nuestras naciones. En general consiste 6ste en
una ingente desproporci6n entire los efectivos que cada gremio
tiene en la poblaci6n del pais y la necesidad que en su conjunto
tiene el pals de sus servicios; entire el ndmero de trabajadores
que se dedican a una funci6n, y la importancia que esta funci6n
tiene en la vida econ6mica de la naci6n. Nuestra sociedad no con-
trola el reparto de los trabajadores en la producci6n y el reparto
se hace "como salga", segin el principio liberal de que cada indi-
viduo tiene derecho a ocuparse en la industrial que quiera. El inmi-
grante islefio puede, si gusta, dedicarse a ejercer detras del mos-
trador de pulpero, el chino a abrir un botiquin, el krabe a hacer
de buhonero. Y todo cuando nuestra inmensa area pide brazos cul-
tivadores y el consumidor no puede comprar los articulos de pri-
mera necesidad a causa del recargo que en sus precious introduce
la hipertrofia del gremio parasito de los detallistas "de mis".
Ciertamente que el cambio exige la existencia del comerciante
que ejerce la dtil funci6n de intermediario entire el productor y el
consumidor; pero una vez cubierta la necesidad que el grupo tiene
de comerciantes, es parisito todo el que a e1 se dedique. Y asf
para cada gremio. Hay en todo medio econ6mico un punto de
saturaci6n que nadie tiene derecho a traspasar, porque siempre
habri otras actividades en que el inters colectivo reclame con
urgencia el aporte del individuo.
Si la escuela es causa primordial en ese orden de cosas, el
maestro puede ser factor important de su mejora. Con que sienta
un poco de sincere interns hacia el progress de su pueblo, bastard
para que no encuentre insuficientes los elements de que dispone
en los planteles de hoy, ni se ponga a esperar que existan escuelas
industriales o que se importen t&cnicos europeos, o que se funden
-como en el Uruguay y Alemania- escuelas vocaconales. El no
podr hacerlo todo de una vez. Pero aquf, como en muchas otras
cosas, el resultado final no se mide bajo la 6ptica contingent de
lo que se tiene o no a la mano, sino con la media que da el
prop6sito honda y sinceramente sentido.
Para racionalizar la future participaci6n de sus alumnos en
la oferta del trabajo, es possible que el maestro haga una buena
labor ganando la colaboraci6n de los padres o tratando de anu-
lar sus influencias en el caso de que 6stos tiendan a hacer preva-
lecer un punto de vista egofsta sobre los intereses de la comu-
nidad econ6mica national. Si el padre colabora en el prop6sito
de hacer del nifio un colaborador bien preparado, no es dificil el
buen 6xito; si se opone, el maestro contari con muchos recursos
para enfrentirsele; pero mis que de lucha, se trata de lograr una
colaboraci6n. Hay padres y maestros. Van unos por un lado y otros
por otro. O mejor, ninguno va a ninguna parte. Un medio bastante
practico para ganarse la alianza de los padres, serfa que el maestro
les invitase a former para cada escuela una especie de consejo o
asamblea que tuviese ciertas atribuciones disciplinarias y que fuese
a la vez centro para discutir temas de interns escolar, leer confe-
rencias tendientes a racionalizar la vida del nifio y sobre todo,
dar a la ensefanza una orientaci6n puramente econ6mica y vo-
cacional.
28 de enoo de 1933
He aquf unos temas que podrian ser, entire otros, discutidos
en el consejo entire padres y maestros: c6mo descubrir en la v'da
de famiia la vocacidn del nifro; c6mo crear en el niao el amor al
trabajo manual; medios prcticos para que los nifios estudien la
geograffa del pais; viajes colectivos de exploraci6n; c6mo organi-
zar partidas de "boy scouts"; c6mo racionalizar la diets del nifio;
el niflo y las granjas agricolas; importancia national de la fiesta
del irbol, etc. El maestro tratarA, ademis, para atraer la asistencia
de un buen namero de padres, de darle la mayor publicidad a
cuanto se haga en el consejo.
Asimismo debe el maestro: 1 tratar que la enseianza pro-
penda, en mdtodos y contenidos, a despertar la individualidad
intellectual del nifio. Algo asi como lo que hoy se hace en Estados
Unidos bajo el sistema Dalton y otros que tienden a dejar pro-
gresivamente de la mano al estudiante, pasando de las classes en que
el maestro ensefia y lo hace todo, al desarrollo de temas de trabajo
escolar propuestos a los disdpulos por el maestro. Hoy nuestras
escuelas ensefian. En adelante es precise que se contenten con
despertar en el niiio el deseo y la capacidad de aprender, de ganar
por si mismo el conocimiento.
2.-Tender a comunicar a la labor sentido practice y concre-
tas finalidades de progress econ6mico social. La escuela actual es
puramente ornamental: adjetiva a base de academia, amontonando
sobre el espiritu conocimientos que resbalan por sobre dl sin mejo-
rarlo ni darle una orientaci6n consciente pars la vida. Se dan las
definiciones mis abstractas de la gramatica y en cambio no se ense-
fia la prActica mas elemental del lenguaje, la tecnica de hablar con
precision y claridad. Se pormenoriza acerca de las dos batallas de
Carabobo y se hace silencio absolute acerca de las producciones
y posibilidades de ese Estado. Mas que transmisor del conoci-
miento, el maestro es, por excelencia el orientador, el proveedor
de iniciativas. Poner al nifio en el camino de lo que racionalmente
le toca hacer segfin los intereses colectivos y las imposiciones del
propio temperament. Asf, en sus manos, la enseianza de la gra-
matica debe tender s61o a capacitar a sus alumnos para el raciocinio
y la expresi6n en la media en que lo exige su funci6n social del
mariana; la de la historic, para prepararle a juzgar el moment en
que vive, los hombres y las fuerzas en lucha; la de geograffa, cono-
cimiento complete del medio fisico, 6tnico y politico, sus posibi-
lidades, problems y recursos; las lecciones de cosas, conocimiento
prActico de nuestra fauna, nuestra flora y nuestro subsuelo, de las
industries que existen en el pals y de las que puedan establecerse;
la higiene debe proyectarse hacia los grandes problems del sanea-
miento national; la moral civic, sali6ndose del museo y la tradi-
ci6n 6pica y el acento oratorio, tender a crear el sentido de los
deberes colectivos, la noci6n viva de lo que se tiene que hacer,
de las industries por crear o de las instituciones que hacen falta;
los trabajos manuales se especializardn y objetivarin en aquellos
que mis se vinculen a las industries de la regi6n en que se hall
la escuela, sacdndolos del rango de distracci6n para futures intelec-
tuales, en que hoy se encuentra. En resume, una capacidad global
para actuar sobre el medio social y econ6mico y mantenerse ante
1 en una actitud creadora y actuante.
3?-Fomentar la organizaci6n de los alumnos en centros para
el trabajo escolar colectivo y otros fines en los cuales cada nifio
vaya de una vez vinculandose a la realidad econ6mica regional.
El centro de cada escuela podria crear, por ejemplo, un comit6
para el fomento del trabajo manual y la venta de sus products;
otro para el cuido de la granja escolar; otro para la biblioteca;
otro para organizer classes para analfabetos en los barrios pobres,
etc. Por supuesto, que quedan ani muchos caminos que, de seguro
no escapan, como a la nuestra, a la mente del professional. Conce-
bida y practicada asi la ensefianza como una larga preparaci6n del
alumno para la soluci6n de los problems a que le tocarA enfren-
tarse como individuo en la comunidad social y econ6mica, se agi-
ganta la influencia que el maestro puede ejercer al travis de ella
en la future escogencia de la profesi6n. Mas tarde, cuando el joven
vaya a decidirse por un oficio, escogera segin las ideas que haya
hecho suyas en los bancos de la escuela. Y si estas ideas estin
todas sacudidas por la condenaci6n del parasitismo y la rutina
econ6mica y por la preocupaci6n hacia las necesidades del pals,
el joven, forzado a decidir entire bachiller y hombre, se hara hom-
bre, el productor que necesitamos, el hombre socialmente 6til.
Es claro que la misi6n del maestro se detiene en cuanto la racio-
nalizaci6n de la oferta del trabajo entra a ser cosa de las escuelas
industriales, las cuales es de esperarse que llegarin pronto. Pero
dentro del limited de nuestra escuela actual, no cabe duda de que
es much lo que l puede hacer. El censo dice que somos un
pueblo de tres millones de habitantes; pero econ6micamente tene-
mos much menos. El doctor metido a pe6n o el pe6n metido a
doctor, son, cada uno, medio hombre. Tenemos hoy 3 millones
de habitantes, pero de ellos puede afirmarse que por lo menos un
treinta por ciento no hace lo que las necesidades de la economfa
venezolana y la capacidad individual indican. Cada escuela puede
ir acercando el camino. No cabe duda: el maestro puede de una
vez comenzar. Su labor en el piano que hemos avistado, nos dara
pronto, sin necesidad de salir de casa y de trabajo inmigratorio,
un nuevo contingent human, extraido del fondo de nosotros mis-
mos. Para esto s61o necesitamos que &1 se dd cuenta de que en sus
manos esti joh, maestro, senior absolute! el destino de los hom-
bres y de los pueblos.
3 de fetrero de 1933
LAS AMERICAS DE LA PERSONALIDAD
Tentador y nunca agotado y cada dia en mis trigica vigencia
es el viejo tema del nosce te ipsum. Y el problema, que es capital
aplicado a personas, se hace trascendental aplicado a las masas.
Si el conocerse a si mismo es la base de la personalidad individual,
es tambi6n el fundamento de la personalidad colectiva. En nuestros
tres editoriales anteriores concretibamos toda la educaci6n de nues-
tros nifios y j6venes en la necesidad esencial de observer y deli-
mitar exactamente su aspect vocational. Vigilar al nifio, estudiarlo
y deducir de sus costumbres e inclinaciones la resultante de una
vocaci6n y, en consecuencia apoyar e impulsar su rumbo por la
via de esa vocaci6n, es la inica manera de que la misi6n tutelar de
la sociedad se cumpla en 1 hacidndole una personalidad. Hoy nos
referiremos a un tema de mis ancha complejidad: vigilar un pue-
blo, estudiarlo y deducir de sus inclinaciones, caricter y posibili-
dades el camino de su gran vocaci6n de pueblo, y, en consecuencia,
apoyar su desarrollo por esa via, purificando, desbastando, afilando
hacia el derrotero limpio esa vocaci6n de destiny, es hacer un
pueblo y hacer un future. Es todo un program para un hacedor
terrenal, es decir, para un pequefio Dios que digiere, duerme y
procrea, como Whitman.
El tema daria lugar a exegesis que no cabrian aqui. Pero
trataremos de esbozar el asunto, reservando su explanamiento para
ulteriores ensayos.
La fall del hombre actual, sobre todo del hombre americano,
es la falta del propio conocimiento, que es la base para la forma-
c6n de planes de vida y para la creaci6n de los grandes complejos
vitales que se Ilaman patria, sociedad, etc. Y esa falls se acusa
mas en las masas de hombres desorientados que hoy se Ilaman
pueblos. Un tantear en la sombra, un detenerse angustiado o un
avanzar sin direcci6n, son la actitud caracteristica de estos frag-
mentos de velocidad corporizada que son los grupos sociales de
hoy. Y nosotros creemos firmemente que la raz6n del descon-
cierto no podia ser evitada, porque tenemos la Intima convicci6n
de que el mundo actual se encuentra en un trdnsito peri6dico de
la nifiez a la adolescencia. Rechazamos de piano today insinuaci6n
de aquellos chantres de la sociologfa de fin de siglo, envanecidos
de piti-americanismo, que por presentar a Am&ica como un pro-
ducto fresco y reci6n dispuesto para toda empresa, relegaban a
Europa -y sobre todo a Espaa-- a un rango de museo, bajo el
conocido tilde de "viejo mundo" o "tierra carcomida", tan soco-
rridos en la expeditiva dialctica de los sacristanes y corifeos de
la "patriecita" americana. El que con serena y derecha intenci6n
de soci6logo perfore los caracteristicos fen6menos de esta 6poca,
se asombrard de la estupenda concordancia de ella con otras que
marcaron en la tierra los hijos del "regreso a la pubertad". En
sintesis iluminadora se puede consignar: que los pueblos no enve-
jecen nunca completamente; su nifiez se renueva tras un period
de madurez que nunca llega a la decrepitud. Entre la adolescencia
y la madurez cada pueblo sufre el process de "captaci6n de su
personalidad" que se desarrolla de alli en adelante, hasta que
fracasado por error vocational o redondeado el fin de su destino,
se detiene por un tiempo en una quietud especulativa, propicia
al brote de filosoffas esc6pticas y luego regresa, a veces de modo
brusco, segdn la intensidad del fen6meno que lo impulsa, al reflo-
recimiento de una vida nueva. Y ya en ella, recomienza su ardua
niiez que confunde lo real con lo ideal, traspone la adolescencia,
salpicada de la anhelosa fantasia de que nos habla Eduardo Spran-
ger y franquea la madurez cclica con la flor de la personalidad
en una mano y el destino en la confluencia de los ojos. Hoy atra-
viesa el gran pueblo europeoamericano ese moment de traslado
entire la infancia y la pubertad, en el que no se ve a6n nuestro
destino y apenas creemos sospecharlo a veces como si lo miri-
semos con un ojo que habia en el centro de nuestra frente y se
ha borrado ya; miramos tal vez con ese presentimiento que debe
ser hoy la mirada possible de aquel ojo difunto que se refugi6,
segin los sabios, en la glindula pineal.
De espigar en las ideas de Spranger sobre el adolescent y el
nifio, muchas sorpresas saca el soci6logo, transportables a reali-
dades palmarias en el campo de las ciencias sociales. Y de todas
ellas sobresale aquel afin de descubrir, tfpico del adolescent,
junto con su angustia de descubrirse; aquella rec6ndita timidez,
casi hostile, aquella disgregaci6n de las distintas actividades del
sentido y aquel anhelo ferviente de recuperaci6n y de comuni-
caci6n, en contrast con el hosco retraimiento, cualidades todas
definidoras de este moment universal, ya en la esfera de las artes,
convulsionada de inconformidades pugnaces, como en la amplia
corriente expresionista, que quisiera sustituir al yo egoista del ado-
lescente el gran yo del mundo vivido en si, de modo extrarradiante
y como en el vertigo de planes de vida colectiva que ha hecho y
hace de los standard una realidad aleatoria, cambiante y agotadora.
Cada hombre de hoy es una Amirica por descubrir; cada
pueblo es un mar de las Indias que se navega a si mismo. Pero
no abramos los ojos para mirar exclusivamente ese espejismo de
oscuridad. Ni abramos las orejas a la voz de las plafiideras. Todo
este desconcierto marca, y con mayor intensidad que en otros
ciclos, el paso a la adolescencia del mundo, orientada a una madu-
rez que superari a las anteriores, porque lleva en ventaja sobre
aquella, la excelencia de los nuevos elements cientfficos y la pode-
rosa suficiencia que las artes orientadoras van logrando para po-
nerse al fin en el sitio proal de los destinos humans.
11 de fcbrero de 1933
NIPONERIAS VIGENTES
Por unos dias acariciamos la esperanza de que los buenos ofi-
cos de las cancilleras, el interns torado por la Liga de Naciones,
los vehementes requerimientos de los defensores del convenio
Kellog y cuantos resorts amistosos se movieron para frustrar el
vertigo guerrero de la frontera colombo-peruana, se vieran coro-
nados por unafeliz avenencia. Pero todo fue inutil; de modo vio-
lento se dio con la puerta de Jano en las narices de la Minerva
cordial. Ya esta sudando sangre el costado del Putumayo y hay
cuervos de fiesta sobre la loma de Tarapaci.
La ruptura de las hostilidades, sin previa declaraci6n de gue-
rra, es la repetici6n del caso bolivio-paraguayo y la repercusi6n
mas remota de la salvajada nipona contra China. Oriente perfila
ahora su influencia en un sector de mis peligrosa constataci6n.
Siempre am6 Occidente escarbar novedades en la vitrina oriental.
En este resurgir de la adolescencia europeoamericana es curioso
notar c6mo se ejercita el don peculiar de imitaci6n del hombre
y del pueblo que arriba a la pubertad. En conflict consigo mismo,
ansioso de expresarse, busca, primero en el arte y luego en los
demis sentidos de la vida, los modos mis arduos de expresi6n;
desea ser comprendido y no obstante, se encierra en formas intrin-
cadas que resultan de su psicologfa anhelosa. V&ase c6mo en arte,
los nuevos abanderados de la imagen y de la metifora sublimada,
van a buscar al Jap6n y a China el m6dulo hermntico del "hai
kai" y a Madagascar el "hay teny". Pero el arte es taumaturgo y
ya la metAfora prestada al oriental, se occidentaliza con radiante
eficacia. Paralelamente, el ansia de liberaci6n del nuevo mundo
adolescent, quiere demostrar su inconformidad con creciente des-
den hacia las f6rmulas lentas. Se va aprisa. El "chiffon de paper"
estorba. Se ironiza mientras no hay quien se atreve a romper la
tradici6n. Pero de Oriente Ilega el primer gesto. El Jap6n ha deci-
dido echar al cesto las situaciones reguladas, y a despecho de ad-
vertencias, protests, conferencias y comisiones va a China y va
a Manchuria, embarcado en el impulse de dominio y expansion,
que es el motor de la adolescencia. Y el nuevo hai kai, sinte-
tizador de anhelos toma patente europea y americana. No se nos
diga que antes de ahora y antes de siempre, el mundo estaba acos-
tumbrado a estas guerras "sin derecho de guerra'; es cierto, pero
tambidn es cierto que siempre se observaron formalidades previas;
que precisamente, en previsi6n de esos conflicts se han creado
organizaciones tutelares como la Liga de Nadones y se ha consa-
grado la via arbitral. Cuando Napole6n Bonaparte, usurpador de
mas de cinco soberanfas, pas6 por sobre toda ley humana y con-
sagr6 el caso de falsa extradici6n del duque de Enghien, aquel
acto brutal repercuti6 como hazafia de bandolerismo en las entra-
fias mismas del derecho de gentes; la invasion de Bdlgica por Ale-
mania -cuya culpabilidad estA ain en tela de juicio- fue denun-
ciada por los pauses aliados como una monstruosidad social. Veni-
dos a juicio los hombres crearon la Liga de Naciones, que no ha
sido otra cosa que la ampliaci6n fotogrifica del proyecto boliviano
de Panama, hasta el punto de que el chispeante "Simplicissimus"
nos muestra en un dibujo a Wilson levantando en la mano una liga
de hombre, mientras por un balc6n de la mansi6n ginebrina, Sim6n
Bolivar se asoma y le advierte:
--Oiga, joven, esa liga es mia...
Pues bien, cuando ya se crefa lograda la mitad del camino
hacia la humanizaci6n de los sentimientos internaconales, surge
el mends violent y trAgico. Y surge, para mayor dolor del mundo,
en la casa del creador de la Liga de los Hombres, y es Bolivia,
la hija, y es Colombia, la amada primog6nita, y es el Per6, levan-
tado por 61 sobre los hombros de Sucre, entire las cenizas de Manco
Cipac, la realidad sangrienta del fracaso.
Esto nos hace considerar que si en el afio 26 se hubiera rea-
lizado plenamente el pensamiento boliviano, acaso hoy estarfamos
asistiendo a la mis dolorosa catastrofe ideol6gica del mundo: el
derrumbamiento del mis generoso suefio de solidaridad humana.
Y nos acomete, hasta pecar en el impulse, el deseo de arrojar la
vieja frase que pretend hacer blando el epitafio de los nifios que
no lograron caminar:
Mas vale asi, que aquel sueiio hubiera muerto al nacer.
25 de febrro de 1933
EDITORIALES DE ORVE
MOVIMIENTO DE ORGANIZATION VENEZOLANA
ABRIL Y MAYO DE 1936
EDITORIAL
SAado, 25 de bsril de 1936 NT 1
El Movimiento de Organizaci6n Venezolana lega a la Prensa
afirmando, como lleg6 a la tribune. Cada vez que tenga que negar
algo, lo hard con corolario afirmativo, que es el modo constructor
de negar.
Afirma ORVE que hay un orden cientifico, evolutivo, en
nuestro desorden. Antes de 1936 no habia orden, no obstante
la apariencia de normalidad; Venezuela era una hegemonia
desp6tica, un desorden paralizado, una tranquilidad con gusanos,
un cadaver de espaldas al orden.
Afirma ORVE que en la apariencia del desorden actual se esta
creando el verdadero orden. Orden es Movimiento; armonia es
Libertad. El debatirse de opinions es movimiento de ajuste. En
visperas del advenimiento de una conciencia national, suc&dense
alternatives de desplazamiento de actitudes y opinions; tras ello
sobrevendra el acoplamiento, surgira el sentido critic general y
continuara el andar, siempre adelante; armonia es Movimiento.
Y el Movimiento Venezolano pide Organizaci6n. De allf el nombre
que ostentamos: Movimiento de Organizaci6n Venezolana.
Para ello, NOS DEFINIMOS CON UNA PALABRA: PRE-
OCUPACION. Somos venezolanos de diversas extracciones ideo-
16gicas. Prescindimos de ellas, para dejarle todo el sitio a la
Preocupaci6n: Venezuela. Cada problema suyo seri considerado,
discutido, macerado hasta proponer a la consideraci6n general
una soluci6n ORVISTA definitive en cuya aceptaci6n muchos
orvistas habrin quizi relegado sus preferencias doctrinarias en
beneficio de la supreme raz6n venezolana.
Somos hombres sanos y de buena fe. ORVE es un mapa
de Venezuela sobre el que estamos inclinados; un mapa de pro-
blemas que se estancan como rios sin desembocadura. No nos
interest prevalecer en tal o cual ideologia; lo que nos interest
es que esos rios corran, que el alfabeto entire en el hombre de
cabeza sin descubrir; que las endemias desaparezcan; que la
riqueza national sea bien aprovechada; que la casa de Venezuela
se haga limpia y apta para que pronto hormiguee de razas dis-
tintas hasta el logro del bello hombre y la bella mujer que ban de
Iamarse venezolanos en el porvenir.
Contemplamos nuestro problema de adolescencia y no vacila-
mos en abordarlo. Nos interesan por eso las individualidades en
un sentido noble; no deseamos la colaboraci6n de ilustres egoistas;
amamos al gran Individuo de sentido colectivo, al hombre irra-
diante capaz de sentirse obrar para los otros venezolanos y por
los otros venezolanos. Queremos al hombre que sienta la respon-
sabilidad venezolana que tienen sus actos personales.
Venezuela, como America, esta en esa edad en que los nifios
hablan con dos voces; esa edad fea en apariencia, que empata la
infancia con la adolescencia. Es la edad mis peligrosa para los
nifios y para los pueblos. Un vicioso o un tirano podrian hacer
de ese nifio o de ese pueblo un corrompido o un escavo. Por eso
deben estar en vigilia los preparados, los comprensivos, los bien
intencionados. Aspiramos a que ese nifio se parezca mariana a l
mismo y no a los otros. En la soluci6n de sus problems aprove-
charemos ensefianzas de otros pueblos, pero nuestra pedagogia
repudiara en los casos concretos toda jurisprudencia preestablecida
como rasero. Recomendamos los libros a los que no los han leldo;
pero nosotros vamos saliendo ya de los libros para estudiar en el
cuerpo de nuestro hombre y de nuestra tierra; estos dos elemen-
tos modificaran profundamente cuanto venga de afuera. Haremos
jurisprudencia con las diversas soluciones que el mdtodo experi-
mental nos proporcione; y ofreceremos un procedimiento orvista,
una t&cnica orvista, una ideologia orvista, nueva, venezolana,
don de Venezuela a la America imprescindible. Una ideologia
que tendri algo de todas y much de ella misma, como derivaci6n
inmediata de nuestros problems concretados de una manera
t&nica.
Estamos seguros de ser 1itiles al Programa del 21 de febrero,
que tiene nuestra adhesi6n.
ORVE es una organizaci6n de hombres de studio; pero es
tambi6n una organizaci6n de hombres de movimiento. No hay
nada en 61 que no sea acci6n. Es un cuerpo armado, pero no de
pistolas sino de preocupaci6n y voluntad. Estamos anhelantes por
saber que hay dentro del alma national y hasta d6nde seremos
capaces de propiciarle el horizonte.
Desde la primera hoja de ORVE saludamos al Pueblo, al
Gobierno y a la buena Prensa de Venezuela.
EDITORIAL
Sdbdo, 2 de mayo de 1936 N: 2
No hay mas que una palabra con la que hay que estar bien:
la palabra Deber. Ya veo al humorista que me sale al paso para
decirme que para esa palabra no hay mis camino que la otra:
Pagar. Y no le faltaria raz6n. Deber es vocablo hibrido y largo;
verbo y sustantivo. Para todo venezolano de la hora present hay
que servir ese vocablo en su totalidad bic6fala: verbo y sustantivo.
Debemos much; intereses y capital. Y tenemos un acreedor
terrible: el Deber.
Son muchos los que creen que con haber sido menos culpables
que otros ya estin limpios de culpa. Y que con dar lo que estan
dando, ya lo han dado todo. Pues hay que dar much mis. No
es la hora de estar atacando y defendidndose por puro anhelo de
perdurar en la opinion. Conozco a alguien que despues de haberse
revolcado en todas las cosas impuras, descubri6 que todavia le
quedaba en el bolsillo un centavo de pureza y pretend comprar
con e' dos mil bolivares de sueldo. Estudie, piense, coseche su
centavo y en buena hora lo prospere en dignidad y estimulo.
Hagase buen venezolano, que todavia hay tiempo para sembrarse
y florecerse en esta tierra que da dos cosechas en un afio.
Deber es ante todo mensura internal, leal y desprendida. Es
saberse a sf mismo y saber para que sirve uno, d6nde lo necesitan
y que es lo mis que pueda dar por la obra coming. Deber Ulega a
ser renuncia y donad6n del orgullo. Deber es, no procamaci6n
de la poca o much pureza que nos quede sino reconocimiento
valiente de la much o infima impureza que tuvimos; y ello sin
parangonar lo poco sucio nuestro con lo much sucio de los otros,
porque una mosca en la sopa es lo mismo que una sopa de moscas.
El Congress Nacional no es un cuerpo informed, con una sola
cabeza; es un grupo de hombres de todas las regions del pafs;
hay much de malo pero tambidn much de bueno entire ellos;
con muchos de esos Senadores y Diputados hemos compartido
horas de desaliento y esperanza. No es al Congreso Nadonal sino
a esos hombres aptos para enfrentarse a la palabra Deber y
abarcarla en today su perspective anchisima, es a esos hombres a
quienes esta hablando el pueblo de Venezuela con palabra hist6rica.
La legalidad del actual Congreso es una legalidad plebiscitaria;
la Naci6n ha suplido a ese Congreso, frente a una emergencia
capital, la legalidad que le faltaba. Ese es un punto juzgado y
decidido. Pero ni uno solo de los congresantes dejart de com-
prender que el plebiscito no es la forma constitutional de elecd6n.
Ellos son, por voluntad de la Naci6n, representantes del pueblo
y de las entidades federales; pero ellos saben muy bien que fueron
los hombres del moment y que al suministrarles Venezuela su
autoridad era porque tenfa que usar la tnica mAquina deliberate
disponible y con estupenda comprensi6n de gran pueblo encauz6
por la via mis cuerda la aplicai6n de la Ley sociol6gica de la
Necesidad.
La disoluci6n de las CAmaras Legislativas despuds de sus
sesiones de este afio es algo que esta frente a la conciencia de esos
Senadores y Diputados honrados. El n6mero 6 del articulo 66 de
la Constituci6n Nacional y el articulo 73 de la misma Carta, les
dejan amplio margen.
El general L6pez Contreras acaba de demostrar que el Deber
puede comprenderse hasta mis all del cumplimiento; hasta la
renuncia. El general L6pez Contreras, por la primer vez en la
historic de nuestros mandatarios, pide al Congreso la reducci6n
del perfodo presidential. Renuncia por lo menos a uno o dos afios
de mando, cuando todos nos tuvieron acostumbrados al estira-
miento indefinido de los lapsos. Acaso ha comprendido que los
pueblos son como los nifios y quiere que no se mueran tantos
venezolanos sin ver siquiera tres presidents de Venezuela. Que el
Congress haga algo semejante.
Este pueblo tiene un siglo sin conocer ese lindo jugo, ese
hermoso palenque eleccionario. Generaciones enteras lo han igno-
rado. Nuestra juventud no ha conocido sino a un hombre. Hoy
suefia y quiere probarse; ya ha demostrado ante el Congreso
mismo que l puede asegurar un buen ensayo de democracia
elemental: el sufragio.
No se trata, pues, de pedir a los Senadores y Diputados que
se vayan porque estan marcados de ilegalidad; se trata de que ellos,
convencidos de que esa ilegalidad ha sido s6lo enmendada por el
apoyo plebiscitario de un pueblo comprensivo en un moment
de urgencias political, correspondan a la esperanza de ese pueblo
realizando el Deber hasta la renuncia y dejindole campo para su
verdadera iniciaci6n. Quiza el pr6ximo afio, en hermosa lucha
civic, muchos de esos mismos Senadores y Diputados vendrin a
los hemicidos del Palacio Legislativo investidos de una autintica
representaci6n legal, menos valiosa por si misma que por la
satisfacci6n infinite del previo renunciamiento.
EL ESCRITOR DE LA CIUDAD
Y EL ESCRITOR DE LA PROVINCIAL
El escritor de la ciudad describe. Viene de la calle de sortear
el trifico, de barajar con las orejas golpes de radio y de cornetas
y de pregones y de silencios inesperados. Llega del corrillo; sabe
una cosa mis; quiere una cosa menos. Llega del club; llega a la
ciudad que le da en delta febril la resultante etica de la naci6n.
Ha recogido alli, en la boca de la capital, el aliento terciado de
alientos convergentes. Al escribir le cae de la mano una borona
que se le imanta en sures y en nortes y en orientes y en occi-
dentes. Ansia resumirse y disgregarse a la vez en orientaciones
sobre la cuartilla que se le hace mapa y se le va. Escribe; viaja,
en viaje a degas, sospechando los rios, las cordilleras y los llanos.
Anhela captar la travesia sobre la tierra actual, sobre su Vene-
zuela y su Brasil y su Colombia y su Mexico, que estin viviendo
hoy al lado suyo; quisiera mirarla aquf en su gabinete, viajandole
la pluma chapetona. Pero no puede dar todo el viaje y por fin
se entrega a la baqufa de su elocuencia hist6rica.
Y es que el no haber querido conocer todo el paisaje de su
tierra, el no haberse ido por ella, le hace refugiarse ahora en la
historic. Llega a pensar que el llano y la cordillera son cosas en
ruinas por donde pasaron grandes muertos. C6mo perdi6 la hora
de ver a Arauca davarse en Orinoco! Y de ver empuntarse por
el ojo azul de Campoma los dos golfos de Oriente! Y de ver
sembrarse el ovejo serrano y cosecharse en la flor arropada del
frailej6n! Un dia pudo career que la provincia no tenfa mas
posibilidad emotional que la historic. Y la dej6 sola, porque para
lo que 61 queria de ella, la tenia ya en el archive. Y Apure era
Mucuritas y El Yagual y ciento cincuenta muertos a caballo; y
Cumana estaba en el Perd mandando una batalla muerta donde
cafa prisionero un Virrey muerto; y Trujillo era un gran muerto
decretando mil muertes o abrazando a otro muerto.
Este es el escritor que esta escribiendo alli, sobre su maqui-
nilla y tiene a su lado a la provincia, metida en un libro. Y puede
Ilegar a career que alli, desde los dfas de Ayacucho, ban cortado
los Arboles, con todo y garzas y con todo y cantos y los han
puesto a disecar tambidn entire las hojas de su libro.
La maquinilla es el duefio del mediodia en este mediodia
provinciano. Salta graneada al hueco del campo que la recibe en
duermevela. Preside los mil susurros y rie friolenta de piedra en
piedra de la quebrada vecina.
El escritor del campo, el escritor de provincia describe. Viene
de la calle que se anda al paso y se detiene en una plaza; viene
de una charla lenta, untada de pausas anchamente respiradas.
Sonre; recuerda el chisme, gustado sin prisa, en el zaguan refres-
cante. Cavila; destrenza la madeja de motives que dej6 el arriero
a la puerta; esta maiana fue al campo y se baii6 en la poza,
desnudo y solo; y entr6 al rancho o fue a la quesera o bebi6
leche amanecida de la vaca. Y se sabe su campo y se sabe su
valle y su hombre y su mujer; y se sabe su voz y su silencio.
La casa tiene un patio encuadrado por columns, cefiido por
corredores, lovido y cantado de fronda. Va sobre baldosas grises
o sobre ladrillos rojos. Por el techo asoma un molino o se derrama
un bucare. Cantan; alguien canta; un pajaro, una mujer con las
manos metidas en el jab6n; un trbol. Y despuds hay un silendo
largo, como para meter una gran palabra.
Esta solo. Al escribir, cae su tierra al papel y allf se estA,
regada, sembrada, verdecida. Y all, a su sombra se tiende l a
viajar en la siesta.
No quiere mirar a los lados. No se atreven a arrimirsele los
caminos. Uno solo esti al frente, tirando de sus pies: el camino
de la capital. Va y viene, sin moverse, como si tuviera miedo
de ir a pie. Pero el sabe que levaria su cesta con su tierra
cosechada. Y goza su irrupci6n a la calle caudalosa de la urbe,
con su campo a cuestas, arropando el preg6n con el aroma de la
conciencia provinciana.
Ahora estan juntos. Consideran el tiempo en que estuvieron
sin mirarse. El escritor de la ciudad y el escritor de la provincial
se han encontrado. jD6nde? En la fantasia de un hombre que es
mas Venezuela que ellos dos, porque la tiene en los cinco sentidos
y en e sexto que le dieron los viajes: un agent viajero. Los ha
lefdo a ambos y los lleva en coloquio por la sabana, al dos y dos
de un bayo triste.
Platican. Se conocian, asi, de lejos, como muertos de la
historic.
-Es cierto. Los que han venido de la ciudad se han Ilevado
las manos nuevas. Los que han ido de la provincial tienen los ojos
nuevos.
-Marisela, Santos Luzardo... Todo eso brot6 de dos meses
de Ilanura entire las manos del mas grande de nuestros novelistas.
Aqud es un maestro de escuela. Antes de venir por aquf, su
geograffa debi6 ser algo terriblemente angustioso. Como la geo-
graffa de los navegantes que aman navegar. Sufrira la desespera-
ci6n de tenernos en mapa, como rayas sin vida. Hasta que se lanz6
a los caminos. Su bongo por Apure, iria como un puntero en la
mano del maestro de escuela. Se llev6 la mas hermosa lecci6n de
geograffa spiritual que ofrecer a los hombres. Y los que salen
de aquf para la capital llegan alli como esponjas, avidos de
hundirse en aquel cruce de aguas; y salen empapados del licor
derivado de toda Venezuela metida all.
-Pero dejan alld, cuando sultan el agua, su sabor espedfico,
prfstina reserve de su alma provinciana.
-Seria de desear un nexo voluntario entire el escritor de
provincia y el escritor de la capital. Alguna instituci6n que los
mantenga en contact director, de mano a mano, de vision a visi6n.
Y entire los escritores de provincial a la vez. Esto harfa una red
de inteligencias artisticas que colaborarfa de modo definitive en
el process de unidad y en la certera comprensi6n de lo que ha de
ser un arte national, adjetivo de un arte americano.
El agent viajero canta un canto suyo, arbitrario, en que
empata coplas serranas, Ilaneras y orientales con un picaro cumaco
de su dudad. Ya no se acuerda de nada. Va adelante, al pueblo
que viene hacia d con una novia, como todos los pueblos que
esperan a un viajero.
ORVE, N. 2, umyo 2, 1936
EDITORIAL
Sbado, 9 de mayo de 1936 N? 3
No es, por desgracia, poco frecuente entire nosotros el caso
del Senador doctor Risquez. Abunda en Venezuela el ilustre tipo
del sabio monocultivado. Un Luis Razetti -que falta hace Luis
Razetti!-, un Elias Toro, un Guillermo Delgado Palacios
-muertos los tres-, son ejemplares ins6litos en el apacible
Senado de nuestra ciencia medica. Y no vale alegar "la division
del trabajo mental" ni que la especalizaci6n reclama total dedica-
c6n a tal o cual material para mayor eficiencia del especializado.
Al lado del ramo principal de conocimientos de un hombre de
ciencias que se estime, ha de figurar, indispensablemente, un
acervo de conocimientos generals, un porcentaje decent de
enciclopedia que les permit alternar con los hombres de las
ciencias afines y cumplir ademas con los primordiales deberes
de la political. El insigne parasit61ogo que ignore a Fausto podra
saber much parasitologia, pero no sera mis que una maquina
de saber cosas. El gran cirujano que no conozca El Contrato Social
no podra ser un ciudadano complete. El m&dico que diga que
todo el socialismo es comunismo y que el socialismo esta prohibido
por la Constituci6n venezolana, no podrd -ni deberd, por con-
ciencia- aceptarle un cargo de Senador ni al general Juan Vicente
G6mez, etc., etc., etc.
Hemos ofdo a Widal, blas6n de la ciencia md&ica francesa,
en una conferencia sobre arte hist6rico en la Universidad de los
Annales; hemos oldo a Marcel Labbl -segin rumors el Ponti-
fice de la Diabetes o algo asi- charlar sobre pintura con magistral
propiedad y hemos visto cuadros suyos expuestos en el Sal6n de
los Independientes; hemos visto delicosas acuarelas de Antonio
Maura; hemos lefdo a Marafi6n y a Carracido -el Maestro de la
Qufmica Biol6gica espafiola-- y escuchamos de labios de 6ste un
proyecto de "construcci6n experimental de una America clinica,
que mostraba al hombre sabio, al idealista y al autodidacto. Les
hemos oldo, les hemos lefdo, ninguno de esos hombres ignora las
enormes diferencias que hay entire el Colectivismo y sus derivados,
el socialismo agrario, el sindicalismo, el fabianismo, los socialismos
belga y francs, la socaldemocraca, etc., y el comunismo, todas
ramas emparentadas, pero hondamente diferenciadas en la reacci6n
modern contra el "laissez faire" liberal. Ninguno de ellos habria
sido capaz de confundir un plan de educaci6n daltoniano, chileno,
italiano, espafiol, uruguayo, con el plan sovi6tico. Ninguno de ellos
ignora que los rusos sovietizaron el plan Dalton hasta el punto
de que result algo polarmente distinto a su original. Y si alguno de
ellos lo ignorara, se abstendria much de levantarse en el seno
de la representai6n naconal de su pals a decr cosas mas propias
de un monaguillo que de un estudiante de primer afio de Derecho.
Hay que decirlo mil veces: Es precise darles libros a nuestros
sabios; es precise que nuestros sabios sepan.
El inciso 6 del artfculo 32 de la Constitud6n Nacional prohibe
la propaganda del comunismo en Venezuela. No hay ninguna dis-
posici6n legal que prohiba la propaganda de las demis escuelas
socialists. Es precise ensefiar al Senador Risquez y a sus colegas
que entire las mencionadas Escuelas Socialistas hay dos denomina-
dos Socialismo Cat61ico y Socialismo Protestante. eSon inconsti-
tuconales? Y advertirles tambidn que el comunismo se diferencia
de las otras escuelas principalmente en que preconiza la abolici6n
de la propiedad mientras que las otras, con grandes limitadones
en cuanto al sindicalismo, dejan en pie el menconado derecho.
Pero todas ellas abogan por la intervenci6n del Estado en la edu-
cac6n. El Estado esti interesado en la formaci6n del future cu-
dadano; quiere que el sea libre y vaya a la iglesia si quiere, y que
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