JUNTA PARA AMPLIACI6N DE STUDIOS E INVESTIGACIONES CIENTIFICAS
CENTRO DE STUDIOS HIST6RICOS
ARCHIVES DE
LITERATURE
CONTEMPORANEA
NUM. V
INDICE
LITERARIO
DICIEMBRE
1 9 3 2
MADRID
/
ANO I
ARCHIVES DE LITERATURE CONTEMPORANEA
INDICE LITERARIO
Publicari al afio diez cuadernos, correspondientes a los meses
de enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, agosto, octubre, no-
viembre y diciembre. Se propone informar puntual y objetivamen-
te, a los estudiosos de nuestra literature y al p6blico en general,
sobre la producci6n literaria espafiola contemporanea, dando re-
sefias o analisis sumarios de libros de reciente aparici6n, incluy6n-
dose asimismo, en su caso, en cada ntimero de INDICE LITERARIO,
trozos de las critics mais importantes que hayan suscitado en la
prensa, al salir a luz, las obras resefiadas.
PRECIOS DE SUSCRIPCION
ESPA A. .................................... 10 ptas. (afio).
EXTRANJERO.................................. ... 12 2 ( > ).
Espafia.... 1,-
Numero suelto... . . . . . . .. ... Extranjero.. 1,25
CENTRO DE STUDIOS HISTORICOS.- MADRID
MEDINACELI, 4.
SUMARIO DEL NUMERO V
Piginas
1. Amiel, o la timidez...................... 133
2. Resefias:
a) Novela y narraciones. .............. 138
b) Ensayos literarios .................. 147
c) A ntologias ......................... 151
d) Poesia........................... 151
) r I. Obras publicadas.. 152
II. Estrenos ......... 153
Literature hist6rica:
f) Biografia......................... 155
g) Temas contemporAneos............. 162
ARCHIVES DE LITERATURE CONTEMPORANEA
INDICE LITERARIO
ARo 1. NUM. V. CENTRO DE STUDIOS HISTORICOS DICIEMBRE 1932.
MEDINACRLI, 4 -MADRID.
AMIEL, 0 LA TIMIDEZ
Este nuevo libro del doctor Marafi6n no es una biografia de
Amiel; no es tampoco un nuevo studio del enorme diario del pro-
fesor ginebrino. Se trata, en realidad, de un ensayo sobre la timi-
dez, para el que escoge el autor como sujeto a Enrique Federico
Amiel, por juzgar su caso much mis denso, mis copioso en da-
tos que el de ninguno de sus clients contemporaneos. Amiel le
parece a Marafi6n ejemplo excelso de una cierta forma de timidez,
y el libro present se contrae a atacar la figure de Amiel, no en
toda su amplitud biografica, sino por este flanco, el mAs vulnera-
ble de todos los que present, y que permit a Marafi6n Ilegar en
su juicio a iluminaciones certeras y felices. Precisamente esa limi-
taci6n y sabia economic son uno de los mejores m6ritos de la pre-
sente obra. En vez de intentar abarcarlo todo, para quizA quedarse
luego sin nada entire las manos, como tantos bi6grafos de tipo
exhaustive, Maraii6n acota el foco de interns de tal suerte, que
intensificando en 61 sus conocimientos de bi6logo y su sagacidad
psicol6gica, logra una aportaci6n de sumo valor, por este camino
parcial, al total conocimiento del autor del Diario.
Por muchas y varias vicisitudes ha pasado, en no muchos afios,
la fama de Amiel. Lo primero que conoci6 el mundo de la vasta
mole del Diario-la edici6n de Fanny Mercier y de Scherer-, cre6
una figure parcial del escritor. Como dice Marafi6n, el Amiel que
se conoci6 hasta el siglo xx era un personaje artificial, a ratos pen-
sador, a ratos vagamente lirico, siempre en una posici6n de rigor
puritano; lo que interesaba en Amiel era el valor literario y moral
de su obra. Pero poco a poco se han ido revelando mas fragmen-
tos de esas 16.000 paginas que constituyen el Diario complete.
La publicaci6n de esos nuevos fragments deshacia la antigua
imagen, por todas parties agrietada y quebrada por las revelacio-
nes que contradecian totalmente lo que sabiamos de Amiel. Pero
de entire las cenizas de ese Amiel falsificado por la critical moder-
na, el Amiel literate, el Amiel moralista o pensador, surgia un ser
nuevo: el hombre Amiel. Era la vision de un espiritu atormentado,
en plena contradicci6n de sus potencias interiores, y que recogia,
sin dejar escapar uno, con espiritu de relojero, como ha dicho uno
de sus bi6grafos, todos los tic-tacs de su maquinaria psicol6gica.
Amiel dej6 de ser lectura ejemplar y pasto de ficiles idealismos.
Fu6 ganando en poderosa atracci6n para el psic6logo, para el bi6-
logo o el psiquiatra. Alguien pensaba de 61 que era un alma selec-
ta, uno de los elegidos por su superioridad de espiritu. Hoy, tal
opina Marafi6n, mas bien se le condenaria a un sino de hombre
mediocre, vulgar, pero que tuvo el genial acierto de salvar su me-
diocridad del final aniquilamiento, recogi6ndola con minuciosa y
cruel puntualidad en este gran libro de confesi6n. Algo semejante,
quizi, a lo que acontece a un hombre tan distinto de Amiel, en
ciertos sentidos, tan lejano en tiempo y en espiritu, pero que se
entreg6 con igual paciencia a la improba tarea de magnificar los
infimos hechos de su vida diaria. Nos referimos al diario de Sa-
muel Pepys.
Marafi6n ve a Amiel como victim de su tragedia intima, la
cual no es otra que la desarmonia entire su instinto sexual y la rea-
lizaci6n de ese instinto, desarmonia por timidez. Pero dentro de
los mecanismos de la timidez-y aqui entra ya Marafi6n en el te-
rreno mis t6cnico de su estudio-hay various grades que conviene
distinguir cuidadosamente. Con respect a la evoluci6n del instin-
to sexual, nos hallamos entire cuatro etapas: 1.a, la del objeto in-
especifico, en que se busca confusamente a otro individuo cual-
quiera; 2. la del sexo in genere, en que atrae el sexo opuesto en
su totalidad; 3. la del grupo o tipo, en que el instinto se encami-
na a un determinado n6mero de personas del otro sexo que poseen
caracteres comunes; 4.a, la etapa individual, en que el instinto es-
coge, de todo el otro sexo, un ser 6nico. Don Juan, por ejemplo,
figuraria en la 2.", ya que para 61 lo atractivo son las mujeres en
general, el sexo opuesto e indiferenciado. En cambio Amiel habria
de ser colocado en la 1ultima y, dentro de ella, con una especial
caracterizaci6n. Amiel era timido frente al amor, y no precisamen-
te por inferioridad viril, sino por supervirilidad. Toda su vida esti
obsesionado por las mujeres; el mismo nos confiesa que, a sus
cuarenta y dos afios, la sociedad de las mujeres es su felicidad mis
direct y segura. Pero, segun confesi6n suya propia, y evidente-
mente sincera, no desea conquistar ni poseer. Bien expresivas son
sus palabras:
el fondo mas que una investigaci6n... Es la enfermedad del ideal-.
Amiel esti de lleno en la etapa puramente monogamica del ins-
tinto sexual. Pero es mis: ese tipo de mujer uinica que la monoga-
mia exige es, para Amiel, un arquetipo ideal de hallazgo casi im-
posible. Nada mis desconcertante, en su vida, que su continue re-
laci6n con mujeres que le admiraban y le querian sin limits, y su
escasa, casi nula experiencia amorosa. Con fina agudeza ve Mara-
fi6n la clave en el hecho de que a estos idealistas del amor les
arredra el terrible trance de contrastar su ideal con las mujeres de
la realidad. Amiel ha llegado a supervalorizar lo femenino, y sien-
te un miedo terrible de que el contact, no ya con lo femenino
ni con la mujer en abstract, sino con una determinada mujer de
care y hueso, eche por tierra toda esa vasta e involuntaria cons-
trucci6n biol6gica de su idealizaci6n. En sus obras abundan las
confesiones sobre el tormento que le producia la curiosidad sexual
insatisfecha. Desde niiio, dice, la sexualidad fu6 su N6mesis, su su-
plicio. En lectures y en pensamientos, esti rodeado Amiel de in-
cesantes tentaciones a las que nunca quiere ceder, no obstante las
oportunidades que tiene tan cerca; y asi se da el raro caso de que
su 6nica aventura amorosa consumada, su finico conocimiento di-
recto y complete del amor, lo tenga pasados los cuarenta afios y
no le produzca la menor impresi6n. Dice despues de su entrega a
Philine:
apenas nada. Y describe mas tarde, refiri6ndose al amor, una frase
terrible en lo que tiene de irremediablemente condenatoria a una
idealizaci6n infecunda del amor: La poesia vale infinitamente mas
que la realidad. Encuentra Maraii6n en esta postura algo seme-
jante a la de otro hombre hist6rico, muy superior ciertamente al
professor ginebrino: Leonardo de Vinci, que fu6, seg6n nuestro
autor, un timido por superdiferenciaci6n de su instinto. En la Leda,
la copia del desaparecido cuadro leonardesco, el cisne representa-
ria todo lo brutal, lo grosero que hay en el instinto de posesi6n, y
junto a 61, la mujer, que debe permanecer limpia, impoluta dentro
de la atm6sfera de idealizaci6n en que la envuelve este g6nero de
timidos superiores.
Pasa revista Maraii6n a las figures femeninas que convivieron
con Amiel. A esta Philine, a quien estuvo reservada la suerte d
proporcionar al author del Diario su 6nica y no repetida experien-
cia amorosa. A Fanny Mercier, a la que conoci6 cuando tenia
treinta y seis afios y ella veintiuno, y que le consagr6 durante
toda su vida y despu6s de su muerte una devoci6n y un carifio sin
par, un dechado de amistad de los mis hermosos de la historic, ya
que Fanny, despu6s de acompaniarle en toda su vida, es la que
public su Diario. Habla luego de Berta Vadier, que tuvo much
de secretaria de Amiel, de auxiliary utilisima, de novia; en casa de
Berta, adonde fu6 a vivir en compaiiia de la madre de ella, muere
el escritor. Las dos mujeres estuvieron durante toda su vida irre-
sistiblemente atraidas, sometidas totalmente en espiritu a Amiel,
que nunca-aun sabiendo que era amor complete lo que ellas le
pedian-se atrevi6 a pasar de su timidez, desvalorizandolas corn
se ve en tantos pasajes de su Diario, para justificar su actitud de
reserve, de egoismo, su resistencia a entregarse. Revela, ademas,
Maraii6n, con datos nuevos y por primera vez aprovechados, una
nueva figure femenina, la que denomina la Ninfa vengadora, a la
que Amiel llamaba, con su constant afici6n a esconder y variar
con seud6nimos las personalidades de las mujeres que le rodea-
ban, Egeria. Caracteristica de todas las amantes de Amiel fu6 la
adoraci6n sumisa, casi el fanatismo. Amiel jugaba con ellas a toda
clase de juegos sentimentales, sin compasi6n alguna por sus posi-
bles sufrimientos, y sin que nunca ellas dejasen brotar chispas de
rebeli6n. Pero esta Egeria, cuyo nombre verdadero no nos es dado
conocer todavia, despu6s de pasar por una etapa de sometimiento
incondicional, se rebela, rompe y desempeiia luego un papel un
tanto p6rfido al lado de otra de las amantes, de la amante afortu-
nada, Philine, inspirindole dudas respect a Amiel, y enredandola
en una amistad de dudoso caracter. Pero-insiste una vez mas
Marafi6n-este hombre rodeado de mujeres que fu6 Amiel, en
nada se parece a otros varones que asimismo dejaron transcurrir
su vida entire una double fila de formas femeninas. No. No es un
Don Juan ni un Casanova, ya que Don Juan lo que desea, en ple-
na actitud de cinismo, es el sexo indiferenciado, en tanto que
Amiel anhela a la mujer superdiferenciada, a la mujer inica. Una
Fanny, una Berta, una Philine, no pensaban ciertamente encontrar
en Amiel deleites sensuales, sino descanso del animo, inteligencia
y protecci6n. Amiel era confesor suyo, y Marafi6n compare la tic-
tica confidencial de Amiel con la del confesor mas que con la del
psicoanalista, seg6n han sugerido otros.
por exceso en el escrupulo; esta fu6 la tragedia de Amiel,. El cual
debe sin duda ser colocado en una categoria superior de varones,
pero no en el rango de hombre superior. Amiel no supo llevar,
por falta de genio, aquella superioridad, y ella misma es la que
con su enorme peso le hizo rodar por la vida,
vencido.
Tal es la consecuencia a que Ilega Marafi6n en este ejemplar
studio. Escrito con sobria soltura, marca sin duda un moment im-
portante en la historic del ensayismo espaiiol modern, y eso por-
que Marafi6n se ve siempre asistido del talent just para juzgar
a un escritor, tenido principalmente por un literato insigne, desde
el punto de vista en que mejor le domina y rmis le aclara: el de la
tecnica biol6gica. Nunca se pierde en esta obra el prudent equi-
librio entire las necesarias aportaciones de tono cientifico y el in-
teres human, la claridad de expresi6n indispensables en toda obra
literaria. Cuando se haga el studio del ensayismo espafiol con-
temporaneo, habra que tener muy en cuenta, despues de la fase
primera del gran ensayismo de t6nica literaria pura, empapado de
ideas generals y de nueva sensibilidad (Unamuno, Azorin, Ortega
y Gasset), a ese grupo de ensayistas que, partiendo de disciplines
cientificas al parecer much mas cerradas-Biologia, Derecho, Me-
dicina, Filologia-, traen al campo de las letras intereses e inquie-
tudes que enriquecen considerablemente su panorama. Son los
ensayistas medicos, los ensayistas jurisconsultos, los ensayistas
fil6logos. Todo el acierto, en este sector de escritores, estriba en
la ponderaci6n de los dos elements conjugados en su obra. El
punto de partida, la ciencia, y el punto de Ilegada, la literature. En
ese sentido llamibamos al ensayo de Marafi6n ejemplar.
RESE1 AS
DB LIBROS PUBLICADOS DE NOVIBMBRE A DICIEMBRE DE 1932
A) NOVELA Y NARRACIONES
IRIBARREN (Manuel).--Retorno. Espasa-Calpe, S. A.-
Bilbao.-Madrid, Rios Rosas, 24.-Barcelona, Cortes, 579.-282
piginas, 8. m.-Pesetas 6.
Pres6ntasenos en Retorno la biografia de Ignacio Quintana
Azpiri. Primero, la infancia triste, en un pueblecillo burgal6s. Ig-
nacio ha perdido a su padre en sus primeros afios; cuando atin no
ha cumplido los diez, contrae su madre nuevas nupcias con un
chamarilero, vascongado como ella. Al pueblo del marido se tras-
lada el matrimonio, dejando a Ignacio, por voluntad de 6ste, al
cuidado de su tio Pedro. Ignacio empieza a aprender un oficio;
guard luego ganado. Escasas veces vuelve a ver a su madre, nada
dichosa en su nuevo matrimonio. Adolescente ya Ignacio, lo lie-
van a casa de la madre, enferma. Cuando el tio y el sobrino llegan
al pueblo del chamarilero, la desventurada mujer ha muerto, de-
jando un niiio reci6n nacido. Vuelve Ignacio a su aldea, donde
sigue hacienda la vida de siempre. Mozo ya de diecinueve afios, en-
tra a servir en casa de los Pumarifio, ricachos de su mismo pueblo,
de trigica historic, de cuya familiar s61o queda la heredera, Teresa
Pumarifio- diecisiete afios en que rebrota el morboso tempera-
mento de su linaje, movi6ndola a excitar de continue a Ignacio.
Un dia de fiesta les sorprende a los dos la tormenta en medio del
campo. El caballo que monta Teresa se espanta y despite a la ama-
zona. Esta y su espolique se refugian en un aprisco donde, a cu-
bierto del temporal, se entrega Teresa al peligroso juego de hos-
tigar los apetitos de su acompaiiante. Y ocurre lo inevitable. Un
agrio secret yace desde ese instant entire los dos. La sefiorita no
cesa de acosar con su sensualidad al criado, cuando estin solos,
para perseguirle luego en public con su rabiosa ojeriza. Ignacio
rompe un dia los lazos que le van envolviendo, y emigra a M6jico.
En la emigraci6n se gana la vida en diversos trabajos, pasando
por numerosas aventuras. La casualidad pone cierto dia en su ca-
mino a un espaiol que viaja acompafiado de su hija, casi una
nifia. El coche de los viajeros ha sufrido un accident. Ignacio
les presta ayuda y queda en relaciones de amistad con ellos. El es-
paiiol tiene un comercio en determinada ciudad del Norte de M6-
jico. Meses mis tarde, alli se encamina Ignacio, que siente nos-
talgias de hogar. Al lado del espaiiol pasa dos afios, primero como
dependiente, como consocio mas tarde. Durante ese tiempo se
formaliza un noviazgo entire 61 y Maria, la hija del viejo espafiol.
Cuando los dos j6venes se disponen a confesar al padre de ella
sus amores, una partida revolucionaria asalta y desvalija el co-
mercio del espafiol y da muerte a 6ste. Ignacio y Maria consiguen
a duras penas huir, despu6s de esto. Ya en salvo, se casan. Ignacio
ensaya nuevas profesiones para sostener a su mujer y a los hijos
que les van naciendo. Despu6s de probar fortune una vez y otra,
se establece en una hacienda. Un temporal de aguas le deja total-
mente arruinado. En ese trance, encuentra Ignacio entire unos
papeles el testamento de su tio Pedro, que ha muerto afios atras,
dejandole por heredero de su casucha y de sus tierras. Y a Espa-
fia se dirigen Ignacio y los suyos. Ya en la aldea, la envidia, la
gazmoiieria pueblerinas, confabuladas, mueven en torno a los reci6n
llegados una guerra sorda y tenaz. Ac6sase a Ignacio de ateo por-
que no va a misa; se le niega el pan y la sal, e incluso se trama
una conjura para despojarle de sus bienes. Quien dirige el tingla-
do, con hip6crita puritanismo, es justamente Teresa Pumariiio,
temerosa de las intenciones que Ignacio pueda traer. En vano es
que defienda a 6ste el parroco, que lo conoce desde niiio y es,
ademas, confesor de Teresa, circunstancias que desde el primer
moment le han permitido ver claro en el fondo de la ofensiva
contra el
aminorar los rigores de la conjura, Ilegando a un acuerdo en vir-
tud del cual Ignacio vendera sus tierras y su casa y abandonara el
pueblo. Accede Ignacio, asqueado. Por entonces recibe una visit
inesperada, la de Gabino Lejona, su hermanastro, al que s6lo una
vez ha visto-la ultima que vi6 a la madre de ambos, que acababa
de morir. Gabino, afable y simpitico, aunque con cierta petulancia
mitinesca y demag6gica, se muestra carifioso con su hermano, y le
propone solicitar la plaza de conserje, vacant en la Central el6c-
trica en que 61 trabaja. Decidese Ignacio a seguir su consejo, y a
poco se instala con su familiar en la Central. Su vida en esta da
lugar a un capitulo, escrito en forma dramatica, en el que vemos a
Gabino cortejar a su cufiada, cada vez con mayor osadia. Rechaza
ella sus importunaciones y sufre en silencio, por evitar que Ignacio
llegue a enterarse de nada. Pero Gabino, que no ceja en sus pre-
tensiones, llega, en su acoso a Maria, a abrazarla; y abrazados los
sorprende Ignacio, sin ser visto de ellos. Desde ese instant le tor-
turan los celos y el ansia de venganza. El silencio de su mujer, que
toma por disimulo, acaba de agravar la situaci6n. Una noche se
desborda el rio, con la tormenta. Ignacio y su hermano se dirigen a
la sala de miquinas a reparar una averia que ha fundido la linea
el6ctrica. Gabino baja al pozo, a limpiar las turbines. Un torrente
impetuoso invade de pronto el pozo, arrastrando consigo a Ga-
bino. Pasado el primer instant de horror, Ignacio se lanza a la
orilla del rio, buscando algfin rastro de su hermano. Cuando vuel-
ve a casa, deshecho, sobrecogido de espanto y sinti6ndose, en el
fondo, culpable en cierto modo su mujer, al enterarse de la des-
aparici6n de Gabino, no puede contener un grito de horror: <'Qu6
has hecho?. Los dias que siguen a la muerte de Gabino abren una
negra sima entire los dos esposos. Ella sigue sin hablar, mientras 61el
siente su coraz6n envenenado por la duda. Al poco tiempo, de-
jando para siempre la Central, la familiar se traslada a un pueblo
del litoral vasco, donde Ignacio monta un negocio de maderas, a
medias con un traficante del pueblo. En su casa persiste la tirantez
de relaciones. El no acierta a dominar su orgullo y hacer las paces
con su mujer, ni ella, por su parte, se siente capaz de dar el pri-
mer paso. Santiago, el mayorcito de los hijos, empieza a darse
cuenta oscuramente de que algo distancia a sus padres. Ignacio, al
poco tiempo de instalarse en el pueblo, se entrega a la bebida y a
la frecuentaci6n de amistades poco recomendables, sin que Maria
le dirija el mcnor reproche. Por un moment siente 61 deseos de
acabar con sus propias dudas e intentar el retorno a la pasada cor-
dialidad conyugal. Pero sus buenos prop6sitos no s6lo no le im-
piden seguir dandose a la vida de disipaci6n, sino que se hace
amante de Ester, criada de una sidreria en donde pasa Ignacio las
horas con sus amigotes. Tales relaciones constituyen el escanda-
lo del pueblo. Ignacio, al volver una mafiana a su casa, se encuen-
tra con que Maria ha desaparecido, llevandose a sus hijos. Nada
hace 61el por descubrir su paradero. Ester se encarga de envol-
verle en olvido, y acaba por irse a vivir con 61el en la casa abando-
nada por la mujer y los hijos del amante. Este, dominado por la
desidia, deshace la .sociedad commercial en que habia puesto su di-
nero y su trabajo. Ester, al saberlo y ventear dinero fresco, pro-
pone un viaje a San Sebastian. Acepta Ignacio. De camino se de-
tienen en Pamplona, alojandose en una casa de hu6spedes en que
sirvi6 Ester en tiempos, y donde present ahora a Ignacio como
su marido. La ciudad esta en fiestas, y Ester en sus glorias. Igna-
cio, en cambio, se siente hastiado. Surgen disensiones entire los
dos, y Ester, despu6s de una rifia, abandon a Ignacio, que se
queda unos dias en Pamplona, a disgusto consigo mismo, hasta
que por fin, sospechando que Maria y sus hijos est6n en casa de
una anciana parienta de ella, decide ir en su busca. Cuando se di-
rige a las oficinas del autom6vil de linea, distingue de lejos una
figure femenina conocida. Cree estar sofiando. Dominandose, sigue
a ia mujer, y llega tras ella al Hospital provincial, donde la ve en-
trar. En la porteria le informan de que la mujer a quien ha venido
siguiendo tiene un hijo a la muerte... Ignacio, acongojado, corre a
la cabecera del enfermo-de Santiago, su hijo-, que en los tres
meses que Ilevan separados ha ido consumi6ndose de pena, perdien-
do la vida por dias. El niiio le recibe con lagrimas de alegria. -
c6mo ha vuelto?, dice a su madre. Y 6sta perdona, sin palabras.
A la cabecera del hijo, que muere a las pocas horas, los esposos
se oprimen las manos .en un pacto mudo de eterna concordia.
Y dos dias mis tarde, Ignacio, devuelto dolorosamente al amor,
siente, en los funerales de su hijo, que empieza a recobrar la fe,
perdida hacia tanto tiempo.
yectabase hacia el hogar sencillo y resignado, obediente a los de-
signios del Sefior. iAquel si que era un verdadero retorno!-. En
el pr6logo de la obra expone el autor sus ideas sobre puntos tales
como la moral y la verdad literaria, la novela y el ambiente y los
personajes novelescos, etc. [115]
DIEZ-CANEDO (E.).- [El Sol. Madrid, 4 de diciembre
de 1932.]-.... Lo important aqui es el mundo moral, la profundi-
dad con que estdn estudiados los caracteres, apenas alterada por
cierta tendencia amplificadora en la expresi6n, signo de abundancia
que promote una madurez sobria e inteligente. No importa que Igna-
cio, su mujer, Maria, Teresa Pumarilho, Ester y las otrasfiguras sean
getre vulgar, de la que uno se tropieza en el mundo. %Sencillo y com-
plicado a la vez- dice de su protagonista. Lo sencillo lo salva. En
su relaci6n con los demds, esa fidelidad a su ser intimo, que se re-
cata siempre y lo lleva a la accidn noble o a la bajeza, es su tim-
bre mejor.
-...La crudeza de algtin pasaje, la vivacidad direct de alguna
expresidn, bien compensadas estdn por el anhelo de calma, de paz,
de hogar, latente en el muchacho como en el hombre, cuyo castigo
es la catdstrofe que viene a herirlo no en si mismo, sino en la came
de su carne...
...No es [el autor] un revolucionario, no. Ni en lo politico ni
en lo literario.
>Pero es-puede ser, sobre todo-un escritor interesante si cul-
tiva sus cualidades hondas, modera fdciles superabundancias, se
desprende de preocupaciones initiles. Como libro de iniciacidn en
la carrera literaria, pasadas las primeras tentativas oscuras, -Re-
tornoa es un buen libro, capaz de definir y decidir una vocaci6n que
ojald tenga reservadas para el autor muchas victorias>.
JUARROS (Dr. Cdsar).-El adulterio de un hombre infeliz.-
J. M." Yagiies, editor. Madrid.-287 paginass, 8.-Pesetas 5.
Don Jos6, bur6crata ordenado y mediocre, cas6 sin amor, en
sus afios mozos, con Dofia Jesusa. Esa inicial falta de amor ha ido
hacienda cada vez mis honda la separaci6n entire marido y mujer.
Esta ultima, boba, rezadora y frigida al tiempo de casarse,
agriada, insatisfecha, hist6rica despues de largos afios de vida ma-
trimonial, no perdona desabrimiento, injuria ni escena de recrimi-
naciones-de preferencia ante testigos-a su esposo, al.que supone
entregado a continues infidelidades. El, por su parte, busca olvido
contra los ex abruptos de su mujer, pasando cada tarde un rato de
tertulia, en cierta cerveceria, con algunos amigos: Don Eduardo,
compafiero de infancia y de studios, amablemente cinico, ingenioso
y locuaz; casado con una mujer insignificant y apacible, y enredado
siempre en faciles aventuras galantes; Ezequiel, donjuan provincia-
no, pariente de DofiaJesusa, jactancioso de sus buenas fortunes con
las mujeres, a las que desprecia, como buen conquistador; Gonzalo,
por uiltimo, el romantic del grupo, abandonado por su mujer, a la
que dej6 en libertad de seguir su camino al descubrir que le era in-
fiel. Las cuestiones sexuales acaban por ser tema predominante en
sus discusiones. Don Jos6, rumiando las palabras de sus amigos,
empieza a sentir el vacio de su vida, adquiriendo dolorosa concien-
cia de la soledad en que vive. Amargada sin tregua su intimidad por
el histerismo de su mujer-histerismo cuya causa ve clara Don Jose,
pero sin sentirse con fuerzas para ponerle remedio, incapaz de
veneer su aversi6n a su nada atrayente compaiiera-, se da cuen-
ta, en el ocaso de su madurez, de que no ha sabido nunca lo que
es el amor, y que se morira sin saberlo. Un dia, Don Eduardo invi-
ta a sus amigos, y con ellos a la esposa de Don Jos6, a la inaugu-
raci6n de una casa que ha comprado en las cercanias de Madrid.
Alli se encuentra Don Jos6 con Carlota, sobrina de Don Eduardo,
recogida por 6ste al quedar huerfana. Bonita, inteligente y culta,
Carlota subyuga desde el primer moment a Don Jos6. Dias mis
tarde vuelven a encontrarse en Madrid. Traban amistad. Se ven a
menudo. Don Jos6 va enamorandose cada vez mas de la joven, a
la que confiesa por ultimo su amor. Carlota le rechaza sin falsos
pudores, y procura alejarlo espaciando sus entrevistas. Una
tarde, Don Jose, desesperado, se present en casa de Don Eduar-
do, sin saber a ciencia cierta con qu6 pretexto justificara su visit.
Pero la suerte le ayuda. S61o encuentra en la casa a Carlota.
Intenta 6sta una vez mis rechazarle; sus fuerzas la abandonan de
pronto, sin embargo. A pesar de la diferencia de edad, a pesar de
todos los obstaculos, corresponde al amor de Don Jose. Empieza
entonces para 6ste una nueva vida, en que se enciende su primero
y iltimo amor. El adulterio le trae una honda felicidad clandestine.
Suc6dense los paseos, las excursions de los dos enamorados.
Dofia Jesusa, entire tanto, arrecia en su hostilidad al marido. Don
Eduardo, por su parte, sorprende las relaciones de su sobrina y
su amigo, que encuentran en 61 una indulgencia ir6nica. Dofia Je-
susa, en una de sus escenas acostumbradas, sufre un grave ataque;
poco despu6s enferma gravemente. En su enfermedad cobra sfibi-
ta afici6n a Carlota, llegando a pedirle que, cuando ella muera, se
case con Don Jos6. Cuando por fin Ilega la muerte de la enferma,
parece que va a lograrse por entero la felicidad del
feliz. Carlota se le habia entregado generosamente antes, en vida
de Dofia Jesusa; ahora, desaparecida 6sta, la amante podra con-
vertirse en la mujer propia. Pero Carlota, trastornada moral-
mente, sintiendo remordimientos, cae enferma. Los medicos
le aconsejan reposo y cambio de aires. Al despedirse de ella,
Don Jose comprende que es para siempre, y que con aquella
mujer-a la que bast6 para alejar de el el recuerdo de una
muerta-se va de su vida todo lo bueno y dulce. Despu6s de
la partida de Carlota, Don Eduardo quiere arrastrar a su amigo a
que participe en sus aventuras. La experiencia s6lo sirve para
aumentar la tristeza del amante abandonado, al que Don Eduardo
califica de ingenuo. Olvidas-le dice-que muchas veces creemos
seducir cuando no hacemos sino apagar apetitos que otros encen-
dieron. Esa noche se la pasa Don Jos6 llorando, insomne. Don
Eduardo, en su casa, de sobremesa, hace el balance de la tertulia:
un envilecido-Ezequiel, que ha acabado por caer bajo la f6rula
de una mujerona desp6tica-, un muerto-Gonzalo, que se suici-
da al ser definitivamente rechazado por su mujer, incapaz de com-
prender la generosidad de su amor-, y un desgraciado-Don Jos6.
jiEn cambio, yo, dichoso!b, dice ante su mujer, la insignificant
Dofia Teresa, que a su vez comenta:
por no engaiiarme y ser tan bueno como eres para mi. Tambi6n
yo estoy muy satisfecha>. [116]
PALADINO (Roman).-La rosa de Amatonte. Vida e inquie-
tudes de un hombre de este siglo.-Imprenta de Juan Pueyo,
Luna, 29, telefono 10.864.-Madrid, 1932.-386 paginas, 8.-
Pesetas 7.
Nos ofrece el novelist en este libro las memories que de su
propia vida describe Rafael Velazquez, protagonista de la narra-
ci6n, accediendo a los ruegos de Laura, de quien estai enamo-
rado. Comienza el relato con los recuerdos infantiles del per-
sonaje, a los que sirve de fondo una ciudad galaica a orillas del
Atlintico: figures y paisajes familiares; menudas incidencias afec-
tivas y reacciones de una sensibilidad naciente ante los descubri-
mientos-capital, entire ellos, el del misterio sexual-que el mundo
va ofreciendole, en la realidad cotidiana o al azar de lectures pro-
hibidas. La muerte de sus padres lanza de pronto al muchacho por
los caminos del mundo. Provisto de cartas de recomendaci6n se
embarca, en los albores de la adolescencia, para Cuba, en cuya ca-
pital entra de dependiente en una gran casa de comercio dedicada
a la venta de joyas y objetos de arte. Dias de pobreza, de soledad
y vejaciones, agriados, ademas, por el despertar de apetitos car-
nales que empujan al humilde dependiente hacia los barrios donde
tiene su asiento y oficina el placer barato. Tipos, escenas y para-
jes de un mundo s6rdido, a menudo canallesco, en continue calen-
tura, se entremezclan a la narraci6n en esta parte de la obra. Ra-
fael, poco a poco, va mejorando de posici6n y condiciones de vida.
Antes de los veinti6n afios desempefia el cargo de maxima respon-
sabilidad y confianza en la joyeria. No s6lo vive mis holgadamen-
te, sino que traba amistades y relaciones que le permiten alternar
con la mocedad habanera mis distinguida, asi en los circulos so-
ciales e intelectuales como en el mundo de los negocios, en la di-
nimica epoca-la de la 4danza de los millones -que conoci6
Cuba en los afios inmediatamente posteriores a la guerra europea.
Gracias a uno de sus amigos, que le invita a una excursion en auto-
m6vil, conoce Rafael a Ofelia, cuya hermosura le enciende en re-
pentina pasi6n. La complicidad de toda una series de circunstan-
cias propicias arroja al uno en brazos del otro, siguiendose un idi-
lio que la realidad trunca bien pronto. Ofelia esta casada con un
hombre de negocios que no parece hacer gran caso de ella. Los
dos amantes escriben al marido ausente, revelandole sus amores y
sus prop6sitos: Ofelia se divorciara, para casarse con el hombre a
quien quiere. Pero el marido resuelve la situaci6n con otro criteria:
se Ileva a Ofelia a Europa, despu6s de sostener con Rafael una en-
trevista en que le hace ver friamente lo descabellado de su pro
yecto; aun suponiendo que el accediese al divorcio, le dice, Ofelia
nc podria ser nunca la mujer de Rafael, que con lo que gana no
tendria ni para tender a los menores caprichos de ella. La p6rdi-
da de su amante es para el protagonista 4la tragedia de su virili.
dad-. Vive dias de desvario, en que le atosiga la obsesi6n er6tica,
el imperio de la rosa de Amatonte, *la flor votiva y turgida que
simboliza el sexo de la diosa, (es decir, de Venus). Poco a poco, sin
embargo, va sustray6ndose a la dolorosa tension. Se entrega a la
lectura vorazmente, sin orden ni concerto. Hace algiin viaje. Ate-
nea, despertando en su espiritu una curiosidad de radio universal,
vence a Afrodita, bien que las experiencias er6ticas de Rafael se
nos ofrezcan en esta parte con no menor abundancia que en el
resto del libro, entreveradas con divagaciones de tipo intellectual
o con diialogos critics, que no son obstaculo para que el perso-
je, al mismo tiempo que traza su autobiografia y el cuadro de sus
inquietudes, recoja los rasgos de la realidad en torno suyo, retra-
tando con ripidas pinceladas el hundimiento econ6mico de la so-
ciedad cubana, o determinados sectors de la vida de 6sta. La
paralizaci6n de los negocios permit a Rafael, por otra parte,
dedicarse con mis ahinco a la satisfacci6n de sus necesidades
intelectuales. Un nuevo encuentro con Ofelia decepciona por
igual a los antiguos amantes. Rafael se recluye cada vez mas en
sus studios. Trabaja en una obra sobre la cultural. Cuando
cede a las solicitaciones de la care, es en aventuras mercena-
rias. Un dia, sin embargo, vuelve a enamorarse. El objeto de su
amor, ahora, es Laura, poetisa que vive acompafiada de una
amiga y bajo la protecci6n, seg6n se dice, de un caballero acau-
dalado y entrado en afios. Rafael traba estrecha amistad con Lau-
ra, se propone acabar de former su espiritu, colabora en sus obras,
inclusive, y para ella compone sus memories. Pero cuando intent
satisfacer sus ansias, hallar correspondencia a su amor, tropieza
con resistencias reveladoras de complejos morales que le llevan
a despedirse de su suefio, reconociendo la equivocaci6n que ha
sufrido y poniendo fin al libro de sus confesiones. [117]
SANTULLANO (Luis). Paxardn o la Fatalidad. Nove-
la.-Pr6logo de R. Perez de Ayala.-Biblioteca Nueva.-Calle de
Lista, 66.-Madrid, 1932.-226 paginas, 8.-Pesetas 5.
Comp6nese Paxardn o la Fatalidad de dos narraciones in-
dependientes entire si en buena parte de su curso. En una y otra
de ellas maneja el autor diferentes elements de una misma acci6n
novelesca que recibe su cabal sentido al confluir, poco antes de
Ilegar al punto final del relato, las dos parties del mismo, hasta
entonces desarrolladas en pianos distintos, pero en relaci6n siem-
pre-mas o menos expresa-con la figure del personaje que da
su nombre a la obra, hombre inquieto y solitario al que encontra-
mos, en la primera parte de la novela, viviendo en una ciudad as-
. turiana. Ahijado de pila suyo es Patalin, mozo apocado, zapati-
llero de oficio, al que tiene metido en un pufio su madre, la Patala.
Patalin no tiene mis amistad que la de Paxar6n. Siente 6ste por
su ahijado paternal carifio. En una de sus conversaciones, le reve-
la el doloroso secret de su vida. Paxar6n ha sido marino. Corri6
mundo. En un puerto del Levante de Espaiia conoci6 a una mu-
chacha, Elvira. Enamorado de ella, la tom6 al cabo por mujer,
desbancando a un oficialito que la cortejaba. Reciente la boda, el
marino hubo de embarcarse de nuevo. Cuando torn6 al puerto, ya
no encontr6 a su mujer: Elvira se habia fugado, dias antes, con el
official a quien habia dejado por Paxar6n. Ni este mismo sabe si
en el fondo de su alma la ha perdonado o no. La necesito para
mi soledad>, dice; y otras veces, que s6lo sabe, por sentirlo como
cosa fatal, que si algfin dia la encuentra, en ese mismo instant
habra de ocurrir el suceso de su propia salud o el de su perdici6n
sin remedio. No obstante su amarga experiencia conyugal, acon-
seja a su ahijado que tome mujer. No es necesario para ello que
se case: a mano tiene a Ia Trini, pupila en la vecina casa de la
Galantiona. Entregada a la mala vida por oficio, es Trini, sin em-
bargo, mujer hogarefia y blanda de entrafias. Cuando la Patala ha
caido enferma, fu6 Trini quien Ia atendi6 y tuvo cuidado de la casa
y de Patalin. Este se deja convencer sin trabajo por su padrino. La
Patala acaba tambien por ceder, y la Trini trueca de buen grado
su profesi6n por Ia casuca de Patalin. A poco, Paxar6n se siente
atraido por Ia tierra firme como por un iman'. Se trasladara a
Paris. Antes que se vaya, Patalin le confia sus temores de que
algfin dia le abandon la Trini. -No te dejara, viene a decirle Pa-
xar6n. Pero si te dejara, mi venganza seria doble-. Despu6s de la
march de Paxar6n, las cosas toman peor sesgo que nunca para el
zapatillero. Su madre cae en cama con una hemiplejia, y acaba por
ingresar en la malateria u hospital de incurables de la ciudad.
Trini queda encinta, y su hombre sin trabajo. Acosada por la mi-
seria en que los dos se ven, Trini da oidos a una antigua compa-
fiera. Buscando unas pesetas con que salgan de apuros ella y su
hombre, vuelve de tapadillo a casa de la Galantiona. En esto, una
tarde que sale de paseo con Patalin, les importuna una gitana,
porfiando por leerles la buenaventura. Tomando al fin la mano de
la Trini, predice a 6sta un porvenir halagiiefio; mas al disponerse
a hacer otro tanto con Patalin, la sobrecoge el espanto: en secret
y temerosa confiesa a Trini, exhortindola a que se aparte de aquel
hombre, que en la palma de Patalin ha visto, clavada en la care
como en ninguna otra criatura humana, la M de la muerte. Desde
ese instant, el pensamiento de la fuga empieza a abrirse camino
en las cavilaciones de Trini, que a los pocos meses da a luz dos
mellizas. Apenas repuesta del parto, desaparece de la ciudad. Pa-
talin, al quedarse con las dos criaturas, trabaja con grandes ani-
mos, espoleado por el amor paternal. Pero apenas puede tender
al sustento de las dos nifias y al suyo propio. Paxar6n acude en su
ayuda desde Paris, y enviindole dinero e instrucciones para el
viaje le invita a trasladarse a su lado. Patalin, con sus hijas, se
pone en camino. Traspuesta la frontera, oye hablar castellano, en
el pasillo del tren, a una pareja-de enamorados, por las trazas-
que vuelve del coche-restaurante buscando su departamento de
primera. Patalin esta dando el biber6n a una de las mellizas. La
mujer, removidas sus ansias maternales ante la escena, dice al
hombre que la acompaiia: -Dale alguna cosa a ese infeliz. La
mujer no es otra que Elvira, la misma que abandon a Paxar6n
poco despu6s de su boda. La segunda parte de la novela recoge
las etapas de un viaje estival que hace Elvira por Francia, acom-
paiiada de su nuevo amante, Pablo. Estampas de Paris, de playas
veraniegas y rincones provincianos franceses sirven de fondo a los
didlogos y a las reacciones de los dos enamorados. Cuando 6stos
vuelven a Paris, en el tren, ocurre el encuentro con Patalin y sus
hijas. Los dos hilos de la narraci6n se anudan en este punto: el
desenlace se nos ofrece en un breve capitulo epilogal (
Ya estan los viajeros en la estaci6n del Quai d'Orsay. Patalin baja
de su coche. Elvira, de lejos, ve sus apuros para valerse, con las
mellizas en brazos y la maleta de carton pintado a los pies, sin en-
tender a los mozos de and6n ni ser comprendido de ellos. Acer-
cansele a ofrecerle sus servicios Pablo y Elvira. Juntos suben por
la escalera-ascensor; Pablo y Elvira, detris del zapatillero. Los
ojos de 6ste, al Ilegar al and6n superior, descubren a Paxar6n
entire la muchedumbre que aguarda a los viajeros, contenida por
una baranda de hierro. Al cruzarse sus miradas, Paxar6n envia a
su ahijado una carifiosa bienvenida. Pero de pronto se nubla su
expresi6n, y su mano empufia una pistola, que apunta en direcci6n
a Patalin. Rueda este por tierra, herido en la frente. Elvira, que
en ese moment acaricia a una de las nifias, apenas se percata de
nada. Pero Pablo, adivinando algo extraiio en el suceso, se apre-
sura a arrastrar consigo a Elvira. La policia prende a Paxar6n.
Ni6gase el matador a explicar nada, como no sea que ha matado
a quien tenia como a hijo. qjLa Fatalidad ciega lo ha querido!,
afiade. Un taxi, entire tanto, se Ileva a Pablo y Elvira hacia el Ba-
rrio Latino. A las preguntas de ella sobre lo ocurrido, responded el
hombre que acaso ha sido obra de la Fatalidad, -la negra Fatali-
dad, que jojala no vuelva a cruzarse en nuestro camino!l.-Al fren-
te del libro figure una
en la que 6ste, excusandose de hacer la critical de la novela, apun-
ta breves y elogiosas observaciones sobre la lengua en que estai
escrita la obra, asi como sobre su estructura y su alcance est6tico.
[118]
B) ENSAYOS LITERARIOS
CUERDA LOSA (Jose Joaquin).-Ensayos para una con-
trapintura. (Camino recto y seguro para Ilegar a ser porquero).-
Imprenta de Juan Pueyo, Luna, 29, telef. 10864.-Madrid, 1932.-
Pedidos a Francisco Beltran, Libreria Espafiola y Extranjera, Prin-
cipe, 16.-Madrid.-315 paginas, 8.-Pesetas 9.
Sefiilanse en este libro dos parties, a primera vista sin cone-
xi6n entire si, pero coincidentes, en el fondo, en cuanto a su sig-
nificaci6n y finalidad. Comp6nese la primera de un ensayo autobio-
grafico (La parte publicable del yo), que completan los que el
autor denomina Didlogos terreros. En uno y otros habla el autobio
grafiado, directamente o a traves de las figures que introduce en
sus diAlogos, de su aprendizaje e inquietudes de pintor, en su mo-
cedad, y de los motives que al fin le determinaron a alejarse del
mundillo de las escuelas y exposiciones, de la pintura oficial,
para acogerse al retire del campo, desde el que sigue, sin embargo,
atento al arte. Prueba de esta atenci6n que le concede es la segun-
da parte de su libro, integrada por una series de ensayos [Lo que es
y lo que debe ser la pintura.-Adids.-Madrid, 1926 (La escuadro-
mania y el monigote)-, y 1930 (El monigote y la escuadromania)]
en que expone sus propias especulaciones sobre la pintura, aposti-
Ila desde su especial punto de vista trabajos de critics de arte y en-
sayistas contemporaneos, o comenta libremente, con el mismo espi-
ritu que anima esas apostillas, las modernas tendencies pict6ricas.
Al final del libro, seis fotografias presentan al autor en diferentes
epocas de su vida, desde su infancia hasta el moment actual.
[119]
ORTEGA Y GASSET (Jose).-Obras de...-Espasa-Calpe,
S. A.-Bilbao.-Madrid, Rios Rosas, 24.-Barcelona, Cortes, 579
1932.-1403 piginas, 4.'-Pesetas 55.
Refine este volume la casi totalidad de las obras publicadas
hasta el dia por D. Jos6 Ortega y Gasset. [La dinica excepci6n, a
este respect, es: "Personas, obras, cosas (Madrid, 1916). Las res-
tantes obras del autor publicadas en volume y recogidas ahora en
uno solo bajo el titulo Obras de Jose Ortega y Gasset-, son: *Me-
ditaciones del Quijote> (1914). Vieja y nueva political (Conferen-
cia dada en el Teatro de la Comedia, de Madrid, el 23 de marzo de
1914)- (1914).
, tomo I (1916). -El Espectador>,
tomo II (1917). -El Espectador", tomo 1II (1921). Espafia inverte-
brada' (1921).
luciones.-El sentido histdrico de la teoria de Einstein, (1923). ,Las
Atldntidas> (1924). , tomo IV (1925). La deshu-
manizacidn del arte e Ideas sobre la novela> (1925).
dor>, tomo V(1927). tEspiritu de la letra- (1927).
Politicos (1927). -El Espectador>, tomo VI (1927). ElEspectador>,
tomo VII (1929).-Kant. 1724.1924.-Reflexiones de centenario. Fi-
losofia pura> (1929). La rebelidn de las masas> (1929). Misi6n de
laUniversidad' (1931). cLa redencidn de las provincias y la decencia
nacional (1931).
cursos>. (1932).] El pr6logo constitute un important document
para la historic del desarrollo spiritual del autor. La colecci6n de
sus obras en un tomo no obedece en modo alguno-declara-a un
deseo intimo suyo, a ese movimiento de angustia que siente el escri-
tor al llegar a determinada etapa de su vida, y que le lleva a reco-
ger su pasado para compensar un cierto descenso de gravedad es-
piritual que en si mismo siente; lejos de ello, no experiment goce
alguno en el recuerdo de su obra. Para el, el espaiiol no tiene un
sentido exacto de la convivencia. El espaiol no se anima al con-
tacto de otra vida humana; sientese, por el contrario, deprimido,
y no Ilega a construir la existencia del pr6jimo tal y como es, en
un mundo propio y distinto. A lo sumo admite la relaci6n de los
demas con el en un aspect impersonal y como element del dra-
ma propio. Por eso es muy dificil que una obra un tanto compleja,
como la que aqui se ofrece, encuentre afanosa y verdadera com-
prensi6n. Para Ortega, su obra es circunstancial. iYo soy yo y mi
circunstancia decia ya en su primer libro. Estas palabras vienen
a ser como la condensaci6n de su doctrine filos6fica. Cuando el
idealismo europeo se obstinaba en afirmar la vida en abstract, en
un idealismo traditional, ya el pensador espafiol sostenia lo con-
trario, defendia la tesis que luego se ha desparramado por Euro-
pa. El hombre vive siempre en su circunstancia. Lo que Ortega te-
nia que ser, habia de serlo en la circunstancia espafiola en que ad-
vino a la vida. Porque todo el mundo tiene un quehacer, el suyo,
y no somos otra cosa que nuestro quehacer, que cada cual debe
discernir entire los muchos haceres posibles. De ahi la guerra al
capricho, que el autor sostiene en toda su obra, ya que hacer
algo por capricho es eludir lo que hay que hacer por necesi-
dad. El caprichoso se cierra a su necesidad, y por ende renuncia a
su verdadero ser. Ese quehacer privativo result de la confronta-
ci6n de la vocaci6n de cada cual con su circunstancia. Fu6 desde
el primer instant vocaci6n del autor el ejercicio del pensamiento.
La deficiencia del pensamiento era uno de los rasgos de la vida
espafiola, y asi la inclinaci6n personal y la necesidad patria se fun-
dieron, y la obra entera de Ortega ha venido a resultar servicio de
Espaiia. Ahora bien, el pensamiento propiamente tal es solo el
filos6fico. El pensamiento no es tan s61o una funci6n de la inteli-
gencia, sino el trabajo desesperado del ser en el mundo y en bus-
ca de su rumbo propio. El pensamiento es el finico modo de ejer-
citar un sefiorio de la vida, de apoderarse de ella. Tal dominion lo
hara unicamente el pensamiento filos6fico y no el cientifico, que
es ya de por si una restricci6n. El deseo de Ortega fu6 impulsar a
los espaiioles hacia ese dominio de los concepts. Mas es el caso
que esa tarea habia que hacerla segun la circunstancia imperante.
Ni en la Universidad ni en el libro era realizable. El aristocratismo
caparte>, nunca sirvi6 entire nosotros, y hubo que ir a esa plazuela
intellectual que es el peri6dico. Hoy, sin embargo, las cosas espa-
fiolas han cambiado. Hasta ahora el autor trabaj6, con otros, para
realzar el espiritu de Espafia, que consider salvado en los actua-
les moments. Su labor future va a consistir en libros. Quienes le
censuraron por su actividad periodistica no tenian raz6n. Pero
ahora se impone ya un tipo de libro que est6 mis alla del articulo
de peri6dico. Y esa sera, de hoy en adelante, la nueva tarea del
autor. [120]
PEREZ FERRERO (M.). [Heraldo de Madrid. Madrid,
17 de noviembre de 1932.]--En Espaha puede decirse que hasta
la actuaci6n decidida de D. Jose Ortega y Gasset no habia sino ca-
minos tortuosos para el pensamiento, y que fue el verdaderamente
quien h;zo amplios y director esos caminos.
'Habia que imprimir un ritmo vital a las ideas y no dejar sin
comentario, critical o glosa las de fuera ni las propias como en fras-
cos de particular laboratorio. Habia que acelerar los pulsos de Es-
pafia e imbuir a las inteligencias eficaces y saludables preocupa-
clones...
> Ese afdn de empezar nuevamente a vivir de acuerdo con la
Historia y para que no se repitan las traiciones aprendidas de ella
de acuerdo con el pensamiento espanol, pero sin olvidar las horas
marcadas por otros relojes sin retraso; ese afdn que hombres de esta
liza tienen en el moment actual, deberd much, muchisimo, a las
ideas esparcidas por todos los medios de expresidn y acercamiento
por D. Josd Ortega y Gasset, y que ya han recorrido y dejado su
siembra, imitemos su frase, en todos los caminos venerables de Es-
pana,.
DIAZ FERNANDEZ (J.).-[Luz. Madrid, 22 de noviembre
de 1932.]-.... Todos ellos [los escritos de Ortega y Gasset] se re-
fieren a Espafia, y estdn acendrados de preocupacidn espaiiola, par-
tiendo de la raza, de la historic, del hombre y del paisaje para mo-
vilizar el espiritu de nuestro pueblo hacia estimulos superiores. Los
que le reprochan cierta disgregaci6n hacia los temas mds opuestos,
desde el arte a la political, pretenden desconocer el ideal de Ortega,
que consiste en crear una conciencia para su pals y colocarlo en la
linea cultural mds avanzada. Ha sido dl quien hizo el mejor esfuerzo
para llegar a una reform de la sociedad espaiola, desterrando los
tdpicos del siglo XIX, y es claro que en muchos moments se vid
obligado a atacar a esa sociedad por elflanco politico.
.... Se puede discrepar del punto de vista orteguiano en material
political, y aun lamentar ocasionalmente que su mirada sea a veces
tan extensa que abandon lo inmediato para fijarse en el horizonte
histdrico; pero serd juzgar esta obra de mala fe si no se la reconoce
dotada del fulgor del genio ibirico, orientada hacia el enriqueci-
miento de las cualidades mds altas de nuestra raza, construida en
el puro sacrificio intellectual, tan puro que, en medio del desierto de
la incomprensidn espaiola, el escritor es un hdroe...
.... Quiere [Ortega y Gasset] apartar de la presencia de las ju-
ventudes el mito de la especializacidn y crear un hombre bien pre-
parado cientificamente; pero que no sea un iddlatra de su ciencia.
Porque para que el hombre se sienta senior del mundo y de si mis-
mo, no hay que limitar su horizonte ni hacerlo esclavo de una
preocupacidn particularista. El hombre vital atiende a todos los
llamamientos que hace la vida a su alrededor: "Hacia ese senorio
de la luz sobre si mismo y su contorno, queria yo movilizar a mis
Scompatriotas. Solo en dl tengo fe; sdlo dl realzard la calidad del
>espaniol y le curard de ese sonambulismo, dentro del cual va ca-
>minando siglos hace.
C) ANTOLOGIAS
F. T.-Pensamientos, Sentencias, Consejos y Refranes-entre-
sacados de las obras completes de Miguel de Cervantes Saave-
dra-. Con una nota bibliogrifica por ...-Vol. I de la Bibliote-
ca Enciclop6dica Mundial, publicada por la Editorial Yagiies.-
Administraci6n: Plaza del Conde de Barajas, 5.-Madrid.-
111 paginas, 8.o-Pesetas 1.
Precedido de una compendiosa biografia del autor del oQuijo-
te, ofrecese al lector en este libro un florilegio del pensamiento
cervantino. Los pensamientos, sentencias, etc., no aparecen agru-
pados por materials, como en doctrinal de vida y conduct, sino
simplemente reunidas bajo el titulo de la obra de que han sido to-
madas. Hasta veinti6n sonetos sueltosde Cervantes sobre variedad
de temas, completan-con mis una lista de las obras cervantes-
cas- el volume. [121]
D) POESIA
ACE&A.-Horas liricas (de las calls y de otros sitios).-Bro-
che, por J. de Herrera.-Imprenta del Colegio de Huerfanos del
Arma de Caballeria.-Valladolid, 1932.-119 paginas, 8. m.-Pe-
setas 5.
Forman el libro sesenta y cuatro poesias, ajustadas, en general,
en su forma, a los cinones tradicionales, respondiendo en cuanto
al fondo a la misma inspiraci6n, de indole esencialmente subjetiva.
El poeta cultiva de preferencia los temas amorosos, en una t6nica
constant de melancolia juvenile. Cerrando el libro, bajo el titulo
de Broche, figuran dos poesias dedicadas al autor por J. de He-
rrera. [122]
ALEIXANDRE (Vicente).-Espadas como labios.-Espasa-
Calpe, S. A.-Bilbao. Madrid, Rios Rosas, 24. Barcelona, Cor-
tes, 579.-1932.-103 piginas, 8. m.-Pesetas 4,50.
Este libro de poesias se compone de 41 poemas, distribuidos
en cuatro parties, y que van dedicados, respectivamente, a Dima-
so Alonso, Federico Garcia Lorca, Manuel Altolaguirre y Luis
Cernuda. El poeta escoge como lema de su libro unas palabras de
Lord Byron: q
charlatan>. Definici6n ya semiir6nica en Byron, porque este libro,
por detris del ininterrumpido fluir de palabras, que el autor no
quiere romper siquiera con la usual puntuaci6n, prescindiendo por
complete de puntos y comas, encierra un denso sentido poetico.
El titulo podria ya dar las dos notas esenciales de esa poesia: una
sensual, plastica, atormentadamente amorosa; otra fria, acerada-
mente ir6nica, cortante e incisiva. Hay en todos sus poemas una
posici6n introspective, un analisis dolorido del propio sentimiento
(Soy esa previsidn triste de no ignorar todas las venas-de saber
cudndo la sangre pasa por el corazon). Un verdadero auscultarse
po6tico, poesia de hombre solitario que se hace compafiia con su
mundo interior. Acaso el fondo uiltimo del libro sea esa amargura
siempre latente, algunas veces plaisticamente expresada (luna mor-
diente o tdlamo escupido-todo es carbon que dueley que solloza-
sobre lo falso vegetal que existe). El Sr. Aleixandre se sitfia en la
fila mais avanzada de la expresi6n lirica en nuestra poesia contem-
porinea. Todo el mundo figurative, los concepts aportados como
similes, la manera de calificar (la palabra esa lana marchita), re-
nuncia a tender a la 16gica intellectual y se atiene a la pura con-
catenaci6n intuitiva. Y los temas tratados, aunque algunos, por sus
titulos (El Vals, Toro, Resaca, Forma sobre el mar), parezcan re-
ferirse a realidades externas, estan siempre concebidos como con-
juntos psicol6gicos individuals traducidos liricamente, al traves
de una sensibilidad acaso enfermiza, pero -honda y penetrante.
[123]
E) DRAMATIC
I. Obras publicadas:
BENAVENTE (Jacinto).-La moral del divorcio.-Confe-
rencia dialogada dividida en tres partes.-Estrenada en el Teatro
Avenida, de Madrid, en la noche del 4 de noviembre de 1932.-
Madrid, 1932.-Imprenta Helenica, Pasaje de la Alhambra, 8.-
57 paginas, 8.o m.-Pesetas 2,50.
Paulina y Maximo forman un matrimonio distanciado por las
infidelidades del marido, que tiene una amante hace ya algfin
tiempo. La implantaci6n del divorcio en Espaiia hace pensar a
Paulina en separarse de su marido, para dar a 6ste por una parte,
la complete libertad que sin duda desea, y porque, en lo que a
ella misma se refiere, no quiere seguir sufriendo por mis tiem-
po en su dignidad de mujer ofendida. Junto con estos persona-
jes, cuyo conflict forma el eje de la obra, intervienen en la misma
otras figures. Asi, Adela, la amante de Maximo, que ve en el di-
vorcio el medio de regularizar su situaci6n mediante su matrimo-
nio con Maximo; Nislo, hermano de Paulina, igualmente enre-
dado en amorios con una mujer casada decidida a divorciarse de
su marido, a quien no quiere, para casarse con Nislo, del que esta
enamorada. Pero Nislo no apetece de ningfin modo hipotecar su
libertad de soltero, y much menos piensa Maximo en divorciarse
de su mujer, Paulina, hacia la que se siente cada vez mas atraido
ante el temor de perderla. Todo se soluciona. Nislo suplanta a
Maximo en el amor de la amante, con lo que se ve libre de la ame-
naza matrimonial que sobre el se cernia, y demuestra a Paulina
c6mo la infidelidad de su marido no tenia ningfin arraigo. La in-
tervenci6n de dofia Julia, sefiora de afios y de experiencia, lleva a
tener una explicaci6n a los esposos, entire los que mediaban pe-
quefios agravios reciprocos y mutuas faltas de comprensi6n. Con-
vencidos entrambos, al cabo, de la firmeza de su carifio, se recon-
cilian, dando la raz6n a lo que podriamos llamar la moraleja de la
obra: que
hacerse nunca, pero consolida los que nunca debieron deshacerse,.
[124]
II. Estrenos:
BENAVENTE (Jacinto).-La moral del divorcio.- Confe-
rencia dialogada, dividida en tres partes.-Estrenada en el Teatro
Avenida, de Madrid, en la noche del 4 de noviembre de 1932.
V. INDICE LITERARIO, V [124] [125]
CUEVA (Jose de la).-[Informaciones. Madrid, 5 de noviem-
bre de 1932.]-< Conferencia dialogada la clasifica el autor, y eso es
exactamente; pero una conferencia dialogada no es un genero tea-
tral admitido ni admisible... Mds bien que conferencia dialogada, lo
que ha enviado el autor a la compaiia del Avenida es el guidn de
esa conferencia, ese primer guidn en que se fija el tema de la confe-
rencia y los primeros razonamientos, que por ser los primeros que
acuden son los mds vulgares, condenados a ser tachados cuando
otros mds originales y propios frutos de mayor madurez del pensa-
miento vienen a substituirlos.
>...pudo Benavente, sin prisas y dejdndola madurar, hacer una
comedia del tipo de 4Lo cursi o de , que son a
las que por su tono debid parecerse
-'No lo ha hecho ast y, naturalmente, no hay comedia. Ni tra-
ma, ni accidn, ni tipos, ni reacciones claramente justificadas, ni ra-
zdn que convenza de que el desenlace es el ldgico y natural y no
forjado a gusto del autor. Sdlo queda el didlogo, y este sin pulir y
sin filtrar...
SHay durante toda la comedia una constant reiteracidn de las
mismas ideas y aun de las mismas frases, y cuando el autor se
cansa de repetirlas y cree llegado el moment de terminar, reconci-
lia al matrimonio y da orden de que se corran las cortinas.
> Y nos deja la impresidn de que hemos visto cdmo se desvane-
ce ante nuestros ojos un boceto de lo que pudo ser una buena obra
de Benavente.
>Hay en ella-casi huelga decirlo por tratarse de quien se tra-
ta-rasgos de humor, de ingenio y de ironia; frases felices, alusio-
nes graciosas y moments en que el didlogo adquiere las mejores
calidades, pero todo esto suelto, sin ilacidn, sin former un conjunto
armdnico, como extrafo hallazgo en donde menos se espera-.
MARQUINA (Eduardo).- Teresa de Jesis.-Seis estampas
carmelitas.-Estrenada en el teatro Beatriz, de Madrid, la noche
del 25 de noviembre de 1932.
Las seis estampas que forman la obra-sin un enlace demasia-
do riguroso entire si, de tal modo que cada una de ellas, conside-
rada aparte de las restantes, posee cabal sustantividad-constitu-
yen otros tantos episodios de la vida de Teresa de Jestfs, en aque-
llos veinte afios filtimos de su existencia que dedic6 de lleno a la
labor de fundadora. La obra de Marquina present a la monja de
Avila libre de los histerismos que le han atribuido otros autores. El
poeta, al sacar a escena la figure de la santa, la hace avanzar hacia
las baterias en la traza de una mujer fuerte y sencilla, dotada de
exceptional capacidad para el sacrificio, Ilena de humans virtudes,
en suma. Abundan en estas estampas las escenas conventuales, sin
que falten tampoco algunos toques que reflejen la oposici6n mo-
mentinea entire la Inquisici6n y Teresa, ni el retrato de 6sta, que
el poeta hace por boca de San Juan de la Cruz. [126]
DIEZ-CANEDO (E.).-[El Sol. Madrid, 26 de noviembre
de 1932.]-Ha explicado el autor en ciertas declaraciones autocriti-
cas que su fidelidad esencial a la Historia no excluye alguna libertad
en la composicidn de los personajes o en laficcidn de los hechos. Nada
hay que oponer al sistema. A lo poeta ha enfocado su asunto. A lo
buen poeta, a lo excelente poeta, lo ha desarrollado. Tengo para mi
que algunas escenas de Teresa de Jesds, a la que se nos present
raps6dicamente desde su primera fundacidn hasta que emprende el
uiltimo de sus viajes, presintiendo ya el trdnsito, son de las mds be-
llas y cefiidas que ha dado al teatro Marquina.
Bien estd lo que ha hecho Marquina. Mejor todavia lo que ha
dejado de hacer. Su trama sin intriga de amor, y sdlo una sombra
erotica, levemente apuntada; sus escenas de claustro y el movi-
miento de hdbitos carmelitas, apenas alternados con severos trajes
seglares; su lirica y su pldstica en junto, valen tanto como el drama
ausente. Ausente si no se le identifica con un coloquio spiritual,
del que son solo eco los coloquios humans, y si no se ve, a falta
de un final dramdtico, en la salida de Teresa apoyada en el hom-
bro del recuero castellano, como la uni6n de una mente religiosa y
un pueblo, otro final mds alto, simb6lico.
LITERATURE HISTORIC:
F) BIOGRAFIA
GIMINEZ CABALLERO (E.).-Manuel Azaha (profecias
espafiolas).-Ediciones de -La Gaceta Literaria -Madrid, 1932.-
286 paginas, 8.'-Pesetas 5.
El libro del Sr. Gimenez Caballero es una caracterizaci6n
politico-literaria de Manuel Azatia, buscada lo mismo en su per-
sonalidad fisica y literaria que a lo largo de sus obras y a trav6s
de sus actos de gobernante. En la introducci6n, titulada
de Orestes, o Fabula de los Reyes naturales, el autor ve incor-
porada en la fibula clasica el ansia modern de poder, el deseo
de reinar, la necesidad de un nuevo rey natural: -no hay una sola
revoluci6n political en el mundo sin caudillo*. Toda revoluci6n
popular necesita un puiio conductor y heraclida. .ZPor qu6 la
revoluci6n espafiola habia de ser una excepci6n a la regla?> El
Orestes espafiol es, para el Sr. Gimenez Caballero, Manuel Aza-
fia. En la primera parte del libro (La imagen latente) examine el
autor las dos explicaciones usuales de la Republica espafiola, una
real, hist6rica, y otra ideol6gica. Conforme a la primera, ban trai-
do la Republica los desaciertos y errors de la Monarquia. Confor-
me a la segunda, es la Republica el punto terminal en la evoluci6n
de la sensibilidad de nuestro pueblo, lograda gracias a la labor de
unas minorias selectas. Pero, seg6n 61, se trata, en realidad, y por
medio de una explicaci6n tomada de los mitos etnograficos, de un
conflict de sexualidad y autoritarismo. Primo de Rivera fu6 un
Urvater de la tribu espaiiola..., asumi6 la autoridad del grupo
social-. Pero,
al Dictador. El sucedaneo del Urvater devorado es, para Gim6nez
Caballero, Alcala Zamora, que represent en esta explicaci6n el
simbolo tot6mico de la realeza. Comienza luego la semblanza pro-
piamente dicha de Manuel Azafia, cuya definici6n encuentra el
autor en la calificaci6n que el mismo Azafia se da de
violento. Consider Gim6nez Caballero a Azafia como ,el pro-
pio 98, que intent realizarlo en politica... habiendo bebido la
acritud y el sentido critic de esa generaci6n. El es el padre de la
Repfiblica espafiola. El Sr. Gim6nez Caballero presentia la impo-
sibilidad de una esencia republican para Espaiia, que tiene, segun
61, signo mon6crata. Azafia viene asi a justificar su vaticinio. En la
segunda parte (La imagen revelada), primeramente (Cartones de
dibujo sobre Azaia), estudia su modalidad fisica como en una se-
rie de esbozos de retrato (la cabeza, el cuerpo, la voz), su caracter
y gustos, y sigue luego, hist6ricamente, el desarrollo de la vida de
Azafia, tratando primero de su mocedad, de su fase de escritor,
especialmente de su afici6n a Valera (aporta una cuidada biblio-
grafia de sus obras), de su profesi6n como funcionario del Minis-
terio de Justicia, de sus viajes a Paris antes y despu6s de la Gue-
rra, sefialando su tendencia marcadamente franc6fila, y de la im-
portancia que tuvieron el Ateneo y su propia actividad dentro de
esa instituci6n en la vida de Manuel Azafia. El capitulo II (Azaiia
en el Poder) nos habla ya del gobernante en acci6n: Azafia y su
President; Azafia y sus ministros, con semblanzas e intentos de
caracterizaci6n de los tres ministros socialists y de los restantes
miembros del Gabinete; de Azafia y sus amigos (Cipriano Rivas
Cherif, Luis Bello, Martin Luis Guzman y Manuel Aznar); de los
adversaries de Azafia, a quienes sitfia en dos grupos: uno, los ad-
versarios personales dentro de la Repfiblica, ya sean politicos,
como Lerroux, Maura, Melquiades Alvarez, Sanchez Roman, ya
sean los que llama dlos tres profesores>: Unamuno, Ortega y
Gasset y Marafi6n. Entre los adversaries de fuera de la Republica
pone al Ej6rcito, la Iglesia y los agrarios, la nobleza, la Prensa di-
sidente (A B C), y algunas individualidades como Maeztu, Albi-
fiana, Sainz Rodriguez, Royo Villanova y Goicoechea, acabando
con los sindicalistas y comunistas. En cada uno de estos aparta-
dos, el autor traza, viva y desenfadadamente, rapidas caracteriza-
ciones de cada persona tratada. El capitulo III (Ideologia y accidn
de Azania) estudia las ideas del gobernante anteriores a la Repu-
blica y del period republican que han servido de base a la acci6n
political del gobernante, y el program que traz6 la Repuiblica;
apoyindose en textos de los discursos politicos del Presidente o
de sus obras literarias anteriores, compendia la vision que de Es-
pafia y de su capital tiene Azafia, su modo de concebir el proble-
ma catalan y la political espatiola en sus sectors religioso, military,
international, social y cultural. La frecuencia de estas aportaciones
hace de esta parte algo como una antologia de pensamientos y
frases de political escritos o proferidos por Manuel Azafia.
La cuarta parte se titula Reflejos histdricos sobre Azafia; la
componen
t6ricas y political> dentro de su mismo pais y aun fuera de el. Es-
tudia asi a Azafia por el m6todo que denomina de los reflejos>. En
los Reflejos nacionales sobre Azafia, hace desfilar a los revolu-
cionarios decimon6nicos, al triingulo base del movimiento del 98-
Ganivet, Costa, Unamuno-, a Canovas del Castillo, con el que le
encuentra gran parentesco, y, alejandose en el tiempo, con los
Comuneros, con el Cardenal Cisneros y con Felipe II. En los Re-
flejos mundiales sobre Azaiia>, destaca la figure de Robespierre y
la de Lenin como tipos revolucionarios, la de Cromwell, la de Lu-
tero (Azafia, el Lutero de El Escorial), la de Mussolini (alzando-
se contra la usual contraposici6n de Republica espaiiola y Fascis-
mo), Kemal Pacha (.europeizar a la fuerza un pais casi oriental, ha
sido la clave political de Lenin, de Mussolini, de Mustafi Kemal. Y
quizi lo es del *duce* italiano. Y de D. Manuel Azaiia,), la de
Herriot. Pero en ninguna de estas grandes direcciones esti, para
Gimenez Caballero, el sentido de Azaiia en la historic espafiola;
habria que buscarlo en el caudillismo americano,
ge de Miranda, Narifio, Bolivar, San Martin, Martinez de Rozas>.
En el epilogo (El Bosque de Diana), el autor responded a su pro-
pia pregunta (Zqu6 misterio le hizo saltar a Azafia de su tradici6n
familiar alcalaina, cat6lica, a su tendencia subversive?>) con la ale-
goria del mito de Diana, que relaciona con la escena final de -La
Corona-, la obra dramatica del propio Azafia. [127]
MARQUERIE (A.)-[Informaciones. Madrid, 26 de noviembre
de 1932.]-
sirva -en lo future como texto important a quien desee tender la
historic actual de Espahia>. De otra, reconoce que su designio es
mds que real, podtico. Lo que menos le interest es la sustancia
dada de un hombre determinado: lo que mds le importa es buscar,
cuajar o inventor un personaje, prestarle poesia y grandeza, aun
apelando a minuciosidades y confrontaciones que pudieran parecer
excesivas, desmesuradas o hiperb6licas.
-Junto al cardcter biogrdfico y especulativo, el libro tiene un va-
lor digresional de paisaje y anecdota tangenciales al tema: un valor
narrative, o mejor ain, descriptive, donde se acusa la personal ma-
nera del escritor que cifra en la crudeza metaf6rica y en la dureza
del neologismo, intencionadamente buscados, el coeficiente de su
estilo,.
PEREZ FERRERO (M.) [Heraldo de Madrid. Madrid,
8 de diciembre de 1932.]-'-gBiografia? Andlisis? iEstudio? Profe-
cias llama al libro su autor en el subtitulo que describe en la obra
que lleva el nombre pronunciado ahora muchas veces al dia en Es-
pana y algunas fuera de nuestro pais: Manuel Azaiia.
.Simplemente un libro que estudia, analiza y divaga acerca de
D. Manuel Azaiia. Que trata seriamente la figure con aliento pro-
fundo y con la seriedad que esta merece. Que la compare, en oca-
siones con autintico acierto y tambidn en moments no tan acerta-
damente, con los mds importantes hombres de Estado que ha teni-
do el Mundo. Libro en cuyas pdginas hallard repetidamente sus
ecos y se verd como en un espejo... No he de negar que el espiritu
y la pluma dgiles de Giminez Caballero cobren tanta agilidad en
pasajes de su libro que hacen meditaciones un tanto arbitrarias en
torno al personaje en lo que concierne a sus pensamientos, a su la-
bor, a su naturaleza de politico. Pero ello no exclude en ninglun
modo el interns ni la observacidn atinada de muchas pdginas.
SAnte todo revela el libro de Giminez Caballero la preocupacion
honda que ha despertado en el D. Manuel Azafia como hombre de
Estado y como escritor, preocupacidn que le ha dominado hasta ha-
cerle emprender y realizar el trabajo que acaba de publicar estos
dias. Primer trabajo, puede decirse, considerable, lanzado acerca
del hoy president del Gobierno; del hoy, como ayer, caracterizado
e important escritor.
SLo sorprendente no estd excluido del trabajo, porque lo sorpren-
dente es a su vez caracteristico en todo lo que sale de la pluma de
Giminez Caballero. Es lo cierto que el pensamiento y el procedi-
miento de la figura political que trata le apasionan, le dominant, le
hacen poner todas sus dotes de escritor en esta obra suya. Mirada
certerisima unas veces, equivocada otras, pero siempre mirada que
guard para el instant de presentar las imdgenes recogidas una
fuerza y un interns poco comunes, una fuerza y un interns que no
se olvidan fdcilmente.>
MARA1ON (Gregorio).-Amiel.- Un studio sobre la timi-
dez.-Primera edici6n, con ocho grabados.-Espasa-Calpe,S. A.-
Bilbao.-Madrid, Rios Rosas, 24.-Barcelona, Cortes, 579,1932.-
331 paginas, 8.-Pesetas 6.
V. INDICE LITERARIO, V, pag. 133. [128]
(X).-[El Sol. Madrid, 8 de diciembre de 1932.]--Hasta
ahora se conocia de este escritor lo mejor de su espiritu, o sean los
trozos universales-y como impersonales-de su *Diario>. Ahora
se conoce cuanto existid debajo y sosteniendo aquellos transparen-
tes cristales: al hombre, al hombre en sus posturas mds humildes,
mds pequehias, menos dignas de la publicidad. Es vista la fatalidad
de los mds timidos escritores: que todo cuanto ha constituido su pu-
dor o su vergiienza se yea un dia, y por propia culpa del pudoroso,
aventado sin reparo para conocimiento de las gentes. Tal el caso de
Amiel. Caso no lamentable, por cierto, ni siquiera para Amiel mis-
mo, puesto que permit de modo singular el conocimiento de una
obra por el conocimiento asimismo perfect de la vida que la cre6.
.... La mano de la ciencia es terrible implacable. Mas cuando
esta mano tiene una sensibilidad exquisite, an talent fuerte y una
comprensidn, por consiguiente, generosa, no esperemos de su contac-
to violencias que disminuyan en ningiin sentido una naturaleza ad-
mirable, a gran format, como fu6 sin duda la de Amiel. Asi ocu-
rre con este libro enjundioso: ,
donde el Dr. Marafidn, entrando en la intimidad biol6gica del es-
critor oviparo (asi calific6 Unamuno a Amiel: el unico escritor que
estuvo empollando dia por dia, y durante toda su vida, un solo
huevo, su iDiario*), entrando en la intimidad bioldgica del escri-
tor, en sus mds deleznables detalles, deja a salvo, empero, la jerar-
quia spiritual del artista-acaso robustecida de nuevo y como asen-
tada ahora en una peana tan sdlida y relevant como la obtenida
con su espiritu.
*Leyendo este libro asistimos a un espectdculo maravilloso. La
mano de la ciencia-demasiado dura por lo comuin, cuando no tor-
pe, al tocar ciertos cuerpos espirituales-ha estado palpando en la
intimidad, en la entrafia de una figure complejisima (Amiel) para
mostrarnos uno por uno todos sus resorts. Acaso se haya emplea-
do el bisturi, los instruments mds cortantes de la modern cirugia.
Pero la labor ha sido tan exacta, tan pura y delicada en la inten-
cidn y el procedimiento, que la figure ha salido de las manos cien-
tificas incdlume, entera. Es decir: ennoblecida.>
(X).-[A B C. Madrid, 25 de diciembre de 1932.]--El libro
de Marafidn es de un gran valor cientifico, ademds de su atractivo
literario. No estd escrito estrictamente para medicos; pero ya se ad-
vierte en el pr6logo que si para gentes que posean una cierta cultu-
ra bioldgica. El mayor merito de estas pdginas es la novedad en la
orientacidn y en el juicio persistent que se conclude de cada capi-
tulo como una nota temdtica. Los comentarios y glosas a los textos
autobiogrdficos coinciden al mismo fin. El interns de la figure de
Amiel, dibujada de mano.maestra, se apodera del lector desde las
primeras notas de la biografia, pero se agranda al iniciarse y prose-
guirse el double studio. El problema biol6gico y spiritual determi-
nado en un sentimiento de elevacidn hacia el amor total idealizado
may por encima de los atractivos materials. Le asquea, casi le ate-
rra toda idea material; tan sdlo una vez, ya en plena edad madura,
tiene ocasidn de reprocharse, y se arrepiente con palabras de des-
ilusidn. El contrast entire sus cualidades perfectas de hombre nor-
mal y la influencia pura y triunfante de su espiritu, en sus relacio-
nes de amor, contribute al nudo sugestivo y misterioso que de Ma-
raion analiza y explica, muy lejos de toda hipdtesis de anormali-
dades, y, por lo tanto, con mds resalte de originalidad y de agudo
interns.>
ROMANONES (Conde de).-Espartero, el General del Pue-
blo.-Tomo XXVI de la Colecci6n
americanas del siglo xtix.-Espasa-Calpe, S. A., Rios Rosas, 24.-
Madrid, 1932.-229 pAginas, 8.-Pesetas 5.
Advierte el autor en unas lines, antes de entrar en material,
que no es su prop6sito, al trazar una biografia de Espartero, ajus-
tarse estrictamente a la cronologia o a la historic, sino dar una im-
presi6on de conjunto del fondo moral, del alma de su biografiado.
Conforme a este criterio desarrolla en diez capitulos la vida y he-
chos principles del general Espartero, desde su nacimiento en
Granatula, en el seno de una modestisima familiar (su padre tenia
un taller de carreteria), hasta su muerte, ocurrida en Logrofio, su
segunda patria, cuando tenia ochenta y seis afios, despu6s de ha-
ber logrado los mis altos honors a lo largo de una vida pr6diga
en hechos militares y politicos. Cuenta el bi6grafo el despertar de
la vocaci6n de Espartero por la carrera de las armas, cuando, ante
la invasion francesa, huye del convento de dominicos de Almagro,
donde por gusto de sus padres seguia la carrera eclesiastica, para
alistarse en un regimiento, recibiendo en la batalla de Ocafia el
bautismo de sangre. Este entusiasmo por las acciones de guerra
no se desmentira nunca, y el mismo ardor le animara en las cam-
pafias que sostiene en America, en los dias de la emancipaci6n del
Peru, como en las luchas habidas, mas tarde, en Espafia entire
carlistas y liberals, en las que destaca Espartero su figure en el
campo isabelino. Llegado a este punto, en la imposibilidad de dar
detalladamente la historic de los hechos de armas en que tom6
parte su biografiado, el autor sefiala solamente los mas importan-
tes de ellos. La jornada de Guernica, que le vale ser ascendido a
mariscal de campo; el sitio de Bilbao, la derrota que sufre Espar-
tero en el alto de la Descarga, la batalla de Luchana, la enemistad
de Espartero y Narviez; los hechos de Arlabin y Ramales, como
premio a los cuales recibe la grandeza de Espafia y el titulo de
gentilhombre, y, por ultimo, el Convenio de Vergara, con la subsi-
guiente concesi6n del titulo de Duque de la Victoria, figuran entire
los hechos mas salientes de su vida military durante la guerra car-
lista. Terminada esta, comienza la vida political de Espartero, como
encarnaci6n del espiritu liberal de su 6poca. Su bi6grafo va sefia-
lando los puntos culminantes de esa etapa, presentandonos suce-
sivamente a Espartero como Regente, como desterrado mis tarde
en Londres, o formando parte del Bienio Liberal con O'Donnell,
hasta que, disgustado de la political, se retira a Logrofio, donde
pasa el resto de su vida.
Como nota curiosa da el autor dos composiciones pokticas de
Espartero: una compuesta en el Peru, al promulgarse la constitu-
ci6n del afio 12; otra para celebrar las virtudes de Maria Cristina,
a quien rindi6 siempre Espartero apasionado culto. Acompafian al
libro seis fotografias fuera de texto y la reproducci6n, en facsimil,
de unas lines del Convenio de Vergara. Al final, los Apendices
ofrecen fragments de cartas escritas por Espartero a su mujer
durante la guerra carlista, y una de Prim a Espartero, asi como la
respuesta de 6ste. [129]
MARIN ALCALDE (Alberto).-[Ahora. Madrid, 8 de diciem-
bre de 1932.]-- Viene mostrando el conde de Romanones alacridad
singular en la tarea de suscitar evocaciones historicas del siglo XIX.
La centuria pasada ejerce sobre su espiritu atraccidn notoria. A los
ensayos biogrdficos consagrados a Sagasta y a Salamanca- inser-
tos ambos en la coleccidn < Vidas espaiiolas e hispanoamericanas
del siglo XIXg -se ahiade otro andlogo, donde se perfila la figure
de an espafiol ingenuo y desaforado, quizd el mds representative de
su epoca.
*Con Espartero-dice su bidgrafo-da comienzo el largo perio-
do del militarismo en Espafia,...
> Es de justicia proclamar que el militarismo de mediados de si-
glo distaba much del engreimiento de casta privilegiada en que
vino a parar algunos decenios despues. Los pronunciamientos del
siglo pasado se manifestaban la mayoria de las veces como un im-
petu irrefrenable en apoyo de la opinion liberal del pais. Los caudi-
llos sublevados solian desnudar la espada en defense de la Consti-
tucidn. Espartero pertenecia a este genero de soldados liberals y
patriotas... Su acatamiento a la opinion p6iblica le Ilev6 a aceptar
todos los regimenes que las veleidades de aquella epoca trajeron a
Espaila... Espartero, hijo del pueblo e idolo de las masas, habria
acometido las mds absurdas empresas political, si las muchedum-
bres enardecidas hubiesen llamado a su puerta...
>El autor, de vez en vez, muestra algun dejo de su humor pecu-
liarisimo. Asi, refiridndose a Carlos Marx, uno de los bidgrafos de
Espartero, dice textualmente en un inciso: .... ldstima que el gran
soci6logo alemdn no hubiese dedicado su talent, que era muy gran-
de, sdlo al cultivo de la vaga y amena literatura. La musa travie-
sa del conde lozanea todavia....
TORRES (Federico).-El Arcipreste de Hita.-Su pueblo.
Sus andanzas. Sus versos.-Vol. II de la Biblioteca Enciclop6dica
Universal publicada por la Editorial Yagiies.- Administraci6n:
Plaza del Conde de Barajas, 5.-Madrid.-117 pags., 8.-Ptas. 1.
Obra de divulgaci6n, destinada a acercar al lector medio la
figure del Arcipreste y a despertar el interns por su obra. En el
primer capitulo de los tres que integran el libro, describe el autor
de 6ste un viaje a Hita, haciendo historic de la villa, que present a
los lectores en dos estampas literarias- evocaci6n, una, de la Hita
del siglo xiv, en los dias de Juan Ruiz; apunte, la otra, del pueble-
cillo a que actualmente se halla reducida la patria del Arcipreste.
El segundo capitulo reconstruye la existencia del poeta,
danzass, basindose en los rasgos autobiograficos dispersos en su
obra y sometiendo a examen las hip6tesis y conclusions de ante-
riores bi6grafos. La misma fuente-la obra de Juan Ruiz-propor-
ciona al autor del libro los materials para el retrato fisico y moral
del Arcipreste. Lo que a la producci6n de 6ste se refiere aparece
tratado en el capitulo III, en que se indican los conocimientos
musicales del poeta, las innovaciones m6tricas que introduce en la
lirica castellana, la fortune de su obra, la estimaci6n que de la cri-
tica ha merecido a trav6s de los siglos, etc. Cierra esta parte de
la obra un . A modo de apendice, una breve an-
tologia de aquellos versos de Juan Ruiz que el autor del libro es-
tima -los mas expresivos y caracteristicos de toda su obra', o
me. Acompafia al pequefio volume una cuidada bibliografia en
torno al Arcipreste, su patria, su vida y obra. [130]
G) TEMAS CONTEMPORANEOUS
AZAfSA (Manuel).--Una political (1930-1932).-Espasa.-Cal-
pe, S. A.-Bilbao. Madrid, Rios Rosas, 24. Barcelona, Cortes,
579.-697 paginas, 8. m.-Pesetas 8.
Recoge D. Manuel Azafia en este libro, acompafiandolos de
un breve pr6logo, los discursos politicos-en numero de cuarenta
y cuatro-por el pronunciados antes y despues del advenimiento
de la Repfblica, de febrero de 1930 a octubre de 1932, ya en ac-
tos piblicos de propaganda, ya en Asambleas y Juntas de
Republican* o en las Cortes Constituyentes. Los dos t6rminos
de la compilaci6n son, pues-para emplear la expresi6n usada por
el autor-, tRepiblica proyectada y Rep6blica lograda>. Al cole-
gir asi en volume estos exponentes de su labor political, declara
el Sr. Azafia su prop6sito: .... juntar en este libro los testimonios
irrecusables del pensamiento que me ha guiado mientras la Repfi-
blica se trasmutaba de tema de propaganda en obra de Gobierno>.
Al moment inicial de ese proceso-la Repuiblica, tema de propa-
ganda atin-corresponden los dos primeros trabajos: Llamada al
combat. (Alocuci6n en el banquet republican de 11 de febrero
de 1930)--en que se afirma: 4lmplantar la Rep6blica es obra na-
cional, sefialando ya, al mismo tiempo, el camino y la conduct
a seguir por todas las fuerzas antimonairquicas para la realizaci6n
de esa obra nacional-, y
en el mitin republican de la Plaza de Toros de Madrid, el 29 de
septiembre de 1930). Con los discursos siguientes nos encontra-
mos ya en plena vigencia del regimen republican. De la oposici6n
revolucionaria, Azafia ha pasado al banco azul, primero, como
ministry de la Guerra, para asumir mas tarde-sin abandonar la
carter de Guerra-la presidencia del Gobierno. De nuestras
propagandas-escribe en el pr6logo de su libro, refiriendose a la
actuaci6n suya y de los demas gobernantes republicans al frente
de los destinos del pais-, de nuestra percepci6n actual de la Re-
puiblica y del porvenir de Espafia, a 1o que hemos hecho en el
Gobierno, no hay diferencia sensible, como no sea en la cantidad de
la obra, que s6lo puede adelantar a fuerza de tiempo>. Anterior-
mente, cuando atacaba al viejo regimen, definia ya la political di-
ciendo de ella que
arte en ser creaci6n. Una creaci6n que se plasma en formas sacadas
de nuestra inspiraci6n, de nuestra sensibilidad,y logradas por nues-
tra energia. La political es, pues, confianza en el esfuerzo.... En los
discursos recogidos en
triunfo republican no son mis que moments sucesivos del mismo
esfuerzo, informados en la misma confianza y seguridad en ese
esfuerzo. Entre unos discursos y otros, entire los dos tiempos de la
labor political, la diferencia, aparte de
en que, como indica el mismo autor del libro, los discursos dichos
desde el Gobierno son actos de Gobiernow. Responden esos dis-
cursos, esos actos de Gobierno, a problems religiosos, militares,
constitucionales, de orden puiblico, a aquellos, en fin, que la reali-
dad cotidiana, en casi dos afios de Repiblica, va sacando al paso
del gobernante. Pero al responder asi a los requerimientos inme-
diatos de las circunstancias, condicionados por su espontaneidad
y urgencia, esos discursos no hacen sino definir en cada caso, acor-
des en una intima unidad, las diversas caras de un mismo volume
de pensamiento politico. [131]
AZORIN.-[, articulo publicado en Luz. Madrid-
14 de noviembre de 1932.]-
ha,
blica ...
>iCudntas cosas han pasado en dos afios! jCudntos tdpicos han
muerto! Se podia hacer un curioso repertorio de los tdpicos muertos.
Ha muerto el t6pico de las Cortes facciosas; ha muerto el tdpico de
la revision constitutional; ha muerto el t6pico de la Reptiblica in-
transigente; ha muerto el tdpico de la guerra civil. Hasta ha muerto
el tdpico de los jabalies parlamentarios. /Pobres jabalies, ya nadie
habla de ellos! un poco de serenidad y de perseverancia en el go-
bernante bastan para matar los t6picos. Y leyendo el libro de Ma-
nuel Azafia
corrido, camino todo sembrado de caddveres de tdpicos,.
MARICHALAR (Luis), vizconde de Eza (de la Academia
de Ciencias Morales y Politicas).-La agonia del comunismo.-Im-
prenta y Encuadernaci6n de los Sobrinos de la Sucesora de M. Mi-
nuesa de los Rios, Miguel Servet, 15, tel6fono 70710.-Madrid,
1932.-529 paginas, 8.-Pesetas 7,50.
Desde un punto de vista conservador, asi en lo politico como
en lo econ6mico, estudia y somete a critical D. Luis Marichalar en
su libro-dedicado a la memorial de D. Eduardo Dato, -liberal
amante y propulsor del progress social-obrero y conservador soli-
cito en consolidarlo por vias de ordenada incorporaci6n juridico-
politica--, apoyandose en copiosa documentaci6n, las caracteris-
ticas doctrinales del comunismo y su relaci6n con el socialismo,
studio a que consagra la primera parte de su obra, bajo la ribri-
ca: KDoctrinas-. En la segunda parte (
realizaci6n de las concepciones comunistas en sus diversos aspec-
tos y los problems que actualmente plantea en el mundo esa
realizaci6n. En la tercera y ultima parte del volume (KConclusio-
nes) recoge el autor los resultados de su studio, basando en
ellos sus arguments combativos, que dirige no s6lo contra el co-
munismo, sino contra el socialismo. En esta iiltima parte de la
obra, refiri6ndose a la acci6n socializadora, procede el Sr. Mari-
chalar al examen de
Espaiia: el control obrero y la reform agrarian, para cuyo enjui-
ciamiento aduce datos tomados de las estadisticas, y otros recogi-
dos por 61 de la experiencia inmediata. [132]
MORI (Arturo).- Cronica de las Cortes Constituyentes de
la segunda Reptblica espaiiola.-Tomo IX.- El articulado del Es-
tatuto de Cataluiia. Su aprobaci6n definitiva.-Texto taquigrafico
de los discursos.-M. Aguilar, editor. Marques de Urquijo, 39.-
Madrid, 1932.-663 piginas, 8.0-Pesetas 18.
En el pr6logo de este noveno volume de la -Cr6nica de las
Cortes Costituyentes, advierte el recopilador de la misma que
tros lectores, como ha terminado para nuestros diputados, bien
que a continuaci6n aclare:
que desentenderse para siempre del problema>. El volume esta
por entero dedicado a recoger esos moments hist6ricos en el
curso de los cuales, con la discusi6n en detalle del Estatuto cata-
lan y su aprobaci6n, dan cima las Cortes Constituyentes a una de
las empresas de mayor empefio que esperaban su soluci6n de la
segunda Republica espafiola. La autonomia de Catalufia y, en rela-
ci6n con ella, las cuestiones del idioma, de la ensefianza, del orden
public, la Administraci6n y la Hacienda, se destacan principalmen-
te entire los guiones que dirigieron las discusiones parlamentarias en
torno al articulado del Estatuto. Los discursos pronunciados duran-
te los debates por defensores e impugnadores de la concesi6n del
regimen auton6mico a Catalufia aparecen-como en los anteriores
volimenes de esta obra-transcritos de la version taquigrafica,
figurando entire ellos los de Azaiia, Sanchez Romin,Jose Ortega
y Gasset, Unamuno, Bello, Royo Villanova, etc. Al final del tomo
se incluye el texto del Estatuto catalan, en su redacci6n definitive
aprobada por las Cortes. [133]
PULIDO MiNDEZ (M. A.).-El hombre desnudo.-Tipo-
grafia Yagiies, Plaza del Conde de Barajas, 5.-Madrid, 1932.-
134 piginas, 8.-(S. p.)
Ensayos de examen e interpretaci6n de 4los variados aspects
que present el drama actual del mundo-. Preparase para 6ste, a
juicio del autor del libro, una nueva era cultural que esta cuajando
en los presents moments en que,
pasado, encontramos que nada es ya aplicable al presented. Carac-
teriza la epoca que se avecina
mina por doquier,. Esa ansia de sinceridad, en sus diversas ma-
nifestaciones, asi como los various elements que bajo la gastada
corteza del mundo viejo estin elaborando otro nuevo, los estudia
cuidadosamente, desde plurales puntos de vista, el autor, a trav6s
de seis ensayos organicamente enlazados: Signos, Del materialismo
166
histdrico-doctrina cuyos aciertos y yerros capitals, tanto en si
misma como en sus consecuencias hist6ricas y sociol6gicas, sefia-
la-, Descubrimiento, Naturismo-en el que ve ,el olvido del
cuerpo como animalidad--, Conformismo y rebeldia, y De regreso
de la dispersion. En este ultimo capitulo, el ensayista, resumiendo
las lines generals de su pensamiento, alude a menudo a las con-
cepciones del mejicano Vasconcelos, vuelve los ojos a Ameri-
ca-de donde quiere ver surgir en el future el pensador mejica-
no una humanidad en que las actuales razas alcancen su supera-
ci6n, y con ella la de la cultural que hoy informa el mundo-, y
pone sus esperanzas, ,a trav6s de una 6poca calcinada por el
odio en
hasta la India, del Norte al Sur, van cortando las trabas que im-
piden a la vida fluir segfin la intima mfisica que cada pais tiene>.
Esos hombres puros, realizaci6n del 'hombre desnudo, son los
que han de edificar verdaderamente el mundo, en el que hoy
ansia-escribe el autor-que la humanidad se conciba a si misma,
misticamente hecha a imagen y semejanza de Dios. Creadora,
alegre, just, a pesar de lo negative y absurdo, que solo existen
para darle a conocer el milagro del amor eterno. [134]
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nes, 1914-1931.
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