ENRIQUE A. LAGUERRE
PULSO DE PUERTO
RICO
- 1954
ajia" a 1OVtEs 6 LO~
scw la" dt eatht
1952
Gihoaf 7. E,. K~iddr
le^,
ENRIQUE A. LAGUERRE
PULSO DE PUERTO RICO
1952 1954
ENRIQUE A. LAGUERRE
PULSO DE PUERTO
RICO
1952 1954
BIBLIOTECA DE AUTORES PUERTORRIQUEOS
SAN JUAN, DE PUERTO RICO.
Es propiedad del autor
Derechos reservados
-.<
LAT 4
Impreso en Mxico
Printed in Mexico
UNA VISION DEL PUERTO RICO'
ACTUAL
Para presentar una perspective de la vida actual
del pas, inevitablemente se ha de tener una clara cons-
ciencia de su historic. Lo que se vive ahora no sur-
gi ante nuestros ojos por arte de magia. Lo que es
no puede ser sin lo que fue. Cmo sembrar aspiracio-
nes, cmo impulsar espritu, sin un fondo de ser co-
lectivo ?
No es possible, pues, mi vista del Puerto Rico actual
sin que sienta yo, en mi carne y en mi espritu, el des-
tino de mi pueblo dentro de la totalidad del destino
human.
Fundamentalmente, me preocupa la fase cultural de
nuestro quehacer. Ms exacto: me preocupa el impulso
renovador del quehacer cultural puertorriqueo; cmo
remodelamos, en el ansia creadora, nuestra sustancia
vital.
Hinco mi curiosidad en un moment reformista
muy significativo, y de aqu parto, vertiente arriba,
basta el Puerto Rico del moment. Slo haban pasado
tres lustros desde el cambio de gobierno en 1898...
ENRIQUE A. LAGUERRE
L1 R'i.'isa e las A.ntillas
Vixi La Revista de las Antillas de 1913 a 1914,
exactamente en mitad de una renovacin cultural puer-
torriquea. Se impuso la misin de mantener nuestra
insularidad atenta a los acontecimientos culturales de
los cinco continents, sin perder su punto de apoyo:
Puerto Rico, las Antillas, Amrica. Aunque hizo pro-
fesin de fe panamericanista, ms bien tuvo orienta-
ciones iberoamericanas. Cumpli sus propsitos de dar
a conocer la creacin antillana, sin dejar de distinguir.
se siempre, por sus preferencias eclcticas. Su influencia
se extiende bien adentro en los aos de la postguerra sin
abandonar nunca su noble impulso renovador. La Re-
vista de las Antillas fu mayormente responsible de que
nuestro movimiento modernista no fuera desarraigado
como el rubendarismo.
Este moment de alientos universalistas, con agarre
en lo nuestro, fue lo que fundamentalmente impuls al
jibarismo reflexivo de la generacin de 1930. La pri-
mera guerra mundial haba sacado al campesino de
la montaa para asomarlo a un mundo que no haba
conocido antes. De ah surgeon esas inclinaciones urba-
nistas nuestras que estn llevando al pas a convertirse
en una sola gran ciudad.
Con la actitud urbanista y el incremento de una po-
ltica de asimilacin -se nos concedi la ciudadana
norteamericana en 1917-, se pone de relieve un sen-
timiento de nostalgia frente a lo jbaro. Es el tema que
preocupa a los buenos escritores nuestros de entonces.
PULSO DE PUERTO RICO
En los aos que van de 1910 a 1930, algunos escri-
tores como Nemesio R. Canales, Luis Llorns Torres,
Pablo Morales Cabrera y Miguel Melndez Muoz, se
anticipan a lo que ha de ser la preocupacin mxima
de los escritores de 1930 hasta nuestros das. Pese a
su persistent curiosidad de mundo, hay en Canales
reiteradas manifestaciones de expresin peculiarmente
jibara, en su zumbonera y su aparente inocencia de
Juan Bobo. Llorns Torres busca races puertorrique-
as en lo indgena y en lo espaol y Pablo Morales Ca-
brera utiliza una narracin de alientos universales para
captar, en su substancia, los elements folklricos de
nuestro pas. Miguel Melndez Muoz, por su parte,
ha de emprender sus largas andanzas por los caminos,
veredas y atrechos del interior de Puerto Rico para
formular sus ideas sociolgicas. No es extrao, pues,
que los hombres que atizaron la Revista ndice (1929)"':
rindan homenaje de reconocimiento a estos escritores y
a otros del siglo XIX como Manuel A. Alonso y Manuel
Zeno Ganda.
ndice
Antonio S. Pedreira, A. Collado Martell, Samuel R.
Quiones y V. Gigel Polanco dirigen los primeros n-
meros de ndice, que desde su aparicin, se convierte
en gua de los jvenes escritores, a quienes estimula a
tratar temas puertorriqueos con mesura, reflexin y
studio. Cuenta con muy buenos colaboradores y en sus
ENRIQUE A. LAGUERRE
pginas se trasluce la recta tendencia renovadora, con
Puerto Rico como punto de partida.
En su segundo nmero -13 de mayo de 1929- lan-
za la inquietante pregunta: "Cmo somos? qu so-
mos?" Personalidades representatives de nuestra cul-
tura trataron de contestar. Indice estuvo "vigilante, hur-
gando en nuestro pasado, sin vivirlo", porque siempre
apunt a lo porvenir, sin perder de vista la realidad
del present. Sus dos aos de vida fueron una constan-
te invitacin a abandonar los viejos modos. Aunque
La Revista de las Antillas fue ms cosmopolita, Indice
aventaj en sentido de realidad puertorriquea, sin ig-
norar las seales del mundo. Modesta en su apariencia
formal, la tarea cumplida no podr olvidarse. Se dedi-
caron sus veintisiete nmeros a la posibilidad de con-
testar la pregunta formulada en el segundo nmero, se-
gn muy bien seala Fernando Sierra Berdeca.
Nunca nos hemos esforzado ms por interpreter lo
jbaro a fondo como desde 1929 hasta nuestros das.
Abundan las monografas sobre la novela, el teatro, la
poesa, la historic; examinamos la expresin puertorri-
quea de los hombres notables de nuestro pasado; re-
copilamos nuestra bibliografa; el ensayo avanza a con-
vertirse en nuestra primera preocupacin literaria. Hay
fiebre de interpretacin y de revaloraciones. Sobre lo
jbaro. y el jbaro se escriben numerosos trabajos
--en ellos vemos las seales de nuestra manera de ser-.
Los gneros literarios buscan su tercera dimension.
Hasta ponemos cuidado en recopilar las manifestaciones
folklricas que podran haberse perdido y se impulsa,
con redoblados bros, la enseanza del vernculo.
PULSO DE PUERTO RICO
En este moment, pues, trascendemos las expresiones
llanamente costumbristas. Nuestros studios y nuestros
trabajos de creacin buscan incorporarse a las corrien-
tes universalistas. Y entramos en el trabajoso process
de refinar, estticamente, nuestras vivencias puertorri-
queas. En los moments que siguen a la aparicin de
Indice va desapareciendo la poesa de la rusticidad j-
bara para dar paso a la expresin de substancia puerto-
rriquea. Si Indice no pudo responder convincentemente
a la pregunta por l mismo formulada, por lo menos
dej en el ambiente una clara disposicin a encontrar
respuesta en el quehacer activo. Todo esto ayud a
sembrar la ansiedad por resolver los problems sociales
y econmicos del campesino puertorriqueo.
Antonio S. Pedreira
En los precisos instantes comienza la expansion de
la Universidad de Puerto Rico, con su ampliacin f-
sica, la contratacin de distinguidos maestros del ex-
Lerior, la afluencia de jvenes profesores puertorrique-
os a estudiar en Espaa. El recin fundado Depar-
tamento de Estudios Hispnicos, organizado por el Prof.
Federico de Ons, prestigiado por este y otros ilustres
profesores como Toms Navarro, Amado Alonso, Gili
Gaya, Valbuena Prat, entire otros, ya da seales de la
buena faena realizada. Despus de la primera mono-
grafa -La novela en Puerto Rico, de Carmen Gmez
Tejera- salen muchos otros studios de los ms diversos
ENRIQUE A. LAGUERRE
temas. Se trabaja en una bibliografa puertorriquea,
que habra de salir a la luz en 1932.
Las gentes que van llegando de Espaa -Margot Ar-
ce, Rubn del Rosario, el propio Pedreira, Antonia Saez-
vienen con espritu de studio y examen. Nace el deseo
de estudiar en Hispanoamrica -Concha Melndez va
a Mxico- y con ello y los actos de gentes como Ri-
char Pattee, crece el inters por lo hispanoamericano.
De hecho fue Concha Melndez quien dio realidad a
los studios latinoamericanos-. En algunos de ellos
-en Pedreira particularmente- se afirma el espritu
de la generacin de '98 espaola. Estas influencias no-
ventayochistas no se han estudiado an convenientemen-
te en Puerto Rico. Y en la Isla hay varias personali-
dades formadas al calor de las actitudes noventayochistas.
Pedreira lleva la voz cantante. Trata de interpreter
nuestra historic. An no hay libro puertorriqueo que
supere sus esfuerzos por explicar cmo somos, en Insu-
larismo; se dir que hay juicios errticos y hasta erro-
res de bulto, o lo que sea, pero es lo mejor que hemos
hecho en esa fase del ensayo. Su pasin por lo jbaro
recoge un haz de datos interesantsimos que luego se
han ampliado en trabajos de los profesores Jos M.
Coln, David Cruz y Ana M. Silva -los dos primeros
inditos en el acervo de trabajos compuestos en el De-
partamento de Estudios Hispnicos-, pero fu Pedrei-
ra quien dio la seal. Sus juicios periodsticos, Aclara.
cones y crtica- publicados pstumamente en forma
de libro- fueron un seguro estmulo para nuestra crea-
cin literaria. Dej otros libros, pero la mejor labor de
PULSO DE PUERTO RICO
Pedreira fue siempre su tarea de mentor y de gua.
Vivi en el trabajo fecundo y en una rendida devocin
por todo lo que fuera puertorriqueo, no con blandu-
ras romnticas, sino con voluntad y disposicin just,
a su manera, que era muy particular. Persistentemente
impuls a sus conciudadanos a mantener la voluntad
creadora. Jams pens que pudiramos ser sustituidos
como puertorriqueos en Puerto Rico. Comprenda que
nuestra faena puertorriquea no puede .realizarse vi-
cariamente sino por participacin direct nuestra. Edu-
carnos, s; adiestrarnos, utilizar lo bueno que nos viene
de fuera; jams dar a entender que no somos capaces
de vivirnos en la tarea creadora.
Toda la vida y la obra de Pedreira se polariza en
esa direccin. Para poner a funcionar el Departamento
de Estudios Hispnicos, del que fue director, acept,
como es natural, las orientaciones primigenias; pero
luego, ya debidamente enterado, enderez la institu-
cin hacia el logro universitariamente puertorriqueo,
sin desentenderse de los que, fuera de Puerto Rico, sa-
ban. Dio vida, pues, a un departamento de studios lle-
no de prestigio. Quiz lo que ms ayud a crear ese
prestigio fue la fe que Pedreira deposit en la gente
que con l trabajaba. Y sobre todo, jams vivi para
la locuacidad censuradora, por estar demasiado ocupa-
do en el quehacer puertorriqueo. Deca: "Me duele
que la gente encanezca sin hacer otra cosa que encon-
trar mal todo lo que hacen los dems".
Nadie podr arrebatar a Pedreira su preeminencia en
este moment de faena puertorriquea. El es centro de
toda gestin cultural.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Otras voces
Desde las posiciones gubernamentales ya venan vo-
ces pidiendo que se pusieran a las personas en un pla-
no superior a las cosas. La voz ms consistent era la
del Comisionado de Instruccin, Dr. Jos Padn, cuyas
ideas se anticipan a lo que luego fu parte del progra-
ma bsico del Partido actualmente en el poder. Se
apoya en nuestras ansias tradicionales de educacin para
hacer proposiciones concretas de reform; sus confe-
rencias Hacia dnde vamos? y Reservas espirituales
fueron muy discutidas. Es de rigor agregar que los con-
ceptos de reform social y econmica, segn los vi
luego el Partido Popular, fueron tambin preocupacin
de otros escritores como Miguel Melndez Muoz y los
editorialistas de La Democracia.
Para este tiempo describe, desde Espaa, Toms Blan-
con su Prontuario Histrico y l y Valbuena Prat, el t)r.
Ramn Lavandero y Margot Arce estudian la poesa
negrista de Pals Matos que, an dentro de su decorati-
vismo y deshumanizacin, es notable creacin de un gran
poeta puertorriqueo. Las ideas sobre jibarismo y ji-
baridad, de F. Manrique Cabrera, sobre todo, su libro
de sustancia lrica jbara, Poemas de mi tierra tierra,
son viva expresin del moment.
Los studios folklricos comienzan a salir. Rafael
W. Ramrez y Mara Cadilla de Martnez publican mo-
nografas sobre la poesa folklrica. Mara Cadilla puso
todo empeo en no dejar escapar las manifestaciones
folklricas que ya iban desapareciendo. Tras de su La
PULSO DE PUERTO RICO
poesa popular en Puerto Rico, vinieron, aos ms
adelante, sus Costumbres y tradicionalismos de mi tie-
ira, fuegos y canciones infantiles de Puerto Rico y Ra-
ces de la tierra. Se interest en el studio del indgena.
Toma incremento el studio de la lengua y la literature.
Bajo la direccin de Carmen Gmez Tejera se reorga-
niza la enseanza del vernculo. Se publican valiosos
programs de enseanza. La Revista Brjula estimula
el buen gusto artstico.
El mejoramiento professional del magisterio avanzaba.
Mayormente responsible de esta situacin fue el Dr.
Juan Jos Osuna, decano del Colegio de Pedagoga de
la Universidad.
El nacionalismo poltico tiene su punto culminante
en estos aos; ejerci algn grado de influencia en las
expresiones culturales del moment.
Obra de Oliver Frau
En la cima de estas expresiones culturales se cultiva
el ensayo, la novela, la poesa, el cuento, el artculo.
Insularismo, Prontuario histrico, Poemas de mi tie-
rra, La llamarada y Cuentos y leyendas del cafetal
salieron en esos precisos instantes. Sobre Cuentos y le-
yendas del cafetal, de Antonio Oliver Frau, no se ha
hecho el juicio que debi hacerse antes. Varias veces
me he preguntado por qu un libro como Cuentos y
leyendas del cafetal puede pasar inadvertido para la
crtica. Es una buena coleccin de relatos cortos, con
ENRIQUE A. LAGUERRE
unidad total, no slo temtica, sino tambin de estilo,
intencin, de narracin en primera persona. En Oliver
Frau parece liquidarse una poca para dejar un saldo
substancioso en el moment en que se describe. Son
evidentes su amor por los caminos de la sierra, su pos-
tura de hombre transicional, de frontera, entire las dos
bandas del '98, con toda esa secuela de problems, ac-
titudes en conflict, tradiciones, San Ciriacos, poesa
y realismo. El espritu de isla se manifiesta plenamente
en este libro deliciosamente evocador. Hay en l un
raro mestizaje de intenciones, de temas, de gneros.
Hay p rsonajes tan fuertes como para llenar, cada uno
de ellos, una novela. Cuentos y leyendas del cafetal cae
dentro de las nuevas corrientes del relato latinoameri-
cano, que tanto impresion a los hombres de 1930.
No es el paisaje la principal preocupacin del autor;
es el ser human, que llena de vida el amplio esce-
nario (!de la sierra. El tema de los caminos, que es ele-
mento de reflexin en Melndez Muoz, result lrico
en Oliver Frau. Cuentos y leyendas del cafetal es uno
de los libros ms significativos del moment culminante
de la generacin de 1930.
Resumen: Generacin de 1930
El fuerte aliento reformista que lo mejor de nuestra
vida impulsa desde antes de 1898, tiene vibrantes ex-
presiones en esa generacin de 1930. Sus hombres uti-
lizan una lengua bastante en comin, una especie de
lengua generational, algo impresionista. salpicada de
PULSO DE PUERTO RICO
agresivos neologismos: basta un examen somero de la
novela, el cuento, el ensayo o el artculo del moment
para darse cuenta de ello, y, como podr apreciarse,
sucede particularmente as entire los prosistas; surgeon,
como en el '98 en Espaa, los caudillos intelectuales, los
peridicos-guas, los manifiestos; la reputacin predi-
cadora de los caudillos es indiscutible en los sectors
que representan, sea este politico o puramente ideol-
gico e intellectual; se lucha por amalgamar los concep-
tos de la vida traditional con concepts de mejo-
ramiento social: esto provoca conflicts, desequilibrios,
crea fronteras domsticas; pero se brega por hallar el
nivel de la vida puertorriquea; se examine nuestro
haber cultural, nuestra literature, nuestra bibliografa,
nuestra historic, nuestros process educativos, nuestras
races jbaras y mestizas; se pone de manifiesto, ade-
ms, un caluroso afecto por el vernculo; se revisan las
ideas lingsticas. Qu hemos hecho? qu valor tie-
ne lo que hemos hecho? qu nos falta por hacer?;
y mientras tanto, pensamos en robustecer nuestro tradi-
cional amor por la educacin.
En el transcurso de toda esa primera mitad del siglo,
el sistema educativo recibi la ms substanciosa asigna-
cin del presupuesto gubernamental. Ms de una ter-
cera parte de los gastos generals se hacen en educa-
cin. Y es de justicia tambin afirmar que todos
nuestros gobiernos, no importa el partido que haya es-
tado en el poder, se han distinguido, generalmente, por
un manejo bastante ejemplar de los fondos pblicos.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Los polticos sbitamente enriquecidos no es un es-
pectculo propio de nuestro ambiente.
Un nuevo Partido
En ese estado de conflict -y de perturbacin por
no haber podido realizar lo que queramos- nos sor-
prende la crisis international. Han sucedido entire nos-
otros violentos encontronazos politicos; jams abando-
namos esa histrica espera de riesgos -tormentas, gue-
rras, hambres-; ahora, e1 mundo se nos cae encima;
pero es el moment propicio para el nacimiento de
un partido poltico con nuevas ideas. Se echa mano de
smbolos jibaristas -en el ambiente haban cuajado
estas ideas-, se ofrece un program de rescate social
y el Partido Popular Democrtico logra una sorpren-
dente victoria.
Contando an con muy precaria mayora, el gua
del nuevo movimiento -Luis Mufioz Marn- hace
dramticas llamadas al pueblo. Este responded. Hay un
entusiasmo alborozado en todas parties.
Se les da cuerpo a unas cuantas ideas de gobierno:
se vigorizan las entradas econmicas, se fomentan nue-
vos medios de trabajo, se crean diversas corporaciones
pblicas. Todo esto sucede mientras se pelea la Segun-
da Guerra Mundial, en la que toman parte los puerto-
rriqueos. Hay inflacin, una nutrida burocracia, mu-
cha actividad econmica.
PULSO DE PUERTO RICO
El teatro, algo rezagado pese a los intentos de re-
novacin de Emilio S. Belaval -y luego de Sierra
Berdeca, Mndez Ballester y Francisco Arriv- ad-
quiere un impulso reformista inusitado. Fue tarea ma-
yormente llevada a cabo por Leopoldo Santiago Lavan-
dero, recin llegado de Estados Unidos. Dirigi pri-
meramente las obras que present Areyto; luego entr
a former parte de la Facultad de Humanidades de la
Universidad. Esta institucin se ensanchaba rpidamente,
respondiendo al impulso de los rectores Toms Benner
y Carlos E. Chardn. Su nuevo Rector se convirti en
una de las figures gubernamentales ms influyentes de
Puerto Rico.
Muy pronto, el nuevo partido se satur de elements
conservadores, y se camin hacia el centrismo. Los de-
ms partidos estaban demasiado anonadados para dar
peleas. Los grupos de presin dan salida a sus innume-
rables problems particulares. Se hace presin por pu-
ro inters de grupo, pero se reclama que todo se hace
a nombre del bien colectivo.
Sin una consciencia cabal de nuestras capacidades y
de nuestra formacin histrica, se afilan nuestros par-
ticularismos y con ello se estorban ciertos propsitos
colectivos anteriormente formulados con claridad. Nos
afecta la crisis international. Adems, en palabras j-
baras, la presin econmica nos prende candela por
el rabo. Urge resolver nuestra situacin de pueblo his-
tricamente dependiente. Es lo que desvela a Muoz.
Se aplazan, pues, otros entusiasmos creadores del es-
pritu. En algn sector influyente se duda de la ca-
ENRIQUE A. LAGUERRE
pacidad de iniciativa del paisano, y hasta llegar a crear-
se, en parte, una atmsfera de inseguridad y desarrai-
go. En este sector nace una exagerada confianza xe-
noflica.
Nos vamos acostumbrando a una vida fcil, de jiras
y banquetes, y desdeamos estudiar lo que somos y
lo que tenemos. Aspiramos a un internacionalismo vani-
doso, sin que antes nos preocupemos por conocer nues-
tros fundamentos de pueblo, tal como lo han hecho
todos los pauses del mundo *.
En su mensaje a la Sesin Conjunta Legislativa en
febrero de 1949, el primer gobernador electo por los
puertoriqueos, con motivo de la reciente inauguracin
de ese gobierno asegura que "nada hay ms condena-
ble a los ojos del pueblo que la accin pblica que se
toma o la actitud pblica que se asume por motivos de
carrera o de ambicin o posicin personal". Es una
afirmacin de claras disposiciones democrticas y de
servicios pblicos desinteresados. En toda la extension
de ese important discurso del seor Muoz Marn se
habla de problems de salud, nutricin, industrial y
agriculture, es decir, se discuten, con sobrada razn de
buen gobierno, los factors econmicos y de salud que
han de contribuir al mantenimiento de los buenos ser-
vicios gubernamentales, pero no hay todava seales
Sin embargo, entrado el 1954, se prev ya un conflict de
enfoque educativo en las reas oficiales: de un lado, va in-
tensificndose la necesidad de aprender a conocernos mejor,
de otro lado, se encabrita, rijosa, la actitud de que no vale
la pena, ni siquiera sociolgicamente, examinarnos a nosotros
mismos.
PULSO DE PUERTO RICO
de preocupacin excepcional por los factors culturales.
La mejor ayuda que puede ofrecer cualquier pueblo
a cualquier plan de buen gobierno es que tenga una
consciencia clara y sin mixtificaciones de su propia for-
macin histrica; que sienta necesidad de estimular
su poder de creacin en todo sentido, material y es-
piritual; que sepa qu destino de pueblo desea para
s y cmo lo va a cumplir; que no depend de con-
tingencias y s de una consistent afirmacin de vo-
luntad y de espritu. Esta robusta conciencia de s
mismo ha de vigorizar, sin duda, aquellos factors eco-
nmicos y de salud. *
Carta a Ciro Alegra
A mi regreso, en 1950, de un viaje a Estados Unidos
y a Europa, encontr que el novelist suramericano Ci-
ro Alegra planteaba, en una series de artculos para
El Mundo, algunos de los problems sociales de Puerto
Rico, entire ellos, el prejuicio racial. Cuando l termin,
respond yo con una Carta a Ciro Alegra en donde
haca una series de observaciones sobre nuestra con-
ducta social contempornea:
1.-Irresponsabilidad ciudadana frente a nuestra
propia formacin histrica.
2.-Actitud escapista en la conduct ms o menos
colectiva, mayormente por causa de un sentimiento de
* Vanse las Palabras finales de este libro.
ENRIQUE A. LAGUERRE
inferioridad y del desconocimiento que se tiene de lo
que realmente somos. Vivimos un estrecho present de
apariencias, sin hondas races en el pasado y sin las
debidas proyecciones espirituales hacia lo porvenir.
3.-Dependemos ms de lo que no tenemos que de
lo que tenemos. Es por eso que con tanta facilidad nos
damos a tirar la casa por la ventana al menor indicio
de alborozo.
4.-Antes de que los planes concretos de buen go-
bierno fluyan con nuestras actitudes escapistas, antes de
que las ilusiones pongan en peligro la convivencia, de-
biramos hacer un alto y echar balance.
5.-Se ha recrudecido -fundamentada mayormente
en ilusiones -la ambicin de la clase media. Las profe-
siones se han rendido al dinero o a las promesas de
dinero; se alardea de triunfos para ocultar frustaciones;
si somos intelectuales, nos metemos en pomposidades
acadmicas.
Esta Carta a Ciro Alegra se coment ampliamente,
de diversos modos. Sin embargo, ya reinaba entire nos-
otros un silencio aterrador -significativo an en los
actuales das- y la gente que debi hablar no habl.
Algn da hemos de darnos cuenta cabal de esos pro-
blemas.
Falta de comunicacin
Seis meses despus de mi regreso de Europa fui a
trabajar, como empleado de la Unesco, en un proyecto
de educacin fundamental en Ptzcuaro, Mxico. All
PULSO DE PUERTO RICO
estuve afio y medio. Otra vez se me ofreca la oportu-
nidad de darme cuenta cabal de ciertos detalles de nues-
tra realidad puertorriquea. El progress material era
extraordinario; sin embargo, se haba agravado la si-
tuacin de desarraigo, y el silencio, an mas aterrador,
ahogaba muchos de los buenos actos de gobierno, cier-
tas inquietudes colectivas, ciertas iniciativas individua-
les y de grupos, las inquietudes de creacin artstica.
Nadie criticaba con reposo ni con justicia. Algunos l-
deres influyentes del gobierno se hacan a s mismos
una viva propaganda de altavoz. Pero no haba un
process de comunicacin real. La propia prensa haba
limitado -casi eliminado- esas posibilidades. Algunos
intelectuales influyentes proponan un intelectualismo
supersticioso, pulcramente fidesta como un dogma, sin
mayores conexiones vitales, ms bien un culto esttico
y terico que un servicio vital del hombre, para el
hombre de care doliente.
En mis conversaciones con jvenes intelectuales de
nuestra Universidad, notaba yo una peligrosa suficien-
cia de conocimientos, una aguda puntillocidad acadmica,
sobre todo, en cierta media, un distanciamiento de las
realidades del pas y un culto exagerado a un mundo
de ficcin. Hablaban de no preocuparles los problem.
mas de Puerto Rico por preocuparles los problems del
mundo, como si se tuviese que aceptar la mas absolute
insensibilidad al ambiente. A m, lo confieso, no me
convince este intelectualismo fidesta, prometedor siem-
pre de difciles parts ideolgicos, en un pas que no
se conoce a s mismo. No comprendo cmo pueden do-
lerme los problems y angustias del mundo, indepen-
ENRIQUE A. LAGUERRE
dientemente de lo que sucede en Puerto Rico, como si
no furamos tambin el mundo, el mundo ms nuestro;
c_,no si no furamos series humans, en un lugar de-
terminado del mundo. Rechazo el nacionalismo anacr-
nico, los dogmas polticos y el patriotism tribunicio,
pero entiendo, sin embargo, que han de importarme las
mnimas y mximas realidades de mi pas.
Hasta en el nombre de las revistas se nota esa acti-
tud de alejamiento, de mirar de arriba a abajo; de
intelectualismo intocable. Todo ello sugiere una situa-
cin de vanguardia perdida. En todo caso, a m, per-
sonalmente. me interest ms la brega de retaguardia.
La retaguardia puertorriquea anda bastante abando-
donada.
Un ingls opina sobre Puerto Rico
Quiz muy pocas personas repararon, conscientemen-
te, en un artculo publicado por un inles --'Grdan K.
Lewis-, professor visitante de ciencia poltica en nues-
tra Universidad, en El Mundo del 19 de agosto de
1952. Casi todos. a quienes preguntaba si lo haban
ledo me respondan negativamente, y ellas eran per-
sonas supuestamente interesadas en esta clase de lec-
tura. Qu quedara para los dems! O muy pocos y
dispersos comentarios sobre ese, a mi juicio, interesante
punto de vista de un extranjero de paso por Puerto Rico.
Me interest como me interest hoy da leer las Memorias
de O'Reilly o las observaciones de Ledr en el Siglo
XVIII o lo que dijo Flinter en el siglo XIX.
PULSO DE PUERTO RICO
En las notas de Lewis hay un haz de observaciones
agudas y algunas equivocaciones, que se deben, estas
ltimas, a prejuicios del autor; pero en general ello
no le quita su fundamental inters. Se notan contra-
dicciones, verdades a medias y cierto prejuicio bri-
tnico en contra de Estados Unidos, pero, como l
seala, es cierto que pasamos por una poca de tran-
sicin, de la que muchos puertorriqueos no se dan
o no quieren darse cuenta. No creo, sin embargo, que
el recorder hechos del rgimen espaol nos d just
sentido de la historic, al contrario, carecemos de una
consciencia recta de lo que somos; conservamos bas-
tantes elements europeos, hasta cierto grado de vani-
dad europea; sin embargo, todava no nos parece deso-
lada el alma del otro hombre, como en Europa; sabe-
mos buscar refugio en la Naturaleza. Hay vivos con-
trastes de nuestra vida social; nuestra creacin artstica
es deficiente y carece de estmulo; somos algo aldea-
nos; no hemos dado a nuestros studios un firme ca-
rcter de investigacin. Tambin es cierto que nuestra
atmsfera social est cargada de celos y de ira, gene-
ralmente reprimidos; que estamos en process de cre-
cimento poltico; que el liberalism nuestro es ms
efectivo que en el continent, especialmente en lo que
concierne a la planificacin social y econmica.
Son observaciones bastante perspicaces las que expo-
ne Lewis en su artculo Puerto Rico visto por un ingls,
y en ese trabajo sobresalen algunas observaciones que
nos han estado preocupando much en los ltimos aos.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Lewis, naturalmente, ve nuestra conduct social, como
europeo, y hasta se siente halagado por los evidentes
sedimentos europeos que tenemos; pero a m me inte-
resa nuestra situacin segn la siento en mi carne de
puertorriqueo. Siempre, desde luego, es interesante co-
nocer los puntos de vista de gente que pasa por aqu;
sobre todo, si son bsicamente honrados como estos de
Gordon K. Lewis.
Vida international
A raz de haber sido electo gobernador de Puerto
Rico, don Luis Muoz Marn estuvo en Estados Unidos.
"Y ahora, qu viene a buscar?" le preguntaron los
periodistas. "Nada. Vengo a traer", respondi el go-
bernador. Fu un acontecimiento sin precedentes. En-
tonces estaba yo en Nueva York y pude darme cuenta de
la reaccin favorable unnime que las palabras de
Muoz haban causado. Y, s, Muoz Marn vena a
arecer los servicios tcnicos y educativos de los puer-
torriqueos en beneficio de los estudiantes del Punto
IV (ayuda tcnica y educativa a pases poco desarro-
llados). Empezaron a llegar a la Isla gentes de todas
parties del mundo: de la Amrica Latina, de las Anti-
llas vecinas, del cercano y el lejano Oriente. La afluen-
cia ininterrumpida de gentes de todos los puntos cardi-
nales es un espectculo que ya no llama la atencin
entire nosotros.
Aqu conviene hacer un parntesis. Unos meses des-
pus de haber estado el Gobernador en Estados Uni-
PULSO DE PUERTO RICO
dos, la presentacin del Coro de la Universidad en
Washington y Nueva York fue uno de los aconteci-
mientos musicales de la temporada en estas ciudades.
Pocas veces he visto yo ms satisfaccin y orgullo en
los ojos de los puertorriqueos residents en Nueva
York. Las actuaciones teatrales de Jos Ferrer -ameri-
cano* nacido en Puerto Rico- haban sido coinciden-
temente extraordinarias. Lstima grande que no se apro-
vechen medios tan efectivos para crear comprensin.
Es poco juicioso el no aprovechar esas realidades cul-
turales en la creacin de una buena reputacin para
Puerto Rico. Pero es esta precisamente, una de las fases
poco afortunadas de nuestro gobierno que, en el campo
de la planificacin y la economa, tan afortunados pasos
ha dado. Jams deber olvidarse que los pueblos per-
manecen por razn de las manifestaciones de su esp-
ritu. Por lo menos tan important como su cuerpo debe
considerarse el espritu de un pueblo. Esta falta de
equilibrio ha trado evidentes perjuicios a la verdadera
causa de Puerto Rico.
Las nuevas prcticas internacionales han hecho bien
a Puerto Rico y ms bien le hubieran hecho si hubi-
semos dado esos pasos con la debida seguridad en
nosotros mismos. Ms que un campo de experimenta-
cin, de iniciativas asimiladoras, somos un pueblo. Este
genuino inters de servicio de parte de Muoz y de
muchos de sus ayudantes se presta para abrir las
puertas del exhibicionismo international a algunas de
Por su identificacin con los modos de vida continentales.
por lo que ha recibido y ha aportado a aquel medio, Jos
Ferrer es culturalmente norteamericano. Su vida es un vivo
estimulo para el emigrante puertorriqueo en Estados Unidos.
ENRIQUE A. LAGUERRE
nuestras personas, sin que les preocupe gran cosa el
destino integral de nuestro pueblo. En estas circuns-
tancias, se puede correr el riesgo de construir un pas
sobre terreno movedizo.
Hay una poca de febril actividad en la Isla. Se le-
vantan fbricas, se amplan inusitadamente las rentas,
surgeon los repartos y los caseros urbanos como arte
de magia, San Juan toma contornos fsicos de gran
ciudad, el progress, -riego, carreteras, granjas, desarro-
llo de la fuerza hidrulica, acueductos, adelanto urbano-
llega a casi todos los rincones de la Isla. Signo seguro
del progress es la notable expansion de la clase media.
Por otro lado, crecen de tal modo las facilidades
en los servicios de educacin y de salud, que ya la po-
blacin -grandes y chicos- va espontneamente a las
aulas y a las unidades de salud. Hace veintinco aos
haba que forzar a un gran nmero de ellos a ponerse
las vacunas o a enviar sus hijos a la escuela.
En las estaciones experimentales agrcolas se agrega
ms territorio cultivable a la Isla con la creacin de
products de double rendimiento; se busca la variedad,
el fruto superior y ms estandardizado.
Con el crecimiento de la clase media, se han puesto
de relieve las ansias de mejoramiento de las classes
menos afortunadas. As se lleg, recientemente, a un
vasto plan de alfabetizacin. Propsito: erradicacin casi
total del analfabetismo hacia 1965.
PULSO DE PUERTO RICO
Oportuno y realista ha sido el establecimiento de
excelentes escuelas vocacionales en la Isla. El Pas
necesita educarse para enfrentarse al cambio que se
opera: de una situacin agrcola se va pasando a una
situacin semi-industrial. En estas escuelas vocacionales
los estudiantes que vienen de fuera hallan tambin servi-
cios educativos valiosos, adems, ahora pueden emi-
grar obreros diestros de la industrial.
La emigracin puertorriquea hacia Estados Unidos
es una viva realidad; ayuda a resolver agudos proble-
mas de poblacin y desempleo. Ya hay generaciones
de puertorriqueos nacidos en Estados Unidos. Hace
bien el gobierno en disponer planes educativos en bien
de la emigracin. No somos el nico ni el ltimo pas
de fuerte corriente migratoria: debemos poner empeo
en crear buenos emigrantes. Puerto Rico, mientras tan-
to, se ha convertido en un importantsimo centro de
trnsito areo.
Un estado nuevo
Desde 1952 somos un estado nuevo asociado al sis-
tema poltico de Estados Unidos. Para unos, ya encon-
tramos el camino por donde hemos de seguir. En idea
de Muoz, slo necesitamos madurarnos en el reco-
rrido de ese camino. Para otros, lo del estado libre
bre asociado es un engao, un consorcio de ideas in-
compatibles. El nombre, naturalmente, no hace el caso.
El tiempo dir, y an no ha pasado suficiente tiempo
que nos permit apreciar los resultados. Por el momen-
to, la incgnita es: Podr el Congreso de Estados
-N-RIQtTE A. LAGL'ERRE
Unidos quitarnos. segn nos dio. este sistema de go-
bierno? Por un lado. Estados Unidos lo ha anunciado
al mundo como una prueba de su actitud anticolonia-
lista: por otro lado. con el advenimiento de los repu-
blicanos al poder en Estados Unidos, no han faltado
lideres influyentes que duden de la eficacia de este
nuexo sistema de gobierno. En la Isla va se mueven,
con ms soltura, las dos facciones tradicionales: separa-
tismo y anexionismo. Pero Muoz Marn dice que el
Estado Libre Asociado es definitive, que slo necesita
crecer; esto ha provocado las iras editoriales de El
Mundo, que mantiene un criterio plebiscitario. Y la
verdad es que dentro del propio Partido en el Poder,
no se ha levantado una sola voz en favor del plebiscito.
Respaldo tcito a Muoz, indiferencia, o llana y sim-
plemente silencio.
Entra en Puerto Rico, direct o indirectamente, bas-
tante dinero de origen federal. Pero nuestros soldados
pelearon en Europa y en Corea y vigilaron las fortale-
zas en moments de crisis. Adems, conviene no olvi-
dar que Puerto Rico, bastion del Caribe, compromete la
vida de dos millones de habitantes, todo lo que tene-
mos y lo que somos. Ese no es el caso de los pases
mayores y menos poblados. Tal destino de fortaleza
lo tuvo Puerto Bico en tiempos de Espaa, cuando nos
toc vigilar las rutas martimas metropolitanas. Fuimos
pueblo de riesgos -ingleses, franceses, caribes, holan-
deses, daneses. pirates, huracanes- y de hambres. Quin
sabe si por eso perdemos algo la cabeza en moments
de inflaci6n.
PULSO DE PUERTO RICO
Crisis
Hemos mostrado una ansiedad frentica por escapar
al hambre traditional. A veces actuamos como si vivi-
ramos en la noche de Antruejo con las muchas fiestas
y banquetes
Me deca un norteamericano amigo: "He estado en
cuatro banquetes oficiales, para la misma persona y
con los mismos invitados. No he visto cosa igual". Po-
siblemente. Queremos poner de relieve nuestro sentido
de hospitalidad e impresionamos mal. Por un lado te-
nemos una burocracia muy complacida y por el otro
hay un grupo de ciudadanos desesperados. Qu pien-
san, qu sienten, en realidad, las grandes muchedum-
bres? Salvo este o aquel pronunciamiento, sin mayores
consecuencias, de este o aquel bando, lo que se nota es
silencio, silencio del que digiere?
Pasamos en verdad, por un moment de transicin;
es ms, pasamos por una crisis. Y crisis, dice el dic-
cionario, es una "mutacin considerable que acaece en
una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agra-
varse el enfermo". Eso me parece ver en este perodo
1952-1954.
Francamente me azoran las palabras de un intellectual
que antes se distingui por su independencia de crite-
rio. Sin ambages, dijo lo siguiente en una tertulia: "Yo
no paso trabajo pensando, porque Muoz piensa por
m". Y eran sus intenciones el singularizar su lealtad
a Muoz. En general, la respuesta fuij un dramtico
silencio. Personalmente, yo entiendo la lealtad y el
aprecio de otro modo.
ENRIQUE A. LAGUERRE
En realidad, hay cosas que se han quedado atrs y
hay que recogerlas y hacerlas crecer. No somos un la-
boratorio de asimilaciones extraas. Pese al silencio, se
nota una pugna sorda en la atmsfera; hay ira y celos,
como dijo Gordon Lewis. Hay, sobre todo, unas con-
tradicciones sintomticas de crisis y transicin. Frente a
una desatinada complacencia por todo lo extranjero, se
solicitan ms manifestaciones folklricas, un traje na-
cional, bailes y canciones nacionales; nuestra prover-
bial hospitalidad se va exasperando; privan las revistas
extranjeras cuando ms se estudia nuestra historic; se
es "americanista" en la Isla y se sale a laborar tcni-
camente, a otros pases, a nombre de Puerto Rico; fren-
te a un profesionalismo egosta, ponemos de manifiesto
nuestras iniciativas en favor del progress social del
pas; frente al poco fervor en la ayuda official a las
artes, hay un indiscutible hervor creador. Hay, s, un
buen caudal de confusion; no es possible que pase
inadvertido.
Nunca como ahora se ha hablado tanto de la con-
veniencia de pensar ms en el hombre occidental que
somos que en exaltar conceptss localistas". Pero, a
mi juicio, la exaltacin creadora del espritu puertorri-
queo no niega nuestra cultural occidental; al contrario,
la afirma. Roma, Grecia, Italia, Espaa hicieron la
cultural occidental con espritu romano, griego, italiano,
espaol. Acaso convenga a los intereses particulares de
un espaol a un italiano, en Puerto Rico, el hacer hin-
capi en la necesidad de impulsar, en Puerto Rico, esa
idea de hombre occidental. Lo ms probable es que,
PULSO DE PUERTO RICO
en Espaa o en Italia, hable menos de ello y trabaje
ms como espaol o italiano para lograrlo. Con una
retaguardia nuestra bastante abandonada insistir en ese
tema suena a desarraigo y snobismo en boca de un
puertorriqueo. Sera ms lgico dedicarnos, con fecun-
da humildad, a construir nuestro pas; con tal material
estaramos ofreciendo, a la postre, nuestro concurso a
la cultural occidental.
Esos certmenes, ese Instituto de Literatura oficiales
no acaban de levantar los nimos. Por qu? No hay
una disposicin francamente favorable a la creacin
de museos, salas de concerto, teatro, academias, sinf-
nicas. No hay un Departamento de Bellas Artes. El in-
ters official por el arte no es lo suficientemente fervo-
roso ni estimulante como para impulsar la creacin de
fondo puertorriqueo
Se llama a un certamen de msica seria y se presen-
tan 17 composiciones: de Campos Parsi, de Amaury
Veray, de Kachiro Figueroa...; otro de pintura, y apa-
recen ochenta cuadros; otro de cuentos, y hay un cen-
ienar de cuentos, y as con la poesa, el tallado de santos,
etc. Y todo se queda luego como en el anonimato y se
imponen los celos y los resentimientos sordos.
El teatro tiene que abaratarse en el radio y la tele-
visin. Los Ferrer, Hernndez (Juano y Rafael), Sanro-
m prosperan fuera de la Isla. Regresan y pasan casi
inadvertidos a los pocos meses, y hasta se pone en duda
su valer.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Es un ambiente sin salas de exposicin, sin mercado
para el arte, sin profesionalismo artstico, sin compradores
de libros, sin tradiciones artsticas permanentes. Siem-
pre se trata de minimizar el valor de lo que se crea
entire nosotros; todava no hemos conseguido instituir
una editorial que haga trabajos tipogrficos aceptables.
Hay prosperidad para el base ball, el cine, los espect-
culos de relumbrn. Nos atenemos ms a la crtica opor-
tunista de aquellos que lo mismo hablan de la zarzuela
que de la bomba atmica.
Quin sabe, vivimos ese instant de transicin, por el
que pasamos de un estado con claros sedimentos ro-
mnticos a una situacin de consciencia ms realista.
Quin sabe, vamos hacia una convivencia ms efectiva,
desde un punto de vista social, en que caigan definitive y
totalmente las murallas que separaron a San Juan del
resto de la Isla.
Saltos mortales sin red protectora
Fue mi amigo Francisco Arriv quien sugiri la idea.
Hablaba l de que Puerto Rico haba montado un acto
muy dramtico: dar saltos mortales sobre la cuerda de
sus propias iniciativas. Despus de cada salto mortal se
le va dando ms altura a la cuerda, y el acto se con-
vierte en un riesgo progresivo. Por negligencia o por
fanfarronera no se ha puesto la red de seguridad. Hasta
cundo durar el espectculo? Hay espectadores vidos
PULSO DE PUERTO RICO
de sensaciones. Pero ya se nota, con creciente inquietud,
la ausencia de la red...*
Con ese estado de ansiedad se han escrito la mayor
parte de los trabajos de Pulso de Puerto Rico. Se dieron
a conocer por la Estacin Radial W.I.P.R., con el nom-
bre de Puntos de Partida; de 104 trabajos escritos, he
seleccionado para este libro los de inters ms contem-
porneo. Los he organizado a base de temas y he tra-
tado de imprimirles unidad de conjunto. He preferido
conservar el original estilo periodstico y su sencillez.
He prestado ms atencin a los motivos culturales y
a las expresiones artsticas. Las razones son demasiado
obvias para explicar por qu. Compete a cada genera-
cin dar a la posteridad just cuenta de lo que hizo
-como puertorriqueos y como hombres del universo-
para consumer nuestro destino sobre esta tierra que
tanto amamos. Ojal que lo que ahora hacemos ayude
a fecundar el espritu creador de lo porvenir. Siempre
es muy difcil enjuiciar lo que est muy cerca de uno,
en uno; me he esforzado por mantener objetividad. Ello
no me priva de impirimir a mis puntos de vista un
caudal de pasin indispensable.
Enrique A. Laguerre.
Mis trabajos de crtica e informacin cultural comenzaron
a radiodifundirse el 31 de agosto de 1952. Desde entonces he
venido planteando consistentemente una series de problems
de cultural. En los lPml6 meses de 1954 se nota, en los cir-
culos gubernamentales, un vivo inters por el libro puerto-
rriqueo. La intencin fundamental de Pulso de Puerto Rico
es poner de relieve el fervor puertorriqueo de unas cuantas
personas que cumplan, en silencio, su misin.
LA PRENSA
Dentro de esta atmsfera de crisis y transicin en los
moments de 1952-1954, el espectculo de la Prensa es
inquietante. Se recogen en esta primera parte unas cuan-
tas impresiones, escritas en diversas fechas: ideas sobre
la misin de la prensa, con motivo de la desaparicin de
Puerto Rico Ilustrado; periodismo educativo, informa-
cin y cultural, rganos de temas especializados; respon-
sabilidad de los intelectuales que escriben para el pe-
ridico y lucha por mantener los canales de comunica-
cin abiertos.
En los ltimos diez afos la Prensa ha sufrido unos
cuantos cambios: desaparicin de un buen nmero de
diarios y revistas, y con ello, canales de expresin que
se cierran, menos oportunidad para la diversidad de opi-
niones; tendencies corporativas y monopolsticas de la
Prensa que ponen en peligro una genuina libertad de co-
municacin; predominio del anuncio pagado sobre la
cultural y la educacin. Esto se ha hecho notar ms con
motivo de la desaparicin de las ediciones dominicales,
en donde se les daba atencin a las manifestaciones de
cultural.
ENRIQUE A. LAGUERRE
En la Prensa de Estados Unidos se evidencian tambin
esas tendencies, pero no slo en las ediciones de fin de
semana de los grandes peridicos hay concretas manifes-
taciones de lo que sucede culturalmente, sino que exis-
ten en el pas multitud de revistas con diversos propsitos.
Por otro lado, en Puerto Rico parece entenderse que,
para que una revista sea literaria y de alta expresin
cultural, ha de prestar cuanto menos atencin a lo que
pasa en la Isla. Hay en nuestro pas una apremiante falta
de revistas o peridicos de intenciones culturales ms
asequibles y menos presuntuosos, que lleguen a esa
muchedumbre de gentes a medio educar que deja la
escuela.
Nuestra literature naci y se cri en la prensa. Nues-
tros mejores escritores escribieron siempre para los pe-
ridicos. La Prensa no debiera, pues, cerrarse a las
genuinas expresiones de nuestro pueblo.
LA MISSION DE LA PRENSA
La desaparicin -27 de diciembre de 1952- de
Puerto Rico Ilustrado me ofrece motivos suficientes pa-
ra exponer unas consideraciones generals sobre la mi-
sin de la prensa. Siempre me produce pesar que des-
aparezca algn peridico -independientemente de que
est yo o no est de acuerdo con lo que publica-,
sobre todo, si se trata de un peridico que vena publi-
cndose desde el 6 de marzo de 1910.
Es realmente lamentable que en los ltimos diez o
doce aos hayan desaparecido tres o cuatro de los prin-
cipales peridicos y revistas que haban hecho una tra-
dicin informative y cultural en Puerto Rico. Me re-
fiero en particular a peridicos como La Democracia,
La Correspondencia, El Diario de Puerto Rico (herede-
ro de un relmpago periodstico, El Universal), y ahora
Puerto Rico Ilustrado, sin contar otras publicaciones de
much menos tiraje, pero de bastante tradicin como
La Linterna, Pica-Pica, El Diluvio, entire otros, y sin
olvidar los pequeos semanarios y mensuarios locales
que han ido desapareciendo en los pueblos de la Isla
y en la propia capital.
ENRIQUE A. LAGUEBEE
Con motivo de la desaparicin de The Star, peridico
neoyorquino, escriba yo al Diario de Puerto Rico lo
siguiente, desde Nueva York: "La cada de The Star
-peridico que sustituy al famoso P. M.- ha puesto
a pensar al austero The Times. En una nota en que
se comenta la desaparicin de The Stan, el Times de
enero 30 (de 1949) habla de cmo van disminuyendo los
peridicos en Nueva York. En 1920, dice, haba en la
ciudad double nmero de peridicos importantes de los
que hay hoy da. El Globe, el Everning, entire otros, han
desaparecido, como desapareci P. M. y ahora The Star".
Y a propsito, debo agregar ahora que The Star tuvo
un heredero en The Daily Compass, desaparecido tam-
bin hace poco (octubre, 1952).
Segua diciendo entonces, el 7 de febrero de 1949:
"Los peridicos principles de Nueva York se han co-
mercializado extraordinariamente. Priva en ellos el anun-
cio. Sin embargo, la ciudad no podra moverse sin sus
peridicos. Qutenle a Nueva York sus peridicos y sus
subways y tendran a una ciudad paralizada".
"A propsito, no es raro ver el interior de los vago-
nes convertido en sala de lectures, cada cual tratando
de enterarse, a la ligera, de lo que le interesa... El
anuncio mueve -o no mueve, segn sea el caso- a esta
gente de Nueva York. He aqu por qu no se puede
seguir presentando una obra de teatro, una pelcula, una
revista musical o un show cualquiera sin que en los
carteles aparezcan las opinions laudatorias de los cr-
ticos de revistas y peridicos. Uno de esos crticos puede
hacer vivir o puede matar cuaquier obra. Algunos de
PULSO DE PUERTO RICO
ellos son seores todopoderosos que imponen sus ideas
a los dems -y todo por la costumbre que los dems
tienen de dejarse guiar-. De modo, pues, que hay ca-
sos en que el triunfo o el fracaso de una obra depend
del estado de nimo de uno de esos seores crticos".
"Naturalmente, la mayor parte de las veces su crtica
es justamente sincera", sobre todo -agrego ahora- si
se tienen en cuenta los patrons de opinion ambientales,
que tanta influencia tienen en Nueva York. "Es por
eso que un best seller o un show de xito no siempre
tienen mrito, ms bien pegan, como decimos aqu por-
que responded a gustos, refinados o bastos, segn sea
el caso, comunes en el ambiente. El peridico neoyor-
quino lleva al pblico, casi automticamente, a los
shows. Es realmente extraordinaria la influencia del
peridico en este sentido... Y mientras ms peridicos,
tanto mejor, porque hay ms variedad de opinion, al
menos tericamente. Pobre de Nueva York si algn da
slo se guiara por lo que dice el Times en sus muchas
secciones... La gente de Nueva York debiera aprender
a juzgar las obras por s misma antes de que sigan
desapareciendo los peridicos, porque entonces, amigos
mos, uno o dos de esos peridicos poderosos van a
dominar la vida de esta enorme ciudad".
Y agregaba an ms: "Cuando la crtica propende a
mecanizarse, como muchas veces sucede en Nueva York,
dicha crtica, si es favorable, hace el papel de anuncio.
He aqu un extremo peligroso. Sin embargo, en Puerto
Rico nos colocamos en el otro extremo: en trminos ge-
nerales, nuestros peridicos no dan opinion sobre los
ENRIQUE A. LAGUERRE
aspects culturales de nuestra vida insular... Es deber
de un buen peridico procurarse los mejores crticos
a los fines de instituir la crtica periodstica en lo cul-
tural, aunque se mecanice, que es preferible la crtica
mecanizada a la no crtica", Aunque es peor todava la
desaparicin de la variedad informative por la des-
aparicin de peridicos y el entronizamiento del mono-
polio informative.
Eso dije, en parte, en el Diario del 7 de febrero de
1949. Y en Alma Latina de septiembre de 1944 haba
dicho:
"Se citan much las palabras del estadista norteame-
ricano: "Si me dieran a escoger entire gobiernos sin
peridicos y peridicos sin gobiernos, me quedara con
lo ltimo". Palabras que son un cumplido reconocimien-
to a la Prensa. Pero, a qu Prensa? No hay duda de
que el estadista pens en la Prensa verdaderamente li-
bre, en la Prensa conscientemente moral. La verdadera
prensa trata de erradicar los egosmos con el fin de servir
los intereses del pas; es, repito, escuela de educacin
popular; no se aferra a vacuos tradicionalismos, no es
veleta que gire a capricho de los vientos, no sacrifice su
ideologa por los anuncios, no es arca en el mercado de
las ambiciones de grupo alguno". "La Prensa que no
es verdaderamente libre y conscientemente moral, antes
que un bien es un peligro pblico", mxime si desapa-
rece la variedad de opinion con la desaparicin de los
peridicos. He aqu el temor a una Prensa 'que mono-
police la informacin y la opinion y que, antes que
agent de cultural, sea una corporacin mercantil.
PULSO DE PUERTO RICO
"Para expresarse, un peridico ni siquiera tiene que
editorializar. Un peridico dirigido sin sentido tico
generalmente describe editoriales insulsos: deja pasar los
acontecimientos y situaciones significativos y opina so-
bre generalidades, sobre asuntos de pasajera importan-
cia, sobre asuntos que entiende a medias. Pero sus ver-
daderas intenciones, se reflejan en los titulares, en las
informaciones torcidas, en ignorar o singularizar noti-
cias, segn sea el caso, en la actuacin del redactor an-
nimo que toma partido a tono con la idea de los in-
tereses creados... Un peridico dirigido por gentes
sin responsabilidad moral, es un Frankestein peligroso".
Es por todas esas razones que lamento la desaparicin
de un peridico cualquiera que, con su desaparicin,
disminuya la variedad de opinions y la posibilidad de
educacin pblica.
No en balde en las dictaduras se le da legalidad a
la supresin de cierta informacin y de las ideas que
no convengan al mandams. Causa una impresin co-
mo de apagamiento, como que el mundo ha dejado de
existir en muchas de sus expresiones ms vitales. Si,
para fortune nuestra, no tenemos que lamentar esto
en nuestro pas, es nuestra responsabilidad contribuir
a que se mantenga la variedad de vehculos de expre-
sin para mantener la variedad de ideas y opinions,
que siempre son saludables. Naturalmente, gracias a
Dios, no tenemos slo a la Prensa como medio de ex-
presin porque entire nosotros vive la hoja suelta, la
tribune, el radio, y esto ayuda a mantener la libertad
de expresin. Pero, repito, es lstima que, por impera-
ENRIQUE A. LAGUERRE
tivos econmicos, vayan desapareciendo los vehculos
de expresin impresos.
Pocas manifestaciones de la vida national me llama-
ron tanto la atencin en Francia como la impresionante
variedad de peridicos, hojas y revistas que all hay. Los
peridicos, hojas y revistas representan todas las opinio-
nes polticas, culturales e informativas. En lo poltico,
pongamos por caso, desde el radicalismo extranjerizan-
te de L'Humanit hasta el conservadorismo de Le Figaro,
y entire los dos extremos, todo un mosaico de opinions
e ideas. Los peridicos son generalmente pobres, pero
ofrecen medios de expresin. Hay la oportunidad de que
un peridico sirva de media de contensin a otro pe-
ridico. Y adems, existe la posibilidad constant de
que en un mismo peridico se ventilen todas las ideas,
sin obstculo de clase alguna. La prensa francesa es
la prensa de ms variedad que he visto y conocido.
Todava no ha entrado all, plenamente, el concept del
peridico corporativo que acaba con los peridicos que,
por sus limitaciones econmicas, no pueden defenders.
Soy de los que veran con gusto que cada sector de
opinion en Puerto Rico tuviera un vehculo de expre-
sin aunque fuera una hoja. Pero en esto entra la edu-
cacin. Sin embargo, no se olvide que eso representa-
ron, una vez, peridicos como La Democracia, El Tiem-
po, El Pas, El Heraldo, El Intransigente, etc. Ya eso va
desapareciendo. Quin sabe haya otras razones, aparte de
las econmicas. Por ejemplo, los muchos aparatos recep-
tores de radio en campos y pueblos, los muchos peri-
dicos extranjeros que entran aqu, las nuevas aficiones
PULSO DE PUERTO RICO
de los lectores, las muchas salas de cine, los newsreels,
etc. Una pobre revista como Para Ti de la Argentina,
tuvo en Puerto Rico una venta extraordinaria. Actual-
mente, las revistillas de muecos estn entreteniendo la
atencin de millares de nios, desde los seis aos hasta
los treinta. Recientemente se descubri en Mxico que
eran estas revistillas, en muchos casos pornogrficas, las
que sostenan a los grandes peridicos. Cada peridico
publicaba una o varias de estas revistillas. La seguridad
pblica oblig a tomar accin. "
Los peridicos radiales -especialmente los notice.
ros- se oyen con asiduidad. Es ms fcil oir que leer,
para la mayora de las gentes. Y surge una preocupa-
cin: Est abocada a desaparecer -o por lo menos,
a carecer de importancia- la lengua escrita? Porque
la verdad es que el dibujo y la foto y la palabra ha-
blada estn desplazando a la lengua escrita. De ello
hay muchos indicios. A esto hay que agregar nuestra
debilidad por las cosas que vienen de fuera. Ahora es
Bohemia, por ejemplo, aunque no venga en papel sa-
tinado, ya que las revistas en papel satinado han sido
una tradicin muy respectable entire nosotros.
En Francia y en Mxico, particularmente en Mxi-
co, me llam la atencin la tradicin del peridico mu-
ral, con que no contamos aqu. Y por aadidura tene-
mos que reconocer que nuestra tradicin de muchos
pequeos peridicos va acabndose.
Si se acaba Puerto Rico Ilustrado qu se dir de
estos pequeos vehculos de informacin. Puerto
Rico Ilustrado estuvo vivo unos 42 aos y fue la matriz
ENRIQUE A. LAGUERRE
de donde sali El Mundo en 1919. En ocasin de escri-
bir un trabajo sobre la poesa modernista, tuve la opor.
tunidad de revisar toda la coleccin de la Revista desde
marzo de 1910 para ac, y en Puerto Rico no se puede
escribir la historic de la cultural sin tener en cuenta
a Puerto Rico Ilustrado. Fue la Revista de la primera
mocedad de muchos hombres de valer en Puerto Rico.
Personalmente, me regocijaba cada vez que le daban
una inyeccin de vitalidad para revivirla. Me alegraba
porque no hubiera querido que desapareciera. Pero una
revista que surgi a vida para alimentarse con vida de
Puerto Rico, ltimamente no se senta bien con los ali--
mentos sintticos que reciba y se mantuvo en estado
comatoso durante algn tiempo, hasta que muri. Lo
lament sinceramente, como lament la desaparacin de
La Correspondencia, La Democracia, El Diario. Como la-
mentara la desaparicin de otros de los que quedan.
Hasta me doli que se hiciera silencio ante su desapa-
ricin. No es tanto la desaparicin de la Revista lo que
importa como el percatarse de la seal negative. No
tengo preocupacin sentimental, ms bien la tengo por
la suerte de la variedad de ideas y opinions.
En su ltima salida, Puerto Rico Ilustrado recoge im-
presiones de su primera salida y da una explicacin
amargada del porqu de su desaparicin. Ojal no se
acabe lo que hay de noble y educativo en la Prensa;
que se conserven, siquiera en parte, los motivos que
hicieron possible la aparicin de Puerto Rico Ilustrado
en marzo 6 de 1910.
LAS CRONICAS DEPORTIVAS
DE PONT FLORES
Hace algn tiempo que me haba prometido escribir
sobre Pont Flores y sus crnicas deportivas en El Mun-
do. Me obligaba a ello la fuerza de su excelente faena
periodstica. Yo dudo que en Puerto Rico se haya hecho
una labor ms consistentemente beneficiosa que la que
ha hecho Pont Flores desde las pginas de El Mundo.
Tareas de esa ndole engrandecen a un peridico.
Buen ejemplo de periodismo altamente educativo es
el que hace Pont Flores. No se aprovecha, como otros,
del deported para hacerse aplaudir sino que busca en el
inters pblico por el deported la oportunidad de exaltar las
virtudes humans y de rechazar, con mtodos de buen edu-
cador, lo que sea negacin de valores ticos. Raras veces se
concentran en una persona, como en Pont Flores, el
respeto a las oponiones ajenas, la independencia de cri-
terio y la estimacin al ser human, y todo expresado
con sano humor, franca llaneza, familiaridad.
El libro que acaba de publicar (1953) -El deported en
broma y en serio- recoge 82 de casi un miller de cr-
nicas escritas desde 1945 hasta ac, sin contar el Correo
ENRIQUE A. LAGUERRE
de la Aficin y muchos otros trabajos, periodsticamente
annimos, pero con el sello indiscutible de la persona-
lidad de Pont Flores. Hasta en los calces y notas se vea
la mano de este periodista que no desaprovecha oportu-.
nidad para manifestar esa simptica disposicin humana
suya.
No he practicado ningn deported en particular, pero
aprecio en lo que vale el bien que puede hacerse a
travs de los deportes. Me gusta la competencia leal en
el baloncesto, el base-ball, el boxeo, pista y campo, etc...
Pocas actividades del hombre contribuyen ms y mejor
a la convivencia de todos los pueblos y de todas las
razas. En este sentido, ciertamente que el deported, es,
como dice Pont Flores, "una religion de todos". No es
slo la competencia en s, sino la aficin y la orienta-
cin literaria del deported. Pont Flores ha concentrado
su mayor atencin en esto ltimo y es enorme el bien
que ha hecho, aunque tal vez no pueda medirse en todos
sus alcances.
En la literature deportiva de buen calibre encuentro
una potencialidad de servicio social mayor al que ge-
neralmente se halla en las muy elogiadas invenciones
literarias, tantas veces resultado de egosmos y vanidades
personales y de oscurantismo expresivo. Algunas de las
personas que piensan as no se atreven a manifestarlo
por temor a que los tachen de incultos y pedestres, pero
lo cierto es que, en la apreciacin literaria --si as pue-
de llamarse- hay much de falsedad, de magia tradi-
cional, de posturas acadmicas. La poca en que un
poeta o un escritor pretenda ser un semidis y que se
PULSO DE PUERTO RICO
gozaba en hablar de torres de marfil, atalayas, vanguar-
dias, torres de los panoramas y otras zarandajas simila-
res es cosa del pasado y debe olvidarse. No me canso
de repetir que fatigan ya las colecciones de metforas
y adjetivos cargados de egolatras y son ridculas las
posturas de los hombres de letra acadmicos.
Recuerdo el caso de un escritor muy apreciado en-
tre nosotros que escribi el prlogo al libro de uno de
esos poetas que quitan al idioma su llano sentido co-
municativo para hacerlo oscuro, so pretexto de hacer
arte. En su prlogo, dicho escritor aseguraba que el
joven poeta era la ms grande figure literaria de su
generacin y sabe Dios. Confieso que yo no haba re-
cibido el mensaje potico, por no entender la mayor
parte de los versos, escritos de manera abstrusa y oscu-
rantista. Todo estaba henchido de alusiones penumbro-
sas, desde un punto de vista de ideas personales y de
interpretaciones filosficas. Pues bien, en conversacin
que tuve con el prologuista, este me confes que no en-
tenda tres cuartas parties de los versos.
Recuerdo asimismo otro caso. Alrededor de 1930 vino
a la Universidad uno de esos profesores visitantes de
gran nombre, de much facilidad para los discursos y
amigo de las expresiones terminolgicas. Entre sus oyen-
tes haba una dama, que no faltaba a sus conferencias
y que confes a una amiga: "Hija, no debes faltar. Es
un portento de hombre. Imagnate si habla bien, que
no entiendo nada".
Y a propsito de las terminologas. Tengo la certidum-
bre de que si a muchos de los llamados buenos trabajos
ENRIQUE A. LAGUERRE
literarios se les quitara la expresin terminolgica les
sucedera como al rey que se visti con lienzos invis"
bles: que se paseara en cueros ante la atencin pblica.
Y no pocos acadmicos o aficionados de acadmicos se
gozan en soltar terminologas para apabullar a los de-
ms que, como en el caso de la dama ya citada, se
conforman con abrir la boca y encoger la respiracin.
La sencillez y los buenos propsitos sociales son nor-
mas de estos trabajos de Pont Flores. Desde un punto
de vista lingstico, no puede ser ms director y menos
acadmico. No teme a los neologismos, si necesita de
ellos y si el pblico lector le entiende. Adems, sacude
las mojigateras acadmicas dando categoria de respe-
table expresin a humildes y hasta vilipendiados voca-
blos de la lengua regional, que despus de todo tan
tiles son como los otros, generalmente aceptados. Uti-
liza un estilo conversacional y director, con oraciones
cortas y rpidas, construyendo escenas vivas y dram-
ticas hacia un fin de sorpresa. Y sin abandonar, nunca,
el inters human.
La evocacin en estas crnicas, por lo mismo que
est henchida de sentido familiar y hogareo --como
cuando recuerda a sus tas de Aibonito-, da a sus es-
critos nuevo inters human. Para lograrlo pone en
juego situaciones, costumbres y vocablos, ya semiolvi-
dados, pero siempre cargados de emocin. As, por
ejemplo, habla l de hacer fieros, como quien se ahoga
con gofio, fluses, lavarnos las orejas por la parte de
atrs, much potro, nios trajeados con el traje de "ya-
lo-sabes-no-te-ensucies", y otras frases por el estilo que
PULSO DE PUERTO RICO
colocan al lector en una disposicin emotional. Y con
esas expresiones, el recuento circunstancial y como quien
no quiere la cosa de las sencillas costumbres hogare-
as que van desapareciendo y de los simples juegos
y actitudes nias de pisarle el pie al contrario, de po
nerle la pajita en la oreja, etc. No es extrao, pues que
unas crnicas que se escriben para estimular sanas ac-
titudes en los jvenes sean ledas con afecto por perso-
nas adults. A los que ya estamos en el moment de las
dos vertientes, como dice Ortega, nos emociona. Y es
que Pont Flores, sin proponrselo, nos dice much de
unos moments inolvidables de nuestra vida de familiar.
Es como si nos atrajera con un dulce grande y moreno,
de aquellos que en un tiempo preparaban las abuelas con
el azcar tambin moreno. Y como siempre tenemos algo
de nios, all vamos.
Dice Pont Flores que es un sentimental y s lo es,
pero para bien de sus lectores, que son los jvenes desde
diez a setenta aos. Es notable virtud la de llevar los
sentimientos nobles al deported, de por s tan objetivo
y reglamentado. Pont ha llevado al deported lo que no
dicen los reglamentos, que a la postre es lo mejor del
deported. Hay un element de expresin lingstica en
las crnicas de Pont Flores que no debe pasar inadver-
tido, sin comentarios. Me refiero a esas expresiones
cargadas de sencilla y profunda significacin, que dan
a sus comentarios ese vital dramatismo que he venido
mencionando. Son estas expresiones: sentarse en el filo
del asiento para ver mejor, una ola de aire caliente nos
pas por el lado (eso al paso de la multitud que aclama
ENRIQUE A. LAGUERRE
a un pelotero), ganas no nos faltaron de pedir pon (esto
cuando llevan al hroe deportivo sobre los hombros).
El lector entiende eso. Y sobre todo, todos los miembros
de la familiar lo entienden porque han tenido la misma
impresin. En Pont Flores hay un constant defensor de
la familiar, segn se ha constituido tradicionalmente en
Puerto Rico, sin que l lo diga a las claras. Lo mejor de
las costumbres familiares se hace present en sus evo-
caciones, sus alusiones y referencias, con tanta eficacia
afectiva, que no dudo en nign moment, que sus
crnicas son un seguro antdoto contra la dispersin
familiar.
Si algn libro debieran leer nuestros jvenes en las
escuelas es este libro de Pont Flores. Ya han ledo mu.
chos de estos trabajos en la pgina deportiva de El Mun-
do, pero ahora tendrn la oportunidad de detenerse a
observer algunas de las caractersticas que he seala-
do de paso.
Nunca la juventud fu tan bien servida como en estos
trabajos. Por fortune, tienen un pblico lector numero-
ssimo, predominantemente juvenile, y para mayor for-
tuna, quien los describe es de confiar. Esas afectivas y
suaves lecciones de humanismo vital, de competencia
leal, de respeto y consideracin al adversario, de con-
vivencia entusiasta y sentida, dejan seguras huellas en
el carcter de los juveniles lectores. Y suavizan las into-
lerancias de los viejos intolerantes. En la historic de
nuestra literature, pocas veces se ha contado con ms
dramatismo conmovedor, un triunfo en derrota como el
de los muchachos de ftbol que hace un lustro estuvie-
PULSO DE PUERTO RICO 53
ron en Colombia a competir con unos conjuntos ms
experimentados. Las pginas dedicadas a Jackie Robin-
son, Tetelo, Arquelio Torres, Joe Louis, tienen un extraor-
dinario sabor cristiano que hace much bien en las
almas jvenes.
Si hay algo que gusta en Pont Flores es su humor ju-
guetn y sin pretensiones. Como el que pone en juego
en Da del Santo, en Income Tax o en A dieta. Aparte
del sentido de humor, tienen estos tres trabajos las ca-
ractersticas sealadas anteriormente. Sobre todo, la de-
vocin a la familiar.
Por fortune para sus lectores, al hacer esa seleccin
de 82 crnicas, para su libro, incluye el autor, al fi-
nal, la fecha en que fu escrita. Esto, hasta cierto punto,
deja el sabor de lo reciente. Es verdad, sin embargo,
que crnicas de esta naturaleza pierden algo, pasado
algn tiempo. La emocin que produjeron, con su ac-
tualidad, se va perdiendo en parte. Pero quedan los va-
lores humans de siempre. Adems, queda tambin el
acopio lingstico que, por su carcter conversacional,
nos dir, en el future, qu sentamos y qu decamos
en estos tiempos.
Dice Pont Flores en alguna parte de su libro: "Ms
de un corpulento fantico corri su humanidad hacia el
frente y sin darse cuenta, se prepare para ver el en-
cuentro sobre la precaria comodidad de una octava par-
te de su butaca". Con ese inters, Pont Flores, he ledo
sus crnicas y es el mejor elogio que puedo hacerle.
Luego, separado de la emocin del moment, he pensa-
54 ENRIQUE A. LAGUEBRE
do en el beneficio que sus trabajos proporcionan a los
jvenes, y, sentado ya a toda comodidad, sealo este
haz de impresiones. No s si lamentar el que todava
me dure la emocin. Lo que no lamento y s aplaudo
calurosamente es que sea una persona como usted quien
describe desde un diario, todos los das, para la juventud.
INFORMATION Y CULTURAL
Yo no veo por qu el peridico puede tener amplia
libertad para escoger el material de lectura que desee
y hasta pueda tener amplia libertad para limitarse a
s mismo, segn sus conveniencias, sin que el estado, que
gasta enormes cantidades de dinero en la educacin po-
pular, pueda emitir opinion. Y no son pocos los peri-
dicos que limitan, segn su propia conveniencia, su
campo de accin. O dicen que publican lo que el p-
blico desea, o defienden una libertad de prensa sin
tener en much cuenta la libertad integral del hombre,
o dan importancia a aquello que pueda traerles bene-
ficios econmicos.
Un peridico sin lectores, no es, naturalmente, un
peridico. El pblico es quien sostiene o deja caer un
peridico. Y ese pblico, naturalmente, tiene derecho
a que se le informed bien, a que se le satisfaga su cu-
riosidad de informacin; a enterarse de cmo, a travs
de sucesos locales y acontecimientos internacionales, se
va haciendo la historic, da a da. Es obligacin ines-
capable del peridico el coadyuvar a la educacin y a
ENRIQUE A. LAGUERRE
cultural del pblico lector, con los mejores medios a
su alcance, con respeto a la mejor tradicin y a la
mejor vida de la colectividad. Limitarse a satisfacer
las gruesas demands del pblico, rendir servicio slo
a las cosas y situaciones que le convengan poner su
inters econmico sobre todos los otros intereses, re-
clamar amplia libertad hasta para limitarse a s mismo,
en el propio provecho, y hasta para atentar contra el
derecho de educacin y cultural colectivas, no debiera ser
norma de peridico alguno, que se debe, fundamental-
mente, al pblico a quien ha de servir.
El mejor servicio que puede prestar un peridico es
servicio de carcter educativo y cultural. Debe satisfacer
la curiosidad pblica sin abultar ni adulterar las noti-
cias, sin invadir la intimidad del ser human, sin exacer-
bar las pasiones; debe comprender que los dems nece-
sariamente no tienen que pensar como piensan los due-
fos o los editors del peridico; que la libertad de ex-
presin es un derecho democrtico, que el pueblo con-
cede a la prensa que sabe utilizarla; que, por tanto,
todo derecho apareja responsabilidades.
Es natural que el peridico gane suficiente dinero
para sostenerse decorosamente, sin que este inters aho-
gue los intereses culturales y educativos. La prensa de-
jar de ser cuarto poder all donde deje de fomentar la
educacin y la cultural. Reclamar aquellas prerrogativas
sin preocuparse ni fomentar la educacin y la cultural
es un contrasentido o una aberracin autocrtica. El pe-
ridico -especialmente el diario- es noticia e informa-
cin y es, en su pgina editorial, punto de vista, pero es,
PULSO DE PUERTO RICO
tambin, educacin y cultural. Es reflejo y gua cons-
ciente de la vida colectiva. Recoge expresiones para
reflejarlas y tratar de encauzarlas hacia el mejor pro-
vecho pblico.
Yo no creo, como crecen algunos peridicos que slo
piensan en el provecho personal, que resear un acon-
tecimiento artstico, pongamos por caso, sea de poco
valor para el pblico y para el propio peridico. Parti-
cularicemos. La presentacin de una comedia o de un
program de bailables en el Tapia tiene valor de noti-
cia y de educacin y cultural. La gente que viene de
fuera creer que slo los automovilistas irresponsables
y los hombres fuera de ley son los que viven la parte
ms dramtica e interesante de nuestra vida. Qu se
pensar, en el future, de aqu a cincuenta o cien aos,
cuando se examine esas colecciones de peridicos.
Esa comedia, ese program de bailables, el libro de
mritos que se public, el concerto, la labor de las
academias y de las salas de cultural y educacin son
parte de nuestra historic actual. Y por lo menos, tan
importantes como el vuelco de un automvil, el jonrn
de un pelotero o la ria de unos hombres fuera de ley.
Si no lo son como noticias lo son como sucesos para
la historic permanent de nuestro pueblo. No quito la
primaca de inters de esas noticias de violencia, pero es
aqu donde entra la responsabilidad para la educacin
y la cultural de un peridico. Pudense registrar con
ponderado resalte esas violencias, y tambin puede
haber algn sitio, aunque sea modesto, para los actors
de educacin y de cultural.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Recurdese que el diarismo recoge la historic del
moment y que los acontecimientos artsticos y cul-
turales son noticias del moment y son seales de lo
mejor de la vida permanent de un pueblo. Ignorar esas
noticias es no hacer el mejor periodismo. Cuntos no-
tables acontecimientos que pudo captar la cmara pe-
riodstica o que pudo resear para la historic un perio-
dista responsible, pasan inadvertidos, completamente
ignorados. Por qu ha de ser el peridico un muestra-
rio de sangre y violencia o una simple vitrina mercantil?
Los canales de comunicacin pertenecen a todos y
no a nadie en particular. En Puerto Rico se observa una
gran ansiedad de comunicacin. La falta de .oportuni-
dad para comunicarse crea neurosis e histerismos. No
debe el peridico limitar viciosamente su capacidad co-
municativa. Y entindase por comunicacin una funcin
de dos direcciones. No es solamente hablar lo que se le
antoja a uno, sino tambin escuchar lo que otros tie-
nen que decir. En nuestro medio hay demasiados mo-
nlogos que, por dramticos que parezcan, a la postre
resultan fastidiosos. Hay una sensacin de amplio si-
lencio, es verdad, en nuestro ambiente; todo, a pesar de
esa otra enorme ansiedad de comunicacin Apenas se
oyen los mensajes de la gente que crea; y en realidad
en el moment hay much ansia creadora en Puerto
Rico. Pero los altavoces de la comunicacin de un solo
canal, altavoces del comercio, ahogan aquellos mensajes.
Hay que bajar el volume de los altavoces y escuchar
lo que tienen que decir unas gentes ansiosas -hasta
el borde de la neurosis- de comunicacin.
PULSO DE PUERTO RICO 59
Se dir que la mayoria de la gente no manifiesta in-
ters en cambios educativos y culturales. Es exagerado
decirlo. Hay inercia, eso s, en la gente.. Admite sin an-
lisis lo que se le da y hasta se deja arrastrar por los
sentimientos. Lee, es possible, lo que se le ofrece. Oye,
acaso, lo que le permiten oir; tal vez se ha acostumbrado
a oir lo que suena much. Eso puede ser una verdad par-
cial. Pero, quin puede negar la gran verdad, la ver-
dad de que hay en todo ser human una vigorosa ansiedad
de mejoramiento? Slo se necesita buena voluntad de
aquellos en cuyas manos est el poder ofrecer educacin y
cultural.
HISTORIC
Hace algn tiempo que el Departamento de Historia
de la Universidad public una Revista. Se debe Historia,
al esfuerzo y a la diligente inquietud de un grupo de
profesores de ese Departamento. Aparecen, en el pri-
mer nmero, como directors, los profesores Luis Daz
Soler, Ricardo Alegra y Enrique Lugo Silva. Desde
el segundo nmero en adelante, hasta el sexto y ltimo
nmero en salir, aparecen de directors los profesores
Luis Daz Soler y E. Lugo Silva. Fue fundada en abril
de 1951. Se imprime en la Imprenta Soltero, que reali-
za un trabajo bastante acceptable. Sale semestralmente.
S lo que significa en Puerto Rico el publicar y sos-
tener un peridico o una revista que no tenga un slido
respaldo official o commercial. Y estos slidos respaldos
oficiales o comerciales comprometen, en muchos casos,
la prstina libertad de la publicacin. Especialmente en
una democracia, un peridico es un agent de servicio
pblico. Los editors de un peridico no han de ser
dueos absolutos de opinions unilaterales, porque no
es eso lo que le concede la franquicia que le ha otor-
gado la comunidad. El monopolio de los canales de
PULSO DE PUERTO RICO
informacin y comunicacin hace dao a los prop-
sitos de la convivencia. Esa franquicia que la comuni-
dad ha otorgado a un peridico no debe darle derecho
a negociar con la informacin y la opinion para pro-
vecho personal. Cierto es que hay gente director detrs
de un peridico, pero esa gente director no debe ser
el peridico.
Admiro, pues, la hoja libre; no que sea libre porque
tenga la libertad de la oposicin, sino que sea libre en
la convivencia y civilizada en la expresin. La libertad
no consiste en decir lo que a uno le da la gana ni en
sostener puntos de vista de manitica oposicin, sino
en tener libertad para la reflexin, para el anlisis se-
reno, para ponderar sensatamente lo que dicen y hacen
los dems. Esto no ha de privar a uno de las puras
expresiones personales.
La hoja verdaderamente libre, porque comprenda y
practique los ms sanos propsitos de convivencia, es
una necesidad apremiante en la comunidad. Y esa con-
vivencia, no es, simplemente, la vida actual, las rela-
ciones entire las gentes de una comunidad y la comu-
nidad con otras comunidades, as, desde un punto de
vista fsico. Convivir es ahondar en el pasado, entender
-o por lo menos, tratar de entender- lo que otros
quieren y piensan y sienten, tener conciencia de una
vida de siglos que se refleja en el moment, comprender
la proximididad de los otros series humans, encararse
con serenidad a las circunstancias, no atropellar la ve-
cindad, saber ntimamente que la vida humana es un
process de continuidad no interrumpida.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Historia es una revista especializada, pero ojal hu-
biese ms revistas de esa ndole en Puerto Rico. No ex-
presa opinions editoriales. Trae interesantes artculos
histricos, copia documents poco conocidos, da noti-
cias de la historic en gestacin, no olvida las circunstan-
cias humans y tiene una seccin bibliogrfico-crtica.
En realidad, la gente professional que trabaja en el De-
partamento de Historia de la Universidad est cumplien-
do una provechosa faena con la publicacin de Historia.
Ha tenido que contar con la buena voluntad de unas
firmas comerciales para poderse sostener, decorosamen-
te, desde un punto de vista econmico. Pero lo que vale
de Historia es el esfuerzo personal que la anima, el que
unas personas sepan que convivir es entender la vida
comunal en tres proyecciones: un pasado nuestro que
esta pidiendo studio y examen; un present signifi-
cativo, heredero director de aquel pasado, aunque no
lo crean as los que no ven ms all de esta genera-
cin; y la consciencia de un future que algn- da
deber ser fecundo present puertorriqueo con proyec-
ciones en el present universal.
Los seis primeros nmeros de Historia han publicado
unos diecinueve interesantes artculos sobre historic. De
ellos quince son de tema de nuestra historic puertorri-
quea. Eso est muy bien Cuando en un pas se public
una revista de esa ndole, es de esperarse que el mayor
espacio se le conceda a las cosas de aqu. Cada pas
debe mostrar, con juicio, lo que tiene. No es juicioso
dar a entender que nada tenemos, mostrando, alardosa-
mente, lo ajeno. He hablado muchas veces, en pases
PULSO DE PUERTO RICO
extranjeros, con lderes de la cultutra que tienen deseo
de conocer a Puerto Rico a travs de sus peridicos y
revistas. Y el verdadero Puerto Rico no se va a dar
a conocer slo con las cosas ajenas. Est bien algn
porcentaje de participacin ajena, pero que no sea lo
que predomine en la publicacin.
Repito una y otra vez que necesitamos estudiarnos y
entendernos para poder sacar revistas y peridicos que
no slo vivan de material de prstamo. La Revista de
las Antillas prob, en un moment significativo nuestro,
que podemos hacer una buena revista puertorriquea
con prbyecciones universales. El caso de la Revista de
las Antillas -portavoz de ideas reformadoras- no se
ha repetido en Puerto Rico. Con ser como era, una
revista de inters universal, no dej de ser de aqu,
y lo que es ms, fue gran revista sin pretender serlo.
He aqu el secret de su xito en catorce nmeros. Y
estimul -como est haciendo ahora la modest, pero
buena revista Artes y Letras *-, estimul, digo, la
publicacin de buenos libros de autores puertorriqueos.
Nuestra historic necesita continue revision y studio.
Con toda la vigorosa tarea que realize la gente profe-
sional del Departamento de Historia, hace falta ms
revision y studio, ms recreacin sobre las histories.
De Historia me han llamado la atencin, en particular,
tres trabajos del professor Antonio Riverat el que de-
finitivamente asienta 1806 como el ao en que se em-
pez a publicar nuestro primer peridico; el que re-
Se suspendi su publicacin luego de haber llegado a done
numerous.
64 ENRIQUE A. LAGUERRE
lata historic de Puerto Rico con ojos de San Germn y
no con los ojos del San Juan official y soldadesco, y el
que habla sobre la obligada inmigracin mexicana en
Puerto Rico en el Siglo XVIII.
QUE HACEN LOS INTELECTUALES?
Un peridico no siempre se manifiesta en lo dema-
siado evidence, a veces se manifiesta mejor en lo que
trata de ignorar. No les doy tanta importancia a los ti-
tulares, grandes o chicos, de un peridico. Puede que
me interesen, puede que no. Puede que alguna informa-
cin de relleno me guste ms, por lo menos, me interest
ms. S me urge saber a qu, a quin sirve un peridico.
Estoy demasiado consciente de que un peridico no es
una manifestacin impersonal, sino que es product
de las personas que le escriben y sus circunstancias.
Es product de las personas que lo alientan y represent
los intereses de esas personas que lo alientan.
A m me interest much lo que dice la gente en La
voz del lector. Aunque, otra vez, la direccin del peri-
dico selecciona aquellas cartas y comunicaciones que
quiere. Concebir un peridico modern a base del mito
de que ese peridico represent la opinion pblica, es
un error.
Cuando estaba en Nueva York me pona a observer
el pblico que viajaba en el subway, ya que estos trenes
son, especialmente de noche, centros de lectura. Prc-
ENRIQUE A. LAGUERRE
ticamente cada uno de los pasajeros tena un peridico
enfrente de sus ojos. Qu lean? Los titulares, los cr-
menes, los muequitos, los anuncios de baratillos. Con
preferncia sobre todo lo dems. Hay en Nueva York pe-
ridicos de ms de cincuenta pginas y de tiradas fan-
tsticas que se componen, en su mayor parte, de anun-
cios, a veces hasta ocho o diez pginas corridas de
anuncios, sin otra cosa qu leer.
Dicen que los norteamericanos no se preocupan de
la manera como viven los dems y que han hecho un
culto de "Mind your own business". Posiblemente. Lo
cierto es que los peridicos han hecho un "business"
de los asuntos de los dems, aunque estos sean ntimos.
Cuando un amigo mo me dijo una vez que el pue-
blo americano -por lo menos, por lo que l vea en
los trenes del subway- era un pueblo vido de lectu-
ras, le llam la atencin sobre lo que dejo dicho ms
arriba, observ l y comprob que era verdad. No en
balde algunos peridicos tienen tiradas tan fantsticas.
En Puerto Rico tenemos muy pocos peridicos y las ti-
radas son pobres, si se tienen en cuenta las cifras de
nuestra poblacin. Y no se puede olvidar que, entire
nosotros, el tomar prestado algo, aun el peridico, es
una muy respectable tradicin. Es concebible que una
persona eche la casa por la ventana en una fiesta de
rumbo y al otro da made a tomar el perdico pres-
tado a la casa vecina. Quin sabe ello se deba a que
nos encantan los plazos y que hemos vivido a plazos.
El sistema de ventas norteamericano nos vino como
anillo al dedo.
PULSO DE PUERTO RICO
Es claro que el dinero no se hizo para amontonarse o
esconderse en las colchonetas, sino para que fluya, para
que se gaste y se viva con ms satisfaccin y en esto el
sistema de vida norteamericano es extraordinariamente
eficaz. Ante esa exuberancia de iniciativa mercantil nor-
teamericana, hasta los viejos lobos europeos se ven como
aficionados. Mientras la vida norteamericana da sensa-
cin de movimiento, de ir y venir, no pocas veces la
vida europea da sensacin de paralizacin y anacronis-
mo. Y es que los norteamericanos quieren vender la co-
modidad al por mayor, lujo reservado para unos po-
cos en otros pases. Por eso se les echa en cara el
materialismo a los norteamericanos; pero, aparte de los
aspects mercantiles de la situacin, lo cierto es que la
aspiracin a la comodidad es una aspiracin legtima en
el ser human.
Pero volviendo a los peridicos. Tengo ante m el
nmero 14948 de El Mundo (primavera de 1953). Paso
por alto los titulares del da, la llegada de Myrna Loy
a la Isla y otras noticias locales y del exterior. Tampo-
co me interesan las fras notas editoriales. Ms que la
foto en que aparece Isabel II de Inglaterra quitndose,
por s misma -extraordinaria noticia fotogrfica- el
abrigo, me interest la noticia de que el poeta laureado
John Masefield va a escribir versos alusivos a la coro-
nacin prxima de la reina.
Adems de esta noticia sobre John Masafield, me de-
luve a reflexionar un poco sobre los particularismos de
Jorge Font Saldaa en ocasin de su reciente viaje mar-
!iano a Cuba y sobre un anunciado "Certamen de Con-
ENRIQUE A. LAGUERRE
fraternidad Intelectual" que propulsa la Casa de Espafia
en Santo Domingo. Parece curioso que estas tres infor-
maciones me hayan hecho reflexionar un poco; es de lo
menos destacado que este nmero 14948 de El Mundo
trae.
En cada una de las tres informaciones hay por lo
menos un nombre famoso; el poeta laureado John Mase-
field. de 7-1 aos de edad. portavoz potico de una
monarqua; Mart, ideolgico de la revolucin cubana;
Cristbal Coln. quien. a los ojos de la cultural europea,
nos descubri. Los tres nombres son smbolos de algo.
Y estn aureolados de nombrada. A la sombra de ellos
se est bien. Pero me asaltan unas preguntas. Qu ha-
cemos, qu estamos haciendo los intelectuales? trata-
mos de poner en prctica las ideas o las adoramos mis-
ticamente? De paso, en las palabras de Font Saldaa hay
unas alusiones a la reciente representacin deportiva
puertorriquea a Cuba -que coincide con la represen-
tacin martiana a la misma repblica- que merecen
ser comentadas.
John Masefield, poeta de 74 de edad, cantor del mar,
es una institucin en Inglaterra, como lo fu tambin
Kipling o Tennyson en ese pas; o Quintana o Zorrilla
en Espaa, o Longfellow en Estados Unidos. S, estoy
enterado de lo que represcnta un monarca en Inglate-
rra, en donde a la oposicin se le da el nombre de
Most Loyal. Es un smbolo imperial. Cuando la poesa
de Tennyson canta el mito real de Inglaterra y singu-
lariza virtudes en el Rey Arturo y en Lanzarote -per-
sonajes mtico-medievales- o cuando Kipling exalta
PULSO DE PUERTO RICO
la servidumbre de un cargador de agua indio y exalta
lo que l llama "white man's burden" en los pauses
asiticos y africanos; representan el sentir imperial re-
presentado, a su vez, en el monarca.
Al escribir versos sobre la coronacin de la reina,
Masefield es fiel a esa tradicin y no da el ms m-
nimo paso de advance en favor de un concept ms
progresista. Encarna, pues, un mito extemporneo, como
le encarn Tennyson o Kipling. Es lo contrario del
escritor comn norteamericano que, por lo general,
es libre y liberal, ambas cosas, y no est en disposicin
de comprometerse con la tradicin.
Eso grande tiene, a menudo, el intellectual -poeta,
dramaturgo, novelist -norteamericano. El mismo Long-
fellow, tradicionalista en cierto sentido, no se esclaviza
a esas ideas tradicionalistas. Pocos escritores en el mun-
do tienen unas ideas ms dinmicas que los escritores
norteamericanos. En este sentido, la actual literature de
Estados Unidos es una de las ms vivas y enrgicas.
Esa ha sido la joven actitud que ha culminado en es-
critores como la autora de Uncle Tom's Cabin, Masters,
Faulkner, Steinbeck, Hemingway, O'Farrel, etc.
Antes, los poetas que haban conseguido una auto-
clasificacin de semidioses, crearon un ambiente de ais-
lamiento social en sus atalayas, torres, asomantes, mi-
radores, etc., o se dedicaron a cantar a otros semidio-
ses, hroes, figures mticas, reyes, prncipes. Crearon
un mundo fantstico, de mitos y superhombres, lejos
ENRIQUE A. LAGUERRE
del vivir de da en da y muy ajenos a la urgencia so-
cial de exaltar, positivamente, la vida de los hombres
que se exprimen en la angustia, ms fsica que meta.
fsica. Y los libros de texto -an para los pauses que
no viven o no deben vivir tales mitos- estn llenos
de esas concepciones y los nios se educan en eso para
luego encararse con una vida distinta.
Los concepts de tipos son extremosos -hadas madri-
nas y ogros- y es por eso que luego aplicamos el mis-
mo criterio a las gentes con quienes tratamos. Adems,
los hroes que se presentan a la niez casi siempre tienen
premios de tesoros y palacios y princess y piedras pre-
ciosas. Y como si esto fuera poco, se exalta a la prin-
cesa que no puede dormir sobre un montn de col-
chones porque hay un guisante debajo de ellos, un fla-
grante contrasentido ante las pequefias consciencias de
los nios, muchos de los cuales habrn de dormir echa-
dos sobre la dura tabla.
Aquellos poetas son responsables de toda esa mito-
loga arbitraria que todava llena los libros de texto
en que se educan los nios de todas las gentes. Es un
consciente o inconsciente medio de educar en un siste-
ma de vida que slo conviene a una exigua minora.
Yo prefiero las concepciones poticas infantiles, tal
como lo hace Ester Feliciano Mendoza en su libro Ar-
coiris. Con elements de la vida real, con aventuras per-
fectamente propias de la niez; alienta la vida de un
delicioso personaje infantil como Juanito Melcocha y
se olvida de esos personajes que antes de educar han
PULSO DE PUERTO RICO
de llevar daos irreparables a su vida de adulto, como
el concept de madrastra y de hada madrina en la
Cenicienta.
No hay duda que los concepts de madrastra y de
hermanastras que las gentes tienen, los aprendieron en
cuentos como la Cenicienta. Se generaliza arbitrariamen-
te cuando en realidad muchas hermanastras y madras-
tras cumplen mejor con sus obligaciones familiares que
muchas hermanas y madres.
Esa epidemia de reinados que hay en Puerto Rico nos
viene de aquellos concepts. Por fortune, las actuales
prcticas de los directors educativos de Puerto Rico
condenan estos extremos y hasta se han dado pasos se-
guros para erradicarlos del sistema. Tengo la convic-
cin de que no pocos de los males sociales que aque-
jan a la humanidad se hallan en la educacin que se
da a los nios educados en mitologas, en frustraciones,
en hambres, en desmedido aprecio de lo aparente. Por
ejemplo, el poeta Rubn Daro, desarraigado, pelele de
circunstancias imaginadas, es product de ese ambiente
de falsedad que parece dar ms importancia a la pe-
luca perfumada de Luis XVI que a la cada de la
Bastilla.
Si algo debiera hacer la Unesco es un studio cons-
ciente hacia la revision de los libros de texto, encami-
nado todo a abrir caminos a una mejor convivencia
humana. Porque es ah, en los libros de texto, donde
est una de las peores causas tel mal, que luego, para
ENRIQUE A. LAGUERRE
corregirse en parte, tanta angustia ha de causar a l-
deres como Lincoln y Ghandi y a sus seguidores. Por
ah, por los libros de texto y por la enseanza official,
es que hay que empezar. De lo contrario, la tarea de
mejorar la convivencia ser siempre muy difcil. Un
diplomtico international, una persona bien intenciona-
da, por poderosa que sea su gestin, no podr desbara-
tar con facilidad lo que los sistemas educativos, con sus
millones de maestros, han estado haciendo, ms incons-
ciente que conscientemente.
Siempre se ha credo en la generosidad de los poe-
tas, pero muy pocas personas se han puesto a exami-
nar a qu causes han servido y a quines sus mitos
han hecho daos irreparables. Un nio viene al mundo
como un papel en blanco para entregarse a la voluntad
de aquellos que se sienten llamados a anticiparle sus
obligaciones. Es por eso que la responsabilidad de quien
educa -padre, madre, maestro- es enorme. Las cor-
tes de justicia, las crceles, los hospitals, los sanatorios,
no remedian el mal -ms bien son un castigo para un
antiguo nio que vino al mundo sin saber lo que le
esperaba-. Repito que hay que ir a extirpar grmenes
en los process educativos. Manuel Fernndez Juncos
tuvo la intuicin de premier a los nios de sus libros
con flores, pjaros, cantos; mientras que otros autores
de libros ms recientes los premian con bicicletas, un
premio inalcanzable para la mayora de los nios que
leen en ese libro de texto. Esta es una enseanza fran-
camente trastornada.
PULSO DE PUERTO RICO
Las otras dos noticias del nmero 14948 --explicacio-
nes de Font Saldaa y el Certamen de la Casa de Espa-
fa en Santo Domingo- caen tambin dentro de un
campo de intelectualismo poco prctico y no muy bien
avisado. Como en el caso de Masefield cantando a la
coronacin de la reina, se pregunta uno: Qu es ms
important, la celebracin en s o quien motiva esa ce-
lebracin? las ideas activas o el intelectualismo de
fantasa? Est al da, en nuestra poca, el componer
poemas de exaltacin a la vision de carapacho de las
figures y los concepts?
Hay demasiados cantos a hazaias de hombres que
no se enjuician desde un punto de vista human y s
como idea momificada. La hispanidad, para m, no
tiene sentido como imposicin de ideas momificadas,
sino como conduct de convivencia espontnea e igua-
litaria. Como simple imposicin traditional puede ser
una tragedia en vez de una virtud. Es, a lo mejor, otro
cuento ms de ogros y hadas madrinas; y ya es tiem-
po de que nos liberemos de todo esto. Cualquier patro-
cinador de actividades como esta debiera recapacitar
y emprender obras de efectivo alcance social. Si algo
le hace falta a nuestro hispanismo traditional es siquie-
ra un poco ms de consciencia social que, por ejemplo,
permit a los ricos el ayudar activamente a las institu-
ciones de servicio pblico, a los hospitals, colegios,
universidades.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Personalmente, me pareci un acto de inusitado va-
lor la actitud de Luis Pals Matos como respuesta a la
invitacin que se le hizo para asistir a los actos en
honor a Mart. Esas conductas no se repiten. *
Quin sabe, quin sabe, los atletas que fueron a repre-
sentar a Puerto Rico en la series de base ball del Caribe
cumplieron -desde un punto de vista de entusiasmo vi-
tal, de esfuerzo por una causa y de convivencia antilla-
na- con propiedad los postulados de la causa martia-
na. Mart no es una lucubracin sino espritu de convi-
vencia.
El poeta Luis Pals Matos di a entender que no poda
aceptar representaciones de esta ndole porque l no se senta
cabalmente preparado para ello.
MEDIOS DE EXPRESSION
Hablo ahora de dos sucesos de cultural, algo dis-
miles entire s, sin que por ello dejen de tener puntos
de relacin. En primer lugar, no debe pasar inadvertido
el concurso literario musical patrocinado por el Cir-
culo de Recreo de San Germn, en ocasin de su Ju-
bileo de Diamante (para septiembre de 1954). Tres son
los temas del concurso: poesa, prosa y msica. Princi-
palmente, me parece muy interesante el tema en prosa:
"Fundacin de San Germn y su significacin en el
desarrollo politico, econmico, social y cultural de Puer-
to Rico". El tema es una invitacin a estudiar la his-
toria de Puerto Rico vista con ojos de San Germn, ya
que casi toda nuestra historic est vista con ojos del San
Juan official. Y la historic de Puerto Rico no puede
hacerse sin San Germn, que es tan antiguo como San
Juan, desde que, en los albores de la colonizacin, la
Isla estuvo dividida en dos partidos, el de Puerto Rico y
el de San Germn.
San Germn represent, ms dramticamente que el
propio San Juan, el destino de nuestro pas como vigi-
lante de las lneas de comunicacin de la metrpoli.
Como careci de fortalezas con qu defenders, se vio
ENRIQUE A. LAGUERRE
constantemente hostigado por caribes y franceses, por
lo que hubo de cambiar de sitio varias veces. El San
Juan official y soldadesco acab por apretar su vida
tras de las murallas y tuvo siempre ms carcter de
plaza military y official que otra cosa, mientras que San
Germn representaba la Isla rural y contrabandista. En
El mal fraile de sus Cuentos criollos nos da Pablo Mo-
rales Cabrera una bella estampa de ese Puerto Rico ru-
ral y contrabandista, en el camino de San Germn a
La Parguera.
Ha correspondido al Dr. Antonio Rivera el esforzarse
por ver nuestra historic partiendo ms bien de la do-
cumentacin municipal. Mucho le interest a l la historic
de Puerto Rico vista con ojos de San Germn. Cuando
a principios de siglo XIX Puerto Rico tomaba cohesin
de pueblo y enviamos a Ramn Power a representarnos
en Espaa, las instrucciones que entrega San Germn
son las ms audaces. Espaa estaba ocupada por Na-
polen y San Germn sugiere que "quede independiente
esta Isla en libre arbitrio de elegir el mejor medio de
la conservacin y subsistencia de sus habitantes en paz
y Religin Cristiana". Saca San Germn a relucir su
antigedad y pide que se fomente la educacin.
Por el puerto de San Germn, Cabo Rojo, y por otros
puertos cercanos -La Parguera, Gunica- se llev a
cabo buena parte del intercambio econmico, legal o
contrabandista, y hubo tambin corrientes inmigratorias.
Todava hoy da esta ciudad de las Lomas de Santa
Marta llama la atencin por su ambiente de pueblo his-
trico: calls estrechas, viejos edificios, tapias, vida len-
PULSO DE PUERTO RICO
ta. Una persona con oportunidad y tiempo para exa-
minar el acervo documental, podra escribir un bonito
trabajo desarrollando el tema sugerido por el Crculo
de Recreo. Varios de los grandes hombres de Puerto
Rico vienen de ese sector: los Quiones, los Betances,
los Brau, Lola Rodrguez de Ti, los Belvis, entire otros.
La contribucin de San Germn a Puerto Rico no debe
ni puede pasar inadvertida.
El Crculo de Recreo que patrocina el acto fu fun-
dado en 1879. Este concurso, debido a la iniciativa pri-
vada, viene a robustecer la prctica de certmenes y
concursos que se ha extendido en los ltimos aos en
Puerto Rico, con temas de msica, pintura, tallado, cuen-
tos, poesa. El otro da me deca un miembro de un
jurado calificador en un concurso de poesas que a ellos
les fu muy difcil seleccionar tres poesas, ya que de
alrededor de ochenta composiciones enviadas, haba ms
de cincuenta con much mrito artstico, y todava se
dice que no hay pasin creadora en Puerto Rico. Lo que
no hay es promocin y estmulo en las publicaciones
peridicas.
Cumple una misin de cultural el Crculo de Recreo
de San Germn. Ofrece, adems, una oportunidad de
comunicacin en un moment en que se observa una
gran ansiedad de comunicacin en Puerto Rico. Este
acto del Crculo de Recreo, y otros actos -los cuader-
nos Orfeo y Poesa, las academias de bailes y de msi-
ca, los peridicos profesionales, alguna hoja como Pa-
lique.--, ofrecen buenas oportunidades de expresi:!.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Son ya varias las voces que se han alzado contra la
falta de comunicacin artstica e ideolgica. Al Crculo
de Recreo le preocupa la significacin poltica, econ-
mica, social y cultural de San Germn con relacin a
Puerto Rico. Esa ansiedad de comunicacin la express
en notas editoriales el recin salido mensuario Palique *.
Y es ste el otro suceso cultural de que deseo ha-
blar hoy. En vista de la falta de comunicacin un
grupo de personas vena planeando la publicacin de
una hoja desde haca meses. Queramos entablar pali-
que pblico, desafiar el silencio, burlar el monlogo,
provocar los ms diversos puntos de vista, todo sin ha-
cer fe sectarista de orden alguno. Pero publicar cual-
quier hoja periodstica independiente es tarea difcil.
Priva la idea del negocio; casi toda la gente interesa-
da en esta empresa se halla muy ocupada en sus faenas
profesionales: de hecho, todos los que pensbamos en
la necesidad de publicar la hoja tenamos varias obli-
gaciones pblicas que cumplir, y se nos haca difcil
echarnos otra obligacin encima. Adems, se tienen
compromises polticos, religiosos, de familiar.
Pero era preciso meter hombro a la tarea, entablar
palique con todos, provocar una comunicacin de dos
direcciones: hablar y oir hablar, retar a la accin, que
nuestra hoja no sea un monlogo ms. Esa es la in-
tencin y se ha de cumplir, aun cuando estemos li-
mitados por el espacio, sobre todo, por la falta de
medios eco.micos. Pero debemos hacer el esfuerzo. Nos
El primer nmero de Palique sali en marzo de 1954.
PULSO DE PUERTO RICO
preocupa que los buenos libros pasen inadvertidos, que
se obliteren nuestros valores artsticos por falta de est-
mulo, que se haga silencio en torno de los problems
y en torno de las consecuencias efectivas, que no se
conozcan y se aprecien los hechos de nuestra historic.
Con tan limitados recursos de espacio y de tiempo no es
much lo que Palique podr hacer, pero es una semilla
sembrada.
La hoja se llama Palique para honrar el pensamiento
y la accin de Nemesio R. Canales, quien, precisamente
por encarnar las sustancias jbaras, era ampliamente
universalista. Su actitud militant frente a las conven-
ciones, su anhelo de renovacin y su invencible sentido
de justicia nos servirn de norte. Como l, no creemos
en la cultural almacenada, sin uso prctico. Como l
nos interesaremos en la obra de los dems. Todo eso
debe ser Palique, aunque concentradamente. Es difcil
cumplir tantos postulados contando con pocos recursos
fsicos, pero en ello se pondr el mayor empeo. Sobre
todo, tendremos siempre present que otros tienen per-
fectsimo derecho a disentir de nosotros. Palique estar
siempre dispuesto a ceder espacio para que se rebatan
sus propias ideas. De ese modo evitamos el monlogo y
no hacemos career a nadie que nuestros puntos de vista
no admiten discusin.
Segn se dice en un editorial, Palique sale a la luz
pblica "como un mensuario para comentar la reali-
dad puertorriquea. Es una revista de puertorriqueos
Dara puertorriqueos. No usamos restrictivamente --l
gentilicio "puertorriqueo" ni pedimos actas de naci-
ENRIQUE A. LAGUERRE
miento. Puertorriqueo es el que ama a Puerto Rico,
el que convive en Puerto Rico, el que se preocupa por
Puerto Rico... Miramos con respeto y con aprecio toda
expresin cultural venga de donde venga, pero tene-
mos que aceptar el hecho de que no hemos sido puestos
en el aire sino dentro de una circunstancia histrica es-
pecfica: Puerto Rico. Cada pueblo y cada cultural viene
obligada a dar razn de lo suyo... Palique no es re-
vista de grupo poltico, ni de grupo religioso, ni de
grupo esttico. Es un peridico de comunicacin, de
intercambio, de conversacin... Palique cree que la
tarea de la prensa no es slo informar, sino former".
Confiamos en poder cumplir esos propsitos.
No se necesitan muchos medios fsicos para career en
la cultural de la convivencia. S se necesita estar ente-
rados de que cada uno de nosotros, de por s, muy poco
puede hacer sin contar con los dems. En realidad ya
vamos camino de dudar de la cultural de aquellos que
la almacenan para manosearla en el aislamiento y la
soledad; vamos creyendo ya .que la mejor cultural es
cultural de convivencia.
Hay que rebasar los individualismos, los crculos, las
regions, las naciones. Cuando el Crculo de Recreo de
San Germn patrocina su concurso trata de rebasar su
propio crculo. Y esto est bien. La manifiesta intencin
de Palique de no servir a algn sector en particular am-
pla las perspectives de comunicacin.
EXAMEN DE NUESTRA HISTORIC
Los studios historiogrficos de Isabel Gutirrez del
Arroyo revelan que en Salvador Brau tuvimos a un
historiador de calibre. Desde entonces para ac hemos
tenido buenos historiadores. La Revista de las Antillas
e Indice promovieron, con eficacia, estos studios. Sin
embargo, Puerto Rico no tuvo nunca un grupo de
estudiantes de nuestra historic, ms dedicados y mejor
preparados, que este que informa actualmente el De-
partamento de Historia de la Universidad. Por inicia-
tiva propia y notable determinacin, han conseguido
aunar una series de valiosos studios. Nunca antes estu-
vo Puerto Rico tan bien servido en el examen de su
vida de pueblo.
Los trabajos de Lidio Cruz Monclova, Arturo Mora-
les Carrin, Labor Gmez Acevedo, Antonio Rivera,
Isabel Gutirrez del Arroyo, entire otros, en un princi-
pio casi inadvertidos, van rompiendo el obstinado si-
lencio ciudadano y official. La Revista Historia, debida
a la iniciativa pa.-ticular de los profesores, ha dado a
82 ENRIQUE A. LAGUERRE
conocer elements significativos de nuestra historic, ig-
norados por la mayor parte de la gente. El esfuerzo de
estos puertorriqueos es una de las realidades de ms
positive valor cultural de este moment de nuestra
vida colectiva.
Aunque Isabel Gutirrez ya no forma parte del De-
partamento, sus studios histricos, antes de debilitarse,
se han afirmado. Buen ejemplo de devocin a una idea
el que da esta mujer laboriosa.
Suma su esfuerzo a esta tarea de esclarecimiento
histrico el professor Ricardo Alegra, que ha consa-
grado la mayor parte de su tiempo a los studios etno-
lgicos.
LA SEAL INEVITABLE
Hace algn tiempo seal, pblicamente, que uno
de nuestros mayores males colectivos era la fuga. Mu-
cha de la gente avisada de fuera que nos visit se da
cuenta de ello en seguida. Me lo han dicho muchos. En
algunos casos, el insensato coqueteo con todo lo ex-
tranjero podra interpretarse como un deseo de ale-
jarnos, aunque fuese temporalmente, de un amor inevi-
table que nos hace sufrir, aunque luego padezcamos
sentimientos de culpabilidad. Es el amor a Puerto Ri-
co, que nos inquieta, pese a nuestras veleidades oca-
sionales. Y nos hace sufrir por nuestra pequefez terri-
torial, nuestros problems sociales, las normas que la
cultural europea se empea en imponernos, vengan a
tono o no. He aqu una de las razones de por qu que-
remos dar la espalda a nuestra historic de indios y
africanos, que con lo europeo nos da una realidad his-
trica de importancia trina. Pero esa historic est en
nosotros, en nuestra vida y, a la postre, no podemos es-
capar de ella. Est en nosotros, en nuestros actos, en
nuestra conduct ntima, en nuestra aptitud para la
convivencia, aunque protestemos de ella.
Vase referencia en UNA VISION DEL PUERTO RICO AC-
TUAL, pgina 7.
84 ENRIQUE A. LAGUERRE
A veces alardeamos de europesmo, sacamos a la pu-
blicidad nuestros abuelos europeos, pero no podemos
dejar pasar las seales de la intimidad, y, enternecidos,
las seguimos. Es por eso que el puertorriqueo, sea
quien sea, tiene una inclinacin inevitable a ponerse
del lado de quien necesita apoyo. Por eso hemos to-
mado partido en favor de Gandhi o ke Jackie Robinson,
que para el caso es lo mismo. Todos, desde el gobernador
hasta el ms desvalido de nuestros cuidadanos. Y se da el
caso extraordinario de que, para los efectos de conduct
social, esto est sobre nuestras preferencias polticas;
que un indiscutible admirador de la organizacin pol-
tica norteamericana, como don Juan B. Huyke, sea uno
de los ms consistentes animadoras de la creacin puer-
torriquea. Es que no lo podemos evitar, es que somos
as. Y eso nos salva para la historic.
RICARDO ALEGRIA
Deseo hablar ahora sobre Ricardo Alegra y la obra
que realize. Cada vez que hablo con l o me pongo
a examiner su obra, me convenzo ms de que responded
a las seales inevitable de nuestra historic y de nues-
tra manera de ser. Me confes: "Nosotros lograremos
mayor estabilidad spiritual si estamos conscientes de
nuestra herencia toda. Y mis investigaciones me han
llevado a comprender que no podemos ignorar las apor-
taciones indgenas y africanas". Clara consciencia de
antroplogo.
Regocija profundamente saber que un hombre que,
como Ricardo Alegra, realize una faena de recons-
truccin histrica y social, rehuye toda clase de deva-
neos. Busca a Puerto Rico desde sus races. Callada-
mente trabaja l, y su obra es ms que un museo, o
una monografa o una investigacin arqueolgica. Ese
museo, esa monografa, esa investigacin arqueolgica,
son vehculos hacia un propsito ulterior: reconstruir,
redescubrir; reconstruir la fe colectiva en un origen
comn, reconstruir los orgenes de nuestra vida para
afirmar la fe en nosotros mismos; redescubrir nuestros
fundamentos y mostrarlos a la clara luz y decir: todos
ENRIQUE A. LAGUERRE
los pases, como las edificaciones, necesitan base; el
peor enemigo de una conciencia colectiva es la actitud
tentenelaire, flotante, como una nube. Redescubrir y
reconstruir, he aqu la misin de Ricardo Alegra.
No, no puedo hablar del museo o la monografia o
la investigacin arqueolgica, porque eso no es el
propsito ulterior. Me dice Alegra que no quiere un
museo muerto, precisa darle vida, llevarlo hacia afuera,
educar. Con tal fin, ha hecho cine documental: sobre
plazas de indios en Utuado, sobre las fiestas de Santiago
en Loza, sobre la vida de un santero, sobre el Velorio
de Oller. Por ejemplo, su trabajo sobre Loza Aldea *
se ha divulgado extensamente en el exterior y ha estimu-
lado la confeccin de faldas y caretas con motivos de
ese festival, para la venta en los establecimientos co-
merciales.
Naturalmente, eso no es lo ms important; es que
los pases labran su estabilidad social y spiritual so-
bre las experiencias acumuladas de su historic -acon-
tecimientos relevantes, folklore, mitos, leyendas, con-
ducta ntima, todo lo que da personalidad y fe y con-
fianza en s mismos-. Por fortune, ya se ha empe-
zado a estudiar nuestra historic monogrficamente y
en detalles. Faltaba examiner nuestro folklore, lo ind-
gena y africano y, ms intensamente, lo espaol. Esto
que hace ahora Ricardo Alegra, el examen de nuestras
bases vitales, con mtodos arqueolgicos, antropolgi-
Ya a punto de entrar en prensa este libro, ha llegado
de Espaa la obra de Ricardo Alegria. Las fiestas de Loiza Aldea.
PULSO DE PUERTO RICO
cos, siguiendo rastros, haca much falta. Sus excava-
ciones arqueolgicas -en Luquillo, Loza, Utuado, Pon-
ce- han trado multitud de especmenes al museo de
la Universidad: ollas, hachas, vasijas, collares, cemes,
estatuillas, etc. Unos estn clasificados y en exhibicin
y otros estn almacenados esperando la ocasin de un
local mayor para el museo.
Hace algn tiempo que escribi una historic de nues-
tros indios, al alcance de la escuela elemental. Fu pu-
blicada por la Secretara de Educacin y se le est
dando uso en las escuelas. Me asegura l que no se
les ha sacado provecho a los motivos indgenas, en la
confeccin de objetos de cermica, de loza o de hilo.
Sera convenient hacer algo propiamente puertorri-
queo, que interest a nuestros visitantes, como vasijas,
pisapapeles, abrelibros, objetos decorativos, telas, pa-
uelos con diseos indios; jarrones que sigan los esti-
los indgenas, pisapapeles en forma de cemes, etc.
Los turistas visitan cada pas con deseos de encon-
trar algo diferente. Y aqu podemos hacerlo. Los pla-
nes deben partir de las oficinas de turismo. Me habla-
ba el otro da el seor Garca de Quevedo, director de
turismo, de unos planes para convertir los callejones de
San Juan -Gmbaro y Tamarindo- en callejuelas al
estilo de las del Barrio Santa Cruz de Sevilla, con ma-
ceteros y plants en los balcones y tiendecillas de sou-
venirs.
Hemos avanzado much desde un punto de vista so-
cial y estamos tratando de asegurar nuestra subsistencia
ENRIQUE A. LAGUERRE
con nuestro propio esfuerzo; ahora, entire nosotros, la
idea del monocultivo no es tan dolorosa. Se buscan
otros medios que nos permitan vivir menos dependien-
temente. Entre esos posibles medios de subsistencia est
el turismo; de modo, pues, que, independientemente de
la estabilidad emotional que nos trae el estar enterados
de cules son bases, esto puede dar paso a nuevos
medios de subsistencia.
Sobre lo africano, Alegra ha hecho algunos descubri-
mientos antropolgicos, como el trazar las influencias
africanas en el folklore. Cree l, por sus studios, que
es la cultural yoruba la que ms ha influido entire nos-
otros. El ha seguido esas huellas hasta Africa. Por
ejemplo, en lo que concierne a las fiestas de Santiago
en Loza -de San Patricio es su Iglesia-, dichas fies-
tas han persistido ah, sostenidas popularmente. Y es
que la gente del lugar ha identificado al Santiago Ma-
tamoros espaol con el dios del rayo y de la guerra
yoruba Shang.
Esto no es extrao. La iglesia utiliz a veces estos re-
cursos para acercarse a la gente que iba a evangelizar.
Lo not en Mxico, entire los tarascos. En el pueblecito
de Ihuatzio, en las orillas del Lago Ptzcuaro, hay una
iglesia con smbolos cristianos y smbolos de la mitolo-
ga tarasca, extraamente mezclados. En su frontispicio,
las figures cristianas se mezclan con el sol y la luna
y la figure del coyote. Adems, entire los tarascos de
Michoacn la danza de los moros est viva todava y
tiene un gran parecido con las danzas y disfraces que
se ven en Loza el Da de Santiago. Varias veces vi
PULSO DE PUERTO RICO
en Michoacn esas "danzas de moros". Sencillamente,
es asombroso el parecido. Pudo haber, por tanto, una
ingenua identificacin entire Santiago Matamoros y
Shang entire los habitantes del interesante paraje, en la
desembocadura del Ro Grande, entire cocoteros, sobre un
suelo de cangrejales, propio para la yuca, el man, la
batata y los frijoles.
No cree Alegra que el baquin sea costumbre de ori-
gen negro; posiblemente se han incorporado elements
africanos a una celebracin cristiana que se lleva a
cabo en otras parties del mundo, como en el suroeste de
Estados Unidos.
El actual pequeo museo de la Universidad es un pri-
mor en orden y organizacin. Hace pensar que cuando
tengamos un museo en forma, a la entrada de los te-
rrenos de la Universidad, vamos a tenerlo bien orga-
nizado. Eso nos anticipa este primor de pequeo museo
de ahora, en donde hay exhibiciones arqueolgicas,
histricas, de arte popular y pictricas. Se ha dedicado
una de las pocas salas a exhibir El Velorio de Francisco
Oller y otras pinturas, incluso unos dioramas costum-
bristas: una boda, una vieja hacienda, una escena cam-
pestre.
Se han hecho alrededor de quince exposiciones espe-
ciales, pero el inters del pblico no ha sido much,
principalmente a causa de la falta de educacin en este
sentido. La prensa no ha contribuido a despertar inte-
rs, porque en ocasiones ni siquiera ha enviado un re-
presentante suyo a la exposicin. S han venido muchos
grupos de estudiantes de diversos lugares de la Isla.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Se han adquirido las colecciones Montalvo Guenard,
Junghan, de Hostos, Dr. Sabat. Otros han donado las
suyas: Fernndez Garca, Mass, Rafael W. Ramrez,
Carlos de Castro, Josefina de Acosta Velarde, Ferr.
Ya estn los plans hechos para el nuevo museo. Es-
tar construido a la entrada de los terrenos de la Uni-
versidad para mayor comodidad pblica. Con el mate-
rial ya propiedad de la Universidad, el museo estar
bastante surtido. Ricardo Alegra ha conseguido, lti-
mamente, nuevo material, como una coleccin egipcia
que le cedi el Peabody Musseum de Harvard, donde
l goz de una beca Gughenhein y en donde ayud a
instalar una exposicin de arqueologa antillana.
La tarea callada que realize Alegra es de gran va-
lr. Son muchas las faenas que tiene l solo que realizar,
con energa indesmayable. Y repito, no se trata ya de
equipar un museo modern y ponerlo de vez en cuando
sobre ruedas; no se trata tampoco de monografas, es-
tudios. excavaciones, sino que le animan altos propsitos
di cultural, de honradez histrica y de serena consciencia
d la realidad social y antropol6gica puertorriquea.
PUERTO RICO Y EL CARIBE
Al terminar de leer Puerto Rico and the Non Hispanic
Caribbean, de Arturo Morales Carrin, salta a la cons-
ciencia la omisin que de Puerto Rico hace Germn Ar-
ciniega en su Biografa del Caribe y se acenta la
importancia de obras como Insularismo de Pedreira y
Prontuario histrico de Blanco.
La obra de Morales Carrin reafirma diversos con-
ceptos exteriorizados en Insularismo y en el Prontuario.
Estudia la primera de nuestras tres grandes pocas his.
tricas: la que va desde los primeros das de la coloni-
zacin hasta los primeros aos del siglo XIX. El exa-
men de Morales Carrin no se conforma con las fuen-
tes espaolas: va a las inglesas y francesas, sobre todo
a las inglesas.
Los prlogos de Puerto Rico and the Non Hispanic
Caribbean y el Prontuario histrico tienen algo en co-
mn: ambos hacen referencia a Insularismo. Dice Toms
Blanco que "reconozco al ltimo libro de Antonio S.
Pedreira, Insularismo, la deuda de haber servido de aci-
cate". Y Morales Carrin afirma que "el concept de
Insularismo es inaceptable, como possible explicacin de
ENRIQUE A. LAGUERRE
la historic del pas, si se tiene en cuenta la evidencia
documental de este trabajo". Posiblemente, quien sabe
en parte. Sin embargo, el propio Morales Carrin agre-
ga una nota en la que asegura que el libro de ensayos
de Pedreira "contribuy a revivir el inters por la
tradicin cultural de la isla".
Morales Carrin present su acervo documental para
probar que, debido al continue intercambio commercial
ilcito, Puerto Rico permaneci abierto a las corrientes
de fuera. Fueron tres largos siglos de rivalidades na-
cionales, de pirateras y de comercio de contrabando.
Las naciones -Inglaterra, Francia, Holanda, Dina-
marca- codician a Puerto Rico por su privilegiada po-
sicin en las Antillas traficantes de aquellas pocas,
por ser una fortaleza desafiante y por ser smbolo del
exclusivismo colonial espaol. Este exclusivismo empuja
la Isla al trfico illegal para poder subsistir. Durante
la larga poca hay un contrabando copioso en la peri-
feria costanera. San Juan, por otro lado, lleg a ser
considerado "nido de pirates" a causa de la conduct
extralegal de corsarios y guardacostas.
Morales Carrin aporta pruebas sobre la entrada y
salida de gente del exterior. Si se tiene en cuenta que
ello sucede durante tres largos siglos, la prueba no re-
sulta tan efectiva como para dejar definitivamente sen-
tado que no hubo aislamiento. Si a esto se agrega que
las relaciones con el resto del mundo, fuera del Mare
Nostrum, eran casi nulas -hubo vez de no llegar un
barco de Espaa a nuestras playas, en largos meses-;
PULSO DE PUERTO RICO
que slo una escasa minora de la poblacin tena re-
laciones directs con los contrabandistas; que los n-
cleos de poblacin estaban dispersos; que la agresivi-
dad de las naciones rivals de Espaa mantuvieron a
la Isla en prctico estado de sitio por largas tempora-
das; que adems haba exclusivismo religioso en el
pas; que como demuestra el propio Morales Carrin
durante un largo perodo hubo una alta muralla de
divorcio entire el San Juan soldadesco y el resto de la
Isla; que la gente se meta en el interior de la Isla y
se aplatanaba: si tomamos todo eso en consideracin,
no parece muy probable que la Isla se mantuviese in-
ternacional y culturalmente abierta a las corrientes de
fuera, pese a la entrada y salida de mercaderes ilega-
les, por lo menos hasta final de siglo XVIII.
Posiblemente la idea de insularismo es un extremo y,
probablemente tambin, la idea de puerta abierta es otro
extremo. Adems, hay que considerar los diversos fac-
tores sociales, intercambio cultural o intercambio co-
mercial, pongamos por caso. Y los ncleos de personas
afectadas por esos factors. Y las relaciones poblaciona-
les domsticas.
No fu hasta que las carreteras violaron la intimidad
de la Isla y la educacin --escuela, radio- inyect
mundo, el otro da, en los predios serranos, que el cam-
pesino nuestro comenz a abandonar un lenguaje de
siglo 16, que conserve gracias a su largo aislamiento.
Me atrevera a aseverar que el Campamento Las Casas
fue el ms eficaz conspirador en contra del aislamiento
traditional, desde un punto de vista de rescate en masa.
ENRIQUE A. LAGUERRE
Desde entonces fue que comenz a cambiar, efectivamen-
te, la actitud social de la zona rural nuestra. Otros acon-
tecimientos posteriores -PRERA, educacin, carrete-
ras, campaa del Partido en el poder- apresuraron la
salida del campesino de su aislamiento.
Ese "ambiente de rstica familiaridad" que seala
Morales Carrin por boca de Lasierra, Ledr (siglo
XVIII) y otros es lo que nos ensea a ser marcada-
mente hospitalarios, a dejar "un plato al rescoldo" para
el que llegue necesitado, costumbre observada en nues-
tras zonas rurales ms sencillas.
El ambiente rural fue lo que nos di lo mejor de nues-
tro carcter. Pasaron tres siglos antes de que el San
Juan official y amurallado comprendiese que Puerto
Rico estaba all, al otro lado de las murallas. Ese Puerto
Rico rural, que creci en las hambres, que aprendi la
frugalidad, lejos de las fiestas cortesanas, desarroll una
admirable capacidad para no desesperar en la espera del
peligro.
Vctima Puerto Rico de una constant amenaza pirata,
soport con brava estoicidad la casi interminable ace-
'hanza de ingleses, daneses, holandeses y franceses. Vi-
vi en una vorgine de codicias europeas. Algn hijo
suyo Miguel Henrquez- cabalg su bravura sobre el
mar pirata. Y ino quiso morir de inanicin legal; en-
frentse a un destino fatalista: vivir de contrabando.
Fu una organizacin rehabiltadora Instituida, durante
lob primneros afos de la funcin prealdenclal de PrankIln D.
Rtoosevelt en Estados Unidos.
PULSO DE PUERTO RICO
Muchas veces ha tenido Puerto Rico que posponer su
propia vida civilmente tranquila para servir de ade-
lantado military, vigilar lneas metropolitanas. Eso suce-
di continuamente en el transcurso de los tres siglos
estudiados por Morales Carrin.
Traza Morales Carrin el curso de las relaciones de
Puerto Rico con Estados Unidos desde que este pas
an era las trece colonies. Es muy significativo este
examen de relaciones, que haba de culminar en los
acontecimientos de 1898. Hace falta una monografa que
haga historic de esas relaciones hasta nuestros das.
El ataque ingls a Puerto Rico en 1797 puso de ma-
nifiesto nuestra unidad colectiva. Nuestras ansias de
reform se han de acentuar de ah en adelante. Entra-
mos al siglo XIX con hitos de autonoma. En las cortes
espaolas tenemos una voz, nuestra primera voz: Ramn
Power. Ansiamos poner en orden nuestra casa para no
tener que lamentar la prdida del situado mexicano con
motivo de la independencia latinoamericana.
La venta de Luisiana a Estados Unidos, la indepen-
dencia de Hait y luego la de los pases latinoamericanos
echan a nuestras playas grupos de gentes leales a sus
metropolis. Progresan nuestros cultivos. Nos revitaliza-
mos. Aqu, donde terminal el libro de Morales Carrin,
comienza lo que Lidio Cruz Monclova estudia en su
Hlistoria.
96 ENRIQUE A. LAGUERRE
Una vez ms pienso en aquel que afirm que nues-
tra historic era una relacin de pirates, huracanes y
terremotos. Qu mal debe conocer la historic de su
propio pas quien esto afirme. El examen que de una
parte de nuestra historic hace Morales Carrin es una
invitacin a seguir el camino de las revaloraciones jui-
ciosas.
UN PINTOR PUERTORRIQUEO DEL SIGLO XVIII
En los das 18 y 19 de agosto de 1953 tuvimos !
fortune de escuchar dos conferencias sobre J04t CM
peche y Jordn, pintor nuestro de final de silo XVIII
y principios del XIX. Las dijo el Sr. Decano de Hu-
manidades de nuestra Unkersidad, Dr. Sebastin Gon-
zlez Garca. Minuciosa, excelente pesquisa hizo el
Dr. Gonzlez Garca para ofrecernos una interpreta-
cin de la vida de Campeche y sus circunstancias: su
obra, el San Juan de su tiempo.
Con esto ltimo comienza: la fisonoma del San
Juan de entonces, su ambiente, su sociedad. La ciudad
se haba desarrollado en el sur de lo es hoy el casco
del viejo San Juan, con sus casas de cal y canto, de
un solo piso, almenadas algunas de ellas. No haba
aceras, las calls eran de arena. En la parte norte ha-
ba bohos. Fue en la segunda mitad de ese siglo XVIII
que se terminaron las murallas. No exista la cathedral,
segn se ve hoy. Naturalmente que construcciones como
la Iglesia de Santo Toms (hoy San Jos) y la Casa
Blanca se singularizaban entire la pobreza de los bo-
hos de la parte norte y oeste.
ENRIQUE A. LAGUERRE
No haba ambiente artstico en la ciudad: se podan
contar con los dedos las esculturas sevillanas. Convie-
ne decir que para este tiempo Sevilla era centro de
cultural para hacer obras de arte destinadas a Amrica.
Desde 1511 hay una tabla flamenca de la Virgen de la
Leche, important porque quiz fue maestra de Cam-
peche. Haba otras pinturas en las puertas, en la que
estaba donde hoy est el Banco Popular y en la de San
Juan. Tambin las haba en el Convento de Santo
Domingo y sin duda alguna se conocan estampas ita-
lianas y flamencas y algunos libros como el de Palo-
minos, entire otros.
Posiblemente, todo eso fue la escuela de Campeche.
Adems, entire los aos 1776-1779 vivi en San Juan
un pintor espaol llamado Luis Pared y Alczar. Nada
que l pintara se conserve, salvo un apunte de autorre-
trato, en que aparece el pintor vestido de jbaro: pan-
taln corto, machete al cinto, faja, sombrero de paja,
sin zapatos. Se encuentra en la coleccin Marxuach.
Sin duda, Pared pint medallones para la Catedral.
Pared haba sido educado en la escuela francesa del
siglo XVIII: rococ, feminidad, carruseles; la pintura
de Watteau, frvola y no pocas veces fra.
No se debe olvidar que lo francs domin en toda
Europa en el Siglo XVIII. La Francia de los Luises
influa en los gustos y en los estilos. Y no se olvide
tampoco que los Borbones entraron a gobernar en Es-
paa a principios de este mismo Siglo XVIII, cuando
ocurri la muerte de Carlos II de Austria, sin dejar
herederos. El primer Borbn espaol, Felipe V, era
PULSO DE PUERTO RICO
nieto de reyes franceses. Despus de l, gobiernan en
Espaa Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, quien
tuvo que abdicar a principios del Siglo XIX, forzado
por los ejrcitos de Napolen. Las Cortes de Cdiz
son resultado de estos acontecimientos y fue a esas
Cortes que Puerto Rico envi su primer representante,
Don Ramn Power, de quien Campeche pint un re-
trato. Campeche, que naci en 1751, muri en 1809.
Jos Campeche fue hijo de un ebanista pardo que,
casado con una seora islea, form un hogar respeta-
ble en la Capital. La familiar estuvo ms o menos en
buena posicin econmica. Jos tiene varias hermanas,
entire ellas, Mara, Luca, Laureana y Juana y los
hermanos Miguel, e Ignacio. Estos, que trabajaban en
el taller, fueron pintores y msicos mediocres. Miguel
fu chirima del ejrcito.
A la muerte del padre en 1780, Jos se convierte
en jefe de taller, rodeado siempre de sus hermanos y
sobrinos. La casa paterna es siempre punto de con-
vivencia para los hermanos solteros y casados. Jos
es inflexible como jefe de taller. No cas nunca y po-
siblemente muri tuberculoso. Se conocen dos retratos
de Campeche: uno pintado por el pintor mediocre Ati-
les, autor tambin del retrato de Alejandro Ramrez que
s:- halla en el Ateneo; Oller pint otro del mismo mo-
delo. Probablemente existi un pequeo autorretrato
de Campeche.
Era Campeche un hombre de cara seca, cetrino, frente
ancha; en el retrato lleva casaca, chaleco blanco, cor-
bata y puos de encaje. Con toda probabilidad su casa
ENRIQUE A. LAGUERRE
fue sitio de tertulia. Jugaba billar por pura aficin.
Fue Tapia el responsible de un Campeche romntico,
el Campeche que iba al campo a buscar yerbas que
maceraba con el fin de hacer los colors que utiliz
en sus pinturas. Dice el conferenciante que todos los
cuadros de Campeche estn pintados al leo. Tanto
Tapia como Fernndez Juncos hablan de esta tradicin
romntica de Campeche, que su modestia no le permi-
ta firmar sus cuadros, que fue un genio sin maestros,
que no quiso honors --como el que se le ofreci de
ser pintor de cmara de rey-, etc. Lo cierto es que,
como se ha visto, Campeche tuvo maestros y firmaba
sus cuadros, algunos de ellos con amplia explicacin.
Hay, s, algunos sin firmar, sin saberse a ciencia cierta
por qu.
No fu por desengao amoroso que no se cas, sino
porque tuvo que sostener y dirigir a una familiar bas-
tante numerosa. En su taller se hace una gran variedad
de trabajos: pinturas, esculturas, marcos, tablas, repa-
raciones, muebles. El cabildo de la Catedral le llama en
1794, "curioso e inteligente". Para la Catedral hizo toda
clase de trabajos: reparaciones, arreglo de rganos, pin-
turas, medallones.
Es bueno poner de manifiesto que Campeche, ade-
ms de pintor religioso, fue un fisonomista de much
nombre y que pint retratos de numerosos gobernado-
res, entire ellos el del general de Castro, defensor de
Puerto Rico cuando el ataque ingls de 1797. A pro-
psito, la nica pintura de paisaje, si as puede llamar-
se, que se conoce de Campeche es un retrato del San
|