BIBLIOTECA
ARTE Y CIENCIA DE LA EXPRESI6N
DIRIGIDA POR
RAOL H. CASTAGNINO
HISTORIC
DE LA LITERATURE AMERICANA
EN LENGUA ESPANOLA
ROBERT
HISTORIC
DE LA
LITERATURE AMERICANA
EN LENGU
ESPANOLA
2. Edici6n
EDITORIAL NOVA BUENOS AIRES
BAZIN
Titulo del original:
HISTORIC DE LA LITERATURE AMb CAINE
DE LANGUE ESPAGNOLE
Traducci6n direct de
JOSEFINA A. DE ViZQUEZ
Queda hecho el dep6sito que
previene la ley nun. 11.723
Copyright by Editorial Nova S. A.
Impreso en la Argentina
Printed in Argentine
NOTICIA PRELIMINARY
Si alguna vez se quisiera sefialar un caso evidence en el
cual las circunstancias y s61o las circunstancias hayan sido causes
determinantes de una especializaci6n, el de Robert Bazin, quizd
fuera el mds indicado come ejemplo ilustrativo. Hasta que el azar
de un destiny diplomdtico lo llev6 a Lima en 1945 como agregado
cultural en la embajada de Francia, ni el mismo sospechaba las
perspectives de su future orientaci6n en el campo de los studios
literarios y sociol6gicos hispanoamericanos. Sin embargo hoy, a
doce airos de aquella fortuita circunstancia, es reputado como una
de las autoridades europeas en la material
Oriundo de Bretatia, donde viera la luz en 1916, Bazin habia
cursado studios en Nantes y Paris. Recibido por concurso en la
Escuela Normal Superior en 1935, obtuvo dos afnos mds tarde la
Licencia en Letras, pero la guerra le alej6 de las aulas y le retu-
vo prisionero de los alemanes por un largo period. Liberado en
1942, de vuelta en Francia, retornd a los studios y recibido en
1943 en el concurso de agregaci6n en Letras, una vez mds la in-
certidumbre de los tiempos le apart de sus oficinas literarias;
pero en las Fuerzas Francesas del Interior, de las que entr6 a
former parte, tuvo la enorme alegria de participar en, la libera-
ci6n de Paris. Ingres6 luego en los servicios culturales franceses
del exterior y la circunstancia, pues, de su primer destino le llev6
a familiarizarse con las letras hispanoamericanas, a profundizar
su studio, a leer pormenorizadamente a sus creadores, a interio-
rizarse de las civilizaciones e idiosincrasia del Nuevo Mundo, a
orientar sus preferencias y especializaci6n en tal sentido.
Los seis aios de su estadia limeiia pusieron a Bazin en 6pti-
mas condiciones para desempefLarse entire 1952 y 1953, en M6-
naco, como professor del Liceo Francis y dictar cursillos especia-
les sobre literaturas americanas de lengua espaiola; lecciones
que constituyeron el antecedente del libro cuya traduccidn aqui
presentamos.
Despubs de la aparici6n de esta Histoire de la litterature
americaine en langue espagnole, en 1953, a la que siguieron otros
trabajos afines como la introducci6n al Tabar6 de Juan Zorrilla
de San Martin, para la edici6n de la UNESCO y la traducci6n
francesa de la novela Hijo de ladr6n, de Manuel Rojas, para
Editions du Seuil, amin de un extenso y significative ensayo, de
anunciada publicaci6n, sobre La conscience hispano-americaine
contemporaine, el nombre de Robert Bazin es suficientemente
conocido en el campo de los studios hispanoamericanos como
para avalar los riesgos de una traducci6n de su Manual y los pro-
pdsitos de difundir su provechosa utilizaci6n en dmbitos distintos
al del que inicialmente fuera destinado.
Porque, en efecto, cuando en M6naco, hacia fines de 1952,
Bazin ponia tirmino a su Histoire de la litt6rature am6ricaine en
langue espagnole, s6lo contaban en sus objetivos, como recipien-
darios de dicha obra, los alumnos de los curses de Ensefianza
Superior en Francia y praises de habla francesa. Y para ellos, que
comenzaban a reconocer mis alli del Atldntico indicios de no
despreciables cultures, intentaba sintetizar, en grandes trazos ca-
racterizadores, la dindmica que en la 6rbita de lo literario impul-
sa el fen6meno culturol6gico hispanoamericano. Lejos estaba de
suponer que el resultado de ese esfuerzo esquematizador pudiera
ser util e interesar a los propios estudiosos americanos. Sin em-
bargo, la acogida favorable que tuvo el libro en los medics es-
colares y preuniversitarios del Nuevo Mundo, las discusiones
suscitadas en torno de Al, dicen de la utilidad de su sintesis lega-
da desde fuera del continent en hora que ya a muchos eruditos
latinoamericanos el basque les impedia ver la selva.
La vision extracontinental de la literature americana hispa-
no parlante ha sido registrada en diversas ipocas, con dispares
criterios y no siempre con felicidad. Menindez y Pelayo, Unam&u-
no, Batai'lon. de Matteis, H. Nicholson, Knapp Jones, Concha
Melendez, Valry-Larbaud, A. del Saz, M. Nichols, A. H. Holmes,
Benichou, Walter Owen, G. Diaz Plain, Frederik Mann Page. J.
M. Salaverria, Erwin K. Mapes, G. Dundas Craig, E. C. Hills,
Harvey Leroy Johnson, Irving Leonord, Bernard Moses, P. Ver-
devove, Ch. Aubrun, entire muchos otros que seria largo enume-
rar, han enfocado studios y andlisis, totales o parciales, de las le-
tras amerieanas en lengua espaiola, desde Europa o America del
Noticia preliminary
Norte. Tales observaciones resueltas por la acumulaci6n hist6rica
o la monografia, han suscitado siempre en los latinos america-
nos un interns semejante al de quien posa ante un pintor y espe-
ra que "lo saque parecido". Por lo mismo, mis de una vez, nos
hemos sentido defraudados, desconocidos, mal interpretados por
los ocasionales exegetas.
Boceto mds que retrato, el libro de Bazin cuya version pre-
sentamos, no es obra de indagaci6n exhaustive. No podia serlo
dado su origen: poner a escolares europeos en contact con el
hecho culturalliterario-social-geogrifico, de la America espafiola.
Pero el trabajo tiene un m6rito no frecuente en similares -ra-
zdn que nos ha movido a propiciar su traduccidn- y es la destre-
za revelada por el autor para tender lines panordmicas de in-
terpretaci6n y la sagacidad para conectar ciertos fen6menos cul-
turales, sociales y geogrdficos afines, lo cual llama particularmen-
te la atenci6n por provenir de un europeo que s6lo circunstan-
cialmente ha convivido nuestra Am&rica. Desde luego no descar-
tamos la posibilidad de que en esas lines generals y conexiones
afloren arbitrariedades o prejuicios, provenidos de las literaturas
europeas que maneja el author -la interpretaci6n del romanticis-
mo, por ejemplo-, pero el experiment y el traslado a lo ameri-
cano compensaban una cosa por otra.
Ese cardcter generalizador hace que, detenido el interprete
en aquellos fen6menos y autores conectables entire si, reveladores
de la unidad de march de lo hispanoamericano, escamotee la
menci6n de nombres y figures aislados. Se extranardn, por lo
tanto, muchos autores, obras y ejercicios literarios; pero esa omi-
si6n estaba en la conciencia del author que ha evitado cuidadosa-
mente el catdlogo. "Consideramos preferible -advierte en el pr6-
logo de la edici6n francesa- concentrar la atenci6n en algunos
escritores ejemplares que dispersarla en gran nimero de nombres.
Nada repugna mds al pensamiento frances que el catdlogo". Y en
el prefacio que preparara para esta traducci6n, lo vuelve a reite-
rar: "El horror al catdlogo es sin duda muy fierte entire mis com-
patriotas, aunque se puede pensar que ha de sentirse igualmente
en todas parties. A menudo, s6lo por no parecer que se ignora al-
go se tiene el temor de no hcherlo dicho todo. Concepci6n erronen
de la cultural: la cultural se define en profundidad y no en exten-
si6n".
En efecto, al tocar s6lo temas y autores fundamentales de tres
generaciones -las que denomina, respectivomente, "generaci6n
RAUL H. CASTAGNINO
1800-1830"; "generaci6n 1830-1870"; "generaci6n 1870-1900"-
obtiene un agrupamiento que le liberal de rigidos encuadres cro-
nol6gicos, de las inevitable listas onomdsticas; en cambio infun-
de a su reconstrucci6n hist6rica un sentido dindmico, viviente,
que tiene el m6rito de descubrir el secret hilvdn que da unidad
a lo latinoamericano y, aunque no destaque sino algunas figures
caracteristicas, istas son siempre lo suficientemente ejemplificati-
vas como para iustrar la idea, la doctrine, el moment, la ten-
dencia, el movimiento, la sociedad, o el ambiente en el cual las
engarza. Porque Bazin no se ha cehiido como guia a los inicos y
estrechos carries del metodo generacional, sino que para cada
generaci6n delimitada ha penetrado en los vericuetos del hombre-
tipo, del medio social y geogrdfico, de la ipoca, de las ideas y ten-
dencias, de los gineros predominantes, de las obras-claves. Y en
cada caso ha tratado de situar el process literario, dentro de su
context hist6rico-geogrdfico, de las coordinadas estiticas perti-
nentes; pero no como simple acopio de datos, sino en un esfuer-
zo interpretative que hinca sus races en lo sociol6gico. De alli
que result interesante la hermendutica de ciertos fenomenos lati-
noamericanos -por ejemplo, al caso de los "proscriptos argenti-
nos", de la "generacidn del ochenta", el deslinde de "indianismo",
"indigenismo", "gamonalismo", "gauchismo", etcetera; el acier-
to de caracterizaci6n de los "Ulises criollos" (Montalvo, Hostos,
Marti, Sarmiento, Vallejos, etc.)- desde fuera de to americano,
por una mente extranjera, con los mitodos franceses habituales
para la exegesis literaria.
Consecuente con el esfuerzo de sintesis que sostiene el libro,
Bazin ha concedido a cada manifestaci6n literaria national una
cuota proporcionada con la importancia que le asigna en el con-
junto. Claro estd, como siempre ocurrird en estos casos, to dificil
serd que las opinions coincidan undnimemente en cuanto a las
cuotas y en cuanto a la asignaci6n.
El autor hace arrancar el desarrollo hist6rico propiamente
dicho de las letras hispanoamericanas a partir de 1800 con la
formacidn de las nuevas naciones y no da referencia al period de
la dominacidn hispinica. Sostiene el criteria de que entire las
primeras manifestaciones de las literaturas nacionales y las letras
coloniales hay escasa relaoi6n y que "se puede decir sin exage-
raci6n que lo denominado literature national es la conciencia de
tradiciones que continuar o desarrollar. Las literaturas hispano-
americanas comienzan con la independencia. Por otra part zini-
Noticia preliminary
camente con la independencia la literature arraiga y se interest
en la vida de las naciones". Sierra el process con el advenimiento
del siglo xx, pero en sendos apendices recorre a vuelo de pdjaro,
con referencias a los distintos gineros y paises, la situacidn actual
de las letras en Hispanoamerica.
Es esta Historia, sobre todo, un manual escolar, pero como
ha nacido de las exposiciones orales del senior Bazin, tiene vivaci-
dad y pasi6n contagiosas y esta alejada del dogmatismo habitual
en esta close de textos. Es probable que result mds provechosa
al estudiante una obra "cdlida", como la present, una obra que
trace panoramas y tienda lineas generates, antes que un prolijo
y helado catdlogo donde en dosis homeopdticas se vuelque un fi-
chero de nombres y titulos. Par lo demis, en su lectura se tiene
la impresi6n de que al tratar con pasi6n a nuestros autores ame-
ricanos, Bazin nos los vuelve a revelar y si alguien hubiera supues-
to en ellos cierto menoscabo respect de otras figures extranjeras,
sentard su jerarquia y significaci6n y liberard del complejo de
inferioridad que heredan ciertas histories literarias americanas.
Dispuesto a precisar en todos los casos el sentido del pensa-
miento hispanoamericano, no en funcion de lo europeo, sino en
el contorno hist6rico-geogrdfico en que se desarrolla, inmerso en
su "telurismo", Bazin no siente tanto a los "exquisitos" cuanto a
los militantses. Su pluma corre identificada cuando se refiere a
Echeverria, Sarmiento, Marti, Gutierrez Ndjera, Gonzdlez Prada,
Montalvo, Hostos, etc. Hay, tambien, detrds de esa inclinaci6n,
cierta leave simpdtica actitud del author -quizas coincidencias vi-
tales, biogrdficas, ideoldgicas- que, desde luego, no invalida su
aporte ni la utilidad del libro. Por el contrario, lo humanizan y,
como el bien lo advierte, "el libro hace constant llamado a concep-
ciones de orden general que sitzan el pensamiento y los problems
hispanoamericanos en el cuadro de la cultural universal".
Por nuestra parte pensamos que quizd sea iste "el texto" que
en manos de estudiantes hispanoamericanos les revele la vitali-
dad y pasi6n de ese patrimonio literario y pensamos, tambien,
cutnto partido podrd sacar de el un profesorado inteligente a cu-
yas manos lo dirigimos.
Para esta edicidn en espaiiol, el author ha recompuesto algunos
pasajes, ha aiadido nuevos capitulos, ha acotado en notas mar-
ginales nuevas aclaraciones. A los efectos escolares de lanzar el
manual como una aproximaci6n al hecho literario-cultural hispa-
noamericano, hemos agregado la menci6n de algunos nombres y
RAML H. CASTAGNINO
anpliado con el mismo criteria la n6mina bibliogrdfica final. Las
mayores dificultades que se han enfrentado en las tareas prelimi-
nares de su edicidn han fincado en la restitucibn de los extensos
pasajes textuales citados en francis por Bazin sin referencia bi-
bliogrdfica y en la coordinaci6n de fechas, acerca de las cuales,
como se sabe, hay ain gran anarquia en el terreno de la historic
literaria hispanoamericana.
RAiL H. CASTAGNINO
DEL AUTOR A LOS LECTORES
HISPANOAMERICANOS
Al redactar este manual el autor s6lo habia pensado ser
fitil a los estudiantes de su pais. Se dirigia a lectores que ignora-
ban el tema y finicamente disponian de un material muy reducido
para informarse. Por tanto, no sentia escripulos en limitarse a ex-
poner lo esencial.
No obstante, se encuentra con la sorpresa de que los lectores
de America hispinica consideran que su librito posee bastante
interns como para traducirlo al castellano. Desde ese moment
cambi6 totalmente la perspective y hubiera sido deseable rehacer
completamente el trabajo. Infortunadamente, las circunstancias
no lo han permitido y, con la conciencia llena de remordimientos,
el autor ofrece su libro a la critical, sin duda menos several que
la suya propia.
Entretanto, mantendri su esfuerzo para concentrar lo ex-
puesto, alrededor de algunos nombres esenciales, particularmente
representativess". Pedro Henriquez Urefia, que ha conquistado el
derecho de ser el maestro de ese continent en material de historic
literaria, escribi6: "Noble deseo, pero grave error cuando se quie-
re hacer historic, es el que pretend recorder a todos los heroes.
En historic literaria, el error Ileva a la confusion", y afiade: "Con
sacrificios y hasta injusticias sumas es c6mo se constituyen las
constelaciones de clasicos en todas las literaturas". Y agregaba
que, por poco, habria organizado toda la historic literaria de "su"
America alrededor de seis nombres.
Enre los compatriotas del autor, sin duda, es especialmente
fuerte el horror al catilogo, pero se puede pensar que este senti-
miento es general en todas parties. A menudo, por temor de pare-
cr ignorante en algin punto, se recela de no decirlo todo. Con-
cepci6n err6nea de la cultural: ista se define por su profundidad
IROBET BAZIE
y no por su extension. Y el "representar", como dice Mallea, que
sustituye al "vivir" y tambiin al "pensar" es malo en todas parties.
Todo lo que pudo proponerse el autor es tener en cuenta a
su nuevo pfiblico, reparar sus pecados mis graves, corregir los
errors materials. Le queda esperar que, asi como esti, la obra
pueda interesar.
R. B.
Montevideo, marzo 12 de 1955.
CONDICIONES ESPECIFICAS DE LAS LITERATURAS
HISPANOAMERICANAS
1. INTRODUCCION
Ain hoy se plantea con bastante frecuencia la cuesti6n
preliminary de la existencia de una literature hispanoamericana o,
particularmente, de una novel hispanoamericana. Se puede res-
ponder que asi como el movimiento se demuestra andando, se
prueba la existencia de esta literature haciendo su historic. Ade-
mas, es necesario comprender por qu6 puede hacerse esta pregun-
ta. Los que responded negativamente se apoyan en la division
de esta literature en literaturas nacionales que se conocen muy
mal entire si. Los que responded afirmativamente alegan cierto
nimero de nombres: Sarmiento, Marti, Rod6, Ruben Dario, R6-
mulo Gallegos, etc.; y de titulos: Maria, Cecilia Valdis, Amalia,
Dofia Bdrbara, Don Segundo Sombra, Ismael, La serpiente de
oro, Huasipungo, Los de abajo 1. Sin duda, la dificultad consiste
en que esos nombres y esos titulos han sido tomados de la litera-
tura de diferentes paises. Es indudable que Sarmiento tiene una
significaci6n ampliamente hispanoamericana. No por esto deja de
ser cierto que s6lo como argentino cobra pleno sentido y que
permanece algo ajeno a los problems del mejicano, por ejemplo.
Es verdad que Don Segundo Sombra tiene algo de extrafio, de
"ex6tico", para un peruano, asi como Huasipungo para un uru-
guayo.
No es que pensemos que estos arguments sean suficientes
para negar la existencia de una literature hispanoamericana, cu-
ya unidad trataremos de despejar, pero permiten medir la dificul-
tad que existed en encontrar "un plan" para el studio de esta lite-
1 Respuesta del uruguayo Ildefonso Pereda Vald6s a una encuesta
de este g6nero, que s61o citamos como ejemplo.
ITZRItTURAS AiMEICANAS
ratura. En cierto sentido todo plan seri malo por el hecho de ese
descuartizamiento. Creemos hacer un mal menor tratando de colo-
car los distintos autores por generaciones (no recortando las ge-
neraciones matemiticamente sino admitiendo que las circunstan-
cias hist6ricas que el hombre sufre entire los 18 y los 25 afios son
las que determinan una generaci6n). Pero, en este marco general,
no hemos vacilado en reunir en un mismo studio los autores de
un pais cuando su historic general o literaria cobran un ritmo
particular. Porque las naciones hispanoamericanas se diferencian
precisamente en ese punto: evolucionan en el mismo sentido pero
esta evoluci6n no tiene el mismo ritmo segin las 6pocas y segin
los paises.
Falta determinar qu6 constitute la unidad y la especificidad
del continent americano y su cultural. Creemos poder formularlo
asi: son antiguas colonies espafiolas con analogas estructuras so-
ciales y cultural que al principio del siglo XIx conquistaron su in-
dependencia political formal, pero cuya situaci6n en la economic
del mundo se mantiene en estado semicoloniaL En una palabra,
son naciones que luchan para constituirse como tales y, en tanto
naciones independientes, ser totalmente duefias de si mismas.
Hay que definir las condiciones especificas en que se des-
arrollaron las literaturas hispanoamericanas. Deberemos conside-
rar tres elements: la tierra, el hombre y el puesto del continent
en el mundo.
2. LA TIERRA
A. Los campos.
iQu6 es America hasta hoy? Una gran isla poco poblada.
La debil densidad de poblaci6n es ain mis notable si se limita al
grupo hispanoamericano. De las dos naciones mis pobladas,
Mexico cuenta 28 millones de habitantes, la Repiblica Argentina
16 millones (el inmenso Brasil, del que aqui no nos ocuparemos
porque lo que define una literature es la lengua en que se ex-
presa, tiene 45 millones). El caricter semides&rtico del continent
hispanoamericano es, pues, lo primero que llama la atenci6n.
Saint-Exupery dice que desde el avi6n el hombre aparece disper-
sado sobre la tierra como si se hubiera aferrado precariamente,
aunque con tenacidad, a los diversos lugares en que pudo estable-
cerse. En ninguna parte este hecho es tan notable como en Am&-
Condiciones especificas
rica hispanica, que constitute un gigantesco archipi6lago huma-
no. De aqui result que las relaciones entire el hombre y la natu-
raleza no han side como en Europa. Se tradujeron en sentimien-
tos de habitante de colonia: por un lado cierto pavor, cierta im-
presi6n de aplastamiento; por otro, un apego arrogante, a la vez
que agradecido, a las tierras cultivadas.
Los hispanoamericanos Ilaman a menudo "telurismo" a la
expresi6n del primero de estos sentimientos. La naturaleza no
dominada domina. El hombre se siente sometido: tiene la im-
presi6n de ser s6lo su juguete y hasta su emanaci6n. Se torna
mas rudimentario, mis animal. De ahi la brutalidad de la mayor
parte de los relates y novelas hispanoamericanos. De ahi tambi6n
el peso de un destiny implacable. Este destiny no es metafisico sino
"telfirico" De ahi tambi6n el escaso sentido "paisajista" de los
escritores hispanoamericanos: el paisaje es algo ordenado por la
naturaleza y la naturaleza s6lo se ordena bajo la mano del
hombre.
Por el contrario, result comprensible que el hispanoamerica-
no celebre sus campos con orgullo y ternura. En ese continent
esencialmente agricola (la industrial mineral se hall casi total-
mente en manos de extranjeros y s61o ataiie a un nimnero infimo
de hispanoamericanos como propietarios) la inspiraci6n virgilia-
na --del tipo de las Ge6rgicas, no del de las Bucdlicas- constitu-
ye una de las constantes del pensamiento hispanoamericano. La
explotaci6n agricola, que seg6n el pais se llama hacienda, estancia
o fundo, sigue siendo el element esencial de la vida. Desde los
poemas de Bello hasta las peliculas mejicanas contemporineas, la
tierra cultivada, "los rebaiios y las mieses", estin en el coraz6n
mismo del continent.
B. Las ciudades.
Otro fen6meno que llama la atenci6n en America hispinica
es lo que podria llamarse megalopolitismo, o sea la importancia
de la poblaci6n urbana con relaci6n a la poblaci6n total. Toman-
do ejemplos de paises muy distintos se observa que de los 16 mi-
llones de la Argentina, 4 millones viven en Buenos Aires; de los
2 Piensese en la pintura mejicana y especialmente en ese cuadro
de Siqueiros donde un busto musculoso nos tiende sus brazos supli-
cantes; su cabeza es una piedra informed.
ISTRATURAS AMERICANAS
7 millones de peruanos, alrededor de un mill6n viven en Lima *.
Agreguemos que muchas veces cada naci6n no cuenta mis que
una sola ciudad grande y que a menudo la gran ciudad no se en-
cuentra en el centro del pais sino en el linde, como frontera, vol-
vi6ndole la espalda y mirando hacia el exterior: como Caracas,
Guayaquil, Lima, Buenos Aires y Montevideo.
Y es asi porque toda -o casi toda- la economic hispanoame-
ricana esta como aferrada al mercado mundial: la poblaci6n se
fija en los puertos por donde entran y salen las materials de canje.
Alli tambi6n se fijan los poderes pfiblicos, la administraci6n, las
instituciones culturales.
Por eso estas ciudades, estas capitals, desempefiaron en la
historic del pensamiento hispanoamericano un papel despropor-
cionado con su significaci6n national. Muchas veces ocultaron
a los ojos de los hispanoamericanos el caricter y los problems
reales de sus naciones. Afin hoy velan la verdadera faz del conti-
nente a los periodistas apresurados que en la metr6poli vuelan de
hotel en hotel.
Luego, dentro de las literaturas nacionales han nacido ver-
daderas literaturas "metropolitanas" que expresan el espiritu de
las ciudades. Hay una literature de Lima, de Caracas, de Mexico.
Literaturas "cultivadas" en comuni6n con la literature universal.
Sin embargo, el caracter de estas literaturas varia segfn que las
capitalse" ignoren el Campoo" (Caracas, Lima) o hayan entra-
do en lucha con 61 (Buenos Aires).
La brusca irrupci6n del campo, no como element pintoresco
sino como realidad y problema (cf. especialmente la novela ve-
nezolana, ecuatoriana y peruana **) caracteriza en parte la litera-
tura hispanoamericana contemporinea.
[Los datos estadisticos mencionados por el autor, por lo menos
los concernientes a la Argentina, son de 1947. Aunque actualmente las
cifras han variado, la relaci6n se mantiene. La poblaci6n total de la Argen-
tina se aproxima hoy a los 20 millones de habitantes. Peri, seg6n datos
de principios de 1956, contaba con 9.580.000.] N. del E.
** [Podria agregarse, tambien, el teatro argentino de las primeras
d6cadas del siglo xx]. N. del E.
Condiciones especificas
3. EL HOMBRE
A. Las razas.
El primer rasgo que llama la atenci6n en America hispinica
es la yuxtaposici6n y fusion de razas. Sobre un fondo indio, una
contribuci6n blanca y negra 3. Y poco a poco aparece en el hom-
bre americano la conciencia, al principio dolorosa, luego natural-
mente orgullosa, de ser un mestizo.
El indio constitute evidentemente la base de la poblaci6n his-
panoamericana. El hecho de ser aut6ctono posee una importancia
particular pues America hispanica insisted siempre en ello cuando
quiere establecer sus diferencias. Sin embargo, conviene distin-
guir entire los diferentes grupos de naciones: aqu6llas donde el
indio era un n6mada de la selva, de aqu6llas en que era un n6-
mada de las estepas y de las otras donde era un agricultor fijado
al suelo. En el primer grupo fue exterminado desde el principio
(el element "indigena" en tal caso no lo constitute el indio sino
el negro, como en las Antillas) o bien estaba en una situaci6n
tan esfumada que apenas se percibi6 su presencia, como es el
caso de Venezuela. En la pampa, por el contrario, las bandas de
indios fueron combatidas hasta su total desaparici6n. Era un
element ex6tico -en forma absolute en la pradera norteamerica-
na- facil de idealizar al mismo tiempo que se lo destruia. Pero
alli donde el indio era agricultor, es decir, en los Andes, M6xi-
co y America Central -y alli donde, en consecuencia, se estable-
cieron grandes civilizaciones indigenas- era un element dema-
siado real para no ser torado en cuenta; inicamente alli se asen-
t6 el problema indio. A media que el campo Ilegaba a ser la
expresi6n de si mismo y los conflicts sociales se definian con
mis claridad, el problema del indio se iba imponiendo cada vez
mis en el pensamiento de los escritores.
La situaci6n del negro fue distinta. Como esclavo, en apa-
riencia no existi6 culturalmente. Libre, se mezcl6 con el resto de
la poblaci6n y sus caracteres raciales estin en vias de desapari-
ci6n. Sin embargo, en la media en que una poblaci6n hispano-
americana se siente mis o menos negra, tiende a reclamar la he-
rencia (sobre todo musical y coreogrifica) de la raza y tambi6n
3 La contribuci6n amarilla, notable en la costa del Pacifico, parece
no haber dejado huellas en la psicologia hispanoamericana.
LITERATURAS AMERICANAS
a hacer valer la pesada experiencia de una esclavitud ain muy
cercana: es lo que sucede actualmente con la poesia denominada
"afrocubana".
El blanco mismo -y nos referimos siempre al "socialmente"
blanco en America hispinica- tuvo sus propios problems y
conflicts en las naciones que confiaron su destino a la inmigra-
ci6n. Es el caso de los paises pampeanos y sobre todo de la Ar-
gentina. La ola inmigratoria se enfrent6 con las viejas cultural
tradicionales y su choque proporcion6 a la literature national la
principal fuente de inspiraci6n.
B. Las closes.
America hispinica es parte de un regimen casi feudal, basado
en el latifundio, donde trabajan esclavos de derecho o de hecho.
La condici6n semicolonial en la que estuvo entregado el continent
hasta hoy, explica que en muchas naciones el regimen no se haya
modificado en realidad. La transformaci6n political consecutive
a la emancipaci6n, no postulaba ningiin cambio profundo en la
estructura social de los nuevos Estados. La necesidad de grandes
dominios, el poder de sus poseedores s6lo aumentaron cuando se
trat6 de proveer al mundo de materials primas; el bajo costo de la
mano de obra era esencial para el 6xito de la economic national.
Como los cultivos y los materials extraidos se destinaban a la
exportaci6n, los propietarios de tierras y de minas Ilegaron a des-
empefiar un papel commercial y financiero, y debieron iniciarse, al
menos superficialmente, en los m6todos capitalistas. Algunos ca-
pitalistas puros de tipo occidental que se establecieron en el conti-
nente de inmediato unieron sus intereses y mezclaron su sangre
con los propietarios territoriales. Se constituy6 asi una sociedad,
no totalmente cuajada, en la que no habia verdadera clase bur-
guesa sino una clase semiburguesa, semifeudal, que no era en rea-
lidad ni terrateniente ni capitalist y que aplicaba ideas modernas
sobre un viejo fondo inmutable de mentalidad patriarcal colonial.
En esta sociedad habia poco proletariado aut6ntico, industrial o
rural, pero en cambio toda una escala de estados intermedios en-
tre la servidumbre y el asalariado. Una sola parte de la poblaci6n
parece constituir una clase y, precisamente, no constitute nada
digno de ese nombre: los funcionarios y los militares, puesto que
sus oficios proporcionaban, con la Iglesia, el finico modo possible
de ascenso para los no propietarios, y porque desempefiaban un
Condiciones especificas
papel politico en el vacio dejado por la emancipaci6n. En America
hispanica no hubo evoluci6n en el sentido que los europeos dan a
esta palabra: en su lugar hubo una especie de blando deslizamien-
to. Por otra parte, no hay duda de cuil sea el sentido de este desli-
zamiento hist6rico : industrializaci6n, formaci6n de una clase
burguesa y de un proletariado.
Estas circunstancias explican la lentitud con que los con-
flictos sociales se sintieron en America hispinica; por qui, ade-
mas, fueron notorious ante todo en las regions que se industria-
lizaron primero -y por eso, con frecuencia, 6stas pasaron por
el yugo extranjero (la region mineral chilena, por ejemplo)- y
en los centros urbanos mis desarrollados (sobre todo Buenos
Aires). Esto nos explica tambi6n por qu6 el problema indio tar-
d6 tanto en manifestarse: s6lo pudo hacerlo cuando se com-
prob6 que, en realidad, no era un problema racial sino un proble-
ma social que estaba ligado a la posesi6n del suelo.
4. SITUACION DEL CONTINENT EN EL MUFDO
A. El continent.
La unidad del continent es un hecho. Durante tres siglos
fue cosa espafiola y la Emancipaci6n fue una empresa conti-
nental; desde entonces la dependencia coming en cuanto al mer-
cado international mantuvo la unidad social de America hispinica.
Los esfuerzos desplegados para conquistar la independencia eco-
n6mica sellan la fraternidad de los distintos Estados. Finalmente,
la comunidad de lengua hace que pensamientos hermanos tengan
una expresi6n afin.
La larga lucha de la Emancipaci6n se destac6 por una gran
exaltaci6n y una dilatada esperanza. Emprendida a los gritos de
libertad, justicia y progress, permitiria al continent establecer
en su suelo democracies modelo, fundar civilizaciones pr6speras,
crear cultures poderosas. El continent reci6n nacido habria de
mantener los ojos fijos en los mayores: Europa y los Estados
Unidos, para apreciar sus propios progress.
Si no se interpret en primer lugar esta gran esperanza,
este espiritu de competici6n y este sistema de referencias, y se
olvida que la estructura social de Am6rica hispinica, incapaz
de un pensamiento evolutivo, la torna ficil a los retrocesos, nun-
ca se comprenderin sus actitudes sucesivas.
IITERATURAS AMERICANAS
En el primer period de su historic, es decir, hasta 1870,
America hispanica ignore o poco menos al vecino del norte.
Trata de definirse en relaci6n con Europa, especialmente Espa-
iia, Francia e Inglaterra. Tan pronto como estallan las disensio-
nes en el seno de los Estados hispanoamericanos, los conserva-
dores se aferran a la cultural espaiiola (esfuerzo que corresponde
a una tentative de conservar las estructuras coloniales); los li-
berales y reformistas recurren a las ideas inglesas y, sobre todo,
francesas. Este period se cierra con una primera decepci6n:
sobre el suelo hispanoamericano no se ha creado ni cultural ni
democracia dignas de ese nombre.
De 1870 a 1900 se instalan las primeras formas de econo-
mia capitalist. El dinero empieza a afluir. Entonces se consider
que lo esencial es el progress econ6mico que, automiticamente,
entrafiari todos los otros progress. En ese moment florece lo
que los hispanoamericanos llaman el "positivismo", mezcla en
apariencia incoherente de Comte y Spencer, orientado por el ejem-
plo de los Estados Unidos. tstos han llegado a ser poderosos y
el vecino del norte ofrece el ejemplo de la democracia mis lo-
grada. Bastara imitarlo y se tardari muy poco en sobrepasarlo.
El 6xito de Estados Unidos se siente como una victoria de toda
Am6rica y s6lo suscita simpatia en el sur. Hasta al amputado
Mexico logra superar el rencor por la emulaci6n. iMalhaya la
cultural latina que s6lo conduce a la sensibleria y a la declama-
ci6n; el espiritu saj6n es el inico eficaz: sajonicemonos! Tam-
bi6n este period se cierra con un fracaso: a pesar de innega-
bles progress la economic hispanoamericaila continfia retrasada
y semicolonial.
De 1900 a 1918 mis o menos continian los esfuerzos em-
prendidos y se extiende el bienestar. Pero ya no hay fervor.
La grandeza yanqui se revel6 poco fraterna. Disputa los mer-
cados hispanoamericanos a Europa y -circunstancia agravante-
da pruebas de una especie de imperialismo insular que el capi-
talismo europeo ignoraba naturalmente: los Estados Unidos quie-
ren ser los amos en 'su isla', es decir, en America. Los hispa-
noamericanos apelan al socorro de Europa, sobre todo de Francia
y Espafia. Sin duda los Estados Unidos crearon una civilizaci6n,
pero no una cultural. Los hispanoamericanos son ante todo la-
tinos, es decir, idealistas y por eso son muy superiores a los
yanquis. Es la 6poca del modernismo y del arielismo. Entretanto
la evoluci6n -desigual- de las naciones hispanoamericanas ha-
Condiciones especificas
cia las estructuras capitalistas y el conocimiento de las herra-
mientas ideol6gicas forjadas por el socialismo europeo, condu-
cen al planteamiento de los problems sociales.
Desde entonces no cesaron de entremezclar sus contradicciones
el afan de conquistar la independencia econ6mica (aunque los
primeros pasos sl6o pudieron intentarse con ayuda del capital
extranjero, y el capital extranjero, sobre todo yanqui ahora,
mantiene el estado semicolonial del continent por la direcci6n
que imprime a su economic y la succi6n que realize de sus fuer-
zas vivas) y la conciencia de los conflicts sociales (pero las
classes pobres apoyan al capital national cuando entra en con-
flicto con el capital extranjero, y hay tal diferencia de nivel entire
el embri6n de la clase obrera y la enorme masa campesina que
es muy dificil lograr su uni6n). La desconfianza sigue siendo
grande con respect a los Estados Unidos aunque el period
rooseveltiano haya hecho considerar una vez mas al vecino del
norte como un gran modelo y a pesar de que represent la tec-
nica libertadora. Europa, desgarrada por dos guerras, decepciona;
Zacaso no va a su perdici6n? El continent hispanoamericano
trata de definirse con lo que tiene de original (Indoamerica,
Eurindia, etc.); de aceptarse tal como es, con sus problems po-
liticos, econ6micos y sociales que no son ni los de Estados
Unidos ni los de Europa, y entonces renuncia al sistema de refe-
rencias que se habia creado al dia siguiente de la Emancipaci6n.
B. Las naciones.
Entretanto el continent americano se ha escindido en va-
rias naciones. Y estas, a pesar de la comunidad de lengua, han
permanecido much mas aisladas entire si que las naciones euro-
peas. Los obstaculos geogrificos entire estas distintas naciones
durante much tiempo son casi insuperables. Cada repfiblica vive
replegada sobre si misma. Cuando se asoma a su ventana es
para mirar hacia Europa o hacia Estados Unidos, no hacia sus
vecinos. La unidad del continent no deriva, pues, de un cono-
ciriento mutuo entire los eementos que lo componen, sino de una
comunidad de destino. Es explicable que en estas condiciones
hayan nacido literaturas nacionales destacadas con bastante fuer-
za; es possible advertir, sin duda, que estos diferentes cantos se
correspondent pero no por ello es menos cierto que cada uno
tiene su originalidad propia.
PRIMERA PARTE
LA GENERACI6N 1800-18304
4 Es convenient explicar por qu6 no incluimos la literature colonial
en esta obra. Unas lines de Alfonso Reyes nos servirin de justificaci6n:
"El caricter hispanoamericano comienza a delinearse desde los primeros
tiempos de la Colonia... Pero las letras hispanoamericanas s6lo adquieren
importancia general en el siglo Ix despuis de la independencia political
de nuestras Rep6blicas. Aunque nunca se cort6 la vinculaci6n spiritual con
Espafia, se advierten entonces tres fen6menos: 19, mayor motivaci6n inte-
rior de las literaturas hispanoamericanas; 29, mayor receptividad para
otras influencias extranjeras; y 39 ciertos paralelismos de evoluci6n que
permiten trazar generalizaciones desde el Rio Bravo hasta el Rio de la
Plata." (De Poesia hispanoamericana). Las literaturas hispanoamericanas
no entroncaron en la literature colonial. Fueron redescubiertas poco a poco
y los jalones de esta ruta son las obras de los eruditos de la 6poca Hlamada
"romintica", Ricardo Palma, Garcia Icazbalceta, Toribio Medina, etc...
(las obras coloniales se exhumaron en primer lugar por razones de curio-
sidad y de archive) luego la muy reciente valoraci6n de los grandes ante-
cesores: nos referimos especialmente a los trabajos que rescataron la me-
jicanidad de Alarc6n, remozaron verdaderas obras maestras como las de
Bernardo de Balbuena y Sor Juana Ines de la Cruz, destacando su valor
"americano". Antes se habia percibido el acento "americano" de Garcilaso
de la Vega Inca. Nos parece premature todavia hacer el balance de estos
redescubrimientos que revelarian mas acerca del espiritu de las 4pocas y
de los hombres que los efectuaron, que sobre el espiritu de las 6pocas y
los hombres que produjeron esas obras. Actualidad mis que pasado. En
particular, reflejos donde se busca lo desconocido mejicano. Por lo demas,
es evidence que la contribuci6n artistic y cultural de la Colonia no po-
dria limitarse a la literature: quiza mis significativa a6n es la contri-
buci6n de las artes plisticas y, sobre todo, de la arquitectura. La historic
de la penetraci6n de las ideas modernas en la ideologia colonial s61o esti
en sus comienzos. Limitimonos pues, por ahora, a indicar la sintesis de
Mariano Pic6n Salas: De la conquista a la independencia. Y tengamos pre-
sente que a la contribuci6n cultural de la Colonia algin dia vendri a
agregarse forzosamente la del mundo precolombino, tambi6n descubrimiento
de los tiempos modernos y pasado que resucita como present.
CAPITULO I
GENERALIDADES
I. EL CONTEXT HIST6RICO
El period que se extiende desde 1800 hasta 1830 present
una innegable unidad hist6rica sefialada por la emancipaci6n
de las colonies espaiiolas y la formaci6n de las actuales repfi-
blicas hispanoamericanas.
Para caracterizar este period pueden utilizarse cinco rasgos
prineipales:
1. La Emancipaci6n no fue premeditada. En primer lugar,
los criollos s6lo tomaron el poder para afirmar lealtad a Fer-
nando VII que habia sido destronado. El ejercicio del poder les
di6 conciencia de su fuerza. Pero, en general, inicamente procla-
maron su independencia cuando el restablecimiento del absolutis-
mo en Espafia les quit6 toda probabilidad de que se admitiesen
sus reivindicaciones.
2. La Emancipaci6n no fue inmediata ni simultinea. Fue-
ron necesarios quince aiios de luchas para liberar toda la Ame-
rica espafiola (con excepci6n de Cuba y Puerto Rico). Buenos
Aires fue libre en 1810, el Paraguay en 1811, la Argentina en
1816, Chile en 1818, Nueva Granada en 1819, M6xico en 1821
y, finalmente, el Peru, iltimo baluarte espafiol no se liber6 hasta
1824.
3. La Emancipaci6n fue un movimiento de origen aristo-
cratico. Fue emprendida por la aristocracia criolla que tenia
poder econ6mico. Es notable que a veces, por odio a sus patrons,
los elements populares se unieran a los espaiioles, como suce-
di6 en Venezuela. En M6xico el movimiento emancipador fue
LA GENERACION 1800 1830
esencialmente popular pero la aristocracia criolla prest6 su ayuda
al gobierno del virreinato para aniquilarlo; la aristocracia me-
xicana s6lo se torn separatist cuando temi6 el triunfo del
liberalism en la metr6poli.
4. Por consiguiente, la Emancipaci6n no tuvo de nin-
guna manera el caricter de una revoluci6n econ6mica y social.
La aristocracia criolla, formada por propietarios territoriales,
reforz6 y aument6 su potencia apoderindose del poder politico.
La ideologia revolucionaria francesa, que fue su inspiradora, s6lo
conserve en America hispinica un valor abstract. El finico prin-
cipio que se hizo efectivo sin dificultad fue la libertad de la agri-
cultura y del comercio puesto que era el finico que estaba de
acuerdo con los intereses de la aristocracia criolla. Por este
lado esos intereses coincidian con los del capitalism europeo,
sobre todo con el ingl6s en esa ipoca.
5. Como Leguizam6n dijo muy acertadamente: "No hubo
nacimiento de naciones, sino cariocinesis del imperio colonial es-
paiiol". Al principio Bolivar creia possible mantener la unidad
de America hispinica pero el Congreso de Panama puso de ma-
nifiesto la vanidad de esta esperanza. Hasta la sintesis estricta
que representaba Nueva Granada, se deshizo a su muerte. No
obstante, la Emancipaci6n fue un fen6meno continental y ningin
caricter bien definido separa las distintas repifblicas que, por
otra parte, estin unidas por una evidence comunidad de lengua,
de cultural, de estructura social y de origen.
2. DATOS LITERARIOS
La unidad hist6rica de este period, al mezclar los hom-
bres en los mismos acontecimientos, inspirindoles iguales espe-
ranzas e iguales pasiones y, finalmente, imponiendoles tareas
semejantes, trajo como consecuencia la producci6n de obras mar-
cadas por el mismo sello. La generaci6n que tuvo veinte afios
entire 1800 y 1830 es muy homog6nea. Nadie la ha definido
con mayor vigor que Luis Alberto Sanchez: "Los estudiantes de
1800 serin los jefes insurrectos de 1820 y, a menudo, los dirigen-
tes politicos de 1830".
Es notable la similitud de condiciones, tanto objetivas como
formales, que determinan esta literature de la Emancipaci6n.
Por todas parties se forman circulos que agrupan a los hom-
Generalidades
bres cultos y de espiritu innovador. Mitad literarios, mitad poli-
ticos (Zacaso podia ser de otto modo?), prolongan las antiguas
sociedades criollas constituidas a fines del siglo xvIII; pero mien-
tras que 6stas se limitaban al studio exaltado de las realidades
regionales, aqu6llos son abierta y francamente patriots. La lite-
ratura se encuentra indisolublemente unida a la political: con mis
frecuencia la pluma s6lo es auxiliar de la espada, ya sea que dirija
junto con ella el feliz combat o que glorifique las armas de la
libertad.
Por todas parties se fundan peri6dicos mis o menos efimeros
cuya tarea principal es, evidentemente, la propaganda o la pol6-
mica, pero cuya existencia fue ademas una ayuda preciosa para la
literature. Se puede decir tambi6n, sin exageraci6n, que en ausen-
cia de todo movimiento editorial important, la prensa contribuy6
en gran media a dar su formaa' a la literature de la 6poca. Fuera
de los articulos propiamente politicos Zqu6 obras podian efectiva-
mente tener cabida en las columns de un peri6dico? Los poemas
v los articulos de costumbres. Todo lo demis era o demasiado
largo o demasiado serio. Ahora bien, 6stos son precisamente los
dos g6neros que resume, o poco falta, la literature de la 6poca.
Igual unidad en las condiciones formales que dominant esta
literature: mantenimiento de las disciplines clisicas, ensayos de
literature national, ausencia de tradici6n americana, influercia
espafiola.
Casi todos los escritores de este period recibieron educaci6n
colonial cuya base la constituian los studios latinos. Sus admira-
ciones po6ticas, fuera de los poetas latinos y espaiioles, se dirigen
sobre todo hacia los clasicos franceses e italianos. Esa 6poca nos
ofrece traducciones de Ovidio, Virgilio, Horacio (del peruano Ma-
riano Melgar, los mexicanos Anastasio Maria de Ochoa y Acufia y
Jos6 Joaquin Pesado, el argentino Juan Cruz Varela), Boileau,
Racine, Florian, Ducis, Voltaire (de Ochoa y Acufia, Pesado, He-
redia). La principal sociedad literaria de Mexico se denomina
"Arcadia mejicana" y sus miembros se disfrazan con sobrenom-
bres clisicos (Ochoa fue bautizado con el apodo de "Anfriso" 5).
Sin embargo, es evidence que desde el dia en que Am6rica
espaiiola es independiente, procura definirse como americana.
Ahora bien, si Bolivar -dijo, con much acierto: "no somos ni
5 Es un hecho que esta Arcadia resucitaba un poco las sociedades
coloniales. En Mexico, como hemos visto, la inteligencia fue menos resuel-
ta, menos belicosa, que en el resto de America espafiola.
LA GENERATION 1800 1830
indios ni europeos, sino una especie intermedia entire los legi-
timos poseedores del pais y los usurpadores espafioles" (Carta
de Jamaica), desde el dia en que se rechazara al usurpador es-
pafiol habia que hacer uso del nombre de los "legitimos posee-
dores del pais", es decir, de los indios. En la lucha que enfrent6
a criollos y espafioles, el indio se tornaba, fatal aunque impro-
piamente, el simbolo de Am6rica. Ningin texto puede revelar
mejor el process mental que conducia a esta extrafia elabora-
ci6n O que el notable final del discurso que un oscuro abogadillo
indigena, Jos6 Domingo Choquehuanca, dirigia a Bolivar en el
moment de su recorrida triunfal por el sur del Peru en 1825:
"Dios quiso que los salvajes formasen un gran imperio y cre6
a Manco Capac. Pero su raza fue pecadora y Dios lanz6 a Pi-
zarro. Despubs de tres siglos de expiaci6n se apiad6 de America
y os cre6 a vos". Asi es c6mo los criollos insurrectos, auten-
ticos descendientes de los conquistadores, se imaginaron la re-
encarnaci6n de los vencidos. Mas de un ejemplo de ese 'simbolis-
mo americano' nos sorprendera cuando estudiemos la poesia7.
Mencionemos solamente algunos titulos de obras de teatro. g-
nero del que tendremos poco que decir: El nuevo Caupolicdn
o el bravo patriota de Caracas (del espafiol Jose Manuel San-
chez. instalado en Chile y ganado por la causa de la indepen-
dencia), donde CaupolicAn aparece "elegantemente vestido de
indio"; Tupac-Amaru (atribuido al actor Luis Ambrosio Mo-
rante, en el que se exalta al jefe de una rebeli6n indigena del
siglo xviii); Molina (del argentino Manuel Belerano), tragedia
que glorifica a un Inca; Cora o la virgen del Sol (del chileno
Salvador Fuentes y Torres); Guatimozin (del colombiano Jose
Fernandez Madrid) 8.
6 Extrafia, por cierto, pero cuyo sentido profundo es evidence. 01-
medo nos lo revelari (cf. pig. 39). Toda naci6n trata de enterrar en su
propio suelo, lo mis atras que puede remontar el curso de las edades, las
fuentes vivas de su historic. Llegara hasta politicos, tales como Belgrano,
que tambi6n querrin hacerlo.
7 Por lo demis, estos simbolos indios habian hecho una timida apa-
rici6n a fines del siglo xvii. El peruano Vald6s public un drama inca
Ollantay, cuya autenticidad es muy dudosa, que atrajo la atenci6n sobre
los antiguos amos del pais. El escritor argentino Lavarden, impresionado
por esta obra, en su drama Siripo (1789) opuso por primer vez a espa-
iioles e indios en los primeros tiempos de su contact. Con este drama
Lavard6n se convirti6 en el autintico sucesor del indianismo.
8 El teatro patri6tico se inspira tambi6n en temas mis director: ci-
Generalidades
Sin embargo, habia otra manera menos artificial de oponer
Am6rica a Europa: consistia en cantar su tierra, sus paisajes, sus
producciones, realidades que la definian vigorosamente. Toda
una rama de la poesia lirica, que hemos caracterizado con el
nombre de "virgilianismo americano" se consagr6 a esta tarea.
Pero si el deseo de independencia hallaba satisfacci6n en
el piano continental con el empleo de estos simbolos y de este
virgilianismo americano, el naciente espiritu national debia es-
forzarse por caracterizar realidades mis concretas y menos vastas.
Evidentemente era impossible sofiar con definir "esencias nacio-
nales" (peruanidad, argentinidad, etc.) cuando esas naciones s6lo
estaban en sus comienzos y ademas su configuraci6n fisica sus-
citaba numerosas dudas (Zla Argentina englobaria al Uruguay?
ZEl Perf contendria a Bolivia? ZNueva Granada y Venezuela
formarian una o dos naciones? gEl Ecuador formaria parte de
Nueva Granada o del Perf o seria independiente? ZQu6 seria Ame-
rica Central: parte de Mexico, una confederaci6n independiente
o se dividiria en various Estados?). S61o existian distinciones
regionales basadas en el g6nero de vida: por eso la primera lite-
ratura national fue costumbrista. El costumbrismo no define mis
que la epidermis, pero finicamente la epidermis era definible. Al
profundizar el "localismo" se llegara mis tarde a crear una li-
teratura especificamente colombiana, argentina, etc.
Lo que sorprende ademis en esta literature, es la escasa re-
laci6n que tiene con las letras coloniales. Nunca se las habia
sentido como nacionales y es evidence que, por lo coming, los
escritores de la Emancipaci6n ignoran o desprecian a sus prede-
cesores. En su oportunidad se indicaran las pocas excepciones,
recogidas casi todas de la poesia satirica. Pero se puede decir
sin exageraci6n que si lo que se denomina literature national
es la conciencia de tradiciones que continuar o desarrollar, las
literaturas hispanoamericanas comienzan con la independencia.
Por otra parte, finicamente con la independencia la literature
arraiga y se integra en la vida de las naciones.
Luego Zcuiles fueron los models en que se inspiraron los
escritores de la Emancipaci6n? Fueron models espaiioles. La
paradoja es mucho mayor de lo que podria creerse. Ciertamente,
la ideologia de la 6poca era sobre todo francesa: originada en
los fil6sofos, enciclopedistas e ide6logos franceses. Desde este
temos Camila o la patri6tica de Camilo Henriquez (1769-1825?), monje
que dio a Chile su primer peri6dico.
LA CENERACIaN 1800 1830
punto de vista adquiere valor ejemplar la edici6n del Contrato
social realizado en 1810 en la Argentina por Mariano Moreno.
Pero esta influencia es much mas notable en el terreno politico
que en el literario: proporciona una filosofia, tesis, directives para
la acci6n, pero no es material de arte. Por otra parte, no hay
que olvidar que hasta en esa esfera en que la influencia fran-
cesa es realmente preponderante, muchos pensadores hispanoame-
ricanos la sintieron a trav6s de Espafia. La Espafia de Felipe IV
y sobre todo la de Carlos III no ignore ni rechaz6 las ideas
francesas: prueba de ello son el conde Aranda, Floridablanca,
Campomanes y Jovellanos. Las doctrinas de los fisi6cratas tam-
bi6n fueron transmitidas por intermedio de Moncada, Martinez
de Matta, Osorio y Ward. Pero el escritor hispanoamericano tuvo
como material la lengua espafiola y fatalmente debi6 experi-
mentar en los escritores de la peninsula lo mis puro y lo mis
profundo de su iniciaci6n formal. Los maestros de la poesia
hispanoamericana de la Emancipaci6n fueron Quintana, Cien-
fuegos y Gallego. Por lo demis, ellos tambi6n habian cantado
a la libertad. Finalmente, jc6mo los costumbristas hispanoame-
ricanos hubieran podido desarrollarse y aun aparecer en la 6poca
en que el costumbrismo peninsular desde su nacimiento brillaba
en todo su esplendor con Bret6n de los Herreros, Mesonero Ro-
manos, Estebanez Calder6n y Larra, sin inspirarse en tan emi-
nentes models?
Tales fueron las condiciones que informaron la literature
de la Emancipaci6n, que esencialmente estaba formada asi: en
el dominio del verso habia una poesia lirica cuyas formas mis
interesantes son el himno patri6tico y el virgilianismo america-
no, al lado de una poesia satirica bastante traditional; en el
dominio de la prosa y el teatro, un ginero que habitualmente so
denomina costumbrismo. Finalmente, sefialemos que en esta 6poca,
en los paises del Rio de la Plata, nace una poesia que se inspira
en fuentes populares y hace uso de su lenguaje: es la poesia
gauchesca, con Bartolom6 Hidalgo (1788-1822). Esta poesia se
estudiari en el period de su florecimiento pero conviene desta-
car que data de las luchas de la independencia.
CAPiTULO II
EL HIMNO PATRI6TICO
1. GENERALIDADES
La parte mis important de la poesia lirica se resume en
el himno patri6tico. Himnos a los hechos de armas: En la vic-
toria de Maipiu, De la gloriosa jornada de Maipui, Canto lrico
a la libertad de Lima, A la batalla de Chacabuco, Al paso de los
Andes y victoria de Chacabuco, Al triunfo de lord Cochrane en
el Callao, La campaiia de Boyacd, Al 16 de setiembre de 1821
(dia de la independencia mejicana), Crito de Dolores, etc. Him-
nos a los heroes: A la muerte del general Belgrano, Al vencedor
de Maipi, A la memorial de Mariano Moreno, El suplicio de
Morelos, etcetera. De nada sirve acumular nombres Seri me-
jor examiner esta poesia particular a trav6s del finico cantor de
himnos que merece ser conservado: el ecuatoriano Jos6 Joaquin
Olmedo *.
9 No obstante, citemos al argentino Juan Cruz Varela (1794-1839),
clisico hasta el exceso, autor tambi6n de tragedies anacr6nicas sobre
temas antiguos.
[El autor -conforme con el prop6sito de no caer en un catilogo
de nombres u obras destaca en Olmedo la figure sobresaliente dentro de
un panorama de uniform chatura en cuanto vuelo po6tico y orientaci6n
seudoclsica. Sin embargo, para el caso particular de la Argentina creemos
6til sefialar algunos rasgos particulares.
Segin Ricardo Rojas, entire 1810 y 1828, jalonan el desarrollo de la
poesia patri6tica los nombres de Vicente L6pez y Planes (1786-1856),
Esteban De Luca (1786-1824) y Juan Cruz Varela (1794-1839). Del pri-
mero destacamos El triunfo argentino y el Himno Nacional. Del segundo
sue odas Al triunfo de Maipo y A la libertad de Lima. Del 61timo, se tiene
por la mai acabada composici6n patri6tica la oda A Ituzaing6, elogiada
por Bello.
LA wcNacx6N 1800.1830
2. JosE JOAQUIN OLMEDO (1780-1847)
A. La vida y el hombre.
La vida de Olmedo debe ser contada porque ilustra much
sobre esa mezcla de actividades political y literarias que consti-
tuye el destino de tantos escritores hispanoamericanos.
Olmedo naci6 en Guayaquil en 1780. En Lima curs6 studios
esenciales y regres6 a Guayaquil hacia 1806. En 1810 comienza
su vida piblica; parte para Europa en calidad de secretario de
su pariente, el obispo de Huamanga, nombrado miembro de la
Junta central de Sevilla. No va mis alli de M6xico, pues la
Junta es disuelta. Entretanto, el mismo afio es elegido diputado
por Guayaquil a las Cortes de Cidiz, a donde Ilega en 1811.
La reacci6n absolutista le obliga a esconderse y luego a regre-
sar a Guayaquil en 1816. Alli se casa y, durante tres afios y
medio, reanuda su vida privada y aprovecha esa calma para
emprender, entire otros trabajos, la traducci6n del Ensayo sobre
el hombre de Pope, "esta grande y deliciosa ocupaci6n". Pero
en 1820 Guayaquil proclama su independencia y Olmedo es
elegido triunviro. Se enfrentan tres facciones: los partidarios de
la autonomia, los de la incorporaci6n al Peru y los de la incor-
poraci6n a Colombia. Olmedo esti con los primeros y, como
la empresa se revela impossible, se inclina por los segundos. Sin
embargo, la intervenci6n de Bolivar hace que los terceros ganen
el pleito. Olmedo protest y parte para Lima como diputado
de su provincia. Mientras tanto forma parte de la delegaci6n
peruana que, bajo la presi6n de las circunstancias es la encargada
de Ilamar a Bolivar en 1823. Entonces se torna caluroso partida-
rio del gran capitin ("Lo ador6 como a una divinidad", escribi6
mis tarde cuando sus sentimientos ya se habian entibiado). Las
victorias de Junin y Ayacucho pronto le dan la raz6n. En 1825
Asimismo cabe recorder que buena parte del repertorio patri6tico argen-
tino de la 6poca se ha conservado en dos colecciones: 1) La lira argenti
na, reunida por Ram6n Diaz en 1824, donde figuran poesias de Vicente L6-
pez y Planes, Juan R. Rojas, Esteban De Luca, Juan C. de Lafinur, Juan
C. Varela, Fray Cayetano Rodriguez, Camilo Henriquez, Bartolomb Hidalgo,
este filtimo con algunas tempranas muestras de poesia gauchesca. 2) Co-
lecci6n de poesias patri6ticas, impresa en 1826, a cargo de Esteban De Lu-
ca. Aunque concebida en las esferas de la Sociedad Literaria y del espiritu
rivadaviano, no sali6 a luz oficialmente y circul6 sin pie de imprenta]
N. del E.
El himno patri6tico
va a Londres y Paris como ministry plenipotenciario del Peri,
aunque le cuesta resignarse a -ese cargo. En 1828 vuelve a Gua-
yaquil y rehusa la carter de Asuntos extranjeros de Colombia.
En 1830, cuando el Ecuador alcanza su autonomia, es goberna-
dor civil de Guayas. Rehusa el cargo de vicepresidente del Con-
greso para el que habia sido elegido y mis tarde forma parte
de algunas misiones diplomiticas. Durante la guerra civil de
1834 Olmedo es partidario de Flores. En 1835, despuis de ha-
ber presidido la Convenci6n de Ambato, regresa a su querida
casa de campo y retoma la traducci6n de Pope. En 1845 la
oposici6n expulsa a Flores, pero esta vez Olmedo formaba parte
de los opositores y pasa a desempefiar el cargo de triunviro. Pre-
senta su candidatura a la presidencia de la Repfiblica y no
alcanza el triunfo por un voto. Pasa entonces dos afios en un
retire que s61o interrumpe una misi6n diplomitica, pero que
entristece una salud muy delicada, y muere a los sesenta y siete
anos.
Olmedo s6lo amaba la vida privada pero debi6 sacrificar
la mayor parte de su tiempo a los asuntos pfiblicos; es un ejem-
plo vivo de las obligaciones que imponia a las minorias selec-
tas hispanoamericanas su extrema exigiiidad. Como resultado de
ello escribi6 poco pero, en cambio, fui el vate de la Emancipa-
ci6n.
"Cuando era niiio --dice- componia con suma facilidad".
Sin embargo, su producci6n no es abundante. Hubo dos razones
para ello. La primera que s6lo le gustaba componer cuando dis-
frutaba de calma. "Necesito un concurso de circunstancias que
me es dificil hallar. Por eso compongo muy rara veces. Necesito
estar completamente libre de toda ocupaci6n; necesito un lugar
c6modo, agradable, donde pueda ver el campo, los rios, las
montafias; necesito amigos que me critiquen, jueces que me
aplaudan y tambi6n obstinados que discutan cada palabra, cada
frase y cada pensamiento". La segunda, que necesitaba ademas
que una conmoci6n profunda provocara su inspiraci6n. Sin em-
bargo, mantuvo siempre su facilidad primera de versificador
notablemente dotado.
Olmedo sabia latin (tradujo especialmente una oda de Ho-
racio y un fragmento del Anti-Lucretius de Polignac), francs
(escribi6 una pieza versificada en francs y calc6 su epitafio
sobre el de Piron), ingl6s (tradujo tres cantos del Ensayo sobre
el hombre de Pope) e italiano.
LA czxma6PI 180D 1830
1~ mismo nos inform repetidas veces acerca de sus maestros
en el arte de escribir: Homero, Pindaro, Plutarco; Virgilio, Ho-
racio, Ovidio; Richardson, Pope.
Fuera de los autores nombrados, en su obra se percibe la
influencia de S6focles, Catulo, Lucano, CUspedes, Herrera, Me-
lendez y Quintana.
Mel6ndez y Quintana son los dos maestros de los que en
definitive, obtuvo mis provecho.
No es extraiio que con tales gustos siempre haya afirmado
sus convicciones clasicas.
B. La obra
La obra de Olmedo, poco abundante, en general s6lo res-
pira una honorable mediocridad. El anacreontismo reina alli
con sana moral y correcci6n fria o relamida o. S61o dos obras
se destacan, preparadas en realidad por las silvas En la muerte
de doiia Maria Antonia de Borb6n (1807) y El drbol (1809), y
son: La victoria de Iunin (1826) y Al general Flores vencedor
de Miiiarica (1835). Se ha dicho de su obra que semeja una
campifia f6rtil y sonriente (pero ilana y nada pintoresca, agre-
gariamos) en medio de la cual se levantan, como bloques im-
previstos e inexplicables, dos grandiosos monolitos que en nada
responded al paisaje. Son estas dos obras que le han valido la
inmortalidad a Olmedo y que examinaremos mis de cerca.
C. La oda a Junin y la oda a Mifiarica.
Estas dos obras son el product de violentas oonmociones
que pusieron a Olmedo fuera de si y que sin duda no hubieran
sido tan intensas si Olmedo no hubiese experimentado ante-
riormente, a trav6s de la acci6n political, las dificultades de la
independencia en primer lugar, y luego, de la paz civil.
Como consecuencia de estas conmociones que afiebraron
al poeta, 6ste arroja sobre el papel una cincuentena de versos
10 En esta obra hay una Cancion indiana precedida por una nota
que explica las costumbres indigenas que le dieron ocasi6n. 4Nos halla-
mos ante un intent de hacer entrar al indigena y su poesia en la litera-
tura hispanoamericana? No. Desgraciadamente s6lo se trata de una traduc-
ci6n (incluida la nota) de un pasaje de Atala. Esta canci6n revela clara-
mente el origen literario del indianismo.
El himno patri6tico
cuyo tono y potencia contrastan con su poesia habitual. ("Me
sorprendi6 en tirmino que me crei poeta por la primera vez",
escribi6). Pero breve es el "don de los dioses", como decia
Valery. Y, afligido y quejumbroso, Olmedo tiene que comple-
tar tal exordio sin descender de esa altura no habitual y propia-
mente genial. Asi fueron escritos los 906 versos de la oda a Ju-
nin y los 266 versos de la oda a Mifiarica. S61o un esfuerzo
sobrehumano, con la ayuda de dones insignes de versificador,
pudo realizar esos milagros. Olmedo era consciente de que habia
escrito las composiciones "de su vida".
Tambiin en los dos poemas de juventud que permiten pre-
sagiar al vate de la Independencia, dos acontecimientos lo ha-
bian transportado fuera de si: los desastres sufridos por Espaia
en 1805 y la invasion francesa:
Asi tu ira, Sefior, bajo las forms
de asoladora peste y hambre y guerra,
se derram6 por la infeliz Espafia,
y aquella que llen6 toda la tierra
con hazafias tan dignas de memorial,
en sus d6biles hombros ya no puede
sostener el cadaver de su gloria.
Este dulce anacre6ntico, apasionado por la vida privada,
s6lo vibraba cuando, entire el estr6pito de las armas y las trom-
petas de guerra, estaba en juego la suerte de los Estados.
Debemos detenernos un instant en el plan de la oda a
Junin porque Olmedo lo traz6 muy cuidadosamente y se decla-
r6 muy satisfecho del resultado, y tambi6n porque se ataca con
frecuencia ese plan.
Es ficil comprender c6mo Olmedo se encontraba ante la
obligaci6n de componer con vigor y acierto. Habia escrito un
exordio genial y, como entonces lo que hacia falta era trabajo
y no inspiraci6n, necesitaba urdir una trauma s6lida, propicia
a los bellos desarrollos. Agreguemos que en la oda a Junin fal-
taba mencionar la victoria de Ayacucho, posterior en algunos
meses a Junin, y que al obtener la capitulaci6n espafiola fue
la finica que dio pieno sentido al primer encuentro. Olmedo era
tan consciente de esta necesidad que primero compuso en prosa
sus dos poemas.
El plan de ]a oda a Junin es el siguiente:
1) La naturaleza anuncia la victoria de las armas de Boli-
var en Junin (v. 1-48);
LA czNtAcd6 1800-1830
2) invocaci6n del poeta (v. 49-91);
3) la batalla (v. 92-322). La precede una proclamaci6n
de Bolivar y la cortan dos episodios: el catalogo de los patrio-
tas y un recuerdo de la guerra de Troya;
4) canto de victoria de los patriots (v. 323-352);
5) aparici6n y discurso del Inca Huayna-Capac (v. 353-
753). Un primer discurso enumera las quejas del pueblo indio
contra los espafioles. Un segundo discurso profetiza la batalla
de Ayacucho, establece el catilogo de los patriots que alli se
distinguieron y terminal con consejos a Bolivar: le queda una
proeza mayor que realizar: asegurar la paz y la libertad;
6) canto de las virgenes del Sol (v. 754-829). Canto de vic-
toria y votos de prosperidad cortados por el catilogo de los ven-
cidos;
7) retorno del poeta sobre si mismo: se asombra de haberse
elevado tan alto y se prepare para volver a la poesia anacre6n-
tica ("su flauta conocida").
El canto de victoria de los patriots constitute una transi-
ci6n apaciguada entire las dos parties esenciales del poema, Ju-
nin por una parte y por otra, Ayacucho, seguidas por una ojea-
da sobre las consecuencias de estas dos batallas.
El plan parece s61ido y acertado. Sin embargo, muchos cri-
ticos hispanoamericanos lo atacaron. Bolivar les dio el ejem-
plo. Los reproches no difieren much; desproporci6n de las par-
tes, prolijidad, desviaci6n del interns hacia un personaje secun-
dario.
No nos parece que las dos parties sean desproporcionadas:
si la segunda es mis amplia que la primer es porque no s61o
relata una segunda batalla sino que sefiala, mis alli de los corn-
bates liberadores, los peligros y las prosperidades por venir. La
oda a Junin se abre sobre la aurora de la vida 'libre' de Am-
rica. SSe diri que hay alli frecuentes digresiones e incisos? Pero
sabemos bien que en la oda
Un bello desorden es un efecto del arte,11
sobre todo cuando el plan general es claro.
En cuanto al reproche de prolijidad, Olmedo fue el primero
en dirigirselo. En efecto, su prop6sito era reducir la primer
version que tenia un poco mis de 300 versos. Ahora bien, la
11 Boileau, Art. poitique, chant II.
El himno patri6tico
aument6 por el contrario en unos 600 versos. Esto s61o quiere
decir que en ese desborde verbal que es un epinicio con ten-
dencia 6pica, la elocuencia deja de existir si no es torrencial.
En el fondo, el verdadero reproche se refiere a la apari-
ci6n del Inca. Se han hecho dos objeciones a Olmedo. La pri-
mera es que utiliz6 un puro deus ex machine para juntar artifi-
cialmente las dos batallas. De hecho el Inca hace mis que juntar
dos batallas: asegura la 'unidad' del devenir americano. Y para
calificarlo despectivamente de deus ex machine hay que cono-
cer muy mal el g6nero tal como nos lo legaron los grandes mo-
delos: Olmedo los conocia bien. La segunda objeci6n sostiene
que los patriots no son descendientes de los incas; el criollo
esti mis pr6ximo del conquistador -de quien es heredero-
que de los indios. Esta objeci6n, excusable en Bolivar que piensa
'politicamente' y no 'poticamente', sorprende en los critics
posteriores. Asi como la primer objeci6n probaba que su cul-
tura clAsica dejaba que desear, la segunda indica que les falta
sentido hist6rico. Hemos visto que era una tendencia general
recurrir al indio, y sobre todo a los antiguos jefes incas y azte-
cas para simbolizar el nacimiento de la nueva America, Olmedo
no escapa a esto 12
Luego, la aparici6n del Inca en la oda a Junin no es un
'truco' literario. No es mas que la manifestaci6n de un simbo-
lismo americano que Olmedo sobrepasa en much, pero al que
da sentido profundo: por 61 los patriots, separindose de la
metr6poli, aseguran la continuidad de la patria americana. Rotos
los vinculos raciales, reanudan a trav6s de la historic los vinculos
telfiricos. Se 'autoctonizan'.
Para no sufrir un fracaso total, Olmedo necesitaba aliento.
DespuBs de escribir un exordio tan vigoroso como este:
El trueno horrendo que en fragor revienta
y sordo retumbando se dilata
por la infamada esfera,
al Dios anuncia que en el cielo impera.
Y el rayo que en Junin rompe y ahuyenta
la hispana muchedumbre
que, mis feroz que nunca, amenazaba,
a sangre y fuego, eterna servidumbre,
y el canto de victoria.
LA cVIUACION 1800I1830
12 Antes de la Oda a Jain ya habia escrito:
Y aun por la tierra es fama
que de los Incasas s cenizas fria
m animan en sus tumbas y a inflamau,
y a San Martin por vengador aelamaa.
(Brindi San MaIsn)
Al estruendo de voices y vivas,
de los Incas las tumbas se abrieron.
Nos vengaste -a Bolivar dijeron-
nuestro suefio ya dulce seri.
(Marehe)
que en ecos mil discurre, ensordeciendo
el hondo valle y enriscada cumbre,
proclaman a Bolivar en la tierra
irbitro de la paz y de la guerra.
el inico problema que se planteaba a Olmedo, en el fondo, era
lograr que este tono se mantuviera durante various centenares de
versos. Lo consigui6 plenamente. En ningin moment afloja el
vuelo de la elocuencia o decrece el calor del sentimiento. Ese
orador pedestre que era Olmedo supo disponer todos los re-
cursos de la poesia oratoria. Enumeraciones:
Ya el formidable estruendo
del atambor en uno y otro bando
y el son de las trompetas clamoroso,
y el relinchar del alazin fogoso,
que erguid a la cerviz y el ojo ardiendo
en bblico furor, salta impaciente
do mis se encruelece la pelea,
y el silbo de las balas, que rasgando
el aire, Ilevan por doquier la muerte,
y el choque asaz horrendo
de selvas densas de ferradas picas,
y el brillo y estridor de los aceros
que al sol reflectan sanguinosos visos,
y espadas, lanzas, miembros esparcidos
o en torrentes de sangre arrebatados
y el violent tropel de los guerreros
que mis feroces mientras mis heridos,
dando y volviendo el golpe redoblado,
mueren, mas no se rinden...
Descripciones:
Y el caballo impaciente
de freno y de reposo,
se indigna, escarba el suelo polvoroso;
El himno patri6tico
impivido, insolente
demand la seiial, bufa, amenaza,
tiemblan sus miembros, su ojo reverbera,
enarca la cerviz, la alza arrogant
de prominent oreja coronada,
y, al viento derramada
la crin luciente de su cuello enhiesto,
ufano da en fantistica carrera
mil y mil pasos sin salir del puesto.
Inmensos periods de libre estructura sintActica:
Cual iguila inexperta, que impelida
del regio instinto de su estirpe clara
emprende el precoz vuelo
en atrevido ensayo,
y elevandose ufana, envanecida,
sobre las nubes que atormenta el rayo,
no en el peligro de su ardor repara,
y a su ambicioso anhelo
estrecha viene la mitad del cielo;
mas de improvise, deslumbrada, ciega,
sin saber d6nde va, pierde el aliento
y a la merced del viento
ya su destiny y su salud entrega,
o por su solo peso descendiendo
se encuentra por acaso
en medio de su selva conocida,
y alli, la luz huyendo, se guarece,
y de fatiga y de pavor vencida,
renunciando al imperio, desfallece.
Supo utilizar todo el arsenal 6pico y lirico: imigenes sor-
prendentes, comparaciones largamente desarrolladas. Hasta sus
presagios suenan acertados porque se fundan en hechos reales;
hasta la participaci6n del paisaje en la acci6n, porque este pai-
saje es netamente americano y, por eso, una vez mis la histo-
ria se afirma en el suelo mismo de la patria:
Mas los sublimes montes, cuya frente
a la region et6rea se levanta,
que ven las tempestades a su plant
brillar, rugir, romperse, disiparse,
los Andes, las enormes, estupendas
moles sentadas sobre bases de oro,
la tierra con su peso equilibrando,
jams se moveran...
LA cGwERwa6N 1800-1830
Su verbo es sonoro y supo usar en forma admirable el
epiteto quintanesco que sostiene tan bien el vuelo del verso y
del period, siempre que no sea also ni vano. Y esto no es
tan ficil.
Finalmente, Olmedo dispone de una extrema riqueza ritmica
y de variedad de cadencias.
D. Conclusion.
Olmedo sigue siendo per excelencia el vate del patriotism
emancipador; gracias a 61 nos queda algo -aunque s6lo un re-
flejo- de una ipoca en la que el heroismo fue el valor supre-
mo. En sus moments mis elevados 61 mismo fue plenamente
consciente de esta supremacia:
Y en medio del concerto numeroso
la voz del Guayas crece
y a las mis resonantes enmudece13
describe en la oda a Junin. Por sus dos grandes odas, donde
estallan la potencia verbal y la riqueza del ritmo, Olmedo se
clasifica en el primer piano de la poesia oratoria de lengua es-
pafiola 14
13 El Guayas es el rio de Guayaquil.
14 Hugo es el inico poeta francis que podria comparirsele por el
aliento. Pero Olmedo s6lo tenia una cuerda valiosa en su lira y no obtuvo
de ella mis que dos cantos.
Para completar este breve studio sobre Olmedo, nos parece oportuno
mencionar el paralelo que Menindez y Pelayo traza entire este poeta, por
una parte, y Heredia y Bello por la otra. Estos filtimos poetas serin objeto
de studio mis adelante. "Olmedo es, sin contradicci6n, uno de los tres
o cuatro grandes poetas del mundo americano: nb falta quien le d6 la pri-
macia sobre todos y, dentro de cierto g6nero y estilo, no hay duda que
la merece. Bello es mas perfect y puro, mis acrisolado de dicci6n, mayor
humanista y de arte mis exquisite; Heredia mis apasionado y tambi6n
mis espontineo, pero leno de tropiezos y desigualdades cuando no acierta
soberanamente. Si al cantor de la Zona T6rrida, fue concedida la ciencia
profunda de la dicci6n, y al poeta del Niagara la contemplaci6n melanc6lica
y apasionada, Olmedo tuvo, en mayor grado que ninguno de ellos, la gran-
dilocuencia lirica, el verbo pindirico, la continue efervescencia del estro
varonil y numeroso, el arte de las imigenes esplindidas y de los metros
resonantes, que a la par hinchan el oido y pueblan de visions luminosas
la fantasia. El os magna sonatorum de Horacio, parece inventado por poe-
tas como Quintana y Olmedo".
CAPITULO III
EL VIRGILIANISMO AMERICANO
1. GENERALIDADES
Hemos denominado asi la tendencia que leva a algunos
poetas a cantar la tierra americana. Cantan el paisaje y su pre-
sencia: en esta poesia inica se express un vigoroso sentimiento
de la naturaleza. Cantan a America: magnifican las particulari-
dades del continent. Por filtimo, esa poesia estA penetrada por
un indudable sentido virgiliano, puesto que no se interest tanto
por los aspects salvajes del suelo que pudieron ilamar mis
la atenci6n, como por sus cultures, sus riquezas.
Como hemos visto, los criollos constituian ante todo una
clase de hacendados. No es asombroso, pues, que una inspira-
ci6n, emparentada con la de las Ge6rgicas, los haya embargado
ante los campos de Am6rica. Agreguemos que como esos cam-
pos constituian su fortune y cimentaban su poder, una incli-
naci6n muy natural los conducia a identificarse con ellos. Como
es sabido, los propietarios imaginan ficilmente que sus almas
se adornan con los encantos y virtudes de su suelo 15
Finalmente, no habia mas que dos maneras de oponerse a
Espaiia, es decir, a Europa colonizadora: subrayar el mestizaje
del pueblo hispanoamericano o magnificar la geografia ameri-
cana; opener raza contra raza o continent contra continent.
Se ve muy bien que los criollos, no considerando honroso el
mestizaje, se guardaban de insistir sobre el primer tema: el sim-
bolismo americano, tal como lo hemos definido, indicaba el pun-
15 Cf. el brillante analisis de Sartre en Qu'est-ce que la littirature?
(Situations II, p. 209-210).
LA GENECRAa6 1800-1830
to extreme que podian alcanzar. Pero, en cambio, era halagador
exaltar la tierra americana, esa tierra que poseian y cuya fer-
tilidad haria la riqueza de las antiguas colonies.
Por lo demis esta tendencia po6tica que subraya el aspect
geogrifico o el econ6mico se venia preparando desde much
tiempo atris. Tenia sus origenes y sus antepasados.
Es bastante sabido que las expediciones de los viajeros eu-
ropeos llamaron la atenci6n de los criollos sobre la geografia
y la naturaleza de su pais: el ejemplo de La Condamine, Ulloa,
Bonpland, de Jussieu, Mutis, Humboldt, les revel6 que America
era interesante. Se sintieron orgullosos de pertenecer a una tie-
rra capaz de atraer a los estudiosos extranjeros. Ellos mismos
apetecieron estudiarla. Este studio fue uno de los fines que se
propusieron las sociedades criollas del siglo xvIII; constituy6 el
tema de sus revistas y de las obras que patrocinaron 16
Esta vanidad geografica tuvo otro origen: los escritos de
los jesuitas. En efecto, entire los jesuitas expulsados en 1767 por
la abolici6n de la Sanci6n pragmitica, muchos no se resignaron
nunca a su exilio. Trataron de consolarse escribiendo fervien-
tes obras sobre esa naturaleza americana que echaban de menos
y cuyo recuerdo los perseguia 17.
Finalmente, sabemos que uno de los movimientos de ideas
que tuvo mayor difusi6n a fines del siglo xvni fue el movimiento
fisiocratico. Bien recibido en Espafia, donde fue difundido por
sociedades, revistas y obras, en Am6rica espafiola s6lo podia ser
bien recibido ya que su economic era esencialmente rural.
En Am6rica la tierra habia despertado un profundo inte-
res tanto geogrifico como esencialmente agricola. A 6ste se uni6
el lirismo dando lugar a la aparici6n del virgilianismo ameri-
cano. Naci6 antes de la Emancipaci6n con la Oda al Parana de
16 Bastarin algunos titulos: del ecuatoriano Antonio de Alcedo, Dic-
cionario geogrdfico-hist6rico de Indias; del cubano Antonio Parra, Descrip-
cidn de diferentes piezas de historic natural; del colombiano Francisco Ja-
vier de Caldas, Estado de la geografia del Virreinato con relaci6n a la Eco-
nomia y el Comercio; del peruano Hip6lito Unanue, Observaciones sobre el
clima de Lima; del peruano Jos6 Eusebio de Llano Zapata, Memorias his-
t6rico-fisicas-criticas-apologiticas de la AmJnrica meridional. Dentro de esta
inspiraci6n, se pueden afiadir las Guias de Forasteros.
17 Citemos de Ignacio Molina, Historia geogrdfica, natural y civil y
Ensayo sobre la historic natural de Chile; de Vicente Maldonado, Carta
del territorio ecuatoriano.
Virgilianismo americano
Lavardin, que confirm asi su calidad de precursor 1". Esta oda
que apareci6 en 1801, comienza asi:
Augusto Parani, sagrado rio
primoginito ilustre del Oceano
que en el carro del nicar refulgente
tirado de caimanes, recamados
de verde y oro, vas de clima en clima,
de region en region, vertiendo franco
suave frescor y pr6diga abundancia.
Fue un m6rito notable para un poeta de educaci6n y forms
tan clAsicas, haber sido el primero en America que se inspir6
en el paisaje natal.
Cuatro poetas ilustran el virgilianismo americano en la ge-
neraci6n que nos ocupa: el argentino Vicente L6pez y Planes
(1787-1856) con la 6gloga Oda a las delicias del labrador, que
sefiala el piniculo de su obra *; el venezolano Fermin Toro
18 Cf. pig. 32, nota 7.
[La opinion del autor se aparta de la que es traditional en la Ar-
gentina y sobre todo difiere, en relaci6n con la citada oda, de la formulada
por Men6ndez y Pelayo en Historia de la poesia hispanoamericana, donde
dice de Las delicias del labrador y otras semejantes: "poesias de circuns-
tancias, que, generalmente, valen poco" y sefiala como una excepci6n la
oda A la batalla de Maipo. Para que el lector pueda former juicio propio
transcribimos algunas estrofas sueltas de Las delicias del labrador pues la
composici6n es muy poco conocida, aun en la Argentina:
IOh, embriagante dulzura
la que goza el mortal que sobre el seno
de la fecunda liberal natural
derrama en sudor! Su pecho lleno
de candor e inocencia
esti cerrado al vicio, a la indolencia.
Apenas la avecilla
con inquietud festival de la aurora
la presencia saluda, y la ovejilla
de dejar la majada anuncia la hora,
se desprende risuefio
de entire los brazos gustoso suefio.
Su consorte hacendosa
con los pequefios hijos se levanta.
Hacia el padre ellos corren; la callosa
mano le estrechan, y la tierna plant
fijando en sus rodillas
mil 6sculos le dan en las mejillas.
LA GENERaaI6 1800 1830
(1807-1873) con su Oda a la Zona T6rrida; el cubano Francisco
Iturrondo (1800-1868) con sus Rasgos descriptivos de la natu-
raleza cubana. Toro tom6 el titulo y el tema de su poema del
inico poeta realmente grande de este grupo de quien Iturrondo
procedia directamente: Andr6s Bello **.
2. ANDRES BELLO (1781-1865)
A. La vida y el hombre.
El venezolano Andr6s Bello naci6 en 1781 en una ciudad muy
pequefia: la barroca Caracas de la colonia. Sus studios le orien-
taron sobre todo hacia el latin y la filosofia, pero fue ademis
un devoto de los clisicos espafioles, especialmente de Cervantes,
Lope de Vega y Calder6n. El hecho es bastante raro en esa
6poca y merece sefialarse. Durante este period vivi6 de la
ensefianza privada. Bolivar figure entire sus alumnos.
La Emancipaci6n habia de dar una nueva orientaci6n a su
vida: acrecent6 su cainpo de acci6n, cultural y espiritu. En efecto,
en 1810 fue enviado a Londres (con Bolivar) como delegado de
la Junta de Caracas. Pronto perdi6 el cargo y conoci6 entonces
afios duros, en el curso de los cuales recurri6 una vez mas a
la ensefianza privada para asegurarse la subsistencia. Sin em-
A esta efusi6n tan grata
su coraz6n rebosa de delicia.
En ligrimas se bafia, se arrebata,
los besa, los abraza y acaricia,
Mas con la mesa llena
la esposa cierra la adorable escena.] N. del E.
** [El autor omite la important Oda al pueblo de Buenos Aires, del
argentino Esteban de Luca (1786-1824) recogida en la antologia La lira
argentina, de 1824. En ella, como en Las delicias del labrador, de Vicente
L6pez y Planes, esti ademis present el peligro del despoblamiento de los
campos y del hacinamiento y molicie ciudadanos. Idea, por lo demis, coin-
cidente con las exhortaciones de Horacio y Virgilio a sus conciudadanos
de Roma; o con las del posterior Facundo, de Sarmiento. Canta E. de Luca:
iOh fuertes argentinos!
Tanto mal evitad, abandonando
la ciudad populosa, do mil plagas
se estan en vuestro dafio preparando;
a los campos corred, que hasta hoy desiertos
por la mano del hombre estan clamando...] N. del E.
Virgilianismo americano
bargo, esos aiios fueron fecundos. Se vincul6 a pensadores in-
gleses, especialmente a Bentham y James Mill. Frecuent6 biblio-
tecas: por primera vez en su vida -y por filtima- encontr6
reunidos abundantes materials que le permitieron profundizar
notablemente su cultural y, en particular, los studios de len-
gua espafiola y los conocimientos de la literature medieval es-
pafiola. ZQu6 otro hispanoamericano de su tiempo la conoci6?
Fund6 diversas revistas para estimular las letras hispanoameri-
canas, la Biblioteca americana en 1823, el Repertorio americano
en 1825. Finalmente, nombramientos en la legaci6n de Chile en
1822 y de Colombia en 1824, lo sacaron de la pobreza.
Iba a cumplir cincuenta afios cuando acept6 ingresar en el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, pais que se con-
virti6 desde entonces en su patria de adopci6n. Alli reinaba la
paz mientras las guerras civiles desgarraban a las naciones ve-
cinas; una paz que convenia much al temperament tranquilo
de Bello. En Chile Bello fue ante todo educador. Primero en la
ensefianza privada luego en el colegio secundario de Santiago;
finalmente, en la Universidad, de la que fue fundador y primer
rector. Su actividad en la ensefianza fue multiple, pero se de-
dic6 principalmente a las humanidades, a la Filosofia y al De-
recho. Sus doctrinas sobre educaci6n provocaron el ataque de
los emigrados argentinos 19. Bello pag6 su deuda con Chile pro-
porcionindole el C6digo Civil, que fu6 promulgado en 1855.
Ain debian transcurrir diez afios de vida estudiosa y tranquila
antes de su muerte.
Bello es la figure intellectual mis perfect que ofrece su
tiempo. Ninguno fue tan complete ni tan constant como 61. Dis-
ciplinado, met6dico, concentrado, constitute el modelo de cierto
tipo de literate para quien las manifestaciones de la cultural
son, si no la inica, la preocupaci6n fundamental.
Por otra part, todas las circunstancias de su vida concu-
rrieron a fortalecer los rasgos innatos. En primer lugar el oficio.
Si bien es cierto que Bello, como tantos otros hispanoamericanos,
fue un poco de todo: pedagogo, fil6sofo, publicista, gramitico,
critic literario, jurisconsulto, poeta, ante todo fue un educador,
un maestro. Esta actividad enlaza los tres periods tan homo-
g6neos de su vida. Como buen universitario tuvo la preocupaci6n
de acrecentar y precisar su cultural, profundizar las disciplines
19 Cf. pigs. 48 y 157.
LA cENERAa6N 1800- 1830
que ensefiaba y transmitir sus conocimientos e imponer el em-
pleo de m6todos que consideraba formadores o. Lo logr6 llena-
mente: Bello es casi el inico escritor de la epoca del cual se
puede decir que tuvo discipulos a trav6s de toda Am6rica. Y por
otra parte se ha dicho que "diez afios despu6s de la llegada de
Bello a Chile, habia cambiado la situaci6n intellectual de ese
pais".
Ademis, la permanencia en Inglaterra sirvi6 para confirmar
sus tendencies. Los ingleses con quienes se vincul6 estimaban
la claridad, la 16gica, la constancia, el gusto per la objetividad.
Fue el inico adepto de la erudici6n en su tiempo porque fue el
inico que se benefici6 -o que supo beneficiarse- con los re-
cursos que ofrecia una gran capital europea. Y la erudici6n lo
llevaba a la discipline, a la conciencia, a la preocupaci6n por
el detalle. La inmersi6n en las fuentes, que podia realizar por
medio de ella, le inspiraba el sentido de la continuidad, el gusto
por la tradici6n.
Finalmente, Chile le ofreci6 el ejemplo de una repiblica aris-
tocritica autoritaria en la que el dictador Portales mantenia el
orden con pufio de hierro; pero con el orden, la paz, y todo
esto en el mayor respeto a las jerarquias. No podia haber nin-
gin cuadro que gustara mis al espiritu disciplinado de Bello
que el que le ofrecia el Chile de entonces, bahia de tranquili-
dad en medio de las tempestades. Por otra parte, se dice que
sus relaciones con Portales fueron excelentes: los unia una esti-
maci6n reciproca cimentada sobre id6nticos principios. En tan-
to que Sarmiento reclamaba una educaci6n fundada sobre una base
liberal, Bello s6lo se preocupaba por la formaci6n de minorias
selectas, en pleno acuerdo con el dictador.
Es un fen6meno inico -o casi 6nico- en esta 6poca: Be-
llo, partidario de la Emancipaci6n y por tanto revolucionario,
desde el dia siguiente al del triunfo, y sin tener que cambiar
de ideologia, fue un conservador preocupado de no romper con
la tradici6n. Ahora bien, es impossible percibir en 61 el menor
retroceso, la menor nostalgia del pasado, el menor reflejo "reac-
cionario'.
Aunque tuvo origen en una raza y en una 6poca que sim-
20 Sue inquietude& do educador explican la abundancia de su pro-
ducci6n erudita y de sus traducciones.
Virgilianismo americano
boliza la linea sinuosa mAs que la quebrada, Bello present una
trayectoria spiritual que asombra por su rectitud.
B. La obra.
Es evidence que las obras de Bello difieren segfin la 6poca
de su vida a que pertenezcan.
Joven, en Caracas, componia abundantemente en el estilo de
Anacreonte, Horacio, Virgilio. Obras leves, puras, correctas, me-
lodiosas. Las mis conocidas son los poemas A la vacuna, El
arauco, A la nave. Cierra este period, con un sonido diferente,
A la victoria de Bail6n.
El period londinense vio nacer la Silva a la agriculture en
la Zona T6rrida que merece consideraci6n aparte. En medio de
las nieblas inglesas prepare tambi6n las obras eruditas que apa-
recieron mis tarde en la leve bruma de Santiago.
En el period chileno, pasados los largos "afios de apren-
dizaje" Bello realize su mayor producci6n. Obras eruditas: Prin-
cipios de ortologia y metrica (1835); Andlisis ideol6gico de
los tiempos de la congujaci6n castellana (1841); Gramdtica de la
lengua castellana (1847), obra tan excelente que continfia siendo
clhsica; Compendio de la historic de la literature (1851); re-
construcci6n del Poema del Cid, anticipaci6n extraordinaria de
la critical modern ("Un portento -dice Men6ndez y Pelayo-
cuando se repara que trabaj6 en un rinc6n de Am6rica, con falta
de los libros mas indispensables, y teniendo que valerse el au-
tor casi constantemente de notas tomadas durante su permanen-
cia en Londres"); Bello fue, sin duda, el primer critic de su
tiempo. Traducciones: un fragmento del Orlando enamorado de
Boyardo; un fragmento de Trois regnes de la nature, de Delille,
que titul6 La luz; el Rudens de Plauto; Sardandpalo y Marino
Faliero de Byron; un fragmento de los Niebelungen; Therese de
Dumas; algunos poemas de Hugo, como La tristesse d'Olympio,
Moise sauvi des eaux y, el mis conocido, La priere pour tous,
cuya traducci6n es tan estimada como una poesia original21.
Esto no quiere decir que Bello ya no produjese obras personales:
sefialemos su oda patri6tica Al diez y ocho de setiembre, su dle-
gia El incendio de la Compa ia, la leyenda El proscripto, en la
que no falta la nota festival. Sin embargo, es indudable que lo
21 Por otra parte, es una adaptaci6n o una reducci6n mas que una
traducci6n.
LA cENERa6rN 1800-1830
esencial de su obra en cuanto a calidad, pertenece a los afios
de aprendizaje. Para completar el retrato de este poligrafo anote-
mos la Filosofia del entendimiento, su filtima obra y la primer
sintesis filos6fica para uso de los hispanoamericanos.
A Bello corresponde el honor de haber alcanzado la cum-
bre de la poesia clasica americana la vispera misma del dia
en que el clasicismo iba a desaparecer definitivamente, y tam-
bi6n de haber sido el primero en Ilevar a la lira americana al-
gunos estremecimientos de un romanticismo importado de In-
glaterra 22.
C. La "Silva a la agriculture en la zona tbrrida'.
Puede parecer sorprendente que el virgilianismo americano
deba su obra maestra a un universitario, a una "rata de biblio-
teca". Sin embargo, la historic nos ofrece muchos otros milagros.
Por lo demis, hay que recorder que esta obra maestra fue es-
crita en Londres y refleja una nostalgia viva, sincere y precise.
Y ademis una fe vibrant en el porvenir de America: en cierto
sentido es una alabanza buc61ica.
Como el locelyn o la Chute d'un Ange de Lamartine, la
Silva a la agriculture s6lo es un fragmento caido y como crista-
lizado, de uix poema de concepci6n mis amplia, destinado a
cantar a America.
Le precede otro fragmento, Alocuci6n a la poesia, que pone
de manifiesto las intenciones del poeta:
Tiempo vendri cuando de ti inspirado
algiin Mar6n americano, jio diosa!
tambi6n a las mieses, los rebafios cante... 2
En efecto, todas las caracteristicas virgilianas (las de las
Gebrgicas, desde luego) aparecen en la silva.
Descripci6n poitica de los frutos de la tierra:
Ti das la cafia hermosa
de do la miel se acendra,
por quien desdefia el mundo los panales:
22 Para apreciar la flexibilidad del talent de Bello basta compararlo
con su frio compatriota Rafael Maria Baralt (1810-1860).
23 Esta alocuci6n invitaba ademis a la Musa a abandonar las cortes
corrompidas de Europa para refugiarse en el libre suelo americano. Cons-
tituia asi, como dice Pedro Henriquez Urefia, una declaraci6n de inde-
pendencia literaria.
50
Virgilianismo americano
tf en urnas de coral cuajas la almendra
que en la espumante jicara rebosa:
bulle carmin viviente en tus nopales
que afrenta fuera al mirice de Tiro:
y de tu afiil la tinta generosa
imula es de la lumbre del zafiro;
Para tus hijos la procera palma
su vario feudo cria,
y el ananas sazona su ambrosia;
su blanco pan la yuca,
sus rubias pomas la patata educa,
y el algod6n despliega al aura leve
las rosas de oro y el vell6n de nieve.
Intenciones moralizantes y civilizadoras: a las naciones desga-
rradas por la guerra les queda un patrimonio indestructible: la
tierra. Que la juventud abandon la molicie que produce las
ciudades y se regenere en los trabajos agricolas, fuente de salud,
de prosperidad y de virtud.
Este poema, en el que rivalizan lo didactico con lo descrip-
tivo, en ningfin moment se torna pesado ni aburrido. Fue nece-
sario un milagro de equilibrio, de soltura y de belleza formal
que no hubiera podido realizarse sin un sentido profundo de la
lengua, un conocimiento s6lido y un verdadero amor por la tra-
dici6n.
CAPiTULO IV
EL LIRISMO PERSONAL
1. GENERALIDADES
Poco hay que decir del resto de la poesia lirica. La resume
el argentino Juan Cris6stomo Lafinur (1797-1824), el colom-
biano Luis Vargas Tejada (1802-1829), el mexicano Jos6 Joa-
quin Pesado (1801-1860), el peruano Mariano Melgar (1791-
1814) y el cubano Jose Maria de Heredia (1803-1839). Here-
dia es el inico que merece ser conservado *. Por otra parte, es
convenient sefialar que Medgar tuvo el m6rito de cantar un amor
realmente vivido e intentar la trasposici6n al espafiol, sobre te-
mas amorosos personales, del ritmo y procedimientos del yaravi,
canto indigena elegiaco. Esta empresa hubiera adquirido mis
valor si el poeta hubiese tenido mis talent o si hubiera suscitado
[En esta perspective lirica cabe, por m6ritos legitimos, Juan Cruz
Varela (1794-1839) reconocido por Menindez y Pelayo como el primero en-
tre los poetas argentinos de la ipoca, verdaderamente digno de ese titulo
y pr6ximo a Olmedo y Heredia. De formaci6n clisica, cuidadoso de las for-
mas, Varela dio el tone intellectual al brillante, aristocritico y efimero mo-
mento cultural de la administraci6n rivadaviana. Periodista, sali6 a la pa-
lestra en El Centinela. Exilado politico, muere lejos de la patria.
Entre sus poemas juveniles se incluyen anacre6nticas, como A Delia,
A Laura y un idilio A Elvira, de obligada memorial por sus quilates. La
cuerda patri6tica vibr6 en 61 pulsada por clasico plectro en las odas Al
triunfo de Maipi, A, la libertad de Lima, El 25 de mayo de 1833 y Al triun-
fo de Ituzaing6, la mis acabada de la series. La oda filos6fica y social la
tent6 en la madurez e imita a Quintana en la titulada A la libertad de pren-
sa. Dos frustrados intentos de teatro clisico son sus tragedies Dido, parifra-
sis del Libro IV de la Eneida y Argia, tema alfieriano.
Varela posey6 excelente cultural literaria, pero su espontaneidad crea-
dora se vi6 menguada por los frenos seudoclisico}]. N. del E.
Lirismo personal
imitadores. En cuanto a los otros, bastari una breve cita de
Vargas Tejada, tomada de su poems Al anochecer, para mostrar
el tomo de su poesia:
Alli nos sentaremos, Gloria mia,
y disfrutando las tranquilas horas
que mece en su regazo la alegria
nuestro timido acento juntaremos
a las voces canoras
con que el bosque resuena;
Ali repetiremos
la tierna cantilena
que afables entonaron los pastores
cuando, acabada mi gravosa pena,
corona la fortune mis amores.
Es bonito, correct, armonioso, pero no trae nada nuevo
a la musa espafiola ni posee un acento propiamente americano 24
2. JosE MARIA DE HEREDIA (1803-1839)
Jos6 Maria de Heredia interest en primer lugar por su vida.
Es el primer ejemplo del Ulises criollo que, de destierro en des-
tierro, recorre Am6rica fijAndose algunos afios o algunos meses
alli donde amigos o un gohierno favorable a sus tendencies -pero
muy inestable- le procuran algin cargo; pero vuelve a partir
cuando las circunstancias le son adversas, con los ojos siempre
puestos en su inasequible Itaca, a la que regresa a veces s6lo
para volver a partir en seguida, y que, en la mayor parte de los
casos muere en tierra extranjera. Este Ulises criollo de vida vio-
lenta, azarosa y triste, con su rutina une como un hilo las dis-
tintas repfiblicas y subraya la unidad profunda de America his-
pinica. Viajero patetico cuyos tipos mis perfectos son, con He-
redia, los antillanos Marti y Hostos.
El cubano Heredia era abogado en su pais cuando comenz6
la vida de exilio en 1823 por haber participado en un movimien-
to revolucionario. Vivi6 tres afios en los Estados Unidos y luego
pas6 a M6xico, donde se le permiti6 ser electo diputado como
recompensa de servicios militares. Alli muri6 en Toluca, a los
24 Para completar, advirtamos que Pesado present esta particulari-
dad, rara en su 6poca, de inspirarse en los poetas del siglo de oro, que
conocia bien.
LA GENERACIO 1800 1830
treinta y cinco afios. S61o habia vuelto a ver a Cuba en el curso
de un viaje de tres meses para el cual se le habia concedido
autorizaci6n.
Su padre lo habia formado en las disciplines clisicas: Ho-
racio y Virgilio constituian studio cotidiano. El Evangelio, las
Epistolas de los Ap6stoles y los Salmos completaban esta edu-
caci6n. Como todos los escritores hispanoamericanos de la 6poca,
sufri6 influencias de Quintana y Cienfuegos. Sin embargo, una
sensibilidad muy personal debia afiadir un matiz particular a su
obra. Se ha querido ver alli la influencia de Byron; no creo
engafiarme descubriendo sobre todo a Chateaubriand y su me-
lancolia.
En muy pocos afios Heredia produjo una obra abundante.
Como hemos visto25, fue un gran traductor pero, sobre todo,
un poeta desigual leno de flaquezas, faltas de armonia, de ritmo
y de gusto. No obstante, fue un apasionado que siempre se hace
perdonar y que conmueve por su impetu y su movimiento.
Un rasgo lo define: es un elegiaco. Elegiaco por la nos-
talgia de la patria perdida, poseido por un sentimiento de orfan-
dad. Sus piezas con justicia mis conocidas se titulan: A la
estrella de Venus, Atenas y Palmira, Al ocrano, Himno al Sol,
Muerte del Toro.
En el Teocalli de Cholula y Nidgara son los dos poemas
que lo inmortalizaron.
Tenia diecisiete afios cuando escribi6 el primero. Es un
hermoso ejemplo de esa precocidad hispanoamericana de la que
encontraremos tantos casos. El Teocalli es una de esas pirimidee
truncas que levantaron los aztecas. El poeta la escala y se sienta
en su cima. Es este poema una meditaci6n? En la media en
que la vision de la naturaleza nutre sus reflexiones. ZEs una
contemplaci6n? En la media en que las visions hist6ricas lo
asaltan en el curso de un suefio:
En tal contemplaci6n embebecido
sorprendi6me el sopor. Un largo suefio
de glorias engolfadas y perdidas
en la profunda noche de los tiempos
descendi6 sobre mi. La agreste pompa
de los reyes aztecas despleg6se
a mis ojos at6nitos...
25 Cf. pig. 29.
Lirismo personal
El ritmo y el tono nos indican que esta vision no participa
en nada del apocalipsis de Victor Hugo. Es una vision mis bien
reflexiva, una de esas ensofiaciones sobre las ruinas cuyo secret
ha torado de Volney y Chateaubriand y de las que se desprende
una ensefianza filos6fica: el Teocalli no es mas que un rest
vano del insensato orgullo de los hombres. Como se ve no hay
ningiin sentimiento americano en esta obra sumergida en un
ambiente americano por el paisaje y por la historic. Heredia
no se sinti6 hijo de esa tietra ni heredero de esos antepasados
que s6lo demuestran orgullo y crueldad: la iinica lecci6n que
retiene de la piramide azteca es la que tantos otros recibieron
del Coliseo o de las ruinas de Balbek.
Niigara, escrito a los veintifin afios, es una obra mis per-
sonal. La influencia de Chateaubriand es evidence y el poeta no
trat6 de disimularla. Por una analogia, cuyos resorts conocemos
desde Rousseau, la vision de la naturaleza hace surgir en el es-
piritu de su espectador, 'vagos' pensamientos sobre el destino del
hombre:
Corres sereno y majestuoso, y luego
en isperos pefiascos quebrantado,
te abalanzas vilmente, arrebatado,
como el destiny irresistible y ciego.
iQue voz humana describir podria
de la sirte rugiente
la aterradora faz? El alma mia
en vagos pensamientos se confunde.
Como al Niigara en su curso, asi le sucede al hombre...
Pero lo que da calor a la pieza es que Heredia se refiere a su
propia melancolia, a su propia soledad, much mis que al des-
tino human.
A pesar de ser tan desigual, Heredia marca un moment
de la poesia hispanoamericana: el moment en que 6sta, con la
lira de Quintana -sin duda poco apropiada para este uso-
y ante su propio paisaje y su propia historic, intent expresar
la vaguedad de las pasiones, los tristes y dulces suefios del gran
Chateaubriand.
CAPITULO V
LA POESfA SATIRICA
1. GENERAIDADES
La poesia satirica (o, mas justamente, la poesia festival)
no constituye el g6nero mis notable de la literature de la Eman-
cipaci6n. El g6nero en si no es nuevo y no se percibe en este
caso ninguna innovaci6n que merezca ser destacada. Pero su
calidad literaria require un examen atento. Y, sin duda, la
sitira es el g6nero mas s61idamente arraigado en el genio his-
pinico. Los poetas satiricos de la Emancipaci6n tuvieron ante-
pasados y los conocian, contrariamente a lo que sucede en otros
gineros; y no les faltaron sucesores. Aiio tras afio, el ingenio
hispinico no dejara nunca de producer sus locos, sus burlones,
sus critics amargos, sus misintropos o sus sarcisticos rebeldes.
Es una tradici6n hispinica que los humildes se venguen de sus
miserias o de sus opresores burlindose de ellos y, en el extreme
opuesto el titan aterrado, cay6ndose, estalle en feroces carca-
jadas sobre si mismo.
Infortunadamente, en America no hay nada profundo en
esta 6poca. Pero el espiritu satirico esti vivo. El criollo es es-
pontineamente burl6n y por lo comiin el descaro y el desenfado
le parecen el colmo de la elegancia26. Alli afirma su libertad.
Por lo demis, la sitira americana present matices muy particu-
lares basados en la indole propia de cada naci6n: 'choteo' cu-
bano, 'lisura' peruana, 'cachada' argentina, 'pelambre' chileno,
26 Es lo que hace de "Cantinflas", personaje creado en el cine por
el actor mejicano Mario Moreno, el tipo genialmente caracterizado del
cholo hispanoamericano.
Poesia satirica
etc. Es indudable que las naciones hispanoamericanas se distin-
guieron mis desde el principio por su forma de ingenio. Si bien
el gusto por la sitira iba implicito en el caricter de los habi-
tantes, ademis la 6poca se prestaba a ello: los peri6dicos abrian
sus columns y las interminables querellas political proporciona-
ban el tema.
S61o citaremos los nombres principles y nos limitaremos
a estudiar de cerca uno de los mis eminentes autores satiricos
de la epoca.
El argentino fray Cayetano Rodriguez (1761-1823), fran-
ciscano revolucionario, escribi6 poemas patri6ticos y religiosos.
Sin embargo, mereci6 la supervivencia por sus obras de espiritu
festivo. Los mis conocidos son dos sonetos: Consejo a la madre
Espafa y A una moza hablativa, en el que el epigrama alcanza
la perfecci6n:
Asombridome tiene, Pancha mia,
tu charlar eterno y portentoso,
ese habladero cruel, tan afanoso
que toca los extremes de mania.
Hablas, mi Pancha, hablas noche y dia,
ora agitada estes, ora en reposo;
asi tu labio nunca esti mohoso,
y tu lengua jams con perlesia.
iProdigioso charlar! Si la escultura
el busto de un locuaz hacer quisiera,
j qu original mejor que tu figure?
Entonces con asombro el mundo viera
que hasta el s6lido mirmol, icosa rara!,
por ser tu copia, sin cesar charlara.
El mejicano Anastasio Maria de Ochoa y Acufia (1783-
1833), gran traductor como hemos visto27, lleg6 a ser ilustre
por sus letrillas y sus epigramas tan llenos de espiritu mejicano
que, si bien hacian reir hasta las ligrimas o sus compatriotas, a
veces dejaban completamente frio a un extranjero. El salvado-
reiio de nacimiento pero guatemalteco por sus origenes y su
vida, Jos6 Batres y Montfifar )1809-1844), es mis notable. Su
obra fundamental se titula Tradiciones de Guatemala S* a la que
27 Cf. pig. 29.
28 No hay que dejarse engafiar por el titulo. Estas "tradiciones" no
fienen nada que ver con el genero creado por Ricardo Palma.
LA GENERAO6N 1800- 1830
se aiiaden s6lo tres piezas: Las falsas apariencias, Don Pablo y
El reloj. Este iltimo poema qued6 inconcluso y fue puesto bajo
la advocaci6n del Arcipreste de Hita, por lo demis much mis
picaro que Batres. Su estilo es extremadamente ficil y no puede
negfrsele ingenio. Se caracteriza por su malicia amable y des-
provista de toda maldad; tambien hay sensibilidad en 6l. El
falso candor constitute el resort principal de su talent c6mico.
Los versos siguientes proporcionan un buen element de juicio:
Al entrar en mi casa cierto dia
vi a mi mujer en brazos de un extrafio,
o se me figure que la veia,
mas ella es incapaz de mal tamafio;
y asi luego pens6 que aquel seria,
como son otros muchos, un engaio
de los ojos turbados, y al instant
me puse entreambas manos por delante.
Y asi que me los hube restregado
por cinco o seis minutes de seguida,
vi a mi mujer sentada en el estrado
sola, y en su labor entretenida.
jQu6 tal? Si yo me hubiera gobernado
por la vista falaz y fementida,
Zen qu6 viene a parar mi matrimonio,
mi casa y mi mujer? En el demonio.
El mis notable es quizA el uruguayo Francisco Acufia de Fi-
gueroa (1790-1862). Conservador en political como en arte, tiene
valor, desde luego, por su perfecci6n clisica. Su obra esencial
es un poema burlesco, La Malambrunada. Tambien se destaca en
el arte de la letrilla y del epigrama, como se puede apreciar en
Madureces, A un poeta superficial, Las siete hermanas, A uwi
general que se hall con una victoria sin saber omo; pero La
Malambrunada es de una envergadura muy diferente.
Este poema pertenece al g6nero, tan conocido como caro
espiritu clasico, de la epopeya burlesca. Es un genero natural-
mente erudito puesto que al defender de la imitaci6n de auto-
res conocidos, vive de alusiones29. El tema es el siguiente: La
tropa de las viejas decide entrar en guerra contra las j6venes,
que les roban la preferencia del sexo fuerte. Toman como jefe a
29 Es sorprendente el gusto que muestran los hispanoamericanos de
esa 6poca por el Lutrin de Boileau.
Poesia satiric
Malambrunada, a quien inspira el demonio, en tanto que Vio-
lante dirige a las j6venes con la protecci6n de Venus. istas al-
canzan la victoria y las viejas en fuga se precipitan en un
pantano donde Satan las convierte en ranas. Antitesis y alusiones
dan vida al poema. Continuamente se tiene la impresi6n, dificil
de precisar, per otra parte, de que este combat burlesco no
hace mis que simbolizar una lucha, mis elevada, de principios
metafisicos: lo bello contra lo feo, el bien contra el mal, lo
nuevo contra lo caduco.
Por su resonancia, dedicaremos un capitulo especial al pe-
ruano Felipe Pardo y Aliaga.
2. FELPE PARDO Y ALIAGA (1806-1868)
A. La vida y el hombre
En efecto, este personaje si no mis perfect nos parece al
menos ejemplar. Ejemplar por su pais, por su arte y por su
espiritu.
Creemos que la tierra de elecci6n de la sAtira en Am6rica
es el Peri. Esta constant capacidad de reir de si mismo cons-
tituye, amn hoy, el mAs preciado y el mis rare privilegio de
esta naci6n. Genio de la costa, en verdad, mis que de la sierra;
pero la costa durante much tiempo represents el centro inico
de la cultural peruana. Y como domina en la capital, si no tiene
asegurada su primacia, por lo menos la tiene en su gran in-
fluencia sobre la vida intellectual del pais. Lo cual significa que
la lisura peruana es eterna.
La tradici6n satirica estaba admirablemente representada en
las letras coloniales peruanas: Caviedes (1640?-1695?) uno de
los mis interesantes poetas coloniales, incisive y feroz, cuya obra
Diente del Parnaso, contiene notables aciertos (sobre todo respec-
to a los medicos); Castillo (1720?-1771?), asombroso impro-
visador cuyos epigramas cantaban en la memorial de todos y
cuyos romances maliciosos nos hacen revivir la vida limefia de
antafio; Esteban de Teralla y Landa fue un espafiol atrabiliario
que puso mal a la mujer limefia en su obra Lima por dentro y
fuera, publicada en 1792, acusindola de ser golosa, sensual, en-
gafiosa, y de vivir s6lo para el dinero. Es una obra violent,
dura, por moments grosera, pero llena de vigor.
LA cENEACON 1800-1830
En la 6poca de Pardo hay que mencionar tambi6n a uno
de sus enemigos mis encarnizados, el feroz Jos6 Joaquin La-
rriva (1780-1832), del que indudablemente sobrevivir& una d&-
cima por su perfecci6n:
Cuando de Espaiia las trabas
en Ayacucho rompimos,
otra cosa mas no hicimos,
que cambiar mocos por babas.
Nuestras provincias esclavas
quedarin de otra naci6n.
Mudamos de condici6n;
pero s61o fue pasando
del poder de Don Fernando
al poder de Don Sim6n 30.
El satirico Pardo encontr6, pues, un terreno fecundo y bien
preparado. Por su parte contribuia con una cultural superior y
un ingenio tan personal que se puede hablar de un caso Pardo,
aunque este caso no hiciera mas que representar, en su paroxis-
mo por cierto, una actitud intellectual y political que fue la de
muchos otros en su 6poca.
Pardo se educ6 en Espafia done recibi6 la ensefianza de
Alberto Lista en el famoso Colegio de San Mateo en Madrid.
Con Espronceda y Ventura de la Vega fue uno de los discipulos
preferidos por el maestro, quien lo hizo secretario de la Aca-
demia del Mirto y no tuvo a menos alentarlo desde lejos. Los
escritores espaiioles le consideraban como uno de ellos y nunca
lo perdieron de vista: fue designado correspondiente de la Aca-
demia de la Lengua.
Asi pues, Pardo conocia muy bien la literature espafiola;
sabia latin, francs (tradujo la Ode a la Colonne de Hugo y por
dos veces se inspire en B6ranger), italiano (de done tradujo
diversos epigramas). El inico hombre de America que poseia
una cultural literaria superior a la suya era Andrrs Bello, a quien
lo unieron lazos de amistad cuando estaban exilados en Chile.
Es bastante sabido que en el Colegio de San Mateo impe-
raba el espiritu clasico mas puro e intransigente, que fue codifi-
cado por Hermosilla bajo su forma mis estricta. Es indudable
que mis de un alumno de Lista pudo liberarse de 61 (el nombre
de Espronceda es por si solo bastante elocuente) y el mismo
so Es evidence que se trata de Sim6n Bolivar.
Poesia satirica
Pardo algunas veces fue tentado por las novedades, romanticas,
como se ve por el espiritu de Isidora y la forma de La Idmpara.
Sin embargo, quiza por su aislamiento en el Peri, quiza tam-
biin por su ideal conservador, finalmente Pardo permaneci6
fiel a las formas y al espiritu del clasicismo.
Practice los g6neros clisicos principles: el soneto, la elegia,
la oda y la poesia anacre6ntica. Le gustaban las dificultades y
emple6 la rima esdrijula hasta la saciedad. Ademis, Pardo
sinti6 la tentaci6n de algunos g6neros nuevos: no el del himno
patri6tico pues no habia participado en la Emancipaci6n, pero
si el del virgilianismo americano. De las treinta y seis octavas
que componen El Peru, catorce enumeran las riquezas de la tie-
rra peruana (bosques, moreras, algod6n, caucho, caiia de azficar,
plants tint6reas, cocotero, almendro, cafe, cacao, vid, tuna,
palta31, lficuma, frutilla, banana, guayaba, granadilla, plants
aromiticas 2). Pero Pardo fue antes que nada un satirico. Sus
swtiras son de formas muy variadas: tercetos, sonetos, octavas,
letrillas.
B. El caso Pardo.
La satira de Pardo se desarroll6 sobre todo a expenses de
las costumbres y de la political. El padre de Pardo era un fun-
cionario real que abandon el Peru cuando 6ste proclam6 su
independencia. gPor qu6 regres6 Pardo al Peri en 1827 cuando
ya tenia alguna reputaci6n en Espafia? Es un problema que con-
funde. No parece haber sido forzado por ninguna necesidad.
Por nuestra part pensamos que quiza alent6 la esperanza de
legar a altos destinos en este pais nuevo, ya que 'habia sido
educado en Europa'. Mentalidad de emigrante. Ahora bien, todo
le choc6 en su patria desconocida y, en primer lugar, las cos-
tumbres. El pueblo es miserable y grosero; las corridas de toros
le proporcionan un placer vil; celebra con practices birbaras
las fiestas de Carnaval; paganiza las ceremonies religiosas:
Repiques, tamboriles y cohetes
chirimias, bufuelos, camarones
E1 Es notable que Pardo emplee la palabra peruana y no la espafiola
'aguacate'.
82 Advirtamos que Pardo s6lo se refiere a los products agricolas aun-
que el Peru tiene mas renombre por sus riquezas mineras. La inspiraci6n
'virgiliana' es evidence.
LA cmnEuIcION 1800-1830
y, en pueblo de indios, quiere nuestra dicha
que el culto nade en pi6lagos de chicha.
Plebe adormecida y perezosa:
Nada sabe, ni tiene mis negocio
que adormecerse est6ril en el ocio.
jQu6 sucede con la clase dominant, 'su' clase? Lo decep-
ciona otro tanto. Gentes ligeras que s61o buscan goces materials,
cuya educaci6n esti increiblemente relajada, que participa de los
placeres de la plebe y cuya inconsciencia corre pareja con su
cobardia:
Y apenas tienen del motin barrunto
gritan los ciudadanos: "Cierra puertas",
y calls vense y plazas en un punto,
como por un golpe el6ctrico desiertas.
ZQue extrafio, pues, que el mandarin presunto
las puertas halle del poder abiertas,
si al anunciarse el criminal empefio
s6lo atranca las suyas el limefio?
cuya cobardia s6lo es igualada por su pereza:
Del egoismo al dulce arrullo arm6nico
en plicida embriaguez, dormis inttiles.
El interns satirico por las costumbres y sus preocupaciones
de educador, debian enderezar a Pardo hacia el costumbrismo.
Y hacia alli lo encaminaron como veremos .
Politicamente Pardo fue conservador como lo fueron en
mayor o menor media todos los grandes satiricos de la epoca.
Pero no se le perdon6 que desinflara todos los mitos democri-
ticos de los que todos hacian uso, inclusive los conservadores
mis autoritarios. El gobierno tenia que ser elegido por ciudada-
nos libres; he aqui el ciudadano libre del Perd:
...y el indio rudo
que proclamado libre, vive abyecto,
los puntapi6s sufriendo humilde y mudo
con que le favorece el subprefecto.
iOh escarnecida libertad! iTu escudo
es para el indio de pasmoso efecto!
s8 Cf. pag. 73.
Poesfa satirica
jTrotar a pie le mandan? -Calla y trota.
jVotar?-Recibe el papel y vota34.
Este ciuddano libre vota .libremente bajo la protecci6n del
soldado que:
...ensefia, sable en mano,
a votar con acierto al ciudadano.
Por otra parte, casi nunca hay elecci6n:
Pero diga la Carta lo que diga,
bien con legalidad, bien de ella falto,
con tal que diestro asegurarse pueda,
el que logr6 subir, arriba queda.
Si el soldado no vuelve la tortilla
el que logr6 subir queda en la silla.
A pesar de la famosa 'separaci6n', cara a Montesquieu, na-
die control este poder:
Que el Gobierno de intriga o fuerza emana,
y hace despuis cuanto le da la gana.
Naturalmente, la inestabilidad political es la regla; cada
asamblea viene:
...a hacernos desandar lo andado.
En cuanto al president, cuando Pardo le dedica un soneto
se cuida bien de dar su nombre:
Aqui no ensalzo al que boy nos acaudilla
que eso en verdad me aprovechara poco,
sino al que ocupe la supreme silla
cuando salga mi libro: a 61 se lo emboco.
1Y qui6n seri esa octava maravilla?
jNo lo sabes, lector? Pues yo tampoco.
En una palabra, Pardo piensa que el Peri no esti maduro
para la democracia y que miles de constituciones no cambiarian
nada. S6lo los tontos se figuran:
B4 jEn qu6 texto, de que liberal, de que dem6crata, la suerte del
indio fue pintada en esa 6poca de un modo tan real y, en 6ltima instancia,
tan lamentable?
I. CBINEBACI 1800-1830
...que con s6lo publicar por bando
articulos est&riles y huecos,
sin mis preparaci6n ni ceremonia,
a Repfiblica asciende una colonia.
Todo esto era exacto y todos los hispanoamericanos lo sa-
bian. Pero en Am6rica hispanica la forma" cuenta antes que
nada y los hispanoamericanos tendian a esas formas, simbolos de
su madurez political, aunque en el fondo de su coraz6n recono-
cieran su futilidad. Pardo les chocaba al presentar la realidad
sin velos; pensaba y obraba como un europeo. En el fondo, Pardo
admiraba a Inglaterra mas que a ningfin otro pais. Alli veia
un pueblo trabajador y disciplinado, una clase dirigente cons-
ciente y osada, una educaci6n y unas costumbres several, una
persecuci6n constant del progress econ6mico. En realidad, el
progress econ6mico era el inico fin que Pardo asignaba al Perui
(cf. El Peru), y por eso estaba cincuenta afios delante de sus
compatriots. Ese progress, que exigia discipline, conducia al
bienestar: i
Haz al pueblo el mejor de los regalos,
dale cultural y bienestar a palos.
Esta consideraci6n es sin duda profundamente hispanoame-
ricana (por lo menos en cuanto al palo) pero no se puede ni
debe expresar.
Finalmente -y es probable que la terrible enfermedad que
lo quej6 desde temprano y que hizo de 61, ciego y paralitico,
una especie de muerto en vida, tenga algo que ver con su aspe-
reza- lleg6 a detestar sobre todo, al pueblo mestizo que era su
propio pueblo:
Raza de tres tintas, indio, blanco y negro,
que rige el continent americano,
y que se llama Pueblo Soberano.
Se estremece de disgusto ante la idea de que el indio o
el negro puedan considerarse te6ricamente sus iguales; "debes
ser feliz", dice sarcasticamente a su hijo que acaba de alcanzar
mayoria de edad:
Viendo que ya eres igual
segtn lo mandan las leyes
al negro que unce tus bueyes
y al que te riega el maizal.
Poesa satirioa
Y si la lavandera le hace esperar su ropa blanca y se la
entrega incomplete o en malas condiciones, sin disculparse, &l
atribuye su impertinencia a la libertad que le reconoce la Cons-
tituci6n y no a la imprudencia habitual de la zamba lenguaraz.
Es indudable que se trata de una rara deformaci6n.
Por cierto que los arist6cratas criollos no consideraban a
las gentes del pueblo como sus iguales, pero no comprendian
el encarnizamiento de Pardo: estaban acostumbrados a codearse
con ese pueblo; las costumbres eran patriarcales y, finalmente,
bastante libres. A los peruanos les pareci6 que Pardo habia re-
chazado a su pueblo y se habia colocado fuera de la comunidad
national. Algunos conservadores -no menos que 6l- como
Larriva y Segura, lo tildaron de godo y chapet6n, es decir, es-
pailol colonial, enemigo de su patria; y los critics modernos
por su parte, retoman de buen grado esas injuries.
Sin embargo, es innegable el patriotism de Pardo. Pero
hay un caso Pardo: el de un hombre que vino tarde a su pa-
tria, leno de esperanzas, imbuido de ideas inglesas, no mis
reaccionario que muchos otros, pero que no pudo 'hacerse' a
su pueblo (su odio, como el de La Rochefoucauld, esti hecho
de ilusiones perdidas) ni al respeto -que algunos pueden tildar
de hip6crita- que Am6rica hispinica tiene por las formas,
aunque en el fondo no fuesen admitidas por nadie. Retomando
la vieja formula colonial: "Se acata, pero no se cumple".
Comoquiera que sea, a todas estas circunstancias debe Par-
do el ser un satirico, no s6lo correct y castizo, sino dotado
de inspiraci6n, sinceridad y vigor excepcionales. Posee el m6-
rito entire otros, de haber aplicado esas cualidades a temas es-
pecificamente hispanoamericanos. La sitira political de Pardo
es tan definitive que nunca pierde actualidad.
CAPITULO VI
EL COSTUMBRISMO
1. GENERALIDADES
Si no hubiera existido Lizardi se podria decir que toda la
producci6n en prosa de la generaci6n 1800-1830 es costumbrista.
Pero hubo un Lizardi --como inica excepci6n- y con &l se
introduced todos los matices que separan la novela picaresca
del articulo de costumbres o de la novel costumbrista. Ma-
tices dificiles de definir. Y definir el parentesco de los dos g6-
neros en tarea no menos delicada.
Por lo general los movimientos literarios mundiales no
se reproducen en America hispinica o al menos lo hacen con
notable retraso, pero 6ste no fue el caso del costumbrismo. Qui-
za se haga alguna objeci6n al epiteto 'mundial' aplicado al cos-
tumbrismo. Pero no seria just. El costumbrismo naci6 en In-
glaterra (su antecesor fue el frances La BruyBre) con Addisson
y Steele; de alli pas6 a Francia con Marivaux y el abate Pr6-
vost, pero s6lo cobr6 sentido con Mercier y Jouy. Y en la
imitaci6n de estos dos autores, sobre todo, se formaron los
ilustres espafioles Mesonero Romanos, Estebanez Calderon y La-
rra, quienes a su vez sirvieron de model a los hispanoameri-
canos 3S.
El articulo de costumbres, llamado tambien cuadro de cos-
tumbres, define la esencia misma del costumbrismo y afirma asi
su tradici6n periodistica. Nace con la prensa en Inglaterra en
el siglo xvin y se desarrolla en el mundo entero con la prensa
s3 En los Estados Unidos el nombre de Wishington Irving puede ser
itil para situar el costumbrismo.
El 8ostumbrismo
y por medio de ella. Hasta cuando se aleja del peri6dico politico
o literario mantiene su forma peri6dica (como Las Frangais
points par eux-mimes, que imitan Los espafioles pintados por si
mismos, que imitan Los cubanos pintados por si mismos y Los
mejicanos pintados por si mismos). El articulo de costumbres es
social por esencia; trata de describir un aspect de la sociedad:
instituci6n, oficio, costumbre, tipo social. El costumbrismo, acu-
mulando dia tras dia sus reportajes, hace pacientemente el "in-
ventario' de la sociedad. Al principio hay un vinculo entire los
distintos articulos: la personalidad del autor o, mis bien, su
mascara, un personaje ficticio, narrador amable, hombre de ex-
periencia, que juzga todo lo que describe desde el nivel de una
filosofia sonriente y superficial y cuyo simbolo es un significa-
tivo seud6nimo (The Tattler, L'Hermite de la Chauss6e d'Antin.
El Solitario, El Pensador Mejicano, etcetera). Los cronistas de
peri6dicos, que son sus lejanos descendientes, no han perdido
del todo este hibito.
ZEstamos muy lejos de la novela picaresca? En realidad
hay dos novelas picarescas. La espafiola, la de la gran 6poca,
que pasea un miserable a trav6s de un mundo restringido, mun-
do del hambre, del rebusque, del robo y del castigo, mundo sin
piedad. De los 'afios de aprendizaje' que s6lo terminaban con
la vida misma y cuya ensefianza, esteril, indefinidamente repetida,
seria no ya la de la resignaci6n, sino la de una conformidad
que podria llamarse estoica si no sacara su fuerza y su virtud
de un reir feroz de los demis, de si mismo y de la vida. La
francesa, o mis bien la de Lesage, la del siglo xvIm: sin duda
la personalidad del picaro no carece de importancia, pero lo
esencial lo constitute la pintura de los distintos ambientes adon-
de el vagabundeo o la aventura conducen a nuestro hombre.
Mis que la 'busca' personal, cuenta la "geografia' de la socie-
dad explorada. La curiosidad hacia la sociedad, invenci6n del
siglo xvni, substitute a las preocupaciones de filosofia moral
que guiaban al lazarillo o al busc6n de los antiguos tiempos.
Pero pronto el studio reemplaz6 a la curiosidad: lo abs-
tracto a lo concrete. Al finalizar el siglo, cuando terminal el
studio o se han cumplido sus fines, se recupera el deseo de
inventor esta realidad multiforme que los recientes trastornos
habian diversificado todavia mis. Entonces aparecen los costum-
bristas. El 'descubridor' pierde importancia de nuevo, se vuelve
LA cz1ancx6r 1800-1830
trivial. La sitira, todavia subyacente y que deja como recuerdo
la agradable ligereza del tono y el deseo de reforms, es subs-
tituida por la voluntad 'objetiva' de ver todo, de tomar todo por
su lado 'caracteristico'. La 6ptica sigue siendo social.
Si el costumbrismo lleg6 a Europa oportunamente para pro-
fundizar el movimiento romantico, oponi6ndose o combinindose
con Ml, y luego para indicar su objetivo (la "competencia con
el estado civil") y proporcionar materials a la novel lamada
realista, "espejo que se pasea por un camino real", fue toda-
via mas oportuno en America hispinica donde cada naci6n sen-
tia la necesidad de definirse. Justamente era bastante superficial
como para caracterizar lo que se podia asir de una realidad leve
y fugaz; bastante precise y bastante variado en sus t&cnicas como
para permitir el dibujo de siluetas francas. Finalmente y sobre
todo, tenia en America hasta sus representantes.
En efecto, a menudo los viajeros no se habian limitado
al studio de la naturaleza. En contact con las sociedades ame-
ricanas habian sentido la diferencia, el exotismo y trataron de
pintarlas. Humboldt, en particular, habia analizado las socie-
dades limefias, cubanas, mejicanas, etc. FrExier se habia inte-
resado mis por los aspects tipicos del genio criollo. Asi como
estos viajeros habian ensefiado a los hispanoamericanos a 'ver'
su tierra, tambien les ensefiaron a 'verse' a si mismos ". Por
otra parte, en 1773 apareci6 un curioso libro titulado El laza-
rillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima, cuyo
enigmitico autor se ocultaba bajo el nombre de Concolorcorvo.
Su titulo era de evidence consonancia picaresca y, por primera
vez en tierras de America y en lengua espafiola, pintaba las so-
ciedades y los tipos encontrados en el curso de un vagabundeo
no ya novelesco esta vez sino muy real 3. El tono de broma,
caro a lo picaresco y a lo costumbrista, no estaba ademis au-
sente. Finalmente, los satiricos coloniales gallardamente habian
s3 Tambien los relatos de los viajeros hicieron sentir su influencia en
*I costumbrismo espafiol. Pero para iste se trataba de dar la verdadera
imagen de Espafia frente a la caprichosa imagen que ingleses y franceses
ofrecian de ella. El costumbrismo espafiol y el hispanoamericano tienen,
en un sentido muy distinto, un contenido nacionalista casi totalmente ausen-
to del costumbrismo frances.
37 Advirtamos en particular que este libro nos ofrece la primera pin-
tura del gaucho.
El costumbrismo
establecido tipos, algunos de los cuales indudablemente eran na-
cionales.
No es asombroso, pues, que en la generaci6n 1800-1830
florecieran en America, un poco en cada naci6n, costumbristas
que alcanzaron distintos 6xitos, pero cuyo parentesco es evident.
Pero en Mexico apareci& Lizardi, antes que todos ellos.
Fen6meno tan brillante como aislado y que, a pesar de las se-
mejanzas que ofrece con los costumbristas, difiere de ellos por
todo lo que separa la novel picaresca del articulo de costumbres.
2. JosE JOAQUIN FERNiNDEZ DE LIZARDI (1778-1827)
La primer novel hispanoamericana apareci6 en 1816 y
su autor era el mejicano Jos6 Joaquin Fernandez de Lizardi.
Lizardi (pues finalmente es conocido bajo este nombre)
era hijo de un modesto medico del Seminario de los jesuitas en
Tepozotlan. Su condici6n era tan humilde que no pudo asegurar
studios regulars a su hijo, a pesar de que 6ste poseia does
naturales y se hizo conocer por algunas poesias de espiritu
colonial, naturalmente. Las circunstancias se encargaron de guiar
a Lizardi por el camino que le correspondia.
Discipulo de Feij6o, de Cadalso y de los pensadores fran-
ceses, Lizardi resume toda la herencia del siglo xviII. Cultiva la
utopia (cf. La isla de Sanchefi) y muestra tanta osadia en su
Constituci6n political de una Repiblica imaginaria, que muchas
de sus concepciones esenciales s6lo fueron retomadas much
mas tarde.
La constituci6n de Cadiz proclamaba la libertad de prensa:
Lizardi fue periodista. Fund6 primero El Pensador Mejicano, de
donde tom6 su nombre de prensa, al que siguieron Alacena
de frioleras, Ratos entretenidos, El Conductor Electrico, El Her-
mano de Perico, Las conversaciones del Payo y el Sacristan. En
todos estos peri6dicos (de titulos eminentemente costumbristasI
defendi6 la causa de la libertad y las ideas enciclopedistas. Del
progresismo del siglo xvnI Lizardi tom6 la fe en la ciencia y
en el trabajo, la creencia en la bondad natural del hombre, la
convicci6n de que el hombre puede perfeccionarse en la socie-
dad y que, desde este punto de vista, la educaci6n es todopodo-
rosa. Al mismo tiempo estableci6 tipos eminentemente mejicanos
y, con una lengua llena de localismos, compuso un estilo barroco
LA GENRACI6N 1800- 1830
muy particular. Como los costumbristas franceses y espafoles, no
desdefi6 el interesarse por el bienestar y el progress de su ciu-
dad: se quej6 de la mala administraci6n municipal, predict el
desarrollo de la higiene urbana, reclam6 la multiplicaci6n de las
escuelas, denunci6 la mala educaci6n dispensada a las mujeres.
Su obra conducia a la polimica: sucumbi6 a la tentaci6n y tuvo
que pagarlo con algunos encarcelamientos. Un folleto, Defensa
de los francmasones, le vali6 la excomuni6n en 1822, de la que
fue relevado un afio despubs a su pedido. Como todo buen his-
panoamericano queria ser fil6sofo, es decir, progresista, pero no
romper con la Iglesia. Sanchez llama acertadamente a su obra
de periodista "una antecimara del libelo y del costumbrismo".
Sin embargo, a pesar de ser polimico no se orient hacia
el articulo de costumbres sino hacia la novela. Tres piezas de
este g6nero halian de darle inmortalidad.
La primer de estas novelas y tambien la mis c6lebre, es
Periquillo Sarmiento. Esta obra comenz6 a publicarse en 1816
y no se termin6 hasta 1831. El titulo recuerda al Periquillo el
de LIs Gallineras. Y, en efecto, es una novela picaresca: auto-
biografia de un h6roe, presa de mil dificultades, que tiene mil
experiencias en su paso por las diferentes capas de la sociedad.
A prop6sito de su titulo Lizardi da una explicaci6n eminentemen-
te picaresca. El heroe se Ilamaba Pedro Sarmiento. "Tenia cuan-
do fui a la escuela una chupita verde y calz6n amarillo. Esos
colors y el Ilamarme mi maestro algunas veces por carifio Pe-
drillo, facilitaron a mis amigos mi mal nombre, que fue Peri-
quillo; pero me faltaba un adjetivo que me distinguiera de otro
Perico que habia entire nosotros, y este adjetivo o apellido no
tard6 en lograrlo. Contraje una enfermedad de sarna, y apenas
lo advirtieron, cuando, acordindose de mi legitimo apellido, me
encajaron el retumbante titulo de Sarmiento, y heme aqui ya
conocido no s6lo en la escuela ni de muchacho, sino ya hombre
y en todas parties, por Periquillo Sarmiento". El h6roe sigue en
vano la ensefianza de la Universidad y de la Facultad de Teolo-
gia. Entra en un monasterio. Cuando hereda a su padre, sus pasio-
nes se desencadenan: el juego y las mujeres lo conducen muy dul.
ce e insensiblemente a un calabozo. Al salir de alli seri sucesiva-
mente barbero, curandero, sacristan, bandido, etc., arrepinti6n-
dose a veces de sus pecados, hasta que, finalmente, se corrige y
muere de manera edificante. ZA que tipo de picaresca pertenece
El costumbrismo
esta obra: al espafiol o al francs? En realidad los dos se mezclan
intimamente y lo que sell su unidad es el sentimiento mejicano
de la obra.
En efecto, la exploraci6n de las classes mejicanas es uno
de los polos de interns de la novela. Lizardi mismo declara que
quiso criticalr las costumbres y sus desviaciones y ridiculizar
los vicios mis groseros." En realidad, es la sociedad del M6xico
de la 6poca y ninguna obra nos present una pintura tan viva.
Pero tambi6n es important el retrato del personaje central
y su experiencia puede proporcionarnos una ensefianza moral.
Ademas Lizardi mejicaniza alli al picaro que, de acuerdo con
la denominaci6n local, se convierte en el 'pelado'. La diferencia es
grande. El picaro trata de alcanzar una situaci6n, miserable por
cierto, pero siempre parasitaria, y no se le ocurre trabajar; toda
su astucia consiste en adoptar la elasticidad necesaria para es-
trecharse sin perecer; asi como su filosofia no persigue otro fin
que el de 'conformar' rigurosamente. El pelado es mis ingenuo;
s6lo trata de mantener, contra viento y marea, el sentido de su
libertad y de su dignidad, de su integridad. Angrquico, celoso de
su independencia, se deia conducir por la fatalidad mis bien que
torcerla por su astucia. Ser vivo vale mis por las victorias morales,
simb6licas, que le asegura, que los pequefios 6xitos que le propor-
ciona esta cualidad. El picaro busca un equilibrio estitico para
realizarse plenamente con una sabiduria sui generis. El pelado, por
el contrario, aspira a una superaci6n. Conoce las reglas de la mo-
ral, las respeta en el coraz6n si no en la conduct, las predica de
buena gana y, cuando posee una educaci6n suficiente. es capaz de
sufrir la redenci6n del trabajo v de tener un final edificante. No
hay una moral propia del pelado, que s6lo aspira a existir. Este
tipo que en el fondo esti lleno de buena voluntad y tiene menos de
Quijote que de Sancho Panza -al contrario del picaro-, servia
admirablemente a Lizardi en su prop6aito de presentar el ideal
del mestizo mejicano: conciencia apasionada por ideas progre-
sistas pero que sintetiza sin lucha las ideas nuevas -fe en la
bondad del hombre y en la omnipotencia de la educaci6n- y fe
catblica en la Providencia. El conjunto constitute una mezcla,
bastante conmovedora, de rebusque, aspiraciones reformistas y
convicciones Ilenas de buenos prop6sitos, y se desahoga de buena
gana en largas charlas morales, tan confusas como bien inten-
LA CENEMC6N 1800 1830
cionadas s. Lizardi no oculta sus intenciones moralizadoras. Al
darle su manuscrito al author, Periquillo Sarmiento decia: 'Toma
estos cuadernos para que mis hijos se aprovechen de ellos des-
puss de mis dias".
Caracterizaremos mis rApidamente las otras dos novelas.
La Quijotita y su prima, publicada en 1818, de ambient
enteramente mejicano tambi6n, tenia por fin decir pestes contra
la mala educaci6n de las mujeres. Lizardi se revelaba en esto
discipulo de Rousseau.
La Vida y hechos del famoso caballero D. Catrin de la Fa
chenda (1825) puramente satirica, quiza est6 contada con mis
habilidad que el Periquillo, pero tiene menos riqueza. Represent
el correspondiente mejicano del currutaco espafiol, al que toda-
via hoy se le llama catrin. Tipo que destaca la inocente mania
de presentarse mejor de lo que es, de aparentar tener mas de lo
que tiene. Por lo demis, de buena cuna, consider el trabajo como
decadencia y el atavio -en su caso muy Ilamativo- como la
marca supreme de su calidad. Tipo ridicule y menos inofensivo
de lo que parece. Lizardi nos muestra su decadencia progresiva.
Lizardi decepciona a quienes creen que lo caracteristico del
talent es la correcci6n del estilo. Por el contrario, aquellos a
quienes agrada una lengua vigorosa y fuertemente caracterizada,
a veces grosera, hasta incorrect, pero siempre poderosamente
realista, gustaran de la obra del filtimo autor picaresco hispinico.
Cada personaje habla alli su lenguaje y el lenguaje de todos
esti atiborrado de modismos mejicanos. "Yo gusto que me en-
tiendan hasta los aguadores", decia Lizardi.
Lizardi es en M6xico, pero con una conciencia progresista
que revela su siglo xvin, semeiante a los costumbristas que flore-
cieron en las otras tierras hispanoamericanas. Los caracteres
particulares de su obra contribuyeron a incitar a Mexico hacia la
larga -o muy larga- novel, que acompafia la aventura.
3. Los COSTUMBRISTAS
Conviene sefialar, en primer lugar, que todos los costumbris-
tas pertenecen al filtimo tercio de la generaci6n 1800-1830; es
38 La mejor representaci6n modern de este tipo, siempre vivo, nos
la proporciona el actor mejicano Mario Moreno con su "Cantinflas".
El costumbrismo
decir, que tuvieron veinte afios entire 1820 y 1830 *. No es nada
sorprendente. El costumbrismo, g6nero eminentemente civil y
ciudadano, mal puede convivir con la estridencia del clarin. Ne-
cesita paz y cierta estabilidad.
Todos los cotumbristas son, naturalmente, periodistas pro-
fesionales o de ocasi6n.
El Perfi se destaca en la primera fila de las naciones his-
panoamericanas, con Felipe Pardo y Aliaga y Manuel Ascencio
Segura (1805-1871). Este 1ltimo merece un studio aparte.
Se ha hablado much del Espejo de mi tierra, peri6dico de-
dicado exclusivamente al articulo de costumbres -como indica
suficientemente su titulo- que Pardo fund en 1859. Pero con-
viene recorder que este peri6dico s6lo tuvo trees nfimeros y que
uno de ellos fue consagrado a una critical de teatro muy me-
diocre. De manera que la obra costumbrista de Pardo se reduce
en realidad a dos cuadros: El nino Goyito y El paseo de Aman-
caes que se refiere a un tipo limefio uno, y a una fiesta limefia
el otro. Por lo demis, estos dos cuadros son excelentes. Cabe
sefialar sobre todo que Pardo, que en sus sitiras se muestra tan
feroz hacia sus compatriotas, aparece por el contrario, si no
dulce (siempre hay agudeza de sitira en el costumbrismo) al
menos comprensivo y casi enternecido en sus articulos. Los per-
sonajes estin vigorosa y amablemente caricaturizados; la len-
gua viva, alert, no carece de modismos. Evidentemente Pardo
tiene aciertos sabrosos, no ridiculous. El coraz6n peruano de Par-
do se revela aqui: en realidad el europeo se habia "criollizado"39
profundamente. Quien no tuviera en cuenta estas piginas des-
conoceria la apasionante complejidad del caso Pardo. Para un
juicio definitive habria que tener en cuenta el teatro donde el
costumbrista se hace ilustre tambi6n. De ello hablaremos mis
adelante.
Chile produjo a Jose Joaquin Vallejo (1811-1858), mis
conocido por su seud6nimo "Jotabeche" 40. Jotabeche naci6 po-
[En la Argentina aparece todavia con mayor retardo pues serin los
rominticos (Esteban Echeverria: El matadero; Juan B. Alberdi: articulos
de Figarillo) quienes lo impulsarin.] N. del E.
39 Lo prueba la participaci6n que tom6 en la political eminentemente
criolla de la 6poca. Pardo hizo el juego del cual se habia burlado.
40 J. B. Ch. son las iniciales de Juan Bautista Chenau, argentino ma-
licioso que Vallejo hace habitar en Copiap6 y del que se sirve como Vol-
taire de su Huron y Montesquieu de sus persas.
LA GEN RAI6N 1800- 1830
bre y sigui6 siendo pobre; naci6 provinciano y sigui6 siendo
provinciano. Por todas estas razones quiza hay en 61 algo del
'chileno viejo' en el sentido en que Larra celebraba a su manera
el "castellano viejo". Ferozmente conservador en political como
en literature, defiende las tradiciones y las costumbres patriar-
cales de su pais; casi se podria decir, de su provincia. En este
sentido son significativos los cuadros El provinciano y El pro-
vinciano en Santiago. La pequefia ciudad de Copiap6 le sirvi6 de
scenario y sus articulos de costumbres aparecieron en El Copia-
pino, peri6dico local que fund 61. Jotabeche es sumamente
vivaz, apasionado pero poco profundo y a menudo incorrect;
se le perdona tanto por el fuego que lo anima como por el inte-
r6s de las escenas que present y el realismo de sus pinturas.
Finalmente, Jotabeche es el mis complete de los costumbristas
chilenos: su obra es una fuente inagotable para la historic de
las costumbres.
Si el chileno Vallejo es un costumbrista puro, no sucede
lo mismo con el venezolano Fermin Toro (1807-1873). Dotado
de una inteligencia robusta y clara mis que de verdadero tem-
peramento artistic, y tentado por el eclecticismo en filosofia como
en arte, Toro toca todo pero no profundiza nada. En su Oda
a la zona t6rrida41, como hemos visto, ensaya el virgilianismo
americano; en las elegias de Hecatonfonia, da un paso hacia
un simbolismo americano consciente; intent la novela -de
sensibilidad romintica- en La viuda de Corinto, La Sibila de los
Andes, y Los mnurtires. Todas estas obras sefialan direcciones
mas bien que ixitos. Lo mismo sucede con su obra costumbrista.
Costumbres de Barulopolis es una colecci6n de articulos humo-
risticos. Como el titulo permit prever, carece de sentido realist
y local que es el finico que fundamental el verdadero costum-
brismo. Toro tenia un ingenio demasiado abstract y siempre
era mis americano que national, aun cuando tocaba el costum-
brismo.
El mejicano Jose Joaquin Pesado (1801-1860) a primera
vista present una trayectoria similar. Tambi6n 61 ensay6 el li-
rismo, no sin fortune; tambi6n trat6 de establecer un simbolis-
mo americano consciente con Los aztecas; tambi6n toc6 la no-
vela con El amor frustrado y El inquisidor en Mixico; tam-
bi6n produjo una obra costumbrista: Escenas del campo y de
41 Cf. pig. 45.
El costumbrismo
la aldea en Mixico. Pero Pesado es much mis culto y much
mas artist que Toro. Gran traductor 42, como hemos visto, cons-
tituye en esta 6poca el retoiio mis aut6ntico del espiritu clisico
italoespaiiol del siglo xvi en Am6rica. En casi todos los g6neros
fue much mis profundo que Toro. Los aztecas, traducci6n o
glosa de antiguos poemas indios, incluidos los que se atribuyen
a Netzahualcoyotl, constitute una tentative interesante para hacer
entrar el saber precolombino en el dominio cultural hispanoame-
ricano. El valor de esta tentative -significativo de modo distinto
a la del peruano Melgar- no decrece afin si se comprueba que
las leyendas valen sobre todo por el acento personal. En cuanto
a las Escenas del campo y de la aldea en Mixico, su titulo mismo
hace presentir un aut6ntico contenido costumbrista. Si hay que
hacer algin reparo, 6ste se referiria al tono que es mas serio
quizi que el acostumbrado en el g6nero. Pero hay que agregar
tambien que esos cuadros tienen el m6rito singular de dibujar,
frente al mundo ciudadano de Lizardi, una realidad rural que
conduce, creemos, al coraz6n y a la esencia misma del espiritu
y la sensibilidad mejicanos.
4. MANUEL ASCENSION SEGURA (1805-1871)
A. La vida y el hombre.
No se acostumbra a dar a Segura el lugar que, a nuestro
parecer, corresponde a un autor que acumula al menos dos mi-
ritos eminentes: en primer lugar, ha sido el mis interesante y el
mis complete de los costumbristas de su epoca; en segundo lu-
gar, es el inico autor de teatro hispanoamericano, antes de la
floraci6n platense en el 900, que merece sobrevivir. Estos dos
miritos, por relatives que sean, despiertan interns.
Manuel Ascensio Segura naci6 en Lima. Se inici6 como
military y termin6 siendo funcionario. Estas tres cualidades de-
terminan toda su obra; le proporcionan su vision del mundo,
sus amores y sus repulsiones, su lenguaje.
Hay que sefialar tambien que su padre era official de ]a
armada espaiola, que 61 mismo era sargento en la 6poca de
Ayacucho y que los dos combatieron contra la 'patria'. Sus her-
manas se casaron con espafioles. 1E mismo despos6 a la hjia
2 Cf. pig. 29.
LA GENERACI6N 1800 1830
de un espafiol, a quien inquietaron sus sentimientos de lealtad.
Ademis, en casi todas las luchas civiles veremos a Segura military
en las mismas facciones conservadoras que Pardo. Y, sin embargo,
detestaba a Pardo y a lo que lamaba la "gente pardusca". Se-
gura se hallaba perfectamente c6modo en medio de su pueblo,
alli se sentia totalmente integrado y, pueblo 61 tambi6n, no gus-
taba de ningin modo de la muy reducida y pretenciosa aristo-
cracia criolla. Perteneciente en cuerpo y alma a la "gente do
medio pelo", muy capaz de apasionarse por la mis liliputiense
intriga provincial, tenia que desperdiciar lo mejor de su talent
en un poema burlesco, La Pelimuertada, desahogando alli los ren-
cores largamente madurados en las infimas tempestades adminis-
trativas de la pequefia ciudad de Piura.
Afortunadamente, los azares de la vida lo condujeron a
Lima donde pudo continuar su carrera de autor dramAtico y
en realidad es mAs conocido por su teatro. Pero fue tambien
un cuidadoso autor de articulos. Periodista nato, siempre cola-
boraba en los peri6dicos y cuando 6stos le faltaban, los creaba,
aun en Piura. Ademis, es necesario decir algo de los cuadros
de costumbres que produjo.
B. Los articulos de Segura.
Segura cre6 un personaje en un todo de acuerdo con las
tradiciones costumbristas. Es un redactor con enfermedad de
originales, que a menudo s6lo sabe decir "al respectable pfiblico"
y que sale del paso ya sea con una visit o las murmuraciones
de su criado. Personaje que se mete en todo y opina sobre todo
aunque no tenga ninguna capacidad especial ("Como me ha
dado Dios este picaro genio tan entremetido y olet6n, en todo
quiero meterme y de todo quiero entender, aunque conozco po-
sitivamente que en nada debia meterme, porque maldita la cosa
que yo entiendo"), husmeador, siempre en la calle con la nariz
al viento ("%Por qu6 ser6 tan olet6n? [Como dicen mis paisa-
nas]. No hay diversion pfblica en que no me encuentro y de
que no doy cuenta y raz6n"), charlatAn endiablado ("siempre
despepitindose para darle rienda suelta a la sin hueso"), critic
inveterado ("con la tijera en la mano, dispuesto a cortarle un
vestido al mis pintado"). Este personaje, que afirma sus preten-
siones de moralista impersonal ("no con el objeto de agraviar
a nadie, sino con el de corregir ciertos abuses que se notan en
El costumbrismo
nuestra sociedad"), hace la cr6nica de Lima. Como la mayor
parte de los tipos y costumbres que describe se encuentran en
su teatro, nos limitaremos a sefialar que Segura fue, antes que
Palma, el observador critic y enternecido de las 'tapadas' 43,
que describi6 las fiestas limefias (carnaval, fiesta de la vieja, etc.),
la moda de los lugares de veraneo, las molestias de la calle"4, las
visits fastidiosas, la mania de la 6pera, el abuso del compa-
drazgo, etc.
Los articulos de Segura de ninguna manera constituyen obras
maestras literarias. En cada line es evidence la negligencia.
Pero hay que confesar que divierten. Como utiliza la lengua ha-
blada estan Ilenos de modismos pero, sin embargo, no tanto
como sus comedies. En su mayor parte el articulo tiende al dii-
logo y la tentaci6n del teatro es evidence. Bastara que Pardo
de el ejemplo para arrastrar a Segura.
C. El teatro de Segura.
Pardo Ileg6 de Espafia con el teatro bull6ndole en la cabeza.
Su primera obra fue una sitira contra un autor de teatro. Pron-
to, tambi6n 6l debia salir a escena. Se representaron dos de sus
obras: Frutos de educacidn (1829) y Don Leocadio o el aniver-
sario de Ayacucho (1833). Una huerfana en Chorrillos no cono-
ci6 los honors de la escena.
Pardo se inspiraba directamente en Bret6n 45. Frutos de edu-
caci6n y Una huerfana en Chorrillos son amargas critics contra
las costumbres (bailes locales, costumbres de vacaciones) de los
limefios. Estin correctamente escritas y tienen el m6rito de pre-
sentar por primera vez tipos linfeiios muy caracteristicos: las mu-
jeres astutas y voluntariosas, los maridos bonachones y veleidosos,
los j6venes Avidos de placer e impacientes por el yugo de sus
padres, los sirvientes descarados y maliciosos. Es indudable que
este primer repertorio fue una gran ayuda para Segura. Pero
Pardo renegaba de las costumbres nacionales; Zacaso en su pri-
mera pieza no tenia el papel principal un joven ingles? La san-
gre criolla de Segura tenia que sublevarse; a menudo su teatro
43 Mujeres que, segiin la moda peruana, usaban la saya y manto que
l61o permitia ver un ojo.
44 El mis antiguo de los temas precostumbristas.
45 Compirese el capitin Marifiin de Don Leocadio con 1e soldado de
Los dos sobrinos.
LA czERACI6r 1800-1830
es una respuesta al de Pardo. 1l no critical las costumbres funda.
mentales de la sociedad limefia sino las calamidades publicas
epis6dicas debidas a las circunstancias hist6ricas o sociales que
perturbaban la vida. Por eso, su anilisis va infinitamente mis
lejos que el de las piezas de Pardo.
Catorce piezas componen el teatro de Segura: La Pepa (toda-
via in6dita, describe hacia 1835); El sargento Canuto46 (1839);
La saya y manto (1842); La moza mala"4 (1842); 1Ra Catita
(primera version: 1845; segunda version: 1856); Nadie me la
pega46 (1845); La espia (1854); El resignado (1855); Un ju-
guete (1858); El santo de Panchita (1859); Percances de un
remitido (1861); Lances de Amancaes46 (1862); El Cacharpa-
ri4 (1868); Las tres viudas (1862).
Las piezas de Segura observan siempre la unidad de tiempo
y casi siempre la unidad de lugar 47.
En ellas la intriga es muy sencilla: hay un matrimonio des-
avenido que se reconcilia en el 6ltimo acto; la causa de la des-
avenencia puede ser un abuso, un individuo maligno, a los que
Segura carga toda la culpa. Tambi6n se puede decir que la intriga
proporciona a Segura un cuadro incomplete en el que hace entrar,
bajo la forma de obsticulo para el amor de dos j6venes, aquello
que se propone satirizar.
Sin embargo, hay tres piezas que ofrecen mis originalidad.
Son La espia, El resignado y Las tres viudas. La primera inte-
resa por cierto acento autobiogrifico; la escena se traslada a Ocros
(pueblecito de la sierra donde estin las tierras de Segura) en el
moment en que se dispersan las tropas espafiolas vencidas en
Ayacucho. Para esas tropas el problema consiste en ocultar su
derrota porque si es conocida, las gentes del lugar aprovecharian
para exterminarlos, sea por odio a los godos o, con mis proba-
bilidad, para obtener gloria (y provecho) junto a los vencedores.
La pieza terminal con la lectura del acta de capitulaci6n que per-
mitia a los antiguos defensores del rey incorporarse libremente
a la naci6n peruana, en adelante independiente. Sgura queria
recorder que la uni6n de los peruanos reposaba sobre el olvido
de las luchas de la Emancipaci6n. Contrariamente a casi todas
las piezas de Segura, que se desarrollan en el interior de una casa,
46 Son sainetes en un acto destinados a completar u especticulo y
comprendian canto y baile.
47 La espia es la finica excepci6n.
El costumbrismo
La espia comportaba movimientos de masas. Tambi6n hay ori-
ginalidad en lo que respect a El resignado, escrita al dia siguien-
te de la toma del poder por Castilla. A lo lejos resuena el cafi6n
de la batalla de Las Palmas. Los agents de Echenique, el pre-
sidente en el poder, registran las casas y arrestan a los sospecho-
sos, fuera de toda legalidad. Finalmente, la canalla, aprovechando
el triunfo de Castilla y el desorden reinante, saquea las casas de
los partidarios de Echenique. Estas dos piezas, superando el cos-
tumbrismo, adquieren valor de testimonios hist6ricos. Lo que
caracteriza, por el contrario, a Las tres viudas, es que Segura no
satiriza alli ningfin tipo ni abuso; solamente describe con much
veracidad el ambiente de las gentes de clase media, por el que
siempre se habia interesado ("sala regularmente" o "decentemen-
te amueblada", dicen siempre sus lac6nicas indicaciones esce-
nicas).
El punto debil de Segura es el estilo. Escribe de prisa, sin
cuidado, sin gusto. En sus versos florecen el prosaismo, la vul-
garidad, la cacofonia, el ripio. En alguna parte ha dicho: "sin
pretensiones literarias de ninguna clase", y en verdad que eso se
siente.
Sin embargo, hay que ser justos y sefialar que el estilo de
Segura mejora con el tiempo. Las dos piezas mejor escritas son
quizA El resignado y Las tres viudas.
Sea como fuere, hay que reconocer que el valor de Segura
no radica en el estilo sino en la lengua, las situaciones c6micas, la
pintura de costumbres y tipos, las ideas.
El teatro de Segura es el triunfo de la lengua hablada (a
veces con 'ejercicios de estilo' tauromiquico, military y adminis-
trativo) y del hablar limeiio. Desde este punto de vista, pocas
obras son tan sabrosas como la suya; la lengua lleva consigo
hasta el acento y la entonaci6n del limefio y, quizas mis a6n,
de la limefia.
He aqui algunos ejemplos de retratos satiricos:
Un figur6n de totora
cosido con hilo grueso,
un manganz6n sin oficio,
hambriento, desoletado,
anticucho mal formado
mufieco de maleficio 48.
48 Los anticuchos son trozos de coraz6n de buey que se asan en bro-
queta y se comen con una salsa muy picante.
LA rNsAa6 1800 1830
Un zanguango con mis dengue
que mocita currutaca,
mis hueco que una petaca
y leno de perendengues.
Querrin para yerno tuyo
un mozo zaparrastroso,
torpe, feo, andrajoso,
cara de zango con yuyo.
De Segura se puede extraer todo un repertorio de expresio-
nes y proverbios limefios:
Vaya y 1lene su vasija
con agua de otro porongo.
No falta un zapato roto
nunca para un pie podrido.
...Si quieres
morir sin saber de qu6
amirrate un tonto al pie.
Pues, mira, toda su casta,
ha sido de asta y rej6n.
Y c6mo no admirar esta manera tan particular del pais para
indicar una direcci6n:
...Se agarra
derechito por el Puente,
Ilega ust6 a la Capillita
y despu6s, como quien tuerce
a mano derecha, toma
un callej6n que hay enfrente,
se pasa una tiendecita
y luego...
Ningfm autor supo imitar mejor a sus compatriotas, si es
que se puede hablar de imitaci6n en este nivel.
Sin embargo, la comicidad del lenguaje no es la inica en
Segura. Aunque el desarrollo de su intriga es siempre muy sen-
cillo, sabe manejar muy bien las situaciones c6micas. En El sar-
gento Canuto present dos marionetas, un buen viejo, loco por
la tauromaquia y un military fanfarr6n, que acaban por batirse
entire si arrastrados por su-pasi6n, tomando el primero a su com-
pafiero por un toro y el segundo, tomando al viejo por una plaza
80
El costumbrismo
fuerte. En La saya y manto el aspirante a un empleo cree al
principio que su petici6n ha sido rechazada y dice pestes del go-
bierno, y luego, enterindose de que ha sido aceptada, hiperb6li-
camente entona sus alabanzas. Asi tambi&n en La moza mala, un
joven que por obligaci6n finge hacer la corte a una vieja, no
puede vencer su disgusto a pesar del estimulo de su camarada; el
loco ardor de la vieja y la reserve involuntaria del joven hacen
un gracioso contrast. La comicidad de la situaci6n es uno de
los puntos fuertes del arte tcatral de Segura. Como es de buena
tradici6n, la farsa nunca queda lejos.
La pintura de costumbres esta siempre present en las obras
de Segura y a veces constitute -o poco menos- el tema de la
pieza. Lances de Amancaes, El Cacharpari 49 y El santo de la Pan-
chita son tres pinturas de 'jaranas', de esas jaranas que tanto
odiaba Pardo.
Segura retom6 los tipos limeiios de la mujer y el marido tal
como los habia dipeiiado Pardo. El marido
...un cero a la izquierda
pero a menudo sensato; la mujer viva, dominant, vanidosa, im-
paciente. Ninguna pintura mejor que la que hace de ella una sir-
vienta en La saya y manto:
iCaramba! iSi esti la nifia
que puede aguantarla el diablo!
Si hago alguna cosa, si hablo,
al instant forma rifia.
Todo es entrar y salir;
Todo es torcer el hocico;
Todo es un chirrimico.
iPor Dios! que esto no es vivir.
Afortunadamente, los sirvientes saben defenders y atacar, porque
en Segura, como en el proverbio espaiiol, "las criadas salen res-
pondonas".
Algunos tipos muy particulares se graban en la memorial: el
aficionado (El sargento Canuto), el fanfarr6n, miles gloriosus
hispanoamericano (Ibid.), el estratego de caf6 que, durante la
guerra civil, ve con much claridad las maniobras que deberia
hacer cada una de las tropas antagonistas para asegurarse la vic-
49 Palabra quichua que corresponde a 'despedida' en espafiol. Fiesta
que se ofrece al que abandon el pais.
LA czxzaSa6rn 18DO -1830
toria y, por lo demis, no meti6ndose en nada aparte de eso porque
su mujer lo encierra bajo double lave (Un juguete); el afrance-
sado o mis bien el que se precia de imitar a los extranjeros, un
fatuo que cambi6 la capa espafiola por el gabin 'Lord Ranglan',
que mezcla a su lenguaje palabras francesas, inglesas, italianas,
bebe ponche y cognac para cuidar su esplin, y hace ostentaci6n
de una erudici6n en la que se mezclan Ovidio, Voltaire, Walter
Scott y Humboldt (Ra Catita).
Pero sobre todo estA 19a Catita, tipo de beata que iri a la
inmortalidad tan derecho como la Celestina o Tartufo. Tiene algo
de una y de otro y, sin embargo, no se les parece en nada. Per-
sonaje much mis modesto pero tambi6n mis divertido y menos
peligroso. Es una buena vieja (pero que se enfada cuando se
calcula su edad y pretend que si ella quisiera...) que ha con-
sumido tres maridos y luego se ha arrojado en la vida devota, de
la que hace profesi6n. S61o tiene en la boca palabras de iglesia,
deplora los tiempos nuevos corrompidos por los libros extranjeros,
los judios y los gringos; salmodia su falsa humildad:
Yo, mamita, nada valgo.
Soy un guanchaco en mi tierra.
.................................
No conozco en Lima mis
que a Fray Juan Salamanqueja
a Fray Rufo, a una monjita
de ali de las Nazarenas:
y a otras personas asi,
que, de la misma manera
que ti, me dan un bocado
y un trapo porque me aprecian.
iSoy tan pob re...! Ya lo ves...
Sus rivals en devoci6n son objeto de su mayor odio:
...Esas beatas
que son unas sinvergilenzas,
son las que me han de quitar
la vida. iAy, que gentes istas!
jCreeras que se estan las mis
toda la maiiana enter
al pie del confesionario
en consultitas secrets,
sin dejar que una llegue
a descargar la conciencia?
Asi, ella trota de casa en casa mendigando algunos centavos
El coatumbrismo
(que distribuiri en limosnas --dice- recomendando el generoso
donante a tal o cual santo), alguna taza de chocolate o algfin
vaso de ron (sus ayunos le provocan desvanecimientos o dolores
en medio de la conversaci6n), desparramando por todas parties
murmuraciones o calumnias, entremetiendose en las intrigas fa-
miliares. Si se le echa, se resisted y cubre de injuries a los infa-
mes que le faltan al respeto. Todo en medio de lloriqueos, per-
signaciones y alusiones al 'enemigo'.
Con respect a Ra Catita, Segura encontr6 este rasgo de in-
genio: &a Catita, Mercedes la sirvienta, y Dofia Rufina, la duefia
de casa, se disponen a entrar cuando Ra Catita se agacha como
para recoger algo y acomoda dos briznas de paja. "gQu6 bus-
cari?" se dice la sirvienta. gHab6is perdido algo?" pregunta
Dofia Rufina. Y &a Catita responded:
Nada... que aqui hay una cruz.
No la vayan a pisar.
Todas las ideas de Segura llevan el sello de la sensatez y el
patriotism mis seguros: satira contra los abuses de prensa, de
la political, del militarismo, aspiraciones democriticas, naciona-
lismo.
Segura no ataca la libertad de prensa sino una costumbre
bastante rara. Los peri6dicos del Peri tenian una secci6n titu-
lada "Remitidos" donde se publicaba todo escrito, casi siempre
an6nimo, que se enviara al peri6dico. Estos escritos eran acusa-
ciones contra tal o cual, maledicencias o calumnias, que hoy se-
rian considerados como difamantes. Estas columns eran, natu-
ralmente, las letrinas del Peri republican y causaban verdaderos
dafios. Contra ese abuso Segura escribi6 Percances de un remi-
tido.
Sus critics political difieren much de las de Pardo. Sati-
riza sobre todo las gestiones (el 'empefio') que se hacian para
asegurarse algin empleo o, peor ain, las que se hacian por me-
dio de una mujer. La 'saya y manto', costumbre de las tapadas,
permitia el anonimato hasta la puerta del personaje requerido;
luego, evidentemente, era necesario destaparse, pero se advertia mis
indulgencia y bondad en las gentes encumbradas cuando tenian
que hab6rselas con una mujer:
Mucho valen unas faldas
para hacer un pedimento.
Ante elias el mas violent
LA c.iERmc6N 1800.1830
nunca vuelve las espaldas.
Por eso ya es general
que el que ilega a pretender
manda a su linda mujer
a entregar el memorial.
declara el pretendiente de La soya y manto, y agrega:
Ello es, por cierto, arriesgado.
Y es evidence que por eso Segura se levanta contra esta cos-
tumbre. Por otra parte, el pretendiente esti pronto para apoyar
o difamar no import a qu6 gobierno, segin le acuerde o rehuse
el destiny -el 'empleito'- solicitado.
Segura traza un cuadro bastante aterrador de las antecamaras:
Alli es el ver las mnjeres
muy puestas de tiros largos,
sufriendo los manoseos
de los que estin aguardando
en la antesala con ellas
a que salga el Secretario;
alli el pasearse los hombres
a pasos descompasados,
estudiando las arengas
con que presumen ganarlo;
alli el estar sus servicios,
como locos, relatando,
y accionando con furor
con los pies y con las manos;
alli el ponerse de pie
si sale de adentro un criado,
para preguntarle a un tiempo
el humor que tiene el amo;
alli en fin los rendimientos
mis brillantes o mis bajos,
las ligrimas, los sollozos,
cuando sale el Secretario,
el que arrugando las cejas
pasa al instant de largo,
dejando a los pretendientes
con el serm6n estudiado.
El estilo del buen Segura llega a ser oratorio; cosa que le
sucede muy raras veces.
Otro tema de critical para Segura es la desuni6n que provo-
can las guerras civiles, hasta en el seno de las families. Es el
tema de El resignado. La moral de la pieza es muy sencilla:
El costumbrismo
No mezclemos la political
con los negocios domisticos.
Contra los abuses del militarismo Segura se levanta con mis
violencia y constancia. Esta actitud puede sorprender en un viejo
military. Pero, justamente porque Segura es un military a la anti-
gua o, si se quiere, a la europea, se ofusca cuando ve que el
ej6rcito desempefia en America hispanica, un papel esencialmente
politico. De alli la rapidez de los ascensos:
Si te toma otro sargento
pronto seris general.
Capitan conozco
que ahora un mes, sacristin era;
el menosprecio del military por el civil, la deshonestidad:
iDos onzas me cuesta! Pero
jqu6 son dos onzas a un Jefe
que gobierna un Regimiento
y tiene las manos libres?
Segura odia que el ej6rcito sea el modo normal de llegar y
de permanecer en el poder anticonstitucionalmente.
Finalmente, en una 6poca en que se tendia a admirar los
usos extranjeros, avergonzandose de los propios, acudi6 en soco-
rro de todas las cosumbres tipicas de su pais. Se incline por la
educaci6n limefia y por los products culinarios locales. Tal como
ese future abuelo de La moza mala, que queria que sus nietos
eventuales:
... se desteten
como yo, con mazamorra.
iCabales! y que en lugar
de cofiac, tomen champs.
Y que, como sus abuelos
coman jalea y bufiuelos;
Y, en vez de bistd, anticucho,
No me peta a mi, querida,
quien diga a su hembra madama,
sino zambita, mi ama,
mi negra, mi alma, mi vida.
Defiende la famosa costumbre national de la 'saya y manto':
LA CENERACI6 1800-1830
iAcaso soy yo chilena
para andar con esa manta?
declare una joven de Nadie me la pega.
Reprende con dureza a las families que quieren emparentar-
se con los recien venidos:
Si yo fuera, mi sefiora,
en esta tierra extranjero,
ust6 y su senior marido
me admitirian por yerno
sin mis recomendaci6n
que tener blanco el pellejo;
aunque hubiera en mi pais
sido un zafio, un bandolero
Tambien defiende con vigor en La saya y manto -y es una
verdadera defense pro domo- los derechos de la literature na-
cional.
Su moral esti expresada con much sabor en La moza mala:
Para vivir con placer
cada bicho con sus usos.
En este mismo orden de ideas es dem6crata. Esto no quiere
decir que predique alguna doctrine political sino que se levanta
contra las pretensiones aristocrAticas; contra:
Los tontos y dominguejos
que aun suefian en nuestra tierra
con fueros y privilegios.
En un pais mestizo no hay nada mis estiipido que la preten-
si6n de no tener:
Ni de inga ni de mandinga.
iHablar aqui de nobleza
donde existen tantas raza!
D. Conclusion.
Por su sentido de la lengua y lo que 61 mismo llamaba "apego
a las cosas de su tierra", por su sentido exacto de cuil era el
destino de las sociedades mestizas, Segura cre6 por primer vez,
una literature national. Tambi6n dot6 a la escena hispanoame-
ricana de un teatro que, aunque indudablemente desalifiado, era
El costumbrismo
robusto y sano. Estos primeros fulgores fueron tambi6n los uilti-
mos. Si alguien recogi6 la herencia de Segura no fue un autor
c6mico sino un prosista, Ricardo Palma (que tuvo el honor de
colaborar en El santo de la Panchita). Palma habia de inventor
un g6nero nuevo, la 'tradici6n', con un espiritu que debe poco a
Segura, primer maestro del criollismo.
SEGUNDA PARTE
LA GENERACI6N 1830.1870
CAPITULO I
GENERALIDADES
1. EL CONTEXT HISTORIC
Es evidence que este period no podia presentar la misma
unidad que el anterior. Cada naci6n evoluciona ahora por su
lado y no hay raz6n para que todas esas evoluciones sean rigu-
rosamente paralelas. En general, la historic de esos paises parece
resumirse en una series de luchas entire caudillos. En realidad, la
verdadera historic se desarrolla 'por debajo' de esas luchas y es
la que da unidad a este period.
Las luchas political son con mis frecuencia luchas de parti-
dos que luchas de clase; se explican por la exigiiidad de las mi-
norias selectas y por la division geogrifica de los Estados: a me-
nudo sucede que la familiar que domina una region, seguida de
sus aliados y sus clients, aspira a dominar todo el pais. Por
cierto, esas luchas expresan tambi6n antagonismos entire embrio-
nes de clase, de intereses y de ideologias diferentes. Pero en la
mayoria de los oasos esos grupos sociales no tienen la fuerza ne-
cesaria para tomar el poder por si mismos y entonces el caudillo
aprovecha disensiones y debilidad para instaurar un gobierno per-
sonal, poco capaz de satisfacer a unos ni a otros. Ademas, su po-
der es sumamente inestable. Es la era del caudillaje primitive,
expresi6n del vacio politico y de la imposibilidad de establecer
seriamente los problems sociales. Por consiguiente, la formaa'
political del caudillaje se mantiene (sabemos que no ha desapare-
cido en nuestros dias) pero cambia de 'contenido' y el poder del
caudillo lega a ser mis stable.
La historic mejicana es, sin duda, la mis dolorosa entire to-
das las histories hispanoamericanas de esa 6poca. El caudillo
LA GENERACI6N 1830- 1870
Santa Ana simboliza al mismo tiempo anarquia y esterilidad. Sin
embargo, esa abominable gestaci6n poco a poco hizo necesario
un program como el de la Reforma (1855-1874). Dos crueles
guerras, la de 1845 con Estados Unidos, que priv6 a M6xico de
Texas, Nueva Mexico y California, y la de 1861-1867 con el
cuerpo expedicionario francs, instaurador de Maximiliano I9,
cuajan la nacionalidad mejicana. Esa filtima prueba la identifica
con los hombres y el program de la Reforma.
Cuba sigui6 siendo colonia espaiiola y, en el piano national,
no se produjo nada important hasta el "grito de Yara" en 1868.
Este period se distingui6 sobre todo por la lucha entire escla-
vistas y antiesclavistas.
Venezuela estuvo dominada por las personalidades de Paez
y de los Monagas, hasta 1860.
Colombia por la de Mosquera hasta 1867.
Ecuador hasta 1875, por la sorprendente figure de Garcia
Moreno, que instaur6 una teocracia fundada en la doctrine cat6-
lico-romana.
Bolivia y Peru se enfrentaron en una larga series de guerras;
se trataba de saber si los dos Estados formarian uno solo o si
continuarian su vida separadamente.
Una vez resuelto este problema, el Peru cay6 bajo la domi-
naci6n del caudillo Castilla hasta 1862, que marca la transici6n
entire el caudillo 'clisico', que s6lo represent a si misrmo o a un
clan, y el caudillo modern que represent intereses nacionales
determinados, ligados a intereses econ6micos extranjeros.
En Chile se sucedieron gobiernos autoritarios estables que
estuvieron alertas para que el Peri no fuera anexado a Bolivia,
y organizaron su propia economic. Ese period finalize con la
guerra que, junto con el Per6, lo enfrent6 a Espafia en 1864 *.
En la Argentina las luchas fueron mis profundas. Buenos
Aires y la mayor parte de las classes dominantes se opusieron al
[Se refiere el autor a los desplantes del almirante espafiol Jose Ma-
ria Pareja y Septien en Peru y Valparaiso -rematados con su suicidio- a
raiz de la primera experiencia feliz de navegaci6n de una nave acorazada en
aguas del Pacifico -la Numancia- y que origin una series de coTfibates
navales, entire barcos de las escuadras chileno-peruana y espafiola, el bom-
bardeo del puerto de Valparaiso, la intervenci6n infructuosa de la armada
norteamericana, el ataque al puerto del Callao y, finalmente, al cabo de
siete afios de conflicts, la firm de un armisticio en Washington, por me-
diaci6n de Estados Unidos, en el cual participaron Chile, Peri, Bolivia,
Ecuador y Espafia.] N. del E.
Generalidades
tirano Rosas que se apoyaba en el campo y en las classes bajas.
Rosas cay6 en 1852. La political argentina no tom6 una direcci6n
realmente firme hasta 1861.
El Uruguay, envuelto en una larga guerra, no afirm6 su
existencia hasta 1852. Y hasta la guerra con el Paraguay en 1867
no se produjo nada important.
Como se ve, los limits de este period son demasiado inde-
cisos para confiar en la evoluci6n political. En realidad, la sig-
nificaci6n hist6rica de este period es distinta:
1) Las naciones fijaron sus limits definitivamente: Perfi
y Bolivia, Uruguay y Argentina serian Estados separados.
2) Dentro de este period los Estados se organizaron a pe-
sar y a trav6s de la agitaci6n caudillesca. Se puede decir que
en 1870 su fisonomia administrative era definitive. Disponian
de todos los organismos que constituyen el Estado modern, in-
clusive -como iltima conquista- de un presupuesto regular.
3) Poco a poco se introdujo el capitalism. Como esos pai-
ses interesaban en calidad de productores de materials primas, se
les proporcion6, en primer lugar, el medio de transportarlas: ca-
minos y, sobre todo, ferrocarriles y navegaci6n a vapor. La intro-
ducci6n de vias firreas y barcos de vapor en el Pacifico sur estuvo
ligada a la personalidad curiosa, genial y deshonesta, del norte-
americano Wheelwright. Finalmente, como consecuencia de la
aparici6n de una naciente opinion burguesa, qued6 abolida la
esclavitud. i
Hay que subrayar, finalmente, que la Argentina eligi6 otro
camino: tanto como el capital, y mis aun, hizo un Ilamado a los
hombres; fue la finica naci6n en America que vio su porvenir
en la inmigraci6n Europa, y no solamente su dinero, iri a
derramarse en la pampa.
Por uiltimo, es evidence que esos Estados no dominaban todo
su territorio y tuvieron que colonizar el interior. En realidad, la
empresa s61o era possible en la pampa argentina, donde el advance
colonizador y military rechaz6 cada vez mis lejos a las tribus de
indios hasta exterminarlas por complete. En el Uruguay el ex-
terminio se realize a corto plazo, pues no tenia problems de
distancia.
1 Chile fue el linico pais, ademis de la Argentina, que apel6 a la
inmigraci6n, aunque de una manera menos sistemitica y no tan amplia.
LA ENERAa6N 1830- 1870
Dentro del period que estamos analizando, dos paises toma-
ron una orientaci6n definitive despu6s de duras luchas. Luego,
es natural que en ellos la generaci6n 1830-1870 se encontrara
de hecho dividida en dos grupos. En la Argentina el grupo com-
pacto de los emigrados tuvo como sucesores a escritores much
mis dispersos; en Mexico, por d contrario, los espiritus se agru-
paron, poco a poco, alrededor de los hombres de la Reforma.
2. DATOS LITERARIOS
A. Introducci6n del romanticismo.
Se ha dicho que esta generaci6n se caracteriza literariamen-
te por la introducci6n del romanticismo. Esto es exacto pero
require algunas precisiones.
Los hispanoamericanos tienen tendencia a considerar el ro-
manticismo como una categoria estetica absolute (el espiritu hu-
mano tendria dos actitudes posibles: la clAsica y la romintica);
y, por otra parte, se imaginan que ellos son de temperamentt'
romantico (tambi6n piensan que el romanticismo no ha hecho
mis que revelarlos a ellos mismos y encuentran romanticismo en
casi todos sus escritores).
De hecho, el romanticismo s6lo puede definirse como un
movimiento hist6ricamente determinado que no tiene el mismo
sentido ni los mismos caracteres en los distintos paises.
Hoy tenemos una idea bastante clara del 'significado' de los
romanticismos ingl6s, alemin y francs, pero es much menos
evidence qu6 'significa' el romanticismo espafiol. En todo caso,
es seguro que en Espafia constitute much mis un 'articulo im-
portado' que en Inglaterra, en Alemania y hasta en Francia. Y
con mis raz6n se trata de una importaci6n para America hispi-
nica y, por tanto, su sentido quedari por definir.
Conviene precisar c6mo se introdujo el romanticismo en
Am6rica hispinica.
Entre el equipaje de dos poetas espaiioles, Fernando Velarde
y Jose Joaquin de Mora, lleg6 a todos los Estados del Pacifico.
Velarde pas6 de Cuba al Peru, donde fue el idolo de la gentle
joven: de alli al Ecuador, luego a Bolivia, Chile y, finalmente, a
Guatemala. Su poesia es sobre todo oratoria, tiene mis grandilo-
cuencia que verdadero vigor. Mora, legado a la Argentina en
Generalidades
1826, abandon ese pais a la caida de Rivadavia y se dirigi6 a
Chile donde ejerci6 alguna influencia, pero fue eclipsado ripida-
mente por las figures de Bello y Sarmiento. Pas6 a Bolivia donde
fue un maestro indiscutido y, por iltimo, al Peru. La primer
obra de este asombroso aventurero literario fue Leyendas espa-
iiolas, un conjunto de relates rominticos interrumpidos por di-
gresiones humoristicas al estilo Byron. Mora poseia una gran
habilidad tecnica pero, de hecho, carecia de inspiraci6n. Por con-
siguiente, en los paises del Pacifico el romanticismo tendi6 a iden-
tificarse con la declamaci6n o la leyenda romantica. Por otra
parte, sus escritores se inspiraron sobre todo en el romanticismo
espafiol.
Por el contrario, en los paises pampeanos, especialmente en
la Argentina, la literature import el romanticismo de Francia
que, como todo lo que tenia esa procedencia, constituy6 sobre
todo un arma ideol6gica.
Por filtimo, algunos paises quedaron fuera de esos dos cir-
cuitos; s6lo conocieron el romanticismo de lejos y, por consi-
guiente, sufrieron menos su influencia: tal el caso de Venezuela;
Colombia, verdadera "repi~blica de profesores" que permaneci6
mis aferrada a la aristocracia clisica; Mexico, que proporcion6
el mis antiguo quiza de los poetas romanticos, Fernando Calde-
r6n (1809-1845). Autor sobre todo de dramas hist6ricos, c6lebre
en todo el continent, defini6 su pensamiento en una conjugaci6n
mis estrecha con las luchas political y nacionales y tambien con
la inspiraci6n popular.
Es convenient sefialar que los paises del Pacifico visitados
por los misioneros po6ticos espafioles dieron los frutos mis cadu-
cos del romanticismo: alli la imitaci6n fue mis direct y menos
reflexiva.
De todos modos, el romanticismo llev6 a todas parties:
1) una nueva m6trica y una nueva ret6rica en sustituci6n
de las antiguas. Cre6 un instrument lingiiistico nuevo;
2) un g6nero nuevo: la novela;
3) un espiritu nuevo que se define por su oposici6n al es-
piritu colonial.
Seri mis ficil medir el alcance de esas conquistas -y de-
terminar que quiere decir el romanticismo en America hispi-
nica- precisando cuil fue la interpretaci6n hispanoamericana
del romanticismo.
LA CENERACI6N 1830- 1870
B. Interpretaci6n hispanoamericana del romanticism.
Sin duda la primera contribuci6n de romanticismo en Ame-
rica hispinica es el lirismo personal, la confidencia. Sin embar-
go, es important sefialar que el lirismo personal represent la
parte mis negative del romanticismo hispanoamericano. No so-
brevivi6 casi nada pues no merecia sobrevivir. El canto al pro-
greso, que tiene origen finalmente en una inspiraci6n tardia del
romanticismo europeo, sobre todo frances, y que se muestra en
los poetas de fines de este period, sigue siendo lo mas valedero.
Vemos surgir ese canto sobre todo en la Argentina, entonces en
plena fiebre de reconstrucci6n, y en el Peri donde reinaba el
optimism, tanto mas cuanto que el dinero corria a mares sin de-
mandar ningfin trabajo: sencillamente, se habia arrendado la ren-
ta national.
En realidad, la contribuci6n esencial del romanticismo en
Am6rica hispinica, es una contribuci6n national: ayuda a defi-
nirse a las distintas naciones bajo el aspect natural, hist6rico y
social.
La naturaleza llega a estar present en todas parties, en la
poesia y en la novela, pero sin ninguna relaci6n con el senti-
miento o los sentimientos de la naturaleza que se encuentran en
los romanticismos europeos. Hispanoam6rica no ama la natura-
leza en general sino precisamente la del lugar en que vive, la
propia. Su sentimiento es regional. El mejor ejemplo lo pro-
porcionan, sin duda, los escritores colombianos. Es evidence que
ese sentimiento de la naturaleza se asocia a lo que hemos Ilamado
virgilianismo americano. En la Argentina fue una empresa deli-
berada, premeditada, pensada, como el descubrimiento de la pampa.
Los argentinos 'tenian' que sentirla y cantarla porque constituia
'su' pais.
Asi como habia creado el sentimiento de la naturaleza, el
romanticismo europeo se inclinaba espontineamente hacia la his-
toria, y esto mis o menos claramente seg6n los paises, con espi-
ritu nacionalista. Por cierto que en America hispinica se ensay6
muchas veces cantar la Edad Media, forzosamente ex6tica, pero
no queda nada de todo eso. S61o tuvieron valor las obras que
utilizaron la historic en un intent de definir la esencia 'nacio-
nal', y a la cabeza de esas obras figuran las Tradiciones perua-
nas de Ricardo Palma. Dos tentativas tomaron una via bastante
singular: en el Uruguay naci6 el indianismo, cuya forma predi-
Generalidades
lecta fue la leyenda romantica; ese movimiento tendia a simbo-
lizar el nacimiento de America, en lo que tenia de original, por
las luchas y las fusiones entire el element aut6ctono, el indio, y
el element conquistador, el espaiiol. Al indio se le adjudicaba
el mejor papel -puesto que era el aut6ctono- idealizado por la
circunstancia. Su desaparici6n permitia que fuera idealizado. En
la Argentina, por el contrario, donde la lucha continuaba, seguia
siendo un salvaje que habia que eliminar. Evidentemente, el in-
dianismo es una ampliaci6n del simbolismo americano. Por fdti-
mo, los argentinos tuvieron el asombroso m6rito -puesto que
rechazaban el pasado y se apoyaban en una mistica romantica
del progreso- de definir su naci6n, no por la historic sino por
el porvenir. Y dicho amor y dicha presciencia fueron tales que
su definici6n sigue siendo la mis s6lida.
Finalmente, el romanticismo se habia interesado por las for-
mas sociales, aplicandose tanto a definirlas como a criticarlas, y
para eso se apoyaba en el costumbrismo, del que nunca esti cla-
ramente separado (realismo critico. Protestaba contra las in-
justicias en la misma media en que defendia a los oprimidos
(realismo sentimental). El met6dico Chile se dedic6 al studio
de su realidad social y el articulo costumbrista evolucion6 ripi-
damente hacia el cuento y la novela: ese movimiento vino a parar
en el ciclo de Blest Gana, empresa finica en su g6nero en Amr-
rica hispinica. A veces el escritor se dedic6 tambi6n a la defense
de los oprimidos, como fue el caso de Cuba particularmente,
donde la novela sirvi6 de arma a los enemigos de la esclavitud,
y de la Argentina, cuando un grupo social profundamente ar-
gentino, el de los gauchos, se encontr6 sacrificado ante el inmi-
grante. En este filtimo caso, a la protest social se uni6 una
protest national: frente al extranjero que habia sido Ilamado, el
gaucho representaba un valor "criollo" que se dejaba morir. La
conciencia argentina reencontraba y exaltaba el pasado, que ha-
bia sacrificado deliberadamente al comienzo, en el moment en
que desaparecia ante la invasion de ese porvenir buscado.
Luego, hay un romanticismo hispanoamericano original que
no se define por la imitaci6n de los romanticismos europeos. Esa
originalidad se mide por la continuidad que establece con movi-
mientos anteriores, simbolismo americano, virgilianismo america-
no, costumbrismo, y por el empleo particular que hicieron los
hispanoamericanos de los temas internacionales del romanticismo.
LA ENERACI6N 1830 1870
C. El pensamiento hispanoamericano contempordneo.
Por otra parte, esa literature se desarroll6 en consonancia
con un pensamiento national bastante rico, a menudo de trascen-
dencia international, que delimit6 y precis6 su sentido. Ese pen-
samiento se express sobre todo en el ensayo politico -donde se
refugiaron las tendencies filos6ficas de la epoca- y en la obra
hist6rica, cada vez mis rica y mis s6lida a media que pasaban
los afios. Ese impulse de la historic hace resaltar el sentido pro-
fundo del romanticismo hispanoamericano como empresa national.
Algunos ensayistas politicos alcanzaron tanta importancia
literaria que sera necesario hablar de ellos mis adelante: son los
argentinos Esteban Echeverria, Domingo Faustino Sarmiento y
Juan Bautista Alberdi. Al lado de ellos es convenient citar al
pensador liberal chileno Francisco Bilbao (1823-1865), cuyo en-
sayo Sociabilidad chilena (1844), en particular, tiene gran impor-
tancia para la historic de las ideas, asi como los del mejicano
Jos6 Maria Luis de Mora (1794-1850) que alimentaron las pol&-
micas de su 6poca. En el Peri los debates se organizan en torno
de los discursos y escritos del reaccionario Bartolom6 Herrera
(1808-1864) y del pensador liberal Francisco de Paula Vigil
(1792-1875). Cuba, aislada, debe meditar aparte su situaci6n
particular. A esa labor se consagran Felix Varela (1788-1853),
introductory de la filosofia modern en Cuba, Jos6 Antonio Saco
(1797-1879), abolicionista, autor de la Historia de la esclavitud,
mis destacado por su influencia political, y Jos6 de la Luz Caba-
llero (1800-1862), fil6sofo tambi6n, pero sobre todo reformador
de la enseiianza y figure moral tan pura como la de Marti. Tres
padres de la nacionalidad y del pensamiento cubanos. Finalmen-
te, Venezuela estuvo dominada por la eminente figure de Cecilio
Acosta (1818-1881).
La historic fue, en primer lugar, una reflexi6n sobre los
acontecimientos contemporaneos y, por esto, political y partidaria
Asi son las obras de los mejicanos Carlos Bustamante (1774-
1848) y Lucas Alamin (1792-1853). La generaci6n que nos ocupa
se revel6 fundamentalmente historiadora y mis interesada por el
pasado lejano. En M6xico, el historiador Manuel Orozco y Be-
rra (1822-1851) y el infatigable y preciado histori6grafo Joa-
quin Garcia Icazbalceta (1824-1894). En Chile apareci6 otro
gran historiador de la 6poca, Benjamin Vicufia Mackenna (1831-
1886). Citemos ademis, en Venezuela, a Aristides Rojas (1826-
Generalidades
1894 *. Es muy significativo que un escritor como Ricardo Pal-
ma estuviera vinculado a esos hombres y a los novelistas que
gravitaban alrededor de ellos.
Todos esos pensadores e historiadores trataron a la vez de
definir y dar forma a la verdadera faz de su naci6n.
[En la Argentina, durante la Independencia, la historic se condensa
en memories (Moreno, Saavedra, Posadas, Pueyrred6n, Paz, etc.), docu-
mentaci6n casi contemporinea de los hechos politicos y militares. Con ma-
yor vision filos6fica aparece el Ensayo histdrico del dean Gregorio Funes
(1749-1829). Con el romanticismo tras un tipo de historiografia lindante
en lo biogrifico que se resume en las piginas de Sarmiento y Juan Maria
Gutiirrez, por las plumas de Bartolom6 Mitre (1821-1906) y de Vicente
Fidel L6pez (1815-1903) y por la pol6mica sostenida entire ambos, la Ar-
gentina se pone al frente de las corrientes historiogrificas modernas en
Latinoamirica.] N. del E.
CAPITULO II
TENDENCIES DE LA POESIA
1. GENERALIDADES
La introducci6n del romanticismo en la poesia hispanoame-
ricana tuvo como primer consecuencia la renovaci6n de los
g6neros. El tono ya no es el de las sitiras ni las odas. El ejem-
plo de los romanticos espafioles trajo a primer piano la leyenda
y el romance. La leyenda fue un g6nero eminentemente plistico;
en el fondo, se podia hacer entrar todo: sentimiento, historic, in-
dianismo. Como la oda, se revel6 apta para todo uso y tent6 a
quienes tenian inspiraci6n -o creian tenerla-. El romance mos-
traba ser particularmente iitil a quienes atormentaba el genio de
la historic, con frecuencia mezclado con indianismo (Zacaso el
hacer entrar al indio en la historic no era acordarle existencia
a la vez que negirsela?). Cuando se esti harto de la elocuencia,
las formas breves, inspiradas en Campoamor o Bicquer, gus-
tan a los que se inclinan por la concisi6n. Se iniciaba ya otra
cosa.
Ademis de estos cambios de forma, esenciales con todo, lo
que caracteriz6 a la poesia hispanoamericana fue:
a) El tono -poco original, inspirado en todos los temas del
romanticismo europeo y con frecuencia imitando lo peor, lo mis
ampuloso, lo menos defendible:
b) La introducci6n del paisaje -timida, incompleta- que
venia sobre todo del prerromanticismo y del romanticismo fran-
ceses, y accesoriamente del ingl6s, much mis que del roman-
ticismo espaiiol;
c) El indianismo, como nota original, americana.
El aspect national del romanticismo alemin, su bisqueda
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