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on un estudio
UNIVERSITY
OF FLORIDA
LIBRARIES
voy-un ""1J~ S B1t
Ricardo Correoso y Miranda
Patriota Poeta Periodista
o
CON UN STUDIO BIOGRAFICO
Y CRITIC DE
LUIS MARTINEZ
O
CAMAGEY 1957
LATIN AMERIU,
CONFERENCIA PRONUNCIADA POR
EL DR, LUIS MARTINEZ, LA NOCHE
DEL SABADO NUEVE DE MARZO DE
MIL NOVECIENTOS CINCUENTA Y
SIETE, EN LOS SALONES DEL
LYCEUM DE CAMAGUEY. EN EL
HOMENAJE OFRECIDO AL PROCER
POR LA PRESTIGIOSA INSTITUTION
Ricardo Correoso y Miranda
EL VATE CORREOSO
Como preconiza el viejo poema indio "Mahabarata"
-en el episodio del brahmn Kaucika y del cazador Dhar-
mavyadha- Alfredo Correoso mantiene vivo, con subidos fer-
vores, su culto paterno. El podra repetir -haciendo suyas-
las eternas palabras del brahmn: "Ve sin tardanza a tu
padre y a tu madre, srvelos y venralos. No conozco virtud
ms alta que sta". Su devocin ahincada y ferviente, por
sus progenitores, salta a la vista -an sin conocerlo-, desde
que uno entra a su despacho. Detrs de su mesa de trabajo
-a ambos lados del testero del fondo- como centinelas ca-
riosos, estn los retratos de sus padres: A la izquierda, el de
doa Anita de Quesada y Borrero, copiada al desgaire en un
leo expresivo: La mirada dulce y sufrida. La nariz fina.
La boca recogida en un rictus de resignacin. Los cabellos
grises. La faz serena y la pupila clara, como iluminada por
una lumbre ntima de dolor y de amor.
A la derecha, el retrato de don Ricardo, parece saltar del
cuadro, viril y gallardo. Cenceo. Seco el rostro. El cabello
lacio. Firme la mirada. Nariz aquilina. Mostachos copio-
sos como los de un viejo mosquetero. Erguido. Indmito.
Seguro de s mismo. Dueo y seor de su voluntad y su
albedro.
Los manes de ambos -seeros y avizores- talmente
parece que president la estancia e insuflan y alientan al hijo
querido.
En verdad que la vida de don Ricardo es interesante y
conmovedora, como para orla contar en pltica ntima y fa-
miliar. Mi padre lo quiso. Lo tuvo siempre muy cerca de
su corazn, como visit cotidiana, en su establecimiento de
ropas "La Estrella". Y en muchas ocasiones me habl de l
-del Vate Correoso- con cario crecido, que le prenda se-
cretas luces de fervor en lo hondo. Don Ricardo iba todas las
maanas a conversar con l.
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"La Estrella" era punto de reunin de destacados inte-
lectuales principeos: don Manuel Ramn Silva, don Federico
Biosca, Papito Pichardo, Walfredo Rodrguez Blanca -por
no mencionar ms- eran asiduos a esta tertulia informal y
sabrosa, en que se comentaba la actualidad mundial.
Mi padre era un incansable lector. Reciba los mejores
libros y revistas de Espaa. Y -con su corazn ancho y
desbordado- los pona al alcance de sus amigos para que
saboreasen las amenas lectures. De aqu, que el intercambio,
fuera fuente de jugosa satisfaccin para todos.
Todava me parece oir su voz -serena y pausada- como
si me tendiera un puente misterioso a travs de la muerte,
hablndome de su amigo dilecto ... Ricardo haba nacido el
tres de febrero de mil ochocientos cincuenta y seis, en la vieja
ciudad de Puerto Prncipe. Proceda de una familiar ilustre.
Su progenitor, don Pedro Alcntara Correoso Cataln y Usa-
torres -natural de Santiago de Cuba- fu caballero regidor
del Ayuntamiento principeo. (1).
Aqu -en la Iglesia Parroquial Mayor, frente a nuestro
actual Ayuntamiento- contrajo nupcias, con doa Josefa de
Miranda y Boza, el siete de junio de mil ochocientos treinta
y ocho.
Don Pedro provena de gentes principles. El apellido
Correoso tiene una larga historic. El primer caballero de este
linaje descuella en Portugal. Don Payo Ramrez Correoso (2) le
d6 lustre al patronmico, entroncando con la nobleza lusita-
na. Hay gobernadores, capitanes generals, regidores y
grandes seores que lucen el apellido -por estas tierras pro-
misorias de Amrica -como una honrosa condecoracin.
Doa Josefa de Miranda y Boza -tambin de familiar
precipua- descenda de don Jos Antonio de Miranda y Loy-
naz y de doa Mercedes Boza y Varona, de sangre patricia y
de races criollas acendradas.
Siete hijos le florecieron a este matrimonio ---Julia, Con-
(1) Familias Cubanas" por el Conde de San Juan de Jaruco. Habana.
Tomo 59, 1944.
(2) "Genealoga, nobleza y armas", certificado por el Marqus de Ciadon-
cha. Madrid, febrero, 1949.
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cepcin, Benjamn, Pedro, Francisco, Jos Ramn y Ricardo-
como siete cuentas de un rosario bendito.
En el hogar opulento -tocado por las manos mgicas
de la fortuna- haba content y jbilo. Armona y amor.
Don Pedro Alcntara Correoso -con su genio brusco y su aire
de patriarca- era periodista. Movido por una sincera voca-
cin, fund "La Gaceta de Puerto Prncipe" el veintiocho de
diciembre de mil ochocientos cuarenta y dos. El peridico
vea la luz diariamente, menos los lunes y los viernes santos.
Aqu volcaba, don Pedro, todo el caudal de su corazn. Su
preocupacin por mejorar y acrisolar las costumbres; por en-
derezar la juventud; por llenar de claridades la atmsfera
spiritual de Puerto Prncipe, turbia y densa. El diario era
una ctedra sencilla, donde resplandeca -con luces paterna-
les- la voz sesuda del director.
A los seis aos de fundada "La Gaceta" -en mil ocho-
cientos cuarenta y ocho- la mejor notablemente. Import, de
los Estados Unidos, nuevos tipos de imprenta, ampli los ho-
rizontes del peridico, le insufl otros alientos y, pese a todo,
no aument el precio del ejemplar. La suscripcin la redujo
a cuatro pesetas sevillanas -seis reales fuertes- en vez de
un peso, que era el coste de antes. Su amplio caudal le per-
mitan estos dispendios.
En este clima domstico se form Ricardo Correoso. Su
hogar era centro de finas inquietudes. El padre -con su voz
grave de bartono -lea versos, que escuchaba, atnita, today
la familiar. A la luz mortecina del gas, doa Josefa repasaba
la ropa, y don Pedro relea, sus largas parrafadas que saldran
al sol, al da siguiente, en "La Gaceta" o recitaba poesas de
sus autores favorites.
La casa era un remanso: Amplia y clara, pareca que Dios
sonrea en ella. La salona enorme y el patio seorial -con
sus panzudos y graves tinajones- era el scenario donde se
desenvolva, habitualmente, esta muchachada feliz y estos
padres severos, siempre preocupados por el porvenir de sus
criaturas.
El aprendizaje de sus vstagos les absorba la atencin
y les clavaba espinas oscuras en el pecho. Era necesario en-
searles. Pero, no solamente, letras y escrituras. Haca falta
ms. Era necesario, fundamentalmente, ensearles a ser hom-
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bres y mujeres cabales, ciudadanos tiles a s mismos, a su
colectividad y a su pas.
Por eso --como casi todas las families de la poca-
seleccionaron las Escuelas Pas para la formacin de sus hijos.
El chorro de los hermanos Correoso pas por esta criba. Los
Escolapios mantenan, en alto, su ancha bandera. Y cumpli-
mentaban, plenamente, el ansia de los padres: Instruan y
educaban. Hacan abrevar a la juventud en las fuentes de
los conocimientos. Pero, a la vez, formaban el carcter,
aguijoneando la voluntad y cultivando todos los resorts nti-
mos -los mecanismos secrets del hombre- para que el mu-
chacho fuera dueo y seor de s mismo. Y no mero juguete,
entire las manos de las pasiones y la casualidad.
Una racha de dolor se desat, en aquellos das, sobre el
hogar tranquilo y apacible. Don Pedro -roble macizo y du-
ro- se enferm. Su naturaleza indomable pareci -por un
momento- desafiar el mal. El mdico vena con sus san-
gras y sus ventosas y l sonrea. Se le antojaba todo aquello
mero rejuego de muchachos. Pero, a media que se echa-
ban al aire las semanas, se percataba de que sus potencias
languidecan. Ya no poda levantarse del lecho. Escriba
menos. Apenas lea. Una abulia, -como un apagamiento
de la voluntad -le iba cerrando todos los horizontes.
La familiar se alarm. El hombrn -rico de alientos y
de fuerzas que haba en l- se desdibujaba. Doa Josefa
lloraba. Los hijos no comprendan la terrible verdad. El
mdico cambiaba los planes y diagnosticaba nuevos quebran-
tos, con palabras extraas. .
La casa se oscureci. Se le pusieron sordinas a las
voces y se ahogaron las risas. Los esclavos andaban tacitur-
nos. La esposa no saba ms que sollozar y desgranar, entire
sus dedos, las cuentas de un enorme rosario. Los amigos se
marchaban con las pupilas hmedas. Don Pedro no era nada
ms que una sombra. Postrado en el lecho, -padeciendo
terrible dolores- no saba ya ni sonreir.
Una maana -cuando fueron a verlo- lo hallaron
dormido. Era un sueo denso que lo embarazaba. Lo lla-
maron. Pero, no contest. Doa Josefa se hinc sollozan-
te en el suelo. Los hijos se abrazaron convulsos. La muer-
te se lo haba tragado inexorablemente. Don Pedro Alcn-
tara Correoso y Usatorres no podra responderle a los suyos,
sino en el seno del misterio.
Con la desgracia, el hogar pareci desplomarse espiri-
tualmente. Doa Josefa quedaba sola, con su taifa sonrien-
te de muchachos. Benjamn y Pedro ya eran hombres. Pero,
los otros, apenas espigaban. Ricardo tena siete aos. La
ausencia del padre arrojaba una cruz pesada sobre todos.
Pero, la casa se rehizo. Los dos mayores se enfrenta-
ron con las ingentes responsabilidades, capitaneados por la
madre. Doa Josefa comprendi la catstrofe y se irgui.
No poda desmayar. Tena, entire sus dedos, el destino de
sus siete criaturas. Y era necesario luchar. Y as lo hizo.
Ricardo fu a la escuela. Era la ltima cuenta del
largo rosario. Los hermanos lo mimaban. Para los suyos,
l era el "huerfanito". Pero, corran vientos de tempestad
por la Isla. Y el nio los captaba. Pareca que le sopla-
ban muy adentro. Y se estremeca. Ya la familiar no po-
da ser el sabroso remanso de antes. Cuando Pedro y Ben-
jamn hablaban, les temblaba la voz y a doa Josefa se le
empaaba la mirada. Se dolan de la injusticia y la opre-
sin, del despotismo de los gobernantes espaoles. Y sus
palabras retumbaban -dentro del mbito hogareo- como
si fueran truenos. Los menores callaban. Pero, un sordo
coraje, un dolor indefinible y fosco, les iba comiendo por
dentro.
Otras, los hermanos echaban al vuelo su imaginacin
-despabilaban su almo sueo- y el ideal de redencin crio-
lla se les encabritaba en los vocablos y platicaban sobre la
libertad, con voz caliente y tensa, y a todos -al solo con-
juro de la frase- les pareca que cantaban, en el viento,
centenares de campanas de jbilo.
Ese era el drama. Drama torvo en que estaba clavado
el pueblo cubano, como en una cruz de ceniza. Se viva
muriendo cada hora y se mora viviendo entire los cuatro ba-
rrotes del despotismo y la opresin.
La guerra rondaba. No era possible respirar en esa at-
msfera meftica. Cuba se ahogaba. Ricardo -con slo
doce aos- senta que la angustia se le enroscaba al cuello
como una serpiente de hierro. Iba al colegio. Pero, hasta
en las aulas, pareca que se alzaba un signo de preocupacin
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y descontento. Algo invisible y raro -doloroso y tremendo-
estaba disuelto en el ambiente, que conturbaba el pecho y lo
afliga.
Por fin lleg el estallido de la Demajagua. La cam-
pana de Cspedes toc a rebato. No fu un repiquetear de
alegra, sino como un toque de dignidad y de civismo: Una
llamada grave, ante la cual saltaron todos los corazones
criollos.
La familiar de Don Pedro Alcntara Correoso y Usatorres
se fu al monte. No era possible continuar en la ciudad.
Los mayores estaban comprometidos seriamente: La casa era
un espinero de inquietudes. Amaban la libertad y no podan
evitar que el vocablo les saliera tajante, chorreando todos
sus agravios: Y las autoridades se percataron de la conduct
perturbadora y levantisca de estas gentes.
Se marcharon a la manigua. Con Benjamn y Pedro se
fu today la prole: doa Josefa, a la cabeza, con su taifa en flor
de adolescents. Los mayores se incorporaron, inmediata-
mente, al movimiento. Ricardo qued al lado de su madre,
con sus doce aos inmaduros, su mirada triste y su caterva de
sueos en el alma.
Pero, no dur much este parntesis. Una column es-
paola -al mando del Brigadier Acosta y Alvear- apres
a doa Josefa y a sus hi.jos. Era noche cerrada y platicaban
a la luz trmula de una luna en menguante. El boho -con
su ancha caperuza de guano -dormitaba en las sombras.
All, en medio de los rigores y el dolor, de las penurias y es-
trecheces de la guerra, se respiraba sin tropiezos. El alma
se ensanchaba. Y se poda hablar de la libertad cubana sin
que atisbara el ojo fosco del espa. Los montes quietos
-como padres mayores- parecan temblar de emocin, con
estas confidencias, como si se solidarizasen con los sueos de
los insurrectos.
El Brigadier Acosta y Alvear cort esta paz con su pa-
labra ronca. Todos -como electrizados- se pusieron de
pie. Julia y Carmita temblaron. Ricardo huy, anheloso de
burlar las rdenes del dspota. Pero, la matrona austera
-como una Dolorosa- con su puado de muchachas, tuvo
que enfilar el camino de la ciudad, en trgico y terrible
calvario.
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En ese instant, Ricardo se estir. El nio se hizo hom-
bre, como por obra de milagro. Comprendi su ingente res-
ponsabilidad para con la patria. Mientras deambulaba entire
las sombras -punzado por las malezas, acribillado el tm-
pano por el zumbido de los grillos- se percat, mejor que
nunca, en aquella hora oscura, del doloroso destino del cu-
bano. Y, jur, ante Dios, en la noche abierta, dar la vida
por la libertad.
Slo -como una paloma perdida- busc a sus herma-
nos mambises, que luchaban tesoneramente contra el ene-
migo. Benjamn desempeaba el cargo de Jefe de Postas
de las fuerzas revolucionarias. Pedro se debata, violenta-
mente, en entrega heroica a su pas.
Los dos luchaban bravamente. Y, el ejemplo, cunda.
Benjamn, aguerrido y valiente, era un temerario. Pedro
-ms comedido- se enfrentaba al espaol, con singular
coraje y denuedo.
Ricardo -con slo catorce aos- ingres en la Bri-
gada del Oeste, la de Caonao. Su fervor criollo lo impul-
saba. La sangre le herva. Su genio inquieto, su ndole le-
vantisca, le aguijoneaban. Vi -con dolor subido- des-
plomarse, exnime, en la tierra madre, a su hermano Ben-
jamn, el intrpido soador, el iluso tejedor de nobles ansias.
Vi -tambin- caer a Pedro, en tarde tibia y trmula de
sol, en combat desigual y encrespado. La sangre de los
suyos le marcaba el camino. El pesar de su madre era un
ndice torvo que le sealaba un sendero. Y, Ricardo lo si-
gui. Pese a su juventud, tom parte en diversas refriegas.
Al mando de Ignacio Agramonte -en la maana del
veinte de febrero de mil ochocientos setenta y uno-
con trescientos hombres, se luci en el combat de la
Torre de Coln, en Pinto, donde fu herido en una pierna.
Su sangre moza caa, tambin, sobre su suelo heroico, como,
ofrenda sagrada por la libertad.
Despus vino el Zanjn. El Pacto le fu ingrato. Pero,
las circunstancias lo imponan. Su corazn lo impulsaba cr
la lucha. Le era duro morder el polvo de. la tregua. Su
carne brava, su corazn relampagueante, no haban nacido
para doblar fcilmente la rodilla. Su dignidad today se soli-
viantaba. La voz de sus hermanos -saltando a travs de
la muerte- le pareca escucharla como una admonicin.
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Pero, Cuba estaba exhaust. Haban sido diez aos de
guerra torva y dura. Diez aos de lucha tenaz contra un
ejrcito normalmente armado, mejor organizado y con ms
discipline que el mamb. Pero, a Ricardo, no le convencan
los arguments. Le dola, en s mismo, la impotencia cuba-
no, como si fuera suya. Le quemaba el esfuerzo intil; la
sangre generosa de Benjamn vertida por una libertad inalcan-
zada. Se le antojaba ver la pupila acusadora de Pedro, el
de los nobles sueos, abierta all, en el fondo de la muerte,
como un regao dulce... No. No. El Zanjn era impo-
sible. La sola palabra se le clavaba en el pecho como un
plomo. Le apagaba la estrella que l senta fulgurar muy
dentro de s. Le haca bajar los ojos, como si se los cerrasen
de un manotazo. ..
Pero fu. . Y con el Pacto regres a la ciudad. Puerto
Prncipe estaba mudo y como con las manos atadas. No se
le pareca. En vez de gentes de carne y hueso, discurra,
por las calles,.como una procesin de fantasmas...Las casas
calladas. Los corazones taciturnos. Las almas arrinconadas
y sin luz. Nadie era nadie. La guerra lo haba cambiado
todo.
Ricardo se di a la brego. Qu hacer? Qu saba l,
sino lo que haba aprendido en la infancia, al calor de los
suyos, de su progenitor honrado y probo; de su madre, no-
ble y tesonera? Ya, doa Josefa, era una sombra. La pe-
sadumbre y los aos le doblaban la espalda, siempre erguida
y le combaban la voluntad. Por don Pedro, rezaban, coti-
dianamente, sus hijos, seguros de que estaba a la vera de Dios.
Ricardo se enfrent consigo mismo, en la hora dura.
Tena veintids aos. Y la voz secret de su conciencia le
dict el rumbo: Hara periodismo. Ya l, en vsperas de
guerra --en 1867- haba escrito en "El Cfiro", publica-
cin simptica, que vea la luz, bajo el patrocinio de la Socie-
dad Popular de Puerto Prncipe. Lo editaba el seor Jos
Federico Peyrellade. Lo diriga Manuel Borrero Hechevarra
y Jos de Gngora Latamendi y entire sus redactores apareca
el nombre de Sofa Estvez Valds, la poetisa de alma de
seda y de cristal.
"El Cfiro" fu, pues, su tribune inicial. Con sus once
aos juguetones e indciles, hilvanaba cuartillas despeinadas
e hirsutas. Jugaba al periodismo en los minutes graves, como
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a los pirates, en sus horas de asueto. Pero, ya apuntaba su
vocacin y se revelaba su sensibilidad aguda y fina.
Ahora era distinto. Haban transcurrido once aos. Y,
en ese tiempo, haba madurado su conciencia, espigado el
hombre que alentaba en l. Se haban encendido todas sus
lumbres interiores, por obra y gracia del amor y el dolor. Ya
no vea la vida con las pupilas ilusionadas y claras de antes.
La guerra lo haba vapuleado ntimamente, estrujado entire sus
manos foscas e implacables. Por eso, su periodismo actual,
era amargo, doloroso, admonitorio y grave. La patria an-
daba triste, maniatada y maltrecha. Cuba sufra. Y era
necesario tenderle un puente de esperanza.
Escribe sin tregua. Unas veces rubrica con su firma sus
artculos calientes y viriles. Otras, permanece en el anni-
mo. Pero -a toda hora- su voz es la de Cuba, la de su
tierra sojuzgada y sangrante. Colabora en diversas publica-
ciones. Por fin, funda "El Machete" en 1887. Era un se-
manario popular y patritico. Desde sus pginas valientes,
lanza Ricardo Correoso su noble clarinada de entusiasmo, su
clido credo de libertad.
Siguiendo la ruta de El Lugareo, suea con despertar
al Puerto Prncipe -letrgico y ablico- para las ms lim-
pias conquistas del progress: "Los pueblos que no tratan de
despertar de ese profundo letargo en que los sumerge la ig-
norancia -espeta con vocablo afilado- marchan a paso agi-
gantado por el camino de la degradacin y no son dignos de
figurar en el esplndido banquet de los pueblos cultos".
Sus artculos parecen amasados con la lava de su propio
coraje. La voz le sale firme y redonda, sin alambicamientos,
ni retorcimientos retricos. Su prosa -clara y difana- es
familiar e ntima. Pero, enrgica, nerviosa y dura. La pa-
labra le salt, como un potro cerrero, hacia la meta incon-
fundible de su verdad.
Se duele -con acento msculo y rotundo- de la escla-
vitud y la opresin cubanas: "Los pueblos que viven escla-
vizados y no tratan de deshacer las duras cadenas que los
oprimen, no deben tener ninguna significacin en la Historia,
porque siendo sta su juez, jams les consagrara gustosa una
de sus brillantes pginas". Su acento es conminatorio e in-
dubitable. No vacila. Va siempre, sin tropiezos, hacia su
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ideal, aunque le sangren las manos y las espinas le puncen
la lengua.
El ansia de liberar su tierra lo espolea y lo desvela. Se
siente como prisionero. Sin luz en las pupils. Rotos sus
empeos mejores. Abatidos y estrujados sus anhelos de re-
dencin criolla. Por eso, la frase se le dispara como un fusil
y le chorrea, enrgica y viva, para combatir el despotismo.
"Donde no impera la libertad -reza con expresin prof-
tica- existe la miseria en todo su apogeo y el ngel de la
discordia, tiende sus negras alas, para sembrar por todas par-
tes, el luto y la desolacin".
Su carrera periodstica supera todos los obstculos.
Desafa la censura. Salta por cima de las limitaciones guber-
namentales. Y se entrega, de lleno, a la causa cubana. Para
mantener vivo el fervor por la patria y exaltar los nimos para
la revolucin, se public "El Guajiro" -dirigido por Vctor
Fano, donde colaboran el Marqus de Santa Luca, Enrique
Loynaz del Castillo, Manuel Herrera, conocido por "El Cuba-
nito" y Ricardo Correoso- portavoz de las inquietudes prin-
cipeas, vocero altivo y bravo de los empeos independen-
tistas.
Abelardo Chapell Marn y el propio Correoso, lanzan, a la
vez, otro peridico "El Eco Popular", de vida efmera. El objeti-
vo era mantener encendida la rebelda por todos los costados
del viejo Puerto Prncipe. Despabilar las conciencias. Animar
a la lucha. Preparar a los espritus para la hora de la re-
dencin ...
Naturalmente que, Ricardo Correoso, era mal visto por
los mandones de la Metrpoli. Su labor, la consideraban
perturbadora para el rgimen. Cada palabra suya era una
flecha que se clavaba rectamente en la entraa misma de los
torpes apetitos metropolitanos. Por eso, al estallar la Gue-
rra del Noventa y Cinco, tiene que exilarse de Cuba. Com-
prendi que su mejor esfuerzo podra rendirlo desde fuera.
Ya se saba de memorial la manigua. Haba dejado regueros
de su propia sangre entire las breas. Ahora con treinta y
nueve aos --crucificado dentro de s mismo-- despus de
haber bebido en todos los clices de la ingratitud y la amar-
gura, no se senta con reserves espirituales suficientes para
enfilar, otra vez, los caminos espinosos del monte.
-16-
Por otra parte, como periodista, tena horizontes ms
anchos fuera de Cuba, que no prisionero entire los cuatro bra-
zos del mar de nuestra Insula. Sus amigos lo conminaron.
Las circunstancias lo empujaban. Y, en hora torva, tuvo que
desprenderse de entire las manos de la patria y echarse al agua
y al viento, en una pobre embarcacin, para singlar rutas ma-
rtimos, que su corazn no presenta.
Tampa -la bella, amplia y geomtrica ciudad de La
Florida -le ofreci su regazo. All respir hondo. Atisb
su cielo. So a la vera de su ingente baha, donde parece
que siempre canta el mar en tono misterioso y platican las
olas en lengua intraducible.
De la vieja factora, fundada por los espaoles para el
trfico esclavista, ya no quedaba nada. De las incursiones
del osado Jos Gaspar -el pirata temerario que utilize a
Tampa como centro de sus fechoras- solo se conservaban
las famosas "gasparillas", carnival acutico, a travs del cual
los tampeos se refocilan y divierten, haciendo de su baha
una enorme paleta de colors. Cada cual -disfrazado de
corsario- remeda al bandido, en fiesta jubilosa y feliz: Las
muchachas, robando corazones. Los jvenes, conquistando
sonrisas. Tesorcs que no tuvo el pirata terrible.
Ricardo no hall la Tampa factoril, sino una ciudad an-
cha, con ricas fbricas de tabaco, que prosperaba cada da,
elevndose sobre s misma, sobre sus propias limitaciones y
quiebras.
Ambul por sus calls, buscndole el corazn latino, la
sangre hispnica y lo encontr en Ibor City, el barrio espaol,
donde se habla con desenfado en nuestra lengua. Se dan ma-
notazos sobre las mesas de los cafs y se comenta, a gritos,
la noticia del da. Entre este puado de casas, unas humil-
des y otras encumbradas -entre las fbricas de tabaco y los
talleres de trabajo encontr como en vilo- el alma de
Mart, soando y padeciendo por su tierra.
Fund el Club patritico "Eduardo Agramonte" en cola-
boracin con los hermanos Carbonell, el Licenciado Miguel
Alvaro Zaldvar y otros precipuos principeos. Su afn era
allegar recursos -acopiar fondos- para mantener la insu-
rreccin. Y todos los esfuerzos se le antojaban mnimos y
todos sus sacrificios, insuficientes y misrrimos.
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En medio del trajn revolucionario -absorbido por su
honda preocupacin cubana- le pareci que, de manera re-
pentina y sbita, se le encenda en lo arcano, como una llama
de milagro. Era extrao. Tena cuarenta y dos aos y sinti,
como, si por dentro, le hiciera eclosin la primavera. La san-
gre le galopaba por las venas. Las pupils se le iluminaron.
Y una voz -secreta y dulce- le cantaba por todos los ve-
ricuetos de su corazn y su conciencia.
Comprendi el almo secret. Amaba a Anita de Que-
sada y Borrero -tambin en el exilio con los suyos- de pres-
tigiosa familiar camageyana. Ella era dulce y sencilla como
una flor intocada. Austera. Bondadosa. Patriota. Los ojos
tristes, como si por los horizontes de sus recuerdos, rondase
una pena callada. La voz fina. Sereno el ademn. Manso
el gesto. Sufrida. Resignada. Le haba tocado vivir los
azares de la guerra, en plena adolescencia. Y le dola el
pecho, como si una mano invisible la apretara.
Hija de don Luis de Quesada y Aguiar y de doa Gua-
dalupe Borrero y Ramrez, Anita era modest y hacendosa.
En ella se haban condensado las ms altas virtudes de la
raza. Discreta. Laboriosa. Honesta. Pareca amasada con
los ptalos de las azucenas y tocada por la luz misma de Dios.
El veintiuno de mayo de mil ochocientos noventa y ocho,
unieron sus vidas. Fu un matrimonio ntimo. Sin oropeles,
ni alharacas. Algunos familiares y amigos, asistieron. Nada
ms. Pero, para ellos, el acontecimiento revisti insospe-
chados caracteres. Les pareci que las campanas se echaban
al vuelo y era que les repiqueteaba el corazn. Que una
claridad nueva, envolva los hombres y las cosas, sin perca-
tarse que era su propia luz, que les irradiaba milagrosa-
mente.
Terminada la guerra volvieron al terruo. Tampa que-
d atrs con un adis lleno de lgrimas. Se inmersaron en
el Camaguey otra vez, con sus calls estrechas y tortuosas,
con sus tinajones pensativos y sus sabanas abiertas, como un
regazo generoso. Pero, ya no era el Puerto Prncipe de la
niez, con su alegra sana, y sus palmeras desafiantes. Ha-
ba cambiado. Los aos y la guerra dejaban una huella in-
deleble. Su signo no era el mismo. La vida se haba en-
durecido. Sentan como una garra fosca que los estrujaba.
-18-
La fortune familiar se haba vuelto sal y agua, con los tum-
bos de la revolucin.
Ricardo se reincorpor' otra vez al periodismo. Dirigi
"Patria y Libertad" y colabor en "El Diario del Comercio",
en "El Imparcial" y en "El Camageyano", que entonces se
llamaba "El Liberal".
Motivos particulares les decidieron marcharse para la
Capital. Trabaj en el Ministerio de Obras Pblicas. Se in-
jert al trajn capitalino. Colabor como vocal de la Aso-
ciacin de Emigrados Revolucionarios Cubanos. La Habana
abejeaba a su alrededor. Pero, no era feliz. Su Camagey
-su tierra prcer- lo llamaba. Soaba con volver. Ya
el matrimonio no estaba solo. Le haban nacido los dos vs-
tagos: Ricardo y Alfredo. Y todos anhelaban el regreso co-
mo una blanca meta.
Volvieron. Por un instant les pareci que todas sus
penas se echaban a volar como palomas asustadas. Su vida
cobr al ritmo anhelado: Madrugador, saltaba de la cama
temprano y se enredaba en sus quehaceres literarios. Es-
criba. Escriba en "El Camageyano" y en "El Popular" de
los hermanos Guirado. Versos y prosa salan de su pluma,
diariamente, en chorro limpio y claro. Luego -vestido de
negro, sobriamente- iba a hilvanar un prrafo a la botica
de Alvaro Porro, para continuar la charla con el Vate Mo-
rales, en su imprenta del Callejn de Jaime y encallar en "La
Estrella", donde se platicaba sabrosamente en torno al t-
pico del da.
As decursaron los aos. Y -aunque por fuera luca
bien- la enfermedad le iba comiendo sus reserves, socavan-
do su fortaleza fsica . Ya los hijos eran hombres. Al-
fredo haba triunfado. De idneo empleado ferrocarrilero y
official primero de la Zona Fiscal, haba saltado a ser des-
tacado Procurador Pblico -al igual que su hermano Ricar-
do- y montado un bufete prestigioso, que era orgullo y prez
de la ciudad. A la vez -llamado por Walfredo Rodrguez
Blanca, gran maestro del periodismo cubano e ilustre direc-
tor de "El Camageyano"- hilvanaba con xito, sus pri-
meras crnicas sociales, donde reseaba, con trazos vigorosos,
la vida social del Camagey.
-19-
Don Ricardo estaba tranquilo. Saba su obra termina-
da. Vea a Anita, a su lado con su sonrisa serena y resig-
nada y su mirada triste. Vea a sus hijos -laboriosos, in-
teligentes y esforzados- enfilando, febrilmente, el camino
del xito.
Slo le coturbaba contemplar la patria dando tumbos, sin
acertar el sendero soado. Pero, ya no poda hacer nada
por lograrlo. Su hora haba pasado. Ya le haba dado to-
dos sus empeos. Hasta en alarde de generosidad, haba
renunciado a su pension de veteran. El se saba vencido.
Se senta desfallecer como si se le fueran derrumbando, por
dentro, todos sus mecanismos vitales, todos los resorts de
su salud.
Mariano Casas, Jos Ramn Boza y Paquito Martnez
de la Cruz -preclaros mdicos nuestros, de corazn ancho
y magnnimo- lo atendan con acucia de hijo. Lo visita-
ban diariamente, dos o tres veces. Pero, ya la muerte lo
llamaba. Se iba secando lentamente. La voz viril se le
nublaba. La boca se le hunda en un rictus penoso. La
piel se acartonaba. Slo le quedaba el fulgor de sus ojos,
desafiantes y firmes.
Pero, al caer la tarde del nueve de marzo de mil nove-
cientos veintiocho, se le apag la llama en la pupila. Todos
se hincaron a la vera del lecho. Un sollozo -contenido y
hondo- sofoc el pecho de los suyos. -Era de tarde y a los
circunstantes les pareci noche cerrada. Don Ricardo Correoso
y Miranda -como una gaviota vencida- haba plegado sus
alas en el seno de la muerte. Tena setenta y dos aos de
edad ...
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SU LABOR LITERARIA
La labor literaria de Ricardo Correoso se proyecta en
campos diversos. Hace prosa periodstica y versos romnti-
cos. Desde "El Machete", "El Guajiro", "El Eco Popular",
"Patria y Libertad", "Diario del Comercio", "El Imparcial",
"El Popular" y "El Liberal", que devino despus en "El Ca-
mageyano", revel su pensamiento, a lo largo de artculos
graves -de honda raz patritica- que hacen ostensible su
ahincada preocupacin cubana. Su prosa es limpia, clara,
familiar. No le interest que la palabra le salga vestida de
fiesta. Por el contrario, lo que le desvela es el mensaje: Le-
vantar el nimo de los criollos para los grandes empeos;
encender lumbraradas de f y de esperanza en su propio des-
tino. Hi.jo de su tiempo es un ferviente apologista de la
libertad y de la democracia. Por eso, apunta con lengua
clida y admonitoria, desde las columns de "El Machete":
"Todos los buenos patriots debemos amar y proclamar la
libertad y la democracia, como la fertilizadora fuente, cuyas
cristalinas aguas regeneran al hombre, haciendo florecer los
pueblos y preparndolos para ser coronados en el augusto
templo del porvenir".
Pero, adems de este lenguaje sesudo y reflexivo -rin-
diendo culto a los gustos del siglo- nos regala tambin una
prosa -alada y juguetona- grvida de empeos poticos.
Al efecto, en mil ochocientos ochenta y siete, public en
Puerto Prncipe, una obrita simptica con el ttulo de "Bou-
quet Camageyano y Emblema de las Flores", que se edita
en la imprenta de Luis Prez, en Reina setenta y nueve, en
esta ciudad. A la vez -en la misma fecha- da a la luz
un manojo de versos, con el rtulo de "Aguinaldo Potico",
dedicado al bello sexo camageyano, impreso en "La Nueva
Aurora" -imprenta situada en la calle Mayor nmero vein-
ticuatro- tambin en nuestro CamagLey.
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Los dos breviarios responded al mismo propsito: Cantar
a la mujer principea, ensalzar sus virtudes, quemar la mirra
de la alabanza y del fervor en el incensario de su vocablo.
No pretend ms. Con alma de madrigalista y conduct
de cronista social, desfilan, por los libritos, los nombres de
las muchachas ms conocidas del Camagey. A todas las
identifica con una flor. A Olema de Miranda -por ejem-
plo- la asimila con la acacia y le reza: "Esta linda flor es
de un olor suave. Los salvajes de Amrica han dedicado la
acacia a los castos amores, por encontrar en ella, la expre-
sin de sus sentimientos. Por eso la hemos dedicado a Olema,
pues ella, por sus gracias y virtudes, es un ramo entreabierto
de esas flores, a los vivificantes rayos del sol de los trpicos".
Otras veces, el piropo es en versos. Y alaba a Clemen-
cia Emilia de la Torre, a Virtudes Giroud, a Mara Montejo ...
De Consuelo Vilaplana dice:
Bella y radiante
como la aurora,
arrobadora
y angelical ...
Rica azucena
que abri su broche
en una noche
primaveral.
A Araceli -hermana de la anterior- le canta:
Bella como el lucero de la tarde
del ancho espacio sobre el cielo azul,
tierna como la flor que abre su cliz,
as eres t.
Radiante cual del sol los resplandores,
dulce como las quejas de un laud,
hermosa cual la luna all en la noche,
as eres t.
En Tampa -ya en el destierro- en mil ochocientos no-
venta y seis, da a la luz un puado de semblanzas en prosa,
transidas tambin de alientos poticos. El nuevo opsculo
no es ms que una continuacin de los dos anteriores. Se
edita en la tipografa "Cuba" situada en Ibor City. Y lo dedica
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al "Club de Discpulas de Mart" que labor y se afana por
allegar fondos para la revolucin.
Los nombres de todas las muchachas exiladas -y al-
gunas de las que se hallan en Cuba, enredadas en la ma-
raa de la guerra- desfilan por sus pginas, en lenta pro-
cesin. Para todas, se le desborda un madrigal a flor de
labios. Cierra el "Ramillete Cubano", con unos versos en-
tusiastas, dedicados a Jos Mart:
"Con estas flores de virtud emblema
he formado una artstica corona;
ofrenda consagrada al herosmo
del valiente caudillo, del patriota,
del eximio Mart, del genio ilustre
que por su patria su existencia inmolo,
del que muere rompiendo las cadenas
de la vil opresin que nos agobia".
Pero -salvados estos pequeos escarceos literarios, he-
chos como jugando- sus composiciones mejores, se hallan
dispersas en las pginas de diversos peridicos y revistas del
Camagey y en un libro que public -en colaboracin con
don Ismael Betancourt- antes de iniciarse la jornada de mil
ochocientos noventa y cinco.
Su inspiracin -saeta traviesa y fcil- se clav en
todos los blancos y se ech al vuelo bajo los horizontes en
boga de la poca. Don Ricardo escribi poesas religiosas,
ntimas, familiares, a la naturaleza, erticas, sociales y pa-
triticas.
Sin ser un mstico, tuvo una fina intuicin de Dios. Lo
descubre -lo penetra- en lo que le rodea, sin tener que
alzar la pupila a lo Alto:
Deja mi Dios que tu poder alabe:
Que en todo lo que existe y tiene vida
tu majestad sublime se revela;
T curas del pesar la cruel herida;
tus dones y tu amor el orbe anhelo,
desde la estrella en el azul perdida
hasta el insecto que en las flores vuela.
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Comprende la tragedia del Glgota y lo aflige. Pero le
duelo -ms que el drama en s mismo- lo ineficaz del sa-
crificio. El Cristo andariego -de los pies benditos- con
sus manos cuajadas de paz y con la boca llena de palabras
-que suean ser estrellas- pese a su sangre derramada,
no ha logrado enderezar la humanidad. Y ve a los hombres
como lobos voraces y a la sociedad, encallada en el pantano
de todas las concupiscencias y maldades. El verso le sale
restallante, goteando lgrimas y acbares.
Sus poesas ntimas, dejan al desnudo, un alma dolori-
da. Deca Maeterlinck que "no valemos sino lo que valen
nuestras inquietudes y nuestra melancola". Don Ricardo
-desde nio- anduvo por caminos de pena. Pese a su
carcter -a ratos decidor y locuaz y a la fina irona que le
chispeaba entire los labios- fu un hombre triste. Intima-
mente -al quedarse a solas consigo mismo- no hallaba en
su arcano, sino pesadumbres y amarguras. Verdad que su
infancia haba decursado entire sinsabores y congojas. La
muerte de su padre -a los siete aos- le ceg un foco de
luz viva. Le apag, de un manotazo, su alegra. A los ca-
torce, ya estaba en la guerra, entire los andurriales del monte,
soando y padeciendo. Pobreza. Exilio. Todo le toc vivir.
Y la tristeza se desnuda en sus poemas: Exhalaciones, Mis
Versos, No es Posible Cantar, Esto es la Vida., Amor y Poesa,
etc., donde se hace ostensible su pena secret, su dolor re-
cogido y su desesperanza:
No hay ilusiones, ni gloria
eterno placer, ni encanto,
no hay recuerdo en la memorial,
ni pgina que en la historic
no escriba el hombre con llanto.
En otra composicin apunta:
Nada nos causa placer,
todo nos causa pesar
y entire el morir y el nacer,
nuestra suerte es padecer;
nuestro destino, soar.
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Hijo ejemplarsimo -que hizo del amor a los suyos un
culto reverente -su corazn se le desborda en composiciones
dedicadas a su padre, a su madre, a su esposa, a lo largo de
las cuales se desparrama todo su caudal blanco de ternura.
Ros de devocin cruzan por estas palabras ligeras, nacidas
como de prisa y festinadamente. Pero llenas de uncin, de
cario, de subido fervor.
Buen romntico, am a la naturaleza clidamente. El
mar -con su seno de misterio y de muerte- el ro; el arro-
yo -que serpentea, jugando- el cielo ,el sol, la luz, hallan
un eco profundo en .su alma. No se identifica con ellos.
Pero, los siente cerca -como cosas suyas- como hermanos
mayores o dioses pequeos.
Las cuatro estaciones del ao le insuflan -cada una-
un soneto de austero empaque clsico. El campo -con sus
horizontes despejados, su yerba fresca, su brisa traviesa, que
canta- le gana la voluntad y el sentimiento:
Desierto apacible, silencio profundo,
morada de dicha, de paz y candor:
pulsando las cuerdas del arpa, bendigo
el ave y la fuente, la palma y la flor ...
Pero, el sol, es quien encrespa su aliento lrico y lo lleva
al climax. Como Heredia, como Espronceda, como Tula -y
como casi todos los romnticos- el padre de la luz le hace
arder, en lo hondo, llamas inescrutables de entusiasmo -fo-
garadas de admiracin- echando al vuelo todas las palomas
de su fantasa:
Ay, quien pudiera, oh sol, en raudo vuelo
de donde habitas escalar la cumbre
y amar a Dios y disfrutar del cielo,
all abrasado en tu divina lumbre .
Pero, es vana ilusin del alma ma,
delirios de mi loca fantasa...
La composicin le sali redondamente del pecho, echan-
do lava.
Tambin escribi poesa social, doblando la rodilla al
gusto de la poca. Como preconiza Domingo del Monte
-en su ensayo sobre "La Poesa en el Siglo XIX"- el poe-
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to no es un ente divorciado de su especie, sino un hombre
que como tal- est obligado, con su sociedad, a quebrar
lanzas por elevarla y dignificarla, por engrandecerla y hacer-
la progresar. Esa es la "verdadera misin" del bardo, segn
el jugoso ensayista. Y don Ricardo Correoso -como la ma-
yor parte de los poetas de su tiempo- hizo suyo, su credo.
Puso su verso al servicio del oprimido y del desgraciado, del
vil y el miserable. Combate la riqueza. "Ser pobre es
un delito", apunta con voz dura. Comprende que el oro es
seor topoderoso: Prestigios, honors, aplausos, todo se com-
pra como una mercanca. Sacude su palabra -igual que
un ltigo- contra la iniquidad. Defiende al obrero con
verso tajante y valiente:
Atrs la inicua opresin!
quede su imperio cado
y que el obrero sufrido
alcance su redencin.
Brille el sol de la razn,
ante el negro fanatismo
y que el vil oscurantismo,
con la torpe iniquidad,
contemple la humanidad
en el fondo del abismo!
Sed de Oro, El Obrero, Edquese a la Mujer, andan bajo
este clima que -indiscutiblemente- no era el suyo. Marr
el poeta el camino, como Milans y tantos otros, extravin-
dose por estos derroteros.
Acierta ms, cuando filosofa, a lo largo de una poesa
sencilla y reflexiva. Sus cavilaciones se abren en el verso.
Y la sombra de Horacio parece que le ronda, sin llegar a
tocarle: "El Poeta y la Rosa", "La Flor Marchita" "Las
Flores y las Almas", "La Esperanza y la Muerte", "El Hom-
bre", etc., se le van de entire las manos, con un ligero tinte
filosfico, pesimista y oscuro.
Da en el blanco, mejor, con su poesa ertica. El amor,
fu, para l, almohada viva, donde se adormil su corazn,
para despertar al placer y al ensueo, al dolor y al quebranto.
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Hubiera podido afirmar como Santa Teresa: "Temo al in-
fierno, no por sus penas, sino porque es un sitio donde no
se ama". Don Ricardo fu un alma vehemente, apasionada.
No fu un conquistador. Ni anduvo por los cuatro vientos de
su tierra, robando voluntades. Pero, quiso con calor viril,
con su sangre clida, con su innato fervor. Nombres di-
versos de mujeres hermosas se barajaron entire sus dedos.
Con finos recuerdos y blancas emociones, teji el bardo muy
variados poemitas, que son espejos de estos das ilusionados
y distantes.
Como buen enamorado, quisiera penetrar en la esencia
misma de su amada: Confundirse con ella en un milagro
limpio y puro. Dejar de ser los dos, para ser uno solo:
Quisiera convertirme en brisa mensajera,
llegar hasta tu boca de perla y de coral
para posarme en ella, alegre y placentera,
al sentir de tus ojos el fuego celestial.
l se sabe cautivo en una red inexplicable. La vida se
le hace una torpe maraa en su torno. Parece que una garra
torva le apagara, de sbito, todas sus llamas interiores. Pero,
al verla, al enfrentarse con ella, se le llena el mundo inespe-
radamente de claridades. Las sombras se dispersan. Su
dolor -su pena acerva- se escapa como un perro asusta-
do. Y un chorro de amaneceres se le cuela por dentro: Es
la magia del amor que todo lo transform y lo aclara:
En la luz celestial de tus miradas
un blsamo encontr,
que vertido en las lceras del alma
calm mi angustia cruel.
"Ven", "Quisiera", "A t", "Mensajera", "T y yo",
"Mis Trtolas", etc., ponen de manifiesto su acendrada sen-
sibilidad amorosa, su clima ntimo de enamorado ardiente y
franco.
Pero, la patria fu su fuente ms viva de inspiracin.
Cuba es su amada mejor, la que le roba el pensamiento, le
despabila el corazn, abrindole una brecha profunda en su
sueo. La llev siempre -ntimamente- en su sangre, en
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el tutano de sus huesos, en los redaos de su cuerpo. No
saba meditar sino en ella. Le preocupaba su destino. Le
afligan sus tropiezos. Le desvelaban sus sinsabores. Am
lo cubano con calor entraable. Y lo suyo -lo principeo,
lo camageyano- lo tuvo siempre de hinojos en culto ininte-
rrumpido y reverente.
Su vocablo se encinta y se pone de gala para hablar de
sus prceres: El Lugarea, Agramonte, Aurelia Castillo, Jos
Mart -por no citar ms- desfilan por su verso airosamente.
Se le ve el fervor que lo embargo -como su palabra se hinca
de rodillas, transida de admiracin y de respeto- al slo pro-
nunciar los nombres egregios de sus dioses penates.
Pero, no son ellos, solamente, los que le ponen en la
voz, inefables temblores y desatan todas las riendas de su
emocin. Es tambin Camagey -como tierra y como cuna,
como raz y como escala- el que se refugia en su verso,
como pjaro preso, que halla un nido:
Pueblo que adoro con entusiasmo,
donde mi infancia se desliz
y cuyo se.no los restos guard
de aquella madre que el ser me di ...
Para Cuba tiene sus alientos mejores. Todas sus campanas
se echan al vuelo -en evasin de jbilos y anhelos- al
repasar las cuatro letras de su nombre. La ve hermosa,
como el paraso prometido, con su tierra gaya, siempre to-
cada por la varita mgica de la primavera- sus montes
peinados y serenos; su cielo azul -como si fuera la misma
pupila de Dios- sus palmas -desafiantes y erguidas- aba-
nicndose en el aire; con su future incierto y su present
desigual y cambiante:
Cuba, tus flores puros y amenas,
causan del orbe la admiracin
y son tus playas las ms serenas,
pues cada grano de tus arenas
es un misterio del corazn...
Independentista inquebrantable, se pronuncia en contra
del anexionismo, en los minutes de dubitacin y de tanteos.
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No quiere que la bota del extranjero huelle nuestra campia.
Anhela que se cierren todos nuestros horizontes, al fantasma
aterrador de la anexin. Le espanta verse sometido, al yugo
forneo. La libertad es su signo. Suea que nuestra ban-
dera -sin trabas, ni obstculos- pueda flamear eterna-
mente a los cuatro vientos de la Isla:
Que en el cielo feliz de tu existencia,
como nmen de dicha y de esperanza,
no se apague jams, oh patria ma,
el brillo de tu estrella solitaria.
No fu Ricardo Correoso, un poeta de rigurosa formacin
acadmica. Los tiempos no se lo permitieron. Su cultural
la abrev, como pudo, bebiendo en las fuentes que encon-
traba a su paso. Autodidacto -como Varona-, lea y relea,
con avidez, tratando de despejar sus panoramas y de ensanchar
los lmites de su mundo interior. Y lleg a ser dueo y seor
de slidos y profundos conocimientos. Cultiv el verso con
subido entusiasmo. Los octoslabos, los decaslabos, endeca-
slabos y alejandrinos se le escapaban de la mano, graciosa-
mente, sin esfuerzos.
En lo estrfico, sus octavillas, dcimas, cuartetos, ser-
ventesios, redondillas, sptimas y estrofas de pie quebrado, no
deslucen entire los bardos de su hora.
Poeta popular -que desparramaba sus versos, dia-
riamente, desde las columns de los peridicos locales -su
Camagey lo llam el Vate Correoso. Es decir: El vaticina-
dor, el adivino, como los profetas del Viejo Testamento. Vate
porque intua el destino de su pueblo y lo exaltaba. Vate
porque encarnaba el alma de su provincia -que era la suya
misma- y la echaba a volar en sus composiciones. Porque
si como hombre padeci y como poeta so, como vate cant
las glorias y miserias de su tierra prcer.
9 de Marzo de 1957.
.Zc.. Me,,u, u ce..
-29-
POESIAS COMPLETES DE
RICARDO CORREOSO Y MIRANDA
PRTICO
Oh! libro que mis secrets
guards en tus blancas hojas,
y las penas y congojas
de mi triste juventud.
En muchas pginas tuyas
se encuentran de mis amores
tristes y marchitas flores
que agost la ingratitud...
T conservas los recuerdos
de mis dichas que pasaron;
de las horas que embriagaron
de ventura el corazn.
T guards con mis caricias,
mis suspiros y mis besos,
y los mgicos belesos
del pensil de mi ilusin. .
T eres mudo confidence
de los misterios del alma,
cuando en sus horas de calma
la ventura la embriag.
Oh! mi libro, t conservas
las endechas que otro da,
a la hermosa patria ma
mi ctara le ofreci!...
T guards, libro querido,
t guards entire tu seno,
de mis iras, el veneno;
de mi templanza, la miel.
T guards tambin las lgrimds
de mi tormento profundo,
los desengaos del mundo
y los que he sufrido en l ...
-31-
Sobre tu primera pgina
al abrirte hallar el hombre,
de Cuba el sagrado nombre,
que lo ha escrito el corazn!
De mi patria, de este suelo
que bendijo la fortune;
de caciques noble cuna
que devor la ambicin!...
Calle mi voz, que no quiero
renovar en mi memorial,
esa tristsima historic
que me condena a sufrir.
Al evocar ese nombre
se enlutece el pensamiento,
y tan turbado me siento
que no acierto a proseguir. .
T sers el compaiero
de mis tristes soledades,
que trasmita a otras edades
mis flores del corazn.
Mas di, si al abrirte un da,
es la mano de una hermosa,
que derrame en t, piadosa
mirada de compasin!. .
A mi madre idolatrada
tambin guards, libro mo,
del pensamiento sombro
una lgrima, una flor.
A ese ser que tanto debo
y que venero en el mundo
con entusiasmo profundo
y con inefable amor.
Cuando mi pobre existencia
quede por siempre extinguida,
y ni un tomo de vida
haga al corazn latir
Cuando descargue la muerte
en mi ser su golpe impo,
slo en ti un recuerdo fro
encontrar el porvenir.
-32-
Oh libro! do mis amores
vivirn por siempre escritos;
que los sculos benditos
conservas del trovador.
Cada una de tus hojas,
encierra una remembranza,
una dbil esperanza
marchita como una flor!
Guarda por siempre estas rosas
de mi corazn ardiente,
que no mueran tristemente
ni se marchiten all.
Que el mortal al aspirarlas,
lejos de viles traiciones,
las colme de bendiciones
acordndose de m!
-33-
MIS VERSOS
A la Sro. Isabel de Miranda de Agero
Ven a mis manos, oh lira ma,
calma las penas del corazn,
cese mi lloro,
rico tesoro,
y sienta el alma dulce alegra
hoy que me halaga la inspiracin.
An ya te escucho: tus vibraciones
gozo inefable me hacen sentir.
Oh, lira amada,
no ests callada,
deja que al eco de tus canciones
broten mis sueos del porvenir.
Porque es muy grato para el que llora
la hiel amarga de su dolor,
calmar un tanto
con dulce canto
y entire su angustia devoradora
las ilusiones guardar en flor.
Quin me cediera por un moment
la dulce lira de Milans,
de Joaqun Palma
de fuego el alma
y darte flores del sentimiento
que emocionado pongo a tus pies.
Los dulces sueos que all en mi infancia
loca la mente feliz forj,
los vi agostarse
y evaporarse
cual de la rosa dulce fragancia
que raudo el cfiro, arrebat.
Atrs, memories de mi pasado!
Cesen las penas de mi existir,
dejad que en calma
suspire el alma,
y que el present mire trocado
en ilusiones del porvenir.
-35-
Mis locos sueos, mis ilusiones
sus desengaos llorando estn;
con mis cantares
y mis pesares,
mueren del alma las expansiones
y se acrecienta mi negro afn.
Guarda mis versos como memorial
del arpa triste del trovador
que no es, cubana,
lisonja vana
de mi existencia la triste historic;
es un poema de mi dolor.
Guarda estos versos como las flores
ms exquisitas de mi vergel;
son de mi lira
cuando suspira
ayes, lamentos desgarradores;
lgrimas tristes, gotas de hiel.
Lgrimas tristes que van mezcladas
en mis recuerdos con efusin;
glorias queridas
que veo perdidas
y cual las flores arrebatadas
de los pensiles del corazn.
Calle mi lira que el alma siento
desesperarse; no puedo ya;
silencio guard
-qu espera el bardo
si ve nublado su pensamiento,
si su esperanza muriendo va!
Guarda esta ofrenda como memorial
del arpa triste del trovador;
que no es, cubana,
lisonja vana;
de mi existencia la triste historic;
es un poema de mi dolor.
-36--
A CUBA
Venid oh brisas! del bosque umbro,
traed perfumes del corazn
y abrid las puertas de mi albedro;
porque yo siento del pecho mo
batir sus alas la inspiracin.
Venid, que el bardo del sufrimiento,
busca del gozo la plenitud;
venid joh brisas! callado viento,
llevad las notas del sentimiento,
las vibraciones de mi laud.
Venid que quiero cantar al suelo
donde se oculta mi pobre hogar,
all en las noches de cruel desvelo,
viendo los astros del almo cielo
que al bardo invitan a meditar! .
Cuba, tus flores puras y amenas
causan del orbe la admiracin;
y son tus playas, las ms serenas,
pues cada grano de tus arenas
es un misterio del corazn! ...
Cuba, mi patria, yo te venero,
y hoy a t sola puedo cantar;
t eres refugio del extranjero
que en raudo esquife viene ligero
tus bellos, lares a contemplar.
Quin en tus campos, joh patria ma!
feliz, tranquilo, no cree vivir?
Quin en tus lunas no se extasa,
si son raudales de poesa
que hacen al alma de amor sentir?
-37-
Cmo no amarte si mis anhelos
patria querida yo te los doy?
Cmo no amarte con puros celos,
si eres la cuna de mis abuelos
y del poeta que canta hoy?...
Amarte siempre, esa es mi gloria,
morir cantando ser mi ley;
y nunca, nunca de la memorial
podr borrarse la amarga historic
de aquellos tiempos del siboney.
Todo es al hombre, triste, sombro,
cuando abandon su dulce hogar;
todo a su vida le causa hasto,
la flor, el alba y el murmurio
del arroyuelo que besa el mar.
No quiera el cielo que mis canciones
a extraas tierras vaya a entonar;
que estn en Cuba mis ilusiones,
y de mi madre las afecciones
que nunca el alma podr olvidar!
Llegad oh brisas! a mi reclamo
frescas y hermosas traed a m,
de las riberas que tanto amo,
lirios azules del ro Bayamo
y pasionarias del Yumur.
Que yo aspirando su esencia, ufano,
de mis campias con otra flor,
pondr en mis versos !pobre cubano!
cuando la muerte con ruda mano
hiera la frente del trovador...
-38-
EL CAMAGEY
(A mi amigo Vctor Fano Sedeo)
Entre palmeras y mansos ros
cual nido oculto lucir se v,
la hermosa tierra, que de los bravos
en otros tiempos la cuna fu ...
La hermosa tierra, vergel de flores,
foco de vida, de luz y amor;
la hermosa tierra camageyana,
el pueblo heroico por su valor.
Pueblo que adoro con entusiasmo;
donde mi infancia se desliz,
y cuyo seno los restos guard
de aquella madre que el ser me di.
Mgica tierra de mis ensueos,
donde su nido form el placer,
pues son tus hijas las ms hermosas
"que ojos humans pudieron ver".
Ellas encantan con su sonrisa;
ellas abrasan con su mirar;
con sus virtudes y sus amores
hacen al hombre feliz soar.
Les di la madre naturaleza
el noble aspect de hur gentil,
y primavera puso en su frente
lirio de mayo, rosas 'de abril.
Mi noble tierra camageyana,
vergel de flores de grato olor,
bella Circasia, suelo fecundo,
musa inspirada del trovador!
-39-
T eres el pueblo por excelencia
rico en virtudes, que adoro yo;
pueblo valiente que en larga lucha
un nombre digno se conquist. .
Por esa senda que has emprendido
nunca te olvides de proseguir,
para que alcances ventura y gloria
all en los brazos del porvenir!
-40-
PATRIA!
Venga a mis manos la callada lira
quiero cantar las glorias de mi patria,
dedicando a sus hroes y sus mrtires
las puras flores del vergel del alma.
Del apstol Mart la ilustre sombra
en su tumba gloriosa se levanta,
para pedir que Cuba no se pierda,
tronchando para siempre su esperanza
Que el corazn mezquino que se olvida
a impulsos de ambicin desenfrenada
del hermoso ideal que tanta sangre
cost a la noble dignidad cubana,
es tan slo traidor que se rebela
contra el noble principio de una causa,
que al extranjero vende su vergenza,
de "Independencia o Muerte", la palabra.
Quiera el destino joh Cuba! patria ma,
Cuba de mis creencias adoradas,
que a tu suelo fecundo y prodigioso
jams insulte la extranjera plant,
que el corazn cubano fiel y puro
por tu progress fervoroso lata,
sustentando la idea salvadora
de sostener tu independencia santa.
Tu independencia! el ideal sublime
que en ciudadano convirtiera al paria;
-41-
que hizo de Mart, prcer ilustre
y de Agramonte un luchador sin mancha,
que tu gran porvenir jams lo enlute
la nube negra de fatal desgracia,
sin que se cierna en tu horizonte bello
de la anexin aterrador fantasma.
Que seas regida por tus sabias Leyes
product fiel de inteligencia clara,
no de vil inters la resultante
ni un estpido efecto de ignorancia,
para honro y provecho de tus hijos
que a ser no vuelvas la infeliz esclava
del que queriendo poseer tu suelo
hundirte en el abismo slo trata.
Que en el cielo feliz de tu existencia
como nuncio de dicha y esperanza,
No se apague jams, oh! patria ma,
el brillo de tu estrella solitaria.
-42-
EL LUGAREO
Dadme mi lira, ddmela que siento
dijo en sus versos el divino Heredia,
para encomiar a un prcer de la patria
que fu de Cuba rutilante estrella.
El noble Lugareo, gran patricio,
cuyo recuerdo el corazn venera,
dechado de virtudes sacrosantas
que brillan como un sol en la conciencia.
En este pueblo se meci su cuna,
el pueblo de la ilustre Avellaneda,
en donde Agero recibi la muerte
por amor a la santa Independencia.
Donde Agramonte en ardorosa lid
ofrend por la patria su existencia,
hacindose notar entire los bravos
por su heroico valor y su grandeza.
As del Lugareo ilustre nombre
la fama de los grandes le recuerda
y no puede borrarse su memorial
en todo pecho que por Cuba sienta.
Ante su efigie noble y majestuosa
los hombres de maana se congregan,
recordando la historic de su vida
al tributarle merecida ofrenda.
Los series que consagran a la patria
su esfuerzo personal, su inteligencia,
obtienen de los pueblos generosos
la eterna gratitud por recompensa.
-43-
IGNACIO AGRAMONTE LOYNAZ
De Agramonte la memorial en el alma eternamente
como luz que no se apaga para siempre vivir;
en la historic de los hroes como sol resplandeciente
de sus picas hazaas la grandeza brillar.
El valor y la hidalgua su carcter distinguieron;
el amor a su bandera fu su santa religion,
por la patria di6 su vida y sus huestes combatieron
por ver librada a Cuba de tirnica opresin.
Con alma de espartano luch con gran bravura
por obtener de Cuba la hermosa redencin,
nimbado por la gloria cay desde su altura,
ofrendando a la patria su f y su corazn!
Su muerte fu terrible y Cuba entristecida
del hijo predilecto la prdida llor,
porque al morir el hroe, porque al perder su vida
de libertad y gloria su estrella se eclips.
Moradas siemprevivas dedico a la memorial
del hroe legendario, del gran libertador
que tuvo como rasgo sublime de su historic
por lema la vergenza, por smbolo el honor.
JOS MARTI
"Un hombre muere, pero un pueblo nace".
Cay en "Dos Ros" para dar al mundo
gran prueba de su honrado patriotism;
apstol de una idea redentora
que se vi por los suyos combatido.
Surgi como una estrella iluminando
las tinieblas de odioso oscurantismo;
muy alto proclam la democracia,
llegando de su amor al sacrificio.
Labor con tesn para que Cuba
fuera libre pas, prspero y rico;
y no un pueblo de parias ignorantes,
sin nombre, sin honor y sin prestigio.
Sucumbi por la santa Independencia;
fu mrtir y poeta esclarecido
que cant en estrofas inmortales,
de su patria el valor, el herosmo.
Propagandista fiel de noble causa,
de alma serena y corazn tranquilo,
resaltando en sus bellos pensamientos
las hermosas parbolas de Cristo.
Quiso ver a su tierra engrandecida
y luch sin cesar, con noble ahinco,
por derrocar al infamante imperio
de un gobierno inmoral y corrompido.
Fu un enviado de Dios para salvarnos,
otro nuevo Mesas prometido,
que surgi como surgeon las estrellas
en la inmensa extension del infinito .
II
"Con todos, para todos", fu su lema;
una patria cordial, un paraso,
y no un pueblo de series ambiciosos
que su doctrine olvida, envilecido,
En la historic del mundo americano,
ser siempre su nombre enaltecido
y de su gloria el sol resplandeciente,
como lema de amor, vivir escrito. ..
-45--
CANTO A LA PATRIA
Oh, patria!, yo te saludo
entusiasta y reverente,
viendo lucir en tu frente
de Libertad el escudo.
Roto el apretado nudo
de oprobiosa tirana
vi la esclava que gema
al peso de sus cadenas,
trocarse sus rudas penas
en fraternal alegra.
Con tus palmas y tus flores
y tu cielo encantador,
eres la tierra mejor,
la cuna de mis amores.
Inspirados trovadores
te dan alegre cancin,
porque tus campias son
un codiciado tesoro
con sus arenas de oro
y hermosa vegetacin.
Mas no obstante, patria ma,
de ser grande tu progress,
yo siento en el alma el peso
de letal melancola.
La natural poesa
de pintoresca montaa,
morir con fiera saa
y es necesidad segura
que baje la agriculture
para que suba la caa.
Segn joh Cuba! estoy viendo
que pierdes un gran caudal;
tu belleza forestal
que va desapareciendo,
por un error estupendo
-46-
no tendrs bellos paisajes
do de floridos boscajes
salgan corriendo a bandadas,
tojosas de las caadas;
sinsontes de los ramajes.
Del hacha del leador
al golpe rudo y tremendo,
tus montes irn cayendo
con lamentable furor.
El sitiero con dolor
no apercibir en el llano
la voz del tiple cubano;
pues segn el tiempo avanza,
va perdiendo la esperanza,
mudo en su rigor tirano.
Oh, Cuba!, todo ha cambiado
en el sentido moral;
por un camino fatal
tu porvenir se ha extraviado.
No queda de tu pasado
ms que una sombra ligera,
pero al verte placentera
de esclavitud redimida,
bajo de tu noble gida,
el alma lucha y espera.
Espera con gran anhelo
e indefinible placer,
sin que jams llegue a ser
ensangrentado tu suelo.
Espera, lucha y anhela
que la intriga y la ambicin,
no enluten el corazn
de la virgen de Occidente,
ni que se apague en su frente
la estrella de su ilusin.
-47-
Son los anhelos sinceros
del que en horas de dolor,
supo tender al clamor
de tus ayes lastimeros.
La espada de tus guerreros,
de tu Agramonte inmolado,
joh, Cuba!, te han libertado
de oprobiosa esclavitud;
vierte flores mi laud
en su sepulcro sagrado.
Ruega a Dios en su plegaria
un alma noble y sincera,
para que el fulgor no muera
de tu estrella solitaria.
Que noble y hospitalaria
bajo de tu sol fecundo
llena de placer profundo
te alces venturosa y clara
envuelta en la luz de Yara
para admiracin del mundo.
-48-
T Y YO
T que en plena juventud
sientes en el corazn,
verdadera inspiracin
por la patria y la virtud.
Arranca de tu laud
en armnico lenguaje,
bajo el florido ramaje
o la frondosa palmer,
una nota placentera
.para alegrar el paisaje.
Que slo en tu fantasa
puede haber luz y colors,
sueos, sonrisas y flores,
encantos y poesa.
No est como est la ma
tu alma candorosa y pura;
de mi alma en su tristura
es patrimonio el dolor;
de la tuya es el amor;
es la mgica ventura!. .
No olvides que en el camino
de la vida nos hallamos,
y tras un bien nos lanzamos
que nos oculta el destino.
Fatigado peregrino
soy yo, t la blanca estrella
que vvida luz destella,
sobre un horizonte oscuro;
la sonrisa de un future
y la esperanza ms .bella.
T, la rosa del pensil
que guard en su casto broche,
las lgrimas de la noche,
los sculos del Abril.
-49--
T, cefirillo sutil
que exhalas sobre mi frente
de los campos el ambiente,
de los flores el aroma;
rayo de luz cuando asoma
la aurora por el Oriente.
Yo el infeliz caminante
que vive sin ilusiones,
al rumor de sus canciones,
con el alma agonizante.
Un corazn palpitante
que al human bien coadyuva
y pugna para que suba
hasta Dios una oracin,
pidiendo su redencin
y la libertad de Cuba.
Que no es possible vivir
bajo un gobierno infamante,
que nos humilla bastante
y nos condena a sufrir.
Cese, pues, tanto gemir
y situacin tan precaria,
llegue al cielo una plegaria
y haga el Dios de la razn,
salga triunfante el pendn
de la estrella solitaria.
Maana, quizs maana
muy lejos de tu presencia
en el rigor de la ausencia
est mi tumba cercana!
Oye, pues, linda Cubana:
si por desgracia, la suerte
me priva volver a verte,
coloca con sentimiento
un morado pensamiento
en el lugar de mi muerte...
-50-
Que siendo t como eres,
por natural condicin
y cubano corazn,
la reina de los mujeres,
que siendo de los placeres
el smbolo ms cabal,
guard tu pecho leal
sin que la traicin la venda,
de mi amor la pura ofrenda
a tu ser angelical.
Que si volviese a sentir
renacer nuevos antojos,
con el fuego de tus ojos
y tu blando sonreir,
ese ser el porvenir,
la eterna felicidad
que calme tanta ansiedad;
y adis, dice, hasta maana,
el que pone aqu, Cubana,
Patria, Dios y Libertad.
-51-
LUZ Y PROGRESS
No del esclavo ya la voz se escucha
ni las lgrimas tristes del cautivo
vienen a herir al corazn de muerte
ni a salpicar las flores del camino.
El sol de Libertad, radiante y puro
su luz esparce sobre el negro abismo,
rasgando las tinieblas que cubrieran
otro tiempo al espritu abatido.
Oh! santa Libertad, hija del cielo,
t le brindas aliento al peregrino;
engrandeces los pueblos, y a la patria
haces que vuelva el infeliz proscripto.
De t brota la luz, nace el progress,
todo sigue su march, dulce asilo
en t encuentran las ciencias y las artes
y a tu paso, se siente engrandecido.
T le prestas vigor al pensamiento,
al alma, noble y elevado instinto;
t quebrantas la estpida ignorancia;
el criminal error del fanatismo.
Eres de Dios emanacin supreme,
que transformas la Tierra en Paraso.
No hay mortal que en sus penas no te invoque;
hermosa Libertad, nombre dulcsimo!...
Eres cual astro que en tranquila noche
sobre un cielo de oro suspendido,
alumbras con tu luz al caminante
en la ruda aspereza del camino.
Nave de salvacin, seguro puerto
en donde encuentra bienhechor abrigo,
el siervo encadenado en su tristeza,
ausente de la patria. . perseguido.
-52-
Quin no te ama, quin no te venera
brillante creacin de un Dios divino?
Quin que sienta el pesar a t no clama
del ms dulce entusiasmo posedo?
Todos a t te buscan y te adoran;
tu luz, como la luz del Cristianismo,
el corazn rebosa de esperanza,
dndole al alma vigoroso instinto.
Te bendicen las flores y las aves
en amoroso y plcido retiro,
del hombre el corazn, y hasta el insecto
que vive entire las hierbas escondido.
Todo lo abarca tu potente imperio,
misterioso poder de lo divino,
que sujetas los mundos a tus leyes
en la inmensa extension de lo infinito.
Por eso al evocar tu bello nombre,
se siente el corazn, de gloria henchido
y al darle libre curso al pensamiento,
nada se atreve a detener tu giro.
Hermosa Libertad, yo te saludo
con f sincere y entusiasmo vivo'
Progreso y Libertad del ser supremo
sobre la faz del cielo dej escrito.
-53-
CANTEMOS
Canto, poeta, con lira de oro
las impresiones del corazn,
en verso fcil, dulce, sonoro,
noble destello de inspiracin.
Ama la tierra donde has nacido,
su vieja historic, su antiguo sol,
mudo testigo de mil hazaas;
ya que te honra ser espaol.
Aqu el arrullo de las palmeras
oyendo arpegios del ruiseor,
vives tranquilo como la alondra
que encuentra nido de paz y amor.
All en tu patria, donde la uva
produce frutos de gran sabor,
cual de mi Cuba, no tiene el cielo
luna tan clara ni azul color.
Cuba es la tierra de mis ensueos;
patria que adoro con gran fervor,
pues cada grano de sus arenas,
es un misterio del corazn. .
Del gran Pelayo, tiene la patria
donde tu infancia se desliz,
la heroica historic, glorioso nombre,
la just fama que conquist.
Mas yo, de Cuba, con arpa de oro,
canto el prestigio, canto el valor
de un Agramonte de noble historic;
"ya que te honra ser Espaol".
Cuba es la tierra de grandes hroes,
do se cosecha con gran primor,
la rica azcar que da la caa,
siendo del orbe la admiracin.
Cantemos ambos, de sus campias,
al arroyuelo murmurador;
al cielo hermoso con sus estrellas;
a los destellos de ardiente sol.
Que amar la patria, es una gloria,
deber sagrado, es gran honor;
ella es el mvil de nuestras ansias;
la f del alma, la religion.
Cuba, la perla del mar Caribe,
verlo dichosa, es mi ambicin,
gloria a sus heroes, gloria a sus mrtires!
Hermosa tierra de luz y amor
-55---
MADRE
En la festividad de hoy, a la memorial de mi madre,
la seora Pepilla de Miranda y Boza de Correoso.
Oh! madre, nombre divino,
fuente de amor y consuelo,
f del alma, luz del cielo
para el triste peregrino.
T de Dios perfect hechura
que en tu elevada misin,
viertes en el corazn
el raudal de tu ternura.
Ser que nuestro amor encierra,
estrella polar que gua
del hijo que se desva
los pasos sobre la tierra.
En su noble compasin
con nuestras desgracias llora;
misteriosa alentadora
del human corazn.
Ella los pesares calma
de nuestro breve existir,
en el profundo gemir
de las angustias del alma.
Ella nos muestra el camino
del honor y la virtud,
aunque amarga ingratitud
cruel le reserve el destino.
Ella es today abnegacin,
amor, cario profundo,
lo ms hermoso del mundo,
la llave del corazn.
-56-
Puede haber dicha mayor
que una madre en su embeleso
imprima en la frente un beso
del vstago de su amor?
Habr quin con f no implore
cuando su llanto derrame,
quin a su madre no llame,
quin a su madre no adore?
Bendita, pues, la mujer
de virtud noble dechado,
que de madre haya llegado
el ttulo a merecer.
Fiel admiro en mi sentir
de su amor las nobles huellas;
las madres son las estrellas
que alumbran el porvenir.
-57-
A MI PADRE
En el aniversario de su muerte
Padre! misterioso nombre
que evoca el alma sombra,
sofada esperanza ma,
que la Parca arrebat.
Siete abriles yo contaba
cuando el beso de la muerte
iay! a merced de la suerte
sin tu abrigo me dej.
Siete abriles, padre mo,
edad plcida y risuea,
en que la vida halagea
se sustenta de ilusin.
Desde esa edad venturosa
se enlut mi pensamiento
y tu paternal acento
no acaricia al corazn!
Desde entonces es mi vida
cual un campo sin verdura;
como una flor sin frescura,
sin perfumes ni arrebol.
Yo te busco entire las sombras
de la noche despejada
y all en la tarde azulada
al morir el almo sol.
-58-
S, te busco delirante,
porque feliz me juzgara
si en mis brazos te estrechara
cual lo haca en la niez.
Ms el hielo de la muerte
al destrozar tu existencia,
te llev de mi presencia
ya para siempre tal vez. .
Adis! en tu aniversario
el alma llena de luto,
te consagra este tributo
de eternal veneracin.
Recbele, padre mo,
t que moras en la gloria,
como una santa memorial
de mi amante corazn...
-59-
EL DRAMA DEL CALVARIO
Del Glgota en la cumbre con todos sus horrores
un drama se realize tremenda iniquidad!...
al pie de dos ladrones, vilmente escarnecido,
un cuerpo es maltratado con brbara impiedad.
El cuerpo del Gran Mrtir que vino a este planet
a libertar al hombre de infame esclavitud;
que alcanza como premio de redencin sublime
del ser empedernido la amarga ingratitud.
Ante aquel espectculo el nima afligida
por tan horrendo crime se siente estremecer;
el sol y las estrellas ocultan sus fulgores
y un manto de tinieblas se extiende por doquier.
El mundo avergonzado revela su tristeza,
su pena desgarrante, su universal dolor,
y en profundo mutismo tal parece que lloran
el cfiro y la fuente, el pjaro y la flor.
En medio de aquel cuadro que causa gran pavura,
clavado en vil madero por la barbarie cruel,
el salvador del mundo con doloroso acento
"Sed tengo", exclama, hasta apurar la hiel.
Era tal su tormento, tal era su torture,
que en moments de duda sentase morir.
"Por qu me abandonis?", pregunta vacilante,
rasgando el denso velo de obscuro porvenir.
Volvindose a su madre le dice con ternura:
"Ah tienes a tu hijo", el fiel apstol Juan
y a ste igual le dice el Cristo prometido:
Ah tienes a tu madre" que adoro con afn!
"iOh! Padre, entire tus manos mi espritu encomiendo",
exclama reverente la voz del Gran Jess;
el rey de los profetas, el ser de Dios ungido,
encarnacin perfect, espritu de luz.
-60-
El buen ladrn al verle le dice acongojado,
"Cuando ests en tu reino acurdate de m",
mas Cristo le responded al hombre arrepentido:
"All en el paraso sers conmigo, all".
Del noble Nazareno terminal este episodio,
dicindole a su Padre: "ya consumado est",
cerrando sus pupilas, al Dios Omnipotente,
su espritu devuelve el hijo de Jehov.
Su alma generosa nimbada por la gloria,
entrega humildemente al Padre el Gran Jess,
dejando por trofeo, de espinas la corona
por norma su doctrine, por smbolo la cruz.
II
Desde el fin de aquel drama gran tiempo ha transcurrido,
el hombre no ha cambiado de inicuo proceder,
parece que ha olvidado la historic del Calvario,
los grandes sacrificios que supo Cristo hacer.
Perdida all en la noche de vil corrompimiento,
dormida a los halagos de cruel perversidad,
camina por la senda del vicio y sus estragos
borracha de placeres la injusta sociedad.
Tal parece que el mundo no trata ni se esfuerza
por dejar el camino que le conduce al mal;
y cubierta de harapos se burla la justicia,
las leyes se vulneran, se insult la moral.
Qu fruto se ha obtenido con la sangre vertida
del noble Jesucristo cumpliendo su misin?
Yo pido al Dios del cielo, en santas oraciones
que tengan los mortales ms puro el corazn.
Desde el fin de aquel drama que fiel se conmemora
gran tiempo ya ha pasado. Cun triste realidad!
En su constant lucha de intrigas y ambiciones
son los hombres iguales, la misma humanidad.
-61-
EXHALACIONES
A A...
Se han alejado mis esperanza
mis alegras todas han muerto,
todas mis flores se han deshojado
por los rigores de un triste invierno.
Ya de mis das primaverales
slo me quedan pobres recuerdos;
los desengaos han destrozado
con rudo golpe mi sentimiento.
Qu son las glorias del triste mundo
si de amarguras suspira el pecho?
No hay ms que penas torturadoras;
no hay ms que horribles presentimientos.
En esta vida, todo es negrura;
grandes desdichas, males acerbos;
las ilusiones son fuegos ftuos,
ligeras nubes que arrastra el viento.
En el gran libro de la memorial,
grandes verdades ha escrito el tiempo!
Slo me quedan rosas marchitas
al leve soplo de los recuerdos.
T que deliras con la esperanza
de ver colmado tu just anhelo,
y que soando con tus amores
buscas la dicha de un juramento,
nunca te olvides de mis palabras,
que al verte alegre llegar al templo,
entire el perfume de tus jazmines
ir a perderse mi pensamiento.
-62-
OYNDOLA TOCAR EL PIANO
Del piano sonoro los blancos marfiles
dominas airosa, cubana gentil;
tu mano de artist, tu genio sublime
el alma transportan a un mundo feliz.
Qu notas ms dulces! parecen del cielo
preludios que un ngel bajado de all,
nos trajo a la tierra, de Dios mensajero,
en rpido vuelo oyndote a t.
Tu genio de artist la fama pregona,
oh! nifa amorosa, temprana ilusin
que al alma desciende cual mgico aroma
de un mundo ignorado de dicha y de amor.
Tu mano preciosa con tal maestra
le roba a las notas secret poder,
que el alma a su influjo del mundo se olvida
por una existencia sin gotas de hiel.
Qu notas ms dulces! produce tus manos!
del arte divino la fiel expresin,
parecen que brotan del regio teclado
de un ave canora sollozos de amor.
De un vals escuchando la suave cadencia,
del vals que con gusto t sabes tocar,
un alma doliente, un alma ya muerta
se siente dichosa feliz dormitar.
Permite al poeta que canta tus gracias
que admira tu genio, cubana gentil,
te d de sus flores la dulce fragancia,
que muera tranquilo oyndote a t.
-63-
CONTESTACIN
A L.C.
Cada concept que arranco al arpa,
cada suspiro, cada cancin,
es una hoja que se desprende
del rbol mustio del corazn.
Y cada nube que en el espacio
fugaz contemplo desparecer,
es cual del hombre las ilusiones
que realizadas no llega a ver.
Y cuando miro la tibia aurora
en el Oriente su faz lucir,
al leve soplo de los recuerdos
siento mi pecho veloz latir.
Cuando la noche su negro manto
tiende del ter por la region,
entonces vienen hondas y tristes
meditaciones al corazn! ...
Y cuando hieren las tiernas manos
las suaves notas de tu laud,
pulsar quisiera lira de oro
para expresarte mi gratitud.
Aunque no tienen mis pobres cantos
como los tuyos inspiracin,
para ensalzarte, tienen, amigo,
ecos que brotan del corazn.
Cantemos ambos a nuestra patria,
con fuego ardiente, con f y amor;
lloremos ambos sus desventuras,
deber sagrado del trovador.
Oh! cuan dichoso yo me juzgara
viviendo exento de padecer,
si cual el pjaro, all en la fronda
feliz y libre pudiera ser.
-64-
Que el hombre vaga por este mundo
en pos de dicha, lealtad y amor,
y por el fruto de sus afanes
recoge espinas y sinsabor.
En esta vida, falsa ilusoria,
es una negra fatalidad,
entire tormentos y privaciones
vivir el hombre sin libertad! ...
Vivir el hombre, bardo sensible
siempre cubierto con la ficcin,
mirando triste gemir opreso
por rudas penas el corazn.
Este destino triste y amargo,
nunca cesara de bendecir,
si del esclavo las ligaduras
las viera rotas mi porvenir.
-65-
NO ES POSSIBLE CANTAR!
Ya no es possible con dulces ritmos
cantar alegre, nia del alma;
cuando se vive sin ilusiones
al sentimiento todo le falta.
Cuando en instantes de cruel angustia
dulce sosiego no tiene el pecho,
porque se esfuman las esperanzas;
porque sus goces todos han muerto.
La pobre vida no tiene encantos,
porque no existen ya los placeres;
slo las penas, las amarguras,
que cual abrojos al pecho hieren...
Triste y cansado va el caminante
de su existencia por el sendero,
sin que las rosas crepusculares
animen, tiernas, de amor el cielo.
Mas, de qu sirve vivir luchando
cuando en la vida, de hermoso ensueo
la flor divina que adora el alma
no esparce aromas, no tiene besos?
Pobre viajero que va cruzando
en noche amarga de soledad,
la tortuosa send del mundo,
sin ver colmado su ardiente afn.
De ingratitudes y falsedades
para el que sufre todo est lleno;
entire las brumas de su pasado
al triste soplo de los recuerdos.
-66-
Las bellas flores de su alegra,
las negras penas han marchitado,
y por roco tiene las lgrimas
del sufrimiento, del desengao. .
No me preguntes, nia amorosa,
la grave causa de mi tormento,
ni porque vivo triste y sombro
vindolo todo, negro muy negro.
Es que en el libro de la existencia
pginas tristes ha escrito el tiempo
pues las traiciones de almas mezquinas,
slo han dejado males acerbos.
Ya no es possible con dulce ritmo
cantar alegre, nia del alma,
cuando se vive sin ilusiones,
al sentimiento todo le falta.
-67-
MEMORIES DEL PASADO
Poesa escrita para la apertura
de la Sociedad El Lugareo.
De ilustre prcer la brillante historic
la mente de un cubano la recuerda,
al evocar memories de un pasado
de esclavitud, de horrores y miserias.
Un pasado de grandes desventuras,
de opresin, privaciones y tristezas,
en que un pueblo sufra aletargado
el peso abrumador de sus cadenas.
El ciudadano convertido en paria,
sin campo la fecunda inteligencia,
la voluntad coartada y restringida,
para baldn la libertad de imprenta.
Sin la libre emisin del pensamiento
sintiendo el alma la esperanza muerta,
sin cultural mayor, sin adelanto,
llevando siempre la mordaza puesta.
En medio de aquel caos de ignorancia
como rayo de luz en las tinieblas,
surge un patricio de virtud modelo
que labor por las cubanas letras,
fu un incansable luchador, caudillo
del progress social de aquella poca,
que con su pluma seal a las masas
del bien comn la redentora senda.
l fu el primero que llevara a cabo
la obra colosal o gigantesca
de unir dos pueblos de la misma estirpe
para ser ms possible su existencia.
-68-
Del progress la gran locomotora
llev hasta el puerto con veloz carrera,
atravesando frtiles campias,
el comercio, la vida, la riqueza,
despus de largo tiempo transcurrido
se cumpli del destino la sentencia,
pasando a manos de poder extrao
de El Lugareo la obra predilecta.
Dejad que de mi lira entristecida
pulse entusiasta las doradas cuerdas,
para encomiar de Betancourt el nombre,
el amor, la virtud y la grandeza.
Un monument de eternal memorial
su pueblo con justicia le reserve,
rindindole tributo merecido
de su gran patriotism en recompensa.
Honor para los grandes de mi patria,
que al mundo dieron relevantes pruebas
de cultural, de amor y de altruismo,
consagrando al progress su existencia.
El sol resplandeciente de su gloria
brillar como brillan las estrellas
en la bveda azul de nuestro cielo,
como luz esplendente en la conciencia.
-69-
A MI MADRE
Oh mi madre! cuntas veces
al despertar la alborada,
ajena de sufrimientos
yo feliz te contemplaba. ..
Cuntas veces por la tarde
te vi en tu florida estancia,
cuando Febo en el poniente
oculta su frente plida!
Hoy, qu queda de aquel tiempo
dulce madre idolatrada,
sino en la mente recuerdos
llenos de penas y lgrimas? ...
Recuerdos que irn conmigo
sepultados en el alma,
cuando marchite las flores
de mi existencia la parca.
No vengais gratos recuerdos,
placenteras remembranzas,
a renovar de mi pecho
la dulce historic pasada.
Dejad que en paz el poeta
pulse las cuerdas del arpa,
para cantar las bellezas
y las glorias de la patria.
Que yo nac en este suelo
al arrullo de las palmas,
oyendo de los sinsontes
melanclicas trovadas.
Que yo alegre cuando nio
mi sed ardiente calmaba,
de limpio y manso arroyuelo
en el cristal de sus aguas.
-70-
Cun dichoso era yo entonces!
Qu tranquila era mi infancia!
Entre sueos de ventura
las horas se deslizaban! ...
Jams cre que en el mundo
llena de pesar el alma
probara los desengaos
de una realidad amarga! .
Oh mi madre! t comprendas
cuales son mis locas ansias,
mis callados pensamientos
y mis libres esperanzas!...
No vuelvas nunca, no vuelvas
a tu campestre morada,
que all las flores no ren,
pues viven tristes y plidas. .
Yo te dar de mi afecto
en muestra, madre adorada,
una corona tejida
de siemprevivas y dalias.
Y al recibirla, no olvides
que en esta existencia amarga,
esas flores se sustentan
de mis besos y mis lgrimas.
-71-
A MI ESPOSA
T la dulce compaera
a quien lo existencia ma
consagr por vez primera,
la estrella que placentera
alumbr mi fantasa.
En mi lbrego camino,
angel de amor inocente,
cual lucero matutino
de luz un rayo divino
enviaste sobre mi frente.
Para mi pecho angustiado
fuiste blsamo de amor
por el cielo derramado
para dejar enjugado
el llanto de mi dolor.
An recuerdo todava
aquella terrible ausencia,
aquella triste agona
en que sin f yo viva
del destino a la inclemencia.
Lejos de mi pobre suelo
de mi alma atribulada
fuiste bienhechor consuelo,
pues quiso ponerte el cielo
en mitad de mi jornada.
-72-
LAURA!
A la falda de una loma
entire laureles y palmas,
se alzaba una humilde choza,
de la inocencia, morada.
All sobre el verde csped
de aquella escondida estancia,
una joven, sola y triste
al pi de una cruz lloraba!
Y en vez de fresco roco
las flores se alimentaban,
del arrullo de sus quejas,
con el riego de sus lgrimas!
Apenas catorce abriles
la nia infeliz, contaba,
cuando la dej la muerte
afligida, solitaria.
Y junto a la cruz, en forma
simtrica colocada,
mir una rstica piedra
con las siguientes palabras:
"Aqu yacen para siempre
los despojos de una anciana;
es mi madre, orad por ella,
rogad a Dios por su alma!"
Parece que el infortunio
sobre aquella dura lpida,
del corazn de una hurfana
grab esta inscripcin amarga.
A poco torn los ojos
y vi en la modest estancia,
ostentar ricos primores
un jarrn de flores varias,
siemprevivas, madreselvas,
tulipanes, rosas blancas,
azucenas, romerillos,
lirios silvestres y dalias.
-73--
Todas formando festones
preciossimas guirnaldas,
trocaban en paraso
aquella humilde cabaa;
con profundo sentimiento
tronch una dalia morada,
y con ella orn la frente
de la virgen que lloraba,
Adis! entonces la dije;
Infeliz desventurada,
que Dios alivie tus penas,
Que el cielo enjugue tus lgrimas!
II
Del florido mes de Enero
al despertar la alborada
en busca fui de la hurfana
al sepulcro de la anciana.
Oh sorpresa! .otro sepulcro
a mi presencia se alza,
y sobre su losa fra
escrito el nombre de Laura!
en lgubres reflexiones
qued sumergida el alma,
y despus grab estas letras
en el tronco de una jagua:
Detn el paso, viajero
y dirige una mirada,
aqu, do yacen por siempre
la virtud y la desgracia!
-74-
A DIOS
De oscura noche en el silencio grave,
en el dulce rumor de la corriente,
en las ondas del lago transparent
y en los suspiros de Favonio suave;
en los trinos de amor que lanza el ave
al despertar la aurora en el Oriente,
y en los rayos de Febo, en Occidente,
deja, mi Dios, que tu poder alabe:
que en todo lo que existe y tiene vida
tu majestad sublime se revela:
t curas del pesar la cruel herida;
tus dones y tu amor el orbe anhela,
desde la estrella en el azul perdida
hasta el insecto que en las flores vuela.
-75-
LA FLOR MARCHITA
Flor cuyas galas marchit el esto
ay cuan rauda pas tu primavera,
ya no existe, infeliz, en tu pradera,
por tu mal una gota de roco!
Tus ptalos, no besa el manso ro,
muerta de tu ilusin la luz primer,
cual blanca nube en su veloz carrera
se ha evaporado tu existir sombro.
Dbil juguete de fugaz tormenta
esa pompa que en la flor se admira;
su hermosura gentil ya no se ostenta;
triste y marchita por el suelo gira,
si esperanza y amor la flor alienta,
esperanza y amor, todo es mentira!...
-76-
A LA ESPERANZA
CANTO
(Vive en la infancia venturoso el hombre
respirando perfumes de inocencia).
Dulce esperanza divina
que el alma triste, alimentas,
t le consuelas, le alientas
y le mandas a esperar.
Oh esperanza! yo te adoro
y en esta vida ilusoria,
eres ensueo de gloria
que me halaga sin cesar.
II
Quin en su dolor vehemerte
no contempla la esperanza,
como iris de bonanza
que ilumina el porvenir?
En este mundo de penas
donde la maldad se anida,
sin esperanza la vida
es la muerte el existir.
1.II
Cuando el hombre en su delirio
vaga en pos de la ventura,
y dolores y amargura
slo encuentra por doquier;
entonces, fija angustiado
su mirada en lontananza,
y al beso de la esperanza
mitiga su padecer.
-77-
Compaera del que sufre
yo en mis penas te bendigo,
hasta en mi sepulcro amigo
fiel tu nombre evocar:
ven, y derrama piadosa
en mi terrible dolencia,
sobre mi pobre existencia
el blsamo de la f...!
V
Que el mortal en este mundo
donde nada es duradero,
por un incierto sendero
corre de la dicha en pos.
Y ya de bogar cansado,
sin encontrar la ventura,
en su prfida amargura
cifra su esperanza en Dios.
VI
Oh esperanza venerable,
del alma ilusin querida,
Manantial de luz y vida
conjunto de inspiracin!
T fuiste de Dios formada
para consuelo del hombre,
siendo un blsamo tu nombre
al enfermo corazn.
-78-
VEN!. .
Ven, hermosa del alma, del bosque
all entire el ramaje,
a escuchar como gime la trtola
y al viento quejarse.
Ven, escucha del manso arroyuelo
que corre ondulante,
el ms suave y ms grato murmullo
que pueda escucharse!...
Ven, a oir del sinsonte los trinos
mi amada, no tardes,
porque quiero a la sombra de un rbol
de amores hablarte.
Cuando mires, mi bien, dos palomas
de amor arrullarse,
T tendrs compasin de mis penas,
pues sufro bastante! .
Recorriendo las verdes campias,
all entire palmares,
yo contigo del limpio arroyuelo
sentado a la margen.
Te hablar de mis dichas y glorias,
de ricos paisajes;
de recuerdos que nunca en el mundo
podrn marchitarse! .
Yo pondr en tus preciosas mejillas
qu bello contrast!
Inocente guirnalda de flores,
de flores fragantes.
Y al comps de mi lira insonora
podr proclamarte,
cual de Cuba la diosa hechicera,
la flor de mis lares.
Porque siendo la luz que iluminas
mis noches fatales,
An mil veces, prefiero la muerte,
ms bien que olvidarte!. .
-79-
POESIA
Dedicada a los Sres. socios de la Sociedad Popular de Santa Cecilia
y leda por su autor, la noche del 22 de Noviembre de 1878.
Hoy vengo yo con emocin ardiente
a consagraros de mi pobre lira,
el triste acento que la f le inspira
y que os ofrece el corazn ferviente.
Ajeno de perfidias y mentiras,
acoged de mi alma este present:
que si pulsar no puedo estro sonoro,
no rindo culto al esplendor del oro.
No rindo culto; no, porque yo siento
en alas de mi joven fantasa,
alegre dilatarse el alma ma,
sin que pueda turbarla el desaliento.
A mi pecho jams, la mano impa
del crime, pudo herir con negro intent;
por eso siempre llevo en la existencia,
sereno el corazn y la conciencia!
No creais un instant que pretend
ceir de lauros mi modest frente:
ni me import que el necio injustamente
de m se mofe sin piedad, sonriendo.
Aunque el mundo me mire indiferente
al oropel ni a la ambicin me vendo:
que nunca, nunca al desgraciado amigo
dej de darle generoso abrigo.
Qu ms puedo anhelar en este mundo
de rudas penas, de dolor exento,
si no el arpa pulsar con ardimiento
henchido de placer y amor profundo?
No rechaceis el fraternal acento,
que el corazn os brinda sin segundo,
de quien vive entusiasta entire las flores,
cantando de la patria los primores.
-80--
Yo siempre he de cantar enardecido,
aunque abrume a mi vida la tristeza,
los tesoros de amor y la riqueza
de este suelo feliz donde he nacido.
Cuando esparza su nieve en mi cabeza
de la muerte el invierno, encanecido,
har que al ter con mi aliento suba
el ltimo suspiro por mi Cuba...
Ms si algn da con piadosa mano
en mi tumba regais galanas flores;
ellas sern los lauros bienhechores,
que consagreis al trovador cubano.
Abrazad a la ciencia, y triunfadores
en alas del progress, os ver ufano,
tremolando el pendn de la victoria,
llegar a los umbrales de la gloria.
-S1-
ENSUEOS
Todo es luz y fantasa,
amor, ventura, placer;
todo nos causa alegra,
cuando en sueos nos enva
sus recuerdos el ayer.
Hondo tormento es vivir
sin gloria en el corazn,
viendo la dicha morir
y el pensamiento gemir
en reducida prisin! .
En ansia devoradora
lucha el alma con empeo,
por hallar la salvadora
idea, que se evapora
como la vision de un sueo.
De un sueo que no realize
y que la anima y sustenta,
sueo que le inmortaliza,
que luego le martiriza
y a veces ay! le atormenta.
Sueo que deja en la mente
un volcn abrasador,
que cual un hierro candente
aniquila lentamente
"nmen, pensamiento y flor".
Ay! ensueos de la vida,
por qu as me atormentis?
por qu con mano atrevida
de mi ilusin ms querida,
las flores me arrebatis?
-82-
Por qu grata remembranza
hiere mi imaginacin,
si. no hay horas de bonanza,
cuando deja la esperanza
de halagar el corazn?
Nada nos causa placer;
todo nos causa pesar,
y entire morir y nacer
nuestra suerte es padecer;
nuestro destino es soar.
As la vida llevamos ...
y en ese terrible afn,
una vez que despertamos,
ilusiones slo hallamos
que marchitndose van!
Y entire amargura y pesar
se pierde nuestra razn;
porque es triste despertar,
sin que se pueda expresar
lo que guarda el corazn!...
-83-
AMOR Y POESIA
A mi distinguido amigo, el joven catedrtico
D. Augusto Betancourt Pichardo.
Amor! esperanza! reposo, ventura,
murmura la fuente con suave rumor;
del Euro en las alas, all en la llanura
amor, esperanza, respira la flor.
Que grato es al alma que sufre, que llora,
sus penas acerbas tranquila endulzar,
mirando en Oriente la flgida aurora
y oyendo en las ramas el ave trinar.
Qu grato es al alma que agobia el martirio,
sentirse embriagada por tierna emocin,
y hallar en su dulce y amante delirio
de rosas ornada la bella ilusin!
Qu grato es al alma oir cual su queja
en noche apacible la brisa al pasar,
y el triste suspiro que errante se aleja
y exhala la ola perdida en el mar!
Yo, alegre, en el mundo mejor admirara
las glorias de Cubo, la fama del Cid,
si ardiente en mis manos feliz agitara
el arpa de Homero, de Heredia o David.
Con ella mil forms prestara a la mente,
imgenes bellas le diera tambin;
con ella escuchando la voz del torrente,
del mundo ilusorio formara un edn.
Qu dulce es al bardo, mezclar en sus penas
los graves sonidos del rico laud!
Y en noches de luna o en tardes serenas,
canter de una virgen la santa virtud.
--84-
Y al ver entire sueos de amor y de gloria,
lucir sus penachos la palma, el jagey,
con ella cantando, del Inca la historic,
tambin recordara las penas de Hatuey.
Al son de esa lira, divina, armoniosa;
ferviente evocando memories de ayer,
le diera inspirado mi trova amorosa
al suelo fecundo que vime nacer.
El pecho que es noble, sensible y ardiente,
cifrando en la patria, tan slo su amor,
al verle ultrajada del hombre insolente,
ofrece en defense su sangre, su honor.
Entonces el bardo, pulsando su lira,
sus puras ofrendas le suele ofrecer,
le halagan las flores, natural le admira,
y el mundo le aplaude con sumo placer.
As como al hombre que niega mezquino
la patria querida, del just es horror,
y a eterno desprecio le arroja el destino,
no habiendo, en su tumba, quin deje una flor.
-85-
BAJO DE UN RBOL
Bajo de un rbol sentada
al rayo del sol poniente,
estaba mi dulce amada,
con la cabeza inclinada
y entire sus manos la frente.
La vi y en aquel moment
qued mi pecho oprimido;
fu amarla mi sentimiento,
y no pudo el pensamiento
jams echarla en olvido.
Sueltos los rizos, tena
al cfiro tropical,
y en tanto que ella gema,
la virgen me pareca
una vision celestial.
Y llegndome hacia ella
rebosado de content,
le dije a la virgen bella:
eres de mi amor la estrella;
escucha mi triste acento.
S, ya te escucho, bien mo,
al punto me contest,
y en mi ardiente desvaro
cual la gota de roco
tierna lgrima exhal.
Levntate, duefo amado,
alza por piedad la frente;
que all en mi sepulcro helado
tu nombre ser grabado
con cifras de amor ardiente.
-86-
Ella entonces, casta y pura
Cual la ntida azucena,
ostentando su hermosura;
con amorosa ternura
alz la frente serena.
Yo la contempl arrobado,
y en xtasis sumergido
sent mi pecho embriagado,
y el corazn abrasado
aumentaba su latido.
De una mano la tom
en mi delirio vehemente;
por el prado la llev,
y sus rizos adorn
con una rosa inocente.
Y admirando su candor
con placentera alegra;
Toma, la dije, esta flor,
como prueba del amor
que te brinda el alma ma.
Ella entonces, exclam:
la guardar eternamente...!
La brisa el rbol meci,
y otra flor se desprendi
yendo a posar en su frente.
-87-
ESTO ES LA VIDA
Cada hora, cada da,
coda mes y cada ao,
cada flor que Mayo enva,
la present al alma ma
de la vida un desengao. .
No hay ilusiones, ni gloria.
eterno placer, ni encanto;
no hay recuerdo en la memorial,
ni pgina que en la historic
no escriba el hombre con llanto.
Todo va, todo pasando,
todo en su dolor muriendo;
el placer se va agotando,
la vida triste, apagando
y el alma languideciendo.
Y cual raudo barquichuelo
surca del mar las espumas,
el hombre, en su loco anhelo,
sin una estrella en su cielo
corre a ocultarse en las brumas.
All, triste y delirante
miro con dolor profundo,
su espritu agonizante;
cual ola que vaga errante
por el pilago del mundo.
All en cruel abatimiento
y en tan negra desventura,
para el alma en su tormento,
no suspira el blando viento,
ni el arroyuelo murmura...
All entire perlas y flores,
no vive el ave parlera;
no trinan los ruiseores,
selvticos trovadores
de la dulce primavera. .
All para el hombre triste
no hay consuelo, no hay bonanza;
all la gloria no existe;
del vendaval al embiste
cae la flor de la esperanza.
Con la ventura perdida
en su negro fatalismo,
para el alma adolorida,
es un desierto la vida,
el corazn un abismo. .
Por eso cuando danzamos
de la vida en el festn,
en pos de un bien nos lanzamos:
por realizarlo pugnamos
y nunca vemos el fin ...
Entre pesar y tormento
con la existencia gastada,
fijamos el pensamiento,
y vemos con sentimiento
la flor, del alma tronchada.
Y a media que la suerte
va matando la ilusin,
nos aprisiona la muerte,
hiriendo a su golpe fuerte
las fibras del corazn!
Entonces tristes sonrisas
anuncian nuestra partida,
y mueren con las pasiones,
las ltimas vibraciones
del reloj de nuestra vida! ...
-89-
ESPINELAS
Cuando una ardiente ilusin
llena de placer el alma,
y en la ms complete calma
late alegre el corazn;
cuando una santa pasin
nos inspira una mujer,
y lejos de padecer
cobra el pecho nueva vida,
vuelve la dicha perdida
en el alma a renacer.
II
Qu es la vida sin amores?
lo que un cielo sin bonanza;
un alma sin esperanza,
rbol sin frutos ni flores:
triste valle de dolores
en donde el mortal sombro,
no encuentra en su desvaro
para calmar su tormento,
una flor, un pensamiento,
una gota de roco. ..
III
iOh! que placer, que ventura,
para el alma cuando adora,
para el pecho que atesora
un amor todo ternura,
no hay pesares ni amargura,
todo es dicha, es ilusin,
y en dulcsima expansion
el llanto que el alma vierte,
en suspiros se convierte
que brotan del corazn...
-90-
Por eso, con f sincera
te adora el alma, bien mo,
flor que matiz el esto
y que abri la primavera,
eres, mi amada hechicera,
todo mi afn y mi anhelo;
mi ventura, mi consuelo,
y el amor que tu alma encierra,
ser para m en la tierra
lo que la luna en el cielo.
-91-
MIS TRTOLAS
Toma el recuerdo de mis amores,
que en estas aves te brindo yo;
son mensajeras de mis dolores,
testigos fieles del que te am. .
Yo las adoro porque en su seno
tiernas ocultan, secret amor;
ellas no cantan cuando yo peno
slo suspiran con mi dolor!
Lejos me lleva la suerte airada;
mis tortolillas se angustiarn;
mas no las beses, mujer amada,
porque tristeza te causarn!
Cuando las mires hacia el Oriente
volar alegres, mi dulce bien,
jams olvides que un alma ardiente
en pos de gloria vol tambin.
Y si le ofrecen con alegra
tus rojos labios caricias mil,
estas memories del alma ma
nunca las vendas al oro vil! .
Que en blancas rejas, como las flores
aprisionadas las quiero ver,
unas callando mis sinsabores,
otras llorando mi padecer!
Cudalas siempre tierna, amorosa,
con tus halagos hazlas vivir,
no las maltrates, mujer hermosa,
porque no es just verlas morir.
Que estas palomas, tiernas y amadas
son el emblema de la virtud,
no quieras nunca que desdichadas
cual yo, deploren tu ingratitud...
-92-
LA CUBANA
A mi querido amigo D. Octavio Porro y Adn
Dile el cielo a la cubana
un alma noble y ardiente;
sobre sus labios de grana,
deposit la maana
de la flor el rico ambiente.
Ella es el tipo ideal
que el hombre busca en su anhelo;
ser hermoso, spiritual,
copiossimo raudal
de esperanza y de consuelo.
En el amor es constant,
pura, sensible, inocente,
comprensiva, fiel, amante,
y luce como el brillante
sobre perla reluciente.
Con los dones que atesora
ella el corazn encanta;
y si la piedad implora,
es sublime cuando llora
y ms bella cuando canta.
A su virtud y pureza
une su mirar ardiente;
supera por su belleza,
compitiendo en gentileza
con las nyades de Oriente.
Guarda en su pecho ternura;
sus ojos despiden fuego;
sin que jams su alma pura,
se muestre insensible y dura
de amor al sentido ruego.
-93-
Si vaga por el saln
al comps de criolla danza;
cual rpida exhalacin,
sentimos con la ilusin,
renacer nuestra esperanza.
Tiene su tez la tersura
de la rosa virginal:
descuella por su hermosura,
y es flexible su cintura
como el junco tropical.
Es graciosa en el andar
y bella en el sonreir;
no hay quin pueda soportar,
lo ardiente de su mirar,
ni su modo en el decir.
Es su voz ms cadenciosa
que los arpegios del ave,
en la fronda deliciosa;
a su seno di la rosa
todo su perfume suave.
Dios bendiga la mujer
que tanto atractivo encierra;
no hay quien pueda oscurecer
las virtudes y valer
de las hijas de mi tierra!
Un raudal de rica esencia
de su corazn emana;
siendo ella mi creencia,
doy gustoso la existencia
por una mujer cubana.
-94-
APARIENCIA Y REALIDAD
La vi en el baile, primorosamente
ataviada de lazos y de flores,
cual la diosa feliz de los amores,
saturando de aromas el ambiente:
a su rostro animaban dulcemente
de la rosa los mgicos colors,
y un enjambre de tiernos amadores
a su lado giraba alegremente.
Ella radiante de placer ufana,
entire dulces requiebros sonrea. ..
Pas esa noche, cual la dicha vana,
y embriagado de amor al otro da,
fu en busca de la bella cortesana. .
y la estampa encontr de la hereja!
-95-
MELANCOLA
El rubio Apolo, cuando en ocaso
oculta triste sus resplandores,
all en la noche deja a su paso,
su tierno llanto sobre las flores.
Lo mismo el alma, que busca ansiosa
el lenitivo de sus dolores,
al ausentarse, deja en la fosa
sus desengaos y sus amores.
Cada recuerdo, cada suspiro,
es una hoja que arranca el viento,
para arrojarlo con raudo giro
en los abismos del sufrimiento.
Cuando el invierno con sus rigores,
en nuestra vida, veloz avanza,
se van cayendo todas las flores
del rbol seco de la Esperanza .
Despus qu deja de su hermosura,
de todo aquello que brillo ha dado,
sino una historic, todo negrura,
triste recuerdo de su pasado?
Alma que hierras en este mundo,
no olvides nunca que en cruda guerra,
slo se encuentra pesar profundo
y agudas penas sobre la tierra...
MEDITACIN
A do fueron mis tiernas ilusiones,
la luz ardiente que en mis suefos vi?
Ya no me quedan sino secas flores,
pues la esperanza de triunfar perd.
La aurora de mi vida se ha eclipsado
y al verme entire las sombras del dolor,
slo el triste recuerdo acariciando
de la f que alent mi corazn.
Como viajero en la escabrosa senda
de la vida, cansado de sufrir,
que entire las sombras de una noche negra
no acierta a descifrar su porvenir.
As en la tarde de existencia breve
como sol que decline ya sin luz,
ha muerto con sus glorias y placeres
la flor de mi entusiasta juventud...
Que en este mundo, de sufrir cansado,
donde slo prob la ingratitud,
en mi sepulcro triste y solitario
en vez de palmas, se alzar una cruz.
-97-
AMOR Y DESENCANTO
El culto celestial de mis amores
rendile puro, cual la luz del da,
a una virgen que amaba el alma ma
con el amor divino de las flores.
Vctima me dej de sus rigores
cuando ms dulce el corazn lata,
piedad! dije... ni un eco responda
a la voz funeral de mis dolores.
No existi paro m paz ni consuelo;
el desencanto me rob el reposo,
abr los ojos con tristeza y duelo;
Contempl un solo instant silencioso,
de negra tempestad cubrise el cielo
y fui lanzado de mi edn dichoso! ...
-98-
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