Citation
Francisco de Paula Santander

Material Information

Title:
Francisco de Paula Santander
Creator:
Pérez Cabrera, José Manuel, 1901-
Academia de la Historia de Cuba
Place of Publication:
La Habana
Publisher:
Imprenta "El Siglo XX," A. Muniz y hno.
Imprenta "El Siglo XX," A. Muñiz y hno.
Publication Date:
Language:
Spanish
Physical Description:
44 p. : front. (port.) ; 25 cm.

Subjects

Genre:
bibliography ( marcgt )

Notes

Bibliography:
"Bibliografia": p. 44.
General Note:
At head of title: Academia de la Historia de Cuba.
Statement of Responsibility:
discurso leído por el académico de número dr. José Manuel Pérez Cabrera, en la sesión solemne celebrada el 6 de mayo de 1940, en conmemoración del primer centenario de la muerte del ilustre libertador y estadista colombiano.

Record Information

Source Institution:
University of Florida
Holding Location:
University of Florida
Rights Management:
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023792334 ( ALEPH )
24397066 ( OCLC )
AAM7689 ( NOTIS )

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FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


DISCURSO


leido por el Acad4mico de Nilmero


DR. JOSE MANUEL PEREZ CABRERA


en la sesi6n solemne celebrada el 6 de Mayo
de 1940, en conmemoraci6n del primer cente-
nario de la muerte del ilustre libertador y
estadista colombiano.


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FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


DISCURSO

leido por el Acad6mico de Nilmero

DR. JOSE MANUEL PEREZ CABRERA

en la sesi6n solemne celebrada el 6 de Mayo
de 1940, en conmemoraci6n del primer cente-
nario de la muerte del ilustre libertador y
estadista colombiano.


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La responsabilidad de las opinions,
juicios, criterios y, en general, de toda
manifestacidn en los trabajos piblicos
es exclusive del autor, sin que por el
hecho de conocerlos y aprobarlos la Aca-
demia asuma responsabilidad alguna.-
Articulo 200 del Reglamento.

















Honorable Sr. President:
Honorables Sres. Academicos:


oNs hemos reunido aqui para conmemorar, con
fervor y respetuoso recogimiento, el primer
centenario de la muerte del general Francisco
de Paula Santander. Soldado valiente de la
emancipaci6n y celoso y austero magistrado de la Re-
piiblica, el general Santander supo dedicar treinta afos
de una vida no muy larga, al servicio constant y eficaz
de la naci6n colombiana, que hoy dia se enorgullece en
proclamarle, por la boca autorizada de su mas alto
mandatario, como el "mas grande de los pr6ceres" na-
cidos en el suelo de la patria, como el var6n eminente
que model6 su fisonomia civil" y que prest6 "adhe-
si6n luminosa a perennes ideales de libertad y de jus-
ticia, y que, consagrado ya por la historic y por el
tiempo, forma parte insustituible del patrimonio es-
piritual de Colombia".
La observancia de la ley, base la mas firme de la
paz y el progress de los pueblos, fue el culto de su vida.
Al cumplimiento de las leyes quiso sujetarlo y sacrifi-
carlo todo, hasta sus, afectos mas cars. Y di6 el ejem-
plo edificante, muy raro en nuestros medios, de hacer










volver a su vaina la espada triunfadora de los heroes,
apenas apurada en los festines de la paz la copa ama-
ble de la victoria.
Sus antiguos conmilitones quedaron un dia sorpren-
didos al encontrar sobre la mesa de trabajo del vice-
presidente de Colombia, un ejemplar de la Constitu-
ci6n encima de un sable desnudo. "Eso significa, les
dijo el general Santander, que la espada de los liber-
tadores tiene que estar sometida a las leyes de la Re-
piblica". El heroe granadino repetia, y cumplia asi,
various siglos despues, la conocida frase del mas fa-
moso de los oradores latinos: Cedant arma togae.
El Libertador, en el apogeo de su fama, hizo de San-
tander este elogio caluroso:
El ejercito en el campo y V. E. en la Administraci6n, son los
autores de la existencia y de la libertad de Colombia. El primero
ha dado la vida al iselo de sus padres y de sus hijos; y V. E. la
libertad, porque ha hecho regir las leyes en medio del ruido de
las armas y de las cadenas. V. E. ha resuelto el mis sublime pro-
blema de la political: si un pueblo esclavo puede ser libre.

Bolivar, rayo de la guerra, di6 a Colombia la inde-
pendencia; Santander, arquitecto de la Repdblica, se
empefi6 en la tarea mas oscura, pero no menos gloriosa
de consolidar la libertad.


Miembro de una familiar distinguida (su padre, don
Juan Agustin Santander, habia sido Gobernador de la
villa del Rosario de Cucuta y de la Provincia de San
Faustino de los Rios),() a los trece afios de edad Fran-
cisco de Paula visti6 la beca de alumno externo o ca-
(1) D. Francisco Jos6 de Paula Santander naci6 en la villa del Rosario
de ficuta, el dia 2 de abril de 1792, hijo legitimo y de legitimo matrimonio
de don Juan Agustin Santander y Colmenares y de dosa Manuela de
Omafia y Rodriguez.









pista, como se decia entonces, en el Colegio Real, Ma-
yor y Seminario de San Bartolome, establecido en la
capital del Nuevo Reino de Granada, e hizo alli es-
tudios de Filosofia y Jurisprudencia bajo la compe-
tente direcci6n de los connotados patriots y martires
granadinos, Custodio Garcia Rovira, Emigdio Benitez
y Frutos Joaquin Gutierrez.
De labios de esos maestros y en las provechosisimas
ensefianzas de su tio materno, el presbitero doctor Ni-
colas de Omafia, aprendi6 el joven cucutefo la sinraz6n
del despotismo colonial, paralizador y sofocante, y la
necesidad de provocar, sin dudas ni aplazamientos que
pudieran parecer claudicaciones, la inevitable lucha
emancipadora.
Santander conserve siempre, a lo largo de los afios,
un grato, amoroso recuerdo de su aprendizaje en las
aulas de San Bartolome. En su testament dispuso
que un ejemplar de la Enciclopedia Britdnica, que se
hallaba entire sus libros, pasara a la biblioteca del Co-
legio como testimonio de gratitud, y ordeno asimismo
la entrega de su bast6n, en
recuerdo tambien de que un hijo suyo gobern6 a Colombia desde
mil ochocientos veintiuno hasta mil ochocientos veintisiete; y a la
Nueva ,Granada desde mil ochocientos treinta y dos hasta mil ocho-
cientos treinta y siete, y siempre por medios legitimos prescritos
en la Constitucion political del Estado.
El Colegio, a su vez, recompense esa meritoria con-
ducta, reclamando oportunamente de los albaceas del
General, el alto honor de recibir y velar el cadaver de
su eminente e inolvidable discipulo.
Las ocurrencias del memorable 20 de julio de 1810,
hallaron al joven Santander preparado y dispuesto a
seguir la ruta de los mantenedores esforzados de los
ideales patriots.









El 26 de octubre de ese afio, obtuvo el despacho de
alferez abanderado del batall6n de Guardias Nacio-
nales, que se reclutaba entire lo mas granado y esco-
gido de la sociedad santaferefia, con destino a la Secre-
taria de la Comandancia Militar de la Provincia de
Mariquita, que servia el capitin Manuel del Castillo
y Rada. Mas tarde, ocup6 tambien la Secretaria de
la Inspecci6n General a cargo del general Antonio Ba-
raya, que venia de cumplir con 6xito notorio la dificil
encomienda que le fuera confiada en el sur contra los
realistas.
En las arduas y enconadas disputes que surgieron
por entonces entire los partidarios decididos de la
forma federal de gobierno y los defensores acerrimos
de la tendencia centralista-luchas imprudentes y es-
teriles que debilitaban y dividian las fuerzas y el pres-
tigio de los patriots, frente al enemigo comuin que se
disponia a reconquistar con nuevos brios las ventajas
perdidas-el joven Santander sigui6 las banderas del
federalismo, y hasta tom6 parte, como secretario, en
la sediciosa reunion de Sogamoso, donde las fuerzas
de Baraya desconocieron la autoridad del gobierno
central que presidia el ilustre Narifio. Muchos afios
despues, escribird el general Santander que:
No fue ciertamente 6ste (la junta de Sogamoso) un acto de
discipline military; pero lo fu6 de la necesidad imperiosa de ceder a
la opinion bien pronunciada de las Provincias granadinas. Mi
grado y mi posici6n me inhibian de haberlo provocado o sugerido:
cedi a la voz y mandate de los Jefes, dejandoles la debida res-
ponsabilidad.
Encendida la discordia civil, el joven subteniente se
hall en las filas del ejercito federal que trat6 en vano
de apoderarse de la ciudad de Santa Fe, y fu6 herido
y hecho prisionero por las fuerzas de Narifio el dia 9









de enero de 1813. Poco despues, un convenio le abria
las puertas de la prisi6n, al mismo tiempo que se le
exoneraba de todo cargo por su participaci6n en los
sucesos de Sogamoso. Ya en libertad, se incorpor6 de
nuevo a las fuerzas que sostenian al Congreso, fu6 as-
cendido a sargento mayor del quinto batall6n de la
Uni6n y destinado a las 6rdenes del entonces coronel
Sim6n Bolivar,
hijo de la infeliz Caracas escapado prodigiosamente de en medio
de sus ruinas fisicas y political, que siempre fiel al sistema liberal
y just que proclam6 mi patria, he venido aqui a seguir los estan-
dartes de la independencia, que tan gloriosamente tremolan en
estos Estados...
Un hecho de armas que tuvo lugar en la Angostura
de la Grita, territorio de Venezuela, di6 a conocer la
decision y el empuje del mayor Santander. El coronel
Castillo, jefe de las fuerzas republicans, fue el pri-
mero en proclamar la eficaz cooperaci6n que el bravo
sargento, al frente de dos compafias de su batall6n,
prest6 a la victoria de los patriots. Este brillante co-
mienzo lo oscurece, empero, una nueva insubordina-
ci6n de Santander. Su devoci6n por el coronel Cas-
tillo, a quien Bolivar habia separado del mando por
sus repetidas desobediencias, le llev6 a caer en la misma
censurable actitud de su jefe y amigo, lo que di6 lugar
a un violent altercado entire el future Libertador y
el mayor Santander, y trajo a la postre el relevo asi-
mismo de este filtimo de la direcci6n de las fuerzas.
Mas tarde, mientras Bolivar emprendia la campaia
de Venezuela, el sargento mayor Santander se hacia
cargo de la defense de los valles de Cacuta y lograba
sefialadas victorias en Lomapelada, San Faustino, Li-
moncito y Capacho. Pero forzado a evacuar la villa
del Rosario, donde tenia sus cuarteles, se vi6 en la dura









necesidad de sostener desventajoso encuentro con las
fuerzas realistas en el llano de Carrillo, y sufri6 una
terrible derrota, que redujo sus hombres a unos pocos
oficiales y soldados. Santander, cuidadoso de su nom-
bre, se crey6 en la obligaci6n de solicitar un consejo
de guerra que depurase su conduct, y lleg6 hasta pedir
su licencia absolute; pero el gobierno, que conocia y
apreciaba su actuaci6n, se apresur6 a denegar ambas
instancias. Continue, pues, sirviendo en las filas de
los patriots, ya como segundo jefe de las fuerzas del
norte, que dirigia el coronel escoces Mac-Gregor; ya a
las 6rdenes de los generals Custodio Garcia Rovira y
Rafael Urdaneta.
Cuando la ciudad de Mompox cay6 en manos de los
espafioles Mayoo de 1815), Santander recibi6 la orden
de ocupar la important posici6n estrategica de Ocafa,
operaci6n que realize a principios de julio con dos-
cientos hombres de infanteria y cien lanceros escogidos.
Santander, que era ya Segundo Comandante de la Di-
visi6n de Cucuta, recibi6 ademas el nombramiento de
Comandante General de las fuerzas que el general Bo-
livar, al dejar el suelo de la Nueva Granada, habia
confiado al brigadier Palacios, y que se encontraban
en Magangue.
A fines de afio, el coronel realista don Sebastian
Calzada ocup6 a Pamplona y puso en peligro de ser
copadas a las fuerzas de Santander. Pero 6ste, sin
aturdirse ni acobardarse ante la gravedad del mo-
mento, emprende una hibil retirada, que le gano me-
recidas celebraciones, y logra reunir sus fuerzas con
las de los generals Urdaneta y Rovira, en la villa de
Piedecuesta.
El ejercito del norte, reforzado asi, propusose, poco
despues, impedir la llegada de los contingentes realistas









de Venezuela y de los nuicleos que desde. Cachiri se
dirigieran a Ocafia, y, a ese fin, se puso en movimiento
hacia Cacota. El coronel Calzada, noticioso de esta
march, tom6 a su vez el camino de Ocafia, a traves
del paramo de Cachiri. Las fuerzas republicans que
dirigia Garcia Rovira, atacaron las alturas de Cachiri
el dia 8 de febrero del afo funesto de 1816, y, aunque
consiguieron apoderarse de las mismas, despues de
varias horas de aspera brega, las tropas realistas lo-
graron en cambio llevar a los patriots a posiciones
menos ventajosas y dieron tiempo tambien a que se les
incorporasen otros contingentes. La batalla se empefi6
de nuevo los dias 21 y 22 y termin6 con la complete
derrota de las fuerzas republicans. El general Garcia
Rovira fue reemplazado entonces por el frances Ma-
nuel Serviez, y Santander, que habia propugnado, aun-
que sin exito, la adopci6n de un plan distinto, fue de-
signado segundo jefe del ejercito que se organize en
Tunja con el prop6sito decidido de continuar las ope-
raciones.
Mas tarde, nuevas derrotas hicieron fijar la atenci6n
de los republicans en las llanuras de Casanare, y, a
pesar de las 6rdenes superiores que disponian diri-
girse a Popayan, en el sur, una junta de oficiales que
solicit Santander, resolvi6 marchar a los llanos del
Oriente granadino, donde ain era possible encontrar
los medios indispensables para continuar la lucha. Por-
eso dijo el poeta que Santander fue
El que rob6se entire la noche oscura
de libertad el filtimo tesoro,
y lo escondi6, como el avaro el oro,
entire la soledad de la llanura.

En la ciudad de Arauca, los jefes patriots (Valdes,
Urdaneta, Serviez, Santander), contemplaron y discu-









tieron la dificil situaci6n a que se veian reducidos.
Desaparecido en la voragine de la guerra y de la san-
grienta represi6n espafiola, el gobierno general de la
Nueva Granada, imponiase la designaci6n de nuevas
autoridades que todos reconociesen y acatasen. El te-
niente coronel Fernando Serrano fue exaltado a la Pre-
sidencia de la Republica y la jefatura del ejercito fue
confiada, por mayoria de votos, al coronel Francisco
de Paula Santander. Pero, dias despues, la rivalidad
latente entire granadinos y venezolanos hizo que las
tropas, donde habia un crecido numero de estos filtimos,
desconociesen la autoridad del coronel Santander y
prociamaran como general en jefe al Leon de Apure,
el bravo general Jose Antonio Paez. Santander, frente
al motin, supo conducirse con valor y patri6tico des-
prendimiento. Negado a consentir su deposici6n, que
quebrantaba gravemente la discipline, pero resuelto a
abandonar voluntariamente el mando, clav6 su espada
en tierra y dijo con energia a los rebeldes que era pre-
ferible que le arrebatasen con ella la vida, antes que
permitir el ultraje que se le pretendia imponer. El
general Paez prest6 su apoyo a las justas exigencias
del coronel Santander, y los amotinados se vieron en
la necesidad de volver sobre sus pasos y aceptar la re-
nuncia que el pundonoroso granadino les habia pre-
sentado.
El nuevo jefe dividi6 en tres brigadas las fuerzas
de los llanos y confi6 el mando de una de ellas al co-
ronel Santander.
En 1817, el coronel Francisco de Paula Santander,
en uni6n de otros jefes y oficiales, dej6 las llanuras
del Oriente y march a incorporarse a las fuerzas de
Bolivar, que combatia de nuevo en Venezuela. San-
tander hizo entonces, a las 6rdenes del Libertador, la










campafia de 1818 sobre Caracas. Sirvi6 alli como sub-
jefe del Estado Mayor General y a veces como jefe en
ausencias de Soublette. Y cuando en el mes de agosto,
Bolivar decidi6 ayudar a los granadinos a conquistar
su independencia, no vacil6 en confiar a Santander el
mando de las fuerzas de vanguardia, y le hizo general
de brigada y le di6 la orden de marchar hacia Casa-
nare, donde debia organizer y preparar los elements
indispensables para la consecuci6n de la magna obra
que se iba a emprender. Santander recibio mil fusiles,
treinta quintales de p6lvora y el valioso concurso de
los coroneles Jacinto Lara, Antonio Obando y Vicente
Gonzalez, que habrian de acompafiarle. El dia 27 de
agosto salio el flamante brigadier de Angostura rumbo
a Casanare, donde lleg6 a fines de noviembre.
Su presencia en los llanos y sus h6biles y prudentes
manejos, lograron conciliar las opinions encontradas
de various jefes prestigiosos, y todos se dispusieron a
reconocer y acatar al nuevo caudillo y brindarle su co-
operaci6n mas decidida y entusiasta.
El general realista Barreiro que, en el mes de abril
del afio de gloria de 1819, habia legado a Casanare al
frente de importantes efectivos militares, se vi6 obli-
gado a entregar a las llamas sus cuarteles de Labran-
zagrande y en definitive a desistir de sus prop6sitos
de hacer una atrevida incursion por "ese pals clasico
de la independencia".
Noticioso el Libertador de estos exitos y animado
por las informaciones del coronel Lara, comisionado
de Santander, que le encarecia la oportunidad del mo-
mento, dispuso al fin que el dia 25 de mayo parties
del Mantecal, en tierras de Venezuela, la division de
retaguardia de las fuerzas libertadoras, a las 6rdenes
del general Jose Antonio Anzoategui. Y unos dias des-










pues, el 4 de junior, cruzaba el propio Libertador el rio
Arauca.
Las fuerzas de Anzoategui y las organizadas por el
general Santander, compuestas de mil doscientos in-
fantes y seiscientos jinetes, se unieron en Tame, el dia
11. El 22, inicio el ejercito el fatigoso ascenso de la
cordillera andina. Cinco dias despues, el cuerpo de
vanguardia, que mandaba Santander, arrollaba a las
tropas realistas apostadas en el desfiladero de Paya,
las "Term6pilas de Paya", que diria Bolivar. Pero,
vencidos los espafioles, el frio, un frio intenso que se
hizo sentir, caus6 terrible e irreparables dafios en las
filas de los patriots semidesnudos, enfermos, heridos,
con hambre... El desaliento hizo presa hasta en el co-
raz6n de los mas animosos soldados. Fue entonces
cuando el Libertador, compadecido de tanta miseria,
manifest a Santander su prop6sito de volver a los
llanos, para, una vez reparadas las fuerzas y allegados
los recursos mas indispensable, emprender de nuevo
las operaciones. El general Santander, que no queria
regresar, reunion a un grupo de jefes y oficiales y como
viese que ellos compartian su opinion de seguir ade-
lante, volvi6 a la presencia de Bolivar y logr6 con-
veneer al Libertador de la continuaci6n de la campafia.
Una especie de locura heroica sacudi6 entonces a todos;
cobraron animo los vacilantes y los desalentados, y la
legi6n de los bravos sigui6 su camino a despecho de
obstaculos y de privaciones que parecian insuperables.
El paramo de Pisba, terror de los viandantes, fu6
traspuesto a costa de sacrificios terrible. La aldea
de Socha, situada en las faldas occidentales de la cor-
dillera, vi6 llegar a un ejercito de moribundos, que
venia de dejar abandonados en las soledades andinas,










doscientos cadaveres, sus bagajes, sus armas, sus ca-
ballos...
Es en esa oportunidad, escribi6 Santander, que el
Libertador
se hace superior a todos los hombres, desplegando una energia y
firmeza extraordinarias. En tres dias hace montar la caballeria,
la arma, refine el parque y restablece el ejercito: por todas parties
dirige partidas contra el enemigo, pone en efervescencia los pueblos,
amaga atacar en todas direcciones y el 11 de julio present la
primera batalla en las alturas de Gameza.
El 25, tuvo lugar la sangrienta acci6n del Pantano
de Vargas, donde las fuerzas de Barreiro sufrieron
mas de quinientas bajas entire muertos y heridos y de-
jaron en manos de los patriots numerosos prisioneros,
armas y municiones. Bolivar, vencedor, pernoct6 en
el mismo campo de batalla y el dia 5 de agosto hizo su
entrada a Tunja y pudo aduefarse de importantes re-
cursos acumulados alli por los realistas. El jefe ene-
migo, desconcertado, quiso entonces dirigirse a Santa
Fe, pero el Libertador, moviendose con rapidez, frus-
tr6 sus planes y le oblig6 a combatir en Boyaca, dos
dias mas tarde.
La batalla del Puente de Boyaca fue, como todos
sabeis, una victoria decisive que asegur6 la indepen-
dencia de la Nueva Granada y le puso fin a aquella
prodigiosa campafia, iniciada dos meses antes, y cuyos
principles episodios acabamos de contar.
El dia 10 de agosto, Bolivar entr6 a Santa Fe, en
medio del vivo clamoreo de un pueblo a quien su espada
victoriosa acababa de dar el beneficio imponderable
de la libertad.
El Libertador premi6 la eficaz cooperaci6n y el
denuedo del brigadier Santander, ascendiendole al
grado de general de division, el dia 21 de agosto. Al










mes siguiente, Bolivar hizo coparticipe a Santander
de los honors del majestuoso triunfo que le discer-
niera la ciudad santaferefia, y le design ademas para
ocupar la vicepresidencia de Cundinamarca, con facul-
tades analogas a las que, conferidas por el Congreso
de Angostura, disfrutaba el vicepresidente de Vene-
zuela. El Libertador, consciente de su alta misi6n his-
t6rica, proponiase volver a los campos de batalla, donde
le esperaban sefialadas y resonantes victorias; pero
quiso antes poner en las manos fuertes y hAbiles de
su teniente el gobierno de las provincias libres de la
Nueva Granada.
i Compatriotas!,

dijo en esta ocasi6n el general Santander.
La suerte y una extraordinaria bondad del Jefe de la Naci6n,
me han colocado en el alto destino de gobernaros. No esper6ie
grandes cosas de mi. Yo no puedo ofreceros sino un ardiente deseo
de conservar vuestro pafs, y mi cooperaci6n con los libertadores
a defenderlo. Protesto que la Nueva Granada no volverA a ser
borrada del catalogo de los pueblos libres por la influencia de los
vicios que antes la redujeron a la servidumbre.

Unos dias despues de la partida de Bolivar (11 de
octubre), tom6 Santander una determinaci6n que al-
gunos escritores dignos de credito le censuran, mientras
que otros, no menos respetables y autorizados, ensayan
de explicar y cohonestar: el fusilamiento de 38 prisio-
neros realistas de la batalla de Boyaca.
El propio Santander asegur6 en su descargo:
que los oficiales realistas prisioneros seducian al pueblo y prepa-
raban una reacci6n; que Barreiro habia hecho la guerra a muerte,
pues treinta y cuatro soldados que tom6 en Gameza aparecieron
tendidos en el camino de Sogamoso, atados espalda con espalda
y lanceados con crueldad; ademas, decia que Barreiro habia pedido










6rdenes terrible a Samano para castigar a los pueblos que auxi-
liaban a los patriots durante la campafa; y que, subsistiendo la
declaratoria de guerra a muerte, aunque era duro quitar la vida
a tantos hombres, juzg6 entonces que no quedaba otro partido que
la aplicaci6n de la represalia legitimamente introducida.

Bolivar, cuya aprobaci6n solicit Santander, es-
cribi6 desde Pamplona:

He sabido con sentimiento la perfida conduct de los prisio-
neros de guerra, que ha obligado a V. E. a pasarlos por las armas,
en circunstancias en que estaba pendiente una negociaci6n de
canje, que tanto honor hace al gobierno de la Repfiblica. Nuestros
enemigos no creerin la verdad, o por lo menos supondran artifi-
ciosamente que nuestra severidad no es un acto de forzosa justicia,
sino una represalia, o una venganza gratuita. Pero sea lo que
fuere, yo doy las gracias a V. E. por el celo y actividad con que
ha procurado salvar la Repfiblica con esta dolorosa media. Nues-
tra reputaci6n sin duda alguna padecer6.


El Congress de Angostura, a instancias del Liber-
tador, decret6 (17 de diciembre), "en el nombre y bajo
los auspicios del Ser Supremo", la constituci6n de la
Republica de Colombia, formada por los territories de
la antigua Capitania General de Venezuela y del Nuevo
Reino de Granada, y dispuso asimismo que la nueva
Repidblica se dividiera en tres departamentos, a saber:
Venezuela, Cundinamarca y Quito, y les sefal6 como
capitals a Caracas, Bogota, "sin la adici6n de Santa
Fe", y Quito. Al frente de los destinos de cada depar-
tamento, habria un jefe de administraci6n con el titulo
de vicepresidente, designado por el Congreso. Una
nueva asamblea, que deberia reunirse el primero de
enero de 1821 en la villa del Rosario de Cucuta, que-
daba encargada de redactar la constitucion political del
Estado. Bolivar fue elegido, por unanimidad de votos,









president provisional de la Repuiblica de Colombia;
el general Santander fue nombrado vicepresidente in-
terino de Cundinamarca. Una junta de notables, que
este iltimo.hizo reunir en Bogota, a 12 de febrero de
1820, decidi6 aceptar y publicar la resoluci6n del Con-
greso de Angostura.
La obra administrative inicial del Vicepresidente
fue digna de todo genero de elogios. Provey6, en pri-
mer termino, y como era 16gico, a las necesidades apre-
miantes de la campafia libertadora; pero sin descuidar
el cumplimiento de otras atenciones no menos perento-
rias e indispensables: rentas piblicas, educaci6n po-
pular, gobierno. A todo acudi6 y todo trat6 de orga-
nizarlo el general Santander, a pesar de la cortedad
de sus recursos y de las dificultades y confusiones del
moment. Sus esfuerzos en pro de la difusi6n de la
ensefianza, plasmados en su notable decreto de 6 de
octubre de 1820, y mantenidos y concretados mas tarde
en otras disposiciones analogas-establecimiento de co-
legios, escuelas normales, catedras diversas, bibliotecas,
museos-le han valido el honroso y bien ganado re-
nombre de "fundador de la educaci6n en Colombia".
Excit6 la generosidad de los particulares y 61 mismo
supo dar alto ejemplo de desprendimiento, cediendo la
mitad de su sueldo para las atenciones del ejercito. Se
ha escrito, y con raz6n, que el general Santander logr6
"hacer respectable el gobierno e inspirar confianza a los
ciudadanos". Y el famosisimo poeta cubano Jose Maria
Heredia, en el tomo cuarto y 6iltimo de sus Lecciones
de Historic Universal (Toluca, 1832), dijo asimismo
que "el vicepresidente general Santander administer
pr6speramente a Colombia".










El Congress Constituyente de Colombia que, seguin
lo dispuesto en la Asamblea de Angostura, se habia
reunido en la villa del Rosario de Cuicuta, cuna del ge-
neral Santander, sefial6 el dia 7 de septiembre de 1821
para la designaci6n de president y vicepresidente de
la Rep-blica. Bolivar fue exaltado de nuevo a la su-
prema magistratura del Estado, y Santander obtuvo,
en competencia con el insigne Narifio, las dos terceras
parties de los votos de la Asamblea para ocupar la vice-
presidencia.
El Libertador, cuyos gustos y aficiones naturales
parecian alejarle de la practice de la administraci6n,
no dud6 en hacer llegar a los miembros del Congreso
la siguiente rotunda manifestaci6n:
Yo no soy el Magistrado que la Repfiblica necesita para su
dicha: soldado por necesidad y por inclinaci6n, mi destino esta
sefialado en un campo o en cuarteles. El bufete es para mi un
lugar de suplicio.

Y afiadia:
Si el Congreso General persiste, despu6s de esta franca decla-
raci6n, en encargarme del Poder Ejecutivo, yo ceder6 s6lo por
obediencia; pero protest que no admitire el titulo de Presidente
sino por el tiempo que dure la guerra, y bajo la condici6n de que
se me autorice para continuar la campafia a la cabeza del ejercito,
dejando todo el gobierno del Estado a S. E. el general Santander,
que tan justamente ha merecido la elecci6n del Congreso General
para Vicepresidente, y cuyos talents, virtudes, celo y actividad,
ofrecen a la Repuiblica el Axito mas complete en su administraci6n.

El Vicepresidente, a su vez, el dia solemne de la
investidura (3 de octubre), dirigio unas hondas, sig-
nificativas palabras al Congreso.
Vuestra confianza,
dijo,











es mas grande que mi esperanza; me habeis encargado del tim6n
de una nave que, aunque al abrigo de las tempestades civiles, esti
aun fluctuando entire los escollos de la guerra y de la political. La
Espafa, aunque caduca, aunque aniquilada, la Espafia con s61o
su nombre y- su representaci6n entire las naciones, es todavia una
potencia que puede ilevar adelante su lucha sanguinaria. Nuestras
relaciones political apenas han nacido, y yo mismo apenas he na-
cido para la political.

Conoce,y proclama las dificultades de su cargo:

...Ensayar, ejecutar, cumplir la ley fundamental del Estado;
dar a Colombia una existencia legal; constituir el reino de las
leyes, hacer sumir en el seno de la obediencia hombres erguidos
por la victoria y antes combatidos por las pasiones services; lenar,
en fin, la intenci6n de V. E. y el voto de todos los colombianos
por el triunfo de la libertad y de la igualdad, no es (otra), senior,
la obra del Vicepresidente que hab6is nombrado.

Pero intimamente convencido de que la ley es

el origen de cada bien y mi obediencia el instrument del mis
estricto cumplimiento,

levanta bien la voz para afirmar que

puede contar la Naci6n con que el espiritu del Congreso penetrara
todo mi ser, y yo no vivir6 sino para hacerlo obrar. La Constituci6n
hara el bien como lo dicta; pero si en la obediencia se encuentra
el mal, el mal sera.
Dichoso yo,

concluye,

si, al dar cuenta a la representaci6n national en el pr6ximo Con-
greso, puedo decirle: he cumplido con la voluntad del pueblo; la
naci6n ha sido libre bajo el imperio de la Constituci6n, y tan s6lo
yo he sido esclavo de Colombia.

Hermosisimo y afortunado discurso, donde el aus-
tero magistrado, que sabia encontrar los acentos de la










elocuencia, supo tambien exponer, con vision de esta-
dista y en el claro lenguaje de la sinceridad, todo un
program de gobierno democratic.
El Congress de Cicuta, tan fecundo en iniciativas
y en resultados practices, clausur6 sus sesiones el dia
13 de octubre; pero no sin que antes concediese al Li-
bertador-Presidente la autorizaci6n necesaria para
mandar los ejercitos de la Repuiblica todo el tiempo
que lo creyese oportuno, "quedando el Vicepresidente
encargado de las funciones del Poder Ejecutivo".


El Vicepresidente, a pesar de la angustiosa situa-
ci6n econ6mica del pals, que apenas comenzaba a re-
ponerse de las fatigas y quebrantos de la guerra, tuvo
que subvenir muy pronto a las multiples necesidades
de la campafia surefia. El Libertador, desde el Peru,
le reclama, cada vez con mas apremio, el envio de hom-
bres y de subsidies. Santander, falto de leyes, se ve
precisado a solicitar del Congreso las facultades in-
dispensables. Bolivar, cansado de tantas dilaciones,
perdida la paciencia, l1ega a motejar a Santander de
indiferente a sus reclamaciones. Este, hondamente
lastimado, le dice:

Yo tengo honor, General, y mi conduct no merece de nadie,
y menos de usted, una acusaci6n tan injusta y arbitraria... Yo soy
gobernante de Colombia y no del Peru, las leyes que me han dado
para regime y gobernar la Repiblica nada tienen que ver con
el Peru, y su naturaleza no se ha cambiado porque el Presidente
de Colombia esta mandando el ejercito en ajeno territorio. De-
masiado he hecho mandando algunas tropas al sur; yo no tenia
ley que me lo previniese asi, ni ley que me pusiese a las 6rdenes
de usted, ni ley que me prescribiese enviar al Peru euanto usted
necesitare o pidiere. 0 hay leyes, o no las hay. Si no las hay:
Spara que estamos engafiando a los pueblos con fantasmas? Y si










las hay, es precise guardarlas y obedecerlas, aunque su obediencia
produzca el mal.

Autorizado al fin por el Congreso, Santander
anuncia a Bolivar el envio de importantes refuerzos.
El Libertador, aplacado y satisfecho, describe entonces
a su antiguo teniente:

...El Peril no olvidari jams que el Vicepresidente de Colombia
fu6 su protector mas eficaz, cuando su suerte estaba mas deses-
perada, y tampoco olvidar6 yo que el ej6rcito de mi patria estaba
comprometido, y que fue auxiliado por V. E. para que triunfase
con gloria.

Y despues de la, victoria decisive de Ayacucho, que
le ponia virtualmente fin a la campafia, el Libertador,
para exaltar a Santander, acufi6 una frase que la pos-
teridad ha recogido como el mas alto de los elogios
tributados al austero funcionario:

Cuanto mas consider el gobierno de usted mas me confirm
en la idea de que usted es el hlroe de la administraci6n americana.
Es un prodigio que un gobierno flamante sea eminentemente libre,
y eminentemente correct, y ademas, eminentemente fuerte. Es un
gigante que march al nacer, combat y triunfa. Este gigante es
usted. Es una gloria que dos de mis amigos y segundos hayan sa-
lido dos prodigios de entire las manos. La gloria de usted y la de
Sucre son inmensas. Si yo conociese la envidia, los envidiaria. Yo
soy el hombre de las dificultades; usted el hombre de las leyes, y
Sucre el hombre de la guerra. Creo que cada uno debe de estar
content con su lote, y Colombia con los tres.

Como el famoso conventional frances Lazare Car-
not, el vicepresidente Santander, "heroe de la admi-
nistraci6n americana", gan6 tambien el honrosisimo
renombre de organisateur de la victoire.









Los triunfos de Bolivar, que divulgaban los pe-
riodos estadunidenses, causaron hondo jibilo a los emi-
grados cubanos de Nueva York. Y un dia, en un arre-
bato de entusiasmo, Gaspar Betancourt Cisneros, el
Lugare4io, y Antonio Abad Iznaga, concibieron la idea
de dirigirse a Colombia y solicitar la ayuda del Liber-
tador para llevar a cabo la independencia de Cuba. El
generoso proyecto fue acogido con calor por otros pa-
triotas cubanos e hispanoamericanos, y se design una
comisi6n que habria de marchar a Bogota, residencia
del general Santander, Encargado del Poder Ejecutivo,
para recabar de 61 los auxilios necesarios y, dado el
caso de que no pudiera prestarlos, seguir hasta el Peru
y acudir al propio Bolivar.
Los comisionados (Jose Aniceto Iznaga, Jose Agus-
tin Arango, Fructuoso del Castillo, Gaspar Betancourt
Cisneros, el escritor argentino Jose Antonio Miralla y
un matancero de apellido Gonzalez),

armados caballeros con sables, pistolas, sillas de montar, dinero
(a pesar de las leyes de la caballeria) y varias cartas de reco-
mendaci6n,

se hicieron a la mar a bordo de la goleta americana
Midas, rumbo a las costas de Venezuela, el dia 23 de
octubre de 1823.
A mediados de noviembre aportaron a La Guaira
y alli tuvieron la oportunidad de conocer y tratar al
general Antonio Valero, puertorriquefio al servicio de
M6xico, que, disgustado con Iturbide, habia venido a
ofrecer sus armas a la causa de Colombia. El general
Valero y los comisionados cubanos, que propugnaban
un mismo ideal de redenci6n, acordaron aunar sus es-
fuerzos y dirigirse juntos a Bogota, a entrevistarse con
el general Santander. El Vicepresidente y su Ministro




- I


24

de Estado, el coronel Pedro Gual, dieron una calurosa
acogida a los patriots y les alentaron a perseverar en
sus prop6sitos de independizar a las Antillas hispanas;
pero se dolieron de la imposibilidad en que se hallaba
la Repfiblica, empefiada en la ruda campafia surefia,
de facilitarles por el moment la ayuda necesaria. No
obstante esto, el ilustre mandatario les ofreci6 todo g6-
nero de apoyo para el caso de que quisieran seguir viaje
al Peru y ver a Bolivar. Los comisionados cubanos,
ante la dolorosa realidad que frustraba sus prop6sitos,
decidieron volver a los Estados Unidos, a excepci6n
del argentino Miralla, que se quedaria en Bogota, a
fin de mantener las relaciones con el gobierno y la co-
municaci6n con los patriots residents en la gran
naci6n norteamericana. Otro de los comisionados,
Fructuoso del Castillo, prefiri6 quedarse tambien y
tom6 las armas en el ejercito colombiano.

El status politico de Cuba, baluarte de Espafia,
lleg6 a constituir un serio motivo de inquietud para
Santander. Gobernante sagaz y avisado, se di6 cuenta
muy pronto del grave y constant peligro que signi-
ficaba para la nueva Repiublica, la existencia, frente a
sus costas, de este formidable apostadero, que la an-
tigua metr6poli, impenitente, podria utilizar como base
de una empresa de reconquista. Un distinguido es-
critor granadino, don Roberto Suarez, tuvo la fortune
de hallar entire los papeles del general Santander,
plans curiosisimos que sefialaban las distancias entire
las distintas poblaciones de la isla de Cuba, animn de
un estado cabal y pormenorizado de las fuerzas que
guarnecian cada ciudad. Muestras inequivocas de la
atenci6n que el vigilante magistrado venia prestando
al caso de Cuba.










Por otra parte, los hombres de gobierno de Mexico,
como el eminente historiador y estadista Lucas Ala-
man, sintieron tambien la amenaza que la posesi6n es-
pafiola de Cuba significaba para la independencia y
la future tranquilidad de la Repiblica vecina. Mien-
tras nuestro pais, con sus recursos, permitiera orga-
nizar y aprovisionara las fuerzas de Espafia, la naci6n
mexicana se veria en la dura necesidad de mantener
un ejercito numerosisimo y adiestrado, presto a de-
fenderla.
Esa coming preocupaci6n produjo sus 16gicos y na-
turales resultados. En el mes de junio de 1825, el En-
cargado de Negocios de Mexico en Bogota, se apresur6
a solicitar, a nombre de su gobierno, la ayuda de las
fuerzas navales de Colombia para forzar la rendici6n
del fuerte de San Juan de Ulua, que Espafia mantenia
en su poder, y, con clara vision del problema antillano,
propuso ademas la adopci6n de un plan mutuo de de-
fensa.
El general Santander acogi6 con juibilo la idea y,
unos pocos dias despues, decia al Libertador-Presi-
dente lo que sigue:
Tengo entire manos y muy reservado el proyecto de bloquear
la Habana con una fuerte escuadra. Llevo tres objetos: 1' cooperar
a la reducci6n de UlTfa, sobre lo cual estamos de acuerdo con el
Gobierno mejicano, que paga los gastos; 29 encerrar a los espafioles
en la isla para que no se metan a hostilizar nuestras costas; y
39 contribuir a realzar la gloria y reputaei6n de Colombia. No
hablo de expedici6n formal, porque no podemos hacerla por si
solos, estando muy bien guarnecida la isla. Espero de Europa
un navio de 74, que se llamari Bolivar, dos bergantines y dna fra-
gatas de a 44, que todo lo tengo pagado; estos buques reunidos a
los que tenemos acabaran con la escuadra espafiola, y luego puede
ir una fragata y un buen bergantin o corbeta al Pacifico para que
no sea preponderante la fuerza maritima de los otros Estados. Si
el bloqueo no nos rinde la euenta, pensaremos formalmente en










Puerto Rico. Estoy autorizado por el Congreso para todo, que ha
sido buena fortune.

Bolivar, que tambien tenia su plan e ignoraba los
manejos de Santander, le habia escrito, unas semanas
antes (20 de mayo), desde Arequipa, esta sintesis de
su modo de pensar sobre los problems de political ex-
terior:
No se olvide usted jams de las tres advertencias political que
me he atrevido a hacerle: 1' Que no nos conviene admitir en la
liga al Rio de la Plata; 2' A los Estados Unidos de America; 3' No
libertar a la Habana. ...Nos conviene decir a Espafia que, si no
hace la paz, pronto estari privada de sus dos grandes islas (Cuba
y Puerto Rico).

El 19 de agosto, terminadas las negociaciones, se
firm el convenio de ayuda entire Mexico y Colombia.
Dos dias despues, decia Santander a Bolivar:
Clemente Ileva instrucciones de jams comprometerse contra
las naciones neutrales ni de intentar nada de fire contra la Ha-
bana y menos ahora que esta guarnecida por tropas francesas.

Al mes siguiente (21 de septiembre), Santander
daba cuenta al Libertador de una important gesti6n
diplomatica que habia emprendido cerca del gabinete
frances, tendiente a averiguar la actitud de Francia
frente a un possible ataque colombiano a las islas de
Cuba y Puerto Rico. Santander se cuida de sefialar a
Bolivar que la nota esti "bien concebida" y subraya
la decision del gobierno de invadir las Antillas espa-
iolas,
hostigados de mantenernos en el pie de guerra y ansiosos de traer
las cosas a una paz honrosa y s6lida.

La rendici6n del fuerte de San Juan de Ufia, hecho
afortunado que tuvo lugar el dia 18 de noviembre de










ese afio, dej6 sin vigor el convenio de agosto. San-
tander, infatigable, elabora un nuevo plan y describe
entonces a Bolivar (21 de enero de 1826):

...Ahora he despachado un official a Veracruz con un nuevo
plan reducido a reunir nuestras fuerzas navales de mayor porte,
y emprender una operaci6n decisive sobre la escuadra espafiola
que esti en la Habana, para destruirla de fond en comble... Batida
esta fuerza, quedamos seguros en el interior y costas, porque los
espafioles no tienen en que conducir tropas; entonces podemos dis-
minuir el ejrcito y por consiguiente los gastos; podemos bloquear
a Cuba, Puerto Rico o Canarias, o cruzar sobre los mares de
Europa y reducir al gobierno espafiol a una situaci6n muy triste
y embarazosa. El proyecto lo ha aplaudido y adoptado el Consejo
de Gobierno, y quedamos alistando la escuadra en Cartagena. Esta
situaci6n me impide pensar en la demand de marina para Buenos
Aires, pues, como U. dice muy bien, primero y antes que todo es
acudir al peligro de nuestra patria. Los vecinos de la isla de Cuba
son muy peligrosos, y es menester procurar un golpe de mano que
les cueste harto caro como el de Maracaibo.

El nuevo convenio colombo-mexicano, de 17 de
marzo de 1826, estableci6 un detallado "plan de ope-
raciones para las escuadras combinadas" de ambos
paises. Pero la sublevaci6n del general Paez, Coman-
dante General de Venezuela, y la oposici6n declarada
de los Estados Unidos y hasta de Inglaterra y Francia,
renuentes a consentir que la vieja metr6poli espafiola
fuera privada de sus colonies antillanas por el esfuerzo
comuin de colombianos y mexicanos, hicieron que el
tenaz Santander desistiera al fin de sus prop6sitos.
El fracaso de la political antillana del avisado go-
bernante, oblig6 a la Repfiblica de Colombia a seguir
viviendo en el angustioso "insomnio de una paz ar-
mada", posici6n enojosisima que agotaba sus recursos
y comprometia su incipiente desarrollo. Para San-
tander significaba ademas, y muy principalmente, el










mantenimiento de la "vigencia del regimen military ,
a pesar de sus grandes y constantes esfuerzos por en-
caminar el pais hacia una situaci6n genuinamente de-
mocratica.
Los patriots cubanos, que habian calorizado y
hasta ayudado personalmente, como los miembros de
la llamada expedicidn de los trece,"' los aprestos na-
vales colombo-mexicanos, cuya verdadera finalidad
desconocian, vieron derruidas tambien sus ingenuas
esperanzas. A uno de ellos, el pardo libre Andr6s Ma-
nuel SAnchez, protomArtir de la independencia de
Cuba, ajusticiado en 1826, se le ocup6 encima un nom-
bramiento de segundo subteniente de la Cuarta Com-
paiiia del Batall6n de Infanteria de Marina, dado por
el general Santander, en su palacio de Bogota, a 7 de
mayo de 1825. El nombre ilustre del gran estadista,
gloria de Colombia, qued6 unido de esta suerte a los
origenes de nuestro martirologio.


Un nuevo motivo de inquietud, fuente de graves
perjuicios para la Repdblica, vino a reclamar la aten-
ci6n vigilante del general Santander. A fines del afio
1825, el general Jose Antonio Paez, Comandante Ge-
neral, como ya dijimos, del Departamento de Vene-
zuela, temeroso de que en la ciudad de Caracas pu-
diera estallar un movimiento revolucionario de ten-
dencias realistas, puso en vigor un decreto del vice-
presidente Santander, de 31 de agosto de 1824, que dis-
(1) En esta arriesgada empresa, verdadera odisea antillana, tomaron parte
principalisima los coroneles Juan Jos6 Salas y Juan de Betaneourt, que cum-
plian la encomienda del gobierno de Colombia de buscar en las costas meridio-
nales de Cuba el lugar mAs convenient para un desembarco. Nuestro ilustre y
distinguwdo amigo, el notable historiador peruano Dr. Enrique D. Tovar y R.,
en su libro, afn in6dito, sobre la gallarda figure de Leoncio Prado, pugna
por evideneiar que la inieiativa del delicado empefio confiado a los coroneles
Salas y Betaneourt, perteneee integramente al general Francisco de Paula
Santander.










ponia el alistamiento general de todos los ciudadanos,
desde los 16 hasta los 50 afios. La media hall una
fuerte oposici6n en el pueblo y el general Paez se vi6
obligado a recurrir a la violencia. Patrullas de sol-
dados recorrieron las calls de la ciudad y procedieron
a detener y conducir a los cuarteles a los hombres en
edad de servicio a quienes encontraban. El Intendente
de Venezuela y la Municipalidad de Caracas dejaron
oir su voz, en son de queja, por esa actitud, que cali-
ficaron de escandalosa y arbitraria. La Camara de Re-
presentantes de la Republica, que tuvo de estos hechos
una version sin duda alguna exagerada, decidi6 acusar
ante el Senado, por la comisi6n de los mismos, al ge-
neral Paez, a pesar de los esfuerzos de Santander para
que se le diese antes la oportunidad de justificar su
conduct. El Senado admiti6 la acusaci6n, Paez fue
suspendido del ejercicio de su cargo y se le orden6
tambien que fuera a Bogota a responder de sus actos.
El bravo Comandante General hizo entrega del mando
y se dispuso a emprender el camino hacia la capital.
Pero las juntas tumultuarias que tuvieron lugar en la
ciudad de Valencia y en otras poblaciones, le determi-
naron a desistir de su viaje y a colocarse en abierta
rebeldia contra las autoridades de la Repfiblica. El
general Santander, cuyos apremiantes ruegos desoy6
el heroico vencedor de las Queseras del Medio, crey6
oportuno, despues de muchas vacilaciones, llamar tam-
bidn al Libertador, que a la saz6n se hallaba en el Peru.
Proceder que algunos le censuran como debil y hasta
timido; pero Santander, son sus palabras, temia en-
volver a Venezuela y a la Nueva Granada
en una guerra de localidades, que seria tan funesta al pais como
la de Cartago y Roma.











Bolivar vino a Bogota, fue despues a Venezuela,
perdon6 a Paez su rebeldia y, en definitive, sustrajo
a la jurisdicci6n de Santander varias provincias de la
antigua Capitania General.
La fabrica imponente de la Gran Colombia, orgullo
de Bolivar, se comenzaba a resquebrajar.
*
Esa conduct del Libertador disgust a muchos
granadinos y di6 origen a que los periodicos de Bo-
gota emprendieran una ruda campaia contra el. Se
acus6 a Bolivar de aspirar a la dictadura; se censure
su desden por los preceptos del C6digo de Cucuta, fun-
damento del regimen democratic, y su afan de im-
plantar la Constituci6n boliviana, que tendia a des-
truirlo... Una oposici6n irreductible entire la conciencia
civilista de los granadinos, que el general Santander
tanto se esforz6 en crear, y los elements militares
adictos a Bolivar, hizo presagiar "males futures".
Por otra parte, los enemigos y descontentos del go-
bierno de Santander, acudian al Libertador-Presidente
con sus quejas y contribuyeron a former en el Animo
de este la idea de que todos los males de la Repiblica
procedian de la mala gesti6n del Vicepresidente.

Acumulados de este modo los elements de la discordia,
escribi6 un observador sagaz de esos sucesos,
a merced de la calumnia, la envidia y la maledicencia, lleg6 el
tiempo en que fue dificil distinguir (a uno y a otro) tales como
eran en si, y cada cual los veia al traves del prisma de las pasiones
individuals.
Para dafio de la Repiblica, dos facciones o ban-
derias rivals surgieron por entonces: la que seguia
las inspiraciones del Libertador, y de ahi su nombre










de boliviana, y la que capitaneaba el general Santander,
y que recibi6 la designaci6n de antiboliviana.
Una ocurrencia infortunada-la insurrecci6n de
las tropas colombianas acantonadas en el Peru (26 de
enero de 1827), suceso que produjo honda alegria a
los antibolivianos y hasta mereci6 la aprobaci6n del
general Santander-vino a exacerbar, mas ain, la do-
lorosa y peligrosa pugna. Los adversaries enconados
del hombre de las leyes, censuraron y explotaron con
habilidad su err6nea conduct y llegaron hasta supo-
nerle, y lo propalaron asi, inductor de la insurrecci6n.
Esa labor odiosa y disociadora obtuvo a la postre
su funesto e inevitable resultado. El Libertador, mon-
tado en c6lera, tom6 la pluma y pidi6 a Santander (19
de marzo de 1827) que le ahorrara la molestia de re-
cibir sus cartas y le negaba ademas el titulo de amigo,
ganado a traves de nueve aflos de esfuerzos y sacri-
ficios comunes.
Santander, dolido en lo mas intimo, respondi6 a
Bolivar con la ternura respetuosa de un hijo repren-
dido several, duramente por su padre:
No me ha sorprendido su carta,

le dice,
porque hace mis de un afio que mis encarnizados enemigos estin
trabajando por separarme del coraz6n de usted; ya lo han logrado;
ya podran cantar su triunfo. Mi conciencia, sin embargo, esta
perfectamente tranquila; nada me remuerde de que haya faltado
en un ipice a la bondadosa amistad de usted; por el contrario,
estoy persuadido de que en las delicadisimas eircunstaneias de que
he estado rodeado, he sido fiel a mis deberes, y fiel a ia amistad
de usted, y siempre celoso defensor de su reputaci6n.
No escribir6 mAs a usted, y en este silencio a que me condena
la suerte, resignado a todo, espero que en la calma de las pasiones,
que son las que han contribuido a desfigurar las cosas, ousted ha










de desengafiarse completamente de que ni he sido p6rfido, ni in-
consecuente. Gane la amistad de usted sin bajezas, y sl6o por una
conduct franca, integra y desinteresada; la he perdido por chismes
y calumnias fulminadas entire el ruido de los partidos y las rivali-
dades; quizAs la recobrar6 por un desengafo a que la justicia de
usted no podrA resistirse. Entre tanto, sufrire este iltimo golpe
con la serenidad que inspire la inocencia.
Mis votos,

conclude,
serin siempre por su salud y prosperidad; mi coraz6n siempre
amari a usted con gratitud; mi mano jams escribiri una linea
que pueda perjudicarle; aunque usted no me lame en toda su
vida, ni me crea su amigo, yo lo ser6 perpetuamente con senti-
mientos de profundo respeto y de just consideraci6n.

El Libertador sali6 al fin de Venezuela y por la
via de Cartagena lleg6 a Bogota el dia 10 de sep-
tiembre. Ese mismo dia, tomo posesi6n de la presi-
dencia de la Repfiblica.
Los peri6dicos de Bogota, adictos a Santander,
arreciaron entonces sus ataques a Bolivar, que creia
ver detras de ellos la mano oculta del Vicepresidente;
mientras que alli, en las provincias de Venezuela, se
presentaba al hombre de las leyes como el origen y
m6vil de todas las desventuras de la patria.
Otro suceso infortunado trajo tambien un nuevo
motive de discordia. El general Santander, a quien
sus ac6rrimos enemigos habian acusado de malversar
los fondos del emprestito extranjero, solicit del Li-
bertador-Presidente que se abriese una investigaci6n
que le permitiera justificar su conduct y confundir
a sus gratuitos detractors. Pero Bolivar no accedi6
a la suiplica y pas6 el asunto a conocimiento del Con-
greso, donde, achaque comiin a muchos cuerpos deli-
berativos, corria el peligro de no ser considerada jams.









Santander y sus partidarios creyeron ver en esa re-
soluci6n un nuevo ataque de Bolivar.
Asi las cosas, el dia 9 de abril del afio 1828, inau-
gur6 sus sesiones la Convenci6n de Ocafia, reunida a
virtud de una ley del Congreso de la Repiblica, de 7
de agosto de 1827.
La Gran Convenci6n fu6 tambien teatro de la en-
cendida pugna entire los partidarios de Bolivar y de
Santander. El grupo santanderista, temeroso de los
prop6sitos del Libertador, llev6 un proyecto de cons-
tituci6n que reproducia en substancia el c6digo de Cu-
cuta, pero que mermaba de manera considerable las
facultades del primer magistrado de la Repiblica. La
facci6n boliviana a su vez, por boca de su corifeo, el
doctor Castillo y Rada, present otro proyecto de cons-
tituci6n, que tendia a robustecer, de manera visible,
las atribuciones del Poder Ejecutivo, y que fue objeto
de rudos ataques por parte de los santanderistas.
Los bandos en discordia no pudieron entenderse y
la Asamblea se vi6 en la necesidad de clausurar sus
sesiones, falta del qu6rum reglamentario para conti-
nuarlas, por ausencia de un grupo numeroso de di-
putados.
El fracaso de la Convenci6n de Ocafia trajo como
legitima, inevitable secuela el derrumbe del regimen
democritico. El Libertador entr6 a Bogota el 24 de
junio y tres dias despues di6 a conocer su prop6sito
de asumir la dictadura. La vicepresidencia fue supri-
mida y la facci6n santanderina, arrollada por el bando
boliviano, se di6 a la funesta tarea de conspirar contra
la vida del glorioso padre de la patria. El general San-
tander, inconforme, trat6 de oponerse a los proyectos
de sus obsecados secuaces; pero se desoyeron sus pru-
dentes consejos y admoniciones y hasta lleg6 a ocul-










tarsele una parte important de los planes de la con-
jura.
La noche fatal del 25 de septiembre, un grupo de
conspiradores penetr6 al Palacio de San Carlos, donde
a la saz6n residia el Libertador, a los gritos de Viva
el general Santanderl, iViva la Constituci6n de Cui-
cuta!, Abajo el tirano!" Bolivar, advertido por dofia
Manuela Saenz, se arroj6 prontamente del lecho y se
dispuso a vender cara su vida. Pero cediendo a los
consejos de esta, decidi6 ponerse a salvo por una de
las ventanas del Palacio, y corri6 a refugiarse debajo
del antiguo Puente del Carmen. Vencida la conju-
raci6n, gracias al valor y a la lealtad del batall6n
Vargas, el Libertador pudo salir de su escondite y
reunirse a sus partidarios y amigos, que le aclamaron
con frenetico entusiasmo. El general Santander, no-
ticioso del atentado, se dirigi6 al encuentro del Liber-
tador-Presidente y le acompafi6 por la calle hasta la
puerta del Palacio. Poco despues, era reducido a pri-
si6n y se le acus6 de hallarse complicado en la conjura.
Bolivar se mostr6, en un principio, indulgente con
los conspiradores; pero, mas tarde, prest6 oido facil
a los consejos de sus generals y mantuvo una poli-
tica, de firme represi6n.
Los jueces del general Santander, que se contaban
en el nuimero de sus adversaries politicos, le conde-
naron a "la pena de muerte y confiscaci6n de bienes
en favor del Estado, previa la degradaci6n, conforme
a la Ordenanza"; pero el Consejo de Ministros, a cuyo
studio remiti6 el Libertador la dura media, se mostr6
partidario de que se le conmutara la pena por la de
destierro del pais. Bolivar que creia, que crey6 siem-
pre en la culpabilidad de Santander, di6 muestras, en
esta ocasion, de una generosidad y de una grandeza










de espiritu singulares, aceptando el parecer del Con-
sejo.

Santander fue enviado a la fortaleza de Bocachica,
en Cartagena, donde permaneci6 siete meses. De alli
pas6 a bordo de una fragata de guerra que debia con-
ducirle a Puerto Cabello, hasta que por iltimo se le
permiti6 seguir viaje a Europa.
El general Santander neg6 enfaticamente, en mas
de una oportunidad, que hubiese torado parte en el
funesto atentado de septiembre, y en su testamento,
otorgado el 19 de enero de 1838, se preocup6 asimismo
de consignar estas palabras:

Aqui declare con igual solemnidad que no dirigi, ni estimul6,
ni favoreci la conjuraci6n del 25 de septiembre de 1828 contra
Bolivar; he sufrido inocentemente por este suceso, y, lejos de
protegerlo, hiee cuanto pude por disuadir el proyecto de revo-
luci6n a ]a unica persona que me indic6 estarse tramando el
proyecto... Preferi a la amistad de Bolivar el cumplimiento de
mis deberes, y tengo la satisfacci6n de que jams dej6 de hablarle
francamente presentAndole los males que iban a caer sobre la Re-
pfblica si persistia en poner en plant sus proyectos de dictadura
y de Constituci6n boliviana, a los cuales yo siempre me opondria
con firmeza.

La hora de la reivindicaci6n son6 al fin para San-
tander. El dia 10 de junio de 1831, el brigadier Do-
mingo Caicedo, Vicepresidente de la Repiblica, En-
cargado del Poder Ejecutivo-muerto Bolivar y di-
suelta ya la Gran Colombia-restablecio al general
Santander en el disfrute de los grades y honors mi-
litares y derechos de la cuidadania,

en los propios terminos que los gozaba en el afio de 1828, antes
de su injusta proscripi6on, que s6lo ha sido y sera para 61 nuevo
titulo de gloria.











Unos meses despues, la Convenci6n del Estado de
la Nueva Granada, reunida en Bogota, ratified en todas
sus parties, a nombre de la Naci6n, el decreto referido,
y tuvo a gala invitar
al General de Divisi6n Francisco de Paula Santander para que so
restituya al seno de la patria, a continuar prestando sus impor-
tantes servicios en defense de la libertad y sostenimiento de las
leyes.

La Asamblea Constituyente, convencida aderas de
que el general Santander, por sus altos prestigious y
exceptional firmeza de caricter, era la persona mas
indicada para "cicatrizar las heridas que el despotismo
y las agitaciones han abierto a la patria", le design
President de la Repfblica, por cuarenta y nueve votos
contra catorce. Santander, ausente aun en los Estados
Unidos, acept6 agradecido la honrosisima designaci6n
que se le hacia.

Esta es la cuarta vez,

escribi6 a Jose Ignacio MArquez, Vicepresidente de la
Repiblica,
que mi patria me llama por la voz de sus legitimos representantes
a ocupar las primeras magistraturas del Estado, y me consuela
en esta ocasi6n el testimonio piiblico de que en las anteriores yo
he correspondido a las esperanzas del pueblo, que confiaba en mi
fidelidad a la causa de la libertad y en mi resoluci6n de sacrifi-
carlo todo al triunfo de las leyes.

Y en su proclama de Santa Marta (16 de julio de
1832), cuid6 de advertir a sus conciudadanos que:
No vengo a vengar mis agravios ni a indagar quienes han sido
mis perseguidores. Vengo a prestar (a la patria) todos los servicios
de que sea capaz con el desinter6s y patriotism con que la he ser-
vido sin interrupci6n desde el 20 de julio de 1810. Cualquiera que









sea el valor de mis esfuerzos, yo cooperar6 con vosotros a la dicha
de ]a Nueva Granada, dicha que s61o puede encontrarse en la
obediencia a las leyes y a las autoridades constitucionales.

El principle Pedro Bonaparte, que le trat6 por esta
epoca, dijo de Santander:
He conocido todas las majestades de Europa, y puedo asegurar
que no he conocido a nadie en quien la naturaleza hubiera impreso
con caracteres mAs fuertes el don de mando, que en el general
Santander. El dia que legamos a Cartagena pas6 revista a la
guarnici6n, de levita, sin que el uniform military le hiciera falta
alguna para imponer admiraci6n y respeto.
El dia 7 de octubre de 1832 tom6 al fin posesi6n
de la presidencia provisional de la Repiblica, ante el
Consejo de Estado. Al afio siguiente, elegido de nuevo
por la voluntad popular, jur6 su cargo ante el Con-
greso, el dia primero de abril de 1833.
El gobierno del general Santander defraud muy
pronto las esperanzas de reconciliciaci6n y generoso
olvido de lo pasado que habian hecho concebir las pro-
clamas y los discursos del ilustre mandatario. Las fu-
nestas facciones o banderias political liberalss y ser-
viles), volvieron a surgir; la prensa, de nuevo desatada,
fue piedra de escindalo y lugar propicio para tratar
y ventilar safiudamente las cuestiones; todos los que,
aun con serenidad y mesura, dirigieron sus critics al
gobierno, fueron motejados de enemigos del regimen
y de la estabilidad de las instituciones democraticas;
se excluy6 sistematicamente a los antiguos bolivianos
de los empleos piiblicos...
Estos y otros desaciertos le hicieron perder al go-
bierno el apoyo y la simpatia de muchos y produjeron
una violentisima oposicion, que muy pronto degener6
en conspiraciones y conatos de alzamiento, que la mano
fuerte del general Santander se vi6 precisada a re-









primir con una energia que sus adversaries calificaron
de dureza de espiritu, y hasta de crueldad.
La conspiraci6n del general Jose Sarda, soldado
valeroso de la independencia, ocasion6 la ejecuci6n, en
la plaza pfiblica de la vieja ciudad santaferefia, de diez
y siete de los comprometidos. Un afio mas tarde, el
jefe del complot, que habia logrado huir, recibia ale-
vosa muerte a mano de un fingido partidario suyo,
official de los ej6rcitos de la Repfiblica.
La gesti6n administrative, ordenada y met6dica,
del president Santander, le ha valido altos y mere-
cidos elogios.
El arreglo de la liquidaci6n y division de los cre-
ditos y deudas de la Gran Colombia, fue uno de los
primeros asuntos que ocup6 su atenci6n. Despues de
largas y dificiles negociaciones, entorpecidas por la
ausencia del representante de la Repiblica del Ecua-
dor, los delegados de Venezuela y la Nueva Granada
suscribieron un convenio (diciembre de 1834), que,
apoyandose en el censo de habitantes de 1825, resolvi6
asi la cuesti6n: la mitad de los cr'ditos y deudas de la
disuelta federaci6n quedaria a cargo de la Repuiblica
de la Nueva Granada; de la otra mitad, el veinticinco
y medio por ciento le tocaria a Venezuela y el veintiun
y medio restante al Ecuador. El congress granadino
de 1836 desaprob6 el convenio. Fundironse los dipu-
tados para ello en que Venezuela, aunque menos po-
blada, poseia mayor suma de riquezas que la Nueva
Granada. Algo influy6 en esta determinaci6n la con-
ducta del congress venezolano que, dos afios antes,
habia improbado tambien un important tratado de
amistad, alianza, comercio, navegaci6n y limits entire
ambos paises, firmado en Bogota, el 14 de diciembre
de 1833.









El general Santander dedic6 asimismo sus esfuerzos
a la causa de la educaci6n popular y al progress y di-
fusi6n de los conocimientos cientificos y de las artes.
La Academia Nacional fue restablecida y el Museo re-
cibi6 eficaz ayuda e incremento, a pesar de la pobreza
casi general y de la estricta economic que fue precise
introducir en los gastos pfiblicos.
Para favorecer el urgente desarrollo de la riqueza
national, se habilit6 un nuevo puerto (el de Zapote,
en la provincia de Cartagena); se destiny una suma
important a la apertura del camino de Op6n, que fa-
cilitaria el trafico commercial con una vasta porci6n del
territorio; se concedieron privilegios fiscales tendientes
a lograr el establecimiento de nuevas industries, y se
concedi6 a las personas que quisieran radicarse en lu-
gares desiertos o baldios hasta doce mil fanegas de
tierras para cada poblaci6n que se fomentase.
Numerosas e importantes leyes, votadas entonces,
permitieron la eficaz reorganizaci6n de las distintas
dependencias del Estado. Una nueva ley electoral, la
de 1834, vino a subsanar los errors que la practice
habia sefialado en aquella otra aprobada por la Con-
venci6n de la Nueva Granada.
Bajo la administraci6n de Santander, por filtimo,
una ley del Congreso Mayoo de 1834), estableci6 el
escudo de armas y el pabell6n de la Repuiblica.
En resume: la gesti6n fecunda y provechosa del
general Santander le gan6 el just y merecido renom-
bre de gran administrator y organizador de la Repi-
blica.

Pr6ximo a expirar su period de gobierno, dos can-
didatos populares y de prestigio, el general Jose Maria









Obando y el doctor Vicente Azuero, se disputaron los
votos de la opinion liberal.
El celoso y austero Presidente, intimamente con-
vencido de que "la mas urgente necesidad de la Nueva
Granada", se hallaba en el mantenimiento de "la paz
y el orden pfiblico", mostr6 sus preferencias por el ge-
neral Obando, cuyas dotes de energia, firmeza y de-
cisi6n eran proverbiales. Pero un tercer candidate, el
doctor Jos6 Ignacio de Marquez, hombre de ideas li-
berales aunque moderadas y partidario decidido de la
conciliaci6n, se present tambien como aspirante y ob-
tuvo el concurso de los antiguos bolivianos. El dia de
las elecciones, ninguno de los tres candidates gan6 la
mayoria necesaria para ser designado. El Congreso
perfeccion6 entonces la votaci6n y el doctor Jose Ig-
nacio de Marquez fue exaltado a la supreme magis-
tratura.
El dia primero de abril de 1837 el general San-
tander hizo entrega del mando a su digno sucesor y
se retire a la vida privada, satisfecho de su gesti6n y
de los aplausos y elogios que de todas parties recibiera.
La historic ha juzgado favorablemente el period guberna-
mental del general Santander, de 1832 a 1837, reconociendo los
eminentes servicios prestados por e1 a la causa de las instituciones
republicans y a la paz y sosiego del pais,
ha escrito un notable y concienzudo bi6grafo del hom-
bre de las leyes.


Santander volvi6 al cabo a la political active y fue
elegido diputado a la Camara baja por la provincia
de Pamplona. Concurria asiduamente a las sesiones
y se incline a la fracci6n liberal que hacia oposici6n
al gobierno de Marquez. Pero una violent y destem-










plada acusaci6n que se le dirigiera, le hizo abandonar
una tarde la sala de la Camara sin dignarse responder
al furibundo ataque. Volvi6 sin embargo al dia si-
guiente y, en medio del silencio general, ensay6 con
palabra ficil y voz firme su defense.
No pudo regresar mas al Congreso. Una enfer-
medad cr6nica del higado que padecia, se agrav6 y le
oblig6 a guardar cama.
El dia 28 de abril de 1840, a las ocho de la noche,
sinti6ndose morir, quiso despedirse de sus conciuda-
danos. Su medico, el doctor Jose Felix Merizalde, se
prest6 a servirle de amanuense.
Pr6ximo a pagar el tribute que debo a Dios y a la naturaleza,

le dict6 Santander,
me despido de vosotros, mis amados compatriotas. En el curso
de mi carrera pfiblica he procurado estudiar mis deberes, para
cumplirlos por vuestro bien y felicidad.
Debo haber incurrido en muchas faltas; reclamo por ellas
vuestra indulgencia, como recompensa siquiera de mi fidelidad
a la causa de la independencia y de la libertad. Sed vosotros
igualmente fieles, y reclamad siempre vuestros derechos y vuestras
garantias.

Y levantando ligeramente la voz afiadi6:
Muero con la conciencia tranquila de no haber cometido los
erimenes que se me ban imputado, mis bien por ignorancia que
por malignidad; a todos los he perdonado. Mis albaceas publi-
carin por la imprenta declaraciones mas explicitas que dejo con-
signadas en mi testamento.
Os recomiendo muy encarecidamente a...
Un acceso de v6mitos, que fue seguido de una gran
postraci6n, le impidi6 continuar. Muri6 unos dias des-
pues, a las seis de la tarde de un dia como hoy, el 6
de mayo del afo del Sefior de 1840, en medio de agudos










dolores, cristiana y resignadamente, en los brazos del
ilustrisimo senior Arzobispo de Bogota. Poco antes de
fallecer, se le oy6 decir varias veces: "Ahora, si, iadi6s
mis amados amigos!"


Sefiores Academicos: el general Santander, en una
pagina notable de sus Apuntamientos para las Me-
morias sobre Colombia y la Nueva Granada, escritos
en 1837, traz6 un sucinto pero animado recuento de
su vida; hizo un a modo de sincere examen de con-
ciencia, y se entreg6 despues, sin temores ni vacila-
ciones, al juicio sereno e imparcial de la posteridad.

Yo he obtenido en mi patria por largos afios,

escribi6,

diferentes destinos pfiblicos. He sido Oficial y Jefe, vencedor y
vencido, he sido Vicepresidente de Cundinamarca y de Colombia
con ejercicio del Gobierno, conventional en Ocafa, y Presidente
de la Nueva -Granada; he ocupado el solio, y pasado por un juicio
criminal; he sufrido prisiones y destierros; he merecido muchas
elecciones populares conforme a las leyes del pais; he recorrido
las epocas mas dificiles y espinosas; he tenido relaciones con los
personajes mis prominentes de esta tierra, y me he acercado a
muchas de las naciones mis cultas; gan6 la intima confianza del
general Bolivar, y la perdi posteriormente; tuve verdaderos y falsos
amigos; hice la guerra a los espafioles, participe de las contiendas
civiles, y represented un papel principal en las disputes political
que agitaron a Colombia; he lidiado muchos Congresos, contribuido
a la perfecci6n de muchas leyes, y puestolas en ejecuci6n; he tra-
tado con los primeros gobiernos del mundo, he ventilado cuestiones
importantes, celebrado tratados, transigido diferencias graves; en
fin, he tenido una part no pequefa en todos los negocios pfiblicos
de estos paises en los 27 afos que cuentan de haberse emancipado
de Espafia. Tan ardua y larga carrera empezada a la edad de 18
afos, y sin la preparaci6n correspondiente, no puede menos que









estar llena de faltas y defects mis o menos notables, aunque con-
servo la esperanza de que se notari un amor decidido por la inde-
pendencia y la libertad de mi patria, una consagraci6n ilimitada
a sus servicios, y una fidelidad a toda prueba a mis promesas y
juramentos. Me juzgaran el mundo actual y la posteridad, no por
hechos aislados ni por acciones ineonexas entire si, sino por el
conjunto de toda mi vida pfblica, teniendo en cuenta las cireuns-
tancias que en cada acto me obligaron a tomar un partido. No
puedo inhibirme del juicio de la historic, ni lo pretend tampoco.

Y la posteridad, apagado el ruido ensordecedor de
las pasiones encontradas, libre de prejuicios, ha pro-
nunciado ya su fallo laudatario. En el pante6n de los
grandes hombres de America, el glorioso soldado y ma-
gistrado integerrimo ocupa el lugar destacadisimo que
los pueblos agradecidos y devotos reservan a los que,
como el, supieron sacrificarlo todo en aras de un ideal
noble y tesoneramente mantenido. Francisco de Paula
Santander, General de Divisi6n de los Ejercitos Liber-
tadores de la Repfiblica, Hombre de las Leyes, Orga-
nizador de la Victoria, Fundador de la Repuiblica de
la Nueva Granada.


He terminado.









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del alfdrez de dragones Gaspar Antonio Bodriguez. La Habana, 1936.



































ACAB6SE
DE IMPRIMIR ESTE
DISCURSO
EN LA IMPRENTA
"EL SIGLO XX"
REPOtBLICA DEL BRASIL, 153 -157
EN LA HABANA,
EL DIA 5 DE MAYO DE
MCMXL