DfAZ VASCONCELOS
DE NUESTRO
ANTANO HISTORIC
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SGUATEMALA, C. A.-1948
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DE NUESTRO ANTAI4IO HISTORIC
LUIS ANTONIO plAZ VASCONCELOS
DE NUESTRO
ANTANO HISTORIC
GUATEMALA, C. A.--1948
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IMPRESO NUMERO 2067
NO. 4284-1M2C-9-48
PROLOGO
He aqui la nueva producci6n del licenciado Luis Antonio
Diaz Vasconcelos. Hemos conocido su obra meritoria en otras
realizaciones literarias y cientificas, asi como su s6lida labor didic-
tica a travis de los afios; pero, hasta hoy tenemos el gusto espiri-
tual de conocer el libro que el quiso darnos hace much tiempo,
ya que en sus piginas flota un fervor intense hacia nuestra pasada
grandeza colonial, que el autor parece haber vivido entusiasmado
en un parentesis de ensuefio, aromado de reminiscencias ances-
trales.
El libro en si es un haz de conferencias, cada una de ellas com-
pleta en el punto que desarrolla, pero formando un conjunto arm6-
nico que nos brinda una sola obra: un anhelo literariamente reali-
zado, en magnifica forma de presentar, con caracteres broncineos,
las mis importantes facetas de nuestra vida colonial, en todo lo que
S de grandiose tuvo. Cual de ellas sera la mejor? Aqui estin; vos-
otros, amigos lectores, pulsar6is su indiscutible m6rito.
El autor nos present en su ensayo hist6rico-sociol6gico "La
influencia de Espafia en nuestra nacionalidad", principiando con
el relate de nuestra conquista y desenvolvimiento colonial, en una
narraci6n veloz, alada, libre del farrago de datos que hacen pesado
el conocimiento de nuestra historic, huyendo de aquellas rememo-
rias ausentes de vida.
Es este el estilo que campea en la obra: la apreciaci6n psicol6-
gica vivificando el relate hist6rico; el dialogo ameno, personalisimo,
el toque pseudonovelesco y todo esto remozado con un lenguaje
llano y castizo en el que, sin embargo, encontramos brotes de mo-
dernismo, que nos revelan al autor contemporineo imbuido en el
nervosismo de nuestra ipoca.
En el fondo, la idea de la unidad de conquista, que nos daria
mis tarde la unidad politico-territorial, base de nuestra nacionali-
dad centroamericana, es persistent en el relate. Los bastiones de
ella: la tradicidn en su mis amplio sentido -, la Iengua, la re-
ligi6n y, especialmente, el studio del element itnico mestizo,
- ampliamente tratados -, dan solidez a la idea madre del E/nsayo:
nuestra nacionalidad naci6 y se desenvolvi6 al regazo de la Madre
Patria, esto es innegable; pero, hay ademis en el desarrollo del te-
ma una defense ardiente y sincera de la obra de Espafia en Ame-
rica, esta obra tantas veces detractada, negada, que sin embargo
desmienten los nmonumentos juridicos, sociales, culturales, y artis-
ticos que la historic ha recogido; debemos ser sinceros. Pero el li-
cenciado Diaz Vasconcelos va mis lejos afin, con argumentaciones
political, sociol6gicas y econ6micas, de peso, justificando plenamen-
te lo grandiose de esa obra. En el balance de la colonizaci6n eu-
ropea en America, la labor hispana fue mis humana que la de las
otras potencias; que tuvo grandes grrores, no cabe duda, todos los
tenemos, pero si no hubiere otras razones, hay una sola que justi-
fica esa obra: Espafia fue sincera, se volc6 en America toda ella,
tal cual era, con todos sus vicios y sus grandezas, se di6 enter
en cuerpo y en espiritu. El autor nos ha convencido plenamente.
Y he aqui la vida colonial de Guatemala, pasando ante nues-
tros ojos en otra conferencia, o mejor dijiramos en una suave char-
la de sobremesa espiritual. De un delicioso sabor afiejo, la descrip-
ci6n- llana y sencilla, aligerada de la carga del detalle initil, nos
hace vivir una dichosa semana en la plicida ciudad de Santiago de
los Caballeros del siglo XVIII, acompafiando a los primos Garcia,
personajes de esta imaginative ronda, por todos los lugares en don-
de el esfuerzo, la constancia y el orgullo de estirpe, habian levan-
tado esos monumentos que hoy siguen siendo, y serin eternameni-
te, timbre de orgullo para nuestra magnifica historic colonial, y
haciindonos sentir transitando en los viejos caminos del tiempo,
una semana, como grandes sefiores, en aquel ambiente reposado,
moviindonos dentro de aquel rigido marco de convencionalismos
sociales, pero asistiendo a ese especialisimo cuadro costumbrista
lleno de boato y ungido de magnificencia, no importa iste fuera
un remedo fiel de la vida en la metr6poli.
El autor revela en este tema su conocimiento profundo de la
vida social tomada en su mis amplio sentido, de aquel tranquilo en-
tonces, y hay en l6 un afin intense de presentar cada cuadro com-
pleto en sus perfiles y detalles. La pintura costumbrista, de intense
colorido, firmisima en sus rasgos, es magnifica, especialmente en
los cuadros de las solemnidades religiosas, celebraciones del 29
centenario de la fundaci6n de la ciudad, y del ceremonial de docto-
ramiento en nuestra Real y Pontificia Universidad, los que parece
haber vivido el autor.
El dato hist6rico es precise, de una importancia enorme para
la historic de nuestra cultural y de nuestros monumentos coloniales,
especialmente en los apuntes de los azares de nuestra vida univer-
sitaria en sus origenes, que constituyen un rico capitulo de nuestra
historic cultural, que pese a su importancia, habia permanecido
en gran parte desconocida si no olvidada, y hacienda nacer en
nosotros un brote sincere de reconocimiento hacia aquellos hidalgos:
el padre Marroquin, los esposos Barahona y Loayza y el Correo ma-
yor Crespo Suirez, a cuyos aportes generosos y tesoneros esfuerzos
se debi6 la fundaci6n de nuestra Real y Pontificia Universidad,
una hermosa hoguera en las inmensidades desiertas de cultural de
nuestra America.
Y aqui esti ahora el autor encendiendo el recuerdo de aque-
llas "luminarias de la vida provincial de Guatemala", presentin-
donos a todas esas personalidades mis integras, mis vividas, ha-
ciendo su cbnocimiento para nosotros mis profundo, como ha
debido ser much antes, levantando los relieves de su labor gigan-
tesca.
Y en el desfile grandioso pasan las albas figures del padre
Marroquin, del hermano Pedro, de fray Ram6n Rojas el Padre
Guatemala -, y su obra de misericordias sin limited. Ahi estin
el enorme fray Bartolom6 de Pas Casas y los padres de nuestra his-
toria colonial: Bernal y Fuentes y Guzmin, y los bohemios de la
vida misionera religiosa como el autor les llama fray Domin-
go Vico, Luis Cancer y Antonio de Jesfis Margil, regando la semilla
sagrada de la fe en tierras hostiles y llegando hasta el holocaust
de sus vidas en esta misi6n grandiosa que floreci6 en el silencio.
Y en la galeria gloriosa se iluminan las insignes figures de
nuestra ciencia: Liendo y Goicoechea, barriendo los oviejos sistemas
escolisticos; Jos'd Felipe Flores, el anat6mico y fisico, desarrollan-
do en este crudo clima el mitodo experimental; Narciso Esparrago-
sa, el padre de nuestra cirugia y oftalmlogo famoso, hacienda
prodigies cientificos para honra de nuestra historic medica; junto
a ellos, rumbando al porvenir, va Sebastiin de Arivalo, el padre
de nuestro periodismo, con su diminuta y grande "Gaceta de Gua-
temala"; y otros mis que han dormido su grandeza en el silencio.
Con su pluma cilida de entusiasmos, el autor ha encendido en las
arcadas de nuestra memorial una limpara votiva hacia el recuerdo
de aquellos hombres de estaturas gigantes.
Haciendo un parintesis a la vida de antafio el autor nos
trae mis cerca de nuestro siglo, al referirse en su conferencia a
las dos grandes figures que con sus nombres han glorificado
los galardones universitarios: Flores y Gilvez. Se trata de
aquellas dos grandes figures, mil veces gloriosas para nuestra his-
toria modern: el doctor Mariano Gilvez y el galeno Jose Feli-
pe Flores, a quienes en forma breve, pero just, nos present, en
los moments en que pronunci6 su discurso, el 30 de sepiiembre
de 1943, ocasi6n en que se confiri6 el "Premio Gilvez", primer pues-
to, al autor de este libro.
No queremos entrar en aquellas piginas dejando al lector las
sorpresas que tiene que encontrar.
El libro cierra sus piginas con broche de oro: "El principle de
los poetas coloniales de America", Rafael Landivar y Caballero, da
prestancia a este studio monogrifico con su ipica de relieves uni-
versales, que el autor desenvuelve con fino sentido critic y con
la veneraci6n del discipulo en ideal hacia el clisico maestro y legi-
timo orgullo de nuestra Guatemala.
Pero ya es hora de que os deje saborear esta hermosa obra:
la itltima luz de las candilejas se ha apagado, hemos asistido bajo
el influjo migico de la pluma de Luis Antonio Diaz Vasconcelos,
a la representaci6n magnifica de una epoca de esplendor y fausto
que han llamado 6poca colonial; lyeindole hemos hecho vibrar
nuestros corazones con ese orgullo ancestral de sentirnos hijos y
dueiios de esta tierra de nuestros antepasados, galana y acogedora.
El autor tenia una deuda de carifio con su vieja ciudad formativa,
la Antigua, recuerdo azul de la Muy Noble y Leal Ciudad de San-
tiago de los Caballeros de Guatemala, y 61, que guard hacia ella
un fervor sagrado y que en las rutas del tiempo ha sentido latir el
suyo al unisono del coraz6n dormido de su dulce ciudad, de esa
ciudad de su ventura, de esa ciudad de sus recuerdos como el la
llama -, tenia que pagar esa deuda. El libro afiorado esti escrito,
la ofrenda se volc6 sincera y bella.
Marco Vinicio CEREZO S.
JUEGOS FLORALES
Patrocinados por la Colonia espaiola en los festejos de la
celebraci6n del cuorto centenario de la fundaci6n de la ciudad
de Guatemala en el Valle de Panchoy.-10 de marzo de 1543.
INFLUENCIA DE ESPAIA EN NUESTRA
NACIONALIDAD
Par el Licenciado Luis Antonio DfAZ VASCONCELOS
ENSAYO
HISTORIC, JURIDICO Y SOCIOLOGICO
RAiCES DE UNA EPOPEYA
Es el afio 1" de la 99' Olimpiada. Grecia, aquella Grecia de los
grandes momentos, vive entregada al pasatiempo ocioso de la filo-
sofia. Se habla de Plat6n y de sus discipulos y se especula sobre
temas variados y dificiles.
En Atarne, poblaci6n floreciente de la H6lade, un estagirita,
llamado Arist6teles, por las noches, se afana en leer en el firma-
mento los secrets de la vida del mis alli de nuestro planet.
-- CuAl seri el motive de esa sombra circular que se observa
en la luna cuando la tierra la eclipsa? se preguntaba Arist6teles.
Con sus conocimientos incipientes de geometria, pues la cien-
cia de Pitagoras poco le podia ofrecer, lleg6 a una conclusion. Aque-
Ha conclusion era que, una sombra circular inicamente puede ser
proyectada por un cuerpo redondo. Entonces, se dijo Arist6teles, "la
tierra es redonda".
Asi fu6 como, por la primera vez un ser viviente de nuestro
planet sent la teoria de que la tierra es redonda. La idea cay6
como bomba, s6lo que en aquel entonces, no se conocian las "bom-
bas redondas", de lo contrario ya hubiera habido motivo para reirse
del fil6sofo.
Pero Arist6teles tenia raz6n: o por lo menos tenemos ahora
la seguridad que estaba en ella. La tierra era y es redonda.
Asi fue como naci6 el sistema cosmografico, segfin la opinion
del insigne professor del mas tarde famoso Alejandro el magno. "Los
astros estan animados, son redondos para que puedan rodar en el
espacio. El universe es esf&rico, como los cuerpos que son conte-
nidos, y gira diariamente alrededor de la tierra, de oriented a occi-
dente". Aunque geocentrista el sistema, ponia la primera piedra de
una nueva concepci6n que con el correr de los afios culminaria en
una realidad indiscutible.
11
Pasaron muchos aiios desde que el fil6sofo griego sent la pre-
misa de la redondez de la tierra.
Lejos, muy lejos de Atarne, en la poblaci6n de Porto Santo,
en la Isla de Madera, bajo el dominio de la naci6n portuguesa, vivia
el gobernador de ella Bernardo Palestrello.
El italiano, al servicio de la bandera portuguesa, se dedicaba a
la navegaci6n y a la cartografia, en todo moment que sus ocupa-
ciones del cargo official le permitian. Se dedicaba con afin y carifio
al trabajo del dibujo y al trazo de cartas de marear.
AlI en Porto Santo, en su studio privado, se encontraba, el
gentil don Bernardo Palestrello, una noche, ocupado en la labor
de todo su cariiio. Nuestro amigo hacia lines y circulos. Se ayu-
daba fuera de una hedionda bujia de cera que le alumbraba para
su trabajo, de un rudo compis y de unas mugrientas reglas.
Don Bernardo estaba absorto en cilculos y lines. Para l6
nada habia a su alrededor.
--~Qui haces Palestrello con esas lines y esas circunferen-
cias? le pregunt6 una voz como salida de ultratumba.
-I Que hago con estas rectas y estas curvas? dijo inconscien-
temente don Bernardo, sin preocuparse de d6nde habia salido aque-
lla voz -. Pues hago cartas de marear bajo una nueva idea, la de
la redondez de la tierra, agreg6 el interrogado.
Cartas de marear bajo el concept de la redondez de la tie-
rra? volvi6 a interrogar la voz desconocida.
-i Desde luego! -argument6 el cart6grafo-. i Si! Cartas de
marear; cartas para los navegantes; pero bajo el concept de.una
tierra redonda y no de la forma plan como lo creen todos. Te digo
que eso ya fui observado hace muchos aiios por un fil6sofo que
existi6 en un pais que se llama Grecia. i Pero! i Bueno! i Con qui6n
estoy hablando? exclam6 saliendo de su distracci6n en que ha-
bia estado sumido y dentro de la cual habia estado hablando an-
teriormente.
La voz desconocida volvi6 a oirse: -Soy el espiritu de Arist6--
teles, de ese griego a quien ti has aludido. Pero no temas, no pon-
gas esa cara de asombro. No te hare ningin dafio. Un fil6sofo no
hace ningin perjuicio, salvo el que sus concepciones puedan pro-
vocar en la sociedad...
-i Arist6teles dijo admirado Palestrello.
-.. .Si, Arist6teles, en espiritu, que viene a ayudarte y a con-
firmarte tu idea de la redondez de nuestro planet. Tienes raz6n.
Nuestra tierra es redonda como la manzana que yo comia en vida
y como las naranjas que se encuentran en ese frutero que esti so-
bre la mesa. Yo, un espiritu que ha recorrido much, te lo puedo
asegurar. Estaba en lo cierto, cuando al ver la sombra en la luna
creia que el cuerpo que la proyectaba, que no era mis que la tierra,
era redondo. Y ahora, que tf tambiin has tenido la intuici6n de la
verdadera forma del planet, te aconsejo que no descanses, que no
desmayes, que no interrumpas tu labor. Continia sosteniendo la
idea que es una verdad; sigue hacienda tus cartas de navegar bajo
la concepci6n de la forma redonda del planet.
-Pero estoy viejo -dijo Palestrello-. Ya no podr6 hacer
prevalecer esta idea que he acariciado y he confirmado por muchos
cilculos, pues me faltarin los dias para hacerla triunfar.
-jAcaso con tu muerte se acabari la humanidad? increp6
la voz -. Alguien podri valerse de tus observaciones y tus cartas;
iquiin sabe la sorpresa y el cambio que tenga el mundo enter con
la realidad de mi idea y de tus cilculos? Que el ixito corone tu in-
tenci6n; que los siglos nos hagan justicia -dijo la voz-. Me
despido y te espero, tal vez muy pronto, en las regions donde nada
perturba, ni preocupa. i Adi6s. !
--iAdi6s! -dijo el anciano gobernador de Porto Santo.
El italiano quedd torprendido de todo aquello y no alcanzaba a
salir de su sorpresa y de su aturdimiento. Tal vez me qued6 dormi-
do pens6 -, y todo lo que creo que es una realidad haya sido
una fantasia de un suefio. Palestrello pensaba en sus adentros que
eso era lo mis 16gico y seguro. Las largas horas de desvelo en su tra-
bajo y el humo de la bujia lo habian hecho dormirse sobre la mesa
de su labor y en esos instantes habia sofiado todo lo que su cerebro
le registraba como real razonaba 61 -. Guard6 sus instrumen-
tos y sus papeles y fuse directamente, ain sin rezar, como era su
costumbre, al comfortable lecho que bien merecido lo tenia despubs
de un dia de variada labor.
Pasaron los afios desde aquella noche en que el gentil don
Bernardo Palestrello sofi6, o crey6 sofiar, sobre el banco de su tra-
bajo. La muerte lo acogi6 en su regazo, y antes de cerrar sus ojos
recomend6 a su esposa que todos sus papeles y sus anotaciones los
reservara para entregarselos a un hombre joven, que le despertara
confianza y le mereciera cr6dito, sobre su inteligencia y su cons-
tancia.
Corri6 el tiempo, veloz como el aire; los dias y los meses vola-
ron como hojas secas para amontonarse en el rinc6n de los recuer-
dos. La viuda de don Bernardo, juntamente con el finico fruto del
matrimonio, su hija Felipa Mufiiz, se fueron a vivir a Lisboa. Alli
el desamparo familiar seria menos gravoso, pues estaba la Corte
para acudir a ella en demand del auxilio y de la ayuda que la falta
del cabeza de casa habia causado.
Los papeles del trasnochador dibujante a6n se conservaban en
el familiar arc6n que siempre los habia guardado avaramente. Tam-
biWn la viuda, guardaba con mis codicia, la promesa hecha al esposo,
en el lecho de su muerte. No habia llegado ain el hombre en quien
segfin ella, pudiera confiar, para entregarle aquellos papeles que
guardaban toda una vida de observaci6n y de reflexi6n.
Por ese entonces estaba, en la corte lusitana, un hombre de
raras ideas y de atrevidas concepciones; aquel hombre se lamaba
Christ6phoro Columbus.
El destine, que siempre tiene marcadas las sendas de los hu-
manos, que por cierto ignoran la trayectoria de ellas, tenia reserva-
da para Columbus y Felipa Mufiiz de Palestrello, la de la uni6n
en matrimonio.
-LCon qui6n se casa la hija de la sefiora Palestrello? dije-
ron las comadres del barrio donde habitaban los parientes del ex-
gobernador de Porto Santo.
--Lo que es yo, no le haria caso a ese forastero -expresaron
engestadas, pero envidiosas,,las chicas cursis de aquel tiempo y
aquel lugar.
Pero Christ6phoro Columbus y Felipa Mufiiz de Palestrello fue-
ron al altar para que' Dios bendijera su enlace y ante la autoridad,
para que la ley reconociera su uni6n. Y la viuda de Palestrello re-
cord6 el encargo que su esposo le habia hecho de entregar sus pa-
peles al hombre joven en quien ella sintiera confianza y en quien
viera la constancia y la inteligencia.
-i Cuinto papel y cuAntas cartas marinas! dijo interjecti-
vamente Columbus cuando su suegra le abri6 el cofre del tesoro.
L De quiin son? agreg6 sencillamente.
-Son tuyas contest la anciana -. Son los apuntes y las car-
tas que mi esposo, y padre de tu consorte, dibuj6 e hizo durante su
vida. Entiendo que encierran secrets de no se que naturaleza; te-
nia recomendado de su duefio entregarlos al hombre joven que mi
coraz6n presintiera que con ellos podia beneficiarse. Mi coraz6n
me dice que ese hombre eres tfi; t6malos, busca en ellos ese secret
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que nunca me confi6 mi esposo, tal vez por mi demasiada ignoran-
cia. Si lo encuentras y logras beneficiarte y beneficiary a la huma-
nidad, magnifico; si por casualidad todo es quimera, nada has per-
dido, una idea mis que ha fracasado seri el fnico saldo.
--iA ver! Dijame mirar -, dijo Col6n con los ojos encendi-
dos por la luz de un gran descubrimiento. La mirada de aquel
hombre brill6 intensamente; su alma oteaba que algo grande y tras-
cendental guardaban aquellos apuntes y aquellas cartas. Si hubie-
ra conocido la c6lebre frase de Arquimedes, se hubiera vulgarizado
en repetir el famoso "Eureka", pero, Columbus o Col6n, era distin-
to al grueso de la demis gente y tambien desconocia por complete
la frase y la existencia del autor de ella.
Crist6phoro se dedic6 a arrancarle, a los datos y a los documen-
tos, los secrets que habia presagiado que contenian. Poco a poco
fue dindose cuenta de las notas y cilculos de su difunto suegro.
Lentamente fu6 captando la intenci6n de todo aquel mundo de no-
tas, cifras y letras.
Efectivamente, la tierra era redonda, se dijo en soliloquio Co-
lumbus.
Asi fue como aquel hombre que mas tarde se inmortalizaria en
los fastos de la historic y de la vida, hizo suya la idea de la redon-
dez de la tierra. La hizo suya, pero no simplemente como una es-
peculaci6n filos6fica, como lo habia hecho el griego Arist6teles;
ni tampoco en la forma de calculo y pict6rica como la habia cons-
truido Bernardo Palestrello. i No! Chist6phoro Columbus hizo suya
la idea, pero merced a su constancia, le di6 forma de realidad, pro-
porcionando mis tarde a Espaiia la gloria inmarcesible de hacer
aparecer, mis alli de los mares desconocidos, una America ub6rrima,
viril, sonora, prometedora y joven.
M AV
,Son las cinco de la mariana del dia viernes 3 de agosto
de 1492, De los atracaderos del Puerto de Palos, en la provincia de
Huelva, en Espafia, han despegado tres carabelas: "La Capitana" es
el nombre de la primera; gallarda ha salido mar adentro bajo
el mando de Crist6bal Col6n; "La Pinta", que le sigue en tamafio,
pero que le supera en velera, prosigue el desfile bajo las 6rdenes del
mayor de los hermanos Pinz6n; cierra el despegue la mis chica
de las naves ostentando el simb6lico nombre de "La Nifia", que a su
vez navega bajo el cuidado del mas joven de los arriesgados capi-
tanes Pinz6n. Tres carabelas que lBevan en sus quillas y ostentan en
sus velas, jarcias y palos, el simbolo trifisico de una idea, un cilcu-
lo y una acci6n. Aquel trio de hombres, que distantes en el tiempo
y el espacio convergieron para hacer una realidad eterna, cabalis-
ticamente van representados en el nimero de las naves que inician
el viaje mis temido, mis rechazado y mis glorioso que los hijos de
Espafia acometieron en todos los tiempos pasados y acometerin en
los por venir.
Asi se inicia aquel viaje en el cual 120 espaiioles, llevando ini-
camente como garantia la fe de un marine a quien obedecian como
almirante, se hicieron a la mar desconocida y a la cual la super-
cheria y el fanatismo de la 6poca atribuian finales diab6licos.
Pero aquel viaje que con fecha posterior revisti6 el ixito mis
grande de todas las empresas llevadas a cabo- por el hombre, no se
logr6 tan ficilmente.
Columbus, como todo genio, tuvo que pasar por la picota de
la burla, el escarnio, el desprecio y hasta llegd a aguantar hambre
con el prop6sito de ver hechos una realidad la idea de Arist6teles
y los cilculos de Palestrello.
Cuando el ep6nimo marine lanz6 su teoria, hubo te6ricos que
se burlaron de su concepci6n y de sus intenciones... Es un loco, se
lleg6 a decir de 0l. Pero aquel "loco, maniitico y necio" pudo enor-
gullecerse cuando el poeta le dijera mis tarde:
"A Castilla y a Ledn
Nuevo mundo di6 Coldn."
Y va el constant Christ6phoro, Ilevando bajo el brazo las car-
tas y los cilculos del senior Palestrello, de Corte en Corte, de ciudad
en ciudad, de docto en docto, de tedlogo en te61ogo. Y asi son sus
resultados:. de decepci6n en decepci6n.
Va a Gnnova y no encuentra apoyo de ninguna naturaleza. Se
refugia con su idea y sus papeles en Venecia; al contestar a la
pregunta: Qui es lo que quiere? obtiene como resultado inica-
mente risas y burlas. I Buscar un camino corto para las Indias, toda
vez que la tierra es redonda?; pero eso no s6lo es un error, sino que
tambi6n una blasfemia; ino senior! Venecia no puede financial
una locura.
Pasa decepcionado, pero no vencido, a Portugal. Tal vez los
hombres de la tierra en donde obtuve la esposa y los datos, me
sean mis benignos -pens6 Columbus-. Y tampoco en la pr6spera
Lusitania encontr6 el apoyo y la ayuda que su genial empresa re-
queria.
Pasa a Espafia donde al fin encuentra a un poderoso que se
apiada de el: Luis de la Cerda, Duque de Medinacelli. Este amigo
de Christ6phoro lo recomienda a la Corte de los Reyes Cat6licos.
-Pero nosotros. que sabemos de esas cosas? deben haber-
se dicho los soberanos augustos. Entonces recomiendan el proyec-
to a quien algo sabe de todo esto; precisamente, hay que former
una junta de doctors para que examine la cuesti6n. Y van los doc-
tos a reunirse a Salamanca, famosa por cierto esta localidad por
tantos sabios formados en su universidad. Ni la Junta de Salaman-
ca, ni Fernando el cat6lico le dan much importancia al caso. La
Junta no confia, y si confia la envidia trabaja profundamente en
forma sorda. I Y el monarca, pues ? i Ah!. el monarca. Como buen
cat6lico que era, ya que su sobrenombre lo retrata de frente y per-
fil, estaba mis empefiado en hacer salir a los moros del territorio
natal, y todo esfuerzo desde luego lo sumaba a su empefio, que de
todos modos era meritorio y justificado.
Christ6phoro lleg6se a las orillas del Canal de la Mancha. Lan-
z6 su mirada al otro lado y record, que alli estaba el Soberano de
los ingleses, Enrique VII. Bien valia la pena su proyecto y su idea,
lanzarse a cruzar el angosto canal para ir a ver al soberano de Al-
bi6n y proponerle la empresa. Nada costaba, y sobre todo los ingle-
ses por ser marines, tal vez se interesarian con el proyecto del viaje.
Embarc6se, pues, el future almirante espafiol, con destiny a
Londres. Pero el mismo resultado; no hubo oidos para la disparata-
da empresa del espafiol como se le l1amaba a su idea.
Regres6 al continent y toc6 en Francia a las puertas del pala-
cio de Carlos VII. Aquillas ni siquiera se abrieron.
Otra vez gestiona en Espafia con infructuosos resultados. Pero
la constancia del hombre no desmaya.
Hubo hambre, miseria, necesidad, pero Christ6phoro Columbus
proseguia en su peregrinaci6n, en aquella peregrinaci6n en la cual
estaba ofreciendo una gloria eterna y una virgen. Esta vez se reuni6
una nueva junta en Santa Fe, pero los resultados fueron los mismos
que en Salamanca.
Col6n tenia hambre, pero por l1 no importaba; quien le preocu-
paba era su hijo. En medio de su aflicci6n y de su angustia, ain no
habia perdido las esperanzas de llevar a cabo su genial empresa.
Pero el hambre se cernia sobre el padre y el hijo. Ya no habia
d6nde acudir, pues tanto habia molestado que temia ser desprecia-
do por los conocidos. Dentro de su, aflicci6n. record que alli en el
convento de la Ribida habia un prior llamado Juan Pirez que ya lo
habia socorrido en otras oportunidades. Nunca le habia confiado
su proyecto, pues lo creia incapaz de entenderlo. Pero, un poco de
pan, para el nifio, tenia la seguridad que lo lograba.
Encamin6 sus pasos por el largo camino hasta llegar al umbral
del convento.
Llam6 con la campanilla y el fraile portero sali6 a franquearle
el paso.
--~A quiin busca usted? pregunt6 al caminante el portero.
-Al prior Juan Perez dijo tristemente Col6n.
El portero volvi6 a cerrar la puerta y lleg6 hasta la habitaci6n
privada del prior.
-Ahi lo busca un estrafalario personaje que se hace acompafiar
de un niiio expuso el portero.
-< Te did el nombre? inquiri6 el religioso Perez.
-i Si!, dice que se llama Christ6phoro Columbus y que viene a
solicitar su ayuda en favor de un nifio que supongo es el que le
acompafia.
-i Hazlo pasar inmediatamente! orden6 el prior al subal-
terno.
Asi fu6 como a principios de aquel memorable afio de 1492,
Crist6bal Col6n, juntamente con su hijo Diego, fueron asilados,
merced a la bondad del fraile Juan Perez, en el convento de la
Ribida.
A pesar de que Col6n no crey6 que su amigo lo comprendiera,
le confi6 su peregrinaci6n por cortes y palacios, por juntas y au-
diencias, por reinos y sefiorios.
-Yo te ayudare le prometi6 el prior.
Efectivamente, Juan Perez, en quien Col6n no crey6 encontrar
nunca una ayuda para su empresa, fue la Have que le abri6 la
puerta de la bondad y del apoyo de la magnanima Reina Isabel de
Castilla.
Juan Perez, era uno de los confesores de la cat6lica reina, y
desde luego, con aquel ascendiente spiritual, estaba en posici6n
favorable para hacer inclinar la voluntad de la soberana en favor
de la empresa de Col6n.
-No hay dinero, mi augusta soberana le expuso el jefe del
tesoro real.
-i No importa! dijo la intuitive mujer. -Mis joyas bien va-
len la realidad de una. idea. Unicamente quiero que por cada una
de las perlas que forman el centro de mi collar predilecto, se forme
una naci6n nueva en las tierras que se descubran mis alli de los
mares explorados. Cuintas perlas tiene la parte central de mi co-
llar? pregunt6 inmediatamente la reina a la jefa de ayudas de
cimara.
-Tres grandes y quince medianas contest la cortesana.
-Pues bien, quiero que se sepa, que es mi voluntad y mi deseo,
que en las tierras que serin descubiertas en ese peligroso y arries-
gado viaje se formen 15 naciones, y se dividan en tres secciones.
Estaba en camino de demostrarse que la idea de Arist6teles,
los calculos de Palestrello y la intuitiva constancia de Col6n, obe-
decian a una sola raz6n que era la realidad.
Et 17 de abril del mismo aiio que Columbus habia llegado men-
digando el pan a la religiosa casa de Juan Perez, se firmaba el con-
trato. Nada faltaba ya, mis que ultimar los aprestos de naves,
bastimentos y hombres.
Vuelven las dificultades, aunque ahora no tan grandes como'
antes de obtener la aprobaci6n para el viaje. No hay barcos que
quieran ser arrendados para tan temerario viaje; Zy hombres? mu-
cho menos. Por fin, aparece ese trio de hermanos a cuyos nombres
no se les ha hecho todavia merito en Am6rica, los Pinz6n, quienes
dan todo: barcos, viveres y hombres.
Asi ese fres de agosto, en tres carabelas, con los tres hermanos
Pinz6n a bordo, salen los 120 hombres de mar en busca del camino
a Cipango para unos y de tierras nuevas para otros; pero para los
tres hombres Arist6teles, Palestrello y Col6n, iinicamente para con-
firmar la redondez de nuestro planet.
Sesenta dias cabales habian transcurrido desde que las cara-
belas habian abandonado tierras europeas. Un aire fresco inunda-
ba la cubierta de los pequefios navios que navegaban por las aguas
del mar, que bautizaron con el nombre de Atlantico. Serian poco
mis o menos las dos de la mariana, no se puede asegurar la hora,
pues los relojes de arena nunca han sido efectivos, cuando Rodrigo
Sinchez de Triana, desde su barco "La Pinta" divis6 una linea en
el lejano horizonte semejante a la que la tierra present, vista a
larga distancia sobre el mar.
Seria, o no, cierto lo que sus ojos miraban?
Era cierto.
La linea que observaba no era mis que la primera tierra nueva
que los nuevos argonautas descubrian. Guanahani era el nombre
de aquella porci6n de tierra perdida en las inmensidades del agua,
la que se llam6 despuis San Salvador.
Treinta y dos dias despues de haber salido de Guanahani, hom-
bres y barcos, regresaban a la patria donde las oraciones habian
sido elevadas al Supremo Creador en memorial de los que se creian
perdidos. Pero aquellos hombres regresaban a las tierras europeas
Ilevando la gran noticia.
-i La tierra no tiene la forma que se le habia creido! i Nb!
La tierra tiene que ser, o mas extensa o redonda, para que puedan
existir porciones de ella mis alli de donde se crey6 siempre que
existia limited.
Treinta y dos dias despues de haber abandonado la primer
isla americana, regresaban los intripidos mariners y descubridores,
para ir a demostrar, con pruebas que se proveyeron en su oportu-
nidad, la existencia de otra civilizaci6n y otros hombres.
Y lo mis importante... i que habia oro... i Si, much oro... .
Oro suficiente para que todo el viejo mundo se llenara con el me-
,tal amarillo..
i Oro! i Oro! Oro! La voz se reg6 como fuego sobre p6lvora,
en las dilatadas tierras del continent conocido.
i Gold! dijo el ingles.
i Or! pronunci6 el francs.
i Gold! exclam6 el alemin.
El catalan grit6 -i Ouropel!
En su propia lengua el portuguis habl6 y dijo: i Ouro!
Hasta el griego, aquel griego que en otra ipoca fue amante de
la filosofia y las virtudes, os6 decir i Auros!
Y asi todos los pueblos de Europa entonaron el himno de feli-
cidad con la palabra simbolo: oro, gold, or, gold, ouropel, ouro
y auros. D6nde? iEn las nuevas Indias...!
El exito de la primera expedici6n hizo organizer a los espafo-
les un segundo viaje. El 6xito de este segundo inclin6 la voluntad
de los soberanos monarcas, a financial el tercero.
El tercer viaje de aquel Christ6phoro Columbus esti intima-
mente relacionado con el descubrimiento de tierra firme. Cabalisti-
camente el nimero tres perseguia a la empresa, indudablemente.
Tambi6n es el tercer viaje en el que a cambio del oro que habia da-
do, y que daria, la empresa de Col6n a los espaiioles y al resto de
los habitantes de Europa, se le entregaron los hierros de cadenas y
grilletes. Bobadilla se aprovecha de su posici6n de juez residential
para tratar de empafiar la gloria de aquel hombre que, mediante su
constancia, confirm la idea de Arisf6teles y los calculos de Pales-
trello.
Pero la virgen America no por eso dejaria de agradecer a su
descubridor.
Y aunque ingratamente tratado el gran Almirante, las tierras
que fueron descubiertas por 1l y los grupos sociales, que con el co-
rrer del tiempo se formaron, siguen y seguiran inmortalizando al
hombre empresa, al hombre visi6n, gracias al cual pudieron ser una
realidad las ideas y los cilculos.
EL CHOQUE DE DOS CIVILIZACIONES
Los pueblos de Europa siguieron entusiasmados por las noti-
cias y por las muestras de una realidad aurifera.
iOro! iOro! Oro! Sigui6 siendo la palabra que en todos los
idiomas se pronunciaba mas en el siglo XVI. Y tambien se dijo:
SEn America lo hay!
Y la tentaci6n de las siete ciudades de Cibola y las promesas
imaginarias de un "El Dorado" inquietaron a monarcas, sibditos y
aventureros. Las empresas de descubrimiento y conquista se mul-
tiplicaron.
Ingleses, franceses, portugueses, alemanes, holandeses y prin-
cipalmente espaiioles, se regaron por la dilatada extension del nue-
vo continent y las desparramadas islas del mar Caribe.
El conquistador profan6 la tierra virgen que Col6n habia dado
al mundo, aquel doce de octubre de 1492.
Miles fueron los hombres que vinieron de ultramar. Los que
no morian por las inclemencias de los climas, eran exterminados
por la furia de las aguas de los mares; los que no eran victims de
las primitivas armas del indio, ni eran sacrificados a fuego lento,
caian bajo la sanci6n de los propios hermanos que embriagados de
poder y mando cometian todo acto inhuman que puede cometer
cualquier temerario. America fue un cementerio para el europeo
en los primeros dias de la conquista.
Espafia, con mis derecho que ninguna otra potencia en el viejo
continent, era impotente para poder evitar que sus hermanos lle-
varan a cabo descubrimientos y conquistas en tierras inexploradas.
No obstante aquella desventaja, la corona espafiola hizo todo es-
fuerzo para lograr para si la mayor porci6n de tierras en la dilatada
extension de que ya se tenia noticia.
7 --r ~'-'"-' I~^--UL u- -L u ~-,l-Lr
Viene el moment rojo de la historic de aquella 6poca. Las
conquistas se suman para multiplicarse mis tarde. Asi es como lle-
ga a Cuba aquel famoso Diego de Velisquez, gentilhombre y senior
de much dinero quien es figure central y actor en las islas del
Caribe.
De Cuba, y financiado a nombre del rey de Espafia, Velisquez
orden6 a su digno emulo, Hernan Cortes, que pasara a tierra firme.
Viene la traici6n; viene tambien la epopeya del norte en la cual el
castellano da por tierra con un vasto y poderoso imperio que se
perfil6 como el ni6cleo principal de civilizaci6n septentrional de la
America primitive. Cortes vence a los aztecas, y al resto de sus sub-
ditos, en una lucha sin igual en donde inicamente merced a la
efectividad de las armas de fuego y la sorpresa del caballo, uno lo-
gra vencer a mil.
Pero no era hasta alli a donde habia que llegar. Cortis dispone
nuevas expediciones para aumentar los quintos de oro para sus
soberanos y desde luego para el engrandecimiento de su patria.
Es, cabalmente, en la iniciaci6n del siglo XVI cuando dos
fuerzas conquistadors aparecen en la escena hist6rica que se des-
arrolla en las tierras en que mis tarde se forman los pueblos del
centro de la America.
En el norte, con intenci6n de bajar, encontramos al intr6pido
Hernin Cortes; en el sur se desplaza, con pujos de conquista para
arriba, Pedrarias Divila.
Los dos son figures de primera magnitude en los tiempos en
que el dominio castellano trata de cimentar su hegemonia. Los dos
son hombres de una audacia digna de verdaderos conquistadores.
Los dos son hombres de un temple no comfin. El uno pretend para
su rey conquistar tierras mis abajo de donde habia abatido el po-
der del aut6ctono y que se denomin6 Nueva Espafia; el otro se
afana por ensanchar las extensions de lo que se dio en l1amar
Castilla de Oro. Los dos son hombres que con miraje de organiza-
dores tratan de unir en un solo cuerpo distintos territories. La pre-
tensi6n de Cortis y el afin de Pedrarias muestran c6mo desde un
principio hay una intenci6n de dejar para la posteridad una uni-
dad national en las tierras que ahora forman America Central.
La historic se bafia de sangre eni el mediodia, y se viste de luto,
al ser ejecutado por Pedrarias Divila, aquel otro insigne y valiente
conquistador Vasco Nifiez de Balboa; no hay un atomo de conmi-
seraci6n por parte del suegro que, despreciando hasta las ligrimas
que la hija pueda derramar por la muerte de su esposo, ordena la
ejecuci6n de Balboa. Y es que esos moments no sop moments
para meditar, hay necesidad de organizer, aunque sea a costa de
sangre; hay necesidad de former unidad territorial para que des-
pues venga la unidad national como consecuencia obligada de lo
primero; hay necesidad de sanear, aunque a veces haya equivoca-
ciones en las decisions; hay necesidad de encaminar la conquista
por el sendero de la unidad national a base de todos los elements
que puedan constituirla.
Pedrarias Divila, despuis de haber dado cuenta con la exis-
tencia de Balboa, organize muchas expediciones para el norte y
para el sur. La del licenciado Gaspar de Espinosa es una de ellas
En su trayectoria por tierras, de lo que actualmente se conoce co-
mo Centro America, llega Espinosa al Golfo de Nicoya y regresa
para dar cuenta de los nuevos descubrimientos hechos en su viaje.
Es el ailo de 1520 y se organize una segunda expedici6n bajo el
control de Espinosa. Llega hasta Cebacoy, a la noticia de que en tie-
rra firme hay oro, se internal en las marismas y la selva hasta pisar
tierras bajo el dominio del famoso cacique Urraca.
Quien sabe si la expedici6n de Espinosa no hubiera pasado
de ser un complete descalabro, y ahora se registraria como un fra-
caso mis, si no hubiera aparecido en los moments en que era ata-
cado por el bravo indio, que defendia sus fueros y su libertad,
Hernando de Soto, quien por casualidad andaba por esas latitudes
en descubrimientos y conquistas por mando de Pizarro. Todo habia
sido desventajoso para Espinosa, pero era mis fuerte el afin de
conquista al grado que fund un fuerte en Nati, para que en lo
porvenir sirviera de base para nuevos viajes de descubrimiento
y como puesto de avanzada en el afin de formaci6n de la unidad
que, aunque sin decirlo ni pensarlo, trataban los conquistadores de
crear.
En Nata, y como jefe de la pequefia guarnici6n que se dej6,
qued6 Francisco de Campafi6n a quien no tardaron en atacar los
indios de la region bajo el mando del bravo y valiente Urraca. La
situaci6n era apremiante, pues dia tras dia, el aut6ctono agredia al
extranjero. Campaii6n pidi6 auxilio a Pedrarias, quien dispuso
enviar a Hernin Ponce al mando de cuarenta soldados.
Mi senior dijo alguien a Pedrarias -. ~Cree usted que
esa pequefia fuerza sera suficiente para dominar a aquellas hues-
tes de indios? Perdone que le diga que esta equivocado completa-
mente; conozco la clase de enemigo con que tiene que v6rselas. Si
usted quiere conservar, para nuestro rey y soberano, la unidad te-
rritorial que ha tratado de former, es necesario que vaya en persona
a poner termino a esa situaci6n normal.
Pedrarias crey6 atinada aquella observaci6n. Asi fue como pen-
sando que era oportuno que fuera en persona para cimentar aque-
la unidad territorial, por la cual habia organizado diversas expe-
diciones, se traslad6 a Burica. 1,500 soldados era el ejircito que
llev6 a tierra tica el conquistador. Pero Urraca no estaba dispuesto
a ceder tan ficilmente su soberania. Busc6 alianza con Exquegua,
otro cacique regional, y atacaron a los frescos infants de Divila.
Cuatro dias tard6 la batalla en la cual el arma de fuego y el caballo
salieron victoriosos nuevamente. Pero el indio no por eso abandon
su decision de defender lo suyo; nueve afios dur6 la resistencia del
bravo Urraca, quien en una u otra forma atac6 constantemente al
conquistador. Pero todo aquello para el castellano no importaba.
Se trataba de former una unidad en aquella region, y todo esfuer-
zo bien valia la pena por tan elevada idea.
Mientras Davila guerreaba por conquistar nuevos territories
y unirlos a los que ya se habian descubierto y domefiado, el rey
nombr6 para sustituirlo en Panami, a Lope de Sosa a quien nues-
tras tierras iinicamente le permitieron poder dormir el suefio eterno.
Pedrarias supo la llegada y nmisi6n de Sosa y regres6 a tierras
de Panami. Cuando lleg6 no pudo entrevistarse con el nuevo re-
presentante del rey, pues Lope habia ya fallecido. Asi fue como
siempre qued6 de hecho como jefe de aquella region el impetuoso
Pedrarias.
Pero hagamos un retroceso en la narraci6n hist6rica. Cuando
el mirtir de Acla, Balboa, fu6 ejecutado, Andres de Cereceda y
Andres Nifio, en ese entonces vecinos del Darien, dispusieron ha-
cer un viaje a la corte con el objeto de pedirle al soberano la autori-
zaci6n de subrogar en el derecho de propiedad de los barcos, que
aquil habia dejado en tierras americanas, con la finalidad de pro-
seguir los viajes y continuar los descubrimientos y las conquistas
para la gran Espafia.
Los dos solicitantes lograron interesar en el proyectado viaje
a las Molucas o Islas de la Especieria, como se llamaban en aque-
lla 6poca, a un natural de la provincia de Avila, Ilamado Gil'Gon-
zilez. Con la autorizaci6n real, y el convencimiento logrado en el
influyente Gil Gonzilez, los dos vecinos de Darien regresaron a
America en 1519, desde luego, esperanzados en que Lope de Sosa,
que habia ya llegado a PanamA, les daria los barcos secuestrados al
infortunado Balboa. Pero las cosas el destiny las habia arreglado
de otra manera, pues, como ya hemos dicho, para Sosa nuestra tie-
rra no fue propicia. Ante la elocuencia de los hechos Cereceda,
Nifio y Gonzilez de Avila se dedicaron con afin a la construcci6n
de los barcos que necesitaban y que les habia negado sin derecho
Pedrarias.
En esa forma nace una nueva empresa de descubrimiento y
conquista que tal vez hubiera sido la que uniria las dos fuerzas que
desde distintos rumbos trataban de unificar una extension de tie-
rra y former una nacionalidad en ella.
El 21 de enero de 1524 sali6 de PanamA Gil Gonzilez de Avila
llevando algunos cuantos barcos pequefios y mal construidos. Los
resultados de la precipitaci6n quien sabe si ya el famoso y mo-
derno sabotage no jug6 papel de importancia en esa oportunidad -,
se hicieron sentir muy pronto, pues las embarcaciones de la expedi-
ci6n obligaron al jefe de ella a arribar a Burica. En tierra firme
aquel novato, venido merced a la invitaci6n de Cereceda y Nifio,
sinti6 la atracci6n de internarse en la maleza y la selva americana
y dispuso viaje al interior de la region. Con cien soldados aguerri-
dos, como su jefe, penetr6 en la jungla y lleg6 hasta Guanacaste,
donde reinaba el cacique Nicoya. Fu6 aqui donde supieron aque-
llos hombres que mis adelante habia una region abundante en me-
tal amarillo, que estaba bajo el dominio y soberania de Nicarao, a
quien efectivamente encontraron los conquistadores en Nicarao-
cali (hoy Rivas).
Es ese moment en el que, de no haber sido por circunstancias
tan ajenas a la voluntad del hombre, las empresas del norte y las
del sur se hubieran unido con mayor efectividad para dar, desde
ese precise moment, una unidad a la conquista y a la colonizaci6n.
Creyendo encontrarse cerca de los territories conquistados por
Hernin Cort6s, decide internarse mis y mis hasta encontrarlo...
Era -la hora de unir las dos voluntades en favor de una sola
causa. Gil Gonzilez dispuso buscar al gran capitin y asi fu6 como
sus pasos los encamin6, por lo abrupto, en direcci6n de occidente.
Pero aquella intenci6n qued6 frustrada por la del cacique Diria-
gen, quien despues de haber demostrado sumisi6n y sometimien-
to, atac6 traidoramente a los espafioles de Gil Gonzilez, quien ante
el peligro, dispuso regresar.
Pero Gil GonzAlez habia sido tentado por el morbo del des-
cubrimiento. Nuevamente volvi6 en un segundo viaje por tierras
mis arriba. Segfin los hechos, lo Ilevaba el deseo de encontrarse
con Pedro de Alvarado, quien ya habia iniciado la conquista de
Guatemala y El Salvador, y con el cual deseaba hablar para pro-
ponerle la uni6n de voluntades, de acci6n y del beneficio, en favor
de todo lo que ambos habian visitado en tierras americanas. En
este segundo viaje, Gil Gonzalez visit la tierra de los Cholute-
cas y, al saber que estaba lejos de donde l6 queria llegar, baj6 un
poco hasta llegar al golfo de Conchagua, al cual se le domin6 de
Fonseca, en honor de Francisco Rodriguez de Fonseca, president
del consejo de Indias, quien habia sido protector desinteresado su-
yo. Otra vez un incident inesperado oblig6 a Gil Gonzilez a desis-
tir de aquel empeiio que dos veces lo habia llevado tierras adentro.
Habiendo entrado en diferencia con Pedrarias DAvila a consecuen-
cia del quinto real, Gil huy6 a Santo Domingo, desde donde dispuso
enviar a Espaila un propio, para lo cual nombr6 a Juan P6rez de
Rezabal a quien tambien le recomend6 gestionar la autorizaci6n
para un nuevo viaje.
Las gestiones tuvieron 6xito y nuevamente se embarc6 con
destiny a tierra firme, quien sabe si todavia con la intenci6n de
unirse a los conquistadores que venian o habian llegado desde el
norte.
Se embarc6 rumbo a Honduras donde desembarc6 lUegando
hasta San Gil de Buena Vista; busc6 el coraz6n del continent y
al internarse supo de otra expedici6n. La noticia que le habian pro-
porcionado los indigenas era una verdad; enfadado Pedrarias con
Gil Gonzilez, no s6lo por haberse burlado de 61 al enviar directa-
mente por su cuenta al rey, el quinto de los anteriores viajes, sino
que tambi6n, por saber que tenia intenciones de entrar en relacio-
nes con Hernin Cortes y los lugartenientes que por su cuenta efec-
tuaban la conquista de las tierras abajo de Mexico, destac6 a Fran-
cisco Hernwndez de C6rdova.
El nuevo subalterno de Pedrarias recorri6 el mismo camino que
Gil Gonzilez habia hecho en sus viajes anteriores. Pero C6rdova
no tenia las dotes persuasivas y los modos diplomiticos de Gil
Gonzilez; como consecuencia donde el segundo siempre encontr6
amigos y aliados entire los indios, el otro, C6rdova, tuvo que enfren-
tarse con la resistencia.
Es, cabalmente, en el desarrollo de esta expedici6n cuando es
fundada la ciudad de Granada, en cuyo casco se mand6 edificar un
temple cat6lico, por cierto el primero que la iniciativa castellana
erigia en laS latitudes de lo que mis tarde constituiria la actual
Centro Am~rita.
Rumb6 con direcci6n norte la expedici6n de Hernindez de C6r-
dova y despues de haber atravesado la region de Choluteca lleg6 a
las inmediaciones del valle de Olancho. Algunos indigenas infor-
maron al conquistador, que venia del sur,*que muy cerca se encon-
traban otros blancos, en busca de lo mismo que el exigia: el oro.
I Quien puede ser el espafiol que recorre estas tierras que de-
ben de tener una unidad en todo sentido? se pregunt6 C6rdova.
La misma pregunta se hizo mis arriba Gil Gonzilez de Avila,
que era a quien se referian las noticias recibidas por C6rdova.
Uno y otro con aquella idea primeriza de que s6lo una autori-
dad debia de regir los destines de aquellas tierras y aquellos pue-
blos, se dispusieron a someter por su cuenta al contrario. Que fue-
ran europeos y aun espafioles, unos y otros, eso era lo de menos;
lo que interesaba era que existiera una sola autoridad para former
la unidad complete, por lo menos, en lo tocante a la jurisdicci6n y
a la administraci6n.
Cada uno por su parte se prepare& para vencer al otro y hacerle
reconocer el derecho que cada quien se atribuia. Gil Gonzalez y
C6rdova estaban muy cerca el uno del otro; uno llegaba de San Gil,
el otro de Nicaragua, pero cada uno de ellos creia que a l6 le co-
rrespondia el derecho de former la unidad de conquista; de iniciar,
con la unidad primeriza, la unidad total que el tiempo daria a esas
regions. C6rdova trat6 de conocer las fuerzas con que contaba su
enemigo y envi6 al capitin Hernando de Soto. Soto se confi6 y fue
sorprendido en el pueblo de Toreba en donde fu6 hecho prisionero
con su gente. El que habia llegado por lana salia trasquilado.
Las incidencias de los hechos y demis circunstancias inespe-
radas hicieron que el choque insalvable entire los dos capitanes no
tuviera efecto. Pero C6rdova comprendia que por voluntad o por
la fuerza habia que unir los esfuerzos para crear y darle una unidad
a todo lo que les rodeaba.
SHacer cambiar de opinion al feroz y vengativo Pedrarias para
que cediera los derechos que 0l creia tener en aquellas regions?
Era una quimera. Lo uinico que procedia, en ese caso, era unirse
con quienes podian estar dispuestos a ceder, aunque fuera un poco,
en favor de una unidad que todos los conscientes miraban como
necesaria.
Por esa 6poca, cuando lleg6 C6rdova a Olancho, se encontraba
en Trujillo Hernin Cortes, quien, como ya lo veremos, habia he-
cho un viaje director desde Mexico para castigar la deslealtad de
un lugarteniente. Cortes y C6rdova, mirando un porvenir' idintico
para aquellas regions, se entendieron inmediatamente y el primero
alent6 al segundo para que proclamara la independencia de Nica-
ragua del gobierno de Castilla de Oro y aunque no directamente,
pero por lo menos en forma disimulada, se inclinara por la autori-
dad del conquistador del norte. C6rdova comprendia que para la
grandeza de la region y para el porvenir de los pueblos que se for-
marian por alli era menester la unidad. Esa conviccion lo hizo trai-
cionar a su jefe.
Pedrarias era inconsecuente y ademis no perdonaba. Inmedia-
tamente que supo que C6rdova habia dispuesto independizar a Ni-
caragua, con el objeto que tal vez mis tarde se uniera con las
porciones conquistadas por los lugartenientes de Cortis, prepare
viaje. Al frente de buen nimero de soldados infants y de caballe-
ria sali6 de Panama y se dirigi6 a Nicaragua.
-i S61o mi presencia bastard para destruir los planes del perro
traidor de C6rdova! asegur6 jactanciosamente Pedrarias antes
de salir con rumbo norte.
Pero estaba muy lejos de pensar que aquel hombre si habia
cometido la traici6n, era iinicamente en beneficio de una unidad
que se presentia para mis taride; cuando hay convicciones desin-
teresadas en un sentido es muy dificil hacer cambiar la opinion de
los hombres.
Algunos de los soldados que acompafiaban a C6rdova no com-
prendiendo la finalidad del pronunciamiento 'y ante la noticia de
la llegada del capitin Martin de Estete, bajo el mando de Pedra-
rias, abandonaron a su jefe C6rdova, quien en vista de la poca gen-
te que le quedaba, tuvo que declararse vencido. El sentenciador de
Balboa se ocup6, en la reciin fundada ciudad de Le6n, de la eje-
-cuci6n de Hernindez de C6rdova, capitin que habia comprendido
la unidad necesaria de estas tierras y estos pueblos. Con la muerte
de este conquistador se cerraba un capitulo que podria considerar-
se como uno de los iniciales en la historic national de las naciones
del centro de America.
Pero habiamos olvidado a Hernin Cortis, quien ya estaba segu-
ro en Mexico ante el triunfo sobre los pueblos principles del pode-
roso imperio azteca.
Aparece, no ya como simple soldado, sino como jefe, el bravo
y atrevido Pedro de Alvarado. Desde el moment que la expedici6n
de don Pedro inicia su march en tierras mejicanas con direcci6n
al sur se da principio a la formaci6n de una unidad national, que
con el correr del tiempo se veri plasmada en realidades de toda
indole y de toda forma.
Pero antes de preparar la empresa para Guatemala y poco
despuis de haber terminado completamente la conquista de Mexico,
Cortes dispuso enviar la primera expedici6n que estuvo presta para
viajar por agua con direcci6n a tierras del sur. Cinco navios y un
i.
bergantin cargaron con los 370 hombres que el capital puso a dis-
posici6n de su lugarteniente Crist6bal de Olid. Un error hay en esta
expedicidn. El conquistador de Mexico orden6 a su subalterno pasar
a Cuba a proveerse de algunas cosas que no pudieron lograrse en
Mexico. El error consisti6 en que Cortes se olvid6 de que en Cuba
aihn existia su exjefe Velisquez, a quien 61 habia traicionado, y
que por lo consiguiente no podia estar muy content con aquella
empresa que era patrocinada por su exsubalterno.
Los resentimientos de Velasquez brotaron como cardos; la con-
seja mal intencionada apareci6 para doblegar la honradez de Olid.
Velisquez habl6 al oido del subalterno de Cortis y le hizo ver lo
fructifero que seria para 61 desconocer la autoridad de quien hasta
en ese entonces lo sujetaba.
-i Soy hombre honrado mi querido capitin! fui la contes-
taci6n de Olid a Velisquez.
Pero ya era tarde. La semilla estaba regada. La semilla habia
sido arrojada en buena tierra y la plant de la traici6n con su fruto
no tardarian en aparecer.
-i Soy un hombre honrado mis queridos subalternos! les
dijo Olid a sus compafieros de aventuras.
-i Soy un hombre honrado! continue diciendo a todos los
indios que encontr6 en su trayecto Olid.
Pero la realidad era distinta.
El hombre que habia dicho a Velasquez que era honrado, des-
puis de reflexionar unos dias, se las entendia con su mefistof6lico
consejero.
-i Desde luego! arguy6 Velasquez en aquella oportunidad.
Yo le doy a usted todo lo que necesita, pero debe de Ilevar a cabo
la conquista a nombre del rey. i Ca hombre! no hable de unidad
de conquista en esas regions. Lo que le interest a usted es su be-
neficio propio. I Que haya sido bueno con usted Cortis ? No lo nie-
go; lo ha distinguido; le ha dispensado honors y granjerias; le
ha dado toda su confianza. Pero, acaso no pas6 lo mismo entire
el y yo? Y ya ve, mi querido paisano, las cosas siguieron como si-
guieron... iVuelta otra vez con la unidad de conquista! Le repito
que lo interesante es la conquista en si; que haya o no unidad
poco importa; no mira que de todas maneras las tierras descu-
biertas y conquistadas quedarin sujetas a la corona de nuestros
soberanos... ? i Si mi amigo! i Lo entiendo El honor suyo; el afin
de hacer una sola tierra nueva para nuestros monarcas; la ansie-
dad de former un solo nicleo national en todas estas tierras y que
respond a los principios de la nacionalidad espaiiola, que nunca
podri evadir, esti muy bueno, pero antes, fijese bien, antes que
todo, debemos tender a nuestro interns. Ademis, a quiin traicio-
na usted ? A Cortis inicamente. Y recuerde que Cortis fue tambien
un compafiero que defraud mi confianza y nuestra mutua amis-
tad... i Cabalmente! iAsi me gusta! que sea consecuente consigo
mismo y con los intereses primordiales de nuestra madre patria, mi
querido Crist6bal, termin6 Velhsquez aquella perorata, frotin-
dose las manos por la satisfacci6n que le prodigaba la venganza que
habia esperado con tanto deseo y que en esos mementos estaba
consumando.
Crist6bal de Olid march asegurando que era un hombre hon-
rado; march de La Habana sin que los soldados que lo acompafia-
ban sospechasen el acuerdo a que habia llegado con su maquia-
velico consejero.
Gil Gonzilez de Avila habia pasado ya por tierras de Hibueras
y ese mismo camino trajin6 el nuevo conquistador. Desembarc6
al oriented de Puerto Caballos y fund en ese lugar la Villa del
Triunfo de la Cruz. Olid queria despistar todavia a su tropa y aque-
llos actos ain los efectuaba en nombre de Hernan Cortis.
Muchas veces, las intenciones no pueden ocultarse; eso le pas6
a Crist6bal de Olid. El hombre honrado fue descubierto por mu-
chos de sus subalternos que desde ese moment comprendieron que
la intenci6n de lograr una unidad de conquista estaba terminada,
por lo menos hasta ese moment.
Olid no era ocioso y march tierra adentro en busca del Valle
de Naco. Fue alli donde supo que Gil Gonzilez Davila merodeaba
por esos contornos. Comprendiendo que este conquistador no acep-
taria la division de la conquista, pues ya habia dado pruebas de su
intenci6n de unificar los esfuerzos, trat6 de capturarlo. Todo le era
favorable, pues como ya hemos viSto Gil GonzAlez Davila habia
estado a punto de enfrentarse con HernAndez de C6rdova.
Pero antes de llegar al epilogo estamos obligados a retroceder
un poco en la narraci6n de los hechos. Cortes fue noticiado de la
actitud de su subalterno Olid y con el objeto de castigarlo organize
una expedici6n, directamente a tierras hondurefias, que puso a las
6rdenes de su pariente Francisco de las Casas.
Las Casas sali6 de Veracruz con la buena intenci6n de cuinplir
las 6rdenes del conquistador de Mexico. La expedici6n fue con
vientos venturosos y el destiny quiso que al llegar a Triunfo de la
Cruz, recibiera el ataque de Olid, quien habia sabido que aquella
expedici6n era punitive para 6l.
Las cosas se desenvolvian favorablemente para el enviado de
Cortis; pero el destiny las hizo cambiar repentinamente, pues aun-
que la victoria era de Las Casas, quien ya habia obtenido la promesa
de Olid de someterse nuevamente a la autoridad de su favore-
cedor, una tormenta inesperada y violent di6 al traste con las cas-
caras de nuez en que estaban los hombres del pariente del extre-
mefio. La situaci6n cambi6, pues de vencedor se convirti6 en pri-
sionero Las Casas, modificindose de esa manera el porvenir de
la unidad en la conquista.
Reciin pasados esos acontecimientos que hemos resefiado, Olid
obtuvo otro triunfo pues sorprendido por el capitan Juan Ruano,
a las 6rdenes de 61 fu6 capturado otro contendiente, Gil Gonzilez
Davila.
Lleg6 la tragedia a manchar con sangre hermana los inicios
del dominio castellano en tierras de Hibueras. El disociador de la
unidad de conquista en America del centro, Olid, a pesar de todo,
trataba con much consideraci6n a sus prisioneros: Gil Gonzilez y
Francisco de las Casas. Aquellos aprovechindose de la oportuni-
dad que les deparaba la confianza dispusieron acabar con el car-
celero.
Cortis no estaba satisfecho con haber enviado a su pariente a
Honduras. Hombre comprensivo y astuto, crey6 que lo mis conve-
niente era que 61, personalmente, se dirigiera a castigar a Olid. Asi
fue como el c6lebre.conquistador de los aztecas, en compaiia de
250 soldados europeos y mas de 3,000 indios, sali6 de la ciudadede
Mexico el 12 de octubre de 1524 para internarse en la inexplorada
selva milenaria de Centro America. Lo que no hizo Velisquez, 1e
lo llevaba a cabo con aquel afAn de unificar la conquista de todos
los territories que estaban mas abajo de lo que se llam6 Mexico.
Aquella march era una epopeya, suficiente para demostrar el tem-
ple, el valor, la tenacidad y el arrojo de los hombres que vinieron
a estas tierras a former la unidad national de los pueblos que mis
tarde se desarrollarian en ellas al amparo de sus codiciadas ri-
quezas.
Cuando Cortis lleg6 a Honduras la justicia estaba hecha por
manos de otros hombres. Refieren infolios hist6ricos que Gil
GonzAlez Divila y Francisco de las Casas, una noche despues de
haber compartido la comida de su carcelero, atacironle con pufiales,
causandole multiples heridas de consideraci6n. Olid huy6 al mon-
te, pero sus prisioneros, despues de haber proclamado la autoridad
de Cortis, lo buscaron y en nombre de aquella ley, que probable-
mente desconocian los propios ejecutores, fu6 decapitado en el pue-
blo de Naco.
Ya hemos dicho que cuando Hernin Cort6s lleg6 a Honduras,
Olid habia sido sacrificado para bien de aquella unidad que mu-
chos entendieron y por la cual lucharon hasta poner en peligro su
propia vida. El gran capitin, dindose cuenta que su presencia ya
no era necesaria pues con la ejecuci6n de su exservidor se habian
sellado, por lo menos hasta ese entonces, las rivalidades que habian
amenazado con la division de una unidad que era necesaria y que
con el correr del tiempo fu6 mis socorrida con medidas de-toda
naturaleza desde los organismos reales en-Espafia, dej6 las tierras
centroamericanas.
Pero antes de que Cort6s abandonara las tierras hibuerenses
tuvo noticias que mis al sur auin estaba active un conquistador es-
pafiol, era HernAndez de C6rdoba. Lo que no habia obtenido Gil
GonzAlez Davila, lo pudo Cort6s, pues logr6 persuadir a C6rdoba que
convenia, para la unidad de la conquista, que era necesaria para
la unidad posterior de la vida de aquellos pueblos, unirse todos y
como consecuencia emanciparse de -Pedrarias Davila, quien viendo
las cosas desde otro piano queria llevar a cabo la empresa, tambi6n
de unidad, pero bajo su nombre. C6rdoba prest6 oidos a su alenta-
dor, lo que desde luego disgust a Pedrarias DAvila, quien trat6 de
castigar aquel acto que entendia era una traici6n para l6, aunque
fuera en favor de una causa meritoria a todas luces para los pue-
blos y las tierras de esos contornos. El epilogo de la actitud de
C6rdoba ya lo hemos visto.
Pero hay otra raiz en ese gran arbol de la tradici6n de la con-
quista que une de una manera imperecedera a las parcelas que aho-
ra integran los paises que se encuentran en la parte central de la
America. Nos referimos a la conquista de don Pedro de Alvarado a
quien ya hemos mencionado mis de una vez en el correr de estas
lines.
Hernin Cort6s, con esa intuici6n propia s6lo de los grandes
hombres, dispuso enviar dos expediciones para la conquista de las
tierras situadas abajo de lo que 61 ya habia dominado. La primera
sali6 por agua con direcci6n a Honduras al mando de Crist6bal de
Olid, que como hemos visto termin6 con rojos resultados. A la par,
el extremefio prepare una segunda con el objeto de que marchando
por tierra legara a los dominosi de los sefiores quich6s, cakchiqueles
y tzutuhiles. Al frente de aquel nuevo ej6rcito puso a don Pedro
de Alvarado, quien, emulando a su jefe, escribiria una pigina de
32
triunfos para'la historic de la conquista castellana, al forjar la de
una dilatada extension de tierra donde fueron domefiados reyes y
caciques.
Lo primero que Cortes recomend6 a Alvarado fue que la con-
quista se llevara a cabo por medios pacificos.
Pero si me atacan, senior? pregunt6 don Pedro a Hernin
Cortes.
-i En tal caso, se impone la defense! -- contest el extremefio
preceptivamente.
Ya con la autorizaci6n, don Pedro de Alvarado sabia a que ate-
nerse.
Asi vemos que, con fecha 6 de diciembre de 1523, sali6 la ex-
pedici6n rumbo al sur, compuesta de 300 soldados de infanteria y
120 de caballeria, cuarenta caballos como reserve, cuatro cafiones
y mAs de 300 indios auxiliares. Y ese ejercito que no llegaba al mi-
llar march con direcci6n a Tehuantepec y en corto tiempo fu6
pacificado todo el territorio. Con la seguridad de que las espaldas
estaban guardadas Alvarado se prepare para entrar en Xoconoxco
y despues marchar sobre todos los pueblos que estaban mis abajo.
Alvarado con aquel pufiado de hombres continue su march
arrollando todo lo que se interponia a su paso. El rio Tonali, donde
por primera vez las armas indigenas centroamericanas del norte
se enfrenfaron con las castellanas, se tifi6 de rojo, habiendo sido
derrotados los aut6ctonos. Invadi6 Xuchiltepec; nuevamente dos
ries se inmortalizan por haber sido teatro de cruentas luchas entire
indios y espaiioles: Tilapa y Samali, que son nombres de dos gran-
des derrotas infligidas por el arma de fuego y el caballo sobre las
ineficaces armas de los regionales.
ZapotitlAn, Xelajfi y Tzalcaja cayeron al empuje del conquis-
tador. Aquella epopeya de sangre, fuego y heroismo culmina con
la gloriosa. muerte del jefe miximo de los indios: el valiente Tecun
Umin.
El tornado de destrucci6n arrasa con Utatlan; llega a las puer-
tas de Iximch6, ciudad de los traidores; camina con direcci6n a Tzu-
pitayaj. Alvarado ha quedado duefio y senior de tierras, ciudades y
hombres en todos los contornos de los que han sido en otros dias do-
minios de los sefiores quiches, cakchiqueles y tzutujiles. Pero aquel
lugarteniente de Cortes comprendia que no habia terminado ain
su labor.
Don Pedro se decide a avanzar mis al sur para extender la con-
quista a aquellas latitudes que mis tarde estarian comprendidas
dentro de la 6rbita de la conquista de Centro America. Asi lo hace
y march sobre los territories de los pipiles, que sobrepasa, para
ir a terminar en tierras de los cuscatlecos, muy cerca de donde
habia merodeado en otros moments el intr6pido Gil Gonzilez Da-
vila.
4 Quien puede negar que, en ese mar de heroismo y de esfuer-
zos, en esa gesta de sacrificios y de valentias, no existe una confor-
midad de tradici6n que tiene que nacionalizar hoy y siempre, a los
pueblos que se han formado con el correr del tiempo? iNadie!
Porque tenemos la seguridad que no hay ningfin atrevido que pue-
da desconocer que dentro de tanto desacierto siempre hubo una
intenci6n de unidad en la labor de conquista, y que, fuera .de eso,
la senda que marca cada uno de los conquistadores se entrecruza
con la de los otros formando una urdimbre y una trama de la cual
sali6 la tela para la historic de esa parcela central de la joven.
America.
No hay discusi6n alguna, la unidad que di6 origen a la forma-
ci6n de la nacionalidad de las j6venes repibblicas de America, esta
marcada por la infancia de su tradici6n de la lucha del invasor con
el aut6ctono.
En M6xico s61o existe un hombre que da cima a la empresa de
vencer un imperio y former un nficleo que con el correr del tiempo
tome concreci6n de naci6n: Hernan Cortes. Francisco HernAndez
de C6rdoba descubri6 la peninsula de Yucatan iinicamente; un des-
cubridor no es lo mismo que un forjador: Juan de Grijalva visit
aquellas tierras pero no dej6 ninguna huella que pueda decirse per-
dura hasta el moment. Mexico se form exclusivamente con la
conquista de Cortes.
Venezuela actual esta enmarcada en los territories que, en ma-
la hora. Carlos V concedi6 para su conquista a una compaiia ale-
mana, establecida en Ausburgo, llamada de los Welser, que era por
cierto la casa de comercio mas rica de todo el orbe. Venezuela actual
esti colocada donde la saiia y el mal coraz6n del sanguinario Ambro-
sio Alfinger y su teniente Jorge Seyler hicieron past de los aut6cto-
nos y rapifia en sus riquezas. La tradici6n de aquella orgia de sangre
y oro di6 origen a una nacionalidad que se llama pueblo venezolano.
Y al Peru, quin le di6( la unidad nacionalista que ain conser-
va en nuestros dias? Alli estin los nombres de Francisco Pizarro y
Diego de Almagro, que, en una especie de feudo transitorio, crea-
ron una historic particular para aquella parte meridional del con-
tinente americano. El nombre y la gesta de aquellos dos hombres,
son la causa de luchas entire sus partidarios y dan origen a que se
forme un nucleo de humanidad que con el correr del tiempo se iden-
tifica como naci6n por multiples vinculos.
El reino de Quito, el actual Ecuador, tiene tambi6n a un forja-
dor de su historic cuyo nombre es Sebastian de Benalcizar.
La region de El Plata tambien esta urida, en el tiempo y el es-
pacio, por las expediciones que llegaron en son de descubrimiento
y de conquista: Juan Diaz de Solis, Diego Garcia, Sebastiin Ga-
boto, Pedro de Mendoza, Alvar Niifiez Cabeza de Vaca, Domingo
Martinez de Irala y tantos otros, que unificaron finalmente con sus
actos y sus empresas la region que forma la actual Argentina, y
en donde se form un espiritu national que actualmente integran
tres estados: Uruguay, Paraguay y Argentina.
Y si se duda de que el origen de la unidad national de los
pueblos americanos no esta en los moments de la conquista, tene-
mos en el Brasil un ejemplo irrefutable. El tratado de Tordesillas
permit a Portugal ejercer su soberania sobre aquellos territories.
Juan III desconfiando de los trajines espafioles en El Plata, orga-
niza la primera expedici6n en toda forma, encomendandola a Mar-
tin Alfonso de Sousa.
El origen nacionalista del Brasil, esta cabalmente en las corre'-
rias de Pedro L6pez de Sousa, Diego Leite y por 6ltimo, de Tomas
Sousa, El portugu6s di6 sello distintivo a aquella region y se en-
cargaron de hacerlo marcar los hijos de Lusitania. Algo por lo me-
nos le toc6 a la naci6n en donde el insigne navegante Crist6bal Co-
16n encontr6 los documents que le servirian para ofrendar al
mundo la realidad de las ideas de Arist6teles y los cAlculos de Pa-
lestrello. '
Alfonso Camargo, Pedro de Valdivia y Francisco de Villagra
zurcieron, en los primeros tiempos del dominio espaiiol, el traje con
que ahora la mas meridional de las naciones del Pacifico viste ga-
las de pueblo unido por la tradici6n y por la voluntad de serlo.
SQu6 es costa fire? Nada'mAs que un grupo socialmente uni-
do por una misma tradici6n y que en tiempos primitivos, cuando
el espafiol traz6 sus rutas en nuestro continent formaba una sola
unidad y asi lo encontramos en la actualidad con el nombre de Co-
lombia. Aquella unidad que, para honra de su pueblo lleva el nom-
bre ep6nimo del descubridor, fu6 forjada por los hombres que la
trajinaron, la explotaron, la sangraron, la esquilmaron, pero que de
todos modos, tambien le brindaron una sola tradici6n para el fu-
turo. Esos nombres fueron Rodrigo de Bastidas, Garcia de Lerma,
35
Fernandez de Lugo, Pedro de Heredia y principalmente por aquel
otro titan a quien se le conoci6 con el nombre de Jiminez de Que-
sada.
PanorAmicamente hemos visto c6mo se han formado en todo el
dilatado territorio del Nuevo Continente, en su parte central y sur,
las distintas naciones que con mas o menos modificaciones insig-
nificantes se mantienen enarbolando el emblema patri6tico de sus
banderas nacionales.
Hora es ya que regresemos al centro del continent despu6s de
ese largo y rapido viaje. Cabe, a los territories que actualmente in-
tegran Centro America, encontrarse entire dos regions que son
conquistadas per dos hombres voluntariosos, ambiciosos y empren-
dedores: del lado norte, Hernin Cort6s; del lado sur, Pedrarias Di-
vila.
El uno extiende sus tentaculos de conquista con direcci6n al
norte, quiere para Castilla de Oro las tierras y los pueblos de mis
alla.
El otro, pretend bajar para engrandecer sus territories o para
former una unidad nueva mis abajo de Tehuantepec y abre las es-
pitas para derramar la conquista que se riega pbr el sur. La ley fi-
sica de que masas iguales se repelen, tiene vigencia en socio-
logia, en este caso. Aquellos hombres que bien pudieron llegar a un
entendido, nunca, ni siquiera lo trataron. Sus lugartenientes, sus
subalternos, sus oficiales pudiera suceder que estuvieran mas cer-
ca de la realidad que los jefes, pero de todos modos, aquella lucha
entire dos fuerzas, la del norte y la del sur, que se desplazaron de
distintas maneras y en multiples manifestaciones, di6 origen a lo
que en buen romance podemos llamar una nacionalidad vinculada
por la tradici6n.
Ahi esta avanzando hacia el sur Gaspar de Espinosa, quien
llega a Nicoya y aunque d6bil, es el primer hilo que se tiende de
Panama a Costa Rica; el regreso de Espinosa alarga mas el vincu-
lo y tambi6n lo hace mas fuerte; Pedrarias Davila con su viaje en
persona a Costa Rica, aumenta los lazos de tradici6n que manten-
dran, para eterna memorial, unidas las dos parcelas geogrificas.
Vienen despu6s Andr6s de Cereceda, Andr6s Niiio y Gil Gonzalez
Davila, terceto que enreda la madeja para no dar 'ugar a una
separaci6n de la historic de esa region. Gil Gonzalez al acercarse
buscando a Cortis, y mas tarde a su subalterno, Pedro de Alvara-
do, da pibulo que guiara despu6s a todos los pueblos que estarin
unidos por la tradici6n. El mismo Gil GonzAlez cruza sus trayecto-
rias con las que Hernindez de C6rdoba dejaba en aquellas regio-
nes; estin por llegar a un entendido, y este filtimo mis tarde tam-
bi6n trata de unir su acci6n con Cort6s, pero la autoridad y la ven-
ganza de Pedrarias dan al traste con todo aquello.
Alli esti en el norte, Hernin Cort6s queriendo former una
conquista al sur de Tehuantepec, viniendo personalmente a luchar
por la realidad de una empresa; sus capitanes,.Crist6bal de Olid,
que aunque traicionando a su jefe, confunde sus surcos con los de
los otros conquistadores que forman una unidad hist6rica que nadie
puede discutir, y Pedro de Alvarado que en otra direcci6n baja
para confundir una historic que da origen a la unidad, la cual ni el
tiempo podra destruir, pues los hechos estan consumados, y como
tales hechos, son una realidad.
Hay errors en algunos de los hombres que se internal en el
territorio de Centro America: Pedrarias Davila pretendiendo para
el la hegemonia de la region, luchando no obstante por formarla,
y dando, aunque en forma inconsciente, una unidad al escribir las
piginas que su actuaci6n dej6 para la posteridad; Crist6bal de
Olid, queriendo hacer por su propia cuenta la conquista encomen-
dada a 61 por Cort6s, pero de todas maneras la confunde con la de
los otros conquistadores.
Hernan Cort6s, Pedrarias Davila, Pedro de Alvarado, Gil Gon-
zilez Divila, Crit6bal de Olid, Gaspar de Espinosa, Andr6s de
Cereceda, Andr6s Niiio, Hernando de Soto y Francisco Hernindez
de C6rdoba, fueron los hombres que con sus proezas, sus viajes
sus descubrimientos, sus conquistas, sus fundaciones y con sus
vidas, formaron, tal vez sin quererlo, la unidad national del centro
de America dando a esa unidad, la tradici6n hist6rica que es el
vinculo fuerte que ha formado naciones.
HACIA LA UNIDAD DEL IDIOMA
El huracAn amain6. jEn qu6 moment? Es dificil poderlo de-
cir; pero la calma vino despues.
El conquistador sent sus reales en nombre del rey y de la
Iglesia cat6lica. Esos dos concepts tenian que traer a su vez otros
lazos de uni6n entire los pueblos que ya habian quedado hermanos
por la historic.
El indio de Guatemala no podia darse a entender ni aun con
sus primos hermanos de raza. Lo mismo pasaba con los de las otras
regions. En las vastedades de tierra que comprende Centro Ame-
rica se multiplicaron oviparamente las lenguas y los dialectos. jAca-
so no era el tr6pico, donde aquellas lenguas tenian su existencia?
La America gravida en sus products y riquezas, lo era tambi6n
en sus lenguas y dioses.
Investigar sobre las diferentes agrupaciones filol6gicas que se
formaron con idiomas y dialectos en estas regions, es tan dificil y
tan arduo que preferimos examiner este aspect en forma pa-
noramica.
Desde Tehuantepec hasta Panama, era una gama bien surtida
de lenguas, algunas remotamente vinculadas con las otras. Para
nombrar a Dios en Guatemala se podia hacer en diferentes len-
guas. Veamos las que existian segun los eruditos en esta clase de
investigaciones: Yucateca, Itzi, Lacand6n, Tzendal, Tzotzil, Chon-
tal-Maya, Cholti, Chorti, Quich6, Cakchiquel, Tzutujil, Uspanteca,
Mame, Ixil, Aguacateca, Soloneca, Jacalteca, Chicolmulteca/, Motozi
neca, Pokoman, Pokonchi y Quekchi.
Para decir madre los pueblos de la actual repitblica de El Sal-
vador podian hacerlo en Pipil, Cacaopera y Chilanga; el indio hon-
durefio podia hablar Paya, Jicaque y Lean. En Nicaragua, se en-
contraban las lenguas Rama, Simo, Ulfia Mosquito, Metagalpa y
Guatuso.
En la region que forman ahora Costa Rica y Panami se encon-
traban: Talamanca, Brabi, Cabecar, Chirrip6, Tucurrinque, Osori,
Bomca y Tiribi. Total que aquello era un maremagnum de dialectos.
El pobre indigena no podia llegar a tener un contact con el vecino,
sino por medio del int6rprete. tPodria haber unidad entire aque-
llos hombres que no hablaban un mismo idioma? La pregunta, tie-
ne s61o una respuesta: i Imposible!
Recuerdo que la historic sagrada relata, en el Antiguo Testa-
mento, que los hombres despu6s del diluvio, y cuando temieron otra
vez que la furia de Jehova se desatara contra los humildes mortales,
se decidieron a construir un edificio que se elevara tan alto y que
tuviera tanta extension para dar cabida a todos los mortales que
estuvieran en la tierra llegado el moment de la nueva inundaci6n.
Ante el reto de sus hijos, cuenta la tradici6n, Dios dispuso castigar-
los.
i Traeme ladrillo! pedia un albaiiil... Y el ayudante Ilevaba cal
Malhumorado el artesano volvia a pedir ladrillo, pero el ayu-
dante insistia en llevar cal o arena.
i Ladrillos !... 1 Ladrillos... quiero! insistia el hombre -
Mas el aprendiz volvia con cal o arena.
i Quiero arena! gritaba otro maestro mis lejos. Los peones
a su servicio corrian presurosos con ladrillos o cal. i Animales!
- blasfemaba en su lengua original el engafiado -, no entienden
que quiero arena, i si, arena! pero los mozos regresaban con ladri-
llos o madera.
La cosa no era broma, era una realidad. Sencillamente lo que
habia pasado no era mas que un castigo del Supremo Creador que,
tratando de demostrar su poder, habia confundido el lenguaje ge-
neral que hablaban todos los trabajadores, dindoles un sentido a
las palabras para unos y otro sentido para otros. Total, que la famo-
sa torre de Babel, como se llamalba la monumental construcci6n,
qued6 en pergamino y en proyecto, y la humanidad desde ese mo-
mento principi6 a distanciarse como resultado de la diferencia de
lenguajes que Dios le habia dado. Los que habian recibido igual
significado para determinado vocablo se unieron y formaron grupos
aparte. Desde entonces, dice el G6nesis, los hombres se dividieron
en vez de unirse, como castigo a su tenacidad.
Y eso pasaba cabalmente en nuestras latitudes. Los idiomas o
dialectos que hablaban los aut6ctonos en vez de unirlos los separa-
ban. Por una palabra, al igual que por unas simples tortillas robadas
en un mercado, se originaban guerras qtLe duraban ailos y afios y
consumian esfuerzos, riquezas y hombres.
Dios tergivers6 el intelecto jiumano de sus hijos para castigar-
los de la osadia de desafiar su poder, dAndoles palabras iguales,
pero con contenido subjetivo diferente para unos y otros.
Espafia para mejor entenderse y unir a los nuevos sibditos
de este lado del mar, les di6 un solo idioma: el castellano, el cual
con el correr del tiempo tendrA que former un vinculo tan pode-
roso para los pueblos, que los mantendria unidos y les evitaria ro-
zamientos y fricciones por un malentendido.
Dios confundi6 en la palabra a sus hijos en un moment dado.
Espafia, al contrario, los orient6 hacia un mismo vocablo.
Withney dijo: "la lengua es el molde adquirido dentro del cual
nace el pensamiento"; ampliando su opinion, podemos decir, que
si la lengua.es el molde.del pensamiento, tiene que serlo por fuerza
de la unidad national.
Y aquello lo comprendieron desde el soberano hasta el iiltimo
oolonizador espafiol. Y asi vemos, que coincidiendo, Felipe II y
Felipe III, ordenan pragmaticas, el primero el 2 de diciembre de
1578 en el Prado y el 27 de septiembre de 1580 en Badajoz; el se-
gundo en Madrid el 10 de octubre de 1618, por medio de las cuales
encargaban y mandaban, que los sacerdotes, clirigos o. religiosos
que salieran de su reino a los de las Indias o tambi6n de cualquiera
otra parte del Viejo Mundo y que llegasen pretendiendo ser presen-
tados a las doctrinas y beneficios de las Indias, no fueran admi-
tidos sin saber la lengua general, en la cual habrian de adminis-
trarla.
Y no s6lo fueron los reyes quienes desde lejos se preocuparon
por imponer el idioma patrio y unir en esa forma la vida de co-
nexi6n entire la raza absorbida y la absorbente. Los conquistadores
de la clase clerical que vinieron a nuestras tierras, bien lo sabian, al
grado que se dedicaron con ahinco y tes6n a aprender las lenguas
de los natives, para poderles a shl vez ensefiar el castellano y. llegar-
les asi mas hondo y ripidamente, y en tal forma atraerlos con fa-
cilidad y por medios pacificos.
En los moments en que el conquistador se transform en colo-
nizador; cuando nuevos hombres acuden a former el principio de
los nuevos pueblqs en estas tierras, como por arte de magia, vemos
aparecer en nuestro medio, como en el'resto de America, una canti-
dad de gramiticas, vocabularies y diccionarios de las lenguas y
dialectos hablados en tierras centroamericanas. La raz6n es obvia.
El extranjero necesita darse a entender con el aut6ctono con el
objeto de que al llegar a la comprensi6n, el indigena pueda apren-
der el idioma comun y general. Asi se efectfia aquella transforma-
ci6n lenta. Lo contrario que Dios hizo con su pueblo preferido,
hicieron los espaiioles en sus nuevos dominios.
La palabra es vehiculo de comprensi6n y de acercamiento y de-
be ser igual para todos. Asi sucedi6 en los albores de la vida colo-
nial, en nuestro medio centroamericano, la palabra se unific6, con
lo cual se sumaba a la tradicibn un factor nuevo para former la na-
cionalidad: era el idioma.
Es incontable la lista de hombres casi todos religiosos -
que con fervor y entusiasmo se dedicaron a hacer del idioma cas-
tellano un idioma general para los indigenas, mestizos, criollos y
peninsulares.
Mayores dificultades present la raza india; la intenci6n no fu6
defraudada, pues el indio no en forma absolute, la realize, pues lo-
gr6 malamente hablar "la castilla" con lo cual, el nicleo itnico re-
gional, se uni6 a otros nicleos, por medio de un ligamen suave y
hermoso, formando en este sentido una sola naci6n. Igual process
se realize aqui como en Costa Rica y tambi6n en el resto de las
parcelas que forman las repfiblicas del centro de America.
Pedro Tot, indigena de pura sangre, que vive en el macizo de,
nuestra cordillera, estaba sentado en su rancho a la orilla del cami-
no de herradura que conduce a uno de los pueblos principles de
Los Altos. Pasaba por el frente, un paisano y Pedro Tot levant la
cabeza para saludar al amigo que en esos precisos moments tam-
biWn lo habia saludado.
-4 Qu6 leyes, oy6 Pegro?
-i El Quijote de Cervantes!
El viajero interrumpi6 su march y al oir la contestaci6n, vol-
vi6 a preguntar a media voz: -j-El Qui... qua?
-iEl Quijote, hombre! contest Tot.
-Pos no se qu6 seya eso.
-Un libro que trata de todo, que ensefia todo, que todos lo
han leido y que debes leerlo vos tambien, porque ya sab6s la "cas,
tilla".
-Muchagracia Pegro, ay me lo emprestis despues.
El transeunte continue su march. Pedro Tot sigui6 leyendo
las sabias hojas de la inmortal obra del Manco de Lepanto y de vez
en cuando dejando escapar una leve sonrisa por la comisura de sus
labios.
SLas generaciones han continuado su march; ninguna se ha de-
tenido. Pero la que se desarrolla en un moment dado en estas
tierras ha seguido hablando, escribiendo y leyendo aquel idioma
que un dia Espafia trajo a America, y que juntamente con la tradi-
ci6n di6 origen a una lengua national, tan identificable como
segura.
Y asi, Espafia despu6s de haber dado una misma historic que
sirvi6 de base para la nacionalidad de los pueblos o el pueblo de
Centroambrica, ofrend6 un nuevo element para la integracidn na-
cional: el idioma.
Tradicidn e idioma, ya son dos los elements que tenemos para
justilicar una nacionalidad.
SQuien nos la di6? i Espafia!...
Hoy el quiche como el lenca, el paya como el pipil, el guatuso
como el talamanca aunque en forma corrompida, pueden darse a
entender por medio de aquella "castilla", que el conquistador, aun-
que fuera una soldadesca que traia el atavismo de ocho siglos y
que lleg6 a fundar ciudades, estirpes y nacionalidades, habia impor-
tado de la madre patria.
La Babel que por razones puramente de orden filol6gico
se habia formado en un ambiente natural grandiose, en medio de
una naturaleza virgen, en una region cuajada de riquezas, se vino
abajo cuando el espaiiol, con la divina lengua castellana unific6' el
medio de darse a entender por unos y por otros.
Y hoy en dia, al examiner los avances que la conquista hizo en
el medio social, las ventajas que aport6 a la humanidad, los bene-
ficios que proporcion6 a la nacionalizaci6n de una region, encon-
tramos que asi como puede leerse a un Pepe Batres national por
un indigena, que se haya adaptado a la cultural que se le ofreci6,
puede tambi6n apreciar el inagotable product de un siglo de oro
castellano, que ya es decir much.
Tradici6n y lenguaje, aportaron el material necesario para que
la evoluci6n del tiempo y de la sociedad produjeran aquel vinculo
llamado nacionalidad.
M AW
-No me negara usted decia un americano a un espafiol -,
que la actuaci6n de sus paisanos en los moments de la conquista
es sanguinaria y rapaz.
-Estoy de acuerdo contest el interpelado. Agreg6: -- Que
conquista conoce usted que no revista las caracteristicas de ser de
terror y sanguinaria? HAgame el favor de decirme usted 4qu6 pre-
fiere, el yanaconazgo, la mita y la encomienda que la Espafia, a
quien se titula barbara y fanAtica, impuso en parte de la America,
o el exterminio sistemAtico que en el norte se llev6 a cabo contra el
pobre indigena, a quien a semejanza de fiera se le cazaba y se le
daba muerte, como at mAs vil animal? Digame usted, y despues es-
taremos de acuerdo, 4conoce las famosas leyes azules de los cuA-
queros con relaci6n a los indios y si alguna vez ha tenido cuidado
de compararlas con las que el Consejo de Indias dictaba para la
America espafiola? Es cierto que un Hernan Cortes, un Pedrarias,
un Pizarro, un Alvarado, azotaron al indigena y le dieron muerte
sin cuartel, six importarles el rango; recordamos a Cuauhtemoc, Ata-
hualpa, Oxib-Quiej y Belejep-Tzi, pero tal hecho fu6 fnicamente en
ciertos moments. Mientras que el ingles en el norte y el alemAn
en Venezuela, muestran que el carActer y la conduct de los hom-
bres del moment, no eran de una raza, sino que obedecian al grado
de cultural general que imperaba en el viejo mundo. Cabalmente eso
oblig6 a exclamar al poeta:
Culpas fueron del tiempo y no de Espaiia...
-Pero, eso no es todo dijo el espafiol, despuis de hacer una
ligera pausa.-Quiero que usted piense que para juzgar desapasio-
nadamente la conquista y la colonizaci6n espafiolas en America, fi-
jese que le digo en America, es necesario recorder el aspect
caracteristico de la epoca, en que el fanatismo, la intolerancia, el
concept del derecho, la apreciaci6n de lo que significaba una
conquista, el valor juridico de las concepciones de la monarquia y
la iglesia, la estimativa de la moral y tantas otras cosas, que habian
necesariamente de repercutir en el caricter de los hombres y por
ende en el trajin de los conquistadores por estas tierras, mixime
si se aprecia que el indigena fu6 considerado no en una calidad de
catectimeno, sino igual, o tal vez menos, que un animal...
-Todo esti muy bueno interrumpi6 el americano -, pero
el espafiol debi6 haber respetado por lo menos la vida del aut6c-
tono, debi6 haber sido menos duro, a la hora de la victoria y ademis
nadie osaria decir nada contra los hombres del moment si se hu-
biese tratado de conservar las instituciones de los natives al lado
de las nuevas, si se hubiera respetado las ideas verniculas, al fren-
te de las importadas.
-i No senior! continue el europeo -, eso es un error!
Espafia necesitaba cimentar su dominio contra las potencias euro-
peas que eran sus enemigas alli en Europa y tambi6n aqui en Ame-
rica, y por lo tanto, habia que amalgamar las dos civilizaciones;
desde luego bajo una dominaci6n prevaleciente de lo que el victo-
rioso creia que era lo ventajoso para ellos y ain para los mismos
indios. Ninguna conquista encuentra usted en donde el invasor haya
adoptado/las formas sociales y el pensar del conquistado...
-Se equivoca usted interrumpi6 nuevamente el rebatido -,
tiene usted al romano que lleg6 a Grecia haciendo suya la filosofia
de sus sabios.
-Es cierto, tiene usted raz6n, continue el interrumpido -,
pero esa excepci6n es cabalmente la que personifica la regla. Ade-
mas yea usted que la cultural hel6nica sobrepasa a todas las hasta
en ese entonces conocidas en el continent y sin temor a decir un
sacrilegio, en el terreno filos6fico, quin sabe si hay otro moment
tan grandiose como los que vivid la HMlade, cuando el invasor pro-
fan6 sus territories. No me vaya a comparar el estado de la cultural
de los griegos con el de los indios, en relaci6n a cada uno de sus con-
quistadores. Eso seria tremendamente impertinente y sin raz6n. Pero
volviende a mi punto de vista, quiero decirle que Espaiia necesitaba
cimentar su dominion contra las potencias europeas que eran sus ene-
migas, como ya se lo he dicho, y por lo tanto tenia que crear, aun-
que incipientemente, una nacionalidad con sello propio en estas
tierras, y es justamente a donde van todas las disposiciones y todos
los actos del moment. Tiene usted el ejemplo de tal cosa en la
formaci6n de un mestizo; un mestizo que aunque se ha desprecia-
do siempre, forma un ejemplar que es mas abundante de lo que
se quiere aceptar; un mestizo que llena dentro de la realidad un
porcentaje, tal vez mas del 50% del nfimero de los habitantes de
todo el continent hispanoamericano. Mestizo es Juan Perez en
Guatemala, mestizo es Diego Olguin en Colombia, mestizo es Fran-
cisco Quesada eni Colombia; mestizos hay aqui como los hay en El
Salvador, en Costa Rica, en Nicaragua y en Honduras y el resto
de las naciones que se formaron en todos los territories que con-
quist6 el espaiiol. Mestizo es el termino que debiera darsele al
element 6tnico preponderante en toda la America espafiola pues
es lo que domina. Desde luego que ese mestizo de indio y espafiol
ha principiado a adulterarse con las corrientes migratorias que en
las iltimas d6cadas se han abalanzado sobre este'continente desde
el resto de los paises de nuestro planet.
-Lo unico malo es que el mestizo con una pretensi6n sin funda-
mento reniega de su calidad, en lugar de sentirse orgulloso de ella;
pero la mayor parte del habitante de America es mestizo y, aunque
pasen las generaciones que pasen, siempre llevar& en su sangre
aquella combinaci6n que el trata de encubrir como si fuera la
vergiienza de un pecado de sus progenitores a quienes en realidad
nadie puede culpar ni enrostrar.
-Estoy de acuerdo con usted pero creo que el mestizo no es
un element etnico, sino perjudicial, por lo menos inservible, ya
que hasta las leyes biol6gicas niegan la facultad de reproducci6n
en los cruces rebati6 el americano.
-i C6mo ? interpel6 el otro -. 6 Dice usted que el mestizo
es un ser incapaz de producer?
-Algunos cruces, pudiera suceder que anularan el poder repro-
ductor y el creador en la vida; pero hay otros que dan un resultado
distinto. Sabe usted que el Arbol de hule para que reiina las cuali-
dades de un magnifico dador de la leche tiene que ser cruzado en
nuestro continent. La semilla es extranjera; a la semilla se le in-
jerta, cuando esti tierna la plant, trozos de la vernacula para ha-
cerla inmune a los enemigos; mAs tarde se hace un nuevo injerto
para que pueda el arbol crecer con las ventajas de un buen dador
de jugo. Ya ve, podemos decir que el Arbol de hule en nuestra
America es un mestizo. Tenga la bondad de fijarse que no estoy
diciendo hibrido! Usted podra refutarme diciendo que las dos varie-
dades son de la misma especie, Tiene usted raz6n; pero tambien
el hombre que vino de Espafia y el que se encontraba aqui pertene-
cian a ia misma especie: homo sapiens. Fijese que en nuestra man-
zanilla y en nuestro perote se injerta corrientemente manzana y
Sciruela, ejemplares de diferentes species con los magnificos resul-
tados que usted conoce. No hay duda, Espafia al sangrarse y desfo-
garse sexualmente en America, di6 un ejemplar 6tnico que es el
verdadero tipo dominant en la America Hispana y que constitute
el vivero de donde han salido los grandes hombres que ha tenido
el continente...
-Mi querido amigo -interrumpi6 el americano -, usted se
refiere a los cruces biol6gicos y no se ha fijado que usted mismo ha-
bla de una incapacidad para la reproducci6n.
Ha terminado su objeci6n? pregunt6 el interrtimpido -.
Pues, si asi es, quiero indicarle que la combinaci6n de espaiiol con
indio nos di6 una raza especial con rasgos de una y otra, con ven-
tajas de una y otra, con defects de una y otra; pero, tambi6n por
pertenecer a la misma especie no perdieron, como Dios ha dispues-
to que suceda cuando las species no se correspondent, aquella fa-
cultad reproductive que en muchos Crucess vemos desaparecer.
-El mestizo qued6 entero aunque cruzado; qued6 entero y con
una personalidad muy propia y muy diferenciable; qued6 cruzado
pero con un poder incubador de nuevos series. No sea usted intran-
sigente y reconozca que la conquista y la colonia, a la par de cosas
nefastas tienen grandes hechos y grandes hombres que forman el
otro lado de la medalla.
-Ciertamente -expuso el rebatido-, soy el primero en reco-
nocer que a nuestras latitudes vino un Francisco Marroquin, un
Bartolom6 de las Casas, un Hermano Pedro, para no salirnos de
estos territories, a quienes nadie puede arrebatarles el merito y la
gloria que tienen conquistadas en las piginas de la historic del
amanecer de estos nuevos pueblos donde con el correr del tiempo
se formaria una nacionalidad...
-El defensor dijo sonriente: -Me alegra que usted haya cedi-
do en algo...
Pero fue interrumpido inmediatamente por su interlocutor
que agreg6: -Soy mis just ain, reconozco que el espaiiol trajo a
nuestras tierras nuevos modos de vida y nuevos sistemas en todo
sentido...
-Algunos dicen que atrasados agreg6 el otro -, pero no
toman en cuenta en que siglo sucedi6 eso. Pero consider que todos
los concepts, todos... -sin excepci6n alguna, encajan en.un es-
quema que responded a dos elements primordiales: tiempo y espa-
cio. iFijese! Si alguien hace seis o siete siglos hubiera dicho "guan-
telete", tengo la seguridad que todos hubieran comprendido el con-
tenido l6gico de la palabra. Empero, si la misma la pronuncio en
la actualidad, en medio de un grupo heterogineo de personas, tengo
la seguridad absolute de que los intelectos responderin de dife-
rente forma ante el estimulo de ese vocablo. Algunos entenderin
que me refiero a una pieza de la coraza antigua de los guerreros,
tal vez los menos; otros creeran que se trata de alguin implement
de un nuevo deported; otros, tal vez que se refiere la voz a. algo usa-
do por los m6dicos en las salas de operaciones; y quien sabe cuan-
tas otras interpretaciones se le darin a media que la heterogenei-
dad del auditorio sea mayor? Piensa usted que si hace algunas de-
cadas hubiera dicho: fulano de tal es un gentilhombre, todos hubie-
ran entendido sin confusion el calificativo; si tal cosa se dice hoy,
no faltaria alguna nifia cursi que agregue insipidamente: jPero
tambi6n es guapo, verdad? Y es que todo en la vida es cambio cons-
tante. Todo se transform, nada perece, ha dicho el fil6sofo. Las pa-
labras tambi6n mudan de contenido 16gico, los hombres cambian
de l6gica, la l6gica de ideas, las ideas de apreciaciones, las aprecia-
ciones de concepciones, las concepciones cambian en los hombres
y los hombres se mudan de generaci6n en generaci6n. Ese es el
devenir constant y eterno de que tanto se han preocupado los que
buscan la raz6n del ser y del existir, sin que hasta'el moment ha-
yan encontrado la mAs leve seiial de haber llegado al camino que
los conducirA al tesoro del descubrimiento. Como le decia, los con-
ceptos encajan en un esquema que responded a dos elements: tiem-
po y espacio. Dentro de ese tiempo y ese espacio, lo que hoy es mo-
ral ha sido inmoral; lo que hoy cura ayer dafi6; lo que hoy es re-
pudiado mariana seri aceptado; en fin, hay un subir y un bajar, un
aparecer y un desaparecer, que mantienen la vida en constant agi-
tar, y es cabalmente esa agitaci6n lo que constitute la propia vida.
Vivir es viajar; vivir es pensar; vivir es amar; vivir es trabajar;
vivir es comer; vivir es procrear; vivir es vivir y todo eso no es mas
que agitaci6n, actividad, esfuerzo. Estoy divagando reflexion6 el
conversador -. Pero si, es important hacer hincapi6 en el asunto
de la adaptaci6n de los concepts a un esquema que responded a dos
elements: tiempo y espacio. Y asi como el concept, que es el pro-
ducto intelectivo del hombre, para usar un simil, es el aroma de su
flor y de su fruto, todo lo que es human tiene que encajar en los
dos brazos de ese esquema a que me he referido tantas veces. Asi
vemos que, ridicule seria un Dante que se preocupara por el car-
min de una Beatriz. Un Ulises que al proyectar su viaje se pusiera
a hacer calculos sobre el iter necesario para su empresa. Un Leo-
nardo de Vinci que tratara de proyectar un superbombardero estra-
tosfirico. Un remote Bitey luchando por fabricar luces de Bengala
con nitroglicerina. Un Napole6n nombrando mariscales de un ej6r-
cito mecanizado. Y a eso, es cabalmente, adonde yo quiero iegar.
Espaiia llev6 a cabo la conquista en America, y parcialmente aqui
en el centro, en la forma que lo hizo, por razones de cultural del mo-
mento, por razones de tiempo y espacio, y nada mis. Le aseguro,
querido amigo, que si volviera a repetirse la hazafia de Col6n, y
volviera a presentarse el descubrimiento, conquista y colonizaci6n
de nuevas tierras, Espafia no mandaria aquellas huestes de soldados
acostumbrados a pelear. Tengo la seguridad que Espaiia mandaria
t6cnicos en todas las actividades de la nueva industrial; remitiria
comerciantes, ingenieros, agricultores. Enviaria, desde luego, reli-
giosos pero ya no con aquella abundancia como los envi6 en el siglo
XVI. Vendrian artists y poetas para dar a conocer la mentalidad
y la sensbilidad del pais conquistador. Dramaturgos, acadimicos,
toreros, c6micos, y toda una gama nueva de hombres. Se remiti-
rian desde luego individuos que se preocuparan, tal vez ya no con
tanto ahinco, por el oro, como sucedi6 en aquellos tiempos, sino por
conocer las fuentes de material prima que podrian favorecer a la
industrial de la metr6poli. Tengo la seguridad que las autoridades se
nombrarian en forma mixta para que el abuso no cobrara las pro-
porciones que cobr6 en otra 6poca. En fin, creo que si en los pre-
cisos moments sucediera la gran empresa de la conquista y colo-
nizaci6n, la forma y los resultados serian tan diferentes, como son
los barcos modernos a los usados en aquellos remotos tiempos. Y
me faltan todavia arguments. Decia que mis paisanos trajeron lo
bueno, todo, pero todo lo bueno que tenian; desde luego, era nece-
sario para former nuevas unidades en estas tierras. Sin ser muy
curiosos podemos ver que la venida del castellano nos aport6: forja
del hierro, alumbrado, la colistrucci6n naval en grande, la bestia
de carga, la leche como alimento, la caila de azficar y la elaboraci6n
de ella, las ovejas y las abejas, y tantas otras cosas que seria per-
der el tiempo si fu6ramos a buscarlas para incluirlas en una larga
lista Usted no me negara que el espafiol estuvo en un nivel superior
al de los conquistadores de otras nacionalidades al darse sexual-
mente, cualquiera que haya sido el motive, con el element vernacu-
lo y former ese element que lamamos impropiamente mestizo, pe-
ro que en efecto es un cruce en el cual dos sangres se combinaron
para dar un especimen nuevo y que es el iredominante en nuestro
continent. Y era tal la importancia que tenia el mestizo, en aque-
llos tiempos, que puede usted registrar las leyes de Indias y encon-
trara muchas reales cedulas y pragmaticas que se referian al es-
timulo para ese element cruzado. Sin hojear much, encontramos
la disposici6n de Felipe II, dada en San Lorenzo el 31 de agosto de
1586, por la cual disponia: "que los prelados ordenen de sacerdotes
a los mestizos, con informaci6n de vida y costumbres y proven que
los mestizos puedan ser religiosos". Y si usted es just y observa,
ese mestizo, como ejemplar salido del cruce de dos sangres, india
y espaiiola, no lo encuentra en ningin otro pais que haya sido
conquistado por hombres de otra nacionalidad distinta a la espafio-
la. Aqui el espafol se confundi6 con el indio, uno y otro se fun-
dieron para dar forma a una nueva calidad de hombre, que es el
tipo de nuestro pueblo en general y en el cual vibra aquel espiritu
national a pesar de los pesares.
-A pesr de todo se atrevi6 a argumentar el americano -,
el conquistador debi6 haberse comportado en otra forma cuando se
trat6 de. la conquista. Eso es todo lo que yo digo no obstante to-
dos los aspects que usted ha presentado con tanta erudici6n. No
soy intransigente y si reconozco que la conquista y el period del
coloniaje tienen de bueno y de malo; tienen de blanco y de negro.
-Esti conmigo dijo el espaiiol que habia escuchado aten-
tamente la interrupci6n.
-Yo ya le he dicho. No todo lo que relumbra es oro. Esa es la
verdad de las cosas y de los hecdos. Espafia al darse se di6 como
era: complete y desnuda. Se di6 la Espafia del siglo XV con todas
sus costumbres, sus ideas, sus modos, sus virtudes y sus vicios.
SQui6n puede contradecir ese aforismo? La Espafia que se entreg6
a America era la Espafia que vivia en una Europa atrasada, en
donde los mas horrendos crimenes y desmanes eran cometidos en
nombre de la religion o del trono.
CREANDO Y DESTRUYENDO DIOSES
Cuando el espafiol arrib6 a las playas de los territories de
Centro America, predominaba la creencia. en la vieja Europa, pues
asi lo dicen los libros religiosos, que "el mundo s61o pertenecia a
Dios su creador". Con los razonamientos teol6gicos de aquella epo-
ca, iinicamente eran los iniciados en el seno de la iglesia cat6lica
quienes podian considerarse como hijos de Dios. Con base en esas
concepciones, tan peregrinas, los infieles no tenian ni podian tener
nada de lo que se estimara como jurisdicci6n, dominio, honor, po-
testades, derechos, personalidad. Y tal estimaci6n no es finicamente
exclusive del grueso del pfblico sino que principalmente de las al-
tas dignidades de la iglesia cat6lica. 4Y que decir de los soberanos
que buscaban en el Vaticano una base para poder gobernar a sus
pueblos? Los reyes de Espafia eran por excelencia soberanos cat6-
licos y por consiguiente su idiosincrasia tenia que estar sujeta a los
dogmas religiosos y a la forma de pensar de las autoridades ecle-
siisticas. Sin embargo, ya hemos visto que no se olvidaban del
nuevo element ktnico que con profusi6n aparecia en los nuevos
dominios.
Despuis que lleg6 el idioma, en pos de las rutas trazadas por
los conquistadores, vino la religion, ese vinculo tan fuerte y tan po-
deroso que ni los siglos logran romper: El espafiol que lleg6 a las
tierras que hoy forman las naciones de Centro America, encontr6
al indio en un horrible trabajo de selecci6n. Los fuertes devoraban
a los debiles. El poderoso imponia los dioses lares a los mas humil-
des. Un conjunto de reyes desp6ticos, una oligarquia avasalladora
juntamente con un sacerdocio feroz y sanguinario eran los que
manejaban la cosa piblica.
Las gestiones de conciencia y religion estaban encomenda-
das a un clero fanitico, barbaro, homicide y superchero; el rito y
la creencia en tal caso no podian dejar de tener esas manifestacio-
nes.
Con aquel sencillo pero agradable bien decir de Bernal, describe
en su Verdadera y notable historic del descubrimiento y conquista
de la Nueva Espafia y Guatemala: "Y alli, hallamos sacrificados
de aquella noche cinco indios, y estaban abiertos por los pechos y
cortados los brazos y los muslos, y las paredes de las casas llenas
de sangre". En otra oportunidad, y mis adelante, aquel viejo y va-
liente soldado que vivi6 los moments de angustia y de triunfo
en estas tierras escribi6 en su obra: "Otro dia de maiiana mand6
Cortes que se pusiese un altar para que dijese misa, porque ya te-
niamos vino y hostias, la cual misa dijo el clerigo Juan Diaz, por-
que el padre de la Merced estaba con calenturas y muy flaco, y
estando present Massescasi y el viejo Xicotenga y otros caciques;
y acabada la misa, Cortes se entr6 en su aposento y con 61 parte de
los soldados que soliamos acompafar, y tambien los dos caciques
viejos, y dijole el Xicotenga que le querian traer un present y
Cortis les mostraba much amor y les dijo que cuando quisiesen".
Esas citas logradas al azar, del valioso product de la pluma
del insigne Diaz del Castillo, marcan los contrastes de dos religio-
nes tan distantes como el sol y la tierra; tan distintas como el blan-
co y el negro; tan diferentes como lo positive y lo negative, tan disi-
miles como la virtud y el vicio. Y eso era aquella empresa de los
hombres de Espafia en estas tierras en relaci6n a las creencias y
a los estados de animo y conciencia. La lucha de lo blanco y lo ne-
gro, el choque de lo positive y lo negative, la contienda de la virtud y
el vicio, el acercamiento del sol y la tierra. De la lucha salid un
principio que fue una nueva religion para los humans de las nue-
vas tierras; del choque brot6 el rayo que inund6 de nuevos y des-
lumbrantes dogmas y principios todo un nuevo mundo; de la con-
tienda apareci6 una nueva fe que ya profesaban millares de series
humans mas alli de las aguas de las nuevas tierras descubiertas;
del acercamiento naci6 una nueva creencia a base de la dulzura, de
la bondad, de lo spiritual, que estaba sintetizada en una unidad,
Dios, y una trilogia simb6lica. Y asi fue como aquel invasor que
habia derramado sangre en nuestras latitudes, y que habia dado
cuenta con la existencia de muchas vidas de verniculos, tambi6n
ofrecia una nueva religion, una nueva fe, una nueva creencia, una
nueva uni6n, una nueva vida, que con el correr de los dias y los
meses fue incrustindose profundamente en la care de America
hasta hacerla muy propia y tatuarla con sefiales indelebles.
El tabu, la supercheria, la brujeria, el politeismo y tantas otras
manifestaciones especiales de la religion del indigena se vinieron
abajo con la llegada de los hombres blancos.
El sacrificio human qued6 relegado a la calidad de un delito
y en su lugar se introdujo el incienso y el homenaje de la vela. La
sangre humana derramada, que era inmolada a los diferentes dioses,
encontrAndose tan bellamente simbolizada en la leyenda del Popol
Vuh en la tradici6n donde habla de la princess Ixquic, fu6 sancio-
nada por el religioso y el civil y para sustituirla se acudi6 a la
mirra. El espaiiol introdujo, aunque sencillas, formas mis practices,
mis inofensivas, menos costosas, menos aparatosas y menos dafii-
nas que las que el indio tenia en su ritual y en el libro de su liturgia
pagana, sanguinaria y feroz. Y ante esta manifestaci6n, Ihabri
quin pueda discutir la eficacia de la conquista para la caterva de
indios politeistas e inhumanos? jPara el bien de una fe que estaba
cuajada de errors y prejuicios? Para una religion donde todo era
oscuro y todo era eventual? Ipara las diferencias de modo de con-
ceptuar la cosmogonia? para la diversidad de ideas, nombres, dio-
ses, rituales y sacrificios que existian entire los diferentes pueblos
diseminados en la extensa tierra de estos paises, que uniendo a la
tradici6n y al lenguaje, la religion, formaron una nacionalidad cuya
existencia no puede discutir ninguno, ni puede contradecir nadie?
Y esa es la apreciaci6n m;s ventajosa que puede hacerse de
aquella empresa que se llam6 la colonizaci6n de tierras americanas.
De un centenar de dioses y de un miller de semidioses, apareci6 un
solo Dios, amparado por un decilogo moral, itico, just y equitati-
vo, dentro del cual no podrian existir las ideas encontradas ni las
justificaciones il6gicas. Y asi pues, en lo que toca a nuestros pueblos,
el castellano, o el espaiiol en general, nos trajo una nueva religion
que, con el correr del tiempo y el desenvolvimiento de los hechos,
lleg6 a constituir un vinculo tan poderoso, como tambi6n lo son la
tradici6n y el lenguaje, para former una nacionalidad pura y dis-
tinguible en cualquier tiempo y en cualquier lugar.
Tradici6n, lenguaje y relig6n, he ahi el-trio de elements que,
de una u otra manera, fijaron las bases inconmovibles para dar ori-
gen a una nacionalidad que ahora podemos apreciar claramente.
EL REY Y LOS DIOSES
Los monarcas, desde la metr6poli, no fueron indiferentes en
relaci6n a la fe cat6lica. Acaso no lo eran ellos? Asi podemos ver
si hojeamos la recopilaci6n de leyes de Indias, un sinniumero de
reales cedulas y ordenanzas en las cuales el legislator real se ocu-
p6 de ese interesante aspect.
Carlos V, en Granada, el 22 de noviembre de 1526, hace la
solemne declaraci6n del principio alrededor del. cual giraran mis
tarde todas las disposiciones de esa naturaleza. Dijo en esa opor-
tunidad el monarca: "Y para que todos universalmente gocen el ad-
mirable beneficio de la redenci6n por la sangre de Cristo Nuestro
Sefior, rogamos y encargamos a los naturales de nuestras Indias
que no hubiesen recibido la santa fe, pues nuestro fin es prevenir y
enviarles maestros y predicadores, en provecho de su conversion y
salvaci6n que los reciban y oigan benignamente y den entero cr&-
dito a su doctrina... Los reyes, nuestros progenitores desde el
descubrimiento de nuestras Indias occidentales, islas y tierra firme
del mar oc6ano, ordenaron y mandaron a nuestros capitanes, ofi-
ciales, descubridores, pobladores y otros cualquier persona que en
llegando a aquellas provincias procuren luego dar a entender por
medio de interpretes, a los indios y moradores, como los enviaron
y ensefiarles buenas costumbres, apartarlos de vicios y comer care
humana, instruirlos en nuestra santa fe cat6lica".
Coincidiendo en la intenci6n, el mismo monarca Carlos V, con
fecha 15 de octubre de 1538 y Felipe II, en San Lorenzo, el 19 de
junior de 1574, dispusieron por ordenanza especial, que en los lu-
gares que no hubiese beneficio, se pusiera sacerdote y se ensefiara
la doctrine cristiana; mis tarde, igual disposici6n se dict6 para ca-
.tequizar a los negros que en caricter de esclavos habian sido trai-
dos. Carlos V, Felipe II y Felipe IV, fueron mis alli de la preocu-
paci6n de la palabra y la doctrine; en diferentes oportunidades
estos reyes, como los otros que pasaron por el trono de Espafia, se
interesaron por que se cuidara de las iglesias, la fundaci6n o erecci6n
de nuevas y donde fueran doctrinados los indios y se les admi-
nistraran los Santos sacramentos se apartare de los tributes que les
correspondieran para ese fin. Es elocuente el rasgo de que los mo-
narcas, a pesar de estar siempre urgidos de oro, sacrificaran
parte de los tributes para destinarlos a la catequizaci6n de los in-
fieles. Para citar una' Real Ordenanza mis, que tiene atingencia con
la religion, recordemos que Felipe II, con fecha 8 de marzo de 1585,
en Zaragoza, encarg6 "que los indios no carezcan de doctrine".
---
-C C6mo se llama tu Dios? le preguntaron a un maya o a un
pipil.
-Mi senior, el dios grande, el dios primero, el dios de todos
los demis dioses antiguos, se llama Kukulcin contest el indio.
-- C6mo se llama tu dios? le preguntaron a un tolteca.
-Mi tatita; mis pagres dijeron que el dios mayor se llama
Tonacatecuhti, respondi6 el aut6ctono.
-- C6mo se llama tu Dios ? interrogaron a un quiche.
-El dios que era giieno antes que viniera el de Tonatiuh le
nombramos Gucumatz, respondi6 el quiche.
-- C6mo se llama tu dios? inquirieron a un.quekchi.
Mi dios sefiorcito? iAh!. .. mi dios de antes se llamaba
Tzultaci.
--4Creen ustedes ahora en alglin Dios que sea de todos, que
tenga la misma figure, las mismas virtudes, que quiera igual a
todos? les preguntaron al mismo tiempo a un maya, a un pipil,
a un tolteca, a un quiche y a un quekchi.
52
-Si sefiores contestaron en coro los indios -, conocemos
a Jesucristo que es un Dios mas grande que todos los dioses que
se conocian; un dios que no tiene preferencias por ninguno de sus
hijos; un dios que ama a sus criaturas con la misma intensidad y
la misma constancia, asi sean indios, mestizos o extranjeros; un dios
todopoderoso que con su luz eclipsa a todos los dioses que podian
existir antes de darse a conocer; un dios omnipotente, omnisciente
y omnipresente que se nos revela en todo moment y en todo lugar
como la fuerza mis grande y mis sublime que pueda existir. Cono-
cemos a un dios que es dios para todos. Conocemos a un dios que
es nuestro dios; el dios de todos los moradores de estas tierras que
se lHaman Centro America; un dios que nos une sin tomar en
cuenta ni dialect, ni region, ni traje, ni costumbres, ni denomina-
clones de pueblos. Un dios que es verdadero dios para los series ver-
niculos y para los extranjeros. Ese es el dios que despues de tanto
tiempo nos lleg6 en idea y en concept.
Crees que Kukulcan es el mismo Jesucristo? interroga-
ron al maya o pipil.
-No senior contest el indio -, el Kukulcan s6lo era un
dios nuestro; Jesucristo es el dios de todos.
-- Crees que Tonacatecuhti sea Jesucristo? se le pregunt6
a un tolteca.
-Imposible, Tonacatecuhti es un culebro con plumes, Jesucris-
to es un ser como nosotros; Jesucristo'une a los jombres bajo una
misma fe habl6 el tolteca.
-- Crees que Gucumatz y Jesucristo son la misma cosa? le
dijeron a un quiche.
-Usted esta loco contest iracundo el indigena -. Gucumatz
es un dios s61o de nuestra raza, mientras que Jesucristo es el dios
de todos; es el dios que nos hace jermanos hasta con los propios
enemigos.
-i Crees que tu antiguo TzultacA y Jesucristo sea el mismo
Dios? fue interrogado un quekchi.
-i Sefior, eso es pecado! Jesucristo es el dios verdadero por
ser el dios de todos los series vivientes respondi6 el indigena.
--~Creen ustedes que Jesucristo sea una uni6n de Kukulcin,
Tonacatecuhti, Gucumatz y Tzultaca? se les pregunt6 en con-
junto a los natives.
-i Nooo! dijeron los indios Jesucristo es la uni6n de to-
dos esos dioses antiguos pero tambi6n es mas que esa uni6n. Es una
uni6n que une a sus hijos bajo una misma fe y una misma creencia
sin importarle color, tamafio, origen, grado, ni ninguna otra dife-
rencia. Jesucristo es, ademis de Dios, un lazo que une suavemente
a todos los que creen en 61 y que profesan su religion.
-LEso quiere decir que ya el enemigo no es enemigo sino que
todo lo contrario? se les volvi6 a interrogar a los nativos.
-Si senior contestaron ellos -, bajo el concept y la fe de
Jesucristo todos jemos quedado unidos bajo un mismo afecto, una
misma estimaci6n de jermanos y jijos suyos. Merced a los princi-
pios de su religion todos somos jermanos, aqui en la tierra y mis
alli de la vida.
Se acostumbra juzgar la acci6n de Espafia, en el terreno de la
conquista, vista desde un solo plano, y si bien es cierto que de la me-
tr6poli vinieron conquistadores de la clase de Pedrarias, se olvida
siempre que tambien la madre patria envi6 hombres con las virtu-
des que caracterizan a Las Casas, Mongrovejo., Marroquin, Betan-
court y Francos y Monroy y que, haciendo un balance de individuo
a individuo, el saldo favorece a la tierra de los conquistadores.
Dentro de esa pliyade de hombres probos, virtuosos y magna-
nimos, tenemos, como deciamos, a fray Bartolomi de las Casas, una
figure refulgente no s61o dentro de la luminaria de la historic y
el catecismo, sino que tambi6n en lo que respect a su afin por
redimir al native. Encontramos a la vez otra lista de desinteresados
varones que abandonando la molicie de su casa en tierras conocidas,
se lanzaron por la senda de la conversion de catecimenos y herejes
para hacerlos llegar r' -eno de una nueva religion y una nueva fe.
Esos hombres como _.ay Luis Cancer, fray Domingo Vico, fray Ro-
drigo de Ladrada y tantos otros.mas, en un principio, con caricter
de misioneros se internaron en la selva centroamericana para regar
la semilla de una nueva creencia y una nueva religion. Fueron ellos
los pioneros que tendieron una red defensive para que la naciona-
lidad, que se habia iniciado con la tradici6n y se habia desarrollado
con el lenguaje, quedara garantizad'a firmemente con el correr del
tiempo. Las Casas, Cancer, Vico, Ladrada, Torres, Parra, Larios,
L;zaro, Torresano y tantos otros, cuyos nombres quedaron s6lo re-
gistrados en las listas oficiales de los puertos de desembarque, co-
rresponden a aquel conjunto de virtuosos, valientes, desinteresados
y decididos religiosos que sin tomar en cuenta ni recompensas, ni
peligros, se arrojaron por values, montafias, rios, lagos, alturas y ba-
jios en la santa misi6n de introducir la religion cristiana, la que, no
obstante los prejuicios y la resistencia, lograron inyectar en las
venas que sus antecesores los conquistadores con armas, habian
creado en el organismo national de todas estas regions.
Asi fui como, sin quererlo tal vez, el propio espaflol, venido
en los primeros tiempos, al unificar la fe y los concepts religiosos,
uni6 a todos los pueblos de estas regions bajo un mismo principio
de conciencia, que di6 origen a un nuevo vinculo de enlace, que
con el desarrollo de los hechos en el tiempo originaron un hilo fuer-
te y sutil que reforz6 el principio de nacionalidad.
Los viajes y trajines de los conquistadores se me antojan algo
asi como los vasos donde la savia vital de un gran pueblo se des-
.bordaria mis tarde. Vino el lenguaje a constituir, si se me permit
la comparaci6n, algo semejante a los fagocitos, que corriendo por
aquellos vasos dieron cuenta con todos los cuerpos extraiios a aquel
enorme organismo que se formaba con la llegada del hombre es-
paflol a estas latitudes. Mis tarde legaron los que pregonaban la
nueva fe y las nuevas creencias que bien pueden considerarse a
semejanza de plaquetas hemiticas, que como los corpilsculos ele-
mentales del liquid sanguineo. sirvieron para apifiarse en los luga-
res inseguros y dibiles formando una especie de barrera para no
dejar escapar aquel torrente del liquid fundador, que desde el otro
continent se daba a trav6s del oceano en los nuevos organismos
que principiaban a formarse de este lado. Historia, lengua y reli-
gi6n, son un trio de eslabones que fijaron de una manera definitive
la nacionalidad de todos los pueblos que se formaron, en'nuestra
Centro America, con el desenvolvimiento de la vida tranquila de
la colonia.
El conquistador espafiol, el lingiiista espafiol y el catequista es-
pafiol, formaron las tres bases de un enorme tripode en el cual
descans6 la realidad de una nacionalidad definida. Historia, len-
guaje y religion forman los tres lados del triingulo dentro del cual
qued6 comprendida el area extensa y firme de una nacionalidad
independiente.
Pero sobre aquel trio de elements, bisicos para former una
sintesis integral y perdurable que llamamos nacionalidad, se agru-
paron otros, que vinieron a robustecer de manera formal la base de
las nacionalidades, que lentamente, pero de manera perceptible,
aparecen en estas regions.
LA MANO DEL REY EN TODO
Defectuoso es principiar con citas, pero 6sta, obtenida de la
Historia general de las conquistas del nuevo reino de Granada, de
M. A. Caro, es atinada para entrar a examiner un nuevo aspect del
fen6meno constructive de la nacionalidad: "La conquista dice
la obra ofrece los mas variados contrastes; virtudes heroicas al
lado de crimenes atroces; el soldado vestido de acero, que da y reci-
be muerte con igual facilidad, y el misionero de paz que armado
s61o con la insignia\del martirio, domestic los hijos de las selvas
y muchas veces rinde la vida por Cristo; el indio, que azorado y
errante vaga con los hijos puestos al seno, o que gime esclavizado
por el duro encomendero; la codicia intripida, que desafiando la
naturaleza bravia, corre por todas parties, ansiosa de encontrar el
dorado vellocino, y la fe, la fuerza, la religiosidad, que fundan ciu-
dades, erigen temples, establecen casas de educaci6n y beneficencia
y alzan monuments que hoy todavia son ornamentos y gala de
nuestro suelo".
Y esa fue la conquista. Majestuosa y grande; virtuosa y san-
guinaria; constructive y destructive; avara y pr6diga; esclavizadora
y libertadora; pero eso era, cabalmente, la Espafia que con sus hijos
se desbordaba en estas tierras; siempre los extremes se tocan.
Esa Espafia, que se entreg6 en America, que soportaba en po-
litica un despotismo, que en lo administrative profesaba un centra-
lismo radical y que en.el terreno econ6mico no dej6 de marcar erro-
res, no podia dar a sus hijas mis que lo que ella poseia.
De Espafia se abalanza sobre America un tornado de leyes,
algunas con eficacia en estas tierras, otras profanadas por la mala
voluntad y la codicia de los servidores de la corona, pero, todas ellas
engendradas con un afan de hacer grandes y pr6speras las nuevas
naciones que ya se formaban en las Indias. La voluntad del monar-
ca intervenia hasta en las cosas mis nimias y baladies, llegando
a veces hasta el ridicule. Recordemos que al insigne descubridor
del nuevo mundo se le autoriz6, por medio de ley especial, para
que pudiera montar en mula en su iltimo viaje a tierra firme. Se
legislaba sobre la altura del peinado, altura del compete de los oido-
res, las joyas que podian ser usadas por nobles y por plebeyos. El
soberano metia la mano en todo, llegando hasta lo mis recondite
y mas reservado del sibdito. Si el trono asistia en todo moment
en la vida de la metr6poli, era natural que lo mismo hiciera con
las posesiones de ultramar. Mas, como el monarca no podia enten-
der de todo, habia que acudir al consejo, y ese consejo fu6 muchas
veces mal intencionado.
Hay en la historic de esos moments una especie de desorien-
taci6n, que tal vez sea efectiva, pero no es mas que un reflejo de
la fuerza cohibitiva de la ley en lo civil y el terrible anatema reli-
gioso que envenenaba el alma y el pensamiento.
Pero en aquella pseudodesorientaci6n, que encuentran el exigen-
te y el radical, que no obedecia mis que a.las circunstancias y mo-
dalidades de la ipoca, rein6 una intenci6n manifiesta de former
una unidad national en lo que hoy llamamos repiblicas de Centro
America. Hay una unidad en cuanto a lo politico, en cuanto a la le-
gislaci6n, en cuanto a lo jurisdiccional, en, cuanto a lo cultural, en
cuanto a todo lo que podia tener relaci6n al mantenimiento del
espiritu de nacionalismo..
Guatemala fu6 instituida como capitania general por ordenan-
za n6mero 4 del Consejo real de Indias, quedando mas tarde esta-
blecidos sus limits que encerraban mas de 640,000 kil6metros cua-
drados. Esos limits estaban, tal vez no con precision matemitica
pero andaban muy cerca, determinados por el trajin de los primeros
conquistadores. Veimoslos: por el norte con el mar Atlintico; por
el sur y suroeste con el oc6ano Pacifico; al este con la Intendencia
de Oaxaca, bajo la jurisdicci6n del virreinato de Nueva Espaiia;
por el nordeste con la de Yucatan sujeta a la misma autoridad colo-
nial; por el sudoeste, con Veraguas, en el reino de Tierra Firme.
Esos inmensos territories estaban formando el scenario donde una
tradici6n, un idioma y una religion pusieron las bases para former
una nacionalidad que fu6 adornada con los demis complementos.
El organismo creado con la finalidad de velar por los intereses
coloniales en America, el Consejo de Indias, sabiamente dispuso
que para la Capitania general de Guatemala se dictaran disposicio-
nes unificadas; estim6 como dependencia de tal nombre la exten-
si6n enmarcada dentro de las tierras tatuadas por los primeros es-
pafioles que recorrieron estas regions. Asi fue como, con fecha 20
de noviembre de 1542, la Junta de Valladolid orden6 la erecci6n de
una audiencia para ese dominion, cuyo nombre fu6 Audiencia de los
Confines. Se dispuso que se integrara aquel cuerpo judicial y admi-
nistrativo por un president, siendo el primero Francisco Garcia de
Loaiza, asistido por cuatro oidores letrados. Aquella disposici6n
real fue confirmada por real c6dula de fecha 3 de septiembre de
1543 al ser nombrados los oidores Diego de Herrera, Pedro Rami-
rez de Quifi6nez, y Juan Roxel. El nuevo organismo judicial, que
venia a patentizar mis la intenci6n de los hombres de la metr6poli
de conservar una nacionalidad, hecha y derecha, en estas tierras de
Dios, marc los linderos donde la influencia, que podia existir, se
desarroll6 eficazmente. He aqui donde aquel nuevo pero simb6lico
organismo tenia jurisdicci6n: Yucatin, Tabasco, Cozumel, Chiapa,
Soconusco, Guatemala con la gobernaci6n de El Salvador, Hondu-
ras, Nicaragua incluyendo la gobernaci6n de Costa Rica, Veragua
y el Darien. En esa misma fecha, en que se hizo designaci6n de oi-
dores se fij6 como ciudad residential a la villa de Concepci6n de
Comayagua, a la que se denomin6 villa de Valladolid. Es aqui donde
podemos ver que no eran las leyes ni las disposiciones de la metr6-
poli las que se daban con mala intencidn, sino que a veces las
mas, se dictaban con buena intenci6n pero sin tomar en cuenta al-
gunas circunstancias de menor importancia. Como la ciudad de
Gracias prestara mayor comodidad que la villa de Comayagua, los
hombres de este lado instalaron la Real audiencia de los confines
en la casa parroquial de la ciudad de Gracias.
Pero de una u otra manera, la erecci6n de un organismo de esa
naturaleza, demuestra de manera plena que hubo en todo moment
un afin de crear, dentro de un sector del istmo centroamericano,
un nicleo que estuviera vinculado por todos los atributos que son
propios de una simple y pura nacionalidad.
Y si nos sumergimos en la tremenda legislaci6n indiana, que
los soberanos espafioles dieron durante el dominio colonial, nos sor-
prendera el afin, tal vez hasta un poco insensato, si se piensa mez-
quinamente, de parte de ellos en former las poblaciones en estas
tierras; poblaciones con los elements necesarios para ser asilo de
hombres que con el correr del tiempo formarian los ciudadanos uni-
dos por el vinculo nacionalista.
Felipe II, en su ordenanza segunda de poblaciones, declar6:
"Declaramos por vecinos de la nueva poblaci6n al hijo o hija del
nuevo poblador y pariente en cualquier grado, aunque sea el cuar-
to, siendo casados". El mismo monarca, en las ordenanzas 103, 122
y 23, cuidaba que en los asientos de nuevas poblaciones se obligara
a dar a cada particular, solares, tierra de past, peonerias y caba-
Ilerias; que fomentaral la estabilidad en ellas; se procurara evitar
que cerca de los rics se fundaran oficios que causaran inmundicias
perjudiciales a las poblaciones. El emperador Carlos V, estando en
Valladolid, por el afio de 1549, el 31 de diciembre, limit la entrada
de los extraiios a la nacionalidad espafiola, a los dominios en las
Indias, media que deja ver el afan de dar a estas tierras inicamen-
te la transfusion de sangre hispana.
Y queda demostrada, una vez mis, la sana intenci6n de los re-
yes espafioles de dar a las nuevas posesiones un vinculo stable,
con el objeto de former nuevos nicleos homogineos, con su afin
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de animar, de manera efectiva, las nuevas poblaciones. Felipe II,
en su ordenanza N9 32, de poblaciones, dispuso: "Que antes de
conceder nuevos descubrimientos se pueble lo descubierto". El
mismo monarca, en sus ordenanzas 81, 92, 99 y 132, respectivamen-
te, legislaba en el sentido: "Que los pobladores no paguen alcabala
por veinte afios", "que los hijos y parientes de los pobladores se
reputen por vecinos", "que los pobladores principles y sus hijos y
descendientes legitimos sean estimados como hijodalgos en las In-
dias", "que habiendo sembrado los pobladores, comiencen a edifi-
car". El propio rey, el 20 de marzo de 1596, en Aranjuez, dispuso dig-
nificar a las nuevas poblaciones al ordenar: "Que las ciudades,
villas y lugares de las Indias, tengan los escudos de armas que se
les hubiere concedido".
La legislaci6n generally particular, dada para las Indias Occi-
dentales, por parte de los soberanos espaioles y por conduct de sus
organismos: Casa de contrataci6n y Real consejo de Indias, de-
muestran la intenci6n inconfundible de original en estas latitudes
ciudades y naciones que se mantuvieran dentro de un patron na-
cionalista que fomentara los tres elements esenciales de tal vincu-
lo: tradici6n, lenguaje y religion, con sus respectivos agregados cul-
turales y juridicos.
Es cierto que a veces los soberanos eran anuentes, pero tal cosa
sucedia cuando las necesidades del medio asi lo reclamaban. Como
ejemplo al a'serto podemos recorder la autorizaci6n de una coloni-
zaci6n, de parte de alemanes, en el virreinato de Nueva Granada.
Corria el afio de 1782, cuando el arzobispo de Santa Fe, Anto-
nio Caballero y G6ngora, propuso se permitiera a algunos alemanes
inmigrar a las ubirrimas tierras del virreinato con el objeto de le-
vantar la agriculture. Carlos III, que era el monarca por ese enton-
ces, autoriz6 el ingreso de los alemanes y agreg6 que se les permi-
tiese ingresar a los pueblos de las nuevas tierras sin ser registrados
sus equipajes y sin que se les impidiera el ejercicio de la religion
protestante a la cual pertenecian. Pero si se daban estos casos ais-
lados, era inicamente en favor de las mismas poblaciones y los
mismos dominios. Y los augustos personajes, al legislar en lo gene-
ral, estaban legislando tambiin para las tierras de Centro America
donde indiscutiblemente se estaba formando una nacionalidad con
visos de reforzamiento en cada dicada.
Sigamos glosando las leyes que, durante tres siglos, fueron
dictadas en beneficio de los nuevos grupos nacionales cuyo embri6n
principiaba a tomar forma en estas tierras descubiertas por laintre-
pidez de los hijos de Hispania.
Fernando V, en Valladolid, el 18 de junio y 9 de agosto de 1513;
Carlos V, en Toledo, el 19 de mayo y 26 de junio de 1523; y Felipe
II, el 25 de mayo de 1596, disponian: Para que sus vasallos se alen-
taran al descubrimiento y poblaci6n de las Indias y pudieran vivir
con comodidad y conveniencia, era su voluntad que se pudieran re-
partir y se repartieran: casas, solares, tierras, caballerias.y peone-
rias, a todos los que vinieren a poblar tierras nuevas en los pueblos
y nuevos lugares. Para complementary las intenciones de coloniza-
ci6n, Felipe II dispuso que, en determinado tiempo, y con pena
de ley, se edificaran casas y se poblaran las tierras concedidas. El
prppio monarca, en El Prado, con fecha 6 de abril de 1588, legisl6
en el sentido de que las tierras se repartieran sin excepci6n de per-
sonas y agravio de indios. Mis tarde, el 11 de junio de 1594, en Ma-
drid, 'orden6 que no dieran las tierras de los indios, y las que se
hubieren repartido se devolvieran a sus due~os. Tambi&n el empe-
rador Carlos V, en Valladolid, por el aflo de 1535 y el 20 de no-
viembre de 1536, con una tendencia de hacer salir de Espaiia a quie-
nes se les habian dado tierras y no las aprovechaban, formando un
absentismo desde el principio, dispuso que se tomara, posesi6n de
las tierras repartidas dentro de tres meses y que en ellas se hicieran
plantios, bajo pena de perderlas.
Las intenciones en favor de los indios, que entrafiaban las leyes
de Felipe II, fueron fomentadas por Felipe IV, quien el 30 de junio
de 1646, dispuso que no se reconociera la posesi6n de tierras que
hubieran pertenecido a los indios. Ese mismo monarca, el 16 de mar-
zo de 1642 y 30 de junio de 1642, mandaba que se les dieran tierras
a los indios, y meses despues tambien disponia que no se reconocie-
ra ningun derecho de propiedad en tierras sin que hubieran trans-
currido diez afios de posesi6n y que esas parcelas no hubieran per-
tenecido a los indios.
Todo ese conjunto de disposiciones regadas en los distintos
reinados, y en distintas ipocas, hablan muy claro y fuerte en favor
de la intenci6n, que se mantuvo latente durante todo el tiempo que
Espafia ejerci6 el dominio de sus colonies, de former en ellas hu-
manidad con conciencia national.
EL ESPiRITU FENICIO EN LA NACIONALIDAD
Cuando por casualidad tenemos que atravesar esas montafias,
que por todos lados cruzan nuestras dilatadas tierras centroameri-
canas, los ojos se refocilan infinitamente con el bello y majestuoso
panorama de aquellos abruptos e inexorables bosques que pueblan
los cuatro puntos cardinals. Y cuando nuestros ojos contemplan
esos mares de clorofila, podemos apreciar que la vegetaci6n, con
un ahinco de superaci6n, crece uberrima'y dentro de una pugna
per sobresalir cada uno de los arboles del resto del bosque. Y es que
no es ficil que irboles j6venes prosperen en la vecindad de los
viejos porque 6stos, como ya han absorbido today la luz del cielo
y todo el humus del suelo, tienen mis fuerza para la lucha y no
dejan sitio para que races y ramas de los otros puedan desarro-
Ilarse. Y ese fen6meno que podemos contemplar con s61o abando-
nar la urbe y salir al campo tiene una realidad tangible en lo eco-
n6mico. Y la observaci6n se confirm con el ejemplo que dan, entire
otros muchos, las j6venes colonies sajonas como Australia y el
Canadi, quienes a pesar de que han mamado de la madre patria
la leche de la pura doctrine librecambista, no han vacilado en
levantar a su alrededor, como una muralla defensora, un valladar
aduanero, con miras proteccionistas, frente al poderio de la mis-
ma mater parents.
Y los principios econ6micos, que en biologia son un axioma,
fueron atisbados por las autoridades metropolitanas espaiiolas en
lo que se refiere a sus colonies en America. Espaiia di6 un ejemplo
al dictar leyes prohibicionistas con respect al comercio de sus
colonies con los otros paises y viceversa, pero al hacerlo aunque en
parte fuera para beneficiarse ella tambien redundaba en provecho
de las j6venes naciones que se formaban a este lado del mar. Es-
paila dictaba leyes por las cuales se reservaba la exclusividad de
sacar y entrar products de y a sus colonies, pero aunque el caric-
ter de ellas era exclusivista no podian causar mayor perjuicio, en
las nacientes industries y la avanzada agriculture, por multiples
razones. Espafia no era una potencia esencialmente industrial y,
por consiguiente, cualquier brote de esa naturaleza en sus colonies
no amenazaba con la libre competencia a la de la metr6poli. Co-
rrientes son los casos donde se ve el deseo de las autoridades de
fomentar la industrial en estas tierras. Carlos V, en Bruselas, el 19
de octubre de.1548, dictaba una ley por la cual prohibia que en Se-
villa se curtiese la corambre que se obtenia de las Indias. Fernan-
do el cat6lico, en Segovia, el 29 de agosto de 1503, habia firmado
una real cedula por la cual mandaba que ninguno de estos reinados
compare brasil que no sea traido de las Indias.
Como veremos dentro de poco, Espafia di6 multiples disposi-
ciones tendientes a garantizar el comercio entire la metr6poli y las
colonies. Pero aquel monopolio estaba influenciado del temor
de que las otras naciones del viejo continent al tener libertad de co-
mercio con las Indias espafiolas arrebataran la hegemonia hispana
y dieran al traste con la larva de las nuevas nacionalidades que es-
taban en process de formaci6n. Si Espafia deja libre el comercio a
estas horas no sabriamos a quiin l1amar madre patria. Pero Espaila
comprendi6 y tuvo que cercar a sus hijas con una muralla prohibi-
cionista para que los gavilanes de Europa no las devoraran. Fiji-
monos en el ejemplo de los Estados Unidos. El desarrollo indus-
trial de la gran hermana del norte, no hubiera llegado a ser una
realidad si, cuando adquiri6 su soberania, hubiera dejado sus adua-
nas libres; la industrial avanzada de Inglaterra se la hubiera sorbi-
do. El arbol grande no le hubiera dado lugar, para el desarrollo, al
joven. Estados Unidos cuando fueron fuertes y grandes abrieron
sus aduanas dentro de una competencia legitima e igual.
Y esa lecci6n que la madre patria, Espafia, nos di6 cuando aqui
iramos sibditos de la corona, en calidad de colonos, no debe olvi-
darse en ningin moment; debe esgrimirse como ejemplo constan-
te para los pueblos j6venes y las naciones en process de formaci6n.
Y nadie tratara de contradecir el afin de los gobernantes rea-
les al querer defender una naci6n de la otra aqui en America, al
saber que ellos dictaban leyes, constantemente, que limitaban el co-
mercio deauna posesi6n con la otra. No habia egoismo en aquellas
disposiciones. Lo que se trataba era de fomentar cultivos e indus-
trias en los lugares apropiados para ello y para lo cual se entorpe-
cia la afluencia de las otras colonies. El caso podemos verlo en dos
reales cedulas dictadas, respectivamente, el 18 de mayo de 1615 y
19 de junio de 1626, por Felipe III y Felipe IV, en las cuales se pro-.
hibia terminantemente que en la provincia de Guatemala se traji-
nara y comerciara con vino del Peru. I Contra quiin era la disposi-
ci6n? 0 era en favor de alguna de las dos regions? Desde luego
que lo iltimo. A Guatemala, con clima y terrenos apropiados, segin
el entendido de los hombres de aquella 6poca, para el cultivo de la
uva, se le limitaba el ingreso del product del Peri para que los
vecinos sintieran la necesidad de incrementar cultivos y desarro-
Ilar la industrial vinicola. Pero seflor se podra decir -, no esti
viendo que Espafia lo que perseguia era vender en Guatemala el
vino que ella producia?
-Esti usted en un error craso es la contestaci6n atinada
a la impertinencia -, la ley iinicamente estaba circunscrita a la
provincia de Guatemala; para el vino del Peru estaba todo el resto
de los dominios de Le6n y Castilla. Las cosas no pueden ser mas
claras.
Los monarcas, con o sin interns para la propia corte, siempre
estuvieron alertas a dictar leyes en favor de nuevos cultivos. Car-
los V, estando en Ponserrada, con fecha 13 de junio de 1545, orden6
la siembra de lino y cafiamo. Felipe II, tambien dispuso que no se
impidiese cultivar y enviar a Espafia grana y cochinilla. Felipe III,
en medio de sus somnolencias, en San Lorenzo, en 1612, orden6 que
se sembrara trigo en las colonies. La lista seria inacabable si nos
pusieramos a citar todas las leyes al caso, pero permitasenos unas
mis. Felipe II y su tocayo III, el primero en San Lorenzo el 20 de
septiembre de 1597 poco antes de morir y el segundo en Madrid el
16 de diciembre de 1614, ordenaron energicamente que se hiciera
renovar y cultivar los nopales donde se criaba la grana. Felipe III
tambien legisl6 para que se sembrara tabaco en las Indias v se ile-
vara a Sevilla derechamente. Felipe I1 estando en El Prado, el 10
de noviembre de 1572, dict6 la real cedula que copiada dice: "Man-
damos al president y jueces oficiales de Casa de contrataci6n de
Sevilla, virrey y gobernadores de Indias, que procuren con much
iftancia, que los mercaderes y comerciantes en, la carrera de Indias,
entablen e introduzcan el trato de las lanas de aquellos reynos
con eftos, de forma que en cada Flota fe trayga la mayor cantidad
que fer pudiere, pues refpecto de la graride abundancia que hay
en la Nueva Espafia, Nuestro Reyno de Granada y otras parties y
el valor que tiene en eftos Reynos fera tratto de grande interefes
y pongafe la diligencia que conviniefe a nuestro fervicio, en prove-
cho y beneficio de nueftros vaffallos".
Y elocuente es la intenci6n de los supremos gobernantes que
en una inquietud de darle a sus nuevos dominios una estructura
propia aunque calcada en los moldes metropolitanos como no
podia ser de otra manera -, se apresuraron a rear en las colonies
de las Indias occidentales, casas de monedas. Esa disposici6n esta
contenida en las ordenanzas de su clase, I y II, dadas en Madrid,
el 11 de mayo de 1535, por el Emperador Carlos V. Para la Capita-
nia general de Guatemala se dict6 c6dula especial, de 20 de enero
de 1731. Hasta el 17 de febrero de 1733 llegaron los troqueles, mol-
des, sellos y maquinas para la fabricaci6n de la moneda de oro y
plata. El 19 de marzo del mismo afio se aculiaron las primeras pie-
zas en los moldes de la Real casa de la moneda en Guatemala, con-
sistiendo en cinco doblones de a diecisiis, que como era del case
oblig6 al consabido Te Deum. Y con una demostraci6n de un libe-
ralismo monetario, con proyecciones a un intercambio efectivo sin
estar sujeto a cambios leoninos, que tanto perjudican a los pai-
ses nuevos en provecho de los inversionistas o de la metr6poli,
se fij6 una unidad de compensaci6n a base de igualdad, cuidindose,
desde luego, que el metal no emigrase a las otras potencias pues
era suficiente el saqueo que corsarios y pirates hacian de los domi-
nios espafioles. Para cerciorarse de aquella intenci6n benevola, bas-
ta consultar las ordenanzas generals IV y V emitidas por el pre-
dicho monarca por las cuales facultaba a sus sibditos para que la
moneda labrada en las Indias se pudiera sacar para todas ellas y
tambien para el de Castilla, pero no para ningun otro. Con esa dis-
posici6n se dejaba sujeta la riqueza colonial a la madre patria, que
aunque fuera en forma indirecta vinculaba la fuente lictea con las
hijas americanas, para que lentamente fueran sorbiendo el jugo
maternal que tendria que traducirse, con el correr del tiempo, en la
realidad de una verdadera nacionalidad.
El rey don Carlos II, con el fin de. auxiliar a su tio, Leopoldo
emperador de Alemania, solicit por cidula del 28 de octubre de
1667 un aumento del subsidio pecuniario de las Indias. Eso era mis
de lo corriente. La capitania de' Guatemala en esta ocasi6n, como
en otras tantas, estuvo presta a remitir a la madre patria fuertes
sumas de dinero. Pero, no debe de extrafiar la queja que monarcas
y gobernantes de Espafia presentaban a sus colonos y vasallos en
tierras americanas; ante la necesidad de gastos y estipendios one-
rosos ocasionados por el boato y las campafias guerreras, los reyes
no podian volver los ojos mAs que a America; a esa America donde
se decia que habia oro, gold, or, gold, ouropel, ouro, auros; en
esa America en que Enciso decia que el oro se pescaba con redes
como las truchas; en esa America en que, como lo aseguraba
Sime6n Mayolo, el oro cubria las margenes de caudalosos rios y
existian grandes y suntuosos templos con muros de plata y oro;
en esa America donde la fabula cortesana y tambi6n la popu.
lar hacian residir el famoso El Dorado, la mitica Jauja, el efectivo
Potosi y las nuevas ciudades de Cibola. Y asi no es de extrafiar
que constantemente los gobernantes estuvieran imponiendo tribu-
tos extraordinarios y pidiendo ayuda a las Indias. El concept de
la riqueza en abundancia imposibilitaba a los reyes llegar a medi-
tar sobre el dafio que podria causar un impuesto oneroso y fuerte.
Y no obstante aquella idea de mares de oro y plata y de montafias.
de piedras preciosas en estos dominios, las Indias no sufrieron
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aquellos impuestos tan elevados y tan il6gicos como los que los co-
lonos soportabani en el norte de la America; por cierto los que die-
ron origen a la emancipaci6n.
Y esti demostrado enfiticamente el concept que se tenia de
la abundancia de la riqueza en nuestras tierras con las grandes asig-
naciones que se les fijaba a los empleados coloniales. Carlos II, al
distribuir las remuneraciones para sus colaboradores oficiales en
estas Indias, dispuso fijar los sueldos: en el distrito de nuestra Real
Audiencia de Guatemala, al puesto de gobernador y capitan gene-
ral y presidencia de la Real Audiencia, por ocho afios, un sueldo de
5,000 ducados de salario annual (el ducado tendria en la actualidad
un valor aproximado de (2.50); el de gobernador y capitin general
de Valladolid de Comayagua, con 2,000 pesos de minas; el de go-
bernador y capitin general de la provincia de Honduras, con 1,000
pesos de minas; el de Nicaragua, con 2,000 ducados; el de Soconus-
co, con 600 pesos de minas; el de Alcalde mayor de la Verapaz, con
777 pesos, 6 tomines y 4 gramos de minas; el de Chiapas, con 800
pesos ensayados; el de Nicoya, con 200 ducados; el de Trinidad
de Sonsonate, con el salario de sus antecesores; el de Zapotitlan o
Suchitepeque, 300 pesos de minas; el de la ciudad de San Salvador,
con 500 pesos de minas; y el de alcalde mayor de minas de la pro-
vincia de Honduras, con 400 pesos de minas. Todos esos emolu-
mentos, como es 16gico suponer, tenian que salir de las rentas per-
cibidas en las respectivas regions.
Y ahora que pasados tantos afios, contemplamos la political co-
mercial que la metr6poli sigui6 con relacion a sus posesiones en las
Indias occidentales, tenemos que encontrarle fallas y defects; pe-
ro, eso es ahora con los concepts modernos y las teorias avanza-
das; mas si nos colocamos como jueces, en el moment y con las
ideas de aquel tiempo, y juzgamos imparcialmente las intenciones
que llevaban de hacer un solo cuerpo de la metr6poli y las colonies,
no podemos mis que fallar absolviendo a la Espafia de los siglos XV,
XVI, XVII y XVIII, que, parapetada en sus teorias y sus concepcio-
nes cientificas y filos6ficas, lanzaba sus ideas y sus actos i~nica-
mente moldeadas en su modo de ser, empero con el constant afin
de former unidad national en todas sus posesiones.
Hubo un moment en que las India's Occidentales se levanta-
ron a la voz de los patriots para declarar la independencia y la
soberania de las nuevas naciones que fueron apareciendo en la 6r-
bita de la gran constelaci6n latinoamericana. Se pecaria de parcial
al pretender decir que no hubo abuses y desmanes de parte de los
hombres que venian de Espafia a gobernar estas posesiones; que la
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ley dictada con buenas intenciones no fu6 muchas veces conculca-
da; empero estamos obligados con alma de honrados a declarar que
si en algfn regimen colonial el invasor se di6 con toda su alma pa-
ra former una unidad national, fu6 en el de Espafia en America; el
ejemplo esti en el mestizo, que como amalgama apareci6 en estas
tierras para former en el desarrono de la vida un element herma-
nado, con caracteristicas sui generis, que es el que constitute, con
mas o menos modificaciones, la conciencia national en Am6rica y
tambi6n en el centro de ella.
La cultural del conquistador nunca llega con las armas. Por
razones muy elementales de comprender, el numen del pueblo
que invade tiene que concurrir cuando ya la hegemonia military esta
reinando. Asi sucedi6 en Centro America con respect al donativo
artistic y cientifico. Cuando el soldado habia envainado su espada
o habia colgado su arcabuz, cuando el colono habia fijado su cerca
para enmarcar su propiedad, cuando el religioso habia fijado la cruz
de la nueva religion o habia edificado su temple y cuando el mon-
je habia construido su convento, fu6 ctando el esteta y el cienti-
fico apuntalaron su tienda para ofrecer el product de su pueblo
y de su raza.
No obstante, es innegable que el espafiol, aunque en forma ru-
dimentaria, rego la primer semilla de la instrucci6n, en los albo-
res de la colonia. El hombre que se preocup6 por aquella manifes-
taci6n de humanidad fu6 el religioso, sin duda alguna que con la
intenci6n de cimentar, antes que todo, el dogma, pero de todas ma-
neras con el deseo de dar a la nueva sociedad mestiza el saber y
el conocimiento que necesitaba para former grupo homog6neo con
el correr del tiempo. La necesidad de los hechos y de las realidades
se imponia en todo sentido, de esa manera la ensefianza de las len-
guas y las 'primeras letras surgi6 de una manera paladina al grado
que, aunque en forma incipiente, \se ven aparecer las escuelas de
castellanizaci6n que daban el primer balbuceo en la vida cultural.
ALETEAR DE CULTURAL
En la provincia de Santander hay un dilatado y bello valle
que leva por nombre Guriezo; en ese lugar vivia el matrimonio de
Pedro del Valle y dofia Juana Ruiz Marroquin del Pumar, honrados
y descendientes de afiejo linaje. Es el afio de 1478; en uno de los
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diseminados pueblos que adornan aquella extension, viene al mun-
do, en aquel humilde pero honest hogar, un nifio que fue bauti-
zado mis tarde con el nombre de Francisco.
El nifio desarroll6 y, como todo rapaz de su edad, sali6 a jugar
en los aledaiios de su poblaci6n natal. Y aquel muchacho creci6 al
grado que se hizo necesario iniciarlo en los rituales de la ensefian-
za. Sus padres estuvieron de acuerdo: -i-El rapaz debe de estudiar
para religioso, pues esas son sus inclinaciones! se dijeron; ade-
mis el exacerbado fervor mistico de los progenitores obligaba aque-
lla decision. Vol6 el tiempo y, el modesto joven Francisco en-
camin6 sus pasos por la senda del sacerdocio. Terminados sus
studios primaries inici6 inmediatamente los superiores. Pasaron
los dias y Francisco recibi6 el titulo de licenciado en la universidad
de Osma, en la provincia de Soria, lugar donde se hizo sobresalir
por su dedicaci6n al studio y su claro talent. La fama de aquel
joven licenciado trascendi6 las fronteras y los muros y fu6 cono-
cida en Osuna, provincia de Sevilla. Las autoridades' de ese centro
universitario creyendo hacer una magnifica adquisici6n mandaron
a decir al joven religioso: -- Quiere usted leer en nuestro augusto
y circunspecto claustro, dos citedras?
-Para este humilde siervo del Sefior y desinteresado servidor
de ustedes, tal csa seri un honor inmerecido dijo Marro-
quin. Pero agreg6: 4Se puede saber de que citedras me seria
encomendada su lectura?
-Filosofia y teologia le contestaron los oferentes.
Y en esa forma aquel humilde hombre nacido en las regions
de Santander, li6'maletas y se install en tierras andaluzas.
Eran por ese entonces los mementos de grandeza y pujanza de
Espafia y los dilatados territories estaban bajo el cetro del pode-
roso Carlos V. Coincide la fecha en que don Pedro de Alvarado,
el fundador de una sociedad que con el correr del tiempo seria des-
arrollada por un amigo suyo, lleg6 a Sevilla a pedir a las autori-
dades de la Casa de Contrataci6n que le tomaran raz6n de sus
despachos de Adelantado, con la del esplendor del catedritico
Marroquin. Tal acontecimiento sucedi6 el 26 de mayo de 1528.
Dios que tiene reservadas las sorpresas mis grandes, y las
coincidencias mis inexplicables para los hombres y los pueblos,
junt6 al capitin Alvarado y al licenciado Marroquin. Con aquel
cuidado que ponia en toda labor, don Pedro meditaba sobre la con-
veniencia, para unificar a los nuevos moradores de las tierras que
se le habian encomendado, de fomentar en un sentido superlative
y efectivo la religion cat6lica. El military supo de las virtudes y de
la sapiencia del joven sacerdote. Le habl6 con enjundia; en forma
convincente, lo invit6 a venir a tierras de la Capitania general de
Goathemala. Las armas triunfaron afortunadamente esta vez para
beneficio de lo que mis tarde constituiria los n6cleos sociales con
conciencia national en el centro de America.
Despues de un viaje accidentado, la blanca figure de aquel sa-
cerdote pos6 sus plants en tierras guatemaltecas; inmediatamente
el ayuntamiento lo acept6 como candidate para pirroco de la nueva
ciudad que principiaba a construirse a las faldas del volcan de
Agua. La joven ciudad de Santiago de los Caballeros se visti6
de gala en aquel memorable 11 de abril de 1530, cuando en el
seno del noble y leal ayuntamiento prest6 juramento su primer
parroco.
Pero, pasemos por alto todo el resto de la vida del primer jefe
de la sede episcopal de lo que se denominaba Guatemala. La'labor
del insigne Marroquin es suficientemente conocida no sdlo en Cen-
tro America, ni s6lo en America entera, sino que tambien en el viejo
Continente. Pero no olvidemos que Marroquin tuvo la gloria de
fundar la primera escuela en Guatemala, levant el primer hospital
de caridad, afan6se en la constituci6n de la universidad, leg6 gran
cantidad de bienes para favorecer la ensefianza superior, se dedic6
al studio de las lenguas, y, no content con ello, se preocup6 de
ensefiarlas a los frailes que mas tarde serian sus colaboradores en
la conquista blanca de muchas regions. Marroquin adquiere admi-
rable y triple personalidad: funda el asilo del enfermo, trabaja por
forjar la escuela para el ignorante y erige la casa para el creyente.
Maestro, sacerdote y samaritano, encarnan en la alba figure del
"padre de la cultural del Reyno de Goathemala", como alguien lo ha
nombrado.
Pero Marroquin tambien forma falange para que le ayuden
por el mejoramiento del ignoiante, el consuelo del adolorido y la
conversion del catec6meno. Ahi esti la lista de los hombres que
le secundaron desinteresadamente, entire los cuales sobresalen los
nombres de Bartolom6 de las Casas, Luis Cancer, Pedro de Angulo,
Martin de Paz, Rodrigo de Ladrada, Antonio Vico, Antonio Margil,
Ram6n Rojas y tantos otros mis, cuyas figures han quedado enmar-
cadas en los fastos de la historic con inmarcesibles sefiales de
gloria.
Aquel hombre se aferra con ahinco por la catequizaci6n y la
conversion de indigenas; cuando saboreaba los frutos de su em-
presa, con fecha 10 de marzo de 1562, los nuevos afanes del Primer
Obispo del Reyno de Goathemala se ven colmados con la apertura
del primer colegio para "doctrinar y ensefiar". Es cierto que aquel
centro de ilustraci6n era autorizado para los hijos de los espaiioles,
pero de todas maneras marcaba el inicio que mis tarde y con pro-
fusi6n, similares asilos, fueran fomentados por religiosos, legos y
seglares en todas las tierras que formaban la Capitania.
Corre el tiempo y el fundador de la iglesia, del hospital de cari-
dad y de la escuela, inicia perseverantemente la creaci6n de un
centro universitario con el deseo de que la semilla de la cultural
creciera y fructificara como era debido y como era su deseo. No
content con las gestiones, dispone para la hora de su muerte
decuantiosos bienes para que su ideal fuera una realidad. Sus ojos
se cerraron el 18 de abril de 1563 dejando para Guatemala, su se-
gunda patria, un recuerdo de obras piadosas y un ciimulo de actos
caritativos; las ligrimas que en ese entonces regaron los enfermos,
los estudiantes y los feligreses fueron insuficientes para demostrar
el dolor que les causaba la muerte del primer benefactor de Goa-
themala. Todo lo bueno que tiene la colonia en sus moments ini-
ciales esti vinculado al nombre de aquel nunca bien Ilorado Fran-
cisco Marroquin.
Pero el tiempo y los hombres hicieron justicia al primer pirroco
de la Capitania. La primera piedra del future centro universitario
que fu6 colocada "quieta y pacificamente, a campana tafiida, y en
haz y en paz de todos", al abrirse las puertas de la escuela para.
doctrinar y ensefiar, adquiri6 una realidad, con fecha 31 de enero
de 1678, cuando Carlos III, el Hechizado, emiti6 real c6dula por la
cual se concedia la fundaci6n de la Universidad de Goathemala.
SQuien puede'negar, a pesar de las vicisitudes por que atra-
ves6 la fundaci6n y autorizaci6n, que el hecho de la creaci6n de la
universidad de San Carlos la tercera de America despuis de las
de Lima y M6xico no ponga de manifiesto el interns y el deseo
de crear una cultural fomentada de aquella nacionalidad que la
tradici6n, la religion y el lenguaje habian ya iniciado?
Los prejuicios de la 6poca y el pensamiento del moment moti-
varon que aquella naciente universidad cobrara forma en un molde
medioeval; desde luego la famosa universidad salmantina, con su
conocido atuendo, fu6 el patron donde leyes, ordenanzas, rituales y
ensefianzas cobraron media y forma.
Y entire la palabreria escolistica, al igual que hojarasca, se
encontraba el fruto saz6n de utna verdadera ciencia, que con el
transcurso del tiempo madur6 para ser sustento cultural para los
j6venes de los territories de los cuatro puntos cardinals de donde
estaba enclavada. La real y pontificia, universidad de San Carlos de
Guatemala, a pesar de todos los defects y desventajas que se le
reconocen para ser justos debemos pensar que el organismo co-
piaba las viejas y escolasticas universidades del viejo continent
que era lo inico que existia -, fu6 un faro, que inund6 con clara
luz el product 6tnico mestizo que se form al fundirse las dos ra-
zas y orient6 el sentir y el pensar de una verdadera nacionalidad
que germin6 en los surcos que los primitivos conquistadores habian
trazado y al que mis tarde los elements esenciales del idioma y la
religion aportaron los complementos econdmico, juridico, cultural y
artistic.
Y dentro de los fines culturales, en los moments de la inicia-
ci6n de la nacionalidad de estas tierras, encontramos con manifes-
taciones, hasta hoy no superadas, "carioquinesis" est6ticas que fue-
ron, son y serin la admiraci6n de entendidos y legos.
Si registramos las hojas de la historic del arte, en la Capita-
nia general de Goathemala, nos sorprender& encontrar en ellas a
un Thomas de Merlo, ese pintor que con la humildad del genio y
la pujanza del creador, leg6 a iglesias y a capillas numerosos lien-
zos cuyo mirito es indiscutible; y a otro no menos c6lebre artifice
del pincel, que se llam6 Francisco Villalpando, quien con s61o su
Cristo de la Cruz, hubiera logrado el peldafio de la fama y la inmor-
talidad.
La escultura no se quedd a la zaga en su desarrollo. Un Eva-
risto Zliiiga, que con un soplo divino esculpi6 a Jesus de la Merced
(de la capital), suficiente para asignarle el calificativo de insigne,
sin quererlo cre6 una imagen, eslab6n sutil que uni6 y unira a los
cat6licos; Juan Aguirre, aquel difamado en el Perui, a quien la in-
quisici6n injustamente instruy6 process por blasfemo, quien Ilegado
a la Capitania general de Guatemala se enamor6 de la hija del ca-
pitin general, Alvaro de Paz y Lobo, por cuyos amores ingres6 en
el convento de San Francisco di6 imigenes tan acabadas y sorpren-
dentes como la famosa de la Virgen del Coro; Alonso de la Paz, es
otro esteta escultor que, sin saberlo, cre6 imigenes con su buril,
tan reales y several, como el Nazareno de la iglesia de la Merced,
- que originalmente perteneci6 a la capilla de la Santa Cruz -,
que fijaron derroteros para que las fuentes de la formaci6n de
una nacionalidad corrieran por sus cauces; pero entire todos ellos
sobresale ese inmortal hombre llamado Quirio Catafio que, con una
intuici6n genial y un miraje de eternidad, di6 a nuestro pueblo un
Cristo negro, un Cristo que colocado en el crucero de tres regions
bien puede simbolizar el numen de aquel cabalistico tres que en
todo moment ha perseguido a la America.
No dejemos a Catafio asi tan de repente. Catafio intuy6 que una
imagen simb6lica podria crear un lazo de uni6n entire los habitan-
tes de todas estas regions y efectivamente acert6 en su presagio.
Al Cristo de Esquipulas lo vienen a reverenciar de todos los rinco-
nes y todas las regions en que, en otro tiempo, la famosa Audiencia
de los confines ejerci6 jurisdicci6n political y administrative. Y
Quirio Catafio fue mis lejos, pues sin el aparato y sin el ruido de
un organismo official ha mantenido, a travis de los afios, las d6ca-
das y los siglos, los hilos ocultos que unen a todos. los hombres
de esas regions, reforzando lenta, pero efectivamente, el deseo y
la conciencia de una unidad de fe y un prop6sito de conservaci6n
en el tiempo.
La Capitania general de Goathemala fue siempre favorecida
por el afan de los hombres que dirigian las cosas publicas, alli y
aqui. Ya hemos dicho que obtuvo el honor de contar con la tercera
universidad, la que fu& fundada en el dilatado territorio conquista-
- do y colonizado por espafioles, antes que la fundaci6n de otros
centros culturales de igual indole en los dominios de otras poten-
cias europeas. Asi vemos, al registrar los amarillos infolios de la
Historia colonial americana, que Guatemala disfrut6 de los benefi-
cios del invento de Gutenberg en 1660, cuando inicamente tenian
imprenta: Mexico, Peru y Santo Domingo. Ya eso es decir much.
Y la introducci6n del arte de imprimir con tipos m6viles marca,
fuera de un adelanto cultural para la region, un nuevo lazo en
pro de la formaci6n de una nacionalidad de los pueblos que habi-
taban y principiaban a tomar conciencia de si mismos en estas re-
giones, centro de cultural intellectual y artistic, infinitamente su-
perior a la de otros mis poblados y ricos de los dominios espafioles
de Ainrica.
Algunos quieren hacer de la introducci6n de la imprenta un
acontecimiento originado de circunstancias accidentales; tal vez ha-
ya raz6n al opinar asi, pero no la hay para la objeci6n de reconocer-
le a tal suceso la importancia que revisti6 en relaci6n a la formaci6n
de una nacionalidad que con trazas de una realidad estaba ya en
camino.
El sevillano, fray Payo Enriquez de Rivera, tenia necesidad
de imprimir un opisculo para rebatir ciertas indebidas impugna-
ciones que en la Madre Patria se habian hecho con motive de su
publicaci6n "Aclamaci6n por el principio santo y concepci6n
inmaculada de Maria".
-Necesito que se me imprima esta obra- dijo el que fuera
Obispo de Mexico a su Secretario.
-Sefioria ilustrisima principi6 el subalterno eclesiistico -,
conozco su "Explicatio Apolog6tica" pues Vuecencia ha tenido la
amabilidad de dejar que la lea; no cabe duda que la obra es inte-
resante y que esti encaminada al objetivo que usted persigue; pero...
mi senior, tengo la pena de decirle que en Goathemala se carece de
imprenta; se ha tratado de introducirla, pero no ha sido possible.
C6mo dice usted ?-replic6 fray Payo -. l No hay imprenta
en esta. Di6cesis? iIncreible! Desde este moment me dedicari a
que venga un taller y un buen director para el mejoramiento cultu-
ral de la region. ~C6mo es possible que mis antecesores y las auto-
ridades civiles y militares no se hayan ocupado de un asunto tan
interesante? Es imperdonable el abandon en que se ha dejado el
asunto de la imprenta. Hoy mismo me interest directamente.
--~Qu6 religioso est; para partir a Nueva Espafia?
-Fray Francisco de Borja contest lac6nicamente el inte-
rrogado.
-Pues bien... queda usted encargado de proveerlo de fondos
y darle instrucciones para que, en el viaje que va a efectuar, bus-
que y adquiera un taller y contrate a un impresor.
Fray Francisco de Borja parti6 para M6xico. Haciendo honor
al encargo, con ahinco se dedic6 a buscar el taller y el impresor.
La tarea no era ficil, puesto que por la falta de implementos y de
hombres la ocupaci6n lograba regulars ganancias en aquella po-
blaci6n. Borja tuvo que hacer multiples gestiones.
-Pero fray Francisco dijo Jose Pineda Ibarra alli en M-
xico -, sus propuestas no me convericen. ZC6mo quiere usted que
me venture en un trabajo que no tiene mayores perspectives para
mi? Aqui estoy trabajando con mi padre, Diego de Ibarra; en el
taller no ios va mal y ademas mi madre... usted no la conoce,
verdad?, se llama Juana Mufiiz... es un vinculo fraternal que me
ata a esta tierra. Piense usted que todo lo que me ha propuesto es
eventual, por consiguiente no puedo aceptar. En esas condiciones
nadie..., pero nadie, dispondria viaje a Goathemala. Ya usted lo
ha visto; todos los impresores con que ha tratado ninguno ha que-
rido aceptar sus ofertas.
-Mi querido don Jose insinu6 fray Borja ---, fijese que
sera usted el primer impresor que Ilega a tierras guatemaltecas;
que seri el primer impresor que figurara en la historic de la cul-
tura de aquel pais que principia a formarse con una conciencia de
naci6n alli abajo; que sus trabajos con el correr de los siglos serin
reliquias hist6ricas que, estimadas en peso de oro, se las arrebata-
rin los hombres de letras; que su nombre, iniciara la lista de los
estetas que en el arte de la impresi6n formaron, o ayudaron a for-
mar, la nacionalidad de un pueblo que esta llamado a figurar en
primera fila en un porvenir no muy remote; que su labor, fuera de
lo material y econ6mico, sera reconocida por las juventudes que
con el correr del tiempo se formen merced al estimulo del arte y la
ciencia; que su actuaci6n sera cultural; y fuera, de eso le ofrezco
con autorizaci6n del capitin general don Martin Carlos de Mencos,
la concesi6n, en forma absolute, de tener usted, finicamente usted,
la impresi6n de todo el trabajo que la iglesia y la autoridad civil nece-
siten, ademis se prohibira el ingreso de impresos que usted pueda
hacer, le parecen estas razones?
Desde ese moment Jos6 Pineda Ibarra cambi6 de opinion.
-Sus razones morales me han convencido dijo el impre-
sor -. Me voy a Goathemala, fray Francisco. Mi decision obedece
a razones ambiciosas de una gloria y de un nombre. Quiero ser el
primer impresor que llegue a esas tierras y quiero ser el primer
fomentador material de la cultural por medio del impreso en esa
naci6n que principia a formarse. Mis intereses econ6micos y filia-
les los'sacrifico en aras de un ideal que deseo que las generaciones
futuras reconozcan en mi persona. i Aceptado!
Asi termin6 aquel negocio que, para Guatemala, marc un ade-
lanto indiscutiblemente y para la nacionalidad de la misma origin
un nuevo medio de fomentaci6n.
Y asi pudo la Capitania general de Goathemala contar desde
1660 con su primer taller de impresi6n.
Con el nombre de Jose Pineda Ibarra se encabeza aquella lista
de impresores en la cual figuran los nombres de Antonio de Pineda
Ibarra, Jose Quir6s, Ignacio Beteta, Jacobo Beteta, Antonio Velas-
co, Sebastian de Arevalo, Joaquin de Arevalo, Antonio SAnchez Cu-
billas, Juana Martinez Batres y Alejo Bracamonte.
Silenciosamente, pero en forma constant, manejaron tipos y
prensas para dar al piiblico los impresos que, diseminados por todo
el territorio de Centro Am6rica, hilvanaron la conciencia national.
Don Sebastian de Arevalo fu6 mis adelante que sus colegas
de profesi6n. Con el deseo de divulgaci6n popular y general de la
cultural, en forma incipiente, dispuso arrojarse a la exipresa de edi-
tar un peri6dico: "Gazeta de Goathemala", se denomin6 al diminu--
to cotidiano que principi6 a circular por todo Centroamerica, desde
el 19 de noviembre de 1729. Ese pequefio peri6dico sefial6 el primer
paso en el desarrollo del periodismo, que con el correr del tiempo
foment, de manera direct, los vinculos entire los pueblos que,
como c6lulas homog6neas, integraron un organismo con fines y
aspiraciones nacionales.
---
La noche del 27 de agosto de 1794 marca el 1ltimo esfuerzo de
hacer cultural en Guatemala, con el objeto de fomentar el sentimien-
to nacionalista en la naciente sociedad.
La casa de don Jacobo Villaurrutia hombre dinimico, culto
y bondadoso -, acoge a un grupo de tertulianos que se reinen para
former un organismo fomentador del arte, la ciencia y el civismo.
Real sociedad de amantes de la patria de Guatemala, es el nombre
que se le asigna a la asociaci6n que nacia mediante el entusiasmo
de Villaurrutia y sus colaboradores mis cercanos, como: Antonio
Garcia Redondo, Jose Flores, Jose Sierra, Juan Ignacio Garcia y
Francisco Barrundia. Entre espafioles y mestizos en el sentido
que aceptamos el mestizaje -, se funda aquel nuevo organismo,
que aunque ya en las postrimerias del dominio espafiol, ayuda de
manera eficaz a incrementar el sentimiento de naci6n que flotaba
en la region.
Desde la mesa directive de aquella agrupaci6n sale al piblico
6nicamente bondades efectivas, ensefianzas prActicas, orientacio-
nes tiles, consejos fructiferos, disposiciones favorecedoras y tan-
tas otras cosas que aunque en forma minima y paulatina daban
mayor consistencia a los lazos de nacionalismo que durante tres
siglos habian prosperado en un medio social en formaci6n.
Y asi, Espafia, en todo sentido, y en todo moment, por medio
de sus primeros conquistadores, sus primitives colonizadores, sus
lejanos monarcas, sus elements mestizos estereotipados, sus dispo-
siciones generals y por todo otro medio a su alcance obr6 que-
riendo o no queriindolo -, en favor de ese sublime vinculo que se
llama nacionalidad, suficiente para hacer grande y pujante a cual-
quier pueblo de la tierra.
Y cobra concept de realismo aquella nacionalidad cuando en
el siglo XIX, los pueblos hermanados en un solo fin y un solo ideal
proclaman su independencia; proclaman su independencia luchan-
do en el palenque universal, con una fuerza internal y sutil que se
conservaba en ebullici6n desde que el primer conquistador marc6
los rumbos con sus empresas, contra su propia madre patria:
Espaia. -.
ENTIRE JURISTAS
El maestro.---Qu6 entiende usted por naci6n?
El discipulo:--,CuAl es mi concept de naci6n? Pues... quie-
ro advertirle, mi respectable preceptor, que hablo con asesoria del
eminente catedritico de Derecho Politico, de la universidad de Za-
ragoza, Luis del Valle Pascual. La naci6n es una sociedad total de
estructura muy compleja, relativamente homogenea y de formaci6n
hist6rica progresiva, que vive en un determinado territorio con con-
ciencia profundamente diferenciada de si misma, de su propio
ideal y de su misi6n en el mundo.
El maestro.-Expliquese usted, pues esa definici6n, mis pare-
ce una descripci6n.
El alumno.-He dicho que la naci6n es una sociedad, 4ver-
dad? Pues ciertamente, la naci6n es una sociedad pues forma un
conglomerado de individuos, de sujetos, de hombres que, por una
u otra causa, estin unidos en el tiempo o en el espacio. He agrega-
do y calificado a esa sociedad de total, porque en ella, es decir, den-
tro de su seno, se realizan todos los fines de la vida. Todos aquellos
fines que la vida material o spiritual impone al sujeto. En ella
pueden observarse los fines hist6ricos, morales, econ6micos, filol6-
gicos, culturales y juridicos...
El maestro (interrumpiendo).- Ha mencionado usted una
estructura compleja y no me explico c6mo puedan existir fines de-
finidos dentro de un organismo heterogineo.
El alumno.-Es q.ae dentro de ese conglomerado de individuos
que son, por decirlo asi, como las cilulas primaries del gran organis-
mo sin tratar de sustentar una teoria organicista desde luego -,
coexisten a su lado infinidad de orgaziizaciones sociales entre las
cuales podemos mencionar: la familiar, los municipios, las asocia-
ciones culturales y cientificas, las comerciales y recreativas y tam-
biWn los nicleos regionales. Pero tales grupos pluricelulares cami-
nan en la march del tiempo a un solo fin y tienen un ideario co-
min. Las parties son integrantes de un todo que es lo que se llama
naci6n.
El maestro.-Y la relatividad homogenea que usted ha citado,
Sen que consiste?
El alumno.-iAh! la relatividad homogenea... A eso voy, mi
respectable professor.
Dentro de los elements que pueden integrar el vinculo que
forma la naci6n, podemos encontrar la raza, el idioma y la
religion; pero no quiere eso decir que tales elements se encuen-
tren puros e inc6lumes. Una naci6n que cuente con sus elements
integrantes puros no ha existido ni existiri. La unidad de lenguaje,
de religion, de costumbres tienen que ser relativasl pues el nexo na-
cional no se forma por el imperio de ninguno de estos factors, co-
mo exclusive, sino que es el product complejo y misterioso de todos
ellos en el seno de la historic, dando lugar a su personalidad vigo-
rosa, que se afirma pujante frente a todo ataque injusto o ante la
negaci6n absurda; que lucha viva y fuerte en el palenque univer-
sal o permanece latente, pero siempre en una ebullici6n intense,
cuando ha sido desconocida y aherrojada por la fuerza. La naci6n
nace en la historic, crece y se desarrolla en ella finicamente. Y la
historic en su desarrollo es progresiva, lentamente progresiva, por
eso la naci6n, que nace, crece y se desarrolla en la historic, tiene
que tener una formaci6n progresiva.
El maestro.- Parece que usted esti influenciado por su autor.
El alumno.- Ya lo he confesado con anterioridad y a 61 me
remito, pero d6jeme terminar. Tambi6n he dicho que la naci6n
tiene conciencia de si misma, de su propio ideal y de su misi6n en
el mundo. En todo grupo social hay una conciencia que puede iden-
tificarse. Esa conciencia es una yuxtaposici6n'de los pensamientos
individuals que se traduce en una sintesis. Pero no en todos los
casosi:esa suma de pensamientos individuals estan combinados de
tal manera que lleguen a former un todo; cuando aquella sintesis,
aquella yuxtaposici6n, llega a identificarse en una unidad diferen-
ciada y diferenciable, se ha llegaio a concebir la naci6n. Y el grupo
social que logra, mediante una conciencia propia, identificar sus
fines, ha logrado la unidad national puesto que esos fines serin
sus ideales. Fines e ideales que pueden ser de todo genero: cultu-
rales, econ6micos, politicos, filol6gicos, 6tnicos, artisticos, hist6ricos,
religiosos, morales, etc., que, sutil y desconocidamente, se amalga-
man o mezclan para former un todo que es la naci6n.
El maestro.- Ya que usted me ha dado un concept cabal de
lo que debe de entenderse por naci6n, quisiera que me dijera, o me
explicara, lo que entiende por nacionalidad.
El alumno.- La nacionalidad no es mas que el vinculo de
uni6n que hay entire la naci6n y los elements que la integran. Na-
cional es el territorio donde la naci6n tiene la realidad. Nacional
es un idioma, una cultural, una industrial, una religion, un arte. Y al
ver el fen6meno gramatical en forma invertida tenemos que la
nacionalidad de un idioma es tal, que la nacionalidad de una cul-
tura es cual; que la nacionalidad que le corresponde a un territorio o
un pueblo es una u otra. Asi, pues, creo que el concept de nacio-
nalidad no es-mas que ese vinculo que hay entire el concept gene-
ral de nacion y el concept de una de sus parties; visto desde luego
de la, parte al todo. Asi decimos la nacionalidad del pueblo espaiiol
es la espafiola. Y cuando preguntamos si Espaiia influy6 en la na-
cionalidad de Centroam6rica estamos obligados a contestar que si.
eAcaso no encontramos su historic, su lengua, su cultural, su reli-
gi6n, su arte, sus leyes, etc., en todos los moments que ella ejerci6
el dominio sobre estas tierras?
El maestro.- Es usted el mejor alumno de mi clase; creo que
sabe mis que yo.
El alumno.- Nada de extrafio habria., senior, pues todo es posi-
ble, fijese que ha habido, y hay, criterios obtusos que han negado
la influencia de Espaiia en la nacionalidad de los pueblos centroa-
mericanos.
El maestro (malhumorado pero en el fondo reconociendo la
raz6n).- Retirese insolente.
---
S[MBOLOS DE NACIONALIDAD
SQue fu6 de la idea de Arist6teles sobre la redondez de nues-
tro planet?
-La idea de Arist6teles fu6 traducida a cilculos y figures por
don Bernardo de Palestrello muchos afios despu6s que el sabio grie-
go hizo sus observaciones.
-Pero, (qu6 fiu6 de los calculos y las grificas de Palestrello?
-Los cAlculos y mapas de Palestrello, que encarnaban las ideas
y las observaciones de Arist6teles fueron transformados, en una
realidad y una empresa 6pica, por un hombre constant y audaz que
sA llam6 Crist6bal Col6n, por un hombre que sufriendo todas las
privaciones, todos los desprecios, obtuvo de su propio esfuerzo la
gloria mis grande que puede haber tenido un espafiol en todos los
siglos que Espafia tiene de ser pueblo y naci6n. Y aquella gloria,
que fu6 traducida en un continente nuevo y viril, esta repartida,
como no podia ser de otra maneia, entire otras muchas personas
que, en una u otra forma, ayudaron, consciente o inconscientemente,
a la mAs grande, a la mas epica, a la mas fructifera de las empre-
sas que el hombre ha llevado a cabo.
-Esa gloria debe repartirse entire: Felipa Mufiiz de Palestre-
1lo, que al entregarle su coraz6n y su afecto, le di6 la oportunidad
de hacerse de las ideas de Arist6teles y de los calculos de don Ber-
nardo; entire Luis de la Cerda, duque de Medinacelli, aquel amigo
que desinteresadamente quiso ayudar a Col6n en la empresa de.vi-
sionario; entire el prior de la Rabida, Juan Perez que, aunque no
intuy6 el resultado de su colaboraci6n, entrego al genio las leaves
para llegar a las gradas del trono; entire los tres hermanos Pinzdn
que, estoicamente y sin prejuicios, ofrecieron sus barcos y sus per-
sonas para el arriesgado viaje a tierras desconocidas; entire Rodrigo
SAnchez de Triana, poseedor de los dos ojos que por vez primera
vieron tierras de las que el europeo buscaba; y entire los 120 hom-
bres, que con marcado optimism y con la confianza en Col6n
ingresaron en la primera armada que cruz6 las aguas del mar
Atlantico.
--Ah!. Pero queda un personaje en ese reparto de gloria,
en ese reparto de recuerdos, a quien corresponde sin ninguna duda
una gran parte: ISABEL LA CATOLICA.
-Cuando la Reina pregunt6 al Tesorero Real si podia finan-
ciar la empresa y este le contest: -No hay dinero, mi augusta
scberana-, Isabel la Cat6lica respondi6 con aquel significati-
vo -i No importa!-Ella sabia a qu6 se atenia.- Traed mis joyas,
mis joyas... Mis joyas bien valen la realidad de una idea--agre-
g6 con intuici6n. Y cuando entreg6 los valiosos aderezos reales,
s61o una condici6n puso al favor que prestaba.
-- Cuantas perlas tiene la parte central de mi collar? pre-
gunt6 en aquella oportunidad la soberana.
-Tres grandes y quince medianas fue lo que sus oidos es-
cucharon de parte de la jefa de ayudas de cAmara.
-Quiero que se sepa dijo solemnemente la reina -, que es
mi voluntad y mi deseo que de las tierras que se descubran en ese
viaje se formen 15 naciones y se dividan en tres secciones. Su deseo
fu6 cumplido por sus sfibditos con el correr del tiempo, pues eli
America se reconocieron tres parties: America del Norte, America
Central y America del Sur; y tambi6n su deseo fue satisfecho en
relaci6n a las naciones que su voluntad pidi6.
Pero Ic6mo puede ser eso, si hay en America 22 paises? argiii-
ri alguien.
-Nadie niega que hay en nuestro continent 22 repiblicas y
multiples colonies hasta el moment. Pero, esos veintid6s paises y
las colonies forman inicamente 15 naciones.
-CC6mo es eso? volveri a interrogar aquel alguien.
-Si, senior: Uruguay, Paraguay y Argentina, aunque son di-
ferentes Estados, por su idiosincrasia y su historic forman una sola
naci6n. Y lo mismo sucede con las seis repfiblicas de Centroamerica
que por su tradici6n y su desarrollo progresivo influenciados por
los mismos hombres, los mismos hechos, los mismos fines, las mis-
mas leyes, la misma cultural y los mismos ideales, estin unidas en
un solo vinculo de naci6n, aunque politicamente esten divididas
en seis Estados libres y soberanos. Pero Centroamerica es una
misma naci6n cuyo atributo esencial, que es la nacionalidad, fue
dado y fomentado por Espafia y los hombres que de alli vinieron.
Y esa conclusion no obedece mis que a la realidad de los hechos
que se desprenden de la vida misma.
Hay necesidad'de hablar de America, en general, cuando se
examinan y analizan los moments de conquista y colonizaci6n. Por
eso decimos, Espafia descubridora se transform en conquistador;
Espafia conquistador se cambi6 en colonizadora; Espafia coloni-
zadbra se torn6 en forjadora de naciones en el nuevo mundo. Y
esa Espafia descubridora, conquistador, colonizadora y formadora
de naciones, obr6 con unidad en la parte del centro de nuestra
joven America.
Espafia, por conduct de sus conquistadores estupr6 a Ame-
rica; empero, aquel estupro que recompens6 la poseida con rios de
oro, fu6 transformado, con el correr del tiempo, en un maridaje
carifioso y fructifero; un maridaje que cuando lleg6 el moment,
sirvi6 para que la ensefianza sabia y consciente tuviera una reali-
dad en el fervor national, que merced a los elements esenciales
para su desarrollo logr6 former unidades identificables e identifi-
cadas.
Asi, esa Espafia que vino a Am6rica, tambi6n lleg6 en igual
forma a las tierras donde ahora coexisten los Estados de Centro-
am6rica identificados. por una nacibnalidad.
Cuando la madre patria se decidi6 a marchar a estas tierras, se
aprest6 para venir integra y como era; vino como el tiempo y la
cultural le permitieron hacerlo; se decidi6 a cruzar el mar con toda
su personalidad, tal como sentia y como pensaba. Con esa Espafia,
vino una humanidad propia de los siglos dentro de los cuales se
desenvolvia y vivia. Con ella vino un torrente de humanidad digna
de la epoca en que los hechos sucedian. Dentro de ese grupo de
humanidad que lleg6, confundidos con castellanos, andaluces, vas-
cos, aragoneses, catalanes, extremeiios, asturianos y valencianos,
desembarcaron tambi6n los dos cilebres personajes, muy espafioles
y muy humans: don Quijote de la Mancha y Sancho Panza; esos
dos sujetos que Pedro Tot pudo conocer, y que conoce hoy, median-
te la "castilla" que aprendi6 para poder estar hermanado con los
de su sangre y con el resto de los hombres que con el conviven for-
mando esos niicleos que con el desenvolvimiento del tiempo for-
maron conciencia de naciones; esa pareja universalizada, que for-
ma complementariamente los dos lados de la medalla. Asi es
como al escudrifiar en las hojas de la historic, sin mayor supu-
taci6n, encontramos al lado de los Marroquines, de los Francos y
Monroy, de los Villaurrutia, personajes bien definidos que repre-
sentan el an-erso, como un Ruiz del Corral, un Martin Mayorga,
a un Mayin de la Rueda. Vino lo bueno y lo malo. Lleg6 uno y otro
extreme. Se hicieron presents hombres bondadosos y hombres ma-
lignos; pero lo cierto, y lo que nadie puede negar, es que Espafia en-
vi6 a America, y por lo tanto al centro de ella, la propia humanidad
de que era poseedora. La misma humanidad que ha poblado y pue-
bla todas las regions del planet; la misma humanidad que repre-
senta la virtud y el vicio; lo te6rico y lo prictico; don Quijote y
Sancho... Espafia se entreg6 tanto en el estupro, como en el ma-
ridaje, tal como era ella; se entreg6 con sus ventajas y sus des-
ventajas; se di6 sin meditar en una selecci6n de classes, pues no
podia suceder de otra manera.
Espafia en Centroamerica, como en el resto de las regions
del continent que ella tuvo bajo su hegemonia, inici6 su empresa
de crear pueblos y former naciones merced a las rutas que sus
conquistadores marcaron en el lomo terreo de sus nuevos dominios.
Pedro de Alvarado, Pedrarias DAvila y Hernin Cortes, junto con
sus lugartenientes y colaboradores, marcan en forma de cruz -de
esa simb6lica cruz que mis tarde uniri de.manera definitive a los
hombres de esas mismas regions quienes acoplados realizarin
la unidad nacional- los rumbos donde las nuevas generaciones for-
marian las regions y las regions las nacionalidades.
Centroamerica pag6 con montafias de oro la venida del caste-
lano, pero Espafia tambien se entreg6 con los ojos cerrados a
Centroamirica. El aut6ctono di6 el metal amarillo, pero el conquis-
tador trajo, mis tarde asi como lo hizo el colonizador, todo lo que
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tenia en su patria. Tradici6n, lenguaje, religion, cultural, comercio,
political y todas las manifestaciones propias de una potencia de su
linaje. Hubo una transfusion de sangre de Espafia para America;
de Espafia para Centroamerica. Aquella daci6n espontinea cuaj6,
como era de esperarse, con tanta significaci6n que el product se
caracteriz6 tan particularmente que di6 origen a una humanidad,
distinta a la espafiola y distinta a la indigena. En sintesis, hubo un
product nuevo del acoplamiento de hombres y de ideas; naci6
un mestizo. Un mestizo no s61o formado de indio y eur6peo, sino,
salido tambiin, del ayuntamiento del espafiol y del criollo, del es-
pafiol y del cruzado, del espafiol y del indio, del criollo y del cruzado,
del cruzado y del indio, del indio y del criollo, combinaciones que,
amalgamadas sociol6gicamente, dieron un product que bien pode-
mos llamar mestizo; el mestizo, cien por ciento, habitante de estas
latitudes, en quien no dudamos debe de correr el sentimiento de
unidad de una naci6n formada a travis de la historic, del lenguaje,
de la religion y de la hermandad de origen biol6gico. Esparta y
Atenas no formaron una naci6n. A pesar de la cultural de una
y de otra no lleg6 nunca a formarse, en el sentido nacionalista, un
ejemplar definido. Cuil fu6 el motivo? Es que Esparta y Atenas
se amurallaron dentro de la dignidad propia de cada pueblo; nin-
guna de ellas se insufl6 en la otra. Y ambos pueblos conser'vando
aquella unidad patri6tica, mal entendida desde luego, no se iden-
tificaron ni political ni biol6gicamente. Cada uno se mantuvo, aun-
que muy cerca del otro, sin introducirse en el vecino. Cada uno
trat6 de conservar la integridad como unidad. Con Espafia, en su
moment de colonizaci6n, en sus dominios, pas6 todo lo contrario.
Sin medir los resultados, sin estudiar el porvenir, pin meditar en
el future, sin calcular el beneficio, sin aquilatar el provecho, vino,
vi6 y se entreg6. De aquella entrega naci6 un element americano
que, analizado con detenimiento y con imparcialidad, posee carac-
teristicas muy propias para considerarlo parte de los conglomera-
dos que tienen los atributos de naciones. Dentro de aquellas reali-
dades sint6ticas, aparecidas, despuis de las d6cadas, en estas
tierras, encontramos un nicleo que, integrado por various pueblos,
posee inconfundiblemente caracteristicas de una naci6n: Centro-
america.
Espafia por medio de sus conquistadores di6 las cuencas por
donde la palabra y el dogma tendrian que correr con el tiempo, para
fertilizer el terreno itnico. El conquistador, a pesar de todo lo que
se le ataca y se le tilda, puso la primera piedra al cruzar las tra-
yectorias de las 6picas campafias -, para el gran edificio de la na-
cionalidad de Centroambrica.
Lleg6 el moment de unificar la lengua. La cartilla, que -en ma-
nos del lingiiista trajin6 por estos contornos, uni6 aquella caterva
de primitives dialectos, y aunque no los pudo desenraizar, por los
milenios que tenian de existencia, di6 un medio de comprensi6n
que hizo iguales a unos y otros; a aut6ctorios, criollos, peninsula-
res y mestizos.
Mis tarde cuando el conquistador, dulce y trajeado con la ro-
pa religiosa, se avecind6 en la region, aquel vinculo incipiente de la
palabra que ya corria por los surcos de la historic, foment6 grande-
mente la unidad: D6nde estin Junajup, Ajchuy, Tepeu, Jurakin,
Bitol, Alom, Tzakol, Ometechtli? 4D6nde se encuentran Kukulkin,
Tomacatecuhti, Gucumatz y Tzultaca? ID6nde esa caterva de dio-
ses y semidioses?
i Ahi los tenemos unidos y venerados en todos los rincones mis
apartados de las regions centroamericanas! Ahi estin con el
nombre de Jesucristo! Ahi estin uniiicados bajo la denominaci6n
de tata-Dios Jesfis! Ahi esti en Esquipulas, que igual a una me-
ca centroamericana recibe el aflujo constant de los creyentes! De
esos creyentes que en otra 6poca estarian venerando a Kukulkin,
a Tonacatecuhti, a Gucumatz, a Tzultaca, o a otras seudoimagenes.
MAs tarde, en la labor en favor de la unidad de los grupos nacio-
nales que se iniciaban, vemos la mano del monarca y sus legisla-
dores tenderse sobre ellos en amparo de aquella unidad en process.
Leyes se dictan con un hfan de poblar y de mezclar. Leyes se dic-
tan con un ahinco de favorecer la industrial y el comercio en estas
tierras. Leyes se dictan en defense de los desmanes que el poderoso
podia cometer contra el humilde. Leyes se dictan en favor de
:aquel simbolo que conocemos con el titulo de moneda. Leyes se
dictan para armonizar los nuevos organismos. Leyes se dictan
para dar vitamins nacionalistas a los nuevos conglomerados. Le-
yes se dictan para defender a las hijas que ya iban en camino de
integracidn.
La nacionalidad de los pueblos de esta parte de America tuvo
su origen en un itero que fu6 la propia tierra americana. Espafia
y Am6rica proporcionaron indistintamente los gametos masculinos
y femeninos. Quien puede decir quin di6 uno u otro? Cuando
aquella nacionalidad habia nacido, Espafia amamant6, con el li-
quido materno de su cultural y por medio de la ubre de la colonia,
al pequefio ser. Luego entonces la nacionalidad centroamericana,
aunque tuvo su origen en la tierra aut6ctona, recibi6 la mitad de los
elements para su formaci6n y se nutri6 finicamente de Espafia.
De esa nacionalidad una placenta combinada fu6 el origen; mas
tuvo una madre que despues de nutrir a sus hijas las cuid6 hasta
cuando ellas legaron a obtener su mayoria, moment en que las
hijas proclamaron su independencia.
Y asi Espafia form, con todo el acervo a su disposici6n, una
nacionalidad en el coraz6n de America. Espafia form una naciona-
lidad que no se necesita mayor esfuerzo para distinguirla. Espafia
di6 el molde, donde el tiempo model el alma national de' estas re-
giones. Espaiia construy6 el gran edificio nacionalista que, no obs-
tante las divisions political estatales, puede apreciarse con facili-
dad. Espafia form naci6n que no hay fuerza que la destruya, que
no hay fuego que la consuma, que no hay torment que la abata, que
no hay luz que la ciegue, que no hay acero que la hiera, que no
hay mar que la ahogue, que no hay yunque que la transform. Por
eso a Espafia nadie le podra quitar el derecho de llamarse y de ser
iamada Madre Patria. Eso es suficiente.
CURSOS DE VERANO GUATEMALTECOS DE 1942
Organizodos por el Instituto Guatemalteco de Cursos de Verano,
correspondiente a la Secretaria de Estado en el Despacho de
Educoci6n Piblica.-Conferencias pronunciadas en el Museo
de Historia y Bellas Artes, los dias 6 y 13 de agosto de 1942.
"VIDA COLONIAL DE GUATEMALA"
Por el Licenciado Luis Antonio DiAZ VASCONCELOS
LA VIDA COLONIAL DE GUATEMALA
ANTECEDENTES HISTORICOS
En un dia de tantos, a mediados del siglo XVII, en cualquier
parte del esplendoroso territorio de Espafia y en cualquier puerto
de sus costas, dos muchachos j6venes han embarcado con destiny
a Am6rica.
Al preguntarles sus nombres han contestado a los guardias del
puerto, l1amarse: Francisco y Carlos Garcia, son hermanos y los
dos se dirigen al Perl.
--A hacer qu ? les interrogaron.
Ambos al unisono contestaron:
-~ No saben ustedes?
-i No! dijeron los guardias.
-Pues, sefiores, en busca de El'Dorado. De ese famoso terri-
torio donde hay aves que ponen huevos de oro, serpientes enor-
mes que tienen escamas de plata, peces que poseen dientes de bri-
llantes, Arboles que en vez de fruta dan piedras preciosas.
-iJa... ja... ja... ja... estan locos! arguyeron los sol-
dados.
Pero Francisco y Carlos Garcia, embarcaron en un velero co-
quet6n, tembloroso y mis viejo que las ilusiones humans.
A Razones nAuticas les obligaron a desembarcar en el puerto de
Santo Tomis, en territorio de la Capitania general de \Guatemala.
Atravesaron todo el macizo de la tierra nortefia; con el polvo de la
sierra y quince dias de caminata, llegaron a la floreciente ciudad
de Goathemala que crecia juntamente con su poblaci6n.
El destino quiso que Carlos se prendara de una mujer hija
de un rico agricultor y encomendero aqui, y dejara en suspense el
viaje; para 61, El Dorado estaba en el humus de estas tierras y el
carifio de la criolla.
-jEres capaz de abandonar nuestros ideales por una mujer?
- le dijo su hermano Francisco.
-Soy capaz le contest.
Y fui capaz, precisamente, pues se qued6 aqui.
Francisco Garcia, abandonando el carifio fraternal en estas
tierras, mont6 en mulo mafioso y lento y asi atraves6 tierras de las
provincias de El Salvador y de Nicaragua, y en una pequefia goleta
reanud6, por el Pacifico, su viaje en busca de El Dorado.
Desde aquellos acontecimientos, los Garcia no volvieron a sa-
ber el uno del otro. Ambos tuvieron hijos, el tiempo pas6, estos hi-
jos si tuvieron el cuidado de escribirse unos con otros. El tiempo
volvi6 a transcurrir y estos hijos de los hijos de los Garcia tuvieron
tambi6n descendientes.
Quiso el destiny que la muerte s61o dejara un representante
de cada una de las ramas, y asi alli en el Perf, estaba Francisco
Garcia Monasterio y aqui en Guatemala Carlos Garcia Zulecio.
El descendiente del Garcia que habia marchado en busca de
El Dorado, con ahinco de ocio, holgura y despilfarro y que no habia
encontrado nada, estaba en mala situaci6n; el del Garcia que se
habia quedado en Guatemala, gozaba de una inmensa riqueza
lograda por El Dorado del humus de la firtil tierra que con su
vegetaci6n verde y exuberante habia detenido a su padre.
Y desde las lejanas tierras del sur, Garcia Monasterio le escri-
bi6 a su pariente pidi6ndole su ayuda y su hospitalidad. Ofrecidas
istas, aquel habia emprendido viaje y despues de desembarcar en
el puerto de Iztapa, habia l1egado a lomo de mulo a casa del pri-
mero, un domingo por la tarde, habiendo sido recibido con la ale-
gria y el cariflo que tal acontecimiento merecia.
DIA LUNES
Francisco,, el primo de Garcia Zulecio amaneci6 el dia lunes
gozando de la hospitalidad y de un comfortable lecho, de estructura
churrigueresca, que en la esquina de una amplia, hihmeda y salitro-
sa habitaci6n estaba colocado, cabalmente, para uso de los escasos
y remotos hubspedes del solter6n de Carlos Garcia Zulecio que era
el inico descendiente de aquel .espafol que habia venido de la
metr6poli hacia muchas d&cadas y que habia logrado former la
fortune que ahora l6 gozaba por voluntad de Dios, muy cumplida
y pacificamente.
Francisco se desperez6 gozando de las delicias de los mullidos
colchones, de plumas de gallina y lana, que habian sido colocados
la noche anterior a su legada, por Catalina, la negra esclava que
ademis de gozar de categoria de ama de lHaves, tenia a su
cargo la molienda del cacao para la fabricaci6n del valioso chocola-
te. Creyendo cuerdo ser puntual al desayuno, por tratarse de ser
el primer dia de hospitalidad, se levant6. Tom6 su bafio con un
guacal de morro en el bficaro del fltimo patio, y ya preparado se
hizo presentar ante el duefio de la casa que gentilmente lo espera-
ba para iniciar el primer tiempo del dia.
El desayuno transcurri6 en un ambiente de mutuas interroga-
ciones y de alusiones constantes sobre los parientes ya muertos.
Los recuerdos quedaron en un piano secundario al tratar de pro-
yectar la distracci6n. Y mis adelante habria que ver c6mo se so-
lucionaria la situaci6n.
-Por de pronto dijo Carlos -, debes descansar y conocer
la ciudad; mis tarde nos ocuparemos del asunto del trabajo.
Catalina, la negra esclava, cuando su patrono termin6 de des-
ayunar, le dijo que Crist6bal seguia malo y que no queria comer.
El huesped que no estaba en antecedentes pregunt6: -l Qui6n
es Crist6bal?
El pariente despues de haberle indicado a la sirvienta que bus-
cara unas hojas de colleja y que formando una masa se las apli-
cara en la muela al quejoso, le relat6 a Francisco:
-Un dia, no hace much, vino un pobre negro todo mugriento
y con las ropas desgarradas. El hambre le atormentaba; los pies
los traia sangrando. Quien sabe c6mo me conoceria; es seguro que
alguien le habl6 del asilo que todo peregrine encuentra en mi casa,
lo cierto es que me solicit alojamiento. Al interrogarle, me dijo
que venia huido desde San Miguel, partido de la provincia de El
Salvador. Segin me relataba, era esclavo de una familiar Lorenza-
na-Artega que poseia, en aquella region, grandes plantaciones de
maguey y un obrador para fabricar objetos de jarcia. Parece que
el administrator de los bienes de la familiar Lorenzana-Artega, tra-
taba muy mal a los indios y negros y istos decidieron levantarse
incendiando cultivos y obrador. Segin asegura Crist6bal prosi-
gui6 el relator -, 61 no particip6 en nada, pero temeroso de las
consecuencias, tuvo que huir con mis fortune que otros que a es-
tas horas estin guardando prisi6n en distintos lugares donde fue-
ron capturados.
Crist6bal me suplic6 que lo adoptara como esclavo y que le
permitiera servirme en cuerpo y alma. Ahora ves tu que el pobre
diablo esti que se lo llevan sus compafieros de un dolor de mue-
las y me tiene haciendo de medico, recetando lo que a la mano hay
para ello.
-Supongo que debe estar mis adelantada la medicine en
Guatemala que alli en las remotas poblaciones del Peru inte-
rrumpi6 el primo.
-i No creo!; aunque no conozco c6mo ande el asunto de medi-
camentos por aquellas tierras. Ya que por tu cansancio no pode-
mos este dia iniciar nuestro peregrinaje por la ciudad, voy a apro-
vecharlo para hablarte de este asunto contest Garcia Zulecio.
La medicine esti en manos de bachilleres que acuden a la far-
macopea natural para atacar los males. La pobreria acude a curan-
deros y charlatanes, que son siempre indios que con artimaiias tra-
tan de poner coto al mal. En cuanto a operaciones de cirugia, el
asunto casi esta reservado para los barberos que son duefios de
sanguijuelas, navajas y pitas para sus operaciones, ipero querido
pariente, ponerse en manos de ellos es ir buscando el camino al
camposanto!
Lo que es mas usual, es el remedio casero que, a trav6s de la
experiencia indigena y la observaci6n del espafiol venido en tiempos
atris, se ha confirmado su eficacia para determinadas enferme-
dades. Hay muchas plants en esta tierra que dan sus bondades
gratuitamente para curar los males que abaten a los creyentes.
-Tienes tfi el bejuquillo chimecat, o sea el mecate de chile,
que es un gran ciustico y es usado,. por indios y ladinos, para curar
el jiote, lo mismo que la sarna y los empeines, con s61o bafiarse en
agua de su cocimiento. El chicalote, una plant pequefia verde
pilida que da flores blancas, cortando su tallo vierte un humor
amarilloi que es de gran beneficio para los ciegos a causa de nubes,
pues el liquid se come la carnaza mala de los ojos; el agua donde
se han cocido las flores de esta hierba sirve para c6licos y lanza las
piedras de la vejiga.
-El aguacate, supongo que es el mismo fruto que en el Peru
le llaman panta, presta grandes beneficios para las enfermedades.
Los cogollos cocidos en agua caliente sirven como sudor para gol-
pes, resguardando del pasmo y tambien del resfrio; esa agua to-
mada durante ocho dias hace expeler por el caiio de la orina today
la sangre extravenada, evitando que se corrompa y se haga pos-
tema, El hueso de la semilla sirve tambi6n de caustico: machacada
se aplica a toda 6ilcera, aunque esta sea cancerosa, y la sana. Viste
que yo le recomende masa de colleja para el dolor de muelas, y
en verdad te digo que no hay nada mejor para ello; es una plant
muy comin en las acequias o lugares donde hay agua, y nada cues-
ta conseguirla.
-Hablando de sudores, tienes ademas de los cogollos del
aguacate, la hierba del past, cuyo cocimiento sirve para el pasmo
y el resfrio. Para el cerramiento del pecho no hay nada mejor que
una infusion de las hojas de lengua de serpiente; y para las bu-
bas las hojas del limoncillo.
-Para el mal de orina, tienes el hiperic6n o hierba de San
Juan, llamada asi por florecer en junio; tomada en cocimiento ca-
liente con flor de ceniza es magnifica. De mejores resultados para
lanzar la sangre muerta de las mujeres, tenemos dos plants que
se laman marribio y saguatpactli, pero estas hierbas s6lo los in-
dios saben d6nde se consiguen y son ellos los inicos que las pro-
veen. Dos remedies de gran poder curative y que tienen la misma
aplicaci6n para curar las almorranas, son la lechuguilla y el pastle,
que es esa especie de musgo que se cria en las montafias. La hier-
bamora es usada para la erisipela, tanto tomada en cocimiento co-
mo en cataplasmas de sus hojas. La cebadilla cocida y cuando
el agua tiene un color de vino, es aplicada para empeines, sarnas
y jiotes; ademis se usa para matar las gusaneras de las bestias.
Pero la naturaleza ha sido pr6diga con esta tierra. El esquisuchil
que tiene tan simb6lica traducci6n: "S61o esta es flor", da unas
flores blancas que amasadas sirven para aplicarlas al fuego de
la boca o para aliviar las quemaduras. Pero mis bendita es la hier-
ba tapac, cuyas hojas aplicadas sobre los tumores los desinflan y
abren; cocidas las mismas hojas, el agua tomada desentulle a los
paraliticos.
-Y no faltan plants que aunque no tengan mayor utilidad
para medicine, son tiles para otros casos, tales como el cebollin
que es usado como pegamento. El cempoalsichil, o sea "veinte flo-
res", es aplicado en calidad de bilsamo en Pas heridas; el zumo del
(ruto en aceite comnn colado y con un poco de cera proporciona
un ungiiento que cura las almorranas. Seria muy largo seguirte
enumerando tantas y tantas plants medicinales que hay por aqui
y creo que si logras quedarte en esta Capitania general llegaras a
conocerlas todas en beneficio de tu salud.
-Asi espero exclam6 Monasterio.
De esa forma gastaron la mayor parte del dia aquellos primos
que el destiny juntaba en aquella floreciente ciudad.
DIA MARTES
Desde luego, lo mis important de conocerse que tenia en
aquellos afios, la ciudad de Santiago de los Caballeros de Gua-
temala, eran sus iglesias y sus conventos. Eran los temples que
codiciosamente ,guardaban los products de los artifices del buril
y del repujado de los plateros. Alli estaban los products de la
inspiraci6n y de la paciencia de Francisco de Rosa Baez, Marcos
Subiza, Lorenzo Montifar de Medinilla, Nicolas Almana. Custo-
dias, incensarios, cilices, limparas, peanas e imigenes enriquecian
los altares y las sacristias de las iglesias. Las imigenes, de la virgen
de Concepci6n, de Quirio Catafio, de Mateo de Zfiiiiga, de
Juan de Aguirre, de fray Felix de Mata. Los cuadros de los insignes
pinceles de Francisco Villalpando, de Tomas de Merlo, de Antonio
de Montuifar y de Alonso de Paz, adornaban profusamente retablos,
capillas y salas de iglesias y conventos. Asi pues, valia la pena
dedicar un dia entero a su visit, sobre todo por un forastero que
venia avido de conocer todo lo bueno que hubiera en la flore-
ciente ciudad.
De esa forma fu6 como, muy temprano, Francisco Garcia Mo-
nasterio y Carlos Garcia Zulecio, iniciaron la odisea despaciosa con
el objeto de ver y conocer todos los templos y monasteries de la
noble y leal ciudad de Goathemala de aquel entonces.
Principiaron visitando el temple de San Sebastian, estrenado
en 1582. Luego pasaron a la capilla de la Cruz de Piedra, famosa
no s61o por la monumental cruz de piedra que adornaba el atrio,
a lo que debia su nombre, sino por ser el lugar donde la costum-
bre habia consagrado la apertura de la petaca del correo que venia
de M6xico, suceso que revestia suma importancia. Lo mismo hicie-
ron con la ermita de Nuestra Sefiora de los Dolores del Manch6n,
situada al norte de San Sebastiin, edificada en las faldas del cerro
del mismo nombre y hecha su portada de arabescos de estuco. Ad-
miraron la ermita de Nuestra Sefiora de los Dolores del Cerro que
pertenecia al pueblo de Santa Inks del Hortelano, enclavado en el
monte El Rej6n, donde era expuesta la virgen que un indio habia
encargado a Manuel de Paz, y que habia sido recientemente inau-
gurada en el aiio de 1703.
Regresaron en su march por la calle de Santa Clara y llegaron
a la iglesia y convento de la Merced. Aquel temple que mediante la
donaci6n de 4,000 tostones, hecha por Alonso Fernandez Heredia,
habia sido iniciada su construcci6n. Imponente ofrecia su fachada
de dos torres adornada con cenefas de estuco. En este lugar los vi-
sitantes adoraron a la virgen de la Merced, imagen espaiiola traida
de M6xico antes de 1600; a Jesis con la cruz, de Evaristo Zifiiga.
Al pasar al convento pudieron admirar los cuadros, product de la
inspiraci6n artistic de Valladares.
Cuadras despubs se encontraron con la iglesia de la Compafia
de Jesis y su monumental convento, asilo de los jesuitas, estrena-
do el 18 de julio de 1626. La fachada se presentaba graciosa y va-
riadamente pintada. Famosd era el claustro de los hijos de Loyola
por sus sesenta estatuas, verdaderas obras de arte, y sus cuarenta
cuadros de pintura. Fui bajo sus arcadas afiosas y atrevidas donde
las personalidades de Landivar, Manuel Lobo y el fil6sofo Fran-
cisco Javier Salchoga, pasearon su augusta imaginaci6n.
Rumbaron al poniente, tomando la calle de la Compafiia, para
visitar la iglesia de los recoletos, donde Antonio Margil, el con-
quistador blanco, placenteramente rumi6 su existencia de santo
y anacoreta. A pocos metros de distancia, se encontraba la igle-
sia de San LUzaro, en donde visitaron las tumbas de las personas
mis distinguidas que habian sido enterradas en aquel seudoce-
menterio de categoria. Cruzaron algunos callejones y se encon-
traron con la iglesia del Espiritu Santo.
Allanaron el barrio del Tortuguero, por la calle de La Sin Ven-
tura, donde encontraron el pequefio temple de San Jos6 el Viejo,
construido con el peculio del zapatero Jose L6pez Hurtado; alli
el peruano conoci6 el famoso San Jose, de Alonso de Paz; ese
temple fu6 asilo por much tiempo de las carmelitas descalzas.
Tomando direcci6n al oriented, sus ojos se extasiaron con el
extenso edificio del convento de los franciscanos y con su iglesia,
que tambi6n era monumental. Alli estaban la Virgen de los Pobres
y la del Coro, que fueron esculpidas magistralmente por Juan de
Aguirre; tambi6n encerraba avaramente cuadros de Villalpando.
Siguiendo la calle de Los Pasos, a pocos metros de distancia, les
hizo frente el alto edificio de la Escuela de Cristo, toda su fachada
hecha de piedra de Carmona, que le daba un aire de imponencia;
pudieron apreciar la belleza del Cristo, creaci6n de la inspiraci6n
del buril de Quirio Catafio.
Marcharon con direcci6n al 'Calvario, pero antes de Ilegar
a ese temple pudieron apreciar la ermita de Nuestra Sefiora de los
Remedios, iglesia de las mis viejas de la ciudad, pues habia sido
construida en 1575.
La march fu6 interrumpida por una portada de tres arcos
en cuya parte superior estaban los nutridos campanarios. Ese era
el temple del Calvario; en sus altares se veneraba la Santa Virgen
de Dolores, y sus paredes estaban adornadas con cuadros del pin-
cel de Tomis de Merlo y Antonio de Montfifar.
SCruzaron un callej6n, y el temple de Santa Isabel se present
ante su vista, gracioso y ligero. S61o. lo apreciaron por fuera, pues
en su interior no tenia mayor cosa que conocer.
Bajaron de este lugar con rumbo norte, y a pocas cuadras de
distancia tuvieron la sorpresa de encontrarse con el temple de
Nuestra Sefiora de Belen, edificio construido mediante la perse-
verancia y afin de Pedro de Bethancourt. Dos altas torres se des-
tacaban en el frente y en su interior y parte superior se encon-
traban ocho campanas que en toda ocasi6n anunciaban los sagra-
dos acontecimientos. Su interior se daba el lujo de presentar el
mejor 6rgano de la ciudad, cuadros y limparas de plata que eran
estimadas en cientos de tostones, y muchas imigenes valiosas.
Bajaron mas, volvieron a encontrarse con San Francisco, pero,
por haberlo visitado ya, pasaron de largo. A la vuelta de San Fran-
cisco, se toparon con el convento e iglesia de Santa Clara, que en
1700 habia sido estrenado por seis monjas venidas de Puebla de
los Angeles de M6xico.
Grato fue encontrar despues el temple y convento de la Con-
cepci6n, uno de los primeros asilos para la mujer que deseaba ves-
tir el sagrado traje de profesa y donde la luminaria de la belleza
y la erudici6n de Sor Juana de Maldonado refulgi6 con su senti-
mentalismo lirico. Despues de haber recreado sus ojos con los te-
soros artisticos de iglesia y convento, prosiguieron su march.
Otro convento de mujeres fu6 el que sigui6 en aquella visit:
Capuchinas, llamadas sus monjas las purificadoras, por tener a su
cargo obligatorio, el lavado de la manteleria y ropa de iglesias y
ermitas; de cinco monjas venidas para su fundaci6n, habia aumen-
tado el nitmero grandemente en esa fecha.
Visitaron a Santa Rosa que era beaterio de gente ladina y lo
mismo hicieron con las Beatas Indias que recibia a las mestizas e
indigenas que quisieran profesar. Tambi6n conocieron a Santa
Teresa, famosa iglesia por salir de ella la procesi6n de las Palmas,
el domingo de ramos.
Termin6 aquel paseo por lugares sagrados y religiosos, con la
visit del convento de Santa Catarina, donde la madre Elvira de
San Francisco, nifia exp6sita que habia sido abandonada a la edad
de seis meses en el torno del convento de la Concepci6n y que habia
crecido al amparo de las religiosas, hizo construir un arco sobre la
calle, con pasadizo interno para comunicarse con un sitio que ad-
quirieron las religiosas en el frente para ensanchar el convento.
Por supuesto, Carlos tuvo cuidado de mostrarle a su huesped,
en la caminata, el temple del Carmen y la iglesia de San Agustin
que estaban en reconstrucci6n. Tambiin no falt6 la visit al ora-
torio de San Felipe de Jesus, construido en 1670 por los habitan-
tes emigrantes del pueblo de San Juan Perdido que se encontraba
al pie del volcin de Acatenango y que, a consecuencia de una epi-
demia, se habian trasladado a los alrededores de Goathemala de
Panchoy. Lo mismo sucedi6 con las ermitas de San Antonio Abad,
Santa Anita, San Luquitas, San Bartolo, que tenia un Jesis de la
caida con gran reputaci6n de milagroso; Santa Cruz, en donde pu-
do ver gran cantidad de feligreses que acudian a rogarle a Jesis,
obra de la inspiraci6n de Alonso de Paz.
Puede decirse que s61o las iglesias del rinc6n de la Candela-
ria quedaron sin ser conocidas o visitadas por los dos barcia.
Asi fue como Francisco qued6 admirado de la magnificencia
del fervor religioso, sorprendido de la labor artistic en material di-
vina y entusiasmado de la fe reverente que habia contemplado a
toda hora en los templos.
La noche fu6 recibida con much alegria para poder descansar
de la fatiga que la larga caminata les habia proporcionado.
D[A MIERCOLES
Francisco se levant muy temprano ese dia. Qui6n sabe qu6
motives hicieron que su pensamiento volara retrospectivamente
en el tiempo y en el espacio. Los afios pasados se le agolparon en
su cabeza. Record la poblaci6n peruana que habia sido su ciudad
natal. Se le apareci6 sombria, triste, desamparada, abandonada,
pobre y sobre todo carente de hospital. Se record de aquellos cua-
dros que desde su infancia habian acariciado sus ojos; del mar que
constantemente habia lamido las roquefias costas.
Tambi6n se le vino a la memorial el recuerdo de los hombres
moribundos que muchas veces abandonados en el camino habian
sido atacados por aves rapaces. Asoci6 tambi6n a la idea de la en-
fermedad, las mortandades que habia presenciado cuando alguna
epidemia habia azotado la comarca.
Eso fu6 lo que le oblig6 a pedirle a su primo Carlos, lo llevara
a visitar las casas del dolor; las mansiones donde el enfermo en-
cuentra el asilo y el cuidado que su cuerpo lacerado urge.
Carlos estaba siempre dispuesto a cumplir los deseos del pa-
riente que acababa de llegar. Preparados para el recorrido, ambos
Garcia, Zulecio y Monasterio, allanaron las calls rectas, anchas y
desoladas de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de los
Caballeros.
-Antes de que iniciemos nuestra peregrinaci6n dijo Car-
los con acento de cicerone -, quiero advertirte que alli en Al-
molonga, donde esta ciudad antes tuvo su asiento, hubo un hospital
cuyo nombre era "De las misericordias"; mas aquella casa de cari-
dad que llevaba tan significativo nombre, puede decirse que tuvo
una existencia efimera.
-Vamos ahora a visitar los centros de caridad de esta Capita-
nia general, donde el enfermo encuentra el amparo de la mano amo-
rosa que merma la dolencia y la boca que pronuncia la palabra de
optimism y de consuelo -, dijo Carlos a su pariente.
Asi fue como el native llev6 a Francisco por calls y
callejuelas. 0
-i Que hermoso temple! exclam6 Francisco -. Ain cuando
no conozco de simbologia religiosa, pues ya sabes el medio don-
de he nacido y crecido, creo que puedo asegurar que se trata del
convento de Santo Domingo.
-Has acertado asever6 su pariente levantando la cabeza
con demostraci6n de admiraci6n a la magnificencia del edificio.
-Otro dia tendremos oportunidad de visitar el temple y el convento;
por ahora ocup6monos de los hospitals -, afiadi6.
Poco habian caminado, cuando Carlos dijo: -Alli tienes una
de las casas de las que tu deseo busca conocer ahora -. Ante sus
ojos se levantaba un edificio que, pequeiio y sencillo, se erguia muy
cerca de Santo Domingo.
"Hospital de indios bajo la advocaci6n de San Alejo", ley6 el
extranjero en el frontispicio de, aquella casa de caridad.
-Penetremos dijo Carlos invitando .a su pariente. Muy
ripidamente hicieron el recorrido pues el asilo no era espacioso.
Cuando fray Matias de Paz, alli en el afio de 1541 pasaba con
su alcancia burda recogiendo la limosna entregada de mal humor
por los nuevos habitantes de Panchoy, s61o pudo adquirir un pe-
quefio sitio que con el correr del tiempo fu6 absorbiendo toda la
construcci6n; aunque se quisiera, en esa 6poca de la visit, aumen-
tar el hospital no se podia pues no habia terreno para ello.
Mientras se dirigian al otro centro de caridad, Carlos logr6 la
oportunidad para contarle a su pariente la historic del hospital de-
San Alejo.
-Cuando las aguas del volcan del mismo nombre se desbor-
daron, en septiembre de 1541, con la correspondiente destrucci6n
de la ciudad en el valle de Almolonga, obligaron a los habitantes
a trasladar la ciudad al de Panchoy; como era natural, la construc-
ci6n de la nueva ciudad cobr6 aspect de locura; como consecuen-
cia hubo demand de brazos para llevar a cabo la erecci6n de tan.
tas casas y edificios nuevos. Quienes eran sino los indios los que
tenian a su cargo aquella labor? La nueva ciudad atrajo a miles de
miles de indigenas de todos rumbos, que llegaban cegados por la
noticia del pago de buenos jornales en vista de la demand de tra-
bajo. Pero los ingenuos vinieron a encontrar explotaci6n y miseria.
-Nada extrafio prosigui6 Carlos -, era ver por las no-
ches centenares de indigenas durmiendo en zanjas y hoyos en los
alrededores de la naciente ciudad. El hambre, la inclemencia y el
maltrato provocaron las enfermedades. La suciedad se encarg6
de fomentar aquel estado. Muchos moribundos no tenian el con-
fortable lecho en aquellos iiltimos moments.
Por ese entonces continue -, en Guatemala se encontraba
un trio de hombres que dejarian para la posteridad, en los anales
de la beneficencia, sus nombres incrustados con caracteres indele-
bles: fray Matias de Paz, fray Pedro de Angulo y fray Bias de
Santa Maria, quienes sintiendo el dolor ajeno, como suyo, se deci-
dieron a trabajar por la construcci6n del hospital para indios. Pero
el mis energico en esa labor fu6 fray Matias, no s6lo por haber
logrado conseguir los fondos para la compra del terreno, sino por
haber sostenido el centro caritativo mediante su esfuerzo constan-
te y personal. Se adquiri6 el sitio, pero lamentablemente pocos
afos despues otros religiosos menos previsores que aquel divino
trio de santos varones, dispusieron adquirir la vecindad para cons-
truir una ermita, que ti puedes ver alli, y que se llama de la Can-
delaria.
Carlos, quin sabe con qu6 motives ocultos con intuici6n de
agorero y acento de Isaias, presagi6: -Cuando esta ciudad sea des-
truida, pues no s6 por qu6 creo que eso sucederi... acaso no mi-
ras esas moles plut6nicas? te aseguro que el edificio del hospital
que acabas de ver seri borrado de la superficie, s6lo quedaran para
guia y orientaci6n los muros de la Candelaria, y Santo Domingo.
La plitica los habia distraido, y guiados por el guatemalteco se
encontraban en esos moments a cuadras de distancia de donde
habian contemplado el hospital de San Alejo.
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