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I:
HACIA NUEVOS UMBRALES
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ROBERTO ARENES MESEN
HACIA NUEVOS UMBRALES
Et si je n'avais ma boussole
Je ne saurais pas oht je vais.
V. HUGO.-LeS Feuilles d'Automne, IX.
4
IMPRENTA ALSINA
SAN JOSE DE COSTA RICA, C. A.
1913
Impreso en Setiembre de 1913
INDICE
PAG.
Ex VOT ......................... IX
CERCA Y DISTANT
Cerca y distant ........ ............ 3
En tu ausencia ........ .. .......... 6
Mes de Mayo............ ........... 7
A la distancia ...................... 9
Serenata................. ......... 10
Arom a ............................. 11
Balada intima ..................... 12
Senderos de nieve .................. 13
Bello rayo de sol .................... 14
Tarae dorada ....................... 16
411iisi6n............................. 18
Viejos idilios ....................... 19
Alucinaci6n ........................ 21
La alameda ........................ 22
Suspiro del aire .................... 23
Rumor ........... ................ 24
v
TRADUCCIONES DE STECCHETTI
PAG.
Devoluci6n de un rizo............... 27
Enfermo......... .................. 28
Porque callabas .................... 29
Octubre ........................... 30
Deseo ............................ 31
Flores de tumba.. .................. 32
En un balc6n........................ 33
Lejana ausente ..................... 34
LA MUERTE DEL LIRIO
Y OTROS POEMAS
La muerte del lirio................... 37
De tarde............................ 41
La ola y el viento................... 44
Salomb ........................... 47
La losa en el jardin ................. 50
VOCES DE SOLEDAD
Voces de soledad ....................' 57
Hora de tormenta.................... 59
Soledad y Silencio .................. 60
Plegaria a la mariana ................ 61
En la avenida ...................... 63
El paso del viento ................... 65
En el desierto ...................... 67
PAG.
Tr6bol de olvido ..................... 69
El Arbol herido ..................... 72
Marina poniental ................... 74
Ansias ............................ 75
Tregua ........................... 76
Por qui? ......................... 77
Elegia ............................ 79
La plant enferma ................... 81
El irbol poeta..... ............ ... 84
Ultimo adi6s ...................... 86
OFRENDA
La ofrenda ......................... 91
A mi maestro ...................... 93
La voz de Magdala .................. 95
LAmpara votiva..................... 97
Despi6rtate, pastor! .................. 99
Ruinas ........................... 101
Aurora .......................... 103
Relimpago divino ................... 104
Briznas de c6sped .................. 105
N 1o ha muerto Pan.................. 106
Las cosas ......................... 107
El Fauno duerme ................... 108
Pescadores......................... 109
Las canteras ....................... 111
EX VOTO
Juventud de mi pals, os entrego un libro de
versos nacidos en el huerto que mi soledad cultiva.
Serdn generosas vuestras manos para recibirle.
No impetro vuestra benevolencia para juzgarle.
Estimo en justicia lo que os doy y una palabra de
alabanza nada anladird a su valor; una frase de
censura no cegard la fuente de amor que ritma
sus murmullos en el concerto de las bellisimas Mu-
sas, a quienes invito, por mensaje del Silencio, a
cacurrir a mi huerto de Soledad.
Os lo entrego con esta serena dulzura de quien
sabe que le recibirbis con la pacifica tranquilidad
de los que no pueden odiar, porque no temen ni en-
vidian, seguros de que en el ociano sin riberas del
pensamiento cada alma puede lanzar su nave hacia
las areas Hesperides que surgeon de los abismos
para galard6n de los osados tripulantes.
Hacia nuevos umbrales, hacia solitarias islas de
esmeralda he arrumbado mi barco y en la indefini-
da extension de las aguas, el alcionadb vuelo de
un ave, el canto sirenado del viento a de la ola, el
rumor de la site, el adi6s de panuelo de la au-
sencia, el cdntico de Eros, el virgiliano y misterio-
so grito de resurrecci6n de Pan, la reverente de-
voci6n por los grandes Pilotos de las Altas Naves,
todo cuanto vibr6 en el mdstil, o tremi6 en la vela,
o retembl6 en la quilla de mi esquife, todo, gene-
rosa uventud, aqui os lo entrego, mientras os doy,
con la complicidad del fiempo y el auxilto de Ellos,
el Regreso de los Dioses desterrados.
Costa Rica
15 de Setiembre de 1913.
CERCA Y DISTANT
CERCA Y DISTANT
Cerca y distant, como una luna fria
en la tumba de cristal de una sombria
fontana; cerca y distant tu alma siento
reflejdndose en el fondo de la mia,
como una luna ideal de pensamiento.
Tu mirada, al derramarse en mi existencia,
va colmando mi persona de una esencia
de azucenas recogidas en el campo,
cual se llena de una blanca refulgencia
una estancia oscura herida por un lampo.
Una tibia noche de estas, con la luna
encendida en sus cabellos, trajome una
serenata de recuerdos al jardin;
fue como si en 61 se hubiese roto alguna
fuente de aromas de nardo y de jazmin.
Con tu traje de alba luna entire las plants
florecidas, el laud de las gargantas
de los lirios escuchaste ante tus pasos,
como un diffano perfume que a tus plants
te pidiese agonizar entire tus brazos.
Como un arabe dormido en el desierto
que un rumor de huracan deja despierto,
el silencio recogi6 su blanca tienda,
y en el aire de plateada seda, muerto,
el trinar de un ruisefior lleg6 a la senda.
Tus dos manos refugiadas en las mias
se callaban, y senti todos los dias
de un pasado de recuerdos y pasi6n
por mis venas ascender y en ondas frias,
como aurea arena, colmar mi coraz6n.
La blancura de tus manos de azucena
con las hebras no tejidas de la buena,
de la casta luz lunar, entreteji6
en mi espiritu la cundida cadena
de pureza y de ilusi6n que a ti me at6.
Y el recuerdo sin fulgor de tu presencia
se durmi6 en el vaso ideal de mi conciencia,
como duerme en el florero de cristal
una flor embalsamada con la esencia
de un ensuefio arrebatado a lo inmortal.
Pero a veces, tu persona, como un ave
de a~s bam peor el delay, p grave
por el cielo de mi vida, muy despacio,
como entonces esta luna, por la nave
trasparente, siempre anclada, del espacio.
Heredia. 23. IX. 1907.
ENTU AUSENCIA
Es un p6talo blanco de magnolia
sobre la oscuridad de una tristeza
tu mano, de blancura de" paloma,
poniendo una caricia en mi cabeza.
Murmurdndome alguna gentileza
tu enamorado arrullo de paloma
es una dulce misica de alondra
fluyendo en el jardin de la Tristeza.
Se queda el cielo, al despertar la aurora,
en un huerto de rosas convertido;
asi, con tu recuerdo, mi memorial.
Como un ciego crepisculo, perdido
entire los corredores de la sombra,
asi, mi alma angustiada, si te olvido.
New York. 1912.
MES DE MAYO
Ella es un mes de Mayo,
un bello y casto rayo
de luna hecho mujer.
Como una dulce y grave
y lenta nota de 6rgano
su andar es lento y suave;
avanza como nube
en un crepfisculo aureo;
cuando se aleja sube
como un ideal distant,
cuando se acerca llega
sonriendo, como amante
de un inmortal amor,
como el alma inocente
de un florido jardin
que pasa bajo un puente
de suspiros en flor,
olientes a jazmin.
Un bello mes de Mayo
desnudo ante la playa
del esplendor del dia,
eso es el fflgeo rayo
de su fugaz presencia
dentro del alma mia.
Mas va incendi6 sus naves
mi coraz6n y nunca
regresard a las costas
de la isla de ese amor;
s61o las lentas aves
de los recuerdos de ambar
en los salientes mistiles
arrullarin de amor.
San Jos 10. No. 19/1.
,1
A LA DISTANCIA
Yo siento tu perfume
en mi, como un incienso,
cuando mi alma se sume
en tu alma y en ti pienso.
Oigo la limpia plata
de tu hondo pensamiento,
como una serenata
de paz y de content.
Mi soledad te mira
junto a mi, te presiente,
y a veces aun suspira
cuando besas mi frente.
Me amas y tambidn te amo
cielo azul, tarde en calma:
tu vives como un ramo
de rosas en mi alma.
7 Oct. 1911.
SERENATA
Hay blanca serenata
de luna en el ambiente;
esta labrada en plata
la Noche, de alba frente.
Para ofrendar la grata
delicia de un present
de amor, fuente es de plata
la Noche refulgente.
Sus brazos de alabastro
se tienden hacia el astro
de todos los amores,
vertiendo en los jardines
la albura y los olores
de un llanto de jazmines.
21 Nov. 1911.
AROMA
Es tu recuerdo un frbol florecido,
de sombra embalsamada,
en el nevado parque del olvido.
Cuando junto a 61 se tiende enamorada
como una dulce amada
en traje azul tu diafana memorial,
las aguas de la fuente
donde las horas cuentan sus moments,
se aquietan y se callan
mientras sienteh pasar mis pensamientos.
4 Saturada de amor se encuentra mi alma.
Benjui, nardos, esencia
de los bosques y rosas de los huertos
no tienen el aroma que mi alma
cuando en ella derramo tu presencia
Boston, Nov. 1912.
BALADA INTIMA
Corre el tren por entire el bosque,
a las orillas del lago:
asi mi alma tambien corre
por el bosque del pasado.
Y en el bosque, dulce amada,
es tu imagen alta encina,
y son arpas tus palabras
de sus ramas suspendidas.
Cuando entrecierro mis ojos
esa encina se destaca,
y esas arpas son un coro
de recuerdos en mi alma.
Orillas del Ontario. Die. 1912
SENDEROS DE NIEVE
Cubiertos de nieve se ven los senderos
cruzar por el bosque de pinos morenos.
Parecen regados de rayos de luna,
tan blancos, tan puros, sin huella ninguna.
Corriendo por ellos, no siente mis pasos
la selva de pinos calzada de blanco.
Para ir por el;bosque de pinos de mi alma
senderos de nieve sirvieronte, amada.
Te siento present prendiendo tus rosas,
unemando resinas en llamas de aurora
y no hallo por donde pasaste en silencio,
sefiora de mi alma, visi6n de mi ensuefio.
Gwu lk. Ontario. Dic. 1912.
BELLO RAYO DE SOL
jEs una tarde de oro astral, con ojos
de un claro azul de hermosa refulgencia
la que pone esa luz dentro de mi alma? W
gEs el distant sol de tu presencia?
Todo a mi alrededor tiene la calma
de tu tranquil ser, todo esta lleno
del perfume inmortal de tu existencia;
y en el rayo que tiembla sobre el agua
en la tierna esmeralda de las hojas
hay algo de tu espiritu sereno
que vierte paz y amor sobre la tierra.
Tfi penetraste silenciosa al seno
de mi ser, como suele el blanco rayo
de la luna colarse en los jardines
al travys de los arboles olientes
a fresco musgo, a rosas y jazmines.
Cuando se encuentran juntas nuestras frentes
me envuelve luz sutil, como venida
de las fuentes mns puras de la vida,
de un Mayo en flor, de un dulce mes de Mayo.
Donde quiera te miro, bello rayo
de sol, por donde quiera est.s, doquiera
se alza el aroma de tu ser como una
quieta noche de amor, blanca de luna.
San Jos/, 1910.
TARDE DORADA
Dorada la arboleda
de naranjos en flor!
Aurea tambidn la seda
de la tarde sin sol.
En el discrete banco
sentimonos.los dos.
Vino-ella en traje blanco
para decirme adi6s.
El paso rumoroso
del Tiempo se apag6
en el feliz reposo
de su poster adi6s.
Callamos. Detenido,
como en fugaz sopor,
el Tiempo reg6 ovido
en nuestro coraz6n.
Cuando se fu6, dorada
por un fulgor de sol,
estaba ella angustiada
y silencioso yo.
La limpia imagen de ella
en mi alma se rompi6
y alz6 el polvo de estrella
de un recuerdo de amor.
Dorada la arboleda
de naranjos en floor
ann vuelve a mi en la seda
de un recuerdo de amor.
San Jost. 28 de Nov. 1911.
ILLUSION
La arafia de oro del encanto trama
una impalpable red en torno mio:
todo habla junto a mi, todo me llama,
todo me arrastra al inexhausto rio
del tiempo y de la vida en cuyas ondas
tu presencia cay6 como una isla,
hecha un ed6n de amor, l1ena de frondas.
Las aguas de mi vida fluyen claras
cantando de la isla en las riberas
con las frescas gargantas de sus olas.
Cuando la isla no se mira en ellas
ni les esparce sus esencias raras,
para mi se amortajan las estrellas,
naufragan en la noche y quedan solas,
sin alma y sin color y silenciosas,
en la tierra y el mar todas las cosas.
18. Nov. 1909.
VIEJOS IDILIOS
Monogramas esculpidos ha much tiempo
sobre la piel, entonces joven, de los esbeltos
drboles, cuentan en este parque viejo
la historic del amor de todo un pueblQ.
Es un bosque de nombres,
un bosque de amorosos corazones
vibrando de pasi6n en sus prisiones
de letras enlazadas y de trenzados signos.
Ya ahora son los drboles ancianos.
las j6venes parejas, unidas de las manos,
por entire el bosque vagan, con rumorosos pass,
leyendo monogramas, adivinando
al parecer, idilios del pasado.
Con sus labios de rosa me besa la ternura
y deposit como un ramo de azahar, en la urna
de mis santos recuerdos un perfume de amor.
Vnelve en mL Se ha filtrado un fulgor
de sol a travis del velo de -
con que se viste la Estaci6n de Otoio.
Ya no hay parejas. Fu6 visi6n de hadas.
Fueron sombras, las sombras enamoradas
de series que esculpieronlas iniciales de sus nombres
y vuelven a vivir un instant del pasado
enfrente de los Arboles que Ilevan su recuerdo
mas alli del silencio de los hombres.
Ya no hay parejas. Fue visi6n de.hadas!
New York. Oct, 19~.
f ALUCINACION
Sent6se en mi regazo;
puso miel en el infora de un beso
y anud6 la serpiente de su brazo
en torno de mi cuello.
El grato peso
de esa bella mujer se hundi6 en mi vida.
Senti en mi pecho un bosque de azahares,
una suave avenida
de aromas y de encajes.
Gozabame en morir y me moria
de amor, con lentitud, con la agonia
4 un rojo sol poniente,
sobre un lago de sombra y lejania.
Fu 6un recuerdo no mAs, amada mia,
un recuerdo no mis, querida ausente!
1. No-w. 1912.
LA ALAMEDA
Entrega la vieja alameda
su cuerpo flexible a los besos volados del viento,
y desfallecen sus hojas de plata y de seda
en los brazos de un hijo del aire, de un amante la-:
mento.
Grada por grada
en la escala de bronce del eco
va saltando la alegre cascada
tras un rumor que es hermano gemelo del eco.
Es la vieja alameda del tiempo-vencido
que tiembla de ternura
escuchando la antigua cascada de un amor en olvido
que despierta en la sombra de un jardin de silencio
y murmura.
Heredia. 1906.
SUSPIRO DEL AIRE
Estd cincelando el Otofo
en hojas, medallas de oro.
Hay flautas llorando que se oyen
con pena: son dulces gorriones.
El aire, en suspense, florece
de trinos de amor, se embellece;
son huertos de blancos azahares
los trinos de adi6s en el Aire.
Este Aire, en espera, suspira
gimiendo de amor en su lira.
Este aire suspira, en espera
* de su fnico amor: Primavera.
New York. Nov. 1912.
RUMOR
., Por el arroyo, en la sombra,
bogan siete cisnes blancos;
va en un leve rumor de agua,
como en una barca, un canto,
un pensamiento venido
del alma de un ser human.
Son los cisnes de la lira,
es el rumor de lo arcano,
es el inmenso infinito
tras el velo de lo human.
Boston. Nov. 1912.
TRADUCCIONES DE STECCHETTI
DEVOLUClON DE UN RIZO
Estos cabellos tuyos, que te ofrendo,
cuando del viejo cofre los saqud,
quizas td no lo crees, yo los beset,
td no lo crees, yo los bese gimiendo.
El eco de tu voz lo estoy sintiendo
temblar en este cuarto en que te am6.
Y tu no los recuerdas ya-lo se-
los dias que vivimos juntos, riendo.
Decias que me amabas, con acento
de verdad, elevando a Dios la palma
de tu mano en serial de juramento.
Sincero fud? Te acuerdas todavia?
Para borrarlo de mi vida. mi alma
besa este rizo de oro y te lo envia.
Heredia, Oct. 1906
ENFERMO
Me duele la cabeza. Estoy enfermo,
en mis venas la fiebre es un torment,
estoy marchito y d6bil, flaco y yermo;
mas cuando pienso en ti, cuan bien me siento!
Mas cuando pienso en ti, cesa la pena,
y de esperanza el coraz6n se llena.
Por no penar quisiera, al fin, morir.
Mas cuando pienso en ti, quiero vivir.
Heredia. Oct. 1906.
POROUE CALLABAS
En el ambiente de la tarde oscura
flotaba el fino olor del campo arado,
y nos fuimus buscando la espesura
mientras chirriaba el grillo por el prado.
Tu mirar de paloma lo vi alzado,
cual mudo ruego, al cielo constelado;
Yo, que oi las palabras que no hablabas,
4ne enamor6 de ti, porque callabas.
Heredia. Oct. 1906.
OCTUBRE
Muero. Canta la alondra
de firms alas en el hondo cielo.
Y el tibio sol de Octubre
clarea y rompe de la niebla el velo.
Ebrio de vida un hdlito
humeando surge del arado llano.
Muero. Canta la alondra
y se oye apenas un mugir lejano.
Vuestra ptdrpura alegre,
florcillas invernales, no verd.
Ya estA mi cuerpo en ruinas....
Mafiana a mi balc6n no volverd,
Heredia. Oct. 1906.
DESEO
Mujer, quiero morir; mas confortado
con tu diafano amor,
sentirme al menos una vez amado
sin que me d6 rubor.
Quisiera darte el poco que me resta
de mi florida edad,
plegar en tu hombro mi cabeza enhiesta
y no despertar mns.
Heredia. Oct. 1906.
FLORES DE TUMBA
Cuando caigan las hojas ti vendrds
en busca de mi cruz al camposanto;
en un breve rinc6n la encontrards
con muchas flores de mi tumba al canto.
Desprendelas y adorna tus cabellos
con esas flores de mi ser. Los bellos
cdnticos son que medit6 a tu lado,
las palabras de amor que me he callado.
Heredia. Oct. 1906.
32.
EN UN BALCONY
Sentada a este balc6n, de luz vestida
por las estrellas tremulas, quizas
en la noche distarite escucharis
un grito que te da la bienvenida.
Aqui, donde una vez te am6 mi vida,
una ldgrima un dia encontraris;
crey6ndola rocio, te pondrds
en el pelo esa flor humedecida.
Esa gota no es gota de rocio
4lanqueada por el sol como el argento,
mas los vestigios son del llanto mio.
Ni pienses que aquel grito lo es del viento,
soy yo que estoy muriendo y que te envio
mi filtimo beso, mi postrer lamento.
Heredia. Oct. 1906.
LEJANA AUSENTE
Suena en la calle un 6rgano a distancia,
la tarde alada en mi ventana espera,
del campo viene a mi tranquila estancia
un hAlito gentil de primavera.
No se por que me tiemblan las rodillas,
ni por qu6 el llanto moja mis mejillas.
Poso en mis manos la abatida frente
y pienso much en ti, lejana ausente.
Heredia. Oct. 1906.
LA MUERTE DEL LIRIO
Y OTROS POEMAS
LA MUERTE DEL LIRIO
Acuestame, mamd, sobre las rosas
deshojadas;
acuestame, mama, sobre mis suefios,
como sobre una almohada;
estoy yerta y triste como una flor enferma;
se ha muerto para mi toda esperanza.
Acudstame, mamA, porque me siento
colgando'de la vida sobre el mundo de la nada,
como en el campo los flotantes hilos
de las efimeras arafias.
Asi estoy bien, mama. Entreabre ahora
el crittal de la ventana:
quiero sentir ese jardin fragante
sentado al borde de mi cama,
como un amigo
de la infancia
que acerca a mis narices su pafiuelo
empapado de esencias de montafia.
37
Mama, dame perfumes,
porque me embriaganl:
yo entiendo lo que dicen
las timidas gargantas
de las flores olorosas.
Mama, se rizan los claveles y hablan
una lengua penetrante,
en cuyas silabas de aroma muchas cosas olvidadas
resucitan,
se levantan,
y rien lo mismo que los nifios en tu alcoba
si los despierta el sol por la mafiana.
Acercame el florero: me gustan los claveles;
su piel, su cuerpo, su color y su alma.
Es una alma tan serena
el alma de esa flor que nunca engafia!
Mama, tfi crees que hay alma? La tenemos todos?
Si el alma es mariposa, la del hombre es una larva!
-No, suefio mio, tu no piensas! oye:
tu padre...
-Si, perd6name, ti lo amas!
Te ha comprendido alguna vez mi padre?
Verdad que no?... Tu labio tiembla y calla,
porque teme decir una mentira;
jainms te ha comprendido, alma de mi alma,
tus ojos me lo dicen,
me lo cuenta el silencio de tus Idgrimas.
A mi, Luis, no me comprende!...
-CAlmate Blanca!
Por qu6 te martirizas? Por que lloras?
Lirio de amor, ten calma!
-No me comprende Luis! Sup6n, me ha dicho
que las nifiitas de mi edad no tienen gracia,
que no hay en los capullos
ni un hermano del perfume que se oculta en las
entrafias
de las rosas bien abiertas
a la luz de la mafiana;
que las damas de treinta afios,
como copas rebosantes de vino de Champafia,
estAn lenas de luz, estAn llenas de fuego,
y tienen a sus pies, como a una sierva, la palabra.
Nosotras, las de quince,
no sabemos como se ama,
nos seducen-los semblantes
o el color de la corbata:
ignora Luis que toda mi existencia
esta suspense de las alas
de su voz, porque me Ilega
como de un bosque fresco, con la carga
de tesoros que no he visto nunca,
sino a trav6s del tragaluz de su mirada.
Por ella he descendido
al fondo de una gruta de esmeralda
y sorprendida me venci6 el encanto
de la limpara
mister osa que Aladino ha sepultado
en un rinc6n desa alma,
s61ida y luminosa
como el agua congelada
que duerme en las pupilas del diamante.
Mama, Luis no me comprende, y no ama
quien no puede comprender, quien no comprende
a la persona amada.
39
Extiendeme la colcha,
la colcha blanca;
serd mi iltimo suefio
y quiero morir amortajada
para que nadie aje mi cuerpo
ni siquiera con la luz de una mirada.
Di a Luis, cuando me busque,
que me dormi con la esperanza
de volver a los treinta afios!
Deja abierto el cristal de la ventana:
quiero sentir ese jardin fragante
sentado al borde de mi cama,
como un amigo
de la infancia
que acerca a mis narices su pafiuelo
empapado de recuerdos y de esencias de aquella
alma.
San Josl. 1902.
DE TARDE
Un mustio olor de rosas y cipreses
en los rincones del jardin se ampara.
Han temblado en el aire cinco veces,
las horas frescas de la tarde clara.
Junto al muro cubierto de follaje
la pena de una madre busca el hombro
de su hijo amado. El alma del paisaje
parece estar en pie, llena de asombro.
TIa madre 1lora y habla. Es un brasero
su coraz6n, donde el perfume estalla
como un ramo de azahar; es un reguero
de aromas y de l1anto. El hijo calla.
Si, quitame del alma este tormento,
ya no puedo vivir sin tu presencia
41
y cada nies, cuando partir te siento,
me da horror el semblante de la ausencia.
*Quisiera que ti fueses campesino
para vivir contigo en mi cabafia!
Cuanto amaria entonces mi destino
habitando los dos esa montafa!l
Y aquella madre se apoy6 en el hijo,
como en cipres la rosa enredadera.
Luego enjug6 sus ojos y le dijo
frases de amor, oliendo a primavera.
Pero el silencio las guard en secret.
Salieron del jardin, por el camino
de la ciudad distant, con el discreto
paso del que soporta un cruel destino.
Iban del brazo, como dos amantes,
tras los pasos menudos de la sombra.
La madre habl6: Cuin largos los instantes
de mi vida! Quien me ama? Quidn me nombra?
aCuando te vas la soledad me espera
regando su jardin de pensamientos.
Yo solo s6 llorar, como si fuera
un manantial de muchos sufrimientos.
tTodo este campo mi dolor lo abarca
como ahora a este sendero tu silueta,.
Y el cuerpo de la madre era una barca
fletada de perfumes de viol :ta.
Llev6 el hijo a sus ojos el pafiuelo
para enjugar el agua de su llanto.
Te hice sufrir, mi bien, mi claro cielo,
perd6name, mi amor, te adoro tanto!
aYo se que volverds a estos senderos,
endonde impresas hallare tus huellas,
que regarin de amor mis limoneros
ante el dulce fulgor de las estrellas.
tTd volveras, y entonces la alegria
en la arena de luz de mi conciencia
hundird sus sandalias, y ese dia
sere un sol de content en tu presencia.r
El hijo amado la bes6 en la frente
y se alej6 subiendo la colina.
El pensamiento de la madre, urgente,
vol6 tras 61 como una golondrina.
9?edia. 1908
LA OLA Y EL VIENTO
A dofa ESTER DE ZEI.LD6N
*Dia de pereza es hoyi le dice al viento
una ola y con discrete movimiento
extiende su falda verde de ancha guard
de flojeles de gaviota. El viento tarda
en responder a la ola. Piensa much.
Despues, abriendo sus alas de aguilucho,
se columpia en las espaldas de la ola,
diciCndole: iContemplaba el alba cola
de tu falda, salpicada de ficticias
c61eras de espuma, hinchada de caricias
que vaciabas en el seno de la playa
recostada frente a ti. La inm6vil raya
que forma el cristal del lecho de este mar
me hipnotiza y me sugiere un malestar
secret y hondo, como ansias encantadas
de cruzar las extensions desoladas
que los hombres aun no habitan, porque ignoran
44
su existencia. Extensiones en que moran
otros series invisibles que median,
que conocen mas que el hombre, que palpitan
con el alma y la armonia de los mundos
que mas tarde habrAn de ser los Nuevos Mundos
de la mente de los hombres.
Soy el viento;
y en la seda de mis alas va un portento
de energia, va la fuente de los siete
grandes mares que el mortal aun no somete
bajo el dombo de la urna de su ciencia;
mi fuerza estA hecha de luz y de conciencia.
Cuando soplo suavemente en la ribera
con mi rumbo al horizonte, mar afuera,
se salpica el mar de velas que se llevan
en sus combas los adioses que se elevan
de las manos a los mastiles ondeantes.
Y se alejan de la costa, por instantes,
las velas, como bandadas de gaviotas,
trasportando los adioses de alas rotas
que se marchan en la tarde hacia el misterio
de las aguas infinitas, al imperio
de lo ignoto bajo un cielo de esperanza.
Si aromados van de amor, les doy bonanza.p
Un cendal de blancos lirios puso la ola
por encima de sus hombros; luego, sola,
cdal si fuese persiguiendo un pensamiento,
se ech6 a nadar tras el vuelo de aquel viento.
Heredia. 1907.
SALOME
A Mlle. RALLI
La luna se levanta de su lecho
de ambar, como una blanca flor de plata.
Se oye la voz de Juan en la cisterna
donde habri de morir y en el palacio
la virgen Salom6, de blanco pecho,
desde el brocal de la cisterna le habla:
iCalla, mi bello Juan; tu voz es agua
que hinche cantando el cdntaro vacio
de mi ansia de adorar y ya estd Ileno:
te adoro, Juan, y debo hacerte mio
Quiero mirar tus ojos, dos cavernas
donde se agitan las panteras crueles
de tus miradas, de brillantes pieles,
frescas, como si fuesen dos cisternas.
Quiero hundir los jacintos de mis manos
en tus guedejas de le6n rugiente
y vagar por la tarde de tu frente
sintiendo en su interior esos arcanos
de pensamiento que turbaron mi alma.
No se yo cuintas noches escondidas
en tu melena estAn ni cuantas vidas!
Tu cuerpo tiene una altivez de palma
y me parece un temple, un bosque denso
lleno de blancos ciervos y azucenas,
un bosque de belleza ideal e inmenso
donde no hay aves que lamenten penas.
Tu rostro es un vergel donde se siente
un suave olor de mirra, es una fuente
murmurando en sus tazas de esmeralda
las palabras bellisimas de tu alma.,
Y fuese Salom6, con pasos tardos,
sofiando en la expresi6n de la cabeza
de aquel profeta y murmurando quedo:
Como el tallo flexible de los nardos,
bajo el peso del ala de la brisa,
se plegard a mi encanto su fiereza.p
El 6palo lunar de una sonrisa
brill6 en sus labios y sus verdes ojos.
Un velillo de pdrpura en la frente
de la luna roci6 de tintes rojos
la terraza de mdrmol del palacio,
las notas de la citara del viento
y las rosas de plata en los jardines.
47
Es una estrofa musical que danza
sobre la alfombra Salom6, y se siente,
en el ritmo gracioso de sus miembros,
el canto de la voz de los violines.
De pronto surge, en la argentada fuente,
la cabeza de Juan con nimbo de oro.
La danza se congela en la silent
nieve de luna del palacio blanco,
y un suspiro de amor con sus dos alas
de perfume y pasi6n cruza las salas
del rey Herodes.
Salom6 se yergue.
Como dos copas diafanas, henchidas
del divino licor de una plegaria,
alza sus ojos al supremo albergue
del misterio y de la dltima esperanza.
Turbada el alma, la princess danza.
Sus pies, de una blancura de paloma,
parecen, deslizAndose en la alfombra,
la plata de dos rayos de alba luna
sosteniendo el encanto de una sombra.
Y vuelve a hablar, y sus palabras tiemblan
bajo el peso infinite de su aroma.
Ya estAs en mi poder, bello profeta,
puedo beber el filtro de tus besos
en esa copa de coral que no habla
y bafiar el martirio de mis manos
48
en el agua lustral de tus cabellos.
Ya estAs en mi poder, bello profeta,
y puedo oir, con mis abiertos ojos,
la misica divina de tu rostro.
Para huir por la tarde de tu frente
con la ronda de fieras de mis suefios
pedi que la mafiana y mediodia
quedasen separados de la tarde.
For eso estAs conmigo, cumbre fria
de torre sin piedad que vino al suelo
como una rota flor y un don del cielo,
para el postrer amor de esta princess.
Mirindote, profeta, yo me postro
para escuchar, con mis abiertos ojos,
la mfsica divina de tu rostro.p
Y el cintaro de rosas de su vida
se volc6 sobte el agua de la muerte
para aromar las aguas de otra vida.
San JosJ. Dic. 1911.
*
LA LOSA EN EL JARDIN
There is a sepulcher
in every garden.
H. W. BEECHER
Desde la puerta del jardin la miro,
como espiga de luz entire las flores,
encendiendo la arena de zafiro
al paso de los limpidos fulgores
de sus ojos serenos.
Se desliza
con lentitud, como una joven brisa
en seguimiento de la tarde augusta,
y alli donde se para hay un suspiro
de admiraci6n por su belleza rubia.
Todas las plants la contemplan irse
con el secret duelo de la ausencia
y hacen por ello mas sutil la esencia.
de la mdsica ideal de sus aromas.
50
Las hojas miran con ocultos ojos
de insecto las imdgenes esbeltas
de esa mujer con un semblante de hada
y haciendo mds brillante la esmeralda
de sus espejos a temblar se ponen
con mil reflejos de pequefios soles.
En los arriates hay verdor de cesped
y moradas ojeras de violetas
que han llorado sus suefios de jacinto
con sollozos de aroma para el hudsped.
Cuando ella pasa hay mfisica de flautas:
el aura mansa acariciando sedas
y rasos en los bustos de las rosas,
en los dedos de blanca estefanotis,
en el talle ondulante de los lirios,
en las fieles memories del miosotis.
Lleva una lira esa mujer en su alma
y.el encanto infinite de las cosas
levanta st inefable melodia
en la lira de amor de su alegria.
El chorro de agua que acompasa al tiempo
presta humedad a las joviales horas
que habitan el jardin durante el dia
y da profundidad al pensamiento
qut remonta en la barca de la noche,
con velamen de luna, el ancho rio
de la meditaci6n de altas riberas.
Y pasa junto al chorro y se det:ene
a contemplar botones de camelia.
donde las fuerzas de la tierra abrazan
las fuerzas de la luz, las hebras de oro
y de plata,. de nieve y de inocencia,
para tejer los p6talos de raso
de esa armoniosa maravilla blanca.
Mira la savia, como virgen gracil,
Ilena de aspiraciones, ascendiendo
pde la oscuridad hasta el follaje
en donde el aire de cabellos de oro,
de frase embalsamada, la acaricia
ponidedole color sobre la frente.
No hay un rinc6n de ese jardin que calle:
todo parece musitar palabras
de amor y de alabanza en su presencia.
Pero ella pasa, recordando, amando,
como un pensamiento de la ausencia
por el azul de una memorial amante.
Pero ella va, por el jardin de su alma,
a la luz de crepfisculos perdidop,
viendo nacer las maravillas blancas
al borde de su dicha murmurante.
El inexhausto surtidor del tiempo
regando en su cristal perlas de instantes
la ha visto muchas veces, en la sombra,
escuchando la plata de las risas
de las mas bellas, las mas limpias horas
que en juego con las alas de las brisas,
prendidas en sus hombros de inocencia,
huyen danzando hacia la quieta dicha
coronadas de azahar y de jacinto.
Pero una noche, recorriendo arriates,
en medio de una atm6sfera de luna,
la joven tropez6 con una losa
de yerto mdrmol, sobre fresca tumba.
Un dulce jay! de mortal melancolia
cruz6 el jardin, bajando de la altura,
como una rauda goloridrina oscura.
De dulces ayes se pobl6 el ambiente,
como de rosas mayo, y con la frente
apoyada en sus manos de azucena
aquella dicha se deshizo en l1anto.
Viene a me=udo a su jardin la joven
para llorar sobre la yerta losa.
En su alma hay una citara doliente
que ante la melodia de las cosas
suspira y tiembla y se desgrana en quejas.
Se pronuncian palabras misteriosas
en los rincones del jardin, sumido
en aguas sin rumor de !ento olvido.
Hay como una agonia de palomas
en el rosal, en la camelia, en todo
cuanto tiene color o tiene aromas;...
porque en todo jardin hay una losa
y en toda alma un dolor, como una tumba.
San fosd. lAto. 1913.
4
VOCES DE SOLEDAD
A mis hijos.
VOCES DE SOLEDAD
Flota la soledad sobre el abismo
crepuscular de la apacible tarde,
que entra en la noche, como un gris navio
sobre la espalda azul del oc6ano.
El dia va acostandose. La tierra
alza las voces de su viejo harmonio
v se extiende una suave melodia
como un perfume por el aire tibio.
Ulta garganta de cristal murmura
en el riachuelo el canto de una ninfa
y le remedan su canci6n los ecos.
El sortilegio de la vida me ata
al irbol y a la piedra y al torrent,
y siento que mi espiritu se funde
en todas estas cosas: que yo vivo
en ]a curva graciosa de la piedra,
y respiro en las hojas de la planta,
y voy caitando en las sonoras linfas.
Se ha desbordado mi existencia y fluye
por los ocultos cauces de las cosas
como una sangre ideal, sangre de ninfas,
por las violaceas venas de las rosas.
S. Jost. 19 Set. 1910.
HORA DE TORMENTA
Alma viril, en tu secret sombra
vive plantando las esbeltas palmas
de tu interior jardin, mientras la injuria
falso y demente y desertor te llama.
Por qud te levantaste? Acaso no eras
feliz con tu existencia en la callada
mansi6n de olvido en que habit6 tu vida
en los primeros afios de tu infancia?
Aufre en silencio la tormenta. Es hora
de tentaci6n y de dolor, pobre alma;
quien desat6 sin reflexi6n los vientos
debe mirar la tempestad con calma.
San Josl. 26 Set. 1910.
SOLEDAD Y SILENCIO
SEsti en la Soledad toda grandeza
y en el Silencio augusto el alma fuerte;
tan s6io en el Silencio se oye el canto
de la vida viniendo de la muerte.
Casta, como una limpida mirada
en su traje de lgrimas, la estrella
que corona la frente de la aurora
al lado del Silencio es nmenos bella.
Mi Soledad es un jardin antiguo
en donde hMay muchos arboles y bancos,
por donde vago oliendo mis recuerdos
como perfumes de jazmines blancos.
Y en el Silencio, alto como un temple,
arden del pensamiento los fulgores,
como en los ventanales historiados
se incendian los santos de colors.
San JosC. O3 Set. 19110.
PLEGARIA A LA MANANA
Rosea y gentil mafiana
que tiendes velos de oro
por donde van tus plants,
para bafiarse en tu oro
las cosas se desnudan
y por la inmensa arena,
ante tu mar sonoro,
desnudas van las almas
que habitan en las cosas,
como las blancas horas,
como las castas rosas.
Rosea y gentil mafiana
que vas por nuestro valle,
con tu luciente bata
de trasparencia azul,
quemando los perfumes,
inciensos y resinas
en blancos'pebeteros
de lirios y azucenas;
riega alegria en mi alma
para bafiar mis penas,
como se bafia en tu oro
el alma embalsamada
de los floridos huertos
junto al rumor del agua.
Penetra en mi alma quedo,
rosea y gentil mafiana,
para encender mi huerto
de amor y de esperanza
en la serena lumbre
de tu primer mirada.
Mafiana de mi vida,
despierta mis sardines
dormidos al arrullo
de la ilusi6n del tiempo;
despierta el agua limpia
del manantial recuerdo,
y qu&date encendida,
como una rubia aurora,
en mi alma v en mi vida.
San Tosd. 15 Nov. 1911.
EN LA AVENIDA
Es una larga avenida
poblada de esbeltos alamos,
con sus fuentes recitantes
y sus palacios de mirmol.
Rientes parejas de amantes
estrechindose en los bancos,
fulgores de sol poniente
de los arboles colgando,
perfumes de bosque antiguo,
rosas desechas en llanto,
Stodo buile y todo me habla
un lenguaje del pasado.
Es la ruta de mi vida,
son mis suefios, mis ideales,
mis horas de blanco mirmol,
mis eastillos en el aire,
mis amores, mi pasado,
mis recuerdos recitantes
como el agua de las fuentes
sollozando en los estanques.
New York. 'Nov 1912.
EL PASO DEL VIENTO
Ante mis ojos incendi6 la noche
su tienda azul con esplendores de astros.
Por la solemne cathedral del bosque,
a trav6s de las naves, los leopardos
cautivos del silencio iban echlndose
en la caverna de la.sombra.
Pasos
inciertos de pavor huellan las hojas
del pavimento y un temblor sagrado
desciende de los astros a las ramas.
Ha pesto la quietud sus grises manos
sobre las sienes de la virgen noche
qde parece dormir sobre su manto.
La soledad envuelve la alqueria
con su silent y amoroso abrazo.
El suefio riega el dnfora de linfas
de hondo reposo en el azul remanso
65
del quieto valle y la colina muda,
y cada flor silvestre vierte el vaso
de sus perfumes en el limpio ambiente.
De pronto se levanta en el espacio
el grito augusto del clarin del viento:
ya lega el heroe de cabellos largos
con su tropel atronador de toros;
es un pastor de alisios en rebafio
que vuelve de los montes hacia el valle
tailendo su clarin de son preclaro.
Despiertase la noche y lanza un grito
que repiten gimiendo los leopardos
de aquel silencio que dormia en calma.
Por la piel de los troncos centenarios
sube a las hojas el furor del viento
y es un registro de 6rgano cada arbol.
Hay un rumor sinf6nico en la selva
despues que pasa el mugidor rebafio
y vuelve el oro de imperial silencio
a percutir sobre el sonoro sandalo
de la viviente cathedral del bosque.
Ahora se alza entire la sombra el canto
de plata de la Noche que se arrulla
de su honda teorba al armonioso encanto.
San Jose. Mas.o de 1912.
EN EL DESIERTO
Con las sienes apoyadas en sus manos de alabastro
pensativo el hombre mira la extension del hori-
zonte.
Por el aire va flotando, con la suave luz de un astro,
la mirada luminosa de la tarde sobre el monte.
Soledad de rubia arena con silencios de desierto,
nada mis ante sus ojos, nada mas ante su mente
de severe anacoreta, en su joven vida muerto
para el mundo de ilusiones que seduce, encanta y
'miente.
Cuando el vuelo de la noche temblorosa de misterio
se agit6 sobre las dunas, aquel hombre pensativo
escuch6 un rumor de oleajes en las costas de algo
etereo
un mugir de grandes monstruos, un rugir de mar
cautivo.
Su visi6n de anacoreta distingui6, sobre las dunas,
la esmeralda de las aguas de un oc6ano perdido
resurgiendo, fulgurante con la luz de muchas lunas,
como el ascua de un recuerdo de la tumba de un
olvido.
California. 22 Dic. 1912.
TRIBOL DE OLVIDO
La vieja casa en ruinas; las palmas estAn yertas
y todo en el jardin, que un tiempo fue un eden,
dej6 solo un fantasma: las rosas estan muertas
y nidos y perfumes murieronse tambidn.
El viento no tiene alas, la brisa no murmura
sus lInguidos acentos de ausencia y de temor;
parece que el silencio lorara sin ventura
la mfisica sin notas de algin distant amor.
En bahdas han volado los afios, cono garzas,
hurtdndole las gracias rosadas al jardin;
el tiempo no ha querido rozarse con las zarzas,
por eso es que han vivido las zarzas hasta el fin.
P.erdidas como trinos del ave que se ha muerto
se fueron las semillas que el hosco viento hall:
estan muertas las voces del placido concerto
que en noches argentadas aquel jardin oy6.
La Iluvia riega alli las flores sin perfume
que crecen con las zarzas que el tiempo no hollard,
el agua del silencio sin ruido se consume
en torno de la muerte que alli velando estA.
La tierra seca y dura que nutre esas espinas
nutri6 un vergel de petalos de esplendido color,
que dieron sus perfumes a bocas femeninas
cuando alguien les hablaba de dichas y de amor.
Por esas callejuelas regadas con arena
las horas de la dicha de alegre pie veloz
pasaron con sus trajes olientes a verbena,
alzaron los cristales vibrantes de su voz.
Con silabas de esencias las ramas florecidas
cantaron temblorosas un cAntico triunfal,
al paso de esas almas, al paso de esas vidas
que ya jams se asoman a aquel destruido umbral.
Murieronse los petalos, las almas de las rosas,
los himnos y los vuelos del ave del amor,
tan s61o se ban quedado las sombras angustiosas
durmiendo en el sepulcro su suefio embriagador.
Ternezas, juramentos, promesas y pesares
nacidos a la luz de lo eterno y lo inmortal
vivieron lo que viven los ramos de azahares
prendidos a las novias, en la mansion nupcial.
La tierra ya ha olvidado el pasear de los amantes
dichosos al contact de seda de algfin chal;
aquellos que pasaban contando los instantes
al son del agua fresca del viejo manantial.
El trebol del olvido aqui dej6 su alfombra
tendida sobre un mundo de suefios que pas6;
parece que hasta el tiempo temiera aqui la sombra
de todo cuanto 61 mismo sonriendo destruy6.
La dulce Muerte triunfa, la dulce Muerte dura
y nunca su dominio profundo concluiri,
su aliento perfumado de rosas y ventura
encima de esta tierra difunta flotard.
Heredia. 5 Oct. 1906.
4
EL ARBOL HERIDO
SCon alma de asceta se yergue vibrando
sin hojas ni frutos el arbol escueto;
en medio del parque solo 1l se levanta
como una column several de un temple.
Ni enreda, ni enflora en su tronco la rosa,
ni vierte un aroma en t nitido vaso
de luna y murmullos, de esencias y voces,
que lleva la noche temblando en sus manos.
Con hacha le hiere et sagaz jardinero
y es sangre la savia que llora en la herida:
el arbol se abate como alma en desgracia
y empieza a sentir ,i amor de la vida.
Un bilsamo de imbar la herida restafa,
las ramas se visten sus trajes de bodas
y un dia amanecen cubiertas de flores
sonriendo a los ojos de luz de la aurora.
Dolor jardinero, tf hieres el alma
a fin de bafiarla en un llanto divino
que la hace enflorarse con astros y suefios
y oler a- naranjos recidn florecidos.
S. Josd. 12 Abril. 190o.
.9
MARINA PONIENTAL
Hay un olor de yerbas
suspense en las barbas sedosas del viento
salado del mar.
El verdor de las pilidas confervas
aceita el pelaje del rebafio de olas cuyo acento
es un perpetuo balar.
Alas de nubes rotas
cansalamente remain y se ahogan
en el azul del mar y en el celeste azul.
Y entire esos dos abismos descansan las gaviotas
meci6ndose en la hamaca de las ondas, mientras
bogan
los crepfiscilos-barqueros rezagados de la luz.
S. Jos$. 15 Agosto. 1900.
ANSIAS
/ Hay melenas de alba espuma
en los hombros de las olas;
van nadando hacia la bruma
cenicienta de la costa.
Amorosas brisas cantan
en los nifstiles del barco
v las olas se levantan
para oir mejor el canto.
' Luego nadan, vuelan, se hunden
las sirenas de las aguas,
y mis ansias se confunden
con su rumbo y con sus ansias.
2. Enero. 1913.
TREGUA
El basalto de la roca, contrastado por las olas,
lanza un no, y altivo y duro, con sus manos como
prismas,
prende y rasga los corpifios verde-oscuros de las
olas;
pero luego, con furor, vuelven otras, o las mismas,
a roer en las rodillas aceradas del basalto
hasta hacer gemir la roca y abatirla desde lo alto.
Menos fuerte y mns altivo que los prismas de la
roca
con las alas de albatr6s fatigado me he tendido
sobre el pecho de la playa, donde el agua apenas
toca,
donde llegan solamente sus rumors o su olvido;
cuando venga la pleamar, con-sus iras encendidas,
volvere tranquilo al mar con las alas extendidas.
S. ose. I. Oct. i9oo.
POR QUE?
A donaa ELSA DE ECHANDI
PoR QUA? de Schumann.
*Por que?-dice esa mfsica divina
enlazando a las del piano las voces del violin,
como se enlaza al oliente limonero
la amorosa enredadera del jazmin.
oPor qud?--parece preguntar la voz del piano
y responder la del violin: Porque lamento
la muerte de la flor en el balc6n distant,
donde al claror lunar, al recitar del viento,
murmuraba algo de amor su traje blanco.,
Y el alma de aquel piano lorando su por qui?
subia por el llanto del violin como lo haria
por un rayo de sol, un rayo del aroma de una flor.
cPor que? Por qu6?--gimiendolas dos voces
interrogan:--Por qu6 estas infinitas
ansias de amor de lo divino? .C6mo
calmar la sed de las august8as almas
que van sobre la tierra con las alas
del arcdngel, mirando hacia los cielos?
Por que el dolor como una hiriente espina
en el tallo de rosas de la vida?
Por que las islas de esmeralda enfrente
de la desolaci6n de arenas de la desierta duda?
Por qud la tierra se convierte en mfsica
de santo aroma en los fragantes nardos?
Por qu el perfume spiritual del alma
en el vaso mortal de nuestra arcilla?
Y ahogada en llanto
la voz divina del violin moria.
oyendo la oraci6n de amor del piano.
S. Josd. 14. Enero. 1911.
ELEGIA
Cuando el traje de plata de la noche
se desliza entire los arboles, sacudiendoles sus flo-
res
de luna y de aromas, el viento sobre su harmonium
11ora
la melanc61ica muerte de las rosas
al carifio de las fuentes del calor y de la vida;
y ]lora tambiin el expirar de un dia
de amor y de sol, de esencias y palabras,
sencillas y sinceras, como corolas de campinulas.
La joven se esta yendo: su dolor es una lanza
vibrando en nuestras almas,
y su lay! es un crepisculo naciente
en las pflidas riberas de las aguas de la muerte..
La sombra, la piedad, las blancas horas
tafien sus arpas de dolor y loran
79
ante esa madre de melancolia
que s61o sabe contemplar a la hija
que se va, como un crepfsculo de otofio,
en la barca de la paz, por el rio del reposo.
San Jos{. 1911.
LA PLANT ENFERMA
De pronto comprendi.
La joven plant
en extasis sin fin, como una santa,
parece no mirar el amplio mundo
verde y azul de entorno. Hay un profundo
dolor de vegetal en ese tallo
indiferente al sol del mes de mayo,
indiferente al agua, al cielo, al viento,
con la resignaci6n de un sufrimiento
muy intimo, en un alma desolada.
Gemir se la oye a veces; pero nada
ineligible dice. Hay una amarga
conversaci6n de mfisica, una carga
de suavisimo olor en su presencia:
se exhala en un perfume su existencia
consagrada a morir tan lentamente
que no he podido, en su marchita frente,
reconocer su enfermedad mds antes.
Tiene el color de todos los amantes.
Rie un moment al sol, y luego, muda,
parece hundirse en una larga duda,
algo muy hondo, abismo de congojas
que hace temblar sus macilentas hojas
y estremecer su joven tallo. Siente,
en su abatido coraz6n de ausente,
como una vida de pasi6n ya muerta
en un pasado sin rumor, e incierta
desciende en su pesar, como la sonda
baja en el alma de cristal de la onda.
En torno de la plant la alegria
canta trinos de amor durante el dia,
la pl6yade fugaz de horas nocturnas
riega sobre los arboles las urnas
de una sutil quietud; pero la plant
enferma piensa y sufre y-no levanta
ya mis el coraz6n ni la cabeza:
ha bebido su savia la tristeza
en la edad de las aureas lontananzas.
Sus hojas son fallidas esperanzas
que moriran con ella en ese olvido
de los humildes, de los que han sufrido
en el lapso de una hora una existencia
tachonada de cactus sin clemencia.
Se abre en la vecindad una sonrisa
de ventura y de amor, la misma brisa
sacude con carifio la melena
graciosa de otras plants y envenena
de la enferma los iltimos instantes
trayendole perfumes de distantes
bosques felices que le dicen tanto
de' una vida mejor, libre de llanto.
La enferma hace recuerdos: en su vida
nunca sinti6 una rama florecida
llamar las mariposas, dar perfume,
y ahora que su vida se consume
recuerda un mis acd de lo present
y Ilora en su interior, como una fuente,
sobre el regazo de la tierra amiga:
en su vida anterior ella fue ortiga.
Pedregal. Heredia. 22 Feb. 1908.
4
EL ARBOL POETA
La noche derram6 su cabellera
por el cielo como una enredadera
de florecillas de oro. 1as dos zarpas
de un viejo viento hieren en las arpas
que cuelgan de los arboles: las notas
de sus sonantes cuerdas, las ignotas
voces del c6sped que contempla el oro
de las estrellas, el brillante coro
de las risas del agua, todo embriaga
mi coraz6n y el pensamiento vaga
por los c6ncavos senos del ambiente.
Me siento, y un grande drbol, frente a frente
de mi, me tiende sus flexibles manos.
Todos sus movimientos son humans:
ese .rbol siente, me contempla y piensa
no se que pensamientos de una intense
vida de Arbol que inventa un mudo idioma
ideal, como un espiritu de aroma,
para cantar la reflexi6n secret
de toda su existencia: es un poeta.
Como 61 sumerge el coraz6n al fondo
de las entrafias de la tierra, en lo hondo,
para sentir elaborar la vida,
para mirar el agua convertida
en ligrimas o en savia, sustancias
de minerales en las grandes ansias
de ascender a las cumbres del ramaje
o del ideal mis alto del linaje
de los hombres: ese drbol es poeta.
Sus rumors traducen con discreta
sabiduria el alma de las cosas.
Cuando llegan las horas silenciosas
ese drbol vierte de sus propias manos
aromas-pensamientos infrahumanos
que por el aire didfano se extienden,
y los series de entorno le comprenden.
El alma del poeta es un follaje
que canta en el silencio de un paisaje
los secrets profundos del subsuelo,
la voz del aire en cuyo ondeante velo
prende el perfume del amor, la sombra
de una angustia mortal que no se nombra,
los ideales del hoy y del mafiana:
su grande alma es toda el alma humana.
Heredia. 8. Set. 1907.
ULTIMO ADIOS
SAntes que tu yo dejare la tierra
ya sin encantos para mi, bien mio.
Antes que tf, yo dejar6 la tierra.
Estrechando mi frente entire tus manos
querrds adivinar mi pensamiento,
el postrer pensamiento de mi vida
que habrd de embalsamar tus blancas manos.
Tus labios posaran sobre mis ojos,
como una mariposa
sobre pdlidos petalos de rosa
y beberan la luz de mi existencia,
la inica luz que derrame en tu senda
de azahares y de abrojos.
Mis manos, sin caricias,
se callardn cuando las tuyas hablen
con la Cnica elocuencia
de su presi6n y su mortal silencio.
Y todo en mi, solemn, te habra dicho
que fui feliz y que part, tranquilo,
hacia los mundos inmortales
en mi barca de acacias sobre el Nilo
de las eternas, silenciosas aguas.
New York. 1912.
4
OFRENDA
Al Maestro K. H.
Con mi mas reverente adhesion.
*
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