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D. Sofonías Salvatierra y su "Comentario polémico"

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Title:
D. Sofonías Salvatierra y su "Comentario polémico"
Uncontrolled:
Don Sofonías Salvatierra y su "Comentario polémico."
Creator:
Chamorro, Pedro Joaquín, 1891-1952
Place of Publication:
[Managua]
Publisher:
Editorial La Prensa
Publication Date:
Language:
Spanish
Physical Description:
vi, 267, viii p. : ill. maps, ports. ; 22 cm.

Subjects

Subjects / Keywords:
History -- Nicaragua -- 1838-1909 ( lcsh )

Notes

General Note:
Cover title: Don Sofonías Salvatierra y su "comentario polémico."
Statement of Responsibility:
escribe, Pedro Joaquín Chamorro.

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Source Institution:
University of Florida
Rights Management:
All applicable rights reserved by the source institution and holding location.
Resource Identifier:
000137675 ( ALEPH )
24435251 ( OCLC )
AAQ3751 ( NOTIS )

Full Text





D. Sofonias Salvatierra


y so


"Comentario Pol6mico"




Escribe: Pedro Joaquin Chomorro

Autor de "Maximo Jerez y sus Contemporhneos"




EDITORIAL LA PRENSA
m d


r










A -w re- -






Mi libro "Maximo Jerez y sus contemporineos" ha cau-
sado verdadero revuelo en las filas del liberalism. Des-
de un principio fu6 recibido con insultos, y a falta de do-
cumentos que oponerle, se ha dicho que son de dudosa pro-
cedencia los que me han servido de fundamento. Pero ni
siquiera se ha ensayado una prueba contra ellos.
Cuando se anunci6 que don Sofonias Salvatierra iba a
refutar mi libro, crei que vendria algo nuevo. Nada de e-
so. Aunque el senior Salvatierra ha hecho un esfuerzo ma-
yor que los otros, se ha limitado, como todos los admira.
dores de un Jerez fabricado "ad usum propagandae, a pa-
labras y nada mas que a palabras.
Mucho escribi6 don Sofonias, pero no present ni un
solo document nuevo ni viejo que contradiga mis afirma-
ciones, 6 ponga en duda la autenticidad y fuerza de los
que yo cito o public. Se ha referido si a muchos qe los que
incluyo en mi obra, pero lo ha hecho truncandolos o tergi-
versandolos de modo que su sentido result distinto de la
intenci6n que quieso darle su autor. De esto doy mis de
una prueba en los capitulos del present libro.
Por esto, bien titul6 don Sqfonias su trabajo de "Co.
mentario Polimico". Esti alli su opinion, muy dura para
Fruto Chamorro, muy halagiiefia para Miximo Jerez, muy
despectiva para los legitimistas, muy lisonjera para los de-
mocrfticos. Pero todo eso no pasa de ser su opinion, y is-
ta no interest a la historic nicaragiiense tanto como los do-
cumentos en que ella debe descansar y descansa. S61o con
ellos se podria nulificar la reconstrucci6n hist6rica que he
emprendido.
Otro recurso del senior Salvatierra para desautorizar
mi historic sobre Maximo Jerez, consiste en repetir a cada
paso que odio a dicho personaje y que mi studio no es
mis que el product de ese odio.
-I-


K






Libre esta pni coraz6n de ese sarro mezouino que se
llama odio. Menos tengo por que odiar a Jerez, que- nin-
gun agravio personal me ha hecho. Yo naci diez afios des-
pues de su muerei. Me ha movido a esudriiar su vida y
escribir los resultados de esa investigaci6n, el hecho de ha-
ber sido' Jerez tina persona que lesempefi6 gran papel en
nuestras contiendas civicas, .yobre todo, porque se le quie-
re presentar a las juventudes como un ejemplo de patrio-
t iismo'-y de la vida Idigfta de imitci6n. ,No se explica que
un personaje asi despierte curiosidad? NNo es natural que
se trate de indggar la verdad sobre 61, estimulados por la
duda que suscitan sus bi6grafos ampulosos y sus apologistas
incondicionales?
A mi personalmente nada me han hecho ni Lutero, ni
Enrique VIII, ni Benito Juirez, ni Francisco Morazfn, ni
Justo Rufino Barrios, y sin embargo nunca podria escribir
de ellos una biografia laudatoria, porque sus obras no di-
cen eso, y sus ejemplos no son dignos de imitarse. De un es-
tudio imparcial de esos personajes tendril que salir lo que
ellos dan de su vida, y yerran lastimosamente los que atri-
buyan a odio personal de un autor, lo que describe dictado
por los documents de la 6poca y por los hechos de los
hombres cuya vida evoca.
Esto me ha pasado a mi, y no es culpa mia si Jerez
ha resultado muy distinto de como lo ban fantaseado auto-
res que no se atuvieron a los documents, sino a su interns
proselitista. La prueba es que don Sofonias Salvatierra ha
Squerido reconstruir con un "comentario" aauella figure de
fantasia que no corresponde a la verdad, confesando asi que
no puede hacerlo con nuevos y mejores documents, ni de-
mostrar que son falsos los que han servido de base a mi
studio.
Otro defecto que el Sr. Salvatierra achaca a mi tra-
bajo es que trato los sucesos aisladamente, porque paso en
silencio algunas cosas de .la historic del moment. Por e-
jemplo, me critical que no.diga "tus ni mus" sobre la entre-
ga del General Gerardo Barrios por el Presidente'de Ni-
caragua Martinez, ni del fusilamiento de aquel por el Pre:
sidente Duefias de El Salvador.
Debo advertir que yo no estaba escribiendo la histo-
ria de Nicaragua, sino la vida de un hombre, y en 6sta si
puedo asegurar que hay unidad. Cada acontecimiento en
que toma parte MAximo Jerez, o cada hecho de que es au-
tor, lo explico con sus antecedentes y causes junto con la
descripci6n y actuaci6n de los contempora.eos que en el
intervinieron. Maximo Jerez nada tuvo one ver, ni indi-
rectamente, en la entrega y fusilamiento de Barrios.

II-







En este modo de proceder se halla conforme conmigo
don Sofonias Salvatierra, cuando, contradicibndose, dice en
otto lugar de sus escritos: "Si el objeto del libro del Dr.
Chamorro es Jerez, todo lo demis debe considerarse como
incidente. ("Flecha", julio 16, 1949).
Afirma don Sofonias Salvatierra en el mencionado pe-
ri6dico dle la misma fecha, que el doctor Chamorro "cree
que la discusi6n hist6rica es como un asunto judicial en el
nue hay que hacer constar hasta lo que notoriamente es sa-
bido por todos".
No me parece que tal controversial sea precisamente se-
mejante a un bleito judicial, por la naturaleza tan distinta
de ambas discusiones. La historic s6lo debe tender a es-
clarecer la verdad y no a que le den a uno la raz6n aun-
que no la tenga; pues aun dAndosela sin tenerla, nada ha ga-
nado, porque en historic no hay cosa juzgada, por mas que
asi lo crda y reclame el senior Salvatierra.
Repetire lo que contest en aquella ocasi6n a don So-
fonias, que en tratfndose de historic no s61o hay que hacer
"constar", sino "probar", "hasta lo que notoriamente es sa-
bido por todos", y mis cuando atafie a lo que se ignore o
a lo que se sabe erradamente. Feorque en la historic re-
constructiva que he emprendido- lo que se alega como "sa-
bido por todos" carece de valor hist6rico si es impossible se-
guir sostenindolo despu6s de un examen critic, en pre-
sencia de los documents, de los sucesos, del caracter de
los personajes, de las fechas, etc. Luego, cuando se pone
en duda un hecho, y sobre todo, cuando se le niega la vera.
cidad hasta afora aceptada per todos, es precise justificar
por que hemos mudado de opinion.
De alli mi exigencia de la prueba "hasta lo que es sa-
bido por todos", a la cual don Sofonias Salvatierra s61o ha
podido contestar burlandose de que yo, para esos casos, re-
curro ya no s6lo a las citas, "sipo a largas y aburridas copias,
con que sorprendo al lector desprevenido o poco enterado
o cuidadoso".
Lo dice 61 que al fin de su prolija perorata IIamado
"Comentario Pol6mico" nos endilga toda una corona fine-
bre de Maximo Jerez, de verses, oratoria y articulos de sen-
tido exclusivamente laudatorios, aburridos, pedestres, sin
valor hist6rico alguno, igual a los que se prodigan a todos
los muertos que han dejado con qu6 pagar esa clase de im-
presos.
Pero si con esas "largas y aburridas copias" de docu-
mentos he sorprendido a mis de un cAndido o ignorante lec-
tor, ipor que don Sofonias, que no se tiene ni por despre-
venido ni por poco enterad6, no ha logrado demostrar en


- III -






qu consiste esa sorpresa que echa por tierra la figure de
Maximo Jemez, fantaseada por sus apologistas que han es-
crito .su novela en lugar de su historic? ZPor que no ha des-
cubierto el truco mediante el cual yo he convertido al Jerez
de la novela en el Jerez de la Historia? El no haberlo logrado
implica, o que don Sofonias Salvatierra es uno de los des-
prevenidos, poco enterados o nada cuidadosos; o que el Je-
rez que yo present es el verdadero y el de ellos el falsifi-
cado, el adaptado para la propaganda de las "miximas de-
testables", que dijo el General Francisco Miranda, herma-
no mas6n de don Sofonias.
Al reclamo de documents, don Sofonias Salvatierra
ha contestado que le basta el testimonio del licenciado Je-
r6nimo Perez porque era adicto a don Fruto Chamorro y
a la causa legitimista. Le he contestado oue don Jer6ni-
mo tuvo el m6rito de recoger nuestra historic perdida y le-
garla a la posteridad; pero que sus juicios no eran de gran
valor. Ademis, debe tenerse en cuenta que cuando Perez
escribi6,era yp adversario de los herederos politicos de don
Fruto Chamorro, y de alli el juicio contradictorio sobre es-
te personaje de cuando Perez era su partidario, y de cuan-
do compuso su historic situado ya en un campo distinto y
aun opuesto.
Por lo tanto, la explicaci6n. de por aqu ha torado don
Sofonias al Lcdo. Jer6nimo Pbrez como inico autor para res*
paldar sus afirmaciQnes, no me convince a mi, ni tampoco
al don Sofonias Salvatierra de 1930. Aquel afo, en una po-
lemica sobre el mismo Maximo Jerez, don Sofonias me e-
chaba en cara que no tenia mis apoyo que el dicho del Li-
cenciado Perez. He aqui sus propias palabras: .el Dr.
Chamorro no ha podido salirse de los datos y arguments
que le dan los mismos enemigos del gran combatido, los que
fueron a su vez panegiristas de los opositores de Jerez, nos es-
tamos refiriendo principalmente al Lcdo. Perez". ("La Noti-
cia", 24 de julio de 1930). Y mas adelante, en ese mismo
articulo, con ironia: "nosotros no le decimos que su arse-
nal anico es el Licenciado P6rez". En otro articulo suyo
se queja de que el doctor Chamorro afirma "sin mis infor-
mes de los que le suministra el Lic. PBrez'.
Aho'ra, despuis de 19 afios mis de studios hist6ricos,
el mismo don Sofonias opina que el arsenal de Perez es el
mejor para estos combates. "Mis de seis personas de las
mis ilustradas de Managua' se lo han dicho a don Sofonias;
y por lo tanto, no es precise hablar mis de eso.
Quiza esas seis personas "de las mis ilustradas' le han
descubierto asimismo que ya la historic no necesita de do-
cumentos, y menos la que es "sabida por todos". Dos Sofo-

IV -







nias de hace 19 aiios no pensaba asi, lo cual me autoriza
para afirmar que en ese espacio de tiempo ha caminado mu-
cho hacia atris.
En su articulo III de aquella pol6mica ("La Noticia",
12 de julio de 1930) don Sofonias Salvatierra me exigia "un
document de mayor valor y claridad" para demsotrar que
el Mensaje de Cabafias no anunciaba que la guerra de 1854
tuviera intenciones unionistas. Se lo exhibit despuis en mi
libro. En su articulo IV ("La Noticia" 17 de julio, 1930)
me acusa de "abrir un juicio fenecido sin nuevas pruebas".
(Juicio fenecido en historic!) En su articulo VI ("La No-
ticia", 19 de julio de 1930) hay un pArrafo de don Sofonias
Salvatierra que.puede estimarse la condenaci6n del m6to-
do hist6rico que hoy sigue el propio don Sofonias Salvatie-
rra. Dice: "Nosotros, pues, le exigimos al doctor Chamo-
rro... que present pruebas escritas, no reflexiones, las cua-
les, ademis de ser insuficientes para destruir lo que la
historic y la tradici6n nos han ensefiado respect del unio-
nismo de Jerez, 61 (es decir, yo) no puede asegurar que ta-
les reflexiones no son el resultado de una pasi6n fogosa in-
controlable".
Accediendo a su exigencia, me di a un studio de-
tenido y documentado sobre Jerez. Mas de ocho afios de
investigaciones, copias de documents, adquisici6n de folle-
tos, etc., me cost el trabajo. Alli lo tiene don Sofonias en
"Maximo Jerez y sus Contemporineos". ZNo es gracioso
que ahora me salga con que no se necesitan pruebas para
lo que "es sabido por todos", y que tales pruebas son "co-
pias largas y aburridas"? LNo es divertido salir 19 afios des-
pubs con el cuentecito, de que los seis sabios de Managua
lo han absuelto de la insuficiencia hist6rica de limitar sus
citas al arsenal del Licenciado P6rez, que tan escaso encon-
traba don Sofonias en aquellas calendas?


Para completar el studio sobre don Fruto Chamorro,
tan tergiversado por los liberals y demagogos a quien li
se opuso siempre triunfante, desfiguraci6n ahorq renovada
por don Sofonias Salvatierra, he creido oportuno reprodu-
cir cuatro articulos que el Dr. Carlos Cuadra Pasos public
en 1947. Llevan por'titulo general "Breve comentario a
una intense vida", y estin dedicados a examiner, con pluma
siempre elegant en el decir y honda en el pensar, la egregia
figure de quien se sobrepuso como hombre civil al imperio
del sable, al mismo tiempo que fundaba en Nicaragua el
partido politico del orden, sujeto solo a las leyes, que pron-







to convirti6 a Nicaragua en una Suiza centroamericana y
en una repiblica ejemplar que mereci6 ser citada en la ca-
pital de la culta Francia.

Managua, MDiciembre de 1949.

PEDRO JOAQUIN CHAMORRO.


- VI-








DON SOFONIAS SALVATIERRA Y SU

"COMENTARIO POLEMICO"

Escribe: Pedro Jooquin Chamorro
Autor de "Maximo Jerez y sus Contemporineos"



Motivo y Objeto
Mi estimado y querido amigo don Sofonias Salvatie-
rra me ha hecho el honor de dedicar a mi libro "Mfximo
Jerez y sus contemporineos" un "Comentario polemico".
Bien comprendo que no merece tanto su atenci6n este st
servidor, como el peligro que corre, a su parecer, la figu-
ra de su heroe predilecto, el Dr. y Gral. Maximo Jerez. De
no ser asi, es seguro que no se acuerda de este su amigo
para hacer de su libro un comentario tan prolijo.
Sin embargo, agradezco la atenci6n y los -conceptos
laudatorios que sobre mi expresa al principio de su lucu-
braci6n hist6rica.
Mas, como al fin y al--abo, don Sofonias Salvatierra
trata de desvirtuar las afirmaciones fundamentals hist6ri-
cas que he estampado en mi referido libro, me veo en el
obligado caso de comprobar que no he faltado a la verdad
hist6rica, trayendo como testigos de mi dicho los documen-
tos y autores que sirven de base a mis aserciones.
Tales son el motive y el objeto que me lleva a tomar
eo nuevo la pluma para escribir un tema que crei agota-
o; pero antes de entrar en material, echart un ojeada so-
bre el modo de concebir la historic de mi distinguido a-
nigo.
Con gran extraieza veo que don Sofonias se sulfura
un poco, porque alguien ha dado en resucitar ideas "atra-
sadas" y desenterrar cosas sobre las cuales la historic ha
liquidado cuentas; de tal modo, que don Sofonias no com-
prende "cuil es el fin que se persigue- ni la utilidad que
se saque".
Nada envejece tan pronto como la historic, dijo don
Marcelino Men6ndez y Pelayo; y con esto quiso decir que
-1-







nunca la historic liquid definitivamente cuentas con nin-
guno de los asuntos que trata, sino que ella esta constan-
temente sujeta a renovaci6n, a aumento o disminuci6n, a
correcciones de toda especie; y por eso, aquel gran sabio
e infatigable investigator, nunca-se cans6 de buscar nue-
vos documents, ni se pregunt6 jams qu6 fin perseguia
l1 mismo con esto, ni qu6 utilidad podria sacar. Tampoco
a Pastor, Weiss, CantVt, Lafuente y otros grandes historia-
dores se les ocurri6 esta peregrina pregunta, ni a don Jo-
se Dolores Gamez en Nicaragua, ni a don Ricardo Fernin-
dez Guardia en Costa Rica; porque sabian lo que estaban
haciendo, y no podian breer que la historic esti ya definiti-
vamente escrita; y menos en nuestros paises, donde el des-
orden, los incendios, los saqueos, las guerras civiles, etc.,
han dispersado y destruido tantos documents hist6ricos.
Los que hemos metido las narices en estas recondite-
ces de nuestra vida del pasado, los que a cada paso nos en-
contramos con novedades que permanecian ocultas, o con
mentiras ya consagradas por la incuria, la pereza o la ma-
la fe de nuestros historiadores, topamos frecuentemente
con sorpresas increibles. Nuestro amor a la verdad y a
la justicia nos ha estimulado entonces a poner las cosas en
su lugar, a sabiendas de que recibiriamos maldiciones de
los bien hallados con las mentiras convencionales que ha-
lagan sus pasiones o engrandecen al heroe de sus idea-
les. "No hay peor yugo que el de una idea falsa", ha di-
cho Edgard Quinet.
Pero que un historiador, in registrador de archives y
autor de 'libros hist6ricos tan ilustre como don Sofonias
Saivatierra, pregunte que se propone su colegg con estu-
diar la historic ypublicar sus resultados; que afirme que
"la historic ha liquidado" tales y cuales cuentas, esooes
inconcebible.
Digo sinceramente que me gustaria que mi apreciado
amigo don Sofonias Salvatierra no hubiera estampado es-
tas cosas; como tampoco me gusta oirlo repetir, sin discri
minaci6n, la historic adobada por don Lorenzo Montifar,
sin agregarle un progress, ni una variante, a pesar de lue
el mismo autor admiti6 que escribia con "falta de impar-
cialidad" (pr6logo del 3er. tomo, de la Resefia, pg. I y II);
ni que nos venga ahora hablando del "Dios del clero cat6-
lico". Los liberals han dicho que la confesi6n, el dia-
blo, el inferno y otras cosas son inyenci6n de los "curas".
Pero hasta ahora no habia oido decir que el Dios del G&-
nesis, el Dios del Sinai que nos di6 los diez mandamien-
tos, el Dios de la Cruz que nos redimi6 y salv6 al mundo,
era un Dios inventado por los cl6rigos cat6licos.
-2-







Francamente, me da tristeza que hable asi un escri-
tor tan ilustre, tan investigator, tan fil6sofo.
Tampoco me gusta el empleo que hace don Sofonias
del vocablo "tendencioso". Esta palabra la sacan a relucir
todos los enemigos de la critical sana. Quien no esta de
acuerdo con sus ideas, ese es un "tendencioso".
Pero 4quien no es "tendencioso" en esta vida? El que
trabaja para hacer dinero es "tendencioso"; tiene tenden-
cia a hacerse rico. El que describe, es "tendencioso"; quie-
re que le entiendan su modo de pensar y persuadir con 61
a los otros. Don Sofonias Salvatierra dice que el histo-
riador francs Mario Andre es "tendencioso",. Si, senior
tiene marcada tendencia a decir la verdad sin tapujos, aun-
que desagrade a los radicals. Pero don Sofonias Salvatie-
rra es tambi6n "tendencioso", con una tendencia terrible a
que se le crea bajo su palabra de honor en material de his-
toria patria, y a irritarse si se le contiadice; tiene tenden-
cia a no apearse de su opinion y a career que lo que 61 dice,
eso y nada mis, es la verdad. Segin esta tendencia, los
escritos de Mario Andr6 "tienen sabor proselitista". Pues
don Sofonias, deseng~iese, los suyos tambi6n. Montifar
era un proselitista. Yo encuentro en don Sofonias Salva-
tierra un proselito de don Lorenzo Montifar. Don Sofonias
tambi6n lo es. Sus escritos suenan a los del magister dixit.
Tampoco me gusta ver a don Sofonias pararse a des-
cifrar frasecitas insignificantes, para enrostrarme que de-
seo someter la Academia de la Historia de Nicaragua al yu-
go de ]a Real Academia de la Historia de Madrid. Yo no
he querido hacer esto ,sino que don Sofonias ha leido muy al
rev6s de lo que quise significar, sin duda porque no tuve
la habilidad de quitar a una frase su anfibologia. Yo es-
cribi que "Pedro Joaquin Chamorro es miembro de la A-
cademia de Geografia e Historia de Nicaragua, "correspon-
diente" de la Real Academia de la Historia de Madrid".
Este "correspondiente" bien se puede referir a Pedro Joa-
quin Chamorro o a la Acaremia de Madrid, y por lo tanto
no vale la pena detenerse en minucias de tan poca monta.
A ver si don Sofonias lo describe mejor.
Tampoco me parece digno de los quilates intelectua-
les de don Sofonias Salvatierra, su opinion de que los ex-
tranjeros no deben hacer las investigaciones sobre los mo-
tivos que nos empujaron a la independencia. Y es tanto
mfs extrafia esta opinion, cuanto que el propio Salvatie-
rra confiesa que sobre eso "no se han verificado entire nos-
otros studios suficienfes". No es precise hablar much
para demostrar que don Sofonias anda muy errado en es-
to. Cuidado que los extranjeros estin mis aptos para es-

-3-







tos studios que nosotros; pues ellos tienen lo que mas fal-
ta nos hace: archives y bibliotecas. Don Sofonias es buen
testigo de esto, ya que estuvo trabajando en el de Indias. Di-
ganos: Zpudo haber acumulado en Centro America todos
los datos ineditos que se le leen en su hermosa obra "Con-
tribuci6n a la Historia de Centro America", sacados del
Archivo de Indias?
No; es injusto despreciar la labor de los extranjeros
bien intencionados que se han torado el trabajo de inves-
tigar en los archives y consultar autores que s6lo estfn ya
al alcance del pdblico en las bibliotecas europeas o nor-
teamericanas. Ellos son .ms sabios por esta raz6n, que
por extranjeros.
Dice don Sofonias: "Dominado constantemente (se re-
fiere a mi) por las ideas del pasado, actualiza con ardiente
fervor los modes del pensar del ayer contra los espiritus
inquietos y revolucionarios, en cuya 6poca se plasmaban
con un alto miraje national patri6tico las maneras political
y juridicas que hoy son ya sentido comun social de los ni-
caragiienses, paralelas a los avances de la cultural universal".
Don Sofonias Salvatierra describe con elegant claridad;
pero a veces sacrifice la claridad para construir una frase
brillante. Me parece que tal le ocurre en la que acabo
de trascribir. Sin embargo, creo comprender que critical
mi empefio, segin 61, de opener a las ideas revoluciona-
rias de otras 6pocas, aceptadas hoy porque fueron impues-
tas aver a la fuerza, los "modos del pensar del ayer".
Si esto es lo que me atribuye, estA muy equivocado.
He puesto a los hombres de una 6poca frente a las ideas
de esas mismas epocas; miro la historic en su medio am-
biente del tiempo que corresponde. Don Sofonias la mira
a posteriori. Contempla las ideas del pasado, las com-
para con los resultados actuales, y se escandaliza de que
haya quien reviva esa lucha. Es decir, se escandaliza de
la Historia.
Por eso encuentra extraiio que quien se dedica a escri-
birla se halle "dominado constantemente por ideas del pa-
sado". Esto no es una desalabanza, sino el reconocimien-
to de una cualidad del historiador, como es la de situarse
Waste en el tiempo y lugar de los hechos que reconstruye.
S61o asi lograri hacer actuar y mdverse a los hombres de
acuerdo con las ideas, pasiones e intereses de su tiempo.
De otro modo, seria como juzgar a Cicer6n y a Julio Cesar
con nuestra ideologia cristiana, o retratarlos vestidos de
levita, con ancha corbata y prendedor de perlas.
Si yo "actualizo con ardiente fervor los modos del pen-
sar del ayer", es para-ponerlos a tono con los revoluciona-

-4-







rios de la 6poca; para averiguar si buscaban cambios en el
modo de pensar o apetecian el poder; para presentar al mis-
mo tiempo las resistencias y sus causes, explicar los contras-
tes de la lucha, y apreciar si obraron por patriotism o con
fMtuo sectarismo.
S61o asi se puede comprender la conmoci6n que cau-
saron y el origen de muchas de nuestras montoneras des-
tructoras, sin ideales. Presentarlos ahora deificados po; sus
discipulos y seguidores incondicionales, convertidos en es-
tatuas, estaticos, in6cu'os, sin pasiones; proclamarlos intan-
gibles como un dogma que debemos 'aceptar sin examen,
eso si seria desconyuntar la l6gica de la Historia, algo asi
como asombrarnos de que Carlos I de Inglaterra se haya
resistido a ser rey constitutional, porque hoy estamos vien-
do dar magnificos resultados a ese sistema.
Hay tambi6n en el pirrafo trascrito del senior Salva-
tierra un error hist6rico. Porque la mayoria de nuestras
"maneras political y juridicas" estaban ya establecidas cuan-
do Jerez com nz6 a figurar; y este s6lo puede ufanarse de
haber cultivado e inculcado en Nicaragua el racionalismo,
la impiedad, con que nuestro pueblo iba a marcar un retro-
ceso en sus costumbres morales, y un progresso" en la mon-
tonera, en el asesinato politico, en el saqueo, en la falta de
patriotism con la introducci6n de filibusteros, en el fatal
principib de que los ej6rcitos pueden deliberar y meters
en political; error este 1ltimo tan grave, que ha -consegui-
do subyugar una mente ilustrada como la del escritor y
fil6sofo don Sofonias Salvatierra, y precisamente en los
moments en que estA dando en Nicaragua sus frutos mis
amargos y funestos contra la democracia.
Dichas estas cosas a manera de pr6logo, entrar4 a co-
mentar el "Comentario Pol6mico" de don Sofonias Salva-
tierra.


n
El hecho religioso en la Independencia
Cuando comienzo a escribir este articulo, don Sofo-
nias Salvatierra ha publicado 10 de su "Comentario Polmi-
co", y.en ellos no encuentro una s6la prueba que descanse
en un document o en una cita de autor de peso. Pala-
bras, palabras; comentarios, comentarios; y eso que ya va
por el cuarto capitulo de mi libro. Por algo calific6 de
"Comentario Polemico", es decir, comentario pleitisto, su di-
luida perorata.


-5-







Yo seguir6 otro metodo: el de justificar con documen-
tos, o citas de autores que vieron los documents, mis a-
firmaciones hist6ricas.
Dice don Sofonias Salvatierra:
"Nadie puede negar con raz6n, que los Derechos del
Hombre fueron una fuente de inspiraci6n y de impulso para
la independencia de la America Espafiola".
"La religion no fue objetivo de ataque en el process
libertador. Ni aun el clero".
"%D6nde esti lo antirreligioso en la Emancipaci6n a-
mericana?".
Valgame Dios, ya no s61o tendr& que contradecir ios
errors hist6ricos de don Sofonias Salvatierra, sino tam-
bi6n corregir su manera de leer, o su modo de quererme
interpreter.
No he dicho yo que se atac6 la religion cat6lica en el
process libertador; y por consiguiente, mal podria sefidlar
lo antirreligioso en ese process. Subrayo esta palabra, por-
que en verdad no hubo tal persecuci6n "durante el proce-
so", pero si la hubo (y la hay todavia) una vez efectuada.
la independencia.
El hecho religioso "durante la independencia" se reve-
16 muy de otra manera de c6mo afirma don Sofonias Sal-
vatierra que yo la expuse en mi libro. Hice notar en e1
que hubo conflict entire las ideas que privaban en America
y las "detestables miximas" (calificadas asi po"r un franc-
mas6n), profesadas por la Reptiblica Francesa.
Estimx que esto era necesario para presenter el escena-
rio en que actuaria MAximo Jerez, ya que aquel conflict
persistia y estaba en lo mis fuerte, como que no ha termi-
nado todavia; y asimismo hice un breve resume del mo-
vimiento federal y las causes de su fracaso, tanto para com-
pletar aquel cuadro, como porque esta bandera fu el ca-
ballito de batalla que sacaba a relucir Jerez como pretex-
to, despubs del fracaso de cda una de sus montoneras.
Para fijar mi pensamiento contra erradas interpreta-
ciones, tratar6 de reconstruir la historic de los origenes de
nuestra independencia por lo que hace al lugar que en e-
se movimiento corresponde al hecho religioso.
Don Manuel Abad y Queypo, espafiol peninsular que
residia en M6xico en 1810, sefialaba las cuatro causes prin-
cipales de la inconformidad en las colonies, origen de la
independencia. Ellas eran: a) Desorders econ6mico; b) o-
presi6n de las razas del pais; c) abuses administrativos; y
d) abuses del Patronato. Esto iltimo correspondia al cam-
po religioso.


-6-







Cuando los americanos supieron la abdicaci6n de Car-
los IV y despu-s las palabras de Fernando VII, con que "ab-
solvia a los espafioles de sus obligaciones en esta parte
(ser sibditos de su persona) y exhortindolos a mantenerse
tranquilos, esperando su felicidad de las sabias disposicio-
nes del Emperador Napole6n" (palabras textuales, v6ase
Cuevas, Hist. de la Iglesia en M6xico, t. V, pg. 52), enton-
ces, dice otro historiador (Bancroft, III, pg. 3), se produjo
una inmensa conMoci6n, hubo manifestaciones de adhe-
si6n a la familiar real. "Y ademis -traduzco del ingl6s-
se resolvi6 que las autoridades y el pueblo renovaran su
fidelidad al legitimo soberano; que continuaran rigiendo
las leyes en vigor; que se mantuviera la unidad de acci6n,
por la causa de la religion, de la paz y del buen orden".
(Diciembre 13 de 1808).
El mismo P. Cuevas nos refiere que mientras hubo
rey en Espafia la inconformidad no pas6 de exposiciones
y reclamos; pero una vez que el monarch ces6 en sus fun-
ciones, no pudo detenerse la sublevaci6n. El escripulo de
fidelidad habia desaparecido. Sin embargo, asi y todo, la
sublevaci6n se produjo contra la tirania de Napole6n en
quien los americanos veian al propagador de las "miximas
detestables".
Hay un document que no debe ignorar don Sofonias
Salvatierra, pesto que lo incluy6 en su "Contribuci6n a la
Historia" (t. II, pg. 312), y que tambi6n public la Revis-
ta de la Academia de Geografia e Historia de Nicaragua,
tomo V, pg. 193. Es una exposici6n de various diputados a-
mericanos a las Cortes de Cadiz, fechado en esa- ciudad
el 19 de agosto de 1811.
Aseguran ellos que el levantamiento general de Am&-
rica no se debia al influjo de Bonaparte para dominar mis
facilmente a los criollos una vez divididos y debilitados;
que la sublevaci6n era mis bien contra los franceses y pa-
ra "su propia seguridad (de los colonos), para no ser en-
tregados a los franceses u otra potencia, y conservarlos a
Fernando VII,a quien todos han reconocido por su rey, y
cuyo noibre han proclamado siempre".
A continuaci6n hacen insistentes protests contra la
dominaci6n de Napole6n que era entonces el representante
y adalid de las "maximas detestables". Repetidamente se
lee en aquel document frases como esta: "En los pue-
blos de America, el temor de ser entregados a los france-
ses era gravisimo y fundado".
Para desvirtuar que la influencia francesa, y menos la-
entonces lejana revoluci6n jacobina, era la que movia la
sublevacion de los criollos, alli va ese parrafo del mismo

-7 --







document que es una negative rotunda a la afirmaci6n
de don Sofonias Salvatierra, de que "Nadie puede negar
con raz6n que lo$ Derechos del Hombre fueron una fuente
de inspiraci6n y de impulse para la independencia".
"El influjo de los franceses es falso, no porque ellos ha-
yan dejado de intentarlo, sino porque no ha surtido efec-
to. Bonaparte se ha valido de various espafioles en calidad
de agents para atraer asi a las Amnricas, pero 6stas, uni-
nimemente sordas a su voz, a pesar de las promesas hala-
giiueas que la acompafian, han quemado por mano del ver-
dugo sus proclamas, *han ajusticiado a sus agents que han
habido a las manos, y ban detestado al gobierno de que
proceden".
El Padre Cuevas cita la -explica'ci6n que di6 Morelos
en su process por haberse sublevad6: "que nunca debia re-
conocerse al senior D. Fernatido VII, porque no era de es-
perar que volviese o porque si volvia habia de ser con-
taminado" (Hist. de la Iglesia, V, 48).
Don Sofonias Salvatierra se resisted a reconocer la au-
toridad del historiader Mario Andre, sobre que el movimien-
to de independencia fud de anti-revoluci6n francesa. Lo
califica de "tendencioso", y lo tira al cesto de los pape-
les initiles. No participo yo de esta condenaci6n sin au-
diencia, porque ademis de que el francs ha trabajado a
base de documents y autores de peso, finico fundamento de
una buena historic, encuentro que estA corroborado su di-
cho por otros historiadores.
En la "Breve Historia" de America por Carlos Pereira
se lee: "En los albores de la Revoluci6n Francesa tuvo (Mi-
randa) el pensamiento de aprovechar la corriepte sentimen-
tal iniciada por este movimiento, aunque bien pronto las
persecuciones que sufri6 le hicieron adversario de la anar-
quia, del regimen directorial y del Imperio". (Pg. 420).
Otro autor modern, que si tiene alguna tendencia es
hacia el campo liberalizante y radical de don Sofonias Sal-
vatierra, el professor uruguayo Lincoln Machado Ribas, en
su obra premiada: "Movimientos Revolucionarios en las Co-
lonias Espafiolas de Am6rica" (1940)), -dice a la pg. 162,
que "se ha exagerado bastante" la influencia de los enci-
clopedistas y revolucionarios franceses en los movimientos
revolucionarios americanos; y 'esto lo explica, agregando
que "no es possible career que una construcci6n ideol6gica
abstract, novedosa y extranjera, haya podido convulsionar
un ambiente tan poco letrado, tan efecto a las soluciones
de caricter practice y de tanto apego a las tradiciones co-
mo receloso de lo extranjero".

-8-







Entre esas tradiciones hay que contar el hecho reli-
gioso.
Segin Ribas, a los criollos no los movilizaron ideas
abstractas (los Derechos del Honibre, agrego yo), "sino que
era precise una situaci6n efectiva... y esa fu6 la obra del
propio sistema expoliativo que impuso la Metr6poli a sus
colonies".
Agrega que las ensefianzas de los enciclopedistas con-
tribuyeron a desacreditar el regimen colonial; pero eso pro-
dujo efecto mis tarde. El autor se hace cargo de la fas-
cinacion que sintieron por la Revoluci6n Francesa "algu-
nos espiritus claros, embriagados de idealidad y de roman-
ticismo", como Narifio, Vargas, Caro y sobre todo Miranda.
Mas respect de la divulgaci6n que hicieron algunos "de
las ideologias de los revolucionarios franceses", afirma que
tal propaganda di6 resultados contrarios. He aqui sus pa-
labras:
"Pero tambi6n actuaron negativamente (aquellas di-
vulgaciones) en otros espiritus. Los insurrectos norteame-
ricanos eran considerados herejes por los criollos cat6licos
y se les profesaba particular desconfianza".
"En cuanto a los revolucionarios franceses -continda
Ribas-, tambien alarmaron a muchos: el terror a los ja-
cobinos no era s6lo propio de los gobiernos que los calum-
niaban, sino que, en general, participaban de 1e todos los
privilegiados y ademis los timoratos y los cr6dulos".
Para finalizar con esta cita, saltemos a la pagina 167,
donde el autor ha estampado estas palabras que no dejan
lugar a duda de la influencia contraria que la Revoluci6n
Francesa suscit6 en el movimiento de independencia, a cau-
sa de su ideologia .y terrorism. "La experiencia de la Re-
voluci6n Francesa fu' juzgada por los criollos (mal infor-
mados acerca de ella), eemo negative y mas bien los apart
que los impulse a la rebeli6n". El parentesis es del autor.
Para los que saben la historic conventional calumnia-
dora contra Espaiia, sera una sorpresa lo que voy a decir, y
aunque fundado en un document, no me forjo ilusiones de
que abandonen su acomodaticia y sectaria historic. Se ha ha-
blado hasta el exceso de la tirania del gobierno espaiiol.
Sin negar que hubo errors concretados en los cuatro pun-
tos de Abad y Queypo, es lo cierto que en el afio de 1838
ya los antiguos colonos de Centro Am6rica aioraban los
felices y quietos dias de la colonia. Eso consta en una
exposicion de la Municipalidad de Tegucigalpa a la Asam-
blea Constituyente de Honduras. El document se halla en

-9-







el tomo III, pg. 280 de la Reefia Hist6rica de don Loren-
zo Montifar, y dice asi en la parte conducente?.
"Despues de una large y triste carrera political, en que
la experiencia nos ensefi6 lo defectuoso de nuestras insti-
tuciones. Despubs del bullicioso desorden, que sucedi6 a
la paz sepulcral de que disfrutabamos en tiempo del Go-
bierno espaiiol. Despues, en fin, que las revolucionnes intes-
tinas, nos despojaron de la libertad, la justicia, la seguri-
dad y dbmis garantias que han tenido por objeto las so-
ciedades humans; los pueblos todos de la Republica die-
ron la voz de reformss. Esas revoluciones intestines son
las que vinieron despubs de la independencia.
Esto quiere decir que es falso, por lo menos en la mag-
nitud que se present, la tirania colonial; y lo explica ma
el miedo de los criollos a lo que esperaban de Napole6n, a
quien-calificaron de tirano, sobre todo en el campo de lo
religioso.
El miedo de los americanos a la irreligiosidad estaba
tan arraigado, que no faltan historiadores y soci6logos que
atribuyen a una de las causes de la independencia la reac-
ci6n contra el volterianismo que privaba en la Peninsula
desde much antes de la independencia. El P. Cuevas ci-
ta un document6o-eh que se compare a los reyes de Espa-
fia con los de Inglaterra, y salian perdiendo aqu6llos, como
espoliadores de la Iglesia a titulo del Patronato. (Hist. de
la Iglesia en M6xico, V, 85).
El mismo autor en su "Historia de la Naci6n Mexica-
na", pg. 381, dice: "En la independencia de Mexico tuvo
parte muy principal la Iglesia". Y despubs de exponer las
eyes persecutorias que venian de Espafia, y sobre todo
"el espiritu de que procedian", agrega:
"Los males, pues, que amenazaban al pueblo mexica-
no en sus interests mis elevados, fueron los que hicieron
temer a la Iglesia y al mismo pueblo sensato. Por esos ma-
les, mas que los materials, los pensadores fueron viendo,
cada vez mis claramente, que la separaci6n de Espafia era
el iinico medio de librarnos de ellos". (Pg. 382).
El conflict ideol6gico de que hablo en mi libro, so-
brevino en C. A. despu6s de efectuada la independencia,
cuando una parte de sus pr6ceres, afectados desde antes por
las "miximas detestables", las quisieron imponer y las im-
pusieron a fuerza de despotismo; y ese es el resultado del
liberalismo triunfante" de que se jactan sus adeptos del
present.


- 10 -









Sistema unitario convertido en federativo
Quizas el origen de la Constituci6n federal centroame-
ricana est6 fuera de lugar cuando se discute a Maximo Je-
rez y sus contemporaneos; pero mi estimado amigo ha que-
rido llevar alli el debate, sin duda para impresionar sobre
que yo desconozco el tema y que trato las cosas de la his-
toria patria con harto descuido y ligereza. CImpleme, pues,
justificar que mi amigo Salvatierra esti equivocado.
El choque de las "miximas detestables" de la revolu-
ci6n francesa, con los principios cat6licos que dominaban en
toda la America Espaiola, no pudo ser spectacular en la
Amnrica Central, porque nuestra independencia se efectu6
sin lucha, como consecuencia natural de la de Mexico.
El pugilato se manifesto despues, en el afin de im-
poner las "maximas detestables" a la fuerza, con actos de
arbitrariedad en que intervinieron las bayonetas; y en o-
casiones, aun contradiciendo el espiritu y la letra de las
leyes democriticas que ya regian. V. gr.: Al decretar pre-
via censura para las Pastorales de los Obispos y otros do-
cumentos eclesiasticos frente a la amplisima libertad de im-
prenta establecida.
El primer paso que se di6 en ese sentido fu6 la adop-
ci6n del sistema federal inventado por Montesquieu, copia-
do en los Estados Unidos y recopiado en Centro America;
por lo cual con raz6n dijo de 6l Carlos Pereira, que era copia
de una copia.
E. G. Squier nota que los procedimientos de la .A-
samblea Nacional Constituyente de 1824, recordaban los de
]a convenci6n francesa con sus prejuicios jacobinos.
Yo escribi en mi libro que habia sido un error haber
constituido a Centro America en una forma federal "a imi-
taci6n de los Estados Unidos". Mas adelante la llama "co-
pia", por ser demasiada ajustada al modelo. Don Sofonias
se yergue triunfante y exclama: "Digamos que adoptar un
sistema no es copiarlo". Huelga tan sabia advertencia, pues
el mis ignorante sabe eso, y yo mismo lo hice constar cuan-
do la nomin6 "imitaci6n". Us6 la palabra "copia" en sen-
tido lato, como si dijera que los c6digos de Guatemala de
1834, 1835 y 1836 fueron una "copia" de los que hizo Livings-
ton para Luisiana, aunque Barrundia los haya acomodado
o adaptado a Guatemala al traducirlos. En el mismo sen-
tido emplea Pereira la palabra "copia". -
Pero hagamos a un lado estas tActicas de don Sofonias,
de las cuales ya presentar6 otros ejemplos en que atenta


- 11 -







contra el re6to significado de los vocablos, y pasemos a la
sustancia del hecho hist6rico que trata de la organizaci6n
federativa de Centro America.
Comenzare por descartar la intervenci6n que atribuye
el senior Salvatierra a la familiar Aycinena en la Asamblea
Nacional Constituyente de Centro America. No habia nin-
gun Aycinena de diputado, y'nadie menciona ese hecho, ni
Mont6far, tan enconado contra aquel apellido. Las opinio-
nes del Pbro. don Juan Jos6 Aycinena vinieron despues, en
sus celebres folletos llamados Toro Amarillo, publicados en
los Estados Unidos en 1832 y 1833, luego de haber estudia-
do el sistema en el propio terreno donde se practicaba con
6xito, y en presencia de los malos resultados, ya patentes,
que'daba en Centro America.
La division de los partidos cristaliz6 bien pronto en los
que profesaban las ex6ticas "maximas detestables", imita-
dores services de los jacobinos franceses; y en los que opi-
naban por seguir fieles a la tradici6n national. Reprodu-
je en mi libro la descripci6n que de ellos hace en sus Me-
morias el liberal don Miguel Garcia Granados, sin que don
Sofonias la objetara. Los primeros se llamaron liberals;
los segundos, conservadores. Vamos a vei quidnes vieron
con mayor claridad y aconsejaron con mis. patriotism.
Los conservadores querian el regimen unitario, centra-
lista, aprendido y practicado por los centroamericanos en
una escuela de 300 afios. Los otros bregaban por implantar
la federaci6n, que tenia sus raices en las "maximas detesta-
bles", y era nuevo en Centro America, incompatible con su
pobreza y estado intellectual.
Voy a demostrar que no se ajustan a los documents
y sucesos de la 6poca las dos aseveraciones de don Sofo-
nias Salvatierra, de que el grupo de los federalistas "(a) se
inspiraba en la tradici6n, y (b) obedecia a los impulses de
las provincias".
No habia tradici6n federalista en Centro America (ni
en ninguna secci6n de la America Espahola). Por el contrario,
la tradici6n era el centralismo unitario. Lo ex6tico fue la
Federaci6n y de alli su fracaso.
A la prueba me remito.
En el peri6dico "El Centro-Americano" dirigido y re-
dactado en Guatemala por don Jose Francisco Barrundia,
en el N9 10, correspondiente al 15 de agosto de 1833, pg.
127, se lee:
"iEn qu6, pues, consisti6, y d6nde se hall este poder
cuando se puso en libertad la Naci6n, cuando se form la
Asamblea Nacional? Este poder de cinco soberanias no
existia, no se mostraba, ni se reclamaba en nada. La A-


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samblea Nacional regia por un gohierno republican, pero
c6ntrico, con todos los caractares y toda la unidad de este
regimen. Las Provincias eran anuentes, y le prestaban una
obediencia espontinea y expresa. El gobierno general
mandaba directamente en los departamentos, y nombraba o
separaba sus funcionarios. Y los Estados no aparecieron
ni se proclamaron tales hasta que se adoptaron las bases
del pacto o la Constituci6n. ZD6nde estaba entonces la pre-
existencia y coeternidad de cinco soberanias diferentes?
SQu6 ojos pudieron descubrir esta organizaci6n invisible y
misteriosa no vista por los hombres de aquella 4poca ni
por los enemigos de la Constituci6n?".
Las preguntas de Barrundia parecen escritas especial-
mente para don Sofonias Salvatierra. Que las contest 61
si puede.
Que la Constituci6n federal de 1824 no "obedecia a los
impulses de las Provincias", como quiere don Sofonias, lo
demuestro con los siguientes documents:
El diputado por El Salvador don Jose Francisco C6rdo-
va, en su voto razonado del 8 de julio de 1824, escribia lo
siguiente, nota 11: .
"De los seis'pueblos que formaron el Distrito Electoral
de Santa Ana y Metapin, que me honr6 con su apreciable
confianza, nombrAndome su/Diputado a la Asamblea Na-
cional Constituyente, no todos me dirigieron instrucciones,
sino los de las villas de Santa Ana y Metapin, y los de Te-
xistepeque y Chalchuapa por medio de sus respectivas Mu-
nicipalidades. En estas instrucciones, nada se me previno
en cuanto a la forma de gobierno que hubiese de adoptarse
en la.ley fundamental".
En "Pro Patria" por don Francisco Maria Iglesias (1900),
pg. 21 se publicaron las instrucciones a los diputados de
Costa Rica a la A. S. N. C. de 1824, expedidas con fecha 18
de marzo de 1824. En ellas se lee:
"No se ha apetecido en esta Provincia el Gobierno Cen-
tral porque se juzgue preferible en absolute, sino porque
en el estado de atraso en que se,encuentran las provincias
del Reino, parecia inadecuado por ahora a sus circunstan-
cias el federativo".
En el tomo I de la Revista de la Ac. de Geografia e
Historia de Nicaragua pg. 46 se publicaron las instrucciones
de la Provincia de Nicafagua a sus diputados en la A. N.
C. de 1824. Alli se les faculta para "poder former uni6n
y confederaci6n con todas las Provincias del Reino"; pero
no especial y categ6ricamente una Federaci6n. En cambio
los instruyen de que en el cumplimiento de lo "ariiba ex
presado" siempre debian proceder sobre las bases siguien-


- 13.--







tes: "Primero, la de profesar como inica la Religi6n Cris-
tiana Cat6lica, Apostolica y Romana. Segunda, la de la
Soberania Nacional y de la division de poderes".
Donde se ve claro que la forma unitaria o confederal
(ni siquiera se habla de federaci6n) era punto secundariq a
los otros dos enunciados como indispensables para cualquier
caso.
La adopcibn del sistema federal no se hizo sin-gran o-
posici6n y en ella se enumeraron todos los inconvenientes
del sistema, asi como que no era el resultado del "impul-
so" de las Provincias. Los diputados Fernando Antonio
Davila por Guatemala, el Can6nigo Jos6 Maria Castilla que
nunca quiso firmar la Constituci6n cuando fu6 ratificada
por no convenir en la federaci6n, y el citado don Jos6 Fran-
cisco C6rdova presentaron votos contra el sistema. El del
ultimo de ellos lo public integro don Jos6 Dolores Gimez
en su "Archivo Hist6rico", pg. 279. Es un extenso docu-
mento muy bien razonado, una verdadera pieza de estadis-
ta, cuyas profecias resultaron veridicas muy pronto. Recor-
dare algunos pasajes de ese celebre voto:
"Para levantar el plan de nuestrq edificio social sobre
las bases de un sistema federativo, se ha fundado principal-
mente la Comisi6n de Constituci6n, en el hecho, siempre
repetido y nunca comprobado, de que tal sistema es el mis
eonforme a la voluntad general de los pueblos; y si fuese
asi, si en efecto hubiese esa voluntad general, si fuese per-
fecta, decidida y manifestada de un modo inequivoco; en-
tonces los diputados, nada mis tendriamos que hacer que
conformarnos con el voto piblico. Mas yo no veo d6aide
esti esa voluntad general; y examinando la situaci6n real
y efectiva en que nos hallamos, creo que s61o una mino-
ria, y una minoria tan imperceptible, que viene a ser insig-
nificante, es la que quiere el sistema federal".
"...los destinos de que abunda el sistema federal acaso
son el primer agent de su aclamaci6n..."
"En tales circunstancias, y cuando lejos de manifestar-
se ni por la prensa, ni por otros medios, la verdadera opi-
ni6n p6blica, antes bien hay motives de inferir que ella no
estA por el federalismo, yo no s6 en qu6 pueda fundarse
la Comisi6n para asegurar que tal sistema es conforme a los
deseos del pueblo. Lo es al de un pequefio niumero que a-
provechandose del silencio general, grita por todas parties
y quiere persuadir que su voto es el voto pfblico".
"...debi6ndose tener por mejor para nuestros pueblos
aquel sistema que mis se acomode a sus circunstancias,
.debe reservarse el federalismo para un tiempo mis feliz".
He aqui Jas cuatro inconveniencias que C6rdova sefiala
14 -







para un sistema "tan perfect como dificil": "19-La falta
de ilustraci6n. 29-La dificultad de reunir los pueblos pa-
ra la formaci6n de los Estados. 39-La falta de hombres
para el crecido numero de destinos que exige dicho sistema.
49-La pobreza general que no permit aumentar los
gastos".
ContinUa C6rdova:
"Despues manifiesta la (Comisi6n redactora) que la
Constituci6n de los Estados Unidos del Norte, es el modelo
que se propone imitar; y esto basta para conocer que la difi-
cultad de lograr su objeto, sera tanto mayor, cuanto es mas
grande la diferencia que hay de aquellos pueblos a los nues-
tros"
"No es menor el obsticulo que result del estado de
division y rivalidad en que se hallan los pueblos".
Cuando C6rdova quiso hablar contra la adopci6n del
sistema federal, trataron de impedirselo. Caus6 much ex-
trafieza al diputado salvadorefio que le estorbaran este de-
recho precisamente "los que mis se preciaban de liberalss.
Pero ahora a nadie sorprenderia, despu6s de una experiencia
de siglo y cuarto de liberalismo centroamericano.
No debo alargar mas este articulo. Basta con lo ex-
puesto para convencernos de que los sucesos y document,
tos trascritos someramente, no apoyan la afirmaci6n de don
Sofonias Salvatierra, de que "en Centro America llegamos
ipso facto a la Federaci6n, esto es, como consecuencia in-
mediata de la Independencia".


IV

"La Diferencia que hay de aquellos pueblos

a los nuestros"
Contra estas palabras de don Jose Francisco C6rdova,
diputado salvadorefio en la Asamblea Nacional Constitu-
yente de 1824, describe don Sofonias Salvatierra en su se-
gundo articulo ("Flecha" 7 de junio): "Los Estados que for-
maron ]a Uni6n Norteamericana, lo fueron, de aniloga ma-
nera, como los que constituyeron la Repiblica de Centroa-
merica".
Me propongo ahora refutar este otro error hist6rico.
Don Sofonias, con un razonamiento bastante confuso
y ambiguo, contradice su tesis. Repasemos su argumenta-
cion. Los parentesis y subrayados son mios:
15 -







"Aquellos (los EE. de la Uni6n Norteamericana), se
Ilamaron Colonias con menos unidad que los nuestros (ya
tenemos la primer diferencia), que se lamaron Provincias
primero, e Intendencias despu6s. (El nombre nada aclara).
Alli no tenian la liga que habia aqui de la Audiencia y la
Capitania. (Es decir, alli no habia lazo de unidad, aqui si.
Otra diferencia). Al constituirse como entidades libres, las
Colonias se Ilamaron Estados, y aqui de id6ntica manera,
las Provincias se Ilamaron lo mismo. (Esto no prueba que
la federaci6n se realizara de analoga manera, ni por anilo-
gos motives). En los'Estados Unidos, las Colonias tenian
existencia sui g6neris entire si y en relaci6n con la madre
patria (cierto, pero esa relaci6n sui g6neris era muy distin-
ta del lazo de las Intendencias con Espafia); en Centroam6rica
las Provincias o Intendencias estaban constituidas, legal-
mente constituidas". (Esto no ilustra el, punto. Estaban
"contituidas", es cierto, pero ligadas entire si y bajo el do-
minio del Rey, como no lo estaban las colonies norteameri-
canas, por medio de la Capitania General de Guatemala).
Asi lo ha reconocido don Sofonias.
De manera, pues, que 6ste ha enunciado que los Esta-
dos de Norte Am6rica y las Intendencias de C. A. "fuerbn
de andloga manera", pero ha demostrado lo contrario: que
eran muy diferentes en su constituci6n internal y en sus vin-
culos con Espafia.
Voy a reforzar esta prueba de mi estimado amigo, con
lo cual acabare de echar por tierra su afirmaci6n de que
eran "anilogas" las Colonias del Norte y las Provincias o
Intendencias del Centro.
Me basta copiar a los autores norteamericanos que tra-
tan de esto, para dar mis fuerza a mis afirmaciones de que no
tenian nada de analogo las colonies inglesas con las inten-
dencias espafiolas.
Woodrow Wilson en su "A History of the American
People", Vol. I, pg. 36, describe: El Estado de Virginia, doce
afies despues de fundado, "asumi6 cierta independencia,
bajo una nueva forma de gobierno que le di6 el derecho de
hacer sus propias leyes.... La colonia se convirti6 en un
pequefio Estado gobernado por su propio pueblo".
La Constituci6n de este Estado se hizo sobre la base
de que todo rey trae su origen de una elecci6n; que entire
el monarca y el pueblo se establecen ciertas condiciones re-
ciprocas que ninguna de ambas parties puede violar; y si el
rey falta a ellas, el pueblo tiene derecho a derrocarlo. La
Asamblea se reuni6 el 30 de julio de 1619. "La considera-
mos --dice Wilson-- como la primera Asamblea representa-

16 -







tiva de America, como los comienzos de la libertad y del
gobierno propio de las colonies inglesas".
Los del Mayflower, antes de desembarcar, organizaron
cierta forma de gobierno, y no se establecieron en nombre
del rey, sino de su propia iniciatiya. (Wilson, o. c. 96).
Los colonizadores de Massachusetts buscaban libertad
political y religiosa; pronto se separaron del seberano yde
la iglesia de Inglaterra con objeto de "establecer una igle-
sia y un estado independientes". Todo lo decidian las reu-
nionese populares... Tenian voto en ellas todos los hombres
libres y propietarios, y juzgaban gobernarse a si mismos
cuando los goberniba la Asamblea. (Wilson, o. c. 121).
A prop6sito de otra afirmaci6n de don Sofonias Salva-
tierra, que los del Norte habian dejado el "fanatismo" en
ultramar, es bueno demostrarle que tambien en eso anda
muy errado.
Cuenta Carlos Pereira que los que huian de la perse-
cu'ci6n de Inglaterra se convirtieron en Am6rica en perse-
guidores. No popery fue su grito de intransigencia contra
los cat6licos; a estos se les prohibia la misa como "idola-
tria", se suprimieron las fiestas de Navidad como "roma-
nismo", se ved6 a los jesuitas, bajo pena de muerte que
pisaran el territorio. (Breve Hist. 309). Habrian dejado su
fanatismo en ultramar?
Sin embargo, tambi6n hubo cat6licos que se traslada-
ran al Nuevo Mundo en busca de "un lugar de refugio,
libertad y seguridad para los hombres de su misma fe".
Calvert (Lord Baltimore) fue ese cat6lico que emprendi6
viaje a Am6rica, llevando no s6lo hombres de su credo, si-
no tambien protestantes. Su objeto era que tanto estos
como equ6llos tuvieran libertad de cultos, pues sabia que
no existia un lugar asi en Am6rica. (Wilson, o. c. 131).
Vea que cosas, amigo don Sofonias, un cat6lico esta-
bleci6, en una colonia cat6lica de Am6rica, la tolerancia de
cultos! Esos son los que Ud. llama "faniticos".
Pero esto fue el resultado l6gico de los hechos existen-
tes. En Centro Am6rica al copiar ese progresso", s61o se
consigui6 caer en ridicule, pues el viajero protestante Ro-
bert Glasgow Dunlop sefiala el absurd de ley de "toleran-
cia de cultos" para un pais en que a duras penas habia unos
50 disidentes. (Travels in C. A. pg. 186).
En resume, en cada colonia inglesa habia un gober-
nador, un consejo y una asamblea representative; era dere-
cho ciudadano elegir y ser juzgado por sus conciudadanos;
todos reconocian la autoridad del Rey de Inglaterra, y el
derecho del Parlamento de legislar en relaciones exterio-
res; pero debian guiarse por las leyes y costumbres de In-


6 17 -







glaterra. Las colonias eran independientes entire sf, ningin
vinculo las unia. (W. J. Cocker, El Gbno. de los EE. UU.
pg. 54).
Que "de analoga manera" tenian estas colonies con las
de Espafia en America? Estos paises no se gobernaban
por si mismos, sino por funcionarios enviados desde Es-
pana, y esa fu6 una de las causes del disgusto que estimu-
16 la rebeli6n y la independencia. El Reino de Guatema-
la fu6 una de las divisions political de esa Am6rica Es-
pafiola, y este reino estaba formado de las Provincias de
Chiapas, Guatemala, El Salvador, Comayagua, Nicaragua y
Costa Rica, que al convertirse en Intendencias quedaron re-
ducidas a menos, todas gobernadas desde Espafia bajo el
sistema absolutista, por medio del Capitin General resi-
dente en Guatemala. Refiere el historiador Juarros que
cuando se estableeieron las Intendencias, S. M. se reserve
el derecho de elegir Alcaldes Mayores y Corregidores, y
s6lo qued6 a los Presidentes la facultad de nombrar interi-
nos para dichos cargos. (Juarros, Hist. de Guat. II, 39 2da.
ed.) Es decir, que a fines del siglo XVIII se hizo mis cen-
tral la administraci6n y gobierno de los futures Estados li-
bres y soberanos.4 Puede llamarse esta una escuela "ana-
loga" a la que ensefi6 a los Estados del Norte a gobernar-
se por si mismos?
Como prueba de que las Intendencias dependian inme-
diatamente del Capitan General, se puede leer la prime-
ra parte del Capitulo VI, del tomo III, de la "Hist. de Nic".
por Ay6n. Alli se vera que nada podia hacer el primer In-
tendente de Nicaragua, don Juan de Ayssa, sin la aproba-
ci6n del Capitan General o de la Junta Superior del Rei-
no. Y para mas pruebas, estan las primeras palabras de
una representaci6n que Ayssa dirigi6 al Monarca con fe-
cha 20 de enero de 1788, que dice: "Don Juan de Ayssa,
Gobernador Intendente, Vice-patrono, Comandante de la
Provincia de Le6n de Nicaragua en vuestro Reino de Gua-
temala, etc."
QQue "analoga manera" tenian estas Provincias o In-
tendencias con las colonies inglesas, cuando aqui no habia
asambleas, ni sus gobernadores y otros funcionarios eran
criollos. ni se gobernaban y se juzgaban por si mismos los
habitantes; donde no habia ciudadanos sino vasallos y pe-
cheros; quienes nunca habian sabido lo que era una elecci6n,
sino a los finales de la colonia, despu6s de la Constituci6n
de 1812, y eso imperfectas; porque, como not6 la Comisi6n
que dictamin6 sobre la independencia absolute, su "bene-
fico influjo (el de aquella Constituci6n) apenas llegamos a
experimentar los americanos?"


- 18 -







Ciertamente que eran muy distintos nuestros pueblos
de los de America del Norte, y por no haber tenido en
cuenta esa circunstancia tan vital, fracas6 el intent de im-
plantar en C. A. la Federaci6n. Dice Bagehot, citado por Wil-
son, que el resultado feliz de la constituci6n norteameri-
cana, no era tanto prueba de su acierto, como del espiritu
practice del pueblo norteamericano que hubiera hecho fun-
cionar bien cualquier constituci6n.
Examinemos ahora por que ambos paises, los Estados
Unidos y Centro America, llegaron al sistema federal.
Las colonies inglesas, se habian confederado para ha-
cer la guerra de la Independencia. Concluida 6sta con la
victoria, volvieron a quedar libres, independientes unas de.
otras. Vino entonces una especie de anarquia, algunas es-
tuvieron a punto de hacerse la guerra por diferencias de
fronteras. Pero la voz de Washington les serial6 el ca-
mino.
"Las razones que teniamos para adoptar un grupo de
gobiernos constitucionales --explica Wilson-- en un siste-
ma constitutional federal, no eran razones te6ricas, sino
practices. Las trece pequefias colonies que habian entra-
do a former una Federaci6n para hacer la guerra de inde-
pendencia, habian alcanzado tal grado de desarrollo y per-
sonalidad, que se habian vuelto verdaderos Estados. No e-
ra possible o concebible la fusion de ellos en un solo estado
bajo un inico gobierno. Fu6 un triunfo del arte de go-
bernar unirlos con vinculos de un verdadero Estado fede-
ral que no era una simple federaci6n atada flojamente, co-
mo la que por tanto tiempo los mantuvo ligados superfi-
cialmente para poder concluir la guerra". (Hist. Constitu-
cional de los EE. UU.)
Que distinta era la situaci6n de las Provincias o Inten-
dencias centroamericanas cuando sus estadistas decidieron
adoptar el sistema federal. Estaban en paz, obedecian al
poder central, eran un solo todo compact, bajo unas mis-
mas leyes y un mismo gobierno, y no habian alcanzado nin-
gun grado de la personalidad que constituyen los Estados
aut6nomos. Asi lo describe Jose Francisco Barrundia en
cita que trascribi en mni articulo anterior.
"Los Estados Unidos --vuelvo a citar a Wilson-- no eran
una comunidad, sino muchas comunidades, y como tales no
podian tener un gobierno anico, tenian la necesidad de con-
servar tantas unidades constitucionales cuantas fueran las
divisiones political existentes".
Por el contrario, digo yo, las Provincias o Intendencias
centroamericanas no eran cinco comunidades, con diferen-
te legislaci6n y gobierno, sino una sola; todas podian y de-


- 19 -







bian tener un gobierno inico, porque no habia necesidad
de conservar cinco unidades, sino una sola.
Jose Cecilio del Valle comprendi6 el disparate, y por
eso escribi6: "Es necesario dictar leyes que lejos de dividir
hagan una sociedad".
Los EE. UU. llegaron a la federaci6n por necesidad, nos-
otros por diletantismo. Aquellos juntaban lo disperse, nos-
otros dispersabamos lo que encontramos unido. Este no
es pensamiento mio, sino de otros, de los mexicanos, Ala-
man, Esquivel Obreg6n, y Junco. Ellos lo han sacado de
la dolorosa historic de America Espafiola donde, "por ha-
ber querido establecer... las teorias liberals mas exageradas
(las muaximas detestables"), se ha dado lugar a todas las
desgracias que han caido de golpe sobre los paises hispa-
noamericanos, los cuales han frustrado las ventajas que la
independencia debian haberles procurado". (Lucas Alaman).


V

El falio de la posteridad

Me han llegado voces de que don Sofonias Salvatie-
rra se queja de mi falta de "etica", porque he emprendido
la contestaci6n a su comentario pol6mico, antes que 1l ha-
ya concluido de desarrollar su pensamiento. Si tal queja
es cierta, no hay raz6n, pues yo he comentado sus afirmacio-
nes ya completes sobre diversos temas. Por ejemplo, a-
cerca del process formative de la federaci6n centroameri-
cana, que toc6 de una vez por todas don Sofonias en sus
primeras entregas.
No es necesario que me pusiera a esperar que termi-
rara don Sofonias su largo comentario, para comenzar el
mrio. Yo s61o he tocado someramente los puntos que 61
contradice, pues en mi libro titulado "Historia de la Federa-
ci6n de Centro America", que esta para ser concluido y edi-
tado, escrito sin pensar en su comentario pol6mico, se exa-
minan ampliamente los puntos a que 61 se. refiere ligera-
mente, sin base en documents y autores. Despu6s exa-
minar6 su peregrina manera de historiar sobre don Fruto
Chamorro y la guerra de 1854; y eso sin detenerme much,
porque don Sofonias no hace mas que contradecir lo que
ya esta demostrado en mi libro, sin agregar 61 otra prueba
en contrario; y seria la de nunca acabar estar repitiendo
"si" cada vez que el senior Salvatierra dice antojadizamen-
te "no". Podriamos decir que las pruebas, los "alegatos"

20 -







estin a la orden. Toca a la posteridad el juicio definitive.
Con permiso de mi amigo seguire adelante.
Afirm6 61 que era sofistica la opinion del Pbro. D.
Juan Jos6 Aycinena contenida en uno de sus folletos lla-
mados Toro Amarillo, de los afios 1832 y 1833. Repetir6
que la opinion del autor de aquellos impresos, puede resu-
mirse asi: "En el Norte primero existieron los Estados y
despues se confederaron; y en Centroamerica, primero se
decret6 la Constituci6n y despues existieron los Estados".
Despues de mis dos articulos dedicados a esa material
(el III y el IV), nadie podra poner en duda la exactitud de
las palabras del autor del Toro Amarillo.
Este error fu6 comprendido desde que se propuso el
sistema federal. Mas eran muy contados los que se atre-
vian a pronunciarse contra 6l, porque se les tildaba de
traiddres contra la independencia. Se lleg6 a proponer u-
na ley que condenaba a muerte a los que conspirasen con-
tra el sistema federal.
Por estas razones, el sistema federal s6lo pudo ser a-
doptado en Centro America en circunstancias que podre-
mos sefialar como el primer fraude popular que aqui se co-
meti6 en nombre de la democracia.
El primer paso fue declamar en todos los tonos a-
menazantes que los partidarios del sistema estaban en ma-
yoria, sin que esto fuera la verdad; que eran enemigos de
la independencia y traidores a la patria los que se oponian
a 1l; y con esta y otras intimidaciones acabaron por im-
ponerlo, y ello es una prueba que de abolengo nos viene
la clase de "democracia" que nos gastamos en Centro A-
merica.
El Salvador fu6 el primer Estado que se declare tal,
antes que se promulgara la Constituci6n, pero cuando ya
se habian publicado las bases de la misma (20 de diciem-
bre de 1823). La Asamblea Nacional Constituyente no a-
prob6 esa conduct, "pero tampoco tuvo la virilidad de re-
probarla terminantemente". (Son palabras de Antonio
R. Vallejo). Temi6 la Asamblea suscitar una guerra civil
si desaprobaba la determinaci6n de El Salvador, y de alli
su complacencia. ("Memorias de Jalapa", 67. Marure "Bos-
quejo..." I, 99).
Mas, Ia qu6 se debi6 la festinaci6n de El Salvador?
A dos motives inconfesables.
El primero fu6 por anexarse la Alcaldia Mayor de
Sonsonate que hasta esas fechas habia pertenecido a Gua-
temala.
El segundo fu6 la intriga del P. Jose Maias Delgado.
Para justificar esta afirmaci6n, copiar6 lo que dicen auto-

21 -






res que nunca han sido desmentidos. Refiere don Manuel
Montdfar y Coronado en sus "Memorias para la- Historia
de la Revoluci6n de Centro Amrica", (Memorias de Jala-
pa"), pgs. 71 y 72 (ed. 1934), quien escribia en 1832:
'Entre las causes que influyeron en la adopci6n del sis-
tema federal en Centro America, debe sefialarse como una
de las mis poderosas la erecci6 de una silla episcopal en
San Salvador, que es parte de la di6cesis del Estado de
Guatemala: el cura D. Matias Delgado, hijo de aquella pro-
vincia, aspir6 siempre a la ereccion de este obispado.......
Delgado no habria obtenido este suceso bajo un gobierno
central; 61 podia manejar a su arbitrio, como otras tantas
maquinas, a los representantes y funcionarios de San Sal-
vador, y no habria podido hacerlo con el gobierno general:
,asi es que San Salvador fue el primero que se constitu-
y6 en Estado".
Otro historiador guatemalteco, don Manuel Valladares,
en su "Biografia del P. Delgado" premiada en El Salvador
(afio 1911), dice, pg. 33:
"El deseo del obispado se convirti6 en afin politico y
en arma de lucha: se veia mayor facilidad de implantarsele
pronto con el regimen federal, y por ende las muchedum-
bres irreflexivas, en el anhelo de alcanzar la separaci6ri de
la di6cesis, abrazaron con entusiasmo el nuevo sistema".
El Arzobispo de Guatemala escribia a S. S. Le6n XII el
11 de octubre de 1824:
"Pero recientemente, en la ciudad de San Salvador
!os 18 diputados que forman la Asamblea de aquel Estado
y de la Federaci6n, al mismo tiempo que tentaron Ilevar
a la practice la forma democritica y federal establecida en
el Congress General (se -refiere a las bases de la Cn. publica-
das en Dbre. de 1823), promulgaron un dictamen declara-
torio de la erecci6n del Obispado, que pocos afios ha habian
solicitado por mediaci6n del Rey Cat6lico, y dieen muchos
que fueron reducidos por miedo, porque el mismo PArroco
Jos6 Matias Delgado, a quien se eligieron Obispo, estaba
present entire la Asamblea de Electores y habia llevado
consigo 200 hombres del pueblo y militares para que lo
pidieran y aclamaran". (En el Diccionario de M. A. Gar-
cia. Palabra "Delgado", II, 350).
"El deseo de hacer cesar las rivalidades -escribe el ci-
tado Montifar y Coronado, el celo y la envidia de las otras
provincias con Guatemala; todo esto, junto con el temor de
una nueva organizaci6n, obligaron a los diputados que eran
opuest6s al sistema federal a convenir en el". (O.c. 67).
Este fu6. el origen y motivo de la adopci6n -del siste-
ma federal para Centro America. Veremos ahora sus re-

-22 -







sultados, con que cumplire lo que. ofreci arriba, o sea, po-
ner a la vista de mis lectores qui6n aconsej6 con mis acier-
to y patribtismo sobre el sistema que convenia a Centro
Am6rica, si los fiebres o liberals, que estaban por la imi-
taci6n de los Estados Unidos; o si los services o conservado-
res que indicaban el sistema traditional unitario y centra-
lista, el mismo que ahora tiene cada una de las cinco re-
pdblicas. Vamos, pues, a revisar el fallo que la posteridad
ha dado sobre la Constituci6n de 1824.
El Gral. Vicente Filisola, en "La Cooperaci6n de M&-
xico en la Independencia de C. A" I, 54 (afio 1824):
"El (Jose Francisco Barrundia) ha tenido una gran
parte en el proyecto de Constituci6n que se esti discutiendo.
Veremos si la bbra s61o se ha escrito para provecho del im-
presor, como creen los sensatos, o si sera precise que los
pueblos la enmienden, convencidos de que tan vagas teorias
son en su mayor parte impracticables".
Montifar y Coronado en sus "Memorias de Jalapa", (a-
fio 1828) g. 75. ed. cit., describe asi aquella Constituci6n:
"Es el bello ideal de cqpiantes y teoristas que sofiaron
un pueblo para constituirlo, y que no conocian el pais en
que nacieron: en una sociedad de angeles o de hombres sin
pasiones, la constituci6n federativa de Centro America ha-
bria parecido el c6digo de la anarquia".
Alejandro Marure, "Observaciones sobre la interven-
cion de Morazan en Guatemala en 1837 y 38". Publicadas
en la Revista de Geografia e Historia de Nic. tomo II, 335.
"Despu6s que el triunfo lo elev6 a la silla de la Pre-
sidencia, el senior Morazan, que habia sostenido la causa
de los Estados contra las pretensiones que se atribuyeron al
primer Presidente de Centro Am6rica, adopt las mismas
miras y conduct que tanto se habian censurado en su pre-
decesor; el mismo o mayor empefio por concentrar todo el
poder en el Jefe de la Federaci6n; los mismos y aun mis
violentos medios para mantener sojuzgadas a las autorida-
des de los Estados. Asi es que, en Centro America, lo que
ha existido con el nombre de Federaci6n, no ha sido mis
que un centralismo disfrazado bajo las formas de un pacto
eminentemente defectuoso".
Decreto de la Asamblea de Costa Rica del 14 de no-
viembre de 1838, en la IBesefia de don L. Montiufar, III, 272.
Que se consideraba nulo el pacto federal de 1824 "por
ser terminantemente opuesto a la voluntad de los Estados
y a su felicidad".
Felipe Molina, citado por Bancroft, III, 76, nota 67 afio
1850).


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"Se estableci6 un Senado nulo, un Ejecutivo impotente
y un Congreso absolute".
D. Lorenzo Montufar, en la "Resefia Hist6rica de C.
A." tomo III, pg. 276 (afio 1879). "La Constituci6n de 1824,
era mala y debia reformarse".
Y en la pagina 289 del mismo tomo: "No se pretend
sostener que la Constituci6n de 1824 era un modelo de per-
fecci6n; era defectuosisima, era una ley de circunstancias".
Antonio R. Vallejo, "Historia Social y Politica de Hon-
duras", pg. 178, (afio 1882):
"La Asamblea se dividi6 en dos partidos: el partido li-
beral que prodlamaba la forma federal, y el partido conser-
vador, que defendia la central. Hoy el partido liberal sen-
sato ha rectificado sus ideas. Lecciones dolorosas, conse-
cuencias funestas, experiencias costosisimas y luchas fra-
tricidas han demostrado hasta la iultima evidencia que la
forma de gobierno que mas convenia entonces y conven-
dra mafiaria a Centro America, si se opera una restaura-
ci6n, es y sera la central. Por esta raz6n no vacilamos en
manifestar que sobre este punto anduvieron mis acertados
los services de 1823 y 1824".
Ram6n Rosa (1882), Biografia de Jose Cecilio del Va-
lie" Obras I, pg. LXXXVIII.
"Desde entonces acept6 (Morazin al tomar posesi6n de
la Presidencia) la responsabilidad de conciliar el orden con
la libertad, problema irresoluble bajo la Constituci6n fede-
ral del afio de 24, opuesta a las condiciones sociales de Cen-
tro America".
Y en la siguiente pigina:
"Si hubiera habido un gobierno central, Morazin no
habria malgastado los esfuerzos de su genio".
Contrasta esta opinion con la del mismo autor sobre
el acta de Independencia. Dice: "el Acta fu6 eminente-
mente conservadora, pero tambi6n eminentemente sensata,
dados los antecedentes y circunstancias de la 6poca: en el
Acta casi no se ve la expresi6n de ideas radicales, de prin-
cipios revolucionarios. Se suprimi6 el gobierno de Espa-
fia, conservando el organismo gubernativo de la Madre
Patria".
Don Jose Dolores Gamez, "Historia de Nicaragua" (A-
fio 1889), pg. 372:
"...visto el mal resultado practico que di6 la federaci6n
hay que convenir en que habriamos ganado mis con el triun-
fo de los moderados en aquella ocasi6n".
Morazin mismo que nunca procur6 de veras la refor-
ma de la Constitucion, tuvo que doblegarse al clamor de
los pueblos. En su Mensaje del 8 de marzo de 1832, dice:

24 -







"Si es cierto que las reforms son necesarias, no lo es me-
nos que 6stas deben ser el resultado de profundas combi-
naciones, y que deben darse despu6s de haber examinado
con detenimiento el origen de nuestros males". Y agrega
que conviene que los Diputados se ocupen de este asunto in-
mediatamente "para alejar cualquier pretexto a los enemi-
gos del reposo pdblico".
En resumidas cuentas, segin la opinion de los autores
y politicos liberales-o conservadores, contemporineos de los
sucesos o posteriores a ellos, expresadas antes y despues de
haberse adoptado el sistema federal; 6ste no era adecuado
para Centro America, no correspondia a la "aspiraci6n de
las Provincias", no se hallaba a tono con su desarrollo in-
telectual, financiero y vial, ni con la escuela en' que se
habian educado estos pueblos.
Y a eso atribuyen todos ellos su fracaso, y a las difi-
cultades de reformarlo cuando todavia era tiempo.
Si mi opinion sobre por que fracas la federaci6n de
Centro America es prueba de mi "tendencia separatist,
prolongindose mAs de un siglo", como afirma don Sofonias,
bien acompafado me encuentro.


VI

Las "Maximas Detestables" impuestas

a la fuerza
En el nimero 3 de su disertaci6n, don Sofonias Sal-
vatierra lanza un desafio: "No creemos desapasionada-
mente hablando y entendiendo, que se podri citar una so-
la disposici6n de los "fiebres, asi lamados entonces los li-
berales, contra las leyes de la Iglesia, las leyes cristianas,
fundamentals y eternas..." "Nadie ha ido ni se le ha
ocurrido ir contra la iglesia. Son los reaccionarios de to-
dos los tiempos los que han puesto a la Iglesia' como trin-
chera para hacer politica.... nadie estaba pensando en cam-
biar la religion".
Vamos a demostrar con documents, que ha pasado to-
do lo contrario de lo que afirma don Sofonias Salvatierra.
Este punto es important y hay que fijarlo de una vez
por todas. Hasta ahora se ha puesto poco cuidado a 61. Se
ha querido concretar la historic de Centro America a las
hazafias militares del General Morazin, para que luzca mas
su gloria; pero las causes que han sublevado a los pue-

25 -







blos, el origen de las tiranias, gangrena centroamericana, su
fracaso ruidoso que concluy6 en la multiplicaci6n de cinco
republiquillas en vez de una sola grande e indivisible co-
mo debi6 ser, todo eso que trae su origen del estado econ6-
mico de la 6poca, del conflict religioso que promovieron
los adeptos a las "miximas detestables", de las ambiciones
personales, y de la violencia que emplearon en imponer a-
quellas "maximas detestables", creando un conflict re-
ligioso que no existia para despojar a la Iglesia de sus
bienes y de la direcci6n spiritual de las masas; todo eso,
repito, ha sido sistemitica e intencionalmente olvidado por
historiadores convencionales al servicio de una propaganda.
A la Iglesia y sus doctrinas se les atac6 despues de la
independencia disimulada o desembozadamente, seguin ls
circunstancias.
Encontramos que desde un principio, los fiebres maqui-
naron minar las ideas y costumbres cat6licas. La Asam-
blea Nacional Constituyente, donde estaban en mayoria, a-
prob6: "Que los libros e impresos extranjeros no queden
sujetos a calificaci6n alguna, y antes bien, se facility su cir-
culaci6n en favor del progress de las luces". La Asamblea,
si bien no admitio que se suprimiera la censura de los im-
presos provenientes del exterior en lengua espafiola, en
cambio no aprob6 la m6dicn d' que se prohibiera la "im-
portaci6n de los que sean exprofeso contra la religion; de
los obscenos, de las estampas contra el pudor". (G. Valen-
zuela, La Imprenta en Guatemala, pg. 52).
Se nota aqui el prdoFpito de corromper, tanto el cri-
terio como las buenas costumbres. Y eso en oposici6n a la
misma Constituci6n que declaraba religion official de la Re-
publica la Cat6lica, Apost6lica, Romana. Con el pueblo
en apariencia, pero en el fondo contra el pueblo, al,favore-
cer ideas y costumbres opuestas a las suyas, que pronto da-
rian al traste con su tranquiliaad y moralidad.
Otro ataque a la religion lo suscit6 el cisma del P. Del-
gado y sus seguidores que, aunque obra de un particular, se
debi6 tambien al movimiento de las "detestables mnximas"
que atacaban a la Iglesia en su jerarquia; y esos si que tra-
taban de mezclarla en political y convertirla en una enti-
dad civil, a la orden de las autoridades del gobierno, y no
de la Sede Apost6lica, fundada por el mismo Jesucristo.
Dice Montfifar y Coronado ("Memorias de Jalapa",
pg. 74):
"En San Salvador el episcopado (el hechizo del P. Del-
gado) y el sistema federal eran sin6nimos, y bajo un sis-
tema libre que permit en sus leyes fundamentals el cul-
to privado a todas las religiones, no era permitido discutir

26 -







si el doctor Delgado era o no un legitimo obispo electo con
misi6n divina".
Y mis abajo:
"La Asamblea Constituyente del estado de Guatemala
era compuesta en su mayoria del partido fiebre, y deseando
servir a Delgado di6 un decreto para que todas las pastora-
les, edictos y circulares del metropolitan se sujetasen a
previa censura del gobierno: de este modo el arzobispo era
el uinico en el estado de Guatemala exceptuado del benefi-
cio comfin de imprimir, publicar y circular sin previa cen-
sura sus ideas y pensamientos; pero fue el inico medio que
se hall para atar las manos al metropolitan, pues en San
Salvador se di6 igual decreto. Asi el arzobispo no podria
decir a sus diocesanos que lo hecho en San Salvador era
nulo y contrario a la discipline eclesiAstica existente. Es
ta ley fu6 derogada en Guatemala cuando el partido mo-
derado se sobrepuso en la Asamblea al de la exaltaci6n".
Los escritores extranjeros se han dado cuenta mejor
que "algunos" nacionales del verdadero objetivo de quie-
nes a la fuerza introdujeron en Centro Am6rica las "de-
testables maximas". La escritura Mary Wilhelmine Wi-
lliams en su studio "La Politica Eclesiastica de Francisco
MorazAn y de otros liberales", en la "Revista de Costa Ri-
ca", tomo III, 169 (aiio 1922), dice "que las doctrinas del
fil6sofo francs Voltaire, encerradas en su frase Escasez
l'infame, ("aplastad al infame" que para aquel impio era
Jesucristo), sirvieron de base a la political eclesiastica de
Francisco Morazan y del partido politico que acaudill6 du-.
rante diez afios".
Voy a hacer un somero recuerdo de lo que hizo en-
tonces para destruir a la Iglesia en Centro Am6rica.
Habiendo conquistado Morazin a Guatemala el 13 de
abril de 1829, consigui6 la complete, cooperaci6n del Arzo-
bispo para reorganizar la Iglesia con Ministros que eran
mas adictos a 'Morazin que al Prelado; y una vez logra-
do esto, Morazin expuls6 de improvise, en la noche, al Ar-
zobispo y a los frailes bajo el pretexto. no probado nun-
ca, de que estaban conspirando.
Ahora don Sofonias reproduce la conseja de que el
Arzobispo Casaus era espaiiolista y queria restablecer el
dominio de Espafia en Centro America. Sin embargo, el
diplomitico ingles Mr. George Alexander Thompson cre-
yo en la explicaci6n que le di6 Casaus de su conduct po-
litica. Le dijo que habia sido su deber defender al gobier-
no espaiiol cuando la independencia, porque era funciona-
rio de la corona; pero que apenas comprendi6 que la ma-
yoria queria la independencia, se limit a impedir que co-

-27 -






rriera la sangre, y apoy6 aecididamente al nuevo gobierno.
(G. A. Thompson, "Visita Oficial", pg. 45).
Y es claro que asi fu6, porque durante todo el tiempo
transcurrido desde 1821 a 1829 nadie acus6 a Casaus ni a
los frailes de trastornadores, hasta este iltimo ano en que
Morazin, sin pruebas, del modo mis irrespetuoso y cruel,
los mand6 por tierra .a Omoa y alli meti6 a mis de cua-
rente en el "Albany Paket", un barco que result peque-
no para aquel nxdmero. En la travesia hacia la Habana,
que dilat6 16 dias, murieron cuatro, y once mis pocos dias
despu6s de haber llegado.
Don Sofonias Salvatierra diri que no es persecusi6n
religiosa descabezar a la Iglesia y arrebatarle sus bienes;
que esto a lo mis seri defense contra los enemigos del
orden. Pero don Lorenzo Montifar le saldri al encuentro,
diciendole la verdadera causa de aquella persecusi6n, en el
tomo I de su "Resefia Hist6rica", pg. 156: "Los frailes de
la Merced no fueron desterrados. Eran pocos y no se hay
bian marcado abiertamente contra la causa liberal".
/ El doctor Lorenzo Montdfar se jacta de ser triunfo li-
beral el decreto del 2 de thayo de 1832 que establece la
libertad o tolerencia de cultos. VistQ asi este decreto en
nuestros dias, aparecera lo mqs natural, pero hay que po-
nerse en los tiempos en que se dict6 para apreciar su ca-
bal sentido por la forma en que se impuso y el fondo de
su contenido social. Esto lo han pasado en silencio los his-
toriadores liberals, como si nada significara el process his-
t6rico que nos leva a determinados resultados.
Desde que los liberals llegaron al poder en 1829 des-
pubs de una sangrienta y dilatada guerrf civil promovida
por ellos mismos (esto lo han dicho al rev6s los,historiado-
res oficiales, pero ya habri ocasi6n de restablecer la ver-
dad en ese punto), desde eritonces, repito, se comenz6 a
sentir la persecuci6n intense y sistemitica del catolicismo
en Centro America.
A fines de 1831 se comenz6 a experimentar un males-
tar entire las autoridades federales y las del Estado de El
Salvador cuyo Jefe era don Jose Maria Cornejo (en mi li-
bro "Maximo Jerez..." escribi "Juan" Cornejo por error).
El Ministro de Mexico en Centro America, el primero que
acredit6 aquella Repiblica ante la nuestra, don Manuel
Diez de Bonilla en los informes a su gobierno, nos ha deja-
do entera e imparcial cuenta de este y otros sucesos. E-
sos documents acaban de ser publicados en la obra "Bos-
quejo Hist6rico de la Agregaci6n a Mexico de Chiapas y
Soconusco" por Andrbs Clemente Vasquez, (Mexico).
Afirma el Ministro de M6xico que la actitud de El Sal-

28 -







vador s'e origin en much parte de las opinionss religio-
sas y la adhesion al Arzobispo y frailes expulsos. Que esta
indisposici6n la exacerb6 el decreto de tolerancia religioso,
cuyo objeto acaso habia sido "dar en rostro a esas opinio-
nes de El Salvador", sin mis resultado que alarmar las
conciencias, "sembrar el terror de todas las families que
creen roto el iltimo dique de las pasiones". Los autores
del proyecto, viendo "todo el abismo en que se precipita-
ban" suspendieron la publicaci6n de la ley. Agrega el Mi-
nistro que a pesar de todo, se "mantienen vivos recelos, y
esta sera una causa de trastornos". (0. c. pg. 591).
En la 6poca en que se aprob6 la ley de tolerancia de
cultos (antes del 18 de noviembre de 1831, pues en esa fe-
cha habla de ella Diez de Bonilla), las cosas estaban muy
agitadas en Centro America, se'anunciaba un transtorno,
y habia dificultades con El Salvador. Pero cuando se cal-
m6 la tormenta, la ley fu6 publicada en 2 de mayo de 1832.
He aqui lo que informa el Ministro de M6xico a su gobier-
no sobre ella: 0
Muchos juzgaron esta media "innecesaria, inoportuna
y peligrosa: innecesaria, porque con esto no se va a des-
pertar el incentive de los extranjeros para la emigraci6n,
que mas que los ritos buscan las seguridades en sus espe-
culaciones mercantiles; inoportunas, porque aun no es-
ta bien apagada la revoluci6n, y esto ofrece pretexto para
encenderla, y peligrosa, porque en un pais no sazonado para
Sestos cambios violentos por falta de costumbres, lo que va
a lograrse es corromperlas mis, autorizando la licencia, los
escandalos y los vicios. El prurito de sus. autores, mis
que el de procurar a un pais un efe.ctivo bien, es el de dis-
tinguirse como ilustrados, y por eso es tanta precipitaci6n".
(Vasquez, 0. c. 631).
Ademis de esto, tenemos un buen nimero de leyes
federales y de los Estados influidos por las malas ideas de
la revoluci6n francesa, que demuestran los intentos siste-
mAticos de extirpar la fe cat6lica y pervertir las sanas cos-
tumbres de los centroamericanos.
Voy a citar algunas de estas leyes.
La del 28 de julio de 1829 del Estado de Guatemala
que declare extinguidos los establecimientos de frailes y
prohibia para lo future las profesiones y votos solemnes.
(Lo mismo la ley federal del 7 de Sbre. de 1829).
Otro decreto de esa misma fecha declara que son pro-
piedad del Estado de Guatemala las temporalidades de los
monasterios extinguidos.
El decreto del 27 de mayo de 1830 del Estado de Hondu-
ras que, invocando "las luces del siglo", rezaba: "Los ecle-


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siisticos seculares del Estado pueden contraer matrimonio
libremente, lo mismo que todo ciudadano".
El del mismo afio del propio Estado de Honduras que
permitia heredar a los hijos sacrilegos, es decir, de sacerdo-
tes. "Esto --comenta el viajero ingles Dunlop-- valia tan-
to como autorizar legalmente el concubinato de los clerigos".
(Travels in C. A. pg. 181).
El de 26 de marzo de 1829 que derog6 el fuero eclesiasti-
Co.
La ley federal del 11 de julio de 1831 que adjudica el
Patronato eclesiastico al Presidente de la Repiblica y es-
tablece previa censura a la publicaci6n de bulas, letras a-
post6licas y otros escritos eclesiasticos.
El decreto del 7 de julio de 1831 que declara al Ar-
zobispo Casaus perpetuamente desterrado, y muerto civil-
mente. Este decreto tenia por objeto cortar las relaciones
de El Salvador con el Arzobispo desterrado en Cuba, y era
una adopci6n del dictado por la A. del Estado de Guatema-
la el 13 de junior de 1830, cuyos considerandos decian que
el Arzobispo se oponia a la Independencia "que despu6s ju-
r6 contento, y que tambien se opuso a todo sistema li-
beral de gobierno, al cual despues se someti6". (El decre-
to en la Resefia I, 258). AdemAs, esta nueva iniquidad era
un eco del cisma religioso del P. Delgado y tenia por obje-
to favorecer al intruso contra el legitimo Pastor.
El decreto del Estado de Costa Rica, afio 1832, que supri-
mi6 muchos dias de fiesta de la Iglesia.
Y finalmente, ,(aunque se me quedan muchos en el
tintero), la promulgaci6n de los c6digos de Livingston 'pa-
ra Luisiana, (1834) en que se establecian el matrimonio ci-
vil y el divorcio vincular, que fueron calificadas por el
pueblo de "ley del perro", con que mostr6 su desprecio a
ellas. Estas a lo largo causaron el levantamiento de "La
Montafia", acaudillado por Rafael Carrera, que primero de-
rroc6 al Jefe del Estado de Guatemala don Mariano Gilvez,
autor de aquellas leyes, y al fin di6 a los Estados la desea-
da oportunidad de separarse de la federaci6n.
El Jefe del Estado de Guatemala D. Mariano Rivera
Paz habla asi del fruto de esas leyes:
"7... Todos sus cimientos (los de la sociedad) habian
sido minados. Las teorias mAs inadecuadas se quisieron a-
plicar sin discernimiento a nuestros pueblos, y sus usos, sus
hibitos, sus costumbres, y cuanto ellos aman, fu6 inconsi-
deradamente atacado. Las novedades introducidas en ma-
terias religiosas, sin respeto ni miramiento a la creegcia de
la universalidad de los habitantes del Estado, produjeron
en ellos el mayor descontento, y desafecto al Gobierno, por

30 -







que no hay tirania mis insoportable que la que se quiere
ejercer sobre las conciencias. La falta de fe pdblica des-
truy6 la confianza; y descendiendo muchas veces del poder,
se propagaba rapidamente la inmoralidad en todas las cla-
ses del pueblo. Er vano estaban 6onsignados en la Consti-
tuci6n los derechos y garantias de los guatemaltecos. Todos
fueron violados, y no hubo ya ni seguridad personal, ni res-
peto por la propiedad, ni liberfad, ni justicia. Los decretos
sobre divorcio y matrimonio civil produjeron un grande es-
cAndalo, asi porque chocaban con nuestras constumbres, co-
mo por la inteligencia que generalmente se les di6: el hon-
rado campesino cuya conciencia habia sido ya atormenta-
da de mil modos, no encontr6 segura la honestidad de sus
hijas, ni aun en el recinto de su pobre choza, y vi6 desa-
parecer la paz domestica que es el iltimo asilo de los des-
graciados. El haberse querido establecer violentamente los
c6digos proyectados para la Luisiana, di6 por finico e in-
mediato resultado la suspension repentina de la administra-
ci6n de la justicia, la escandalosa impunidad de los delin-
cuentes, y por consecuencia, la inseguridad y alarma, que
debe producer naturalmente. en un pueblo la ausencia de
sus jueces y magistrados.... 8. Gobernados de este modo
nuestros pueblos, llegaron a encontrarse sin ninguno de los
vinculos que forman las sociedades hermanas. Atacados en
sus costumbres,.y en su religion; sin garantias para sus per-
sonas y propiedades; inseguros hasta en el interior de sus fa-
milias: recibiendo ejemplos piblicos de inmoralidad; sin
justicia, n4 jueces; exasperados por duras exacciones, vie-
ron en la autoridad, que debia protegerlos, un poder hostile
que los oprimia, y sintieron a un mismo tiempo la necesi-
dad y la suficiencia de sus propias 'fuerzas para resistir-
le". (Mensaje leido al Congreso Constituyente el 31 de
mayo de 1839).
Para terminar, veimos ahora otro testimonio del resul-
tado desmoralizador de aquella campana liberal en Centro
America. Es un extranjero quien nos lo va a decjr, quien, si
tiene algo de parcial es a favor de los que establecieron a la
fuerza "las miximas detestables". He aqui lo que observe el
ingles George Glasgow Dunlop en 1844:
"Los habitantes (de Nicaragua) que, se dice, eran an-
tes de los mis pacificos e industriosos de la repiblica, son
reputados ahora como los peores de Centro Am6rica y es-
tin empefiados en interminables bochinches. El asesinato
es ahera tan frecuente en el Estado de Nicaragua, que se ha-
ce poco caso de bl, y casi nunca lo castigan las autori-
dades..."
Vayamos viendo, pues, de d6nde nos vienen nuestros


- 31 -







des6rdenes. Esto es hacer historic, esto es ponernos en fren-
te el espejo de nuestros actos y la causa de ellos para que
podamos arrepentirnos y evitar nuevas caidas.


VII

Como se produjo la primer guerra civil en

Centro America
Don Sofonias Salvatierra describe sin mntodo. Salta de
una idea a otra, y a veces vuelve a rumiar lo que macha-
c6 antes. Esto se debe a que su studio no descansa en
documents, sino que describe a pura imaginaci6n, y por e-
so su relaci6n no present la unidad de la verdad.
La raiz del trastorno centroamericano que se inici6 en
1826, cuando se puso a prueba el mal enlazado andamiaje
federal, lo relata sin una sucesi6n de hechos que por si sola
lo explica todo, en 16gico encadenamiento de causa a efecto,
que constitute el razonamiento ad-narrandum. El, por el con-
trario, salta de un lado para otro, y oscurece la narraci6n con
deducciones o afirmaciones sin base.
Reconstruir6 concisamente los hechos, y ellos mismos
diran quienes y c6mo produjeron la prirnera guerra civil
que hiri6 de muerte la Federaci6n de Centro America.
Don Sofonias nos dice que el General Manuel Jos6 Ar-
ce era el candidate de los fiebres; que Valle tuvo la mayo-
ria. Esto es verdad. Ahora bien, por una maniobra que con-
sisti6 en interpreter de cierto modo el decreto de convoca-
toria del 5 de mayo de 1824, result electo Arce, el candi-
dato de los liberals. ZA qui6n atribuir el fraude? Cui pro-
dest, dice la regla de derecho; es decir, a aquel a quien a-
provech6. Pues bien, don Sofonias da a entender que con
esa habilidosa maniobra, los services colocaron a Arce "en
el Poder 2jecutivo de la Repiblica, a espaldas de la' mayo-
'ria".
Repito que Arce era liberal y los liberals lo colocaron
en la Presidencia mediante un fraude electoral; pero come-
tieron la incalificable inconsecuencia de negarle su apoyo
inmediatamente despubs, ya que cuando Arce llam6 al Dr.
Mariano Gilvez al Ministerio de Hacienda y al Dr. Pedro
Molina al de RR. EE., ambos se negaron a aceptar.
Arce, que deseaba hacer un gobierno national y no
banderizo, busc6 al mismo tiempo el apoyo de los modera-
dos.


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Ese fu6 su gran delito, como si sus propios correligio-
narios no lo hubieran lanzado por ese camino.
El liberal hondurefio Ram6n Rosa, dice a ese respect:
"Pero los liberals no quisieron former un partido sen-
sato y respetuoso a la ley: quisieron former una pandilla a-
pasionada y vengativa, a guisa de nuestras pandillas de Hon-
duras. No quisieron tener un magistrado integro y superior a
los intereses y resentimientos de partido: quisieron tener en
Arce un d6cil instrument de sus ideas y ambiciones. iAy!
Nada queda impune. Tan criminal extravio tuvo bien pron-
to una horrible expiaci6n. El instrument se escap6 de las
manos de los liberals, y cay6 en manos de los conservado-
res". (Valle, Obras I, LXVII).
Sin embargo, transcurri6 un afio sin mis novedad que
cierta oposici6n a Arce en el Congreso, con sus amagos de
una acusaci6n por futiles pretextos.
El P. E. Federal residia en Guatemala y las autorida-
des del Estado en la Antigua. Mas como no habia Distrito
Federal, el primer error que se ech6 de ver, pronto el P.
E. y el P. L. del Estado dispusieron trasladarse a Guate-
mala.
El Jefe del Estado de Guatemala, D. Juan Barrundia,
seguia en la Jefatura por complacencias partidistas, no obs-
tante haber cesado legalmente en sus funciones, pues habia
nombrado "interinamente" por la ley del 5 de mayo de
1824. "Se queria conservar en el mando a Barrundia por-
que era liberal". (Marure I, pgs. 147, 148). Los liberals lo
habian escogido, pese a su escaso valer, porque era herma.
no de don Jose Francisco y porque se queria para el gobier-
no un hombre "fuerte y despreocupado'". (Marure I, 110).
Don Juan decidi6 trasladar su gobierno a Guatemala.
ZQu6 lo movia a ello? Segfin Valladares, fu6 por deseo de
ostentaci6n. Don Juan se miraba muy apagado en su
provincia ante el brillo de las autoridades federales en la
capital.
Don Juan orden6 al Jefe Politico de Guatemala que e-'
chara de sus moradas a los sefiores Juan Miguel Bustaman-
te y Francisco Aguirre para instalar en ellas su gobierno.
Los duefios de estos inmuebles ocurrieron de amparo ante
el Congress de acuerdo con el art. 175 Cn. que garantizaba
a los ciudadanos el goce de sus propiedades.
El Congress resolvi6 ampararlos y orden6 al Presiden-
to Arce que ejecutara su mandate. (Valladares, Biografia de
Arce, Apud. Die. de Garcia I, 65).
Arce se fu6 personalmente a visitar a Barrundia a
quien encontr6 acompafiado de su hermano Jos6 Francisco,
y le notific6 amistosamente la orden del Congreso. Don


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Juan se sulfur sin que su hermano interpusiera su influen-
cia para que se sometiera al mandate de la justicia. To-
do lo que pudo conseguir Arce fu6 la promesa de que na-
da haria el Jefe antes de las 10 de la manana del otro dia.
Pero grande fu6 la sorpresa de Arce cuando supo que Ba-
rrundia se habia presentado a 1l Asamblea Constituyente
de Guatemala con un mengaje en que pedia facultades ex-
traordinarias "con que contener el despotismo de un tira-
no que pretendia levantarse". (Valladares, Biog. de Arce,
o. c. pg. 67. Tambi6n Marure, Bosquejo..... 1,145).
Afortunadamente esta provocaci6n no prosper, pues
Arce agot6 les recursos de la conciliaci6n. Pero ya estaba
disparado el primer cartucho, y continue el choque.
Uno de los defects del sistema federal adoptado en C.
A. fu6 la creaci6n de milicias a las 6rdenes de los Jefes de
Estado, a diferencia del modelo, la Cn. de los Estados
Unidos, donde las milicias estin bajo el mando del Presi-
dente de la Uni6n (Cocker, "El Gbno. de los E. U. de A.,
pg. 158). Esta fu6 otra de las causes principale del fraca-
so de la federaci6n..
Ante una amenaza cierta por parte de Espaiia, que se
revel6 en Costa Rica con el levantamiento de un tal Zamo-
ra (para detalles v6ase "Cosas y gentes de antafio" por R.
Fernandez Guardia, pg. 78 y "Bosquejo" por Marure I, 152,
nota 21; tambi6n "Revista de Costa Rica" tomo XII, pg.
448), Arce trat6 de aumentar el ej6rcito federal. Pero el
jefe del Estado de Guatemala y demds liberals ya encela-
dos contra 41, comenzaron a intrigar para impedirlo. El
Congress recomend6 al military francs Nicolas Raoul el de-
sarrollo de esta intriga.
Raoul estaba de alta en el Ej6rcito Federal y era auxi-
liar de la Comisi6n de Guerra del Congreso Federal. Aun-
que debia su posici6n a Arce, se habia enemistado con 6s-
te por un motive que enaltece a Arce. Cuando se discutia
por la imprenta la legitimidad de la Presidencia de Arce,
el dip. costarricense Pbro. Alvarado public un escrito en
que demostraba el fraude que llev6 al Poder Ejecutivo a
Arce en perjuicio de Valle. Con este nrotivo, Raoul pro-
firi6 en puiblico que pondria una corona de plomo en la
cabeza del presbitero. Arce la llam6 la atenci6n, y por es-
to aquel aventurero francs se volvi6 contra el Presidente.
Raoul hizo el proyecto de riueva organizaci6n del Ej6rcito
Federal, y en 61 quedaba 6ste con pocos soldados y con mu-
chos oficiales, oues los liberals se proponian de ese modo
hacer un gobierno federal "mas impotente de lo que lo
constitute la ley fundamental, que s61o form un simulacro
de Poder Ejecutivo". (Memorias de Jalapa, pg. 87).

34 -







Arce conio Jefe del Ej6rcito, alej6 a Raoul de Guate-
mala, envivndolo con una misi6n a Gualin. Cualesquiera
que fueran sus intenciones, el Presidente tenia derecho de
hacerlo. El malestar se sentia mas intense entire los pode-
res del Estado de Guatemala y los federaleS, hasta el pun-
to de que la Asamblea guatemalteca orden6 al Jefe Barrun-
dia que desconociera al Presidente si este desobedecia al
Congress, y al mismo tiempo mandaba movilizar la milicia
civica del Estado. ("Bosquejo", Marure I, 155).
Raoul envi6 su renuncia en terminos de desacato pa-
ra su superior; 6ste di6 cuenta al juez, y, proveido auto de
prisi6n, se destacaron 50 hombres para la capture.
Inmediatamente Barrundia envia 300 para oponerse;
pero gracias a la prudencia del jefe de las fuerzas federa-
les se evita un encuentro sangriento. Desde ese moment
las cosas se precipitan. Juan Barrundia conspira, y toma
sus medidas para apoderarse de los cuarteles y deponer a
Arce. Este se le adelanta y prende al conspirador.
La relaci6n anterior descansa en la de autores como
MVarure, Montiufar y Coronado, Miguel Garcia Granados,
Manuel Valladares y documents de la 6poca.
Sobre si Arce hizo bien o no, copiar6 la opinion del li-
beral doctor Modesto Barrios, final de la nota 19 a la Me-
moria de Arce:
"... era deber suyo, repeler la fuerza con la fuerza, so
pena de ser el Presidente una sombra, una irrisi6n. Estp es
lo que 61 hizo capturando a quien en verdad no conspira-
ba, porque 6sto se hace secretamente, sino que abiertamen-
te se rebelaba contra la autoridad. La cuesti6n no era de
precaver un mal, de prevenir una rebeli6n; era de repa-
rar ese mal, de debelar esa rebeli6n: era cuesti6n de ser o
no ser. LQue seria del orden pfiblico, de la paz y tranqui-
lidad de un pueblo, si un gobierno estuviese impedido de
sofocar una facci6n s6lo porque la encabezaron personajes
revestidos de inmunidad constitutional?".
No voy a relatar lo que pas6 despu6s; ello no urge pa-
ra deslindar responsabilidades; lo omito &n esta polemica pa-
ra no alargar, pero esti complete en mi referido libro que
algin dia saldri a luz, Deo volente, y del cual 6stos arti-
culos no son sino una entresaca. S61o quiero hacer notar
los siguientes hechos.
La capture de Barrundia se efectu6 el 6 de septiembre
de 1826. Pasaron cinco meses con sucesos diversos, ten-
dientes a restablecer el orden alterado por aquellos acon-
tecimientos. El Estado de El Salvador, bajo Mariano Pra-
do, que habia aconsejado y apoyado con 300 hombres la
deposiqSn de Barrundia, de pronto mud6 de political y se


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puso descaradamente contra Arce. Este cambib, dice,'Gar-
cia Granados, no obedeci6 a principios politicos, sino a "ce-
los y rivalidades", (I, 281), y Marure menciona "el espiri-
tu de localismo" (0. c. II, 12). Sin duda influyeron en el ani-
mo de Prado los consejos del dbctor Pedro Molina, quien
regresaba en esos precisos moments del Congreso Boliva-
riano que se reuni6 en Panama. El traia la idea de pedir
la reform del sistema para volver al centralismo; pero a-
tisb6 que alguna ventaja podia sacar del chubasco y.lo es-
timul6.
Aparece tambi6n aqui la mitra del P. Delgado, como
lefia en la hoguera que a lo largo lo consumi6 todo. Dice
Arce en su Memoria que no faltaron quienes soplaran en su
coraz6n ya inflamado por el torcido deseo del obispado, que
su primo Arce se habia tornado contra 61 por dar gusto a
los conservadores, y "que iba a caer el federalismo, y por
consiguiente la mitra" (pg. 152). "Y estas consideraciones
--agrega Marure II, 13-- lo determinaron a promover una
guerra que iba a aumentar su poder y podia mejorar su cau-
sa, o por lo menos distraer la atenci6n general del asunto"
del obispado". iTerrible cargo, y mas tratindose de un sa-
cerdote!
Alli tenemos en resume las causes de la guerra, pero
falta decir qui6n dara el primer paso.
Arce quiso remendar su golpe con la reunion de un
congress national extraordinario (decreto del 10 de octu-
bre de 1826). A esto respondi6 el Jefe salvadorefio, convo-
cando al Congreso para que se reuniera en Ahuachap6n
(decreto del 16 de diciembre de 1826); de ese modo Prado
violaba mis que Arce la Constituci6n de 1824, porque es-
ta ni remotamente daba a los Jefes de los Estados el.dere-
ch de convocar el Congreso. 0
Prado, con pretexto de proteger este Congreso que no
se reuniria nunca, levant un ejercito y lo situ6 en Santa
Ana y Ahuachapin, en la frontera con Guatemala.
De repente, en marzo de 1827, el Jefe de El Salvador,
Mariano Prado, lanza este ejrcito contra Guatemala, inva-
de el territorio del Estado y march sin oposici6n a la capi-
tal. Al mismo tiempo, el Jefe de Honduras, don Dionisio
Herrera, descata unos hombres contra el general Jos6 Justo
Milla que esta custodiando el tabaco federal en el Depar-
tamento hondurefio de Gracias.
Arce se arm6 con precipitaci6n, deposit la presidencia
en el Vicepresidente Beltranena, y en Arrazola, alrede-
dores de Guatemala, derrot6 a los invasores el 23 de mar-
zo de 1827.


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Desde ese moment comenz6 la guerra, que, lo repeti-
mos, fu6 el primer origen de la caida de la Federaci6n de
Centro America.


VIII

Parte que correspondi6 a don Dionisio Herrera
En este articulo voy a referirme al conflict en Hon-
duras de las nuevas ideas con las vidjas, entire el Estado
y la Iglesia, representadas por el Jefe del Estado de Hon-
duras don Dionisio Herrera y el Vicario Can6nigo doctor
Nicolas Irias, tanto para fijar la responsabilidad hist6ri-
ca, como para hacer ver el dafio que produjo en Centro A-
m6rica la imllantaci6n a la fuerza de sistemas que, an-
te todo, se proponian desenraizar el catolicismo de. las ma-
sas centroamericanas.
Don Sofonias Salvatierra' se asusta de mis afirmacio-
nes, porque 1l no quiere admitir mis historic aue la ado-
bada por los historiadores convencionales que han fabrica-
do un Jerez distinto del verdadero, como han hecho una his-
toria opuesta a la realidad de los sucesos.
Esta historica" del conflict Herrera-Irias la resume
don Sofonias en su articulo 4 asi: Herrera era todo virtud,
Irias, la maldad en persona; el primero amaba la libertad,
Irias era reaccionario y fanitico; aqu6l un patriota, 6ste "un
faccioso mas que un sacerdote". Esta es la historic de don
Sofonias. Pero restablezcamos los hechos para que el pfi-
blico falle.
Herrera era un politico imbuido de las ideas revolucio-
narias francesas, y ademis estaba afiliado a la francmaso-
neria. Irias era un sacerdote cat6lico, imbuido a su vez,
de las ideas de su tiempo,
Cuando Herrera fu6 electo Jefe del Estado de Hon-
duras, en setiembre de 1824, Irias era el Vicario de la Di6-
cesis .hondurefia en sede vacant. Dice Marure, que des--
de entonces comenz6 el conflict. No olvidemos esto: que
en aquel tiempo la Iglesia y el Estado estaban unidos, y la
primera gozaba de sus fueros. Esto sigui6 asi aun des-
pues de la primera Constituci6n de Honduras (11 de di-
ciembre de 1825)., El fuero eclesiastico fu6 derogado por
ley de 26 de marzo de 1829. (Vallejo, pg. 278).
Sin embargo, Herrera se negaba a respetar esas leyes,
por el medio demag6gico de fomentar la insubordinaci6n
de los cl6rigos contra su superior el Vicario. Un caso con-


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creto 'fu6 el del Pbro. Pedro Brito, quien se puso bajo la
protecci6n de Herrera contra la discipline del Can6nigo I-
rias. Herreraiprevino a este que suspendiera todo procedi-
miento contra Brito mientras se instalaba la Corte Supe-
rior de Justicia, que habia de conocer del recurso. Irias re-
plic6 que su autoridad eclesiastica no dependia de nadie en
lo civil; que la Iglesia tenia sus leyes para conocer de los
casos que correspondian a su jurisdicci6n( Marure II, 29).
De aqui se origin la persecuci6n de Herrera contra I-
rias; el primero puso preso al segundo, 6ste se escape y ful-
min6 excomuni6n contra el Jefe del Estado. De alli so-
brevino tambien la revoluci6n que se levant contra He-
rrera, antes de que, comenzara la guerra civil en Guate-
mala.
Mas como este levantamiento' provino de dificul-
tades political que hicieron de Herrera un verdadero suble-
vado contra el-orden, aunque esto le cause asombro a mi
amigo SalVatierra, es precise tomar los sucesos desde su o-
rigen~
Conforme a la ley1 federal de 5 de mayo de 1824 (Art.
7). las Asambleas de los Estados nombraron a los Jefes de
los Estados en calidad de interinos, para mientras los Es-
tados promulgaban una Constituci6n y verificaban eleccio-
nes populares. En virtud de aquel nombramiento, ejercia
el P. E. de Honduras don Dionisio Herrera. Asi las co-
sas, el 17 de abril de 1826, y por tanto much antes que co-
menzasen los trastornos en Guatemala, el diputado don Pa-
blo Irias (no consta que fuese pariente del Can6nigo) pi-
di6 a la Asamblea "que se mandase a hacer nuevas eleccio-
nes del Jefe Supremo del Estado, porque el actual (Herre-
ra) fu6 nombrado provisionalmente, segin lo prevenido en
el articulo 7 de la ley del 5 de mayo de 1824, y que desde
que se public la Constituci6n del Estado debieron cesar las
funciones de este, como cesaron las de la Asamblea Cons-
tituyente que se hallaba en el mismo caso interinamente".
(Dic. de Garcia, Palabra Arce, tomo II, pg. 117. -- Tambi6n
en "Jos6 Justo Milla", por R6mulo E. Dur6n, pg. 38).
La Asamblea hondurefia decret6 que se hiciesen nuevas
elecciones, y esta ley la sancion6 el Consejo del Estado. He-
rrera entonces present su renuncia. Pero el Ministro ma-
niobra de modo que no se le admita, alegando que no puede
autorizar las resoluciones de la Asamblea, porque 6sta no
se halla integrada con el quorum de ley, a pesar de que una
muy reciente (18 de mayo de 1826) disponia que bastaban
siete diputados para las sesiones, y habia oclo incorpora-
dos. (Vallejo, 232).
Esto se interpret como una negative solapada de He-


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rrera a dejar el poder, y como el Consejo estaba disuelto
a falta de quorum, no existia Corte de Justicia y la Asam-
blea se hallaba en rpceso, Herrera asumi6 de hecho los tres
.poderes, y "mandaba --dice Marure, II, 28-- en todo el Es-
tado como soberano absolute".
Esta actitud de Herrera contribuy6 a aumentar mis la
anarquia en Honduras, donde ya desde en diciembre de
1826 habia estallado la revoluci6n con caricter politico y
religioso.
Aunque sea repetir un poco, voy a copiar lo que so-
bre estos sucesos escribi6 el historiador salvadbrefio Jose
Antonio Cevallos en .sus Recuerdos salvadorefios, tomo II,
pg. 242, con objeto de vigorizar mi narraci6n' con tan valio-
so testimonio.
"El Gobernante de Honduras, congeniando en princl-
pios con el Vice Jefe de El Salvador, (Mariano Prado) tam.
bi6n como 6ste, se hallaba en complete desaveniencia y de.
sacuerdo con el Gobierno de la Federaci6n el afio 1827.
"Sus exigencias y oposici6n hacia las leyes del Esta-
do que gobernaba, y contra las de la administraci6n gene-
ral, lo habian puesto en pugna abierta contra la Legislatu-
ra hondurefia, con el Presidente de la Repfiblica, y ademis,
con el gobernador eclesiastico de la Di6cesis de Honduras.
"El poder del ciudadano Herrera, aunque procedia del
pueblo su elecci6n, se habia verificado antes de que la A-
samblea Nacional Constituyente mandase establecer los Al-
tos Poderes del Estado.
"Por este motivo, los legisladores de Honduras tuvie-
ron por insubsistente, en 19 de junior de 1826, la jefatura
supreme que Herrera desempefiaba, ordenando que se pro-
cediese a nuevas elecciones del Jefe de Estado, y declarando
por ende provisorio al gobernante enunciado.
"Herrera eludi6 el cumplimiento de aquella disposici6n,
y continue ejerciendo el poder, bajo el sistema de un des-
potismo arbitrario, pues, a efecto de moderar su adminis-
traci6n, ni existia el Consejo de Estado, ni tenia a su lado
los respetos debidos al Poder Judicial, que a fines del afio
indicado, aun no funcionaban en Honduras.
"Era impossible, pues, que gobernando de ese modo ab-
soluto no cometiera el Supremo Jefe, abuses que nadie po-
dia reprimir ni evitar; y que sus extravios le hayan acarrea-
do las odiosidades de las classes sociales.
"De alli result que se pusiese en pugna escandalosa
con el gobernador de la Iglesia hondurefia, Presbitero don
Nicolas Irias; quien, siendo perseguido con prisi6n por He-
rrera, el Provisor le oouso a sus numerosos partidarios de
los departamentos de Santa Barbara, Gracias y Olancho, ve-

39 -







rificindose en el mes de diciembre de dicho afio, una ac-
ci6n de armas en el pueblo de Erandique, en que quedaron
vencedoras las tropas del Gobierno. Las de Irias pelearon
al lado del Padre Jose Maria Donaire, segun lo afirma Ma-
rure en'su Bosquejo Hist6rico".
Despu6s de citar a Marure en la parte que este histo-
riador refiere que el Provisor Irias fue el autor del levan-
tamiento hondurefio, y que sostenia la causa de Arce, que
era la causa federal; y luego de advertir Cevallos que Ma-
rure funda sus asertos en impresos publicados en San Sal-
vador en 1828, contin6a:
"De las species referidas en este pirrafo (el citado
de Marure, II, pg. 30) no son dudosas para la historic la del
encuentro en el pueblo de Erandique, la de haber perse-
guido a Herrera al Provisor, ordenando su arrest en la
ciudad de Comayagua, de donde se escape el preso, y la de
haber sido anatematizado el primero por el segundo, lan-
zando contra 6l los rayos de la Iglesia. La desavenencia
lleg6 a este grado, no solamente por la odiosidad personal
que se profesaban las dos potestades, sino porque el Supre-
mo Jefe quiso entrometerse en los asuntos eelesiasticos, le-
gislando antes de tiempo sobre ello, como aconteci6 en el
correspondiente al cobro e inversion de los diezmos".
Para cerrar este capitulo, cuatro palabras mAs sobre
Herrera. Este personaje hizo mejor papel en Nicaragua que
en Honduras. Ademis de lo que he referido, Montufar y
Coronado lo mismo que Vallejo nos trasmiten otros epi-
sodios nada edificantes de su vida publica.
Antes de venir a Gobernar a Nicaragua, cuando Arce
se empeiiaba en pacificar a esta provincia, "el Jefe Herre-
ra --informa Montufar y Coronado, Mem de Jal., pg. 82-- in-
trigaba en Honduras para impedir la expedici6n sobre Ni-
caragua, de acuerdo con los anarquistas de alli. Se suplant6
la firma del Ministro de la Guerra Arzi, y por este me-
dio se disolvi6 una division reunida en Honduras a costa de
mil gastos y sacrificios. ... Herrera, como hemos dicho, es
pariente de Valle, y este minaba sordamente por todas par-
tes para vengarse de Arce".
Cuando en Honduras se agitaba el conflict Herrera-
Irias, hubo un atentado contra el Jefe del Estado la noche
del 19 al 2 de noviembre de 1826. El historiador hondurefio
Vallejo afirma sin eufemismos: Esto "fue una farsa fraguada
por el Jefe Herrera para tener pretexto de perseguir a sus-de-
safectos politicos, como lo hizo... Comprobantes de este he-
cho son haberse ido a dormir esa noche con su familiar a la
cocina de la casa que habitaba y el haber figurado a la ca-
beza de sus asesinos el Comandante de la Guardia de Ho-


- 40 -







nor, que era ;un tal Esgobar, que continue en su puesto.
Otro tanto pretendi6 hacer cuando gobernaba en 1830, 31,
32 y 33 en Nicaragua, pero oportunamente le hicieron com-
prender que ya conocian sus prestidigitaciones". (Vallejo,
0. c. pg. 235).
El mismo autor dice, pg. 201: que Herrera "tuvo la gran-
disima debilidad de usurpar el poder pdblico de la Naci6n,
y en political profes6 el principio que para gobernar era ne-
cesario dividir. Este cargo no carece de razon, como ve-
remos adelante". (Los subrayados son del autor). Vallejo
demuestra sentimiento por tener que consignar estas cosas
contra Herrera a quien profesa, dice, "los mayores respe-
tos y las mis grandes simpatias". Asimismo, defiende a He-
rrera'de los cargos que le lanza Montiufar y Coronado, que
antes he trascrito.
Al mismo tiempo que Prado se lanzaba contra Guate-
mala en marzo de 1827, Herrera destacaba unos cuarenta
hombres contra el Gral. Milla que custodiaba los tabacos
de la federaci6n en Gracias. Y aunque aquella reducida
cantidad de gente no era. suficiente para destruir a Milla,
serviria para llamarle la atenci6n, para distraerlo de ayu-
dar a Arce y aun para atraerlo hacia Comayagua, como su-
cedi6, donde Herrera tenia listos 600 hombres.
Esto quiere decir que Herrera estaba aliado con Pra-
do para atacar al gobierno federal. Y lo prueba mis el he-
cho de que el Jefe de Honduras se neg6 a aceptar el de-
creto del 10 de octubre de 1826 en que Arce convocaba un
Congress Federal Extraordinario para arreglar las cosas
trastornadas desde la rebeli6n de Juan Barrundia, y en
cambio acept6 el de Prado que convocaba sin derecho, al
Congress federal para que se reuniera en Ahuachapin.
Contra Herrera se sublevaron los nicaragienses en
1833. Un Manifiesto que se public en ese mismo afio (Re-
vista de Geog. e Hist. de Nic. I, 275), da la causa de ese tras-
torno: "El primer funcionario del Estado (Herrera) per-
di6 el prestigio y la confianza de los pueblos. Medidas vio-
leritas exasperaron el inimo pacifico, y a un impulse se alar-
maron contra el poder y calificaron de ilegitimo, examina-
do bajo los principios constitucionales".
En verdad que Herrera se retire a la vida privada
cuando aun podia figurar en la pdblica, y acaso esta sea su
mejor pigina. En 1834 fue electo Jefe del Estado de El
Salvador, despubs que Morazin depuso a San Martin; pero
no quiso aceptar por mis instancias que se le hicieron. El
habia visto la indebida, intromisi6n armada del Presidente
Morazin por dos veces en los asuntos interns de El Sal-
vador, y es seguro que Herrera no aceptara la Jefatura de


-41.-






de dicho Estado como protest a ege desorden, pues su acep-
taci6n hubiera significado la aprobaci6n de aquel abuso. Se
retir6 a la vida oscura y muri6 pobre. Suum quique... a ca-
da cual lo' suyo.


IX

Subleyaci6n contra el despotismo
Don Sofonias Salvatierra afirma que Jose Maria Cor-
nejo, Jefe del Estado de El Salvador, "se rebels contra la
federaci6n en una actitud francamente separatista.
Mi amigo don Sofonias esti contra las frases aisladas
en historic, y a fe que lleva much raz6n en ello. La que
acabo de citar necesita de antecedentes para dar a aquel
suceso su cabal significado y explicaci6n; y asi quedari, no
tanto como un cargo sectario, sino como un ejemplo hist6-
rico para los estadistas del future. Toque este asunto en
"'Mximo Jerez y sus contemporineos" con el fin de mos-
trar los graves males que trajo a la Federaci6n de 'Centro
Am6rica el conflict religioso que provoc6 Morazin; y a-
hora, al ampliar el tema, confirmar6 a un mismo tiempo por
que era tan flojo el lazo federal que los Estados se empe-
naban en romper del todo.
Mas para comprender rectamente la actitud de Core-
jo. es precise comenzar por los antecedentes, que tratar6
de exponer en este capitulo, y dejar6 para el pr6ximo la
"Primera Intervenci6n Armada en El Salvador".
Morazin habia derrotado y desalojado del poder a los
conservadores. Esto hubiera quedado asi, a no haberse en-
safiado contra ellos y emprendido la persecuci6n religiosa
mis dura e inmotivada. A sus enemigos politicos los deste-
rr6, les quit los sueldos que habian ganado desde meses
antes, les confisc6 sus propiedades, y los persigui6 hasta en
el destierro.
Era natural que no se conformara con esta iniquidad
un partido politico poderoso, y se di6 a conspiyar en el des-
tierro. Arce con poca gente se situ6 en Escuintla de So-
conusco, y el Gral. Vicente Dominguez se levant en la
Costa Norte de Honduras. Opoteca ly Trujillo se pronun-
ciaron por 61, mientras el Gral. Ram6n Guzman, que ha-
bia tomado por sorpresa el Castillo de Omoa, se ponia a sus
6rdenes.
La proclama de Dominguez (31 de diciembre de 1831)
declara que' obra de acuerdo con Arce y exporne los motives
del levantamiento. Acusa al partido adversario de codicia


- 42 -







y ambici6n, y de apellidarse "gratuitamente liberal" para
engaiiar a los "sencillos de la multitud"; de que "se sobre-
puso, por la depredaci6n, por la perfidia y el saqueo, y se
ha mantenido por la infracci6n de todas las leyes huma-
nas"; que si habia logrado sostenerse en el poder, era de-
bido al cansancio de la pasada guerra. El levantamiento te-
nia por objeto "el deseo de liberar a los infelices pueblos del"
Centro de las garras de la traici6n opresora y tirinica que
los aflige".
Se podra decir que las proclamas de revolucionarios son
siempre de esta guisa. Pero la verdad es que en el pre-
sente caso, los hechos coinciden con las palabras de la pro-
clama.
No voy a narrar los detalles de esta revoluci6n centro-
americana, levantAda por la necesidad de combatir una de
las primeras tiranias liberals que han oprimido a estos pue-
blos. Me basta recalcar, para que se vea el descuido con
que describe la historic patria don Sofonias Salvatierra, es-
ta afirmaci6n suya: "Arce fu6 deshecho por Raoul al inva-
dir el suelo de la patria...."
Los documents, como siempre, desautorizan la afirma-
cion de don Sofonias. Arce no invadi6 "el suelo de la pa-
tria"; no tuvo tiempo de hacerlo. Se habia situado en Es-
cuintla de Soconusco con unos 160 hombres, en espera de
ma armas y soldados. Alli, en esa ciudad que no era en-
tonces ni es hoy parte "del suelo de la patria", fue sorpren-
dido por el aventurero francs Raoul, quien comandaba 900
hombres. No es necesario escribir much para persuadir a
cualquiera medianamente instruido de que Escuintla de So-
conusco queda en el partido de este nombre, que no sigui6
unido a Cerltro America en 1821. Basta buscar en el ma-
pa y se hallari que Escuintla esti mas alla de Tapachula, u-
nos 40 kil6metros hacia el Noroeste. Pero si alguien lo duda,
lo remito a la citada obra de Andres Clemente VAsquez, so-
bre la agregaci6n de Chiapas-y Soconusco a M6xico. Entre
las paginas 398 y 403 encontrara documents en que se lee,
no s6lo lo afirmado, mis tambi6n la crueldad con que Raoul
trat6 a los paisanos del lugar que no tomaron part en el
combat.
Otra afirmaci6n insostenible de don Sofonias Salvatie-
rra es la siguiente: "...el espafiol Ram6n Guzman se pose-
sion6 del Castillo de Omoa e iz6 la bandera rojo y gualda,
como jefe de una expedici6n organizada por el gobernador
de la Habana, bajo las gestiones del arzobispo Casaus... es-
ta nueva coalici6n venia con prop6sitos reaccionarios a res-
tablecer el dominion colonial abolido".
En esta narraci6n s6lo hay de verdad que Guzmin iz6


- 43 -






la bandera espafiola, pero ya veremos por qua, y eso, si he-
mos de career al doctor Lorenzo Montdfar. En cuanto a que
Ram6n Guzman era espafiol, francamente no he encontrado
ningin autor que-lo diga asi, ni Montifar, quien, de haberlo
sabido, sin duda no lo hubiera omitido. Tampoco esti en
las Memorias de Garcia Granados.
Fundandome en estos dos autores, voy a reconstruir
los hechos, y los lectores dirAn si se trataba de una expedi-
ci6n procedente de Cuba y si traia por objeto restablecer
en Centro Am6rica el dominio espafiol.
".. Ram6n GuzmAn a la cabeza de 200 morenos, sorpren-
di6 el fuertey cuartel de Omoa el 21 de noviembre (1831)
a las ocho de la noche... Los facciosos enviaron a la Ha-
bana la goleta Ejecutivo, a la cual ellos dieron el nombre
de General Dominguez. Ella conducia pliegos y agents
de los services al Capitan General de la isla de Cuba, con el
fin de manifestarle que los hombres de bien en Centro A-
m6rica, aspiraban a la dominaci6n espafiola, y que s6lo los
foragidos y los miserables que vivian del presupuesto que-
Srian ser independientes". (Resefia I, 374). Continia Montu-
far: "El primero de julio, llegando a Omoa de regreso de la
isla de Cuba la goleta Ejecutivo... fu6 aprehendida.... los au-
xilios que traian para el castillo eran banderas espaiiolas y
municiones de guerra y de boca, suministrados por el go-
bernador de la Habana". (Resefia, 1,379).
Agrega Montifar que las declaraciones de los prisio-
neros estaban acordes en que tales auxilios los habia dado
el Gobernador de Cuba y discrepaban en las razones por
que no habia proporcionado buques y tropas. Unos decian
que porque no podian sin 6rdenes terminantes de Madrid,
y otros porque el auxilio no haria mAs que comprometer a
Espafia.
Seguidamente leemos esto en el lugar y pagina cita-
dos: "27 Los rebeldes celebraron acta, declarAndose sub-
ditos del rey de Espafia, cuyo. pabell6n enarbolaron solem-
nemente en el castillo el 10 de agosto de 1832. Ellos de-
cian que aquella fortaleza era espaiiola, y que combatirla
era hacer la guerra a Espafia".
He aqui c6mo refiere la misma historic don Miguel
Garcia Granados en sus Memorias, II, pgs. 47 y 48:
"Pero era claro que Omoa tendria que sucumbir, pues-
to que no podia ser auxiliada, y lo prudent en Guzman
hubiera sido evadirse con sus principals compafieros, y que
la tropa capitulase; Guzmin era, sin embargo, terco y pre-
firi6, en su desesperaci6n, dar un paso criminal. Entire los
derrotados de Opoteca habia algunos espafioles, los cuales
propusieron a Guzmani ir a la. Habana y pedir auxilio al


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Capitin General de la isla de Cuba. GuzmAn, en mala ho-
ra para su reputaci6n, accedi6 a esa sugesti6n, y los espaiio-
les salieron con esa misi6n. Los comisionados se vieron con
el Capitin Gen"eral de la isla, quien les contest "que sin
instrucciones del Gobierno de Madrid no podria dar auxi-
lios, y que lo consultaria". Les di6 sin embargo unas ban-
deras espafiolas, y no se si algunos viveres. Los espafioles
volvieron a Omoa, en lo cual probaron su tonteria, y Guz-
mAn tuvo la estupidez de enarbolar la bandera espaiola en
el Castillo".
De manera que fu6 un acto de estupida desesperaci6n
buscando salvaci6n, la izada de la bandera espafiola.
Comparando ambas narraciones se ve que Montdfar
quiso darle colorido de reconquista espafiola a la revolu-
ci6n antiliberal de 1832; pero por mas que se esfuerza en
ese sentido, no se aparta en lo sustancial de la relaci6n de
Garcia Granados, esto es, que no hubo tal expedici6n or-
ganizada en la isla de Cuba, y menos "bajo las gestiones del
Arzobispo Casaus".
Garcia Granados, sin duda mis imparcial que el doc-
tor Lorenzo Montdfar, relata con mis concisi6n y verdad.
Todo lo que mand6 el Gobernador de Cuba fueron unas
banderas y si acaso algunos viveres. Para nada aparecen
alli las municiones de guerra y de boca que imagine Mon-
tdfar y menos los pliegos que l1evaron los espafioles a Cu-
ba, los cuales no vi6 Montdfar ni tuv9 nunca en sus ma-
nos, porque de lo contrario es seguro que los hubiera in-
cluido en su historic, hacienda gran alharaca de su signifi-
cado.
Lo que Montdfar escribi6 demuestra que la version de
don Sofonias Salvatierra esti muy alejada de la verdad his-
t6rica. En efecto, si la expedici6n procedia de Cuba, so-
braba que los expedicionarios fueran a la isla con aquel
cuento que nos dice don Lorenzo, que no tenia mis objetivo
que estimular la intervenci6n de Espafia, lo que resultaba
innecesario si la expedici6n era obra de esta potencia. A-
demAs, nos dice Montdfar que en la isla no les dieron ni
tropas ni buques. C6mo pudo venir de Cuba a Centro A-
merica una expedici6n military sin esos elements? ZC6mo
pudo Espafia comenzar una empresa de reconquista para lue-
go abondonarla y enviarle s61o algunas banderas y viveres?
La verdad es que no hubo tal expedici6n, ni prop6sito
de restablecer el dominio espafiol en Centro America. Ar-
ce era capaz de esto? Quien tal afirme desconoce lo que
fue aquel pr6cer de nuestra independencia.
Pero hay un testimonio-mbs en contra de la tesis de
don Sofonias Salvatierra. El historiador liberal don Jos6 An-

'45 -







tonio Cevallos, dice en sus Recuerdos Salvadorefios, tomo
I, pAgina 97 que aquella imputaci6n a Arce, Dominguez y
Cornejo ha llegado a sus oidos. Pero agrega el honrado Ce-
vallos: "De este gravisimo cargo nosotros siempre hemos
dudado, por faltarnos datos fidedignos".
Esos datos fidedignos no existen hasta ahora. Si don
Sofonias Salvatierra los conoce, debe publicarlos porque 1l
ha lanzado ese gravisimo cargo a un pr6cer de nuestra in-
dependencia, y no se debe hablar sin fundamento de nues-
tros grandes hombres.
Estos mismos errors constant en el "Compendio de His-
toria de Centro America" por don Sofonias Salvatierra, y
urge corregirlos.
Antes de seguir adelante, no desperdiciar6 la ocasi6n
que se me ofrece de hacer ver de qu6 modo han hecho "pro-
gresar" la historic los que han convertido esta ciencia en un
medio de propaganda political.
Acabamos de leer c6mo refieren Montuifar y Garcia
Granados el episodio de Omoa en 1831. Dando de barato
que don Lorenzo haya dicho la verdad, he aqui c6mo le han
seguido sus discipulos. Don Jos6 Dolores, Gamez, en su
Historia de Nicaragua, relata asi el mismo suceso, pg. 438:
"El 21 de' noviembre de 1831 fu6 asaltado el castillo de O-
moa por Ram6n Guzman, agent del Arzobispo Casaus, en-
tonces administrator del obispado de la Habana". Y en la
pg. 440: "Quedaba en pie s6lamente Ram6n Guzmin en el
Castillo de Omoa..., 'estaba en inmediata comunicaci6n con
la Habana, cuyo' gobernador auxiliaba a los revolucionarios
con municiones de guerra y boca". (Los subrayados son
mios).
Aparece aqui ya como agent de Guzmin el Arzobis-
po Casaus, ausente en las narraciones de Montifar y de Gar-
cia Granados. El aviso que se mand6 a Cuba, se ha con-
vertido en comunicaci6n inmediata y frecuente, y las ban-
deras y a lo mrs viveres que ponia en duda Garcia Grana-
dos, convertidos como cosa cierta en municiones de guerra
que s6lo mencion6 el doctor Montiufar.
Sigamos adelante. Pasa un poco mas de medio siglo.
Veamos la nueva metamorfosis que ha sufrido la misma his-
toria. En 1949 don Sofonias Salvatierra nos dice: "Arce
invadi6 a Centroambrica por Soconusco. Dominguez ocup6,
Trujillo y el espafiol Ram6n Guzmin- se posesion6 del cas-
tillo de Omoa e iz6 la bandera rojo y gualda, como jefe de
una expedici6n organizada por el Gqbernador de la Ha-
bana, bajo las gestiones del Arzobispo Casaus... con. prop6-
sitos reaccionarios de establecer el dominio colonial aboli-
do".


- 46 -








Ya tenemos a Guzman convertido en un espafiol; tam-
bien contamos con una invasion que no existi6; la revuelta
de Guzmin en el Norte de Honduras se ha transformado
en una expedici6n organizada en. Cuba, y por lo tanto de-
bi6 haber venido a Centro'America en barcos que di6 el
gobernador de esa isla; y finalmente, Casaus no solo era a-
gente de Guzman, sino que gestion6 con el Gobernador de
la Habana, es decir, de Cuba, para que le diera a Guz-
mAn.todo el apoyo de que ninguna noticia nos dan los his-
toriadores mejor informados de los sucesos, y los mis inte-
resados en hacer odioso al Arzobispo desterrado por Mora-
zan, y dar al movimiento un character de reconquista por
Espafia.
Quisiera vivir unos cincuenta afios mis para ver por
d6nde iri entonces esta misma historica".


x

Primera intervenci6n armada en El Salvador
En la Constituci6n de los Estados Unidos de America.
modelo adoptado en Centro America en 1824, no existe nin-
guna disposici6n que autorice al Poder Ejecutivo Federal
para intervenir en los Estados, a menos que ellos lo solici-
ten. Con mayor raz6n no puede ningmin Estado interve-
nir contra el poder federal, tanto porque no lo dispone asi
aquella Constituci6n, como porque los hombres que la re-
dactaron tenian bien puestos sus cinco seitidos para no in-
currir en la majaderia de hacer a los Estados militarmente
mis fuertes que el poder general, como sucedi6 en la co-
pia centroamericana.
En las intervenciones mutuas de los Estados, sblo po-
sibles por aquella mayor fuerza military de qie se les prove-
y6, tiene su origen el mal centroamericano, y en ellas per-
siste aun despu6s de un siglo y 25 afos de existencia in-
dependiente. La primera intervenci6n fue. la de El Sal-
vador contra Guatemala en 1827, con el auxilio de don Dio-
nisio Herrera, el 'inmaculado" de don Sofonias Salvatie-
rra. No cuento entire las intervenciones la invasion de
Guatemala a El Salvador despu6s de la batalla de Arrazo-
la, pues ella tuvo carActer de defense en el prop6sito de
extirpar una amenaza, y no parte de un sistema; pero si se la
quiere condenar, muy bien. Yo creo que todas aquellas in-
tervenciones armadas fueron nocivas.
Por motives de antiguas rivalidades, Guatemala y El

47 -







Salvador siempre andaban en desacuerdo. Despubs del
triunfo liberal de 1829, el malentendido se manifest con
la resistencia de la Asamblea salvadorefia a todo decreto
del Congreso Federal.
En mi libro, que ha merecido un amplio aunque no fa-
vorable comentario de don Sofonias Salvatierra, cit6 la o-
pini6n del morazanista Jos6 A. Beteta, en su obra Morazin
y la Federaci6n, en que .afirma que el conflict se habia a-
guzado porque El Salvador se neg6 a reconocer el decreto
que declaraba fuera de ley al Arzobispo Casaus; "acaso --co-
menta MontUfar y Coronado-- por inconstitucional y eviden-
temente nulo y tiranico, como lo era el de la Asamblea de
Guatemala". (Mem. de Jal. pg. 249).
Es cierto lo que afirma Beteta, y ya me he referido a
eso antes en el capitulo VI, pagina 28 de esta obra, don-
de quedan mas testimonies imparciales de la veracidad de
mis afirmaciones. Cimpleme ahora agregar que asimismo
contribuia a aquel malestar el prop6sito de los Estados de
conquistar mayor autonomia respect del gobierno federal,
verse libres de cargas para mantener un estado de cosas que
todos miraban como una disminuci6n de poder y riqueza.
En estos puntos la historic centroamericana se halla
en pafiales. Yo me he encontrado con verdaderas sorpre-
sas. Por ejemplo, esta frase que encuentro en el libro
"Travels in Central America" por el viajero ingl6s (oriun-
do de Escocia) Robert Glasgow Dunlop: Herrera "had en-
deavoured to separate Honduras from the rest of the repu-
blic". Traducci6n: Herrera habia intentado separar a Hon-
duras del resto de la Repiblica" (pAgina 169).
Y el mismo autor, refiriendo el ataque de Arce con-
tra El Salvador, agrega: "El Estado cuyo gobierno poco
antes se habia declarado independiente de su autoridad".
(0. c. pg. 170).
Sin duda que el escritor ingl6s no se refiere a ningun
decreto de separaci6n, pero estim6 que la aetitud de He-
rrera y de Prado en 1827 tenia por objeto sobreponerse al
gobierno federal, y eso sblo se conseguiria, sustray6ndose a
su poder o rompiendo el pacto. Y esto uiltimo sucedi6 aun-
que no inmediatamente, pero aquella fu6 la primera res-
quebrajadura que se infiri6 el pacto unionista.
La tendencia de asegurarse mayor autonomia privaba
en todos los Estados, y habia provocado un movimiento ge-
neral pro reform de la Constituci6n de 1824, movimiento
que era mis fuerte en El Salvador que en ninguna otra
parte. Los folletos del Pbro. Juan Jose Aycinena llama-
dos Toro Amarillo, reflejo mis bien que creaci6n de la
opinion contra el sistema federal centroameircanoy de-

48 -






















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General FRANCISCO MORAZAN.
(Tornado de "Cultura", Revista Hondurefia)







cian que la Constituci6n de 1824 habia convertido a las an-
tiguas provincias del Reino de Guatemala en Estados; "pe-
ro --agregaban- les neg6 la soberania, independencia y li-
bertad que les correspondia para que fueran Estados ver-
daderos".
En efecto, por un lado se decia a los Estados que eran
libres y soberanos; y por otro se les prescribia reglas para
sus constituciones, se les intervenia en su political internal
y hasta en las leyes que se daban.
Montdfar y Coronado, quien califica estas anomalias
de "contraprincipios", las concrete asi: "por una parte usur-
pan a los estados el derecho de constituirse, por otra animan
y protegen las resistencias que hacen los mismos estados a
las leyes generals, y proclaman como liberal y patri6-
tico el acto subversive de atacar un estado con fuerza ar-
mada al ejecutivo general. Es precise atribuir a estas or-
ganizaciones los males que han afligido y afligen todavia
(1832) a Centro Am6rica".
El arma que el Estado de El Salvador us6 entonces pa-
ra lograr aquellos objetivos, fu6 oponerse sistemiticamente
a los decretos federales. Ademis del mencionado contra el
Arzobispo, neg6 el pase a la ley que asignaba al Gobierno
Federal la renta de tabaco. Otra que rechaz6 El Salvador
fu6 la que atribuia el Patronato al Presidente de la Re-
pdblica; pero la que caus6 mayor resentimiento fu6 la del
17 de noviembre de 1831, ley de gran trascendencia hist6-
rica porque denuncia, mejor que otra ninguna, el verdade-
ro estado de la Rep6blica, y los medios peligrosos de que
se echaba mano para salvarla, pero que en realidad servian
para precipitarla mAs en el abismo. Esta ley es poco co-
nocida, quizAs no se public nunca. De cierto se sabe que
Morazin trat6 de que el Senado no la sancionara, y como a
pesar de todo la sancion6, el Presidente la mantuvo in6dita, y
s6lo a iltima hora la hizo conocer al gobierno de Cornejo. Es
sin embargo indudable que existi6, porque Mariano' Prado la
menciona en una proclama impresa que public el 19 de
marzo de 1832 y tambi6n habla de ella dos veces en sus
infdhmes el Ministro de M6xico Diez de Bonilla. Esta ley
tenia por primordial objeto hacer que los Estados acataran
las leyes federales; pero lo malo estaba en que con tal fin,
facultaba a las Municipalidades de El Salvador a desobe-
decer a sus gobernantes, al mismo tiempo que autorizaba al
P. E. Federal para entenderse directamente con los Ayun-
tamientos y proteger la insurrecci6n contra el Estado que
el P. E. de la Repdblica calificara de rebelde.
Desde hacia much tiempo se habia manifestado en
Centro America el deseo de que la capital de la Federaci6n
49 -







saliera de Guatemala. Entre los mis interesados estaba el
Jefe del Estado de Guatemala, Dr. Mariano Gilvez, quien
llam6 a las autoridades federales "hubspedes respetables".
A este respect refiere el doctor Montdfar, (Resefia III,
178): "Con malignidad se ocultaba que GAlvez y la Asam-
blea de Guatemala se empefiaron en hacer salir a la Fede-
raci6n, con dos objetos, primero el de no tener competen-
cias de autoridades en esta capital, y segundo para que pri-
vada la Federaci6n de los elements que el Estado de Gua-
temala le brindaba no pudiera sostenerse".
Morazan tambi6n queria salir de Guatemala, porque,
dice Mont6far y Coronado, no se hallaba a su gusto en esa
ciudad que lo odiaba cordialmente por los desafueros y hu-
millaciones con que habia oprimido a sus habitantes.
La actitud de El Salvador, la revoluci6n de Arce, y so-
bre todo la de Dominguez, dieron a Morazan la oportunidad
de efectuar el traslado. El Congreso federal, dict6 varias
eyes para autorizar el cambio de capital. La del 6 de di-
ciembre de 1831 reviste al Presidente de tales facultades,
que cualquiera piensa en la dictadura. No soy, sin embar-
go, tan cerrado para no comprender que en aquella circuns-
tancia era necesaria y patri6tica la dictadura temporal.
El P. E. Federal puso en conocimiento del Estado de
El Salvador aquellas disposiciones, dictadas todas en el mes
de diciembre; una de ellas autorizaba al P. E. F. a contra-
tar un emprestito.pxtranjero o derramar uno national de
200 mil pesos, de los cuales 37 corresponderian a El Salva-
dor. Tengamos esto en cuenta, porque ya se sabe lo que sig-
nifica tocarle la bolsa a los pueblos.
ZCual fue entonces la actitud de Cornejo, de ese mis-
mo que, segin don Sofonias "se rebels contra la Federa-
ci6n en una actitud francamente separatista" Nos lo va a
decir el propio Presidente Morazin en su Manifiesto del
28 de febrero de 1832, publicado en la biografia que de 6l
escribi6 el hondurefio don Eduardo Martinez L6pez, pg.
136, 24 edici6n:
"Este (Cornejo) despues de aprobarla (la traslaci6n)
en los t6rminos mas expresivos, asegura que es la media
salvadora de la Repdblica y pide que no ,se ejecute con fuer-
za armada para no inspirar desconfianza a los descontentos".
Morazin diri mas tarde que Cornejo lo engafi6, que no
fue sincere cuando le habl6 de aquella manera. Pero en
realidad sucedi6 que la Asamblea de El Salvador temi6
que el Estado perdiera su autonomia y viniera a ser depen-
diente, y sabre todo, proveedor de los poderes federales. A
este prop6sito citare un autor que no puede ser sospechoso

50 -








para don Sofonias Salvatierra. Don Jos6 Dolores Gamez se
expresa asi en su Historia de Nicaragua, pigina 439:
"La noticia de la traslaci6n de las autoridades federa-
les estall6 en San Salvador como una bomba. Al temor
qe tenian, los Estados al Gobierno Federal, considernndolo
como una especie de cancer para el lugar que lo asilaba,
vinieron a juntarse en aquella ocasi6n los recelos, quizas no
infundados, que abrigaba el Jefe Cornejo, de que aquel pa-
so encerraba una amenaza para su gobierno por la compli-
cidad que se le suponia con Dominguez".
Por su parte Cevallos, despu6s de negar que hubiera al-
guna connivencia de Cornejo con Arce y con Dominguez,
explica asi la resistencia de la Asamblea salvadorefia a las
leyes y decretos del Congreso Federal, incluso los que dis-
ponian la traslaci6n de la capital a San Salvador.
"Nosotros encontramos el fundamento de aquella re-
sistencia parlamentaria, en el celo exagerado por la in-
dependencia, seguridad y conservaci6n de los derechos.po-
liticos y sociales de El Salvador, y en los prop6sitos fir-
mes e inalterables de introducir importantes reforms en
la Carta Fundamental de la Republica". (Recuerdos Salva-
dorefios, I, 15).
Y es que las razones que tenia el gobierno de Guatema-
la para desear la partida de las autoridades federales, esas
mismas estimulaban a las de El Salvador para impedir que
aquellas se radicaran en su territorio.
Cuando, pues, el Presidente Morazan, con un reducido
cortejo se hallaba en el pueblo de Jalpatagua, cercano a la
frontera de El Salvador, la Asamblea de este Estado desco-
noci6 por unanimidad de votos la legitimidad del Congre-
so Federal y de los actos emanados de 61, y decret6 "que no
se diese ningin auxilio al Gobierno Federal ni a los Jefes
de los Estados para obrar contra Arce ni Dominguez"; de-
clar6 que la noticia de la traslaci6n habia producido hondo
disgusto en El Salvador; que si el Presidente seguia ade-
lante, se veria en graves dificultades; y que aunque esto
no era desconocer su autoridad, si insistia en su march,
entonces si seria desconocido, y el gobierno del Estado le
resistiria y repeleria con la fuerza. Sucedia esto el 31 de
diciembre de 1831.
Morazin, lejos de retroceder, lanz6 un manifiesto ha-
ciendo ver la conveniencia de trasladar la capital a San
Salvador, y avanz6 hasta Santa Ana. Era precise -decia-
estar en un lugar mis c6ntrico que Guatemala para resis-
tir al enemigo; halagaba el localismo de los salvadorefios,
haci6ndoles ver que la influencia que tenia Guatemala en
los poderes federales pasaria a los salvadoreiios si el go-

51 -







bierno general estaba mis cerca de ellos; ademis, los sal-
vadorefios abogaban por reforms constitucionales y Mora-
zan convenia en que hacer algunas "no seria inconducente".
Morazin insistia en seguir adelante, y si no queria ad-
mitirlo el Estado de El Salvador, que se le diera permiso
para pasar a Nicaragua. Tambi6n se le rechaz6 esta soli-
citud y se le compeli6 con fuerza armada a dejar el terri-
torio salvadorefio. Y para obligarlo mis, la Asamblea di6
un paso verdaderanente lamentable. Fu6 el decreto del 7
de enero de 1832 en que declaraba al Estado separado del
pacto federal. Este decreto fu6 un reto al Presidente Mo-
razfn, y 61 mismo reconoce que en el fondo se agita el sen-
timiento religioso herido y proscrito, pues atribuye la acti-
tud de El Salvador a "cl6rigos ultramontanos", que promue-
ven el oscurantismo que los hace duefios del haber de los
pueblos". Un lenguaje bastante vulgar ahora, pero que
en aquel tiempo sonaba a tono con el llamado pomposamen-
te "siglo de las luces". Pero aun en esto andaba errado el
President, pues hemos visto la verdadera causa de la re-
sistencia.
Morazin se encontraba ahora en un caso parecido al
de Arce frente a Barrundia y a Prado, cuando 6stos ataca-
ron al gobierno Federal. No le quedaba otro camino que
el mismo que habia iniciado Arce a quien el propio Mora-
zan se habia opuesto. Pero 61, como Arce, no supo tampoco
llegar hasta el fin. Ambos cometieron el error de lanzarse
a una guerra contra las personas y dejar intacto el sistema.
El error de Morazin y luego de Jerez, dije en mi libro
y lo repito ahora, fu6 sobreponer el triunfo y la difusi6n
de las ideas liberals, a la existencia de la Repilblica Cen-
troamericana. Esta debia ser federal, porque tal era la
consigna de los fiebres, o no ser nada. Morazin se di6 el
gusto de tremolar la bandera de los liebres, dice exaltado
Montiifar; pero la federaci6n cay6, y cay6 tambi6n Mora-
zan; eso si, arrepentido de sus errors y lamentAndose de
que cuando habia rectificado en la carrera de la revoluci6n,
y se preparaba a reparar sus faltas, se le quitaba la vida
injustamente.-

XI

Se trata de historic y no de politico
Motivos de la guerra civil de 1854
Dije en otro lugar que cuando don Sofonias Salvatie-
rra anunci6 que refutaria "MAximo Jerez y sus contempo-

52 -








rineos", esper6 nuevos documents, por lo menos contra al-
gunas de mis afirmaciones, que no soy tan fituo como para
creerme omnisciente e infalible. Pero ha sido muy gran-
de mi sorpresa al ver que mi estimado amigo ha preferido
explayarse en un mar de consideraciones, las mis de ellas
ilesacertadas y fuera de lugar, sin aducir un nuevo docu-
mento, una nueva luz en la vieja historic de nuestras ren-
cillas del fatal afio 1854.
Esto me induce a pensar que don Sofonias no escri-
be esta vez como historiador, sino como politico; no le atrae
tanto la verdad hist6rica, como el interns banderizo de que
no caiga hecho cuartos el idolo de su partido. El titulo de
su trabajo, "Maximo Jerez Inmortal", nos lo esti diciendo
de sobra. No le interest la verdad sobre Maximo Jerez, si-
no su inmortalidad, su perennidad en las masas juveniles
de la cinta roja para que no perezca la idea liberal, que
Maximo Jerez. puso sobre el otro ideal mas generalizado y
patri6tico, el centroamericano.
En verdad, no me he propuesto hacer cuartos el idolo
ante el cual don Sofonias, como un turiferario de la anti-
giiedd, quema el incienso de su prosa perfumada con la
fantasia de sus imaginaciones concisas-y divertidas. No me
asusto de que Maximo Jerez sea un idolo para algunos.
Tambien se conservan en los museos, para entreteninien-
to de las gentes curiosas, las estatuas de la Venus de Mi-
lo por bella, y la del Huitzilopochtli azteca por horripilante;
pero a nadie hacen daio, a nadie inquietan, porque se ha a-
veriguado que eran falsos dioses. P6ngase, pues, todos los
idolos que se quiera, en los parques, en las plazas, alli esta-
rAn de adorno, con tal que se demuestre o haya demostra-
do, que son falsos y que por lo tanto no son dafiinos.
Por eso esta discusi6n no debe salirse de los t6rminos
de la historic, de la verdad. La conveniencia political no
hace al caso, y de alli que no desistire de mantenerla en el
campo cientifico propio de la primera, y seguir6 ilustrando
mis afirmaciones ya con documents, ya con elvapoyo de
autores de nota.


Me he entretenido bastante en describir la situaci6n de
Centro Am6rica poco antes que MAximo Jerez comenzara
su carrera puiblica, porque aquella hitoria estA conectada
con la suya; demas, alli queda demostrado con que inconsis-
tencia describe nuestra historic don Sofonias Salvatierra, y el
poco valor que atribuye a las investigaciones en este terre-
no. Acaso no es el quien ha escrito sobre mi libro: "des-
pues que la historic ha liquidado estas cuentas no podrA

53 -







comprenderse cuil es el fin que se persigue ni Ia utilidad
que se saque?"
El llama disgreci6n a esta parte de mi trabajo, pues
para 61 lo esencial es MAximo Jerez; pero con mayor raz6n
pueden aplicarse esas palabras suyas a 1l mismo, ya que
en su prolija disertaci6n hasta ahora se ha ocupado mas de
D. Fruto Chamorro que del Dr. Jerez. Y ha adoptado un
sistema nada recomendable para exaltar la figure del se-
gundo.
Por un lado nos pinta un don Fruto terco, voluntario-
so, violent, fanfarr6n, y concluye: nada de eso era Jerez.
Luego sigue colmando de epitetos injuriosos a don Fruto;
lo llama cruel, ambicioso, soberbio, y concluye: nada de e-
so era Jerez. Don Fruto es un hip6crita; hacia ostenta-
ci6n de cristianismo pero olyidaba la doctrine y desechaba
la sentencia: mi reino no es de este mundo; pero Jerez, se-
guro de su verdad filos6fica, "hacia realidad en 61 mismo la
sentencia de Jesds". (QCuindo dijo Jerez aquella divina
frase, con sus obras o palabras: "mi reino no es de este
mundo?". Sus obras no demuestran que hizo guerra a san-
gre y fuego para gozar del reino de este mundo). Otr#s ve-
ces es un don Fruto obstinado, que presume de gobernar
solo y como 61 lo entienda (Salvatierra mutila su frase), re--
sucitador de la consigna antidemocritica "prevenir los ma-
les antes que remediarlos", y del archive secret de la
Santa Inquisici6n: mis por supuesto que nada de esto era
Jerez. Nos present un don Fruto fusilador, quemador de
casas en Granada, saqueador del bolsillo ajeno; mis tengan
Uds. por seguro que nada de eso era Jerez; lo dice don So-
fonias, y chit6n: Por iltimo declara enterrado y olvidado
a D. Fruto, cuando al primero que quita el suefio su glo-
ria y su obra es al propio don Sofonias. ZY los documen-
tos que prueban otra cosa? Esos son muy largos y muy
aburridos, dice don Sofonias, y ademis esto es cosa juzga-
da. El "Roma lacuta...." hay que cambiarlo ahora por "So-
fonias laGutus est, causa finita".
Como yo no estoy conforme con .este especie de ma-
gister dixit, voy a seguir adelante.
Desde un principio lo primero que impresiona es la
c6lera de don Sofonias Salvatierra porque don Fruto Cha-
morro no se dej6 veneer de Jerez en 1854, ni menos se a-
venia a rendirse a discreci6n.Se le adivina la sangre con-
gestionada en el rostro ante este obstinado "estorbo" que
hace fracasar el rojismo de Jerez.
Y es que a D. Fruto le sobraban motives para resistir
con heroismo, y eso si que huelga demostrarse, y "es sabido
por todos". Sin embargo, agregar6 algunas razones mas que

54 -








se me quedaron en el tintero cuando escribi "MAximo Jerez
y sus contemporaneos" para explicar mejor aquella resis-
tencia desesperada.
Don Fruto Chamorro sabia que casta de pijaros eran
Jerez y sus secuaces. En su proclama del 20 de mayo de
1854, dice a sus soldados: L"Os acordiis de aquel Gober-
nador Militar de 1848, que aconsejaba en privalo y tole-
raba en pAblico que un partido despedazase al otro? Era
don Mateo Pineda. LOs ocordiis de aquel otro Goberna-
dor que miraba tranquil y sereno que sus secuaces incen-
diasen las casas del pueblo? Era el Dr. Jerez. LOs acor-
dAis de,aquel Director Supremo que anarquiz6 a estos de-
partamentos y produjo los horrores de Rivas? Era don Jo-
se Guerrero".
Si este testimonio le parece parcial a don Sofonias, a-
11l va el del propio hermano del doctor MAximo Jerez. En
mi libro sobre este personaje cite algunos concepts de
don Toribio Jerez; pero ya que no bastan, reproducir6 otros
mas. Don Toribio hace el recuento de los hechos escan-
dalosos de la facci6n que yo copi6 en las pAginas 135 y 149
de "MAximo Jerez y sus contemporaneos". Estos escAnda-
los y atropellos lo decidieron a salir de Le6n y alistarse en
las filas del gobierno, "a pesar -explica- de que antes
crei haber podido neutralizarme en atenci6n a que desgra-
ciadamente se hallan dos de mis hermanos en el bando de
rebeli6n al legitimo Gobierno". Sigue explicando que de
esta clase "mil hechos pudiera presentaros en su contra, (de
la facci6n) y otros mil en favor del Supremo Gobernante a
quien dignamente sosteneis, y de quien debris estar segu-
ros, leoneses, que procurando por el bien de la Republica
en general, no ve con menosprecio a Le6n, nuestra cara pa-
tria....."
Si se quiere apreciar con mayor claridad la raz6n por
que de todas parties de Nicaragua se apoyaba con entusias-
mo la causa de don Fruto, agregard otros testimonies cita-
dos parcialmente en el Capitulo XII de mi libro. Vaya es-
te de don AndrAs Murillo: "Leoneses y pueblos del de-
partamento en que naci: testigo presencial de las extor-
siones y tropelias de todo linaje que habeis recibido del
Provisorio que os arrebat6 vuestro sociego y ventura, conoz-
co tambi6n vuestros sentimientos de obediencia y adhe-
si6n al Jefe legitimo de la Repiblica, que durante su mdndo
pacifico di6 orden a Nicaragua, inspirando confianza al pro-
letariado, cuyo bolsillo nunca menoscab6, seguridad al hom-
bre de bien y protecci6n a la agriculture y al comercio. Co-
rred, pues, amigos a defender al Gobierno paternal que la-
brara vuestra dicha".

-55-







El Padre Rafael Villavicencio escribia: "Los rebeldes
contra la potestad legitima, los nuevos dem6cratas, esos hi-
jos ingratos de la patria, tan conocidos por su fama crimi-
nal, como por su caricter vandilico, se esfuerzan en pu-
blicar hechos a que el pueblo sensato e ilustrado no dari
cr6dito, pues vienen de unos hombres que viven poseidos
del espiritu de la mentira y del error. Escriban en hora
buena lo que les parezca, alucinen a su placer a los incau-
tos: harto desengaiiados estin ya los pueblos de que sus
desaforados discursos no serin atendidos por los buenos y
honrados nicaragiienses".
El Coronel Clemente Rodriguez Cachirulo, decia: "Un
pufiado de hombres sin fe politica,sin otra bandera que el
saqueo, el incendio, las extorsiones, la persecuci6n y la vio-
lencia, ha intentado usurpar el mando de la Repiblica pa-
ra medrar con 61, diezmando la fortune ajena y con men-
gua del progress y ventura de la patria. 4Que quieren, que
buscan esos vandalos y mentidos regeneradores? Vosotros
lo sabeis; andan a caza de empleos y riquezas; quieren turn-
bar de la Presidencia al General Chamorro, para plantear
una administraci6n anarquica exclusivamente suya, en la
que anchurosamente campean sus bellos principios de licen-
cia y libertinaje". Y adelante: "Leoneses y demas habi-
tantes del departamento occidental: gHabeis olvidado la paz
y demis bienes que disfrutast6is antes de la invasion de los
birbaros que ahora os oprimen? LHabeis desconocido que
fuist6is los pueblos predilectos de la administraci6n Cha-
morro?".
Don Gabriel Irias, ciudadano del norte de la Repd-
blica, especifica asi los motives de haberse afiliado a la
causa de don Fruto Chamorro: "Vi una turba de porfidos
vecinos (los hondurefios que envi6 Cabaiias) profanar sin
pudor el territorio de la patria, pisar orgullosos el suelo
caro de nuestro origen: vi una turba frenetica de malos ni-
caragiienses, comandados por cuatro pillows de conduct
turbulenta, codiciosa y aspirante, alzar el pend6n de la in-
fidelidad y rebeli6n contra la Potestad legitima; arrebatar
al pais su reposo, y entrar cual barbaros en las poblacio-
nes, ultrajindolo todo y asolandolo con el pillaje y el in-
cendio". Mis adelante exclama: "Compatriotas, todos los
pueblos se levantan en defense de la potestad legitima".
Y para concluir expresa en una variante la consigna "legi-
timidad o muerte", diciendo: "Sea pues nuestra divisa:
veneer o morir al grito de iViva la Repiblica!"
Le parecerin muy aburridos y muy largos estos docu-
mentos a don Sofonias Salvatierra; pero son necesarios pa-
ra demostrar la verdad sobre lo que eran MAximo Jerez y

56 -







sus secuaces, y don Fruto Chamorro y los defensores de su
gobierno de leyes y de orden.
Pese a mis malas condiciones de historiador. distintas
de las de don Sofonias Salvatierra, quien para no aburrir
construye una novela divertida, seguire 1el sistema de-los
historiadores serious que hacen descansar su dicho en los do-
cumentos de la epoca. Lastima que yo no pueda decirlos
en referencia y extractandolos, porque tratandose de una
polemica en que se pone en duda mi buena informaci6n,
debo copiar "ad pedem literate .
Es gracioso c6mo, en forma ir6nica, exponia un impre-
so de la epoca los crimenes que los democraticos atribuian
a don Fruto Chamorro. En la pintura que a continuaci6n
copio, cualquiera vera inmediatamente qui6nes serian los
que gobernaban antes que el llegara al poder, y que es muy
cierto el dicho: de abolengo le viene el galgo ser rabilargo.
Reza asi aquel impreso:
"El 10 de ellos (de los crimenes de D. Fruto) y quiza
el mayor de todos, es el de no permitir que las rentas pci-
blicas .desaparezcan de las areas nacionales, muchas veces
aun sin haber entrado en ellas, como ya se ha visto en o-
tra 6poca no muy remota, sin que nadie lo pudiese averi-
guar y much menos estorbar, pues una operaci6n financie-
ra tan delicada s61o podia ejecutarse por hombres muy pric-
ticos y de esos que escriben con primor letra menuda. El
perverse Chamorro se opuso, pues, al manoteo rentistico, y
las cajas ya no se mantienen barridas como las calls de
Granada en las tardes del dia sabado. Y quien no ve que
este es un horrible atentado contra ese ramo de policia pe-
cuniaria de que son muy solicitos agents los sefiores de-
m6cratas?
"El 20 delito consiste en que Chamorro ha querido a-
rreglar en todo el Estado el ramo de aguardiente, como lo
ha hecho en este Departamento y en el de Rivas; de mane-
ra que al paso que la hacienda se utilice de sus rendimien-
tos, la moral piblica se conserve inc6lume; y no sucedia
alli en tiempos de entonces, que cada cual se creia auto-
rizado para destilar el licor y para venderlo en su pro-
pia casa, como lo hacian los Castos, Madrices, etc., no obs-
tante su elevado rango de Senadores y Comandantes Gene-
rales; mediante cuya influencia lograban sacar el remate de
los estancos por el mis bajo precio. Pero vino ese conde-
nado de Chamorro a introducir su maldita reform en es-
ta parte, a prohibir el contrabando, y a privar a muchos
de ese honest modo de pasar la vida, que se habian ha-
lado. Este crime es imperdonable.
"El 30 es el de no haber querido reconocer algunas deu-

-.57 -







.das por la sencilla raz6n de que ya estaban pagadas. Si el
Gobierno hubiera estado en Le6n, y no hubiese sido Cha-
morro el gobernante, u otro hombre honrado, todo se ha-
bria arreglado perfectamente, y eso no podria ser un obs-
taculo para pagar lo que tan justamente se reclama. Ese
hombre es un despota, un refractario, un criminal: s61o ha-
ce lo que se le antoja.
"El 49 es el de ser enemigo achrrimo de las revolucio-
nes, y de estar dispuesto a obrar contra los conspiradores,
sin tender a consideraciones personales; pero este es un
horrendo delito de que debe responder ante el pueblo, que
ya lleva ptiblicado su primero y segundo clamor por bo-
ca del Lic. Tarasca (a) Tajadita, autor de esas publicacio-
nes demag6gicas".

XII

C6mo trata los documents don

Sofonios Salvatierra

Cierta persona, asidua lectora de estos articulos, ine
decia uno de estos dias:
-iPor que esti Ud. perdiendo el tiempo con Salva-
tierra? Nada prueba este senior; nada nuevo ha descu-
bierto en la historic de Jerez; todo lo que hace es repetir
y repetir las mentiras con que los interesados han hecho
de su vida una cosa distinta de lo que fu6 aquel hombre
funesto para Nicaragua.
Yo le contest:
-No dejar6 de salirle al paso; de otro modo, la mayo-
ria, que no conoce bien esa historic, interpretaria mi si-
lencio como derrota y me tendria como un falsificador de
ella. Por esto me he empefiado en demostrar la ligereza,
por no decir otra palabra, con que don Sofonias trata es-
tas cosas. Sin embargo, me concretarn a lo mis visible de
sus negaciones sin fundamento, ya que a l1 le gusta de-
jarse llevar de su inspiraci6n a narraciones verdaderamen-
te ajenas al asunto; con frecuencia se le va el santo al cie-
lo, como suele decirse. Habla de todo, de Maximiliano y
del Conde de Flandes, de que en tiempo de Col6n no se
admitia la redondez de la tierra, de los titulos de nobleza
que vendia Carlos III para allegar fondos; trae a la me-
moria la propuesta de Arquimedes: "Dadme un punto de
apoyo y movers el mundo", y nos recuerda qud Seneca di-
jo: "Luchar es vivir". Por supuesto que no habia de fal-

58 -








tar la condenaci6n de la Edad Media, asi, a bulto, un period
tan extenso y tan intense en los fastos de la humanidad.
A que viene, por ejemplo, aquella larga tirada sobre la
vision del estadista ("Flecha", 8 de julio) en que aparecen
Bolivar el libertador de pueblos, y Lincoln el libertador de
esclavos? ZQue prueba esto contra "Maximo Jerez y sus
contemporaneos", que contra mi manera de reconstruir la
historic patria? Eso puede demostrar que don Sofonias
es muy erudito en historic extranjera, pero ahora estamos
con la national.
En realidad debiera seguir el consejo de mi amigo, pe-
ro esos mismos arguments suyos que pareciera que estin
de su parte, me estimulan a continuar en mi tarea depu-
radora de la falsa historic.
*
T6came ahora presentar al pfiblico la manera superfi-
cial c6mo don Sofonias Salvatierra maneja los documen-
tos en que descansa la historic. Pasar6 por alto la irreve-
rente comparaci6n que hace de Jerez con San Pablo, pre-
cisamente en el punto en que mas difieren, en el de su
conversion; pues si el segundo ha servido siempre de com-
paraci6n para los que se vuelven a Dios en su camino de
Damasco, mal puede decirse lo mismo del que se apart de
El; si al Ap6stol lo ceg6 temporalmente la luz divina pa-
ra luego alumbrarlo de nuevo con resplandores inextingui-
bles, a Jerez lo ceg6 para siempre su pasi6n: "La vida y
los encantos de Paris relajaron su austeridad", dice el his-
toriador Perez.
Despues vino Jerez a ensefiar a Nicaragua su filoso-
fia materialista, y sobre esto nada me contradice don So-
fonias Salvatierra; sin duda porque encuentra muy bien
este peoselitismo descristianizador de su admirado maes-
tro, como que ese es el mejor galard6n de Jerez para los
liberals descreidos; pero en realidad el signo mas terri-
ble de su tragedia, y por su causa, la de sus conciudada-
nos en las pasadas y presents generaciones.
Una de las novedades de mi libro es haber destruido
la conseja de que Inglaterra no reconocia a estos pai-
ses "por su pequefiez", sino por su desorganizaci6n. Es-
to lleva miga. Si lo primero es verdad, Jerez ha teni-
do por lo menos una excusa de intentar restablecer la
uni6n centroamericana (suponiendo que tales hubieran
sido sus intenciones) por cualquier medio, a sangre y
fuego; si no, el y Castell6n resultan mas culpables que
nadie de haber venido a meter mayor desorden en estos pai-
ses, a pesar de que en Europa aprendieron el dafio interna-
cional que causaban las revueltas.


- 59 -







Esto s6lo puede decidirse con lo que diga el documen-
to. Copiare integro el pirrafo de la carta del propio licen-
ciado Francisco Castell6n, fechada en Londres a 16 de fe-
brero de 1849:
"Ha venido a circular en los diaries de esta corte la
noticia de una nueva revoluci6n en los Estados de Hondu-
ras y Nicaragua; noticia que ha producido en el pfiblico u-
na sensaci6n sumamente desagradable, .acompafiada de un
sentimiento de indignaci6n en aquellas personas que toman
parte en nuestros asuntos, y que ha llenado de amargura
mi coraz6n. El solo rumor de este acontecimiento ha pues-
to en una falsa posici6n nuestros asuntos: y es de temerse
que, observando este astuto y perspicaz gabinete, el incre-
mento que van tomando las discordias intestines en cada
uno de los Estados, uinicos que han manifestado su resolu-
ci6n de no consentir jams en la usurpaci6n de la mas pe-
quefia parte del territorio de la Repiblica, diga como en
1844: "no puede tratar con inguno de ellos, porque el es-
tado de desorganizaci6n en que permanecen hasta hoy, no
permit que haya una autoridad cuya estabilidad pueda ga-
rantizar a la Gran bretafia que Ios compromises contraidos
sean permanentemente respetados y cumplidos".
Claro esti aqui la condenaci6n de los actos perturbado-
res que luego emprendieron Castell6n y Jerez; clara su cul-
pabilidad de dar mis armas a la potencia interventora de
aquellos dias para seguir usurpando nuestros territories del
Atlantico, y de paso impedir la reconstrucci6n de la fede-
raci6n centroamericana. Esto ultimo era evidence y se re-
fleja en las notas del Ministro Americano Squier, quien lla-
ma political inglesa a los estorbos que los ingleses oponiari
al restablecimiento de la nacionalidad.
C6mo intent don Sofonias Salvatierra borrar esta mi-
cula de Jerez? Sencillamente, interpolando una palabra en-
tre las aut6nticas y dnicas del document. Escribe el pa-
ra demostrar que el unionismo de Jerez naci6 en Europa en
1844: "cuando vi6 que las grandes potencias no los re-
conocian como representantes de paises pequeiios y des-
organizados, comprendi6 el ,inmenso mal que nos habia
hecho en Centroam6rica el separatismo".
Este parrafo no corresponde a la verdad hist6rica; pri-
mero porque no es cierto que Inglaterra se negaba a reco-
necer a Honduras y Nicaragua como paises independien-
tes. Castell6n en su carta no habla de reconocimiento,
sino de que Inglaterra decia que no podia tratar con ellos,
lo cual es distinto. Segundo, porque tampoco menciona a
paises pequeiios; y no podia hablar asi, porque hubiera sido
ponerse en contradicci6n con los hechos que se estaban

60 -







viendo. En efecto, Inglaterra mantenia relaciones y tra-
taba con paises mas pequefios que Nicaragua y Honduras,
como Portugal, 88740 Km2; M6naco, 23,418 Km2; Suiza,
41,295 Km2; Holanda y Paises Bajos, 34,209 Km2; muchos
estados de Italia, la pequefiisima Republica de Andorra de
apenas 452 Km2 y 6,700 habitantes.
Queda, pues,.remachado el clavo de que el nacionalis-
Smo o unionismo de Jerez no vino de la repulsa inglesa, y
que fue igual, ni mis ni menos, al que profesaban todos los
centroamericanos de su tiempo; que no aprendi6 en Eu-
ropa que el mayor enemigo de esa idea era la revuelta ar-
mada; que al regresar a su pais le hizo mis bien dafio con
sus montoneras continues, injustas y crueles, aun palpando
el perjuicio que causaba al unionismo. Pero tambi6n es-
temos seguros de que don Sofonias Salvatierra y los de su
escuela, volveran a machacar la verdad hist6rica para que
la fibula no pierda su eficacia.
El mismo procedimiento ha aplicado el senior Salva-
tierra a otro document aue hace aparecer a Jerez como
revolucionario por naturaleza. Fu6 en 1851, en los prin-
cipios de su carrera, cuando aun no se le habia ocurrido
echar mano de las aguas lustrales del unionismo para lavar
la impureza de sus revueltas.
El 4 de agosto de 1851 se sublev6 la oficilidad del
Ej6rcito. En esta revuelta contra el gobierno legitimo del
Director Supremo Lic. Laureano Pineda, particip6 Maximo
Jerez. Ningin pretexto, ni el de archivo secret, ni el de
prevenir los males antes que remediarlos, ni el de gobernar
tal como "yo lo entienda", ni el cambio de nombre de Es-
tado en Repiblica y de Director en Presidente, nada habia
de por medio. Pero Pineda era oriental, Fruto Chamorro
su Ministro de Hacienda, y ellos se habian propuesto,concluir
con el militarismo. Se ha negado si fu6 el general Mufioz
quien di6 el golpe o si 61 recogi6 las riendas del gobierno
cuando estaban "boladas en la plaza". Aqui s61o cabe de-
cir que Jerez estaba implicado en ese trastorno de la paz,
de aspect militarista, innecesario (por no llamarle crimi-
nal), obstruccionista de la reconstrucci6n de la unidad cen-
troamericana, y ejemplo de la teoria antidemocratica defen-
dida por el senior Salvatierra, de que el Ejercito puede de-
liberar.
6De qu6 modo don Sofonias Salvatierra intent esqui-
var esta nueva embestida contra el prestigio patri6tico de
su h6roe? .
Vamos a verlo.
Comienzo por copiar lo conducente del document en

61 -







que se encuentra aquella falla del doctor Jerez, quien to-
davia no era llamadto general.
"El Senado y Carnara de RR. del Estado de Nicara-
gua, reunidos en Asamblea, resuelven: Art. Unico. El De-
legado Suplente de la Representaci6n Nacional senior Lic.
y Dr. Maximo Jerez no podra servir este 'destino mientras
no se indemnice de los cargos que se le han hecho sobre ha-
ber torado participio en la facci6n del 4 de agosto del afio
pr6ximo pasado". La fecha de este decreto es 25 de ju-
nio de 1852, y se public en La Gaceta Oficial de Nicaragua,
del 31 de julio de. 1852.
Son Sofonias Salvatierra dice, como cosa nueva, que
61 conoci6 el decreto por haberlo leido en la obra del Dr.
Andr6s Vega Bolafios, titulada: "Los acontecimientos de
1851", editada en 1945; pero podemos asegurarle que no exis-
te ese decreto en aquella colecci6n, que s6lo Ilega hasta
fines de 1851 y comprende uno que otro de enero del a-
fio siguiente. Don Sofonias Salvatierra ley6 ese decreto en
"Maximo Jerez y sus contemporaneos", o en mis articulos
pol6micos con 61 del aiio 1930. De todos modos, la cita de
don Sofonias no esta ajustada, no dir6 a la letra, pero ni al
sentido del document aut6ntico.
He trascrito ya c6mo reza el decreto, veamos ahora la
cita que de 61 hace el nuevo apologista de Jerez. Refiri6n-
dose a la colecci6n del doctor Vega Bolafios, dice el senior
Salvatierra: "Alli s61o se lee la alusi6n que se hace de
Jerez, de no ejercer la suplencia de la Representaci6n Na-
cional, mientras no quede resuelto si 61 tom6 parte o no en
el cuartelazo del 4 de agosto".
Este modo de hablar me hizo ir a consultar inmedia-
tamente el susodicho libro del Dr. Vega Bolafios, dudando
si se trataba de otra version del decreto; pero, repito, no
encontre en esa colecci6n de "Notas y Docunientos" el co-
rrespondiente al 25 de junior de 1852.
Como se ve, don Sofonias cita de memorial y en refe-
rencia, pero esto nada importaria si su glosa fuera ajusta-
da al cabal significado del decreto que inculpa a Jerez.
Comparemos y apreciaremos la diferencia entire el decre-
to y el alcnnce que le da el senior Salvatierra.
En el primero se afirma la culpabilidad de Jerez; la
glosa esti redactada de modo que aparezca la 'duda. En el
decreto se le obliga a Jerez a "indemnizarse de los cargos
que se le han hecho"; en la interpretaci6n se dice: "mien-
tras no quede resuelto, si 61 tom6 parte o no en el cuarte-
lazo del 4 de agosto". El decreto concretamente dice que
a Jerez se le acus6 de haber tomado participio en el cuar-
telazo; el comentario, disfraza ese cargo concrete llamin-

62 -







dole alnsi6n. Indemnizar. quiere decir "compensar uh da-
fio o perjuicio", y no averiguar o resolver algo; se impone
una indemnizaci6n cuando hay seguridad -del dafio causa-
do, mas eso no puede hacerse "mientras no quede resuel-
to" si el sindicado cometi6 o no el delito.
Para don Sofonias esta prueba no basta para tener a
Jerez como coactor en el cuartelazo del 4 de agosto de 1851.
Tampoco lo es, para 61, la alusi6n que hacen hombres des-
tacados de la political de su tiempo. -Pues iqu6 interns
tendria Jerez en el cuartelazo?, se pregunta su defensor.
-El interns, le contest, de todo perturbador de oficio. "Y
si no le parece suficiente la prueba mencionada, a mi vez
le pre'gunto: --Por qu6 estuvo preso Jerez en esos dias?
ZCui1 fu6 su defense y el fallo de la Corte ante la que o-
curri6 de amparo? He alli un campo de investigaci6n dig-
no de los admiradores de Jerez, que piden, como don So-
fonias, fact, non verba. El Dr. Vega Bolafios nos dice
que existe "El juicio de amparo que el Dr. Jerez introdujo
ante la Corte Suprama, al ser privado de libertad"; pero
no lo incluy6 en su colecci6n por no haberlo tenido a
mano.
Y a prop6sito, agregar6 que el document N9 65 pg.
130 de la colecci6n del Dr. Vega Bolafios nos ensefia que
no fu6 Anico el caso de la exclusion de Jerez. Tambi6n
se priv6 de su asiento en la Representaci6n Nacional a los
Licenciados Buitrago y Zepeda por haber participado en el
mismo movimiento subversive, bien que el decreto que los
excluye no fu6 legislative sino una propuesta a las Cima-
ras.
Y es que el cuartelazo del 4 de agosto de 1851 era de
enorme trascendencia en la vida democrAtica del pais.Era
el encuentro "de las dos fuerzas en pugna, el militarismo
contra el civilismo. El primero se mostraba. inconforme
de verse recluido al circulo de sus propias actividades a-
politicas; el segundo estaba en peligro de perder las con-
quistas que se venian haciendo desde los tiempos del Pa-
vo y del Mariscal Casto Fonseca, Comandante de Armas,
sefiores de horca y cuchilla.
Respecto de los otros cargos graves lanzados a Jerez,
como haber torado parte en la conspiraci6n del Guapinol,
de la que s61o sabemos que en ella se hallaba el h6roe de
don Sofonias contra los hombres de orden; y de la mas
grave aun de haber privado de su libertad al Director del
Estado don Jos6 Le6n Sandoval y haberle obligado a nom-
brar los ministros que le imponia la fuerza armada; so-
bre estas fazafias del "inmortal", don Sofonias pasa de
largo, sin decir oxte ni moxte, porque no es possible in-


- 63 -







terpretaci6n qUe valga para remendarlas. Por mi part,
no las he traido a cuento por "denigrar" a Jerez, como han
dado en la flor de propalar los incondicionales del jerecis-
mo pasa de moda; sino para que nos sea possible fijar el
character hist6rico del personaje, y acertar con las causes
de aquellos trastornos y los que despu6s vinieron.
Por lo que hace al acta de San Juan de Limay, le de-
dicare un capitulo aparte, porque ese episodio, insignifican-
te en su origen e inmediato desenlace, es importantisimo
como raiz de muchos males en Nicaragua y aun dir6, en
Centro Am6rica.


XIII

M6ximo Jerez contra la democracia
Sublevaci6n de San Juan de Limay
En su articulo numero 8 ("Flecha" 14 de junior) don
Sofonias Salvatierra intent justificar a Maximo Jerez de
la contradicci6n en que incurre, cuando aquel caudillo li-
beral afirma, por un lado, que los individuos del Ejercito
no tienen derecho a deliberar, y que en consecuencia me-
recia pena de muerte Matias Somarriba; y por otra par-
te, cuando mas tarde, se encuentra el mismo Jerez entire
los suscriptores del acta de San Juan de Limay, fechada
en ese pueblo del Departamento de Esteli, el 23 de mar-
zo de 1846, en que el Ej6rcito de que 61 formaba parte, de-
libera sobre un acto del gobierno y resuelve oponerse a
61.
No se puede negar que Jerez cay6 en contradicci6n.
Juzg6 rectamente al dictaminar, como Auditor de Guerra
Especifico, que "la fuerza piblica es esencialmente obe-
diente, y estando en actual servicio, le es prohibido deli-
berar". Pero err6 de leno cuando en San Juan de Li-
may deliber6 con sus compaiieros de armas sobre los ac-
tos del gobierno, y se opuso a ellos, amenazando con una
guerra civil interminable.
Poco importa la defense personal que de esta acti-
tud de Jerez hace don Sofonias Salvatierra, incluso si un
jurado diese a su defendido un veredictd absolutorio post-
mortem. Siempre quedaria en pie la lecci6n hist6rico-po-
litica de aquel acto, que exhibe a Jerez como un hombre
acomodaticio a las circunstancias mis disimiles, en desa-
cuerdo con la justicia y el respeto a la ley, y como creador
en Nicaragua de la escuela militarista contra el civilismo,,

64 -























MAXIMO JEREZ


""'

:I







que ha sido una de las llagas de Centro America, por cier-
to la mis rebelde y dafiina.
Al historiador y al politico interest este segundo as-
pecto de la cuesti6n, y sobre todo, en estos mementos en
que parece renacer en todo Centro America el cancer mi-
litarista, irbol plantado per Morazin y cosechado por sus
lugartenientes Francisco Malespin y Francisco Ferrera en
El Salvador y Honduras, y por sus opositores Rafael Ca-
rrera en Guatemala y Bernardo M6ndez, alias "Pavo", en
Nicaragua.
Es funesto para los caudillos su propio ejemplo de a-
saltar el gobierno por fuerza de las armas, porque se ex-
poner a que sus subalternos quieran imitarlos, aspirando a
igual destiny por los mismos medios, y los estimulan a vol-
verse contra ellos, acuciados por la impaciencia de atrapar el
poder cuanto antes. Eso pas6 a Morazan. Lo devoraron
sus propios hijos y con sus mismas armas.
Desde que se erpez6 a desintegrar la Federaci6n de
Centre America, desgarrada por los tirones en sentido con-
trario que le daban las ambiciones personales, la necesi-
dad de los Estados a sus rentas para vivir; el deseo de los
Estados de hacer efectiva su soberania, proclamada pero
negada en el hecho; desde entonces aparecen en cada uno
de ellos, como brotes mal6ficos, sintomiticos de la verda-
dera enfermedad de nuestro Istmo, militarotes sin ideales,
formados en los campos de batalla siempre en lucha con-
tra la autoridad constituida, en esa escuela funesta cuyo
gran maestro y fundador fui el General Francisco Mora-
zan, quien subi6 por las balas y baj6 por las balas hasta el
sepulcro; historic que habia de repetirse mil veces, con le-
yes variantes en los Estados que otros fundaron y que'" l
corrompi6.
Bernardo M6ndez, Casto Fonseca, Jose Trinidad Mu-
fioz, con el titulo de Comandantes de las Armas del Esta-
do, fueron en Nicaragua los duefios de todo desde 1838;
de la paz y de la guerra, de poner y de quitar gobernan-
tes; de imponer contribuciones. y de arrebatar la vida a
quienes les estorbaban.
Todos ellos, lo mismo que los otroa del resto de los
Estados, eran. anti-unionistas, y se juntaron para hacer la
guerra a Morazin, a quien calificaban de tirario, de pertur-
bador de la paz en Centro America, de obsticulo para que .
los Estados se reunieron en Convenci6n y restablecieran
la unidad political. Estas acusaciones no carecian de fun-
damento, pues aqul6 perturbaba la independencia de los
Estados intervini6ndolos a mano armada, les, disminuia
sus poderes y las rentas de sus gobiernps provinciales, por-

65 -.







que los Estados debian contribuir con dinero y hombres
al sostenimiento del gobierno general, enredado siempre
en guerras y disturbios.
En resumidas cuentas, Nicaragua se hallaba bajo un
gobierno military desde que en 1838 se proclam6, a moci6n
del diputado liberal Lic. Francisco Castell6n, Estado libre
y soberano.
Pero al mismo tiempo comenz6 una lucha de los civi-
les con objeto de reducir el militarismo a su esfera pro-
pia, negindole el derecho de intervenir en el terreno de lo
civil, bregando porque el Ej6rcito fuera lo que ahora lla-
mamos "apolitico"; porque los Comandantes de las Armas
no pudieran estar sobre los.Directores Supremos, ni man-
dar mas que ellos; en una -palabra, para que no hubiera
dos poderes, sino uno solo ejercido por el jefe civil del Es-
tado.
A la cabeza de este movimiento civilista de aut6ntico
tipo democratic, se puso don Fruto Chamorro; y su idea,
en lucha constant desde 1838, al fin triunf6. Pues lue-
go de la guerra civil de 1854 y de la national contra los
filibusteros, se adopt en principio su sistema constitucio-
nal, propuesto para la Confederacidn de El Salvador, Hon-
duras y Nicaragua en 1845, y realizado en esta iltima en
1854 con el establecimiento de un gobierno CENTRAL, UNI-
CO Y FUERTE; aceptado, finalmente, en la Constituci6n de
.1858 que di6 a Nicaragua 30 aiios de gobierno republican
en que brillaron todas las libertades ciudadanas.
En el present articulo tratar6 de la sublevaci6n de
San Juan de Limay; y en el pr6ximo del cuartelazo del
4 de agosto de 1851, al que me referi en mi anterior s6lo por.
lo que hace a la culpabilidad y castigo de Maximo Jerez
por haber participado en 61. Estos episodios de nuestra his-
toria son de importancia para comprender el carActer de
MAximo Jerez, porque en ellos aparecen, al principio de
su carrera, dos de sus caracteristicas permanentes: su es-
piritu levantisco y sublevado, y su militarismo contra los
medios democraticos para hacer triunfar sus principios.
En realidad la rebeli6n de San Juan de Limay fu6 un
hecho insignificant por lo que hace al pretexto que 1o
motiv6 y a su resultado. Mas no puede calificarse de u-
na "pequefia cosa" con que se quiere oscurecer ra memo-
ria de Jerez, en tanto que era un sintoma del-militarismo
reinante, escuela fundada en Nicaragua por MAximo Je-
rez y sus compafieros de armas, que luego vemos en ple-
no triunfo y arraigo durante las dos 6pocas de tipicos go-
biernos liberals en Nicaragua, en la administraci6n del
General Zelaya, y en la de nuestros tiempos desde 1936.






Por eso vale la pena relatar la historic complete de
ese episodio de San Juan de'Limay, sacada de los docu-
mentos que public el "Registro Oficial" en 1846.
Durante la llamada guerra de Malespin, el Congreso
no pudo reunirse en Le6n, capital entonces del Estado. Se
reunib, pues, en Masaya (mhs conocido entonces con el nom-
bre de San Fernando), y en esa ciudad continue sus se-
siones aun despubs de haber conclyido la guerra, y alli
clausur6. De acuerdo con antecedentes, el Poder Ejecuti-
vo, presidido entonces por el pr6cer granadino don Jose
Le6n Sandoval, dispuso convocarlo para aquella ciudad.
Cuando esto se supo, y antes que se emitiera el decreto, el
Lic. D. Pablo Buitrago, gran abgacto leones y quien ha-
bia sido Director Supremo del Estado por el afio 1841, es-
cribi6 una carta al Director Sandoval, fecha 17 de enero de
1846.
En esta carta, que se puede leer en el "Registro
Official" del 28 de febrero de aquel afio, numero -58,
el Licenciado Buitrago expusd sus razones legales de
por qu6 el Congreso debia reunirse en Le6n, las cua-
les puedo resumir con las propias palabras del licen-
ciado asi: "Quedaron, pues, vigentes las leyes anteriores
que sefialan por lugar de residencia de los Altos Poderes,
esta ciudad de Le6n".
Desde que lei este document, sespech6 que andaba
de. por medio el sentimiento localista, pero no me hubiera
atrevido a afirmarlo a no haber encontrado confirmada mi
opinion en la Resefia del Dr. Mo.ntfifar, tomo V, pg. 282,
y en -el dicho del propio Director Sandoval. Tenia este
tambi6n sus razones legales y political de much peso pa-
ra no tender a las del licenciado Buitrago; y en 22 de e-
nero de 1846, en Consejo de Ministros, dict6 el decreto de
convocatoria para que el Congreso se reuniera en la ciu-
dad de San Fernando de Masaya a sesiones ordinarias. El
articulo 4 de este decreto disponia que el Poder Ejecuti-
vo continuaria en visit, "si antes de concluirla no lo lla-
marse a su lado el Poder Legislativo".
Las razones del Director Sandoval para proceder asi
eran, entire las principles, las siguientes. En marzo de
1845, el misMno Congreso se habia declarado constitucio-
nalmente instalado en Masaya, y alli se disolvi6 sin haber
sefialado nuevo lugar donde reunirse para la pr6xima le-
gislatura. El Poder Ejecutivo no podia variar el Vitio de
reunion, porque eso correspondia a los dos tercios de las Ci-
mar-as, y habia antecedentes de que 6stas volvian a jun-
tarse en el mismo lugar de su disoluci6n, cuando no ha-
bian seiialado otro.

67 --







A estas razones habia que agregar los siguientes -io-
tivos de prudencia political que el Director Sandoval rese-
fiaba al Lic. Buitrago.
"Hombres inquietos que no estin contents con el or-
den de cosas hasta ahora establecido, dando pabulo al es-
piritu de localismo que clega al que lo posee, y no le de-
ja mirar el abismo en que esti al canto de precipitarse,
trataban.por este medio de pulular una discordia entire es-
te y los dem6s Departamentos, y procuraban con arteries
nulificar cuanto se ha obrado por la actual administra-
ci6n o conducirnos insensiblemente a la repetici6n. de la
trAgica escena de 1826, Para conseguir su fin daban prin-
cipio, promoviendo la reunion de Juntas preparatorias en
esta ciudad, que, contrapuestas a las que debian reunirse en
Masaya, trastornasen el Estado. Yo, que vi este princi-
pio, reflexion6 seriamente que en el puesto en que me
hallo colocado tenia al fin que decidir la cuesti6n; por-
que, suponiendo reunidas Juntas preparatorias aqui y en
Masaya, unas y otras debian pedirme local, pago de escri-
bientes, gastos de oficina y muebles, y darme 6rdenes pa-
ra hacer concurrir a los individuos que en cada una. de e-
llas faltasen. Si atendia a unas y otras, yo hacia la re-
voluci6n; si a ninguna, debia creerse con raz6n que temia
la reuni6n de las Cimaras, y esto daria un pretexto para
subvertir el orden, y si ya reunidas, en una y otra parte
obsequiaba los mandates de las de un lugar s61amente, en-
tonces decidia la cuesti6n, y era cuando ya hubiese torado
cuerpo y producido muchos males. Me resolvi, pues, a de-
cidirla desde luego, y para ello, de acuerdo con el consejo
de ministros, dict6 un decreto de convocatoria para la ciu-
dad deSan Fernando y no para la de Le6n".

He aqui el decreto:

"El Director Supremo del Estado de Nicaragua, considerando:
que es llegada la 6poca en que las CAmaras deben reunirse en jun-
tas preparatorias, y aunque no es un deber del Ejecutivo -onivo-
carlas, creydndose con facultades para verificarlo, y habiendo sido
excitado por uno de sus miembros, ha tenido a bien decretar y DE-
CRETA: Art. 1.-Se convoca al Poder Legislativo para que se reu-
na en sesiones ordinarias. En consecuencia, todos los Senadores y
Representantes concurrirAn a la cludad de San Fernando de Masa-
ya, en. donde la Asamblea se declar6 instalada constituclonalmente
el diez de marzo del afio pr6ximo pasado. Art. 2-Los Prefectos a
la mayor brevedad cuidaran de proporcionar de cualquier fondo
el correspondiente viitico a cada uno de los que no resfdan en di-
cha ciudad. Art. 3.-El Prefecto del Departamento Oriental que-
da facultado y obligado a proporcionar los correspondlentes edifl-
ficios para las Camaras, y hacer los gastos necesarios al efecto.
Art. 4.-El P. E. continuarA en vista, si antes de concluirla no to


- 68 -


".' 'iSS"p






Ilamare a su lado el P. Legislativ:d y entretanta, el Prefecto 6rien-
tal residira en S. Fernando. Dad& en Le6n a 22 de enero de 184i
-JOSE LEON SANDOVAL".

La fire y bien fundada determinaci6n del Director
Sandoval llego a los oidos del General Jose Trinidad Mu-
noz quien andaba de expedici6n en el Norte contra la fac-
ci6n de Jos6 Maria Valle, alias Chel6n, a la que cooperaba
por el lado de Chinandega Bernabe Somoza.
Ignoro si los informes que legaron a Mufioz y sus ofi-
ciales, entire los cuales se hallaba Maximo Jerez, eran a-
justados a la verdad. Si asi fue, no habia los motives que
luego alegaron para el acto de sublevaci6n que iban a co-
meter, y sin duda se dejaron arrastrar por el sentimiento
localista, porque veian alejarse la capital de Le6n, prime-
ro con la reuni6n del Congreso en Masaya y despues, con
la declaraci6n del Poder Ejecutivo de que estaba dispues-
to a trasladarse al lado del Congreso, si 6ste se lo pedia.
Esta duda me la sugiere el texto mismo del decreto
de convocatoria que motiv6 la sublevaci6n de San Juan de
Limay. En efecto, el en nada menoscababa la libertad de
'los representantes para reunirse donde ellos determinaran
por ley una vez constituidos en Congreso, y deliberar li-
bremente. Tampoco violaba de ninguna forma la Cons-
tituci6n ni atacaba "la libertad de la soberania". Asimis-
mo eran falsos los concepts del articulo segundo del ac-
ta al asegurar que el decreto del 22 de enero era un obs-
ticulo para la instalaci6n del Cuerpo Legislativo; y que es-
ta imaginada oposici6n a que se reunieran las Camaras, e-
quivalia al "atentado de disolverlas", lo cual nunca apo-
yaria el Ejercito. Sentadas estas falsas premises, "el E-
jercito desconoce el citado decreto y protest ononerse a
toda media que sirva de obsticulo a la reuni6n de la A-
samblea". Se invitaba a los ciudadanos a incorporarse al
Ej&rcito para defender "la libertad de las Camaras". Co-
mo consecuencia de todo esto, el Ejercito "juzgaba" extra-
viados los procedimientos del Ministerio sobre la reuni6n
del Congreso, y prevenia que iban "a ser origen de una
guerra civil interminable".
El Ministro de la Guerra don Lino C6sar se dirigi6 al
Jefe del Ejercito, explicindole que no se trataba de violen-
tar la libertad de los representantes, y que en todo se les
dejaba en complete libertad, aun para reunirse en el pun-
to indicado.
La contestaci6n de Mufioz es significativa, porque da
a entender que el Ejercito y el Poder Ejecutivo son dos en-
tidades de igual categoria, y hasta se adivina en sus pa-
labras que hace gala de usar de aquella deliberaci6n que le

69 -






estaba prohibida, y euya prohibici6n reconoce en los con-
siderandos del acta. He aqui esa contestaci6n de Mufioz:
"He recibido la respectable comunicaci6n de ese 'Mi-
nisterio, fecha 4e hoy, y al ver la ilustrada aclaraci6n que
el Supremo Director hace del decreto de 22 de enero, re-
duciendola a excitativa, con el mayor placer cit6 en junta
a los sefiores oficiales, y despu6s de leerles la citada comu-
nicaci6n, he tenido el gusto de que, encontrando todos lle-
nos los deseos del Ejercito, puesto que son id6nticos los del
Gobierno, desde luego protestasen la obediencia al Go-
bierno de leyes que existe por la Constituci6n, apoyada por
el Ejercito".
Don Sofonias Salvatierra, para quien su h6roe es im-
pecable, dice que "Jerez en Limay era superior a todos, y
su sola presencia en el acta indica que la conduct de los
militares se encaminaba al bien pdblico".
iQur manera mas elegant de hacer historic y de jus-
tificar a un idolo! Ahora me explico que la misma plu-
ma que traz6 esa linea, pretend que haya causes liqui-
dadas por la historic, no comprendida que nuevas investiga-
ciones hist6ricas tengan alg6n objetivo plausible.
Por mi parte yo veo de otro modo el incident de San
Juan de Limay. iQue chiquito aparece alli Maximo Je-
rez, bregando por-ideales'localistas; amenazando con una
matanza fraternal "interminable", porque la legislature se
march de Le6n; cuan antidemocritico se revela su disci-
pulo don Sofonias Salvatierra, al defender la antirrepubli-
cana doctrine de que es saludable que los ejercitos deli-
beren, calificandola de "acto beneficioso que los ciudadanos
armados han realizado en favor de los pueblos, cuando los
ciudadanos civiles y los que mandan se desvian evidente-
mente de las aspiraciones y los intereses pdblicos".
Seiior, me hago cruces de este modo de entender la de-
mocracia, y de la opini6n de este "historiador" aue no se
tom6 el cuidado de leer el document llamado Acta de San
Juan de Limay, ni el decreto de 22 de enero de 1846, al
hablar de ciudadanos aue se desviaron de.las aspiraciones
y de los intereses p6blicos.
Estas cosas son las que hacen pensar a uno aue me-
recemos lo que nos pasa, y que cada pueblo es digno del
gobierno que tiene, es decir, del que defienden hasta los
mis ilustrados y los que mis alarde hacen de independien-
tismo, de legalismo, de libertad y democracia.


- 70 -






XIV


M6ximo Jerez contra la democracia

El. cuartelazo del 4 de agosto de 1851

Comenzar6 por satisfacer una petici6n que con dere-
cho me hace mi estimado opositor. Me exige que le pre-
sente una prueba concrete para demostrar que el Dr. Ma-
ximo Jerez estuvo comprometido en el cuartelazo del 4 de
agosto de 1851. Don Sofonias Salvatierra confiesa que 61
nunca ha visto "ningun document en que conste y pueda
dar fe suficiente para asegurar aquella participaci6n".
Esta pregUnta qued6 contestada en el capitulo XII de
esta obra, pigina 61. ,No le parece al senior Salvatierra
suficiente prueba la acusaci6n concrete y especifica que
lanza el Poder Legislativo de Nicaragua a Maximo Jerez?
A esto agregar6 que nunca he visto desmentido esto por Je-
rez. El Dr. Vega Bolafios tambi6n sabe que Jerez estuvo
preso en aquellos dias y que introdujo amparo ante la Cor-
te. Esos documents deben aclarar mis el asunto. Hay
que buscarlos, publicarlos y estudiarlos. Con esto puede ver
don Sofonias que no hay causa fallada en Historia y que
tiene su utilidad darse a la bitsqueda de nuevos documen-
tos, que en este caso, quizas redunden en la absoluci6n de
Maximo Jerez. En lugar, pues, de estar predicando des-
de su tribune de d6mine infalible, que Jerez era inmacu-
lado, que los actos mis err6neos y criminals de la epoca
quedaban purificados con su sola presencia, que en la man-
cha de filibusterismo 61 fu6 el fnico que result limpio y
mis grande aun que los que resistieron aquella ola de lo-
do; en lugar de palabras, palabras y mas palabras en que
nadie cree, d6se a buscar aquellos documents y alimbre-
nos con la luz que ellos despidan.
*
En el capitulo anterior esboc6 el viacrucis de Nicara-
gua bajo la cruz de los Comandantes de Armas del Esta-
do, y c6mo Fruto Chamorro, a la cabeza del civilismo, triun-
f6 de ese mal, los proscribi6, lo enterr6, mis iay! no para
siempre.
Sus armas en este combat no fueron las revolucio-
nes, ni los. asaltos de cartel. Se meti6 en todas las admi-
nistraciones por liberals y militaristas que fueran para en
derezar las cosas hacia una verdadera democracia. Fu6
ciudadano active de oposici6n, y se vi6 en peligro de ser
asesinado; acept6 la diputaci6n en 1838, y aun en ese pues-
71 -






to revestido de inmunidad no sinti6 segura su vida; en
1844 y 1845 se atrajo sobre si las iras de Ferrera, de Ma-
lespin y de Casto Fonseca porque desde su puesto de Su-
premo Delegado, es decir, Presidente de la Confederaci6n
de El Salvador, Honduras y Nicaragua, intent deponer a
todos los militarotes que detentaban el poder de los Es-
tados y restablecer la unidad centroamericana; en 1848 en-
cabeza el grupo de diputados a la constituyente que se pro-
ponian acabar con el dominio military sobre el civil, y jun-
to con Corral, expone su vida ante las maniobras del Ge-
neral Mufioz que maquinaba echar sobre el Congreso a
grupos que Ilamaron entonces "cirujanos" por alusi6n a las
armas blancas que portaban y por la operaci6n a base de
cortes sangrientos que. estaban llamados a efectuar. Esa
vez no pudo haber reform, porque aunque no se efectu6
la "operaci6n quirfirgica" gracias a la decidida y valerosa
actitud de Chamorro, de Corral, de Pineda v de Jose Do-
lores Estrada, los que estorbaban la reunion de la Asam-
blea Constituyente impidieron siempre que se ajustara el
quorum legal. Finalmente, Fruto Chamorro, consecuen-
te con sus principios de sostener en todo caso al poder le-
gitimamente ccnstituido, aunque no estuviera formado por
hombres de su partido, y algunos de los que Io integra-
ban fueran enemigos personales suyos, se avino a ponerse
a las 6rdenes del General Mufioz en calidad de segundo Je-
fe, y cooperar con el gobierno liberal contra la revuelta
que Bernab6 Somoza habia levantado en Rivas en 1849.
El present capitulo tiene por objeto narrar el episo-
dio del afio 1851, en que los dos hombres que representan
las doctrinas y procedures antag6nicos en Nicaragua, Fru-
to Chamorro y Maximo Jerez, se revelan lo aue fueron,
exhiben sus procedimientos y fundan sus escuelas: la de
un gobierno central, fnico y fuerte, y la del derecho de
rebelion armada; la que ensefia que deben mandar las le-
yes, y la que incita a los pueblos a la matanza; la demo-
cracia fuerte con el voto, y la dictadura prepotente con las
bayonetas; la escuela democratic de Fruto Chamorro fren-
te a la anirquica de MAximo Jerez.
El afio de 1851 presidia el Estado el oriental Licencia-
do Laureano Pineda. Este eximio ciudadano, recordando el
asesinato politico de su padre Jose Benito Pineda, ocurri-
do on Le6n, habia mostrado dudas ,de aceptar aquel alto
destiny, porque temia un cuartelazo, tan frecuentes en a-
quella plaza, recurso con que los Comandantes Generales
de Armas tenian sujeta la libertad de los Directores, ba-
jo la amenaza de ser depuestos y aun asesinados, si no se
avenian a ser d6ciles instruments del militarism. impe-

72 -






rante. Su temor se ve-claro en su proclama en Managua
del mes de mayo, y sobre todo en su carta al Obispo Vitefi
del 30 de junior de 1851,'ambas en la colecci6n del doctor
Vega Bolanios, documents ninmeros 9 y 10.
Pero al. fin lleg6 a Le6n, confiando en que el pueblo de
esa ciudad era d6cil y respetuoso con sus gobernantes.
Pineda se rode6 de Ministros de ambos partidos, o me-
jor dicho, de distintas tendencies political. Ellos fueron:
los leoneses licenciado Francisco Castell6n en Relaciones
Exteriores y Gobernaci6n, y el Cnel. Francisco Diaz Za-
pata en Guerra; para Hacienda nombr6 al granadino don
Fruto Chamorro.
Pineda inici6 inmediatamente una administraci6nf de
orden, cuyo principal objetivo era acabar con el milita-
rismo, representado entonces por el mis inteligente, el me-
jor military de los tiempos, el General Jose Trinidad Mu-
ioz. Como no trato de escribir la historic de este perio-
do, sino rastrear la influencia de Jerez en nuestro modo de
ser politico actual, me limitar& a la acci6n benefica ces-
ta si que merece lamarse ben6fica), de la administraci6n
de Pineda contra el militarismo, que auspiciaba Maximo
Jerez.' No hay duda que en aquella political de saneamien-
to lo aconsejaba don Fruto Chamorro, y que contaba con
el decidido apoyo de Castell6n y Diaz Zapata, pues de o-
"tro modo no hubiera podido dar un paso en ese sentido.
Por medio de dos decretos legislativos (Vega Bolainos,
n6meros 16 y 17) el Poder Ejecutivo reasumi6 por medio
del Ministerio de la Guerra, la Comandancia Militar; se
restringi6 el fuero military a ciertos delitos; el gobierno or-
den6 organizar cuatro o seis batallones de milicias; se dis-
puso hacer una nueva tarifa para sueldos militares de gra-
dos superiors, aunque dejando vigentes algunos de esos
sueldos; la fuerza permanent del Estado quedaba reduci-
da a 500 hombres.
Estas leyes iban encaminadas a derogar los reglamen-
tos que habia hecho Mufioz, conocidos sin duda nor Jerez
y descritos asi por el Licenciado Castell6n: "Por esos re-
glamnentos todos los nicaragiienses eran militares, y todos
quedaban suietos a la espada del General Mufioz, para
quien la Constituci6n es nada, y las ordenanzas, el Alcorin
que acata y venera con respeto judaico, por que es la base
de su poder y de su omnipotencia..... Esos reglamentos esta-
ban calculados para llevar a cima sus sofiadas empresas de
conquista y de dominaci6n exclusive en los Estados de la ex-
tinguida Federacibn calculados para resolver el problema
de "Si Nicaragua es de Centro America o Centre
America es de Nicaragua". Esos reglamentos abrian el se-

73 -






pulcro en que debian sepultarse, la libertad y los sagra-
dos derechos dt los nicaragiuenses y quiza de todps los
pueblos centro-americanos. Con esos reglamentos (Mu-
fioz) era todo,,sin esos reglamentos qued6 reducido a
la nada; y 6sta es la raz6n por que le ha sido tan
sensible el que se declarasen sih vigor. No es esto una
paradoja; el mismo lo ha dicho en repetidas ocasiones cuan-
do se le instaba para que no se separara de la Comandan-
cia General de que se separo aparentemente para conspi-
rar mas a salvo como lo ha hecho, poniendo de estafermo
a los insensatos militares que. firmaron el acta del 4 y eje-
cutardn los desacatos inventados contra el senior Director
y sus ministros".
La actitud del General Mufioz fu6 la de resentido, y
abandon su puesto. En un manifiesto aue lanz6 el 20 de
julio de aquel afio, dice que por el hecho de restablecer-
se la Comandancia General, es de sunonerse que otro ha
sido nombrada para ese cargo; que esper6. la legada
del Supremo Director a Le6n para arreglar el modo de
organizer el ejercito disuelto por el decreto de 17 de ju-
nio; pero habian sido vanos todos sus abnegados esfuer-
zos. "En tal situaci6n -escribe Mufioz- consider que es
illegal y contra todo principio de orden, que yo siga so-
portando el vano titulo de Comandante General sin serlo,
o que ejerza a la sombra de un gobierno constitutional, fa-'
cultades que no tengo". Muiioz declaraba que el Ejercito
estaba "disuelto", que el, obediente a las leyes, se veia "a-
rrojado a la vida privada", y que si su influencia valia al
go entire los oficiales "del ejercito disuelto", les ordenaba.
obedecer al jefe de mayor graduaci6n y las 6rdenes del Go-
bierno.
A nadie engafi6 Mufioz con este fingido acatamiento de
las leyes. Se apart del mando, pero muy luego, el 4 de
agosto de ese mismo aio, 15 dias despu6s de haber escri-
to aquellas palabras de sumisi6n y conformidad, apare-
ce dirigiendo el movimiento revolucionario iniciado'con el
cuartelazo de aquella noche del 4 de agosto.
Si Mufioz no fu6 culpable, si se proponia salvar al
pais cuyas riendas de gobiernd "estaban botadas en medio
de la plaza", no debi6 haber seguido adelante con el movi-
miento subversive, sino llamar al legitimo gobernante, o
impedir su destierro junto con sus ministros, expulsados a-
quella misma noche, montados en mulas, al estilo emplea-
do en la colonia (lo hace notar Castell6n), para sacar a la
vergiienza puiblica y pasearlos por las acostumbradas, a los
reos de infima categoria.
SQue participaci6n tom6 MAxima Jerez en aquellos sub-
74 -






versivos'sucesos? A punto fijo no lo sabemos. Mejor que
como lo- ha defendido don Sofonias Salvatierra, agregare
(porque no me propongo destruirlo, ni infamarlo, sino so-
lo la verdad hist6rica) que es possible que no haya esta-
do en el secret de lo que se tramaba, porque la noche
misma en que fueron capturados Pineda, Diaz Zapata y Cas-
tell6n, Jerez se hallaba de visit en casa de este ultimo
Castell6n lo informa asi desde el destierro, hacienda potar
la buena y fiel amistad que los unia. (Vega Bolafios, Doc.
N9 30, pg. 70). Y seria predso suponer en Jerez una per-
fidia refinadisima y llevada ya a los iltimos escalones,
para atribuirle que estaba en el secret de la conspiraci6n
y que habia llegado de visit para ayudar a salvar la vi-
da de su amigo. Lejos de mi esa suposici6n, aunque con
el objeto de proteger a Castell6n lo haya acompafiado Je-
rez cuando lo llevaban custodiado hasta el cuartel.
Pero asi como esto es admisible, del mismo modo te-
nemos que aceptar que Jerez en alguna forma tom6-par-
te despubs en el movimiento revolucionario, ya que de o-
tro modo el Congreso no se hubiera atrevido a dictar el a-
cuerdo que trascribi en el Capitulo XIII de esta obra, en
que se acusa concretamente a Jerez de haber participado
en la acci6n revolucionaria de su amigo y jefe el general
Muiioz.
Vayamos viendo con que repugnancia y temor recibieron
los hombres publicos coetAneos este trastorno de Mufioz, a-
probado y apoyado por Maximo Jerez. Dice el Director Pi-
neda que la suerte de Nicaragua "fu6 abandonada a la arh-
bici6n y codicia insaciable de su jefe de armas que, des-
pechado por la.imposibilidad de dominar la firmeza de los
individuos de la actual administraci6n legal, busc6 en el
crime y la traici6n el medio de contener, aquellas pasio-
nes innobles del que asesina sin compasi6n a la patria de
los nicaragiienses incautos".
Sigue un catalago de acusaciones concretas contra Mu-
fioz en aquel estilo severe de Laureano Pineda; y, coinci-
dencia fatal, cada uno de esos cargos ha sido lanzado tam-
bi6n por otros a Maximo Jerez; lo que prueba que si 6ste
no fu6 la cabeza de aquellos trastornos, particip6 en ellos
en forma cooperante y directive.
He aqui c6mo Pineda eslabona la indebida "delibera-
ci6n" del Ej rcito, ahora defendida por don Sofonias Sal-
vatierra, con la sublevaci6n de San Juan de Limay y con
el cuartelazo del 4 de agosto: "Por la constituci6n de Ni-
caragua la fuerza pfiblica es esencialmente obediente; es-
tando sobre las armas le es prohibido deliberar, y el jefe
que abusa de ella compete un crime grave. Parece que el

75 -




". .N -. .

cuartel de Le6n, -desde que su fatal destino le trajo el uw-
nesto genio, ha.procurado conculear este principio, garan-
tia indispensable de la respetabilidad de los Gobiernos. Sin
la debilidad o tolerancia habida por el procedimierto de
Limay, no habria tenido lugar el de 2 de enero, epoca en
que prob6 la fuerza, la posibilidad de dominar sin contra-
dicci6n, y no habria tenido lugar el atentado del 4, que es
bien sabido que los grandes crimenes se preparan con o-
tros menores".
Y citando a dos ilustres eentroamericanos, cuyos nom-
bres no da, continue el Lic. Pineda:
"'Que seria de la libertad, de la tranquilidad y de la
seguridad de los Estados, -y especialmente de las Repdi
blicas, si la fuerza grmada que s6lo debe obedecer, se, ingi-
riese en los actos mas solemnes de la administration? Pron-
to se veria el mundo reducido a la condici6n de aquellos
paises en que los sables y lah cimitarras de los miamelu-
cos y de los genizaros decide de la duraci6n y de la le-
gitimidad de los gobiernos;'y iqu6 provecho nos hubiera
traido la Asamblea Constituyente y la promulgaciin del
C6digo Fundamental, si tuviesen los militares el derecho
de declarar hasta que punto estan obligados a obedecer, y
cuando estan libres de prestar su obediencia? Se habria
trabajado much, y se habrian despestafiado nuestros po-
liticos para darnos por iinico fruto de sus largas areas el
c6digo de la anarquia".
La necesidad de recortar, me Jleva inmediatamente al
desenlace del golpe military de 1851. Honduras intervino
por la raz6n principal de ayudar a un gobierno legitimo.
(Subrayo esta palabra, para que vayamos -fijando la aten-
ci6n en el valor que se daba entonces y se dan hoy y se
dara siempre, a la legitimidad de los gobiernos, mientras
dedico a ese aspnto un eapitul6 especial).
S6lo debo resefiar ahora c6mo Fruto Chamorro era
fiel a esa legitimidad contra la que desde entonees se re-
belaba Mixiio Jerez.
El Congress estableci6 en Granada, a cargo de un se-
nador (Montenegro primero, y Alfaro despu&s del fallect-
miento de aqunl), un gobierno provisional, mientras Pile-
da podia volver al pais y hacerse cargo otra ver del Poder
Ejecutivo.
Este gobierno nombr6 al Coronel Fruto Chamarro Co-
mandante General de las Armas del Estado por acuerdo del
' 6 de agosto de 1851. Don Anselmo H. Rivas, er sia Ojea-
da Retrospettiva, 'pg. 24, da per seguro que Chamorro no
quiso aceptar ese destino porque su pensamiento, a la- par
del de Pmeda, se encaminaba a extirpar el cancer de Ia

76






Comantiancia General; y como prueba cita el decreto del
dia siguiente en que el P. E., por medio del Ministerio de
la Guerra, absorb aquel destino military; y el del 8 de a-
gosto enr que nombra al Coronel Chamorro General en Je-
fe del Ejercito Restaurador del Orden.
MAs aun, cuando Fruto Chamorro llega a Le6n des-
pubs del rendimiento a discreci6n de Mufioz al General
hondureiio L6pez, consecuente con sus principios de orden
y respeto a las leyes y la legitimidad del gobierno, no se le
pasa por la imaginaci6n, ni por un moment, convocar una
constituyente, ni former una junta military, ni cualquier o-
tro arbitrio que le huBiera permitido quedarse por algin
tiempo con el mando supremo, si era cierto, como afirma
su detractor de hoy, que lo consumia una ambici6n per-
sonal de mando exclusive a todo costo.
Me felicito de que el Comentario Pol6mico de don So-
fonias Salvatierra me est6 dando oportunidad de ampliar
ciertos concepts que s6lo constant brevemente en mi "Mi-
ximo Jerez y sus contemporaneos". Por ejemplo, apenas
mencion6 alli la responsabilidad de Jerez en la fundaci6n
de la escuela militarista que ha venido dando frutos de dic-
tadura en los tiempos subsiguientes; apenas esboce que es-
tos dos hombres representaban en su 6poca Jas dos tenden-
cias que se prolongan a lo largo de nuestra turbulent his-
toria. Fruto Chamorro defensor del orden, de la ley y
de reforms a base del voto popular; y Maximo Jerez u-
sando la rebeli6n, corrompiendo al Ej6rcito, imponi6ndose
por "el acta del cuartel" (frase de Castell6n), enarbolando,
en fin, la bandera del derecho de rebeli6n armada.
Mis ampliaciones de ahora exponen las enormes y fa-
tales proyecciones de la escuela militarista de Jerez que
alcanzan precisamente a un siglo despubs de fundada.


XV

M6ximo Jerez contra la reconstrucci6n

national
Desde que Maximo Jerez se agarr6 a la muletilla de la
uni6n centroamericana para explicar a posteriori sus fra-
casos de revoltoso o "amotinador", como opina que se le
llame Rafael Heliodoro Valle, el afin de sus apologistas
estrfba en afirmar sin pruebas que todos sus montoneras te-
nian por objeto restablecer la unidad national. Cimple-
nos, pues, examiner el nacionalismo o unionismo de Maxi-


- 77 -






mo Jerez an los comienzos de su carrera; 6poca en que, me
atrevo a decir, no tenia el menor concept de esta idea;
pues cuando fracasaba en San Jos6 el 15 de setiembre de
1842 con la derrota y el fusilamiento de Morazan, Jerez en
su calidad de Secretario Municipal de Le6n, tom6 parte en
las luminarias y fiestas con que el gobierno liberal del Di-
rector Lic. Pablo Buitrago celebr6 aquel acontecimiento
como una conquista de la libertad.
Ahora vamos a ver que la idea centroamericanista no
habia hecho progress en Maximo Jerez el afio 1851. Ni
los hizo despubs, segtdn lo tengo demostrado a lo largo de
mi extensa obra "MAximo Jerez y %us contemporaneos".
Desde antes que saliera MorazAn de El Salvador en
1840, los Estados buscaban una manera de unirse que no
les produjera el desastre de la Constituci6n de 1824. Mas,
por motives que no son ahora del caso, les fu6 siempre im-
posible reunirse en Convenci6n para tratar de este asun-
to. Algunos lo atribuyeron a estorbos de parte de Mora-
zan para efectuarlo en 1839. En todo caso, no se sabe c6-
mo hubiera sido la nueva constituci6n, aunque hay indi-
cios de que se buscaba una forma confederal, donde los Es-
tados gozasen de mis independencia.
Uno de los iltimos esfuerzos que se habian hecho en e-
se sentido, y acaso el mis avanzado, el que dur6 mayor tiem-
po, y el que lleg6 a funcionar, fue la confederaci6n que hi-
cieron El Salvador, Honduras y Nicaragua con el nombre
de Representaci6n Nacional, por pacto del 8 de noviembre
de 1849. Esta entidad manej6 las relaciones exteriores, y
se dieron pasos para elegir una Asamblea Constituyente
que al fin emiti6 un "Estatuto provisorio de la Republica
de Centro America decretado por su Asamblea Constitu-
yente, en 13 de octubre de 1852".
Cuando ya funcionaba la Representaci6n Nacional, su-
cedi6 el cuartelazo del 4 de agosto de 1851. Su autor prin-
cipal, el Gral Mufioz, era reconocido adversario de la re-
construcci6n de la unidad centroamericana, segin lo expu-
se y demostrk en las paginas 26 y 27 de mi obra, con acti-
tudes suyas y testimonio de histofiadores.
Quien, pues, se ponia al lado de.Mufioz en aquel suce-
so trastornador sin objeto ni program, y tan s61o porque
se trataba de disminuir el poder military de que abusaba 61
desde su puesto de Comandante General de las Armas, no
podia tener ningin amor o idea elevada de la nacionalidad
o reconstrucci6n de la uni6n centroamericana.
El Dr. Vega Bolafios public en su obra citada, bajo el
nimero 31, un document que asegura ser obra del Gene-
ral Muiioz, en que 6ste se declara adversario de la idea u-

78 -






nionista por creerla impossible. Este escrito de Mufioz fue
hecho el 19 de junior de 1851, y publicado en San Jos6 de
Costa Rica el 5 de julio de ese mismo afio. Es decir, dos
meses antes del cuartelazo del 4 de agosto, Mufioz exponia
in extenso, y por cierto con muy buenas razones, su pesi-
mismo sobre el restablecimiento de la unidad. Y si es po-
sible argumentar como excusa que Jerez no pudo haber
leido ese document, tambidn es impossible que desconocie-
ra las ideas de su jefe a ese respect, pues los hombres re-
velan su pensamiento a los que estin cerca de ellos mis
con las palabras que por escrito.
Argumentaba asi el General Mufioz:
"%Cuil es la hacienda con que se cuenta para restable-
cer este Gobierno NaciQnal? Si los Estados no tienen lo
que necesitan para su conservaci6n particular, y por eso
vemos a sus Gobiernos como paraliticos sin poder ninguno
para sostener sus justos derechos, Lc6mo se van a sacar de
su exhaustez los recursos de hacienda que se necesitan pa-
ra constituir un cuarto Gobierno? Se me dira que las ren-
tas maritimas de los Estados constituirin la hacienda Na-
cional. LY quidn de los tres Estados querri hacer dona-
ci6n de sus rentas maritimas, y quedarse mis pobres de lo
que estin, sin tener con que subvenir a los gastos que exi-
ge la conservaci6n de su entidad political y de la cual no
quieren prescindir? Se me diri que en ese caso debe es-
tablecerse un Gobierno central y suprimir por economic
la soberania de los Estados. Entonces tocamos una mayor
dificultad, porque ninguno de ellos quiere esta supresi6n, y
se. necesita de resolver este problema: "'Cuil sera el siste-
ma de Gobierno que debe adoptar la Naci6n?" LGobierno
federal sin poder y de consiguiente impossible? ZO gobier-
no central con recursos materials; pero rechazado por la
opinion pdblica, y de la consiguiente tambi6n impossible "
Agregaba el Gral. que estudiando detenidamente la
historic de Centro Am6rica, "No habri quien no encuentre
cierto que en el moment de emanciparse del dominion es-
paiiol la que era Capitania general de Guatemala, las pro-
vincias que la componian emprendieron la obra de emanci-
parse de Guatemala, por consecuencia, esa tendencia pro-
dujo las ideas del sistema fraccionario que constantemen-
te ha sostenido, y que ni la concurrencia del Poder del im-
perio Mejicano a los esfuerzos de Guatemala pudieron re-
primir. Todo lo que pudieron hacer los hombres de mayor
influencia de aquella 6poca, fuW la d6bil transacci6n entiree
la tendencia de las provincias a emanciparse y Guatema-
la a centralizarse) de que es monument la Constituci6n
Federal del aiio de 24, por mas que se diga, ella no parece-

79 -






ra a los ojos de la posteridad sino como una transacci6n en
medio de estas dos tendencies opuestas; pero ella fu6 tan
debil y tan mal combinada que al comenzar a existir, el
Gobierno general que produjo tuvo que empezar una fuerte
lucha contra las fracciones; y por eso vemos que la historic
del Gobierno federal de Centro America se reduce a la
historic de la guerra entire el poder general centralizado,
y el de las fracciones procurando emanciparse. Su vida fu6
una campaia, y como no tenia hacienda positive ni reem-
plazos, porque eran sus mismos adversaries los que le de-
bian dar estos recursos, dej6 de existir como era indispensa-
Sble; y las fracciones siguieron su revoluci6n de emancipa-
ci6n con mas o menos elements, con mas o menos tino, se-
gin su grado de civilizaci6n y con mas o menos exito segin
sus pro-hombres".
Y expresaba su pesimismo asi:
"Se me dice, entire otras cosas de ningni peso, que es
necesario que se unan los Estados para ser fuertes contra
las injustas pretensiones del extranjero, y yo digo: en pri-
mer lugar, no se pueden allanar los obstAculos que exis-
ten para esa uni6n, y en segundo, aun suponiendo mudas las
cinco fracciones de Centro America, y con otras ocho o
diez, iqu6 valdriamos todos juntos contra el poder de una
de esas viejas naciones, bien constituidas y tan fuertes?"
(Vega Bolafios pg. 85).
Tan claras, bien fundadas y bien expresadas ideas, es-
16gico suponer que tambi6n las expondria de palabras Mu-
noz a sus amigos y subalternos, entire los cuales estaba Je-
rez. jPor que seguia 6ste acompaiiindole ain en aquel
paso criminal del 4 de agosto, si claramente veia que sus
principios iban contra la unidad y sus pasos la estaban es-
torbando? ZLo convencieron las razones de Mufioz?
No fu6 s6lo Castell6n, como asegura don Sofonias Sal-
vatierra, quien juzg6 y declare que el cuartelazo del 4 de
agosto de 1851 era un obstAculo para l1evar a cabo la re-
construcci6n de la nacionalidad, ya iniciada por tres Es-
tados, Nicaragua, El Salvador y Honduras. Alli mismo ci-
t6 la opinion del doctor Lorenzo Montufar, y ahora voy a
agregar la del Comisionado de Honduras don Joaquin Ve-
lizquez para convenir en el tratado del 20 de agosto de
1851, por el que Honduras se comprometia a ayudar a res-
tablecer el gobierno legitimo de Nicaragua. En la clausula
79 encuentro la siguiente frage que express claramente que
el cuartelazo del 4 de agosto, al que se ha adherido Maximo
Jerez, constitute un estorbo para la nacionalidad. Dice a-
si: "...al entrar en este convenio el gobierno de Hondu-
ras no tiene otro objeto ni le mueve otro interns que el de a-

80 -






Ilanar los obsticulos que los acontecimientos de Le6n han
creado nuevamente para ilevar a cabo la grande obra de la
reorganizaci6n national". (Vega Bolafos, pg. 95).
En la nota que los secretaries de la Asamblea Legisla-
tiva de Nicaragua, Licenciados Francisco Barberena y J.
Joaquin Quadra, fechada en Granada el 18 de setiembre de
1851, enviaron a la Representaci6n Nacional, se lee que el
gibierno de Pineda y el constitutional que le ha sucedi-
do interinamente han profesado adhesion y respeto al pac-
to del 8 de noviembre de 1849, y manifestado su deseo de
caminar en perfect armonia con el augusto Cuerpo Con-
federal; "de modo que seria sup6rflua la solicitud a este
respect de la Representaci6n Nacional; y tan s6lo podria
tener lugar en el remote supuesto de que al travis de la
justicia lograra sobreponerse el militarism al Gobierno
Constitucional, parque a la verdad esti de manifiesto la acti-
tud hostile de la facci6n del Cuartel de Le6n hacia la Re-
presentaci6n Nacional, y de consiguiente, hacia la reorga-
nizaci6n de la Replblica".
El document, ademis de tomar muy en cuenta el
principio de legitimidad, como veremos en el articulo que
dedicar6 a ese tema, habla contra el "desenfreno del mili-
tarismo", de militares que intentan "plantear sobre la pun-
ta de la espada nuevas bases sociales que entrafien la dicta-
dura military Y tambiin: "el poder que sin misi6n le-
gal se ha improvisado en el cuartel de Le6n a presencia del
augusto Cuerpo Corifederal, comprometiendo sus respetos
sin otra mira que la de levantar sobre los escombros de la
Constituci6n y de la libertad, un regimen military y el yugo
de la dictadura".
Y este pirrafo que denuncia el verdadero objetivo de
la montonera militarista del 4 de agosto en que Jerez ha
participado: "Una conduct tan generosa y laudable (la a-
yuda de El Salvador y Honduras) merece ser secundada por
el respectable Cuerpo .(a R. N.) que represent los intere-
ses generals de aquellos Estados, y cuya existencia depen-
de del aniquilamiento de ese tumulto del cuartel que nada
menos intent anonadar la nacionalijad". (Vega Bolafios,
Doc. Ndm. 64).
Me hago cargo de la objeci6n que no ha hecho don So-
fonias Salvatierra. Si Castell6n propuso que el Estado de
SNicaragua se declarara separado de la federaci6n en 1838,
Lc6mo explicar que ahora se muestre tan favorable a e-
lla? 'Castell6n era un hombre inconsistent y versitil; un
hombre sin escripulos, segin lo hemos visto en su con-
ducta como empleado en la administraci6n del licenciado
Buitrago en 1841 (MAximo Jerez, y sus contemporineos",

S- 81 -






capitulo IV). Ahora voy a agregar un parrafo de una bo-
ja suelta firmada en agosto de 1851 por Laureano Zelaya
y que figure en el process de vindicaci6n del Obispo Viteri.
Este pirrafo reza: "El senior Castell6n, con la negra
calumnia que ha querido arrojar oficialmente sobre la es-
clarecida conduct de este digno Prelado, para resucitarle
animarversiones, y el favor de ellas sacar ventajas en apo-
yo de sus miras, ha dado a.conocer un fondo de malignidad
que aleja de su testimonio la verdad, y s6lo descubre su in-
tenci6n de dafiar y medrar sin reparar en medioS; de la
misma manera que, despubs de haberle hecho la guerra mas
cruda a la Nacionalidad, ha ostentado en la propia comuni-
caci6n el mayor interns por ella, por adquirir simpatias con
los Gobiernos de El Salvador y Honduras, a quienes piensa
comprometer en su sofiada restauraci6n". (Vega Bolafios,
pg. 142).
En presencia de estos testimonies y de tantos otros que
he citado, Ztengo yo la culpa de que result tan desacredita-
da la figure del licenciado Castell6n, y que su etopeya pro-
duzca un cuadro negro, a pesar de que reconozco sus cua-
lidades, como lo hace notar mi distinguido adversario? yo
no me propuse pintar un Castell6n asi que asado, ni un Je-
rez ficticio, sino un Castell6n y un Jerez verdaderos. Na-
da extraiio que se espanten sus admiradores incondiciona-
les de lo que me ha resultado.
La causa del cuartelazo del 4 de agosto, por lo que ha-
ce al nacionalismo;.se encuentra en el siguiente pirrafo, de
una nota del Ministro del Go. Provisional de Le6n, don J.
Estanislao Gonzalez, dirigida el 25 de agosto de 1851, al Se-
cretario de Estado de los Estados Unidos, Mr. Daniel Webs-
ter: "Finalmente, esos funcionarios (Pineda y su Gobier-
no) habian llevado al Estado a una situaci6n tan complica-
da, tan llena de embarazos y confusion que, no pudiendo
progresar mas, se hizo un intent extraordinario de rege-
neraci6n, creando este gobierno provisional con la mira de
que se guie por las sendas de la regularidad que el pueblo
de Nicaragua logre hacerse representar por Diputados le-
gitimos en un Congrego Constituyente y determinar alli el
gran asunto de su organizaci6n political (Vega Bolafios,
Doc. 77).
Habia que presentar asi ante las naciones amigas la
destrucci6n del gobierno confederado, bajo pretext de so-
meter el problema de la reorganizaci6n political a un Con-
greso Constituyente; porque el gobierno provisional de
Le6n sabia, y lo hace constar asi su Ministro en la nota a
que me refiero, que los Estados Unidos veian con buenos
ojos "las Relaciones de Uni6nr con los otros Estados de


- 82 *






Centro America, uni6n que ha recomendado tan grande-
mente el ilustrado gabinete americano". (Lugar citado)).
Se me ocurre preguntar, Zpor qu6 no venci6 Mufioz?
Tenia todo y sus adversaries nada; poseia el arsenal de Ni-
caragua, y sus enemigos tuvieron que solicitar armas de
Centro America. Mientras llegaban, Mufioz pudo haberse
movido con rapidez y acabar con los que se le oponian.
Pero permaneci6 inactive. No s61o el General conservador
Ponciano Corral merece la sitira de don Sofonias Salvatie-
rra como general que nunca estaba listo para entrar en ac-
ci6n.
Pero he dicho que los adversaries de Mufioz nada po-
seian. Me equivoco: tenian la legitimidad y con ella ven-
cieron. Sin duda que Mufioz vi6 levantarse esta como una
tempestad que el fin lo devoraria.
Todos lo abandonaron, los soldados botaban el rifle y
desertaban. Asi en los documents ndmeros 88 y 89 de la
colecci6n Vega Bolafios. Algo de esto dice tambi6n A. H.
Rivas en su Ojeada Retrospectiva, pg. 25.
Esa legitimidad esti en6rgicamente expresada asi por
el Ministro Americano Mr. Bozman Kerr, en nota del 25
de agosto de 1851 a su gobierno; "Despu6s de hacer saber
a todos aqui de la manera mis enfAtica, que no podria a-
poyar un procedimiento tan ultrajante como la capture y
detenci6n del Presidente de la Repdblica, o reconocer co-
mo legal un gebierno provisiorio basado en fraude tan pal-
pable de los derechos del pueblo, bajo los auspicios de u-
unos pocos soldados, he creido de mi deber, asi como por
motives de respeto propio y por consideraci6n a los mejo-
res intereses de los Estados Unidos abstenerme de una ac-
ci6n positive hasta que se restablezca algo que se asemeje
a la tranquilidad". (Vega Bolafios, Doc. ndmn. 78).
En presencia de tantos y tan fehacientes testimonios
ZserA just que don Sofonias Salvatierra siga sostenien-
do que yo escribo la historic en forma ligera? ZPuede du-
darse de que dos cosas estorbaban a Mufioz: la Representa-
ci6n Nacional, o sea la Confederaci6n de El Salvador, Hon-
duras y Nicaragua; y la political de Pineda de ir recogien-
do las velas al militarismo, con las cuales Aste marchaba
viento en popa "hacia un regimen military y al yugo de la
dictadura?". NNo queda claro que estos dos motives sa-
caron de su vaina el sable de Mufioz? ZCabe negar que MA-
ximo Jerez haya torado parte en alguna forma en este mo-
vimiento, en presencia del document acusador de la A-
samblea Legislativa de Nicaragua, sin que de ninguna for-
ma sepamos que Jerez haya negado su complicidad y me-
nos demostrado su inocencia?


- 83 -






Escriben la historic con ligereza imperdonable, por no
emplear otros t6rminos mis exactos, los que ante todo se
sefialan una meta, un punto de legada, y luego se aprie-
tan la inteligencia para dar a los documents, a los suce-
sos y a los caracteres humans un significado que nunca
tuvieron. Los apologistas de Jerez no pueden prescindir
del objetivo preconcebido, de que todo lo hacia con prop6-
sitos unionistas; y como esto no corresponde a la verdad
hist6rica, de alli la confusion en que viven y en que in-
tentan mantener a los demks con filfa interminable, huera
y cansada. Pero los que no tenemos ese interns, nos deja-
mos conducir de los acontecimientos; y una cadena bien te-
jida de sucesos comprobados con documents, con testimo-
nies valiosos e imparciales ajustados a la 16gica sencilla de
los hechos, nos lleva a donde menos pensamos; pero eso si,
a la verdad, a encontrar al autintico personaje y no al mi-
to creado con palabra por "historiadores" propagandistas.
La misi6n de 6stos ha consistido en fabricar de un per-
sonaje, el pedestal de una idea, las mis de las veces falsa
y dafiina, sih pensar que cuando ese personaje a su vez re-
sulta ser falso, la idea se viene al suelo porque le falta la
base de sustentaci6n; y ante la inminencia de semejante
Sderrumbe se alarman, escriben y escriben, repiten y repi-
ten, afirman y afirman; y en no pocas ocasiones descienden
hasta la diatriba, y abandonando el campo de la serena im-
parcialidad, en lugar de construir historic, escriben verda-
deros libelos violentos y mentirosos.
Pero los libelistas llevan el castigo en su culpa, pues
sus escritos, no se leen, no perduran, porque es inconsisten-
te la obra de la fantasia que se propone destruir la obra de
la verdad.


XVI

El unionismo pr6ctico de Fruto Chamorro
En mi obra "Maximo Jerez y sus contemporineos" a-
firm6 que cuando se rompi6 el pacto federal se juzgaba
culpable de ello al General Morazin. Justa o injusta, es
cierto que esta fu6 la opinion de la 6poca; y admiradores
de Morazan le hacen cargos de no haber dado un golpe de
.estado cuando el 30 de mayo de 1838 el Congreso Federal
decret6 prActicamente la disoluci6n del pacto. (J. A. Ceva-
llos, Recuerdos salvadorefios I, pg. 100).
No le gust6 a don Sofonias Salvatierra que yo repro-
84 -




















I


GENERAL FRUTO CHAMORRO


t;
~ii~a,






dujera esa opinion reinante en los iltimos afios de Mora-
zan. Y la prueba mejor, es que el mismo Morazan para ca-
llar a sus adversaries, y dar oportunidad a que se reor-
ganizara la Rephblica, pues de todas parties saltaba el cla-
mor que 61 lo estorbaba, se avino a dejar el territorio cen-
troamericano.
Enti6ndase bien, eso opinaban los hombres coetineos
de Morazan; pero vistas las cosas a esta distancia, y cono-
cidos mis pormenores de la historic de la Federaci6n, se
llega a la conclusion de que un cimulo de hechos, interns
y externos, politicos y religiosos, viales y econ6micos, etc.,
tuvieron parte en la disoluci6n de la Repiblica Federal,
junto con las pasiones de los hombres, el amor al progress
mal entendido y el odio a los que se oponian con mejor cri-
terio a este modo equivocado de progresar, y a toda preci-
pitaci6n, principalmente al choque violent de las viejas
ideas con las "maximas detestables" que se trataba de im-
poner a la fuerza. Es precise escribir por entero la his-
toria de este period para sopesar hasta que punto fueron
buenas y desinteresadas las intenciones de los hombres, los
m6todos que usaron; qu6 y quienes provocaron las dificul-
tades con que tropezaron. Y claro, como el vulgo no veia
estas causes metafisicas, y si s6lamente los hombres que
parecian sus autores, y que acaso mejor podian. lamarse
sus victims, a 6stos atribuia toda la responsabilidad, cuan-
do en realidad s6lo les correspondia una parte.
En el tanito que se hizo del sistema federal, era 16gi-
co que en los 20 afios que corrieron desde 1824 a 1844 hubie-
ra mudanza de pareceres. Ya en 1830 el Dr. Pedro Molina,
desde su alto puesto de Jefe del Estado de Guatemala, ini-
ci6 una campafia en favor de un cambio del sistema fede-
ral por una confederaci6n a estilo de la que regia en Sui-
za. Sobre este tema public articulos en los nimeros 18,
19 y 20 del "Boletin de Guatemala". Por otra parte he-
mos visto que para 1832, epoca de los folletos de Aycine-
na, las ideas sobre federaci6n estaban totalmente desacre-
ditadas. Lo l6gico y salvador hubiera sido dar un viraje,
pero no lo intent seriamente el inico que podia haberlo
efectuado: Morazfn, Arbitro entonces de los destinos de
Centro Am6rica.
Los demis fueron levados de tumbo en tumbo, de
montonera en montonera al punto que les pareci6 el me-
jor para la paz y la riqueza de los Estados, porque perso-
nalmente encontraron esos elements indispensables de go-
bierno en el aislamiento que su propio egoismo les habia
hecho buscar, y que una vez gustado, los incitaba a con-
servar.


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Me refiero a Carrera, a Malespin, a Ferrera, a Casto
Fonseta, a Mufioz; pero hombres de buena fe como Fruto
Chamorro, Juan Lindo, Manuel Barberena, Hermenegildo
Zepeda, Pablo Buitrago, M6nico Bueso, Norberto Ramirez,
Juan Rosa y otros hicieron aun el iltimo intent, creando
un gobierno interino national, para mientras se establecia
en fire el que despues se llam6 Representaci6n Nacional.
Don Sofonias Salvatierra descarga toda su furia contra
don Fruto Chamorro porque fu6 rival de Jerez y de cierto
modo, la piedra de escndalo que arruin6 la que debia ha-
ber sido brillante y triunfadora de Maximo Jerez, quien,
por esa causa, s6lo puede ostenar en el monument de su
fama una especie de Victoria de Samotracia descabezada.
Comienza don Sofonias por poner en duda el nacionalismo
de Chamorro en 1844, algo que no le niega ni el mismo
doctor Lorenzo Montufar. Dice este historiador que el De-
legado Supremo, don Fruto Chamorro, no acept6 la clau-
sula 59 del tratado de paz suscrito en Quezada entire El
Salvador y Guatemala, porque "alejaba la idea de que
Guatemala entrara en la uni6n national". (Resefia IV, pg.
499).
Estoy de acuerdo con mi opositor.en que los militaro-
tes mencionados arriba, que habian usurpado el poder por
fuerzas de las armas, ensefiados en la Escuela de Mora-
zin, no podian ser elements buenos para la. uni6n; por-
que, repito, con ella "se les acababa su poder". Y tambi6n
es cierto, aunque le cause asombro a dorn Sofonias Sal-
vatierra sin duda poco familiarizado con el modo de ser de
aquellos hombres y.de su political, que los propios gobier-
nos que auspiciaban la uni6n, eran a un mismo tiempo su
mayor obstaculo; porque viendose obligados a ceder an-
te la opinion pdblica, era precise someterse a la idea, y no
quedaba mis recurso que maquinar por hacerla fracasar.
Ni mis ni menos que en nuestros dias. Montffar dice (Re-
sefia, TV,, pg. 142): "Buitrago era arrastrado hacia la Con-
venci6n de Estados por el torrente de las ideas que en Nica-
ragua dominaban".
Todo esto vino a culminar en el pacto de Chinandega
del 17 de julio de 1842, y a negarle la raz6n a don Sofo-
nias Salvatierra cuando 61 describe en tono de duda, mejor
dir6, de rotunda negative: "Los mismos que capitanearon el
separatismo contra Morazan, Carrera,. Malespin, Ferrera,
Casto Fonseca son los que aparecen hacienda y deshaciendo
la Confederaci6n de 1844, porque se lee mermaba el po-
der".
Si senior, todos; menos Carrera, que ese s6lo estaba
por deshacer la Confederaci6n. En Guatemala no habia
86 -






corriente unionista porque a ese Estado le habia tocado to-
da la carga de la Federaci6n, y le habian pagado con la
ingratitud y el odio sus sacrificios. El liberal GAlvez y el
cachureco Carrera fueron antiunionistas y expulsaron a
Morazin de Guatemala, el primero por medios diplomati-
cos, y el segundo a punta de bayoneta.
Don Fruto Chamorro, Supremo Delegado, comprendi6
la situaci6n en 1844 y quiso remediarla. No voy a repetir
lo que esti en la pigina 48 de mi libro, de c6mo don Fru.
to quiso hacer lafuni6n centroamericana. Don Sofonias no
objeta esta pigina nacionalista de don Fruto Chamorro, sin
duda porque cuenta con buenos testimonies, el de don Dio-
nisio Chamorro, aceptado por Gamez y por el mismo Jerez,
segin nos refiere el licenciado Perez, pg. 640.
Pero si responder6 a los comentarios que hace el se-
fior Salvatierra, de que don Fruto, al querer hacer la uni6n
a la fuerza, daba la raz6n a Morazin, a los "coquimbos" y
a Jerez. "Por lo menos digamos -agrega mi estimado an-
tagonista-, que en el moment en que don Fruto estuvo
en contact director con la cuesti6n unionista, se di6 cuen-
ta cabal de la necesidad de la fuerza"
IQuiere decir con esto don Sofonias que la actitud de
don Fruto justificaria la posterior de los "coquimbos" y de
Jerez de efectuar la union a toda costa, bajo el supuesto
que las guerras de aquellos y de 6ste hayan ilevado tal ob-
jetivo? Si esto se ha propuesto expresar, se equivoca muy
much. Es discutible si Morazin pudo tener derecho a so-
focar los movimientos que los Jefes de los Estados hacian
en pro de conseguir mayor independencia, como tambien
si lo tuvo Arce para reprimir a Juan Barrundia. Mas aun
asi, hubiera sido mis prudente.para la seguridad y la paz
de Centro America si hubiesen empleado otros metodos mis
ajustados a la raz6n por el convencimiento, como lo prac-
tic6 Morazan con los hondurefios en 1829, cosechando sin
efusi6n de sangre, uno de sus mis aut6nticos y tiles triun-
fos.
Morazin, cuando procedi6 contra Cornejo, contra San
Martin y contra Espinoza, Jefes del Estado de El Salvador,
obraba con autoridad de Presidente; y aun asi extreme mis
bien la escisi6n que contribuir a la compactaci6n. En cam-
bio, los "coquimbos" y Jerez operaban desde abajo, sin de-
recho, convertidos en verdaderos perturbadores del orden
social y politico.
Ahora bien, Fruto Chamorro se hallaba en el caso de
Morazin. Era la autoridad constituida, era el Jefe de los
tres Estados confederados par propia y espontinea volun-
tad; su acci6n era legal. Y sin embargo, tambi6n debemos
87 -






admitir que no produjo resultado alguno su plan de fuer-
za, y que siempre estuvieron los Estados mis cerca de la
uni6n cuando se juntaban pacificamente que cuando se en-
contraban en los campos de batalla. Esto contribuy6 a mu-
%dar el criterio de Chamorro respect de la sinceridad del
unionismo de su tiempo.
Acab6 por comprenderlo asi Fruto Chamorro cuando
penetr6 la intimidad de las intenciones de esos que "apare-
cen haciendo y deshaciendo la Confederaci6n en 1844", y
desde que fue un hecho cierto para 61, endilg6 su political
por los caminos de hacer ante todo de Nicaragua un'pais
bien organizado, ajeno a los disturbios en que la unidad
centroamericana era nada mas que la ocasi6n o el pre-
texto. En Braulio Carrillo tenia un antecedente de esa
political, que ahora bendicen y exaltan los costarricenses.
Lo mismo comprendi6 Morazan, pero muy tarde, cuan-
do subia los escanos del patibulo y cuando no tenia mas po-
der que dejar su cara experiencia a sus herederos politi-
cos, quienes por desgracia para ellos y para Centro Ame-
rica, no comprendieron el tesoro de ese precioso legado. La
revoluci6n, que tanto aplauden los lisonjeadores sin espi-
ritu critic, devor6 la Federaci6n de Centro America. Mo-
razin lo consign6 en su testamento, dolindose de no te-
ner tiempo de reparar errors.
Sin embargo, en 1844, 20 afios despubs de la Constitu-
ci6n Federal, que fu6 aplaudida como la caja de Pandora
de todos los bienes para Centro America, Fruto Chamorro
cree aun en la posibilidad de restablecer aquella unidad
sobre mejores bases. Era necesario que sucediera la heca-
tombe llamada de Malespin, que Feriera descubriera sus
verdaderas intenciones, que se recibieran con indiferencia,
por no decir con hostilidad sus esfuerzos y consejos de 1844
y 1845, para que Chamorro perdiera la fe en los hombres
de su tiempo .
Cuando se inaugur6 la Confederaci6n, nadie acept6 su
jefatura, s6lo Fruto Chamorro. Al llegar el t6rmino de su
period de Supremo Delegado, es decir, de Presidente de
la Confederaci6n, Fruto Chamorro mira a su alrededor:
nadie hay que quiera sucederle en el puesto. Tiene que ce-
rar sus oficinas porque no hay otro Fruto Chamorro que se
avenga a un papel dificil, rodeado de militarotes, en pug-
na con ellos y bajo la amenaza de muerte, porque el Su-
premo Delegado es siempre un rival que menoscaba el po-
der de aqu6llos.
Don Fruto Chamorro, hombre prActico que estudia a
los pueblos como cumple a un buen estadista, observa que
si a raiz de la independencia las provincias se hallaban pre-

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paradas para un gobierno centralista, ya no es lo mismo
veinte aiios despues. Los pueblos han gozado de alguna
autonomia; no es possible volver atras. ZQu6 prueba esto
contra el sincere unionismo de Fruto Chamorro? ZQueria
su gratuito detractor de hoy que se quedara estacionario en
una idea fija para merecer entonces con justicia la ponzo-
fa de sus dardos?
Don Fruto Chamorro no parece aun en aquellas fechas
determinado a adoptar para Nicaragua la political que im-
plant6 aqui diez afios despues. Pero este ideario suyo, de
que todc estado para vivir necesita ser fuerte, tener hacien-
da y ej6rcito propios, y Poder Ejecutivo que no sea una
sombra a merced de las facciones y del andrquico derecho
de rebeli6n, lo habia ya formado en presencia del derrum-
be de la Federaci6n y de lo dificil que estaba resultando la
reconstrucci6n de tres Estados. Y antes de despedirse, en
medio de la indiferencia de los politicos de su epoca por
la Confederaci6n, por la Federaci6n o por cualquier otro
medio de restablecer la unidad de Centro America, qui-
so hacer el iltimo esfuerzo, quiso poner a prueba la since-
ridad de los unionistas verbales de la 6poca, y escribi5 su
plan de reforms al tratado de 17 de julio de 1842, creador
de la Confederaci6n.
El document en que constant esas reforms y su ex-
posici6n de motives es un studio serio y s6lido de lo que
necesitaba y necesita Centro Am6rica para transformarse
en naci6n unida, y ser capaz de desarrollar sus facultades
hasta llegar a ser grande y respetada. El historiador tiene
que estudiar ese document (publicado en el tomo I de la
Revista de Geografia e Historia de Nicaragua, pg. 380), si
quiere dar una vision just y verdadera del personaje. Yo
por falta de espacio, resume asi la idea constitutional de
Fruto Chamorro:
19-Mayor fuerza al poder central para estar en apti-
tud de prevenirse contra la facciones o destruirlas. 29-
Efectiva responsabilidad de los funcionarios. 39-Crea-
ci6n de un Poder Legislativo central (Convenci6n) con los
miembros de las legislatures de los Estados. 49- Alargar
el period del Supremo Delegado a cuatro aios. 59-Fijeza
de los empleados una vez demostrada su aptitud, para a-
segurar su independencia. S6lo el Poder Judicial podria
removerlos por just causa. 69-Facultar al Poder Ejecu-
tivo para declarar la guerra, si no estaba reunida la Con-
yenci6n y crear una fuerza permanent. 79-Creaci6n de
rentas propias para el gobierno confederado.
Esto si se llama tener program para un gobierno, pa-
ra una reform, aunque el hombre que lo trazaba jams pen-


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s6 imponerlo por medio de las armas. Y lo que es mis ra-
ro, lo llev6 a efecto, aunque s6lo en Nicaragua, por las vias
legales. Los incomprensivos, los localistas, los ambiciosos
de destinos lucrativos se opusieron con las balas; la reform
se detuvo, pero al cabo triunf6 y triunfa en todos los paises
de Centro America donde el fin se eomprendi6 que para
estabilizar la paz, madre del progress y la libertad, los go-
biernos deben tener unidad, fuerza y hacienda propias. Ca-
da vez que los Estados o Rep6blicas se han desquiciado de
estos carries, y se han ido por la vereda, por la montone-
ra, por los cuartelazos, (nicas vias por donde transit MA-
ximo Jerez, se ha legado a caer en el militarismo, en .la
anarquia, en'la dictadura.
iPodri don Sofonias Salvatierra vresentar un progra-
ma de Jerez tan complete, tan realista de la necesidad y
psicologia del pueblo centroamericano como la reform
propuesta por don Frute Chamorro a la Confederaci6n en
1845? aPodra exponernos a punto fijo cuiles eran las
ideas de Jerez sobre uni6n national, c6mo se proponia reor-
ganizar y hacer funcionar la nueva Repiblica, salvando los
escollos en que naufrag6 la anterior? Z.D6nde estA el pro-
grama que justifica la revoluci6n de 1854, cuyos cargos a la
administraci6n son tan burdos como el de que se trataba
de establecer un regimen "contrario en un todo a los prin-
cipios democraticos"? Si no hubo tal program, ,podia
justificar don Sofonias Salvatierra aquella hecatombe con
el pretexto de que don Fruto era un tirano? No; por que
al frente le saldra don Jose Dolores Gamez, aplaudidor in-
condicional de Jerez, defensor incansable de sus actos, di-
ciendole que los adversaries de Chamorro s6lo contaban con
"aparente justicia" para combatirlo (Hist. de Nic. pg. 581),
porque la tirania de don Fruto era aparente, jo cual sin am-
bajes ni rodeos quiere decir que no existia, que esa tirania
era una mentira que le acumulaban sus enemigos.


XVII

De c6mo mutila la historic on historiodor
No quiero seguir paso a paso a don Sofonias Salva-
tierra. Hay ciertas afirmaciones suyas que ya debiera des-
terrarlas definitivamente, porque han sido desechadas has-
ta por los historiadores mis parciales del General Mkxl-
mo Jerez, como aquella de la justicia de la revoluci6n o
montonera de 1854. La tirania, de don Fruto, es un pre-
texto que, hemos visto, no acepta ni su incondicional defen-

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