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DE LA CASA DE LA
COMUNIDAD HEBREA
REVISTA DAVAR
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AUTOR
(HOMENAJE A WEISvANNl
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Fecha Prstamo
Fecha Devolucin
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Corrientes 460 San Martn 2631 Lavalle 119
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25 de Setiembre 360
EPISTOLARIO
DE
BARUJ SPINOZA
CON UNA INTRODUCCIN DE CARL GEBHARDT
Traduccin directa del latn y prlogo de
OSCAR COHAN
POR PRIMERA VEZ EN CASTELLANO
Goethe ha dicho: EL EPISTOLARIO de Spinoza es el libro
ms interesante del mundo por su sinceridad y amor a los
hombres
PRECIO
$ 8 m/n. NO SOCIOS $ 13. m/n.
EDICION DE LA S. H- A.
SOCIOS
DAVAR
REVISTA LITERARIA
43-44
SECRETARIO DE REDACCION
BERNARDO VERBITSKY
PUBLICACION BIMESTRAL
POR LA SOCIEDAD HEBRAICA
EDITADA
ARGENTINA
SUB COMISION DE DAVAR DE LA
SOCIEDAD HEBRAICA ARGENTINA
Leonardo Glusberg
Lzaro Liacho (Secretario)
Marcos Diner
Mximo Yagupsky
Abraham Rosenvasser
Acabado de imprimir el 22 de abril de 1953
Macagno, Landa y Ca., Aroz 164. Buenos Aires
HOMENAJE DE DAVAR
A WEIZMANN
Ha dicho Tolstoy que la vocacin artstica no se mani
fiesta por el amor al arte sino por el amor a la hu
manidad, y si pensamos en Weizmann, poltico, y en
Weizmann el sabio, es fcil llegar a la conclusin de que aquel
amor a la humanidad es la condicin de la grandeza autn
tica cualquiera sea la forma de expresin que la manifiesta.
Fu un hombre de ciencia eminente y un poltico genial
pero ni la ciencia ni la poltica fueron para l objetivos en
s. Le mova un impulso moral y sus xitos en los dos campos
fueron puestos al servicio de su pueblo y de los otros pueblos.
La personalidad de raz popular de este judo ruso, re
presentante tpico del prodigioso mundo de la judera orien
tal, signific desde su aparicin la mayor humanizacin de
una idea necesaria. Encarn en su natural dignidad la ms
adecuada sntesis entre el sentimiento popular y la majestad
de un Herzl. Esta facultad de armonizar signos contrarios
constituye una caracterstica de su mentalidad y su obra.
Cuando trabaja a principios del siglo en un laboratorio
suea con el hallazgo de un mtodo para producir protenas
sintticas que sirviesen de barato alimento para el pueblo.
Cuando suea con el Estado de Israel pone sus mayores ilu
siones en el trabajo a cumplirse en Palestina. Es un idealista
prctico porque todos sus esfuerzos nacen de su fe en un
sueo y porque cree que slo el trabajo puede convertirlo en
realidad.
Herzl haba despertado la vieja nostalgia. Mientras otros
proponan territorios africanos o cualquier lugar sin vnculo
6
BAYAS
con la tradicin juda, Weizmann desde el primer momento
fij las aspiraciones propias y las de su grey en Palestina, el
antiguo solar de la raza desposeda.
Toda la labor de Weizmann se cumple en la misma di
reccin hacia la que tienden las fuerzas de la Historia, pero
hay un instante en que la grandeza de Weizmann se impone
a las circunstancias, las excede y las domina al mismo tiempo.
Es en aquel inolvidable 24 de julio de 1918 cuando coloca
la piedra fundamental de la Universidad de Jerusaln, en
aquel maravilloso escenario cuya misma soledad sirve para
dar mayor resonancia a todos los ecos que vienen de la Biblia.
Entre las piedra.- y el arenal que los ingleses teman que los
turcos pudiesen reconquistar en cualquier momento esta
ban a tiro de can del Monte Scopus se estaba realizando
un gran acto de fe por medio del cual los judos tomaban
posesin de la tierra prometida. Definicin espiritual y afir
macin poltica, era el primer paso, forzado por la visin de
Weizmann, que daba comienzo de cumplimiento a la Decla
racin Balfour.
Ms feliz que Moiss, Weizmann lleg a la tierra vislum
brada, pero como Moiss, vag cuarenta aos en el desierto.
Propios y extraos trataron de desorientarlo en esa marcha
penosa, pero la brjula de su fe lo mantuvo en su rumbo,
porque esa fe no era arrogante seguridad en s mismo sino
fe en su pueblo. No le importaron las negaciones en la lucha
poltica mientras la colonizacin laboriosa fuera la respuesta
a sus esperanzas. As consigui en medio de las alternativas
de la historia ganarle la batalla al tiempo. Cuando las cir
cunstancias internacionales permitieron el milagroso acuerdo
de voluntades, Israel era una realidad capaz de justificar la
confianza del mundo. Israel era ya digno de su oportunidad.
Toda la poltica de Weizmann tendi a lograr esa preparacin
para el momento preciso y los hechos confirmaron su idea de
que mejor que mostrarse vana y prematuramente belicosos
contra la potencia mandataria, era dar prioridad al trabajo
constructivo en la seguridad de que slo de este modo el
tiempo actuara en su favor. Largo y rido fu ese tejer y
destejer el hilo de la historia con hebras de una nerviosa
impaciencia y una trmula esperanza, pero estructurado el
HOMENAJE HE HAVAE A WEIZMANN
7
pas se pudo apoyar con actos la reclamacin de los derechos.
Se debe as en buena parte a Weizmann el que en esta cita
del pueblo de Israel y su destino, ambos fueran puntuales.
Esta coincidencia, vital para Israel, tambin importa al
mundo, que legaliz e impuso la nueva realidad. El 29 de
noviembre de 1947 el mundo civilizado, a travs de una de
cisin memorable admiti por primera vez con tal amplitud
que el problema judo no era slo un problema de los judos
sino un problema de la humanidad. Y "Weizmann mejor que
nadie simboliza el perseverante esfuerzo y tambin el alto
precio en dolor y desesperacin para lograr ese reconocimiento
que proclama que es la humanidad toda la que avanza me
diante todo triunfo de la justicia. Por eso la creacin de
Israel constituye un captulo tan importante en la historia
de nuestro tiempo. Por eso Weizmann, grande para los ju
dos, es asimismo una figura universal.
El Hombre y su
Perfectibilidad
Es el hombre esclavo, o soberano? Es una vctima de las circuns
tancias aun cuando contribuyera a crear algunas o es o
podra al menos aspirar a ser el dueo de su destino? Qu
puede ofrecer la larga historia del pueblo judio como respuesta a este
problema?
A primera vista, podra parecer que la historia juda es la ilustracin
trgica del desamparo del hombre. Qu pueblo ha estado en estos l
timos dos mil aos ms a merced de las fuerzas externas del mundo?
Pero sta es apenas una impresin superficial. Observando ms profunda
mente, la leccin que extraemos es muy distinta.
Las naciones, como los individuos, imprimen su sello en la historia
de dos maneras: por lo que son y por lo que hacen. Ambos conceptos
claro est, son interdependientes. El carcter se expresa en la accin,
y la accin revela el carcter. Pero la influencia definitiva de una nacin
o un individuo, se mide ms por el ejemplo de su carcter que por el
movimiento que hayan podido producir en los acontecimientos humanos.
La accin es, naturalmente, ms espectacular aue el carcter. Produce
un efecto ms obvio. La epopeya de la conquista de casi toda Europa
por Napolen es ms impresionante, en la superficie, que el quieto re
trato moral del alma de Lincoln. Pero en ltimo anlisis el carcter de
Esta pgina del extinto presidente de Israel, resume lo que bien
puede llamarse su Credo. Weizmann que ya en su libro autobiogrfico
A la Verdad por el Error mostrara su alta calidad de escritor, revela
aqu la, hondura de su pensamiento, y la esencia de su fidelidad a lo
judaico, condicin sta que pocas veces ha sido tan eficazmente enfo
cada. Difcil es definir lo judaico, lo que hace ms admirable la for
ma en que Weizmann delimita el significado y el contenido de lo que
es a la vez ideal y vocacin, destino y misin.
EL HOMBRE ¥ SU PERFECTIBILIDAD
9
Lincoln, ejerciendo su influencia en el nuevo mundo, produjo efectos
ms duraderos y ms benficos que las hazaas de Napolen.
Nos encontramos, pues, ante la extraa paradoja de que el carcter
produce valores ms duraderos que la hazaa. Lo que el hombre es,
significa ms, a la larga, que lo que el hombre hace. Lo mismo sucede
con las naciones. Tomemos un ejemplo clsico: Cul de las dos famosas
naciones de la antigedad, Grecia o Roma, ejerci la influencia ms
profunda en la civilizacin occidental? Roma hizo ciertas cosas, Grecia
era ciertas cosas. Roma conquist el mundo y lo administr; Grecia hizo,
en comparacin, pocas conquistas, pero fue ciertas cosas: fue el pensar,
el sentir, el espritu esttico del mundo antiguo. En cierto sentido y
solamente en un cierto sentido las diferencias existentes entre Grecia y
Roma pueden compararse con las diferencias existentes entre el sacerdote
y el profeta dentro de la historia juda. A cul de las dos civilizaciones
debe ms el mundo moderno? A los conquistadores y procnsules de
Roma o a los pensadores y cientficos de Grecia? A los profetas de Israel
o a sus sacerdotes? Creo que la respuesta es clara.
Al estudiar la historia juda por su contenido especfico, cul es el
motivo constante que la anima? Descubrimos que es un pueblo obsesio
nado por una idea: la idea de la perfectibilidad del gnero humano;
perfectibilidad aqu, en este pequeo mundo nuestro, no en algn pa
raso del futuro. Sin negar una futura existencia, la filosofa juda se
concentr siempre en nuestro planeta particular. Ser lo que se ha dado
en llamar un justo, he aqu a lo que se aspiraba.
Esta perfectibilidad como ideal no significa que el pueblo judo se
considerara perfecto. Por el contrario, no hay pueblo que cuente con
tanta literatura de autocrtica como el pueblo judo. Cuanto ms alta
es la meta ms bajo es, necesariamente, el logro relativo. Pero la perfec
tibilidad aqu y ahora, en nuestro propio medio, ha sido el sueo del judo.
El persistente y obstinado monotesmo judo, que no ceda a la ms
cruenta persecucin, era el acompaamiento obligado de esta creencia
en la perfectibilidad humana. Un Dios severo, exigiendo la perfeccin
de la humanidad, he aqu, resumido, el credo judo.
Me permito afirmar ahora que al perseguir un ideal, el hombre
reafirma su soberana y su libertad. Si dependiera enteramente de las
circunstancias, mal podra perseguir nada. El sera el perseguido. En
todo momento obrara impelido por el dictado de los factores externos.
10
DAVE
Desafiar las fuerzas externas, superar las circunstancias, es proclamar
la soberana del espritu humano.
Jams hubo relacin alguna entre la fuerza fsica del pueblo judo
y su influencia sobre el espritu humano, ya que la fuerza fsica o
poltica del pueblo judo jams signific mucho. Su influencia no se
midi por su significacin como potencia poltica, social o financiera;
dependi de la fuerza de la idea, y en esta forma constituy siempre
una reafirmacin de la supremaca del hombre sobre las circunstancias.
El monotesmo, la suprema importancia de la perfectibilidad en este
triste mundo sublunar, la negativa a someterse a una fuerza superior, el
derecho a persistir como minora: he aqu los elementos principales de
la contribucin juda al progreso humano.
No pretendo afirmar que todos los judos, o todos los grupos de
judos, hayan sido consecuentes en su contribucin a esta idea. Desde
los tiempos ms remotos, los conductores del pueblo han castigado seve
ramente las desviaciones de esta conducta. Pero en lo fundamental, el
pueblo judo no ha dejado de cumplir esta' funcin: proclamar la pre
valencia del espritu humano sobre la brutalidad de las circunstancias.
Es claro que, al referirme a los judos como a los propulsores de la
soberana de la idea, y en consecuencia, como los maestros de la libertad,
no estoy hablando de formas abstractas, de teoras o filosofas, sino ms
bien de las formas que stas asumen al incorporarse a la vida de hombres
y mujeres y a los instrumentos sociales. La contribucin juda a los valores
humanos, all donde el judo haya permanecido fiel a s mismo, ha
emanado del ser. Entre judos no se conceba que un filsofo proclamase
las excelencias de un sistema y practicara otro que viviera divorciado
de sus propias teoras. Por inteligente y capaz que un hombre fuera,
no poda ser maestro si lo que deca no estaba de acuerdo con su manera
de vivir, si su vida y su prdica no constituan un ejemplo. Porque, se
arga, no poda dirigir la vida de otros quien era incapaz de dirigir
la propia. Si lo que es no complace ni a Dios ni a los hombres, qu
valor puede tener lo que diga?
El deseo de hallar la perfeccin, de superar lo fsico y hallar la
armona del ser, constituye la nota afirmativa a lo largo de la historia
juda. Naturalmente, no ha sido una nota constante; se ha visto frus
trada desde afuera, ha vacilado desde adentro; pero el milagro consiste
en que no se haya borrado; aun existe, aun es capaz de rendir sus
EL BOMBEE Y SU PEEFECTIBILIDAD
11
frutos. Se la encuentra all donde las comunidades judas viven de
acuerdo con la tradicin.
A esta altura de la historia de la humanidad, es difcil profetizar
si las afirmaciones humanas han de triunfar sobre las negaciones,
si el espritu creador se sobrepondr a la destruccin. Una cosa es
cierta: entre las afirmaciones, la que se desprende de la larga historia
del pueblo judo es de singular valor. Como siempre, las cantidades
fsicas comprendidas son insignificantes en comparacin con los vastos
problemas de la humanidad. Esperemos empero que, como siempre, la
influencia que pudiera ejercer est fuera de toda proporcin con las
cantidades fsicas
JAIM WEIZMANN
El Lder de un Movimiento
y de un Pueblo
La personalidad de Weizmann encarn la condicin y la responsa
bilidad de jefe del movimiento sionista durante 35 aos. No hubo
lder judo que al igual de Weizmann haya recorrido un camino
tan largo y lleno de dificultades, dotado de tanta paciencia, perseve
rancia, perspicacia y flexibilidad. Fu el smbolo del renacimiento judo,
su embajador y portavoz. Como soador que predica un feliz porvenir
a su pueblo, hizo surgir recuerdos y reminiscencias del pasado lejano,
exigi sacrificios del Estado que existi tan slo en la imaginacin, pero
arraig en sus hermanos la fe en que a la brevedad lo veria reconstruido.
Desde su infancia concentr su pensamiento en el pas desolado y
entristecido. Ese pensamiento ferment en l, lo tuvo absorbido, y
llen todo su ser. Esta idea lo arranc de su ciudad natal y lo llev
a Suiza e Inglaterra en donde se prepar para el desempeo de su
misin. En nombre de esa misin domin su sed de estudio, abandon
su laboratorio, eligiendo el difcil camino de conductor de un pueblo
disperso que del punto de vista poltico aun no exista. El camino
que le toc recorrer nunca fu claro ni seguro; tampoco conduca di
rectamente hacia la meta. Tuvo conciencia el Dr. Weizmann de la
Louis Lipsky es una de las figuras ms importantes del judaismo de
los Estados Unidos, pas donde naci hace ya 77 aos. Consagrado a
la actividad sionista dirigi entidades y peridicos que lucharon por
el Estado Judo. En 1927 se reunieron en tres tomos una parte de sus
escritos. En Renacimiento de Israel compilado por Ludwig Lewinsohn
y editado en castellano en 1937 con prlogo de Gerchunoff figura su
trabajo Se oyen canciones en el Monte Seopus publicado al inaugurar
se la Universidad Hebrea.
EL LIDER DE UN MOVIMIENTO Y DE UN PUEBLO
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imposibilidad de definir el sionismo mediante una definicin lgica
y precisa. Todo el movimiento sionista fue fruto de condiciones espe
ciales. Teniendo como base los elementos del sionismo tradicional la
esperanza, el sueo, la fe toc a los lderes de la misin aprovechar
las ocasiones que fueron surgiendo de las condiciones irregulares, y
utilizarlas para el beneficio de su causa. Solamente en momentos ex
cepcionales nos fue dado fijar las normas de conducta del movimiento
a travs de manifestaciones o algn acto. Principios y reglas, frmulas
y slogans respondieron a las necesidades de la propaganda y los pro
gramas que se confeccionaron fueron ms bien resultado de las cir
cunstancias que de propsitos definitivos.
El Dr. Weizmann fu el lder indiscutido en una poca de cons
truccin y de actividad poltica. No intervino en las rencillas partida
rias. Supo elevarse por encima de las discusiones inmediatas y como
centinela experimentado del pueblo de Israel dirigi su mirada hacia
lejanas y supo distinguir el lugar hacia donde se encaminaba el mo
vimiento. Comprendi que deba extender su mirada y su vigilancia
a mltiples direcciones para evitar un desastre. Su preocupacin prin
cipal fu la suerte del movimiento y por ello no toler actos precipi
tados. A travs de toda su actuacin sionista se sinti siempre responsable
por el destino mismo de su pueblo, procediendo como si le correspon
diera cumplir una orden secreta que no debe ser revelada sino a esas
personas excepcionales capaces de comprenderla. Por ello no obstante
las severas disputas que surgieron con motivo de su conduccin tam
bin sus opositores aceptaron colaborar con l en vistas del fin comn,
llegando a darle su apoyo hasta los que desconocieron el sueo de su
vida. Un lazo misterioso de comprensin les uni y les inspir con
fianza y fe en sus aptitudes de conductor. Su flexibilidad result
su fuerza.
Weizmann valoriz ms las conquistas alcanzadas en Israel que los
xitos en el campo poltico. En cada colonia que se levantaba en el
pas vi el triunfo de nuestro trabajo. Cada dnam adquirido, cada
rbol plantado, constitua para l un logro importante. Cada escuela,
establecimiento educacional o profesional le serva de prueba sobre el
poder decisivo del movimiento. El Instituto cientfico que levant en
Rejovot le sirvi de arma poltica. Con arrogancia de poltico defenda
sus conquistas, pero supo bajar la voz cuando la obra concreta se lo
reclamaba. Nunca pronunciaba palabras ltisonantes.
14
DAVAB
El afn de apresurar el fin y la falta de paciencia de sus contrin
cantes siempre le preocuparon. Slo contra su voluntad se complic
en discusiones sobre la meta final del movimiento. Como brillante ora
dor no las evit. No hubiera llevado al tapete los variados clculos
diplomticos, como los del Estado binacional, Federacin, o divisin
del pas, etc., si no hubiese sido obligado por las circunstancias. Pero
cuando se dejaba enredar en esas discusiones era cuando ms se iba
afianzando en su conviccin de que slo la obra de construccin del
pas fomentara la benfica unidad de todas las corrientes polticas, y
que en cambio todos los clculos polticos contribuiran a aumentar la
confusin y agudizar las divergencias.
Weizmann preconizaba la paz y llamaba a la concordia. Pero el
pueblo se rebel contra este concepto pacfico, la actuacin mesurada y
las discusiones sutiles y todo ese empeo de encontrar un camino de
reconciliacin con los judos no sionistas, con los rabes y los ingleses.
Ms de una vez provoc la ira del pueblo en contra suyo, y en dos
ocasiones fu alejado de su cargo. Pero no por mucho tiempo. A poco
le era conferida nuevamente la investidura de la presidencia y la carga
del conductor. El pueblo no alimentaba profunda fe en que su camino
condujese verdaderamente a la redencin de un futuro no muy lejano.
Ni l mismo tuvo esa seguridad. Fu un hombre de ciencia que se
ocupaba de objetos visibles y tangibles.
Si hubiese dependido de l hubiera renunciado en horas graves a
las llamadas cosas grandes y se hubiera contentado con poco, a con
dicin de que dentro de ese poco hubiramos podido disponer de com
pleta libertad de accin. Agachaba la cabeza frente a la embestida de
cada ola y vinculaba sus esperanzas a posteriores coyunturas con tal
de conservar las fuerzas vitales acumuladas. En su empeo por lograr
la concordia disminuy el paso en el camino que se traz, un camino
angosto y lleno de dificultades.
Pero en el movimiento rein muchas veces otro temperamento, el
cual rehusaba reconciliarse con las condiciones reinantes, rechazando
rotundamente la consigna de que "lo impuesto no debe ser denunciado.
El movimiento pretenda dar plena y pblica expresin a su deses
peracin y su ira. Anhelaba la conduccin de quien supiese elevar la
voz por encima del trueno del combate poltico. Al agotarse la pa
ciencia del Movimiento, la fe sola, sin ser acompaada de una accin
adecuada no poda apaciguar su nimo atormentado. La cmoda pers-
EL EIDER DE UN MOVIMIENTO V DE UN PUEBLO
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picacia de los hombres de accin mesurada, provocaba su ira. Se de
cidi a apresurar el fin.
Las divergencias alrededor de la meta final y los sistemas de tra
bajo, fueron despedazados al chocar con la cruel realidad cuando subi
al poder el mximo carnicero alemn y el mundo se convirti en una
montaa sacudida por un terremoto. Los hombres bestias haban ex
pedido su veredicto sobre el pueblo judo. Cuando Weizmann volvi
a ocupar la presidencia despus de cuatro aos de alejamiento, ya
se extenda la sombra de una guerra total sobre el mundo y en espe
cial sobre el pueblo judo. Y no hubo de quien esperar compasin. La
actividad del Dr. Weizmann choc con un grueso muro. Haban en
durecido los corazones de los polticos. El Dr. Weizmann al mirar
sus rostros comprendi el profundo cambio y se sinti acongojado por
esa transformacin y por el soplo de helada indiferencia que proceda
de ellos. Les habl a veces en tono de abierta recriminacin y siempre
con amargura. Vi cmo sus hermanos eran pisoteados como objetos
despreciables, no habiendo quin se acordase de sus derechos de hom
bres, sin que nadie se estremeciese presintiendo lo que estaba por suceder.
Poco despus se unieron finalmente los pueblos amantes de la li
bertad para borrar el gobierno de la maldad y a sus secuaces. Un hlito
de fe y de seguridad atraves de nuevo el mundo, hasta que lleg
la paz codiciada. No obstante ello, cuando los ejrcitos aliados del
Oriente y del Occidente marcharon al encuentro de la victoria, se
olvidaron del pueblo que fu vctima del ataque mayor, y mostraron
indiferencia por el destino de cientos de miles de nuestros hermanos
que fueron conducidos como ganado para la matanza desde los cam
pos de concentracin hacia las cmaras de gas. No les prestaron ayuda
ni levantaron un dedo para salvarlos. Vieron a decenas de miles de
judos escapar de manos de sus asesinos y les cerraron el camino de
la salvacin, que conduca a Eretz Israel. Y pretendieron ocultar su
rostro de aliado ms fiel inclusive hasta en la hora de festejar la
victoria. En esos das de amargura, cuando todas las puertas del
mundo se nos cerraban, nuestro pueblo moviliz todas sus fuerzas
fsicas y morales para afrontar el combate decisivo. Los sucesos horren
dos produjeron una transformacin en el alma de nuestros hermanos.
El espritu de rebelda se apoder de ellos. Estaban resueltos a no
mendigar ms compasin, a no someterse a quien les haba atacado.
Haban derramado demasiado sangre y soportado demasiadas decep-
16
DAVAB
dones. Su determinacin fu frrea: golpear al enemigo donde lo
encontrasen. Esa determinacin se convirti en la orden del da. Todos
los judos tomaron parte en ese combate, que tuvo lugar en todo el
mundo: en las calles de Varsovia, detrs de las lneas del frente de
los nazis, en los ejrcitos aliados, frente al estallido brutal del antisemi
tismo en las ciudades de Amrica, y luego en la heroica defensa del
Ischuv de Eretz Israel. Una nueva conciencia haba madurado en la
conciencia tanto de los sionistas como de los no sionistas. El frente de
Eretz Israel se extendi hasta la Dispora. El pueblo judo enfrent
su hora decisiva. Sobre la balanza fu puesta la dignidad y el honor
judo, su coraje y su fe. Ningn judo a quien era caro el nombre de
Israel pudo mantenerse a distancia. Tan slo unos pocos se negaron
a apoyar ese combate.
Esta defensa juda, en un orden mundial, hizo posible la primera
guerra triunfal del joven Estado contra los ejrcitos de todas las
naciones rabes. Todo el movimiento sionista se moviliz para ese
combate. Se puso punto final a las discusiones, las que fueron reem
plazadas por la accin.
Ese captulo fu el ms hermoso de la vida de Weizmann. No per
miti que sus derrotas personales afectasen su fe. Tampoco eligi el
aislamiento espiritual encerrndose en s mismo. Su alma estuvo li
gada al alma del Ischuv. Algunas de las semillas del renacimiento
judo, orgullo y decoro del Ischuv, fueron sembradas por l. Ech
los cimientos de la Universidad Hebrea, contribuy al desarrollo del
Tecnicum de Haifa, fund el Instituto Sief y luego el Instituto Weiz
mann. Particip en la creacin y desenvolvimiento de las Colonias del
Emek. Fu testigo de las dificultades iniciales de toda la obra de
construccin de la patria.
Weizmann extendi su mano a la rebelin. Tom parte en el
combate desplegado al lado de sus hermanos sin formular queja al
guna. Ech por tierra costumbres y un modo de pensar de cincuenta
aos, particip en todas las negociaciones realizadas, compareci delante
de varias comisiones investigadoras en Eretz Israel, en Wshington
y en la UN. Su testimonio fu siempre de mucho peso. Su voz fu
la voz fiel de la Dispora exponiendo su misin y su derecho sobre
el pas. Sus palabras siempre dieron en el blanco. Se encontr en el
fragor del combate cuando se declar el Estado Judo y el Gobierno
de Israel tom sobre s la responsabilidad de gobernar el pas. Fu
EL LIDES DE UN MOVIMIENTO Y DE EN PUEBLO
17
electo primer Presidente de Israel. Su casa en Rejovot se convirti
en un smbolo del Estado. Agotadas sus fuerzas fsicas pero con un
cerebro lcido y conservando intacta la fe falleci el domingo 21 de
Jeschvan. Como al tiempo de su vida y desde los primeros aos del
movimiento sionista, al fallecer, su nombre uni a todos los judos
del mundo entero en un sentimiento de congoja y fe comn.
LOUIS L1PSKY.
Oracin de Ben Gurin
stamos viviendo el sentimiento de nuestra orfandad. En
la madrugada de ayer se extingui la vida del centi
nela del pueblo hebreo, el centinela de su generacin, el
primer presidente de Israel, un eximio qumico, una figura
dotada de una inspiradora fascinacin y de una excelsa in
teligencia.
Durante ms de un ao y merced a su gran fortaleza vital
luch con la muerte. Este es el fin fatal al cual no puede es
capar ni el ms grande. Y por cierto fu Weizmann la figura
juda ms eminente de su tiempo, pues a travs de decenios
sirvi de foco luminoso, fuente de inspiracin de ideas y ac
ciones, de sueos y realizaciones y nadie tuvo antes tan des
tacada participacin en el surgimiento del Estado de Israel.
No fu el primero. Fu precedido por figuras magnficas
que cumplieron grandes cometidos, cada uno en su plano;
una en el campo de acciones y realizaciones, otra con el
vuelo de su visin y su dominio sobre corazones humanos:
Edmundo de Rotschild y Teodoro Herzl. Cada uno de ellos
fu nico en su gnero, sin parangn durante su vida y
sin heredero despus de su muerte.
Slo una concepcin falsa y vulgar ver en el famoso
filntropo a un rico caprichoso, derrochando su dinero en
forma arbitraria en beneficio de una utopa.
Esta es la Oracin que pronunci ante el Parlamento de Israel el
primer ministro David Ben Gurin.. al comunicar a los miembros de la
Knesset el fallecimiento del primer presidente del Estado Judo.
OEACION BE BEN GlION
19
Este vstago francs del abolengo de los Rotschild fu
iluminado por la visin del surgimiento de su vieja patria
y hasta el fin de sus das, que acaeci a una edad avanzada,
fu esta visin la meta de todos sus pensamientos y de sus
anhelos ms ntimos, de lo que tuve ocasin de convencerme
en una conversacin mantenida con l, pocos das antes de
su fallecimiento.
No le precedi ni le sucedi persona alguna de recursos
financieros tan vastos y de espritu tan generoso que haya
beneficiado tanto a su pueblo con la bendicin de su riqueza
y amplitud de su alma. Cometi errores y olvid a veces que
lo fundamental es el hombre en su capacidad creadora y reali
zadora, pero no obstante sus equivocaciones, quin sabe si
llegaramos a poseer lo que es nuestro hoy en da sin las pri
meras obras de colonizacin sostenidas y ampliadas por el
famoso filntropo.
Mucho ms grande y potente fu la aparicin y la in
fluencia de Iierzl, que cual un poderoso meteoro resplande
ci sobre el cielo triste y sumido en tinieblas de la Dispora
a travs del breve perodo de su actuacin sionista en total
7 u 8 aos logrando transformar con el esplendor de su
visin y genio de estadista la faz de su pueblo, marcando
un sendero nuevo hacia su redencin.
Herzl fu el primero; soador y revolucionario crey en
la posibilidad de abreviar distancias. Como la mayora de
las definiciones debe tambin sta aceptarse con cierta re
serva, pues Herzl no fu el creador de la idea sionista, ni
un innovador en su concepcin estatal. Le haban precedido
Pinsker, Kalisher, Alkalay, Spinoza, Don Josef Hanasi, Shlo-
mo Molcho y otros. Pero fu Herzl el primero, por el vuelo
audaz y luminoso de su visin y el primero en crear los ins
trumentos para realizar su plan estatal. Herzl vino a su
pueblo, al que casi no conoca, consiguiendo romper todos los
lazos que le ligaban al pasado y a su ambiente de origen, y
apresur la llegada a la meta, extinguindose en la plenitud
de su vida.
Weizmann no posea la riqueza inmensa de Rotschild ni
ejerca el fabuloso encantamiento de los sueos de Herzl.
20
DAVAE
No lleg como ellos del judaismo asimilado de occidente, que
haba roto todo contacto con el resto del pueblo.
Weizmann lleg desde adentro, desde el medio judo ms
autntico, de un pequeo pueblo de la zona delimitada para
los judos cuna y centro del judaismo del mundo de
aquel entonces. Desde una existencia cultural juda, y de
una realidad popular, se asom Weizmann al gran mundo
adquiriendo el conocimiento de la ciencia y de la vida. No
fu el antisemitismo el origen de su sionismo, el cual slo fu
nutrido por su judaismo. Como hombre de ciencia no crea
en saltos sino en un crecimiento evolutivo, desconociendo tal
vez que los procesos histricos no son idnticos a los proce
sos en la naturaleza aunque en ella misma sucede que pro
cesos ocultos maduran en una explosin repentina.
Y he aqu el milagro: lo que no pudo lograr Rotschild
con sus millones, lo que no fu dado alcanzar a Herzl con
la fuerza hechicera de su visin fu realizado por Weizmann
en los dos terrenos a la vez, sin que en ninguno de ellos le
fuera dado disfrutar de conquistas fciles o accidentales. La
personalidad de Weizmann congenia armoniosamente con la
visin estatal del primero y la obra de colonizacin del se
gundo. Pero Weizmann no fu un mero reflejo de Rotschild
y de Herzl; todo su carcter, su idiosincrasia y su concep
cin del mundo eran esencialmente distintas pues derivaron
de su visin personal de los problemas, siempre en relacin
con las fuentes vivas de su pueblo, e igualmente determinada
por los adelantos de la ciencia y la sabidura de nuestros
tiempos. Ello revela el secreto de su grandeza y explica la
naturaleza de la gran influencia y de la fama internacional
de que disfrut Jaim Weizmann.
En los ltimos 150 aos el pueblo judo di al mundo
algunas personalidades cuya actuacin e influencia han de
jado huellas profundas en el mundo entero, sobrepasando
las fronteras de su pas natal. Mencionar tan slo a dos:
Disraeli en el siglo xix y Trotzky en el siglo xx. Pero ambos
lo mismo que otras semejantes se han convertido en figuras
internacionales por su actuacin e influencia no como judos
y no en funcin del pueblo judo, sino por su contacto con
aquellos pueblos que los absorbieron.
ORACION DE BEN GURION
21
La nica figura de magnitud internacional que fu total
mente juda, no por su origen y su raza si no por su actua
cin dentro del pueblo judo y en su nombre fu la figura
del Dr. Weizmann. A travs de toda la historia juda no se
puede encontrar a otro judo, que haya gozado de semejante
posicin internacional.
Herzl fu sorprendido por la muerte casi a principios de
su actuacin y resulta difcil pronosticar su destino hist
rico si hubiera seguido viviendo. Ms claro es el hecho de
que Weizmann no se benefici nunca con resultados de fcil
alcance y que no recibi en herencia nada, de nadie. No pocos
aos pobres en pensamiento y en accin transcurrieron desde
el creador de la Organizacin Sionista hasta la aparicin de
Weizmann como jefe del movimiento sionista y su conductor
supremo.
Tanto Herzl como Weizmann nacieron con la corona real
puesta sobre sus cabezas. Los dos fueron los elegidos del
pueblo antes de que alguien los hubiese designado. No fu
el Congreso el que eligi a Herzl; Herzl, en quien el pueblo
vi a su lder, fu quien eligi al Congreso y le di toda la
trascendencia de una asamblea de la nacin y la jerarqua de
su ms alta tribuna. Tambin Weizmann fu colocado a la
cabeza del movimiento sionista, presentndole su primera gran
conquista poltica la Declaracin Balfour sin ser miembro
del ejecutivo sionista. Pero en contraste con Herzl ya tiene
en su activo una intensa y fructfera militancia en las filas
de avanzada del sionismo, pues Weizmann fu sionista desde
su nacimiento ya que desde su nacimiento fu ntegramente
judo. Pero ha de disminuir la figura de Weizmann quien
la apreciase tan slo como una bendita sntesis entre sionismo
prctico y poltico, o una fusin de Rotschild y de Herzl.
Tanto al gran filntropo, que se hizo acreedor del nombre
de padre de la colonizacin, como al venerado creador de la
organizacin sionista, a los dos precedi y tal vez hizo surgir,
el julutz annimo, el cual no contribuy a la redencin de
su pueblo con riquezas fabulosas, ni tal vez lo ilumin con
visiones profticas. Pero no fu pobre el jalutz annimo. La
riqueza de su alma no poda ser medida con oro y el vigor
de su sueo result ms fuerte que la muerte. Ofreci al
22
DAVAR
surgimiento de su pueblo un modesto regalo su propio ser,
pero su ser entero. De la antigua Jerusaln, de la lejana
Hungra, de la extensa Rusia, de Rumania, llegaron hace
muchos decenios, aun antes de existir la Organizacin Sio
nista y aun antes de iniciarse la moderna obra de colonizacin,
invirtiendo su trabajo, su herosmo y su amor a la vida, en
forma incondicional y sin escatimar esfuerzo alguno, para re
construir la patria echando los cimientos para una vida na
cional e independiente.
Pocos y aisladamente llegaron los primeros jalutzim an
nimos. Por largo tiempo el pueblo ni los comprendi, y mu
chos de ellos sucumbieron y cayeron, tan terriblemente penosos
fueron los primeros pasos que conducan hacia la creacin
de una patria y de un pueblo. Pero la corriente jalutziana
no se interrumpa. Una vez que se hizo camino, fu como un
caudal creciente, aunque imperceptible al igual que un to
rrente estrepitoso, que bullese en las profundidades de la
tierra. Despus de la desaparicin del gran visionario pol
tico y creador de la organizacin sionista se extinguieron
las luces y en su lugar brill una llama falsa y engaadora.
Llegaron entonces das de pequeneces y de confusin y fue
ron estos pioneros los que salvaron la obra y la visin con su
modesto aporte de la realizacin personal en su vida y en
su muerte.
Jaim Weizmann no se encontraba entre aquellos hombres
annimos, y su actuacin antes y despus de haber adqui
rido fama se concentraba en el movimiento sionista oficial y
en su obra poltica y prctica. Pero no hubo lder sionista,
salvo el Dr. Ruppin, que justipreci tanto el valor y la fun
cin decisiva del sionismo jalutziano, como Weizmann, y na
die como l supo captar las vibraciones del alma jalutziana
en su fervor realizador.
Weizmann no lleg a identificarse con la masa jalutziana
en su vida cotidiana y gran parte de ella no comparti sus
conceptos polticos. Pero no hubo sionista fuera de las filas
jalutzianas, que valorizase como l la obra jalutziana y esas
cualidades jalutzianas que imprimieron su sello sobre Weiz
mann. Su profunda afinidad espiritual con los pioneros de la
ORACION DE BEN GURION
23
realizacin constituy el tercer rasgo que caracterizaba la fi
gura tica de Weizmann.
Me muestro parco y eso intencionalmente en mis re
ferencias sobre la grandeza de Weizmann en un aspecto esen
cial: me refiero al valor cientfico que represent el presi
dente desaparecido. Y lo hago no porque la vasta y fructfera
obra cientfica de Weizmann en lo que a las ciencias qumicas
se refiere, no guarde relacin alguna con el movimiento sio
nista y con la creacin del estado judo. Todo lo contrario.
No hubo dos Weizmann, Weizmann el sionista y Weizmann
el qumico. El sionismo de Weizmann fu cientfico aunque
se alimentaba de las tradiciones y del sentir del pueblo judo;
y la ciencia de Weizmann sirvi con fidelidad y constancia
a la obra sionista, tanto en lo poltico como en lo que a la
colonizacin se refiere.
Tal vez se pueda ver una casualidad que las investigacio
nes qumicas de Weizmann durante la primera guerra mun
dial hayan facilitado el logro de la Declaracin Balfour.
Pero no es casual la obra cientfica de Weizmann y de sus
colaboradores en Israel. Fu fruto de firmes principios y del
concepto de que el Estado de Israel, su economa, su cultura
y su seguridad, no descansarn sobre la base firme sin el cul
tivo mximo del genio cientfico judo y sin el apoyo de las
conquistas cientficas modernas y los adelantos constantes.
Como nadie supo Weizmann definir el verdadero valor
que tiene el avance de la ciencia y de la tcnica para el por
venir y existencia de nuestra patria. De este modo si no me
he detenido a resear el valor cientfico de Weizmann, es
porque la justa y exacta apreciacin de su aporte cientfico-
puede ser ofrecida nicamente por un experto en la materia.
No todo lo que Weizmann hizo, fu coronado por el xito.
Le toc soportar muchas decepciones, siendo algunas de ellas
originadas en la organizacin sionista y otras de la situacin
internacional. Esas decepciones lo hirieron profundamente
pero nunca lograron doblegar su espritu. Weizmann como
judo ntegro no supo lo que era desfallecer y renunciar a
sus propsitos, conservando an en los momentos de ms gran
de amargura la entereza de su espritu y la profunda fe,
24
DAVAR
tanto en el futuro de su pueblo como en el triunfo de la ver
dad y de la justicia, que llegar para la humanidad entera.
Pero Weizmann no tuvo tan slo decepciones, tuvo el
privilegio que no alcanzaron grandes y numerosos conducto
res tanto del pueblo judo como de otros pueblos: arrib a
su meta en vida, lleg a ver el Estado de Israel. Fu su pri
mer presidente.
Y sta fu a su vez la suerte del Estado de Israel. Weiz
mann fu cual una corona en su cabeza al renacer despus
de 2000 aos.
Ayer se extingui el hombre; Weizmann en su forma cor
prea no existe ms. Weizmann la figura histrica y reden
tora, su aureola, no oscurecern nunca.
DAVID BEN GUBIN.
Ischuv: Se designa as por extensin al conjunto del pueblo judo
agrupado en Israel.
Jalutz: el pionero, el que constituy la vanguardia colonizadora
en Israel.
Recuerdos e Impresiones
sobre el Dr. Weizmann
El arte de gobernar es un fenmeno nuevo en la vida juda. Siem
pre existi alguna clase de gobierno entre los judos, pero no
por eleccin, ni se aceptaba incondicionalmente y sin criticas
sino que se reconoca la autoridad, limitada principalmente a las esfe
ras religiosas y espirituales. La observacin de rabi Akiba de que Israel
sin sus ancianos es como un pjaro sin alas, ejerci una instintiva atrac
cin sobre los judos dispersos. Sin embargo, no siempre la conduccin
es el arte de la poltica y puede decirse que, en cuanto a la prctica,
el arte de gobernar de los judos, en la ms amplia acepcin de la
palabra, termin con el Yavneh de Ben Zakkai. Hubo en la historia
juda una serie de dramticos intentos de revivir el gobierno judo, pero
todos fracasaron. Disraeli soaba con la poltica juda, pero sus sueos
slo quedaron como expresiones literarias. Lassalle tuvo un momentneo
impulso de dedicarse a la liberacin de los judos, pero slo fue un
impulso juvenil. Cremieux podra haber sido un gobernante judo, pero
a pesar de su intenso judaismo estaba demasiado implicado en la pol
tica francesa.
La refirmacin de la poltica juda advino con Herzl, quien ech
las bases de una poltica nacional y cre el instrumento para dar al
pueblo la direccin de un guDemante judo, que diez aos despus de
su muerte asumi Jaim Weizmann. Exista el programa, la plataforma
y parte del mecanismo, pero no el nombre ni las condiciones y oportu
nidades necesarias. Jaim Weizmann fue el hombre. Capt el espritu
de la poca y sus oportunidades y merced a sus cualidades surgi como
el estadista capaz de realizar la poltica nacional juda.
La personalidad del Dr. Weizmann ya estaba fundida con la historia
juda mucho antes del fin de su vida. Tuvo la dicha de ver la realiza-
26
DAVAE
cin de algunas de las esperanzas y sueos que inspiraron y constitu
yeron la mayor empresa de su existencia. Concret sus esperanzas. Ha
ba dado forma a los esfuerzos del pueblo judo para lograr el antiguo
hogar de sus antepasados y tuvo la inesperada fortuna de ser el jefe
del hogar por el cual luch. Difcilmente hubiera pensado que eso suce
diera durante su vida.
El primer presidente de la Tercera Comunidad juda es un grato
personaje para el historiador, el bigrafo y el literato. Su rica persona
lidad, sus dones, su vitalidad y su cordialidad, son tan proverbiales como
su gigantescas hazaas. Toda clase de ensayos pueden hacerse en torno
al tema Jaim Weizmann. Slo los muy competentes podrn hacer jus
ticia y dar una resea completa no slo de sus hazaas como sionista
sino del hombre, su temperamento, su ascenso, su influencia sobre el
sionismo y sobre la judera como conjunto y sobre el mundo exterior.
Habiendo tenido el privilegio de una estrecha relacin con l durante
ms de tres dcadas, de haberlo visto casi diariamente cuando estaba
en Londres y de haber observado el florecimiento de su genio desde
antes de la declaracin Balfour, creo interesante publicar mis apuntes
e impresiones sobre el comienzo de su carrera.
I
Mi primer contacto personal con Weizmann data de 1915. Por su
puesto, lo conoca de antes. Cuando se estableci en Inglaterra, su
nombre ya era conocido para los sionistas, pero no fu de importancia
visible el impacto que caus entre los sionistas ingleses. Estos eran fie
les discpulos de Herzl, mientras se saba que Weizmann lo criticaba
siendo uno de los dirigentes del grupo democrtico y despus infati
gable opositor al proyecto Uganda. Tambin haba atacado constante
mente a Israel Zangwill, querido y admirado por las masas judas a
pesar de su Organizacin Territorial, y la forma sino la esencia de sus
ataques disgustaba a muchos sionistas. Su breve asociacin con el
Dr. Moses Gaster (quien como se saba era rival de Herzl) y su pos
terior oposicin a la jefatura de Wolffsohn contribuyeron a que per
maneciese alejado del sionismo ingls. Tena una cantidad de partidarios,
no slo en Mnchester, donde viva, sino tambin en Londres, pero
eran un tanto tensas sus relaciones con la Federacin Sionista de Gran
Bretaa dirigida por Joseph Cowen, y el ntimo amigo de Herzl,
RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMANN
27
I
J. N. Greenberg, el ms capaz de los discpulos de Herzl y una can
tidad de partidarios del mismo y con su sucesor Wolf fsohn.
Amigo de Ajad Haam, que le prest su aliento moral en su oposi
cin hacia los jefes sionistas de la poca, el Dr. Weizmann atrajo a
una cantidad de intelectuales sionistas que estaban sujetos a la influen
cia del maestro del sionismo espiritual. Pero mucho despus del retiro
de Wolf fsohn, en el dcimo Congreso, en 1911, la direccin del sionis
mo ingls segua controlada por los denominados "polticos.
En el dcimo Congreso vi por primera vez al Dr. Weizmann "en
accin y aprend a apreciar su distincin. Era el primer Congreso al
que asist para informar a una serie de peridicos momento emocio
nante de mi carrera y aunque decepcionado por el eclipse de Wolff-
sohn, la hbil oposicin del Dr. Weizmann, su cordialidad y su conduc
ta posterior hacia el hombre a quien ayud a eliminar y a quien solici
taba el apoyo al plan Universitario Hebreo, dejaron una indeleble im
presin reveladora de energa y sinceridad. Esta impresin fu ampliada
en el undcimo Congreso de Viena, en 1913.
Como resida en Mnchester y no estaba estrechamente vinculado
al sionismo local poco se conoca all de las actividades de Weizmann
entre bastidores. Mucho se ha escrito de su estrecho contacto con Bal-
four durante una eleccin en Mnchester. Pero tales contactos en la vida
poltica inglesa, especialmente durante las elecciones, no son notables.
Mucho antes, cuando viva Herzl, los dirigentes de la Federacin Sio
nista haban hecho una encuesta a los principales candidatos, durante
una eleccin parlamentaria, referente a su actitud hacia las aspiraciones
judas en Palestina. La mayora de las respuestas fueron positivas. El
contacto con Balfour slo fu til a la luz de los acontecimientos pos
teriores. Pero Weizmann, como Herzl y otros, incluso Sokolow y Ajad
Haam, siempre consideraron que el sionismo era mejor entendido en
Gran Bretaa que en los dems pases. Como miembro del Ejecutivo
Sionista, Sokolow visitaba Londres con frecuencia y durante sus visitas
debe haber visto a Weizmann.
En 1912 Sokolow lleg a Londres con el propsito de restablecer el
contacto sionista con el gobierno britnico, interrumpido desde el recha
zo del proyecto Uganda. Pero su visita tena otro objeto. Se proyectaba
entonces enviar una misin a Rusia para persuadir al gobierno ruso a
levantar las restricciones al sionismo y como se hablaba de un acercamien
to entre Gran Bretaa y Rusia, se sugiri que aqulla podra emplear
su influencia ante el gobierno zarista para que no impidiese la accin
28
DAVAR
del sionismo. Hubo rumores de que Israel Zangwill, aunque no mili
taba el sionismo, estaba preparado para unirse a dicha misin que
presidira Sir Francis Montefiore y en la que participaran varios no
judos. Habiendo tenido el privilegio de la relacin de Sokolow desde
la adolescencia, que con el curso de los aos se transform en una
ntima amistad, yo conoca algo de sus movimientos, aunque por en
tonces mostr una rara discrecin y no me comunicaba mucho de sus
actividades. Tal vez estaba en guardia conociendo mi asociacin con
Lucan Wolf cuya hostilidad a la Rusia Zarista hall expresin en
todos sus artculos polticos y m,s conspicuamente en el semanario
"Darkest Russia que diriga. Sin embargo, nada sucedi con el plan
sobre Rusia. Sokolow volvi a Londres en 1913, antes de visitar los
EE. UU., donde logr atraer al sionismo al juez Brandis. Durante
aquella visita estuvo en contacto directo con los altos funcionarios de
la cancillera britnica y hasta fue invitado a la misma por uno de los
secretarios permanentes (Sir Louis Mallet) para informarle que el me
morndum que presentara sobre el sionismo haba sido estudiado por
Sir Edward Grey, entonces canciller. Luego tuvo varias entrevistas en
la cancillera, destacando la conveniencia de que Gran Bretaa se in
teresase en apoyar las aspiraciones sionistas sobre Palestina, desde el
punto de vista humano as como en defensa de sus intereses. El doctor
Weizmann, como miembro del comit de accin y uno de los forja
dores del nuevo Ejecutivo, del que Sokolow era la ms destacada figu
ra poltica, debe haber conocido indudablemente aquellos intentos. Tal
era la situacin en general en 1914, al estallar la primera guerra mundial.
II
Ansiosos por el destino de la judera en Europa Oriental, como con
secuencia de la guerra, los sionistas britnicos, aunque pocos en
nmero, comprendieron que la tarea inmediata era mantener en alto la
bandera sionista. La muerte de Wolffsohn, en los primeros das de la
guerra, fue un nuevo golpe para los partidarios de la denominada es
cuela poltica. Poco se saba de los miembros del Ejecutivo o de sus
planes. La guerra cre una barrera entre los sionistas de los diferentes
pases y tambin entre los miembros del Ejecutivo. Shmarya Levin esta
ba en Nueva York, pero se desconoca el paradero de Sokolow; hubo
RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMNN
29
rumores alarmantes al principio y despus de algunas semanas se supo
que viva y estaba bien; meses ms tarde lleg a Londres con Tschlenow.
Fu para m un alivio verlos en una modesta pensin juda, en Maida
Vale. Cuando me preguntaron acerca de la posicin sionista en Ingla
terra, les habl del casi mesianismo en muchos sectores judos. Los judos
y no judos escriban a la prensa en verso y en prosa que era inmi
nente la salvacin juda. Esto, observ con buen humor Tschlenow,
ser muy interesante para Sokolow. Les pregunt sobre sus otros cole
gas y como sionista me dieron una informacin fragmentaria con la
severa advertencia de que no era para publicar, aunque nada de aquello
era digno de ser publicado. Esperaban ver al Dr. Weizmann.
Unos meses ms tarde me citaron por telfono, para encontrarme
con l en un restaurante kosher en Wardour Street, cerca de Oxford
Street, centro de la industria cinematogfica en Londres. Un conocido
lder comunal judo de Liverpool estaba con l y despus de conversar
un rato me pidi que lo visitase por la tarde en el Hotel Waldorf, donde
se alojaba en Londres. No pens que este primer contacto con el
Dr. Weizmann sera el comienzo de una relacin de ms de 30 aos,
y que estaba destinado a ver cmo esa modesta y enrgica figura, tan
alerta al descender de un cab en el momento en que se acercaba al
hotel, se converta en la ms destacada personalidad de la judera con
tempornea. Nos sentamos frente a una taza de t y me formul algu
nas preguntas sobre las actividades judas y sionistas. Saba que yo
diriga un diario judo y colaboraba en el "Jewish Chronicle y "Jewish
World dirigidos por Leopold J. Greenberg. Le sorprendi que no par
ticipase activamente en el sionismo local. En realidad yo diriga un
Centro Cultural de Jvenes Sionistas, pero no me gustaba la actuacin
pblica. Con su rpida percepcin, comprendi pero era posible admi
tir que en aquellos momentos los sionistas permanecieran pasivos?
Despus de trabajar prefera quedar en casa? A pesar de ello deba
hacer algo. Dnde estaban los dirigentes sionistas de Inglaterra? Qu
hacan? No haba iniciativa. Urgi a Sokolow a venir a Londres. Debia
haber ms actividad. Estaba ocupado en una importante labor de in
vestigacin y dudaba entre Manchester y Londres. A pesar de su ocu
pacin estableca contactos. Aquello le haca perder tiempo y requera
un gran esfuerzo. Pero haba mucho que hacer y poco tiempo por
delante. Dnde estaban los llamados "polticos? Adems del trabajo
externo estaba el frente interno. Los contrarios al sionismo opondran
obstculos. Gaster estaba lejos, Greenberg apartado y Zangwill perma-
30
DAVAS
necia aferrado a su territorialismo. Cowen era muy honesto y dispuesto
a ayudar, pero no se haca nada. Sokolow poda concentrarse ms en
el frente interno; tena ms paciencia y mayor autoridad sobre los pro
blemas judos. Los jvenes sionistas, especialmente los relacionados con
la prensa, deban estar alerta y si era necesario dar ayuda tcnica.
Estas eran en resumen sus enrgicas observaciones. Tena poco ms de
cuarenta aos, pero emanaba el magnetismo de la juventud, de su ar
diente mirada y su expresin fluida pero convincente. Modestamente
me puse a su disposicin para cuanto necesitase, dentro de mi tiempo
limitado. Acept y dijo que utilizara la oferta cuando lo necesitase
agregando quejoso que no tena la menor ayuda tcnica en su trabajo.
Aquel encuentro fu una experiencia singular. No obstante su impre
cisin y a pesar de que no era completamente justificada la queja de
la apata sionista, para quien llevaba latente la iniciativa, sus observa
ciones, impulsadas por sagrada impaciencia, eran de inmensa impor
tancia. Reconfortaba la moral sionista y el efecto inmediato sobre m
fu la decisin, a pesar del temor al aburrimiento, de aceptar el cargo
de miembro del consejo de la Federacin Sionista Inglesa.
No le vi durante un tiempo despus de aquella entrevista, hasta que
nos volvimos a encontrar en el hotel en que se alojaba Sokolow. Fu
poco despus de la desdichada denuncia del sionismo por Sir Francis
Montefiore, en la Sesin de la Junta de Delegados Judos Britnicos.
Era una rara aberracin y fu un tremendo golpe para los presentes
en aquella reunin, que eran en su mayora sionistas. Sir Francis haba
sido presidente honorario de la Federacin Sionista desde la poca de
Herzl; no era ms que una figura decorativa, pero el apellido Monte
fiore era muy importante. El sentimiento antigermano prevaleciente en
Gran Bretaa y explotado por cierta parte de la prensa, aterraba tanto
a Sir Francis que perdi la serenidad y formul una declaracin per
sonal de que no slo interrumpa sus relaciones con una organizacin
fornea como el sionismo, sino que comprenda que el sionismo era
esencialmente un instrumento del imperialismo alemn. Tal declara
cin en pblico y ante la prensa fu considerada tan desastrosa que
el presidente, Sir David Alexander, aunque violento opositor al sio
nismo, se puso inmediatamente de pie y refut aquella afirmacin,
observando que los sionistas ingleses son ciudadanos tan leales y pa
triotas como los dems judos, negando que el sionismo al que se
opona, tuviese vinculacin con el imperialismo germano.
RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMANN
31
Hubo mucha ansiedad y agitacin entre los sionistas, especialmente
para Sokolow que era el nico miembro acreditado del movimiento
sionista en Inglaterra. Pero Weizmann, animoso y optimista, desech
el incidente con uno de sus relatos humorsticos. Era un poco peligroso,
especialmente porque algunos miembros del Ejecutivo estaban en Ale
mania (hecho al que despus se opuso firmemente Jabotinsky) pero
con su siempre presente sentido de la proporcin estaba seguro de
que "sobreviviremos a la estupidez de Sir Francis Montefiore.
La liberalidad y cordialidad del Dr. Weizmann en aquellos das,
sus animosas charlas, sus breves y brillantes comentarios y su persis
tente optimismo fueron fuente de gran energa. Con frecuencia le
desilusionaban los resultados de algunas de sus numerosas entrevistas.
Pero a diferencia de los dems no se desalentaba. Entonces como des
pus le molestaba y detestaba la desesperacin de algunos cuando algo
iba mal. Tena una frase plebeya en idisch, para tal actitud. Era evi
dente que adquira rpidamente la flema inglesa, definida desviacin
del acercamiento continental al que estaba acostumbrado. Se afirmaba
el empirismo ingls y combinado con su valor y su abundancia de re
cursos, aumentaron su energa, su influencia y su autoridad. Eran muy
necesarias en aquellos das de prueba, cuando fueron destruidas grandes
partes de la judera, fu muy afectada la posicin de los judos rusos,
y haba conflictos respecto a la actitud hacia las potencias combatien
tes; conflicto que pronto hall expresin en forma aguda respecto al
problema del servicio militar de los judos rusos en Gran Bretaa;
problema que desdichadamente se uni al plan de Jabotinsky de una
Legin Juda. El Dr. Weizmann debi afrontar de pronto otro nuevo
y grave problema que complicaba su esfuerzo poltico.
J. HODESS.
Perfil de Jaim Weizmann
Sera superfluo, si no imposible, resear aqu el aporte de Jaim
Weizmann a la causa sionista. Reunidos en esta sala se encuen
tran muchos de sus compaeros y amigos que con l recorrieron
casi todas las etapas de su carrera.
Mas como quiera que entre nosotros se hallan personas que tra
bajaron a su lado durante diez, veinte y hasta treinta aos, amigos
para quienes su muerte fue una prdida personal, al mismo tiempo
que empobreci y entristeci nuestro universo, quizs no est por
dems intentar, aunque tan slo en modestsimo bosquejo, el perfil de
ese hombre nico que fu Jaim Weizmann.
Tres aspectos enfocar al acometer tan ingente tarea: Weizmann
el judo, Weizmann el sionista y Weizmann el hombre.
El rasgo ms caracterstico de Weizmann el judo, contemplado
a la luz de la historia del judaismo contemporneo, consiste en la feliz
combinacin del judo oriental europeo con la cultura de Europa occi
dental, en la ms consumada y fecunda sntesis que de estos dos
elementos se haya alcanzado nunca. Y es precisamente este encuentro
entre Europa oriental y occidental, esta amalgama de tradicin juda
y cultura del Oeste, la que en el transcurso de las dos ltimas cen
turias ha planteado el problema fundamental de la historia juda. Fu
esta fusin lo que hizo posible el sionismo, porque el sionismo es de
Nahum Goldmann es una de las personalidades ms importantes de la
Dispora. Naci en 1894 en Rusia. Fund en Berln, con Jacob Klatzkin
la Editorial Eschkol que public una autorizada Enciclopedia Juda.
Dirigente del Congreso Judo Mundial, Nabum Goldman traduce desde
esa asociacin, de la que es el alma, el matiz de su orientacin sionista.
PERFIL DE PAIM WEIZMANN
33
por s una sntesis, judaica en su contenido, europea en su forma. En
efecto, el problema de mayor envergadura a que han hecho frente
los ms eminentes lderes sionistas de las dos ltimas generaciones ha
sido el de sintetizar la tradicin juda en la ms profunda y amplia
acepcin del trmino con la cultura europea.
Mas ninguno, a mi ver, ha conseguido alcanzar en su propia per
sona tan perfecta armona de estos dos universos, cual la que logr
Jaim Weizmann. Jaim Weizmann fu ante todo y en todo un judo
europeo; nacido en Mtele, y educado en Pinsk, fueron para l estos
nombres como dos conceptos indelebles, dos elementos integrales de
su conciencia hasta el momento postrero de su vida. Sus relaciones
de familia fueron siempre tpicamente judas. Aunque no era religioso
en el sentido estricto, formal de la palabra, se mantuvo siempre
estrecha, inseparablemente ligado a la tradicin judaica. En tiempos
de la blitz, en Londres, solia llevarse la Biblia al refugio y entregarse
a su lectura durante horas. Y no era por supersticin: al enfrentarse
el hombre con su destino, y quiz con la muerte, descubri Weizmann
su amor por la Biblia, esa expresin mxima de la tradicin juda.
Tambin en sus instintos era incuestionable lo judaico. Analista de
inslita perspicacia, bien poda llamrselo sharif segn la tradicional
costumbre del pueblo. Su pensamiento se mova en anttesis. En nin
guna otra esfera de expresin intelectual era tan brillante como en la
polmica. Or a Jaim Weizmann en un certamen de lgica espontnea,
era un placer esttico inolvidable. Lo brillante de sus argumentos
provena de muchas centurias de prctica talmdica y exegtica, el
tpico mtodo judo de abordar y tratar problemas.
El futuro historiador y bigrafo de Weizmann habr de consagrar
un lugar considerable a sus chistes y su humor, que eran de lo
ms castizo que entre nosotros ha surgido. Sin dejarse agobiar por lo
que suceda alrededor suyo, beba sin cesar en el perenne manantial
de irona brotado del saber y de la experiencia de un pueblo antiguo.
Como de igual a igual trataba Weizmann con las celebridades del
mundo. No le impresionaban ministros, generales o mariscales, ni tam
poco la grandeza de las potencias poderosas. Determinaba su actitud
el escepticismo de un pueblo acostumbrado a ver surgir y pasar
imperios y dictadores, y que a todos ha sobrevivido. En ese sentido
34
DAVAR
era tal vez el ms altivo representante del pueblo judo. Tambin
Herzl fu un orgulloso portavoz, pero la suya era la altivez del
hombre. El de Weizmann era el orgullo de un judo orgulloso, cons
ciente de su historia cuatro veces milenaria, y que se presenta erguido
ante estados y hombres hoy quizs ms fuertes que los judos, pero
que seguramente no poseen una historia como la judaica. En su
persona se hallaban combinados esos dos rasgos ms tpicos del ca
rcter judo: escepticismo sin lmite y una fe infinita: escepticismo
ante todo lo efmero; una fe inquebrantable en las eternas verdades
de la historia juda. Ntsaj Israel lo Ishaker era para Weizmann el
hombre de ciencia una verdad ms absoluta que el axioma matemtico
2X2 = 4.
Nada mejor que su actitud ante la lengua idisch demuestra el
lugar que ocupaba en su vida la tradicin y la idischkait. En sus mo
mentos sentimentales era el idisch el idioma que hablaba. Y sin
embargo, fu de manera espontnea y casi automtica que adquiri la
amplitud de espritu propia de la cultura europea. Weizmann era no
slo un gran estudioso, sino tambin, y sobre todo, un hombre en el
que converga lo mejor de cuatro culturas: la rusa, la alemana, la
inglesa y la francesa. De ah la facilidad con que se mova a travs
del mundo, hablando a los franceses como un francs, a los ingleses
como un ingls. Pero siempre quedaba en su integridad el judo.
Weizmann era sionista porque era judo. No s si es posible de
terminar la fecha en que empez su sionismo. En realidad, no
puede ser otra que la de su nacimiento. A menudo sola mencionar una
carta que haba escrito al llegar a Pinsk, a la edad de once a doce
aos, a su maestro en Mtele, hablndole de un Estado judo en
Eretz Israel. El sionismo era para l una consecuencia lgica del ju
daismo. Adepto como era del sionismo poltico, vea algo ms que
poltica en su ideal. El Estado era para l un medio para ms altos
fines, para la aplicacin de las ideas eternas de la historia juda.
Muchos hay entre nosotros que sostienen que el Estado no es ms que
un medio, mas para Weizmann se trataba aqu de una verdad irre
futable, siendo como era para l el sionismo, un movimiento moral
ms que poltico. Estadista prudente, e hijo de su poca, bien saba
que la idea moral es de imposible consumacin cuando no va acom-
PEBFIL DE JAIM WEIZMANN
35
panada, hasta cierto punto de poder y fuerza poltica. Empero nunca
acept la moderna teora de que la nobleza de las aspiraciones jus
tifica el uso de medios innobles, y de que por mtodos inmorales se
pueden conseguir fines morales. Por ello rechaz el terrorismo; no
porque temiera al adversario, sino porque el terrorismo violaba su
gran instinto moral.
El sionismo era para Weizmann un gran movimiento creador.
Detestaba la Dispora, no slo porque fuesen los judos una minora
en todo pas extranjero, sino, y ante todo, porque los judos no pue
den vivir en la Dispora las grandes ideas de la historia juda, que
son la razn de ser del pueblo. Ello explica el grande y profundo
afecto que nutra el movimiento colonizador, el tnoihav, el kibutz y
los trabajadores manuales. No quera traer al Estado la vida de la
Dispora. Quera transformr completamente, dentro del marco esta
tal, los mtodos y la estructura de la vida de exilio.
Lo absorbi por completo el sionismo, al que se entreg de alma
y corazn. En realidad, nunca se interes por otros problemas
judos que no fuesen los del sionismo; saba, por supuesto, que los
haba y que alguien tena que ocuparse de ellos; pero no era en tal
labor que inverta sus mejores esfuerzos; esos iban sin restriccin para
el sionismo, en torno al cual gir toda su vida. En su caso, era del
genio que provena esta unidad de espritu; y hasta su labor cientfica,
cuando buscaba una frmula qumica, tena de una manera u otra
algo que ver con el sionismo. Sus relaciones sociales, pronto las pona
al servicio de la causa. Si se aplicara a Weizmann la clebre frase
"Letat cest moi, perdera sta lo que en un principio tuviera de
inmoral, para asumir aqu un sentido tico positivo; tan empapado
estaba en el sionismo, que bien hubiera podido decir "El sionismo
soy yo. Al verse forzado a abandonar la presidencia de la Organiza
cin Sionista Mundial, Weizmann qued asombrado, no porque le
fuese penosa la derrota poltica, o se sintiese resentido ante la in
justicia de que haba sido vctima; sencillamente no poda comprender
que fuese posible separarlo del sionismo; no conceba al sionismo sin
Weizmann, ni a Weizmann sin el sionismo; para l, sionismo y Weiz
mann eran sinnimos; de ah que el movimiento se haya identificado
con l tan completamente. En un solo Congreso se plate el problema
36
DAVAE
de la presidencia del Movimiento Sionista. Nunca hubo cuestin de
campaa electoral. Incluso la oposicin, que deseaba lo contrario, saba
muy bien que Weizmann seguira, desde luego, en la presidencia.
Tambin el mundo no judo lo identificaba con el sionismo. En
efecto, era l quien simbolizaba el movimiento a los ojos de los gen
tiles. La historia menciona a pocos lderes que hayan alcanzado un nivel
de influencia tal que se les haya concedido el lugar supremo en el
movimiento, como si as estuviera decretado por ley natural.
Para terminar, unas breves observaciones sobre Weizmann el hom
bre. Lo que en ltimo anlisis determina el valor de uno, es lo
que fu y no lo que hizo; porque la grandeza reside en l y no en su
obra. As que, aunque no hubiera sido un gran sionista, aunque no
hubiese obtenido la Declaracin Balfour, y los muchos xitos que a
sta siguieron (no olvidemos que el xito es producto de mritos y
circunstancias), Weizmann habra sido sin embargo un gran hombre.
Uno nace ya con un peso determinado; hay hombres que nacen con
una propensin hacia la grandeza; otros hay que habiendo alcanzado
gran xito, quedan no obstante pequeos en substancia. Ahora bien,
Weizmann era la grandeza misma: como hombre y como artista.
Uno puede ser hombre de ciencia, cultivar las matemticas, y poseer
sin embargo estos atributos. Weizmann abordaba todo problema como
artista que era. Weizmann el hombre estaba sujeto a humores; era
para l de decisiva importancia la atmsfera: no poda actuar en un
ambiente frgido, impropio. Le haca falta sentirse rodeado de calor,
amistad y afecto. Nunca fu un "poltico, si es que por ello se en
tiende ser calculador, astuto, sagaz, maoso; Weizmann era la antte
sis de todo eso. Nunca fu circunspecto, y a veces se expona diciendo
cosas que un poltico jams hubiera dicho. Despreciaba la frase vana,
el gesto demaggico y tantas otras actitudes que complacen a las
masas. Su carrera poltica se distingui, pues, por su integridad intelec
tual; jams transigi en materia de principios bsicos; su rigurosa inte
gridad invitaba muchas veces el ataque.
Posea Jaim Weizmann un encanto muy especial que slo en los
artistas suele encontrarse. He tenido el privilegio de conocer, durante
mi vida, muchos hombres grandes, no judos y judos, pero ninguno
de ellos posea siquiera una sombra de aquel encanto nico que se
PEBFIL DE JAIM WEIZMANN
37
manifestaba en Weizmann, en momentos de alegra, y merced al cual
consegua persuadir a quienes con l hablaban y conquistar su sim
pata para nuestra causa. Era la magia de su personalidad, ms que
sus argumentos, la que creaba amistades. Dotado de un fortsimo ins
tinto psicolgico, saba cmo dirigirse a cada uno de la manera ms
eficaz. Ello explica la profunda impresin que produjo en las grandes
figuras polticas de la actualidad: Balfour, Churchill, Lloyd George
y Roosevelt. Cuando en la Segunda Guerra Mundial, y por razones
propias de la Gran Bretaa, el primer ministro Churchill adopt una
poltica antisionista y se neg durante meses a conceder una entrevista
a Weizmann, un colega suyo le pregunt: "Por qu rehsa usted
recibirlo, cuando nadie ignora la gran admiracin que le tiene? "No
puedo le contest Churchill me quitara el sueo por las noches.
Esto es apenas un ejemplo de la extraordinaria influencia que ejerca
Weizmann. Por supuesto, hay que tomar en consideracin la irresis
tible fuerza de sus argumentos. Mas el factor preponderante en sus
relaciones de hombre a hombre, era el arrollador influjo de su per
sonalidad.
Lo mismo puede decirse de Weizmann orador. No era un orador;
careca en absoluto de la tcnica y maas de la retrica. Y sin em
bargo, he conocido a pocos que dejaran tan profundas huellas como
Jaim Weizmann. Hablaba con ingenua sencillez, mas por detrs del
verbo estaba el hombre de arrebatadora personalidad. Hay casos en
que se recuerda un discurso, mas pronto se olvida al orador. Otros
hay en que la personalidad del hombre sobrevive mucho tiempo en
nuestra memoria al eco de sus palabras. Tal era el raro poder de los
discursos de Weizmann. En la tribuna durante los grandes debates
histricos del sionismo. Weizmann no era un gran orador; era un fe
nmeno. La palabra era pata l un mero pretexto para proyectar la
influencia de su persona. Por ende bastaba hallarse en su compaa
para que sus amigos, muchos de quienes se encuentran hoy aqu re
unidos, experimentaran una gran satisfaccin intelectual y emotiva.
Con todo lo dems que pueda decirse de l, la vida en torno de
Weizmann era un drama constante y todo dilogo con l, una gran
experiencia.
No entenda nada de organizacin rutinaria y administrativa. Ha
blando con l un da le dije: "Para usted cada da es una gnesis; el
universo se recrea de veinticuatro en veinticuatro horas. Por ende era
excitante, dramtico, todo contacto con Weizmann.
38
DAVAB
Si insisto sobre los sentimientos que por l nutran sus amigos, es
para explicar la gravedad de la prdida que su muerte representa
para nosotros. He dicho al comienzo que su muerte constituye una
prdida personal. No slo el Movimiento Sionista perdi a Weizmann,
no slo el Estado de Israel y el pueblo judo; cada uno de nosotros,
tanto los que estbamos con l como los que estbamos contra l, han
sufrido una prdida personal. Nuestra vida era ms rica, ms intere
sante, ms vigorosa, incluso cuando l ya no era activo, porque
sabamos que en algn lugar exista an aquella personalidad nica,
Jaim Weizmann.
Desde el punto de vista histrico, su muerte marca el trmino de
una poca. Herzl despleg ante el mundo la visin sionista; Weizmann
personificaba la fuerza de su realizacin. Fu l quien ense al pueblo
judo a colocar piedra sobre piedra; los pioneros llevaron a la prctica
sus enseanzas. El fu protagonista del ms elevado sionismo: el sio
nismo que realiza, ejecuta, da substancia al sueo herzliano.
Y he aqu que abandon este mundo cuando ya creado el Estado,
apenas si empezaba la realizacin del sionismo. Bien est que en estas
circunstancias, Weizmann ms aun que cualquier otro caudillo sionista de
la pasada generacin, se convirtiera en un smbolo para nosotros. Slo
entonces, cuando un hombre se ha transformado ya en smbolo, puede
decirse que ha alcanzado la inmortalidad. Por grande que sea un
hombre, el lugar que ocupa entre sus contemporneos se desvanece
con la generacin que le conoci. Y las que a sta suceden, como no
lo han visto ni odo, no pueden formarse una idea precisa del signifi
cado que tuvo en su poca. Mas cuando un hombre alcanza la cumbre
de la grandeza humana, cuando llega a sombolizar, a personificar
una idea, entonces ha conquistado la verdadera inmortalidad. Weizmann
merece que hagamos de l un smbolo en el Estado de Israel, y el
Estado de Israel tiene urgente necesidad de tal smbolo.
El sionismo tal como lo conceba l, est lejos de haberse realizado.
No obstante el orgullo y la satisfaccin que le trajo el privilegio
de haber sido el primer Presidente *de Israel restaurado, pas algunos
momentos amargos durante los ltimos aos de vida. Los sucesos
que los motivaron son comprensibles en las primeras fases de la reali-
PERFIL DE JAIM WEIZMANN
39
zacin del sionismo, pero no dejan por ello de ser diferentes de lo que
haba previsto l. Si Israel ha de realizar el sionismo y tornarse en
un gran factor de redencin en el mundo y en la historia juda, no
ser por la cantidad sino por la calidad, es decir, por la realizacin
del sionismo de Weizmann. No tengo mayor deseo en cuanto a Weiz-
man ni en cuanto a nosotros y lo que honra su memoria, nos honra
a nosotros, y viceversa que verlo tornarse en un gran simbolo en
el futuro desarrollo de Israel, y que la mxima ambicin del Movi
miento Sionista, del pueblo judio y del Estado de Israel sea la total
realizacin del sionismo que Weizmann representaba de modo eficaz,
ms dramtico y ms completo que cualquier otro lder de nuestra
generacin.
NAHUM GOLDMANN.
La Inspiracin
Imperecedera
tros muchos, ms calificados que yo, han valorado y
valorarn el destacado lugar del Dr. Weizmann en
la historia del renacimiento judo. Por eso, me res
tringir a la significativa herencia cientfica que el doctor
Weizmann ha dejado a Israel.
Para m, Dr. Weizmann y Ciencia son conceptos comple
mentarios y casi recprocos. Si uno buscara entre los grandes
hombres de este siglo xx un smbolo personal de Ciencia en
su expresin ms noble ciencia considerada en un plano
de dedicacin espiritual, lo encontrara en el primer pre
sidente de Israel.
Desde el comienzo, la visin del Dr. Weizmann de la mi
sin histrica juda, fu influenciada por su mente cientfica.
Trajo los conocimientos y disciplinas de la ciencia a su gran
tarea, y con eso ayud a convertir un anhelo amorfo en un
movimiento prctico y dinmico. El previo claramente la
necesidad de que la ciencia y su equipo modelaran la existen
cia econmica de su pueblo en su patria, aportando de este
modo las bases materiales para una vida nacional coherente.
Al comienzo de su misin histrica, aun antes de los su
cesos cercanos a la declaracin Balfour, Weizmann fusion
su ciencia y su capacidad de estadista. El amor al estudio es
tradicional en el pueblo judo, carne de su carne y hueso de
LA INSPIRACION IMPERECEDERA
41
su hueso. Pero el nfasis especfico que se pone hoy en Israel
en lo que a ciencia se refiere, en el espritu de nuestra poca
tcnica, es en gran medida la autntica proyeccin de la
personalidad y el pensamiento de Jaim Weizmann.
Considerando los acontecimientos de nuestros das, la his
toria seguramente confirmar que su direccin poltica reflej
su filosofa como cientfico. Y el sello de este hecho, afortuna
damente, es profundo en la vida de nuestro nuevo Estado. Al
preparar e introducir un armazn para la investigacin y el
progreso cientficos, a travs del cual Israel podr adquirir
vigor econmico, el Dr. Weizmann inspir a su pueblo a con
solidar su pas. En el transcurso de ese proceso no solamente
adquiri inmortalidad para s, sino que inmortaliz la his
toria juda de su tiempo.
Israel est tocado por el drama de la historia en formacin.
Encontramos que ese pas es un lugar excitante e interesante.
Sus problemas son muchos y a menudo dolorosos. Pero todo
drama verdadero encierra en s un elemento conmovedor.
En Israel es como si se tuviera puesto un dedo en el pulso
de la historia. Cada actividad y suceso normal y cotidiano
tiene una dimensin especial cmo podra expresarlo ?,
una dimensin especial de gloria. Construir una casa o una
escuela, tareas rutinarias del gobierno, estn por alguna razn
investidas de una especie de pasin.
Elementos humanos diversos y variados son integrados en
una sola comunidad. Esto es, en s mismo, digno de hacerse
notar. Mucho ms notable es el hecho de que la integracin
tiene lugar a travs de una asociacin voluntaria, sin reduc
cin de la libertad o dignidad de los elementos componentes.
Esto es lo que he encontrado en Israel, esto y el Instituto
Cientfico Weizmann.
Durante ms de 40 aos he tenido una estrecha relacin
con hombres de ciencia y su trabajo. Esta experiencia ha sido
uno de los privilegios ms grandes de mi vida.
En Estados Unidos estamos viviendo probablemente en la
civilizacin cientfica ms grande que el hombre haya cono
cido jams. Mucho del grandioso desarrollo de nuestro pas
42
DAVAB
descansa en la ciencia. Nuestra estructura social incorpora
los resultados finales de procesos cientficos., Nosotros los ame
ricanos hemos desarrollado un aguzado sentido del infinito
alcance de la ciencia y su ilimitada potencialidad para el pro
greso de la humanidad.
Constituye la gloria eterna del Dr. Weizmann que esta
estructura exista tambin en Israel. No hay duda de que cum
plir un papel decisivo en la estabilizacin del nuevo Estado.
Ciencia es un trmino complejo, del que el diccionario da
solamente dbiles indicios; superficialmente significa conoci
miento de la naturaleza y de los procesos naturales, la clase de
conocimientos que puede ser demostrada por la lgica y el
experimento, y que puede ser aplicada a usos prcticos.
Este, sin embargo, es slo el comienzo y no el final de la
definicin. El concepto de ciencia ha acumulado otras aso
ciaciones, quizs ms vitales, de una naturaleza espiritual y
cultural. Ha llegado a significar lo contrario de ignorancia y
supersticin. Significa tambin una clase especial de disciplina
mental en la misma fibra del carcter humano. No es un as
pecto aislado de la vida moderna, pero s una cualidad co
rriente a travs de toda la vida.
Porque puede existir y florecer solamente donde hay li-
bertad de investigar y un paso libre para la conciencia; la
ciencia es un atributo de libertad, sustancia y smbolo de
la libertad del hombre a dedicarse a la investigacin del uni
verso sin temor a represalias sociales, polticas o religiosas.
Desde este punto de vista, Ciencia significa una mente abierta
y tolerancia fundamental en las relaciones entre hombre y
hombre.
La ciencia no es solamente un mtodo de investigacin
dentro de los secretos de los procesos naturales, es tambin
fuerza creadora de una atmsfera cultural especial. La crea
cin y el mantenimiento de esta atmsfera es prueba del es
pritu libre de un pas. Ciencia, como yo lo veo, es un desafo
a Dios en el hombre, a Prometeo desatado y valiente.
Me complace observar que tal atmsfera cultural, de cien
cia libre, tambin prevalece en Israel. Es un buen augurio
LA INSPIRACION IMPERECEDERA
43
para la nueva Nacin. Esto permitir a Israel producir y
preparar el tipo de hombre, la joven generacin de cientficos,
sobre los cuales se desarrollar el peso de una economa viable.
Precisamente por la complejidad de sus problemas, las limi
taciones de su espacio, la insuficiencia relativa de sus recur
sos, Israel debe estar en posicin de engendrar sus propios
hombres de ciencia, ya sean nacidos en el pas o que hayan
entrado como inmigrantes.
Lamentablemente, el gran repositorio de becas y ciencia
judas en la Europa del Este fu saqueado y en gran parte
aniquilado. Trgicamente, muchas de las mejores mentes ju
das fueron aplastadas por despiadados dictadores. Como re
sultado, la disminucin del poder cientfico del hombre y de
la habilidad tcnica entre la mayora de los nuevos inmi
grantes llegados a Israel, han sido tan graves como la pobreza
econmica. La reserva de conocimiento cientfico y talento
debe ser completada. Esto es indispensable para la super
vivencia y progreso del pas.
Toda la compleja historia del pas ha dado a la ciencia un
lugar singularmente importante y destacado en Israel. Otrora
se pens que la patria juda sera reconstruida a travs de
un lento y metdico proceso de migracin. El Destino orden
lo contrario; sucesos que se esperaba ocuparan dcadas y aun
generaciones, han sido agolpados en unos pocos aos turbulen
tos. En vez de hacer una cosa a la vez, Israel ha sido llamado
a hacer todas las cosas al mismo tiempo.
Es claro como la luz del da que el Dr. Weizmann recono
ci esta situacin y trabaj para hacerle frente. La prueba
est en el inmenso cuidado y entusiasmo que prodig al Ins
tituto Cientfico que lleva su nombre. De acuerdo con su genio
para transformar ideas en acciones prcticas, fu llamado a
proveer un movimiento que asegurara a Israel una produc
cin continua de vitales y efectivas mentes cientficas, mo
dernas y capaces.
Cuando llegu a Rejovot, el verano pasado, encontr mag
nficos campos y edificios, laboratorios equipados con todos
los instrumentos de la investigacin moderna y aparatos que
44
DAVAB
pueden ser comparados favorablemente con cualquier labora
torio de investigacin, de primera clase, y, lo que es mucho
ms importante todava, encontr un grupo notable de talen
tos, de capacidad cientfica y conocimiento, en un grupo de
hombres profundamente dedicados a su profesin. El Insti
tuto Weizmann est sealado notablemente por un espritu
vigoroso de entusiasmo intelectual y por un ardiente esfuerzo
de obtener verdades cientficas.
Pero los hombres en Rejovot estn convencidos de que sus
recursos estn lejos de adaptarse a la extensin de su misin.
Todos aquellos con quienes habl acerca de sus proyectos y
problemas particulares, se refirieron a la necesidad de aumen
tar las facilidades, los departamentos y equipos, la vivienda
adicional para el personal.
Ellos piden solamente los instrumentos que les permitan
satisfacer completamente las exigencias de un pas ambicioso
que se expande rpidamente.
La concepcin ambiciosa del Dr. Weizmann fue de una sn
tesis ideal entre el Estado y la enseanza. Me di cuenta de esta
noble visin cuando pis los anchos escalones que conducen al
edificio del Instituto y mir alrededor el paisaje inolvidable,
bajo el cielo azul y el dorado sol, que inspir a los poderosos
precursores de un gran pueblo. Sent la influencia de la
filosofa del Dr. Weizmann la unin de la ciencia pura y del
esfuerzo prctico cuando camin a travs de los hermosos
laboratorios y bien relucientes departamentos del Instituto.
Jaim Weizmann, el cientfico, el hombre de Estado y cons
tructor de la Nacin, vivi para ver a su pueblo regresar a la
tierra prometida. El no se detuvo en Pisgah, pero cruz el
Jordn con sus hombres y lleg a Canan como el padre de
su pueblo. El destino fu ms benvolo con l que con otros
dirigentes judos.
Efectivamente el pas entero permanece como su monu
mento viviente. Pero, en un sentido especial, relacionado con
su profesin y personalidad, este monumento est en Rejovot,
en el Instituto Cientfico Weizmann. Todos los amigos de
Israel que veneran la memoria de su primer Presidente, pue
den expresarlo ms apropiadamente, ms provechosamente,
LA INSPIRACION IMPERECEDERA
45
colaborando para que el Instituto florezca como una fuerza
constructiva en el esfuerzo de Israel por realizar su destino.
En vida, el Dr. J.aim Weizmann fu el smbolo y la per
sonificacin de este destino. Ahora, con su muerte, l se ha
convertido en su inspiracin imperecedera.
DAVID SARNOFF
El Hogar de Weizmann
En aquellos discursos que Weizmann calculaba haban de tener
ms vasta repercusin, afrontaba con frecuencia su tema vital
con un relato de su niez.
No era el sentimiento el que impulsaba su brillante mentalidad al
lejano pasado para citar el aforismo de un maestro cuya fama nunca
fu ms all del Jeider o la Sinagoga. Ni tampoco por romanticismo
volva el hombre de ciencia su recuerdo a Mtele, un pueblto ms
en la regin pantanosa de Lituania. No era la devocin filial la que
haca que el estadista se refiriese a su tmido y estudioso padre o
recordase la filosofa casera de un to desdichado que arreglaba el
mundo mientras sorba vaso tras vaso de t.
Era una constante fuente de energas de races profundas, tena
ces y vitales, una energa derivada de la sabidura terrena y el ins
tinto sano fortificados por un vigoroso intelecto; la fuerza que ben
deca a los Weizmann con una preciosa y saludable sntesis de judaismo
y don de mundo dejando poco lugar para los complejos que restan
tanta fortaleza y belleza a los judos.
Hace unos aos, en su laboratorio de Rejovot, al referirse a su
familia, el Dr. Weizmann me dijo: "La fuerza de los Weizmann
reside en nuestro origen campesino. Era un comentario sorprendente
de un hombre, aristcrata hasta la punta de los dedos, y que impresio
naba al mundo tanto con su natural nobleza como con su elevada
jerarqua intelectual.
Pero lo comprend mejor cuando o decir a su madre la anciana
teja en ese momento una bufanda para su hijo eminente estas pa
labras: "De regreso a Mtele, cuando no haba ms que papas para
comer nos las servamos con fina platera, en un hermoso mantel.
EL HOGAB DE WEIZMANN
47
La casa en la calle Melchet de Hadar Hacarmel fu el obsequio
del Dr. Weizmann a su madre, cuando logr sacarla de Rusia a
principios de 1920. All vivi ella con un hijo mayor, Feivel, que en
la juventud tom a su cargo las responsabilidades familiares despus
de la muerte de su padre y sigui con el negocio de las maderas, de
manera que cada uno de los hermanos y hermanas (eran quince) pu
diera estudiar.
"A los primeros ocho hijos record ella, les dimos dos nom
bres, pero luego economizamos. Jaim era Jaim Azriel.
La madre era la fuente de energa familiar. A los diecisis aos
adoraba a su sabio y pobre esposo y logr que permaneciese con sus
libros mientfas ella se ocupaba de las finanzas.
"Pero cuando not que llegaba mi primer hijo, recordaba, le dije
a mi marido: "Dios nos bendijo. Ahora eres t quien dirige la casa.
Y le entreg el dinero que haba ahorrado.
Ella aprendi a leer y escribir a medida que los nios hacan sus
deberes en casa; de los menores, que iban al jeider aprendi hebrasmo;
de los mayores, que estaban en el gimnasio, captaba una palabra rusa,
un verso alemn o un nombre francs. Despus, cuando ellos regresaban
durante las fiestas y vacaciones de verano de la Universidad, le traan
el mundo, un mundo de extraas facetas y colores y le traan amigos
de ciudades y pases lejanos. Participaba en la conversacin, de la que
entenda muy poco, pero en la que adverta la evolucin de sus nios
y los amplios horizontes que se les abran.
Jaim trajo una cuna para el nuevo hermanito al regresar en verano
de una Universidad de Alemania. Ella estaba segura que un da l
se sentara en alto sitial. Por eso, a diferencia de los dems hijos,
compraba para Jaim camisas de fino hilo o seda, cuando muchacho,
y para ratificar la seguridad en su futuro repeta la exclamacin de
una campesina que al mirar a su hijita en la cuna deca: "Lea Raquel,
naciste princesa.
Sesenta aos ms tarde, en su hogar de Haifa, esperaba a su famoso
hijo para Pascuas. Una vez ms se reuniran bajo el techo familiar y
revivira Mtele como siempre cuando se reunan los Weizmann. Y la
pequea directora del hogar, semiciega y cargada de aos se reconfort
en su majestad matriarcal. "Entibi el nido para mis pichones deca.
Jaim, por supuesto, dirigira el seder.
Cualquiera fuesen los idiomas que usaban sus hijos en sus hogares
48
DAVAB
y en sus trabajos, cuando trataban con la madre hablaban el idisch.
Todos parecan eufricos con el idisch de Mtele, y su especial aroma.
La hermana que lleg a Palestina en 1903 a pasar la luna de miel y
se estableci con un consultorio de dentista en Jerusaln; el hermano
que diriga el departamento de qumica en la Univrsidad Hebrea; la
hermana que trabajaba con algunos de los experimentos de su hermano
en el Instituto Sieff, en Rejovot; la hermana que vino a Haifa como
maestra de piano cuando all no haba ninguno; el hermano que lleg
como ingeniero y construa caminos; la hermana que enseaba en el
Herzlia gimnasio en Tel Aviv todos ellos, con Jaim que haba
venido de Londres, ms otros hijos y nietos, se reunan en torno a la
menuda dama. La familia estaba completa y tena toda la energa y
coraje inherentes a sus races.
Jaim permaneca durante horas junto a la cama de su madre y le
tena la mano mientras recordaban los cuentos de Mtele y Pinsk.
Ella no dejaba de preguntar si l estaba abrigado para afrontar la
niebla de Londres. Nunca dej de bendecirlo; pronunciaba una bendi
cin especial del libro de oraciones, cuando parta para el gran mundo
donde saba que le esperaban la adversidad y la hostilidad.
Entonces miraba repetidas veces el regalo que su nuera le trajera
del gran mundo y musitaba otra plegaria para que Dios diese fuerzas
a su prncipe.
Sus hijos partan de a uno hacia sus tareas; los nietos salan de a
uno y los bisnietos con sus padres. Mam Weizmann permaneca sola
con su hijo recordando los nombres de todos, prescribiendo alguna me
dicina a su hija plida o al hijo fatigado, planeando el men para la
cena, pidiendo ms lana para tejer, preguntando por el tiempo en
Nueva York, adonde llegara pronto su Jaim y si las flores haban sido
regadas; haciendo un esfuerzo para ver si el color del t indicaba que
la infusin estaba bien preparada. ..
JEAN JAFFE.
Un Hombre de su Pueblo
Banderas a media asta, cabezas doblegadas en luctuoso silencio,
corazones que laten al ritmo del dolor, unironse en el da en
que Jaim Weizmann entreg su ltimo aliento. Borrronse dis
tancias y fronteras en el mundo judo. Miles de judos en Jerusaln,
Tel Aviv, Jaifa y Elilat lloraron al Presidente de Israel. Lamentaron la
muerte del maestro de su generacin miles de judos de Buenos Aires,
Nueva York, Pars y Johanesburgo. Y quien sabe cuantos corazones
no lloraron en silencio, en aquellas disporas donde al judo no le es
permitido revelar sus sentimientos, all donde no se puede siquiera
traer a los labios el nombre de quien se transformara en smbolo de la
lucha juda por la libertad en nuestro tiempo.
Nuestro dolor es el vuestro, y por eso, al venir a hablar a esta
asamblea recordatoria no he de agradecer al judaismo argentino por
su profunda y sincera participacin en el duelo del Estado de Israel.
Slo dir que si Jaim Weizmann pudiera ver cmo todo el pueblo, ese
pueblo a quien l tanto quiso, se encuentra hoy unido en respetuoso
silencio ante su tumba, sin duda hubiera dicho con esta sonrisa sabia,
que tanto conocamos: Vala la pena; todo vala la pena: la pobreza
en la aldea, Mtele; las discusiones y las polmicas en las Universida
des de Suiza; la lucha, dentro del sionismo, por el trabajo lento, gris,
empecinado en Palestina. La dura lucha por los derechos polticos del
El Ministro de Israel en Buenos Aires, Dr. Iacov Tsub, al reflejar
la profunda emocin causada en el pueblo judo por la desaparicin
de Weizmann, se refiere con palabras emocionadas a las alternativas
de su vida. En su artculo publicado en el N1? 29 de Davar, Weizmann
y el Weizmanismo haba ya descrito el Dr. Tsur algunos aspectos de
la personalidad del estadista.
50
DAVAE
pueblo judo, lucha que no pocas veces pareca intil. Y despus los
largos aos de pesada responsabilidad al frente del movimiento nacio
nalista. Cmo fueron estos aos saben slo aquellos que los pasaron
en la proximidad del conductor. Haban aflorado a la superficie las
fuerzas cruelmente hostiles, que tenan como nico propsito dar por
tierra con nuestra ltima esperanza; y contra ellos se alzaba un pueblo
dbil, despedazado. Cmo franquear la doble barrera, la de la indife
rencia e impotencia de los judos, y la de la mala voluntad de los esta
distas del mundo? Ascensos y descensos. Esperanzas de una nueva buena
voluntad, una nueva coyuntura, una tensin que no cede, la conciencia
de la amarga realidad, y finalmente el triunfo. Un triunfo que lleg
cuando las fuerzas del conductor del pueblo lo haban abandonado ya,
pero su espritu estaba lejos de haberse quebrantado.
Nadie como l dentro de las filas sionistas conoca tan bien al pue
blo judo; nadie analiz tan aguda y lcidamente sus fallas, pese a las
cuales, crey firmemente en su capacidad. En uno de su mejores discur
sos, pronunciado en Chemovitz hace 25 aos, defini de la siguiente ma
nera la indiferencia entre l y Herzl: "Herzl lleg de Occidente; sus
conceptos y su modo de pensar eran occidentales. Yo, lamentablemente,
proceda de Lituania. Conoca demasiado al pueblo judo y el pueblo
judo me conoca a m. Por eso me faltan las alas que Herzl sola des
plegar. El haba surgido de un mundo desconocido para nosotros y
nosotros nos hincamos ante el guila majestuoso que llegaba de las leja
nas. Si Herzl hubiera procedido del "jeider, los judos no lo hubieran
seguido. Su encanto consista, en su mayor parte, que estaba empapado
del espritu occidental. En lo que a m respecta, deb primero adquirir
esta cultura occidental, y ¡cunto esfuerzo me cost! Siempre tena
presente a los judos y siempre trat de mantener bien alta la cabeza
entre ellos. Esto me ense a recoger mis alas, aun cuando las sintiera
a mis espaldas. Siempre permanec clavado en la tierra.
Desde Lucerna a travs de Londres hasta la casa presidencial de
Rejovot, hizo el camino de su vida sintiendo a sus espaldas a la aldea
de Mtele. Aun cuando fustigaba al pueblo judo, aun cuando en un
momento de amargura le grit: "Pueblo judo: dnde ests?, no
abandon su fe en la capacidad y en el futuro de su pueblo. En uno
de los momentos ms difciles de nuestra historia, cuando sus sueos
estuvieron por demoronarse, tuvo coraje de levantarse y decir, sin
que mediara el deseo de consolar, sino con la ms profunda fe: "Mu-
UN HOMBRE HE SU PUEBLO
51
cho hemos sufrido a lo largo de nuestra historia: Roma, Espaa, Jmiel-
nitzky, Rumania. Todo esto pas y ya no existe. Pero nosotros perma
necimos firmes como la roca y no nos han destrozado. Tal vez muchos
de nosotros sucumbamos; es posible que comunidades enteras sean des
truidas, pero los que queden han de traspasar nuestras grandes tradicio
nes a quienes vienen detrs.
Esta seguridad, esta profunda altivez judia di a Weizmann la
fuerza necesaria para golpear en las mesas de los poderosos y hablar
con ellos de igual a igual. El era el Estado mucho antes que el Estado
naciera. Ante l se abran las puertas sin que le exigieran credencia
les. En momentos difciles de nuestra lucha poltica lo he visto conver
sar con estadistas extranjeros. He visto inclinarse ante l a orgullosas
cabezas. He visto a hombres que miraban con desprecio al pueblo que
se empeaba en tener alas y se negaba a arrastrarse por el mundo; do
blegarse ante la figura erguida y altiva del conductor, y he visto sus
ojos que no podan soportar la mirada incisiva del judio de Mtele.
El mundo en el cual inici su actividad poltica, un mundo en que
los valores ticos y la justicia internacional tenan cabida, ha sido des
truido en la poca de su madurez y ancianidad. En el mundo cnico
de sus ltimos aos sonaba a veces como voz en el desierto el llamado
de Weizmann de justicia para su pueblo. No quiso adaptarse a los nue
vos dictados de la poca. Para l un derecho moral sigui siendo un
derecho moral y una promesa, una sagrada realidad. Haba conocido
a las grandes personalidades de su tiempo. A un Balfour, capaz de elevar
se sobre los mezquinos pensamientos del presente y reconocer la grandeza
de la reparacin histrica al pueblo judo. A un Wilson y a un Smuts,
que soaran con la fraternidad de los pueblos, con la liberacin y el
apoyo a todo pueblo sometido y perseguido del mundo; a un Masarik,
que logr presenciar el resurgimiento de su pueblo, sin el sacrificio de
ninguno de sus principios morales. Y quiso la irona del destino que,
a una semana de su muerte, precisamente del pas de Masarik emanara
la provocacin ms baja y cruel contra el pueblo, el pas y la idea cuyo
portador era Weizmann. No ha de desmoronar nuestro ideal tal provo
cacin. La suciedad y el fango han de rebotar sobre aquellos que con
la mentira cnica han osado levantar su mano contra la ms grande rea
lizacin de un pueblo martirizado. Porque tena razn Weizmann en su
profeca: "Por negro que parezca el presente, el futuro ser de aque
llos que luchan, construyen y suean con el corazn limpio y la con
ciencia clara.
52
DAVAB
Igual que Moiss, condujo a su, pueblo a travs del desierto y como
Josu tuvo el privilegio de afincarlo en la tierra prometida, cuando sus
manos eran impotentes y su cuerpo estaba enfermo y derrotado. Y si
hubiera podido pronunciar sus ltimas palabras en su lecho de muerte,
sin duda finalizara el captulo de su vida con las palabras con que
finaliza y comienza un captulo de nuestra historia milenaria "Jazak
Veematz. "S fuerte y animoso, que t has de habitar la tierra que
promet dar a tus padres. Pero s fuerte y animoso. No temas y no
retrocedas, que el Seor te acompaa all donde vayas.
1ACOV TSUR
Weizmann, Estadista y Hombre
de Ciencia
Jaim Weizmann sola describirse a s mismo como hijo de
un pueblo de dura cerviz, surgido de los ms oscuros ca
llejones del ghetto.
Fu ah donde se puso en contacto con las realidades ju
das, con sus dificultades y sus luchas, que crearon en l el
poderoso deseo de superar adversidades y obstculos. Cultiv
ah la paciencia, la perseverancia y la fe en un mundo mejor.
Su temprana educacin juda, seguida ms tarde por una
educacin cientfica rigurosa, desarrollaron ciertas caracte
rsticas de su carcter que habran de ejercer profunda in
fluencia sobre su labor futura como hombre de ciencia, lder
poltico y estadista.
La juventud de Weizmann transcurri en un perodo de
intranquilidad social, cuando los intelectuales judos atra
vesaban por una hora de confusin. A mediados de la ltima
centuria un nuevo espritu se apoder del judaismo ruso al
canzando su culminacin a fines de siglo, cuando Weizmann
asista a la universidad.
El espritu moderno, el movimiento de la Haskal, penetr
incluso en los recintos sagrados. El joven judo que dejaba
el jeider e ingresaba en la universidad, procuraba olvidar la
tradicin juda y haca un esfuerzo por arrancarse de la re-
54
VAYAS
ligin del ghetto. La tradicin religiosa era, de acuerdo con
su modo de pensar, un obstculo y no un soporte en la vida.
En la dcada del ochenta comenzaron a sentirse en Rusia
los efectos de una reaccin en cuanto a la tradicin liberal.
Las leyes que se haban adoptado a mediados de siglo fueron
rescindidas y reemplazadas por medidas restrictivas aplicadas
sin misericordia.
El joven Weizmann, en consecuencia, dej Rusia a los 18
aos, trasladndose a Alemania. Pero la emancipacin poltica
no haba dado por resultado en Europa una igualdad social.
La juventud juda era de esta manera arrojada de un extre
mo al otro. De la creencia en la llegada del Mesas a la espe
ranza en la revolucin social.
La mayora de los intelectuales judos procuraban eludir
el destino de su pueblo. Weizmann, quien haba sido edu
cado en la tradicin juda y estaba imbuido de un fuerte sen
timiento de lealtad hacia su pueblo, procur lograr una sntesis
de la tradicin juda y el pensamiento moderno. Resolvi
dentro de s mismo el conflicto entre la tradicin juda y el
modernismo sintetizando en un sistema armnico lo viejo y
lo nuevo, el espritu hebraico y los mtodos cientficos euro
peos. Desarroll la idea de una cultura juda revivida que
se expresa en un espritu nacional creador, en el renacimiento
de la lengua y la literatura hebreas, el arte y la investigacin
cientfica, en un hogar nacional judo, libre de presiones ex
teriores.
Tal espritu creador emanado de Palestina, se convertira en
una gran fuerza rehabilitadora del pueblo judo y aportara
asimismo valores espirituales e intelectuales al resto de la
humanidad.
Anlisis y sntesis fueron las dos herramientas con que
Weizmann trabaj como lo hubiera hecho en el laboratorio.
Hizo uso de dichas herramientas en sus actividades sociales
durante ms de medio siglo. Enfoc los problemas sociales,
analizando primero el fenmeno dado y separndolo en sus
factores componentes para procurar despus coordinar las
fuerzas en conflicto en una sntesis de nuevos valores.
EL ESTADISTA Y EL HOMBRE DE CIENCIA
55
Pero Weizmann no fu solamente un hombre de ciencia
terico. Tambin fu un trabajador experimental. Esta carac
terstica suya se reflej en su labor sionista. No se satisfizo
meramente con diagnosticar el problema judo; contribuy
a su solucin. Todava estudiante, particip activamente en
las labores de la Asociacin Nacional de Estudiantes Judos
en las universidades de Berln, Friburgo y Ginebra. A la
edad de 24 aos fu elegido delegado al Segundo Congreso
Sionista, que tuvo lugar en Basilea en 1898, y particip en
sus deliberaciones.
En los primeros das del movimiento sionista se discutan
los mtodos a usarse con el fin de restaurar el pueblo
judo en Palestina. Los sionistas polticos crean que de
ban establecerse condiciones polticas favorables y garantas
legales antes del comienzo de la labor de colonizacin. En el
otro extremo se bailaban los sionistas prcticos, que crean
en la labor prctica, abstraccin hecha de status poltico. Un
tercer grupo subrayaba el renacimiento del espritu judo por
intermedio del idioma hebreo, su literatura y su arte.
Weizmann no vi contradiccin alguna entre estas tres
fases de las actividades sionistas. Por el contrario, crea que
se suplementaban y podan combinarse en un programa ar
mnico. Sostuvo que la labor poltica era importante; que
era necesario obtener condiciones polticas favorables que fa
cilitaran la labor prctica de colonizacin. Pero tambin crea
que no deba aguardarse con los brazos cruzados hasta que
tales condiciones existiesen.
El establecimiento de colonias, el desarrollo de la indus
tria y el comercio tenan una importancia poltica invaluable.
Incluso las actividades culturales ayudaban a consolidar a la
poblacin juda y eran por tanto de gran valor poltico. Aqu
tambin. Weizmann us el mtodo sinttico para integrar las
fases prcticas poltica y cultural del sionismo, en un pro
grama que se conoci como sionismo sinttico y fu adop
tado como programa oficial por la Organizacin Sionista
Mundial.
La labor prctica acompaada de actividad poltica fu
56
VA VAS
el principio rector de la actividad sionista de Weizmann du
rante ms de medio siglo. Subray constantemente que deban
ampliarse las posiciones en Palestina, que lemas, discusiones,
debates, demandas y demostraciones no eran suficientes, que
las palabras deban traducirse en hechos. Las actividades
prcticas eran el medio para obtener un objetivo poltico y
el objetivo poltico era el resultado de actividades prcticas.
Solamente mediante obras en Palestina se aproximaba la reali
zacin del objetivo poltico. Esta era la creencia fundamental
de Weizmann.
En 1917, al promulgarse la Declaracin Balfour, Weizmann
inici su carrera de diplomtico y estadista. No le agra
daba que lo llamaran diplomtico.
Me llaman diplomtico dijo alguna vez pero dnde
aprend diplomacia? En Pinsk? Oh no. Es porque habl
como un diplomtico que Lord Balfour escuch mis pala
bras? Habis visto alguna vez un diplomtico sin riquezas,
sin ejrcito, sin marina, sin poder detrs de s? Ochenta ge
neraciones y millares de aos hablaron por mi boca y a travs
de m fueron odas las voces de nuestros sabios, nuestros h
roes y nuestros mrtires que descansan en el suelo sagrado
de Eretz Israel. La voz de la historia habl por mi boca y
es a esta voz que los estadistas endurecidos y prcticos del
mundo prestaron odos.
Como realista, Weizmann tena conciencia de las dificulta
des, pero su fe no se conmovi ni en los das ms oscuros.
Todo lo que pertenece a la construccin del hogar na
cional judo afirm es una cuestin de eternidad. Ah
yace el encanto de nuestra labor. .. La potencia mandataria
puede hacer nuestra labor ms fcil o ms difcil. Estos son
meros episodios que se estrellan contra la roca de la eterni
dad. Estamos regresando a Palestina y aqu tenemos la inten
cin de salvar la brecha entre el pasado y el presente. La
tarea es difcil y exige la fortaleza de un gigante, pero a fin
de resolver el problema debemos contar con gentes de ins
piracin y fe.
EL ESTADISTA Y EL BOMBEE DE CIENCIA
57
Entre las realizaciones prcticas de Weizmann en el terreno
sionista, se cuenta su participacin en la creacin de ins
titutos de educacin superior.
La idea de una moderna universidad juda fu concebida
primero por un cristiano, el filsofo francs Rousseau, quien
afirm en 1772:
Los judos en la dispersin no tienen la oportunidad de
proclamar su verdad a la humanidad. Sabremos qu es lo que
tienen que decirnos cuando tengan su propio estado, con es
cuelas y universidades propias, cuando puedan hablar libre
mente.
Ms tarde, en 1882, el doctor Hermn Shapiro, profesor
de matemticas en la Universidad de Heidelberg, propugn
la idea de un centro universitario judo en Jerusaln.
Weizmann acogi la idea con entusiasmo y en 1901, en
colaboracin con sus jvenes colegas Martn Buber y Berthold
Feiwel, public un folleto en favor de este proyecto e inau
gur una oficina en Ginebra con tal fin. A raz de su perse
verancia la Universidad se convirti finalmente en realidad
y tuvo el privilegio de depositar la piedra fundamental de la
Universidad Hebrea, sobre el Monte Scopus, en Jerusaln,
en 1918, cuando los caones rugan a 20 millas escasas del
lugar en que tena lugar la ceremonia.
En 1934, otro plan del doctor Weizmann se convirti
en realidad: fu inaugurado en Rejovot el Instituto de In
vestigacin Daniel Sieff, el cual se ha ampliado hasta trans
formarse ahora en el Instituto Weizmann de Ciencia, de re
nombre mundial.
Es difcil comprender la personalidad de Weizmann sin
revistar sus contribuciones cientficas y tcnicas.
Decenios de continuada actividad sionista no lo aparta
ron de la investigacin cientfica y tecnolgica. Posey la
rara capacidad de actuar simultneamente en dos reas apar
tadas del esfuerzo humano, la social y la cientfica, sin sa
crificar ninguna de ellas. No se produjo escisin alguna en
tre ambas fases de su personalidad; estaban bien integradas.
58
DAVAB
Su profunda conciencia social ejerci un efecto estimulante
sobre su actividad cientfica y su disciplina cientfica influy
en sus actividades sociales.
Weizmann comenz su carrera acadmica en la esfera de
la qumica orgnica, en 1896, en la Universidad de Friburgo,
en Suiza, y continu su labor de investigacin en las Univer
sidades de Ginebra y Mncbester basta 1915. Reanud nueva
mente sus actividades cientficas puras en Rejovot. Durante
este perodo contribuy con ms de 150 estudios a publicaciones
cientficas de diversas partes del mundo.
Weizmann no acept la tradicin entonces prevaleciente
que divorciaba la investigacin pura de la ciencia aplicada.
Prosigui investigaciones fundamentales a la vez que se in
teresaba en sus aplicaciones industriales prcticas. Pertene
ci al pequeo grupo de hombres de ciencia que compren
dieron que no poda trazarse una lnea de demarcacin en
tre la ciencia pura y la aplicada. Esta capacidad de amalga
mar lo terico y lo prctico constituy siempre una de las
caractersticas sobresalientes de Weizmann, no slo en su
labor cientfica sino tambin en sus actividades sociales.
En 1902, mientras enseaba y efectuaba labor de inves
tigacin en la Universidad de Ginebra, obtuvo su primera
patente. Continu sus investigaciones desde 1915 hasta fines
de la primera guerra mundial en los laboratorios qumicos
del Almirantazgo en Londres, y ulteriormente en plantas de
los Estados Unidos. Durante la ltima guerra trabaj en
Londres, Mnchester y diversos puntos de los Estados Unidos.
Fueron suyas ms de cincuenta patentes relativas a di
versos procesos y productos industriales, entre las cuales se
cuentan sustancias colorantes, alcanfor sinttico, acetona,
alcohol butlico, caucho sinttico y productos qumicos resul
tantes de nuevos procesos de cracking del petrleo.
Su primera investigacin fu dedicada a la sntesis de
ciertos compuestos policclicos, considerados entonces sin im
portancia pero de gran significacin ms tarde. Ulteriormen
te desarroll esta sntesis logrando nuevas reacciones qumicas
conocidas en la literatura cientfica como reacciones Weiz
mann.
EL ESTADISTA Y EL HOMBRE DE CIENCIA
59
Veinticuatro aos ms tarde volvi a este terreno con un
grupo de asociados en el Instituto Daniel Sieff y descubri
nuevos mtodos de sntesis de compuestos qumicos muy com
plejos, con propiedades eancergenas. Sus publicaciones acer
ca de este tema han estimulado las investigaciones en otros
laboratorios.
Ya en 1906, Weizmann se interes en el caucho sinttico.
Comenz a aislar organismos que producan por fermentacin
una sustancia conocida como isoamil alcohol que a su vez se
convertira en un compuesto llamado isoprene, piedra fun
damental del caucho natural. Fracas en estos experimentos
pero observ que cuando se almacenan granos durante tiempo
considerable en ciertas condiciones, se desprende olor de ace
tona. Aisl ms tarde el organismo responsable de esta
reaccin biolgica, el cual fu luego denominado Clostridium
Acetobutylicum Weizmann.
Durante la primera guerra mundial se produjo un mo
mento crtico que puso en peligro el esfuerzo de guerra de
Gran Bretaa. Para la manufactura de ciertos explosivos era
necesario usar acetona, la cual hasta entonces se importaba
de Alemania. C. P. Scott, editor del Mcmchester Guardian,
quien conoca a Weizmann, lo present a Lloyd George, en
tonces jefe del Almirantazgo de Gran Bretaa. Weizmann
fu nombrado director de los laboratorios del Almirantazgo
y en 1915 logr crear procesos mediante los cuales poda
obtenerse acetona econmicamente y en grandes cantidades.
Se construyeron fbricas en Gran Bretaa y ms tarde en
Estados Unidos y Canad, que contaban con materias primas
en mayor escala.
Su relacin con la labor cientfica de guerra, lo puso en
estrecho contacto con Lord Balfour, a quien haba conocido
antes, y con Lloyd George, el general Smuts y otros estadis
tas britnicos. De esta manera, tuvo la oportunidad de revelar
para ellos el sueo del pueblo judo de un hogar nacional
en Palestina.
Los resultados de su labor en cuanto a acetona y alcohol
butlico, no fueron solamente contribuciones a la victoria en
60
DAVAB
la primera guerra mundial. Tambin tuvieron importantes
efectos de paz. El xito comercial del proceso de fermenta
cin de Weizmann estimul la microbiologa industrial en el
ltimo cuarto de siglo y, a raz de ello, se producen ahora por
mtodos microbiolgicos importantes productos, incluso la
penicilina.
En 1910, Weizmann estudi la composicin de las pro
tenas y sus aminocidos. Abandon este terreno de investi
gacin pero regres a l veinte aos ms tarde creando en
los Featherson Laboratories nuevos tipos de alimentos pro-
tenicos baratos y completos desde el punto de vista nutritivo.
Recomend estos productos como fuente de protenas para
las poblaciones hambrientas de China, India y Europa.
En el curso de la ltima guerra mundial, el Dr. Weiz
mann fu asesor del gobierno norteamericano. En 1944 el
seor Wallace, entonces vicepresidente del pas, declar:
El mundo nunca sabr cun significativa fu la con
tribucin de Weizmann hacia el xito de nuestros planes de
caucho sinttico en momentos en que atravesaban por gran
des dificultades y marchaban lentamente.
A. K. EPSTEIN.
Jeider: escuela elemental juda que imparte educacin religiosa.
Haslcal: as se llam al movimiento de ilustracin dentro del ju
daismo, para liberarlo de su aislamiento intelectual, acaudillado entre
otros por Moiss Mendelssohn.
Hace 50 aos
Estas cartas a Martn Buber fueron escritas cuando Weizmann
tena 30 aos. Se discuta entonces el proyecto sobre Uganda, contra
el que Weizmann se opona. Aqu se ocupa adems del plan de la
Escuela Superior Juda, de la creacin de cursos, y la preparacin del
peridico Der Jude. Escritas hace justamente medio siglo, refle
jan la imagen de un Weizmann juvenil que tiene no obstante firmes
puntos de vista y maduras convicciones.
Hotel de Cologne.
I
Mi querido Martn:
Pars, 8/X/1903
Hoy pienso partir a Londres. Aqu no hay mucho que ver. Nordau y
Marmorek vacilan mucho en su posicin con respecto al asunto Africa
Oriental. Lo que s es seguro, es que todo el asunto sufri una conmo
cin en la propia Inglaterra, quedando poqusimas esperanzas de xito.
El gobierno y la opinin pblica estn en contra de nosotros.
ICA no se ir del todo slo lo hara en caso de extrema necesidad.
Sokolow me dijo vea todos los mviles secretos que no vala la pena
decir que no.i Todo est inflado. Tambin Nordau y Marmorek esconden
la cola. Los cursos de feria son, desde luego, totalmente judastas, en
el sentido en que fueron proyectados para la Divisin General. Los
intento llevar a cabo el prximo verano en Zurieh. Aun debemos fijar con
exactitud los temas. Logr el concurso de Sokolow, Nordau y el profesor
I. Halevy. Debemos contar con algunos nombres de primera fila; pienso
en Oppenheimer, en Cohn de Marburgo, en Stein de Berna, y otros,
1 Alusin a la votacin nominal del Sexto Congreso Sionista.
62
VAVAS
como Errera, Jacolbs, Gaster, etctera. Adems, en algunos jvenes: t,
Neuinark, etctera. Estoy seguro de que nuestra causa ganar con ello
considerablemente; la concibo como gigantesco medio de agitacin para
la Escuela Superior, para la idea, para el sionismo. Ya debemos hablar
de ello como de un fait accompli y elaborar de inmediato un buen me
morndum. Te ruego, mi querido Martn, que lo hagas y me lo enves.
Yo no lo puedo redactar. Te sugiero que trates en ese memorndum la
cuestin de los cursos, pero slo desde el punto de vista de la organiza
cin de la escuela superior; ni menciones siquiera el sionismo, pues ne
cesitamos el memorndum para propagarlo a crculos ms vastos; tam
poco hables de la ciencia viva juda, ni de cuestiones actuales dentro
del judaismo (colonizacin, emigracin, estadsticas).
Te pido, Martn, que lo hagas sin falta, para que yo pueda, no bien
llegue a Ginebra, encauzar la cuestin dinero y la organizacin.
4 Puedes, adems, ganar para la causa algunos hombres de Yiena?
Escrbeme sin falta a Londres.
Espero lograr por estos medios la creacin de nuestra eseuela su
perior.
Una diputacin juda visit ayer al Zar. Aun no se sabe qu ha
sucedido al respecto. Desde Londres voy, va Bruselas, a casa.
Hasta la vista. Escrbeme de inmediato. Escribe, adems, el folleto.
De Told no s nada.
Tu fiel
JAIM
II
Confidencial.
Mi querido Martn:
Londres, 16/X/1903
Tuve tanto que hacer que me fu imposible escribirte. An ahora la
cantidad de impresiones es tan enorme que slo puedo darte un esbozo de
lo que he vivido y logrado.
Te adelanto que estoy contento de haber realizado este viaje. Hay
ahora mayor claridad.
Cursos de la escuela superior: he ganado a Gaster y Zangwill y, pro
bablemente, a Golancz. Claude Montefiore se fu de viaje; est enfermo.
Ya considero a los cursos como un fait accompli.
Cuestin africana: poco menos que perdida, por mil motivos. Los
miembros aqu residentes de la Comisin, excepto Greenberg, hasta estn
en contra de la expedicin; Zangwill se ha empecinado y ahora vacila;
el gobierno quiere que previamente se hable con el High Comm. y luego
se enve una expedicin; tambin esto es un retroceso, pues la opinin
pblica de aqu y all est en contra de Uganda.
HACE 50 AOS
63
Gaster desata una dura lucha. Quiere derrotar a Herzl, y debe ha
cerlo. Trabaja en un programa palestino positivo, del cual participa,
aunque moderadamente, Bentwich. ste, Kessler y Gaster afirman que
El-Ariseh es conquistable y colonizable. Gaster habla de una accin
palestina. Ms adelante te dar detalles.
Tschlenow, Bernstein, Kohan, trabajan muy activamente para Der
Jude. Ya han vendido algunos shares. Tschlenow espera lograr hasta
fin de ao, 5.000 rublos; Bentwich quiere ayudarnos.
El jueves tengo un rendez-vous con Sir Harry Johnston. Mucho pue
de hacerse por intermedio de G.. Quera arreglarme una entrevista
con Lord Percy, secretario del Foreign Office, pero ste no se encuentra
en Londres.
Es incmodo reclamar aqu dinero, pero con el tiempo se llega a
obtener algo. Necesitaremos mucho, con el tiempo. Por el amor de Dios,
envame lo que puedas conseguir, pues llagar a Ginebra sin un cobre.
Desde aqu he enviado algunas cartas en demanda de dinero. Pero. ..
Desde Ginebra te escribir con detalles. Haces el memorndum? Told
se queja de que no le escribes.
Tengo enorme material sobre Uganda. Escribe de inmediato. Me
voy de aqu va Bruselas. Desde Darmstadt, a casa; el domingo estoy
en Ginebra.
Muchos y cordiales saludos.
Tu fiel
JAIM
Confidencial.
Mi querido Martn:
III
Bruselas, Hotel de Cologne, 16/X/1903.
Part de Londres anoche; hoy en Bruselas, me doy prisa en respon
der a tu primera carta. En Londres, debo decirlo, se ha logrado mucho.
Hemos ganado para los cursos a Gaster y Gollancz; Zangwill ser ni
camente miembro del comit. Luego puse manos a la obra. Ayer estuve
con Sir Harry Johnston, que me recibi maravillosamente y demostr
de manera absolutamente segura la total imposibilidad del proyecto afri
cano. La proposicin del gobierno ingls la calific de irona contra el
pueblo judo. Ms detalles, en una exposicin que har en Ginebra. De
manera por completo inocente me cont de paso que haba hablado con
un coronel Goldsmith sobre El Arisch, estando ambos de acuerdo en que
se trata de una tierra especialmente apropiada para la colonizacin; el
problema del agua puede solucionarse en seis meses, la resistencia del
gobierno egipcio est por quebrarse, etc., etc. [ Qued mudo de asombro!
Johnston es un ferviente amigo de Palestina y un filosionista en nuestro
64
DAVAR
sentido. Me prometi hablar en nn meeting, si lo invito. Le propuse luego
hacerle llegar una exposicin sobre nuestro sionismo, y que la hiciese
llegar a otros miembros del parlamento y de la Royal Asiatic Society.
Acept el proyecto, tratndose, pues, ahora, de hacer la exposicin en
ocho das. Una clara descripcin y fundamentacin del sionismo, querido
Martin. Deja todo de lado, y hzlo; no necesito agregarte qu impor
tante es esto. Tambin Evans Gordon propalar la exposicin. Gaster
nos ayuda. Slo desde Ginebra podr darte detalles. Tengo demasiadas
impresiones y jams he sido tan feliz como ahora. Tambin nosotros
podems ser diplomticos, eh? Pero estoy hmy cansado. Arreglar el
asunto de la enciclopedia. Me alegra lo que t has resuelto; es mejor el
examen. No s si tomar el puesto; tengo buenas perspectivas en Ingla
terra, donde tambin debo estar por la causa.. Sobre Munich, Ber
ln, etc., te escribir con ms detalles desde Ginebra, lo mismo que sobre
el memorndum y los cursos.
Slo de cuando en cuando tenemos noticias de Rusia. Tsehlenow y
K. B. escribieron que Ussischkin lleg en estos das. Empieza a entrar
dinero para Der Jude. Tratar de provocar en la colonia una agitacin
en favor de los cursos; hablar a Elyse Reclus y estar en la oficina
colonial. Tengo el material completo sobre Uganda. Creo que estars
satisfecho de m.
Y ahora, lo de costumbre. Llegar a Ginebra pauvre comme un rat
dglise. Pide, saca, consigue o exprmene cien francos de la tierra, pues
tengo que pagar la pensin. El dinero para Del Jude lo consigo yo.
Comuncame de inmediato tu opinin sobre mi diplomacia y si aceptas
la elaboracin de la exposicin, tan importante y urgente. Maana vi
sitar a Stein en Berna y pasado maana estar en Ginebra. Un tele
grama, pues, y una carta.
Cordialmente, tu cansado pero contento
JAIM
Tomar parte con mucho gusto en la conferencia cultural. Cundo
vas a Munich?
1 ¡ Telegrama!!
Oficina de la
Escuela Superior Juda
Ginebra, 25/IX/1903
Ru Lombard 4
Queridos amigos: Qusiera comunicaros brevemente un plan que me
parece muy discutible dado el estado actual de la escuela superior y que,
de ser realizado, contribuirla extraordinariamente al elevamiento de toda
empresa. Se puede resumir en dos palabras, a saber: la fundacin de
:HACE 50 AOS
65
cursos superiores judos para las vacaciones con un brillante programa
judo, con las mejores fuerzas de que disponemos, a la manera de los
cursos de Salzburgo, de Cambridge, etc. No me refiero a una universi
dad popular, sino a una universidad como la de Salzburgo. Esto es
algo real, grande y relativamente fcil de ser llevado a cabo: es decir,
al tiempo de comenzar, organizar la escuela superior, estuviere sta
donde estuviere; luego, la ms hermosa demostracin nacional, esto es,
el asilo nocturno.
Es demasiado atractivo, y sin agregar una palabra ms sobre el
difcil problema de la organizacin, propongo el asunto y os pido vuestro
parecer. Sera interesante sondear el ambiente en ciudades como Ber
ln, etctera.
Aguardo vuestra inmediata respuesta; quisiera tenerla antes de mi
partida a Londres.
Con muchos saludos,
JAIM
(Carta a los seores Martn Buber y Berthold Feiwel, Berln-Lemberg)
Dos Libros de
Martin Buber
Las disertaciones pronunciadas por Martin Buber en las
universidades que visit en el curso de su reciente
gira por EE. UU. constituyen un acontecimiento de
gran importancia intelectual que tendr repercusin durante
mucho tiempo. Gran parte de quienes acudieron a escucharle
tal vez no comprendieron todo lo que dijo, pero advirtieron
que se hallaban en presencia de la verdadera grandeza y que
participaban en algo que trascenda los lmites de la rutina
acadmica. Esta sensacin se capta en los volmenes que
contienen esas conferencias pronunciadas por Martn Buber
junto con artculos anteriores a la gira. Adems con estos
libros es posible examinar ms cuidadosamente los puntos
de vista de Buber y valorarlos ms desapasionadamente que
en presencia de su poderosa personalidad. Por lo menos para
nosotros tal examen y valoracin son suficientes para de
mostrarlo, si se necesitase prueba de que las ideas de Buber
poseen un poder e importancia en cierto modo nicos para
la existencia humana en el pensamiento contemporneo.
El tema de su primer volumen, Eclipse de Dios que in
cluye las conferencias de Buber en las universidades norte
americanas y otros trabajos, se ofrece en el memorable: Pre-
Will Herbero naci en Nueva York en 1906. Su obra de publicista
es muy extensa aunque no toda est consagrada al tema judo. Mi fe
como judo se titula precisamente una serie de artculos en la que
examina sus propias convicciones. Es autor asimismo de un libro titu
lado: El Judaismo y el Hombre Moderno. En el ensayo que publi
camos, aparecido originariamente en Commentary, Herberg hace un
anlisis de los dos ltimos libros de Martn Buber editados en ingls,
Eclipse de Dios: Estudios de la relacin entre la Eeligin y la Fi
losofa, y El Eetorno: Tres Ensayos sobre Judaismo.
DOS LIBEOS DE MASTIN BOBEE
67
faci: Informe de Dos Charlas (1932). Buber se refiere
aqu a dos conversaciones que pueden considerarse arquetipos
para nuestro pensamiento moderno. En la primera refiere
una discusin con un grupo de obreros en el curso de la cual
uno de ellos le desafi con estas palabras: No necesito la
hiptesis Dios para sentirme a mis anchas en este mundo.
Aquel hombre senta que el punto de vista cientfico era su
ficiente para hacerle comprender la verdadera realidad
del universo. No le fu difcil a Buber destruir la seguridad
del cientfico Weltcmschauung de su interlocutor y demos
trarle lo fragmentario y complejo de los hallazgos de la
ciencia moderna, lo lejos que estn de dar un punto de vista
completo de la realidad de las cosas. Evidentemente era
necesario algo ms all de la ciencia para un Weltanschauung
total, aclar Buber. Tras unos momentos de meditacin, el
hombre levant la cabeza y dijo lentamente: Tiene usted
razn. Buber lo haba convencido. Pero, de qu? Qu
hice? se pregunt Buber desalentado. Llev a este hom
bre al umbral tras el que est entronizada la majestuosa
imagen que. Pascal denomin el Dios de los Filsofos.
Era esto lo que yo quera? No deseaba ms bien guiarle
al otro, a Aqul que Pascal llam el Dios de Abraham, Isaac
y Jacob, Aqul a quien se trata de T?.
La otra conversacin fu con un distinguido viejo fil
sofo al que Buber ley el prefacio de uno de sus libros, en-
tonces en prensa. Cmo puede invocar a Dios a cada
momento? inquiri el viejo filsofo. Cmo espera que sus
lectores tomarn tal vocablo en el sentido que usted lo de
sea ? ... Cul otra palabra es tan mal empleada, corrom
pida y profanada como sta?... Cuando oigo llamar Dios
al Altsimo, a veces me parece casi una blasfemia. S
recuerda haber asentido Buber s, es la ms utilizada de
las palabras. Ninguna ha sido tan mancillada y tan mutilada.
Por eso mismo no puedo abandonarla... Dnde podra
hallar otra para describir lo supremo ?.. Me refiero sin du
da a Aqul a quien invocan las generaciones que sufren los
tormentos del infierno y la clera celeste. Es verdad que
dibujan caricaturas y les ponen Dios por epgrafe. .. Pero
cuando la locura y la desilusin cesan, cuando ya no dicen
68
DAVAE
El, El sino que suspiran y claman T y cuando agregan
Dios no es al verdadero Dios a quien imploran, al Unico
Dios Viviente?... No podemos abandonar esta palabra.
En una u otra forma, los dos temas es uno en realidad
se desarrollan en las disertaciones de Buber. Su objetivo es
proclamar al Dios que se halla en una relacin viviente Yo-T
en la plenitud de la existencia concreta y distinguir a este
Dios viviente de las imgenes e ideas de la deidad eri
gidas por los filsofos y lo persigue a travs de las com
plejidades e involuciones del pensamiento moderno. Su cr
tica de Sartre, aunque limitada, es demoledora y sus comen
tarios sobre Heidegger, un pensador mucho ms serio, son
sumamente ilustrativas. Halla al primero en una posicin
en que el hombre es llamado a ocupar el trono de El padre
Dios que ha sido suprimido y a inventar valores para
la vida; el ltimo, Heidegger intenta crear el concepto de
un renacimiento del Dios de la verdad, que cae en las ten
tadoras redes del tiempo histrico (es decir, la revelacin
de la verdad que es Hitler). Por eso, acota irnicamente Bu
ber, parece desvanecerse la senda de este existencialismo.
El existencialismo ateo de Sartre y Heidegger (quien
niega sin embargo las derivaciones ateas de su pensamiento)
es un aspecto del pensamiento moderno que examina Bu
ber en su relacin con la religin; el otro aspecto es la
psicologa de Jung. Su crtica de Jung es notablemente efec
tiva. En pocas pginas demuestra que los puntos de vista de
Jung sobre la religin constituyen esencialmente una seudo-
metafsica psicolgica, una versin actualizada de la teosofa
gnstica. El anlisis es brillante y debiera ser cuidadosamente
estudiado por quienes se sienten atrados, como muchos hoy
en da, al misticismo de Jung.
Buber presenta su proclamacin del Dios viviente en con
traste con los seudodioses de los filsofos y psiclogos, no
slo en el pensamiento actual sino tambin con el acervo
del desarrollo del pensamiento desde Descartes a Heidegger;
con ciertos fines retrocede a Platn y la antigedad griego-
oriental. Sus pensamientos ntimos son profundos y expre
sados con rara sencillez y claridad. Es difcil escoger entre
los siete artculos que forman el libro, pero consideramos
DOS LIBEOS DE MASTIN BEBER
69
que las disertaciones sobre Religin y Filosofa y Re
ligin y el Pensamiento Moderno (Sartre, Heidegger, Jung)
junto con el trabajo anterior El Amor a Dios y la Idea
de la Deidad (en que Buber revela cmo el autntico amor a
Dios de Hermann Cohn le condujo, casi contra su voluntad
y ciertamente contra su conciencia filosfica, a un Dios que
ya no es una idea) son de relevante calidad.
Esto no significa, por supuesto, que el pensamiento de Bu
ber presentado en este volumen est fuera de toda crtica.
Consideramos por ejemplo que mientras es demoledor en su
crtica de los seudodioses de la filosofa, se muestra moderado
contra la seudorreligin del misticismo, en el que existe la mis
ma sustitucin del Dios viviente que entra en relaciones perso
nales (Yo-T) mediante una divinidad impersonal que se
puede contemplar y tal vez unido a la misma en ltima ins
tancia. Sin duda, en el ltimo anlisis, como revelan los ejem
plos de Platn, Plotino, Spinoza y muchos pensadores hindes,
no se distingue entre la filosofa y el misticismo; la deduc
cin de los primeros conduce al conocimiento armnico
del ltimo y es absorbido por el mismo. Buber se muestra
muy dispuesto a descubrir signos de un encuentro personal
implcito en la experiencia mstica y de un T personal im
plcito en la deidad impersonal de la mstica. Desde otro pun
to de vista, Buber equivoca seriamente (en su trabajo Re
ligin y Etica) la naturaleza de la tica cristiana porque,
pese a todo, considera el cristianismo la clase de fe indivi
dualista como la que creyeron los protestantes del siglo xix y
(en parte) los catlicos. La autntica doctrina cristiana de
la Iglesia como pueblo de Dios tan arraigada en el pen
samiento cristiano actual parece no captarla, tal vez porque
con su fondo romntico alemn no puede concebir a un
pueblo sino como un pas. De todas maneras estos puntos en
los que no concuerdo son secundarios y no afectan en lo ms
mnimo la extraordinaria significacin de su obra.
T1 Retorno se compone de tres disertaciones sobre ju-
JL_dasmo pronunciadas el ao pasado en Nueva York bajo
los auspicios del Seminario Teolgico Judo. Un mismo prop-
70
DAVAB
sito predomina en las conferencias: proclamar al Dios viviente
que es el Dios de Israel en contraste con las deformaciones,
caricaturas y seudodioses con los que se le confunde tan a
menudo. Slo que esta vez Buber.lleva a cabo su propsito den
tro de un pensamiento tpicamente judo.
Buber intenta nuevamente definir su pensamiento en fra
ses significativas de espiritualidad contempornea. En el se
gundo artculo La Pregunta Silenciosa advierte Buber el
hecho sorprendente de que mientras en la primavera de la
sociedad moderna los judos espiritualmente importantes re
tornaron al cristianismo no por la religin cristiana sino por
su cultura... actualmente la simpata de los judos espiritua
les hacia el cristianismo est arraigada en una sensacin de
carencia y de ansias religiosas. Toma como ejemplos a Henri
Bergson y Simone Weil, ambos judos, que buscaron en el
cristianismo la verdad religiosa que perseguan. Buber mues
tra claramente que los dos casos no son iguales: Bergson se
alej del judaismo porque en realidad no lo comprenda y
confundi su deformacin con la realidad; por el contrario,
Simone Weil, sin conocer mucho al respecto, comprendi el
espritu pleno de vida del judaismo y lo odi con toda la in
tensidad de su mstica espiritualidad disolvente y negadora de
la vida. Lo que detestaba en el judaismo, en Israel, lo hall
tambin en el cristianismo y por eso, por la atraccin que
ejerci sobre ella la mstica cristiana, no pudo decidirse a in
gresar en la Iglesia; sta era an demasiado juda para ella.
En el curso de esta controversia con Bergson y Weil,
Buber desarrolla temas bsicos de la fe juda: el Dios vi
viente; Israel como pueblo de Dios, considerado como una
categora religiosa y no la simple identificacin con el
pueblo actual; la trascendencia de la justicia en el amor;
la interrelacin orgnica de lo universal y lo particular (No
obstante, dentro de tal universalidad hay una particulariza-
cin de la vocacin) del amor a Dios y a los semejantes, de
la actualidad y el futuro mesinico de perfeccionamiento, de
ser y actuar. Si Bergson hubiese conocido la plenitud y lo
ntimo de la fe juda tal vez habra hallado en la misma cuanto
buscaba. Por qu no la conoci as? Por qu no la conoce
as el mundo? Y por qu no la conoce as la judera contem-
DOS LIBEOS DE MASTIN BUBEB
71
pornea? Percibir la judera, pregunta Buber, que su
verdadera existencia depende del renacimiento de su exis
tencia religiosa? El Estado Judo puede asegurar el futuro de
una nacin de judos...; el judaismo slo vivir si vuelve a
traer a la vida la primitiva relacin juda con Dios, el mundo
y la humanidad.
En El Dilogo Entre el Cielo y la Tierra, la tercera
disertacin, Buber formula tal vez ms osadamente el dilogo
divino-humano de pregunta y respuesta que est en el seno
de la fe de Israel y forma el esqueleto de las Escrituras de
Israel. Pregunta: contina an este dilogo? Creyentes y no
creyentes tienden a negarlo; los primeros afirman que mien
tras Dios habl en cierta oportunidad ahora guarda silencio
y dej en su lugar un libro; los ltimos, no slo los ateos sino
los telogos filosficos no pueden admitir que el Divino
(o cualquier otro de sus nombres) hable o se le pueda hablar.
Sin embargo, Dios habla: En el lenguaje infinito de los
acontecimientos y situaciones en eterna evolucin pero evi
dentes a quienes atienden verdaderamente, la trascendencia
llega a nuestros corazones en los momentos esenciales de la
vida. Y existe un lenguaje en el que podemos responder; es el
de nuestras acciones y actitudes, nuestras reacciones y abs
tenciones; la totalidad de estas respuestas es lo que podemos
denominar nuestra respuesta... Dios se dirige al individuo
y a la comunidad y ambos deben responderle.
Dios habla; pero el Dios que habla a veces oculta su ros
tro de la casa de Jacob (Isa. 28:21); a veces no podemos
reconocer el verbo de Dios en la historia y en la naturaleza
(aunque Buber tiende a no reparar en ello) tan misteriosos
y brbaros (sus hechos) nos parecen. Son los momentos
de silencio en que cuanto ocurre en el mundo y pretende la
importancia histrica nos parece tan exento de Dios... Para
quien cree en el Dios viviente, el que sabe de El, y est desti
nado a vivir la vida mientras El est oculto, es muy difcil
vivir Tal tiempo de mutismo es el nuestro; nuestra vida
es la de Job, a quien Dios abandon. Por tal razn la nica
respuesta a nuestro lamento es la que recibi Job: la verda
dera respuesta que recibe Job es la aparicin de Dios, slo
lo que la distancia torna en cercana, que Lo vi (42:5)
72
DAVAB
que Lo volvi a conocer. No hay explicacin, ni justificacin:
nada (se) modifica, el mal no se transform en bien ni la
crueldad en bondad; nada sucedi sino que el hombre escucha
otra vez el llamado de Dios. Y podemos aun en este mu
tismo, aun en esta horrible era de ocultacin mantener
nuestra posicin en el dilogo? Permanecemos sobrecogidos
ante el rostro oculto de Dios como el trgico hroe de los
griegos ante el destino sin rostro? No, ahora ms bien en
frentamos a Dios, a El, el Seor, a quien una vez escogimos
como tal. No nos conformamos con la existencia terrena; lu
chamos por su redencin y al luchar apelamos a la ayuda de
nuestro Seor que otra vez se oculta. Entonces aguardamos
or Su voz. .. Con estas inolvidables palabras Buber defini
la desesperacin y la esperanza del judo en el mundo con
temporneo.
El primer ensayo Judaismo y Civilizacin lo considero
el ms dbil de la obra. Surgen aqu las huellas d la utopa
y del romanticismo popular que desmerecieron algunos ar
tculos anteriores de Buber. Las distinciones son confusas,
especialmente entre los credos bblicos y las paganas reli
giones mundanas; la elevacin de las civilizaciones se atri
buye a un principio religioso o tenomo pese al testimonio
de las Escrituras, la tradicin y la experiencia; los profetas
se dice que ofrendaron ss vidas para salvar a la civiliza
cin; se despoja al mesianismo de su trascendente dimensin
y se presenta el reino de Dios como algo muy natural, que
contina virtualmente la existencia histrica ordinaria, aun
que como lo seal Barn, la visin mesinica de Israel, el
nuevo cielo y nueva tierra es la visin de una era en la que
por la accin divina la historia vencer finalmente a la na
turaleza, aunque cambie su verdadero curso, porque ese da
el lobo morar con la oveja (Isa. 11:6). Buber niega el
optimismo cultural de la reciente teologa liberal, pero su
primer ensayo est demasiado imbuido de sta. Hay poca va
loracin de la ambivalencia de toda la cultura humana, de la
ambigedad de todas las civilizaciones humanas, de la manera
en que aun las mejores y ms elevadas creaciones humanas
violan y completan el principio de la teonoma. Se cree,
dice Buber explicando su punto de vista que as como todo
VOS LIBEOS VE MAET1N BUBEB
73
pecador puede hallar el perdn volviendo a Dios, puede
hallarlo una civilizacin pecadora. A esto debe agregarse:
s, las civilizaciones pueden arrepentirse, en cierta manera y
hasta cierto punto; pero as como el pecador arrepentido
sigue siendo un pecador aunque se arrepienta, tampoco se
redime la cultura, ambigua y contradictoria, pese a su arre
pentimiento y sigue infinitamente alejada del reino de Dios.
Interpretando a Hoelderlin, recuerda Buber el pensa
miento de Heidegger-, Nuestra era es la de los dioses que
huyeron y la del Dios que vendr; vivimos en el no-ms
de los dioses que partieron y en el aun-no del que vendr.
Pero, no es as en todos los tiempos, en toda la existencia
humana? La fe no puede tornarse operante en la existencia
humana sino en la tensin con el descreimiento. Quienes hoy,
entre el colapso de los dolos, esperamos an a Dios, ha
llaremos en los dos volmenes de Buber, como en su magnfica
obra de dcadas, la expresin de la ms profunda verdad de
nuestra existencia.
WILL HEBBERG
Valoracin de Kafka
El primer homenaje que podemos rendir a ciertos autores es
el de salvarlos de la interpretacin. Trabajo nada fcil
porque para hacerlo tenemos que incurrir, paradjicamente, en
otra interpretacin. Lo que justificar la nuestra ser esa
objetividad a que toda labor ms o menos exegtica tiende
siempre sin llenar el propsito que anima su pretensin. Nues
tro afn no aspira, claro est, a tener por equivocada toda
interpretacin que exceda el acceso directo a la obra de Kafka
forma ideal esta ltima, de entrar en contacto con este es
critor. Las hay excelentes, sin duda. Pero stas no llegan
fcilmente al pblico, siempre dispuesto, en orden al menor
esfuerzo, a ceder a las interpretaciones ms generalizadas:
aqullas que, adhiriendo, por lo comn, a las exgesis ms pre
suntuosas, inducen al lector a ese acercamiento desde afuera
que, apto, tal vez, para sugerir una primera relacin con de
terminados autores, no lo es, de seguro, para trabarla con quie
nes, como Kafka, exigen del intrprete una afinidad o una
suerte de experiencia comn con el autor.
En este sentido nada ms peligroso que la divulgacin. In
ofensiva cuando se trata de obras cuyo real acceso slo puede
lograrse a costa de un esfuerzo arduo y total como ocurre,
por ejemplo, con los trabajos de ndole filosfica lo es, en
Amplios enfoques de problemas artsticos de nuestros das caracte
rizan los ensayos crticos de Mario A. Lancelotti sobre la literatura
contempornea y en especial sobre la novela. Ha publicado El violn
y sus maestros (1947) y El Universo de Kafka* (1950) ambos
libros con el sello editorial de Argos. Es asimismo cuentista, habiendo
reunido varios de sus relatos en volumen aun no editado.
VALORACION VE KAFKA
75
cambio, toda vez que comprende las de imaginacin, ms acce
sibles, por definicin, y susceptibles, por lo comn, de apropia
cin parcial. Quien lee un trabajo filosfico de Sartre no pre
tende conocer la obra de este autor, por mucho que para pene
trarlo realmente tenga que integrarlo en su sistemtica me
diante un esfuerzo que atienda al conjunto. Es corriente, en
cambio, que se pretenda conocer a un novelista a travs de una
novela. En el primer caso el peligro es menor porque el su
puesto conocedor aceptar quedarse al margen de la cuestin,
detenido por la naturaleza misma de una obra a la que no pue
de acceder, por as decirlo, de contrabando. En el segundo
el riesgo es mximo si se piensa que la lectura ms o menos
atenta del libro tenido como relevante lo inducir a interpreta
ciones tanto ms precipitadas cuanto ms confirmadas lo estn
por aquella falsa crtica.
En el caso de Kafka una doble fuente de equvocos ha
contribuido a su desinteligencia. Una, que podramos llamar
culta, se cierne en el campo de las explicaciones trascendentes:
el de la proyeccin moral, religiosa o filosfica de Kafka. Ha
influido en ello, sin duda, la circunstancia de que Kafka fuese
al propio tiempo un pensador acuciado por los problemas exis-
tenciales ms profundos. Las hondas reflexiones de su Diario
o de sus Consideraciones, el hecho de que fuera asiduo lector
de la Biblia y de Kierkegaard, debieron instar a los exgetas a
un enfoque metafsico de sus escritos, incluidos aqullos que,
por ser de imaginacin, se prestaban a la interpretacin ms
amplia. Se conoce demasiado de la vida de Kafka, del proceso
de sus libros y de la ntima ligazn que emparenta la una a los
otros como para no renunciar a encontrar en tales circunstan
cias el signo de relaciones trascendentales. Por otra parte, sus
propias novelas poseen una materia densa, plena de una signi
ficacin destinada a promover por s sola, una explicacin me
tafsica. Otra causa de error proviene, en Kafka, de la ligereza
o de la prevencin con que se aborde su lectura. Siendo, natu
ralmente, ms peligrosa la que resulte de prejuicio. Es ms
fcil volver de su distraccin al lector desatento que librarlo
de su nocin anticipada. Pero la forma acabada de la desinter
pretacin posible en el error culto como en el vulgar ser,
tratndose de Kafka, la que provenga de cierto antagonismo
existencial, de la falta de aquella afinidad o analoga sin la
76
DAVAB
cual es absolutamente imposible el acceso a determinados auto
res. Dems est decir que tal falta de simpata no hace favor
a este supuesto lector. Quienes no han sentido jams la soledad,
sea en el aislamiento crtico frente al medio familiar y so
cial, sea en la angustia mayor de un desvalimiento frente al
universo; quienes no han experimentado la desesperanza o la
miseria de la condicin humana, siquiera fuese en un momento
de sus vidas, poco o ningn goce extraern de la obra de
Kafka. Pero en esta falta de comprensin estar comprendido
adems el incapaz de arte y de humor, dos elementos que se
dan de un modo sustancial en la obra de este autor.
El equvoco ms generalizado es, naturalmente, de orden
literario y se cifra en el carcter espantoso de sus ficciones.
A este error esttico ha contribuido, sin duda, el famoso relato
titulado La Metamorfosis. Hay quienes, pasmados por la extra
a transformacin de Gregorio Samsa, se detienen para siem
pre en el insecto sin advertir que la metamorfosis es, estricta
mente, un recurso artstico y que el horror est en otra parte.
El horror est en un mecanismo social que hace del hombre un
simple uno, definido por una funcin material que desconoce
el sentido ms profundo de su existencia. En un momento
dado Gregorio Samsa es, por encima de todo, el viajante de
comercio que mantiene a su familia y obedece puntualmente
a un jefe cuyo despotismo es, a su vez, una consecuencia de
la frrea organizacin en que se halla. Es varia la simbologa
a que puede prestarse la transformacin de Gregorio Samsa.
Pero la de la soledad est demasiado patente para que pueda
contestarse: la soledad del hombre frente a un orbe ciego y
mecanizado pertenece a la materia misma del libro y lo que
Kafka logra con el animal no es otra cosa que la acentuacin
de un Gregorio que ha dejado de ser un hombre, en el sentido
genuino del trmino, para convertirse en un objeto, en una
pieza, precisamente, de aquel orden. El verdadero horror que
nos inspira el insecto consiste, pues, mucho menos en su mons
truosidad intrnseca que en la decada condicin humana a
que alude. Lo paradjico, lo genial, es que Gregorio es en su
transformacin ms Gregorio, ms l que nunca y la metamor
fosis no hace sino revelar de una vez lo que ya vena siendo
desde su ingreso a aquel orbe maquinal e indiferente.
VALORACION DE KAFKA
77
Instruirse del elemento social que anima toda novela es
tanto como acercarse a su fuente primera: motora, por as
decirlo. Lo dems suele darse por aadidura, que en el fondo
es implicancia. En el caso de Kafka es esto tanto ms cierto
cuanto que el alcance metafsico de sus escritos surge de su
fuerte apresamiento de las cosas, emerge de ellas como por
saturacin: como si la materia de que estn hechas librara
su secreto por el mero hecho del apremio implacable que les
impone la observacin tenaz y exttica del autor. La meta
fsica de Kafka es, pues, inmanente. Est, modestamente, ms
ac de las cosas, en su implicancia cercana, cotidiana. Kafka
nos las muestra de un modo que descubre su estado anterior,
prstino y por eso su mundo pensemos en El Castillo nos
parece un orbe decado, desvirtuado en una composicin rgida
y grotesca, paralizado, en fin, en esa cosa que tambin es.
Sin recurrir a interpretaciones demasiado ambiciosas pode
mos reconocer en el creciente proceso de una forma de vida
que tiende a la mecanizacin de todos sus resortes la causa
prxima de un aislamiento que en la temtica de Kafka alcan
za una trascendencia principal, tpica. Lo caracterstico de
este aislamiento es, en la obra de Kafka, su carcter absurdo.
Absurdo por banal, por gratuito. Porque las cosas pudieron
ser muy bien de otra manera. Ningn rigor necesario parece
imponerlas de este o de aquel modo. Kafka nos dice que si
Jos K... se hubiera puesto a reir en el momento de su ins
lito arresto es probable que sus guardianes hubieran hecho
otro tanto. El episodio no habra pasado de la broma pesada
en que, segn lo quiere el protagonista, consiste. Pero no su
cede as. Y si no sucede es porque, nuevo Quijote, Jos K...
se empea en poner a prueba las circunstancias mediante una
conducta pasiva, casi cmplice de sus propios escollos, que las
lleva a su consecuencia mxima y, por lo tanto, irrisoria. Y
lo irrisorio es la incomunicacin. Entre Jos K.. y la auto
ridad que lo condena, en El Proceso. Entre el agrimensor y
el puesto que le espera, en El Castillo. Entre Karl Rossmann
y el Bien supremo, en Amrica. Nada hay de irrisorio, claro
est, en una Justicia, con sus magistrados y procedimientos,
sus jerarquas. Lo hay, s, en la condena automtica del ino
cente porque aqu los procedimientos, es decir, los mecanismos,
78
DAVAB
han usurpado el lugar de la Justicia misma. El medio, esa
organizacin cuya bondad nadie discute, se ha convertido en
fin. La mquina judicial se mueve a ciegas, en el orden de
un cumplimiento que se basta a s mismo en su perfeccin
mecnica.
Se intuye algo ms, sin embargo, en todo esto. La pregun
ta sobre una condicin original culpable que explique aquel
error fatal se torna ineludible en la medida de su propia ab
surdidad y a poco que se piense en la desvalida condicin hu
mana que lo sustenta y padece. Y as, no resultar excesiva
una interpretacin por el pecado. La opinin teolgica est, a
veces, autorizada de un modo explcito por el propio Kafka y
el captulo IX de El Proceso, titulado En la Catedral, con su
trozo referente a la Escritura y librado al dilogo entre el
protagonista y el abate, es una prueba. Es en El Castillo, sin
embargo, donde una interpretacin religiosa encontrara su
ms ancho margen, a condicin de ver en el conde la figura
de Dios y en el Castillo y sus alrededores la rplica desgracia
da, en grotesco bastidor, de un Cielo perimido. Tambin en
El Castillo podemos excusarnos de una interpretacin teolgi
ca que no derive de los hechos mismos y escape en demasa a
su carcter inmanente; involuntario, por as decirlo, desde el
punto de vista del autor. Nada menos querido, en efecto, que
la dialctica de Kafka escritor. En este sentido toda su obra
conviene declararlo desde ahora semeja un slo Diario, es
tan autobiogrfica como la declaracin ms personal. No hay
trnsito entre su peripecia como hombre y su manifestacin est
tica: tanto el escribir significaba para Kafka la expresin de
su yo ms profundo. Escribir y vivir eran para l dos opera
ciones inseparables y sus relatos no constituyen, en rigor, sino
la trasposicin literaria de su experiencia como hijo, como no
vio, como enfermo y como judo. Vivencias personales que tras
muta en materia artstica del mismo modo que los sueos com
ponen con nuestra vigilia el tema de sus imgenes delirantes.
Parece acertado ver en el afn del agrimensor por hallar
en el Castillo el puesto que le corresponde el deseo de acceder a
la secreta comunidad de las cosas, al Ser mismo, mediante
un ingreso que acepte su yo ms profundo, su verdadera in
dividualidad. Cmo, en efecto llegar a Dios sin haber cum
plido antes con la norma que nos impone la ms perfecta
VALORACION DE KAFKA
79
identidad con nosotros mismos ? A poco de comenzar la novela,
su protagonista, en la conversacin telefnica que sostiene con
uno de los porteros del Castillo, le pregunta al extrao Oswal:
Quin soy yo, pues? En El Proceso, Jos K... quiere
saber quin dirige su proceso, pregunta por la Autoridad.
Aqu la pregunta por la verdad ltima se confunde con la
demanda del ser que la formula. El drama de la vocacin del
hombre, experimentado por Kafka mismo en su trajn entre
la literatura y su empleo, aparece en esta obra de un modo
evidente y elevado a su mxima categora trascendente con la
consecuencia moral y aun religiosa que el autor le impone por
la sola presin de lo absurdo. Este elemento de la identidad
(ser igual a s mismo), en el sentido de un ser que aspira, a
travs del modesto empleo con que lo designa Kafka, a su
logro ms pleno, en uno de los ms fuertes del relato, si no
el esencial.
Recordemos Amrica. El mundo inhspito e indiferente en
que se mueven los protagonistas de Kafka est ya anunciado en
esta primera novela que slo un anlisis superficial puede con
siderar como ajena a las otras dos. Lo que ocurre es que en
estas ltimas su autor alcanza el meollo mismo de su propio
problema, est ms cerca de s mismo. Por algo estas obras
vienen despus, en un momento en que el drama del autor
alcanza en su vida ms personal el punto mximo de agudiza
cin. Claro que Amrica difiere prima facie del Proceso y
del Castillo. Hay, evidentemente, un aspecto risueo en las
andanzas simpticas de su hroe. Karl Rossmann es joven, casi
un nio, cuando comienza la novela. Est solo, es verdad. Pero
en una tierra llena de promesas. Y adems, pese a la desercin
de su to, terminar por encontrar lo que ansiaba, as lo sea en
un Teatro de la Naturaleza. Sin embargo, se necesita muy po
co para caer en la cuenta de que la sombra compite, ventajosa
mente, con las luces de esta trama. Hay ambientes siniestros:
la casa de Pollunder, por ejemplo. Hay personajes abyectos:
M. Green, excelente ejemplar de cierto americano srdido,
materializado. Su hija Clara, en su cnico candor, no le va en
zaga. Y qu decir del infame Delamarche, de la corrompida
Brunelda? Se me dir que, pese a todo, hay en esta obra un
optimismo que no se vislumbra en las otras dos. Pero, no lo
ponen stas en duda, precisamente? Aqu el humor el mis-
80
VAVAE
mo que anima sutilmente las pginas de sus novelas mayores
brilla, sin embargo, de un modo ms directo y accesible. Nada
hay de simple, sin embargo, en l. Lo ingenuo est en la pre
sentacin, en la marcha, no es el suceso. Pero las peripecias
de un joven inmigrante reclamaban aquel tipo de humor, tan
cercano, en su tragicomedia, al arte de Chaplin.
No podemos olvidar, ni aun en la rpida valoracin que
enunciamos, la narrativa menor de Kafka. Por mucho que este
escritor se muestre igual a s mismo en el trozo aparentemente
ms insignificante. Relatos como Las Armas de la Ciudad, El
Vecino o Un Contratiempo cotidiano no pasan de unas pginas.
Nos sobrecogen, sin embargo, con esa hondura tpica que en
contramos en las obras mayores. Por otra parte, obras como
La Colonia Penitenciaria o La Muralla China habran bastado
para constituir la fama de su autor. Hay en la una y en la
otra una simbologa que anota los temas de la justicia humana
como remedo de la que el hombre aspira desde su minsculo
puesto, tanto como el sentido mismo, ltimo, del universo y
del hombre y en uno y en otro caso con el empleo de la irona
ms sabia. La idea de la construccin, empleada en La Muralla
China como recogida en Las Armas de la Ciudad, una cons
truccin frustrada, en definitiva, por la misma causa esencial
que provoca la confusin de las lenguas, es el motor de un
pensamiento que pone en el ansia final de aquella reconcilia
cin suprema que es Dios, su acento ms profundo. El proble
ma del ser del hombre lo encontramos aqu con la misma fuerza
expresiva que en El Castillo, con la diferencia de que en este
caso, bajo la apariencia de un informe, aquella idea adquiere
la apretada conviccin del alegato.
Pero se trate de sus obras mayores o menores encontramos
en Kafka un mismo ideal, una misma inquietud. Y este ideal,
esta inquietud, tiene por centro una trascendencia que vuelve,
invariablemente, al hombre mismo, con sus miserias y sus
grandezas. El punto de partida es este hombre cualquiera este
uno, tal como se mueve en una realidad que le es indiferente
y que, por lo tanto, lo libra sin Providencia posible; al seno
de su propio abandono. Si alguna filosofa se desprende de
Kafka, si alguna metafsica cabe descubrir en la evidente
simbologa de sus relatos, esta filosofa o esta metafsica
parte del hecho concreto de la escasez del hombre y ello
VALORACION DE KAFKA
81
mediante un procedimiento que nos recuerda las pruebas de
Kierkegaard: revelacin de lo absurdo en el seno irrisorio de
las cosas mismas, de las situaciones. Y este gran paso que el
filsofo dans da en el orden de un pensamiento que procede,
ya, fenomenolgicamente, por bsqueda de lo elemental y ex
posicin de lo aparente, Kafka lo da en el orden de una des
criptiva que se cie a la cotidianidad como a lo primero, a lo
sustancial, mostrndonos su grandeza en el hecho mismo de su
gratitud, de su abandono. Como si por lo mismo fuera a refu
giarse all la Gracia misma. Esta exaltacin de lo simple o de
lo banal que advertimos aqu y all en la obra de Kafka y que
se manifiesta de un modo orgnico, funcional, tanto en su
minuciosidad descriptiva como en su consideracin crtica de
lo minsculo, pertenece de un modo caracterstico a su te
mtica, emparentando su filosofa con el existencialismo prs
tino de su maestro. Decimos esto ltimo porque creemos que
Kafka no puede ser visto a la luz del existencialismo posterior,
por mucho que pueda contar entre los que entrevieron el
mundo y las situaciones a que dicho existencialismo responde.
Y al decirlo pensamos especialmente en el existencialismo ateo,
dentro del cual no cabe, por supuesto, la metafsica ni el habi
tas religioso de Kafka.
Otras implicaciones encontramos asimismo en lo que lla
mamos su narrativa menor. Esta, como sabemos, se produce a
lo largo de toda la carrera literaria de Kafka. Ya en su primera
poca encontramos en los aplogos la preocupacin por proble
mas de vasta hondura. El del Bien frente al Mal lo hallamos en
Descripcin de un combate, obra de juventud y es tambin
escrito de los primeros aos el titulado Contemplaciones, en
donde asistimos a las primeras expresiones que se relacionan
con su vida personal y sus conflictos ntimos. No son sino
ejemplos de las dos grandes lneas en que se divide su activi
dad literaria: la que atiende a los temas metafsicos que lo
acucian y la que se ocupa en los conflictos de su destino terre
no, cotidiano. Ya dijimos empero que toda su actividad litera
ria corresponde a su Diario, tan inseparables son en Kafka las
condiciones del escritor y del hombre. De cualquier modo, no
hay gran tema que no solicite su atencin y el del saber,
preocupndolo hasta el fin de sus das, es un ejemplo dentro
de sus escritos menores (si as puede llamrseles) tales como
82
DAVAE
Investigaciones de un perro o La Madriguera. Informe para
una academia es, tambin, una muestra tpica dentro de este
tema.
Haciendo ahora un alto en la interpretacin ocupmonos
un momento de otros aspectos de ndole ms general. Estos
aspectos atienden a la ndole formal de la obra y nos llevan
necesariamente a la consideracin de sus estmulos ms pode
rosos. A estos elementos nos referimos antes cuando aludimos
a los motores esenciales que animan los escritos de Kafka. Ha
blamos del arte y del humor. Entendemos ahora por lo primero
todo lo que hace a la peculiar expresin esttica de Kafka y por
lo segundo cierta irona tpica, entre cmica y sombra que
informa sustancialmente la marcha del relato. Ambos elemen
tos son, naturalmente, indistinguibles en sus escritos: de tal
modo forman un todo inseparable, se soportan de manera
recproca. Se ha emparentado a Kafka con el movimiento ex
presionista alemn de su poca y, a decir verdad, no es, en el
fondo, equivocada tal relacin. No poda ser de otro modo si
se piensa que, acuciado por los problemas ms urgentes de su
tiempo, el autor deba caer necesariamente en su esttica ms
seductora. Pero aun dentro de una expresin artstica que, por
decirlo as, lo contena, Kafka sabe animar su manifestacin
literaria en el molde de una fisonoma absolutamente peculiar.
Esta peculiaridad, que se liga al relato mismo, se caracteriza
por cierta ingenua disposicin del planteo, por la marcha entre
grave y leve de la narracin, de tal modo que, sin perjuicio de
experimentar el lector un vago desconcierto, presiente a un
tiempo que algo trascendente ocurre en el fondo del relato.
Intuye, por ejemplo, que algo pasa en las afueras del inslito
proceso que se le instruye a Jos K. .., por mucho que en el
seno de la organizacin que lo condena muy poco se sepa, en
definitiva, del procesado y slo se cumpla un procedimiento
que debe llegar, necesariamente, al desenlace rutinario de la
sentencia.
El humor es otro ingrediente caracterstico de lo que po
dramos llamar la manera de Kafka. Nadie en su gnero lo ha
manejado con igual sabidura ni con parejo sentido del ele
mento pattico que lo informa. Su comicidad roza a cada paso
con la tragedia ms honda porque es profundamente humano.
Abarca no slo el aspecto de lo cmico inmediato, aquel que
VALORACION DE KAFKA
83
precisamente nos trae a las mientes al arte de Chaplin sino que
est presente al lado o formando parte de los episodios de ms
tensa expresin dramtica. Reside tanto en los tres hombres de
barba y levita que habitan solemnemente la casa de los Samsa
{La Metamorfosis) como en los episodios con que comienza el
proceso de Jos K... o en las tribulaciones del agrimensor F. (en
El Proceso y en El Castillo) ; tanto en la inolvidable figura
de los ayudas (en su ltima novela) como en la irnica presen
tacin de Klamm o del abogado Huid en aquellas dos. En
algunos casos lo grotesco se confunde con lo siniestro: basta
recordar a Gardana, en El Castillo o a la corrompida Brunel-
da, en El Proceso, imgenes una y otra de entidades decadas
de su misin.
Pero, como lo anticipramos, este humor no puede separar
se de la manera esttica de Kafka. El humor es la obra, del
mismo modo que lo es su particular visin potica de las cosas,
de la cual se ha hablado mucho menos, curiosamente, que de su
filosofa. Se ha pensado poco que sus consecuencias metafsicas
resultan por implicacin: que son inmanentes e indeliberadas,
por decirlo as, en su obra. Proceden de las cosas mismas, si se
las mira del modo genialmente objetivo con que las ve Kafka;
es decir, reducidas a su mnima presencia, libradas, por tanto,
al hecho mismo de su existencia inmediatamente inexplicable,
desconcertante, absurda. Menos se ha pensado en el vario pro
cedimiento de su esttica, con ser el tema de una importancia
primordial. Es Kafka el novelista, es decir, el artista, quien
debe interesarnos primero, si es cierto que todo en l proviene
de su don especfico. Es bajo este aspecto que quisiramos con
siderarlo, siquiera fuese brevemente.
Equivoca el lector comn si cree que la originalidad de
Kafka reside slo en sus asuntos. Y a este respecto parece in
til afirmar que una caracterstica de absoluta particularidad
la encontramos en la marcha de los mismos: es decir, en la
tcnica. Es sobre todo aqu donde lo que hemos llamado la
congenialidad con el autor resulta ms urgente. De otro modo
mal se comprenderan aquellos rasgos esenciales que se rela
cionan de un modo directo con la captacin profunda de la
obra. Qu goce experimentarn frente a ella esos lectores que
tienen la atencin puesta en el final, que lo esperan todo del
suceso como acto cumplido, es decir, como sucedido, si uno de
84
DAVAR
los caracteres fundamentales de la esttica kafkeana es preci
samente el de la infinitud, el de la eterna repeticin y con ello
la indiferencia del eplogo? Por esto es que ciertos lectores
absorben mal o no la absorben, sencillamente, una obra como
El Castillo, en que el eplogo no puede ser porque su esencia
es la bsqueda infinita. El arduo goce de un escrito semejante
slo puede obtenerse por una intuicin que se detenga en los
momentos singulares, en el fragmento, del mismo y moroso
modo que el autor se detuvo, complaciente es decir, como este
ta en su escritura. No hay otra manera de comprender El
Castillo que esta detencin intuitiva en el pasaje: que es tanto
como perderse en su tiempo interior, en su ntimo modo de
marchar. Tan slo all, en esta captacin temporal, tendr lu
gar la plena comunin con Kafka: porque all se da la forma
esencial, potica, de su arte.
Esto que decimos refirindonos a la novela en que el tema
kafkeano de la infinitud alcanza su ms alto nivel es igual
mente vlido para aquellos escritos que, como El Proceso, pare
cen tener un desenlace preciso, ntimamente ligado con la aven
tura del hroe. De ah que esta ltima novela sea, quiz, de las
tres de Kafka, la ms incomprendida. En Amrica o en El
Castillo el lector poco avisado si es que los lee hasta el fin-
retiene, lo quiera o no, siquiera la atmsfera que alienta en
ellos. Impedido de sacar consecuencias, su relacin con el
autor es tal vez por esto ms sincera. En El Proceso la con
clusin la ejecucin de un inocente incita a las conclusio
nes. Y ya sabemos que concluir es equivocarse. Tanto ms si
las conclusiones pretenden mantener al libro en el plano de su
apariencia inmediata, literalmente circunstancial, en que acos
tumbra moverse el protagonista. Para comprender esto es pre
ciso recordar que las novelas de Kafka (como, por otra parte,
todos sus escritos) transcurren en ms de un plano. Hay en
ellas un orden banal, evidente, al lado de un orden metafsico
o religioso. A veces, como sucede en El Proceso la obra puede
ser gustada en un solo plano sin apercibirse demasiado, al me
nos conscientemente, de su otro aspecto. En otras, como en
El Castillo esta operacin se vuelve difcil. Por algo esta nove
la es la piedra de toque del conocimiento de Kafka. En este
sentido me atrevera a decir que la menos comprendida de las
obras notables de Kafka es La Metamorfosis. Entendiendo por
VALORACION DE KAFKA
85
incomprensin falsa interpretacin. (El desconocimiento de
El Castillo no llega siquiera a esto.) Y es que en El Proceso
hay ese plano judicial, fcilmente observable, que se basta a
s mismo como crtica de una Justicia que escapa a la medida
humana y cuya consideracin exacta lleva ms o menos lcida
mente a la adivinacin de su sentido ms trascendente. En La
Metamorfosis, en cambio, el carcter de la transformacin del
protagonista suele detener al lector en el umbral de lo fants
tico sin posibilidad de columbrar su alcance trascendente.
Por todas estas consideraciones, ms que por una presunta
dificultad primera al tomar contacto con sus escritos, es que
podemos concluir que Kafka no es autor fcil. Y una de las
razones que obstan con ms eficacia a su conocimiento autnti
co radica en el modo absolutamente original con que se ligan
en l los elementos biogrficos y los estrictamente literarios. Re
conocerlos por separado y advertir el lazo que los traba son
operaciones ms fciles, naturalmente, que apoderarse de la
forma misma de la relacin. Esta relacin no es simple, por
cierto. Hay en los relatos de Kafka algo ms que la mera
trasposicin fantstica de su peripecia como hombre y es que
sus escritos componen tambin el curso de su vida, la acaban,
por as decirlo, en el seno de una dialctica inescindible. Ms
que un testimonio son el paso mismo de Kafka. Y ste debi
confundirlos con esa pequeez que se atribua a s mismo,
asumirlos en una filosofa que descubre en una indescifrable
omisin el primer sntoma del desacuerdo entre el hombre y
su mundo. Por esto, tal vez, por advertir en las cosas, siquiera
fuese prima facie, un signo de irresistible indiferencia es
que dispuso la anulacin de sus escritos, prohibi, a travs de
su amigo y albacea Max Brod la posibilidad misma de un lec
tor. De aqu, tambin, que las narraciones de Kafka entren
difcilmente en los cuadros consabidos de los as llamados
gneros literarios. Objetivamente concebidas, desenvueltas en
el plano de una descriptiva ingenua y prescindente, las nove
las de Kafka rebasan el marco clsico del gnero para entrar en
la desapasionada marcha del informe. Nadie parece haber se
guido ms al pie de la letra el consejo de Flaubert: .. .es
cribir la vida ordinaria como se escribe la historia o la epope
ya... Esto explica el carcter esencialmente episdico y,
por lo tanto, infinito de los relatos de este autor. Episdicos
86
DAVAR
como la historia y, como sta, sin desnaturalizar el carcter de
totalidad. Sus relatos son truncos en la medida en que reflejan
una nota esencial de la vida: su inslita e implacable intermi
tencia.
Se han intentado muchas valoraciones de Kafka. Sin partir
a priori de un punto de vista filosfico y abordndolo desde
el terreno mismo de la novela, encontramos en Kafka una pro
funda y novsima interpretacin de la realidad y una morali
dad o filosofa, si se quiere, curiosamente indita. Se me dir
que toda novela contiene o pretende una interpretacin del
mundo y que en todo escritor hay, tambin, un moralista. Se
argir, asimismo, que no hay nada estrictamente nuevo bajo
el sol y que Kafka tiene sus antecedentes filosficos y novels
ticos en un Kierkegaard o en un Dostoievsky. Forzoso es admi
tirlo. Con todo, sin embargo, queda un margen de originalidad
evidente, radicado en una tcnica novelstica que no tiene
precursor en cuanto procedimiento, es decir, en cuanto es de
liberada y procede por una captacin particularmente aguda y
universal del material esttico. Lo que en un Dostowieski o en
un Flaubert aparece como el producto inesperado y ocasional
de un genio esencialmente vario, en Kafka es el resultado de
una aplicacin tpica, temtica, siempre igual a s misma.
Aqu deba asumir necesariamente aquella forma restringida,
en la medida en que sus temas no podan pasar de esas tres o
cuatro cuestiones conflicto paterno, sentimental, racial y de
vocacin que lo haban absorbido por entero en una dialc
tica inseparable de su modalidad artstica.
A este propsito cabe decir que el tema de los antecedentes
literarios de Kafka no ha sido excesivamente estudiado. Se co
noce qu autores lea: Kleist, Hesse, Hamsum, Flaubert, Fon-
tane, Stitfer, George, Kassner, Hofmannsthal. A qu mencio
nar a Goethe? Y sin embargo hay que leer a Melville, a Dic-
kens, a Dostowieski para encontrarnos y sorprendernos con
precursores, si es que as puede llamrseles tratndose de
Kafka. A veces es un Lord Dunsany quien nos sorprende. Sin
embargo es, ms bien, una iluminacin a la inversa. Borges
ha hecho notar entre nosotros este descubrimiento retrospecti
vo a que nos lleva la lectura de Kafka, mostrndonos en los
autores menos sospechosos de vecindad la vena paradjicamen
te kafkeana con que escriban. Esta iluminacin nos revela
VALORACION DE KAFKA
87
por lo dems la simplicidad del mecanismo que anima los re
latos de Kafka, probndonos que la supuesta complejidad de
que suele acusrsele es slo el resultado de su representacin
esttica, perfectamente inscripta en la marcha simple de la
aventura. Como en Moby Dick, para no citar sino a Melville,
lo trgico se desprende involuntariamente de las cosas mismas.
Es una saturacin. Porque todo est implcito la aparien
cia es simple. Qu mejor ejemplo en nuestra lengua que Don
Quijote ?
No quisiera terminar esta conferencia sin aludir a una justa
curiosidad. Se ha hablado tanto del pesimismo de Kafka que
resulta imposible eludir el problema de su posicin frente a un
mundo que aparece absurdo: indiferente a las idas y venidas
de un protagonista que resulta vencido por la norma indiscer
nible de la fatalidad. Es difcil dar una respuesta adecuada a
la pregunta que se esconde en esta hiptesis. Satisfacerla del
todo aceptar el pesimismo o el optimismo de Kafka supone
arribar a una conclusin y ya dijimos lo que significa concluir.
Si esta operacin contiene, en general, el peligro de robustecer
el error esa posibilidad se acrecienta en el caso de Kafka, cuyos
escritos denuncian a cada instante la infinitud y lo inacabado.
Kafka no concluye jams. Todos sus escritos son truncos.
Como la vida si es que practicamos a su respecto la suspen
sin de todo principio (lo llamemos lo Absoluto o lo Indestruc
tible) tal como lo hace Kafka al poner a su protagonista en un
medio provisionalmente sin respuesta. Pero es este mismo vaco,
esta suspensin lo que nos obliga a tomar partido.
Qu duda cabe de que este partido ha de inclinarse por lo
positivo, proclamar la esperanza en el seno mismo de la desola
cin? Sin la posibilidad y, por consiguiente, la espera de
un principio supremo que gobierne las cosas, la dialctica de
Kafka no tendra sentido; ni siquiera desde su propia negati-
vidad. Recordemos el final apotesico de Amrica, cuyo
Teatro de la Naturaleza es algo ms que una caricatura y
recordemos, sobre todo, su ltima novda, que es como su
ltima palabra. Todo lo equvoca que sea la atmsfera brumosa
de El Castillo es imposible no admitir en los afanes del agri
mensor la bsqueda de una Autoridad que debe existir. Falta,
aciagamente, la fe, la fe de los otros, la de aquellos que no se
creen ya, como K. llamados. Y esta carencia amenaza co j hun-
88
DAVAE
dir a cada paso al hroe, que no logra sobreponerse al ambien
te, que es el error. Pero ya su existencia, el slo deseo de uno,
prueba la Autoridad, el Dios perdido. No me buscaras si ya
no me tuvieras...
Kafka busc. Estuvo, pues, por la vida y por la vigilancia
incansable de sus valores.
MARIO A. LANCELOTTI
Notas inditas de Dora Dymant
sobre Kafka
Dora Dymant muri en Londres el 15 de agosto de 1952, a con
secuencia de una larga enfermedad. Esta noticia pas inadvertida
cmo no habra de ser as? Slo algunas personas saban que
la compaera de Franz Kafka viva an, en Londres, y en condiciones
que en cualquier otra parte que no fuera Inglaterra hubiera significado
sin duda la miseria. 1
Dora Dymant jams tuvo que desviar de s la atencin del pblico,
porque nunca la provoc, ni por su palabra ni por sus actos. Por lo
que s, una sola declaracin suya fu publicada por la prensa, la interview
que concedi a Nicols Baudy, para Evidences, cuando su paso por
Pars. Y, sin embargo, todos los que la conocieron saban hasta qu
punto importaba que estuviera aqu, y no solamente a causa del gran
poeta cuya vida comparti, durante un breve ao, o, si se quiere, durante
casi treinta aos.
La figura de Dora Dymant no corresponde a la historia literaria,
ni siquiera para aquellos que vean en ella un reflejo de la luz de Kafka.
Irradiaba su luz propia, la irradi sobre l, que desde siempre se debata
en la sombra, y a quien trajo el descanso, la irradiaba an en su
derredor, en este medio judo de Whitechapel que haba elegido para
vivir. La importancia que tena Dora para todos los que la conocan
est demostrada por la rapidez con que se propag la noticia de su
muerte. A su entierro no asistieron escritores ni periodistas, la noticia
no lleg hasta ellos; slo estuvieron aquellos para quienes Dora trabaj,
represent y cant, y que, ahora, lloraban sin freno bajo la lluvia en el
1 La ayuda que la ley inglesa actual concede a toda persona que no
est en condiciones de trabajar, ya sea inglesa o extranjera, le permiti
vivir hasta su muerte, si no con holgura, al menos decentemente.
90
DAVAB
gran cementerio judo del East End. Aquel da hubo terribles tempes
tades en Inglaterra. Trombas de agua helada hacan vacilar las negras
siluetas hundidas hasta los tobillos en la arcilla. Slo se poda avanzar
tirando violentamente cada pierna para arrancarla del suelo. La lluvia,
sin embargo, slo golpeaba los rostros en aquel campo sin rboles, des
nudo, nada ms que los rostros que ya chorreaban, nada ms que este
rostro, a mi lado embadurnado de negro por el color de un gorro de
papel desteido, que distribuan en la puerta del cementerio a guisa
de sombrero.
Cmo esta desolacin no iba a evocar la desolacin lujosa del viejo
cementerio judo de Praga donde Kafka est enterrado? All, en aquel
lugar extrao donde la vegetacin acorrala a la piedra, Kafka est en
terrado junto al padre y a la madre con los cuales tuvo tantas dificul
tades para reunirse en vida, con los que jams pudo reunirse. Pues si
Dora Dymant no tena familia, en el sentido en que Kafka tuvo una,
ella est entre "los suyos en el nico lugar que pueda sin duda an
pertenecerle en la Europa que quiso dejar dos veces y donde dos veces
la muerte la retuvo.
Dora Dymant no vivi verdaderamente en Londres. Con la parte
ms intensa de s misma, la ms inaccesible al cambio, viva en 1923
en Berln, ms bien el Berln de posguerra viva intacto en ella. Con
toda su energa, su amor por la vida, su coraje y su lucidez, viva en
Whitechapel y cumpla el nico trabajo que se senta llamada a realizar.
Pues si Dora Dymant no pensaba deber intervenir en el debate que se
abri un poco en todas partes sobre Kafka, tom para s una difcil tarea,
una tarea que dejara quizs un da de ser necesaria pero que por el mo
mento era imperiosa: salvar la lengua idisch de la muerte que la ame
naza, all donde puede ser momentneamente salvada. La poesa y la
literatura idisch eran a sus ojos la nica parte de verdad que poda pre
servar y transmitir. No solamente escriba adems de sus notas sobre
Kafka, deja un gran nmero de escritos en idisch que debern apare
cer sino que organizaba conferencias, reuniones, sesiones de lectura,
representaciones, durante las cuales se disfrazaba y lea varios papeles a
la vez, declamando, imitando, cantando, haciendo cantar, y desplegando
ante el pblico, al que haba que hacer volver hacia antiguas emociones
casi olvidadas, las extraordinarias dotes de artista que no haba querido
desarrollar en el teatro. Est de ms decir que en esta actividad no
pona la pasin hacia las cosas ya muertas que tantas veces revela el
aficionado al folklore.
NOTAS INEDITAS DE DORA DYMANT
91
Era una pasin razonada, motivada por la desaparicin de la'Polonia
juda de la que haba huido en su juventud, como tantas otras y que
sin embargo no la haba dejado jams.
Un da Dora recibi la visita de una mujer joven, una cantante que
la ayudaba a recoger los viejos textos de canciones y participaba
en sus conferencias. Vena a anunciarle una afligente noticia cuya im
portancia no comprend en un principio. Poco tiempo atrs y por una
gran casualidad esta amiga haba conocido una anciana rusa que vi
va desde casi cincuenta aos en Londres y que milagrosamente saba
an todas las canciones de su juventud. No las cantaba quin se lo
hubiera pedido? pero poda volverlas a encontrar una por una, sin
esfuerzo, y restituirlas al odo, tan puras como a su nacimiento. Recoger
estas melodas cuya existencia misma estaba olvidada no era evidente
mente un trabajo de poca importancia, era en todo caso algo que
demandara mucho tiempo. Como Dora ya no poda moverse de la
cama, su amiga haba arreglado la entrevista algunas semanas atrs.
Vena justamente a anunciarle que la entrevista no tendra lugar pues
la anciana haba muerto la vspera. Asist a la desesperacin de Dora,
desesperacin espectacular, violenta y cmica, porque exageraba el ren
cor tenaz que Dora tena realmente, en el fondo, contra la anciana
que se le haba ocurrido morir sin avisar. Los ojos y las manos decan:
"Se puede partir as, no es una incongruencia, un robo? Por su voz,
por la riqueza de inflexiones y de gestos que haba sin duda heredado
de una tradicin? de Kafka mismo?, probablemente de los dos
y que eran en ella no una manera de subrayar el discurso sino de con
ferirle su existencia real, comprend cuanto le importaba verdaderamente
ms la prdida de las canciones que la muerte de la mujer.
Pues no quera ni poda exponer ideas, estaba atenta a los descu
brimientos de los dems, y cuando se trataba de Kafka, llena de curio
sidad, resignada tambin a escuchar muchos errores. "Poco importa,
deca, Franz tiene tiempo. De este modo no rectificaba lo que juzgaba
falso, se limitaba a relatar los hechos con los gestos que creaban el
detalle verdadero y desenmascaraban el error. La justeza del tono la
haba adquirido sin duda junto a Kafka. De ella proceda su ascen
diente sobre todos los que la rodeaban, ella tambin le daba un funda
mento seguro a la generosidad que pona en todas las cosas de la vida
y que la enfermedad jams empa.
92
DAVAB
A pesar de su actividad y tnalgrado los que la rodeaban, Dora estaba
sola. Bien veo lo que ella daba a los dems; pero a ella qu poda
drsele? Lo que le corresponda lo haba recibido veinticinco aos atrs
en su totalidad y necesitaba todo su tiempo para ordenar esta herencia.
Tena poco ms de veintids aos cuando conoci a Kafka, tena cin
cuenta cuando muri y slo es al principio de su enfermedad cuando
empez a escribir sobre l. Estas notas de las que se leern algunos
extractos ms adelante son un intento paciente para comprender ver
daderamente lo que su extrema juventud le permiti vivir en la admi
racin, sin preguntar nada. Estn escritas en alemn, "porque, deca, slo
se puede hablar de Franz en su idioma. Nada ofrecen que se parezca
a una tesis filosfica o religiosa, pero uno no podra equivocarse acerca
del esfuerzo que significan ni acerca de la marca que llevan.
A los que la interrogaban sobre Kafka no eran muchos los que
lo hacan, y tampoco creo que ello los alentara Dora no tena nada de
definitivo ni de nuevo que ensearles. Sobre todo, no estaba en condi
ciones de contestar a las preguntas "fundamentales que no se dejaba
de plantearle sobre la posicin de Kafka, con respecto al problema
religioso, por ejemplo. No habra sido como l verdadera, escrupulosa
y prudente si hubiera podido contestar de inmediato a tales preguntas.
Cuando se la apuraba demasiado, se vea obligada a decepcionar a su
auditorio advirtindole que erraba el camino. Supongo que tuvo que des
concertar, ms aun chocar a ciertos espritus vidos de verdad fcilmente
asimilable. Me cont cmo el traductor ingls del "Proceso y del
"Castillo, Edwin Muir, un hombre por el que tena, por otra parte,
la ms profunda estima, le preguntaba cada vez que se vean: "Pero,
en fin, Kafka tena Fe? y como ella le contestaba invariablemente
"No, contestacin escandalosa para un hombre a quien este problema
mucho preocupaba pero que, si no estaba desprovista de malicia, traduca,
sin embargo, bien la advertencia que quera dar: no podemos empezar
las cosas all donde l quiz termin, no podemos tomarlas si no es all
donde el mismo las vea, en la vida ms simple, en el contacto doloroso
e inevitable con los objetos y con los seres. No hablis de Dios dnde
y cundo habl de l? pero miradlo vivir, leed sus libros, miradlos con
la ms pura atencin, con la precisin ms aguda de la mirada, y si lo
consegus, lo que es difcil, habra dicho, es cierto, que no conseguiris
respuesta alguna pero al menos dejaris de dar la espalda a lo que
buscis.
NOTAS INEDITAS DE DORA DYMANT
93
Y si uno deseaba realmente escucharla, si uno quera preguntarle
nicamente lo que estaba en condiciones de contestar, Dora se volva
entonces inagotable. Sobre esto, lo deca todo, nada agotara las cosas
que vivi antao, sin comprenderlas. La ancdota que recordaba motivada
por un llamado telefnico, el lugar de un mueble, una carta le haban
parecido entonces un juego. "El juego y la exageracin del juego hacan
integralmente parte de lo que l tena que decir y como yo jugaba
realmente nunca saba si l jugaba a medias o si estaba serio. Ahora
la ancdota evocada se cargaba de pronto de sentido, de una densidad
de sentidos igual a la de una pgina escrita por Kafka. ¡Cmo quisi
ramos repetir todos los relatos que Dora contaba! Todos contienen una
parte de lo que Kafka quiso decir en su vida y en su obra. Todos
revelan una faz de su verdad.
He aqu dos que no encontr en el "Cuaderno de Dora pero que
anot a medida que hablaba. La primera data de la poca en que conoci
a Kafka y relata un hecho que retuvo celosamente a pesar de su insig
nificancia aparente:
"Yo era entonces cocinera en una colonia de vacaciones de nios
judos, en Muritz, en la costa del Bltico. Desde haca algn tiempo
encontraba a menudo, en la playa, un joven acompaado por una mujer
y varios nios que cre suyos. Me impresion y me atrajo de pronto tan
vivamente que no titube en seguirlo all donde poda. Pero yo lo crea
casado y me desesperaba. Un da nos advirtieron que, por la noche,
tendra lugar una cena un poco excepcional, en honor del Dr. Kafka.
No conoca al Dr. Kafka, y por otra parte tena trabajo en la cocina.
Lleg mientras preparaba la cena. Cuando entr en el comedor para
sentarme con los dems, reconoc al joven de la playa y me invadi
la alegra. Haba venido solo, no estaba, pues, casado. Los nios parecan
muy intimidados por la presencia de este seor desconocido al que lla
maban doctor y al que evidentemente importaba impresionar del mejor
modo posible. Tiesos en sus sillas, preocupados por hacerse valer, inquie
tos, asustados. Uno de ellos, sin duda el que tena ms miedo, se levant
para ir a buscar un objeto que faltaba sobre la mesa y como sucede
en tales casos, hizo un paso en falso y se cay.
Las risas y las pullas estaban prontas a desencadenarse, tanto ms
que los dems nios tambin estaban ms o menos paralizados por la
turbacin. Pero antes que hubieran estallado las risas, antes que el nio
fuera humillado pblicamente Kafka exclam vivamente, con tono
admirativo: ¡Qu bien te has cado, y qu magnficamente te has le-
94
DAVAR
yantado! No slo estaba a salvo el amor propio del nio, sino que
tambin poda gustar una especie de gloria suplementaria que no susci
tara la envidia de nadie.
La otra ancdota tiene tambin una criatura por hroe, esta vez
una niita. Quiz se encuentra en alguna parte una mujer que ha
guardado, como se guardan los juguetes de la infancia, la historia de
su mueca escrita por Franz Kafka:
"Cuando estbamos en Berln, Franz iba a menudo al parque de
Steglitz. Yo lo acompaaba a veces. Un da encontramos a una niita
que lloraba y que pareca completamente desesperada. Le hablamos,
Franz la interrog y supimos que haba perdido su mueca. Al instante
Kafka inventa un cuento bastante plausible para explicar esta desapari
cin. "Tu mueca se ha ido simplemente de viaje, lo s, me lo escribi
en una carta. La nia parece sospechar. "La tienes contigo? "No, la
olvid en mi casa, pero te la traer maana. Intrigada, la nia ya ha
olvidado a medias su pesar. En cuanto llega a casa Franz se pone a
escribir la carta y se entrega a esta labor con la misma gravedad que
para componer una obra, en el mismo estado de tensin que se apode
raba de l apenas se sentaba junto a una mesa, ya sea para escribir una
carta o un telegrama. Era, por otra parte, un verdadero trabajo, tan
esencial como los otros, ya que a todo precio era necesario que la nia
no fuera engaada, sino realmente calmada, que la mentira fuera pues
transformada en verdad mediante la verdad de la ficcin. Al da si
guiente corri a llevar la carta a la niita que la esperaba en el parque.
Como no saba leer, l le ley la carta en voz alta. La mueca declaraba
que estaba cansada de vivir siempre en la misma familia, expresaba su
deseo de cambiar de aire, en una palabra, de alejarse de ella, niita a
quien mucho quera pero de la cual deseaba separarse un poco. Prometa
escribir todos los das y de hecho Kafka escribi todos los das una
carta relatando aventuras renovadas sin cesar y que evolucionaban muy
rpidamente conforme al ritmo particular de la vida de las muecas. Al
cabo de unos cuantos das, la nia olvid la prdida real de su juguete
y slo pensaba en la ficcin que se le ofreca en cambio. Franz escriba
cada frase de la novela con una minucia y una precisin plena de
gracia que volva a la situacin muy aceptable: la mueca creci, fre
cuent otras escuelas, conoci otras personas. Siempre segua confir
mndole a la nia el cario que le inspiraba, pero haca alusin a la
complicacin de su vida, a otros deberes, a otros intereses que le im
pedan por el instante volver a seguir la vida en comn. Invitaba a la
|
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EXTRACTO DEL REGLAMENTO
PRESTAMO DE LIBROS #
por quince das prorrogadles
solicita personalmente en la
El lector que retuviere un libro ms tiempo del
sealado pagar por cada da de retraso y por
cada libro, un centavo de multa.
El lectorque conservare en su poder un libro ms
de sesenta das, perder el derecho al prstamo.
El lector que pierda un libro deber reponerlo.
La Biblioteca se reserva el derecho de rHimrff' si*
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DE LA CASA DE LA
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REVISTA DAVAR
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EPISTOLARIO
DE
BARUJ SPINOZA
CON UNA INTRODUCCIN DE CARL GEBHARDT
Traduccin directa del latn y prlogo de
OSCAR COHAN
POR PRIMERA VEZ EN CASTELLANO
Goethe ha dicho: EL EPISTOLARIO de Spinoza es el libro
ms interesante del mundo por su sinceridad y amor a los
hombres
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$ 8 m/n. NO SOCIOS $ 13. m/n.
EDICION DE LA S. H- A.
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DAVAR
REVISTA LITERARIA
43-44
SECRETARIO DE REDACCION
BERNARDO VERBITSKY
PUBLICACION BIMESTRAL
POR LA SOCIEDAD HEBRAICA
EDITADA
ARGENTINA
SUB COMISION DE DAVAR DE LA
SOCIEDAD HEBRAICA ARGENTINA
Leonardo Glusberg
Lzaro Liacho (Secretario)
Marcos Diner
Mximo Yagupsky
Abraham Rosenvasser
Acabado de imprimir el 22 de abril de 1953
Macagno, Landa y Ca., Aroz 164. Buenos Aires
HOMENAJE DE DAVAR
A WEIZMANN
Ha dicho Tolstoy que la vocacin artstica no se mani
fiesta por el amor al arte sino por el amor a la hu
manidad, y si pensamos en Weizmann, poltico, y en
Weizmann el sabio, es fcil llegar a la conclusin de que aquel
amor a la humanidad es la condicin de la grandeza autn
tica cualquiera sea la forma de expresin que la manifiesta.
Fu un hombre de ciencia eminente y un poltico genial
pero ni la ciencia ni la poltica fueron para l objetivos en
s. Le mova un impulso moral y sus xitos en los dos campos
fueron puestos al servicio de su pueblo y de los otros pueblos.
La personalidad de raz popular de este judo ruso, re
presentante tpico del prodigioso mundo de la judera orien
tal, signific desde su aparicin la mayor humanizacin de
una idea necesaria. Encarn en su natural dignidad la ms
adecuada sntesis entre el sentimiento popular y la majestad
de un Herzl. Esta facultad de armonizar signos contrarios
constituye una caracterstica de su mentalidad y su obra.
Cuando trabaja a principios del siglo en un laboratorio
suea con el hallazgo de un mtodo para producir protenas
sintticas que sirviesen de barato alimento para el pueblo.
Cuando suea con el Estado de Israel pone sus mayores ilu
siones en el trabajo a cumplirse en Palestina. Es un idealista
prctico porque todos sus esfuerzos nacen de su fe en un
sueo y porque cree que slo el trabajo puede convertirlo en
realidad.
Herzl haba despertado la vieja nostalgia. Mientras otros
proponan territorios africanos o cualquier lugar sin vnculo
6
BAYAS
con la tradicin juda, Weizmann desde el primer momento
fij las aspiraciones propias y las de su grey en Palestina, el
antiguo solar de la raza desposeda.
Toda la labor de Weizmann se cumple en la misma di
reccin hacia la que tienden las fuerzas de la Historia, pero
hay un instante en que la grandeza de Weizmann se impone
a las circunstancias, las excede y las domina al mismo tiempo.
Es en aquel inolvidable 24 de julio de 1918 cuando coloca
la piedra fundamental de la Universidad de Jerusaln, en
aquel maravilloso escenario cuya misma soledad sirve para
dar mayor resonancia a todos los ecos que vienen de la Biblia.
Entre las piedra.- y el arenal que los ingleses teman que los
turcos pudiesen reconquistar en cualquier momento esta
ban a tiro de can del Monte Scopus se estaba realizando
un gran acto de fe por medio del cual los judos tomaban
posesin de la tierra prometida. Definicin espiritual y afir
macin poltica, era el primer paso, forzado por la visin de
Weizmann, que daba comienzo de cumplimiento a la Decla
racin Balfour.
Ms feliz que Moiss, Weizmann lleg a la tierra vislum
brada, pero como Moiss, vag cuarenta aos en el desierto.
Propios y extraos trataron de desorientarlo en esa marcha
penosa, pero la brjula de su fe lo mantuvo en su rumbo,
porque esa fe no era arrogante seguridad en s mismo sino
fe en su pueblo. No le importaron las negaciones en la lucha
poltica mientras la colonizacin laboriosa fuera la respuesta
a sus esperanzas. As consigui en medio de las alternativas
de la historia ganarle la batalla al tiempo. Cuando las cir
cunstancias internacionales permitieron el milagroso acuerdo
de voluntades, Israel era una realidad capaz de justificar la
confianza del mundo. Israel era ya digno de su oportunidad.
Toda la poltica de Weizmann tendi a lograr esa preparacin
para el momento preciso y los hechos confirmaron su idea de
que mejor que mostrarse vana y prematuramente belicosos
contra la potencia mandataria, era dar prioridad al trabajo
constructivo en la seguridad de que slo de este modo el
tiempo actuara en su favor. Largo y rido fu ese tejer y
destejer el hilo de la historia con hebras de una nerviosa
impaciencia y una trmula esperanza, pero estructurado el
HOMENAJE HE HAVAE A WEIZMANN
7
pas se pudo apoyar con actos la reclamacin de los derechos.
Se debe as en buena parte a Weizmann el que en esta cita
del pueblo de Israel y su destino, ambos fueran puntuales.
Esta coincidencia, vital para Israel, tambin importa al
mundo, que legaliz e impuso la nueva realidad. El 29 de
noviembre de 1947 el mundo civilizado, a travs de una de
cisin memorable admiti por primera vez con tal amplitud
que el problema judo no era slo un problema de los judos
sino un problema de la humanidad. Y "Weizmann mejor que
nadie simboliza el perseverante esfuerzo y tambin el alto
precio en dolor y desesperacin para lograr ese reconocimiento
que proclama que es la humanidad toda la que avanza me
diante todo triunfo de la justicia. Por eso la creacin de
Israel constituye un captulo tan importante en la historia
de nuestro tiempo. Por eso Weizmann, grande para los ju
dos, es asimismo una figura universal.
El Hombre y su
Perfectibilidad
Es el hombre esclavo, o soberano? Es una vctima de las circuns
tancias aun cuando contribuyera a crear algunas o es o
podra al menos aspirar a ser el dueo de su destino? Qu
puede ofrecer la larga historia del pueblo judio como respuesta a este
problema?
A primera vista, podra parecer que la historia juda es la ilustracin
trgica del desamparo del hombre. Qu pueblo ha estado en estos l
timos dos mil aos ms a merced de las fuerzas externas del mundo?
Pero sta es apenas una impresin superficial. Observando ms profunda
mente, la leccin que extraemos es muy distinta.
Las naciones, como los individuos, imprimen su sello en la historia
de dos maneras: por lo que son y por lo que hacen. Ambos conceptos
claro est, son interdependientes. El carcter se expresa en la accin,
y la accin revela el carcter. Pero la influencia definitiva de una nacin
o un individuo, se mide ms por el ejemplo de su carcter que por el
movimiento que hayan podido producir en los acontecimientos humanos.
La accin es, naturalmente, ms espectacular aue el carcter. Produce
un efecto ms obvio. La epopeya de la conquista de casi toda Europa
por Napolen es ms impresionante, en la superficie, que el quieto re
trato moral del alma de Lincoln. Pero en ltimo anlisis el carcter de
Esta pgina del extinto presidente de Israel, resume lo que bien
puede llamarse su Credo. Weizmann que ya en su libro autobiogrfico
A la Verdad por el Error mostrara su alta calidad de escritor, revela
aqu la, hondura de su pensamiento, y la esencia de su fidelidad a lo
judaico, condicin sta que pocas veces ha sido tan eficazmente enfo
cada. Difcil es definir lo judaico, lo que hace ms admirable la for
ma en que Weizmann delimita el significado y el contenido de lo que
es a la vez ideal y vocacin, destino y misin.
EL HOMBRE ¥ SU PERFECTIBILIDAD
9
Lincoln, ejerciendo su influencia en el nuevo mundo, produjo efectos
ms duraderos y ms benficos que las hazaas de Napolen.
Nos encontramos, pues, ante la extraa paradoja de que el carcter
produce valores ms duraderos que la hazaa. Lo que el hombre es,
significa ms, a la larga, que lo que el hombre hace. Lo mismo sucede
con las naciones. Tomemos un ejemplo clsico: Cul de las dos famosas
naciones de la antigedad, Grecia o Roma, ejerci la influencia ms
profunda en la civilizacin occidental? Roma hizo ciertas cosas, Grecia
era ciertas cosas. Roma conquist el mundo y lo administr; Grecia hizo,
en comparacin, pocas conquistas, pero fue ciertas cosas: fue el pensar,
el sentir, el espritu esttico del mundo antiguo. En cierto sentido y
solamente en un cierto sentido las diferencias existentes entre Grecia y
Roma pueden compararse con las diferencias existentes entre el sacerdote
y el profeta dentro de la historia juda. A cul de las dos civilizaciones
debe ms el mundo moderno? A los conquistadores y procnsules de
Roma o a los pensadores y cientficos de Grecia? A los profetas de Israel
o a sus sacerdotes? Creo que la respuesta es clara.
Al estudiar la historia juda por su contenido especfico, cul es el
motivo constante que la anima? Descubrimos que es un pueblo obsesio
nado por una idea: la idea de la perfectibilidad del gnero humano;
perfectibilidad aqu, en este pequeo mundo nuestro, no en algn pa
raso del futuro. Sin negar una futura existencia, la filosofa juda se
concentr siempre en nuestro planeta particular. Ser lo que se ha dado
en llamar un justo, he aqu a lo que se aspiraba.
Esta perfectibilidad como ideal no significa que el pueblo judo se
considerara perfecto. Por el contrario, no hay pueblo que cuente con
tanta literatura de autocrtica como el pueblo judo. Cuanto ms alta
es la meta ms bajo es, necesariamente, el logro relativo. Pero la perfec
tibilidad aqu y ahora, en nuestro propio medio, ha sido el sueo del judo.
El persistente y obstinado monotesmo judo, que no ceda a la ms
cruenta persecucin, era el acompaamiento obligado de esta creencia
en la perfectibilidad humana. Un Dios severo, exigiendo la perfeccin
de la humanidad, he aqu, resumido, el credo judo.
Me permito afirmar ahora que al perseguir un ideal, el hombre
reafirma su soberana y su libertad. Si dependiera enteramente de las
circunstancias, mal podra perseguir nada. El sera el perseguido. En
todo momento obrara impelido por el dictado de los factores externos.
10
DAVE
Desafiar las fuerzas externas, superar las circunstancias, es proclamar
la soberana del espritu humano.
Jams hubo relacin alguna entre la fuerza fsica del pueblo judo
y su influencia sobre el espritu humano, ya que la fuerza fsica o
poltica del pueblo judo jams signific mucho. Su influencia no se
midi por su significacin como potencia poltica, social o financiera;
dependi de la fuerza de la idea, y en esta forma constituy siempre
una reafirmacin de la supremaca del hombre sobre las circunstancias.
El monotesmo, la suprema importancia de la perfectibilidad en este
triste mundo sublunar, la negativa a someterse a una fuerza superior, el
derecho a persistir como minora: he aqu los elementos principales de
la contribucin juda al progreso humano.
No pretendo afirmar que todos los judos, o todos los grupos de
judos, hayan sido consecuentes en su contribucin a esta idea. Desde
los tiempos ms remotos, los conductores del pueblo han castigado seve
ramente las desviaciones de esta conducta. Pero en lo fundamental, el
pueblo judo no ha dejado de cumplir esta' funcin: proclamar la pre
valencia del espritu humano sobre la brutalidad de las circunstancias.
Es claro que, al referirme a los judos como a los propulsores de la
soberana de la idea, y en consecuencia, como los maestros de la libertad,
no estoy hablando de formas abstractas, de teoras o filosofas, sino ms
bien de las formas que stas asumen al incorporarse a la vida de hombres
y mujeres y a los instrumentos sociales. La contribucin juda a los valores
humanos, all donde el judo haya permanecido fiel a s mismo, ha
emanado del ser. Entre judos no se conceba que un filsofo proclamase
las excelencias de un sistema y practicara otro que viviera divorciado
de sus propias teoras. Por inteligente y capaz que un hombre fuera,
no poda ser maestro si lo que deca no estaba de acuerdo con su manera
de vivir, si su vida y su prdica no constituan un ejemplo. Porque, se
arga, no poda dirigir la vida de otros quien era incapaz de dirigir
la propia. Si lo que es no complace ni a Dios ni a los hombres, qu
valor puede tener lo que diga?
El deseo de hallar la perfeccin, de superar lo fsico y hallar la
armona del ser, constituye la nota afirmativa a lo largo de la historia
juda. Naturalmente, no ha sido una nota constante; se ha visto frus
trada desde afuera, ha vacilado desde adentro; pero el milagro consiste
en que no se haya borrado; aun existe, aun es capaz de rendir sus
EL BOMBEE Y SU PEEFECTIBILIDAD
11
frutos. Se la encuentra all donde las comunidades judas viven de
acuerdo con la tradicin.
A esta altura de la historia de la humanidad, es difcil profetizar
si las afirmaciones humanas han de triunfar sobre las negaciones,
si el espritu creador se sobrepondr a la destruccin. Una cosa es
cierta: entre las afirmaciones, la que se desprende de la larga historia
del pueblo judo es de singular valor. Como siempre, las cantidades
fsicas comprendidas son insignificantes en comparacin con los vastos
problemas de la humanidad. Esperemos empero que, como siempre, la
influencia que pudiera ejercer est fuera de toda proporcin con las
cantidades fsicas
JAIM WEIZMANN
El Lder de un Movimiento
y de un Pueblo
La personalidad de Weizmann encarn la condicin y la responsa
bilidad de jefe del movimiento sionista durante 35 aos. No hubo
lder judo que al igual de Weizmann haya recorrido un camino
tan largo y lleno de dificultades, dotado de tanta paciencia, perseve
rancia, perspicacia y flexibilidad. Fu el smbolo del renacimiento judo,
su embajador y portavoz. Como soador que predica un feliz porvenir
a su pueblo, hizo surgir recuerdos y reminiscencias del pasado lejano,
exigi sacrificios del Estado que existi tan slo en la imaginacin, pero
arraig en sus hermanos la fe en que a la brevedad lo veria reconstruido.
Desde su infancia concentr su pensamiento en el pas desolado y
entristecido. Ese pensamiento ferment en l, lo tuvo absorbido, y
llen todo su ser. Esta idea lo arranc de su ciudad natal y lo llev
a Suiza e Inglaterra en donde se prepar para el desempeo de su
misin. En nombre de esa misin domin su sed de estudio, abandon
su laboratorio, eligiendo el difcil camino de conductor de un pueblo
disperso que del punto de vista poltico aun no exista. El camino
que le toc recorrer nunca fu claro ni seguro; tampoco conduca di
rectamente hacia la meta. Tuvo conciencia el Dr. Weizmann de la
Louis Lipsky es una de las figuras ms importantes del judaismo de
los Estados Unidos, pas donde naci hace ya 77 aos. Consagrado a
la actividad sionista dirigi entidades y peridicos que lucharon por
el Estado Judo. En 1927 se reunieron en tres tomos una parte de sus
escritos. En Renacimiento de Israel compilado por Ludwig Lewinsohn
y editado en castellano en 1937 con prlogo de Gerchunoff figura su
trabajo Se oyen canciones en el Monte Seopus publicado al inaugurar
se la Universidad Hebrea.
EL LIDER DE UN MOVIMIENTO Y DE UN PUEBLO
13
imposibilidad de definir el sionismo mediante una definicin lgica
y precisa. Todo el movimiento sionista fue fruto de condiciones espe
ciales. Teniendo como base los elementos del sionismo tradicional la
esperanza, el sueo, la fe toc a los lderes de la misin aprovechar
las ocasiones que fueron surgiendo de las condiciones irregulares, y
utilizarlas para el beneficio de su causa. Solamente en momentos ex
cepcionales nos fue dado fijar las normas de conducta del movimiento
a travs de manifestaciones o algn acto. Principios y reglas, frmulas
y slogans respondieron a las necesidades de la propaganda y los pro
gramas que se confeccionaron fueron ms bien resultado de las cir
cunstancias que de propsitos definitivos.
El Dr. Weizmann fu el lder indiscutido en una poca de cons
truccin y de actividad poltica. No intervino en las rencillas partida
rias. Supo elevarse por encima de las discusiones inmediatas y como
centinela experimentado del pueblo de Israel dirigi su mirada hacia
lejanas y supo distinguir el lugar hacia donde se encaminaba el mo
vimiento. Comprendi que deba extender su mirada y su vigilancia
a mltiples direcciones para evitar un desastre. Su preocupacin prin
cipal fu la suerte del movimiento y por ello no toler actos precipi
tados. A travs de toda su actuacin sionista se sinti siempre responsable
por el destino mismo de su pueblo, procediendo como si le correspon
diera cumplir una orden secreta que no debe ser revelada sino a esas
personas excepcionales capaces de comprenderla. Por ello no obstante
las severas disputas que surgieron con motivo de su conduccin tam
bin sus opositores aceptaron colaborar con l en vistas del fin comn,
llegando a darle su apoyo hasta los que desconocieron el sueo de su
vida. Un lazo misterioso de comprensin les uni y les inspir con
fianza y fe en sus aptitudes de conductor. Su flexibilidad result
su fuerza.
Weizmann valoriz ms las conquistas alcanzadas en Israel que los
xitos en el campo poltico. En cada colonia que se levantaba en el
pas vi el triunfo de nuestro trabajo. Cada dnam adquirido, cada
rbol plantado, constitua para l un logro importante. Cada escuela,
establecimiento educacional o profesional le serva de prueba sobre el
poder decisivo del movimiento. El Instituto cientfico que levant en
Rejovot le sirvi de arma poltica. Con arrogancia de poltico defenda
sus conquistas, pero supo bajar la voz cuando la obra concreta se lo
reclamaba. Nunca pronunciaba palabras ltisonantes.
14
DAVAB
El afn de apresurar el fin y la falta de paciencia de sus contrin
cantes siempre le preocuparon. Slo contra su voluntad se complic
en discusiones sobre la meta final del movimiento. Como brillante ora
dor no las evit. No hubiera llevado al tapete los variados clculos
diplomticos, como los del Estado binacional, Federacin, o divisin
del pas, etc., si no hubiese sido obligado por las circunstancias. Pero
cuando se dejaba enredar en esas discusiones era cuando ms se iba
afianzando en su conviccin de que slo la obra de construccin del
pas fomentara la benfica unidad de todas las corrientes polticas, y
que en cambio todos los clculos polticos contribuiran a aumentar la
confusin y agudizar las divergencias.
Weizmann preconizaba la paz y llamaba a la concordia. Pero el
pueblo se rebel contra este concepto pacfico, la actuacin mesurada y
las discusiones sutiles y todo ese empeo de encontrar un camino de
reconciliacin con los judos no sionistas, con los rabes y los ingleses.
Ms de una vez provoc la ira del pueblo en contra suyo, y en dos
ocasiones fu alejado de su cargo. Pero no por mucho tiempo. A poco
le era conferida nuevamente la investidura de la presidencia y la carga
del conductor. El pueblo no alimentaba profunda fe en que su camino
condujese verdaderamente a la redencin de un futuro no muy lejano.
Ni l mismo tuvo esa seguridad. Fu un hombre de ciencia que se
ocupaba de objetos visibles y tangibles.
Si hubiese dependido de l hubiera renunciado en horas graves a
las llamadas cosas grandes y se hubiera contentado con poco, a con
dicin de que dentro de ese poco hubiramos podido disponer de com
pleta libertad de accin. Agachaba la cabeza frente a la embestida de
cada ola y vinculaba sus esperanzas a posteriores coyunturas con tal
de conservar las fuerzas vitales acumuladas. En su empeo por lograr
la concordia disminuy el paso en el camino que se traz, un camino
angosto y lleno de dificultades.
Pero en el movimiento rein muchas veces otro temperamento, el
cual rehusaba reconciliarse con las condiciones reinantes, rechazando
rotundamente la consigna de que "lo impuesto no debe ser denunciado.
El movimiento pretenda dar plena y pblica expresin a su deses
peracin y su ira. Anhelaba la conduccin de quien supiese elevar la
voz por encima del trueno del combate poltico. Al agotarse la pa
ciencia del Movimiento, la fe sola, sin ser acompaada de una accin
adecuada no poda apaciguar su nimo atormentado. La cmoda pers-
EL EIDER DE UN MOVIMIENTO V DE UN PUEBLO
15
picacia de los hombres de accin mesurada, provocaba su ira. Se de
cidi a apresurar el fin.
Las divergencias alrededor de la meta final y los sistemas de tra
bajo, fueron despedazados al chocar con la cruel realidad cuando subi
al poder el mximo carnicero alemn y el mundo se convirti en una
montaa sacudida por un terremoto. Los hombres bestias haban ex
pedido su veredicto sobre el pueblo judo. Cuando Weizmann volvi
a ocupar la presidencia despus de cuatro aos de alejamiento, ya
se extenda la sombra de una guerra total sobre el mundo y en espe
cial sobre el pueblo judo. Y no hubo de quien esperar compasin. La
actividad del Dr. Weizmann choc con un grueso muro. Haban en
durecido los corazones de los polticos. El Dr. Weizmann al mirar
sus rostros comprendi el profundo cambio y se sinti acongojado por
esa transformacin y por el soplo de helada indiferencia que proceda
de ellos. Les habl a veces en tono de abierta recriminacin y siempre
con amargura. Vi cmo sus hermanos eran pisoteados como objetos
despreciables, no habiendo quin se acordase de sus derechos de hom
bres, sin que nadie se estremeciese presintiendo lo que estaba por suceder.
Poco despus se unieron finalmente los pueblos amantes de la li
bertad para borrar el gobierno de la maldad y a sus secuaces. Un hlito
de fe y de seguridad atraves de nuevo el mundo, hasta que lleg
la paz codiciada. No obstante ello, cuando los ejrcitos aliados del
Oriente y del Occidente marcharon al encuentro de la victoria, se
olvidaron del pueblo que fu vctima del ataque mayor, y mostraron
indiferencia por el destino de cientos de miles de nuestros hermanos
que fueron conducidos como ganado para la matanza desde los cam
pos de concentracin hacia las cmaras de gas. No les prestaron ayuda
ni levantaron un dedo para salvarlos. Vieron a decenas de miles de
judos escapar de manos de sus asesinos y les cerraron el camino de
la salvacin, que conduca a Eretz Israel. Y pretendieron ocultar su
rostro de aliado ms fiel inclusive hasta en la hora de festejar la
victoria. En esos das de amargura, cuando todas las puertas del
mundo se nos cerraban, nuestro pueblo moviliz todas sus fuerzas
fsicas y morales para afrontar el combate decisivo. Los sucesos horren
dos produjeron una transformacin en el alma de nuestros hermanos.
El espritu de rebelda se apoder de ellos. Estaban resueltos a no
mendigar ms compasin, a no someterse a quien les haba atacado.
Haban derramado demasiado sangre y soportado demasiadas decep-
16
DAVAB
dones. Su determinacin fu frrea: golpear al enemigo donde lo
encontrasen. Esa determinacin se convirti en la orden del da. Todos
los judos tomaron parte en ese combate, que tuvo lugar en todo el
mundo: en las calles de Varsovia, detrs de las lneas del frente de
los nazis, en los ejrcitos aliados, frente al estallido brutal del antisemi
tismo en las ciudades de Amrica, y luego en la heroica defensa del
Ischuv de Eretz Israel. Una nueva conciencia haba madurado en la
conciencia tanto de los sionistas como de los no sionistas. El frente de
Eretz Israel se extendi hasta la Dispora. El pueblo judo enfrent
su hora decisiva. Sobre la balanza fu puesta la dignidad y el honor
judo, su coraje y su fe. Ningn judo a quien era caro el nombre de
Israel pudo mantenerse a distancia. Tan slo unos pocos se negaron
a apoyar ese combate.
Esta defensa juda, en un orden mundial, hizo posible la primera
guerra triunfal del joven Estado contra los ejrcitos de todas las
naciones rabes. Todo el movimiento sionista se moviliz para ese
combate. Se puso punto final a las discusiones, las que fueron reem
plazadas por la accin.
Ese captulo fu el ms hermoso de la vida de Weizmann. No per
miti que sus derrotas personales afectasen su fe. Tampoco eligi el
aislamiento espiritual encerrndose en s mismo. Su alma estuvo li
gada al alma del Ischuv. Algunas de las semillas del renacimiento
judo, orgullo y decoro del Ischuv, fueron sembradas por l. Ech
los cimientos de la Universidad Hebrea, contribuy al desarrollo del
Tecnicum de Haifa, fund el Instituto Sief y luego el Instituto Weiz
mann. Particip en la creacin y desenvolvimiento de las Colonias del
Emek. Fu testigo de las dificultades iniciales de toda la obra de
construccin de la patria.
Weizmann extendi su mano a la rebelin. Tom parte en el
combate desplegado al lado de sus hermanos sin formular queja al
guna. Ech por tierra costumbres y un modo de pensar de cincuenta
aos, particip en todas las negociaciones realizadas, compareci delante
de varias comisiones investigadoras en Eretz Israel, en Wshington
y en la UN. Su testimonio fu siempre de mucho peso. Su voz fu
la voz fiel de la Dispora exponiendo su misin y su derecho sobre
el pas. Sus palabras siempre dieron en el blanco. Se encontr en el
fragor del combate cuando se declar el Estado Judo y el Gobierno
de Israel tom sobre s la responsabilidad de gobernar el pas. Fu
EL LIDES DE UN MOVIMIENTO Y DE EN PUEBLO
17
electo primer Presidente de Israel. Su casa en Rejovot se convirti
en un smbolo del Estado. Agotadas sus fuerzas fsicas pero con un
cerebro lcido y conservando intacta la fe falleci el domingo 21 de
Jeschvan. Como al tiempo de su vida y desde los primeros aos del
movimiento sionista, al fallecer, su nombre uni a todos los judos
del mundo entero en un sentimiento de congoja y fe comn.
LOUIS L1PSKY.
Oracin de Ben Gurin
stamos viviendo el sentimiento de nuestra orfandad. En
la madrugada de ayer se extingui la vida del centi
nela del pueblo hebreo, el centinela de su generacin, el
primer presidente de Israel, un eximio qumico, una figura
dotada de una inspiradora fascinacin y de una excelsa in
teligencia.
Durante ms de un ao y merced a su gran fortaleza vital
luch con la muerte. Este es el fin fatal al cual no puede es
capar ni el ms grande. Y por cierto fu Weizmann la figura
juda ms eminente de su tiempo, pues a travs de decenios
sirvi de foco luminoso, fuente de inspiracin de ideas y ac
ciones, de sueos y realizaciones y nadie tuvo antes tan des
tacada participacin en el surgimiento del Estado de Israel.
No fu el primero. Fu precedido por figuras magnficas
que cumplieron grandes cometidos, cada uno en su plano;
una en el campo de acciones y realizaciones, otra con el
vuelo de su visin y su dominio sobre corazones humanos:
Edmundo de Rotschild y Teodoro Herzl. Cada uno de ellos
fu nico en su gnero, sin parangn durante su vida y
sin heredero despus de su muerte.
Slo una concepcin falsa y vulgar ver en el famoso
filntropo a un rico caprichoso, derrochando su dinero en
forma arbitraria en beneficio de una utopa.
Esta es la Oracin que pronunci ante el Parlamento de Israel el
primer ministro David Ben Gurin.. al comunicar a los miembros de la
Knesset el fallecimiento del primer presidente del Estado Judo.
OEACION BE BEN GlION
19
Este vstago francs del abolengo de los Rotschild fu
iluminado por la visin del surgimiento de su vieja patria
y hasta el fin de sus das, que acaeci a una edad avanzada,
fu esta visin la meta de todos sus pensamientos y de sus
anhelos ms ntimos, de lo que tuve ocasin de convencerme
en una conversacin mantenida con l, pocos das antes de
su fallecimiento.
No le precedi ni le sucedi persona alguna de recursos
financieros tan vastos y de espritu tan generoso que haya
beneficiado tanto a su pueblo con la bendicin de su riqueza
y amplitud de su alma. Cometi errores y olvid a veces que
lo fundamental es el hombre en su capacidad creadora y reali
zadora, pero no obstante sus equivocaciones, quin sabe si
llegaramos a poseer lo que es nuestro hoy en da sin las pri
meras obras de colonizacin sostenidas y ampliadas por el
famoso filntropo.
Mucho ms grande y potente fu la aparicin y la in
fluencia de Iierzl, que cual un poderoso meteoro resplande
ci sobre el cielo triste y sumido en tinieblas de la Dispora
a travs del breve perodo de su actuacin sionista en total
7 u 8 aos logrando transformar con el esplendor de su
visin y genio de estadista la faz de su pueblo, marcando
un sendero nuevo hacia su redencin.
Herzl fu el primero; soador y revolucionario crey en
la posibilidad de abreviar distancias. Como la mayora de
las definiciones debe tambin sta aceptarse con cierta re
serva, pues Herzl no fu el creador de la idea sionista, ni
un innovador en su concepcin estatal. Le haban precedido
Pinsker, Kalisher, Alkalay, Spinoza, Don Josef Hanasi, Shlo-
mo Molcho y otros. Pero fu Herzl el primero, por el vuelo
audaz y luminoso de su visin y el primero en crear los ins
trumentos para realizar su plan estatal. Herzl vino a su
pueblo, al que casi no conoca, consiguiendo romper todos los
lazos que le ligaban al pasado y a su ambiente de origen, y
apresur la llegada a la meta, extinguindose en la plenitud
de su vida.
Weizmann no posea la riqueza inmensa de Rotschild ni
ejerca el fabuloso encantamiento de los sueos de Herzl.
20
DAVAE
No lleg como ellos del judaismo asimilado de occidente, que
haba roto todo contacto con el resto del pueblo.
Weizmann lleg desde adentro, desde el medio judo ms
autntico, de un pequeo pueblo de la zona delimitada para
los judos cuna y centro del judaismo del mundo de
aquel entonces. Desde una existencia cultural juda, y de
una realidad popular, se asom Weizmann al gran mundo
adquiriendo el conocimiento de la ciencia y de la vida. No
fu el antisemitismo el origen de su sionismo, el cual slo fu
nutrido por su judaismo. Como hombre de ciencia no crea
en saltos sino en un crecimiento evolutivo, desconociendo tal
vez que los procesos histricos no son idnticos a los proce
sos en la naturaleza aunque en ella misma sucede que pro
cesos ocultos maduran en una explosin repentina.
Y he aqu el milagro: lo que no pudo lograr Rotschild
con sus millones, lo que no fu dado alcanzar a Herzl con
la fuerza hechicera de su visin fu realizado por Weizmann
en los dos terrenos a la vez, sin que en ninguno de ellos le
fuera dado disfrutar de conquistas fciles o accidentales. La
personalidad de Weizmann congenia armoniosamente con la
visin estatal del primero y la obra de colonizacin del se
gundo. Pero Weizmann no fu un mero reflejo de Rotschild
y de Herzl; todo su carcter, su idiosincrasia y su concep
cin del mundo eran esencialmente distintas pues derivaron
de su visin personal de los problemas, siempre en relacin
con las fuentes vivas de su pueblo, e igualmente determinada
por los adelantos de la ciencia y la sabidura de nuestros
tiempos. Ello revela el secreto de su grandeza y explica la
naturaleza de la gran influencia y de la fama internacional
de que disfrut Jaim Weizmann.
En los ltimos 150 aos el pueblo judo di al mundo
algunas personalidades cuya actuacin e influencia han de
jado huellas profundas en el mundo entero, sobrepasando
las fronteras de su pas natal. Mencionar tan slo a dos:
Disraeli en el siglo xix y Trotzky en el siglo xx. Pero ambos
lo mismo que otras semejantes se han convertido en figuras
internacionales por su actuacin e influencia no como judos
y no en funcin del pueblo judo, sino por su contacto con
aquellos pueblos que los absorbieron.
ORACION DE BEN GURION
21
La nica figura de magnitud internacional que fu total
mente juda, no por su origen y su raza si no por su actua
cin dentro del pueblo judo y en su nombre fu la figura
del Dr. Weizmann. A travs de toda la historia juda no se
puede encontrar a otro judo, que haya gozado de semejante
posicin internacional.
Herzl fu sorprendido por la muerte casi a principios de
su actuacin y resulta difcil pronosticar su destino hist
rico si hubiera seguido viviendo. Ms claro es el hecho de
que Weizmann no se benefici nunca con resultados de fcil
alcance y que no recibi en herencia nada, de nadie. No pocos
aos pobres en pensamiento y en accin transcurrieron desde
el creador de la Organizacin Sionista hasta la aparicin de
Weizmann como jefe del movimiento sionista y su conductor
supremo.
Tanto Herzl como Weizmann nacieron con la corona real
puesta sobre sus cabezas. Los dos fueron los elegidos del
pueblo antes de que alguien los hubiese designado. No fu
el Congreso el que eligi a Herzl; Herzl, en quien el pueblo
vi a su lder, fu quien eligi al Congreso y le di toda la
trascendencia de una asamblea de la nacin y la jerarqua de
su ms alta tribuna. Tambin Weizmann fu colocado a la
cabeza del movimiento sionista, presentndole su primera gran
conquista poltica la Declaracin Balfour sin ser miembro
del ejecutivo sionista. Pero en contraste con Herzl ya tiene
en su activo una intensa y fructfera militancia en las filas
de avanzada del sionismo, pues Weizmann fu sionista desde
su nacimiento ya que desde su nacimiento fu ntegramente
judo. Pero ha de disminuir la figura de Weizmann quien
la apreciase tan slo como una bendita sntesis entre sionismo
prctico y poltico, o una fusin de Rotschild y de Herzl.
Tanto al gran filntropo, que se hizo acreedor del nombre
de padre de la colonizacin, como al venerado creador de la
organizacin sionista, a los dos precedi y tal vez hizo surgir,
el julutz annimo, el cual no contribuy a la redencin de
su pueblo con riquezas fabulosas, ni tal vez lo ilumin con
visiones profticas. Pero no fu pobre el jalutz annimo. La
riqueza de su alma no poda ser medida con oro y el vigor
de su sueo result ms fuerte que la muerte. Ofreci al
22
DAVAR
surgimiento de su pueblo un modesto regalo su propio ser,
pero su ser entero. De la antigua Jerusaln, de la lejana
Hungra, de la extensa Rusia, de Rumania, llegaron hace
muchos decenios, aun antes de existir la Organizacin Sio
nista y aun antes de iniciarse la moderna obra de colonizacin,
invirtiendo su trabajo, su herosmo y su amor a la vida, en
forma incondicional y sin escatimar esfuerzo alguno, para re
construir la patria echando los cimientos para una vida na
cional e independiente.
Pocos y aisladamente llegaron los primeros jalutzim an
nimos. Por largo tiempo el pueblo ni los comprendi, y mu
chos de ellos sucumbieron y cayeron, tan terriblemente penosos
fueron los primeros pasos que conducan hacia la creacin
de una patria y de un pueblo. Pero la corriente jalutziana
no se interrumpa. Una vez que se hizo camino, fu como un
caudal creciente, aunque imperceptible al igual que un to
rrente estrepitoso, que bullese en las profundidades de la
tierra. Despus de la desaparicin del gran visionario pol
tico y creador de la organizacin sionista se extinguieron
las luces y en su lugar brill una llama falsa y engaadora.
Llegaron entonces das de pequeneces y de confusin y fue
ron estos pioneros los que salvaron la obra y la visin con su
modesto aporte de la realizacin personal en su vida y en
su muerte.
Jaim Weizmann no se encontraba entre aquellos hombres
annimos, y su actuacin antes y despus de haber adqui
rido fama se concentraba en el movimiento sionista oficial y
en su obra poltica y prctica. Pero no hubo lder sionista,
salvo el Dr. Ruppin, que justipreci tanto el valor y la fun
cin decisiva del sionismo jalutziano, como Weizmann, y na
die como l supo captar las vibraciones del alma jalutziana
en su fervor realizador.
Weizmann no lleg a identificarse con la masa jalutziana
en su vida cotidiana y gran parte de ella no comparti sus
conceptos polticos. Pero no hubo sionista fuera de las filas
jalutzianas, que valorizase como l la obra jalutziana y esas
cualidades jalutzianas que imprimieron su sello sobre Weiz
mann. Su profunda afinidad espiritual con los pioneros de la
ORACION DE BEN GURION
23
realizacin constituy el tercer rasgo que caracterizaba la fi
gura tica de Weizmann.
Me muestro parco y eso intencionalmente en mis re
ferencias sobre la grandeza de Weizmann en un aspecto esen
cial: me refiero al valor cientfico que represent el presi
dente desaparecido. Y lo hago no porque la vasta y fructfera
obra cientfica de Weizmann en lo que a las ciencias qumicas
se refiere, no guarde relacin alguna con el movimiento sio
nista y con la creacin del estado judo. Todo lo contrario.
No hubo dos Weizmann, Weizmann el sionista y Weizmann
el qumico. El sionismo de Weizmann fu cientfico aunque
se alimentaba de las tradiciones y del sentir del pueblo judo;
y la ciencia de Weizmann sirvi con fidelidad y constancia
a la obra sionista, tanto en lo poltico como en lo que a la
colonizacin se refiere.
Tal vez se pueda ver una casualidad que las investigacio
nes qumicas de Weizmann durante la primera guerra mun
dial hayan facilitado el logro de la Declaracin Balfour.
Pero no es casual la obra cientfica de Weizmann y de sus
colaboradores en Israel. Fu fruto de firmes principios y del
concepto de que el Estado de Israel, su economa, su cultura
y su seguridad, no descansarn sobre la base firme sin el cul
tivo mximo del genio cientfico judo y sin el apoyo de las
conquistas cientficas modernas y los adelantos constantes.
Como nadie supo Weizmann definir el verdadero valor
que tiene el avance de la ciencia y de la tcnica para el por
venir y existencia de nuestra patria. De este modo si no me
he detenido a resear el valor cientfico de Weizmann, es
porque la justa y exacta apreciacin de su aporte cientfico-
puede ser ofrecida nicamente por un experto en la materia.
No todo lo que Weizmann hizo, fu coronado por el xito.
Le toc soportar muchas decepciones, siendo algunas de ellas
originadas en la organizacin sionista y otras de la situacin
internacional. Esas decepciones lo hirieron profundamente
pero nunca lograron doblegar su espritu. Weizmann como
judo ntegro no supo lo que era desfallecer y renunciar a
sus propsitos, conservando an en los momentos de ms gran
de amargura la entereza de su espritu y la profunda fe,
24
DAVAR
tanto en el futuro de su pueblo como en el triunfo de la ver
dad y de la justicia, que llegar para la humanidad entera.
Pero Weizmann no tuvo tan slo decepciones, tuvo el
privilegio que no alcanzaron grandes y numerosos conducto
res tanto del pueblo judo como de otros pueblos: arrib a
su meta en vida, lleg a ver el Estado de Israel. Fu su pri
mer presidente.
Y sta fu a su vez la suerte del Estado de Israel. Weiz
mann fu cual una corona en su cabeza al renacer despus
de 2000 aos.
Ayer se extingui el hombre; Weizmann en su forma cor
prea no existe ms. Weizmann la figura histrica y reden
tora, su aureola, no oscurecern nunca.
DAVID BEN GUBIN.
Ischuv: Se designa as por extensin al conjunto del pueblo judo
agrupado en Israel.
Jalutz: el pionero, el que constituy la vanguardia colonizadora
en Israel.
Recuerdos e Impresiones
sobre el Dr. Weizmann
El arte de gobernar es un fenmeno nuevo en la vida juda. Siem
pre existi alguna clase de gobierno entre los judos, pero no
por eleccin, ni se aceptaba incondicionalmente y sin criticas
sino que se reconoca la autoridad, limitada principalmente a las esfe
ras religiosas y espirituales. La observacin de rabi Akiba de que Israel
sin sus ancianos es como un pjaro sin alas, ejerci una instintiva atrac
cin sobre los judos dispersos. Sin embargo, no siempre la conduccin
es el arte de la poltica y puede decirse que, en cuanto a la prctica,
el arte de gobernar de los judos, en la ms amplia acepcin de la
palabra, termin con el Yavneh de Ben Zakkai. Hubo en la historia
juda una serie de dramticos intentos de revivir el gobierno judo, pero
todos fracasaron. Disraeli soaba con la poltica juda, pero sus sueos
slo quedaron como expresiones literarias. Lassalle tuvo un momentneo
impulso de dedicarse a la liberacin de los judos, pero slo fue un
impulso juvenil. Cremieux podra haber sido un gobernante judo, pero
a pesar de su intenso judaismo estaba demasiado implicado en la pol
tica francesa.
La refirmacin de la poltica juda advino con Herzl, quien ech
las bases de una poltica nacional y cre el instrumento para dar al
pueblo la direccin de un guDemante judo, que diez aos despus de
su muerte asumi Jaim Weizmann. Exista el programa, la plataforma
y parte del mecanismo, pero no el nombre ni las condiciones y oportu
nidades necesarias. Jaim Weizmann fue el hombre. Capt el espritu
de la poca y sus oportunidades y merced a sus cualidades surgi como
el estadista capaz de realizar la poltica nacional juda.
La personalidad del Dr. Weizmann ya estaba fundida con la historia
juda mucho antes del fin de su vida. Tuvo la dicha de ver la realiza-
26
DAVAE
cin de algunas de las esperanzas y sueos que inspiraron y constitu
yeron la mayor empresa de su existencia. Concret sus esperanzas. Ha
ba dado forma a los esfuerzos del pueblo judo para lograr el antiguo
hogar de sus antepasados y tuvo la inesperada fortuna de ser el jefe
del hogar por el cual luch. Difcilmente hubiera pensado que eso suce
diera durante su vida.
El primer presidente de la Tercera Comunidad juda es un grato
personaje para el historiador, el bigrafo y el literato. Su rica persona
lidad, sus dones, su vitalidad y su cordialidad, son tan proverbiales como
su gigantescas hazaas. Toda clase de ensayos pueden hacerse en torno
al tema Jaim Weizmann. Slo los muy competentes podrn hacer jus
ticia y dar una resea completa no slo de sus hazaas como sionista
sino del hombre, su temperamento, su ascenso, su influencia sobre el
sionismo y sobre la judera como conjunto y sobre el mundo exterior.
Habiendo tenido el privilegio de una estrecha relacin con l durante
ms de tres dcadas, de haberlo visto casi diariamente cuando estaba
en Londres y de haber observado el florecimiento de su genio desde
antes de la declaracin Balfour, creo interesante publicar mis apuntes
e impresiones sobre el comienzo de su carrera.
I
Mi primer contacto personal con Weizmann data de 1915. Por su
puesto, lo conoca de antes. Cuando se estableci en Inglaterra, su
nombre ya era conocido para los sionistas, pero no fu de importancia
visible el impacto que caus entre los sionistas ingleses. Estos eran fie
les discpulos de Herzl, mientras se saba que Weizmann lo criticaba
siendo uno de los dirigentes del grupo democrtico y despus infati
gable opositor al proyecto Uganda. Tambin haba atacado constante
mente a Israel Zangwill, querido y admirado por las masas judas a
pesar de su Organizacin Territorial, y la forma sino la esencia de sus
ataques disgustaba a muchos sionistas. Su breve asociacin con el
Dr. Moses Gaster (quien como se saba era rival de Herzl) y su pos
terior oposicin a la jefatura de Wolffsohn contribuyeron a que per
maneciese alejado del sionismo ingls. Tena una cantidad de partidarios,
no slo en Mnchester, donde viva, sino tambin en Londres, pero
eran un tanto tensas sus relaciones con la Federacin Sionista de Gran
Bretaa dirigida por Joseph Cowen, y el ntimo amigo de Herzl,
RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMANN
27
I
J. N. Greenberg, el ms capaz de los discpulos de Herzl y una can
tidad de partidarios del mismo y con su sucesor Wolf fsohn.
Amigo de Ajad Haam, que le prest su aliento moral en su oposi
cin hacia los jefes sionistas de la poca, el Dr. Weizmann atrajo a
una cantidad de intelectuales sionistas que estaban sujetos a la influen
cia del maestro del sionismo espiritual. Pero mucho despus del retiro
de Wolf fsohn, en el dcimo Congreso, en 1911, la direccin del sionis
mo ingls segua controlada por los denominados "polticos.
En el dcimo Congreso vi por primera vez al Dr. Weizmann "en
accin y aprend a apreciar su distincin. Era el primer Congreso al
que asist para informar a una serie de peridicos momento emocio
nante de mi carrera y aunque decepcionado por el eclipse de Wolff-
sohn, la hbil oposicin del Dr. Weizmann, su cordialidad y su conduc
ta posterior hacia el hombre a quien ayud a eliminar y a quien solici
taba el apoyo al plan Universitario Hebreo, dejaron una indeleble im
presin reveladora de energa y sinceridad. Esta impresin fu ampliada
en el undcimo Congreso de Viena, en 1913.
Como resida en Mnchester y no estaba estrechamente vinculado
al sionismo local poco se conoca all de las actividades de Weizmann
entre bastidores. Mucho se ha escrito de su estrecho contacto con Bal-
four durante una eleccin en Mnchester. Pero tales contactos en la vida
poltica inglesa, especialmente durante las elecciones, no son notables.
Mucho antes, cuando viva Herzl, los dirigentes de la Federacin Sio
nista haban hecho una encuesta a los principales candidatos, durante
una eleccin parlamentaria, referente a su actitud hacia las aspiraciones
judas en Palestina. La mayora de las respuestas fueron positivas. El
contacto con Balfour slo fu til a la luz de los acontecimientos pos
teriores. Pero Weizmann, como Herzl y otros, incluso Sokolow y Ajad
Haam, siempre consideraron que el sionismo era mejor entendido en
Gran Bretaa que en los dems pases. Como miembro del Ejecutivo
Sionista, Sokolow visitaba Londres con frecuencia y durante sus visitas
debe haber visto a Weizmann.
En 1912 Sokolow lleg a Londres con el propsito de restablecer el
contacto sionista con el gobierno britnico, interrumpido desde el recha
zo del proyecto Uganda. Pero su visita tena otro objeto. Se proyectaba
entonces enviar una misin a Rusia para persuadir al gobierno ruso a
levantar las restricciones al sionismo y como se hablaba de un acercamien
to entre Gran Bretaa y Rusia, se sugiri que aqulla podra emplear
su influencia ante el gobierno zarista para que no impidiese la accin
28
DAVAR
del sionismo. Hubo rumores de que Israel Zangwill, aunque no mili
taba el sionismo, estaba preparado para unirse a dicha misin que
presidira Sir Francis Montefiore y en la que participaran varios no
judos. Habiendo tenido el privilegio de la relacin de Sokolow desde
la adolescencia, que con el curso de los aos se transform en una
ntima amistad, yo conoca algo de sus movimientos, aunque por en
tonces mostr una rara discrecin y no me comunicaba mucho de sus
actividades. Tal vez estaba en guardia conociendo mi asociacin con
Lucan Wolf cuya hostilidad a la Rusia Zarista hall expresin en
todos sus artculos polticos y m,s conspicuamente en el semanario
"Darkest Russia que diriga. Sin embargo, nada sucedi con el plan
sobre Rusia. Sokolow volvi a Londres en 1913, antes de visitar los
EE. UU., donde logr atraer al sionismo al juez Brandis. Durante
aquella visita estuvo en contacto directo con los altos funcionarios de
la cancillera britnica y hasta fue invitado a la misma por uno de los
secretarios permanentes (Sir Louis Mallet) para informarle que el me
morndum que presentara sobre el sionismo haba sido estudiado por
Sir Edward Grey, entonces canciller. Luego tuvo varias entrevistas en
la cancillera, destacando la conveniencia de que Gran Bretaa se in
teresase en apoyar las aspiraciones sionistas sobre Palestina, desde el
punto de vista humano as como en defensa de sus intereses. El doctor
Weizmann, como miembro del comit de accin y uno de los forja
dores del nuevo Ejecutivo, del que Sokolow era la ms destacada figu
ra poltica, debe haber conocido indudablemente aquellos intentos. Tal
era la situacin en general en 1914, al estallar la primera guerra mundial.
II
Ansiosos por el destino de la judera en Europa Oriental, como con
secuencia de la guerra, los sionistas britnicos, aunque pocos en
nmero, comprendieron que la tarea inmediata era mantener en alto la
bandera sionista. La muerte de Wolffsohn, en los primeros das de la
guerra, fue un nuevo golpe para los partidarios de la denominada es
cuela poltica. Poco se saba de los miembros del Ejecutivo o de sus
planes. La guerra cre una barrera entre los sionistas de los diferentes
pases y tambin entre los miembros del Ejecutivo. Shmarya Levin esta
ba en Nueva York, pero se desconoca el paradero de Sokolow; hubo
RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMNN
29
rumores alarmantes al principio y despus de algunas semanas se supo
que viva y estaba bien; meses ms tarde lleg a Londres con Tschlenow.
Fu para m un alivio verlos en una modesta pensin juda, en Maida
Vale. Cuando me preguntaron acerca de la posicin sionista en Ingla
terra, les habl del casi mesianismo en muchos sectores judos. Los judos
y no judos escriban a la prensa en verso y en prosa que era inmi
nente la salvacin juda. Esto, observ con buen humor Tschlenow,
ser muy interesante para Sokolow. Les pregunt sobre sus otros cole
gas y como sionista me dieron una informacin fragmentaria con la
severa advertencia de que no era para publicar, aunque nada de aquello
era digno de ser publicado. Esperaban ver al Dr. Weizmann.
Unos meses ms tarde me citaron por telfono, para encontrarme
con l en un restaurante kosher en Wardour Street, cerca de Oxford
Street, centro de la industria cinematogfica en Londres. Un conocido
lder comunal judo de Liverpool estaba con l y despus de conversar
un rato me pidi que lo visitase por la tarde en el Hotel Waldorf, donde
se alojaba en Londres. No pens que este primer contacto con el
Dr. Weizmann sera el comienzo de una relacin de ms de 30 aos,
y que estaba destinado a ver cmo esa modesta y enrgica figura, tan
alerta al descender de un cab en el momento en que se acercaba al
hotel, se converta en la ms destacada personalidad de la judera con
tempornea. Nos sentamos frente a una taza de t y me formul algu
nas preguntas sobre las actividades judas y sionistas. Saba que yo
diriga un diario judo y colaboraba en el "Jewish Chronicle y "Jewish
World dirigidos por Leopold J. Greenberg. Le sorprendi que no par
ticipase activamente en el sionismo local. En realidad yo diriga un
Centro Cultural de Jvenes Sionistas, pero no me gustaba la actuacin
pblica. Con su rpida percepcin, comprendi pero era posible admi
tir que en aquellos momentos los sionistas permanecieran pasivos?
Despus de trabajar prefera quedar en casa? A pesar de ello deba
hacer algo. Dnde estaban los dirigentes sionistas de Inglaterra? Qu
hacan? No haba iniciativa. Urgi a Sokolow a venir a Londres. Debia
haber ms actividad. Estaba ocupado en una importante labor de in
vestigacin y dudaba entre Manchester y Londres. A pesar de su ocu
pacin estableca contactos. Aquello le haca perder tiempo y requera
un gran esfuerzo. Pero haba mucho que hacer y poco tiempo por
delante. Dnde estaban los llamados "polticos? Adems del trabajo
externo estaba el frente interno. Los contrarios al sionismo opondran
obstculos. Gaster estaba lejos, Greenberg apartado y Zangwill perma-
30
DAVAS
necia aferrado a su territorialismo. Cowen era muy honesto y dispuesto
a ayudar, pero no se haca nada. Sokolow poda concentrarse ms en
el frente interno; tena ms paciencia y mayor autoridad sobre los pro
blemas judos. Los jvenes sionistas, especialmente los relacionados con
la prensa, deban estar alerta y si era necesario dar ayuda tcnica.
Estas eran en resumen sus enrgicas observaciones. Tena poco ms de
cuarenta aos, pero emanaba el magnetismo de la juventud, de su ar
diente mirada y su expresin fluida pero convincente. Modestamente
me puse a su disposicin para cuanto necesitase, dentro de mi tiempo
limitado. Acept y dijo que utilizara la oferta cuando lo necesitase
agregando quejoso que no tena la menor ayuda tcnica en su trabajo.
Aquel encuentro fu una experiencia singular. No obstante su impre
cisin y a pesar de que no era completamente justificada la queja de
la apata sionista, para quien llevaba latente la iniciativa, sus observa
ciones, impulsadas por sagrada impaciencia, eran de inmensa impor
tancia. Reconfortaba la moral sionista y el efecto inmediato sobre m
fu la decisin, a pesar del temor al aburrimiento, de aceptar el cargo
de miembro del consejo de la Federacin Sionista Inglesa.
No le vi durante un tiempo despus de aquella entrevista, hasta que
nos volvimos a encontrar en el hotel en que se alojaba Sokolow. Fu
poco despus de la desdichada denuncia del sionismo por Sir Francis
Montefiore, en la Sesin de la Junta de Delegados Judos Britnicos.
Era una rara aberracin y fu un tremendo golpe para los presentes
en aquella reunin, que eran en su mayora sionistas. Sir Francis haba
sido presidente honorario de la Federacin Sionista desde la poca de
Herzl; no era ms que una figura decorativa, pero el apellido Monte
fiore era muy importante. El sentimiento antigermano prevaleciente en
Gran Bretaa y explotado por cierta parte de la prensa, aterraba tanto
a Sir Francis que perdi la serenidad y formul una declaracin per
sonal de que no slo interrumpa sus relaciones con una organizacin
fornea como el sionismo, sino que comprenda que el sionismo era
esencialmente un instrumento del imperialismo alemn. Tal declara
cin en pblico y ante la prensa fu considerada tan desastrosa que
el presidente, Sir David Alexander, aunque violento opositor al sio
nismo, se puso inmediatamente de pie y refut aquella afirmacin,
observando que los sionistas ingleses son ciudadanos tan leales y pa
triotas como los dems judos, negando que el sionismo al que se
opona, tuviese vinculacin con el imperialismo germano.
RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMANN
31
Hubo mucha ansiedad y agitacin entre los sionistas, especialmente
para Sokolow que era el nico miembro acreditado del movimiento
sionista en Inglaterra. Pero Weizmann, animoso y optimista, desech
el incidente con uno de sus relatos humorsticos. Era un poco peligroso,
especialmente porque algunos miembros del Ejecutivo estaban en Ale
mania (hecho al que despus se opuso firmemente Jabotinsky) pero
con su siempre presente sentido de la proporcin estaba seguro de
que "sobreviviremos a la estupidez de Sir Francis Montefiore.
La liberalidad y cordialidad del Dr. Weizmann en aquellos das,
sus animosas charlas, sus breves y brillantes comentarios y su persis
tente optimismo fueron fuente de gran energa. Con frecuencia le
desilusionaban los resultados de algunas de sus numerosas entrevistas.
Pero a diferencia de los dems no se desalentaba. Entonces como des
pus le molestaba y detestaba la desesperacin de algunos cuando algo
iba mal. Tena una frase plebeya en idisch, para tal actitud. Era evi
dente que adquira rpidamente la flema inglesa, definida desviacin
del acercamiento continental al que estaba acostumbrado. Se afirmaba
el empirismo ingls y combinado con su valor y su abundancia de re
cursos, aumentaron su energa, su influencia y su autoridad. Eran muy
necesarias en aquellos das de prueba, cuando fueron destruidas grandes
partes de la judera, fu muy afectada la posicin de los judos rusos,
y haba conflictos respecto a la actitud hacia las potencias combatien
tes; conflicto que pronto hall expresin en forma aguda respecto al
problema del servicio militar de los judos rusos en Gran Bretaa;
problema que desdichadamente se uni al plan de Jabotinsky de una
Legin Juda. El Dr. Weizmann debi afrontar de pronto otro nuevo
y grave problema que complicaba su esfuerzo poltico.
J. HODESS.
Perfil de Jaim Weizmann
Sera superfluo, si no imposible, resear aqu el aporte de Jaim
Weizmann a la causa sionista. Reunidos en esta sala se encuen
tran muchos de sus compaeros y amigos que con l recorrieron
casi todas las etapas de su carrera.
Mas como quiera que entre nosotros se hallan personas que tra
bajaron a su lado durante diez, veinte y hasta treinta aos, amigos
para quienes su muerte fue una prdida personal, al mismo tiempo
que empobreci y entristeci nuestro universo, quizs no est por
dems intentar, aunque tan slo en modestsimo bosquejo, el perfil de
ese hombre nico que fu Jaim Weizmann.
Tres aspectos enfocar al acometer tan ingente tarea: Weizmann
el judo, Weizmann el sionista y Weizmann el hombre.
El rasgo ms caracterstico de Weizmann el judo, contemplado
a la luz de la historia del judaismo contemporneo, consiste en la feliz
combinacin del judo oriental europeo con la cultura de Europa occi
dental, en la ms consumada y fecunda sntesis que de estos dos
elementos se haya alcanzado nunca. Y es precisamente este encuentro
entre Europa oriental y occidental, esta amalgama de tradicin juda
y cultura del Oeste, la que en el transcurso de las dos ltimas cen
turias ha planteado el problema fundamental de la historia juda. Fu
esta fusin lo que hizo posible el sionismo, porque el sionismo es de
Nahum Goldmann es una de las personalidades ms importantes de la
Dispora. Naci en 1894 en Rusia. Fund en Berln, con Jacob Klatzkin
la Editorial Eschkol que public una autorizada Enciclopedia Juda.
Dirigente del Congreso Judo Mundial, Nabum Goldman traduce desde
esa asociacin, de la que es el alma, el matiz de su orientacin sionista.
PERFIL DE PAIM WEIZMANN
33
por s una sntesis, judaica en su contenido, europea en su forma. En
efecto, el problema de mayor envergadura a que han hecho frente
los ms eminentes lderes sionistas de las dos ltimas generaciones ha
sido el de sintetizar la tradicin juda en la ms profunda y amplia
acepcin del trmino con la cultura europea.
Mas ninguno, a mi ver, ha conseguido alcanzar en su propia per
sona tan perfecta armona de estos dos universos, cual la que logr
Jaim Weizmann. Jaim Weizmann fu ante todo y en todo un judo
europeo; nacido en Mtele, y educado en Pinsk, fueron para l estos
nombres como dos conceptos indelebles, dos elementos integrales de
su conciencia hasta el momento postrero de su vida. Sus relaciones
de familia fueron siempre tpicamente judas. Aunque no era religioso
en el sentido estricto, formal de la palabra, se mantuvo siempre
estrecha, inseparablemente ligado a la tradicin judaica. En tiempos
de la blitz, en Londres, solia llevarse la Biblia al refugio y entregarse
a su lectura durante horas. Y no era por supersticin: al enfrentarse
el hombre con su destino, y quiz con la muerte, descubri Weizmann
su amor por la Biblia, esa expresin mxima de la tradicin juda.
Tambin en sus instintos era incuestionable lo judaico. Analista de
inslita perspicacia, bien poda llamrselo sharif segn la tradicional
costumbre del pueblo. Su pensamiento se mova en anttesis. En nin
guna otra esfera de expresin intelectual era tan brillante como en la
polmica. Or a Jaim Weizmann en un certamen de lgica espontnea,
era un placer esttico inolvidable. Lo brillante de sus argumentos
provena de muchas centurias de prctica talmdica y exegtica, el
tpico mtodo judo de abordar y tratar problemas.
El futuro historiador y bigrafo de Weizmann habr de consagrar
un lugar considerable a sus chistes y su humor, que eran de lo
ms castizo que entre nosotros ha surgido. Sin dejarse agobiar por lo
que suceda alrededor suyo, beba sin cesar en el perenne manantial
de irona brotado del saber y de la experiencia de un pueblo antiguo.
Como de igual a igual trataba Weizmann con las celebridades del
mundo. No le impresionaban ministros, generales o mariscales, ni tam
poco la grandeza de las potencias poderosas. Determinaba su actitud
el escepticismo de un pueblo acostumbrado a ver surgir y pasar
imperios y dictadores, y que a todos ha sobrevivido. En ese sentido
34
DAVAR
era tal vez el ms altivo representante del pueblo judo. Tambin
Herzl fu un orgulloso portavoz, pero la suya era la altivez del
hombre. El de Weizmann era el orgullo de un judo orgulloso, cons
ciente de su historia cuatro veces milenaria, y que se presenta erguido
ante estados y hombres hoy quizs ms fuertes que los judos, pero
que seguramente no poseen una historia como la judaica. En su
persona se hallaban combinados esos dos rasgos ms tpicos del ca
rcter judo: escepticismo sin lmite y una fe infinita: escepticismo
ante todo lo efmero; una fe inquebrantable en las eternas verdades
de la historia juda. Ntsaj Israel lo Ishaker era para Weizmann el
hombre de ciencia una verdad ms absoluta que el axioma matemtico
2X2 = 4.
Nada mejor que su actitud ante la lengua idisch demuestra el
lugar que ocupaba en su vida la tradicin y la idischkait. En sus mo
mentos sentimentales era el idisch el idioma que hablaba. Y sin
embargo, fu de manera espontnea y casi automtica que adquiri la
amplitud de espritu propia de la cultura europea. Weizmann era no
slo un gran estudioso, sino tambin, y sobre todo, un hombre en el
que converga lo mejor de cuatro culturas: la rusa, la alemana, la
inglesa y la francesa. De ah la facilidad con que se mova a travs
del mundo, hablando a los franceses como un francs, a los ingleses
como un ingls. Pero siempre quedaba en su integridad el judo.
Weizmann era sionista porque era judo. No s si es posible de
terminar la fecha en que empez su sionismo. En realidad, no
puede ser otra que la de su nacimiento. A menudo sola mencionar una
carta que haba escrito al llegar a Pinsk, a la edad de once a doce
aos, a su maestro en Mtele, hablndole de un Estado judo en
Eretz Israel. El sionismo era para l una consecuencia lgica del ju
daismo. Adepto como era del sionismo poltico, vea algo ms que
poltica en su ideal. El Estado era para l un medio para ms altos
fines, para la aplicacin de las ideas eternas de la historia juda.
Muchos hay entre nosotros que sostienen que el Estado no es ms que
un medio, mas para Weizmann se trataba aqu de una verdad irre
futable, siendo como era para l el sionismo, un movimiento moral
ms que poltico. Estadista prudente, e hijo de su poca, bien saba
que la idea moral es de imposible consumacin cuando no va acom-
PEBFIL DE JAIM WEIZMANN
35
panada, hasta cierto punto de poder y fuerza poltica. Empero nunca
acept la moderna teora de que la nobleza de las aspiraciones jus
tifica el uso de medios innobles, y de que por mtodos inmorales se
pueden conseguir fines morales. Por ello rechaz el terrorismo; no
porque temiera al adversario, sino porque el terrorismo violaba su
gran instinto moral.
El sionismo era para Weizmann un gran movimiento creador.
Detestaba la Dispora, no slo porque fuesen los judos una minora
en todo pas extranjero, sino, y ante todo, porque los judos no pue
den vivir en la Dispora las grandes ideas de la historia juda, que
son la razn de ser del pueblo. Ello explica el grande y profundo
afecto que nutra el movimiento colonizador, el tnoihav, el kibutz y
los trabajadores manuales. No quera traer al Estado la vida de la
Dispora. Quera transformr completamente, dentro del marco esta
tal, los mtodos y la estructura de la vida de exilio.
Lo absorbi por completo el sionismo, al que se entreg de alma
y corazn. En realidad, nunca se interes por otros problemas
judos que no fuesen los del sionismo; saba, por supuesto, que los
haba y que alguien tena que ocuparse de ellos; pero no era en tal
labor que inverta sus mejores esfuerzos; esos iban sin restriccin para
el sionismo, en torno al cual gir toda su vida. En su caso, era del
genio que provena esta unidad de espritu; y hasta su labor cientfica,
cuando buscaba una frmula qumica, tena de una manera u otra
algo que ver con el sionismo. Sus relaciones sociales, pronto las pona
al servicio de la causa. Si se aplicara a Weizmann la clebre frase
"Letat cest moi, perdera sta lo que en un principio tuviera de
inmoral, para asumir aqu un sentido tico positivo; tan empapado
estaba en el sionismo, que bien hubiera podido decir "El sionismo
soy yo. Al verse forzado a abandonar la presidencia de la Organiza
cin Sionista Mundial, Weizmann qued asombrado, no porque le
fuese penosa la derrota poltica, o se sintiese resentido ante la in
justicia de que haba sido vctima; sencillamente no poda comprender
que fuese posible separarlo del sionismo; no conceba al sionismo sin
Weizmann, ni a Weizmann sin el sionismo; para l, sionismo y Weiz
mann eran sinnimos; de ah que el movimiento se haya identificado
con l tan completamente. En un solo Congreso se plate el problema
36
DAVAE
de la presidencia del Movimiento Sionista. Nunca hubo cuestin de
campaa electoral. Incluso la oposicin, que deseaba lo contrario, saba
muy bien que Weizmann seguira, desde luego, en la presidencia.
Tambin el mundo no judo lo identificaba con el sionismo. En
efecto, era l quien simbolizaba el movimiento a los ojos de los gen
tiles. La historia menciona a pocos lderes que hayan alcanzado un nivel
de influencia tal que se les haya concedido el lugar supremo en el
movimiento, como si as estuviera decretado por ley natural.
Para terminar, unas breves observaciones sobre Weizmann el hom
bre. Lo que en ltimo anlisis determina el valor de uno, es lo
que fu y no lo que hizo; porque la grandeza reside en l y no en su
obra. As que, aunque no hubiera sido un gran sionista, aunque no
hubiese obtenido la Declaracin Balfour, y los muchos xitos que a
sta siguieron (no olvidemos que el xito es producto de mritos y
circunstancias), Weizmann habra sido sin embargo un gran hombre.
Uno nace ya con un peso determinado; hay hombres que nacen con
una propensin hacia la grandeza; otros hay que habiendo alcanzado
gran xito, quedan no obstante pequeos en substancia. Ahora bien,
Weizmann era la grandeza misma: como hombre y como artista.
Uno puede ser hombre de ciencia, cultivar las matemticas, y poseer
sin embargo estos atributos. Weizmann abordaba todo problema como
artista que era. Weizmann el hombre estaba sujeto a humores; era
para l de decisiva importancia la atmsfera: no poda actuar en un
ambiente frgido, impropio. Le haca falta sentirse rodeado de calor,
amistad y afecto. Nunca fu un "poltico, si es que por ello se en
tiende ser calculador, astuto, sagaz, maoso; Weizmann era la antte
sis de todo eso. Nunca fu circunspecto, y a veces se expona diciendo
cosas que un poltico jams hubiera dicho. Despreciaba la frase vana,
el gesto demaggico y tantas otras actitudes que complacen a las
masas. Su carrera poltica se distingui, pues, por su integridad intelec
tual; jams transigi en materia de principios bsicos; su rigurosa inte
gridad invitaba muchas veces el ataque.
Posea Jaim Weizmann un encanto muy especial que slo en los
artistas suele encontrarse. He tenido el privilegio de conocer, durante
mi vida, muchos hombres grandes, no judos y judos, pero ninguno
de ellos posea siquiera una sombra de aquel encanto nico que se
PEBFIL DE JAIM WEIZMANN
37
manifestaba en Weizmann, en momentos de alegra, y merced al cual
consegua persuadir a quienes con l hablaban y conquistar su sim
pata para nuestra causa. Era la magia de su personalidad, ms que
sus argumentos, la que creaba amistades. Dotado de un fortsimo ins
tinto psicolgico, saba cmo dirigirse a cada uno de la manera ms
eficaz. Ello explica la profunda impresin que produjo en las grandes
figuras polticas de la actualidad: Balfour, Churchill, Lloyd George
y Roosevelt. Cuando en la Segunda Guerra Mundial, y por razones
propias de la Gran Bretaa, el primer ministro Churchill adopt una
poltica antisionista y se neg durante meses a conceder una entrevista
a Weizmann, un colega suyo le pregunt: "Por qu rehsa usted
recibirlo, cuando nadie ignora la gran admiracin que le tiene? "No
puedo le contest Churchill me quitara el sueo por las noches.
Esto es apenas un ejemplo de la extraordinaria influencia que ejerca
Weizmann. Por supuesto, hay que tomar en consideracin la irresis
tible fuerza de sus argumentos. Mas el factor preponderante en sus
relaciones de hombre a hombre, era el arrollador influjo de su per
sonalidad.
Lo mismo puede decirse de Weizmann orador. No era un orador;
careca en absoluto de la tcnica y maas de la retrica. Y sin em
bargo, he conocido a pocos que dejaran tan profundas huellas como
Jaim Weizmann. Hablaba con ingenua sencillez, mas por detrs del
verbo estaba el hombre de arrebatadora personalidad. Hay casos en
que se recuerda un discurso, mas pronto se olvida al orador. Otros
hay en que la personalidad del hombre sobrevive mucho tiempo en
nuestra memoria al eco de sus palabras. Tal era el raro poder de los
discursos de Weizmann. En la tribuna durante los grandes debates
histricos del sionismo. Weizmann no era un gran orador; era un fe
nmeno. La palabra era pata l un mero pretexto para proyectar la
influencia de su persona. Por ende bastaba hallarse en su compaa
para que sus amigos, muchos de quienes se encuentran hoy aqu re
unidos, experimentaran una gran satisfaccin intelectual y emotiva.
Con todo lo dems que pueda decirse de l, la vida en torno de
Weizmann era un drama constante y todo dilogo con l, una gran
experiencia.
No entenda nada de organizacin rutinaria y administrativa. Ha
blando con l un da le dije: "Para usted cada da es una gnesis; el
universo se recrea de veinticuatro en veinticuatro horas. Por ende era
excitante, dramtico, todo contacto con Weizmann.
38
DAVAB
Si insisto sobre los sentimientos que por l nutran sus amigos, es
para explicar la gravedad de la prdida que su muerte representa
para nosotros. He dicho al comienzo que su muerte constituye una
prdida personal. No slo el Movimiento Sionista perdi a Weizmann,
no slo el Estado de Israel y el pueblo judo; cada uno de nosotros,
tanto los que estbamos con l como los que estbamos contra l, han
sufrido una prdida personal. Nuestra vida era ms rica, ms intere
sante, ms vigorosa, incluso cuando l ya no era activo, porque
sabamos que en algn lugar exista an aquella personalidad nica,
Jaim Weizmann.
Desde el punto de vista histrico, su muerte marca el trmino de
una poca. Herzl despleg ante el mundo la visin sionista; Weizmann
personificaba la fuerza de su realizacin. Fu l quien ense al pueblo
judo a colocar piedra sobre piedra; los pioneros llevaron a la prctica
sus enseanzas. El fu protagonista del ms elevado sionismo: el sio
nismo que realiza, ejecuta, da substancia al sueo herzliano.
Y he aqu que abandon este mundo cuando ya creado el Estado,
apenas si empezaba la realizacin del sionismo. Bien est que en estas
circunstancias, Weizmann ms aun que cualquier otro caudillo sionista de
la pasada generacin, se convirtiera en un smbolo para nosotros. Slo
entonces, cuando un hombre se ha transformado ya en smbolo, puede
decirse que ha alcanzado la inmortalidad. Por grande que sea un
hombre, el lugar que ocupa entre sus contemporneos se desvanece
con la generacin que le conoci. Y las que a sta suceden, como no
lo han visto ni odo, no pueden formarse una idea precisa del signifi
cado que tuvo en su poca. Mas cuando un hombre alcanza la cumbre
de la grandeza humana, cuando llega a sombolizar, a personificar
una idea, entonces ha conquistado la verdadera inmortalidad. Weizmann
merece que hagamos de l un smbolo en el Estado de Israel, y el
Estado de Israel tiene urgente necesidad de tal smbolo.
El sionismo tal como lo conceba l, est lejos de haberse realizado.
No obstante el orgullo y la satisfaccin que le trajo el privilegio
de haber sido el primer Presidente *de Israel restaurado, pas algunos
momentos amargos durante los ltimos aos de vida. Los sucesos
que los motivaron son comprensibles en las primeras fases de la reali-
PERFIL DE JAIM WEIZMANN
39
zacin del sionismo, pero no dejan por ello de ser diferentes de lo que
haba previsto l. Si Israel ha de realizar el sionismo y tornarse en
un gran factor de redencin en el mundo y en la historia juda, no
ser por la cantidad sino por la calidad, es decir, por la realizacin
del sionismo de Weizmann. No tengo mayor deseo en cuanto a Weiz-
man ni en cuanto a nosotros y lo que honra su memoria, nos honra
a nosotros, y viceversa que verlo tornarse en un gran simbolo en
el futuro desarrollo de Israel, y que la mxima ambicin del Movi
miento Sionista, del pueblo judio y del Estado de Israel sea la total
realizacin del sionismo que Weizmann representaba de modo eficaz,
ms dramtico y ms completo que cualquier otro lder de nuestra
generacin.
NAHUM GOLDMANN.
La Inspiracin
Imperecedera
tros muchos, ms calificados que yo, han valorado y
valorarn el destacado lugar del Dr. Weizmann en
la historia del renacimiento judo. Por eso, me res
tringir a la significativa herencia cientfica que el doctor
Weizmann ha dejado a Israel.
Para m, Dr. Weizmann y Ciencia son conceptos comple
mentarios y casi recprocos. Si uno buscara entre los grandes
hombres de este siglo xx un smbolo personal de Ciencia en
su expresin ms noble ciencia considerada en un plano
de dedicacin espiritual, lo encontrara en el primer pre
sidente de Israel.
Desde el comienzo, la visin del Dr. Weizmann de la mi
sin histrica juda, fu influenciada por su mente cientfica.
Trajo los conocimientos y disciplinas de la ciencia a su gran
tarea, y con eso ayud a convertir un anhelo amorfo en un
movimiento prctico y dinmico. El previo claramente la
necesidad de que la ciencia y su equipo modelaran la existen
cia econmica de su pueblo en su patria, aportando de este
modo las bases materiales para una vida nacional coherente.
Al comienzo de su misin histrica, aun antes de los su
cesos cercanos a la declaracin Balfour, Weizmann fusion
su ciencia y su capacidad de estadista. El amor al estudio es
tradicional en el pueblo judo, carne de su carne y hueso de
LA INSPIRACION IMPERECEDERA
41
su hueso. Pero el nfasis especfico que se pone hoy en Israel
en lo que a ciencia se refiere, en el espritu de nuestra poca
tcnica, es en gran medida la autntica proyeccin de la
personalidad y el pensamiento de Jaim Weizmann.
Considerando los acontecimientos de nuestros das, la his
toria seguramente confirmar que su direccin poltica reflej
su filosofa como cientfico. Y el sello de este hecho, afortuna
damente, es profundo en la vida de nuestro nuevo Estado. Al
preparar e introducir un armazn para la investigacin y el
progreso cientficos, a travs del cual Israel podr adquirir
vigor econmico, el Dr. Weizmann inspir a su pueblo a con
solidar su pas. En el transcurso de ese proceso no solamente
adquiri inmortalidad para s, sino que inmortaliz la his
toria juda de su tiempo.
Israel est tocado por el drama de la historia en formacin.
Encontramos que ese pas es un lugar excitante e interesante.
Sus problemas son muchos y a menudo dolorosos. Pero todo
drama verdadero encierra en s un elemento conmovedor.
En Israel es como si se tuviera puesto un dedo en el pulso
de la historia. Cada actividad y suceso normal y cotidiano
tiene una dimensin especial cmo podra expresarlo ?,
una dimensin especial de gloria. Construir una casa o una
escuela, tareas rutinarias del gobierno, estn por alguna razn
investidas de una especie de pasin.
Elementos humanos diversos y variados son integrados en
una sola comunidad. Esto es, en s mismo, digno de hacerse
notar. Mucho ms notable es el hecho de que la integracin
tiene lugar a travs de una asociacin voluntaria, sin reduc
cin de la libertad o dignidad de los elementos componentes.
Esto es lo que he encontrado en Israel, esto y el Instituto
Cientfico Weizmann.
Durante ms de 40 aos he tenido una estrecha relacin
con hombres de ciencia y su trabajo. Esta experiencia ha sido
uno de los privilegios ms grandes de mi vida.
En Estados Unidos estamos viviendo probablemente en la
civilizacin cientfica ms grande que el hombre haya cono
cido jams. Mucho del grandioso desarrollo de nuestro pas
42
DAVAB
descansa en la ciencia. Nuestra estructura social incorpora
los resultados finales de procesos cientficos., Nosotros los ame
ricanos hemos desarrollado un aguzado sentido del infinito
alcance de la ciencia y su ilimitada potencialidad para el pro
greso de la humanidad.
Constituye la gloria eterna del Dr. Weizmann que esta
estructura exista tambin en Israel. No hay duda de que cum
plir un papel decisivo en la estabilizacin del nuevo Estado.
Ciencia es un trmino complejo, del que el diccionario da
solamente dbiles indicios; superficialmente significa conoci
miento de la naturaleza y de los procesos naturales, la clase de
conocimientos que puede ser demostrada por la lgica y el
experimento, y que puede ser aplicada a usos prcticos.
Este, sin embargo, es slo el comienzo y no el final de la
definicin. El concepto de ciencia ha acumulado otras aso
ciaciones, quizs ms vitales, de una naturaleza espiritual y
cultural. Ha llegado a significar lo contrario de ignorancia y
supersticin. Significa tambin una clase especial de disciplina
mental en la misma fibra del carcter humano. No es un as
pecto aislado de la vida moderna, pero s una cualidad co
rriente a travs de toda la vida.
Porque puede existir y florecer solamente donde hay li-
bertad de investigar y un paso libre para la conciencia; la
ciencia es un atributo de libertad, sustancia y smbolo de
la libertad del hombre a dedicarse a la investigacin del uni
verso sin temor a represalias sociales, polticas o religiosas.
Desde este punto de vista, Ciencia significa una mente abierta
y tolerancia fundamental en las relaciones entre hombre y
hombre.
La ciencia no es solamente un mtodo de investigacin
dentro de los secretos de los procesos naturales, es tambin
fuerza creadora de una atmsfera cultural especial. La crea
cin y el mantenimiento de esta atmsfera es prueba del es
pritu libre de un pas. Ciencia, como yo lo veo, es un desafo
a Dios en el hombre, a Prometeo desatado y valiente.
Me complace observar que tal atmsfera cultural, de cien
cia libre, tambin prevalece en Israel. Es un buen augurio
LA INSPIRACION IMPERECEDERA
43
para la nueva Nacin. Esto permitir a Israel producir y
preparar el tipo de hombre, la joven generacin de cientficos,
sobre los cuales se desarrollar el peso de una economa viable.
Precisamente por la complejidad de sus problemas, las limi
taciones de su espacio, la insuficiencia relativa de sus recur
sos, Israel debe estar en posicin de engendrar sus propios
hombres de ciencia, ya sean nacidos en el pas o que hayan
entrado como inmigrantes.
Lamentablemente, el gran repositorio de becas y ciencia
judas en la Europa del Este fu saqueado y en gran parte
aniquilado. Trgicamente, muchas de las mejores mentes ju
das fueron aplastadas por despiadados dictadores. Como re
sultado, la disminucin del poder cientfico del hombre y de
la habilidad tcnica entre la mayora de los nuevos inmi
grantes llegados a Israel, han sido tan graves como la pobreza
econmica. La reserva de conocimiento cientfico y talento
debe ser completada. Esto es indispensable para la super
vivencia y progreso del pas.
Toda la compleja historia del pas ha dado a la ciencia un
lugar singularmente importante y destacado en Israel. Otrora
se pens que la patria juda sera reconstruida a travs de
un lento y metdico proceso de migracin. El Destino orden
lo contrario; sucesos que se esperaba ocuparan dcadas y aun
generaciones, han sido agolpados en unos pocos aos turbulen
tos. En vez de hacer una cosa a la vez, Israel ha sido llamado
a hacer todas las cosas al mismo tiempo.
Es claro como la luz del da que el Dr. Weizmann recono
ci esta situacin y trabaj para hacerle frente. La prueba
est en el inmenso cuidado y entusiasmo que prodig al Ins
tituto Cientfico que lleva su nombre. De acuerdo con su genio
para transformar ideas en acciones prcticas, fu llamado a
proveer un movimiento que asegurara a Israel una produc
cin continua de vitales y efectivas mentes cientficas, mo
dernas y capaces.
Cuando llegu a Rejovot, el verano pasado, encontr mag
nficos campos y edificios, laboratorios equipados con todos
los instrumentos de la investigacin moderna y aparatos que
44
DAVAB
pueden ser comparados favorablemente con cualquier labora
torio de investigacin, de primera clase, y, lo que es mucho
ms importante todava, encontr un grupo notable de talen
tos, de capacidad cientfica y conocimiento, en un grupo de
hombres profundamente dedicados a su profesin. El Insti
tuto Weizmann est sealado notablemente por un espritu
vigoroso de entusiasmo intelectual y por un ardiente esfuerzo
de obtener verdades cientficas.
Pero los hombres en Rejovot estn convencidos de que sus
recursos estn lejos de adaptarse a la extensin de su misin.
Todos aquellos con quienes habl acerca de sus proyectos y
problemas particulares, se refirieron a la necesidad de aumen
tar las facilidades, los departamentos y equipos, la vivienda
adicional para el personal.
Ellos piden solamente los instrumentos que les permitan
satisfacer completamente las exigencias de un pas ambicioso
que se expande rpidamente.
La concepcin ambiciosa del Dr. Weizmann fue de una sn
tesis ideal entre el Estado y la enseanza. Me di cuenta de esta
noble visin cuando pis los anchos escalones que conducen al
edificio del Instituto y mir alrededor el paisaje inolvidable,
bajo el cielo azul y el dorado sol, que inspir a los poderosos
precursores de un gran pueblo. Sent la influencia de la
filosofa del Dr. Weizmann la unin de la ciencia pura y del
esfuerzo prctico cuando camin a travs de los hermosos
laboratorios y bien relucientes departamentos del Instituto.
Jaim Weizmann, el cientfico, el hombre de Estado y cons
tructor de la Nacin, vivi para ver a su pueblo regresar a la
tierra prometida. El no se detuvo en Pisgah, pero cruz el
Jordn con sus hombres y lleg a Canan como el padre de
su pueblo. El destino fu ms benvolo con l que con otros
dirigentes judos.
Efectivamente el pas entero permanece como su monu
mento viviente. Pero, en un sentido especial, relacionado con
su profesin y personalidad, este monumento est en Rejovot,
en el Instituto Cientfico Weizmann. Todos los amigos de
Israel que veneran la memoria de su primer Presidente, pue
den expresarlo ms apropiadamente, ms provechosamente,
LA INSPIRACION IMPERECEDERA
45
colaborando para que el Instituto florezca como una fuerza
constructiva en el esfuerzo de Israel por realizar su destino.
En vida, el Dr. J.aim Weizmann fu el smbolo y la per
sonificacin de este destino. Ahora, con su muerte, l se ha
convertido en su inspiracin imperecedera.
DAVID SARNOFF
El Hogar de Weizmann
En aquellos discursos que Weizmann calculaba haban de tener
ms vasta repercusin, afrontaba con frecuencia su tema vital
con un relato de su niez.
No era el sentimiento el que impulsaba su brillante mentalidad al
lejano pasado para citar el aforismo de un maestro cuya fama nunca
fu ms all del Jeider o la Sinagoga. Ni tampoco por romanticismo
volva el hombre de ciencia su recuerdo a Mtele, un pueblto ms
en la regin pantanosa de Lituania. No era la devocin filial la que
haca que el estadista se refiriese a su tmido y estudioso padre o
recordase la filosofa casera de un to desdichado que arreglaba el
mundo mientras sorba vaso tras vaso de t.
Era una constante fuente de energas de races profundas, tena
ces y vitales, una energa derivada de la sabidura terrena y el ins
tinto sano fortificados por un vigoroso intelecto; la fuerza que ben
deca a los Weizmann con una preciosa y saludable sntesis de judaismo
y don de mundo dejando poco lugar para los complejos que restan
tanta fortaleza y belleza a los judos.
Hace unos aos, en su laboratorio de Rejovot, al referirse a su
familia, el Dr. Weizmann me dijo: "La fuerza de los Weizmann
reside en nuestro origen campesino. Era un comentario sorprendente
de un hombre, aristcrata hasta la punta de los dedos, y que impresio
naba al mundo tanto con su natural nobleza como con su elevada
jerarqua intelectual.
Pero lo comprend mejor cuando o decir a su madre la anciana
teja en ese momento una bufanda para su hijo eminente estas pa
labras: "De regreso a Mtele, cuando no haba ms que papas para
comer nos las servamos con fina platera, en un hermoso mantel.
EL HOGAB DE WEIZMANN
47
La casa en la calle Melchet de Hadar Hacarmel fu el obsequio
del Dr. Weizmann a su madre, cuando logr sacarla de Rusia a
principios de 1920. All vivi ella con un hijo mayor, Feivel, que en
la juventud tom a su cargo las responsabilidades familiares despus
de la muerte de su padre y sigui con el negocio de las maderas, de
manera que cada uno de los hermanos y hermanas (eran quince) pu
diera estudiar.
"A los primeros ocho hijos record ella, les dimos dos nom
bres, pero luego economizamos. Jaim era Jaim Azriel.
La madre era la fuente de energa familiar. A los diecisis aos
adoraba a su sabio y pobre esposo y logr que permaneciese con sus
libros mientfas ella se ocupaba de las finanzas.
"Pero cuando not que llegaba mi primer hijo, recordaba, le dije
a mi marido: "Dios nos bendijo. Ahora eres t quien dirige la casa.
Y le entreg el dinero que haba ahorrado.
Ella aprendi a leer y escribir a medida que los nios hacan sus
deberes en casa; de los menores, que iban al jeider aprendi hebrasmo;
de los mayores, que estaban en el gimnasio, captaba una palabra rusa,
un verso alemn o un nombre francs. Despus, cuando ellos regresaban
durante las fiestas y vacaciones de verano de la Universidad, le traan
el mundo, un mundo de extraas facetas y colores y le traan amigos
de ciudades y pases lejanos. Participaba en la conversacin, de la que
entenda muy poco, pero en la que adverta la evolucin de sus nios
y los amplios horizontes que se les abran.
Jaim trajo una cuna para el nuevo hermanito al regresar en verano
de una Universidad de Alemania. Ella estaba segura que un da l
se sentara en alto sitial. Por eso, a diferencia de los dems hijos,
compraba para Jaim camisas de fino hilo o seda, cuando muchacho,
y para ratificar la seguridad en su futuro repeta la exclamacin de
una campesina que al mirar a su hijita en la cuna deca: "Lea Raquel,
naciste princesa.
Sesenta aos ms tarde, en su hogar de Haifa, esperaba a su famoso
hijo para Pascuas. Una vez ms se reuniran bajo el techo familiar y
revivira Mtele como siempre cuando se reunan los Weizmann. Y la
pequea directora del hogar, semiciega y cargada de aos se reconfort
en su majestad matriarcal. "Entibi el nido para mis pichones deca.
Jaim, por supuesto, dirigira el seder.
Cualquiera fuesen los idiomas que usaban sus hijos en sus hogares
48
DAVAB
y en sus trabajos, cuando trataban con la madre hablaban el idisch.
Todos parecan eufricos con el idisch de Mtele, y su especial aroma.
La hermana que lleg a Palestina en 1903 a pasar la luna de miel y
se estableci con un consultorio de dentista en Jerusaln; el hermano
que diriga el departamento de qumica en la Univrsidad Hebrea; la
hermana que trabajaba con algunos de los experimentos de su hermano
en el Instituto Sieff, en Rejovot; la hermana que vino a Haifa como
maestra de piano cuando all no haba ninguno; el hermano que lleg
como ingeniero y construa caminos; la hermana que enseaba en el
Herzlia gimnasio en Tel Aviv todos ellos, con Jaim que haba
venido de Londres, ms otros hijos y nietos, se reunan en torno a la
menuda dama. La familia estaba completa y tena toda la energa y
coraje inherentes a sus races.
Jaim permaneca durante horas junto a la cama de su madre y le
tena la mano mientras recordaban los cuentos de Mtele y Pinsk.
Ella no dejaba de preguntar si l estaba abrigado para afrontar la
niebla de Londres. Nunca dej de bendecirlo; pronunciaba una bendi
cin especial del libro de oraciones, cuando parta para el gran mundo
donde saba que le esperaban la adversidad y la hostilidad.
Entonces miraba repetidas veces el regalo que su nuera le trajera
del gran mundo y musitaba otra plegaria para que Dios diese fuerzas
a su prncipe.
Sus hijos partan de a uno hacia sus tareas; los nietos salan de a
uno y los bisnietos con sus padres. Mam Weizmann permaneca sola
con su hijo recordando los nombres de todos, prescribiendo alguna me
dicina a su hija plida o al hijo fatigado, planeando el men para la
cena, pidiendo ms lana para tejer, preguntando por el tiempo en
Nueva York, adonde llegara pronto su Jaim y si las flores haban sido
regadas; haciendo un esfuerzo para ver si el color del t indicaba que
la infusin estaba bien preparada. ..
JEAN JAFFE.
Un Hombre de su Pueblo
Banderas a media asta, cabezas doblegadas en luctuoso silencio,
corazones que laten al ritmo del dolor, unironse en el da en
que Jaim Weizmann entreg su ltimo aliento. Borrronse dis
tancias y fronteras en el mundo judo. Miles de judos en Jerusaln,
Tel Aviv, Jaifa y Elilat lloraron al Presidente de Israel. Lamentaron la
muerte del maestro de su generacin miles de judos de Buenos Aires,
Nueva York, Pars y Johanesburgo. Y quien sabe cuantos corazones
no lloraron en silencio, en aquellas disporas donde al judo no le es
permitido revelar sus sentimientos, all donde no se puede siquiera
traer a los labios el nombre de quien se transformara en smbolo de la
lucha juda por la libertad en nuestro tiempo.
Nuestro dolor es el vuestro, y por eso, al venir a hablar a esta
asamblea recordatoria no he de agradecer al judaismo argentino por
su profunda y sincera participacin en el duelo del Estado de Israel.
Slo dir que si Jaim Weizmann pudiera ver cmo todo el pueblo, ese
pueblo a quien l tanto quiso, se encuentra hoy unido en respetuoso
silencio ante su tumba, sin duda hubiera dicho con esta sonrisa sabia,
que tanto conocamos: Vala la pena; todo vala la pena: la pobreza
en la aldea, Mtele; las discusiones y las polmicas en las Universida
des de Suiza; la lucha, dentro del sionismo, por el trabajo lento, gris,
empecinado en Palestina. La dura lucha por los derechos polticos del
El Ministro de Israel en Buenos Aires, Dr. Iacov Tsub, al reflejar
la profunda emocin causada en el pueblo judo por la desaparicin
de Weizmann, se refiere con palabras emocionadas a las alternativas
de su vida. En su artculo publicado en el N1? 29 de Davar, Weizmann
y el Weizmanismo haba ya descrito el Dr. Tsur algunos aspectos de
la personalidad del estadista.
50
DAVAE
pueblo judo, lucha que no pocas veces pareca intil. Y despus los
largos aos de pesada responsabilidad al frente del movimiento nacio
nalista. Cmo fueron estos aos saben slo aquellos que los pasaron
en la proximidad del conductor. Haban aflorado a la superficie las
fuerzas cruelmente hostiles, que tenan como nico propsito dar por
tierra con nuestra ltima esperanza; y contra ellos se alzaba un pueblo
dbil, despedazado. Cmo franquear la doble barrera, la de la indife
rencia e impotencia de los judos, y la de la mala voluntad de los esta
distas del mundo? Ascensos y descensos. Esperanzas de una nueva buena
voluntad, una nueva coyuntura, una tensin que no cede, la conciencia
de la amarga realidad, y finalmente el triunfo. Un triunfo que lleg
cuando las fuerzas del conductor del pueblo lo haban abandonado ya,
pero su espritu estaba lejos de haberse quebrantado.
Nadie como l dentro de las filas sionistas conoca tan bien al pue
blo judo; nadie analiz tan aguda y lcidamente sus fallas, pese a las
cuales, crey firmemente en su capacidad. En uno de su mejores discur
sos, pronunciado en Chemovitz hace 25 aos, defini de la siguiente ma
nera la indiferencia entre l y Herzl: "Herzl lleg de Occidente; sus
conceptos y su modo de pensar eran occidentales. Yo, lamentablemente,
proceda de Lituania. Conoca demasiado al pueblo judo y el pueblo
judo me conoca a m. Por eso me faltan las alas que Herzl sola des
plegar. El haba surgido de un mundo desconocido para nosotros y
nosotros nos hincamos ante el guila majestuoso que llegaba de las leja
nas. Si Herzl hubiera procedido del "jeider, los judos no lo hubieran
seguido. Su encanto consista, en su mayor parte, que estaba empapado
del espritu occidental. En lo que a m respecta, deb primero adquirir
esta cultura occidental, y ¡cunto esfuerzo me cost! Siempre tena
presente a los judos y siempre trat de mantener bien alta la cabeza
entre ellos. Esto me ense a recoger mis alas, aun cuando las sintiera
a mis espaldas. Siempre permanec clavado en la tierra.
Desde Lucerna a travs de Londres hasta la casa presidencial de
Rejovot, hizo el camino de su vida sintiendo a sus espaldas a la aldea
de Mtele. Aun cuando fustigaba al pueblo judo, aun cuando en un
momento de amargura le grit: "Pueblo judo: dnde ests?, no
abandon su fe en la capacidad y en el futuro de su pueblo. En uno
de los momentos ms difciles de nuestra historia, cuando sus sueos
estuvieron por demoronarse, tuvo coraje de levantarse y decir, sin
que mediara el deseo de consolar, sino con la ms profunda fe: "Mu-
UN HOMBRE HE SU PUEBLO
51
cho hemos sufrido a lo largo de nuestra historia: Roma, Espaa, Jmiel-
nitzky, Rumania. Todo esto pas y ya no existe. Pero nosotros perma
necimos firmes como la roca y no nos han destrozado. Tal vez muchos
de nosotros sucumbamos; es posible que comunidades enteras sean des
truidas, pero los que queden han de traspasar nuestras grandes tradicio
nes a quienes vienen detrs.
Esta seguridad, esta profunda altivez judia di a Weizmann la
fuerza necesaria para golpear en las mesas de los poderosos y hablar
con ellos de igual a igual. El era el Estado mucho antes que el Estado
naciera. Ante l se abran las puertas sin que le exigieran credencia
les. En momentos difciles de nuestra lucha poltica lo he visto conver
sar con estadistas extranjeros. He visto inclinarse ante l a orgullosas
cabezas. He visto a hombres que miraban con desprecio al pueblo que
se empeaba en tener alas y se negaba a arrastrarse por el mundo; do
blegarse ante la figura erguida y altiva del conductor, y he visto sus
ojos que no podan soportar la mirada incisiva del judio de Mtele.
El mundo en el cual inici su actividad poltica, un mundo en que
los valores ticos y la justicia internacional tenan cabida, ha sido des
truido en la poca de su madurez y ancianidad. En el mundo cnico
de sus ltimos aos sonaba a veces como voz en el desierto el llamado
de Weizmann de justicia para su pueblo. No quiso adaptarse a los nue
vos dictados de la poca. Para l un derecho moral sigui siendo un
derecho moral y una promesa, una sagrada realidad. Haba conocido
a las grandes personalidades de su tiempo. A un Balfour, capaz de elevar
se sobre los mezquinos pensamientos del presente y reconocer la grandeza
de la reparacin histrica al pueblo judo. A un Wilson y a un Smuts,
que soaran con la fraternidad de los pueblos, con la liberacin y el
apoyo a todo pueblo sometido y perseguido del mundo; a un Masarik,
que logr presenciar el resurgimiento de su pueblo, sin el sacrificio de
ninguno de sus principios morales. Y quiso la irona del destino que,
a una semana de su muerte, precisamente del pas de Masarik emanara
la provocacin ms baja y cruel contra el pueblo, el pas y la idea cuyo
portador era Weizmann. No ha de desmoronar nuestro ideal tal provo
cacin. La suciedad y el fango han de rebotar sobre aquellos que con
la mentira cnica han osado levantar su mano contra la ms grande rea
lizacin de un pueblo martirizado. Porque tena razn Weizmann en su
profeca: "Por negro que parezca el presente, el futuro ser de aque
llos que luchan, construyen y suean con el corazn limpio y la con
ciencia clara.
52
DAVAB
Igual que Moiss, condujo a su, pueblo a travs del desierto y como
Josu tuvo el privilegio de afincarlo en la tierra prometida, cuando sus
manos eran impotentes y su cuerpo estaba enfermo y derrotado. Y si
hubiera podido pronunciar sus ltimas palabras en su lecho de muerte,
sin duda finalizara el captulo de su vida con las palabras con que
finaliza y comienza un captulo de nuestra historia milenaria "Jazak
Veematz. "S fuerte y animoso, que t has de habitar la tierra que
promet dar a tus padres. Pero s fuerte y animoso. No temas y no
retrocedas, que el Seor te acompaa all donde vayas.
1ACOV TSUR
Weizmann, Estadista y Hombre
de Ciencia
Jaim Weizmann sola describirse a s mismo como hijo de
un pueblo de dura cerviz, surgido de los ms oscuros ca
llejones del ghetto.
Fu ah donde se puso en contacto con las realidades ju
das, con sus dificultades y sus luchas, que crearon en l el
poderoso deseo de superar adversidades y obstculos. Cultiv
ah la paciencia, la perseverancia y la fe en un mundo mejor.
Su temprana educacin juda, seguida ms tarde por una
educacin cientfica rigurosa, desarrollaron ciertas caracte
rsticas de su carcter que habran de ejercer profunda in
fluencia sobre su labor futura como hombre de ciencia, lder
poltico y estadista.
La juventud de Weizmann transcurri en un perodo de
intranquilidad social, cuando los intelectuales judos atra
vesaban por una hora de confusin. A mediados de la ltima
centuria un nuevo espritu se apoder del judaismo ruso al
canzando su culminacin a fines de siglo, cuando Weizmann
asista a la universidad.
El espritu moderno, el movimiento de la Haskal, penetr
incluso en los recintos sagrados. El joven judo que dejaba
el jeider e ingresaba en la universidad, procuraba olvidar la
tradicin juda y haca un esfuerzo por arrancarse de la re-
54
VAYAS
ligin del ghetto. La tradicin religiosa era, de acuerdo con
su modo de pensar, un obstculo y no un soporte en la vida.
En la dcada del ochenta comenzaron a sentirse en Rusia
los efectos de una reaccin en cuanto a la tradicin liberal.
Las leyes que se haban adoptado a mediados de siglo fueron
rescindidas y reemplazadas por medidas restrictivas aplicadas
sin misericordia.
El joven Weizmann, en consecuencia, dej Rusia a los 18
aos, trasladndose a Alemania. Pero la emancipacin poltica
no haba dado por resultado en Europa una igualdad social.
La juventud juda era de esta manera arrojada de un extre
mo al otro. De la creencia en la llegada del Mesas a la espe
ranza en la revolucin social.
La mayora de los intelectuales judos procuraban eludir
el destino de su pueblo. Weizmann, quien haba sido edu
cado en la tradicin juda y estaba imbuido de un fuerte sen
timiento de lealtad hacia su pueblo, procur lograr una sntesis
de la tradicin juda y el pensamiento moderno. Resolvi
dentro de s mismo el conflicto entre la tradicin juda y el
modernismo sintetizando en un sistema armnico lo viejo y
lo nuevo, el espritu hebraico y los mtodos cientficos euro
peos. Desarroll la idea de una cultura juda revivida que
se expresa en un espritu nacional creador, en el renacimiento
de la lengua y la literatura hebreas, el arte y la investigacin
cientfica, en un hogar nacional judo, libre de presiones ex
teriores.
Tal espritu creador emanado de Palestina, se convertira en
una gran fuerza rehabilitadora del pueblo judo y aportara
asimismo valores espirituales e intelectuales al resto de la
humanidad.
Anlisis y sntesis fueron las dos herramientas con que
Weizmann trabaj como lo hubiera hecho en el laboratorio.
Hizo uso de dichas herramientas en sus actividades sociales
durante ms de medio siglo. Enfoc los problemas sociales,
analizando primero el fenmeno dado y separndolo en sus
factores componentes para procurar despus coordinar las
fuerzas en conflicto en una sntesis de nuevos valores.
EL ESTADISTA Y EL HOMBRE DE CIENCIA
55
Pero Weizmann no fu solamente un hombre de ciencia
terico. Tambin fu un trabajador experimental. Esta carac
terstica suya se reflej en su labor sionista. No se satisfizo
meramente con diagnosticar el problema judo; contribuy
a su solucin. Todava estudiante, particip activamente en
las labores de la Asociacin Nacional de Estudiantes Judos
en las universidades de Berln, Friburgo y Ginebra. A la
edad de 24 aos fu elegido delegado al Segundo Congreso
Sionista, que tuvo lugar en Basilea en 1898, y particip en
sus deliberaciones.
En los primeros das del movimiento sionista se discutan
los mtodos a usarse con el fin de restaurar el pueblo
judo en Palestina. Los sionistas polticos crean que de
ban establecerse condiciones polticas favorables y garantas
legales antes del comienzo de la labor de colonizacin. En el
otro extremo se bailaban los sionistas prcticos, que crean
en la labor prctica, abstraccin hecha de status poltico. Un
tercer grupo subrayaba el renacimiento del espritu judo por
intermedio del idioma hebreo, su literatura y su arte.
Weizmann no vi contradiccin alguna entre estas tres
fases de las actividades sionistas. Por el contrario, crea que
se suplementaban y podan combinarse en un programa ar
mnico. Sostuvo que la labor poltica era importante; que
era necesario obtener condiciones polticas favorables que fa
cilitaran la labor prctica de colonizacin. Pero tambin crea
que no deba aguardarse con los brazos cruzados hasta que
tales condiciones existiesen.
El establecimiento de colonias, el desarrollo de la indus
tria y el comercio tenan una importancia poltica invaluable.
Incluso las actividades culturales ayudaban a consolidar a la
poblacin juda y eran por tanto de gran valor poltico. Aqu
tambin. Weizmann us el mtodo sinttico para integrar las
fases prcticas poltica y cultural del sionismo, en un pro
grama que se conoci como sionismo sinttico y fu adop
tado como programa oficial por la Organizacin Sionista
Mundial.
La labor prctica acompaada de actividad poltica fu
56
VA VAS
el principio rector de la actividad sionista de Weizmann du
rante ms de medio siglo. Subray constantemente que deban
ampliarse las posiciones en Palestina, que lemas, discusiones,
debates, demandas y demostraciones no eran suficientes, que
las palabras deban traducirse en hechos. Las actividades
prcticas eran el medio para obtener un objetivo poltico y
el objetivo poltico era el resultado de actividades prcticas.
Solamente mediante obras en Palestina se aproximaba la reali
zacin del objetivo poltico. Esta era la creencia fundamental
de Weizmann.
En 1917, al promulgarse la Declaracin Balfour, Weizmann
inici su carrera de diplomtico y estadista. No le agra
daba que lo llamaran diplomtico.
Me llaman diplomtico dijo alguna vez pero dnde
aprend diplomacia? En Pinsk? Oh no. Es porque habl
como un diplomtico que Lord Balfour escuch mis pala
bras? Habis visto alguna vez un diplomtico sin riquezas,
sin ejrcito, sin marina, sin poder detrs de s? Ochenta ge
neraciones y millares de aos hablaron por mi boca y a travs
de m fueron odas las voces de nuestros sabios, nuestros h
roes y nuestros mrtires que descansan en el suelo sagrado
de Eretz Israel. La voz de la historia habl por mi boca y
es a esta voz que los estadistas endurecidos y prcticos del
mundo prestaron odos.
Como realista, Weizmann tena conciencia de las dificulta
des, pero su fe no se conmovi ni en los das ms oscuros.
Todo lo que pertenece a la construccin del hogar na
cional judo afirm es una cuestin de eternidad. Ah
yace el encanto de nuestra labor. .. La potencia mandataria
puede hacer nuestra labor ms fcil o ms difcil. Estos son
meros episodios que se estrellan contra la roca de la eterni
dad. Estamos regresando a Palestina y aqu tenemos la inten
cin de salvar la brecha entre el pasado y el presente. La
tarea es difcil y exige la fortaleza de un gigante, pero a fin
de resolver el problema debemos contar con gentes de ins
piracin y fe.
EL ESTADISTA Y EL BOMBEE DE CIENCIA
57
Entre las realizaciones prcticas de Weizmann en el terreno
sionista, se cuenta su participacin en la creacin de ins
titutos de educacin superior.
La idea de una moderna universidad juda fu concebida
primero por un cristiano, el filsofo francs Rousseau, quien
afirm en 1772:
Los judos en la dispersin no tienen la oportunidad de
proclamar su verdad a la humanidad. Sabremos qu es lo que
tienen que decirnos cuando tengan su propio estado, con es
cuelas y universidades propias, cuando puedan hablar libre
mente.
Ms tarde, en 1882, el doctor Hermn Shapiro, profesor
de matemticas en la Universidad de Heidelberg, propugn
la idea de un centro universitario judo en Jerusaln.
Weizmann acogi la idea con entusiasmo y en 1901, en
colaboracin con sus jvenes colegas Martn Buber y Berthold
Feiwel, public un folleto en favor de este proyecto e inau
gur una oficina en Ginebra con tal fin. A raz de su perse
verancia la Universidad se convirti finalmente en realidad
y tuvo el privilegio de depositar la piedra fundamental de la
Universidad Hebrea, sobre el Monte Scopus, en Jerusaln,
en 1918, cuando los caones rugan a 20 millas escasas del
lugar en que tena lugar la ceremonia.
En 1934, otro plan del doctor Weizmann se convirti
en realidad: fu inaugurado en Rejovot el Instituto de In
vestigacin Daniel Sieff, el cual se ha ampliado hasta trans
formarse ahora en el Instituto Weizmann de Ciencia, de re
nombre mundial.
Es difcil comprender la personalidad de Weizmann sin
revistar sus contribuciones cientficas y tcnicas.
Decenios de continuada actividad sionista no lo aparta
ron de la investigacin cientfica y tecnolgica. Posey la
rara capacidad de actuar simultneamente en dos reas apar
tadas del esfuerzo humano, la social y la cientfica, sin sa
crificar ninguna de ellas. No se produjo escisin alguna en
tre ambas fases de su personalidad; estaban bien integradas.
58
DAVAB
Su profunda conciencia social ejerci un efecto estimulante
sobre su actividad cientfica y su disciplina cientfica influy
en sus actividades sociales.
Weizmann comenz su carrera acadmica en la esfera de
la qumica orgnica, en 1896, en la Universidad de Friburgo,
en Suiza, y continu su labor de investigacin en las Univer
sidades de Ginebra y Mncbester basta 1915. Reanud nueva
mente sus actividades cientficas puras en Rejovot. Durante
este perodo contribuy con ms de 150 estudios a publicaciones
cientficas de diversas partes del mundo.
Weizmann no acept la tradicin entonces prevaleciente
que divorciaba la investigacin pura de la ciencia aplicada.
Prosigui investigaciones fundamentales a la vez que se in
teresaba en sus aplicaciones industriales prcticas. Pertene
ci al pequeo grupo de hombres de ciencia que compren
dieron que no poda trazarse una lnea de demarcacin en
tre la ciencia pura y la aplicada. Esta capacidad de amalga
mar lo terico y lo prctico constituy siempre una de las
caractersticas sobresalientes de Weizmann, no slo en su
labor cientfica sino tambin en sus actividades sociales.
En 1902, mientras enseaba y efectuaba labor de inves
tigacin en la Universidad de Ginebra, obtuvo su primera
patente. Continu sus investigaciones desde 1915 hasta fines
de la primera guerra mundial en los laboratorios qumicos
del Almirantazgo en Londres, y ulteriormente en plantas de
los Estados Unidos. Durante la ltima guerra trabaj en
Londres, Mnchester y diversos puntos de los Estados Unidos.
Fueron suyas ms de cincuenta patentes relativas a di
versos procesos y productos industriales, entre las cuales se
cuentan sustancias colorantes, alcanfor sinttico, acetona,
alcohol butlico, caucho sinttico y productos qumicos resul
tantes de nuevos procesos de cracking del petrleo.
Su primera investigacin fu dedicada a la sntesis de
ciertos compuestos policclicos, considerados entonces sin im
portancia pero de gran significacin ms tarde. Ulteriormen
te desarroll esta sntesis logrando nuevas reacciones qumicas
conocidas en la literatura cientfica como reacciones Weiz
mann.
EL ESTADISTA Y EL HOMBRE DE CIENCIA
59
Veinticuatro aos ms tarde volvi a este terreno con un
grupo de asociados en el Instituto Daniel Sieff y descubri
nuevos mtodos de sntesis de compuestos qumicos muy com
plejos, con propiedades eancergenas. Sus publicaciones acer
ca de este tema han estimulado las investigaciones en otros
laboratorios.
Ya en 1906, Weizmann se interes en el caucho sinttico.
Comenz a aislar organismos que producan por fermentacin
una sustancia conocida como isoamil alcohol que a su vez se
convertira en un compuesto llamado isoprene, piedra fun
damental del caucho natural. Fracas en estos experimentos
pero observ que cuando se almacenan granos durante tiempo
considerable en ciertas condiciones, se desprende olor de ace
tona. Aisl ms tarde el organismo responsable de esta
reaccin biolgica, el cual fu luego denominado Clostridium
Acetobutylicum Weizmann.
Durante la primera guerra mundial se produjo un mo
mento crtico que puso en peligro el esfuerzo de guerra de
Gran Bretaa. Para la manufactura de ciertos explosivos era
necesario usar acetona, la cual hasta entonces se importaba
de Alemania. C. P. Scott, editor del Mcmchester Guardian,
quien conoca a Weizmann, lo present a Lloyd George, en
tonces jefe del Almirantazgo de Gran Bretaa. Weizmann
fu nombrado director de los laboratorios del Almirantazgo
y en 1915 logr crear procesos mediante los cuales poda
obtenerse acetona econmicamente y en grandes cantidades.
Se construyeron fbricas en Gran Bretaa y ms tarde en
Estados Unidos y Canad, que contaban con materias primas
en mayor escala.
Su relacin con la labor cientfica de guerra, lo puso en
estrecho contacto con Lord Balfour, a quien haba conocido
antes, y con Lloyd George, el general Smuts y otros estadis
tas britnicos. De esta manera, tuvo la oportunidad de revelar
para ellos el sueo del pueblo judo de un hogar nacional
en Palestina.
Los resultados de su labor en cuanto a acetona y alcohol
butlico, no fueron solamente contribuciones a la victoria en
60
DAVAB
la primera guerra mundial. Tambin tuvieron importantes
efectos de paz. El xito comercial del proceso de fermenta
cin de Weizmann estimul la microbiologa industrial en el
ltimo cuarto de siglo y, a raz de ello, se producen ahora por
mtodos microbiolgicos importantes productos, incluso la
penicilina.
En 1910, Weizmann estudi la composicin de las pro
tenas y sus aminocidos. Abandon este terreno de investi
gacin pero regres a l veinte aos ms tarde creando en
los Featherson Laboratories nuevos tipos de alimentos pro-
tenicos baratos y completos desde el punto de vista nutritivo.
Recomend estos productos como fuente de protenas para
las poblaciones hambrientas de China, India y Europa.
En el curso de la ltima guerra mundial, el Dr. Weiz
mann fu asesor del gobierno norteamericano. En 1944 el
seor Wallace, entonces vicepresidente del pas, declar:
El mundo nunca sabr cun significativa fu la con
tribucin de Weizmann hacia el xito de nuestros planes de
caucho sinttico en momentos en que atravesaban por gran
des dificultades y marchaban lentamente.
A. K. EPSTEIN.
Jeider: escuela elemental juda que imparte educacin religiosa.
Haslcal: as se llam al movimiento de ilustracin dentro del ju
daismo, para liberarlo de su aislamiento intelectual, acaudillado entre
otros por Moiss Mendelssohn.
Hace 50 aos
Estas cartas a Martn Buber fueron escritas cuando Weizmann
tena 30 aos. Se discuta entonces el proyecto sobre Uganda, contra
el que Weizmann se opona. Aqu se ocupa adems del plan de la
Escuela Superior Juda, de la creacin de cursos, y la preparacin del
peridico Der Jude. Escritas hace justamente medio siglo, refle
jan la imagen de un Weizmann juvenil que tiene no obstante firmes
puntos de vista y maduras convicciones.
Hotel de Cologne.
I
Mi querido Martn:
Pars, 8/X/1903
Hoy pienso partir a Londres. Aqu no hay mucho que ver. Nordau y
Marmorek vacilan mucho en su posicin con respecto al asunto Africa
Oriental. Lo que s es seguro, es que todo el asunto sufri una conmo
cin en la propia Inglaterra, quedando poqusimas esperanzas de xito.
El gobierno y la opinin pblica estn en contra de nosotros.
ICA no se ir del todo slo lo hara en caso de extrema necesidad.
Sokolow me dijo vea todos los mviles secretos que no vala la pena
decir que no.i Todo est inflado. Tambin Nordau y Marmorek esconden
la cola. Los cursos de feria son, desde luego, totalmente judastas, en
el sentido en que fueron proyectados para la Divisin General. Los
intento llevar a cabo el prximo verano en Zurieh. Aun debemos fijar con
exactitud los temas. Logr el concurso de Sokolow, Nordau y el profesor
I. Halevy. Debemos contar con algunos nombres de primera fila; pienso
en Oppenheimer, en Cohn de Marburgo, en Stein de Berna, y otros,
1 Alusin a la votacin nominal del Sexto Congreso Sionista.
62
VAVAS
como Errera, Jacolbs, Gaster, etctera. Adems, en algunos jvenes: t,
Neuinark, etctera. Estoy seguro de que nuestra causa ganar con ello
considerablemente; la concibo como gigantesco medio de agitacin para
la Escuela Superior, para la idea, para el sionismo. Ya debemos hablar
de ello como de un fait accompli y elaborar de inmediato un buen me
morndum. Te ruego, mi querido Martn, que lo hagas y me lo enves.
Yo no lo puedo redactar. Te sugiero que trates en ese memorndum la
cuestin de los cursos, pero slo desde el punto de vista de la organiza
cin de la escuela superior; ni menciones siquiera el sionismo, pues ne
cesitamos el memorndum para propagarlo a crculos ms vastos; tam
poco hables de la ciencia viva juda, ni de cuestiones actuales dentro
del judaismo (colonizacin, emigracin, estadsticas).
Te pido, Martn, que lo hagas sin falta, para que yo pueda, no bien
llegue a Ginebra, encauzar la cuestin dinero y la organizacin.
4 Puedes, adems, ganar para la causa algunos hombres de Yiena?
Escrbeme sin falta a Londres.
Espero lograr por estos medios la creacin de nuestra eseuela su
perior.
Una diputacin juda visit ayer al Zar. Aun no se sabe qu ha
sucedido al respecto. Desde Londres voy, va Bruselas, a casa.
Hasta la vista. Escrbeme de inmediato. Escribe, adems, el folleto.
De Told no s nada.
Tu fiel
JAIM
II
Confidencial.
Mi querido Martn:
Londres, 16/X/1903
Tuve tanto que hacer que me fu imposible escribirte. An ahora la
cantidad de impresiones es tan enorme que slo puedo darte un esbozo de
lo que he vivido y logrado.
Te adelanto que estoy contento de haber realizado este viaje. Hay
ahora mayor claridad.
Cursos de la escuela superior: he ganado a Gaster y Zangwill y, pro
bablemente, a Golancz. Claude Montefiore se fu de viaje; est enfermo.
Ya considero a los cursos como un fait accompli.
Cuestin africana: poco menos que perdida, por mil motivos. Los
miembros aqu residentes de la Comisin, excepto Greenberg, hasta estn
en contra de la expedicin; Zangwill se ha empecinado y ahora vacila;
el gobierno quiere que previamente se hable con el High Comm. y luego
se enve una expedicin; tambin esto es un retroceso, pues la opinin
pblica de aqu y all est en contra de Uganda.
HACE 50 AOS
63
Gaster desata una dura lucha. Quiere derrotar a Herzl, y debe ha
cerlo. Trabaja en un programa palestino positivo, del cual participa,
aunque moderadamente, Bentwich. ste, Kessler y Gaster afirman que
El-Ariseh es conquistable y colonizable. Gaster habla de una accin
palestina. Ms adelante te dar detalles.
Tschlenow, Bernstein, Kohan, trabajan muy activamente para Der
Jude. Ya han vendido algunos shares. Tschlenow espera lograr hasta
fin de ao, 5.000 rublos; Bentwich quiere ayudarnos.
El jueves tengo un rendez-vous con Sir Harry Johnston. Mucho pue
de hacerse por intermedio de G.. Quera arreglarme una entrevista
con Lord Percy, secretario del Foreign Office, pero ste no se encuentra
en Londres.
Es incmodo reclamar aqu dinero, pero con el tiempo se llega a
obtener algo. Necesitaremos mucho, con el tiempo. Por el amor de Dios,
envame lo que puedas conseguir, pues llagar a Ginebra sin un cobre.
Desde aqu he enviado algunas cartas en demanda de dinero. Pero. ..
Desde Ginebra te escribir con detalles. Haces el memorndum? Told
se queja de que no le escribes.
Tengo enorme material sobre Uganda. Escribe de inmediato. Me
voy de aqu va Bruselas. Desde Darmstadt, a casa; el domingo estoy
en Ginebra.
Muchos y cordiales saludos.
Tu fiel
JAIM
Confidencial.
Mi querido Martn:
III
Bruselas, Hotel de Cologne, 16/X/1903.
Part de Londres anoche; hoy en Bruselas, me doy prisa en respon
der a tu primera carta. En Londres, debo decirlo, se ha logrado mucho.
Hemos ganado para los cursos a Gaster y Gollancz; Zangwill ser ni
camente miembro del comit. Luego puse manos a la obra. Ayer estuve
con Sir Harry Johnston, que me recibi maravillosamente y demostr
de manera absolutamente segura la total imposibilidad del proyecto afri
cano. La proposicin del gobierno ingls la calific de irona contra el
pueblo judo. Ms detalles, en una exposicin que har en Ginebra. De
manera por completo inocente me cont de paso que haba hablado con
un coronel Goldsmith sobre El Arisch, estando ambos de acuerdo en que
se trata de una tierra especialmente apropiada para la colonizacin; el
problema del agua puede solucionarse en seis meses, la resistencia del
gobierno egipcio est por quebrarse, etc., etc. [ Qued mudo de asombro!
Johnston es un ferviente amigo de Palestina y un filosionista en nuestro
64
DAVAR
sentido. Me prometi hablar en nn meeting, si lo invito. Le propuse luego
hacerle llegar una exposicin sobre nuestro sionismo, y que la hiciese
llegar a otros miembros del parlamento y de la Royal Asiatic Society.
Acept el proyecto, tratndose, pues, ahora, de hacer la exposicin en
ocho das. Una clara descripcin y fundamentacin del sionismo, querido
Martin. Deja todo de lado, y hzlo; no necesito agregarte qu impor
tante es esto. Tambin Evans Gordon propalar la exposicin. Gaster
nos ayuda. Slo desde Ginebra podr darte detalles. Tengo demasiadas
impresiones y jams he sido tan feliz como ahora. Tambin nosotros
podems ser diplomticos, eh? Pero estoy hmy cansado. Arreglar el
asunto de la enciclopedia. Me alegra lo que t has resuelto; es mejor el
examen. No s si tomar el puesto; tengo buenas perspectivas en Ingla
terra, donde tambin debo estar por la causa.. Sobre Munich, Ber
ln, etc., te escribir con ms detalles desde Ginebra, lo mismo que sobre
el memorndum y los cursos.
Slo de cuando en cuando tenemos noticias de Rusia. Tsehlenow y
K. B. escribieron que Ussischkin lleg en estos das. Empieza a entrar
dinero para Der Jude. Tratar de provocar en la colonia una agitacin
en favor de los cursos; hablar a Elyse Reclus y estar en la oficina
colonial. Tengo el material completo sobre Uganda. Creo que estars
satisfecho de m.
Y ahora, lo de costumbre. Llegar a Ginebra pauvre comme un rat
dglise. Pide, saca, consigue o exprmene cien francos de la tierra, pues
tengo que pagar la pensin. El dinero para Del Jude lo consigo yo.
Comuncame de inmediato tu opinin sobre mi diplomacia y si aceptas
la elaboracin de la exposicin, tan importante y urgente. Maana vi
sitar a Stein en Berna y pasado maana estar en Ginebra. Un tele
grama, pues, y una carta.
Cordialmente, tu cansado pero contento
JAIM
Tomar parte con mucho gusto en la conferencia cultural. Cundo
vas a Munich?
1 ¡ Telegrama!!
Oficina de la
Escuela Superior Juda
Ginebra, 25/IX/1903
Ru Lombard 4
Queridos amigos: Qusiera comunicaros brevemente un plan que me
parece muy discutible dado el estado actual de la escuela superior y que,
de ser realizado, contribuirla extraordinariamente al elevamiento de toda
empresa. Se puede resumir en dos palabras, a saber: la fundacin de
:HACE 50 AOS
65
cursos superiores judos para las vacaciones con un brillante programa
judo, con las mejores fuerzas de que disponemos, a la manera de los
cursos de Salzburgo, de Cambridge, etc. No me refiero a una universi
dad popular, sino a una universidad como la de Salzburgo. Esto es
algo real, grande y relativamente fcil de ser llevado a cabo: es decir,
al tiempo de comenzar, organizar la escuela superior, estuviere sta
donde estuviere; luego, la ms hermosa demostracin nacional, esto es,
el asilo nocturno.
Es demasiado atractivo, y sin agregar una palabra ms sobre el
difcil problema de la organizacin, propongo el asunto y os pido vuestro
parecer. Sera interesante sondear el ambiente en ciudades como Ber
ln, etctera.
Aguardo vuestra inmediata respuesta; quisiera tenerla antes de mi
partida a Londres.
Con muchos saludos,
JAIM
(Carta a los seores Martn Buber y Berthold Feiwel, Berln-Lemberg)
Dos Libros de
Martin Buber
Las disertaciones pronunciadas por Martin Buber en las
universidades que visit en el curso de su reciente
gira por EE. UU. constituyen un acontecimiento de
gran importancia intelectual que tendr repercusin durante
mucho tiempo. Gran parte de quienes acudieron a escucharle
tal vez no comprendieron todo lo que dijo, pero advirtieron
que se hallaban en presencia de la verdadera grandeza y que
participaban en algo que trascenda los lmites de la rutina
acadmica. Esta sensacin se capta en los volmenes que
contienen esas conferencias pronunciadas por Martn Buber
junto con artculos anteriores a la gira. Adems con estos
libros es posible examinar ms cuidadosamente los puntos
de vista de Buber y valorarlos ms desapasionadamente que
en presencia de su poderosa personalidad. Por lo menos para
nosotros tal examen y valoracin son suficientes para de
mostrarlo, si se necesitase prueba de que las ideas de Buber
poseen un poder e importancia en cierto modo nicos para
la existencia humana en el pensamiento contemporneo.
El tema de su primer volumen, Eclipse de Dios que in
cluye las conferencias de Buber en las universidades norte
americanas y otros trabajos, se ofrece en el memorable: Pre-
Will Herbero naci en Nueva York en 1906. Su obra de publicista
es muy extensa aunque no toda est consagrada al tema judo. Mi fe
como judo se titula precisamente una serie de artculos en la que
examina sus propias convicciones. Es autor asimismo de un libro titu
lado: El Judaismo y el Hombre Moderno. En el ensayo que publi
camos, aparecido originariamente en Commentary, Herberg hace un
anlisis de los dos ltimos libros de Martn Buber editados en ingls,
Eclipse de Dios: Estudios de la relacin entre la Eeligin y la Fi
losofa, y El Eetorno: Tres Ensayos sobre Judaismo.
DOS LIBEOS DE MASTIN BOBEE
67
faci: Informe de Dos Charlas (1932). Buber se refiere
aqu a dos conversaciones que pueden considerarse arquetipos
para nuestro pensamiento moderno. En la primera refiere
una discusin con un grupo de obreros en el curso de la cual
uno de ellos le desafi con estas palabras: No necesito la
hiptesis Dios para sentirme a mis anchas en este mundo.
Aquel hombre senta que el punto de vista cientfico era su
ficiente para hacerle comprender la verdadera realidad
del universo. No le fu difcil a Buber destruir la seguridad
del cientfico Weltcmschauung de su interlocutor y demos
trarle lo fragmentario y complejo de los hallazgos de la
ciencia moderna, lo lejos que estn de dar un punto de vista
completo de la realidad de las cosas. Evidentemente era
necesario algo ms all de la ciencia para un Weltanschauung
total, aclar Buber. Tras unos momentos de meditacin, el
hombre levant la cabeza y dijo lentamente: Tiene usted
razn. Buber lo haba convencido. Pero, de qu? Qu
hice? se pregunt Buber desalentado. Llev a este hom
bre al umbral tras el que est entronizada la majestuosa
imagen que. Pascal denomin el Dios de los Filsofos.
Era esto lo que yo quera? No deseaba ms bien guiarle
al otro, a Aqul que Pascal llam el Dios de Abraham, Isaac
y Jacob, Aqul a quien se trata de T?.
La otra conversacin fu con un distinguido viejo fil
sofo al que Buber ley el prefacio de uno de sus libros, en-
tonces en prensa. Cmo puede invocar a Dios a cada
momento? inquiri el viejo filsofo. Cmo espera que sus
lectores tomarn tal vocablo en el sentido que usted lo de
sea ? ... Cul otra palabra es tan mal empleada, corrom
pida y profanada como sta?... Cuando oigo llamar Dios
al Altsimo, a veces me parece casi una blasfemia. S
recuerda haber asentido Buber s, es la ms utilizada de
las palabras. Ninguna ha sido tan mancillada y tan mutilada.
Por eso mismo no puedo abandonarla... Dnde podra
hallar otra para describir lo supremo ?.. Me refiero sin du
da a Aqul a quien invocan las generaciones que sufren los
tormentos del infierno y la clera celeste. Es verdad que
dibujan caricaturas y les ponen Dios por epgrafe. .. Pero
cuando la locura y la desilusin cesan, cuando ya no dicen
68
DAVAE
El, El sino que suspiran y claman T y cuando agregan
Dios no es al verdadero Dios a quien imploran, al Unico
Dios Viviente?... No podemos abandonar esta palabra.
En una u otra forma, los dos temas es uno en realidad
se desarrollan en las disertaciones de Buber. Su objetivo es
proclamar al Dios que se halla en una relacin viviente Yo-T
en la plenitud de la existencia concreta y distinguir a este
Dios viviente de las imgenes e ideas de la deidad eri
gidas por los filsofos y lo persigue a travs de las com
plejidades e involuciones del pensamiento moderno. Su cr
tica de Sartre, aunque limitada, es demoledora y sus comen
tarios sobre Heidegger, un pensador mucho ms serio, son
sumamente ilustrativas. Halla al primero en una posicin
en que el hombre es llamado a ocupar el trono de El padre
Dios que ha sido suprimido y a inventar valores para
la vida; el ltimo, Heidegger intenta crear el concepto de
un renacimiento del Dios de la verdad, que cae en las ten
tadoras redes del tiempo histrico (es decir, la revelacin
de la verdad que es Hitler). Por eso, acota irnicamente Bu
ber, parece desvanecerse la senda de este existencialismo.
El existencialismo ateo de Sartre y Heidegger (quien
niega sin embargo las derivaciones ateas de su pensamiento)
es un aspecto del pensamiento moderno que examina Bu
ber en su relacin con la religin; el otro aspecto es la
psicologa de Jung. Su crtica de Jung es notablemente efec
tiva. En pocas pginas demuestra que los puntos de vista de
Jung sobre la religin constituyen esencialmente una seudo-
metafsica psicolgica, una versin actualizada de la teosofa
gnstica. El anlisis es brillante y debiera ser cuidadosamente
estudiado por quienes se sienten atrados, como muchos hoy
en da, al misticismo de Jung.
Buber presenta su proclamacin del Dios viviente en con
traste con los seudodioses de los filsofos y psiclogos, no
slo en el pensamiento actual sino tambin con el acervo
del desarrollo del pensamiento desde Descartes a Heidegger;
con ciertos fines retrocede a Platn y la antigedad griego-
oriental. Sus pensamientos ntimos son profundos y expre
sados con rara sencillez y claridad. Es difcil escoger entre
los siete artculos que forman el libro, pero consideramos
DOS LIBEOS DE MASTIN BEBER
69
que las disertaciones sobre Religin y Filosofa y Re
ligin y el Pensamiento Moderno (Sartre, Heidegger, Jung)
junto con el trabajo anterior El Amor a Dios y la Idea
de la Deidad (en que Buber revela cmo el autntico amor a
Dios de Hermann Cohn le condujo, casi contra su voluntad
y ciertamente contra su conciencia filosfica, a un Dios que
ya no es una idea) son de relevante calidad.
Esto no significa, por supuesto, que el pensamiento de Bu
ber presentado en este volumen est fuera de toda crtica.
Consideramos por ejemplo que mientras es demoledor en su
crtica de los seudodioses de la filosofa, se muestra moderado
contra la seudorreligin del misticismo, en el que existe la mis
ma sustitucin del Dios viviente que entra en relaciones perso
nales (Yo-T) mediante una divinidad impersonal que se
puede contemplar y tal vez unido a la misma en ltima ins
tancia. Sin duda, en el ltimo anlisis, como revelan los ejem
plos de Platn, Plotino, Spinoza y muchos pensadores hindes,
no se distingue entre la filosofa y el misticismo; la deduc
cin de los primeros conduce al conocimiento armnico
del ltimo y es absorbido por el mismo. Buber se muestra
muy dispuesto a descubrir signos de un encuentro personal
implcito en la experiencia mstica y de un T personal im
plcito en la deidad impersonal de la mstica. Desde otro pun
to de vista, Buber equivoca seriamente (en su trabajo Re
ligin y Etica) la naturaleza de la tica cristiana porque,
pese a todo, considera el cristianismo la clase de fe indivi
dualista como la que creyeron los protestantes del siglo xix y
(en parte) los catlicos. La autntica doctrina cristiana de
la Iglesia como pueblo de Dios tan arraigada en el pen
samiento cristiano actual parece no captarla, tal vez porque
con su fondo romntico alemn no puede concebir a un
pueblo sino como un pas. De todas maneras estos puntos en
los que no concuerdo son secundarios y no afectan en lo ms
mnimo la extraordinaria significacin de su obra.
T1 Retorno se compone de tres disertaciones sobre ju-
JL_dasmo pronunciadas el ao pasado en Nueva York bajo
los auspicios del Seminario Teolgico Judo. Un mismo prop-
70
DAVAB
sito predomina en las conferencias: proclamar al Dios viviente
que es el Dios de Israel en contraste con las deformaciones,
caricaturas y seudodioses con los que se le confunde tan a
menudo. Slo que esta vez Buber.lleva a cabo su propsito den
tro de un pensamiento tpicamente judo.
Buber intenta nuevamente definir su pensamiento en fra
ses significativas de espiritualidad contempornea. En el se
gundo artculo La Pregunta Silenciosa advierte Buber el
hecho sorprendente de que mientras en la primavera de la
sociedad moderna los judos espiritualmente importantes re
tornaron al cristianismo no por la religin cristiana sino por
su cultura... actualmente la simpata de los judos espiritua
les hacia el cristianismo est arraigada en una sensacin de
carencia y de ansias religiosas. Toma como ejemplos a Henri
Bergson y Simone Weil, ambos judos, que buscaron en el
cristianismo la verdad religiosa que perseguan. Buber mues
tra claramente que los dos casos no son iguales: Bergson se
alej del judaismo porque en realidad no lo comprenda y
confundi su deformacin con la realidad; por el contrario,
Simone Weil, sin conocer mucho al respecto, comprendi el
espritu pleno de vida del judaismo y lo odi con toda la in
tensidad de su mstica espiritualidad disolvente y negadora de
la vida. Lo que detestaba en el judaismo, en Israel, lo hall
tambin en el cristianismo y por eso, por la atraccin que
ejerci sobre ella la mstica cristiana, no pudo decidirse a in
gresar en la Iglesia; sta era an demasiado juda para ella.
En el curso de esta controversia con Bergson y Weil,
Buber desarrolla temas bsicos de la fe juda: el Dios vi
viente; Israel como pueblo de Dios, considerado como una
categora religiosa y no la simple identificacin con el
pueblo actual; la trascendencia de la justicia en el amor;
la interrelacin orgnica de lo universal y lo particular (No
obstante, dentro de tal universalidad hay una particulariza-
cin de la vocacin) del amor a Dios y a los semejantes, de
la actualidad y el futuro mesinico de perfeccionamiento, de
ser y actuar. Si Bergson hubiese conocido la plenitud y lo
ntimo de la fe juda tal vez habra hallado en la misma cuanto
buscaba. Por qu no la conoci as? Por qu no la conoce
as el mundo? Y por qu no la conoce as la judera contem-
DOS LIBEOS DE MASTIN BUBEB
71
pornea? Percibir la judera, pregunta Buber, que su
verdadera existencia depende del renacimiento de su exis
tencia religiosa? El Estado Judo puede asegurar el futuro de
una nacin de judos...; el judaismo slo vivir si vuelve a
traer a la vida la primitiva relacin juda con Dios, el mundo
y la humanidad.
En El Dilogo Entre el Cielo y la Tierra, la tercera
disertacin, Buber formula tal vez ms osadamente el dilogo
divino-humano de pregunta y respuesta que est en el seno
de la fe de Israel y forma el esqueleto de las Escrituras de
Israel. Pregunta: contina an este dilogo? Creyentes y no
creyentes tienden a negarlo; los primeros afirman que mien
tras Dios habl en cierta oportunidad ahora guarda silencio
y dej en su lugar un libro; los ltimos, no slo los ateos sino
los telogos filosficos no pueden admitir que el Divino
(o cualquier otro de sus nombres) hable o se le pueda hablar.
Sin embargo, Dios habla: En el lenguaje infinito de los
acontecimientos y situaciones en eterna evolucin pero evi
dentes a quienes atienden verdaderamente, la trascendencia
llega a nuestros corazones en los momentos esenciales de la
vida. Y existe un lenguaje en el que podemos responder; es el
de nuestras acciones y actitudes, nuestras reacciones y abs
tenciones; la totalidad de estas respuestas es lo que podemos
denominar nuestra respuesta... Dios se dirige al individuo
y a la comunidad y ambos deben responderle.
Dios habla; pero el Dios que habla a veces oculta su ros
tro de la casa de Jacob (Isa. 28:21); a veces no podemos
reconocer el verbo de Dios en la historia y en la naturaleza
(aunque Buber tiende a no reparar en ello) tan misteriosos
y brbaros (sus hechos) nos parecen. Son los momentos
de silencio en que cuanto ocurre en el mundo y pretende la
importancia histrica nos parece tan exento de Dios... Para
quien cree en el Dios viviente, el que sabe de El, y est desti
nado a vivir la vida mientras El est oculto, es muy difcil
vivir Tal tiempo de mutismo es el nuestro; nuestra vida
es la de Job, a quien Dios abandon. Por tal razn la nica
respuesta a nuestro lamento es la que recibi Job: la verda
dera respuesta que recibe Job es la aparicin de Dios, slo
lo que la distancia torna en cercana, que Lo vi (42:5)
72
DAVAB
que Lo volvi a conocer. No hay explicacin, ni justificacin:
nada (se) modifica, el mal no se transform en bien ni la
crueldad en bondad; nada sucedi sino que el hombre escucha
otra vez el llamado de Dios. Y podemos aun en este mu
tismo, aun en esta horrible era de ocultacin mantener
nuestra posicin en el dilogo? Permanecemos sobrecogidos
ante el rostro oculto de Dios como el trgico hroe de los
griegos ante el destino sin rostro? No, ahora ms bien en
frentamos a Dios, a El, el Seor, a quien una vez escogimos
como tal. No nos conformamos con la existencia terrena; lu
chamos por su redencin y al luchar apelamos a la ayuda de
nuestro Seor que otra vez se oculta. Entonces aguardamos
or Su voz. .. Con estas inolvidables palabras Buber defini
la desesperacin y la esperanza del judo en el mundo con
temporneo.
El primer ensayo Judaismo y Civilizacin lo considero
el ms dbil de la obra. Surgen aqu las huellas d la utopa
y del romanticismo popular que desmerecieron algunos ar
tculos anteriores de Buber. Las distinciones son confusas,
especialmente entre los credos bblicos y las paganas reli
giones mundanas; la elevacin de las civilizaciones se atri
buye a un principio religioso o tenomo pese al testimonio
de las Escrituras, la tradicin y la experiencia; los profetas
se dice que ofrendaron ss vidas para salvar a la civiliza
cin; se despoja al mesianismo de su trascendente dimensin
y se presenta el reino de Dios como algo muy natural, que
contina virtualmente la existencia histrica ordinaria, aun
que como lo seal Barn, la visin mesinica de Israel, el
nuevo cielo y nueva tierra es la visin de una era en la que
por la accin divina la historia vencer finalmente a la na
turaleza, aunque cambie su verdadero curso, porque ese da
el lobo morar con la oveja (Isa. 11:6). Buber niega el
optimismo cultural de la reciente teologa liberal, pero su
primer ensayo est demasiado imbuido de sta. Hay poca va
loracin de la ambivalencia de toda la cultura humana, de la
ambigedad de todas las civilizaciones humanas, de la manera
en que aun las mejores y ms elevadas creaciones humanas
violan y completan el principio de la teonoma. Se cree,
dice Buber explicando su punto de vista que as como todo
VOS LIBEOS VE MAET1N BUBEB
73
pecador puede hallar el perdn volviendo a Dios, puede
hallarlo una civilizacin pecadora. A esto debe agregarse:
s, las civilizaciones pueden arrepentirse, en cierta manera y
hasta cierto punto; pero as como el pecador arrepentido
sigue siendo un pecador aunque se arrepienta, tampoco se
redime la cultura, ambigua y contradictoria, pese a su arre
pentimiento y sigue infinitamente alejada del reino de Dios.
Interpretando a Hoelderlin, recuerda Buber el pensa
miento de Heidegger-, Nuestra era es la de los dioses que
huyeron y la del Dios que vendr; vivimos en el no-ms
de los dioses que partieron y en el aun-no del que vendr.
Pero, no es as en todos los tiempos, en toda la existencia
humana? La fe no puede tornarse operante en la existencia
humana sino en la tensin con el descreimiento. Quienes hoy,
entre el colapso de los dolos, esperamos an a Dios, ha
llaremos en los dos volmenes de Buber, como en su magnfica
obra de dcadas, la expresin de la ms profunda verdad de
nuestra existencia.
WILL HEBBERG
Valoracin de Kafka
El primer homenaje que podemos rendir a ciertos autores es
el de salvarlos de la interpretacin. Trabajo nada fcil
porque para hacerlo tenemos que incurrir, paradjicamente, en
otra interpretacin. Lo que justificar la nuestra ser esa
objetividad a que toda labor ms o menos exegtica tiende
siempre sin llenar el propsito que anima su pretensin. Nues
tro afn no aspira, claro est, a tener por equivocada toda
interpretacin que exceda el acceso directo a la obra de Kafka
forma ideal esta ltima, de entrar en contacto con este es
critor. Las hay excelentes, sin duda. Pero stas no llegan
fcilmente al pblico, siempre dispuesto, en orden al menor
esfuerzo, a ceder a las interpretaciones ms generalizadas:
aqullas que, adhiriendo, por lo comn, a las exgesis ms pre
suntuosas, inducen al lector a ese acercamiento desde afuera
que, apto, tal vez, para sugerir una primera relacin con de
terminados autores, no lo es, de seguro, para trabarla con quie
nes, como Kafka, exigen del intrprete una afinidad o una
suerte de experiencia comn con el autor.
En este sentido nada ms peligroso que la divulgacin. In
ofensiva cuando se trata de obras cuyo real acceso slo puede
lograrse a costa de un esfuerzo arduo y total como ocurre,
por ejemplo, con los trabajos de ndole filosfica lo es, en
Amplios enfoques de problemas artsticos de nuestros das caracte
rizan los ensayos crticos de Mario A. Lancelotti sobre la literatura
contempornea y en especial sobre la novela. Ha publicado El violn
y sus maestros (1947) y El Universo de Kafka* (1950) ambos
libros con el sello editorial de Argos. Es asimismo cuentista, habiendo
reunido varios de sus relatos en volumen aun no editado.
VALORACION VE KAFKA
75
cambio, toda vez que comprende las de imaginacin, ms acce
sibles, por definicin, y susceptibles, por lo comn, de apropia
cin parcial. Quien lee un trabajo filosfico de Sartre no pre
tende conocer la obra de este autor, por mucho que para pene
trarlo realmente tenga que integrarlo en su sistemtica me
diante un esfuerzo que atienda al conjunto. Es corriente, en
cambio, que se pretenda conocer a un novelista a travs de una
novela. En el primer caso el peligro es menor porque el su
puesto conocedor aceptar quedarse al margen de la cuestin,
detenido por la naturaleza misma de una obra a la que no pue
de acceder, por as decirlo, de contrabando. En el segundo
el riesgo es mximo si se piensa que la lectura ms o menos
atenta del libro tenido como relevante lo inducir a interpreta
ciones tanto ms precipitadas cuanto ms confirmadas lo estn
por aquella falsa crtica.
En el caso de Kafka una doble fuente de equvocos ha
contribuido a su desinteligencia. Una, que podramos llamar
culta, se cierne en el campo de las explicaciones trascendentes:
el de la proyeccin moral, religiosa o filosfica de Kafka. Ha
influido en ello, sin duda, la circunstancia de que Kafka fuese
al propio tiempo un pensador acuciado por los problemas exis-
tenciales ms profundos. Las hondas reflexiones de su Diario
o de sus Consideraciones, el hecho de que fuera asiduo lector
de la Biblia y de Kierkegaard, debieron instar a los exgetas a
un enfoque metafsico de sus escritos, incluidos aqullos que,
por ser de imaginacin, se prestaban a la interpretacin ms
amplia. Se conoce demasiado de la vida de Kafka, del proceso
de sus libros y de la ntima ligazn que emparenta la una a los
otros como para no renunciar a encontrar en tales circunstan
cias el signo de relaciones trascendentales. Por otra parte, sus
propias novelas poseen una materia densa, plena de una signi
ficacin destinada a promover por s sola, una explicacin me
tafsica. Otra causa de error proviene, en Kafka, de la ligereza
o de la prevencin con que se aborde su lectura. Siendo, natu
ralmente, ms peligrosa la que resulte de prejuicio. Es ms
fcil volver de su distraccin al lector desatento que librarlo
de su nocin anticipada. Pero la forma acabada de la desinter
pretacin posible en el error culto como en el vulgar ser,
tratndose de Kafka, la que provenga de cierto antagonismo
existencial, de la falta de aquella afinidad o analoga sin la
76
DAVAB
cual es absolutamente imposible el acceso a determinados auto
res. Dems est decir que tal falta de simpata no hace favor
a este supuesto lector. Quienes no han sentido jams la soledad,
sea en el aislamiento crtico frente al medio familiar y so
cial, sea en la angustia mayor de un desvalimiento frente al
universo; quienes no han experimentado la desesperanza o la
miseria de la condicin humana, siquiera fuese en un momento
de sus vidas, poco o ningn goce extraern de la obra de
Kafka. Pero en esta falta de comprensin estar comprendido
adems el incapaz de arte y de humor, dos elementos que se
dan de un modo sustancial en la obra de este autor.
El equvoco ms generalizado es, naturalmente, de orden
literario y se cifra en el carcter espantoso de sus ficciones.
A este error esttico ha contribuido, sin duda, el famoso relato
titulado La Metamorfosis. Hay quienes, pasmados por la extra
a transformacin de Gregorio Samsa, se detienen para siem
pre en el insecto sin advertir que la metamorfosis es, estricta
mente, un recurso artstico y que el horror est en otra parte.
El horror est en un mecanismo social que hace del hombre un
simple uno, definido por una funcin material que desconoce
el sentido ms profundo de su existencia. En un momento
dado Gregorio Samsa es, por encima de todo, el viajante de
comercio que mantiene a su familia y obedece puntualmente
a un jefe cuyo despotismo es, a su vez, una consecuencia de
la frrea organizacin en que se halla. Es varia la simbologa
a que puede prestarse la transformacin de Gregorio Samsa.
Pero la de la soledad est demasiado patente para que pueda
contestarse: la soledad del hombre frente a un orbe ciego y
mecanizado pertenece a la materia misma del libro y lo que
Kafka logra con el animal no es otra cosa que la acentuacin
de un Gregorio que ha dejado de ser un hombre, en el sentido
genuino del trmino, para convertirse en un objeto, en una
pieza, precisamente, de aquel orden. El verdadero horror que
nos inspira el insecto consiste, pues, mucho menos en su mons
truosidad intrnseca que en la decada condicin humana a
que alude. Lo paradjico, lo genial, es que Gregorio es en su
transformacin ms Gregorio, ms l que nunca y la metamor
fosis no hace sino revelar de una vez lo que ya vena siendo
desde su ingreso a aquel orbe maquinal e indiferente.
VALORACION DE KAFKA
77
Instruirse del elemento social que anima toda novela es
tanto como acercarse a su fuente primera: motora, por as
decirlo. Lo dems suele darse por aadidura, que en el fondo
es implicancia. En el caso de Kafka es esto tanto ms cierto
cuanto que el alcance metafsico de sus escritos surge de su
fuerte apresamiento de las cosas, emerge de ellas como por
saturacin: como si la materia de que estn hechas librara
su secreto por el mero hecho del apremio implacable que les
impone la observacin tenaz y exttica del autor. La meta
fsica de Kafka es, pues, inmanente. Est, modestamente, ms
ac de las cosas, en su implicancia cercana, cotidiana. Kafka
nos las muestra de un modo que descubre su estado anterior,
prstino y por eso su mundo pensemos en El Castillo nos
parece un orbe decado, desvirtuado en una composicin rgida
y grotesca, paralizado, en fin, en esa cosa que tambin es.
Sin recurrir a interpretaciones demasiado ambiciosas pode
mos reconocer en el creciente proceso de una forma de vida
que tiende a la mecanizacin de todos sus resortes la causa
prxima de un aislamiento que en la temtica de Kafka alcan
za una trascendencia principal, tpica. Lo caracterstico de
este aislamiento es, en la obra de Kafka, su carcter absurdo.
Absurdo por banal, por gratuito. Porque las cosas pudieron
ser muy bien de otra manera. Ningn rigor necesario parece
imponerlas de este o de aquel modo. Kafka nos dice que si
Jos K... se hubiera puesto a reir en el momento de su ins
lito arresto es probable que sus guardianes hubieran hecho
otro tanto. El episodio no habra pasado de la broma pesada
en que, segn lo quiere el protagonista, consiste. Pero no su
cede as. Y si no sucede es porque, nuevo Quijote, Jos K...
se empea en poner a prueba las circunstancias mediante una
conducta pasiva, casi cmplice de sus propios escollos, que las
lleva a su consecuencia mxima y, por lo tanto, irrisoria. Y
lo irrisorio es la incomunicacin. Entre Jos K.. y la auto
ridad que lo condena, en El Proceso. Entre el agrimensor y
el puesto que le espera, en El Castillo. Entre Karl Rossmann
y el Bien supremo, en Amrica. Nada hay de irrisorio, claro
est, en una Justicia, con sus magistrados y procedimientos,
sus jerarquas. Lo hay, s, en la condena automtica del ino
cente porque aqu los procedimientos, es decir, los mecanismos,
78
DAVAB
han usurpado el lugar de la Justicia misma. El medio, esa
organizacin cuya bondad nadie discute, se ha convertido en
fin. La mquina judicial se mueve a ciegas, en el orden de
un cumplimiento que se basta a s mismo en su perfeccin
mecnica.
Se intuye algo ms, sin embargo, en todo esto. La pregun
ta sobre una condicin original culpable que explique aquel
error fatal se torna ineludible en la medida de su propia ab
surdidad y a poco que se piense en la desvalida condicin hu
mana que lo sustenta y padece. Y as, no resultar excesiva
una interpretacin por el pecado. La opinin teolgica est, a
veces, autorizada de un modo explcito por el propio Kafka y
el captulo IX de El Proceso, titulado En la Catedral, con su
trozo referente a la Escritura y librado al dilogo entre el
protagonista y el abate, es una prueba. Es en El Castillo, sin
embargo, donde una interpretacin religiosa encontrara su
ms ancho margen, a condicin de ver en el conde la figura
de Dios y en el Castillo y sus alrededores la rplica desgracia
da, en grotesco bastidor, de un Cielo perimido. Tambin en
El Castillo podemos excusarnos de una interpretacin teolgi
ca que no derive de los hechos mismos y escape en demasa a
su carcter inmanente; involuntario, por as decirlo, desde el
punto de vista del autor. Nada menos querido, en efecto, que
la dialctica de Kafka escritor. En este sentido toda su obra
conviene declararlo desde ahora semeja un slo Diario, es
tan autobiogrfica como la declaracin ms personal. No hay
trnsito entre su peripecia como hombre y su manifestacin est
tica: tanto el escribir significaba para Kafka la expresin de
su yo ms profundo. Escribir y vivir eran para l dos opera
ciones inseparables y sus relatos no constituyen, en rigor, sino
la trasposicin literaria de su experiencia como hijo, como no
vio, como enfermo y como judo. Vivencias personales que tras
muta en materia artstica del mismo modo que los sueos com
ponen con nuestra vigilia el tema de sus imgenes delirantes.
Parece acertado ver en el afn del agrimensor por hallar
en el Castillo el puesto que le corresponde el deseo de acceder a
la secreta comunidad de las cosas, al Ser mismo, mediante
un ingreso que acepte su yo ms profundo, su verdadera in
dividualidad. Cmo, en efecto llegar a Dios sin haber cum
plido antes con la norma que nos impone la ms perfecta
VALORACION DE KAFKA
79
identidad con nosotros mismos ? A poco de comenzar la novela,
su protagonista, en la conversacin telefnica que sostiene con
uno de los porteros del Castillo, le pregunta al extrao Oswal:
Quin soy yo, pues? En El Proceso, Jos K... quiere
saber quin dirige su proceso, pregunta por la Autoridad.
Aqu la pregunta por la verdad ltima se confunde con la
demanda del ser que la formula. El drama de la vocacin del
hombre, experimentado por Kafka mismo en su trajn entre
la literatura y su empleo, aparece en esta obra de un modo
evidente y elevado a su mxima categora trascendente con la
consecuencia moral y aun religiosa que el autor le impone por
la sola presin de lo absurdo. Este elemento de la identidad
(ser igual a s mismo), en el sentido de un ser que aspira, a
travs del modesto empleo con que lo designa Kafka, a su
logro ms pleno, en uno de los ms fuertes del relato, si no
el esencial.
Recordemos Amrica. El mundo inhspito e indiferente en
que se mueven los protagonistas de Kafka est ya anunciado en
esta primera novela que slo un anlisis superficial puede con
siderar como ajena a las otras dos. Lo que ocurre es que en
estas ltimas su autor alcanza el meollo mismo de su propio
problema, est ms cerca de s mismo. Por algo estas obras
vienen despus, en un momento en que el drama del autor
alcanza en su vida ms personal el punto mximo de agudiza
cin. Claro que Amrica difiere prima facie del Proceso y
del Castillo. Hay, evidentemente, un aspecto risueo en las
andanzas simpticas de su hroe. Karl Rossmann es joven, casi
un nio, cuando comienza la novela. Est solo, es verdad. Pero
en una tierra llena de promesas. Y adems, pese a la desercin
de su to, terminar por encontrar lo que ansiaba, as lo sea en
un Teatro de la Naturaleza. Sin embargo, se necesita muy po
co para caer en la cuenta de que la sombra compite, ventajosa
mente, con las luces de esta trama. Hay ambientes siniestros:
la casa de Pollunder, por ejemplo. Hay personajes abyectos:
M. Green, excelente ejemplar de cierto americano srdido,
materializado. Su hija Clara, en su cnico candor, no le va en
zaga. Y qu decir del infame Delamarche, de la corrompida
Brunelda? Se me dir que, pese a todo, hay en esta obra un
optimismo que no se vislumbra en las otras dos. Pero, no lo
ponen stas en duda, precisamente? Aqu el humor el mis-
80
VAVAE
mo que anima sutilmente las pginas de sus novelas mayores
brilla, sin embargo, de un modo ms directo y accesible. Nada
hay de simple, sin embargo, en l. Lo ingenuo est en la pre
sentacin, en la marcha, no es el suceso. Pero las peripecias
de un joven inmigrante reclamaban aquel tipo de humor, tan
cercano, en su tragicomedia, al arte de Chaplin.
No podemos olvidar, ni aun en la rpida valoracin que
enunciamos, la narrativa menor de Kafka. Por mucho que este
escritor se muestre igual a s mismo en el trozo aparentemente
ms insignificante. Relatos como Las Armas de la Ciudad, El
Vecino o Un Contratiempo cotidiano no pasan de unas pginas.
Nos sobrecogen, sin embargo, con esa hondura tpica que en
contramos en las obras mayores. Por otra parte, obras como
La Colonia Penitenciaria o La Muralla China habran bastado
para constituir la fama de su autor. Hay en la una y en la
otra una simbologa que anota los temas de la justicia humana
como remedo de la que el hombre aspira desde su minsculo
puesto, tanto como el sentido mismo, ltimo, del universo y
del hombre y en uno y en otro caso con el empleo de la irona
ms sabia. La idea de la construccin, empleada en La Muralla
China como recogida en Las Armas de la Ciudad, una cons
truccin frustrada, en definitiva, por la misma causa esencial
que provoca la confusin de las lenguas, es el motor de un
pensamiento que pone en el ansia final de aquella reconcilia
cin suprema que es Dios, su acento ms profundo. El proble
ma del ser del hombre lo encontramos aqu con la misma fuerza
expresiva que en El Castillo, con la diferencia de que en este
caso, bajo la apariencia de un informe, aquella idea adquiere
la apretada conviccin del alegato.
Pero se trate de sus obras mayores o menores encontramos
en Kafka un mismo ideal, una misma inquietud. Y este ideal,
esta inquietud, tiene por centro una trascendencia que vuelve,
invariablemente, al hombre mismo, con sus miserias y sus
grandezas. El punto de partida es este hombre cualquiera este
uno, tal como se mueve en una realidad que le es indiferente
y que, por lo tanto, lo libra sin Providencia posible; al seno
de su propio abandono. Si alguna filosofa se desprende de
Kafka, si alguna metafsica cabe descubrir en la evidente
simbologa de sus relatos, esta filosofa o esta metafsica
parte del hecho concreto de la escasez del hombre y ello
VALORACION DE KAFKA
81
mediante un procedimiento que nos recuerda las pruebas de
Kierkegaard: revelacin de lo absurdo en el seno irrisorio de
las cosas mismas, de las situaciones. Y este gran paso que el
filsofo dans da en el orden de un pensamiento que procede,
ya, fenomenolgicamente, por bsqueda de lo elemental y ex
posicin de lo aparente, Kafka lo da en el orden de una des
criptiva que se cie a la cotidianidad como a lo primero, a lo
sustancial, mostrndonos su grandeza en el hecho mismo de su
gratitud, de su abandono. Como si por lo mismo fuera a refu
giarse all la Gracia misma. Esta exaltacin de lo simple o de
lo banal que advertimos aqu y all en la obra de Kafka y que
se manifiesta de un modo orgnico, funcional, tanto en su
minuciosidad descriptiva como en su consideracin crtica de
lo minsculo, pertenece de un modo caracterstico a su te
mtica, emparentando su filosofa con el existencialismo prs
tino de su maestro. Decimos esto ltimo porque creemos que
Kafka no puede ser visto a la luz del existencialismo posterior,
por mucho que pueda contar entre los que entrevieron el
mundo y las situaciones a que dicho existencialismo responde.
Y al decirlo pensamos especialmente en el existencialismo ateo,
dentro del cual no cabe, por supuesto, la metafsica ni el habi
tas religioso de Kafka.
Otras implicaciones encontramos asimismo en lo que lla
mamos su narrativa menor. Esta, como sabemos, se produce a
lo largo de toda la carrera literaria de Kafka. Ya en su primera
poca encontramos en los aplogos la preocupacin por proble
mas de vasta hondura. El del Bien frente al Mal lo hallamos en
Descripcin de un combate, obra de juventud y es tambin
escrito de los primeros aos el titulado Contemplaciones, en
donde asistimos a las primeras expresiones que se relacionan
con su vida personal y sus conflictos ntimos. No son sino
ejemplos de las dos grandes lneas en que se divide su activi
dad literaria: la que atiende a los temas metafsicos que lo
acucian y la que se ocupa en los conflictos de su destino terre
no, cotidiano. Ya dijimos empero que toda su actividad litera
ria corresponde a su Diario, tan inseparables son en Kafka las
condiciones del escritor y del hombre. De cualquier modo, no
hay gran tema que no solicite su atencin y el del saber,
preocupndolo hasta el fin de sus das, es un ejemplo dentro
de sus escritos menores (si as puede llamrseles) tales como
82
DAVAE
Investigaciones de un perro o La Madriguera. Informe para
una academia es, tambin, una muestra tpica dentro de este
tema.
Haciendo ahora un alto en la interpretacin ocupmonos
un momento de otros aspectos de ndole ms general. Estos
aspectos atienden a la ndole formal de la obra y nos llevan
necesariamente a la consideracin de sus estmulos ms pode
rosos. A estos elementos nos referimos antes cuando aludimos
a los motores esenciales que animan los escritos de Kafka. Ha
blamos del arte y del humor. Entendemos ahora por lo primero
todo lo que hace a la peculiar expresin esttica de Kafka y por
lo segundo cierta irona tpica, entre cmica y sombra que
informa sustancialmente la marcha del relato. Ambos elemen
tos son, naturalmente, indistinguibles en sus escritos: de tal
modo forman un todo inseparable, se soportan de manera
recproca. Se ha emparentado a Kafka con el movimiento ex
presionista alemn de su poca y, a decir verdad, no es, en el
fondo, equivocada tal relacin. No poda ser de otro modo si
se piensa que, acuciado por los problemas ms urgentes de su
tiempo, el autor deba caer necesariamente en su esttica ms
seductora. Pero aun dentro de una expresin artstica que, por
decirlo as, lo contena, Kafka sabe animar su manifestacin
literaria en el molde de una fisonoma absolutamente peculiar.
Esta peculiaridad, que se liga al relato mismo, se caracteriza
por cierta ingenua disposicin del planteo, por la marcha entre
grave y leve de la narracin, de tal modo que, sin perjuicio de
experimentar el lector un vago desconcierto, presiente a un
tiempo que algo trascendente ocurre en el fondo del relato.
Intuye, por ejemplo, que algo pasa en las afueras del inslito
proceso que se le instruye a Jos K. .., por mucho que en el
seno de la organizacin que lo condena muy poco se sepa, en
definitiva, del procesado y slo se cumpla un procedimiento
que debe llegar, necesariamente, al desenlace rutinario de la
sentencia.
El humor es otro ingrediente caracterstico de lo que po
dramos llamar la manera de Kafka. Nadie en su gnero lo ha
manejado con igual sabidura ni con parejo sentido del ele
mento pattico que lo informa. Su comicidad roza a cada paso
con la tragedia ms honda porque es profundamente humano.
Abarca no slo el aspecto de lo cmico inmediato, aquel que
VALORACION DE KAFKA
83
precisamente nos trae a las mientes al arte de Chaplin sino que
est presente al lado o formando parte de los episodios de ms
tensa expresin dramtica. Reside tanto en los tres hombres de
barba y levita que habitan solemnemente la casa de los Samsa
{La Metamorfosis) como en los episodios con que comienza el
proceso de Jos K... o en las tribulaciones del agrimensor F. (en
El Proceso y en El Castillo) ; tanto en la inolvidable figura
de los ayudas (en su ltima novela) como en la irnica presen
tacin de Klamm o del abogado Huid en aquellas dos. En
algunos casos lo grotesco se confunde con lo siniestro: basta
recordar a Gardana, en El Castillo o a la corrompida Brunel-
da, en El Proceso, imgenes una y otra de entidades decadas
de su misin.
Pero, como lo anticipramos, este humor no puede separar
se de la manera esttica de Kafka. El humor es la obra, del
mismo modo que lo es su particular visin potica de las cosas,
de la cual se ha hablado mucho menos, curiosamente, que de su
filosofa. Se ha pensado poco que sus consecuencias metafsicas
resultan por implicacin: que son inmanentes e indeliberadas,
por decirlo as, en su obra. Proceden de las cosas mismas, si se
las mira del modo genialmente objetivo con que las ve Kafka;
es decir, reducidas a su mnima presencia, libradas, por tanto,
al hecho mismo de su existencia inmediatamente inexplicable,
desconcertante, absurda. Menos se ha pensado en el vario pro
cedimiento de su esttica, con ser el tema de una importancia
primordial. Es Kafka el novelista, es decir, el artista, quien
debe interesarnos primero, si es cierto que todo en l proviene
de su don especfico. Es bajo este aspecto que quisiramos con
siderarlo, siquiera fuese brevemente.
Equivoca el lector comn si cree que la originalidad de
Kafka reside slo en sus asuntos. Y a este respecto parece in
til afirmar que una caracterstica de absoluta particularidad
la encontramos en la marcha de los mismos: es decir, en la
tcnica. Es sobre todo aqu donde lo que hemos llamado la
congenialidad con el autor resulta ms urgente. De otro modo
mal se comprenderan aquellos rasgos esenciales que se rela
cionan de un modo directo con la captacin profunda de la
obra. Qu goce experimentarn frente a ella esos lectores que
tienen la atencin puesta en el final, que lo esperan todo del
suceso como acto cumplido, es decir, como sucedido, si uno de
84
DAVAR
los caracteres fundamentales de la esttica kafkeana es preci
samente el de la infinitud, el de la eterna repeticin y con ello
la indiferencia del eplogo? Por esto es que ciertos lectores
absorben mal o no la absorben, sencillamente, una obra como
El Castillo, en que el eplogo no puede ser porque su esencia
es la bsqueda infinita. El arduo goce de un escrito semejante
slo puede obtenerse por una intuicin que se detenga en los
momentos singulares, en el fragmento, del mismo y moroso
modo que el autor se detuvo, complaciente es decir, como este
ta en su escritura. No hay otra manera de comprender El
Castillo que esta detencin intuitiva en el pasaje: que es tanto
como perderse en su tiempo interior, en su ntimo modo de
marchar. Tan slo all, en esta captacin temporal, tendr lu
gar la plena comunin con Kafka: porque all se da la forma
esencial, potica, de su arte.
Esto que decimos refirindonos a la novela en que el tema
kafkeano de la infinitud alcanza su ms alto nivel es igual
mente vlido para aquellos escritos que, como El Proceso, pare
cen tener un desenlace preciso, ntimamente ligado con la aven
tura del hroe. De ah que esta ltima novela sea, quiz, de las
tres de Kafka, la ms incomprendida. En Amrica o en El
Castillo el lector poco avisado si es que los lee hasta el fin-
retiene, lo quiera o no, siquiera la atmsfera que alienta en
ellos. Impedido de sacar consecuencias, su relacin con el
autor es tal vez por esto ms sincera. En El Proceso la con
clusin la ejecucin de un inocente incita a las conclusio
nes. Y ya sabemos que concluir es equivocarse. Tanto ms si
las conclusiones pretenden mantener al libro en el plano de su
apariencia inmediata, literalmente circunstancial, en que acos
tumbra moverse el protagonista. Para comprender esto es pre
ciso recordar que las novelas de Kafka (como, por otra parte,
todos sus escritos) transcurren en ms de un plano. Hay en
ellas un orden banal, evidente, al lado de un orden metafsico
o religioso. A veces, como sucede en El Proceso la obra puede
ser gustada en un solo plano sin apercibirse demasiado, al me
nos conscientemente, de su otro aspecto. En otras, como en
El Castillo esta operacin se vuelve difcil. Por algo esta nove
la es la piedra de toque del conocimiento de Kafka. En este
sentido me atrevera a decir que la menos comprendida de las
obras notables de Kafka es La Metamorfosis. Entendiendo por
VALORACION DE KAFKA
85
incomprensin falsa interpretacin. (El desconocimiento de
El Castillo no llega siquiera a esto.) Y es que en El Proceso
hay ese plano judicial, fcilmente observable, que se basta a
s mismo como crtica de una Justicia que escapa a la medida
humana y cuya consideracin exacta lleva ms o menos lcida
mente a la adivinacin de su sentido ms trascendente. En La
Metamorfosis, en cambio, el carcter de la transformacin del
protagonista suele detener al lector en el umbral de lo fants
tico sin posibilidad de columbrar su alcance trascendente.
Por todas estas consideraciones, ms que por una presunta
dificultad primera al tomar contacto con sus escritos, es que
podemos concluir que Kafka no es autor fcil. Y una de las
razones que obstan con ms eficacia a su conocimiento autnti
co radica en el modo absolutamente original con que se ligan
en l los elementos biogrficos y los estrictamente literarios. Re
conocerlos por separado y advertir el lazo que los traba son
operaciones ms fciles, naturalmente, que apoderarse de la
forma misma de la relacin. Esta relacin no es simple, por
cierto. Hay en los relatos de Kafka algo ms que la mera
trasposicin fantstica de su peripecia como hombre y es que
sus escritos componen tambin el curso de su vida, la acaban,
por as decirlo, en el seno de una dialctica inescindible. Ms
que un testimonio son el paso mismo de Kafka. Y ste debi
confundirlos con esa pequeez que se atribua a s mismo,
asumirlos en una filosofa que descubre en una indescifrable
omisin el primer sntoma del desacuerdo entre el hombre y
su mundo. Por esto, tal vez, por advertir en las cosas, siquiera
fuese prima facie, un signo de irresistible indiferencia es
que dispuso la anulacin de sus escritos, prohibi, a travs de
su amigo y albacea Max Brod la posibilidad misma de un lec
tor. De aqu, tambin, que las narraciones de Kafka entren
difcilmente en los cuadros consabidos de los as llamados
gneros literarios. Objetivamente concebidas, desenvueltas en
el plano de una descriptiva ingenua y prescindente, las nove
las de Kafka rebasan el marco clsico del gnero para entrar en
la desapasionada marcha del informe. Nadie parece haber se
guido ms al pie de la letra el consejo de Flaubert: .. .es
cribir la vida ordinaria como se escribe la historia o la epope
ya... Esto explica el carcter esencialmente episdico y,
por lo tanto, infinito de los relatos de este autor. Episdicos
86
DAVAR
como la historia y, como sta, sin desnaturalizar el carcter de
totalidad. Sus relatos son truncos en la medida en que reflejan
una nota esencial de la vida: su inslita e implacable intermi
tencia.
Se han intentado muchas valoraciones de Kafka. Sin partir
a priori de un punto de vista filosfico y abordndolo desde
el terreno mismo de la novela, encontramos en Kafka una pro
funda y novsima interpretacin de la realidad y una morali
dad o filosofa, si se quiere, curiosamente indita. Se me dir
que toda novela contiene o pretende una interpretacin del
mundo y que en todo escritor hay, tambin, un moralista. Se
argir, asimismo, que no hay nada estrictamente nuevo bajo
el sol y que Kafka tiene sus antecedentes filosficos y novels
ticos en un Kierkegaard o en un Dostoievsky. Forzoso es admi
tirlo. Con todo, sin embargo, queda un margen de originalidad
evidente, radicado en una tcnica novelstica que no tiene
precursor en cuanto procedimiento, es decir, en cuanto es de
liberada y procede por una captacin particularmente aguda y
universal del material esttico. Lo que en un Dostowieski o en
un Flaubert aparece como el producto inesperado y ocasional
de un genio esencialmente vario, en Kafka es el resultado de
una aplicacin tpica, temtica, siempre igual a s misma.
Aqu deba asumir necesariamente aquella forma restringida,
en la medida en que sus temas no podan pasar de esas tres o
cuatro cuestiones conflicto paterno, sentimental, racial y de
vocacin que lo haban absorbido por entero en una dialc
tica inseparable de su modalidad artstica.
A este propsito cabe decir que el tema de los antecedentes
literarios de Kafka no ha sido excesivamente estudiado. Se co
noce qu autores lea: Kleist, Hesse, Hamsum, Flaubert, Fon-
tane, Stitfer, George, Kassner, Hofmannsthal. A qu mencio
nar a Goethe? Y sin embargo hay que leer a Melville, a Dic-
kens, a Dostowieski para encontrarnos y sorprendernos con
precursores, si es que as puede llamrseles tratndose de
Kafka. A veces es un Lord Dunsany quien nos sorprende. Sin
embargo es, ms bien, una iluminacin a la inversa. Borges
ha hecho notar entre nosotros este descubrimiento retrospecti
vo a que nos lleva la lectura de Kafka, mostrndonos en los
autores menos sospechosos de vecindad la vena paradjicamen
te kafkeana con que escriban. Esta iluminacin nos revela
VALORACION DE KAFKA
87
por lo dems la simplicidad del mecanismo que anima los re
latos de Kafka, probndonos que la supuesta complejidad de
que suele acusrsele es slo el resultado de su representacin
esttica, perfectamente inscripta en la marcha simple de la
aventura. Como en Moby Dick, para no citar sino a Melville,
lo trgico se desprende involuntariamente de las cosas mismas.
Es una saturacin. Porque todo est implcito la aparien
cia es simple. Qu mejor ejemplo en nuestra lengua que Don
Quijote ?
No quisiera terminar esta conferencia sin aludir a una justa
curiosidad. Se ha hablado tanto del pesimismo de Kafka que
resulta imposible eludir el problema de su posicin frente a un
mundo que aparece absurdo: indiferente a las idas y venidas
de un protagonista que resulta vencido por la norma indiscer
nible de la fatalidad. Es difcil dar una respuesta adecuada a
la pregunta que se esconde en esta hiptesis. Satisfacerla del
todo aceptar el pesimismo o el optimismo de Kafka supone
arribar a una conclusin y ya dijimos lo que significa concluir.
Si esta operacin contiene, en general, el peligro de robustecer
el error esa posibilidad se acrecienta en el caso de Kafka, cuyos
escritos denuncian a cada instante la infinitud y lo inacabado.
Kafka no concluye jams. Todos sus escritos son truncos.
Como la vida si es que practicamos a su respecto la suspen
sin de todo principio (lo llamemos lo Absoluto o lo Indestruc
tible) tal como lo hace Kafka al poner a su protagonista en un
medio provisionalmente sin respuesta. Pero es este mismo vaco,
esta suspensin lo que nos obliga a tomar partido.
Qu duda cabe de que este partido ha de inclinarse por lo
positivo, proclamar la esperanza en el seno mismo de la desola
cin? Sin la posibilidad y, por consiguiente, la espera de
un principio supremo que gobierne las cosas, la dialctica de
Kafka no tendra sentido; ni siquiera desde su propia negati-
vidad. Recordemos el final apotesico de Amrica, cuyo
Teatro de la Naturaleza es algo ms que una caricatura y
recordemos, sobre todo, su ltima novda, que es como su
ltima palabra. Todo lo equvoca que sea la atmsfera brumosa
de El Castillo es imposible no admitir en los afanes del agri
mensor la bsqueda de una Autoridad que debe existir. Falta,
aciagamente, la fe, la fe de los otros, la de aquellos que no se
creen ya, como K. llamados. Y esta carencia amenaza co j hun-
88
DAVAE
dir a cada paso al hroe, que no logra sobreponerse al ambien
te, que es el error. Pero ya su existencia, el slo deseo de uno,
prueba la Autoridad, el Dios perdido. No me buscaras si ya
no me tuvieras...
Kafka busc. Estuvo, pues, por la vida y por la vigilancia
incansable de sus valores.
MARIO A. LANCELOTTI
Notas inditas de Dora Dymant
sobre Kafka
Dora Dymant muri en Londres el 15 de agosto de 1952, a con
secuencia de una larga enfermedad. Esta noticia pas inadvertida
cmo no habra de ser as? Slo algunas personas saban que
la compaera de Franz Kafka viva an, en Londres, y en condiciones
que en cualquier otra parte que no fuera Inglaterra hubiera significado
sin duda la miseria. 1
Dora Dymant jams tuvo que desviar de s la atencin del pblico,
porque nunca la provoc, ni por su palabra ni por sus actos. Por lo
que s, una sola declaracin suya fu publicada por la prensa, la interview
que concedi a Nicols Baudy, para Evidences, cuando su paso por
Pars. Y, sin embargo, todos los que la conocieron saban hasta qu
punto importaba que estuviera aqu, y no solamente a causa del gran
poeta cuya vida comparti, durante un breve ao, o, si se quiere, durante
casi treinta aos.
La figura de Dora Dymant no corresponde a la historia literaria,
ni siquiera para aquellos que vean en ella un reflejo de la luz de Kafka.
Irradiaba su luz propia, la irradi sobre l, que desde siempre se debata
en la sombra, y a quien trajo el descanso, la irradiaba an en su
derredor, en este medio judo de Whitechapel que haba elegido para
vivir. La importancia que tena Dora para todos los que la conocan
est demostrada por la rapidez con que se propag la noticia de su
muerte. A su entierro no asistieron escritores ni periodistas, la noticia
no lleg hasta ellos; slo estuvieron aquellos para quienes Dora trabaj,
represent y cant, y que, ahora, lloraban sin freno bajo la lluvia en el
1 La ayuda que la ley inglesa actual concede a toda persona que no
est en condiciones de trabajar, ya sea inglesa o extranjera, le permiti
vivir hasta su muerte, si no con holgura, al menos decentemente.
90
DAVAB
gran cementerio judo del East End. Aquel da hubo terribles tempes
tades en Inglaterra. Trombas de agua helada hacan vacilar las negras
siluetas hundidas hasta los tobillos en la arcilla. Slo se poda avanzar
tirando violentamente cada pierna para arrancarla del suelo. La lluvia,
sin embargo, slo golpeaba los rostros en aquel campo sin rboles, des
nudo, nada ms que los rostros que ya chorreaban, nada ms que este
rostro, a mi lado embadurnado de negro por el color de un gorro de
papel desteido, que distribuan en la puerta del cementerio a guisa
de sombrero.
Cmo esta desolacin no iba a evocar la desolacin lujosa del viejo
cementerio judo de Praga donde Kafka est enterrado? All, en aquel
lugar extrao donde la vegetacin acorrala a la piedra, Kafka est en
terrado junto al padre y a la madre con los cuales tuvo tantas dificul
tades para reunirse en vida, con los que jams pudo reunirse. Pues si
Dora Dymant no tena familia, en el sentido en que Kafka tuvo una,
ella est entre "los suyos en el nico lugar que pueda sin duda an
pertenecerle en la Europa que quiso dejar dos veces y donde dos veces
la muerte la retuvo.
Dora Dymant no vivi verdaderamente en Londres. Con la parte
ms intensa de s misma, la ms inaccesible al cambio, viva en 1923
en Berln, ms bien el Berln de posguerra viva intacto en ella. Con
toda su energa, su amor por la vida, su coraje y su lucidez, viva en
Whitechapel y cumpla el nico trabajo que se senta llamada a realizar.
Pues si Dora Dymant no pensaba deber intervenir en el debate que se
abri un poco en todas partes sobre Kafka, tom para s una difcil tarea,
una tarea que dejara quizs un da de ser necesaria pero que por el mo
mento era imperiosa: salvar la lengua idisch de la muerte que la ame
naza, all donde puede ser momentneamente salvada. La poesa y la
literatura idisch eran a sus ojos la nica parte de verdad que poda pre
servar y transmitir. No solamente escriba adems de sus notas sobre
Kafka, deja un gran nmero de escritos en idisch que debern apare
cer sino que organizaba conferencias, reuniones, sesiones de lectura,
representaciones, durante las cuales se disfrazaba y lea varios papeles a
la vez, declamando, imitando, cantando, haciendo cantar, y desplegando
ante el pblico, al que haba que hacer volver hacia antiguas emociones
casi olvidadas, las extraordinarias dotes de artista que no haba querido
desarrollar en el teatro. Est de ms decir que en esta actividad no
pona la pasin hacia las cosas ya muertas que tantas veces revela el
aficionado al folklore.
NOTAS INEDITAS DE DORA DYMANT
91
Era una pasin razonada, motivada por la desaparicin de la'Polonia
juda de la que haba huido en su juventud, como tantas otras y que
sin embargo no la haba dejado jams.
Un da Dora recibi la visita de una mujer joven, una cantante que
la ayudaba a recoger los viejos textos de canciones y participaba
en sus conferencias. Vena a anunciarle una afligente noticia cuya im
portancia no comprend en un principio. Poco tiempo atrs y por una
gran casualidad esta amiga haba conocido una anciana rusa que vi
va desde casi cincuenta aos en Londres y que milagrosamente saba
an todas las canciones de su juventud. No las cantaba quin se lo
hubiera pedido? pero poda volverlas a encontrar una por una, sin
esfuerzo, y restituirlas al odo, tan puras como a su nacimiento. Recoger
estas melodas cuya existencia misma estaba olvidada no era evidente
mente un trabajo de poca importancia, era en todo caso algo que
demandara mucho tiempo. Como Dora ya no poda moverse de la
cama, su amiga haba arreglado la entrevista algunas semanas atrs.
Vena justamente a anunciarle que la entrevista no tendra lugar pues
la anciana haba muerto la vspera. Asist a la desesperacin de Dora,
desesperacin espectacular, violenta y cmica, porque exageraba el ren
cor tenaz que Dora tena realmente, en el fondo, contra la anciana
que se le haba ocurrido morir sin avisar. Los ojos y las manos decan:
"Se puede partir as, no es una incongruencia, un robo? Por su voz,
por la riqueza de inflexiones y de gestos que haba sin duda heredado
de una tradicin? de Kafka mismo?, probablemente de los dos
y que eran en ella no una manera de subrayar el discurso sino de con
ferirle su existencia real, comprend cuanto le importaba verdaderamente
ms la prdida de las canciones que la muerte de la mujer.
Pues no quera ni poda exponer ideas, estaba atenta a los descu
brimientos de los dems, y cuando se trataba de Kafka, llena de curio
sidad, resignada tambin a escuchar muchos errores. "Poco importa,
deca, Franz tiene tiempo. De este modo no rectificaba lo que juzgaba
falso, se limitaba a relatar los hechos con los gestos que creaban el
detalle verdadero y desenmascaraban el error. La justeza del tono la
haba adquirido sin duda junto a Kafka. De ella proceda su ascen
diente sobre todos los que la rodeaban, ella tambin le daba un funda
mento seguro a la generosidad que pona en todas las cosas de la vida
y que la enfermedad jams empa.
92
DAVAB
A pesar de su actividad y tnalgrado los que la rodeaban, Dora estaba
sola. Bien veo lo que ella daba a los dems; pero a ella qu poda
drsele? Lo que le corresponda lo haba recibido veinticinco aos atrs
en su totalidad y necesitaba todo su tiempo para ordenar esta herencia.
Tena poco ms de veintids aos cuando conoci a Kafka, tena cin
cuenta cuando muri y slo es al principio de su enfermedad cuando
empez a escribir sobre l. Estas notas de las que se leern algunos
extractos ms adelante son un intento paciente para comprender ver
daderamente lo que su extrema juventud le permiti vivir en la admi
racin, sin preguntar nada. Estn escritas en alemn, "porque, deca, slo
se puede hablar de Franz en su idioma. Nada ofrecen que se parezca
a una tesis filosfica o religiosa, pero uno no podra equivocarse acerca
del esfuerzo que significan ni acerca de la marca que llevan.
A los que la interrogaban sobre Kafka no eran muchos los que
lo hacan, y tampoco creo que ello los alentara Dora no tena nada de
definitivo ni de nuevo que ensearles. Sobre todo, no estaba en condi
ciones de contestar a las preguntas "fundamentales que no se dejaba
de plantearle sobre la posicin de Kafka, con respecto al problema
religioso, por ejemplo. No habra sido como l verdadera, escrupulosa
y prudente si hubiera podido contestar de inmediato a tales preguntas.
Cuando se la apuraba demasiado, se vea obligada a decepcionar a su
auditorio advirtindole que erraba el camino. Supongo que tuvo que des
concertar, ms aun chocar a ciertos espritus vidos de verdad fcilmente
asimilable. Me cont cmo el traductor ingls del "Proceso y del
"Castillo, Edwin Muir, un hombre por el que tena, por otra parte,
la ms profunda estima, le preguntaba cada vez que se vean: "Pero,
en fin, Kafka tena Fe? y como ella le contestaba invariablemente
"No, contestacin escandalosa para un hombre a quien este problema
mucho preocupaba pero que, si no estaba desprovista de malicia, traduca,
sin embargo, bien la advertencia que quera dar: no podemos empezar
las cosas all donde l quiz termin, no podemos tomarlas si no es all
donde el mismo las vea, en la vida ms simple, en el contacto doloroso
e inevitable con los objetos y con los seres. No hablis de Dios dnde
y cundo habl de l? pero miradlo vivir, leed sus libros, miradlos con
la ms pura atencin, con la precisin ms aguda de la mirada, y si lo
consegus, lo que es difcil, habra dicho, es cierto, que no conseguiris
respuesta alguna pero al menos dejaris de dar la espalda a lo que
buscis.
NOTAS INEDITAS DE DORA DYMANT
93
Y si uno deseaba realmente escucharla, si uno quera preguntarle
nicamente lo que estaba en condiciones de contestar, Dora se volva
entonces inagotable. Sobre esto, lo deca todo, nada agotara las cosas
que vivi antao, sin comprenderlas. La ancdota que recordaba motivada
por un llamado telefnico, el lugar de un mueble, una carta le haban
parecido entonces un juego. "El juego y la exageracin del juego hacan
integralmente parte de lo que l tena que decir y como yo jugaba
realmente nunca saba si l jugaba a medias o si estaba serio. Ahora
la ancdota evocada se cargaba de pronto de sentido, de una densidad
de sentidos igual a la de una pgina escrita por Kafka. ¡Cmo quisi
ramos repetir todos los relatos que Dora contaba! Todos contienen una
parte de lo que Kafka quiso decir en su vida y en su obra. Todos
revelan una faz de su verdad.
He aqu dos que no encontr en el "Cuaderno de Dora pero que
anot a medida que hablaba. La primera data de la poca en que conoci
a Kafka y relata un hecho que retuvo celosamente a pesar de su insig
nificancia aparente:
"Yo era entonces cocinera en una colonia de vacaciones de nios
judos, en Muritz, en la costa del Bltico. Desde haca algn tiempo
encontraba a menudo, en la playa, un joven acompaado por una mujer
y varios nios que cre suyos. Me impresion y me atrajo de pronto tan
vivamente que no titube en seguirlo all donde poda. Pero yo lo crea
casado y me desesperaba. Un da nos advirtieron que, por la noche,
tendra lugar una cena un poco excepcional, en honor del Dr. Kafka.
No conoca al Dr. Kafka, y por otra parte tena trabajo en la cocina.
Lleg mientras preparaba la cena. Cuando entr en el comedor para
sentarme con los dems, reconoc al joven de la playa y me invadi
la alegra. Haba venido solo, no estaba, pues, casado. Los nios parecan
muy intimidados por la presencia de este seor desconocido al que lla
maban doctor y al que evidentemente importaba impresionar del mejor
modo posible. Tiesos en sus sillas, preocupados por hacerse valer, inquie
tos, asustados. Uno de ellos, sin duda el que tena ms miedo, se levant
para ir a buscar un objeto que faltaba sobre la mesa y como sucede
en tales casos, hizo un paso en falso y se cay.
Las risas y las pullas estaban prontas a desencadenarse, tanto ms
que los dems nios tambin estaban ms o menos paralizados por la
turbacin. Pero antes que hubieran estallado las risas, antes que el nio
fuera humillado pblicamente Kafka exclam vivamente, con tono
admirativo: ¡Qu bien te has cado, y qu magnficamente te has le-
94
DAVAR
yantado! No slo estaba a salvo el amor propio del nio, sino que
tambin poda gustar una especie de gloria suplementaria que no susci
tara la envidia de nadie.
La otra ancdota tiene tambin una criatura por hroe, esta vez
una niita. Quiz se encuentra en alguna parte una mujer que ha
guardado, como se guardan los juguetes de la infancia, la historia de
su mueca escrita por Franz Kafka:
"Cuando estbamos en Berln, Franz iba a menudo al parque de
Steglitz. Yo lo acompaaba a veces. Un da encontramos a una niita
que lloraba y que pareca completamente desesperada. Le hablamos,
Franz la interrog y supimos que haba perdido su mueca. Al instante
Kafka inventa un cuento bastante plausible para explicar esta desapari
cin. "Tu mueca se ha ido simplemente de viaje, lo s, me lo escribi
en una carta. La nia parece sospechar. "La tienes contigo? "No, la
olvid en mi casa, pero te la traer maana. Intrigada, la nia ya ha
olvidado a medias su pesar. En cuanto llega a casa Franz se pone a
escribir la carta y se entrega a esta labor con la misma gravedad que
para componer una obra, en el mismo estado de tensin que se apode
raba de l apenas se sentaba junto a una mesa, ya sea para escribir una
carta o un telegrama. Era, por otra parte, un verdadero trabajo, tan
esencial como los otros, ya que a todo precio era necesario que la nia
no fuera engaada, sino realmente calmada, que la mentira fuera pues
transformada en verdad mediante la verdad de la ficcin. Al da si
guiente corri a llevar la carta a la niita que la esperaba en el parque.
Como no saba leer, l le ley la carta en voz alta. La mueca declaraba
que estaba cansada de vivir siempre en la misma familia, expresaba su
deseo de cambiar de aire, en una palabra, de alejarse de ella, niita a
quien mucho quera pero de la cual deseaba separarse un poco. Prometa
escribir todos los das y de hecho Kafka escribi todos los das una
carta relatando aventuras renovadas sin cesar y que evolucionaban muy
rpidamente conforme al ritmo particular de la vida de las muecas. Al
cabo de unos cuantos das, la nia olvid la prdida real de su juguete
y slo pensaba en la ficcin que se le ofreca en cambio. Franz escriba
cada frase de la novela con una minucia y una precisin plena de
gracia que volva a la situacin muy aceptable: la mueca creci, fre
cuent otras escuelas, conoci otras personas. Siempre segua confir
mndole a la nia el cario que le inspiraba, pero haca alusin a la
complicacin de su vida, a otros deberes, a otros intereses que le im
pedan por el instante volver a seguir la vida en comn. Invitaba a la
NOTAS INEDITAS DE DOEA DYMANT
95
nia a que reflexionara sobre esto y a que se preparara para el renun
ciamiento inevitable.
El juego dur por lo menos tres semanas, y Franz se sinti terri
blemente angustiado por la sola idea de terminarlo, pues el final deba
ser justo, es decir, capaz de sustituir con un orden al desorden provocado
por la prdida del juguete. Busc mucho tiempo y decidi por fin casar
la mueca. Describi primeramente al joven, el noviazgo, los prepara
tivos de la boda y luego con todos sus detalles, la casa de los recin
casados: "T misma comprenders deca la mueca que deberemos
renunciar a vernos. Franz haba resuelto un pequeo conflicto infantil
mediante el arte, el medio ms eficaz de que dispona personalmente
para poner orden en el mundo.
Dora Dymant no dej de insistir acerca de este esfuerzo desespe
rado de Kafka hacia el orden y acerca de su imposibilidad de obtenerlo
porque le faltaban las fuerzas. Fu la certidumbre que tena al respecto
lo que la incit a escribir. Se comprender lo que deseaba decir al leer
las siguientes pginas, extractadas de su "Cuaderno postumo, aun
indito:
CC'T've ningn modo me extraa que, por mi manera de escribirlo,
JLy todo lo que fluye de mi pluma recuerde tan menudo a Franz.
Puede decirse lo mismo de todos los que se encuentran en relacin estre
cha con l, incluso los que lo conocen exclusivamente por su obra. Tam
bin por eso comprendo que se piense en Franz cuando se lee o se mira
la obra de ciertos artistas que no lo conocieron (Soutine) o que vivan
mucho antes que l.
Quiero decir que: l9 Los que conocan a Franz no podan sino tender
al orden. Esto y el ejemplo de la vida de Franz, los volva capaces de
realizar y de decir las cosas bajo la forma ms perfecta y asequible y
nicamente porque esta forma, ahora ms elevada y ahora muy prxima
se haba vuelto la suya. Y as de grado en grado a medida que se lo
conoca ms y de ms cerca.
29 De todos los seres que conocimos, Franz era el que mejor saba
decir y hacer las cosas. De ello se deduce que, de una manera general,
lo que est mejor hecho o mejor dicho est absolutamente emparentado
con Franz.
96
VAYAS
Cun preferible es no llevar una cosa hasta su fin. La absoluta
probidad (interior) slo os acompaa voluntariamente durante un
breve trecho, luego hay que forzarla a que os acompae y, en vez de
resignarse, si ello para nada sirve, se la deja atrs y se sigue el camino,
desnudo como un mendigo, nicamente porque uno se cree obligado a
ir hasta el fin. (De cuntas cosas ya conseguidas, uno se siente frus
trado por este motivo?).
¡Ah! Cmo saba Franz a qu atenerse sobre este punto y ¡cmo se
mantena en guardia! Si no, por qu slo habra escrito fragmentos?
Su desgracia, que era demasiado dbil para soportar, consista precisa
mente en este sbito abandono impuesto por la probidad. Se pona en
camino con tanta esperanza, tan a cubierto, tan protegido, tan slido
y de pronto, de un solo golpe todo era sombro, abandonado. No poda
dejar as las cosas, no poda renunciar a ellas. Sin cesar haba que
recomenzar la tentativa. ¡Ya que estaba all! Uno lo haba aprendido
tan a menudo en s mismo, cmo habra podido deponer las armas?
Hay que ensayar todava otra vez, quiz prepararse con ms anticipacin,
renunciar a ms an, consagrarse esencialmente a la cosa, no esencial
mente sino exclusivamente, quiz asi se avanzar de un paso. Y por
cada paso avanzado, cumplido separadamente, vala, valdr siempre la
pena renunciar a todo. No renunci jams, muri de agotamiento.
Para l el ser humano tena una importancia anloga a la que tiene
para el sabio. Lo precisaba primero como objeto de investigacin
sobre su camino hacia el esclarecimiento. Se encontraba (¡an!) en el
perodo de disector, fro, prctico, dotado de una mano segura. Se
ejercitaba en los hombres, escribir consista en ordenar su material, en
pasarlo por el tamiz. En este sentido su creacin literaria era an un
trabajo de diseccin. Por esta razn no poda dejarlo detrs de s en
este perodo. No tuvo tiempo de llevar hasta el fin las investigaciones
que hubieran podido acercarlo a la solucin de su tarea; el resultado
deba ser la exposicin a plena luz del mundo en su orden inmutable.
Y un cuerpo desnudo, abierto sobre una mesa de diseccin, con los
intestinos que salen, no puede ser presentado como conclusin, no se lo
puede dejar detrs de s como su propio trabajo. Si no se quiere ir
ms lejos, vale ms que este trabajo no cumplido no vea jams el da.
NOTAS INEDITAS DE DOEA DYMANT
97
Vale ms no tener cmplices. Ya es bastante terrible que uno deba
pasearse toda su vida con la lpida de su impotencia sobre los hombros
y "el pensamiento que este resultado le sobrevivir es insoportable, pues
podra encontrarse alguno para creer y aun para anunciar que
realizar "esto era su "tarea. Peor an: para creer y anunciar que esto,
en realidad, es la tarea. Noche cruel del malentendido.
MARTHE ROBERT
La Ley de Nacionalidad
en Israel
1. La proclamacin de Israel como pas independiente
plante la necesidad de determinar quines son los ciudadanos
de ese pas, los que forman la Nacin y tienen derecho a in
tervenir en sn vida poltica y jurdica, acogidos a la protec
cin y sometidos a las obligaciones del Estado.
Por tratarse de doctrinas conocidas, me veo eximido de
la necesidad de exponer los fundamentos de las diferentes
teoras sobre nacionalidad imperantes o aplicadas prctica
mente y que varan segn las conveniencias de la nacin que
las sustenta. Los pases de inmigracin sostienen el principio
del nacimiento, jus soili, esto es, que son nacionales todos los
que nacen en su territorio. En cambio, los pases de emigra
cin adoptan la teora de la sangre, jus sanginis, segn la
cual la nacionalidad de las personas se determina por la de los
padres. Esto, en cuanto a la nacionalidad natural, pues para
la naturalizacin, la legislacin es tambin ms liberal en los
pases de inmigracin.
Esa divisin doctrinaria genrica, que reconoce excepcio
nes, se vincula asimismo con la ley aplicable a los nacionales
o extranjeros en cada pas. En los pases de inmigracin se
Son todos los judos ciudadanos del Estado de Israel? Modifica
su creacin el status de los judos nacidos en otros pases? Estas pre
guntas que no pocos se han formulado traducen la confusin reinante
acerca de una cuestin que figura entre las que urgen un esclareci
miento. El Dr. Marcos Satanowsky, Profesor que fu de la Facul
tad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires encierra el problema
en sus precisos lmites jurdicos y con pensamiento lgico y claridad
expositiva explica a la luz de las leyes existentes, quines son ciuda
danos de Israel, quines no lo son, y los requisitos ineludibles para
convertirse en ciudadano del nuevo Estado.
LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISRAEL
99
propicia la ley del domicilio, cualquiera fuera la nacionalidad,
en tanto que en los pases de emigracin rige la ley de la
nacionalidad, sea cual fuere el domicilio. Esto ocurre especial
mente respecto de la capacidad y del estado civil de las per
sonas.
2. Si se tiene presente que la diversa concepcin sobre
la nacionalidad suscita ciertas dificultades en pases de exis
tencia jurdica secular o milenaria, ha de resultar compren
sible en qu medida el problema a que nos referimos poda
ofrecer aspectos de particular complejidad para Israel na
ciente. No se trataba de un pas ya formado, con las peculia
ridades de la organizacin estatal moderna, sino del esta
blecimiento de una nacin en teritorio histricamente suyo
pero de la cual gran parte de sus ciudadanos potenciales re
sidan en pases con los cuales haban creado vnculos jurdi
cos durante los siglos de la dispersin del pueblo judo.
Pas pequeo en extensin territorial y con una pobla-;
cin propia, israel, que constitua una minora, el inters del
estado naciente deba encaminarse hacia una pronta y fcil
nacionalizacin, no slo de los judos que en l moraban, sino
tambin de los judos que a l se dirigan o podan dirigirse
para establecerse en su territorio. Los hombres conductores
que con preclara visin de estadistas asumieron la responsabi
lidad del primer gobierno israel, debieron encarar dentro de
la exigencia de la hora inicial del Estado, el problema de los
judos que viven en pases de los cuales son ciudadanos sin
discriminacin y donde a la par de gozar de todos los dere
chos cumplen leal y sinceramente con los deberes y en los
que se sienten patriotas sin reservas de nimo, aunque vincu
lados espiritualmente con los hermanos de todo el mundo y
lgicamente solidarizados con Israel.
Con relacin a esos judos, los llamados de la Dispora,
el naciente estado de Israel saba cabalmente que en cuanto a
su nacionalidad estaban colocados en una situacin que no
poda confundirse con la del judo nativo de Israel ni con
la de los que quedaban incorporados a Israel por el hecho de
residir en el pas, ni con la de los que se incorporaran al
mismo por establecerse en l.
100
DAVAB
3. Desde el punto de vista abstracto o terico, el fen
meno de la nacionalidad siempre ha suscitado una multitud
de problemas intrincados, en todos los campos de la vida. La
conciencia nacional aparece en el curso de la historia bajo
formas diferentes, desde un vago sentimiento de afinidad, a
un ideal de comunidad y de ilimitada solidaridad. Cuando se
desarrolla, la conciencia nacional, elabora una estructura de
pensamientos respecto a la nacionalidad y a la ideologa na
cional, y la psicologa de la conciencia nacional da lugar a
un complejo de aspiraciones, que se manifiesta en formas di
versas: pacficas o belicosas, progresivas o reaccionarias, to
lerantes o fanticas.1
La conciencia nacional juda mantenida en la dispersin
se orient paralelamente en dos direcciones de contenido ideal.
Al propio tiempo que alent sin desfallecimientos la idea del
retorno a Israel, fu formando un sentimiento judo inde
pendiente y a la vez complementario de ese ideal, que deba
alimentarse con la sensacin permanente de ser judo sin una
patria territorial, de serlo de un modo puramente espiritual.
Para explicar ese sentimiento, esa nacionalidad espiritual, es
preciso ubicarla en la filosofa de la historia, que, como dice
Renn, es una creacin juda.
Los judos, a igual que los griegos, poseyeron desde la an
tigedad un sentido de la historia, con su pensamiento orien
tado hacia el tiempo y con su tendencia hacia la unidad. Su
tica social se basaba en la historia, y la conciencia histrica
fu ligando las generaciones, dndoles una permanencia y cer
tidumbre particulares, que a travs de los tiempos adquirie
ron los contornos y el valor de una conciencia espiritualmente
nacional. El acopio comn de los recuerdos del pasado y las
esperanzas del futuro, determinaron su mente y sus aspira
ciones. Y, como consecuencia, su conciencia histrica fu pro
yectada en unidad, a travs del tiempo. Como dice Hans Kohn,
El judo viva ms bien en el reino del tiempo que en el
del espacio. El mundo, como tiempo, no sabe de la separacin
i F. Hertz, Nationality in history and politics, London, 1951,
pgina 410.
LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISRAEL
101
en una pluralidad de dimensiones. Tiene una sola: seala con
direccin al pasado, surge hacia el futuro y domina la ten
sin de diversas direcciones en la poderosa unidad de su co
rriente .2
4. Esa conciencia histrica juda, ese estado de espritu
comunitario suyo, cre su conciencia de grupo y la conciencia
de su continuidad histrica, que persistieron a pesar de la
prdida posterior del territorio nacional, primero por medio
de su religin y de su cultura y luego bajo el estmulo acceso
rio de la solidaridad en los sufrimientos comunes a travs de
largos y penosos siglos, sufrimientos que han hecho decir,
aunque con evidente ligereza, que la persistencia del pueblo
judo se debe a las persecuciones de que ha sido objeto.
Lo cierto, innegable, es que merced a ese sentido de unidad
y continuidad, el judo ha mantenido su nacionalidad espi
ritual en la Dispora con tanta o ms intensidad y profundi
dad y clara nocin de su significado que la idea nacional o
patritica de cualquier otro pueblo en su territorio propio.
Y no es menos cierto que aun despus de creado el estado de
Israel, los judos que con la ntima experiencia del sentimiento
de su nacionalidad espiritual juda viven en otros pases con
sensacin de permanencia, no pueden ser sospechados de un
grado menor de judaismo y de solidaridad con Israel que el
de los ciudadanos israeles, en cuanto esta solidaridad tiene
profundas races histricas y morales.
Jurdicamente, Israel no es un estado judo. Los judos
y no judos que viven en Israel son israeles. Los judos que
viven fuera de Israel no son israeles. Pero los liga con el Esta
do de Israel y con los judos que son sus ciudadanos, lo mis
mo que con el judaismo mundial, una conciencia histrica co
mn y una solidaridad espiritual que no va en mengua de
su condicin de ciudadanos leales de sus respectivos pases, a
los que estn jurdicamente incorporados y a cuyos destinos
estn unidos.
2 H. Kohn, Historia del nacionalismo, Mxico, 1949, pg. 41.
102
DAVAR
5. El concepto del nacionalismo espiritual que hemos se
alado, desprendido de toda idea poltica o necesidad territo
rial y, por lo tanto, compatible con el nacionalismo jurdico,
explica por qu los judos de la Dispora han creado y soste
nido preferentemente instituciones culturales dedicadas simul
tneamente a sus propias preocupaciones en ese orden y a las
vernaculares coincidentes. Ejemplo elocuente entre nosotros es
la Sociedad Hebraica Argentina, cuya finalidad y esencia han
sido acertadamente definidas en estos trminos: Incorporados
definitivamente al pas e identificados con l a travs de va
rias generaciones, los judos de la Argentina sienten legtima
mente como suya la comunidad nacional, al mismo tiempo que
surgidos de una estirpe a la que circunstancias singulares han
dado una personalidad destacada y de la cual son consciente
mente una prolongacin inextinguible, cumplen la misin pro
vechosa de enriquecer con sus rasgos peculiares ms nobles la
sntesis que se elabora y plasma en el crisol de la gran tarea
comn del pas, en el orden de la creacin intelectual, al po
ner en contacto la cultura argentina, que es una de las ms
jvenes expresiones de la cultura universal, con las expresiones
de una cultura milenaria que ilumin al mundo con el senti
do de lo moral y el principio de lo social.
De tal modo el nacionalismo espiritual judo es una sn
tesis de conciencia de comunidad tnica y de afinidad cultu
ral creadora. Este nacionalismo espiritual, surgido en la evo
lucin histrica y enriquecido en el contacto fecundante con
las dems civilizaciones, constituye una concepcin filosfica
a la vez que un estado de nimo definido y permanente, cuyo
mantenimiento despus de la creacin del estado de Israel se
justifica. Como concepcin filosfica, como concepcin cultu
ral, como realidad anmica, concentra en la personalidad del
judo la espiritualidad juda, producto de su herencia y tra
dicin histricas, y armoniza, sin ningn asomo de discordia,
con el sentimiento de nacionalidad jurdica del pas de su na
cimiento o adopcin.
6. Claro est que esa posicin armnica del judo no israe
l slo es posible en los pases de libertad de pensamiento y
LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISMAEL
103
de expresin de ideas. Y as se concilio con la civilizacin
occidental. De esta civilizacin se asimil el judo el arte, la
ciencia y la filosofa. A esta civilizacin contribuy el judo
con su religin y su moral, como Grecia contribuy a ella con
sus creaciones estticas y su espritu cientfico, y como Roma
contribuy a ella con su sistema jurdico. Las religiones cris
tiana y mahometana tienen asimismo su origen y fuente en la
religin mosaica. Resultaba as natural el desarrollo de la
cultura juda dentro del ambiente occidental, y los judos pu
dieron mantener su cultura sin afectar su actuacin como
ciudadanos legales dentro de los pases en que nacieron o se
arraigaron. Ser nacional de un pas en esas condiciones, no
afectaba al judo como tal, ni el desarrollo del mismo en su
cultura afectaba sus condiciones de nacional en el pas en que
actuaba.
Para Dubnow, ese nacionalismo espiritual es la evolucin
del nacionalismo a un grado superior al territorial o jurdico.
Para nosotros, de acuerdo con la doctrina imperante, ambos
son distintos aunque admiten su coexistencia.
7. La concepcin filosfica del nacionalismo espiritual,
de valores morales, fundada en la cultura milenaria, en cons
tante evolucin, del pueblo judo concepcin cuyos exponen
tes son Simn Dubnow y Ajad Haam ha justificado y si
gue justificando la existencia y actuacin del judo fuera de
Israel, y no contrara la existencia y actuacin del judo en
Israel, como nacional del mismo y en virtud de la ley sobre
nacionalidad, ley cuyo examen es el objeto de mi disertacin.
Debe sin embargo aclararse los conceptos, ante la vehemen
te y conocida polmica entre los partidarios del nacionalismo
cultural o espiritual y el nacionalismo territorial; entre las
concepciones de Dubnow y Ajad Haam y la del sionismo pol
tico. La creacin de Israel seal la sinrazn de esa polmica
y de esa divergencia, a la par que la evidente conciliacin de
las tesis aparentemente contradictorias. Pretender hoy negar
le o discutirle importancia al Estado de Israel, sera tarea
absurda. Adems de una reparacin histrica, resulta una
solucin evidente para los judos oprimidos, especialmente del
104
UAVAR
centro de Europa, y para la elevacin moral y econmica de
los judos subyugados en el Cercano y en el Medio Oriente.
Pero, en verdad, el Estado de Israel no resuelve el problema
del judo que sigue viviendo fuera de Israel. Para ese judo,
nada ms que para l y sin que pueda preverse hasta cundo,
la concepcin del nacionalismo espiritual justifica su persis
tencia como tal fuera de Israel.
Es con estas aclaraciones o enmiendas que creemos que
deben enterpretarse las concepciones de Dubnow y de Ajad
Haan, de autonomismo o nacionalismo espiritual. En ese con
cepto filosfico deben situarse los trminos nacional y na
cin, cuando Dubnow dice: El novsimo desarrollo del mo
vimiento nacional demostr que los judos son una nacin con
capacidad de vida, diseminada por diversos pases, y que la
religin es solamente uno de sus atributos. Hecha laica en el
espritu actual, la idea nacional juda consiste en que todas
las partes polticamente fragmentadas del judaismo, constitu
yeron una nacin mundial desde el punto de vista histrico
cultural, una nacin que en todas partes debe defender a
la par de las otras minoras nacionales en los pases de pueblos
distintos sus derechos nacionales, la autonoma de sus co
munidades, su escuela y su idioma. Lo que durante siglos se
conserv bajo la vestidura del judaismo religioso, debe ahora
ser separado de esta vestidura y aparecer en su verdadero as
pecto. La suerte del pueblo universal no puede vincularse so
lamente a un nico centro, sino que ha de tomar en cuenta la
histrica realidad de numerosos centros, entre los cuales, los
ms grandes y de mayor autonoma cultural tienen la
hegemona.8
8. Dentro de las divergentes concepciones doctrinarias de
la nacionalidad, acepto la que la considera como un vnculo
natural, como algo supremo y grande, inherente a la natura
leza humana. Es el atributo ms importante de la libertad civil,
que nos conduce por una serie de evoluciones a agruparnos,
3 Simn Dubnow, Historia Universal del Fuello Judo, Buenos
Aires, 1951, tomo X, pg. 320.
LA LEY VE NACIONALIDAD EN ISRAEL
105
abstraccin hecha de la influencia territorial, lingstica, re
ligiosa y de situaciones polticas anteriores, para realizar un
ideal comn de justicia, de libertad, de paz y de trabajo. 4
La claridad del sentido de tal definicin de la naciona
lidad como expresin espiritual, ha sido perturbada por la
creacin moderna de la poltica de las nacionalidades, como
medio de salvaguardar o reconquistar la independencia nacio
nal. Elaborse as nn nuevo sistema de ideas en cuanto a la
nacionalidad, que se extiende an a las relaciones jurdicas
privadas. Entonces la nacionalidad jurdica result ser el
vnculo poltico-jurdico en virtud del cual una persona es
miembro de la comunidad poltica constituida por el Estado. 5
La nacionalidad, aun desde el punto de vista jurdico, no
debe confundirse con la ciudadana. La nacionalidad confiere
el goce de los derechos polticos, mientras que la ciudadana
otorga el ejercicio de los mismos. 6 En el derecho israel, pa
rece delinearse la distincin, usando el trmino Ezrahut para
expresar la nacionalidad, y Nathinut para definir la ciuda
dana, aunque a veces la diferenciacin no aparece muy clara.
Queda entonces separada la posicin del judo en Israel y
fuera de l. El israel, jurdica y filosficamente tiene la na
cionalidad de Israel. El israelita, jurdicamente es de naciona
lidad del pas de su nacimiento o naturalizacin y filosfica
mente es de nacionalidad espiritual juda, dualidad perfecta
mente compatible en pases de civilizacin adelantada y de
libertad civil.
9. En los grandes pases del mundo y en especial en
Estados Unidos, esa separacin ha sido abierta y claramente
proclamada. La simpata y la solidaridad espiritual con Israel,
no implica para el judo de all una renuncia ni un debilita-
4 E. S. Zeballos, La nationalit, Para, 1914, tomo 1, pg. 160.
5 L. A. Podest Costa, Manual de Derecho Internacional Publico,
Buenos Aires, 1947, pg. 121.
6 D. Antokoletz, Tratado de Derecho Internacional Pblico, Bue
nos Aires, 1925, tomo 2, pg. 215.
106
DAVAB
miento del vnculo jurdico de su nacionalidad natural o legal.
Segn la ley israel, que en seguida comentar, el judo que
no adopte la nacionalidad de Israel sigue siendo tan nacional
y tan ciudadano de su pas como cualquier otro. Ni ms ni
menos. Ser un buen argentino o norteamericano es compati
ble con ser un buen israelita. Pero no se puede ser argentino
o norteamericano e israel a la vez. Ya no se trata de un
vnculo espiritual sino jurdico, y la doble nacionalidad no
es reconocida en el derecho internacional y tampoco la acep
tan la mayora de las legislaciones positivas.
En esos pases el judo se ha sentido siempre y se siente
como verdadero nacional, en igualdad con los dems ciuda
danos, y cumpla y cumple con todos los deberes del ciu
dadano, sin abjurar de su condicin de judo, ni de su cul
tura ni de sus ideales judos. Y cuando las autoridades pre
tendan, en ciertas situaciones, insinuar una diferenciacin
entre judos y los que no lo eran, como si no fueran jurdi
camente nacionales del mismo pas, la reaccin se produca
de inmediato. As, en 1912, cuando se discuti en Estados
Unidos la posibilidad de restringir la inmigracin, el dipu
tado Curley, en plena Cmara de Representantes, hizo un
elocuente elogio de la participacin del inmigrante judo en
el desarrollo de la nacionalidad americana.
El culto del buen ciudadano dijo es hereditario en
la raza juda en cada uno de los Estados de la Unin, desde
los orgenes de nuestra Repblica. Actualmente la poblacin
juda en Amrica constituye una entidad cvica firme en sus
designios, de una caracterstica moral y de una esplndida
contribucin material para todo lo que hay de mejor como
virilidad y como carcter en el desenvolvimiento de la na
cionalidad americana. Cada uno de los movimientos nacio
nales que han marcado la historia de nuestra Repblica y
que ocurrieron muy lejos, a la vanguardia, con el fin de
fortificar y sostener el gobierno de nuestro territorio, ha
encontrado siempre a los judos tomando parte activa en los
puestos ms avanzados. Combatieron entonces en la guerra
de la Independencia; sacrificaron su vida y contribuyeron
con su fortuna al establecimiento de la verdadera libertad y
LA LEY BE NACIONALIDAD EN ISRAEL
107
clel gobierno libre ms grande que los hijos del destino jams
conocieron. 7
10. La Comisin de Investigacin en materia inmigra
toria en Estados Unidos, a que Curley se refera, haba efec
tuado una clasificacin de los inmigrantes, y en el dicciona
rio que al respecto public8 adopt las palabras judos
y hebreos para designar una raza. Ello di motivo a
una protesta de la Unin of American Hebrew Congrega-
tions. Nosotros dijeron sostenemos que un judo que
proviene de Rusia es un ruso; de Rumania, un rumano; de
Francia, un francs; de Inglaterra, un ingls; y de Alema
nia, un alemn; y que Hebreo o Judo designan simplemente
una religin.
Aunque la tesis en su primera parte es exacta, no
compartimos la limitacin del concepto de Hebreo o Judo,
a su pertenencia a una determinada religin. As como hoy
no es posible hablar, cientficamente, de una raza juda,
desde el punto de vista de la conciencia o realidad histrica
no puede excluirse de la condicin de hebreo o judo al judo
que no practica la religin mosaica y al cual no se debe
confundir con el converso, que al abjurar de su religin lo
hace igualmente de su conciencia espiritual juda. El con
verso deja de ser judo, precisamente en lo espiritual, aun
que dentro de algunos regmenes, de doloroso recuerdo en
la historia, no era incorporado completamente al mundo al
cual se haha convertido, pues se exiga la pureza de sangre,
en tres generaciones. Este criterio, aplicado por el nacional
socialismo en el triste y vergonzoso perodo de la Alemania
de Hitler, tiene su paralelo en la exigencia de la pureza de
sangre, por igual perodo, en nuestra poca colonial, impues
ta por la inquisicin espaola para ocupar ciertos cargos
pblicos.
7 Congressional Record, vol. XLIX, Parte 1, pg. 676. Sesin 14-
12-912. Rouse of Representatioes.
8 The Inmigration Commission Dictionary of European and other
inmigrant races of peoples, Washington, 1910.
108
DAVAR
11. Pero volviendo a lo esencial del tema, insisto en
que la coexistencia del judo nacional del pas de su naci
miento o adopcin y el judo espiritual o culturalmente como
tal, es una realidad reconocida, adems de innegable. Ello
ha sido puesto de manifiesto y perfectamente esclarecido con
motivo de la creacin del Estado de Israel y para evitar equ
vocos sobre la situacin de los judos que seguan viviendo
en otros pases y que voluntariamente no se haban incor
porado como ciudadanos del nuevo Estado. Lo hizo el Pri
mer Ministro de Israel, David Ben Gurion, en el banquete
ofrecido en agosto 23 de 1950 en honor de don Jacob Blaus-
tein, Presidente del Consejo Ejecutivo del American Jewish
Committee:
Es muy infortunado dijo que desde la constitucin
de nuestro Estado se produjeran algunas confusiones y malos
entendidos con respecto a las relaciones entre Israel y algu
nas comunidades judas del exterior, particularmente con la
de los Estados Unidos de Amrica. Estos malentendidos han
contribuido a enajenar simpatas y crear desarmonas donde
la amistad y el entendimiento son de vital necesidad. En mi
opinin, la posicin es perfectamente clara. Los judos de los
Estados Unidos, tanto como comunidad, como individuos, ni
camente tienen vinculacin poltica con los Estados Unidos
de Amrica. No tienen obligacin poltica con Israel. En la
primera declaracin que hizo el representante de Israel ante
las Naciones Unidas despus de su admisin en ese organismo
internacional, estableci claramente, sin reserva alguna, que
el Estado de Israel representa y habla solamente en nombre
y a favor de sus propios ciudadanos y en manera alguna
pretende representar y hablar en nombre de los judos que
son ciudadanos de cualquier otro pas. Nosotros, el pueblo
de Israel, no tenemos deseo ni intencin de interferir en ma
nera alguna en las cuestiones internas de comunidades judas
del exterior. El gobierno y el pueblo de Israel respetan com
pletamente el derecho e integridad de las comunidades judas
de otros pases para desarrollar su propio modo de vida y
LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISRAEL
109
sus propias instituciones sociales, econmicas y culturales, de
acuerdo con sus necesidades y aspiraciones. 9
12. Esta separacin aparece implcitamente reconocida en
la ley sobre nacionalidad en Israel. Dictada con criterio ju
rdico actual, responde a la mayora de los principios vigentes
de derecho internacional cuyos diez axiomas son:
1 La nacionalidad es un vnculo voluntario bona fide.
2 Toda persona debe tener una nacionalidad.
3 Ninguna persona puede tqner dos nacionalidades.
4 Toda persona tiene el derecho de cambiar libremente su
nacionalidad.
5 El estado no puede impedir a las personas el cambio
de nacionalidad.
6 El estado no tiene derecho de obligar a las personas a
cambiar de nacionalidad contra su voluntad.
7 Toda persona conserva el derecho de recuperar la na
cionalidad por ella abandonada.
8 El estado no puede imponer su nacionalidad a las per
sonas domiciliadas en su territorio y contra la voluntad
de ellas.
9 La nacionalidad natural o la voluntariamente aceptada
determina en cuanto a las personas, la aplicacin del
derecho pblico y del derecho privado.
10 El estado tiene el deber de determinar la condicin de
las personas sin nacionalidad (heimathlos) en derecho
pblico y privado.
13. La ley de nacionalidad de Israel, dictada el corriente
ao 1952, no responde a ninguno de los sistemas en particular
en que se divide la doctrina. En parte se orienta al jus soli
y en parte al jus sanginis. Empieza anunciando que no exis-
9 American Jeroish Year Book, 1952, pgs. 564-5.
110
VAVAR
tira nacionalidad israel sino con arreglo a la presente ley
y contempla las necesidades e intereses del Estado de Israel,
su reciente creacin y su solidaridad espiritual con los judos
desparramados por todo el mundo.
Y es justamente en esta ltima parte donde se exterioriza
el criterio equilibrado, la serenidad juiciosa de los autores
de la ley. El Estado de Israel es jurdicamente una nacin
con territorio propio y con su poblacin. No es un estado
cuyas leyes sean de alcance extraterritorial. El judo que vive
fuera de sus fronteras no es alcanzado por la ley sobre na
cionalidad. Esta slo le permite su adquisicin, con una con
dicin, la de su retorno a Israel y su establecimiento all. El
israelita que permanece fuera de Israel no se convierte en
israel. Sigue siendo nacional del pas donde naci o fu
adoptado.
Es esto lo que debe destacarse muy especialmente. El Es
tado de Israel no es imperialista y su ley de nacionalidad no
poda serlo. Limita su imperio a los judos que habitan o habi
ten permanentemente en su territorio y siempre que acepten
la nueva nacionalidad. Para facilitar esta aceptacin no es
necesario renunciar a la nacionalidad anterior. El estado de
Israel ignora su existencia. El ciudadano israel que fuera
tambin ciudadano extranjero, ser, para los efectos de las
leyes de Israel, considerado ciudadano israel, una vez que
acepte la nueva nacionalidad.
Es ste el nico caso de doble nacionalidad que contempla
la ley; doble nacionalidad muy frecuente por otra parte
en el derecho comparado y especialmente con los nacidos
bajo el rgimen de jus sol y de padres cuyo pas de origen
aplica el jus sanginis.
14. La ley israel llamada de retorno se dict en 1950 y
fu incorporada, como una de las causales que otorgan la
nacionalizacin, a la ley del corriente ao. Es la nica causal
en beneficio exclusivo de los judos que viven fuera de Israel.
En las dems, por residencia, por nacimiento o por natura
lizacin, no se requiere ser judo. Se sigue en esto con fideli-
LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISMAEL
111
dad la proclamacin de la fundacin del Estado de Israel del
14 de mayo de 1948, al declarar que el Estado de Israel
estar basado en los preceptos de libertad, justicia y paz en
seados por los profetas hebreos y sostendr la plena igual
dad social y poltica de todos sus ciudadanos, sin distincin
de raza, credo o sexo. La ley de retorno viene a ser as una
modalidad caracterstica, similar, aunque no idntica, al de
recho de opcin de nuestra legislacin sobre ciudadana y
naturalizacin. De acuerdo con la legislacin vigente, son ar
gentinos no slo los nacidos en su territorio, en las legaciones,
en buques de guerra de la Repblica y en mares neutros bajo
pabelln argentino, sino tambin los hijos de argentinos na
tivos que habiendo nacido en pas extranjero optaren por la
ciudadana de origen, y los nacidos en las Repblicas que
formaron parte de las Provincias Unidas del Ro de la Plata,
antes de la emancipacin de aqullas y que hayan residido
en el territorio de la Nacin, manifestando su voluntad
de serlo.
Esto ltimo tiene su fuente en algunas constituciones pro
vinciales promulgadas durante la poca anrquica que desem
boc en la tirana de Rosas. Esas constituciones fueron dic
tadas luego de rechazada la Constitucin de 1819.
El Estatuto Provisorio Constitucional de Entre Ros, de
1822, estableca en su art. 109 que son ciudadanos y gozan
de los derechos de tales, activos y pasivos, en la Provincia,
conforme a las declaraciones de este estatuto, todos los hijos
nativos de ella, y dems americanos naturales de cualquier
pueblo o Provincia de los territorios que fueron espaoles
en ambas Amrieas, que residan en ella de presente y resi
diesen en adelante.
Lo mismo estableci el Reglamento Constitucional de Cata-
marca de 1823, en su art. 29. La Constitucin de Corrientes
de 1824, art. 1 de la Sec. 2^, establece que es ciudadano el
que haya nacido en las Amrieas, antes denominadas espa
olas y resida en el territorio de la Provincia.
Por otra parte, una forma similar fu empleada con el
resurgimiento de los nuevos estados a raz de la primera gue
rra mundial.
112
DAVAR
15. Dos son las normas fundamentales a que obedece la
ley de retorno de 1950, incorporada como causal de naciona
lidad a la ley de 1952, a saber:
a) Todo judo tiene el derecho de entrar en Israel como
inmigrante (oleh);
b) Todo judo que, antes de entrar en vigor la ley, inmi
grara al pas, as como todo judo nacido en el pas, antes o
despus de la vigencia de esa ley, tiene el mismo estado que
el futuro inmigrante judo.
En virtud de la Seccin 2^ de la ley de 1952, todo oleh
con arreglo a la Ley de Retorno, 5710-1950, llegar a ser
ciudadano israel.
La nacionalidad israel por retorno se adquiere: 1) por
xana persona que vino al pas como oleh, o naci en el pas
con anterioridad al establecimiento del Estado -con efecto
desde la fecha del establecimiento del Estado; 2) por una
persona llegada a Israel como oleh despus del establecimiento
del Estado con efecto desde la fecha de su aliyah (in
migracin) ; 3) por una persona nacida en Israel con pos
terioridad al establecimiento del Estado con efecto desde
la fecha de su nacimiento; 4) por una persona que haya
recibido el certificado de oleh con arreglo a la Seccin 3 de
la Ley de Retorno, 5710-1950, con efecto desde la fecha del
otorgamiento del certificado.
La presente Seccin no se aplica: 1) a una persona
que haya cesado de ser habitante de Israel con anterioridad
a la entrada en vigencia de la presente ley; 2) a una persona
mayor de edad que, antes de la fecha de la entrada en vi
gencia de la presente ley, o, si llega al pas como oleh des
pus de tal fecha, antes de la fecha de su aliyah, o la fecha
del otorgamiento de su certificado de oleh, es ciudadano ex
tranjero y que, en o antes de tal fecha, declara que no desea
hacerse ciudadano de Israel; 3) a un menor cuyos padres
hicieron la declaracin del inciso 2) y lo incluyeron en
la misma.
16. La ley israel contempla cuatro formas de adquisi
cin de la nacionalidad. Tres de ellas: el retorno, la resi-
LA LEY VE NACIONALIVAV EN ISRAEL
113
dencia en Israel y el nacimiento en dicho pas, no requieren
un acto voluntario del interesado. La ley se aplica en las
eventualidades por ella contempladas, sin expresin de vo
luntad del beneficiado ni acto discrecional del Estado. No
ocurre lo mismo con la naturalizacin, pues a la reunin de
los requisitos legales, debe agregar la voluntad del peticio
nante y la decisin de los rganos estatales.
De la adquisicin de la nacionalidad por residencia en
Israel se ocupa la seccin 39 de la ley. Los ciudadanos pales-
tinenses al 14 de mayo de 1948 y los que no adquieren la
nacionalidad por el retorno, pueden adquirirla por la resi
dencia. En sta es la residencia misma, en vez de las carac
tersticas etnogrficas del interesado, la que determina la
nacionalidad.
Lo son, segn la seccin 39, (a) Una persona que, antes
del establecimiento del Estado, era ciudadano de Palestina,
y que no se hace ciudadano de Israel con arreglo a la Sec
cin 2, llegar a ser ciudadano de Israel con efecto desde
la fecha del establecimiento del estado, si: 1) fuera regis
trado el 4 de Adar de 5712 (l9 de marzo de 1952) como
habitante de conformidad con la Ordenanza de Registro de
Habitantes, 5709-1949, y 2) fuera habitante de Israel en la'
fecha de entrada en vigencia de la presente ley; y 3) estu
viera en Israel, o en una zona que se hizo territorio israel
despus del establecimiento del Estado, desde la fecha del
establecimiento del Estado hasta la fecha de entrada en vigor
de la presente Ley, o entrara en Israel en forma legal du
rante tal perodo.
(b) Una persona nacida despus del establecimiento del
Estado que fuera habitante de Israel en la fecha de entrada
en vigor de la presente Ley, y cuyo padre o madre se hiciera
ciudadano israel con arreglo a la subseccin (a), ser ciu
dadano de Israel con efecto desde la fecha de nacimiento.
La ley, si bien habla de nacionalidad por residencia en
Israel, se refiere al habitante y como segn la Seccin
14, ine. c), un habitante de Israel que residiera en el ex
tranjero ser, para los efectos de la presente ley, considerado
como habitante de Israel, mientras no se haya establecido
en el extranjero, entendemos que dentro de nuestra termi-
114
DAVAB
nologa jurdica se refiere al domicilio permanente y no a
la residencia ocasional.
17. La nacionalidad por nacimiento aparece legislada en
la Seccin 4a. de la ley. Una persona nacida mientras su
padre o su madre es de nacionalidad israel, tendr nacionali
dad israel desde su nacimiento. En los casos en que una
persona nazca despus del fallecimiento de su padre, ser
suficiente que su madre haya tenido nacionalidad israel en
el momento de su fallecimiento.
Se trata de una aplicacin del principio del jus sanginis.
El hijo es israel, cuando sus padres son de nacionalidad
israel.
18. Y ahora llegamos a la ltima forma de obtener la
nacionalidad israel, o sea, por medio de la naturalizacin.
La ley establece una forma normal de naturalizacin y la
concede, adems, en casos excepcionales. Normalmente, segn
la Seccin 5^, a) Una persona mayor de edad, que no sea
ciudadana de Israel, podr adquirir la ciudadana israel
por naturalizacin, si 1) se halla en Israel; y 2) si ha estado
en Israel durante tres aos de los cinco aos que precedan
a la fecha de presentacin de su solicitud de naturalizacin;
y 3) tiene derecho, a residir en Israel de manera permanen
te; y 4) se ha establecido o tiene el propsito de establecerse
en Israel; y 5) tiene algn conocimiento del idioma hebreo;
y 6) ha renunciado a su nacionalidad anterior o ha compro
bado que dejar de tener nacionalidad extranjera al adquirir
la nacionalidad israel.
b) En los casos en que una persona haya solicitado
naturalizacin y cumple con los requisitos de la Sub-Seccin
a), el Ministro del Interior, si lo juzga oportuno, le conce
der la nacionalidad israel mediante el otorgamiento de car
ta de ciudadana.
c) Con anterioridad al otorgamiento de nacionalidad,
el solicitante deber formular la siguiente declaracin: De
claro que ser ciudadano leal del Estado de Israel.
d)La nacionalidad se adquiere en la fecha de la de
claracin.
LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISRAEL
115
Excepcionalmente basta que se haya establecido o tenga
el propsito de establecerse en Israel, segn la Seccin 6:
t;l) Una persona que haya prestado servicios en el Servicio
del Ejrcito de Defensa de Israel, o que, despus del 16 de
Kislev, 5708 (29 de noviembre de 1947) haya prestado ser
vicios en algn otro Servicio que el Ministro de Defensa,
mediante declaracin publicada en el Reshumot haya de
clarado ser servicio militar a los efectos de la presente Sec
cin, y que haya sido licenciado en forma del servicio; y
2) una persona que haya perdido un hijo o hija en tal
servicio.
La misma ley establece la forma de reconocer la natura
lizacin de esposo, esposa y menores; la nacionalidad de me
nores; la prdida de la nacionalidad; la revocacin de la
naturalizacin y otras disposiciones complementarias.
19. En resumen, la ley israel de nacionalidad, dictada
en el corriente ao, responde a las modalidades y exigencias
particularsimas de la realidad demogrfica actual del Es
tado de Israel y tiende a asegurar la evolucin de la misma
dentro de una visin de engrandecimiento y afianzamiento
del pas, tan legtimos como firmes. Los problemas a que
esa ley obedece son fundamentales para el presente y el fu
turo de Israel y los encara conceptual y tcnicamente con
maestra admirable, con la misma plenitud y madurez que
caracterizaron la notable documentacin en que fu procla
mado el resurgimiento del Estado de Israel, documentacin
labrada en cuidadoso lenguaje que traduce serena sabidura
y elevada nocin de dignidad. Exenta de toda arrogancia
chauvinista, la declaracin de independiencia de Israel, del
14 de mayo de 1948, es una pieza modelo de precisin acerca
de sus alcances y reivindicaciones nacionales, a la vez que
traduce con sobria y sin embargo insuperable elocuencia la
realizacin definitiva de la voluntad milenaria del pueblo
de Jehov de emanciparse por propia mano y para siempre
de la opresin ignominiosa a que estuvo sometido y de pros
cribirla por los siglos de los siglos.
MARCOS SATANOWSKT.
Heterodoxia
Acerca de un Plan Judaico. Desde hace mucho tiempo,
los antisemitas nos vienen advirtiendo que los judos proyec
tan la destruccin de la humanidad. Por el momento, y mien
tras se espera esa misteriosa empresa, el antisemitismo se
dedica al trabajo inverso, nico del que se tiene noticia efectiva.
Ghettos. Si los miembros de una comunidad se agrupan
para defenderse, la actitud es obvia y natural. Pero si esa
actitud la toma una colectividad juda, urgentemente los arios
denunciamos el espritu cerrado e impenetrable de la raza.
No solamente soamos con apalear judos: adems exigimos
que se dejen apalear por separado.
Es que el sadismo es tanto ms placentero cuanto ms in
defensa es la vctima. Pienso que el combate de Palestina debe
de haber atenuado el antisemitismo de muchos antisemitas.
Dioses y Desiertos. Creo haber ledo en Los siete pilares
sobre el singular hecho de que las tres grandes religiones oc
cidentales estn dominadas por dioses nicos y abstractos,
Ernesto Sbato public Uno y el Universo en 1945, El Tnel en
1948, y Hombres y Engranajes en 1952. El hecho de que el primero
de los libros nombrados alcanzase dos ediciones, y el segundo, nada
menos que cuatro, dice algo ms sobre el lugar que ocupa el nombre
del autor en nuestro ambiente. El Tnel novela traducida a varios
idiomas y adaptada al cine ha sido uno de los libros argentinos de
mayor eco en los ltimos aos. Los fragmentos que ahora damos a
conocer pertenecen a un prximo libro de Sbato titulado Hetero
doxia en el que cultiva el gnero de su obra inicial.
HETERODOXIA
117
producidos o descubiertos por gente del desierto. No ser
que el desierto, con su indiferencia, con su falta de diver
sidad, es lo que en el universo fsico ms se acerca a la abs
traccin? Ntese que esos dioses dejan de ser abstractos en
cuanto son adorados por los hombres habituados a la multi
plicidad del campo o la ciudad, a la riqueza de la realidad
concreta: siembras, lluvias, cosechas, casamientos, hijos, com
bates, construcciones, dinero, lujo, pecado. Razn por la cual
cada cierto tiempo deba venir algn profeta, desde el desier
to, a amenazarlos.
El Socialismo, Producto Burgus. La emancipacin
de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mis
mos. Este clebre y paradojal aforismo fu pronunciado
por Karl Marx, que, nacido en el seno de una familia de la
gran burguesa, dedic toda su vida a la liberacin de las
clases proletarias. Desde el conde de Saint-Simn hasta el
rico y generoso industrial Federico Engels, pasando por el
prncipe Kropotkin, los mejores revolucionarios socialistas no
surgieron de las masas desposedas sino de la burguesa y
la aristocracia. Con raras excepciones, nunca han resultado
hijos del pueblo: casi siempre son resentidos que han
llegado al movimiento revolucionario impulsados por senti
mientos inferiores. Contra lo afirmado por Marx en otra
frase equivocada, la revolucin no debera ser hecha por los
que nada tienen que perder sino por los que nada tienen
que ganar.
Sobre el Chauvinismo. Si un seor escribe de s mis
mo : He aqu un hombre cuyo nacimiento ha sido saludado
con admiracin por todos los habitantes del planeta, que
jams ha sido vencido, que ha luchado siempre con legen
daria valenta y que ha demostrado para la eternidad el
inigualado poder de su brazo y la firmeza de su alma, es
claro que sera tomado por un enloquecido vanidoso a quien
debe volverse la espalda con desprecio. Pero si esas pala
bras componen el himno de una nacin, no slo no son des
preciables sino que deben ser escuchadas con el sombrero
en la mano por los propios beneficiados.
118
DAVAE
Acaso no es el chauvinismo para la nacin lo que la
vanidad para el individuo? Nunca puede comprender por
qu la vanidad ha de dejar de serlo cuando se la multiplica
por varios millones; ni por qu una persona ha de ser cen
surada cuando afirma ser la ms interesante del Universo
y debe ser ensalzada la nacin que canta semejante loa a
s misma.
Es que como todos somos vanidosos pero nos avergonza
mos de serlo sin por eso dejar de serlo, aprovechamos
ansiosamente la ocasin de darle salida annima y colectiva.
El Patriotismo Lingstico. Puestas a la tarea de loar
se a s mismas, no hay nacin que se quede corta: si son
materialmente grandes, dirn que tienen el mejor ejrcito
del mundo, la ms gigantesca industria pesada, la mayor
flota; si son pequeas, ya se arreglarn para encontrarse
inapreciables ventajas en la rapidez de su ciclistas, en sus
equipos de ftbol, en la exactitud de sus relojes.
El Hombre Medio, que es el pilar del nacionalismo, reem
plaza su insignificancia con las glorias del pas. Y as como
viendo desfilar sus tanques se siente fuerte, se cree inteligen
tsimo porque es compatriota de Descartes.
El instrumento que emplea el Hombre Medio para cons
truir este monumento de sus excelencias es la miopa, que l
llama la tpica viveza criolla, la clsica penetracin del
francs, la profundidad alemana, la aguda inteligencia
juda y el tradicional realismo ingls. Ya sabemos que
los individuos llamados realistas son aquellos que no ven
ms all de sus narices, confundiendo la Realidad con un
Crculo-De-Dos-Metros-De-Dimetro, con centro en su modesta
cabeza. Estos personajes provincianos se ren de los que no
pueden comprender y descreen de lo que est fuera de ese
crculo. Con la tpica astucia de los campesinos, rechazan a
los locos que vienen con planes para descubrir Amrica, pero
compran el billete premiado en cuanto bajan a la ciudad.
Para estos realistas slo es lgico lo que ven, y buena
parte de sus orgullos se fundan en meras ignorancias o la
atribucin de valor absoluto a simples relatividades.
HETERODOXIA
119
El patriotismo lingstico no es mejor ni peor que el
resto de los patrioterismos, y en todo caso participa de su
condicin esencial: la miopa sobre la relatividad de sus va
lores. As, sostendr que su lengua nacional es la ms her
mosa, la ms rica, la ms evolucionada, la ms clara (sin
advertir que si le resulta la ms clara es porque la oye desde
que tomaba el pecho; tambin los perros alemanes obedecen
rpidamente cualquier orden, y no porque la lengua alemana
sea la ms clara del mundo).
Habr, sin embargo, quienes sostengan que sus opiniones
se basan en hechos, ya que no se puede negar, por ejemplo,
que el francs es una lengua lgica, o por lo menos ms l
gica que una lengua primitiva en que se profieran fenme
nos como gato animal daino y Juan no loco. Y todos
nos quedaremos impresionados, hasta enterarnos de que estos
productos constituyen excelente ruso de Tolstoi o de Tur-
guniev.
Constantemente tendemos a considerar lgico lo que es
simplemente psicolgico. Lo familiar se convierte as en lo
razonable, mecanismo mediante el cual al lapn le parece
razonable ofrecer su mujer al husped mientras que a nos
otros nos parece ms bien una locura.
Para advertir la ilogicidad se necesita perspectiva. Para
nosotros es muy difcil reparar hasta qu punto el castellano
est plagado de modos que nada tienen que hacer con la l
gica, pero esos absurdos saltan a la vista para el extrao que
comienza su aprendizaje. Nadie de nosotros se sorprende cuan
do omos conglomerados tan curiosos como de vez en cuan
do; pero nos choca por su barbarie una frase como: Yo
recuerdo no comentario hasta alguien sucedi sealar ello
como el nico caso l haba encontrado en que tal una visi
tacin haba sucedido. Que no ha sido emitida en ningn
manicomio sino en un afortunado libro del conocido estilis
ta Henry James.
Claro comentar un francs. Lo que usted men
ciona no tiene nada de asombroso, ya que el ingls es un
idioma que tiene remotas concomitancias con la lgica. Usted
ya conoce la secular incapacidad de los anglosajones para
la lgica. Son gente emprica, en la poltica como en la
120
DAVAR
lengua. Pero observe usted la nitidez, el rigor lgico de
nuestro lenguaje.
Rivarol, en su acreditado discurso sobre la universalidad
del idioma francs, afirmaba: En vano las pasiones nos
trastornan y nos incitan a seguir el orden de las sensaciones;
la sintaxis francesa es incorruptible. De all nace esa admi
rable claridad, base eterna de nuestra lengua.
A nosotros, que la vemos como brbaros, no nos parece
tanto, y ya entramos a dudar cuando tropezamos con expre
siones tan llamativas como quest-ce que cest que Qd, que
literalmente se debera traducir: qu es eso que eso es que
eso y que, modestamente, quiere decir qu es eso.
Casticismo. Segn se sabe, consiste en escribir como
si viviramos cuatrocientos aos atrs en Talavera de la Reina.
Hay muchas maneras de impedir la comunicacin entre
los hombres. Esta es la ms apreciada por los profesores de
gramtica.
Idiomas Puros. Qu pensar de una doctrina que acon
seja explicar la filosofa de Hegel o el funcionamiento de
una radio con palabras como carreta, buey, casco, guerra,
cuerno de caza y Nibelungo? Esta doctrina fu vociferada
por los gramticos nazis. Y aunque exenta de campos de
concentracin expresa bastante bien el ideal de los acad
micos franceses y espaoles.
Psicologa Juda. Bien mirado, un planteo lgico debe
ser claro y directo, lo ms claro y directo que sea posible:
A es A. Mientras que un judo preferir decir, casi siem
pre: Por qu A no ha de ser A? Y si adems expresa
esa frase de viva voz, quiz se encoja de hombros, como des
cartando su responsabilidad en el asunto ya que nunca se
sabe cmo puede empezar una persecucin. Ingredientes
ajenos a la verdad lgica, que tien, deforman y retuercen
el pensamiento. El judo tortura la lgica: la presenta de
atrs, desde abajo, en diagonal o, ms probablemente, segn
algn complicado arabesco.
SETEBODOXIA
121
Puede esta peculiaridad presentarse como prueba de una
mentalidad racionalista? Por el contrario, creo que manifies
ta un frentico irracionalismo, y una preminencia de la psh
cologa y an de la psicopatologa sobre el pensamiento l
gico. Lo que no tiene por qu llamarnos la atencin, ya
que dos mil aos de persecuciones desarrollan la aptitud psi
colgica de cualquiera. El judo vive espiando las reacciones
de cada una de las personas o colectividades que lo rodean,
como un delicadsimo sismgrafo que registra basta las ms
sutiles trepidaciones que preceden a los grandes terremotos.
Y esa constante gimnasia le ha conferido una habilidad,
una fineza, una penetracin que slo se encuentran en aquellos
no-judos dotados por circunstancias de excepcin: enferme
dad, tara, genio, sentimientos de inferioridad. En cuanto a
su retorcimiento psicolgico, es quiz tambin un subproducto
del temor, de un espritu cauteloso a fuerza de1 escapar a rei
terados peligros. Raramente un judo nos responder con una
afirmacin clara a lo que le preguntamos; casi siempre pre
ferir hacerlo con otra pregunta que, como tal, no compro
mete y en todo caso permite averiguar qu es lo que pen
samos nosotros.
Comprese la literatura de un Yalry con la de un Proust,
y se ver hasta qu punto est ms cerca del racionalismo
abstracto Yalry. Los caracteres que se acaban de sealar se
advierten en seguida en Proust, no slo en la manera de mi
rar la realidad sino hasta en la forma tcnica de describirla:
en los largos y complejos prrafos, en los complicados y nu
merosos parntesis que atenan o aclaran o diversifican una
afirmacin anterior, en las retorcidas acotaciones, en las in
finitas armnicas que acompaan a la nota fundamental, como
en un complejo instrumento musical. No pretendo caer en
una sistematizacin al revs adjudicando a los judos los atri
butos inversos a los sealados por Sartre. No sostengo que la
pasin racionalista sea ajena al alma judaica bastara citar
a Julien Benda. Simplemente me limito a mostrar los peligros
de una sistematizacin en un problema tan laberntico.
En Escndalo de la Paradoja. Al irrumpir lo eter
no en nuestros pensamientos y en nuestros actos produce
122
DAVAB
una especie de tormenta magntica que desconcierta todo
el ejercicio del espritu. Si el sistema es, segn Hegel, la
coronacin y meta de toda ciencia de los productos espiri
tuales, las revelaciones hechas al espritu por la trascenden
cia slo pueden expresarse en una forma, mezcla ntima de
saber y de no-saber, provocacin ms que certidumbre. As
es, precisamente, la paradoja. Brota del punto de unin de
la eternidad con la historicidad, de lo Infinito con lo finito,
de la esperanza con la desesperacin, de lo transracional con
lo racional, de lo indecible con el lenguaje. Rompe insolen
temente todas nuestras instalaciones en lo menos que huma
no : la inmanencia lgica, la indiferencia esttica, el bienes
tar moral. La paradoja se impone por su autoridad abrupta.
No se intente excusarla, disminuirla o esclarecerla. No hay,
dice justamente Jean Wahl, ms que una explicacin legtima
de la paradoja kierkegaardiana, que consiste en aprehender
de una manera cada vez ms profunda qu es paradoja. No
deja ninguna razn a la duda, sino todo lo contrario, le tapa
la boca. No solicita del espritu movimiento gradual, pro
greso, sino un salto, Es afn del escndalo y del desafo.
(Mounier).
Oposicin. No se permite la existencia de opositores
al gobierno. Noticia publicada en Pravda, el 3 de enero de
1950... refirindose a Yugoslavia.
El Racionalismo Semita. Los antisemitas acusan a los
judos de infectar el mundo con su racionalismo y su abs
traccin pura. Nada ms repugnante, en efecto, y ms des
tructivo, que la filosofa de Parmnides, Toms de Aquino,
Leibniz, Descartes y Hegel.
Carne t Espritu. Gracias al amor sentimos lo que
de carne tiene el espritu. (TJnamuno).
Dosis Soportable de Verdad. Cunta verdad soporta,
de cunta verdad es capaz un espritu? Esta fu siempre para
m la ms precisa y valiosa medida.. Toda conquista, todo
paso adelante, en la senda del conocimiento es fruto de un
HETERODOXIA
123
acto de valor, de dureza contra s mismo, de propia depura
cin. (Nietzche).
¡ Somos Mejores Aloys Miller insulta a los pobres im
bciles que no ven la objetividad de los valores ticos y es
tticos. Segn esta doctrina, as como hemos progresado en
la ciencia porque conocemos ms verdades que en la poca
de Pitgoras, as hemos progresado moralmente por el des
cubrimiento de valores ticos que permanecan en la sombra.
Segn esta doctrina, la humanidad contempornea tiene ms
jerarqua moral que la de los turcos de Mohamed II.
Esta es la conclusin, creo, que se puede inferir de las
afirmaciones de Aloys Mller. Yo no me ro de esta conclu
sin y hasta es probable que la pueda compartir (con muchos
quiz y probablemente). Lo que me hace rer es la actitud
totalitaria de Aloys Mller y su temible desdn por los que
no ven la Verdad Definitiva de su teora sobre la superiori-
dal moral de nuestro tiempo. Sospecho que llegara hasta
meter en campos de concentracin a los descreyentes.
ERNESTO SBATO
Fantasa y Realidad en la
Dramaturgia de Peretz Hirshbein
ESPUs de la desaparicin de Jacobo Gordin, el reforma
dor del teatro idisch, muchas han sido las obras dram-
' ticas escritas, pero ningn escritor logr crear un re
pertorio teatral propio, su teatro, como lo hizo Peretz
Hirshbein; pues podemos hablar de un teatro hirshbeiniano
con su modalidad, sn tono peculiar, con sus actores hirshbei-
nianos y hasta con su pblico especfico.
Sin embargo, nadie, tal vez, menos apropiado para la
escena juda dominada por un realismo primitivo, que
Hirshbein con su temperamento potico y su arte introver
tido, ntimo, de tonos menores y algo misterioso. Fu ante
todo un lrico y segn l mismo afirmaba, emple el dilogo
como la forma ms natural y sencilla para expresar sus emo
ciones. De all que durante la primera poca de su creacin,
fuese uno de los autores ms ledos por las amplias masas
populares del judaismo de Polonia y de Rusia, pero a la vez
nadie menos representado y menos comprendido en la escena
juda.
Mas parece como si el sino ligara la vida de Hirshbein al
destino de las tablas judas, desde sus primeros pasos en
Malkah Rabell ya colabor anteriormente en Davar, en cuyo
nmero 15 se public su interesante trabajo Teatro Mstico Judo
en el que examinaba sus obras representativas, el Dibuk de An-sky,
La cadena de oro de Peretz, y El Golem de Leivick. Malkab
Rabell que ha escrito una novela En el Umbral de los Ghettos,
editada en Mxico en 1945, ha publicado entre nosotros diversos en
sayos sobre arte y literatura.
LA DRAMATURGIA DE PERETZ EIRSHBEIN
125
las letra hasta los ltimos aos de su vida. Y este poeta, este
lrico, el menos apropiado para enfrentar las condiciones del
teatro idisch donde era menester ms audacia que talento,
se erigi en el conductor: empresario, director, autor y hasta
actor, de la primera compaa literaria, es decir de cierta
calidad cultural -ms cultural que artstica, que se hubo
formado en el caldo de cultivo del entonces joven teatro idisch.
En el ao 1908 formaba Hirshbein su Compaa Errante,
donde han hecho sus primeras armas actores de fama, tales
Ben-Ami, Lazar Frid, Noem, etc. y estn tan ligados sus nom
bres al de Hirshbein que casi resulta imposible mencionarlos
sin nombrar en seguida al dramaturgo.
Dos elementos primordiales estructuraron el temperamento
potico de Hirshbein: su infancia campesina y su juven
tud de estudiante talmudista. Existe en toda su obra un afn,
una atraccin hacia lo misterioso, lo recndito, ciertamente
debido a la influencia de los simbolistas europeos tan en boga
en los albores de este siglo y a fines del pasado. Empero, fue
tambin un rasgo muy personal de Hirshbein. Poeta y aldeano,
hijo de molineros, y ms tarde estudiante de la Cbala y del
Zohar, la bsqueda de misterios fu para su sensibilidad el
camino ms adecuado. Acaso no se hallaban rodeados de mis
terio sus aos infantiles en la aldea natal ? Su hogar se hallaba
al borde de un riacho silencioso en cuyas aguas quietas se
espejaba la sombra de los rboles y la del molino paterno,
con su rueda giratoria. Durante las mustias tardes de invierno,
cuando el molino se hallaba desierto, narrbanse a la lumbre
del hogar viejas consejas de brujas; en las noches sin luna
la propia sombra causaba espanto, y nadie grande ni chi
co, osaba abandonar su rincn ante la estufa. El temor
brotaba del rbol, del agua y del viento. Luego llegaron los
aos de Hirshbein como escolar talmdico en el poblado ve
cino. La Cbala y el Zohar fueron fuente de misterio y
ensueo para los hambrientos adolescentes talmudistas. La
mstica religiosa posee una voz secreta en acuerdo con la
modalidad de los simbolistas europeos, de all que stos, para
sugerir la presencia de fuerzas ignotas que han de rodear e
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DAVAB
impulsar la vida humana, recurran con frecuencia a ele
mentos religiosos. Inversa fue la ruta del escritor judaico:
hijos, la mayora, de hogares devotos, hurgaron con frecuencia
cuando adolescentes en los libros sagrados del Zohar. De all
a. la mstica, y de sta al simbolismo no haba ms que un
paso, dado por numerosos escritores, poetas y prosistas judos.
Como a tantos otros, los enigmas velados de la Cabala con
dujeron a Hirshbein hacia el simbolismo.
Se ha llamado a Hirshbein El Maeterlink judo. Sin
embargo, si bien se mira, la poca netamente simbolista de
su creacin no fu de mayor peso en el conjunto de su obra,
y u inters consiste ms bien en que ha impuesto una mo
dalidad peculiar a toda su obra dramtica: la de buscar el
sentido oculto de las cosas y de la vida humana.
Sus primeras obras, escritas en Vilno al impacto penoso
que le caus el pauperismo de la urbe, respiran un crudo y a
veces brutal realismo, como en La Carroa. Y cmo poda
ser de otro modo? El joven poeta de espritu inquieto y ar
diente imaginacin, que recin llegaba a Yilno del pueblo
Klestchel, impregnado de conceptos idealistas, aun no del
todo asimilados, sobre el esclarecimiento y la Haskal, se en
frentaba de pronto con la vida de la ms honda miseria de
las masas judas urbanas, y su espritu qued quebrantado.
Tampoco la vida juda en las aldeas era un dechado de bo
nanza; tambin en los pueblos y en las aldeas judas reinaba
la pobreza; pero en la pequea economa domstica aldeana,
jams tomaba el aspecto siniestro de total desamparo, de ho
rrenda y ttrica muerte en vida como lo presentaba la masa
juda proletaria, o semiproletaria, o casi lumpen-proleta-
ria, de las grandes ciudades rusas y polacas en los albores
del siglo.
Empapado del dolor, de la angustia y de la penumbra
de los stanos y de las buhardillas, de la siniestra realidad
de la vida del pueblo judo, brota de las primeras obras de
Hirshbein la mustia penuria del ambiente. Sus personajes de
esa poca son sombras humanas, sombras de gente abatida,
aplastada, dominada, sin otra escapatoria que el homicidio,
la locura y el suicidio. Gente que vive en las profundidades
de los stanos, carcomida por la podre, enredada en la telaraa
LA DRAMATURGIA DE PERETZ HIRSHBEIN
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de su amargo destino de cuya red no puede evadirse; indas
deformes, solitarias, truncas, marchitas, aisladas en su deses
peracin como nufragos. Tales son los personajes de su drama
en un acto Mundos Aislados.
En un stano vegetan nufragos humanos: un ser invlido,
sin brazos, ni pies; un tronco deshojado, carne magullada, y
una boca que grita y maldice. Grita, maldice, implora, mas
nadie escucha sus lamentos, en tanto por encima de su frente
teje su red la araa. Harta gente hay en el stano, mas nadie
lo escucha y nadie lo ve; cada cual est abismado en su propio
mundo: as el demente que escudria en los puntos y rayas
del muro descascarado el camino indicado hacia el ro Sebas-
tin; as Jaimke, el nio harapiento que disea un gran edi
ficio soado; as la vieja Sara, la de la boca desdentada que
suea echada sobre la estufa, su sueo de una rebanada de
pan y unos trocitos de grasa. Ninguno ve, ninguno oye al pr
jimo. Todos aislados en su mundo, el eterno mundo aislado
del individuo.
Un elemento ilumina empero hasta sus ms brutales dra
mas : la poesa. Hay poesa hasta en los stanos y en el abismo
de la degradacin y en la brutalidad de los seres cados, y sus
personajes dejan con frecuencia de ser entes de carne y hueso
para representar figuras potico-simblicas. Tal vez la nica
obra dramtica suya exenta de ese tono potico peculiar sea
su drama La Carroa; pero Hirshbein reneg ms tarde
de ella.
Es figura potica la abuela ciega de la pieza en un acto:
En las Tinieblas; asimismo lo es la nieta, adolescente que
se niega a volver a la fbrica donde sus pulmones inhalan el
aire viciado por el tabaco, y su rostro, sus mejillas, sus manos,
se marchitan y ella, lentamente se va transformando en mo
mia, tal como toda la gente que trabaja en su derredor. Per
manece la nia en el stano, cerca de la anciana ciega, y su
ropa se pudre colgada de la pared, mientras ella se marchita
en las miasmas del stano. Quin puede arrancarla del abis
mo ? ¡ Nadie! Ni el padre, el cargador, aplastado por el hambre
y la penuria. Tampoco su novio, el deshollinador, que nada
posee para ofrecerle, fuera de su propio desamparo. Qu des
tino los espera? De nuevo el stano, y traer al mundo nuevas
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DAVAE
generaciones carcomidas como ellos? La joven no vislumbra
ninguna solucin, fuera de la muerte. ¡ Se ahorca! En tanto la
anciana, envuelta en la eterna tiniebla de sus apagadas pu
pilas, siente que: La luz se extingue, la luz se apaga!...
Simultneamente escribe Hirshbein sus dramas simblicos.
La influencia que esta escuela tuvo entre los escritores judos,
puede que tuviera una causa primordial. Fu aqulla una
poca de persecuciones, de pogroms, de reaccin y matanzas;
largas cadenas de penados, hombres y mujeres, cruzaban dia
riamente las vastedades rusas camino de Siberia, y la horca,
como una siniestra sombra, penda sobre la vida de todos. Se
perda el grito de rebelin ahogado por el temor: en conse
cuencia, se empieza a escribir con sugerencias simblicas, con
imgenes imprecisas, enigmticas, que velan la factura de las
ideas. No siempre se logra comprender el pensamiento del
escritor; en aquella poca produce I. L. Peretz su poema dra
mtico Noche en el Viejo Mercado, grito de rebelin y de
protesta contra los acontecimientos, en forma velada de sm
bolos. A su vez Hirshbein escribe en un estilo simblico, que
le vali el apodo de el Maeterlink judo y le mereci ser
representado por una compaa rusa en Odesa; pero ninguna
influencia tuvo aquel perodo maeterlinkiano sobre el teatro
judo y permaneci ignorado e incomprendido por la masa
juda.
A esa poca de su creacin pertenece toda una serie de
obras, enigmticas, con frecuencia incomprensibles, escritas
en un tono de alucinacin potica: un enigma es Entre Da
y Noche, un enigma Un Sueo en el tiempo, asimismo
La Encrucijada y En la Orilla Opuesta. Por boca de
uno de sus personajes Hirshbein explica: No siempre es
dable comprender, mejor es sentir. Con esta frmula el dra
maturgo lleg a las mayores extravagancias, a veces hasta lo
absurdo, y a la completa confusin.
Las primeras obras de Hirshbein, las de tenor realista,
fueron muy difundidas y muy ledas. La masa popular
juda era un consumidor de lectura ansioso. Pero pocas fue
ron puestas en escena, mayormente por grupos de aficionados.
LA DRAMATURGIA DE PERETZ HIRSHBEIN
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El mundo del teatro profesional no vislumbraba la posibili
dad de montar esas breves obras sin contenido dramtico, ni
accin, ni conflictos, construidas con extraos sentimientos
humanos y dilogos en staccato que dejan trunca la inten
cin y obligan al espectador a reflexionar. La masa juda aun
no estaba madura para el teatro hirshbeiniano, pero aun me
nos madura se hallaba la obra dramtica de Hirshbein.
Recin en el crisol de los aos, ya poeta, cuentista y pe
riodista de fama, es cuando su obra dramtica adquiere la
plenitud de la serenidad, limando las asperezas, las exagera
ciones naturalistas y las extravagancias simbolistas de los aos
mozos para volcarse en un realismo potico entrelazado de
fantasa y tierno humor. Radicado en los Estados Unidos
desde 1911, lejos de los sangrientos horizontes de la Rusia
zarista, su nimo se sosiega, se esfuman en el recuerdo las
persecuciones policacas, los pogroms y las miserias, se borran
las sombras de los famlicos rostros amarillentos de los obre
ros del tabaco. Las nubes de su nimo se despejan y sus en
sueos se trasladan hacia su aldea natal, hacia el molino pa
terno donde la rueda giraba cantando bajo el torrente. Su
tono, antao spero, se hace tierno; su queja se trueca en
amable sonrisa y el dramaturgo descubre un manantial de
humor cordial y tierno. Reviven bajo su pluma las imgenes
aldeanas de su infancia; los hogares campesinos sobre los
niveos caminos de Bielorrusia; su propio hogar a la vera del
molino. Surgen en sus recuerdos imgenes ntidas de viejos
viandantes judos que se detenan en el umbral del solar
paterno; las ancianas de figuras embrujadas con el costal al
hombro. Helos marchando, llegan, atraviesan el umbral, sin
llamar; se sientan familiarmente ante las mesa hogarea;
entreabren sus viejos costales remendados donde yace un
mundo de maravillas. Todos ellos son enviados del bondadoso
profeta Elias; todos ellos son realmente el mismsimo profeta
Elias bajo disfraz. Ciertamente, Hirshbein los ha visto en su
niez; ha visto en sus ojos el resplandor de bendiciones y los
ha reconocido.
Es cuando escribe su deliciosa obrita en un acto: El
Profeta Elias. La figura creada por la fantasa popular del
profeta Elias aparece en una humilde casucha aldeana, en
130
DAVAB
vspera de Sbado. Est disfrazado de viandante y los hu
mildes aldeanos judos le ofrecen hospitalidad. Se sienta ante
la mesa familiar; no se le escatima pan y alimentos. Luego
entona un cntico y las voces de los presentes se le unen. Pasa
la noche y el da del sbado con sus huspedes, y cuando em
piezan a titilar las estrellas de la semana nueva, pide su costal
de cuyo fondo saca una garrafa de generoso vino, bendice el
sbado que se va y vuelve a tomar su camino, porque aun
ha de visitar numerosos hogares donde distribuir sus dones.
Cuando se ha marchado el husped, de la garrafa vaca brota
un manantial de dulce vino santificado; y cuando se ordea
la vaca, la leche corre sin cesar, y del olvidado costal caen
ducados de oro, montones de ducados ¡ autnticos ducados de
oro! Fu el Profeta Elias quien pas y distribuy sus dones.
Pero grande y sin lmite es la codicia de la gente: para guar
dar el vino tiran la leche del cubo, y para juntar los ducados
tiran a su vez el vino. En castigo se desvanecen los ducados,
el vino y la leche. Porque no se debe volcar la leche para
llenar el cubo de vino, ni debe despreciarse el vino santificado
por ducados de oro.
La mayor parte de las obras dramticas universales toman
la maldad humana como motivo central. Puede que la maldad
sea pasin ms densa para el drama y la tragedia, que posea
ms condiciones para el estallido, el enredo, para la vorgine
de los sentimientos. Hirshbein escoge la bondad como motivo
principal; moralejas sencillas, familiares, pero que poseen el
dulce encanto de los cuentos de hadas.
La bondad y la fantasa son tambin el leit-motiv de su
obra en un acto Pasas y Almendras. En una casucha al
deana, Fridele, nia hurfana de 17 aos, amasa el pan para
el horno. Su madre ha muerto, y ella la reemplaza en el cui
dado del hermanito enfermo. El padre llev una carga de
lea para la venta en el villorio, y la nia se halla sola y
sus lgrimas caen en la masa. De pronto se abre la puerta y
entra una viejecita con un costal al hombro. De inmediato
extiende por doquiera su ternura materna. No es un costal
con harapos lo que carga; ¡son maravillas sin par! Saca del
costal una falda de seda y zarcillos de oro. Fridele ya es
¡ alabado sea el Seor! moza casadera y ha menester
LA DRAMATURGIA DE PERDIZ HIRSHBEIN
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de un novio. De pronto entran dos judos, padre e hijo. Van
de paso hacia un pueblo a diez millas de distancia y la lluvia
los oblig a detenerse en el camino en casa de la nia. Y
la viejecita sonre con malicia: Ah est 1a. mano de Dios.
¡Es el Todopoderoso quien los trajo, habr novio para la
nia! Los viandantes observan a la anciana y el ms
joven se asombra: Jurara, abuelita, haber visto su rostro
en alguna parte Y responde la anciana: ¡Un rostro
judo, semejante al de tu abuela, hijo...!
Y cuando la viejita ya todo lo orden, colg un diente
de lobo al cuello del bermanito enfermo ¡ Santo remedio!;
cubri la masa con almohada ¡ segura receta para que fer
mente el pan!; y para Fridele hall un novio, se despide:
Bueno, ya puedo marcharme... Echa al hombro el
costal para volver al camino, y agrega: ¡ Alabado sea el
Seor, ms liviana la carga!... S, est ms aliviada, pues
hall en su camino errante buena gente a quien distribuir sus
dones milagrosos.
De su etapa simbolista le ha quedado el afn, la curiosi
dad, por lo ignoto y lo recndito; pero lo busca en las fuentes
de su propio origen, en el folklore, donde se halla lo sustancial
de la personalidad de un pueblo, el yo autntico de un
colectivo humano. El profeta Elias; la vieja del costal ma
ravilloso; la hostera encantada; el embrujo de los campo
santos; las imgenes populares tienen en su creacin un en
canto infinito. Ya no es ms la prosa compleja y enmaraada,
sino la sencillez potica, cordial y ntida.
En los cuadros aldeanos encuentra el estro potico de
Hirshbein su medida exacta. Sus hroes son gente de aldea,
aldeanos judos con su eterna aoranza por la ciudad donde
viven sus colectividades, con su centro religioso y espiritual.
No obstante, la gente juda de la aldea se halla ligada con
cuerpo y alma a la madre tierra. Los personajes hirshbeinia-
nos estn como impregnados del aroma de tierras aradas, del
rumor de follajes y de todos los sones de la campia.
Hay quien afirma que en la literatura juda, as como en
la vida juda, el amor ocupa escaso lugar, que es un elemento
de segundo rango. La mujer juda es ante todo madre; desde
nia es ya una pequea madrecita, y ms tarde es la madre
132
DAVAR
y la abuela sin sosiego. En la vida juda resulta el matrimonio
de mayor importancia que el amor. Es menester hallarle novio
a la hija y casarla convenientemente. No importa si no inter
viene el amor, lo principal es que sea un mozo decente y un
matrimonio adecuado.
En la obra de Hirshbein, el amor sin embargo se en
cuentra en primer plano: amores inocentes, ingenuos, sin
malicia, amores de aldea, amores judos. Por ejemplo: en
Las hijas del herrero el dramaturgo encara el eterno pro
blema de Raquel y Lea. Las hijas del herrero son hermanas
mellizas. Zelde, menor de estatura, es la ms habilidosa, sabe
amasar el pan, bordar y tejer. Pero es malcriada y caprichosa
como una cabra salvaje. Enamora a los mozos de la aldea, y
el ayudante herrero de su padre tambin pierde los estribos
por ella. No en balde afirma su padre que ella carece de
corazn y nada tiene de hija juda. En cambio su hermana,
la del simblico nombre Lea, la robusta y slida Lea, es bon
dadosa, tranquila y cordial; se la respeta; pero es la otra
quien roba los corazones. Llega a la herrera otro oficial,
Moshe, y Zelde tiene buen cuidado de pescarlo en la red de
sus encantos. Ya son dos que sin exigir dote la pretenden en
matrimonio. Mas ella, veleidosa, los rechaza. Le gusta como
rien los dos mozos por ella. Mientras tanto, la pobre Lea,
tal como la Lea bblica, no consigue pretendiente. Llora y se
amarga. Por qu ser la otra tan agraciada? Ella no tiene
mayores pretensiones, con tal de tener novio aceptara a
cualquiera de los dos.
En la obra hirshbeiniana las figuras femeninas poseen
un encanto peculiar. Sus jovencitas estn dotadas de la ma
durez prematura de gente en contacto constante con la natu
raleza, con plantas y animales. Demasiado inocentes para
encubrirlas con artimaas, manifiestan una audacia ingenua,
son ms audaces que los varones. En Campos Verdes las
dos jvenes, impacientes ante la tardanza de los mozos en
declarrseles, optan por tomar la iniciativa : Hirsch-Ber,
eres un necio dice Zina a su hermano, y el robusto al
deano, cuando se trata de amor, hace realmente figura de
necio. En cuanto a la lmpida, suave figura de Leivi-Itzjok,
de la misma obra, el devoto, el estudioso Leivi-Itzjok, perso-
LA DRAMATURGIA DE PERETZ EIRSEBEIN
133
nifica todo aquello que aora el campesino judo. Es algo
ms que una figura humana: expresa el eterno anhelo de
superacin espiritual del pueblo judo.
Tampoco en sus comedias idlicas falta el elemento de
misterio, enigma, fantasa, leyenda; toda su obra dramtica
est como saturada de una voz secreta. Sus personajes estn
como empapados de ingenuas supersticiones campesinas, y
pareciera como si Hirshbein les atribuyese un poder miste
rioso y desconocido: Zelde sostiene que si el gato se relame,
habr visitas. Efectivamente, ese mismo da llega de la ciudad
el ayudante herrero Moshe. En su comedia En un remoto
rincn, la cabra paci en el camposanto y qued embrujada.
En La Hostera Desolada es la hostera misma la figura
cntrica, el motivo principal, aun cuando no se la ve en el
escenario. Es el drama donde Hirshbein despliega su ms
rico caudal de imaginacin: lluvia multicolor de leyendas y
misterios de saber popular, se borran los lmites entre la
fantasa y la realidad, entre la supersticin y el autntico
enigma. En la hostera abandonada bailan duendes de noche,
segn voz popular. Estar realmente embrujada? Los tres
mercaderes que llegan sorpresivamente a las bodas de Maite,
cargados de preciosos obsequios, de sedas y joyas y vinos,
los habr enviado Itzek para raptar la novia, o sern de
verdad espritus malignos disfrazados? Itzek mismo, el audaz
ladrn de caballos, es un extrao personaje; por cierto tiene
poco de tipo judo, ms bien de gitano. Gitanos son los rasgos
externos y la sustancia ntima; de gitano es su desenfrenada
pasin; como gitano ejerce el cuatrerismo y quiz como gitano
conoce los secretos de brujera. Por cierto que no es tipo
corriente en la literatura idisch y ms bien nos recuerda
a los personajes de Garca Lorca en Bodas de Sangre, aun
cuando en la galera de figuras populares de la vida juda,
jvenes como Itzek abundaban ms de lo que se supone.
Cmo ha logrado, pues, ese lrico, ese poeta de la prosa,
conmover al pblico habitu de nuestro teatro pro
fesional? Es uno de los milagros del teatro judo y del des
tino de Hirshbein.
134
DAVAB
Lleg a la escena profesional juda de los Estados Unidos,
por azar, despus de larga odisea. En el teatro del entonces
incipiente director Maurice Schvartz, actuaba el joven Jacobo
Ben-Ami, ms allegado a los movimientos literarios judos y
estrechamente vinculado a la dramaturgia de mejor calidad.
Antiguo miembro del grupo teatral de Hirshbein, Ben-Ami
conoca el repertorio de su maestro y puso en escena por
primera vez en Estados Unidos su obra En un Remoto Rin
cn. El milagro se produjo. La queda comedia hirshbeiniana,
sin conflictos agudos, de leves tonos, casi falta de intriga, de
corte novedoso para nuestras tablas, result exitosa. Una
tras otra fueron estrenadas en el mismo teatro Las Hijas
del Herrero y Campos Verdes. La temporada se trans
form en temporada hirshbeiniana, de las comedias idlicas
de Hirshbein, y el autor continu siendo desde entonces uno
de los pilares del drama judo moderno.
En sus comedias idlicas es donde surge y se revela el
Hirshbein autntico y original, herrero de Sholem Aleijem
y a la vez muy distinto de ste. En sus comedias aldeanas es
donde mejor se manifiesta su originalidad, su estilo propio,
su ternura y humor: una lgrima queda, y una sonrisa tier
na; y de tanto en tanto un grito de pasin, de angustia que
estalla y cruza el silencio... Y nuevamente la serenidad: una
sonrisa, una lgrima...
MALKAH BABELL.
Judo del Nuevo Mundo
LA TIERRA
Mi bisabuelo Kive fu el verdadero jefe de la familia
numerosa que con l lleg a la colonia San Antonio, de
Entre Ros, despus de cruzar toda Europa y el mar
Atlntico, huyendo de los pogroms de Rusia. Haban partido
rumbo a Palestina; el destino quiso que slo se detuvieran en
suelo americano. El gobierno turco no les dej desembarcar
en la tierra de sus antepasados, cuyas playas alcanzaron a
contemplar, frente a Jaffa, desde a bordo. Tuvieron que deam
bular con angustia y desesperanza por Estambul, la de los
diez mil perros, hasta que el Barn Hirsch les acogi en el
pasaje de inmigrantes judos que destinaba al Nuevo Mundo.
Mi bisabuelo no era por cierto quien llegaba en carcter de
colono, sino su hijo mayor, Elizer, viudo, padre de dos mu
chachos, Jacobo y Simn, de los cuales, el primero, fu mi
padre. La J. C. A., firm los contratos del campo con Elizer,
hombre joven y fuerte, con descendientes varones, a cuyo car
go figuraban sus mayores, sus hermanas casadas, sus esposos y
Lzaro Liacho que ha publicado en Davar, un extenso ensayo .sobre
Martnez Estrada (Nmero 34) y numerosos comentarios bibliogr
ficos, es autor de varios libros en prosa y verso. Pan de Buenos
Aires, Palabras de hombre y Dinmica Portea, forman la parte
reunida en volumen de su extensa produccin. Publicamos ahora un
nuevo captulo de la serie que con el ttulo general de Judo del
Nuevo Mundo Viene dando a conocer desde hace varios aos en el
peridico Mundo Israelita.
136
VVAE
vstagos. Todos deban trabajar a sus rdenes en las faenas
rurales que iniciaran en la tierra virgen. El nico pionero
era Elizer y fue l quien organiz la ruda labor, realizn
dola sin desmayos. Jacobo, de diecisis aos de edad, le
secundaba en los numerosos y agotadores trabajos. Ellos asu
mieron la ejecucin de las tareas pesadas: prepararon los la
drillos de adobe, construyeron las precarias viviendas, los ran
chos, tinglados y galpones, domaron potros, manejaron el ara
do, rastrillaron, sembraron, recogan la cosecha, emparvaban,
y en los pesados camiones sin elsticos -diez caballos atados
a las varas y balancines acarreaban los productos vendidos
hasta Puerto Coln. Los cuados de Elizer, hombres ms j
venes que l y acostumbrados a oficios livianos, no se avinieron
al duro trabajo; secundaban las ocupaciones de las mujeres
en el tambo, la huerta y el gallinero. El bisabuelo Kive nada
poda hacer; contaba setenta aos. Si bien su fsico se mantena
erguido, su espritu estaba quebrantado. Durante cuarenta
aos haba servido en el ejrcito del Zar, ocupando en los
ltimos diez el cargo de mayordomo en una de las fincas reales.
Esa fu la recompensa que obtuvo por su valiente actuacin
en la guerra de Crimea. Por un edicto que rubric la misma
mano que antes le favoreciera, fu despojado de su empleo
por judo. Esta humillacin vino a sumarse a una gran des
gracia que por entonces lo ensombreca. Meses antes haba
muerto su segundo hijo varn, Gerson, de veinticinco aos, en
quien cifraba grandes esperanzas; a su inteligencia y la sim
pata que irradiaba su natural amable, se agregaba una vasta
cultura y un gusto artstico refinado. Era poeta, estaba ena
morado y falleci das antes de su boda. Su retrato evoca la
figura de los escritores del romanticismo. Al perder a su hijo,
el bisabuelo Kive se sinti profundamente agobiado y pens
sobreponerse a sus desgracias abandonando la tierra natal,
donde ni l ni los suyos podran en adelante vivir tranquilos
y felices. Su tierra prometida fu la Argentina y si bien no
colaboraba en las labores diarias, reclamaba mayor celeridad
de quienes la realizaban y mejor resultado en sus fines. Pro
testaba todo el da viendo que Elizer y Jacobo no reciban
ayuda, y tambin debido a la existencia estrecha que sobrelle
vaban en la chacra primaria, cercados por la soledad del cam-
JUDIO DEL NUEVO MUNDO
137
po infinito. All slo abundaba la mantequilla y el pan. Po
dan baarse en leche, pero no era sa la felicidad; eran otros
los bienes que aoraban.
La vida en el campo era spera y penosa. Todos los co
mienzos desmoralizan y ms an los de la colonizacin. Elizer
cay enfermo. Tuvo que bajar a Buenos Aires para atender
su salud. Cuando lo hizo result demasiado tarde. Muri en
el Hospital Alemn, sin tener a su lado a ninguno de los
suyos. La J. C. A., cumpliendo lo contratado, slo poda trans
ferir el convenio a un heredero directo de Elizer, siempre
que fuera casado. Mi padre era an soltero. No contaba die
ciocho aos. Fu necesario buscarle novia de inmediato para
desposarlo sin prdida de tiempo, a fin de conservar la pro
piedad del campo y salvar de este modo a los familiares de
una nueva emigracin. Mi madre era la nica mujer en edad
de contraer nupcias que resida en la colonia. La eleccin fu
imperativa. Los mayores se pusieron de acuerdo, los novios
se trataron durante algunas semanas y la boda se realiz sin
pompa alguna. Mam dej a los suyos para instalarse en la
chacra de su joven esposo. El cuarto vaco dejado por Elizer
se destin a la nueva pareja. Algunos bales y maletas que
fueran de pertenencia del muerto, se depositaron junto a
otros trastos viejos e implementos en desuso, bajo el cobertizo,
donde se encontraba la batea para lavar la ropa sucia. Esa
tarea importante y desalentadora fu encomendada a la nueva
ama de casa, por ser la ms joven y fuerte. Doblada sobre la
tabla de lavar, mam pasaba all varias horas de su larga jor
nada. A pocos metros estaba el pozo, de donde extraa el agua
con un balde sujeto a una larga vara, acarrendola hasta
cubrir media tina, contenido que volcaba y repona varias
veces durante su trabajo. Realizando una u otra cosa, conver
saba con los que se acogan a la sombra del tinglado, u obser
vaba el movimiento silente desarrollado en el vasto mbito.
Un da decidi sacar de uno de los bales las cosas que con
tena, para depositar all la ropa seca que descolgaba de la
cuerda a fin de evitar que cayera sobre ella el polvo que levan
taba el viento persistente.
Entre algunos fardos de cueros resecos fu colocando los
cuadros, botas, libros, papeles, ropa gruesa, sombreros y cajas
138
QAVAR
que extrajo del bal. Todo eso haba pertenecido a Elizer y
nadie reparaba ya en ello. Nadie evidenci inters en alguna
de aquellas prendas u objetos y all quedaron olvidados. Al
vender los cueros, esos bultos y paquetes fueron arrinconados
en otro lugar y pronto rodaron de un sitio a otro, molestando
siempre, ocupando un espacio requerido por enseres de nece
sidad inmediata.
El viento y el sol cruzaban por el tinglado; tierra y agua
terminaron por destruir aquellos ltimos efectos que perte
necieron al inmigrante muerto. Mientras mam permaneca
doblada sobre la batea, dando jabn a la ropa, vea alzarse de
entre los bultos y cajones, algunas hojas que llevaba el viento.
Sobre la vasta planicie, aquellas hojas blancas volaban de
modo caprichoso, como pjaros ciegos, llegando a confundirse
con las gaviotas que seguan tras el arado que pap conduca.
Sobre la tierra negra, las hojas se confundan con las aves
marinas, que buscaban gusanos en los surcos abiertos por pri
mera vez en esa tierra gensica. Algunas hojas de fino papel
se adheran a la tierra hmeda y luego eran destruidas por
el arado, la rastra o la lluvia, perdindose para siempre al
sumirse en la tierra; otras seguan un largo vuelo por el aire,
bajo el sol de fuego, camino del cielo azul; otras corran ve
lozmente por entre los caminos y terminaban por ocultarse
entre los pastizales espinosos, all donde ningn ser humano
las alcanzara a ver nunca. Qu podan ser aquellas hojas
peregrinas, aquellas hojas errantes y volanderas que se dis
persaban por los cuatro horizontes sobre el campo entrerriano ?
No eran hojas impresas desprendidas de un libro; eran p
ginas manuscritas con un tipo de letra uniforme, en lneas
espaciadas y con mrgenes regulares a ambos lados. Esas p
ginas estaban escritas en ruso y mam ignoraba ese idioma.
Era fcil advertir que no eran cartas ni documentos, y por eso
no se preocup de resguardarlas, segura de que no ofrecan
inters alguno, puesto que nadie las recoga al verlas tiradas,
destruyndose. Pens alguna vez, preguntar por ellas a su
marido, pero al encontrarse con l en la casa, le vea tan
cansado que evitaba formularle preguntas sin objeto.
El campo se fu sembrando con aquellas hojas manuscritas.
Mam sola ver al bisabuelo Kive levantar alguna del suelo,
JUDIO DEL NUEVO MUNDO
139
leerla, apelotonarla luego y arrojarla lejos, como para no en
contrarla nunca ms. Una maana, ta Ester Jaie, cubierta
la cabeza por un gran pauelo de seda para evitar que el sol
le quemara el fino rostro blanco, lleg hasta el tinglado, de
jando junto a la batea un bulto de ropa sucia que mam deba
lavar. Ester Jaie se sent sobre un cajn, descansando un
momento a la sombra del alero. En ese instante rod entre sus
pies una de aquellas hojas manuscritas. Ella la tom entre
sus dedos largos y plidos, la alz hasta frente a sus ojos y
comenz a leerla con acento musical.
Mam no entendi el recitado de Ester Jaie. Al terminar
la lectura, ta le dijo con tristeza:
-Bellos versos; te gustaran mucho si los comprendieras.
Estn escritos en ruso. Puschkin no los hizo mejores.
Y todas esas pginas que vuelan sobre el campo le
pregunt mam son tambin versos como se?
S, lo son; ahora nadie se interesa por ellos; nadie se
preocupa por la poesa en esta pampa.
Ester Jaie arrug el papel arrojndolo lejos; cay en un
surco nuevo, rod un trecho y se detuvo junto a un terrn de
brillante tierra negra.
Esos versos volvi a preguntar mam fueron es
critos por Elizer? Seguramente le gustaba leer y escribir
como a su hijo.
No, no son suyos; son versos de Gerson, mi hermano el
poeta que muri en Rusia. Elizer guard los originales pen
sando publicarlos. Muerto tambin l, se acab en nuestra
casa el culto a lo bello. Slo pensamos en el pago de la hi
poteca.
Las hojas siguieron volando; volaron una a una; el viento
las arrastr, sembrndolas entre los pastizales o en los surcos
profundos. El sol, la lluvia, el roco, el polvo erosionado, los
cascos de las cabalgaduras, las pezuas del ganado y las re
petidas aradas, las fueron enterrando en el suelo de Entre
Ros. All estn, en la tierra, semilla proftica de Israel en los
campos verdes del Nuevo Mundo.
LZARO L1ACHO
Un Pedazo de Chocolate
Patty era irlands. A todos los irlandeses se les llama Patty,
porque el de San Patricio es el nombre comn entre la
gente de la isla verdeante. Basta descubrirle a uno la fa
cha de irlands para dejar de interesarse por su patronmico y
bautizarle definitivamente Patty, del mismo modo como se
apoda a todo escocs Jack, y a todo gals Tuffy.
Patty era, pues, irlands, y Jos lo identific en seguida.
Tampoco era cosa de otro mundo averiguarlo, ya que Patty
ostentaba el gorro de rgida visera baja, por encima de la cual
brillaba el bien pulido distintivo de las tres hojas, el distin
tivo de la Guardia Irlandesa. Adems posea Patty un par de
risueos ojos verde-grisceos, melena pelirroja, pecas en la
nariz, espalda de anchos hombros y un vozarrn que rodaba
como sordo trueno. Todo ello no dejaba lugar a dudas de que
su dueo era irlands de la ms pura estirpe, un irlands
standard, por decirlo as.
Por otra parte, poco le importaba a Jos la identidad de
Patty. Buscaba la oportunidad de que alguien lo alzara en
su vehculo. Tena urgencia de hallarse a la mayor brevedad
en Munich, donde ya lo esperaban sus compaeros de Brigada.
En el grupo de escritores judos de la Argentina que escriben en
idisch (Berl Grinberg, Bendersky, Altschuler, Jos Rabinovich, etc.,
para no referirnos sino a los que cultivan literatura de ficcin) fi
gura igualmente Simje Sn, el autor de Un pedazo de chocolate.
Reside este cuentista desde hace ya varios aos en la Argentina. De
su indiscutible calidad literaria puede formarse buena idea del lector
a travs del relato que ahora publicamos en castellano, en traduccin
de Malkah Rabell.
UN PEDAZO DE CHOCOLATE
141
Das atrs Jos haba llegado al campamento de desplazados
para investigar en la lista de sus moradores. Como de costum
bre, alentaba la esperanza de encontrar entre los sobrevivien
tes a uno de los suyos; si no a un familiar, siquiera alguien de
su aldea natal.
Desde hace seis semanas vaga atormentado por el inmenso
dominio de refugiados y los campamentos judos dispersos por
todo el maldito pas, y cada vez que se dispone a dirigir los
pasos hacia uno de esos lugares, renueva la eterna ilusin de
encontrar la huella de los seres amados. Por doquiera encuen
tra las puertas ampliamente abiertas. No en vano es soldado
de las brigadas judas. Cierto, el uniforme es ingls, todo lo
que lleva encima es britnico, desde la boina bravuconamente
ladeada basta el reluciente calzado militar. Tan slo la estrella
de David, bordada en oro sobre el fondo de la triple franja
-hilo blanco entre dos celestes, lo distingue como judo, y
por encima de la estrella una angosta tira color kaki, con la
inscripcin: Brigada Juda, en ingls junto a las iniciales
hebreas J-IL. Esto es todo. Mas, este pequeo todo
brele por doquiera clidos los corazones, atrae hacia l las
miradas de orgullosa ternura, y cuando para colmo revela su
procedencia polaca y su bsqueda de familiares y seres que
ridos, nadie le niega su ayuda, y por doquiera, en cualquier
campamento, empiezan las averiguaciones y bsquedas. Se
hurga, se investiga; quizs alguien tenga un indicio o sepa
algo. Mas siempre las indagaciones terminan con idntica
pesadumbre, con brumosas y bajas miradas de pudor, como
si fuesen ellos, los que buscan, culpables de su tremenda des
dicha de no encontrar a nadie de los suyos.
Igual ocurri en este campamento. Tres das vag Jos
entre desplazados; inquiri, indag, y como de costumbre
qued exhausto, desesperanzado y pesaroso. En Munich lo
esperaban los compaeros con un auto. Ya era tiempo de
volver a Blgica donde estacionaba su unidad y Jos deba
apresurarse. Se despidi de los recin conocidos, logr esbozar
una forzada sonrisa corts, ech al hombro la reducida mo
chila y sali al ancho camino que conduce a Munich.
Esperaba el paso de algn vehculo. El asunto no era nada
fcil; en la zona americana los yanquis se niegan con fre-
142
DAVAB
cuencia a llevar a los soldados ingleses. No obstante su alianza,
no obstante su lucha comn, no obstante hablar el mismo
idioma, jams ha existido entre ambos ejrcitos exceso de
ternura: desde luego prejuicios y pretextos de soldados: ac
una batahola por cuestin de cerveza, ms all una historia
de mujeres; tal vez trtase an del antiguo arraigado odio de
generaciones del ingls hacia su advenedizo primo yanqui,
y el recproco odio a Inglaterra sembrado por los Lafayette,
los Washington y los Lincoln?... Fuese lo que fuese,
no siempre un vehculo yanqui detena su marcha para ayudar
a un camarada ingls, y con frecuencia el americano acele
raba la marcha de su motor dejando al estacionado Tommy
con un palmo de narices.
Esta vez Jos tuvo suerte. El primer automvil en pasar
se detuvo an antes de que alzase la mano: Un auto ingls,
de seguro ... pens Jos y no se equivocaba. Del interior
surgi una cabeza tocada con gorro irlands, pelirroja y
risuea, exclamando:
¡ Hola, camarada, mtete dentro, viajo solo!...
Y as trab Jos conocimiento con Patty.
Mientras viajaban, se entabl entre ambos la eterna charla
soldadesca; dnde acampaba cada cual; cundo llegara, por
fin, la desmovilizacin; si encontraran buena cerveza en los
alrededores; en qu trminos se hallaba en Blgica, el proble
ma alimenticio; si era fcil encontrar una chica, y en ltimo
trmino, si uno es casado ... Al llegar a este punto la conver
sacin se interrumpi, pues Patty dej de interrogar y em
pez a contar de su joven mujercita que lo espera en Dubln.
Trabaja en un escritorio y es mecangrafa... No deja de
relatar, y con alegre fulgor en los ojos agreg que al pasar
en casa su ltima licencia, se las ingeni de tal modo que
ahora, cuando regrese al hogar, ha de encontrar su familia
aumentada. Le ha nacido un hijo a quien tan slo conoce por
el retrato que siempre lleva consigo. Pero, ¡no importa!, unos
meses ms, obtendr otra licencia y podr volver a los suyos.
Detuvo el automvil para sacar cmodamente de su grasiento
y rotoso portafolio, la fotografa de su hijo y mostrrsela
a Jos.
UN PEDAZO DE CEO COLATE
143
Los ojos de Jos contemplaron la carita arrugada.de un
recin nacido, con ojillos como botones de azabache y pelitos
ralos en el crneo. Vi dos piecitos cmicamente recogidos,
con diminutos dedos, y dos bracitos con pliegues de mueco.
Una mano asa un juguete, y la otra contrada en un puito,
se la introduca en la boquita entreabierta de la cual goteaba
un hilo plateado de baba infantil.
-¡Lindo nene...! dijo Jos con sonrisa corts devol
viendo a Patty la foto.
Confo que sea mo de verdad.. se ri ste con su
risa tonante, satisfecho de su ingenio. Mas la eterna inquietud
del soldado que piensa en su esposa en las noches de insomnio,
se vislumbraba en su tono. Apret el pedal y otra vez puso
el motor en marcha.
Has de reconocerlo; adems llevars las cuentas exac
tas. le respondi Jos en tono jocoso.
-Oh, slo he bromeado. Adems, la conozco bien a mi
chica, no es como otras!. .. explic Patty ya muy serio, y
empez a contarle a Jos milagro y medio de su esposa: lo
hacendosa que es, cmo lo ama y cmo le permanece fiel, cmo
no deja de preocuparse por l, y las preciosas cartas que le
escribe! El, Patty, no sabe escribir cartas como las de ella:
es cerrajero de oficio y la mano le resulta algo pesada para
manejar la pluma. Pero ella ja, ja, ¡qu mano, qu ma-
necita para la escritura!
Escuchaba Jos la chchara feliz del recin conocido, y
de sbito el tiempo, ese tiempo de acelerado ritmo, detuvo su
marcha y empez a retroceder, a rodar hacia atrs, y Jos
tuvo de pronto la sensacin de existir en dos pocas: hogao,
cuando soldado, viaja hombro contra hombro con otro sol
dado de nombre Patty, un irlands, y todo en derredor es
simple y dolorosamente comprensible; y otro tiempo pretrito,
de sbito resurgido, lejano y sin embargo tan ntimamente
prximo, donde no exista la extica voz del irlands, y slo
resonaban los acentos del idisch y polaco. Tiempo pasado
aqul, cuando uno trabajaba el ao entero en la abigarrada
y ruidosa Varsovia, retornando al seno del hogar solamente
para las Pascuas y el Pentecosts, all en su reducida aldea
a orillas del Vstula. Resultbale inverosmil a Jos que am-
144
DAVAfi
bos tiempos rodasen unidos a la vera del vehculo, y aquel
tiempo pasado de antao, viese con sorprendido asombro al
nuevo, en el cual Jos viste uniforme ingls y viaja al lado
de una extraa persona irlandesa llamada Patty.
S, en aquel tiempo pretrito, para volver para las Pas
cuas a casa viajbase dos horas en tren, y luego otra media
hora en calesa. La calesa corra entre dorados campos trigue
ros; de lejos llegaba el aroma del eternamente verde pinar, y
la casucha paterna encontrbase en el lmite justo entre el
campo y la aldea. Aquella ltima Pascua, cuando Jos volvi
a sus lares, la pequea Raquelita, su sobrinita, contaba dos
aos y era ya toda una damisela. Le cobr ese cario pasional
que se dedica al hijo de una hermana tierna y fiel. Le amaba
con ese loco cario con el cual se ama a los nios pequeos,
cuando surge el ensueo de un clido hogar propio. Adems, el
encanto mismo de la nia, con su risa y gorjeo, sus saltos, su
llanto, sus juegos y diabluras, sus bracitos extendidos, sus ri
sueos ojillos parduscos y su manera cmica de llamarlo tito.
Recuerda Jos el aspecto de la pequea cuando recin na
cida. Lo recuerda con nitidez, pues dej pendiente todos sus
asuntos en la capital y volvi al hogar para asistir al festejo
del feliz acontecimiento. La Raquelita de entonces mostraba
una extraa semejanza con el retrato del nio que Patty aca
baba de mostrarle. Era exactamente la misma arrugada cria
tura de rojiza carita, en un mar de paales, almohadillas y
tules, que se desgaitaba aumentando el tumulto general y la
bulla festiva, entre tintineo de copas y felicitaciones de los
familiares, parientes, amigos y huspedes.
Luego surgi de sus recuerdos otro cuadro: la Varsovia
destrozada, ruinosa, y cubierta de nieve, de donde regres
haca poco. S, hasta all lo llevaron sus pasos, y all encontr
un campesino de su aldea natal, quien le haba narrado cmo
sucumbi su hermana. Antiguo vecino suyo, el paisano lo
reconoci de inmediato, refirindole que su hermana, en com
paa de su esposo y de sus dos pequeines, haban vivido
ocultos en un stano. De da permanecan acurrucados en sus
escondrijos, mientras de noche uno de ellos sala a buscar
alimentos y agua entre la paisanada amiga. Y ocurri una
de aquellas noches, al volver la hermana de su acostumbrada
UN PEDAZO DE CHOCOLATE
145
excursin nocturna, hall muertos a los suyos, al marido y sus
dos pequeos: Al pasar una patrulla germana oy el llanto
infantil, descubri el stano y acab a tiros con ellos. As, el
pueblo qued Juden rein, exento de judos, justificando
el llamativo letrero colocado en la estacin del ferrocarril;
por ello a los alemanes no les quedaba otra alternativa que
acabar con esos tercos judos empeados en permanecer en
la aldea. El paisano haba escuchado el relato de labios de la
hermana de Jos, la que anduvo el camino hacia Varsovia y
ms tarde pereci en el ghetto.
Recuerda Jos a todos y no tan slo a su hermana; fu
la suya una familia numerosa: tiene a quien recordar. Mas
ahora su pensamiento slo abarca dos objetos: la fotografa
del hijo de Patty y a Raquelita. Se imagina el aspecto de la
nia cuando la mataron, cmo yaca con sanguinolenta es
puma en los pequeos labios entreabiertos, y tal vez, tal vez
haya agitado en aquel postrero instante sus piernitas igual
que el nio vivo y risueo de Patty.
Descuida, todo saldr a pedir de boca, con tal que acabe
este estpido servicio militar.. oy la voz cercana del
irlands.
Desde luego, desde luego le contest mecnicamente
Jos.
Y t, dnde irs cuando te desmovilicen?... A Pa
lestina?... pregunt Patty rendido ya de charlar todo el
tiempo.
Yo?. .. tal vez, no lo s...
Cmo no lo sales ?... Pues, dnde se encuentra tu
hogar?.. no quiso dar su brazo a torcer el irlands.
Mi hogar?... No tengo hogar... Nac en Polonia y
todos los mos han sido muertos, asesinados por los alemanes...
¡Oh! lo siento... dijo Patty con tono de quien de
pronto se espanta al rozar una inadvertida llaga purulenta.
El vehculo entraba en una de las aldeas alemanas alzada
a la vera del camino. Por las ventanas asomaban brumosas
miradas de espanto. Sbitamente un ronquido sordo estall en
el interior del motor. Patty fren y ambos se apearon. Con
dedos expertos recorrieron las entraas de acero del motor,
que no paraba de roncar sordamente.
146
DAVAE
De pronto Jos sinti que alguien lo tironeaba de la man
ga. Se volvi; ante l se encontraba un rapaz de unos cuatro
o cinco aos, paliducbo, revueltos los lacios cabellos deste
idos, que le tendi una manita huesuda y delgaducha:
Tienes chocolate, Tommy, dame un trocito ?.. peda
con el mismo tono confianzudo que los nios del mundo entero
demuestran hacia el soldado, fuese cual fuese su uniforme.
Jos introdujo mecnicamente la mano en el bolsillo su
perior, donde acostumbraba guardar el chocolate del cual
rara vez se serva. De pronto, el fresco recuerdo de Raquelita
le quem las entraas. El nio que le pide chocolate es alemn.
No, no se lo ha de dar.
¡Vete!... gritle severamente.
Patty se volvi:
Qu es lo que quiere ?... Chocolate ?... Espera, que
yo se lo doy exclam dirigindose hacia el automvil.
¡No se lo dars!... pronunci de pronto Jos con
extraa voz desconocida.
El rapazuelo retrocedi mirando a ambos con tamaos ojos
de asombro. A su vez Patty se detuvo observndolo con una
interrogante en el rostro.
Por qu? Por qu no se lo he de dar?
El chico es alemn; son infanticidas esos jerrys
respondi Jos.
Irritado el irlands le devolvi una mirada retadora.
Escucha dijo reposadamente. El nio no tiene culpa
de nada. Adems el chocolate es mo y no intentes darme
rdenes. Te imaginas que tal vez voy a hacerte caso?
Se aproxim a su asiento y de la caja de herramientas
retir una tableta de chocolate.
Toma dijo llamando al nio, que a la distancia se
mantena a la espectativa. Los ojuelos del rapaz resplande
cieron en el demacrado rostro paliducho. Se acerc y extendi
la mano, pero en el mismo instante, Jos le arrebat el cho
colate y se lo pisote con su pesada bota de soldado.
Dije que no se lo habrs de dar. repeta con sorda
voz obstinada. Toda su sangre se le agolp en el rostro.
UN PEDAZO DE CHOCOLATE
147
Pausadamente el irlands se quit la blusa, afirm en el
suelo sus recias piernas, extendi un puo hacia adelante y
alz el otro ante el rostro:
Ests listo? pregunt amenazador. Lo resolvere
mos con los puos mascull con las mandbulas contradas.
Jos no era boxeador, no tena la menor nocin de las re
glas de este deporte, mas, la sola voz de lucha le arrebat.
Como un toro agach la testa y se arroj hacia adelante.
Senta cmo los pesados puos del irlands martillaban su
cabeza, sus hombros; mas, enfurecido, obstinado y salvaje,
atropellaba sin cesar. Sinti de pronto sus dedos aferrados
al cuello de Patty, sinti que se revolcaban en el suelo en
un salvaje ovillo de manos y pies, cuerpos y vidas. Castigaba
despiadadamente, con todas sus fuerzas, hasta que percibi
el ronco estertor del irlands bajo la frrea presin de sus
manos. Entonces solamente lo solt. Ambos se hallaban en
sangrentados, maltrechos.
Patty se irgui respirando con dificultad. Ceudo, arroj
del automvil la mochila de Jos. Este la alz, estir el uni
forme y con paso vacilante se alej por la ancha carretera.
El auto lo alcanz y lo pas. Jos lo mir alejarse, rodar
sobre el asfalto, y sinti cmo le oprima el peso de una in
mensa e insoportable soledad.
SIMJE SN
A un ao de Rostro Perdido
|t t tace un ao, despus de diez de ausencia de las car-
I I teleras, pero no del trabajo creador, Samuel Eichel-
baum volva a un escenario con Rostro perdido,
intenso drama que la compaa Rosa Rosen estren en el Bue
nos Aires. A la distancia, conmueve advertir cmo el drama
permanece en el alma del espectador y cmo el drama feme
nino adquiere una fuerza potica trascendente.
Angela Custodia vive el drama del ser dividido entre su
pureza y su barro. Ella vive entregada al dulce recuerdo del
marido muerto en un accidente, pero cuyo cadver no ha
visto, y entonces ha quedado en ella como un ser vivo y ausen
te, como un recuerdo por siempre amado. Ese amor trgica
mente perdido, y su afn de pureza, son la base de un alma
que se mantiene limpia, que dedica sus afanes a su hija y que
siente que su vida se cumple dentro de caminos gratos y
tranquilos. Entonces aparece Carlos Mara, el Don Juan que
slo siente la voz de la piel, situado a tal distancia espiritual
de ella que parece imposible pensar en una unin cualquiera.
Pero l pone sitio a la fortaleza, despierta a la hembra, la en-
ceguese con la luz brutal de su instinto, le hace ver que ella es
Pablo Palant es uno de los valores jvenes surgidos de las filas
aguerridas de la escena independiente. Merece anotarse que ha repre
sentado todas bus obras pero ninguna en teatro comercial. Figuran
entre sus piezas: Jan el Antisemita, Esta Mujer Ma, Los Das
del Odio, El Cerco, y El Angel Cruel. A travs de su juicio sobre
Eichelbaum dos generaciones se enfrentan, y resulta de este modo
muy significativa la admiracin de los nuevos hacia el primero
de nuestros dramaturgos.
A UN ANO DE ROSTRO PERDIDO"
149
tambin un ser carnal, y la seduce. Una vez conquistada, el
Don Juan ha logrado lo suyo. Ha sido sincero al requerirla,
sincero al hablarle de sus desvelos, sincero al poseerla, y es
sincero cuando su carne satisfecha busca ya otra carne de men
tira para su insatisfaccin de siempre..
Pero entonces todo empieza para Angela Custodia. La
entrada de ese ser lascivo en su vida la ha ordenado de otra
manera. Antes estaba insertada de cierto modo en el orden de
las cosas, y se encaminaba hacia un crespsculo tranquilo, en
tregada a la devocin del futuro de su hija y del recuerdo de
su amor perdido. Ahora ha pasado una rfaga sensual, feroz, y
ha despertado fuerzas primitivas que ella crea desterradas de
s para siempre; Angela Custodia ha vuelto a verse como no
haba dejado de serlo nunca, un ser elemental, y el causante
de toda esa ruptura (porque ha perdido el rostro del ser
amado, ya no lo puede recuperar y esto es lo ms trgico de
la historia), el causante, repito, vuelve la espalda, satisfecho,
lanza sus antenas al mundo y sigue la ronda. No puede ser.
Ella le pedir una explicacin, l no encontrar las palabras
que ella le exige, porque no tiene nada que explicar (l la ha
deseado, pero ella tambin), y lo matar. Y slo entonces, en
el final, Angela Custodia hablar quedamente, tristemente,
de una vida proyectada hacia un camino y desviada hacia
otro, cuya sntesis es la muerte.
2. Este hondo drama psicolgico ha sido tratado por
Eichelbaum con una riqueza de matices que en el personaje
de la mujer alcanza notas sorprendentes. Y para ella no hay
escapatoria, y por eso nos hubiera gustado ms que el autor
hubiese calificado a su obra de tragedia. No bay escapatoria,
porque reunidos Angela Custodia y Carlos Mara en esas con
diciones, es fatal que ella ceda, fatal que l la deje, fatal el
desenlace. Pero lo ms trgico es que ella no deja nunca de
verse, ni de verle. Sabe qu distancias les separa, comprueba
cunta bajeza les une, y no puede resistir. Eso es lo ms cruel,
sentir que en esa vida ha entrado un amor frente al cual no
hay ms remedio que entregarse y morir.
150
VAVAB
Mat mi viudez dice ella en el intenso y hermossimo
monlogo final. A la semana de estar en esta casa se meti
en mi pieza en mi vida y no se qued tranquilo hasta que
cumpli su crimen. Yo vine de Rosario por consejo de mi fa
milia, que se haba empeado en que saliera de all para ali
viarme de mi prdida. Tambin mi familia tiene un poco de
culpa en todo esto (est hablando en presencia del oficial de
polica, despus de haber dado muerte a Carlos Mara). Me
he cansado de decirles. Si vivo feliz. Me haban hecho el
inmenso bien de no dejarme ver el cadver de mi esposo, que
muri en un accidente. El lo pidi. Como no haba visto el
cadver, no haba muerto para m. Porque la muerte es el
cadver, seor. F.l viva en m. Lo vea a toda hora, movin
dose a mi lado, con su mirada ms risuea que su sonrisa.
Tena todas sus palabras en mis odos. Senta sobre mis hom
bros su brazo cordial. Era feliz. Todo lo feliz que se puede ser
con el alma presente de un hombre al que se ha querido como
si l y yo hubiramos sido hijos recprocos. Ests adelga
zando mucho, me deca todos los das. S, ya s. Todo adel
gaza le deca yo. Vivir con el corazn alerta, adelgaza. Y
me visitaban todos los das, como a una enferma. Un da re
solv venir a Buenos Aires con la esperanza de vivir mejor
mi dulce ensimismamiento, con la esperanza de defender me
jor el espritu, vivo en m, de mi esposo. Y llegu a esta casa.
Y me sent asediada por esa joven bestia, que no me di des
canso en una solicitacin que me pareci ridicula, grotesca,
inverosmil. Me aturdi, me llen la cabeza de palabras luju
riosas. Me enturbi la mente, me ceg. De pronto, me sent
estremecida bajo el soplido de ese bro suyo de cascos salvajes
(Una pausa). Cuando recobr mi lucidez estaba como tatuada
de sangre ignominiosa. Recin entonces sent el luto en mi
cuerpo y en mi vida. Era la orfandad de mi viudez, la viuda
de mi propia viudez violada y muerta. En vano apretaba mis
prpados para reunirme con la imagen viva de mi marido;
en vano ocultaba mi cabeza desesperadamente bajo la almoha
da para recobrar su rostro absolutamente querido y absoluta
mente necesario. No haba ms que sombras en el fondo de
mis ojos. No hay ms que sombras en el fondo de mis ojos. Ha
muerto mi viudez. Ha destruido el telar milagroso de mi fe-
A UN ANO DE ROSTRO PERDIDO
151
licidad secreta. Ha muerto mi viudez, ha sepultado mi digni
dad y enterrado mi amor. No hay ms que sombras en el fon
do de mis ojos. (Mueve lentamente la cabeza fatigada y cae
el teln.)
3. Recin entonces sent el luto en mi cuerpo y en mi
vida. Era la orfandad de mi viudez, la viuda de mi propia
viudez violada y muerta. Surge de aqu el sutilsimo pensa
miento potico de la obra. Angela Custodia no ha visto el
cadver de su marido, y vive su viudez sin viudez, porque en
el fondo de su corazn persiste la imagen amada, su marido
sigue siendo suyo en una especie de estado de gracia del cual
aparentemente nada podr sacarla. Pero ella es tambin un
ser vivo, y se mueve en medio de seres vivos. El recuerdo del
esposo muerto, esa vida secreta que la aferra a la vida ya
perdida (no se advierte aqu un punto de contacto con la
madre de La vida que te di de Pirandellof) en una ten
sin inconsciente de tremendo esfuerzo no podr nada
contra el soplido de ese bro suyo de cascos salvajes. El
ser tambin es de carne, el ser vivo se debe a los vivos, y es
intil querer refugiarse en el recuerdo de un muerto para
continuar viviendo. Carlos Mara trae lo peor de esa vida de
los vivos y ella est desamparada, muy desamparada, porque
se cree una fuerte vestal que custodia el rostro perdido de su
esposo, ignora hasta qu punto es frgil. Carlos Mara es aqu
el agente del destino, la vida que se alza contra la soberbia de
quien quiere vencerla con la muerte. Y despus de jugar con
ella, de arrancarla de su dulce ensimismamiento, ella descubre
que todava puede ser criminal. Y as, slo por el influjo de
una piel fuerte que busca la suya, que no sabe negarse, por
que tambin existe, Angela Custodia sale de su encierro, cede
al reclamo de la lujuria y se vuelve criminal. No hay refugios
contra la vida fuera de la vida. Vivir es el mandato de los
vivos, y quien se niega es arrastrado por la correntada de
amor y odio que emana de quienes son nuestros compaeros
de camino.
152
DAVAB
4. Hay otros personajes en esta obra, y tambin la his
toria de un periodista entregado a una labor comercializada
que detesta, porque le impide concretar sus sueos de una
obra de bien, acosado a su vez por el instinto de una mujer.
Hombre y mujer acosados por el instinto ciego del placer. Es
te periodista puede defenderse mejor, es verdad, pero su mis
ma lucidez le permite ver al mismo tiempo su fracaso. Es
tan trgico este ser como el de Angela Custodia, pero desde
el punto de vista de los valores dramticos de la obra, los que
se refieren a esta ltima son ms trascendentes, alcanzan ms
fuerza, nos conmueven y convencen totalmente, y nos identi
fican con la tragedia de un ser que quiso ser de otro modo,
olvidando que la misin de la raza humana es aceptar la vida
y no negarla.
5. Tenamos la esperanza de que este nuevo estreno de
Eichelbaum, uno de. los ms importantes de nuestro teatro en
los ltimos aos, despertara un inters renovado por sus obras.
Al ao, puede decirse que no ha sido as. Por una razn o por
otra Dos brasas, uno de sus mejores dramas no ha podido
llegar a la escena, al punto de que se ha visto obligado a
autorizar su publicacin. Y en cuanto a los teatros indepen
dientes, no parecen mayormente dispuestos a interesarse por
las obras de Eichelbaum, cuyo repertorio, sin embargo, podra
proveerles oportunidades muy amplias de trabajos excelentes,
con obras cuyo aliento universal circula a travs de formas
nuestras, que les son mucho ms asequibles que las de las
obras extranjeras que prefieren dar. Es incomprensible. Acep
tamos que la ambicin de ofrecer dramas de Ibsen (lo hemos
citado al azar, pero la verdad es que es otro ignorado) o de
ONeill sea muy fuerte, pero no vemos hasta dnde sea ex-
cluyente. Y, francamente, entre nuestro Eichelbaum de
Rostro perdido, Un guapo del 900, Vergenza de
querer, Dos brasas y tantas otras, y los autores a la
moda europea cuyos nombres no interesan, creemos que hay
motivos de sobra para elegir al primero.
PABLO PALANT
LOS LIBROS
EL GATO Y SU SELVA UN GUAPO DEL 900 PAJARO DE
BARRO DOS BRASAS, por Samuel Eichelbaum. Editorial Sud
americana.
I
No cabe en la breve mencin bibliogrfica el estudio que Samuel
Eichelbaum y su teatro se merecen. Falta espacio y justicia
para este hombre, este artista, de un barro tan insobornable. Falta
la ubicacin, ltima y definitiva de una obra parcial, contradicto
ria y siempre llena de grandeza. Un mpetu bravio mueve la arci
lla de Eichelbaum, la materia de sus personajes... un aire que oscila
entre lo feliz y lo dramtico, una atmsfera heroica, por decir as,
llena de ternura y violencia. De all salen sin temor ni medida,
los conflictos de un hombre. No hay una actitud a priori, una
premisa que cumplir. Las cosas suceden, acontecen de pronto. Se dira
que Eichelbaum es el primer asombrado, el nico espectador que no
puede fumar su cigarrillo de entreacto. Sin ese temblor original, sin
esa pureza en el principio, sera imposible imaginarse a Eichelbaum.
Creo que la verdadera vida de sus personajes (su ndole secreta)
reside en su inevitable poder de rebelda. Si, rebeldes hasta la deses
peracin, pueden, como Ecumnico, dar su vida por alguien que tal
vez no la merece, por una causa en la que creen vagamente, como una
religin o una fatalidad. Por eso no pueden ser del todo consecuentes
con su propio destino. Lo juegan en un pase de naipes, en el azar
siempre furtivo de la vida. Carecen de dobleces, son, por decirlo as,
sinceros hasta en su maldad. Recurdese si no la soltera de Eleuterio
en El Gato y su Selva, el acto gratuito de Ecumnico en Un Guapo
del 900, la dualidad de Robert en Dos Brasas. Son seres sometidos a
sus impulsos, a sus motivaciones ms profundas. Es cierto que a veces
se comportan de acuerdo a las convenciones de la sociedad que su
fren, que, por un momento parecen adaptarse a los propsitos de los
otros... hasta que, a la manera propia de Eichelbaum, entran a desa-
154
BAYAS
fiar su propia suerte. Es entonces cuando se desata el conflicto,
cuando aparece, en toda su evidencia, el rostro del hroe. Sera el
caso de Pjaro de Barro. Nadie puede sospechar en esos seres tan
simples, tan aptos al melodrama de la vida, los caracteres casi pat
ticos que nos recuerdan a un Lenormand y a un Ibsen. Simple y
complejo al mismo tiempo, Eichelbaum se cumple en esa sntesis de
vida y fbula que es patrimonio de un autor. Hay en su teatro una
geografa espiritual que podra definirse como argentina, como autn
ticamente nacional, enraigada a una tradicin ms vivencial que de
cultura. Pues lo regional, lo simplemente anecdtico, pasa a un segundo
plano... o mejor: se eleva a una jerarqua universal, a un bien
comn donde no existe el lmite. As se podra hablar de Strindberg
ai referirnos a las mujeres de su teatro, a esas heronas, ciegas y
lcidas a un tiempo, que cumplen sus vidas con una voluntad fan
tica. Recurdese, en este sentido, Pjaro de Barro o la absorbente
Eleonor de Dos Brasas. Sobre todo esta ltima, creacin impar, a
mi entender, en nuestra dramaturgia. Eleonor Morrison espera la
actriz capaz de vivir a su conflicto. No cabe aqu la descripcin de
cada una de sus obras. Cada una exigira un comentario aparte, un
estudio de sus implicaciones. Apenas si podemos describir el todo
como un estado teatral casi permanente, como un acontecer de
fuerzas que se unifican en su lucha. Yo dira que Eichelbaum posi
bilita una incursin a lo profundo por los caminos tradicionales del
teatro. Esto es, no complica su tcnica, no hace malabares, nos da la
vida, para que nos ensee o nos golpee.
II
El da que se escriba la historia del Guapo, de lo que ste significa
en la tipologa nacional, Ecumnico Lpez ocupar el lugar del ar
quetipo. Junto a los fantasmas -ms literarios de Borges, junto
a las indagaciones de un Martnez Estrada o las pinturas de Fray
Mocho y Payr, Ecumnico Lpez hroe de Un Guapo del 900
dar la tnica de su tica bravia. Porque es l un personaje tico,
fundamentalmente moral, con una problemtica mucho ms profunda
que su apariencia y su lenguaje. Cuando despus del crimen, muestra
la palma de su mano y dice: Yo soy as, seora est dando su
dimensin de hombre. No voy nada en el asunto agrega. Yo
jams voy nada en las paradas en que me juego el peyejo. No me
obliga nada ms que la lealt. Hermosas palabras, definidoras de
un cultor de coraje de cierto tipo de nuestro carcter. Con gusto,
nosotros defenderamos esta postura frente a la opinin del ilustre
Ortega y Gasset: El argentino es un hombre a la defensiva. No, no
lo es. Y para probarlo bsquense los hroes de toda nuestra literatura.
Sufren de gigantismo, nunca de mesura... No lo prueba acaso la
LOS LIBEOS
155
obra de Eichelbaum? Sus hroes son desmesurados, actan por fervor,
nunca por inteligencia. En el mejor de los casos: ponen su inteli
gencia al servicio de una pasin que los domina. Es evidente que
cada dramaturgo alimenta su mito. ONeill rinde culto a su vio
lencia, Lernomand a su sueo, Eichelbaum al coraje. Partiendo del
guapo (o llegando a l, no importa) Eichelbaum sustenta una actitud
de vida, un modo de ser entre los hombres. No se gana ni se pierde.
Se juega en el conflicto. Sera pueril limitar a Eichelbaum a esta
medida, a la estatura de Ecumnico. Pero no en vano crea el autor
a su criatura. Se dira que cada dramaturgo tiene el personaje que
merece. Y los personajes de Eichelbaum se agrandan por fervor, por
exceso de vida. A veces es preciso reconocerlo uno deseara des
cansar un poco, aflojar la tensin, tener un paso amable, como en un
drama de Salacrou. Pocas veces Eichelbaum se lo permite. Hay mo
mentos poticos (como en el Prlogo de Pjaro de Barro) instantes
de gracia (en muchas escenas de Un Guapo del 900) hasta irona
(recurdese la extravagante Mrs. Poopesco de Dos Brasas) y hasta
momentos de comedia familiar en los dilogos de Eleuterio y sus
tas (El Gato y su Selva). Pero todo esto apenas esbozado, apenas
dicho, para desembocar, casi brutalmente, con el drama. No hay en
esto censura. Todo lo contrario. Es su manera de decir, su manera de
ser, de realizarse. Para explicarlo, nada mejor que estas palabras de
Hebbel: Lo mismo que no se pide a las flores y a los rboles que
sean de otro modo de lo que son, lo mismo es preciso que sienta uno
que el poeta no ha podido dar otra forma a su obra. Y as es, en
verdad. No podemos imaginar este teatro de otro modo. Su estructura
corresponde a su germen. Podemos aceptarlo o no. Nunca modificarlo.
Su fianza la garanta de su perennidad- est dada por el dolor
de sus criaturas.
III
Para el lector de teatro (para ese espectador en potencia) las
pginas de este libro de Eichelbaum han de ser de inters, o ms que
eso: de fervor. Si el estilo es el hombre, dialogar con Eichelbaum a
travs de su letra, de su palabra fcil y profunda. Ver el teatro
a travs de esa palabra, un poco cadenciosa, que arrastra al lector
hasta la consumacin de su aventura. Y, por fin, ver un hombre.
Lo descubrir despus de leer cuatro de sus' obras. Digo que lo ver
y es cierto. Porque Eichelbaum no disfraza su alma. Est all, vivin
dose en cada uno de sus hombres. Ese es su valor, casi dira: su
honestidad. Por ello, vale la pena y la alegra, su lectura. Anticipando
el teatro, est un estudio de Bernardo Canal-Peijo que merece leerse.
Sobre todo por la ubicacin pico-trascendente que el prologuista
adjudica al teatro de Eichelbaum. Y por las reflexiones que la tica
del coraje le sugiere. Oreo cumplir con un deber, al sealar este
156
I) AVAS
ensayo como uno de los ms serios que haya ledo sobre un hombre
de teatro. Un deber no con el prologuista ni el autor sino con
el lector que ha de enfrentarse con sus pginas.
PEDRO GDANSKY OBGAMBIDE
LA TORRE DE MARFIL Y LA POLITICA, por Bernardo Ezeguiel
Koremblit. Editorial Fides.
CON unas palabras de Henry George -a quien el autor respeta y
admira se abre este libro sobre la participacin de los intelec
tuales en la ciencia poltica, sobre su posible militancia. Tema vasto,
profundo, de una actualidad que Koremblit siente y comunica a sus
lectores. Comienza su ensayo 333 pginas bien gobernadas con un
retrato de Montaigne en su torre, con la reconstruccin de aquella poca
de definicin y crisis del humanismo. La conciencia se inquieta
dice su subttulo, aclaratorio en ms de un sentido y vlido para
sus inquisiciones en el pensamiento contemporneo. Porque Koremblit
parte de Montaigne para llegar a Thomas Mann, de los Ensayos, hacia
la proyeccin poltico-humanista del autor de La Montaa Mgica.
Este ir y venir en busca de la Poltica (continente integral, como la
llama Koremblit) da al libro un carcter dinmico y polmico. Accin
y Observacin (pg. 187) seran el origen de ese movimiento, de esa
actitud, intelectual y humana, que es patrimonio de la poltica. Pues el
que observa toma una posicin, ocupa un sitio y necesita la accin que
lo refirme. (Vase Esta Paz de Thomas Mann, citado por Koremblit
en las pginas 38 y 39.) Este planteo, que surge de la propia actividad
intelectual, que es inherente a ella, es estudiado aqu por el autor
a lo largo de la historia poltica, apoyado en datos, obras y hombres
que de por s, son testimonios de la lucha intelectual, parte integrante
del conflicto. A este respecto es til leer los prrafos sobre Cicern
(pg. 77) y los que dedica a Lamartine, temperamento y conciencia
(pg. 112). Pues partiendo de un arquetipo, de un ser nico y definido,
llega a lo universal, del hombre a la sociedad, del mismo modo que
antes (en sus reconstrucciones de poca) iba de la sociedad al hombre.
Esta dialctica de la sociedad y el individuo es el arma permanente
que esgrime Koremblit, oponindose al individualismo dogmtico y al
colectivismo mecanicista. Pero La Torre de Marfil y la Poltica no
es slo un documento ideolgico. Ms all de sus valores ticos o es
trictamente filosficos, contiene pginas en las que el lector se demora
en el placer esttico, en la contemplacin de su estructura. No en vano
se adivina la lectura de los clsicos, buenos maestros en el pensar y en
el decir. La liebre en los matorrales, Ambicin y Vocacin (pg.
239 y 255) son en este sentido, los mejores ejemplos. Ortega y G-asset,
Unamuno, Thomas Mann, convergen en el pensamiento ordenador del
libro. Un deseo humanista, una simpata intelectual por el avatar humano
rigen los captulos IX y X, titulados El ltimo monlogo y Con la
LOS LIBEOS
157
licencia de Horacio (pg. 286 y 301), verdaderas admoniciones de
un espritu vido de conocimiento. Todas las mutaciones, bsquedas y
fracasos de los arquetipos de Koremblit, parecen hallar all la paz
tan anhelada a lo largo del libro. Sin embargo, los prrafos finales se
tien de un leve desencanto y terminan tapando ese resquicio por
donde se filtra la luz de la ciudad y quedndonos en la torre de marfil
pensando, escribiendo, dudando. Sagaces observaciones sobre Claudel
y Gide y una cita genial de Mauricio Barres, son definiciones de lo que
se entiende por poltica intelectual. Un amplio panorama crtico de
las grandes figuras de nuestro tiempo est contenido en La Torre
de Marfil y la Poltica. Stefan Sweig, Alexis Carrell, Proust y Valry,
desfilan junto a Gandhi y Ramn y Cajal. Pareciera que Koremblit
(cuya formacin clsica es previsible) tratara de encontrar entre anta
gnicos sus aliados y sus antecesores. Por ltimo es Montaigne el
evocado, la torre de la alegra, inicial, fin y principio de la parbola
del autor.
P. G. O.
EDIPO ¥ LOS ENIGMAS DE LA ESFINGE, por Mario Carlislcy.
Editorial Nova.
Es indudable que el motivo que Edipo personifica ejerce una poderosa
atraccin en el individuo a travs de los tiempos. Esta atraccin quiz
se deba a que el tema edipiano tenga un sentido nuclear, no slo en el
desarrollo del individuo, tal como Preud lo seal, sino tambin en el
desarrollo de la estructura social. El Dr. Carlisky a mi entender da una
nueva y profunda interpretacin de la tragedia de Edipo al encuadrar
sus conclusiones desde el punto de vista del desarrollo de las colectivi
dades y del desarrollo ontogentico del individuo. Recuerdo haber ledo,
hace un par de aos, un comentario de Pairbairn cuyo significado no
alcanc a comprender totalmente. Este autor, sin duda uno de los
analistas ms originales, sealaba que para comprender el complejo de
Edipo en su prctica clnica le fu de gran valor encarar este fenmeno
como un acontecer sociolgico y no simplemente como una vivencia
psicolgica del paciente aislado. Dejando de lado el hecho evidente de
que hay que considerar la situacin total del ser, el marco ambiental
dentro del cual su vida se desenvuelve, creo que el trabajo del Dr.
Carlisky arroja una nueva luz sobre este tema, pues durante toda su
exposicin tiene en cuenta lo que a falta de mejor nombre me
atrevera a lamar la sociedad interna del protagonista. En efecto, si
guiendo la tradicin freudiana, el autor considera a los diversos perso
najes de la leyenda como representantes personificados del yo del hroe.
En un plano, entonces, Yocasta, Layo, el Coro, etc., representan las
pulsiones (emociones, fantasas, concepciones) del mismo Edipo. En este
enfoque el autor considera a la leyenda en la misma forma que el
analista, en su prctica diaria, profundiza los contenidos latentes de un
158
VARAR
sueo. Otro enfoque del autor, quiz el ms nuevo de todos, consiste en
encarar genticamente la leyenda edpica estableciendo una correlacin
entre los diferentes tiempos (o jalones) en la vida del broe y ios
estadios en el desarrollo emocional e intelectual del nio. As, vemos
cmo ciertos incidentes cruciales en el destino del hroe, tales como
el destierro de Edipo y su abandono en el monte Citern, representan
el trauma del nacimiento, mientras que el trauma del destete encuentra
su expresin simblica en las revelaciones que impulsan a Edipo a dejar
Corinto. Siguiendo este enfoque, el Dr. Carlisky nos muestra -con sobria
claridad como el derrotero del protagonista y el del nio en sus
pimeros aos de vida es la resultante de traumas, frente a los cuales
la conducta del hroe es a la vez una superacin y un fracaso. Parti
cularmente brillante es la forma en que el Dr. Carlisky trata el complejo
interjuego del querer saber (epistemofilia) y agresividad por un lado,
y la ceguera, ignorancia y sometimiento al destino (padre, coro) por
el otro.
Bajo la luz de este ensayo, i no adquieren acaso una nueva signifi
cacin las palabras de Edgar Alian Poe, de quien Daly dijo que .. .Poe,
ms aun que Baudelaire, comprendi el verdadero significado del Com
plejo de Edipo? Poe seala:
Entreveo, por lo menos, dos estados distintos en mi existencia men
tal; el estado de la razn lcida que no puede ser disputada y que
pertenece a la memoria de aquellos sucesos que forman la primera poca
de mi vida y un estado de sombras y dudas que es propia del presente
y del recuerdo del segundo gran perodo de mi vida. Crean ustedes, por
tanto, aquello que diga del primer perodo; mientras que frente a lo
que pueda relatar del perodo ulterior, denlo por cierto slo en la medida
en que a ustedes les parezca o pnganlo en duda globalmente o, si dudar
no pueden, entindanselas con el enigma de Edipo.
Estas lneas, escritas antes del nacimiento de Freud, guardan gran
paralelismo con las conclusiones que el Dr. Carlisky establece con relacin
al tema de Edipo y la Esfinge. El autor seala, refirindose a esta re
lacin: ...pero aqu tenemos ya los dos rasgos principales de Edipo:
el anhelo de conocer ciertas cosas, por una parte, y por otra, la necesidad
de reprimir determinados hechos o intenciones para ocultarlos a los
dems. Entre ambos constituyen el tema del saber prohibido, que Te-
presenta algo as como el perno sobre el cual gira toda la historia de
Edipo, y es por eso que ningn otro episodio lo compendia tan elocuen
temente como este de la Esfinge. As como Poe se refiere al perodo
pre-edpico (estado de la razn lcida), es decir al perodo que precede
a la represin de la vida instintiva del nio (con las sombras y las
dudas, agreguemos aqu, de la culpa), del mismo modo en el presente
ensayo el Dr. Carlisky seala en detalle el papel que desempea la
represin en la leyenda de Edipo.
El Dr. Carlisky se refiere a lo denso del mito de Edipo, y otro
tanto cabra decir de su interesante pequeo libro, que condensa en
menos de 70 pginas tantas ideas capaces de estimular por igual al lego
LOS LIBROS
159
como al iniciado en sociologa o psicoanlisis. Los diferentes acertijos,
verdadera obra de detencin del autor, que permanecen latentes bajo
la respuesta explcita de Edipo, constituyen en s un amplio tema de
especulacin que va ms all de los propsitos de esta resea. Adems,
los diferentes enigmas llevan consigo un cariz de suspenso, siguiendo la
mejor tradicin de la ficcin policial, a la que ninguna resea podra
hacer justicia, pues hay que considerarlos dentro de la trabazn de la
totalidad del ensayo.
Quisiera sealar la notable erudicin del autor, al recomendar la lectura
de este libro que me parece una importante contribucin en el terreno
del psicoanlisis aplicado.
EMILIO RODRIGU
ISRAEL QUE YO VI, por Mateo Goldstein. Editorial Atalaya.
Una serie de crnicas y semblanzas integran esta obra del Dr. Mateo
Goldstein; ellas nacieron como expresin viva y apasionada en
torno a los hechos, sentimientos y personas que el autor conoci o evoc
durante su viaje a Eretz Israel. La obra resume analticamente el pa
norama de Israel y la actividad sionista en el territorio, exponiendo
el concepto constructivo y crtico que abunda en los problemas de la
organizacin poltica y en la filosofa creadora de sus lderes. La reali
dad, se levanta de modo cotidiano en la natural condicin de la crnica,
y el lector entra a compartir los episodios narrados por el autor. Lo
ameno se suma a lo transcendente y el inters con que se destacan los
valores perdurables en la reconstruccin de Palestina, destacan la fe
sionista del Dr. Mateo Goldstein y la conviccin que lo mueve en su
actividad dentro de la vida juda. Israel que yo vi es una obra en la
cual se define una posicin y se afirma la continuidad de un alto pen
samiento, de un objetivo ponderable y humano. La belleza del paisaje
israel y la simpata hacia el judo de la Medin, impregnan de exaltado
fervor las pginas de esta obra, y le dan esa jerarqua digna que nace
de la inspiracin dotada de amor, de trabajo y de justicia.
J. H.
INFORMACIONES Y NOTAS
BIBLIOGRAFICAS
IDISCH UN IDISCHKAIT (Idisch y Judaismo), por Iosef Opatoshu.
Ha llegado a nuestras manos
una recopilacin en idisch
de artculos agrupados bajo el ttu
lo de Idisch un Idischkait, escri
tos en diversas pocas y circuns
tancias por Iosef Opatoshu, el
ilustre escritor judo que nos vi
sitara el ao pasado.
La autoridad de Iosef Opatoshu
y su profundo conocimiento de los
problemas que trata (a lo que se
suma la calidad de un estmulo lm
pido) hacen sumamente interesante
el contenido de estas pginas, aun
cuando el lector no se adhiera a
los conceptos sustentados por el
autor.
Aunque el libro enfoca distintos
temas (I. L. Peretz, La idea de
idish y de la literatura juda,
Qu es el judaismo, etc.), to
dos estn enhebrados por una pre
ocupacin comn: el destino del
judaismo y el papel de la lengua
idisch en la existencia de nuestro
pueblo. Siendo Opatoshu un escri
tor que se expresa en idisch, es
muy fcil suponer cul es su po
sicin frente al problema. Sin em
bargo, su entusiasmo llega a menu
do a sorprender, incluso a aquellos
que, en algn sentido tienen idn
ticas concepciones a las suyas. En
su ensayo. La idea de idisch y de
la literatura juda se lee lo que se
transcribe a continuacin: Idisch
y judaismo se han transformado en
sinnimos, como otrora lo han sido
judaismo y religin juda.
El autor seala a travs de todos
sus artculos la importancia de la
palabra y del libro en la vida de
nuestro pueblo: Este amor, este
fantico entusiasmo por el libro,
que a menudo llega al sacrificio, a
la desesperacin, a la alegra plet-
rica y que ha derramado tanta san
gre juda, se ha incrustado defini
tivamente en la estructura de nues
tro pueblo.
Y con respecto a la palabra, re
flexiona : En la palabra est nues
tra fuerza. Y la palabra, ya sea la
antigua de Dios, ya sea la palabra
productiva del hombre, nos ha sal
vado del hundimiento definitivo.
El libro fu editado en Ro de
Janeiro, Brasil.
INFORMACIONES F NOTAS BIBLIOGRAFICAS
161
EL LIBRO DE LOS DESAMPARADOS, por Iosef OTcrutny.
T A impresionante catstrofe pro-
vocada en la vida juda por la
segunda guerra mundial, lia reper
cutido considerablemente en nues
tra literatura post-blica, dando
lugar a la eclosin de una plyade
de literatos, o ms concretamente,
de autores de libros. No estara
mos errados al afirmar que cuanti
tativamente no ba tenido la lite
ratura en idioma idiscb una poca
ms floreciente. Pero en lo que se
refiere a la calidad, el panorama
ya ofrece aspectos deprimentes y a
menudo desoladores. Si bien es in
negable que la literatura de la
post-guerra ha perfilado algunas
personalidades singulares que bro
taron y fructificaron en el mundo
de las letras durante el transcurso
de la contienda, la gran mayora
de los autores apenas alcanzan los
mritos del cronista, aun cuando
anecdticamente, la literatura b
lica es rica en posibilidades.
No es posible reprochar la falta
de madurez a los escritores judos
que no alcanzan el imprescindible
nivel artstico; la guerra los ha to
pado en los umbrales de sus expe
riencias literarias y posteriormente
no tuvieron muchas posibilidades
para consagrarse al aticismo o por
lo menos al estudio. Por este moti
vo el estilo de los escritores de
post-guerra se caracteriza por la
notoria ausencia de elementos esen
cialmente literarios. Todas estas
reflexiones generales nos conducen a
destacar un hecho singular: la exis
tencia de un escritor judo, perte
neciente a la plyade literaria de
la guerra, cuyos mritos principales
son, justamente, la sorprendente
maestra con que maneja, domina,
renueva y pule al idioma idisch.
Iosef Okrutny, autor de El li
bro de los desamparados, perte
nece a ese pequeo grupo de auto
res de libros judos, que posee,
adems, cualidades literarias. Su
libro, describe a travs de diversos
cuentos, los problemas y las do-
lorosas experiencias de la guerra.
Habiendo sido l mismo un desam
parado, los relatos cobran la inten
sidad de los hechos vividos. Pero, a
la verdica crudeza de la experien
cia, se ana una admirable calidad
descriptiva y una construccin es
tilstica irreprochable. Con l, el
idisch se renueva, se engrandece y
adquiere una sonoridad y colorido
que desde haca mucho tiempo no
habamos gustado. Libro de acceso
difcil para aquellos que no poseen
un slido conocimiento del idioma,
constituye para el lector una fiesta
de riqueza y colorido idiomtico.
Edit El judaismo polaco, ba
jo la direccin de Mark Turkov.
MIS CARTAS DE AMOR A FRUMET, por Kehos Kliger.
Kehos Kliger, quien ya nos
haba sorprendido y conmo
vido hondamente con sus anterio
res creaciones, especialmente con
El mundo me invita a morir,
ha publicado en fecha reciente un
162
DAVAB
libro de poemas, bajo el ttulo de
Mis cartas de amor a Frumet.
Kliger nos ba mostrado a travs
de su intensa actividad, que es un
poeta singularmente sensible a la
influencia de los acontecimientos
cotidianos y que su membrana po
tica vibra al unsono con la tra
gedia contempornea. Por este mo
tivo, resulta singular el contenido
de su ltima obra, en la que, apa
rentemente se ha evadido de la
plmbea pesadez de los aconteci
mientos actuales, para refugiarse
en la tierna experiencia de sus 15
aos, cuando aun era un ishive
bujer, un precoz estudiante de
las leyes judas, tiernamente ena
morado de Frumet, la hija de su
Bebe.
A travs de sus cartas, espon
tneas y sencillas, expresadas en
una forma potica deliberadamen
te primitiva, pinta Kliger su mun
do adolescente y deliciosamente in
genuo. En sus poemas se perfilan
las figuras de aquel guetto judio
ANIVERSARIO
Al cumplirse hace poco tiempo
el 35 aniversario de la muerte
de Mendele Moijer Sforim, public
el Diario Israelita de esta Capi
tal, el siguiente trabajo de S. Ro-
llansky sobre el famoso autor de
Viajes de Benjamn III: Men
dele, El Abuelo de la moderna
literatura juda, el aniversario de
cuyo fallecimiento encuentra dbil
resonancia en las juderas sudame
definitivamente arrancado de raz,
que floreci con sus peculiarida
des en las aldehuelas de la Europa
Central, hasta el estallido de la
guerra.
Kliger ha realizado poticamente
lo que Chagall traslad a la pls
tica; a ambos los vincula un l
rico amor por la novia adolescen
te y por el puebleeito cargado de
tiernas vivencias; y por este mo
tivo, resulta sumamente acertada
la reproduccin de Chagall que se
ha incluido en el libro, a modo de
ilustracin.
Evidentemente, Las cartas de
amor a Frumet son una deliciosa
joyita potica, con la que Kliger
se ha renovado y encontrado ple
namente.
Nos preguntamos si son muchos
los jvenes que pueden gozar de
la calidad de estos poemas en
idisch. Este interrogante plantea
la totalidad del problema de nues
tra expresin literaria.
A. R.
DE MENDELE
ricanas por su coincidencia con las
postrimeras del ao cuando ya
se ha impuesto la pausa habitual
a las actividades culturales de la
colectividad, es el escritor a quien
el factor tiempo ha tratado con
mayor iniquidad.
En superior medida que los de
cualquiera de nuestros grandes es
critores, los libros de Seholem
Iankef Abramovich, se conocen so-
INFORMACIONES Y NOTAS BIBLIOGRAFICAS
163
lamente a travs de antologas,
fragmentariamente. Estudiarlo en
su totalidad es tarea verdadera
mente difcil; frecuentarlo parcial
mente, implica no llegar a cono
cerlo jams; tampoco resulta po
sible leerlo para distraerse, para
pasar el rato.
I. L. Peretz enardece al lector;
Scholem Aleijem lo alegra; pero
Mendele le impone la necesidad de
reflexionar. El lector debe dete
nerse, tomar aliento, observar las
riquezas del idioma, descubrir sus
hermosos grabados, monogramas y
profusos ornamentos.
La ya clsica obra de Mendele
Viajes de Benjamn. III, a
pesar de ser tan distante y aun
opuesta en su lenguaje y estilo a
La Yegua, pletrica de simbo
lismos y alegras, consideraciones
ticas y moralejas, urticante y a
menudo despiadada stira, coloca
al lector de hoy frente a una ba
rrera a menudo infranqueable.
He aqu la cuestin: Dnde
hallar actualmente al lector estu
dioso? Y, cuntos lectores es
tudiosos tenemos hoy entre nos
otros? Nos preguntamos: Qu se
ha hecho del paciente lector que
deseaba aprender leyendo? Y por
este motivo tal vez sea Mendele
Moijer Sforim, el escritor que en
mayor medida que cualquier otro
de los nuestros, necesite a un gru
po de lectores selecto y elegido.
Ya lo hemos dicho; a ninguno
de nuestros escritores trat tan
despiadada e ingratamente el tiem
po como a Mendele Moijer Sforim
Scholem Iankef Abramovich.
Scholem Aleijem, quien fu el
primero en designar a Mendele
con el calificativo de El Abuelo
(y ha sido Mendele el primero en
denominar El Nieto a Scholem
Aleijem), refiere en el captulo
Auto de Ee de sus memorias
(escrito en honor al jubileo de
Mendele en 1910) cierta recrimi
nacin que le hizo El Abuelo en
una oportunidad, exclamando:
Cuando un escritor se sienta
con el propsito de escribir un li
bro debe preguntarse en primer
trmino: Qu es lo que yo deseo
decir? Este concepto, tan nece
sario y claro para Mendele, cons
tituy para Scholem Aleijem el
verdadero descubrimiento de Am
rica. La conciencia de una meta,
de un contenido y objetivo pre
fijados, deline la obra de Mende
le y aport un fenmeno nove
doso, desconocido hasta entonces,
a la literatura juda. Concepto
ste, sustentado por el iluminismo
(Haskal), movimiento a quien
Mendele apoy y sirvi fielmente.
Lo curioso en Mendele, empero,
lo constituy el hecho de que un
iluminista permitiera bullir en s,
tan impunemente, al artista; que
un iluminista actuara como un
pintor a quien fundamentalmente
interesa la combinacin de colores
e intrascendentemente el contenido.
La maestra del idioma y el es
tilo de Mendele no han sido su
perados hasta la fecha, a pesar de
que artesana y estilismo se han
transformado en enfermedades cr
nicas de la moderna literatura
juda.
Mendele hilvanaba palabras con
el criterio selectivo del que adicio
na perlas para formar un collar.
Pero la calidad y perfeccin idio-
mticas no oscurecieron jams el
horizonte de su objetivo. Con su
lenguaje ntimo, clido, artstica-
164
DAVAS
mente burln, continu ejerciendo
su funcin de escritor nioralizador
que se burlaba de las cojeras so
ciales, atacando los prejuicios in
veterados y los caracteres innobles,
a las hipocresas y falsedades que
son consecuencias del papel econ
mico y social que a cada uno le
toca jugar en la vida. Esta ten
dencia hacia la stira social pre
sente an en la obra esencialmente
artstica de Mendele, di legalidad
a El Abuelo en Rusia despus
de la revolucin; del mismo modo
que el burlarse de los pudientes
salvo a Seholem Aleijem, y los mo
tivos de carcter social le sirvie
ron a Peretz de certificado de
pureza en la U.R.S.S., hasta que
(desde hace cuatro aos) la lengua
idisch fu prohibida como instru
mento del chauvinismo y el espio
naje.
Y en realidad son La conscrip
cin y La tasa las formas tea
trales ms combativas contra los
poderosos, contra los inescrupulo
sos comerciantes y al mismo tiem
po honestos seores que consi
deraban justiciero enviar al hijo
nico de la viuda al servicio mi
litar en reemplazo de su propio
hijo, que asi se exima de la obli
gacin.
En este sentido la stira social
de Mendele, coincidi notablemente
con las necesidades de la agitacin
sovitica.
Cuando se recuerda que Mendele
public por vez primera La tasa
en el ao 1869 (48 aos antes de
la revolucin rusa); que La Ye
gua fu editada, en forma de li
bro en 1873 (con 14 aos de an
telacin al congreso Sionista) y
que Viajes de Benjamn III
sali a la luz en 1878 (anticipn
dose 30 aos a la conferencia lin
gstica de Chernovitz), resulta
claro y notorio que Mendele ha sido
un precursor en el terreno social;
vocero que lanz el grito de adver
tencia al pueblo de Israel para que
no se ampare en el favor y bene
volencia de los extraos, y el pri
mero en la materia del idioma
idisch.
Social. Nacional. Artstico.
En estos tres fundamentos de la
literatura juda ha sido Mendele
Moijer Sforim el abuelo.
A TREINTA AOS DE LA APARICION DEL PRIMER LIBRO
EDITADO POR D. MANUEL GLEIZER
Como los vi yo de Joaqun de
Vedia, fu el primer libro
que edit D. Manuel Gleizer, en
1922, con pie de imprenta edito
rial de su inolvidable librera La
Cultura, Triunvirato 537, donde
nos fu dado ver en repetidas oca
siones a casi todos los escritores
cotizados por el ms exigente p
blico lector del pas, y a quienes
D. Manuel edit, durante largos
aos, sus mejores obras.
Como los vi yo, impreso en
los Talleres Grficos Cuneo, de
grata recordacin, agrup las su
gestivas y amables semblanzas de
INFORMACIONES Y NOTAS BIBLIOGRAFICAS
165
Mitre, Roca, Jaurs, Clemenceau,
Alem, Pellegrini, Bernardo de Iri-
goyen, Aristbulo del Valle, Agus
tn de Vedia, Herrera y Obes,
Quintana, Pedro (T. Molina y Emi
lio Becher, que don Joaqun ya
haba publicado en La Nacin
respondiendo a los apremiantes re
querimientos amistosos de Arturo
Cancela, a quien dedic el libro,
con reconocidas palabras.
D. Joaqun de Vedia gozaba de
mltiples y merecidos xitos como
periodista fino, como magistral
evocador de las grandes figuras
del pasado, que l tratara durante
sus trabajados aos de periodista
y viajero infatigable, y con las
que convivi en reiteradas horas de
labor, de ensueo, de poesa o de
leitndose en el dominio de los
entretelones polticos. D. Joaqun
era un hombre querido. Cuando pi
di a Leopoldo Lugones que pro
logara Como los vi yo, el autor
de Lunario Sentimental, le con
test con una breve carta de fuer
te valor autobiogrfico. Era en
1922, y Lugones acababa de per
der algunos amigos a causa de su
postura beligerante frente al vuel
co belicista originado por la dis
conformidad con el curso de la
postguerra 1914-1918, y que l
confirm dos aos despus, en Li
ma, anunciando la hora de la
espada. Importa recordar algu
nos conceptos del prlogo de Lu
gones :
Tengo resuelto, mucho tiempo
ha, no escribir prlogos. Este es
el principio. Pero tengo decidido
tambin, querer a mis amigos so
bre todas las cosas, inclusive los
principios. Si quisiera, pues, am
pararme con el subterfugio, dira
que como periodista no puedo ne
garle las palabras que me pide.
Pero no lo har. Prefiero violar
redondamente mi principio en ho
menaje a nuestra buena amistad,
creyendo que esto es, al fin, menos
virtuoso, pero ms noble. Y ms
til y ms humano. Proceder es
ceder, en suma.
"Sabe usted, por lo dems, que
mi concepto en la materia anda
lejos de la virtud garrote que
se quiebra cuando no puede pegar:
orgullosa manifestacin de incul
tura. Semejante rigidez, fracasada
desde luego en la quebradura de su
dilema, no es sino la resultante de
varios errores antropocntricos y
matemticos. Nada hay ms insig
nificante que un principio absoluto.
Formlelo usted, ver que si no re
sulta una perogrullada, lleva consi
go la nulidad, al consistir de suyo
en una reduccin a cero. Por eso
el vulgo admira tales principios, y
por eso Dios es anterior al atesmo.
Me deja usted repetir una vez ms
que la filosofa es en gran parte
la ciencia del desengao?
... Quede para usted, buen pe
riodista y buen escritor, el mrito
que le corresponde total; y para
m el placer carioso de aplaudir
primero que nadie, bajo la forma
estable del libro, lo que goc pa
sajero como los das, cada uno de
los cuales tiene bastante con su
sol.
Tres vnculos de entraable
amistad determinaron la aparicin
de Como los vi yo, y por amis
tad tambin, Manuel Gleizer se
convirti en editor de escritores
argentinos. Ahora, un numeroso
grupo de aquellos que frecuenta
ron la vieja casa de la calle Triun-
166
VAVAB
virato, y otros de los que llegaron
despus, y muchos de los que hoy
mismo reconocen la obra meritsi-
ma realizada por Gleizer en torno
al libro, preparan para l un ho
menaje en el que desean evocar su
labor y evidenciarle el afecto, la
amistad y reconocimiento que les
merece sus treinta aos de vida
como editor argentino.
L. L.
REVISTA DE REVISTAS
En la revista Middle Easteam
Affairs (junio-julio 1952), Mendel
Kochanski publica un artculo bien
documentado sobre la pintura en Is
rael. Es un importante aporte para
el estudio del arte israel, tema que
es motivo, en la actualidad, de ar
dientes discusiones.
El artculo historia el comienzo del
primer brote artstico en la Palestina
de este siglo describiendo cmo Boris
Schatz, escultor nacido en Rusia fund
una escuela de artes y oficios a la que
llam Bezalel, nombre del maestro
artesano, que, segn la Biblia constru-
y el Tabernculo por orden de Moiss.
Schatz tuvo xito en lo que se re-
fiere a la creacin de un artesanado,
pero poco es lo que obtuvo en benefi
cio del arte, propiamente dicho.
Bezalel nunca contribuy real
mente a la creacin de un estilo en
el arte decorativo judo... Segn
la opinin de muchos historiadores
de arte, la escuela, de cierto modo,
impidi el crecimiento natural del
arte nativo.'
El articulista transcribe la opinin
del Dr. Jaim Gamzu que en su libro
Painting and Sculptre in Israel
dice que Bezalel cre algo parecido a
un estilo en artesana pero esto fu
realmente un obstculo para el des
arrollo de un estilo genuino. A los
pocos aos de creada la escuela, Pa
lestina se vi abarrotada por una
cantidad de vasijas y otros utensilios,
hechos de madera de olivo y de metal.
No haba unidad dice Gamzu sino
una confusin de estilos e influencias,
una servidumbre a los temas bblicos y
tradicionales que no tenan relacin con
los problemas y las luchas del arte
contemporneo universal.*
Kochanski explica el fracaso de
Schatz y de los dems profesores de
la escuela, considerando que su este
rilidad era producto de un provicialis-
mo sin esperanzas, por esto no su
pieron asimilar artsticamente el clima,
la luz, la arquitectura, el pueblo y sus
costumbres.
Por esta misma poca aparece en
Francia el movimiento impresionista y
en su seguimiento toda una gama de
escuelas. Se vuelcan a Pars gran can
tidad de judos rusos para quienes
Pars significa la liberacin de dos de
sus opresores: el rgido estado zarista
y el estancamiento de la aldea juda
ortodoxa. El encuentro de estos dos
mundos produjo pintores de la talla de
Marc Chagall y del trgico Soutine.
Pinjas Litvinov e Itzjak Frankel
son segn Kochanski los verdaderos
fundadores de la pintura en Israel.
Llegaron a Palestina en 1920 junto
con los pioneros de la Europa Orien
tal jvenes audaces y progresistas,
diametralmente distintos de los vie'jos
judos piadosos que acostumbraban ir
a morir a Tierra Santa. Los dos pin
tores nombrados estaban impregnados
de las nuevas tendencias artsticas
que haban conocido a su paso por
Pars. Frankel abri ,una escuela, que
slo pudo mantenerse por algn tiem
po debido al poco inters que desper
t. Frankel retorn a Francia, donde
permaneci cinco aos antes de regre
sar definitivamente a/Palestina.
El crecimiento de la poblacin pales-
tinense, la afluencia constante de emi
grantes, la creacin de ciudades, trajo
aparejado un notable florecimiento ar
tstico. Entre los pintores de esta po
ca el articulista cita a Rubn el pri
mer artista que descubri el paisaje pa-
lestinense a Mokady y a Nakum
168
DAVAB
Guttman producto de Bezalel y pos
teriormente de Pars, Berln y Viena.
Ya los jvenes palestinenses que te
nan deseos de aprender pintura podan
hacerlo en su tierra. Se fundaron va
rias escuelas. Se reabri la de Frankel,
y Bezalel que haba cerrado sus puer
tas unos aos antes inici una nueva
poca con espritu totalmente renova
do. Las exposiciones anuales atrajeron
gran pblico y en las galeras de cua
dros se presentaron obras de indiscu
tible valor artstico, pero a juicio del
articulista demasiado influenciadas por
la escuela de Pars.
Los jvenes artistas que haban
estado en Pars volvan tan domina
dos por lo que haban visto en los
estudios de Matisse, Utrillo y Mo-
digliani que no se preocuparon por
digerirlo cuando pintaron los temas
locales. As es como pudo verse en
sus trabajos jvenes yemenitas que
parecan modelos de artistas france
ses vestidas con ropa oriental. Los
rabesi parecan personajes de Mont-
parnasse y los paisajes orientales
tenan los colores de los del Medio
da de Francia.
La tercera dcada de este siglo se
caracteriza pues por la influencia
francesa en el arte palestinense. Souti-
ne, con su trgica manera de presentar
los temas impresion a los artistas
palestinos como una emanacin del al
ma juda torturada. La fantasa de
Chagall y su verdadero humour ju
do vestido de color parisino fu con
siderado como lo ms acabado del
arte. Otro pintor de la misma escuela
cuya influencia sobre los pintores de
Israel es indiscutible es Rouault. Uno
de sus discpulos, Frankel, que ya
nombramos, muestra en sus cuadros
cunto aprendi de l y sobre todo
cmo combinar los colores resplande
cientes y las pesadas lneas negras.
La cuarta dcada segn Kochanski,
significa el punto de partida para el
desarrollo de la pintura israel. Dos
son los factores que influyeron para
que tal cosa sucediera. Por una parte
la guerra oblig a emigrar a Pales
tina a gran nmero de artistas euro
peos que encontraron en Tierra Santa
la posibilidad de ejercer su arte con
toda libertad. Este mismo motivo, la
guerra, no permiti que los jvenes
pintores israeles fueran a Pars. Por
otra parte, las luchas por la indepen
dencia territorial as como el horror
provocado por las masacres europeas
no podan dejar de tener influencia
sobre la evolucin del arte palestino.
Kochanski cita entre los ms destaca
dos valores de este perodo a Marcel
Janeo y a dos de sus obras sobresa
lientes: Defensores del Ghetto de Var-
sovia y Soldado de la Haganah he
rido.
El establecimiento del Estado de Is
rael trajo consigo el interrogante de lo
que sera el arte nacional. Los artis
tas empezaron a buscar en la antige
dad as como en la vida actual una
forma de expresin que fuera verdade
ramente israel. Muchos de ellos, en tal
trance, se desviaron, mientras que
otros produjeron resultados notables.
Entre estos ltimos Kochanski destaca
a Moshe Castel. Nacido en Palestina,
ha sabido trasladar al lienzo, como al
gunos de sus colegas, todo el colorido
de Oriente. En sus trabajos ms re
cientes Castel, se parece a su maestro
Picasso, por su constante experimenta
cin y bsqueda de nuevas formas de
expresin. Actualmente investiga en
el pasado cananeo smbolos y motivos
derivados de los descubrimientos ar
queolgicos.
Yohanan Simn busca, por el contra
rio, en la vida diaria y sobre todo en
la de los establecimientos colectivos,
en uno de los cuales vive, temas de va
lor nacional. Kochanski considera que
su pintura est vinculada con la de
otro pintor, Diego Rivera, en cuya pa
tria, Mjico, se est tambin desarro
llando un arte nacional bien distinto.
No puede esperarse an, opina el
articulista, que surja actualmente en
Israel un arte eminentemente nacional.
La historia demuestra que, a veces,
hace falta que transcurran siglos para
que aparezca una forma de arte bien
diferenciada. Por otra parte, en la his
toria del pueblo judo, la reproduccin
pictrica fu siempre ahogada, dado el
antiguo precepto que prohiba la repro
duccin de imgenes. Por esto, actual
mente, en su bsqueda de motivos, los
pintores israeles deben remontarse a
la prehistoria. Un grupo importante
de pintores israeles se retiraron a la
ciudad de Safed cuna del misticismo
judo, para impregnarse de la atmsfe
ra de la antigedad.
Considera el articulista que lo ms
alentador acerca de la pintura israel
no es el resultado conseguido hasta
ahora sino la constante preocupacin
por la originalidad.
* <*
El gran msico francs Darius Mil-
haud, despus de una larga permanen
cia en los Estados Unidos ha regresa-
REVISTA DE REVISTAS
169
do al contiente europeo. De all, en
compaa del escritor Armand Lunel,
se ha dirigido a Israel con el fin de
reunir motivos musicales, el uno y ar
gumntales el otro para la pera El
Rey David, que juntamente van a
realizar. Destacamos algunos de los
conceptos de Milhaud acerca de su per
manencia en Israel y que recoge Jac-
ques Nantet en Evidences (nm. 26,
junio-julio de 1952).
Dice Milhaud:
Encontr en todas partes un inters
prodigioso por la msica. En cierta
sala de concierto haba 7.000 abonados
para 3.000 asientos. El, elemento litr
gico desempear en la msica nacio
nal un papel importante. Un instituto
de fontica registra los cantos de los
nuevos inmigrantes, entre estos, los de
yemenitas. Como me era difcil ir a la
sinagoga los das de fiesta y de mucha
afluencia, fui a ver a los yemenitas un
da de conmemoracin comn. Cuando
llegamos haba ancianos que ya haban
pasado todo el da en la sinagoga. Me
sent admirado por la violencia, el fer
vor y la rapidez de los cantos. .. No
hay acompaamiento musical, pero, se
gn me informaron, en algunas sinago
gas las mujeres son situadas aparte,
detrs de una puerta, desde donde to
can una especie de tambor que marca
el comps a los cantos.
La pera de Milhaud ser estrenada
en 1954, con motivo del 3.000 aniver
sario de Jerusaln. A partir de esta
fecha se repetir anualmente. El libre
to cuyo autor es Armand Lunel se
ocupa de la vida del Rey David du
rante el tiempo que media entre dos
consagraciones: la de David por Sa
muel y la de Salomn por David. Un
coro de israeles de 1954 comentar
los acontecimientos y destacar as su
actualidad. Por otra parte el libreto
no tendr ms fuentes que las bblicas.
En otra parte del reportaje, Milhaud
explica la razn que motiva la pre
sencia reiterada de lo sagrado en la
tierra de Israel: *Esta familiaridad
toma un significado ms interesante
por el hecho que en estos mismos lu
gares se desarrollaron grandes aconte
cimientos que han acompaado el re
greso de Israel.
Despus de observar la mala impre
sin que causa lo arbitrario de las
fronteras actuales de Israel, Milhaud
se pregunta qu efecto va a causar
el aporte oriental, iraks y yemenita.
Cmo va a fundirse en este panorama
mediterrneo?, se pregunta: Tengo la
impresin que la gravitacin eslava va
a atenuarse. Es difcil realizar en Je
rusaln lo que se concibi en Varsovia.
La tendencia natural de este pas que
es mediterrneo, influenciar probable
mente poco a poco las inspiraciones de
todos estos aportes. Pienso que se me
ha pedido compusiera este Rey David
porque yo mismo soy mediterrneo.
Judo provenzal, descendiente de
aquellos que llegaron a las Galias 600
aos antes de Jesucristo Milhaud halla
semejante el paisaje de su tierra nativa
con el de Israel, a tal punto que esta
similitud hace que se haya sentido
all como en su patria. Esta impresin
de identidad entre mi Provenza natal e
Israel de hoy, se encuentra acentuada,
creo, por la circunstancia que todo el
elemento pintoresco rabe propiamente
oriental, ha desaparecido.
* *
En el nmero de Esprit (marzo
1952) aparece un artculo firmado por
Raoul Klein sobre Israel. Aun cuando
su contenido no encierra nada que ya
no conozca el lector interiorizado de
todo lo que sucede en el Estado de Is
rael, merece ser comentado dada la
ndole de la publicacin que lo repro
duce.
El grupo Esprit, como as se le
llama, rene a un conjunto de escrito
res catlicos cuya visin de todos los
problemas humanos no est circunscrip
ta a los lmites impuestos por la
religin. Tal amplitud de miras les
permite abordar todos los temas y sus
conclusiones ensanchan las perspectivas
de una nueva literatura catlica.
El articulista trata de la gnesis del
Estado de Israel, de su poltica inter
nacional, de su poltica econmica y
social. Pasa luego a considerar los
distintos partidos polticos existentes
en Israel poniendo de paso en relieve
la personalidad sobresaliente de David
ben Gurion .j.que sabe conquistar la
simpata de todos, prodigndose a ca-
da instante y demostrando un profundo
sentido de lo humano y un amor inago
table por todo lo judo. De los hom
bres de su generacin, y de l en par
ticular, emanan sin duda el coraje
tranquilo, la amplitud de miras, la
honradez.
El dilema escolar en Israel provoca
do por las disenciones respecto a la
educacin, y el problema rabe son
tratados tambin por Klein, el cual
considera como nica solucin, para
esto ltimo, el ser educado adecuada-
170
DAVAR
mente. A este respecto dice debe
llamarse la atencin acerca del esfuer
zo realizado por el Ministerio Israel
de Educacin Nacional. Cada da au
menta la asistencia a las escuelas de
nios y nias rabes, a tal punto que
dentro de poco tiempo podr ponerse
en vigor la ley sobre enseanza obli
gatoria, que se aplicar tanto a las mi
noras como a la mayora juda. De
esta manera se obtendr una similitud
de niveles entre todos los ciudadanos
de Israel desvanecindose as las pre
venciones y los prejuicios existentes
entre las dos poblaciones.
Al considerar el problema religioso,
cita el articulista una frase de Frangois
Mauriac en la que ste por el placer de
ser ingenioso, sacrifica la verdad. Mau
riac, el contradictorio, dijo en el Figa-
ro, cuando la fundacin del Estado de
Israel que en Tel-Aviv, ciudad de
250.000 habitantes no haba una sola
sinagoga. Dems est decir que no
hubo dificultad en desmentirlo. Sin em
bargo el problema religioso no deja de
ser complicado. El acta de la declara
cin de independencia es un testimonio
del apoyo del Estado a la religin. Sin
embargo, son muchos los partidos que
reclaman una constitucin laica por la
que se despojar a los rabinos fun
cionarios de ciertos poderes que se
atribuyen actualmente. En el extremo
opuesto est la fraccin de Nator Ka
ra que se opone por la fuerza al Es
tado impo y reclama la proteccin de
la UN contra el rgimen que ha an
ticipado criminalmente la llegada del
masas.
* *
Se ha conmemorado el 29 de setiem
bre ltimo el 50 aniversario de la
muerte de Emilio Zola. Innumerables
artculos han aparecido en las revistas
enzalzando la personalidad del extinto
cuya antorcha de verdad, aviv, en
cierto momento las llamas en que se
consuman las pasiones enardecidas por
el affaire que dividi a Francia en
dos grupos bien definidos.
El affaire fu la primera manifes
tacin histrica de la totalidad de un
pueblo movilizado junto a una idea o
ms bien junto a dos ideas opuestas.
No haba medias tintas, la separacin
era tajante, se era pro o contra, pre
ludio de todos los pro o anti que en el
ltimo medio siglo sacuden al mundo.
El affaire fu tambin un aconteci
miento intelectual porque comprometi
a sinnmero de escritores que, indigna
dos ante la magnitud de los atropellos
que se cometan contra la verdad aban
donaron su torre de marfil para tomar
la defensa del capitn Dreyfus.
En Les Lettres Frangaises (N?
439) Maurice Gargon, de la Academia
Francesa, publica un artculo titulado
Zola nos ha enseado a odiar la men
tira.
Dice Maurice Gargon que toda la vi
da de Zola fu dominada por la bs
queda apasionada de la verdad. Esta
preocupacin se refleja tambin en la
totalidad de su obra literaria. Perso
najes ambientes y vocabulario son el
fiel reflejo de la sinceridad de su
autor.
Cuando Dreyfus fu condenado en
1894, Zola volva de Roma y, por cier
to, no se preocup por el hecho, dado
que, por otra parte, no atraa la aten
cin de nadie. Algunos meses ms tarde
vi levantarse una ola de antisemitis
mo. En todas partes empezaban las
discusiones. ,Sin embargo dice Gar
gon Zola no se emocion an porque
crea en la integridad de los jueces que
haban fallado en el asunto. Pero
cuando Marcel Prevost y el abogado
Leblois le mostraron toda una serie de
documentos que hacan aparecer la po
sibilidad de un error, Zola se alarm.
La publicacin, en Blgica, de un
folleto por el hermano de Dreyfus y
la reproduccin por el diario Le
Matin del bordereau base de la
acusacin, confirmaron a Zola que
Dreyfus era inocente. El comienzo de
su lucha pro Dreyfus fu un fracaso,
ya que al tercer artculo suyo publica
do por el Fgaro, la direccin del
diario le pidi amablemente que sus
pendiera su colaboracin dada la sen
sible disminucin de los lectores. Sin
embargo persiste en su idea, publica
folletos y escribe a sus amigos cartas
apasionadas como sta que deca as:
Qu!, apenas aqu y all alguna tmi
da apreciacin. Ni una voz elevada y
noble, ni una, ¡me escuchis! que se
haya levantado para tomar el partido
de la humanidad y de la honradez ul
trajada.
Fu entonces cuando public el fa
moso Jaccuse en el que denunciaba
a los culpables de la falsa acusacin.
La agitacin que caus su artculo,
del cual doscientos mil ejemplares se
vendieron el primer da, fu inmenso.
En Rennes, Burdeos, Nantes y Nancy
fu quemada su efigie. Se dijo que el
novelista siendo judo, se haba vendi
do a los alemanes.
Cuando el proceso por difamacin fu
abierto contra l sus dos defensores:
REVISTA DE REVISTAS
171
Clemenceau y Labori, nada pudieron
hacer; hasta el presidente del tribunal
se dej influenciar por el taconear de
los militares en los pasillos del Palacio
de Justicia. Zola fu condenado a un
ao de crcel. Cuando se apel ante el
Tribunal de Versalles y se reabri el
proceso, despus de dos das de audien
cia, Zola huy a Inglaterra. Lejos de
ser un gesto de cobarda su actitud le
permiti seguir defendiendo la causa
de la verdad. Si slo la hubiera de
fendido en sus obras dice Gargon
seguira siendo un gran escritor; por
haberla buscado apasionadamente en la
vida pblica, lleg a ser un gran ciu
dadano."
* *
Es interesante hacer notar cmo el
asunto Dreyfus sigue siendo an, des
pus de medio siglo, un tema candente
cuyo contacto muchos prefieren evitar.
A este respecto remitimos a una nota
publicada en LEcran Frangais (n
mero 375) referente a la exhibicin en
Pars (por primera vez) de la Vida
de Emilio Zola, la excelente pelcula
de Dieterle, interpretada por Paul Mu-
ni y que ya conocimos hace casi quince
aos.
Segn parece fu slo a costa de
grandes discusiones y merced a la su
presin de varias escenas que se per
miti la exhibicin de la pelcula. La
censura dice LEcran exigi una
extensa introduccin en la que se dice
poco ms o menos: Esta pelcula no
da los motivos por los cuales se han
podido inclinar los primeros jueces del
capitn Dreyfus por la tesis de la cul
pabilidad. Estos se haban rodeado, al
comienzo, de los testimonios de exper
tos graflogos calificados. No se podra
pues, Bin traicionar la historia, hablar
de culpabilidad declarada a priori, por
los jefes del ejrcito. Este asunto
no fu tan sencillo como parece indi
carlo la pelcula que veris a conti
nuacin.
Dice el comentarista del
Luego, para la censura de 1952, el
asunto Dreyfus es un error debido ni-
camento a los graflogos, siendo, por lo
tanto, el papel del Estado Mayor muy
secundario. *.
A continuacin destaca los cortes in
troducidos por la censura y transcribe
la mutilacin ms importante la escena
con la cual terminaba la pelcula y en
la que Zola repeta algunas frases de
su libro Justicia. Deca Zola: He
mos desafiado a los poderosos de este
mundo, a todos los que hacen las gue
rras, sin importarles el sufrimiento hu
mano, con tal de salvar su poder. Pien
sa querida en todos los nios que duer
men apaciblemente en Pars, en Berln,
en Londres, en el mundo entero y que
estn sealados para perecer en los
campos de batalla. No debe ser as. La
conquista del mundo debe ser pacfica.
Es necesaria una democracia solidaria
fundada sobre la ley del trabajo que
permitir la justa distribucin de las
riquezas.
Tienen estas frases dice lEcran
, ahora en 1962, mucho ms an que
en 1937 una candente resonancia. La
censura policial ha censurado pues las
frases histricas de Emilio Zola que,
sobrepasando el marco del affaire,
defendan hoy la causa de la paz.
* *
Sefarad, revista espaola del Ins
tituto Arias Montano de Estudios He
braicos y Oriente Prximo, exhala en
sus copiosas entregas los vetustos va
pores que fluyen a travs de los si
glos, los documentos que testimonian
sobre la vida de las juderas hispanas
antes de su expulsin de la Pennsula.
Abundan tambin en sus pginas los
temas bblicos y los bibliogrficos.
Dedicada sobre todo a los estudio
sos, su extensa seccin bibliogrfica
y su elenco de artculos de revistas
constituye una muy importante fuente
de material para todos los que se de
dican al conocimiento profundo de lo
judo.
En su fascculo 2 del ao 1962 des
tacamos los artculos sobre La crea
cin, conservacin y gobierno del Uni
verso en el libro de Job; La demos
tracin de la existencia divina en
Bahya Ibn Paquda y sendos artculos
de Jos Snchez Real y de H. S. ,So-
franis sobre las juderas de Tarragona
y de Jerez de la Frontera.
* *
Del poeta Keos Kliger, bien cono
cido entre nosotros, nos habla Jacob
Glatstein en Folk und Velt, de Nue
va York,
Dice Glatstein: Keos Kliger, uno
de los poetas en idisch ms conocidos
en la Argentina, necesita menos que
nadie que desde Nueva York se le
172
DAVAR
hagan llegar juicios laudatorios. Sus
cinco libros de versos aparecidos hasta
ahora le ganaron una bien merecida
reputacin. Su libro Di velt farbet
mir shtarbn (El mundo me invita a
morir) ha sido honrado con el premio
Zvi Kesel de Mxico. Si poesa es
todo lo que entendemos bajo el trmino,
Keos Kliger es un poeta autntico. Es
fecundo, es lrico, expresivo, hasta a
veces un poco audaz, es dinmico, mo
vedizo. Es imaginativo, en resumen,
posee todos los dones.
Pero despus de estos elogios, muy
justificados, por otra parte, sostiene
Glatstein que su nueva obra, Maine
libe brivelej su Frumetl Kliger se ha
inclinado demasiado hacia lo popular,
lo fcil. Su inclinacin es tal dice
que basta que la ms leve brisa so
ple sobre su Arpa de David para
que se desgrane msica de pueblo.
Pero para que no se interprete lo an
tedicho como un juicio aprobatorio,
aade ms adelante, ...hubiera sido
preferible que al arpa de David no
desgarrara el corazn con sus taidos,
y que fuera algo ms avara con su
miel.
Se habr detenido a pensar alguna
vez Glatstein en la diferencia que
existe entre lo simple y lo sencillo?
Entre la expresin vacua, fruto de la
ignorancia y de la falta de sensibilidad,
y la depurada, sencilla popular esencia
del sentimiento?
No puede acaso encontrarse la be
lleza en lo sencillo, en lo que habla al
corazn del pueblo? Parece que no, ya
nue Glatstein, despus de citar estrofas
de Kliger dice: No acabo de entender
cul es la satisfaccin del artista cuan
do logra semejante tono popular.
La crtica de Glatstein no pone en
tela de juicio la obra de Kliger sola
mente sino una forma de expresin
potica considerada por muchos como
la nica y verdadera. De tal modo ss
objeciones representan un evidente
elogie.
PEDRO WEIL
INDICE GENERAL DE
DAVAR, N 1 al 44
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B
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CH
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D
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E
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N? 6, pg. 103; El otro Bosas, por Luis Franco, N? 5, pg. 105;
Cuatro Cuentos, N9 10, pg. 64; La vara de fuego, por Abelardo
Arias, ISr? 10, pg. 105; Gauchos de hoy, por Orlando DAniello,
N9 11, pg. 110; Corrientes u, por Ernesto Ezquer Zelaya, N1? 11,
pg. 11; ¡Esta tierra es ma!, por Jos Pavlotzky, N? 12, pg. 101;
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da, por I. Schenberg N? 14, pg. 97; Sobre la actualidad de Los
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H
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180
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L
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No 34, pg. 40; El camino hacia Israel, de Mateo Goldstein,
N9 34, pg. 84; Leyendas y parbolas judas, por Rebeca Mactas
de Polak y Ocho Destinos, por Flix Theilhaber, N9 36, pg. 76;
El Duelo, por Roger Pl, N1? 37, pg. 79; Una pequea familia,
por Bernardo Verbitsky, N1? 38-39, pg. 113; Retorno a Don Qui
jote, por Alberto Gerchunoff, N1? 40, pg. 86; La Tierra, N? 43-44,
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N
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O
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P
Palant Pablo A un ao de Rostro Perdido, N 43-44, pg. 148.
Peretz I. L. Schem Israel, 1, pg. 35; Quiz ms alto todava,
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Prez Len S. La contra Inquisicin, por Mximo Jos Kahn,
No 11, pg. 105; Tres poemas, N? 12, pg. 74; Ao de noches,
por Mximo Jos Kahn, N1? 12, pg. 103; Espera, por Fernando
Bielopolsky, N1? 12, pg. 107; Eretz Israel, la patria de los he
breos, por N. Elnecav, N1? 12, pg. 108; Ladrones en la noche,
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espaola, por "William Shand y Alberto Girri, N? 13, pg. 99;
En el umbral de los ghettos, por Malkah Rabell, N 14, pg. 102;
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Cisne, por E. "Wernicke, N? 15, pg. 115; Tierra Conmovida y
Savia, por Clara Lifsichtz, N1? 16, pg. 80; Aventuras de Alef,
NDICE GENERAL DE DAVAR
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Bet y sus camaradas, por Deborah Pessin, N9 16, pg. 83; La
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R
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No 18-19-20, dedicado al Estado de Israel, pg. 59; A la verdad
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nos Aires, de Florencio Escard, N? 3, pg. 79; 29 de Noviembre
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Herencia y otros cuentos, de Isaac Len Peretz, N? 21, pg. 94;
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habitas, de Horacio Armani y Pan, de Luis Franco, N? 22, pg.
97-98-99; Llovizna sobre la desdicha, N? 23, pg. 60; De la
estructura mediterrnea argentina, de B. Canal Feijo; La casa
Modesa, de Fina Warschaver, y La espera, de llamn Sender, N9 23,
pg. 81; Alberto Gerchunoff, N? 26, pg. 5; Mam No, por
Josefina Marpons, N? 29, pg. 101; La Hora 25, de Virgil
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N1? 39, pg. 85, Homenaje a Peretz, N1? 35, pg. 5; La Vida
Breve, por J. Carlos Onetti, N? 35, pg. 86; Manual enciclop
dico judo, por Pablo Link y Teresa de Arthur Schnitzler, N1?
38-39, pg. 118; De otro cielo, por Conrado Nal Boxlo, N? 40,
pg. 94; Tres clsicos ingleses de la pampa, por Enrique Espi-
noza, N 41, pg. 85; Cartas a mi mueca, por Ana Flrank,
N1? 41, pg. 89.
Villanueva Amaro El sentido esencial del Martn Fierro,
NO 12, pg. 55. i ; I |; M<:
Vinaver Chemjo El Dibuk, tema de Opera, N> 42, pg. 73.
Vogelman D. J. Thomas Mann, por Len Dujovne, N? 11, pg. 100.
w
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Warsztaka E. Bajo el signo de la svstica, N? 14, pg. 55 y
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N9 17, pg. 81; El Huracn, por Fernando Ortiz, N? 15, pg.
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la Universidad Hebrea, N1? 27-28, pg. 49; El hombre y su perfecti
bilidad, No 43-44, pg. 8; Carta a Martin Buber, 43-44, pg. 61.
Weltsch Flix Hacia la bestia, N1? 8, pg. 56.
Weltsch Robert El Congreso de Basilea y sus consecuencias,
N? 10, pg. 41.
Wilk George H. Naftali Herz Imber, el autor de Hatikvah,
N 34, pg. 5.
W'ilson Edmond James Joyce y el Ulises, N1? 1, pg. 80 y N1? 2,
pg. 23.
Wolfson Harrt Austryn Qu es nuevo en Filn?, N1? 17, pg. 7.
Worman Curt La Biblioteca es anterior a la misma Universidad,
N9 27-28, pg. 146.
Y
Yagcpsky Mximo Universalidad de un poeta judo, N9 1, pg. 99;
A treinta aos de la muerte de Peretz, N? 1, pg. 32.
z
Zech Paul Franz Werfel, N1? 7, pg. 13; Else Lasker-Schler,
dST 16, pg 23.
Zemaj S. Tierra Virgen, N? 12, pg. 79.
Zweig Stepan Ante la tumba de Sigmund Freud, N1? 25, pg. 34.
INDICE
Pg.
Homenaje de Davar a Weizmann 5
El hombre y su perfectibilidad, por Jaim Weizmann ... 8
El lder de un movimiento y de un pueblo, por
Louis Lipsky 12
Oracin de Ben Gurin 18
Kecuerdos e impresiones sobre el Dr. Weizmann, por
J. Hodess 25
Perfil de Jaim Weizmann, por Nahum Goldmann 32
La inspiracin imperecedera, por David Sarnoff 40
El hogar de Weizmann, por Jean Jaffe 46
Un hombre de su pueblo, por Iacov Tsur 49
Weizmann, estadista y hombre de ciencia, por A. K.
Epstein 53
Hace 50 aos 61
Dos libros de Martin Buber, por Will Herberg 66
Valoracin de Kafka, por Mario A. Lancelotti 74
Notas inditas de Dora Dymant sobre Kafka, por
Marthe Bobert 89
La ley de nacionalidad en Israel, por Marcos Satanowsky 98
Heterodoxia, por Ernesto Sbato 116
Fantasa y realidad en la dramaturgia de Peretz Hirsh-
bein, por Malkah Babell 124
190
DAVAE
Pg.
Judo del Nuevo Mundo, por Lzaro Liadlo 135
Un pedazo de chocolate, por Simje Sn 140
A un ao de Rostro Perdido, por Paito Palant .... 148
Los Libros
Pedro Gdansky Orgambide: El Gato y su Selva Un
Guapo del 900 Pjaro de Barro Dos Brasas, por
Samuel Eichelbaum 153
P. G. O.: La Torre de Marfil y la Poltica, por Ber
nardo Ezequel Koremblit 156
Emilio Rodrigu: Edipo y los Enigmas de la Esfinge,
por Mario Carlisky 157
J. H.: Israel que yo vi, por Mateo Goldstein 159
Informaciones y Notas Bibliogrficas 160
Revista de Revistas, por Pedro Weil 167
ndice General de DAVAR, N9 1 al 44 173
o
1
t
03
bJO
w
fi
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FRANQUEO PAGADO
Concesin N? 453
<1
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TARIFA REDUCIDA
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Concesin 3055
jg
It
ESTE LIBRO
HA SIDO DONADO ALA
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